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CUARTO

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CUARTO
PASO

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PRÓLOGO.
Este es un trabajo de cuarto paso dentro del programa de recuperación
de doce pasos y doce tradiciones de Alcohólicos Anónimos, que dice: Sin miedo
hicimos un minucioso inventario moral de nosotros mismos.
Soy alcohólico por la Gracia de Dios, así lo marca mi historial..., y
también por la Gracia de Dios llegué a Alcohólicos Anónimos y escribo esto el día
de hoy.
Por el lado materno mi abuelo y también mi padrino de bautizo, era
alcohólico. Sus hijos, mis tíos, la hermana mayor de mi madre y su hermano
cuate heterocigoto e incluso algunos de sus hijos, mis primos hermanos, padecen
la enfermedad del alcoholismo, y algunos ya detuvieron su progresión mediante
el programa de recuperación de A.A.
Por la parte paterna, españoles, el vino, la cerveza y las bebidas fuertes
forman parte de su cultura alimentaria y sabían manejar su ingesta alcohólica,
pero en cuanto al consumo de tabaco, mi abuelo y mi padre y hasta su hermana
menor eran realmente consumidores enfermizos que se fumaban una o más
cajetillas al día. Con el tiempo casi todos los adultos de ambas familias llegaron a
fumar.
Así, habiendo nacido en este ambiente familiar, tarde o temprano me
alineé dentro del hábito en el consumo de estas dos sustancias legales, las
bebidas alcohólicas y el tabaco que aunado a la falta de una sólida formación
moral acabé también siendo heredero de las desviaciones morales comunes en
la cultura del país y de la época, acompañadas por estas dependencias físicas
irracionales e ingobernables cuando no hay, valga la redundancia, conciencia
moral de por medio; y defino lo que para mí significa moral, que para no salirme
de la palabra misma: moral es lo que conduce al amor; mor al… al amor, o bien,
amor: a: sin; mor: muerte: sin muerte; lo que libra de la muerte.
Conocí el primer grupo tradicional de hora y media de A.A. dentro del
CERESO, Centro de Readaptación Social, es decir, la cárcel, de Tepic, Nayarit,
en 1976. Fui invitado por un hermano predicador evangelista, también recluso. Al
llegar a la reunión me confundió el hecho de que gran parte de los presentes en
la sala estaban fumando. Había ingresado en la institución varios meses atrás a
causa de la posesión de peyote, una cactácea que forma parte de la tradición
religiosa ancestral de algunos grupos autóctonos de la Sierra Madre Occidental
como los Tarahumaras y los Huicholes, que conseguí en un poblado de estos
últimos aborígenes donde un nativo me vendió unos cuantos ejemplares del
vegetal.
Ya preso no tuve problema con el consumo de bebidas alcohólicas, pues
siendo ilegales, se conseguían a un precio que no estaba dispuesto a pagar. No
obstante, en lo que respecta al tabaco por más propósitos diarios y esfuerzos de
la voluntad para dejar de fumar, el cigarro me tenía prácticamente atrapado. Así
que cuando asistí al grupo de Alcohólicos Anónimos donde se fumaba
ávidamente, subí a tribuna, agradecí la invitación, les expliqué el motivo de mi
estancia en la institución que algunos ya conocían, y de mi abstinencia de
bebidas alcohólicas durante mi internamiento, y también de mi intento diario por
dejar de fumar y en vista de que una gran mayoría del grupo fumaba, desistí de
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mi integración al grupo arguyendo que mi búsqueda principal era el dejar de
fumar y no de beber y dadas las circunstancias ese no era mi lugar.
El haber estado en la cárcel fue para mí un parte aguas en mi vida, por lo
que doy gracias al Poder, como lo llamaba entonces, a Dios como el día de hoy
puedo llamarlo, o mejor dicho al Padre creador del universo, por haberme
sabiamente conducido al conocimiento de Jesucristo, el Hijo, a través de la
lectura del Nuevo Testamento, que en ese preciso momento en el que
providencialmente tuve un alto en el camino de mi desorientada vida y puede
reflexionar serena, amplia y seriamente, sobre lo que sería mi vida y mi creencia
en el futuro, y el Espíritu Santo que se manifestaba de momento en momento,
con gozo, cuando tenía aciertos en el desarrollo de mi conducta; de mi pensar,
de mi sentir y de mi actuar.
En realidad mi búsqueda espiritual había empezado tiempo antes de
haber conseguido una beca para estudiar en un país socialista de la órbita
soviética para ubicarme con respecto al sistema político que tanto se
promocionaba dentro de la escuela universitaria donde estudiaba cinematografía.
La lectura de algunos libros como “Summerhill”, “Las puertas de la Percepción” y
“Cielo e Infierno” de Aldous Huxley, y los primeros libros de Carlos Castaneda
sobre “Las enseñanzas de Don Juan” y “Una realidad aparte”, aunado a la
experiencia en el consumo de plantas psicotrópicas o de las que se mencionaban
el los libros citados, marcaron un despertar hacia una verdadera realidad aparte
del mundo que siempre está presente pero no la percibimos por estar enajenados
con asuntos precisamente mundanos: sexo, poder y dinero.
De esta realidad me pregunte en el momento del “viaje” con hongos
psicotrópicos: “¿Cómo es posible que hasta ahora me haya dado cuenta de que
existe esta maravillosa realidad de experimentar lo que es estar vivo?”. Esta fue
una de las razones de peso para renunciar a la beca y regresar a México y
conocerlo mejor desde la cercanía con los pueblos autóctonos, pues
definitivamente, el socialismo como sistema político no me convenció. La gente
del país que me becó continuaba en lo posible sus tradiciones religiosas
ancestrales pero a pesar de que los templos estaban abiertos como casas de
oración, no se celebraba ninguna liturgia y la gente temía enormemente al poder
policiaco represivo del régimen político reinante que custodiaba punitivamente la
libertad de pensamiento y de expresión. Con el tiempo, el presidente de esta
nación y su esposa fueron asesinados por el pueblo que no soportó más la
represión de sus derechos humanos inalienables, hecho que, desde mi punto de
vista, inició el derrumbe de la Unión de Repúblicas, Socialistas, Soviéticas.
En la prisión consolidé el esbozo de mi camino de educación de la
conciencia donde aparte del Nuevo Testamento, continué leyendo a Carlos
Castaneda en “Relatos de Poder” y a autores de la escuela del Cuarto Camino
como Gurdjieff, Ouspensky y Rodney Collins, pero las enseñanzas de Jesús de
Nazaret, el Mesías anunciado, han sido mi guía desde entonces, sin dejar
ecuménicamente de revisar todo lo demás; la yoga, el budismo, la toltequidad y
la mexicanidad, y el islam, principalmente.
Debo señalar con especial atención que en mi búsqueda de la óptima
salud física, mental y espiritual encontré un evangelio que parece haber sido
hallado y traducido por San Jerónimo y que nuevamente fue descubierto durante

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el pasado siglo en una cueva cercana a la comunidad israelita de Qumrán a las
orillas del mar Muerto y que no fue incluido en el canon niceno-
constantinopolitano que conocemos hoy en día como la Biblia Católica por razón
de no ser oportuno en aquel momento histórico su divulgación, el Evangelio
Esenio de la Paz, https://es.slideshare.net/ajjian/el-evangelio-esenio-de-la-paz-
240-pags-presentation, que marcó un cambio en la orientación de la meta
existencial de mi vida. Ahora, en este tercer milenio ha empezado a conocerse
poco a poco mediante pequeñas ediciones, bajo diferentes nombres como “El
Evangelio Esenio de la Paz”, “El Evangelio de la Salud de San Juan” o
simplemente como “El Evangelio de la Paz” como yo lo conocí primero cuando lo
compré en un restaurante vegetariano en una edición de MASDAZNAN, una
organización de origen Soroástrico que lo reprodujo integro y que llegó a mí
antes de completar mi cuarto septenario de existencia, o sea, mis 28 años de
edad. Reconocí de inmediato su importancia como el camino a seguir dentro de
la comunidad para alcanzar la salud plena y la abolición final de la esclavitud del
pecado y de la muerte.
El encuentro con este documento, significó la justificación del mi
abandono de la carrera de medicina alópata que empecé tanto en el ejército, en
la Escuela Médico Militar, como en la Facultad de Medicina de la Universidad
Nacional Autónoma de México al finalizar la preparatoria y que de esta manera
volvía a presentarse ante mí el camino de la salud por medio de la palabra de
Jesús de Nazaret, el Cristo, que significa el ungido del Padre, el Mesías no
reconocido por las autoridades de su propio pueblo, y que después de haber sido
crucificado y muerto, resucitó al tercer día, y después de cuarenta días en los que
se presentó a quienes fue oportuno, subió al cielo en presencia de varios
testigos, con la promesa de venir de nuevo para consolidar el Reino de los Cielos
aquí en la Tierra.
A partir de entonces, la vida misma, me ha conducido a buscar formas
más saludables para vivirla como ser humano consciente de mi mismo como son
la alimentación vegetariana y el naturismo, el ejercicio no competitivo como la
danza azteca-chichimeca, el yoga, la tensigridad, el masaje y el auto masaje, la
acupuntura, pero sobre todo, un programa ordenado de revisión de la historia
personal como es el cuarto paso dentro del programa de Alcohólicos Anónimos y
en general de todos los doce pasos y las doce tradiciones que lo conforman,
camino mucho más eficaz y sencillo que el poco accesible psicoanálisis, que
significa una auténtica medicina humana, psicológica o mental, filosófica o
espiritual y corporal, es decir, que abarca la totalidad existencial de mi propio ser,
comprometida con el desarrollo individual, a la capacidad de cada quien,
encaminado a la independencia tanto del alcohol, como del tabaco y de las
demás dependencias nocivas, que son las diferentes drogas que generan
dependencia, así como de una sexualidad enferma, en búsqueda de una
conciencia personal de plena realización en el Espíritu de Dios.
No obstante, las enfermedades del alcoholismo y del tabaquismo,
además de la sexualidad descoyuntada que he vivido desde mi infancia y han
prevalecido hasta la tercera edad, no podían haber concluido sino en una clínica
donde se manejara el programa de Alcohólicos Anónimos como en la que vivo
ahora que escribo este documento, donde la honestidad, la disciplina y la

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obediencia, aunadas a la aceptación, la tolerancia y la buena voluntad son la
forma de vida comunitaria.
Debo decir que el segundo grupo de A.A. que conocí pero el primero que
me atrajo realmente fue un grupo del movimiento 24 horas que se encuentra a
dos calles del departamento dónde viví con mis padres cuando recién nací y en
la misma calle donde estuvo la casa de mi abuelita materna donde crecí en mi
primera infancia en compañía de mis primos y donde también empecé a beber
compulsivamente. Sin embargo, a pesar de haber conocido el programa de
recuperación de A.A. en mi cuarto septenario, es decir, entre los 21 y los 28 años
de edad, no pude dejar de beber ni de fumar de buena voluntad hasta ahora que
he cumplido los 66 años.
Poco tiempo después de haber llegado a ese segundo grupo y debido a
la poca intensidad de mis tribunas, mi padrino, me mandó una, dos y hasta tres
veces, -y la tercera fue la vencida… como me enseñaron en mi famila-, a “hacer
la prueba del añejo”, y me fui a hacerla y compré un ron añejo de Bacardí y volví
a beber. Obviamente no me fue bien, pero luego me dijeron que mi padrino había
recaído también y se había muerto. Bien merecido por andar dando sugerencias
en contra de la misma autonomía de un grupo en el que no se aceptaban a los
recaídos, así que prácticamente con su sugerencia me estaba corriendo del
grupo y el que terminó yéndose fue él.
De cualquier manera logré dejar de beber con la ayuda del grupo y del
programa, pero seguía fumando, lo cual me mantenía insatisfecho conmigo
mismo y con la forma de aplicar el programa debido a ciertas formas de “terapia
directa” que no me parecían convenientes ni morales. A la larga, me alejé del
grupo y volví a beber.
A mi edad he conocido varias autonomías dentro del programa de
Alcohólicos Anónimos en su mayoría del movimiento 24 horas y después de
muchos años estoy en esta clínica particular donde se utiliza el programa de
recuperación de los doce pasos con la característica de que no se fuma, lo que
para mí, personalmente, es justo lo que necesitaba, pues la capacidad de mi
voluntad en este sentido, después de más de cuarenta años de fumar, se
encontraba anulada, y no sé por qué, pero eso es precisamente lo que intento
descubrir todavía.
Dejar de beber (bebidas alcohólicas)…, dejar de chupar (cigarros)…, en
resumen dejar de sufrir; pero también me dicen que el sufrimiento es la piedra
angular del crecimiento espiritual, por lo tanto, ¿aprendamos a chupar y a beber
para adquirir el entendimiento necesario para sobrellevar la vida en medio de
alcohólicos, drogadictos y tragones? Creo que no.
Por fin estoy en un lugar donde puedo con la calma del “poco a poco se
llega lejos” y aumentando día a día mi purificación de la nicotina, continuar este
trabajo de recapitulación que comprende tanto el cuarto paso que ya tenía
empezado como el decimo, que dice: “Continuamos haciendo nuestro inventario
personal y cuándo nos equivocábamos lo admitíamos inmediatamente”. Así, este
trabajo significa para mí una necesidad ineludible dentro de mi proyecto de vida y
de mi recuperación dentro del programa de Alcohólicos Anónimos.
Desde que me dijeron que “mi historial era mi tesoro” en aquel segundo
grupo de A. A. del movimiento 24 horas de puertas abiertas y que prácticamente

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he considerado como el lugar en donde “nací” a la realidad de este programa, he
deseado poder escribir y publicar este trabajo.
Intentaré sujetarme a lo que aprendí en aquel grupo respecto al trabajo
de revisión de mi historia en base a tres factores de valoración moral: sexo, poder
y dinero, es decir, a las actitudes y eventos sexuales dentro de mi vida, mi
capacidad organizativa y laboral, y a mi administración económica.
Mi personalidad adictiva, es decir, plagada de situaciones no resueltas,
no verbalizadas o engramas, como dicen los cienciólogos, por no saber ni que
pensar, ni que sentir y mucho menos que decir al respecto, ha generado en mi la
dependencia al consumo del tabaco, de la cerveza, del vino y posteriormente de
las bebidas fuertes de fermentos destilados hasta llegar al alcohol de 96º, al
consumo de marihuana y de otras sustancias como algunos fármacos y también
sustancias inhalables que me han servido como fuga placentera ante situaciones
de tensión emocional.
Recuerdo que después de mi primera relación sexual a los 15 años de
edad con una sirvienta de la casa, lo primero que hice fue prender un cigarro y
bajar a la cantina de la casa a servirme un buen trago de brandy que al poco rato
repetí. Pero en sí, tanto esta experiencia sexual y la masturbación que practicaba
desde años atrás, y muchas otras cosas que como no se las decía a nadie me a
quedé “adicto”, es decir, con una larga serie de situaciones sobre las cuales no
sabía ni que pensar, ni que decir, sometido a una compulsión física y a una
obsesión mental por seguir cometiendo estos actos.
Por otra parte, mis experiencias con plantas psicotrópicas permanecen
fuera del contexto de las dependencias, puesto que más bien han sido
ubicadoras con respecto esa “realidad aparte” del mundo pero que existe en el
universo entero que es la realidad de El Reino de los Cielos, que llegué a
conocer bajo el efecto de estos vegetales como el peyote y los hongos
alucinógenos. Entiendo que uno no puede vivir consumiendo estas sustancias
cotidianamente, sin embargo para mí fueron una ventana a esa realidad
maravillosa que es el Reino de Dios, aunque considero que no son la puerta.
Mi opinión respecto a las culturas de los pueblos autóctonos como los
Tarahumaras, los Yaquis y los Huicholes, y en general, de las culturas
prehispánicas en todo el continente que frecuentan el uso de estas plantas, es
que a pesar de la iniciación en la visión del Reino que puede significar su
consumo, sigue siendo tan solo una ventana y el camino verdadero es el
conocimiento del Hijo del Hombre, Jesucristo, mediante el estudio directo de las
Sagradas Escrituras judeocristianas, principalmente en el Nuevo Testamento, y la
puesta en práctica de su doctrina y preceptos, además de una correcta
alimentación lo que logrará que el ser humano consciente de sí mismo con ayuda
del Redentor y sus elegidos, y con la del Espíritu Santo, pueda vencer el pecado,
para así, finalmente, vencer a la muerte, conquistando la Vida Perdurable y
Eterna. Y esto sucederá después de la segunda venida de Cristo para restaurar
el Reino perdido por Adán y Eva, y que por mi fe creo que no debe de tardar.
Que estos primeros “dos días”, dos milenios, pues para Dios un día son
como mil años y mil años como un día, que se cuentan a partir de su humilde
concepción milagrosa en el seno de una joven que aún no conocía varón, y de su
nacimiento en Belén proféticamente anunciado, cuando el Cesar romano mandó

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realizar el censo a los israelitas, han servido para trasmitir el mensaje de las
escrituras israelitas, y principalmente de la conformación del Nuevo Testamento,
del evangelio, de la buena noticia de la Vida Eterna, de que este Reino Celestial
se ha acercado a los hombres y mujeres a través de la Virgen María que dio su
consentimiento para la encarnación misteriosa de su Hijo Yeshua, que predicó su
doctrina, y fue muerto y resucitado en tiempos de Poncio Pilatos, y su iglesia se
ha extendido a todas las naciones del planeta, tal como Él mismo lo ordenó a sus
apóstoles y discípulos como un Don del Padre Creador para la humanidad
entera.
Ahora que hemos iniciado el Tercer día, el tercer milenio, de su
nacimiento y próximamente de su gloriosa Resurrección y Ascensión al cielo que
está por cumplirse en el año 2033, si es que tenía 33 años cuando lo
crucificaron…, o si el año 0 es en realidad el año 1 y no según una diferencia de
algunos años entre el supuesto año 0 o 1 y el verdadero año de censo ordenado
por el Cesar, no lo sé con precisión. Lo que si sabemos por las Escrituras es que
el dijo que destruyeran el Templo de Jerusalén y que Él lo reconstruiría en tres
días, tres milenios, y fue destruido por los romanos que no soportaban ya a los
israelitas, y espero y creo que el nuevo templo será la Nueva Jerusalén que
descenderá del cielos según está escrito en el libro del Apocalipsis o Revelación:
Existe el texto evangélico en el que Jesús les dice: “Derriben este templo
y en tres días lo levantaré”: Juan 2, 19, y se burlaban de Él, y aunque también se
dice que ese texto se refiere al Templo de su cuerpo que fue masacrado hasta la
muerte y resucito al tercer día según las escrituras, el caso también fue que a
causa de la incapacidad israelita para congraciarse con el poder romano que el
Templo fue destruido y hasta el día de hoy no se ha vuelto a reconstruir, y las
iglesias y templos cristianos, tanto Católicos como Ortodoxos y de las demás
denominaciones que se rigen por las escrituras judeocristianas y demás escritos
acerca de Jesús de Nazaret, como el Corán, se han diseminado por toda la
Tierra.
Ahora bien, a como van las cosas en el mundo de los hombres es
probable que no todos los que lleguen a leer estas líneas sobrevivamos hasta el
2033, mas o menos, por lo tanto, mi súplica al Padre Creador y la de todas las
Iglesias cristianas debería ser que acorte los días y envié a su Hijo Amado cuanto
antes para que establezca su Reino aquí en la Tierra para siempre.
Amén. Amén.
Amen.
Que así sea.

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PRIMERA PARTE

Antes de Cristo

La Carga del Pasado

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INTRODUCCIÓN.
Esta recapitulación de mi vida está organizada en septenarios, períodos
de siete años, como lo está así mismo constituida la luz de las estrellas en siete
colores o en siete notas la escala natural de los sonidos o así como son siete días
de la semana en el mundo occidental y los momentos o días de la Creación de
Dios según las Sagradas Escrituras judeocristianas.
Le llamo Antes de Cristo a este período pues a pesar de haber sido
bautizado a los pocos días de nacido, la única persona de mi familia que intentó
relacionarme con las verdades cristianas fue mi abuela materna cuando a unos
pocos años de edad, cargándome en sus brazos me enseñó una imagen clavada
en la pared que representaba el rostro sufriente de Jesucristo coronado de
espinas al tiempo que me decía: “Mira mijito, este es papa-dios”. Ya mayor, ella
también se ocupó de mi confirmación y recuerdo también haber ido a misa con
ella algunas veces. No obstante, a pesar de haber recibido dichos sacramentos,
una relación personal con Jesucristo, no la tuve entonces ni durante todo mi
primer septenario sino hasta después de haber cumplido la mayoría de edad que
me fue cambiada de los 777=21 años de cuando nací a los 666=18 años a los
que después cambiaron, pero la ley no es retroactiva.
Recuerdo también que una sirvienta que tuvimos durante varios años
cuando se podía me llevaba a misa los domingos y yo sin saber de qué se trataba
permanecía tranquilo a su lado hasta que acababa la ceremonia.
No obstante, mi abuelita materna siguió llamándome la atención a causa
de mi conducta de la que yo ni siquiera me percataba, diciéndome: “árbol que
crece torcido, nunca su rama endereza”…, pero yo, por más que buscaba la
“torcedura” de mi conducta, no la encontraba.
Él catecismo de cajón lo recibí en la escuela primaria pues el colegio
particular donde la terminé era de dueños católicos. Y puedo dar gracias a Dios
por su providencia pues en ese pequeño espacio de tiempo dedicado al
reconocimiento de las verdades eternas, lo que se grabó en mi mente se ha
hecho presente en los momentos de mayor necesidad moral y espiritual, y me han
llevado como primer recurso, sencillamente, a acercarme a la Iglesia Católica
para aumentar mi cultura y refrescar un poco mi alma. Sin embargo, no me sirvió
para dejar de beber ni de fumar.
Esta primera parte revisa desde mi nacimiento hasta mi estancia en la
cárcel donde leí el Nuevo Testamento por primera vez, y tuve un encuentro
“telepático” personal con Jesús, lo que cambió por completo mi visión de la
historia universal y personal. No obstante, los psicólogos y psiquiatras que tuve
que visitar a instancias de mi familia disfuncional me diagnosticaron esquizofrenia
por el hecho de hablar mentalmente con Jesús y con María.
Trabajando sobre este asunto del minucioso inventario moral, me es
preciso tomar en cuenta mis antecedentes familiares desde donde recuerdo,
hasta las distintas relaciones con las diversas personas que he conocido a lo
largo de los años que llevo vividos: este esfuerzo tiene por objeto desentrañar la
maraña de mi vida tal como la contemplo el día de hoy.
La carga del pasado, desde el pecado original hasta la herencia particular
recibida de mis padres y familia cercana marcaron mi desarrollo personal bajo
estas condiciones, y este trabajo es mi propia deuda histórica, lo que tengo que
pagar, según creo, para que, reconociendo mis faltas y culpas, y arrepintiéndome
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sinceramente de ellas, haciendo la debida penitencia, sea merecedor de alcanzar
las divinas gracias y promesas de nuestro Señor Jesucristo.
Amén. Amén.
Amen.
Que así sea.

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PRIMER SEPTENARIO
“La Semilla de la Familia”
Del mi nacimiento a los siete años.

Mis abuelos maternos inmigraron a la ciudad de México, procedentes de


Villahermosa, Tabasco, con sus tres hijos menores de edad, con la idea de que
estudiaran una carrera universitaria. Se ubicaron finalmente en una casa grande
en la colonia Cuauhtémoc. Mi madre y su hermana mayor terminaron sus estudios
universitarios como químicas fármaco biólogas en una universidad católica y el
hermano cuate heterocigoto de mi madre se recibió como ingeniero civil en la
universidad nacional.
Por parte de mi padre, eran españoles refugiados políticos de la
sangrienta guerra civil española. Mi abuelo fue coronel jefe de la zona militar
encargado de la defensa portuaria de Cartagena, Murcia. Su hijo mayor fue
capitán de artillería y por destino guardaban solidaridad con el gobierno
republicano que había ganado las elecciones populares en ese momento.
Al estallar el conflicto armado y ser invadida la comunidad del puerto
desde tierra adentro, mis ancestros se vieron en la necesidad de huir por mar
hacia Orán y de la noche a la mañana se encontraron prisioneros en África
habiendo perdido todo lo que poseían a excepción de la vida. Tuvieron que pasar
cientos de vicisitudes durante tres años hasta que se embarcaron en el último
barco que zarpara para México desde el puerto de Casa Blanca en Marruecos,
antes de que comenzara la Segunda Guerra Mundial. Me contaba mi padre que
en el Caribe les había detenido un submarino Alemán para que se identificaran
bajo amenaza de hundirlos.
Llegaron por fin al puerto de Veracruz y de ahí se trasladaron a la Ciudad
de México donde con la ayuda de la colonia española ya establecida se ubicaron
en un departamento de la colonia Guerrero, estabilizándose para comenzar de
nuevo y desarrollarse laboral y económicamente.
Varios años después, en un baile del Casino Español mi mamá y mi papá
se conocieron o se reencontraron nuevamente en la historia.
Mi madre, fastidiada de las obligaciones religiosas impuestas por las
monjas a sus alumnas, no era muy devota, y mi padre cuya vida escolar había
sido truncada por la guerra civil, estaba grandemente resentido con la Iglesia
Católica, pues los católicos españoles habían llamado al general católico
Francisco Franco que se encontraba en Marruecos para que combatiera al
gobierno republicano que había tomado una actitud beligerantemente anticatólica
habiendo asesinado a más de seis mil religiosos en un año y el obispo de España
había bendecido su espada al inició de la guerra civil.
Después de cierto tiempo de noviazgo se casaron por la Iglesia Católica
en la parroquia de la Inmaculada Concepción de María que esta frente al parque
España, ninguno de los dos muy convencidos de los beneficios de la Iglesia
fundada por Jesucristo y a los tres meses mi madre quedó encinta de su
primogénito: Yo.

