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DESEMPOLVAR A NIETZSCHE
Cristina de Peretti
1901 de un libro titulado La voluntad de poder que, según se dijo, habría escrito
Nietzsche, quien lo habría considerado por lo demás como la obra que reflejaba
su pensamiento más auténtico. Este libro no es, sin embargo, sino el resultado
de una arbitraria recopilación de textos nietzscheanos dispersos y mutilados que
contribuyó en gran medida a que la ideología nazi utilizase en su provecho el
pensamiento del filósofo mucho antes incluso de que Hitler accediese al poder.
A pesar de que, ya a finales del siglo XIX, Dilthey da cuenta de lo mucho que
Nietzsche puede aportar al pensamiento moderno, pocos son en Alemania, hasta
los años 30 del pasado siglo, los estudios dedicados a su pensamiento en el ámbi-
to de la filosofía académica. A partir de 1914 es cuando se lo empieza a conocer
realmente en ese país. Nietzsche marcará, en esa época, a toda una generación de
jóvenes filósofos (Benjamin ya lee a Nietzsche en 1910) a menudo ajenos al mun-
do universitario, convirtiéndose asimismo en uno de los grandes acontecimientos
de los círculos literarios (H. Hesse, los hermanos Mann, Rilke, Gottfried Benn,
Stefan George o Zweig) y artísticos (generación expresionista). No obstante, en
esos años, los sociólogos y los historiadores (como Simmel o Weber) se sienten
más atraídos por la obra de Nietzsche que los filósofos: tanto los neokantianos,
Rickert, Cohen y, posteriormente, Cassirer, como el padre de la fenomenología,
Husserl, son todos ellos muy críticos con la reflexión nietzscheana.
En la década de los años 30 y 40 es cuando se van a publicar, sin embargo,
algunas de las interpretaciones de Nietzsche más importantes que van a influir en
gran medida en el panorama filosófico continental de toda la segunda mitad del
siglo XX: se trata de los estudios de Löwith, de Jaspers (que presenta a Nietzsche
como un precursor, junto con Kierkegaard, de las filosofías de la existencia) y,
finalmente, de Heidegger quien, pese a defender y justificar siempre algunas de
las problemáticas nietzscheanas, ve en Nietzsche, en sus textos de los años 40, al
último pensador de la metafísica occidental aunque, en los años 50, termina re-
conociendo que Nietzsche no lleva a cabo una clausura sino una “transmutación”
de los temas del pensamiento occidental.
Tampoco hay que olvidar cierta influencia nietzscheana en la labor llevada a
cabo, en esos mismos años 40, por algunos miembros de la Escuela de Frankfurt
y, más concretamente, por Horkheimer y Adorno en su balance crítico de la ra-
zón occidental, encontrando no obstante, en las décadas venideras, el pensamien-
to nietzscheano en Lukács y, posteriormente, en Habermas a dos de sus más acé-
rrimos detractores. Mientras el primero dirige la reapropiación nazi de Nietzsche
(al que tacha de “protofascista”) contra el irracionalismo de la cultura burguesa
de la decadencia, el segundo ve en el pensamiento de Nietzsche el comienzo de