Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
53.- (...) Si bien es legítimo y justo que se rechacen viejas formas de familia
«tradicional», caracterizadas por el autoritarismo e incluso por la violencia, esto no
debería llevar al desprecio del matrimonio sino al redescubrimiento de su verdadero
sentido y a su renovación. La fuerza de la familia «reside esencialmente en su
capacidad de amar y enseñar a amar. Por muy herida que pueda estar una familia,
esta puede crecer gracias al amor».
52.- (…) Pero ¿quiénes se ocupan hoy de fortalecer los matrimonios, de ayudarles a
superar los riesgos que los amenazan, de acompañarlos en su rol educativo, de
estimular la estabilidad de la unión conyugal?
88.- La belleza del don recíproco y gratuito, la alegría por la vida que nace y el
cuidado amoroso de todos sus miembros, desde los pequeños a los ancianos, son
sólo algunos de los frutos que hacen única e insustituible la respuesta a la vocación
de la familia», tanto para la Iglesia como para la sociedad entera.
90.- En el así llamado himno de la caridad escrito por san Pablo, vemos algunas
características del amor verdadero: «El amor es paciente, es servicial; el amor no
tiene envidia, no hace alarde, no es arrogante, no obra con dureza, no busca su
propio interés, no se irrita, no lleva cuentas del mal, no se alegra de la injusticia,
sino que goza con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo
soporta» (1 Co 13,4-7). Esto se vive y se cultiva en medio de la vida que
comparten todos los días los esposos, entre sí y con sus hijos. Por eso es valioso
detenerse a precisar el sentido de las expresiones de este texto, para intentar una
aplicación a la existencia concreta de cada familia.
210.- Lamentablemente, muchos llegan a las nupcias sin conocerse. Sólo se han
distraído juntos, han hecho experiencias juntos, pero no han enfrentado el desafío
de mostrarse a sí mismos y de aprender quién es en realidad el otro.
132.- Optar por el matrimonio de esta manera, expresa la decisión real y efectiva
de convertir dos caminos en un único camino, pase lo que pase y a pesar de
cualquier desafío. Por la seriedad que tiene este compromiso público de amor, no
puede ser una decisión apresurada, pero por esa misma razón tampoco se la puede
postergar indefinidamente. Comprometerse con otro de un modo exclusivo y
definitivo siempre tiene una cuota de riesgo y de osada apuesta. El rechazo de
asumir este compromiso es egoísta, interesado, mezquino, no acaba de reconocer
los derechos del otro y no termina de presentarlo a la sociedad como digno de ser
amado incondicionalmente.
169.- […] No es posible una familia sin soñar. Cuando en una familia se
pierde la capacidad de soñar los chicos no crecen, el amor no crece, la vida
se debilita y se apaga ».185 Dentro de ese sueño, para un matrimonio cristiano,
183.- Un matrimonio que experimente la fuerza del amor, sabe que ese amor está
llamado a sanar las heridas de los abandonados, a instaurar la cultura del
encuentro, a luchar por la justicia. Dios ha confiado a la familia el proyecto de
hacer «doméstico» el mundo, para que todos lleguen a sentir a cada ser humano
como un hermano: «Una mirada atenta a la vida cotidiana de los hombres y
mujeres de hoy muestra inmediatamente la necesidad que hay por todos lados de
una robusta inyección de espíritu familiar […] En cambio, las familias abiertas y
solidarias hacen espacio a los pobres y a los que peor lo pasan.
287.- La educación de los hijos debe estar marcada por un camino de transmisión
de la fe, que se dificulta por el estilo de vida actual, por los horarios de trabajo, por
la complejidad del mundo de hoy donde muchos llevan un ritmo frenético
para poder sobrevivir. Sin embargo, el hogar debe seguir siendo el lugar donde se
enseñe a percibir las razones y la hermosura de la fe, a rezar y a servir al prójimo.
316.- Una comunión familiar bien vivida es un verdadero camino de santificación
en la vida ordinaria y de crecimiento místico, un medio para la unión íntima con
Dios. (…) Entonces, quienes tienen hondos deseos espirituales no deben sentir
que la familia los aleja del crecimiento en la vida del Espíritu, sino que es un
camino que el Señor utiliza para llevarles a las cumbres de la unión mística.