Mis padres decidieron experimentar con mi educación no dándome por su
parte una educación explícitamente católica, es decir, que nunca fuimos a misa ni

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se practicaron los sacramentos de rigor a excepción del bautismo que me lo
practicaron en el mismo hospital donde nací al igual que la circuncisión. La
confirmación fue iniciativa de mi abuelita materna que en una ocasión que se
enteró que el obispo iba a impartir este sacramento en la Iglesia correspondiente
a nuestro domicilio. Sin embargo nunca llegué a hacer la primera comunión
oficialmente.
Así que dentro de la civilización judeo-cristiana en que vivimos; la única
referencia religiosa que tuve fueron de las pinturas al oleo de Moisés con las
tablas de la Ley que tanto mi padre como su hermano realizaron como obras
artísticas pintadas al oleo, pero a la fecha aún no sé si me sé los diez
mandamientos.

Mi nombre no es importante. Nací en Urantia, la Tierra, un planeta de un
sistema solar del Universo Local de Satania, Escuela de la Misericordia, en el
continente Americano, el continente de la Esperanza, en la Ciudad de México, la
ciudad de los palacios, capital de los Estados Unidos Mexicanos, de la que los
antiguos mexicas decían: “En tanto el mundo exista no cesará la fama y la gloria
de México-Tenochtitlan”, el día de hoy, la ciudad más poblada del planeta.
Vi la primera luz en la sala Covadonga del Sanatorio Español de la
Sociedad de Beneficencia Española en los primeros años de la segunda mitad del
siglo veinte, durante la presidencia del Licenciado Miguel Alemán Valdés, en un
seis de julio, bajo el signo de Cáncer con ascendente en Acuario según la
astrología occidental, bajo el signo de la Serpiente conforme el horóscopo chino y
en un año chicoace calli, seis casa, en un día chicoace ollin, seis movimiento, de
acuerdo a una de las cuentas del tonalamatl mexica y mi nombre podría ser
Omechicoace Ollincalli.
Ahí mismo me bautizaron en la Fe de la Iglesia Católica, siendo mis
padrinos mi abuela materna, siempre vestida de negro, siempre llena de miedo,
siempre llenándome de besos y repitiendo: ¡que guapo que eres, dios mío, qué
guapo que eres!, y que prendía sus veladoras sobre el tanque de agua del
inodoro del baño de su casa, y nunca salía sola de su casa a ninguna parte, y mi
abuelo materno, negociante, muy simpático y benévolo aunque a veces estricto,
poco devoto de los asuntos religiosos y alcohólico. También fui circuncidado
según el pacto que estableció Dios con Abraham y su descendencia. Así que
cuando regresé al departamento de río Tigris donde había vivido mi desarrollo
embrionario, ya fuera del seno materno, ya era descendiente de Abraham por la
circuncisión e hijo de Dios, Católico, por el bautizo en el nombre del Padre, y del
Hijo, y del Espíritu Santo, en la religión por la que se habían casado mis padres”.

Fui un acontecimiento para las dos familias; el primer nieto y sobrino de
mi familia materna, y el primer nieto, sobrino y primo nacido en el Nuevo
Continente para la familia española. Por tanto recibí mimos y apapachos de parte
de todos los que me rodeaban, que generaron en mí un carácter consentido,
berrinchudo y llorón.
Recuerdo algunas cosas de aquellos primeros años; la televisión: las
caricaturas del gato Félix, los cohetes luminosos que siempre me han gustado,
que veíamos por la ventana del apartamento de mis abuelos paternos.
Recuerdo también la lamparita que había sido regalo de boda de mis
padres y que finalmente se convirtió en mi luz de la noche, y en una especie de

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augurio de mi destino alcohólico; era la representación en bronce de un
descompuesto borracho vestido de frac cuyo sombrero de copa había rodado por
el suelo y que se agarraba con un brazo de un farol de la calle en tanto que en la
otra mano sostenía una botella de licor; sus piernas semidobladas intentaban
recuperar la vertical, mientras un perro lo orinaba. No entiendo porqué mis padres
decidieron que fuera mi lamparita de noche. Por estas razones me he atrevido a
decir que yo nací para alcohólico o que soy alcohólico por la gracia de Dios.

Ya mayorcito, mi papá me invitaba a jugar luchas con él para que
aprendiera a defenderme y a luchar en la vida, según él. Me llegaba a dominar
presionándome con su cuerpo contra la cama hasta hacerme respirar con
dificultad, me cubría la nariz con su boca asqueándome con su olor a saliva de
adulto y me instaba a rendirme, y cuando me rendía me decía “no te rindas,
nunca te rindas; lucha, sigue luchando”, y me esforzaba nuevamente con ánimo
redoblado para ser vencido nuevamente, y luego otra vez, “no te rindas no seas
collón, en esta vida no hay que rendirse, anda, a luchar, ¡lucha contra tu padre!,
¡no seas marica!…”, hasta que mi madre salía en mi defensa, “¡ya déjalo!, ¡a esta
edad de quien tiene que defenderse…!”, y mi padre le respondía “¡…tú no sabes
cómo educar a un hijo, déjame que yo si sé!” y surgía un ambiente tenso de
inconformidad por las tres partes; por la mía, por mi madre y por mi padre. Lo
cierto es que crecí débil y enfermizo y me orinaba todas las noches en la cama
hasta bien entrado en años.
Durante mis días enfermo, me quedaba largo tiempo mirando mi lamparita
de noche.

Me contaba mi madre que en su casa no se decían malas palabras y de
parte de la familia de mi padre, comúnmente tampoco. Aunque en las fiestas si
había algunas expresiones de su resentido carácter republicano español. No
obstante, mi papá que había recorrido gran parte del territorio nacional vendiendo
herramientas tuvo que aprender el vocabulario de la calle y del pueblo. Lo usaba
con soltura sobretodo cuándo manejaba su Oldsmobil y se le atravesaba algún
“idiota” por el camino o algún “imbécil” se le cerraba y cuando algún “cretino”
cometía alguna “cabronada” de “mala leche”, no dejaba de censurar la “estupidez”
ajena a viva voz a los que viajábamos en el auto, y en ocasiones lo hacía
directamente a los sujetos infractores. Sin embargo, nunca tuvo que pelearse a
golpes con nadie en mi presencia, pues como decía,…”si es que tengo razón”.
Como conductor de automóvil siempre fue precavido en exceso y respetuoso de
las señales de tránsito.
Sin embargo, mi primo menor por un año me ganaba en las luchas a que
yo lo provocaba a jugar cuando nos veíamos en casa de mi abuelita, siguiendo el
mismo patrón de conducta que estaba aprendiendo con mi papá.
Un día al regresar del trabajo mi padre llegó con unos guantes de box
para niño, a lo que mi madre que preparaba la comida le objetó; “es para que
aprenda, ya te lo dije, tú déjame y ya verás”, “bueno, hay tú sabes, pero yo no
estoy de acuerdo”. Nos pusimos los guantes y según él me enseñó los rudimentos
del boxeo: “Lo primero que tienes que hacer es ponerte en guardia para evitar que
te entren los golpes”, y me dio un desagradable golpe en la nariz con el guante en
el que apenas le entraban los dedos. Mi madre que observaba replicó, “no seas
bestia, no ves que le dolió”. Yo me había enojado y mientras le respondía su

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acostumbrada justificación le metí un gancho al hígado que le surtió efecto:
“¡Coño!, ¡que me has hecho daño! ¡eres un cabrón!”, me reprendió mi padre, “…y
encima lo insultas, eres el colmo”, me defendió mi madre, yo me reí, “¡ah! ¡y
encima te ríes!, ¡eres un cabrón bien hecho!, ¡anda vete a tu cuarto!, ¡que no te
das cuenta que soy tu padre!”… Me quedé callado; adicto.
Así empezaron los problemas en la familia por “mi culpa” o la de mi madre
que no entendía la manera de actuar de mi padre, porque su madre hubiera
actuado de otra manera; “pero yo no soy tu madre y este no es un cuartel y aquí
estamos en México y a mí no me gustan los golpes ni las luchas ni las malas
palabras, no sé cómo me fui a casar contigo, que ciega fui”,… y luego mi padre,
“tienes razón, yo tampoco sé por qué me casé contigo”, y me decía, “tú no te
cases hijo mío, no te cases”.

Por aquel tiempo llegó la televisión a la casa. Había un comercial de una
pasta dental que decía ¡Basta Ya!, ¡Cambie a Forhans!
Después de investigar bien lo que significaba el ¡Basta ya!, en una de
esas discusiones que ya me tenían harto les dije tan solo “¡Basta Ya!” y en ese
momento se unieron en mi contra: “como te atreves a callarnos a nosotros que
somos tus padres”.

Yo fui de las primeras generaciones que crecimos con la televisión: las
caricaturas, Chabelo, Viruta y Capulina, Comando Codi, El Llanero Solitario,
Superman, etcétera. Recuerdo que mi madre me decía, “Tú vas a sufrir mucho, a
ver cómo le haces”.
Nació mi primera prima hermana hija del hermano cuate de mi mamá y su
esposa, compañera de carrera de mi madre y de su hermana mayor. Recuerdo
que estaba desnuda en su cuna cuándo nos acercamos mi primo menor y yo a
conocerla y mi tía nos lo impidió porque la niña estaba desnuda. Me sentí
incómodo. Alguien alegó que qué importaba, si éramos niños. “No le hace, no
está bien”, dijo mi tía…
Años después me curaría de esa frustración.

Tenía cuatro años cuando nació mi hermana. No recuerdo haberme
sentido desplazado, pero mi papá empezó a padecer de zumbidos en los oídos lo
que lo sumió en un estado de desesperación y angustia que lo llevaron a aflorar la
neurosis que ya albergaba en su interior. A sugerencia de los médicos fue
intervenido quirúrgicamente con lo que solo se complicaron las cosas pues de un
oído se le pasó también al otro.
Recuerdo con pesar un evento. Estaba en mi cuarto que ahora también
compartía con mi hermana pequeña. Había visitas que llegaron a conocer a la
recién nacida y ella cada vez que la ponían en la cuna lloraba. Yo me entretenía
tocando un pianito que me habían regalado y de momento supe o pensé que algo
debía de haber que le produjera la molestia que la hacía llorar y al punto me
levante y fui a ver; había un alfiler en la almohada y se lo señalé a mi mamá. ¡Ah
mira! ¡Seguro tú lo pusiste ahí! Al recibir la falsa acusación me sentí muy mal y sin
saber qué hacer ni que decir me quedé mudo, adicto en otra palabra, es decir, no
pude defenderme del falso testimonio levantado en mi contra por mi propia madre.
Esta fue tal vez la ofensa más dolorosa que sufrí hasta ese momento de mi vida.
Luego vendrían a sumarse otras como de que era un cretino, un hipócrita, un
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cínico, un ojete, un desgraciado, un hijo de la chingada o un pendejo, que
incrementaron mis adicciones, pues ni siquiera sabía el significado preciso de
dichas palabras…, pero todavía me acuerdo.

Los domingos, después de algún paseo por el zoológico de Chapultepec
o tal vez algún museo, íbamos por lo general a comer a casa de mi abuelita
materna donde se juntaban las tres familias de sus hijos con sus nietos, nosotros,
que jugábamos de lo lindo.
A las escondidillas, al avión, a la rueda de San Miguel, a Doña Blanca, a
las sillas, mímica, los encantados, a la roña, a patinar, al fútbol, béisbol,
bádminton, pin pon, spiro ¿que no jugamos mientras fuimos niños?
Antes de la comida los adultos tomaban tequila como aperitivo y después
de comer se encerraban en la sala a hablar de sus cosas, a fumar cigarrillos y a
tomar café.
Mi abuelito, mi padrino, nos daba nuestro domingo; un peso de plata a
cada uno, que nos arrojaba desde el pasillo del piso superior que daba al patio
interior de la casa, para comprar lo que nos alcanzara con ese dinero, pero nunca
nos enseñaron a valorar el trabajo que cuesta ganarse un peso, por lo menos en
lo que a mí respecta; mi “trabajo” era estudiar para luego trabajar y ganar
dinero…, “…y entonces ya podrás hacer lo que quieras”, me decía mi papá.

Luego de nuestra reunión semanal con la familia materna, nos íbamos a
visitar a la familia española de mi papá que vivía en un edificio que estaba
habitado por muchas familias judías, el “edificio México, sobre avenida
Cuauhtémoc, donde estaba el cine México.
A excepción de mi abuela paterna, mi madrina, casi todos fumaban y
bebían “coñac”, como le decían al brandy que consumían, y yo acostumbraba
meter el dedo a las copas de los mayores para probar de aquello que no nos
ofrecían a los niños…, y se armaba el infiernillo de si era bueno o malo que me
permitieran hacer lo que hacía; el caso es que lo hacía y el problema estaba en la
discusión que se ocasionaba pues nadie tenía un punto de vista claro y objetivo
con respecto al consumo de bebidas alcohólicas ni del tabaco que también me
llamaba la atención por el hecho de que ellos lo hacían.
“Lo propio para los niños son los refrescos”, decían algunos. ¡No! Eso
también está mal, decía mi mamá y mi papá la apoyaba, “pues si pero ¿qué va
uno a tomar?, ni modo que agua pura, ¡que aburrido! o jugo de fruta, cuesta
mucho trabajo hacerlo. Bueno está bien el refresco, pero que no sea Coca-Cola
porque dicen que genera dependencia; bueno entonces Orange Crush que aquí a
la vuelta está la fábrica, ¡Y eso que tiene que ver! El Orange si que es pura
pintura con sabor artificial, azúcar y gas, nada mas hay que ver su color, nada
parecido a la naranja. Bueno, bueno, bueno, vamos a dejarlo en el Sidral Mundet,
que aunque también es pintura y gas, dice mi doctor que es lo que le cae mejor a
los enfermos. Pero si de todas formas nos vamos a morir…
Así eran las preocupaciones de los adultos por nuestro “sano desarrollo”.

“Este niño duerme mucho”, decía mi madre, “parece que naciste
cansado”, me reprochaba a mí directamente; y yo que podía decirle? Nuevamente
me quedaba adicto.

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Viviendo en un departamento con una mamá con prisa pues al año de mi
nacimiento había abierto una papelería y librería que ella atendía durante casi
todo el día, mi primera infancia me la pasé del departamento a la librería y en la
casa de mi abuelita materna, generalmente solo, cuidado por los adultos, jugando
con mis juguetes, que nunca aprendí a volverlos a poner en su lugar, mientras mi
mamá tenía que trabajar y ganar dinero que era la consigna familiar y ayudar al
ahorro familiar para cuando estuvieran viejos.
Nunca hice “kínder”, entre directamente a preprimaria debido a mi edad
pues las hermanas mamás habían decidido que mi primo menor y yo
ingresáramos juntos a la escuela pero las maestras no lo permitieron por la
diferencia de edad.
Yo era muy distraído y me fugaba mentalmente de lo que sucedía en las
clases imaginándome cualquier fantasía que hubiera visto en la televisión.
Mi abuelo paterno me preguntaba si ya tenía novia, ”¿A esta edad?”,
interceptaba mi mamá, “¡qué cosas le pregunta usted!, ni sabe lo que es eso,
además, las novias son para casarse”…,”Tu déjame mujer, que tiene que ir
aprendiendo”, le decía el abuelo.
Sucedió que una vez en recreo, se cayó delante de mí una niña
levantándosele la falda y le vi sus pantaletas de encaje que dejaban entrever sus
nalguitas. Me excité sexualmente por primera vez y sin decirle nada establecí en
mi mente a esa niña como mi novia y pude decirle a mi abuelo que ya tenía
novia…,”pero tienes que decírselo, que ella lo sepa también; si no, no vale”.
Nunca le dije nada. Una tarde jugando con ella en su casa logré meterla a un
closet, la abrace e intenté besarla pero se asustó y alertó a su mamá quién detuvo
el juego. Nunca más me invitaron a jugar con ella.
Terminé la preprimaria vestido de burro y tocando el triángulo en un
festival musical de fin de curso.
Por esos años fue el temblor que derrumbó el Ángel de la Independencia.
Recuerdo que mi padre me cubrió con su cuerpo mientras yo permanecía medio
dormido en la cama para protegerme de un posible derrumbe. Pero quien podía
proteger mi mente, mi alma, de todos estos percances psicológicos y morales que
empezaban a sucederme.

A los seis años mi papá me involucró en un “inocente” fraude, según él:
Una conocida marca de avena realizaba un concurso. Dentro de cada
bote del producto había un dibujo para iluminar. Él lo iluminó con acuarelas y
tramposamente me atribuyó su autoría. Me “gané” el primer lugar que consistía en
cinco minutos en el departamento de juguetería de una famosa tienda
departamental para tomar todos los juguetes que pudiera. Ya encarrilados
llegamos a ir varias veces al departamento de juguetería para planear la
trayectoria crítica para juntar los juguetes que ellos escogieron. Así pude recoger
algunas piezas para repartir entre mis primos y hermanos. Fui el concursante que
mayor costo en premios se llevó a pesar de mi corta edad. Sin embargo, por más
agradecimientos que recibí nunca lo tomé como una realización personal, aparte
de tener que guardar el secreto de la deshonestidad paterna.
Al año siguiente volvimos a repetir el mismo intento pero se dieron cuenta
de que éramos los mismos participantes del año anterior solo que en una casa
nueva y decidieron dárselo a una vecina que bajo mi consejo había hecho ella
sola su dibujo. Esa fue indirectamente una satisfacción más auténtica para mí.

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SEGUNDO SEPTENARIO
“La Semilla de Mundo”
De los ocho a los catorce años

Cuando nació mi hermano menor el departamento donde vivíamos se


volvió insuficiente y mis padres decidieron comprar una casa con los ahorros que
tenían.
Mi madre administraba el negocio familiar que fue la fuente económica
segura cuándo la falta de empleo o de salud de mi padre así lo requirió. Sin
embargo, no se le podía dejar encargado a las empleadas pues ya habían tenido
la amarga experiencia del robo o el saqueo y habían optado por contratar a gente
de confianza para atender la caja durante el turno vespertino, para tener tiempo
en las tardes de descansar y atender a los hijos. En estas circunstancias la vida
nos ha enseñado que el primogénito es el que se lleva la peor parte pues es el
que abre la brecha y tiene que soportar los errores u omisiones educativas de los
padres;... “a ver cómo le haces”.

Los problemas auditivos de mi papa fueron en aumento hasta llegar a
tener que usar aparato para la sordera. Esto hizo que aumentara su aislamiento y
mal carácter. Yo lo atribuyo también al pacto anticlerical que había realizado con
su familia y en el que nos veíamos envueltos todos los miembros de mi familia:
En un país como México, cuya religiosidad ancestral es una forma
cotidiana de ser, el mantener una actitud interior anticatólica, implica tener una
actitud anti-religiosa fuera de lo normalmente social y por lo tanto, también anti-
social, actitud que finalmente tuvo que recaer sobre esa pequeña criatura que era
yo.
Había ingresado a una escuela estrictamente bilingüe en la que en las
clases de inglés no se hablaba español. No era buen estudiante ni tampoco buen
deportista, más bien era débil y distraído; no era “abusado” como dirían mis
mayores… ¡No estés en babia!..., ¡Siempre estás en la luna!..., ¡Todo se te
olvida!..., ¡Vas a sufrir mucho!

En la calle de la nueva casa, por las tardes, siempre había niños jugando.
Por supuesto yo siempre quería salir a jugar y no me dejaban. Mi papa había
comprado un carro nuevo y le molestaba en extremo que le pegaran con la pelota
y amenazaba a los niños con quitarles la pelota o llamar a la policía. Yo me tenía
que conformar con ir a visitar a unas amiguitas hijas de un matrimonio católico
que vivían a dos casas de la nuestra.
Frente a la casa se había construido un edificio nuevo y a uno de los
departamentos se mudó una familia que tenía tres hijos mayores y una hija
menor.
Un domingo que regresábamos a casa, cerraba yo la puerta del garaje y
el menor de estos niños vecinos nuevos se acercó a ayudarme. Mi papa
reaccionó en aquel momento y dijo, “parece que quiere ser tu amigo”, yo no supe
cómo reaccionar y me instó, “anda ve con él”, desconcertado pregunté, “y luego
como entro”, “pues tocas el timbre y yo te abro”. No recuerdo que platicamos pero
nos hicimos amigos. De lo que sí me doy cuenta ahora es que salí por la puerta
ancha del garaje.
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Al cabo de un tiempo yo ya estaba jugando con los demás niños aunque
con algunas advertencias; “ten mucho cuidado de quiénes son tus amigos...”, “no
te juntes mucho con los del edificio de más allá”…

Como tenía prohibido tomar agua de la llave, cuándo me daba sed por el
juego o me entraba la debilidad que me ponía tembloroso, hipoglucemia, tocaba
el timbre para tomar agua de la casa y una o dos cucharadas de azúcar para
reponer mis niveles de energía, hasta que se hartaron de tener que abrir la puerta
a cada rato y un buen día de mala gana y de prisa mi mamá me dio una llave de
la puerta y me recomendó mucho que no la fuera a perder. Por la premura de
volver a salir a jugar pues me estaban esperando, me la eché a la bolsa del
pantalón corto que traía; continuando el juego se presentó una discusión por una
falta y uno de los niños me dio una trompada en la nariz. Sin saber que hacer opté
por ir a la casa y por costumbre toque el timbre: “¿…y la llave?”, preguntó mi
madre por la ventana, la busqué en la bolsa pero no estaba, “…se me perdió”, le
dije, “…que barbaridad, tu padre se va a enojar”. Me abrió la puerta y me esculcó
las bolsas y luego, como dándose cuenta de que cometía un error, me dijo, “…a
ver, búscate bien”, no había nada, “es que un niño me pegó”, “en dónde”, “en la
nariz”, “y por eso se te perdió la llave”, “no sé”, “¿cómo va a ser?, …tu padre va a
poner el grito en el cielo”, en eso llegó mi papá del trabajo y se enteró de lo
sucedido:
Lo primero que decidió fue ir a casa de los padres del niño que me había
pegado, a reclamarles por la acción de su hijo; casi se rieron de él y yo me sentía
avergonzado. Al regresar a casa y enterarse de lo de la llave…”, ¡Búscate otra
vez bien en los pantalones!”, eran pantalones cortos que no me gustaba usar y
con las bolsas poco profundas. “…y te buscaste bien”, “sí”, “…me lleva la
chingada…!¡Válgame Dios!”, “donde la perdiste”, “pues yo creo que en la calle”, “y
cómo?”, “no sé, no me di cuenta”, “pues haber si te fijas”, “no puede ser, …vamos
a buscarla!”, “…me lleva la chingada”, la buscamos durante un rato y no apareció,
hasta que se tomó la decisión de llamar al cerrajero para cambiar la combinación
de la cerradura. ¿Y quién fue el culpable?…, porque tenía que haber un
“culpable”, o un responsable. ¿?... “…vas a sufrir mucho…”.

La escuela en que estaba era mixta y el mayor aliciente que tenía para
estudiar era que las niñas que me gustaban sacaban mejores calificaciones que
yo y esto no me gustaba y me esforzaba por aprender y mejorar mis
calificaciones.
En segundo año de primaria, estando un día en el salón de clases durante
un descanso, les contaba a mis compañeros de una película que había ido a ver:
“Los Gigantes de Tesalia”, en que Jasón y los argonautas buscaban el Vellocino
de Oro y en una escena se enfrentaban con un cíclope…, en eso sonó la
campana y detuve mi narración y los escuchas me pidieron que le siguieran
contando,… para cerrar rápidamente mi narración se me ocurrió decir: … qué tal
si viniera un monstruo de ese tamaño y aplastara el salón de clases…, en el
momento en que entraba la maestra. Una compañerita demasiado suspicaz
relacionó mi pregunta con la llegada de la maestra y me acusó flagrantemente de
que le había dicho monstruo a la “miss”. Me llevaron a la dirección con la
directora, pero no me creyeron cuando les explique cómo había estado el asunto.
Llamaron a mis padres. Fue mi mamá sola y tampoco me creyó. Me expulsaron

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durante dos días de la escuela en la que me los pasé en casa oyendo un disco de
rock and roll mexicano que me acababan de regalar; “¡yo no soy un rebelde sin
causa, ni tampoco un desenfrenado…!”. Volví a la escuela y tuve que pedirle una
disculpa forzada a la maestra.

Por aquella época, en alguna reunión de adultos y para estrenar la nueva
cantina rodante que había comprado mi mamá me serví unas copas y me
emborraché. Fue sumamente desagradable tener que ir al baño a intentar vomitar
y no lograrlo. Subir las escaleras casi a gatas y finalmente llegar a mi cuarto y
acostarme en mi cama completamente mareado; me agarraba de ambos lados
del colchón ante el remolino que sentía y veía desde mi interior: no quise tener
que volver a vivir una experiencia similar.

Como la escuela estaba muy lejos y tenían que pagar camión, además de
sus altas colegiaturas para el presupuesto familiar, decidieron cambiarme para el
siguiente período escolar a una que estaba cerca de la nueva casa, cuyo dueño y
director había sido maestro de mi mamá en la universidad católica.
Esta escuela no era mixta y su horario era matutino y vespertino. Por la
mañana se daban las clases de español y el profesorado era masculino y por las
tardes las clases eran de inglés y las profesoras eran mujeres. Había alumnos
internos, medio internos y normales como yo, que éramos la mayoría, y que
íbamos a comer a la casa y regresábamos luego a las clases vespertinas.
Recuerdo un incidente que me sucedió justo una semana antes de entrar
a la nueva escuela. Estaba de vacaciones. Me habían prohibido salir descalzo al
jardín trasero de la casa de mi abuelita y yo no comprendía por qué, pues había
pasto, así que un día me quité no solo los zapatos sino también la ropa,
quedándome en calzones, y me salí por la puerta de la cocina hacia el patio. Me
molestó en los pies la loza de cemento y el pasto me agradó y después de unos
minutos me volví a meter y me vestí de nuevo. Al cabo de un rato me empezaron
a doler los pies y las manos y al día siguiente tenía llagas en las manos y en los
pies. Me llevaron al doctor. No recuerdo que me recetaron pero no fue una
infección. Al cabo de unos días desaparecieron las llagas pero fue como una
señal de advertencia de a dónde iba a ingresar pues de la escuela anterior era de
corte laico con mucho alumnado judío y la nueva escuela era francamente
católica sin pertenecer a alguna denominación religiosa.
Entré a cursar el tercer año de primaria y no estaba muy contento. Entre
las llagas y el desconcierto al ver el relajo que había en el ambiente en
comparación con la otra escuela, el primer día de clases simplemente me puse a
llorar. Me llevaron con el director y la directora y llegó el subdirector y su esposa,
le hablaron por teléfono a mi mamá y habló conmigo. Finalmente me calmé y
entre a clases.
El profesor de la mañana era estricto. Daba reglazos y jalaba de los
cabellos a los que se distraían en la clase. Por la tarde, como no sabía conjugar
los verbos en inglés, me pusieron en el grupo de los atrasados pero al poco
tiempo las maestras se dieron cuenta que les entendía cuanto hablaban entre
ellas é interrogándome mejor me reubicaron en el grupo normal para continuar
aprendiendo las conjugaciones que no me enseñaron en el colegio anterior. A
mitad del año me dio hepatitis y falté quince días a clases. Me regularicé y pase el
año no muy bien pero aprobé.

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Había un grupo de niños que se llamaban entre sí los “hermanitos” a los
que no me daban oportunidad de pertenecer sin darme la razón y se secreteaban
sobre mí entre ellos. Tenían según ellos un “grito de guerra”; “a coger y a mamar
que el mundo se va a acabar”…, y yo no entendía lo que querían decir ni me
atrevía a preguntar. Mi papá sin saber que estas cosas me sucedían le decía a mi
mamá refiriéndose a otras expectativas para conmigo: “ya aprenderá vieja, ya
aprenderá; todo es cuestión de tiempo…”. No sé si eran niños precoces pero para
mí faltaban años para entender cabalmente y experimentar dichos eventos de la
naturaleza de un hombre en el mundo.

La enseñanza de luchar contra mi propio padre cuando era un niño
pequeño se mantuvo conforme fueron naciendo los hermanos aunque con mi
hermana nunca se llevó a cabo con la intensidad acostumbrada conmigo. Cuando
nació mi hermano pudimos continuar los juegos entre los cuatro como a mi papá
le gustaba.
La cama matrimonial era el castillo y nosotros los hermanos éramos los
“grillos” que teníamos que tomar el castillo del rey lo cual nunca pudimos hacer
por mas intentos que hacíamos.
No obstante, ese carácter belicoso que se me impuso desde niño lo
canalicé con mi hermano. Lo invitaba a luchar conmigo y le ganaba, pero mi
madre se molestaba ante los gritos de mi hermano que generalmente acababa
llorando. Solo mi padre a gritos y regaños logró detener esta situación, que de
alguna manera él mismo había provocado.

Mis hermanos y yo teníamos como consigna hablar de todo lo que nos
pasara en la escuela y donde fuera. Era la forma como querian mantener el
monitoreo de nuestras experiencias por la vida.
Un día saliendo de las clases de la mañana me uní a un grupo de niños
que rompían los vidrios de una casa abandonada cuando llegó el subdirector y
nos detuvo. Me extendió un citatorio para mis padres, pero cuando les expliqué el
motivo del citatorio fueron tales los gritos de mi papá que jamás volví a decirles
nada de lo que hacía si no me lo preguntaban específicamente.
Cuando mi papá se enojaba en extremo solía gritar, dando puñetazos en
la mesa: “¡Me cago en Dios!, ¡Me cago en la leche!, ¡Me cago en la Madre que te
parió!”…; muy a la española.

Después de las visitas dominicales a las dos familias llegábamos a la
casa a preparar las cosas para el lunes y seguir disfrutando el domingo
generalmente viendo la televisión o jugando algún juego comunitario.
En aquellos días había un programa nuevo que narraba los
acontecimientos del ejército americano después del desembarco en Normandía
para terminar con el intento de Alemania y sus aliados de instaurar un régimen de
control militar para imponer el gobierno de los “elegidos”, los arios en este caso,
que gobernarían por mil años los destinos de la humanidad y que desembocó en
el estallido de la Segunda Guerra Mundial: Se llamaba “Combate”.
El espíritu castrense de mi papá se exaltó con este programa y empezó a
comprar pistolas de dardos, una bazooka, cascos, hasta un cañon de buen
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tamaño que lanzaba bolas de plástico para después del “alimento espiritual”
belicoso que nos dejaba el programa, descargásemos nuestras ansias formando
bandos contrarios en pugna entre la sola familia. Mi madre y mi hermana eran
más bien torpes y pacifistas por naturaleza pero tenían que jugar a como diera
lugar. Los cojines del sofá-cama del cuarto de la televisión y las almohadas eran
las trincheras. Las armas se repartían entre todos; pistolas para cada uno y
granadas, y las armas grandes, la bazooka y el cañon se sorteaban por equipo…,
y empezaban las “hostilidades”. Era para estar entrenados en el caso de que
llegara algún día alguna situación en la que se pudiera llegar a la necesidad de
tener que utilizar armas para defender a la familia o a la propia vida según la
filosofía de mi progenitor. Mi mamá no estaba de acuerdo en un principio pero no
le quedó más que alinearse: Cuándo se enteraron el resto de los familiares de
nuestros juegos, hubo opiniones divididas y encontradas pero nosotros muchos
domingos los rematamos de esta manera mientras duró la serie televisiva.

Pasé a cuarto año de primaria que ha sido el mejor curso de mi vida
académica. Debido a la correcta motivación del maestro, terminé en segundo
lugar del grupo en la competencia de fin de curso por un pequeño error que
cometí en una operación matemática.
En mi casa la hermana menor de los amigos del edificio de enfrente se
había hecho amiga de mi hermana y se turnaban para jugar juntas en ambas
casas. Un día regresó mi hermana asustada diciéndole a mi mamá que los
hermanos de su amiga le habían bajado los calzones y la habían tocado. Yo no
supe que decir ni que hacer y mis padres decidieron que mi hermana no volvería
a ir a su casa a jugar, aunque su amiga si podría venir a la nuestra.
Una tarde que jugaba con las niñas después de comer, en un descuido
esta mujercita me agarró los genitales. Quedé desconcertado pero reaccioné de
la misma manera y no dijo nada, entonces seguimos jugando así procurando que
mi hermana no nos viera. El evento me provocó un grado de excitación
desconocida. Llegué a la escuela vespertina ese día cuidando que mis reacciones
no descubrieran mi emoción. Esto se continuó durante algún tiempo cada vez que
se podía. Un día entré al baño y vi a la niña orinando en la bacinica y ella ni se
inmutó. Mi hermana que estaba con ella le preguntó alarmada que si no le daba
pena y ella tranquilamente lo negó ¿pero cómo? continuo mi hermana; como ella
tenía tres hermanos hombres mayores que ella, en la moral de su familia
seguramente no lo tomaban a mal. Ahí quedo la cosa. Al poco tiempo la familia de
la niña y sus hermanos mis amigos se mudaron a otro sitio y no los volví a ver,
quedándome iniciado a medias en la experiencia de la sexualidad, y no tuve ni
siquiera manera de ventilarlo con alguna persona y tampoco saber qué hacer con
mi instinto sexual recién despierto de esta manera; nuevamente adicto.

Los domingos como ya era tradición familiar, nos seguíamos viendo en
casa de la abuela materna y continuábamos con nuestros juegos de costumbre
hasta que algún adulto propuso que jugáramos a la “botella castigada” que
nosotros los niños pronto transformamos en simplemente “castigos”.
Después de la comida organizábamos el juego y para no discutir y decidir
que íbamos a jugar se instituyó por los papás la democracia y hacíamos votación
entre todos los primos para tomar una decisión que atendiera los gustos y

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posibilidades de la mayoría pues debido a su edad o capacidades físicas alguno
se quedaba sin poder participar.
De cualquier manera siempre se decidía por estricta votación controlada
siempre por los primos mayores que éramos quienes proponíamos los juegos,
hacíamos el recuento de votos y cuando existía controversia pugnábamos porque
se cambiara el juego o definitivamente alguien quedara excluido de participar si
iba a ir con el chisme a los mayores de cualquier cosa que se salía del esquema
educativo recibido por los adultos, o por no ser estar en edad y tener la capacidad
para ciertos juegos.
Sucedió que los “castigos” pronto se convirtieron en el juego preferido por
los primos mayores. Empezaron siendo simples según la edad y los poníamos
generalmente mi primo menor y yo, o mi prima menor y yo, o ellos dos solos y yo
les daba chance, pero en fin, siempre los mayores y por lo general los hombres,
pues habíamos tenido la experiencia de que una o dos mujeres solas se hacían
bolas en la toma de decisiones, por lo tanto siempre tenía que ser masculino o
mixto el asunto de la dirección democrática del juego.
Acabamos prefiriendo los castigos de “curiosidad sexual” en los que las
primas se subían la falda, se bajaban las pantaletas y se daban la vuelta y lo
mismo nos tocaba a los hombres. Mientras tanto, los “grandes” estaban fumando
sus cigarros y bebiendo su café en la sala de la casa, donde los niños no
podíamos entrar. Nosotros también teníamos vigilancia ”echando aguas” por si
algún adulto se acercaba. Debo decir que mis primas educadas por su mamá
“opus dei” eran las menos inhibidas en estos juegos pues ella misma se los había
permitido con la condición de que fuera “ver pero no tocar”. Había habido un
cambio desde aquella vez que vi a mi prima por primera vez desnuda en su cuna.

El quinto año de primaria no fue igual que el anterior. El profesor de las
mañanas entraba a clases pintándonos “mocos” o “huevos”, “cojones” en
Hispania, una seña característica que se hace con los dedos de la mano
contraídos mostrando la palma a quién se le dirige, y que significa según me fui
enterando poco a poco “semen” o para otros era una mentada de madre. También
entraba haciéndonos la seña con el brazo de mentarnos la madre.
Entre los niños se usaban las groserías comúnmente para comunicarse y
en mi casa solo se oían en ese entonces como expresiones de enojo o
desconcierto. Yo me encontraba desubicado sin saber cómo defenderme ni que
contestar hasta que un día durante la clase un compañero me dijo “güey” y
volteándome le pregunté que por qué me decía así, que era lo que me había
sugerido mi papá: no me contestó. Sonó el timbre para el recreo pero yo no
estaba conforme con lo que había sucedido con el compañero y saliendo del
salón lo esperé en un descanso de la escalera y le volví a preguntar que por qué
me había dicho así, solo me dijo “que te importa,…pues, que te pasa” con ese
“qué” que invita a la bronca, y sin responderle le di un gancho al hígado y lo
mandé al suelo sin aire. Se armó el escándalo. Casi me corren de la escuela y el
profesor ya no me quería volver a recibir en su grupo pero se tuvo que aguantar
pues él había empezado con sus formas de usar las señas y malas palabras pero
no nos enseñaba como defendernos ante las mismas. Algún otro profesor llegó a
darnos mejores sugerencias de cómo sortear las groserías, pero lo mejor es
evitarlas. A mí nunca me ha gustado “llevarme” o alburearme con los compañeros
y por lo general los enfrento con su propia degeneración mental y en cuánto
puedo me desligo de la situación.
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Por las tardes, la maestra de inglés solo se preocupaba de hacer dictado
y tenía sus “consentidos” que se ocupaban de apuntar en la lista a los que se
distraían para ponerles notas malas mientras ellos no tomaban el dictado.
En esos días tenía un compañero de pupitre que me contaba de un burdel
al que se asomaba por una rendija y veía a las prostitutas en sus ratos de
descanso. Me hablaba de “coger”, de “mamar”, de hacerse “chaquetas”, me
preguntaba si ya me había “venido”, si ya me salían “mecos”…, nada, ni idea de lo
que me hablaba. Con el tiempo iría aprendiendo el significado de todas esas
cosas.

Mi padre me cuidaba en extremo, al grado de que cuándo los adultos
decidieron comprarnos bicicletas a los primos mayores, a mí que era el mayor me
prohibió que me bajara de la banqueta so pena de desarmarme la bicicleta,
mientras que mi primo menor andaba libremente por la calle. Yo lo llegué a
intentar por no quedarme atrás pero el temor a mi padre me regresó a conducir mi
bicicleta por arriba de la banqueta lo que me producía frecuentes problemas con
los peatones. Así, la bicicleta cayó prontamente en desuso.

Algún día por estos tiempos se me ocurrió pedirle una moneda al papá de
un vecino que me encontré en una esquina cercana a mi casa y me compre unos
cigarros Tigres. No sabía lo que hacía. Luego de un rato no sabía qué hacer con
la cajetilla. Conseguí unos cerillos y en la calle, temeroso de que me vieran y le
dijeran a mis padres, encendí un cigarro. No lo disfruté, ni lo terminé y tampoco
sabía qué hacer con el resto de los cigarros. Desesperado por acabármelos
prendí varios y me los puse en la boca al mismo tiempo; tan solo me sentí más
abochornado por las incongruencias que estaba realizando. Conforme pasó el
tiempo me fui acercando cada vez más al tabaco hasta quedar realmente
atrapado en su consumo compulsivo.

Para eludir un poco las aburridas clases de dictado de inglés ingresé al
coro de la escuela y me inscribí también en el catecismo. Sin embargo, la
disyuntiva álgida se presentó durante el año siguiente, el sexto año de primaria,
que fue por un lado nefasto y por el otro, sexualmente excitante.
Por la parte académica las clases en la mañana empezaron con un
excelente maestro, ya entrado en años y con una gran experiencia en la docencia
pero a los pocos meses se jubiló y sé fue, y nos mandaron a un profesor novato
que nunca tuvo la autoridad para ponernos en orden. Realmente no recuerdo
haber aprendido nada de sus clases.
Por las tardes la cosa fue diferente, empezamos el año escolar con la
hermana de la maestra de quinto año que estaban cortadas con la misma tijera:
arbitrarias, abusivas, exigentes y aburridas. Habíamos algunos que de plano ya
no teníamos capacidad para aguantar tal forma de impartir clases.
Decidieron entonces formar otro grupo para los retrasados y desatentos y
nos trajeron a una maestra guapísima que fue la envidia de todos los demás
grupos. Yo estaba satisfecho con poder disfrutar de su agradable presencia pero
el resto de los compañeros empezaron a abusar de su sencillez. Se agachaban
para verle bajo las faldas cuando subía por las escaleras al frente de las filas que
formábamos después del recreo para subir ordenadamente a nuestro salón de
clases. También ya dentro del salón alguien dejaba caer su pluma después de
27
que pasaba la maestra por el pasillo, y al recogerla aprovechaba para verle hasta
donde se pudiera. A mí me habían educado para abstenerme de esas actitudes,
mas con el tiempo me tuve que animar a hacer lo que todos hacían y me volví de
los más audaces y atrevidos en tales maniobras pues a ella, que obviamente se
daba cuenta de lo que hacíamos, no parecía importarle en lo más mínimo; parecía
que hasta le gustaba. Eran los albores de la liberación femenina y sexual:
“La virginidad produce cáncer, ¡Vacúnate!”…, rezaba la consigna
machista.

Por aquel tiempo, en la escuela se abrió un grupo de Boy Scouts y por
otro lado, también se abrió la convocatoria para prepararse para hacer la primera
comunión. Yo le dije a mi mamá que quería hacer las dos cosas y me dijo que le
dijera a mi papá. El me dijo que estaba bien cualquiera de las dos cosas pero que
las dos no se podían, que tenía que escoger. No estuve conforme e insistí en
hacer las dos cosas pero no logré cambiarlo de parecer. Finalmente, debido a la
falta de cercanía de la familia con la Iglesia, escogí ingresar al grupo de los Boy
Scouts.
Todo iba bien en el grupo de los scouts. Nos reuníamos todos los
sábados. Aprendí a hacer nudos y a dar el salto del tigre entre otras cosas.
Hicimos dos excursiones de un solo día: al Cerro de la Estrella y a la Marquesa,
mas al organizarse el primer campamento no me dejaron ir, y cuándo se organizó
el segundo campamento me enfermé.
El “akela”, el jefe de la manada, era admirador de Adolfo Hitler, a tal grado
que nos enseño a hacer el saludo nazi que rápidamente se popularizó entre toda
la escuela. Sin pasar por alto “El libro de la selva”, inspirador del movimiento
Scout, nos invitó también a leer “Mi Lucha”, libro autobiográfico de aquel
mandatario alemán.
Algún día que mi madre me dio alguna orden, automáticamente, levanté
el brazo derecho le contesté “Heil Hitler” a lo que asombrada me preguntó, “…!y
eso… donde lo aprendiste!”, “en la escuela, con los scouts”, me dijo; “que no te
vaya a oír tu papá porque se va enojar mucho”, “¿por qué, mamá?”, “porque Hitler
fue…,…no sé, …es una larga historia, pero que no te oiga tu padre”. No recuerdo
bien como estuvo la cosa pero el caso es que se enteró y no se molestó tanto
como esperaba mi madre pero decidió ir a hablar con el “akela”.
Quien sabe que se habrán dicho pero el caso es que un día el “akela” me
preguntó si tenía religión, yo le contesté que había sido bautizado y confirmado
pero que en mi familia no íbamos a misa y no había hecho mi primera comunión,
me argumentó que para ser boy scout había que practicar alguna religión, la que
fuera, pero una religión, y que por lo tanto, y como para él, el ser bautizado no
significaba ser auténticamente practicante, me negó el pase a formar parte de la
tropa del grupo de los Boy Scouts y prácticamente me expulsó del grupo… Me
quedé entonces sin un grupo social organizado ajeno a la familia; solo con mis
primos, eventualmente con uno que otro compañero de la escuela y con los
amigos de la calle.

Según mi padre y su familia, la Iglesia Católica había sido la responsable
de la guerra civil española al bendecir la espada del General Francisco Franco
para combatir al gobierno de la República que había ganado las elecciones
populares. Franco al frente de un ejército equipado con armas alemanas que

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Hitler les vendió habían ganado la guerra. Todos estos eran los culpables del
exilio de mi padre y toda su familia y también de que yo hubiera nacido.
Debo aclarar en este momento, que providencialmente he visto
últimamente por el canal católico de EWTN documentales que muestran como los
republicanos españoles, en manifestación anti religiosa dieron muerte a muchos
sacerdotes, religiosos y religiosas, seis mil en un solo año, que fue lo que en
realidad dio pie a la sangrienta guerra civil española.

En el edificio de enfrente a la casa se había cambiado un compañero de
la escuela que sería mi mejor amigo durante muchos años. Su madre y sus
hermanas también se hicieron amigas de mi madre y de mi hermana
respectivamente. Su papá era cantante y aficionado al juego; a las apuestas en
las carreras de caballos y al poker, por lo que yo recibía advertencias de parte de
mi familia con respecto a estas trampas de la vida. No obstante, la primera vez
que fui al hipódromo con mi amigo gané bastante dinero en una apuesta
afortunada, con lo que me compré varios “posters” de mis cantantes favoritos de
los que desde hacía tiempo tenía ganas.
Una vez mi amigo me enseñó a escondidas la primera revista “Playboy”
que llegue a ver que pertenecía a su papá. Me entusiasmó el hecho de ver a las
mujeres semidesnudas pero no hubo más por ese lado. Sin embargo, tiempo
después, mi primo hermano descubrió toda una colección de estas revistas en un
closet en casa de mi abuelita materna que pertenecían mi tío, el hermano “cuate”
de mi mamá y ahí si nos dimos vuelo él y yo durante mucho tiempo, pues eran un
buen número de ejemplares y era muy poco el riesgo de que nos descubrieran
pues el closet estaba en un apartamento separado que había sido construido por
mi tío cuando estaba recién casado y había quedado en desuso.
Mi vida sexual se encaminó hacia el “ideal” del Playboy, asunto que ni
siquiera llegaba a entender o podía sustentar racionalmente pues nunca he
llegado a leer un solo artículo de esa revista. Solo la forma de vida del dueño de
la revista podría sustentar la ideología “Playboy” y solo por ser dueño de la
revista. También llegué a comprar una versión mexicana, “Caballero”, editada en
México, pero lo que me interesaba eran las imágenes y tal vez “el prestigió” que
uno podía adquirir; puros sueños adolescentes. Con los años esta imagen fue
añadida con James Bond el Agente 007. El día de hoy mientras escribo por un
momento con la televisión prendida, me doy cuenta de que a más de 40 años
después, presentan como regalo del día del padre 2012 la serie completa de
películas de James Bond que aparte de mujeriego siempre está consumiendo
bebidas alcohólicas y lo peor del caso es que hasta ahora me doy cuenta cabal.

Terminó el año escolar y pasé a la secundaria. También fue desastroso.
Tan solo taller de radio y electricidad me gustaba, de las demás materias solo me
acuerdo del maestro de matemáticas que fumaba mucho durante las clases y
cuando no fumaba manipulaba el gis como si fuera un cigarro hasta que alguna
vez llegó intentar absorberlo…¡Ja, Ja!.
Corrían los años 60’s. El primer “rock” en español con “Los Rebeldes del
Rock” había sido substituido por los Beatles y muchos otros grupos extranjeros
que no tuve la oportunidad de conocer a profundidad pues oía la música que me
gustaba, pero no entendía la letra de las canciones y por lo tanto, su mensaje, y
nunca he tenido el tiempo de detenerme a traducir y entender.

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Empezaba la época de las fiestas, las novias, Acapulco, los Beatles que
ya estaban en su apogeo y yo ni en cuenta, como sucedía con muchos otros
aspectos y situaciones de la vida común. La época del sexo, drogas y rock and
roll la transcurrí siempre un paso atrás.

Desde años atrás por algún impulso instintivo descoyuntado había
intentado descubrir a lo descarado a las sirvientas de mí casa o de casa de mi
abuelita materna mientras se bañaban. La primera vez en presencia de los
mayores que por ahí andaban abrí de un empujón de par en par las puertas del
baño mientras la sirvienta de muchos años de mi familia se bañaba un domingo
en casa de mi abuelita. Cuando me preguntaron el por qué lo había hecho, no
supe qué contestar. Sucedió una o dos veces más pero sin que los demás salvo
ellas se dieran cuenta.
Ya mayor, una mañana estaba acostado en el piso tratando de verle las
pantaletas a una sirvienta con unas muy bien torneadas piernas mientras
trapeaba el piso del cuarto de mi abuelo cuándo al verle la entrepierna no pude
mas con la excitación y me levanté apoyando mi erección contra unas escobas
recargadas en el barandal del pasillo: eyaculé!. Inmediatamente fui al baño y
observé y toqué lo que había salido de mí; eran los famosos “mecos”, ¡por fin!,
pensé, ¿y ahora qué?; No sentí placer sino algo fuera de lo común. Al poco rato
intenté volver a experimentarlo frotándome con la mano pero no lo logré y por la
tarde me fui a otro lugar, cerca de otra mujer que me estimulaba y lo logré, pero
me sentí culpable y no tuve a nadie con quien compartir mi experiencia. Ese
mismo día empecé a fumar de los cigarros de esa mujer y me seguí por ahí con
dos dependencias: la necesidad imperiosa de una mujer para descargar mi
potencia sexual y como eso no era fácil de conseguir continué descargándome en
soledad, usando mi imaginación aunque sintiéndome siempre culpable por lo cual
me fumaba un cigarro para calmar mi conciencia.
Mi mente era una total confusión en ese sentido. Yo había pensado de
niño llegar virgen al matrimonio, y cuando lo expuse alguna vez, se burlaron de
mí, diciendo que eso era “imposible”, por un lado, y por el otro, “este escuincle
está loco”, o “no sabe nada de la vida” o “¿pues qué no vas a la escuela?”. Así
acabó finalmente mi despertar sexual propiamente dicho: Un varón adolescente
desorientado y con pocas posibilidades de encontrar la ayuda verdadera y
oportuna y con la consigna social implícita en la “forma escolar” de tener
relaciones sexuales fuera del matrimonio, es decir de fornicar…; “a coger y a
mamar que el mundo se va a acabar”
“¡Jala pa´lante que no queda de otra! Ni modo mijito”.
“Tu solo tienes que pensar en la escuela y en lo que vas a ser cuando
seas grande”.
…”Vas a sufrir mucho…, a ver cómo le haces”.

Continué descargándome sexualmente compulsivamente en silencio y


soledad con la imagen de cualquier mujer atractiva que se me atravesaba.

Decidieron cambiarme de escuela y el segundo año de secundaria lo
comencé en un colegio Lasallista. El nivel académico era definitivamente superior,
mas el contacto con los púberes, en su mayoría de otra clase social, significó un
nuevo conflicto en la medida en que mi familia no reaccionó a la altura de las

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circunstancias ni yo entendía la realidad que querían manejar mis padres de que
“nosotros”, la familia, éramos pobres.
Yo quería sentirme un poco más integrado al nuevo medio ambiente. Me
refiero a la moda, no tanto a la calidad sino a su estilo; tan solo para sentirme más
a tono. Incluso estuve tentado a ingresar al seminario religioso para olvidarme de
todo eso y del asunto de la sexualidad no resuelta, pero el rechazo de mi padre
por lo religioso me mantuvo al margen de siquiera proponerlo.
Como siempre tuvo que haber insistencia de mi parte y negativa por la
suya, para una sudadera, una pechera, un rompe-vientos, unos pantalones
acampanados, etcétera, como una supuesta necesidad para que me hicieran
caso las muchachas…, era la moda de la época. Por más que a su manera me
explicaban las cosas, yo no entendía sus razones y me lo reclamaban pero nunca
me dieron las premisas apropiadas para un razonamiento correcto.
De tanto insistir siempre obtenía lo que pedía en una u otra medida pero
el gasto energético por ambas partes siempre fue enorme y al final nadie quedaba
conforme.

En uno de estos fines de semana en que seguíamos comiendo en casa
de mi abuelita los primos organizamos una carrera en la que el objetivo sería
terminarla para ver si terminaríamos nuestras carreras universitarias. Lo
importante por esta única vez no era ganar sino terminar… ¡En sus marcas, listos,
fuera!… como era yo el mayor y no se trataba de ganar iba muy campante como
no queriendo participar y en un momento me llegaron la cantidad de experiencias
encontradas que tenía en mi vida: en la escuela, en la casa, conmigo mismo y de
momento sin pensarlo me detuve y con los brazos cruzados sobre la cabeza me
recargué en la pared a la entrada del comedor de la casa. Mis primas, al ver que
me había detenido me empezaron a preguntar que qué me pasaba. Ellos
terminaron la carrera como se había establecido y regresaron a ver qué pasaba
conmigo. No me moví. ¡Pero primo que te pasó! ¡Que te pasa! ¡No vas a terminar
la carrera! No dije nada…: a la fecha no he terminado ninguna carrera
universitaria.

Por aquellos años empecé a fumar con más intensidad. Tenía el ejemplo
de la gran mayoría de los adultos por las dos partes de la familia. Mi padre
fumaba desde antes de que naciera y ahora, hasta mi madre había empezado a
fumar.
En el colegio, el director, un hermano Lasallista cubano, había permitido,
a los que lo solicitaban, poder salir a la calle a fumar durante el recreo, para evitar
que esto se realizara dentro del recinto escolar a escondidas y fuera además mala
influencia para los demás que no fumaban. Sin embargo, y a pesar de que mis
padres fumaban, no tenía yo permiso de fumar en la casa ni hacerlo libremente
frente a ellos.
Una nochebuena que pasaríamos como de costumbre en casa de la
hermana mayor de mi mamá le pedí permiso a ella para fumar y me lo concedió
con la condición de que no me viera mi papá. Entonces fui con mi papá e
igualmente le pedí lo mismo y me dio el permiso con la misma condición. No sé
cómo llamarle a esta situación pero desde esa noche empecé a fumar libremente
frente a ellos.

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Como la atracción hacia lo religioso persistía, intenté acercarme a la
comunión pero sin tomar ningún curso de preparación. Tenía un compañero que
era muy devoto en este sentido y que sacaba muy buenas calificaciones. Yo
quería experimentar el acto de recibir la hostia, saber que se sentía. Me apadriné
por varios lados. Me hablaron de los requisitos oficiales para acercarse al
sacramento. Hablé con varios compañeros y con algún hermano Lasallista y me
dejaron en libertad para comulgar si así lo deseaba, el requisito principal era que
fuera honesto.
Después de hacer mi examen de conciencia y darme la auto absolución,
me formé en la fila de los dignos y comulgué, luego me regresé a mi lugar, me
hinqué como todos y tomé la actitud de todos bajando la cabeza, para evitar una
sonrisa estúpida o una carcajada que me habían dicho que eso pasaba y no
estaba bien. Yo tan solo quería sentir lo que mi compañero devoto decía que
sentía; ¡la Gracia!, pero yo no sentí nada…, ni tampoco las ocasiones
subsecuentes, aunque debo decir que nunca estuve dispuesto a confesar el
hecho de la descarga sexual que practicaba compulsivamente; dentro del medio
en el que vivía me habían orillado a justificarlo casi como “natural” dentro del
mundo en que vivimos, así como hoy en día lo manejan por la televisión en
algunos programas de orientación psicológica para adolescentes. Supongo que
esa es la educación de un gobierno laico. De cualquier manera los hermanos
religiosos Lasallistas nunca me dieron una razón suficiente para no hacerlo.
Nunca me hablaron siquiera del pecado de Onán, que por su parte se refiere a
otra disposición de la Ley de Moisés. La única vez que se tocó el tema en la clase
de moral, se dijo que no fuéramos a creer que nos iba a salir un pelo en la mano
como se decía casi de broma, pero ahí quedó la cosa.

Al año siguiente dentro de las misma escuela en tercero de secundaria,
sentado en mi silla de paleta en posición de loto, haciendo unos trazos
geométricos bastante complicados en una tabla de dibujo, me pregunté
nuevamente acerca de Dios y me contesté Dios?, que es eso de Dios?, dios?,
dioses?, …no entiendo; la palabra, ¿quién sabe de dónde viene?; tres personas y
un solo Dios, no entiendo la Trinidad…. ¿Jesucristo y quién es él. Un hombre
como yo?, y también Dios, eso dicen, pero que no pecó. ¿Será pecado la
masturbación?; no me lo han sabido explicar en la escuela de religiosos. Ni
siquiera me sé los diez mandamientos. Y lo crucificaron, dicen, y que ¡resucitó de
entre los muertos!, pues eso si quien sabe; pero que se les apareció dentro de un
cuarto y lo tocaron,…y después subió al cielo,…no entiendo cómo pudo ser eso?,
…pero lo que sí sé es que tengo que terminar este dibujo que está bien difícil; era
una proyección a 45 grados de una escalera de caracol, los que saben
entenderán, y luego seguir estudiando, y divirtiéndome y jugando, y terminar una
carrera para poder trabajar, y ganar dinero, y casarme y tener hijos…, ya sabes
esa historia programada, hablaba con mi mente, y esa otra historia de Dios Padre
y Jesucristo y la Virgen, no está a mi alcance de momento, así que “a partir de
hoy ya no creó en Dios”. Terminaron las clases ese día y llegué a la hora de la
comida a la casa con la novedad de que ya no creía en Dios por falta de
capacidad de entendimiento o de memoria. La capacidad de mi procesador de
pensamientos, mi capacidad mental existencial, no me dio para entender tantas
cosas y ¡sin discusión! como ellos me decían: ¡Ya no creo en Dios!...
La familia materna era “católica” pero no iban a misa los domingos. El
hermano cuate de mi mamá se calificaba de ateo y mi familia española era
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oficialmente anticatólica. Únicamente, la hermana mayor de mi madre, bajo la
influencia de una amiga suya que era catequista, se preocupó de que sus hijos
fueran debidamente catequizados y recibieran el sacramento de la Comunión con
la debida formalidad.

En verdad no fue que aceptara ó negara la existencia de un poder
semejante, sino que simplemente no podía, ante la inmediatez de los
requerimientos cotidianos dentro de mi núcleo familiar no religioso, tomar en
cuenta un concepto tan importante y delicado. De cualquier manera estaba bien
claro en mis dos familias que hablar de Dios o de política siempre terminaba en
discusión y la discusión en nada provechoso para la sana convivencia, así es que
estaba estrictamente vedado abordar esos temas. Por tanto, en las reuniones
familiares o se organizaba un juego común o se bailaba o cantaba o se contaban
chistes o chismes o se criticaba superficialmente algo de alguien o de algún
asunto en particular e invariablemente se fumaba y se bebía licor acompañado de
algunas botanas y luego la comida o la cena, el café y las buenas noches, la
pasamos muy bien y hasta la próxima.
Mas o menos así concluyó mi segundo septenario.

Debo agregar algo que sucedía con frecuencia a la hora de la comida en
la mesa familiar. Los pleitos con mi madre a causa de mi falta de apetito sobre
todo al comer carne. No es que no me gustara la carne sino la carne que
compraba mi madre en quien sabe que carnicería que le daban una carne
pellejuda y correosa que era casi imposible masticar. “Pues te la comes porque no
la vamos a tirar”. Eran unos momentos horribles para mí y supongo que
desagradables para el resto de los presentes, pero honestamente no puedo
entender como compraba semejante carne y tan frecuentemente. Este asunto
solo sucedía en la mesa de la casa, donde, por cierto, la comida empezaba
siempre con las quejas de mi padre respecto a las formas que tenía su patrón de
vigilarlo durante el desempeño de sus labores; y esto era a diario. Así que yo solo
quería que acabara la hora de la comida para salirme a la calle a jugar con mis
amigos.
De esta manera, nunca aprendí a lavarme los dientes después de cada
comida. Después del desayuno porque ya no daba tiempo para llegar a la
escuela, después de la comida porque ya me quería salir a jugar a la calle y
después de la cena había que ver la televisión.

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TERCER SEPTENARIO
“La Semilla de la Ciencia”
De los quince a los veintiún años

De entre las cosas que yo deseaba para sentirme a tono con la época,
eran esas sudaderas con letreros de alguna universidad norteamericana que se
habían empezado a usar por los jóvenes de mi edad. Después de mucho insistir,
como siempre, al regreso de un viaje que hicieron mis padres a Estados Unidos,
mi madre me trajo una sudadera rosa que decía “I am a Strawberry”, “Yo soy un
Fresa”. Nunca he entendido cabalmente por qué “fresa”, aunque si la expectativa
de mi madre para que fuera un joven decente, educado, prudente, estudioso,
obediente, incapaz de algún mal, mas en la calle y en el medio donde me juntaba
ser fresa era sinónimo de apartado, maricón o cobarde, un tipo despreciable por
no llevarse con el grupo de jóvenes que jugaba en la calle. A pesar de las burlas
que resultaron de usar la camiseta, tuve que aprender a darle la vuelta a las
circunstancias para no ser un despreciable “fresa” sin dejar de serlo. Funcionó
como una vacuna. Nunca me he considerado “fresa”, pero tampoco me
escandalizo por lo que sé que pasa, y quiero entender las causas del mal y su
posible expiación.
Al año siguiente, viajaron nuevamente al vecino país del norte y me trajo
otra sudadera igualmente rosa que decía “I am an alcoholic”, “Soy un alcohólico”,
y ahí si me la puso dura porque hasta apenas ahora empiezo a entender el juego
que juega el vino y el alcohol y la reacción psicológica y fisiológica por su ingesta,
sin satanizarlo, pues también ha llegado a los Altares; el hecho de consumirlo sin
estar en equilibrio psicológico en el diario vivir, provoca excesos en su consumo,
pues se busca el consuelo y la paz en la sustancia que solo lleva a la persona a
exteriorizar sus conflictos morales internos, por una parte, una obsesión por
beber, y una incapacidad biológica que se manifiesta en un conflicto bioquímico
de necesidad progresiva que termina irremediablemente en la muerte si no se
detiene oportunamente: compulsión por beber; una necesidad de ingerir bebidas
alcohólicas. Esto lo sé ahora, pero en aquel momento el letrero de la camiseta tan
solo reafirmó el crecimiento de la semilla de mi alcoholismo que ya había sido
sembrada desde mi tierna infancia mediante el ejemplo de los adultos y mi
incipiente ingesta aunque solo fuera con las gotas que lograba impregnar en mi
dedo al introducirlo en las copas de mis tíos para luego llevármelo a la boca.

En aquellos tiempos, frecuentemente se hacían reuniones de adultos en
la casa los fines de semana. Recuerdo que mi madre me pidió que aprendiera a
preparar las bebidas que les gustaran a los invitados. A través de la librería que
tenía llegó a pedir un libro que encargó exprofeso a la editorial para que yo
aprendiera la preparación de diferentes cocteles y siguiendo las instrucciones hice
varios ensayos que sirvieron para ponerme algunas borracheritas individuales.
“Quiero que tú seas el cantinero en nuestras fiestas”, me dijo mi madre, “y yo
también puedo beber” fue mi pregunta, “…sí, pero no igual que los grandes, y
nada más una o dos; tienes que aprender a beber”. Tales eran las limitaciones de
los chicos respecto de los grandes que a mí me urgía ser grande. El caso es que

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fui cantinero algunas veces pero fui un fracaso pues los invitados no querían los
cócteles que había aprendido a preparar. Lo más que llegaban a pedir era una
cuba libre, ron con coca-cola, o un whiskey con agua mineral, y algunos preferían
la bebida fuerte en las rocas, con hielo, o solo, el fuerte antes de la cena como
aperitivo. Durante la cena generalmente se tomaba vino y para el postre, café, de
despedida, para llegar a casa.
Para que no me vieran beber demasiado yo me las servía dobles, pues de
otro modo no me hacían efecto como a mí me gustaba. Después de todo yo no
participaba en la conversación de los grandes; solo estaba ahí de “cantinero” y
“aprendiendo a beber”.

Terminé la secundaria en los inicios del movimiento estudiantil de 1968
que desembocaría en la masacre del 2 de octubre en Tlaltelolco. Ese mismo año
estaban por empezar los juegos olímpicos que en esa ocasión se celebrarían en
nuestro país.
Con respecto al movimiento estudiantil, había tenido ya la mala
experiencia de que en una ocasión saliendo de la secundaria, un camión robado
lleno de estudiantes de la preparatoria 6 nos habían asaltado quitándome el reloj
de pulsera que llevaba y a otros compañeros las cosas de valor que llevaban
mientras íbamos por la calle a tomar el camión de línea para regresar a nuestros
hogares.
Yo tenía quince años y en las vacaciones trabajaba por las tardes
atendiendo la caja del negocio que tenía mi madre que estaba a una cuadra de la
avenida Reforma por donde pasaban las manifestaciones estudiantiles. Había
recibido la orden de cerrar el negocio y regresar a casa cuando había marcha,
mas no pude evitar ir a echar un vistazo a lo que pasaba por la misma avenida del
desfile militar del día de la Independencia nacional que disfruté su marcha durante
muchos años durante mi desarrollo. No me gustó lo que vi: un gran número de
personas que no parecían estudiantes exigían el diálogo con el presidente de la
república, gritando a voz en cuello: ”Chango hocicón sal al balcón", aludiendo al
físico del presidente Gustavo Díaz Ordaz. “No, así no es”, me dije, “Si quieren
respeto, esa no es la forma de pedirlo y menos de exigirlo” Esto me puso un paso
atrás del movimiento.
Luego vino la “manifestación del silencio”. Ya que debido a la crítica
justificada que recibieran los dirigentes con respecto a los gritos irrespetuosos de
las consignas, decidieron hacer la siguiente marcha en completo silencio,
utilizando solo las mantas pintadas y los volantes para manifestar sus consignas y
peticiones. Fue impresionante.
Sin embargo, la Ciudad Universitaria, el casco de Santo Tomas del
Instituto Politécnico Nacional y algunas preparatorias y vocacionales fueron
tomadas por el ejército. Mi padre que ya había vivido una guerra civil y
comprendía la gravedad de la situación había comprado alimentos de reserva
para un caso de tal naturaleza. Teníamos un radio que captaba varias bandas, en
el que escuchábamos a la policía y al ejército en sus trasmisiones de monitoreo y
control de sus operativos.
Nuestra conclusión familiar era que los jóvenes eran manipulados para
enfrentarlos a las autoridades, en un intento de grupos de izquierda por derrocar
al gobierno. La situación no era como para una guerra civil pero en vísperas del
compromiso internacional de los juegos olímpicos al no darse una tregua, el

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gobierno reaccionó con energía. Y sucedió la masacre del dos de octubre en la
plaza de las tres culturas en Tlatelolco…: no me gustó.

Durante los juegos olímpicos, lo mismo: EU vs URSS, el Black Power,
presente, y después de las fanfarrias y otra vez a clases.
Mis padres habían decidido volverme a cambiar de escuela a sugerencia
del patrón de mi papá que era inspector de la Secretaría de Educación Pública de
escuelas preparatorias. Así presenté el examen de admisión en la institución que
les recomendó, é ingresé en el turno vespertino pues tenían preferencia en el
turno matutino los alumnos que venían de los colegios e institutos de la misma
congregación religiosa, los Maristas”, cuyo lema es “Ad Jesum per Mariam”: “A
Jesús por María”.
El orden de mi vida cambió. No tenía que levantarme temprano para ir a
la escuela, lo cual siempre me había costado mucho trabajo. Me levantaba
cuando ya todos se habían ido y tranquilamente hacía la tarea y estudiaba para
las clases de la tarde pero en realidad me quedaba mucho tiempo ocioso pues
mis compañeros de juegos en la calle estaban en la escuela.

Desde el segundo de primaria no volví a estar en una escuela mixta y mi
relación con el sexo opuesto se limitaba a mi hermana, mis primas, las vecinas de
la calle o la colonia y algunas hijas de amigos de mis padres pero a la fecha y
después de la experiencia con la niña que me tocó los genitales, no había llegado
a tener una novia verdadera ni siquiera una “amiga cariñosa” como escuchaba
historias de compañeros de escuela. No obstante, deseaba ardientemente a las
mujeres que se me atravesaban por la vida y continuaba descargándome
sexualmente en la soledad de mi cama.
Ante la obsesión sexual inoculada por la época, la sugerencia de unos
primos con los que me empecé a llevar fue algo que luego he vuelto a oír varias
veces: “carne buena y barata…la de la gata”, refiriéndose a las sirvientas o
trabajadoras domésticas, que de noche salen a noviar. Yo tuve problemas con
varias sirvientas que se negaban ante mi acoso sexual y le decían a mi madre,
hasta que una de ellas me dijo si quería tener sexo conmigo pero que me
esperara al día de salida de la otra sirvienta que laboraba en la casa. Me puse
como loco a contar los días, las horas y los minutos y cuando llegó el momento
me comporté como un vil perro. Me dijo que se le hacía que ni sabía cómo se
hacía, que era mi primera vez y yo le dije que no. Fui torpe y me sentí mal,
culpable nuevamente, y sin nadie a quién recurrir. Al terminar lo primero que hice
fue fumarme un cigarro e ir al compartimiento donde estaban las bebidas
alcohólicas a servirme una copa de brandy y me puse, según yo, a estudiar para
mis clases vespertinas. Recuerdo que ella se acercó e intentó acariciarme y yo la
rechacé; no era amor ni cariño lo que yo buscaba sino solo pasar el requisito de
haber realizado el acto sexual. Había subido o bajado un peldaño en la escala
existencial (¿?). No se lo dije a nadie. Poco cambió mi situación interior. Tal vez
me ayudo a ser más independiente de los que me rodeaban y más solo: un nuevo
secreto; una nueva adicción; me serví otra copa de brandy antes de ir a la escuela
pero ya no me cayó bien.
Volví a tener sexo con esta mujer varias veces pero ella al darse cuenta
de que solamente la estaba utilizando me empezó a rechazar. Yo la forzaba.

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Acabó por irse de la casa. Recuerdo que mi madre me comentó alguna vez que
había ido a visitarla para presentarle a su hijo recién nacido. (¿?).

Al siguiente año escolar volví al turno matutino. Tuve buenos profesores,
sobre todo uno que nos metía dudas sobre la historia oficial: que Colón no había
sido el primero en descubrir el nuevo continente. Basado en una estela maya que
representa un personaje con un arete con la estrella de David, nos invitó a dibujar
el monumento ubicado en el Museo de Antropología e Historia con valor en la
calificación, nos metió la idea de que grupos israelitas y egipcios, habían podido
también llegar a estas tierras, completando la idea de los grupos mongólicos que
entraron por el estrecho de Bering.
El día de hoy sé que el libro de Mormón trata precisamente de una de
esas migraciones israelitas, ocurrido durante el reinado de Sedequías,
consignado en el libro de los Reyes y el de Crónicas del Antiguo Testamento,
unos 600 años antes de Jesús, de los cuales no sobrevivió nadie a excepción de
los lamanitas que se mezclaron con los habitantes que ya estaban presentes.

Con dos de los amigos de la calle conocimos una familia donde había dos
hermanas y una prima de las cuales nos hicimos novios. Íbamos a verlas por las
tardes y los fines de semana salíamos al cine o a pasear a algún lugar de la
ciudad o hacíamos una fiesta para conocer a sus demás amigos o familiares.
La chica que me toco a mí fue mi primera novia y a pesar de ya haber
probado el sexo, nunca había besado en la boca a una mujer. Ni tampoco había
“fajado” como platicaban mis compañeros de la escuela. Ella, que ya había tenido
otro novio, me inició en los pormenores de esa práctica, tocamientos erótico
sexuales sin llegar al coito. Lo único que ganó fue enfermarse de calentura, pues
yo me descargaba solo antes de dormir.
Mis amigos rompieron su relación con sus hermanas y me quedé solo. Se
cambiaron de casa y se me empezó a hacer difícil ir a verla todos los días.
Mis padres me advertían que cuando uno se casa, se casa con toda la
familia, pero eso no estaba dentro de mis proyectos y además su familia no era de
la misma “condición social” de la mía.
En eso apareció otro posible noviazgo. Uno de los amigos con los que
nos habíamos involucrado con las otras chicas me pidió que le hiciera el quite con
una muchacha que pretendía, para que saliera con su hermana menor que
siempre la acompañaba en sus citas. Accedí con gusto e interés pues me platicó
de la belleza de la chica. Finalmente acabé bien enamorado de la hermanita de
catorce años; yo tenía diecisiete. Corté con la otra relación y le pedí a esta
mujercita que se hiciera mi novia.
Eran hijas de una señora sudamericana muy guapa madre de cuatro
hijas; las dos mayores de un mismo padre y las menores cada una de otros dos
hombres diferentes. Cuando las conocí estaban buscando departamento donde
mudarse y justo enfrente de mi casa se alquilaba un “pent-house” al cual se
mudaron con nuestra ayuda, cumpliéndose para mí una petición que había hecho
a Dios, ¿sí existía?, para que me mandara una novia cerca de la casa, porque
eso de ir a otra colonia, era peligroso y me daba flojera ir a ver a la novia aunque
fuera a algunas calles de distancia.
Estas niñas, las dos mayores, estaban muy a la moda pues usaban unas
minifalditas que al menor descuido enseñaban las pantaletas, aunque se decían

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nobles, vizcondesas de no me acuerdo que lugar de Francia. Su madre estaba
sola y mi familia dudaba de la “honestidad” de sus ingresos.
Yo sigo justificándola, pues me caía muy bien la señora, y me quería de
buena ley. ¿Y que podía hacer una mujer con cuatro hijas que mantener?.
Cuando me dio el “si”, nos dimos el primer beso mientras bajábamos por
las escaleras del edificio; ¡el marfilazo!, mi lengua chocó con su dientes, no sabía
besar ¡era virgen intocada!… Poco a poco fuimos avanzando en el “arte” de los
besos y los tocamientos sin llegar propiamente a la relación sexual.

Mi madre que pedía los libros para venderlos en la librería en una ocasión
pidió dos: “La mujer sensual” y “El hombre sensual” y obviamente yo los leí. Me
impulsaron a buscar experiencias sexuales fuera de lo tradicional.
Al nivel de la familia ni mi madre ni mi padre hablaban conmigo al
respecto a la sexualidad. Solamente esperaban a ver los resultados de mi
comportamiento conforme con la información que recibía para llegar a “poner
remedio” a su tiempo. No sucedió así.
A los diez meses de un noviazgo diario en el que nos veíamos durante
buena parte de la tarde-noche, teníamos buenos ratos para estar juntos a solas.
Los tocamientos fueron aumentando de intimidad hasta el día en que la unión
sexual se consumó. Empecé poniendo en práctica lo que había aprendido con mi
primera novia y poco a poco fuimos aumentando nuestras caricias hasta que
llegué a penetrarla. Ambos éramos menores de edad. Para ella fue algo que no
quería que pasara pero para mí fue algo que quería y que buscaba para seguir
cumpliendo los requisitos del ambiente social adolescente que me circundaba, sin
embargo, el hecho de haber tenido relaciones con mi novia tampoco lo compartí
con nadie.
Ella se esforzaba por estudiar para ser una buena secretaria y yo
estudiaba el último año de la preparatoria en el área de químico-biológicas con la
idea de estudiar medicina en la escuela médico militar como primera propuesta de
mi familia española que eran militares y por ser la mejor escuela de medicina del
país según ellos.
Habíamos hecho planes de matrimonio, futurizando cualquier cosa que
mantuviera viva y entusiasta nuestra relación. Mis padres, con tal de que
estudiara me daban suficiente dinero para ir al cine o a bailar con mi novia y nos
juntábamos con otra pareja formada por un primo mío y su novia, aprovechando
los fines de semana para ver nuevas películas, conocer nuevas discotecas o ir a
fiestas. Cuando mis tíos no estaban en casa, llegamos a jugar strip-póker, que
consistía en jugar cartas entre los cuatro y quién perdía la partida se quitaba
alguna prenda de vestir hasta que alguien quedaba completamente desnudo y
entonces, cada pareja se metía en una cama del cuarto de mi primo y
“fornicábamos”, como él decía, porque yo hasta ahora entiendo bien lo que
significa la fornicación y eso porque lo busque en el diccionario: tener relaciones
sexuales fuera del matrimonio.
No obstante yo me sentía realizado sexualmente dentro de mis
expectativas existenciales, tal y como me habían adoctrinado los libros y revistas
que me llegaron principalmente a través de mi propia familia.

Yo tenía una tía por parte de la familia de mi abuelo materno que era
administradora del restaurante principal de un gran centro vacacional en el estado

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de Morelos y en una ocasión nos invitó a pasar un tiempo con su familia: su hijo y
su hija menor, pues la mayor trabajaba con mi mamá en la papelería y librería.
Dejando a nuestras novias mi primo y yo aceptamos la invitación.
Estábamos disfrutando muy bien la estancia en este lugar pero no sé qué habrá
visto nuestro primo anfitrión en mí o en nosotros que organizó con unos amigos
suyos un viaje a Acapulco, al cual ni teníamos ganas de ir y difícilmente nuestros
papás nos dieron el permiso para realizarlo.
Lo único que recuerdo de aquel viaje fue haber tenido que entrar casi por
la fuerza a un burdel y acostarme con una prostituta barata que me habían
conseguido mi primo y sus amigos. Fue mi tercera relación sexual con diferente
mujer.
Este primo se mató en un accidente automovilístico hace ya algunos
años. En paz descanse.

En una ocasión mi madre descolgó el teléfono mientras hablaba con mi
novia respecto a su preocupación por el retraso en su menstruación… Se armó el
escándalo. Mandó a llamar a su mamá y la alertó.
Empezaron entonces a recortar la disciplina. Debido a la hora a que
llegaba a la casa a pesar de estar exactamente enfrente de nuestra casa el
edificio dónde vivía mi novia, mi madre primero y luego mi padre a instancias de
mi madre me empezaron a exigir que llegara a las diez de la noche en punto. No
era que existiera una regla así de antemano sino que se la sacaron de la manga
para controlarme y empezaron a surgir serios problemas a causa de su insistencia
en demostrar su supuesta “autoridad”. A las diez de la noche en punto estaba
terminando una telenovela que habíamos empezado a ver en casa de mi novia
con toda su familia: “El adorable profesor Aldao” producción peruana
protagonizada por Julio Alemán, en paz descanse, y después necesitábamos
algunos minutos para despedirnos. No quisieron entender y francamente al darme
cuenta del absurdo juego de su manipulación y control que intentaban jugar
conmigo y ante la falta de una disciplina moral bien fundamentada desde antes,
sencillamente no pude someterme.
Recuerdo que después de tener relaciones sexuales con mi novia en las
escaleras del edificio que terminaban en su departamento llegaba yo a la casa
familiar y antes de subirme a mi recámara fingía pasar a la cocina para cenar algo
y del mueble donde guardaban las bebidas alcohólicas me daba un buen trago de
alguna bebida fuerte para que me diera sueño y en ocasiones volvía a bajar para
darme otros tragos más. Así estuve una buena temporada hasta que se dieron
cuenta y tuvieron que ponerle una buena cerradura a la puerta donde se
guardaban las botellas.

Yo era ya “mayor de edad” lo que en realidad era falso ya que la ley no es
retroactiva por lo tanto si cuando nací la mayoría de edad era a los veintiún años y
yo lo sabía y estaba programado de esa manera, esta disposición legal sería
válida solo para los nacidos después de la promulgación de dicha ley: La ley del
666, porque seis por tres da dieciocho; uno y ocho, nueve: El reproductor; por qué
todo número sumado al nueve da como resultado de la suma de ambos dígitos, el
mismo número que se le sumó. Y multiplicando el nueve por cualquier número, el
resultado de la suma de los dígitos siempre da nueve. O sea que al darle a un
adolescente la mayoría de edad cuando no ha llegado el tiempo natural de la

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madurez física y psicológica va a favorecer que este desarrollo difícilmente se dé,
o dicho de otra manera, el estado de madurez alcanzado a esa edad lo seguirá
reproduciendo hasta que no haya por su parte o por parte de la providencia, un
intento de madurez excepcional.
El caso es que esta modificación de la mayoría de edad me causó un
desconcierto que afectó considerablemente mi desarrollo psicológico, pues por un
lado yo estaba en la expectativa de los 21 años a tres años de distancia de la
fecha ancestralmente oficial para acabar de madurar y por otro, fastidiado por las
requisiciones familiares de pedir permiso y todas esas cosas, en una ocasión les
dije que como ya era mayor de edad ya no les iba a pedir permiso sino solamente
les iba a avisar a donde iba y a qué hora regresaba.

Mi mamá llegó a pedirle al mayor de mis primos hermanos el hijo del
hermano mayor de mi papá para que me dijera algo, y me dijo, “primo tú no sabes
la cantidad de “viejas” que “cogen” en México, pero eso de que te hayas
conseguido una novia enfrente de tu casa y te la estés “cogiendo” no está bien,
¿no está bien? le dije “pero si es mi novia y la quiero y quiero que sea mi esposa”.
“Bueno ya te lo dije, en México hay muchas “viejas”, solteras, casadas,
divorciadas, viudas y a todas les gusta coger; busca por otro lado…, ¡no enfrente
de tu casa!”

Terminé la preparatoria y me pasé las vacaciones repasando toda lo
aprendido hasta entonces en un curso que ofrecían los mismos alumnos de la
Escuela Médico Militar para preparar bien a los candidatos para el examen de
admisión que duraba tres días. Pasé el examen en sexto lugar de entre
cuatrocientos aspirantes.
Los cadetes ex alumnos de la misma preparatoria de donde yo procedía
me habían dado claves para soportar y pasar el duro primer año de los estudios
donde los demás alumnos se aprovechaban de los nuevos cadetes, los “pelones”,
para ordenarles trabajos que ellos mismos tenían que hacer como planchar
uniformes, bolear zapatos, limpiar botonaduras de los uniformes de gala, etcétera,
cosa que no me costó trabajo entender que tenía que realizar y algunas
advertencia de mañas de algunos cadetes en especial sádicos o sugerencias para
defenderse con palabras astutas que lo más que podían acarrear era un baño de
agua fría, que nunca cae mal, aunque no estaba acostumbrado. También
sugerencias para escaparse de la escuela y regresar para no ser descubierto para
no ser arrestado y no salir el fin de semana. Pero lo que más me marcó una
diferencia de estado de conciencia fue el conocer a un compañero que había
perdido a un hermano en la masacre de Tlaltelolco el 2 de octubre de 1968. Al
preguntarle su postura ante el evento me dijo simplemente que su familia no tenía
dinero para pagarle una carrera universitaria normal y la oportunidad que le
brindaba el ejército era inmejorable para su condición.
De tanto mal consejo recibido por los cadetes yo fui el primer arrestado de
mi generación pues un día me escapé para ver a mi novia y de regreso no quise
esconderme.
También recuerdo que llegué a meter botellas de jarabe para la tos llenas
de brandy. Los cigarros por su parte nunca me faltaban.

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Después de unos meses me di cuenta que el ejército no era mi vocación y
pedí mi baja para continuar en su momento en la Facultad de Medicina de la
UNAM y mientras tanto trabajé por las tardes en la librería.
Debido al movimiento estudiantil de 1968 se creó una diferencia de
calendarios escolares entre las escuelas oficiales y las particulares, razón por la
cual después de abandonar la escuela Medico Militar tuve que esperar varios
meses para ingresar a la Universidad Nacional. No obstante, mi padre quedo
defraudado por el abandono de la carrera militar lo que se sumó a los problemas
disciplinarios a causa de mi novia que a la larga lo llevarían a molestarse con mi
sola presencia.
Recuerdo que quise aprovechar el dinero que ganaba en la librería para
construir en la azotea de la casa un cuarto para mí solo, ya que siempre había
compartido mi habitación con alguno de mis hermanos. No creí que me negaran
esa petición pero así sucedió y fue realmente un duro golpe a mi independencia
dentro del hogar que trajo sus consecuencias en mi desarrollo académico
posterior.

Por aquellos días, una tarde que me encontraba en casa de mi novia, mi
amigo de muchos años atrás que vivía en el apartamento de abajo, tocó a la
puerta y secretamente me enseño un cigarro de marihuana y me invitó a
fumárnoslo. De pronto no supe que decir pero armándome de valor me disculpe
con mi chica y nos bajamos a la calle y viendo el carro de mi mamá estacionado
pensé que podría ser el mejor lugar para que discretamente y sin peligro nos lo
fumáramos. Después de unos minutos empezaron los efectos ya descritos por los
iniciados en su consumo, nos bajamos del auto y nos dirigimos a la esquina y en
una tienda compramos algo. En efecto, sentía los pies pesados, el tiempo se
había dilatado, todo se desarrollaba más lento, sentía como si una mano me
presionara la cabeza. Con algo de miedo continuamos esperando nuevas
manifestaciones pero no pasó ya nada más. Para él también era su primera vez.
Después de un tiempo nos separamos y regresamos a nuestras actividades
cotidianas. Cuando se lo conté a mi novia se enojó muy seriamente conmigo. No
le di importancia, pero tampoco volví a buscar la experiencia. No obstante, más o
menos cada seis meses la “motita” volvió a hacerse presente en diferentes
ocasiones.

En la UNAM comencé muy bien los estudios y me rodee sin buscarlo de
compañeras mujeres para estudiar. En una ocasión se me pidió que fuera
representante del grupo ante la Facultad de Medicina pero como mi papá me
había pedido que no me metiera en política y además ya había visto el estilo
autoritario y fascista de los comités de lucha sencillamente decliné la oferta pues
ni siquiera había sido mi objetivo en ningún momento y desde el movimiento del
’68 había podido experimentar la fuerte manipulación ideológico-emocional del
discurso de los comités de lucha que en mi opinión no llegaban nunca al fondo del
problema pero si apelaban a la movilización reaccionaria a favor de lo que
tuvieran como objetivo en ese momento.
Me cayó bien el Lic. Luis Echeverría Alvarez, Presidente de la República,
que hasta una pedrada recibió en la cabeza el día en que se presentó en el
auditorio de la Facultad sin su guardia personal del estado mayor para tratar de

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dialogar con los estudiantes y los integrantes del comité de lucha que tuvieron
poca autoridad para controlar la asamblea. Yo estaba presente.

Los problemas en casa continuaron hasta que me tuve que ir a vivir a
casa de mi abuelita materna. Desde ahí mi novia me quedaba lejos y me empezó
a costar trabajo irla a visitar.
Había además una compañera de la facultad que me invitaba a comer a
su casa y en un arrebato, al ver que me era muy difícil mantener la relación con
mi novia, sin más, un día terminé con ella.
Me dejé seducir por esta compañera de la universidad y empecé a ir a su
casa todos los días. Sus padres me recibían bien hasta que me metí en un enredo
entre ella y su hermana que era madre soltera que acabó bruscamente con la
relación. Salí de esa familia amenazado de mandarme a la policía judicial si volvía
por ahí.
Pensé que mi novia me aceptaría de nuevo al reconocer mi error después
de esta experiencia, pero me rechazó definitivamente y por más que le rogué no
logré convencerla de volver conmigo.
Entre en un período de llanto y desesperación como no me imaginaba ni
se imaginaban mis padres que pudiera sucederme. No había manera de
consolarme. Hable con su madre, con su hermana, con su tía ex monja, con la
novia de mi primo que era su amiga pero todo fue inútil, nada la hizo cambiar de
parecer.
Esto me llevó a buscar el consuelo a través de diferentes maneras:
Desde antes de romper con mí novia había aparecido por la colonia un
muchacho poco más grande que yo, novio de una amiga de la hermana mayor de
mi novia con el que empecé a tener cierta amistad. Llegó a invitarnos a una
cabaña que compartía con unos amigos, donde acostumbraban llevar mujeres
para oír música, beber vino y tener sexo.
Después de que acabó la relación con mi novia, ella tuvo una relación con
un joven judío a quién yo veía por las ventanas cada vez que la iba a dejar pues
había vuelto a vivir en la casa de mis padres.
En mi intento de darle celos volví a encontrar a una muchacha muy bonita
que había sido vecina de mis primos los charros y que al buscar algún
compromiso serio entre los integrantes del lienzo charro al que pertenecían,
anduvo primero con uno y luego con otro hasta tener que salirse de aquel
ambiente. La encontré de nuevo y me hice su novio, llevándola a presentar a mi
antigua pareja que no se vio afectada por la situación como para volver conmigo.
No duró mucho la relación con esta otra chica pues al darse cuenta de mi
condición de estudiante pobre tuvo escaso interés en perpetuar nuestro noviazgo.
Nos disculpamos y tranquilamente me sustituyó por un conocido de una cafetería
que frecuentábamos. Recuerdo que él se acercó a mí para preguntarme si había
tenido relaciones sexuales con ella y yo le dije la verdad. Luego su hermana
menor vino a reclamarme por eso.

El primer año de la carrera en la UNAM fue definitivo. Durante el primer
semestre estudié lo que otros estudiarían en el siguiente semestre, es decir, que
debido a la cantidad de alumnos durante el primer año existían dos ciclos y a mí
me tocó estudiar materias como histología o psicología médica que no eran tan
difíciles como las temidas anatomía y fisiología.

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Lo que me maravilló del estudio de la medicina fue la funcionalidad y
perfección del cuerpo humano normal. Me llevó a pensar que debía haber una
posibilidad de no morirse, de vivir para siempre, que debíamos de estar
cometiendo algún error que provocaba el desequilibrio psicosomático por el que
se manifestaba la enfermedad y la muerte.
Debido a los problemas familiares y personales que se habían suscitado
por mi novia frente a mi casa y también por no tener un espacio adecuado para el
estudio ni siquiera un hábito real de aprendizaje me di cuenta de que no iba a
pasar los exámenes del segundo semestre ni de anatomía, ni de fisiología y que
aunado a mis aventuras diarias después de clase por conseguir chicas para
olvidar mi tristeza acompañado todo esto por el consumo del alcohol y del tabaco,
me llevó a renunciar a la carrera de medicina como objetivo de mi vida
profesional; “No quiero estudiar una carrera tan larga para acabar intubando
gente, abriendo panzas o recetando pastillas de laboratorio”. Les dije a mis
compañeras que yo iba a encontrar la “vacuna contra la muerte” y se burlaron de
mi diciendo que eso era imposible que todos nos teníamos que morir algún día
pues todo lo que empieza tiene que acabar, pero no me sacaron de mi creencia y
me quede con ese objetivo como punto de partida de mi secreta búsqueda “pro-
FE-sional”. No quise hacer ni el esfuerzo de presentar los exámenes finales para
los que no estaba preparado y así no tener ni que discutir con mis padres al
respecto y para que no me chantajearan de alguna manera para que hiciera un
esfuerzo para aprobar las materias. Ya no valía la pena. No quería ser médico
alópata, pero tampoco tenía claro como realizarme en la vida.

Ante mi desconsuelo sentimental, mi nuevo amigo que era fotógrafo e hijo
de un conocido director de teatro, me enseñó el arte de “putear” por las calles de
la ciudad, es decir, levantar chicas con el fin de invitarlas a la cabaña con la idea
de tener sexo con ellas. Yo era un pésimo alumno, me daba pena abordar a las
muchachas para invitarlas a algo deshonesto según mi criterio personal, pero
realmente no lo concientizaba como lo escribo ahora, todo el mundo estaba
empeñado en hacerme olvidar mi dolor a través de la trasgresión de la ley moral,
“un clavo saca otro clavo”. No obstante, de tanto intentarlo y con la ayuda del
Sangre de Cristo mezclado con vodka, poco a poco fui tomando experiencia en
hablarles a las chicas que se atravesaban en mi camino y así tuve relaciones
sexuales con un determinado número de mujeres después de la servidora
doméstica, de mi novia querida, de la prostituta de Acapulco y de la bella chica
que a sus pocos años había pasado ya por tantas manos.

Desde hacía algún tiempo frecuentábamos, mi amigo, su novia y yo, una
cafetería situada frente a lo que pretendió ser el “Hotel de México” sobre una de
las principales avenidas de la ciudad donde nos juntábamos todas las tardes con
otros jóvenes para tomar café o té y eventualmente comer algo y por supuesto
para conocer nuevas amistades. Nosotros, como ya era nuestra costumbre nos
íbamos a la cabaña. Así conocí a las siguientes relaciones femeninas a las que
dejé de llamar “novias”.
Conocí a una chica morena, alta, guapa, de tipo árabe, un poco
acomplejada por el tamaño de sus senos a la que invitamos a la cabaña. Accedió
sin más problema y al llegar y oír un poco de música y tomar algunos tragos de
Sangre de Cristo con vodka cada pareja nos acostamos en una cama para ver

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hasta dónde había concesión sexual. A pesar de los años cada vez que la
recuerdo, me excito al recordar cómo me decía que no, no, no… pero me dejaba
desabrocharle la blusa y frotarle los senos; no, no… y le desabrochaba el sostén;
no, por favor, no…, déjame quitarte los pantalones. No, no…, ándale, nomás los
pantalones…, bueno pero nada más…, y continuaba en aumento la intimidad…,
ya sin preguntar también salió lo demás y la penetré… aah, ahí, aah,.. los gritos
de placer asombraron a la pareja de la otra cama y …he llegado a pensar que
decía que no por no llegar al momento de sus gritos incontrolables durante la
cópula de los que se avergonzaba. Mi amigo, su novia y yo lo recordábamos
divertidos.
Cuando me mudé a vivir a un apartamento que mi amigo el fotógrafo
había rentado repetimos muchas veces esta escena por las tardes mientras no
había nadie en casa. Habiéndonos quedado de ver en la cafetería, la invitaba a mi
nueva casa y como no queriendo me decía, “¡ay flaquito!…”, y nos
encaminábamos para allá...; aah, aah, aah.
De un momento a otro desapareció por una temporada y preguntaba por
ella y la novia de mi amigo no me decía nada pero como que me ocultaba algo.
Por fin reapareció y me dijo que se había ido de vacaciones al norte del país
dónde tenía parientes. No obstante, ya no quiso volver a tener relaciones
conmigo. Pienso ahora que pudo haber quedado embarazada y haber dado la
criatura en adopción pero en realidad nunca me dijo nada. (¿?)

Después conocí una chica mestiza que estudiaba secundaria y había
empezado a frecuentar la cafetería en compañía de otras amigas a las cuales
invitamos a la cabaña. No era virgen. Apenas había tenido su primera relación
con un compañero de la escuela y yo fui su amante durante un tiempo de intensas
relaciones sexuales. A cierto tiempo me dejó por mi amigo el fotógrafo que había
terminado con su otra novia pues conmigo no tenía futuro, ni siquiera un presente
interesante, pues todavía me seguían manteniendo mis padres en cambio mi
amigo tenía trabajo y podía pagarse un departamento.

Influenciado por mi amigo fotógrafo y maestro en la “putería”, decidí
estudiar cinematografía lo cual él también iba a estudiar siguiendo los pasos de su
padre director de teatro. Más por ayudarle a hacer su examen de admisión yo
reprobé. Me inscribí entonces para no quedarme sin estudiar, en la Facultad de
Ciencias Políticas en la carrera de Periodismo y Comunicación Social pero al
poco tiempo conseguí un trabajo como reportero de espectáculos en la fuente de
televisión en un conocido periódico de la ciudad. Empecé a entrevistar artistas
que me encontraba en las instalaciones de los distintos canales de televisión.
Yo nunca había tenido el hábito de escribir y providencialmente fue el
medio que se me dio para que con la ayuda del director de la sección empezara a
salir adelante en mi trabajo diario de redacción de las notas periodísticas. Luego
relacionaría mentalmente el arte de escribir con el arte de idear un guion
cinematográfico, de tal manera que un párrafo equivale a una secuencia, una
frase u oración equivale a una toma, un punto y seguido a un corte directo y unos
puntos suspensivos tal vez a una disolvencia o a un fade.

Había empezado a fumar marihuana consuetudinariamente desde que un
día viviendo en el departamento con mi amigo el fotógrafo le pregunté si tenía un
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poco de hierba pues había decidido consumirla habitualmente para tener la
experiencia. El no la frecuentaba pues me hubiera dado cuenta pero si tenía un
poco y a partir de entonces empezamos a consumir diariamente y cuando no
teníamos la buscábamos con insistencia y si no había la sustituíamos con vino y
si teníamos consumíamos ambas sustancias, sin mencionar los infaltables
cigarros.
Lo interesante que me empezó a suceder con el consumo de la
marihuana fue que me empecé a dar cuenta, en flashazos, al estar bajo el efecto
de la sustancia, de mis arranques neuróticos durante el día.
Generalmente la consumía acompañado aunque también lo hacía solo y
tenía los recuerdos de los momentos de iracundia que me sucedían. Me empecé
a mortificar a tal grado que tuve que preguntarle a mi amigo que como me veía él
a mí ya que el malestar por mi propio reflejo era en ocasiones insoportable pues
los desplantes de ira o grosería eran casi diarios. Me dijo que él me veía normal
que no era para tanto pero a mi me forzó a tener un cambio de actitud en la vida:
“…mother Mary comes to me, speaking words of wisdom, let it be, let it be”;
”…mamá María viene a mí, hablando palabras de sabiduría, déjalo ser, déjalo ser”
parafraseando la canción de los Beatles. La marihuana me ayudó a la autocrítica
y a la auto-reflexión.

Recuerdo una vez que mi hermano me habló de la librería a la casa de
mis padres para decirme que un carro acababa de dar la vuelta violentamente a la
esquina y que había arrojado un paquete que suponían contenía “esa plantita que
te gusta”, me dijo, porque atrás los iba persiguiendo un carro de la policía. Tomé
el carro de mi madre y me fui a comprobar el hecho; en efecto era un buen
paquete de marihuana, poco menos de un cuarto de kilo. De esta manera tuve
material para compartir con las personas que me habían invitado sin necesidad de
comprar. Le di gracias a la vida.

Quiero recordar una vez que salí a la tienda de a la vuelta de la esquina,
me encontré con un paquete tirado en la banqueta. Me detuve a revisar y se
trataba de unos boletos de la Secretaria de Hacienda para cobrar la entrada a los
baños públicos de los mercados populares. Al regresar de la tienda los recogí
como buen ciudadano, los metí a la casa y hablé al teléfono que tenía impreso al
reverso de los boletos para avisar el hecho. Pasaron a recogerlos. Sin embargo,
tiempo después recibí una llamada solicitándome acompañara a unas personas
que irían por mí para hacer una declaración oficial del hecho del hallazgo y
devolución del paquete. Accedí y pasaron a recogerme llevándome a una
comandancia de policía donde de manera totalmente fuera de contexto
empezaron a acusarme de haber abierto un automóvil y haberme robado los
boletos. Me defendí indignado y hasta resulté amenazado por mi actitud que no
bajé ni un instante ante sus repetidas falsas acusaciones echándoles en cara a
ellos y a sus jefes, si así los tenían acostumbrados, a agradecer un acto de
ciudadanía responsable. Después de hacerme pasar un rato muy desagradable
me devolvieron a mi casa con la experiencia negativa de haber sido un ciudadano
con conciencia.

Una vez que caminaba hacia el norte por la acera oriente de Insurgentes
Sur a la altura de la colonia Florida mientras esperaba que el embotellamiento de
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trafico se diluyera para tomar un camión hasta la altura del apartamento, me
abordó una güerita preciosa que viajaba en un convertible y al verme se bajó;
dándome un beso me dijo con un poco de acento americano, ¡Hola soy Pamela!
Me dijo que ya me había visto en otra ocasión y que le gustaba. ¡Vamos a
mi casa!, le dije, y tomando un taxi nos dirigimos al departamento. Estuvimos
bailando un rato al son de “Pink Floyd” y luego perfectamente entramos en una
profunda intimidad sexual que fue de lo más placentero que hubiese
experimentado hasta ese momento. Se extrañó de que no me conocieran en
Televisa en este sentido. Me platicó que estando en Acapulco se había acostado
con varios lancheros. Cuando la conocieron mis amigos del departamento no
cabían de su sorpresa; era realmente hermosa. Anduve una breve temporada con
ella y contuvo a los “perros” que la acosaron tanto en nuestra casa como en la
cafetería que frecuentaba. Me fue fiel mientras estuvimos juntos.
La última vez que la vi algún tiempo después, dormí con ella en la casa de
quién la albergaba en aquel momento que estaba ausente pero no me dejó tener
sexo con ella.

Continué trabajando en el periódico durante algún tiempo, perfeccionando
mi técnica de redacción y mi estrategia para formular las preguntas en las
entrevistas. Yo ignoraba las vicisitudes de los artistas y los pormenores de su
carrera y por lo general me disculpaba por mi ignorancia e invitaba a mi
interlocutor/a a que me dijeran francamente que querían comunicar a su público,
que trabajo estaban realizando y que planes tenían para el futuro y luego incluía
alguna pregunta sobre algún tema de interés general; La liberación femenina, el
teatro o el cine en México, en fin…, hay tanto de lo que se puede preguntar. En
alguna ocasión afortunada llegaron a publicar mi nota a ocho columnas.
El fin de año recibí muchos regalos procedentes de los departamentos de
prensa de los distintos canales de televisión en agradecimiento al amable trato
que nos habíamos otorgado. El año nuevo trajo de regreso de Brasil al antiguo
reportero que antes cubría mi lugar y cómo no veían la vocación en mí como para
permanecer en el oficio, me dieron las gracias y me quedé sin empleo.

Una noche de andar loqueando por Insurgentes en el automóvil que mi
madre me prestaba por las tardes-noches se me ocurrió decirles a mis amigos
que fuéramos a Acapulco a ver el amanecer. ¡Ya vas! ¡Insurgentes-Costera! Y
nos lanzamos. Ellos me habían platicado que ya lo habían hecho con anterioridad.
Nos turnamos la manejada pero casi al llegar, iba yo manejando cuando me dí
cuenta de que amanecía, o sea, que se veía salir el sol por Veracruz, no por
Acapulco. Nos reímos de mi estupidez pero de todos modos amanecimos en
Acapulco.
Pasamos el día en la playa, vimos el atardecer y todavía descansamos un
rato en un hotel para salir en la madrugada de regreso a México. Yo había
invitado a una chica que conocía de la cafetería a quedarse conmigo y a pesar de
que ella no quería tener sexo, ante mi insistencia cedió.
Llegando a México la mañana siguiente, entrando por Insurgentes
nuevamente, subimos al carro a una chica que pedía aventón. La dejamos donde
nos lo pidió pero me dejó su teléfono y después de solucionar los problemas con
mi madre respecto del automóvil ausente por un día, le llamé por teléfono, la invité

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al departamento y tuvimos sexo. Ella y su marido tenían una relación marital un
poco extraña. Tenían un hijo pequeño.
En una ocasión en que me invitó al departamento de su esposo a pasar la
noche; él estaba con otra mujer y tuvo sexo con ella mientras yo tenía relaciones
con su esposa. No me gustó; me sentí incómodo.
Días después ella tuvo sexo con uno de mis amigos del apartamento. Al
poco tiempo me di cuenta de que me habían contagiado de gonorrea. Echando
marcha atrás llegué a la conclusión de que la chica de Acapulco a la que invité a
pasar la noche al hotel y que se rehusaba a tener sexo, fue la portadora. Yo se la
contagié a la chica del aventón y ella a mi amigo y seguramente también a su
esposo, con quién alguna vez después me encontré en la zona rosa y me invitó
solícita y sospechosamente a que lo acompañara por marihuana, pero ante la
“mala vibra” a medio camino me disculpé y me regresé. Luego pensé que quería
vengarse de mí por lo de la gonorrea. Bien merecido para todos por promiscuos.
Recuerdo que me costó mucho trabajo curarme pues yo ingería vino o
cerveza todos los días y la penicilina no hace efecto en absoluto si uno toma
aunque sea una copa. Tuve que dejar de beber hasta curarme completamente.

Al año siguiente hice nuevamente el examen de la escuela de cine y esta
vez sí fui aprobado. Mi amigo el fotógrafo a pesar de haber entrado a la escuela
gracias a mi ayuda no continuó con la carrera. Mi padre me dijo que él no me iba
apoyar en la nueva carrera que había escogido. Quedó muy decepcionado de mí
después de dejar la Escuela Medico Militar y luego, definitivamente, la carrera de
medicina en la UNAM. Ya no se entusiasmó con el periodismo y tampoco con la
cinematografía.

Por este tiempo cumplí mis veintiún años de edad. La verdadera mayoría
de edad tradicional y oficialmente al momento de mi nacimiento. Había dejado la
carrera que durante muchos años tuve como propósito realizar y estaba
estudiando y trabajando en la comunicación humana sin habérmelo propuesto con
mucha decisión. De cualquier manera en este campo de la realización humana es
donde se manipula con mayor intensidad la mente humana al nivel de las
mayorías; mi trabajo ahora, para no darle la espalda a mi vocación por la
medicina, era ubicarme para idear obras donde comunicar formas nuevas de
realización humana saludable, según yo. La idea de comunidades de vida sana.

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CUARTO SEPTENARIO
“La semilla de Dios”
De los veintidós a los veintiocho años.

Ingresé al primer año de la carrera de realización cinematográfica en la


escuela de la UNAM que se encontraba en la Colonia del Valle. Por mi parte
estaba muy contento y entusiasmado. Los estudiantes éramos personas
interesadas en la cinematografía por diferentes razones. Había un antropólogo,
un biólogo, una socióloga, fotógrafos, en fin, cada uno se acercaba a estudiar
cine para conocer el medio de comunicación para sus fines particulares. La
escuela había tenido una importante participación durante el movimiento
estudiantil del ’68 y habían realizado el documental ”El Grito”. Habían formado un
grupo de corte político izquierdista que tenía controlada la tendencia cultural de la
institución hasta que la generación anterior y sobre todo la mía, en la que la
marihuana había hecho su presencia, que había adquirido otra vez una tendencia
plural ajena a alguna filosofía política específica.
Teníamos clases de Historia del Cine donde veíamos, previa explicación
de lo que se proyectaría, desde las películas originales de la historia del cine
mundial hasta las producciones de los maestros de la escuela.
Seguí viviendo en el departamento, pero como nunca me alcanzó el
salario que ganaba en el periódico para sufragar mis gastos personales y pagar la
renta, cuando mis amigos se fueron a otro departamento más lujoso yo me tuve
que ir nuevamente a la casa de mi abuelita materna. Ahí mi papá había montado
en el viejo apartamento de mi tío donde jugábamos castigos, un taller para armar
los juegos “educativos” que había empezado a fabricar para ganarse la vida
vendiéndolos en tiendas departamentales. Así que yo me la pasaba desde
temprano hasta la hora de la comida armando y empaquetando juegos para por la
tarde poder ir a la escuela de cine.
Entre tanto mientras entraba en la dinámica del estudio nuevamente tuve
una efímera relación sexual más con la hija de un difunto actor del cine nacional
cuyos hermanos eran clientes de la cafetería y vivían cerca de la escuela de cine.
Algún día la invité a una pequeña sala cinematográfica que estaba en el periférico
a ver “Teorema” de Pierre Paolo Passolini creyendo que quedaría complacida por
descubrir ese tipo de cine pero más bien se burló de mis gustos cinematográficos.

Algunos fines de semana solíamos ir a la cabaña nada más que a
descansar del D.F. y acostumbrábamos bajar a Cuernavaca a tomar café o
cerveza y encontrarnos con nuestros amigos morelenses. Esta vez nos invitaron
a una fiesta atrás del Palacio de Cortés. Llegamos a una modesta fiestecita de
cumpleaños en un pequeño departamento. Me puse a bailar con una chica que
me gustó mucho y en breve la invité a dar una vuelta en mi carro y
disculpándonos por un momento abandonamos el lugar. Me llevó a un
fraccionamiento en construcción y allí en el carro tuvimos relaciones sexuales.
Regresamos luego a la fiesta que estaba por acabar, nos despedimos y no nos
volvimos a ver. Aquí en la clínica donde escribo este documento y que está en las
inmediaciones de Cuernavaca, me decía uno de los hijos del dueño que conoce a
un gerente de una agencia de automóviles que se parece mucho a mí.
No investigues me dijeron en A.A. Sabrá Dios ¿?

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Terminé el primer año de la escuela de cine con un corto de cinco
minutos en super 8. Lo titulé “El sueño” y describía el sueño de un joven soltero
que llegaba cansado a su departamento se dormía, tenía un sueño, se
despertaba y se volvía a ir a trabajar:
“La chapa de una puerta que se abre y entra un joven a su departamento.
En su recámara se acuesta y se duerme… Después de un fade out a negros
venía el inverso fade in y empezaba el sueño: El mismo personaje se veía dando
un discurso al lado de una mesa con una bandera rojinegra ante un auditorio
vacío. El discurso iba incrementando su intensidad y se iba intercortando con una
relación sexual de él mismo con la chica mestiza que me cambió por mí otro
amigo que copulaban realmente en el campo al aire libre. Tanto el discurso como
el coito aumentaban de intensidad y de frecuencia en los cortes hasta que de
momento aparecía el cañon de un rifle que disparaba hacia el orador en el
momento en que sonaba el despertador. El joven, sobresaltado por el sueño se
reponía y se arreglaba para salir nuevamente del apartamento, acabando en la
misma chapa de la puerta al cerrarse”.
Sin comentarios por parte de nuestro maestro de historia del cine,
implacable crítico cinematográfico me sentí confortado. Para mi gusto quedó
como había yo querido.
Ya en las vacaciones conseguí un trabajo de asistente de producción en
una película de largometraje sobre la guerra cristera dirigida por una de las
maestras de la misma escuela. Me hice novio de la estrella femenina del film, una
muchachita de 13 años, y nos la pasamos besándonos cada vez que podíamos
mientras duró el rodaje. El mismo día de su terminación, ella, a sugerencia de su
papá que vio en mí la raíz del alcoholismo, me terminó sin decirme nada; tan solo
se empezó a besar con otro. Me dolió mucho el cortón pero ya no tanto como
para llorar.
Alguna vez la fui a visitar a su casa y me platicó que ya había tenido
relaciones sexuales con su novio y que le había gustado muchísimo.

El siguiente ciclo escolar lo hicimos en un nuevo local; la universidad
había invertido en una casa más grande que había estando remodelándose para
cubrir mejor las necesidades de una carrera de cine de cinco años de duración.
En el fondo del terreno había una cancha de frontón y algunos alumnos
procurábamos llegar antes de clases para jugar un rato frontón a mano. Entre
ellos estaba un compañero de clase que generalmente llevaba marihuana y me
pedía que comprara un cuarto de Bacardí y así entonados jugábamos frontón con
pelota de esponja y luego entrábamos a clase. Todavía después de clase
maestros y alumnos acostumbrábamos ir a una cervecería que estaba cerca para
seguir platicando de cine y tomando cerveza. Había otro compañero que
afortunadamente vivía un poco más lejos que yo pero por el mismo rumbo de la
casa de mi abuelita y diariamente me daba aventón. Este mismo amigo de la
escuela me dio a leer el primer libro de Carlos Castaneda “Las enseñanzas de
Don Juan” el cual empezó a cambiar mi visión de la vida y me orilló a buscar
experiencias con los hongos alucinógenos y con el peyote.

Por aquel tiempo estaba dedicado a la escuela tuve pocas relaciones
íntimas con mujeres y las que tuve fueron totalmente efímeras. La primera fue
con una chica en el departamento de lujo al que se habían mudado mis amigos

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del otro departamento. Con esta chica fue y la recuerdo por eso, la relación más
sin chiste que he tenido en mi vida, hasta se rió de mi intento de hacerla gozar.
Eyaculé nos vestimos y nos fuimos cada quién por su lado sin sentimiento ni
resentimiento y sin ningún interés de volvernos a ver.

El siguiente corto de la escuela de cine correspondiente al segundo nivel
trató del mismo personaje del anterior ejercicio pero metido en un proceso de
alcoholismo que vomitaba en el escusado de su casa después de haber tenido
una reunión de amigos y luego al intentar tener relaciones sexuales con la misma
pareja con la que copulaba en el campo abierto en el primer corto ahora fallaba
en su intento sexual por haber ingerido tanto alcohol. Fue mi conclusión de la
experiencia que había tenido en el departamento anterior que aunque no llegó a
tanto pudo muy bien haber sucedido. No quedé muy satisfecho con su
realización.

En una ocasión, acompañado de mi amigo el fotógrafo y otro compañero
que había invitado a tres argentinas que dijeron que eran hermanas y que querían
experimentar con los hongos alucinógenos, fuimos a comprarlos a un pueblo
cercano a Toluca. Era nuestra primera vez para todos.
Después de hacer la transacción nos regresamos a la ciudad pero por el
camino nos fuimos comiendo los hongos de tal manera que durante el trayecto
nos empezaron a hacer efecto. Yo iba manejando y recuerdo la experiencia de
ser consciente de ser un ser humano en una máquina motorizada transitando por
una carretera llena de otros seres humanos en otras máquinas semejantes
fabricadas por otros seres humanos… De momento me hice consciente de que
estaba viviendo lo que estaba viviendo. El caso es que llegamos al departamento
de estas chicas y se convirtieron en nuestras anfitrionas. Era un bonito
departamento muy bien decorado y confortable a donde decidimos pasar esa
tarde bajo la influencia de la psilocibina. Una de las chicas era la más bonita y
nosotros tres entramos en el rol de a ver a quien escogía, sin embargo, yo no
quise sujetarme al juego de competir para ser elegido así que empecé a entablar
relación con las otras dos. ¿Qué tal las tratan los honguitos? No sabían que decir.
Enfrascados en su intento de ser elegidos por la más bella sencillamente iban
perdiendo su lugar por ser accesibles al juego. Yo me senté en una mecedora de
madera mientras que ellos permanecieron sentados en un sillón doble. Ellas tres
se sentaron frente a nosotros en un sofá de tres lugares y la chica bella ocupó el
lugar central mientras sus hermanas le cubrían los flancos. Así quedé yo frente a
ellas con mis amigos al lado y quedé estratégicamente, en un lugar mejor ubicado
para controlar la situación. Y así sucedió. En un momento dado mi zona genital se
llenó de energía que sin ser una erección lujuriosa la sentí como una intensa luz
que quedó enfocada en la zona genital de la más bella. Las mujeres estaban al
tanto que estaba sucediendo algo especial. La más bella de las hermanas al
sentir la energía que le dirigía se encogió doblando sus piernas y rodeándolas
con sus brazos y las otras dos la cubrieron con sus cuerpos como para
protegerla.
Para mí fue suficiente como para comprender que estaba vedado el paso
hacia una relación sexual por lo menos en aquel día. Pero aún sin estar
familiarizado con pensamientos religiosos, se me reveló la forma en que la Virgen
María pudo haber quedado encinta por el Espíritu Santo. Me levanté de la

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mecedora y me salí al balcón, sobrecogido por la fuerza de la revelación. Todo mi
mundo se vino abajo ante la pureza de la fuerza genital que se había manifestado
y a partir de aquel momento, y ante mi prudente actitud ante la presencia que se
había hecho presente, me convertí sin quererlo en el centro consciente de la
reunión que teníamos en aquel lugar. Todavía en el balcón quise ver a uno de mis
amigos y en unos momentos salió a buscarme para investigar si todo iba bien con
el viaje, “todo bajo control” le dije, y se fue. Luego vino el otro amigo que fue el
que nos guio hasta el lugar donde compramos los hongos y le di las gracias. Me
volví a quedar solo y a los pocos minutos apareció la mayor de las hermanas y
me invitó a entrar. Ella estaba triste. Yo la animé y le dije que había que
reconocer, aceptar y tolerar lo que fuera la causa de nuestro dolor en orden para
poderlo remediar mediante una acción definida; toda pena debe quedar eliminada
y superada…
Al paso de las horas anocheció y llegó la hora de irnos. Yo traía el coche
de mi madre y les di un aventón a mis amigos y luego me dirigí a la casa de mi
abuelita donde estaba viviendo. Todo seguía sucediendo a mi favor al grado de
querer escuchar una canción en particular, encender el radio y escuchar la
canción deseada: “Israelitas”.
Al día siguiente en la mañana le devolví el carro a mi madre y no pude
evitar decirle que el día anterior había tenido una experiencia maravillosa con
hongos alucinógenos que había comido. Para mi sorpresa se puso a llorar pues
me dijo que había leído en una revista que la gente que tenía este tipo de
experiencias quedaba marcada para el resto de su vida. Y así sucedió pero no es
para llorar sino para darle gracias a la vida.
Los antiguos mexicanos les llamaban a los hongos alucinógenos,
teonanacatl, que quiere decir carne de Dios.

El siguiente cortometraje para el tercer nivel ya tuvo otra dimensión
intelectual y política. Pudo haber sido un buen documental pero necesitaba un
financiamiento que no pude conseguir. Se trataba de filmar a una banda de
pueblo de esas que se pasean por las calles de la Ciudad de México pidiendo
dinero y aprovechar en un momento un recorrido por San Juan de Letrán, ahora
eje Central, para descubrir la gama de subempleos que existía en aquel
momento, como por ejemplo, aquel que le pegaba un plástico en forma de
tarántula a una cucaracha de buen tamaño o el de la calaca ciríaca que la hacía
bailar sosteniéndola mediante el hilo de una media nylon, etcétera, etcétera.
mientras la banda ejecutaba sus melodías y pasaba el sombrero, como primera
parte del documental, incluyendo el lugar y las condiciones en que vivían en
ciudad Nezhualcóyotl. Contacté a la banda pero querían que les pagara para lo
cual no hice ya ni la lucha pues surgió en el horizonte la posibilidad de una beca a
un país extranjero. De cualquier manera, la segunda parte del documental
hubiera consistido en ir a la comunidad de procedencia de los músicos para ver
las condiciones de vida que los hacía venir a la ciudad a completar su ingreso
anual con este trabajo. En fin, como decía mi padre, ganó el destino y se dio la
beca.

La última relación sexual que tuve antes de partir fue con mi maestra
alemana de edición con la cual y también en compañía de mi amigo el que me
había prestado el libro de Castaneda, fuimos a un pueblo del Estado de México a

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cortar hongos alucinógenos que había aprendido a reconocer en el lugar donde
crecían y después de comérnoslos en casa de nana Pancha y su familia, se
disculparon para ir al baño dejándonos solos en su casa.
Después de un buen rato en el que no regresaban salí a buscarlos al río
donde suponía que tal vez hubieran ido a bañarse. Aunque la tarde era fría llegué
hasta el pequeño arrollo y le pregunté a alguien si sabían donde podrían estar
nuestros caseros; me dijo amablemente: ¡No Tata! están en el baño allá en
aquella casa… Llegando al lugar señalado me encontré como primera escena a
un hombre humeando saliendo desnudo de una pequeña construcción de adobe.
Ni siquiera saludé: “a poco aquí es el baño”, dije sorprendido; “¡Sí Tata! Si no le
da pena encuérese y métase”. “¡En serio! ¿es un baño de vapor?”, “¡Sí Tata! Aquí
le decimos temascal”. “Bueno, déjeme irles a decir a mis amigos a ver si se
animan”. Y me fui a la casa donde nos habían dejado. Les dije y por lo menos
quisieron ir a ver. Mi maestra alemana si se desnudo sin problemas al igual que
yo. Nuestro otro compañero no pudo superar la pena. Para mí fue todo un
acontecimiento el haber convivido desnudo con varias familias indígenas sin
sentir la menor verguenza. Fue mi primer temascal y mi segundo viaje de hongos.

La beca ofrecida por mediación de la Secretaria de Relaciones Exteriores
estaba en marcha. Tuve que ir a la Embajada del país anfitrión y muy
amablemente me dijeron que no me preocupara por el idioma, que lo mejor que
podía hacer era conseguirme una novia nativa. Eso me entusiasmó. Mi papá para
variar dijo: no va a durar. No obstante, a mí me interesaba conocer un país
socialista, para comparar situaciones entre México en la órbita Norteamericana y
aquel país socialista de la órbita soviética.
Hice una fiesta de despedida en casa de mi abuelita con todos mis
amigos cercanos que duró hasta la madrugada. Luego alguien vino por mí y
llegué temprano a casa de mis padres y de ahí hasta mi tío el hermano mayor de
mi papá estuvo presente para despedirme. En fin, me alisté y nos fuimos al
aeropuerto. Era la primera vez que salía del país. Tenía veintidós años.

Después de tres escalas con gran diferencia en el trato a los pasajeros
llegamos a nuestro destino socialista. Finalmente al llegar al país destino fui
conducido hasta donde sería mi hospedaje por los días durante los que me
registraba oficialmente en el país y se me indicaba la ciudad a donde pasaría el
siguiente año estudiando el idioma. Partimos desde la capital del país varios
becarios con el mismo destino a una ciudad de gran tradición cultural a varias
horas en tren de la capital. Al llegar, nuestro recepcionista fue un joven que
amablemente nos condujo a registrarnos y después nos guió hasta el edificio
donde nos albergaríamos definitivamente. Para corresponderle el favor le presté
mis discos de música latina que había comprado especialmente. No los volví a
ver. Con el tiempo me di cuenta de que el tal muchacho era un oportunista ladrón
que vivía a la espera de gente despistada en la estación del ferrocarril y aunque
acabo respetándome después de fracasar conmigo en varios intentos
deshonestos, lo tuve que amenazar con denunciarlo a la policía por quererse
pasar de listo con unos compañeros latinoamericanos; donde quiere se cuecen
habas como dice el refrán.

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Empezamos a tomar clases del idioma en diferentes lugares para evitar la
monotonía pero nuestros maestros fueron alternadamente una mujer y su esposo.
Con el tiempo también aparecería la novia que me habían recomendado
en la embajada en México de este país para aprender rápidamente la lengua.
Continué leyendo a Carlos Castaneda en su segundo libro “Una realidad
aparte” y por mi lado, me sentía ajeno a la realidad cultural que estaba viviendo.
En una ocasión desde las afueras de la ciudad divisé en el horizonte una
montaña redonda y sentí el impulso de llegar allá motivado por lo que decía el
libro que leía respecto a que los lugares circulares son sitios de poder. Lo dejé
para otro momento pues ese día ya era tarde.
Intimé amistosamente con mi maestra de la lengua y alguna vez me invitó
a cenar a su casa. Tenía dos hijos pequeños. Su esposo había salido a la capital.
Me sorprendió que al tratar de abordar el tema político, violentamente y con gran
temor me callara diciéndome que como su marido era miembro del partido
comunista podía haber micrófonos ocultos en el departamento y que le acarrearía
problemas hablar de dichos temas. También es posible que tan solo no quisiera
gastar el tiempo hablando de esas cosas. Después de cenar, ella se preocupó de
llevar a sus hijos a la cama y luego fue a sentarse conmigo a la sala del pequeño
departamento y con una actitud un tanto seductora. No quise meterme en un
conflicto de adulterio y me regresé temprano, antes de que dejaran de pasar los
camiones urbanos.

Un fin de semana, en compañía de un compañero de habitación
centroamericano a quién convencí para ir a un lugar donde según un mapa
existía un hotel para vacacionar, tomamos un camión hacía el lugar. Mientras yo
veía el paisaje él se puso platicar con una muchacha. El autobús llegaba hasta el
lugar de nuestro objetivo y se regresaba. Estaba anocheciendo cuando llegamos
al hotel y pedimos una habitación para pasar la noche. Con asombro nos
preguntaron si teníamos reservación, “pues no” -dijimos-, “vimos el lugar en el
mapa y decidimos venir”, “pues no les podemos dar una habitación si no vienen
ustedes con un grupo que haya avisado antes”, y por más que insistimos y a
pesar que era ya de noche y no haber transporte para regresarnos, nos echaron a
la calle. Decidimos ir a casa de la muchacha con la que había estado platicando
mi compañero que se había bajado como un kilometro antes de donde
estábamos. Afortunadamente se arriesgaron a aceptarnos como huéspedes por
aquella noche pues oficialmente ninguna familia tenía la libertad para recibir
extranjeros en sus casas. Jugamos cartas y luego romy un juego típico de aquel
país y nos dormimos en paz. A la mañana siguiente nos dieron de desayunar y
nos invitaron a pasar el día con ellos para que nos regresáramos después de
comer con la hija de la familia que había sido nuestro vínculo para llegar la noche
anterior. Recuerdo que me subí por la empinada ladera de un monte frente a la
casa donde estábamos y me gritaron, “¡Bájate, porque te puede salir un oso!”, y
les respondí, “¡Eso es lo que quiero!”. Durante la comida que había iniciado con
un delicioso aperitivo de vino de frambuesa hecho en casa y del que no me
quisieron dar otra copa cuando la solicité. El papá de la chica se quejaba de lo
poco que ganaba como chofer... Por la tarde tomamos el camión de regreso.

Me hice novio de una chica que trabajaba en una tienda de productos
alimenticios, una especie de supermercado pequeño. Ahí compraba algunas

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cosas para comer en el cuarto y también llegué a comprar vodka para continuar
tomando alguna bebida fuerte como lo había empezado a hacer en México con mi
compañero de la escuela de cine. En las noches o cuando se podía me daba uno
o varios tragos sin que se dieran cuenta mis compañeros de cuarto. Con
preocupación me acabé varias botellas. Me daba cuenta de que era el único con
esa necesidad alcohólica tan acentuada.

Con mi novia iba a tomar café que era de lo más común entre la
población, al grado de que cuándo escaseaba debido a ser un producto de
importación se formaban unas colas enormes en espera de que llegara la
sustancia. Alguna vez me invitó a casa de unos amigos suyos y quiso que jugara
ajedrez con uno de ellos pero me ganó y no quise seguir por ese lado de intimar
con sus amigos.
En otra ocasión me llevó a una Iglesia que permanecía abierta pero sin
celebración de ningún culto; únicamente como casa de oración. En ese lugar me
dijo que iba a volver a poner su confianza en los hombres para ver si le era
posible recuperarse. Comprendí que había tenido alguna experiencia negativa en
su relación con los hombres y ahora era yo el que podía devolverle la confianza.
Otro día me llevó a un extenso parque donde me advirtió que podríamos
encontrar un lugar para… algo que no entendí completamente. En efecto,
encontrando un lugar para recostarnos, nos frotamos sexualmente con la ropa
puesta hasta que eyaculé. Una policía nos descubrió y regañándonos nos corrió.
Yo sentía como si un perro me estuviera ladrando; ella con una sonrisa de
satisfacción no le dio mucha importancia.
En otra ocasión me invitó a su casa y se metió a bañar. De momento no
entendí el objetivo pero empezó a hablarme desde el baño y como no le oía bien
le abrí la puerta; entre enojada y jugando me obligó a cerrar la puerta. Al darme
cuenta de que existía otra puerta opuesta, fui y la abrí, se rió. Entonces
aproveché para intentar bañarme con ella pero se salió de la tina y empezó a
vestirse. Me bañé lo mejor que pude me sequé y quise seducirla, forcejeamos,
intentando penetrarla eyaculé en su vulva, se molestó conmigo y yo con ella. No
la volví a ver. ¿?

Por fin pude ir a la montaña redonda a la que me hube propuesto llegar.
Había entrado en crisis con todo lo que había aprendido hasta el momento. En el
camino a través del campo abierto quitándome el anillo de oro blanco de
graduación de la preparatoria lo arrojé sin coraje pero con decisión tan lejos como
pude para no poderlo encontrar. Entonces empezaron a suceder cosas que
nunca me habían pasado. Después de caminar otro poco y todavía con el
sentimiento de incertidumbre por lo que acababa de hacer, de pronto, de detrás
de un arbusto salió volando un enorme faisán: me quedé sorprendido. Un poco
más adelante como si yo no existiera una pequeña familia de venados pastaba
tranquilamente entre los árboles del bosque. Hasta intenté asustarlos pero
viéndome continuaron comiendo tranquilamente. Continué el trayecto hasta que
en la base del monte previsto, ya cansado me senté para disponerme a subir el
último tramo. Decidía en mi caminar el renunciar a la beca pues cinco años se me
estaban haciendo demasiado tiempo para estudiar algo que pienso que se puede
estudiar en la práctica y, dadas las condiciones familiares y personales de mi
existencia necesitaba poner en claro lo que en cuanto al Poder del que hablaba

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Don Juan Matus a través de los escritos de Carlos Castaneda se trataba. Ya no
me importaba el cine; regresaría si la vida me lo ponía al frente otra vez… En fin,
se hacía tarde. Antes de subir la última y empinada cuesta empecé a oír un
mugido como de vaca seguido de los ladridos de un perro. Empecé a subir y los
sonidos se hicieron más fuertes. De pronto la idea del mugido se convirtió en
bramido de otro posible animal. Recordé el sonido que emitía un osito de peluche
que tenía cuando era niño. Conforme llegaba a la cima se empezaron a escuchar
unos truenos prolongados y lejanos que no cesaban. Al arribar a la cima alcancé
a ver al perro que continuaba ladrando dando vueltas alrededor de un bulto negro
que al acercarme un poco más me di cuenta de que era un oso. Con el brazo le
dije al perro se fuera y dejó solo al animal que acosaba. Me detuve un instante y
saqué de mi morral un güiro que me acompañaba desde hace tiempo como un
“objeto de poder”. Seguí avanzando hacía la bestia y al percatarse de mi
presencia huyó ladera abajo rompiendo ramas haciendo notar su corpulencia.
Tras un momento, yo también baje de la cima por otro lado llegando a un
pequeño plano a mitad de la cuesta donde me hinqué y tomé plena conciencia de
lo que acababa de sucederme. Semanas antes había dicho a voz en cuello que
quería encontrarme con un oso. Había soñado estar jugando con unos oseznos
en tanto que llegaba la mamá osa y temerosamente se los regresaba. También
mi hermana, antes de salir de México había empezado a decirme…”eres un oso”,
creo que porque cada vez que se hablaba acerca de mí en la casa había una
discusión o algo parecido, “un oso”... Y ahora al cumplir un propósito para
muchos tal vez irrelevante, se cumplía en el marco de la realidad natural; en la
cima de la montaña redonda, este fenómeno que para mí sí fue significativo: era
posible hacer acuerdos conscientes con el universo y recibir respuestas. Así
empecé a creer en Dios otra vez.

El encuentro con el oso fue para mí una señal de aprobación de que
debía renunciar a la beca y regresar a México. Temí también quedar atrapado en
una relación con alguna mujer en aquella nación y quedar apartado de mi querido
país sin siquiera haberlo conocido a profundidad. Mi vida había transcurrido por
las escuelas y por mis desviadas relaciones a través de mi sexualidad
descoyuntada de mi limitada experiencia pequeño-burguesa en la época del sexo
drogas y rock and roll. Pero del México conquistado, del México indígena no
conocía casi nada salvo mi experiencia en el temazcal además de un encuentro
fugaz con un grupo de danzantes devocionales.
Con gran frustración por parte de la buena mujer que me había recibido
en un principio al llegar al país, renuncié a los cinco años de estudios arguyendo
principalmente al estado represivo de su sistema de gobierno. Realmente molesta
aceptó mi renuncia escrita y quedó de avísame la fecha para mi próxima partida.
Estando en la capital participé en un espectáculo conmemorativo de la revolución
mexicana bailando el jarabe tapatío. Por aquellos días el falleció Generalísimo
Francisco Franco.
Regresé a la ciudad en que me hospedaba y me eligieron como director
de un espectáculo de música y bailes latinoamericanas que resultó un éxito a
pesar de que tuve que bajar el telón a media función para reorganizar las
presentaciones que por premura de tiempo hubo que cambiar durante el
transcurso del evento. Hasta recibí invitaciones a otras ciudades para ayudarlos
en muestras artísticas de la misma naturaleza que no se concretaron pues en
breve recibí la notificación de mi partida.
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Recuerdo que había dejado de fumar durante los días de preparación de
espectáculo pero ante mi sentimiento de fracaso por haber tenido que cerrar el
telón, volví a fumar.
Viajé a Ámsterdam y de ahí a Nueva York, donde cambié mi boleto de
vuelo a la ciudad de México por uno a los Ángeles con la idea de visitar el
departamento de antropología de la UCLA para ver si me podía encontrar con
Carlos Castaneda. Por razón de mal tiempo no pudimos aterrizar en nuestro
destino y nos regresamos a Phoenix a pasar la noche. En una tienda compré un
cuarto de tequila y unos cigarros delicados para empezar a aclimatarme y ya con
más confianza me di una vuelta por el hotel. Unas compañeras del vuelo me
compartieron unas fumadas de marihuana que tenía varios meses sin consumir.
Al día siguiente al llegar a Los Ángeles al despedirse de mí me dejaron “la
bacha”, un cigarro de marihuana a medio consumir, y me dirigí a la universidad.
No encontré al antropólogo aprendiz de brujo pero me descargué de unos libros
que llevaba de exceso de equipaje y me fumé “la bacha” que me habían dejado
mis amigas del vuelo. Tuve la luz de encontrarme en el corazón del Imperio, y
también con un rayo de luz se me invitó a abordar a una chica que se encontraba
en los jardines de la escuela, pero no era mi búsqueda. Tomé el autobús y llegué
al centro de la ciudad y compré mi boleto para salir a Tucson por la tarde con la
idea de visitar alguna reservación indígena. Mientras tanto caminando por las
calles para hacer tiempo, me vi circulando en una calle de sex-shops. Me abordó
un joven y me invitó a su casa para darme un baño. Le dije que tenía mi boleto de
salida para las 7 de la tarde y me dijo que me traería en su automóvil. Fui con él y
me bañé, con lo cual me conforté de maravilla y mi anfitrión me invitó una bebida
con vodka que acabó de restablecerme. Agradecí la hospitalidad y le dije que era
hora de irme pero empezó a quererme cobrar el favor con sexo. Me extrañe y le
dije que no parecía homosexual y me dijo que era “both”, o sea, que bateaba de
los dos lados. Traté de entender pero a pesar de cualquier cosa yo tenía el boleto
para viajar que le enseñé y le recordé que me había dicho que me regresaría a la
estación. De mala gana me acompañó a la parada del camión. Llegué a la
estación justo en el momento en que empezaban a preguntar por el pasajero que
faltaba, yo. Todavía les pedí permiso para comprar unos hot dogs pues no había
comido en todo el día.
Fue largo el viaje hasta Tucson. Mi primer compañero de asiento fue un
viejo tejano que no le entendía nada de lo que me decía y en la primera
oportunidad me pasé al lado de una güerita que quedó sola en su asiento.
Platicamos largo rato. No sé por qué le di un nombre falso, Félix Ventura, y ante
la falta de práctica se dio cuenta de la mentira. No obstante, antes de llegar a mi
destino me invitó a su casa en Texas diciéndome que hasta podría tener una
Harley Davison. Le agradecí diciéndole que ya tenía un plan.
En Tucson alquilé un cuarto en un hotel barato y me salí a comer. Me
encontré a un viejo alcohólico que intentó venderme unas camisas para comprar
licor; le di dinero suficiente para comprar una botella y le regresé sus camisas. A
la mañana siguiente tome un trasporte que me dejó en la desviación marcada en
el mapa rumbo a una reservación indígena. Después de caminar un poco de
tiempo me di cuenta de que no tenía suficiente dinero para la aventura que me
había propuesto y regresando lo andado desde la carretera principal, pedí un
aventón rumbo a Nogales para regresar de una vez a México.
Una familia de canadienses me levantó casi de inmediato y en breve
estábamos cruzando la frontera. Los tuve que convencer de que pagaran el dólar
que les pedían los agentes aduanales para evitar que les revisaran la camioneta y
56
pronto estuvimos en territorio nacional. Esa ha sido mi única experiencia vivencial
en el vecino país del norte.
Nunca olvidaré el contraste del paisaje y del ambiente entre un lado y otro
de la frontera. Era como haber pasado de una época a otra; de lo civilizado a lo
desértico. En fin, después de un viaje sin contratiempos llegamos a Hermosillo
donde me dejaron. Volví a pagar un cuarto de hotel y decidí ir a buscar a don
Juan Matus por alguna comunidad cercana a ciudad Obregón. Al día siguiente,
después de conocer a la familia más pobre que hubiera conocido hasta el
momento con la que entre en contacto a bordo de una carretera menor en medio
del matorral del desierto de Sonora, les pedí un vaso de agua a unos niños
empolvados y semidesnudos y me ofrecieron un vaso de agua con tierra que me
bebí agradecido de buena voluntad y me regresé nuevamente a la ciudad tras
desistir en mi búsqueda de Don Juan.
Me metí a una biblioteca para revisar qué grupo indígena además de los
tarahumaras acostumbraba consumir peyote: los huicholes en Nayarit fueron los
elegidos. Me dirigí entonces hacía la ciudad de Tepic donde tomé una avioneta
que me llevó a la comunidad huichola de “Tatei Kie”, que significa, “el lugar de
nuestros abuelos”. Era día de Noche Buena de 1975.

Después del vuelo de poco más de media hora desde la capital del
estado a través de la Sierra Madre Occidental donde no vi más que montañas
cubiertas de bosque, me sentí muy lejos de todo lo que había conocido. Conseguí
con dificultad un espacio donde dejar mi equipaje y quedarme a dormir. Una
pareja de franceses compartía el alojamiento que era en realidad la rustica oficina
de las autoridades civiles del lugar.
Ya instalado me salí a dar una vuelta por ahí y me acerque a un grupo de
nativos que estaban junto a la “oficina de aviación” donde había una radio y
donde también se vendían los boletos para la avioneta. Tras indagar sobre el
peyote, un joven huichol con lentes oscuros me vendió veinte cabezas del vegetal
y difícilmente me comí un poco. Por la noche un viejo nativo alumbrándose con
un leño encendido nos invitó a una ceremonia de canto que él mismo realizó en
compañía de otro huichol poco más joven. No tenía ni idea de lo que estaba
sucediendo. Después de un rato, cansado de tanto viajar, me fui a dormir no sin
sentir cierta resistencia por parte de los que protagonizaban la ceremonia. Al día
siguiente, Navidad, al ver la soledad en que se encontraba la comunidad
totalmente ajena a la tradición y costumbres de la sociedad de consumo, decidí
regresarme a la “civilización”, compré mi pasaje para la avioneta para el día
siguiente y sin el menor empacho me puse a ensartar las cabezas de peyote en
un hilo para que así se secaran y se conservaran formando un collar.
Al llegar nuevamente al aeropuerto de la capital del estado, la policía con
el pretexto de buscar armas pidió revisar el equipaje de los pasajeros que
llegábamos. Me encontraron las plantas y me detuvieron. Seguramente el Huichol
que me vendió el boleto de la avioneta aviso por radio de mi carga, pues según
me dijeron luego los agentes, me esperaban a mí por “órdenes superiores”.

Estuve unos pocos días detenido en los separos de la policía judicial.
Como era chilango, venía de Europa y era tiempo de paz según me dijo el
comandante que me tomó la declaración, dándome unas cachetaditas cariñosas,
me repetía: “…tienes suerte güerito, tienes suerte…estamos en tiempos de paz,

57
si no…” Yo había decidido no hablarle a mi familia y acepté mi arresto y reclusión
como un designio del Poder con lo cual desubiqué a todos los que quisieron
preocuparse por mi detención. La providencia se manifestó aunque yo todavía no
le llamara así pues mientras estuve en los separos de la policía judicial no me
hicieron falta ni la comida ni la bebida ni cigarros para fumar.
Me trasladaron al penal y pasé otros días en un espacio de presos
especiales que estaba antes de entrar en el reclusorio propiamente dicho que
constaba con dos edificios de dos pisos con cuatro crujías cada uno.
El día que me pasaron para adentro los internos por costumbre
empezaron a emitir una especie de grito; uuhh, uuhh, uuhh, que iba en aumento
hasta que todos se unían a la recepción de un nuevo interno. Me sentí como
cucaracha. Llegó un pequeño grupo de jóvenes como comité de bienvenida, que
me dieron ánimo preguntándome por qué había llegado. Cuando se enteraron se
extrañaron pues no tenían noticia de otro peyotero y me pusieron “el peyotes”. Me
preguntaron si fumaba “mota”, marihuana, y al decirles que sí me llevaron a una
celda y fumamos a nuestra capacidad. Luego me junté con un grupo que habló
con el director del penal con respecto a no recuerdo que situación pero me
aclimaté en esa misma tarde. Tiempo después me presentaron a un joven
americano que sería mi protector y mejor amigo mientras estuvo en la institución.
Me asignaron mi celda y mi litera y con el poco dinero que todavía tenía
pagué la fagina, es decir, la obligación de hacer la limpieza general del presidio.
La limpieza de la celda nos la turnábamos entre los cuatro reos que la
habitábamos las dos veces al día que debía realizarse. Todo esto para mí era una
novedad disciplinaria positiva pues yo jamás había tomado una escoba y un
trapeador como trabajo dentro de mis obligaciones cotidianas. También lavar mi
ropa, bañarme con agua fría, preparar mi comida y zurcir mis botones o roturas
de la ropa que usaba fueron hábitos que tuve que adquirir de buena voluntad.
Lo que vino a marcar un verdadero cambió cultural fue la lectura de un
ejemplar del Nuevo Testamento que me encontré bajo la colchoneta de la litera
que me asignaron desde el primer día. Lo tomé también como otro designio del
Poder y dije: “Ok lo voy a leer. Pero lo voy a leer como cualquier otro libro; no
creas que me voy a persignar ni nada por el estilo…; es más, lo voy a empezar a
leer por el final”. Y empecé a leer el Apocalipsis de San Juan.
Me alarmó el hecho de que estaba anunciado que todo eso sucedería
pronto y entendí que si para Dios mil años son como un día y un día como mil
años y la venida de llegada de la Nueva Jerusalén sería la conclusión del reinado
de mil años del Cordero de Dios en compañía de sus elegidos, entonces al estar
casi al punto de cumplirse los dos mil años del nacimiento del Mesías y unos
pocos más, treinta y tres, según dicen los que llevan las cuentas, de su
ignominiosa muerte y gloriosa resurrección y ascensión al cielo, entonces
debemos estar atentos, con mente abierta y ánimo despierto para aprender a
cumplir día a día la voluntad del Padre, en el amor del Hijo y por la Gracia y el
Poder del Espíritu Santo, la realización de nuestras vidas en el designio divino en
la fraternidad de los creyentes, buscando la justicia del Reino de los cielos en la
conciencia de que los seres humanos que somos capaces de perfeccionarnos en
nuestra relación con Dios a través de la relación mutua como hijos de un mismo
Padre creador en relación responsable con el resto de la creación natural
planetaria.
Mas o menos esa fue mi conversión primera y a partir de ahí seguí
leyendo los cuatro evangelios dándome cuenta de todas las sabias cosas que me
habían dicho sin mencionar la fuente y que ahora me daba cuenta cabal
58
procedían de la palabra salvadora de Jesús de Nazaret y en general de las
Sagradas Escrituras Judeo-Cristianas.
Me seguí con los Hechos de los Apóstoles y con las epístolas de San
Pablo y demás cartas, pero al llegar a la epístola a los Hebreos tuve que
proponerme leer toda la Biblia aunque fuera a vuelo de pájaro, para entender
plenamente el Plan de Dios.
Un día dije: “…bueno si resucitaste y estás vivo entonces puedo hablar
contigo y me respondió afirmativamente. Así conocí a Jesús vivo como a un ser
con el cual puedo comunicarme mental y directamente como con un amigo: el
mejor.

Continué leyendo los libros de Carlos Castaneda con “Tales of Power” en
inglés con ayuda de un diccionario, y hasta le escribí una carta a Castaneda
contándole mi destino después de mi visita a la universidad de Los Ángeles. Creo
que alguna vez llegó a visitarme al penal pero no se animó a entrar.
También tuve oportunidad de leer como ya dije en la introducción a este
escrito autores como P.D.Ouspensky, “El cuarto camino”, donde aborda el tema
del inicio de un verdadero desarrollo de la conciencia del ser humano y numera
los estados de conciencia del 1 al 7…de manera muy interesante, o de la “Teoría
de la Influencia Celestial” de Rodney Collins, ambos de la escuela fundada por
Gurdgieff, autor de “Encuentros con hombres notables”, todos en inglés y
manejando un lenguaje particular con respecto al entendimiento de la vida en el
universo, y todos, también, dándole a Jesús de Nazaret su justo lugar dentro de
sus cosmogonías.

Los domingos procuraba ir a misa y asistía también a las predicaciones
de los hermanos evangelistas; en mi afán de dejar de fumar, hasta me bauticé
nuevamente en la fe evangelista para ver si eso me ayudaba a alejarme del
cigarro pero no me funcionó. Solo durante un ayuno de cinco días en los que solo
tomé agua y comí jícama como fibra para limpiar los intestinos pude dejar el
cigarro, pero al volver a comer volví a fumar hasta más compulsivamente debido
a la auto decepción que experimenté al comer exageradamente al terminar el
supuesto ayuno. De cualquier forma la experiencia me permitió un atisbo de lo
que un ayuno puede ofrecer al que lo realiza; como se dice en inglés, “fast”,
rápido, es la forma de llamar a las propias capacidades mentales y espirituales
para someter al cuerpo físico que fácilmente cae preso de dependencias nocivas,
para reubicarlo en la disciplina saludable.
Recuerdo que llegué a sentir la presencia de los siete chakras como
latidos o pulsos en los lugares de mi cuerpo que señalaban las ilustraciones de
los libros que acababa de leer.

Como delincuente federal por posesión de plantas psicotrópicas tipificado
como delito contra la salud, recibía dinero como cuota para alimentación con lo
que contribuía a comprar víveres con mi amigo americano. Él había aprendido a
hacer trabajos artesanales con estambre de colores sobre triplay con cera de
Campeche, como los huicholes; hacía generalmente calendarios aztecas que se
los pagaban bien. Él me enseño a hacer donas y tamales para venderlos por las
tardes entre los reclusos. También jugábamos ajedrez, cartas, dominó,
básquetbol y volibol. Durante los siete meses que permanecí interno, tuve por
59
primera vez en mis 22-23 años de vida el primer retiro forzoso de mi estancia en
el mundo.
La única visita que recibí fue de mi papá quién llegó indignado por que lo
habían desnudado para permitirle pasar a la visita. Me preguntó: “¿Como estas?,
“Bien”, le dije, “¡Pero como vas a estar bien…!”, “¿…y por qué no…?”. Le platiqué
todo lo que hacía que no tenía costumbre como lavar mi ropa, además de hacer
donas y tamales para vender con lo cual me compré tela y me mandé a hacer
ropa. Los libros que leí en inglés además de practicarlo con unos americanos que
no hablaban español, etcétera. El caso es que a mí me estaba sirviendo estar
encerrado. No se fue muy convencido. Yo me quedé en espera de que me
dictaran sentencia y así poder pagar una fianza y salir libre.
El día en que salí libe mi abogada de oficio me llevó con el juez quién me
dio dinero que había recibido de mis padres para que me comprara ropa y pagara
mi pasaje de autobús de regreso a la Ciudad de México. Me pidió que lo
recomendara con mi tío(¿?) y que no se me ocurriera regresar a Tepic por ningún
motivo.
Resultó que tenía un tío en un importante puesto del poder judicial de la
Federación. Si hubiera hablado por teléfono cuando me arrestaron me habrían
sacado de inmediato, casi sin problemas. De cualquier manera no me arrepiento
del tiempo y de las experiencias vividas en el CE.RE.SO. aunque no solucionó mi
situación familiar me abrió la mente a la revelación cristiana.

FIN DE LA PRIMERA PARTE

60
CONCLUSIONES A LA PRIMERA PARTE
El experimento de mis padres para conmigo con respecto a mi educación
no había dado el resultado que ellos esperaban. Al no haberme dado una moral
específicamente clara, a pesar de haberse casado por la religión Católica, ellos
no estaban ubicados con respecto a la moralidad que implica ser Católico y me
dejaron en libertad para ver por dónde encontraba yo solo el camino de mi
existencia dentro del mundo en el que nací. Pensaban que con su solo ejemplo
de matrimonio unido, fiel y trabajador, yo debería honrarlos y ser lo que ellos
esperaban que fuese, un profesionista, un médico, en primera instancia, que se
recibiera, trabajara y ganara dinero, que me casara y tuviera hijos y nietos,
etcétera, pero el destino me tenía preparado otro camino y de entrada, con la
educación recibida en la familia, en las escuelas, a través de los medios de
comunicación masiva y en la calle, simple y sencillamente, me perdí.
Habiendo cumplido la mayoría de edad, los resultados nocivos del uso de
mi libertad de los que no podía librarme muy a mi pesar debido a mi ignorancia
del camino auténticamente religioso, es decir, el camino para religarme con Dios
y mis hermanos, hombres y mujeres, en el Reino Celestial aquí en la Tierra, de
una manera amorosa, por medio de la expiación de mis pecados, haciendo
penitencia, a través de seguir los consejos evangélicos, tal y como los he leído en
el Nuevo Testamento.
Esto marco mi inicio en los misterios cristianos de la redención para
intentar mediante alguna iglesia o escuela iniciática, en este momento de mi
historia todavía sin definir, alcanzar la iluminación, según el budismo; la conquista
de la felicidad según el ideal del mundo contemporáneo; o el perdón de mis
pecados y la santidad según la Iglesia Católica mereciendo el Don de la Gracia
por el camino sacramental del bautismo; la confirmación; el arrepentimiento y la
confesión de mis pecados y la penitencia necesaria; y principalmente, por la
comunión diaria de ir convirtiendo mi alma y mi cuerpo, en el Cuerpo y Sangre de
Cristo para cumplir la voluntad de Dios en mi vida cotidiana y así alcanzar la Vida
Eterna que es la promesa evangélica.
Como civilización educada según el contexto cultural tradicionalmente
católico en el que Jesucristo murió por nuestros pecados, todos nos tenemos que
morir algún día, según la mayoría de los fieles católicos, pero las escrituras no
dicen eso. En mi experiencia de leer el Nuevo Testamento de principio a fin,
entendí y creí que Jesús no murió en la cruz sino que después de haber sido
azotado, crucificado y traspasado con una lanza, después de un fuerte grito,
expiró, o entró en coma y fue depositado en un sepulcro nuevo, excavado en la
piedra donde descansó poco más de un día y medio y resucitó, apareciéndose a
María Magdalena antes que a los demás apóstoles y después, ese mismo día,
caminó con dos de ellos que iban a la aldea de Emaús y hablo ampliamente con
ellos; bendijo y partió el pan para ellos y en cuanto fue reconocido, desapareció
de su vista y ellos regresaron a Jerusalén a decirle a los apóstoles lo que habían
vivido. Luego, estando solo diez de los apóstoles reunidos dentro de un recinto
que tenía las puertas cerradas se les presentó en medio para que lo vieran y lo
tocaran.
Como Tomás, el apóstol que estaba ausente, dijo que él no creería a
menos que metiera su mano en la llaga del costado, a la semana siguiente, volvió
a aparecer en medio de los once, estando las puertas cerradas, y permitiendo a
61
Tomás que tocara sus llagas, lo reprendió. O sea que el cuerpo glorioso de
Jesucristo resucitado podía transportarse a voluntad a distancia, desmaterializase
y materializarse incluso dentro de un recinto cerrado; ser tocado, poder comer,
hablar y continuar enseñando, son algunos de los aspectos de la nueva realidad
de su cuerpo glorificado.
Ahora sé también, después de haber leído el libro de Mormón, que
también se apareció a sus fieles que por revelación creían en Él y lo esperaban
en este continente que el día de hoy llamamos América.
Desde que encontré a Jesús a través de la lectura del Nuevo Testamento
y haber creído en su resurrección y haberme empezado a comunicar
mentalmente con Él, ha sido y sigue siendo para mí la necesidad de continuar
estudiando lo que ni siquiera mis padres pudieron haberme dado, puesto que no
son verdaderos creyentes: el significado de la vida diaria y la verdad a la que
debemos aspirar como auténticos bautizados en la iglesia de Jesucristo,
paradójicamente, propuesta por ellos mismos, pues me bautizaron de recién
nacido, y de la cual ignoraban sus postulados verdaderos: a fin de cuentas la Vida
Eterna pero con un cuerpo físico como sucedió con Jesús.
En este último momento de mi historia, durante mi estancia en la cárcel,
la entrada de Jesucristo a mi vida marco un parte-aguas al igual que lo hizo su
vida, su muerte y su resurrección con la historia del planeta. Mi vida se volvió
cristocéntrica al igual que mi visión sobre las cosas del mundo. No obstante, no
pude dejar de fumar ni de beber alcohol compulsivamente, ni de masturbarme, ni
de tener relaciones sexuales cuando se presentaba la oportunidad; necesitarían
pasar muchos años todavía para encontrar un lugar donde empezar a cambiar en
este sentido. De cualquier manera me condenaba la escritura de Mateo 15,10-11;
15-19:
Con eso, llamó a sí a la muchedumbre y les dijo:
“Escuchen y capten el sentido:
No lo que entra por la boca contamina al hombre;
pero lo que procede de la boca, eso es lo que contamina al hombre”.
15 En forma de respuesta, Pedro le dijo: “Acláranos la ilustración”.

16 A lo cual él dijo:

“¿También ustedes están aún sin entendimiento? 17


¿No se dan cuenta de
que todo lo que entra en la boca va pasando de allí a los intestinos,
y se expele en la cloaca?
18 Sin embargo, las cosas que proceden de la boca salen del corazón,

y esas cosas contaminan al hombre.


19 Por ejemplo, del corazón salen razonamientos inicuos, asesinatos,

adulterios, fornicaciones, hurtos, testimonios falsos, blasfemias.

No creo que el vino y los licores fuertes sean malos en sí mismos, ni el


tabaco ni las drogas de cualquier tipo, sino que es la educación, la formación
moral recibida en la familia, en la escuela, en la sociedad y en el estado, la que se
manifiesta en actitudes equivocadas en la relación con otras personas, lo que
genera tensiones psicológicas o mentales y espirituales, que me llevaron a la
ingesta de la sustancias espirituosas para ayudar a solventar el sufrimiento
consecuente del desvarío de mis actitudes: malos pensamientos, malas palabras,
malas obras, espiritualmente desubicadas, que dejaron en mí un vacío existencial
y una confusión del alma.

62
Sufre el individuo y obviamente sufre también la familia; los padres que se
dan cuenta de su fracaso educativo y los hijos que no entienden el porqué de las
acciones y situaciones que les ha tocado vivir en carne propia.

¿Dónde pues puede estar la solución?

Creo que es buen momento para hablar de la pendejada. Un pendejo


según el diccionario es un vello púbico y se le llama así porque pende del pubis.
El adjetivo de pendejo o pendeja se le da a la persona cuya mente e intereses en
la vida están insertados en el pubis, es decir, que el instinto sexual y su
satisfacción es su principal móvil en la vida y las pendejadas son las acciones que
se realizan para obtener dicho satisfactor o sea el sexo por el mismo sexo sin otra
aspiración más que el placer de consumar el acto sexual, de eyacular o de tener
un orgasmo, siendo que es la reproducción el fin primero y último de la
sexualidad: “creced y multiplicaos”.
Entonces el problema de la época en que vivimos es que se le ha dado
rienda suelta a la sexualidad primeramente, y también al consumo de sustancias
paliativas de la culpa natural que conlleva dicho descoyuntamiento del instinto
sexual que en sano juicio lo hace sentir a uno culpable o responsable del
descoyuntamiento o la inmoralidad de uno mismo y la otra persona, la pareja
sexual, con quién o forma una familia o simplemente después de algunas
experiencias sexuales juntos se separan y cada quien por su lado; a ver que les
depara la vida. Más confusión.
El “arte”, principalmente la música que es lo más popular, las canciones
de la radio que mucha gente escucha y cuyas letras invitan a una
experimentación de lo “amoroso” que en realidad es sexual. Podría decir que
como cultura estamos perdidos por estar instalados en la pendejada o por decirlo
de una manera “decente”, en la fornicación, lo que ha traído como consecuencia
las concepciones no planeadas y la “necesidad” hasta de legalizar el aborto, para
que el embarazo no deseado no venga a afectar la vida económica de las
familias. Terrible realidad del “Estado de Derecho” que ha buscado en el laicismo,
apartándose de los lineamientos ancestrales de la moral tradicional, católica,
cristiana y hasta prehispánica, que concluye, entre otras cosas, en la muerte de
individuos en vías de gestación o en la generación de vidas truncadas por la
misma ingesta de sustancias como el alcohol y las drogas producto de la
desubicación existencial de los individuos.
Así pues, continué mi vida apreciando la lejanía de la realidad social de la
invitación evangélica en un país y en un mundo donde la corrupción está a la
orden del día. El alcohol se fue metiendo progresivamente en mi vida desde el
ejemplo familiar hasta los anuncios televisivos y su presencia también en las
películas cinematográficas y programas de televisión que para aliviar mis
inquietudes no resueltas o emociones encontradas me orillaron a consumir tanto
las bebidas alcohólicas como el tabaco, que siempre estaba presente, finalmente
la marihuana. Sin embargo mi vida cambió. Aun bebiendo y fumando me empecé
a sentir un discípulo de Jesucristo, el último de todos, pero al fin discípulo, y la
revelación se hizo presente en mi vida cotidiana.
Mi trabajo apostólico se ha ido conformando muy poco a poco con la
búsqueda de una alimentación adecuada y de una sana actitud sexual.
Romanos 8, 22-23:

Vemos que la creación entera gime y sufre dolores de parto.


63
Y también nosotros aunque ya tengamos el Espíritu
como un anticipo de lo que hemos de recibir,
gemimos en nuestro interior
mientras esperamos nuestros derechos de hijos,
y la redención de nuestros cuerpos.

A esto de la redención de nuestros cuerpos como esperanza final del plan


de Dios es a lo que este escrito se perfila.

64
SEGUNDA PARTE

Después de Cristo

Discípulo y misionero

65
CUARTO SEPTENARIO
“La semilla de Dios”
De los veintidós a los veintiocho años.
(continuación)

De la cárcel, llegué a la ciudad de México directamente a “mi casa”, en


realidad la casa de mis padres, y en particular, si a esas vamos, la casa de mi
madre pues oficialmente las escrituras fueron puestas a su nombre por acuerdo
de ambos, para ahorrar trámites a la hora de la muerte de mi padre pues se
supone que siempre el hombre morirá primero, y lo que les dije en la mesa del
ante-comedor, donde siempre se llevaron a cabo las principales discusiones
familiares: había decidido que iba a dedicar mi vida a predicar el evangelio…;
“¡PERO, NO EN ESTA CASA!”, fue el gritó de mi padre fuera de si, volteando a
todos lados como para buscar a donde iba a correrme esta vez.
Me fui a vivir a un departamento que habían rentado en la esquina de la
casa de mi madre, para mi abuelita materna, quién desde antes de partir a
Europa se estaba muriendo lentamente a causa de un sangrado constante
provocado por cáncer cérvico-uterino.
Al poco tiempo de haber regresado de prisión, una noche en que nos
quedamos solos mi madre y yo mientras su hermano cuate y su hermana mayor
se habían ido a comprar otra botella de licor y cigarros para no quedarse sin
provisión, mi querida abuelita falleció. Fue la segunda persona que vi morir.
Durante la misa en la funeraria yo sentía su alma volando por encima de
los presentes.
Estaba contento conmigo mismo pues no había vuelto a beber desde que
había salido del penal. Recuerdo que la noche que murió mi abuelita mi tío que ya
conocía mi afición por beber, puso una leve marca en la etiqueta de la botella que
ya tenía a medio consumir y la descubrí pues cuando salían del departamento me
mandó su sentimiento de desconfianza. Mi madre no bebía a menos que hubiera
una reunión de importancia social pero mis tíos si heredaron el estigma de mi
difunto abuelo y de paso me lo contagiaron a mí, o ¿sería el padrinazgo de
bautismo que recibí por la Gracia de Dios por parte de mi abuelo materno que ya
era alcohólico?: creo que ambas cosas influyeron, al igual que la costumbre de
los españoles de beber todos los días aunque sea una cerveza como lo hacía mi
padre a la hora de la comida. Por esto digo que soy alcohólico por la Gracia de
Dios.
Como trabajo y como terapia ocupacional había empezado a realizar, al
estilo huichol, como aprendí de ver como se hacía en la prisión, cuadros de triplay
untado con cera de Campeche y estambre de colores simulando imágenes que
se me ocurrieron o que copié de algún libro y que luego vendí para poder
regresar a la sierra huichola. Me había quedado con la espina de no haber
comido peyote en compañía de estos indígenas tan especiales entre todas las
etnias de México, sobre todo después de haber pasado siete meses en prisión
con ese apodo de “el peyotes”.
Así tras breve tiempo en la ciudad de México en el que visité a mis
últimos compañeros en la escuela de cine y a mis primos con quienes siempre
había tenido contacto fraternal, regresé a la misma población donde había

66
comprado el peyote que me llevara a prisión y conseguí trabajo en una que le
llamaban “posta zootécnica”.
Había un ingeniero agropecuario que difícilmente me había dado trabajo
para ayudar a un joven huichol a cavar una fosa séptica. Como al final de la
semana no nos pagó y había partido en la avioneta para traer dinero y
provisiones para la siguiente semana, nos quedamos sin dinero y sin comida.
Dando la vuelta al lugar donde nos hospedábamos descubrí la bodega de
alimentos y vi por la ventana un cartón de huevos que todavía tenía algunos.
También descubrí que la ventana se podría abrir fácilmente y se me hizo fácil
entrar y tomar los huevos y aceite y demás alimentos que aún servían para
cocinar y preparé unos huevos para todos. Me advirtieron que lo que hacía no
estaba bien pero les dije que yo tenía mucha hambre y que ya había trabajado
por el alimento que me estaba comiendo y si no querían comer pues asunto de
ellos yo me hacía responsable de lo que dijera el ingeniero.
Efectivamente, cuando llegó me regañó y después de pagarme de mala
gana, me despidió. Afortunadamente había conocido a una enfermera de
Guadalajara que tenía ya varios años trabajando en la comunidad por parte de la
Secretaría de Salubridad y después que le platiqué mi situación me invitó a la
parte de atrás de su cabaña para que me quedara a dormir mientras decidía que
iba a ser de mí vida.
Empecé a ayudarle en la limpieza de los alrededores de la casa que
estaban llenos de pañales desechables que las vacas habían sacado de un hoyo
cavado por un indígena que al no haber quedado bien tapado fue descubierto por
los animales y su contenido esparcido por el terreno cercano a la casa. Eran los
pañales de Estrella de la Mañana, el hijo de nueve meses de edad que esta mujer
tenía y era todo un acontecimiento para ella y para la comunidad indígena, ya que
a través de su trabajo como enfermera y de su especial manera de ser había
logrado una auténtica integración cultural con la comunidad aborigen.
Día a día fuimos conociéndonos mejor. Una tarde la descubrí apagando
un cigarro de marihuana y entre risas nos confesamos nuestro hábito en su
consumo. También alguna noche mientras continuábamos nuestra plática que
iniciábamos desde el atardecer cuando ella terminaba de trabajar, me invitó una
copita de tequila. Desde que hube entrado a la cárcel no consumía ninguna
bebida alcohólica. No le dije nada pero de inmediato, ahora me doy cuenta, se me
despertó la compulsión física por seguir bebiendo y le pedí otra copa. Ya tarde
me despedí con ganas de otra copa y me tuve que calmar, como de costumbre,
con cigarros de tabaco para conciliar el sueño.
A los pocos días era ya tanta nuestra vida en común que me invitó a
pasar la noche con ella. No recuerdo bien si esa o la siguiente noche me oriné en
la cama. Como era enfermera no lo tomó tan mal, más bien se rió cuando le
platiqué que fue un mal hábito tenido durante la infancia. En fin, empezamos a
vivir como pareja pero obviamente la comunidad no lo tomó tan como si nada ya
que conocían al padre del niño que era fotógrafo y reportero de una conocida
revista internacional y había tomado fotografías y hecho un reportaje fílmico de la
comunidad y lo apreciaban mucho. Obviamente yo le pregunté que como
pensaba afrontar la situación, a lo que me dijo que ella ya le había advertido al
papá del niño que se iba a conseguir a alguien, pues él tenía también otra familia
en Estados Unidos y ella conocía a su esposa, por lo tanto, también tenía
derecho a presentarme con él.
Ella continuaba con su trabajo diario como enfermera y como madre,
mientras yo seguía conociendo las costumbres de la comunidad y los lugares
67
cercanos como la misión franciscana de Santa Clara que estaba como a diez
kilómetros de distancia de Tatei Kie dónde se podían comprar algunas
mercancías como leche condensada o evaporada, latas de sardinas, galletas
saladas, cigarros y alcohol de 96º que llegué a ver que los aborígenes consumían
mezclado con te de canela con azúcar y que compré para satisfacer mi necesidad
alcohólica y no acabarme a hurtadillas la botella de tequila de mi anfitriona.
Había un matrimonio huichol que le ayudaba a Autsiwa, el nombre que le
habían dado a mi eventual pareja y me había hecho amigo del varón. Me había
invitado a conocer los alrededores de la comunidad. Una tarde me invitó a
acompañarlo una fiesta en la noche en casa de un matrimonio de la comunidad.
Agradecí la invitación y me preparé para ir. Casi al atardecer caminamos poco
más de media hora hasta la choza de la cita. La reunión, luego me enteraría,
tenía como finalidad el agradecer a Dios por los dones recibidos mediante el ritual
de canto de un “maracame” o sacerdote y su ayudante, y dos músicos que
tocaban el violín y la vihuela que ellos mismos habían construido. La ceremonia
con una sola pausa para comer brevemente se desarrollo durante toda la noche
entre la música, el canto y el baile de los asistentes. En cierto momento yo
definitivamente cansado busqué un lugar para dormir pero no me lo permitieron;
hasta me regalaron una cabeza de jícuri (peyote) de la que me comí la mitad y
poco a poco desapareció el cansancio y me reintegré al baile con el contento de
los demás al verme cumpliendo su costumbre. Por la mañana, las mujeres se
pusieron a preparar la comida y los hombres incluyendo los niños capaces de un
pequeño trabajo nos fuimos a una corta distancia de la casa donde el dueño tenía
un terreno sembrado con maíz, su coamil. Se nos asignó un surco de ida y otro
de venida para limpiarlo de toda hierba ajena al precioso cereal y el cuestión de
dos o tres pasadas, multiplicadas por todos los asistentes, el trabajo que uno solo
hubiera tardado uno o dos días de agotadora labor, quedó terminada en poco
más de una hora incluyendo la ofrenda de acción de gracias al cielo y a la tierra
que consistía en la oración al cielo y el alimento a la Madre Tierra que el
“maracame” realizaba enterrando en cada uno de los puntos cardinales, los
cuatro vientos, una pequeña gordita de maíz. De regreso a la casa cada uno de
los trabajdores recogimos un poco de leña para alimentar a tatei wari, el abuelo
fuego, cerrando así el círculo entre el hogar y la siembra, entre los hombres y las
mujeres, entre el cielo y la tierra. Estaba maravillado de la sencilla plenitud de la
vida de estas especiales personas indígenas.
Después de comer y de recibir hasta unos deliciosos tamalitos para el
camino de regreso, muy agradecidos nos retiramos por donde habíamos llegado.
Al llegar a la casa de Autsiwa le conté brevemente lo que había pasado y
al enterarse de que había comido un poco de jícuri decidió aumentar la dosis y
sacando unos cuantos pedazos secos del vegetal los tostó un poco, los molió y
mezclando el polvo con agua me lo dio a beber en una jícara; “…pero váyase por
ahí por qué yo estoy trabajando…”, …y así le hice.
Caminé rumbo a la barranca y antes de llegar encontré un claro circular
entre los matorrales y me senté en el centro cruzando las piernas sobre un punto
de tierra blanca sobre el cual no crecía ninguna hierba. Cerré los ojos durante
unos momentos y me sentí, o mejor dicho, me vi y también me sentí como una
estatua de buda; con una imperturbable paz y armónica alegría emanando desde
dentro de mí ser. Algo me impulsó a levantarme y me acerqué al borde de la
barranca y me volví a sentar, esta vez sobre una gran piedra a cuyos costados
crecían hermosos matorrales con flores color violeta. Después de un momento de
verlas sin mirar pude apreciar su vida y luminosidad de lo cual no me sorprendí
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sino fue como haber regresado a donde había estado siempre: en la Tierra del
Señor de la Vida. Di gracias en silencio por haber vuelto de mi sueño a la
verdadera vida y el sol abrió las nubes que lo habían mantenido oculto durante
toda la mañana.
Al ponerme de pié sobre la roca algo le pasó a mi visión; fue como si se
hubieran entrecruzado unas líneas entre lo mío propio, mi ser, y el mundo
exterior, formándose un signo que se repetía como en un panal y que sustentaba
todo lo que existe, y sobre abundaba por todo lo que veía: por el camino que
pisaba, en la corteza de los árboles, en las nubes del cielo, en las enormes
rocas…, yo mismo era una de esas celdas del panal y desde mí, me relacionaba
con autoridad sobre todas las demás celdas de la creación. Recordé el principio
del evangelio de San Juan que apenas había leído:

“En el principio era El Verbo, y El Verbo estaba con Dios,


y El Verbo era Dios.
Este Verbo estaba en el principio con Dios.
Y todas las cosas vinieron a existir por medio de él,
y sin él ni siquiera una cosa vino a existir.”

Lo que estaba viendo era el Verbo. Extasiado con esta comprensión del
universo a mi alrededor me bajé por la cañada lentamente y sin prisa hasta un
pequeño y cristalino arroyo donde me quité la ropa y me bañe. Recuerdo que
antes de desnudarme probé el agua con el cuenco de mi mano, y ¡oh sorpresa!
¡estaba dulce!
Al salir del bautizo del agua vi a un ave luminosa, tal vez por el efecto de
los rayos del sol que me deslumbraron, que se acercó volando por el lugar en
donde estaba. Me vestí y distinguí a lo lejos un animal con cuernos. De momento
pensé que era un venado, así que me tuve que acercar para saber que era en
realidad. Se trataba de unas cabras. Me acerqué hasta tocarlas y descubrí cerca
de ahí la siembra agusanada de un pobre huichol que vivía con su mujer y sus
hijitos cerca también de donde estaban las cabras. El sitio era conocido como
“Agua Puerca” y ahí se concentraban las fuerzas laborales de la Secretaría de
Comunicaciones y Obras Públicas, quienes se encargaban de los trabajos de la
carretera que une “Tatei Kie” con el estado de Zacatecas desde donde se puede
entrar por tierra. Le pedí agua para beber al jefe del hogar y estuve un rato
jugando con un perrito que salió a lamerme los pies y compadeciéndome en
silencio de la pobreza y desventurada situación de mi hermano indígena me bebí
el vital líquido. Su actitud para conmigo fue amistosa y hospitalaria, hasta
amorosa. Pedí al Padre Eterno por ellos y continuando mi camino me llamó la
misión franciscana de Santa Clara que ya he mencionado pero al dirigirme hacia
allá sentí la presencia del “mal” en aquel lugar. Me detuve sobre una roca al lado
del camino en un punto dominante de la ruta hacia la misión, y con autoridad
dije… ¡Largo de aquí! ¡Fuera! Al poco tiempo empecé a oír unos gritos que
vociferaban blasfemias contra alguien y que provenían de la dirección hacia
donde me dirigía. A lo lejos se distinguió por fin un hombre musculoso con
sombrero tejano, pantalón de mezclilla y camiseta blanca que era quién insultaba
al viento como para sacar un fuerte disgusto, levantando el puño como “mentando
madres”. Lo vi pasar desde mi lugar sin intentar ocultarme. Me recordó al jefe de
los trabajos del campamento de la SCOP a quién había conocido la primera vez
que fui a comprar mercancías a la tienda de la misión.

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Sentí que el mal se había ido y empecé a bajar con el mismo paso
tranquilo, placido y seguro con el que había marchado todo el día. Continuaba
viendo el signo de la presencia del Reino de los Cielos. Cuando me di cuenta, a
punto de llegar a los edificios de la misión, atrás de mi me seguía un buen
número de cabezas de ganado vacuno pertenecientes a los religiosos de la
misión franciscana, y en lugar de meterme a los edificios me metí a un gran corral
circular de piedra que tenía una gran piedra en forma de pirámide invertida que
estaba como clavada en el suelo un poco fuera del centro del redondel a la cual
me subí y me senté sobre ella con las piernas cruzadas tal como había hecho en
la mañana al empezar “mi viaje” de aquel día. El ganado llenó el corral y se
dispuso a descansar.
La hora de la tarde generaba una energía particular en la naturaleza que
rodeaba al corral. Recordando las direcciones de don Juan Matus a Carlos
Castaneda para “ver”, con los ojos naturalmente abiertos empecé a ver las hojas
de los árboles como una gigantesca bovina energética cuyo vibrar producía el
majestuoso y poderoso sonido que emitían todos los integrantes de la variada
flora y fauna del bosque circundante. De pronto se hizo presente un personaje
como en un disfraz de “chinelo” pero con diseños huicholes; en fondo blanco, los
multicolores diseños geométricos investían al personaje de una amable
presencia. Me hacía señas con la mano para que fuera con él, pero como estaba
en dirección a la barranca y me encontraba en territorio de la misión franciscana
haciéndole una señal de disculpa por la presencia de los frailes, me negué a
acudir a su llamado.
Se me había hecho tarde y quise consultar de la situación con esta mujer
con la que había empezado a tener la relación. Me confesé por primera vez en mi
vida con respecto a esta situación y el sacerdote me dijo que estaba mal lo que
estaba haciendo. Él “padre” era piloto de la avioneta de la misión y llegué a
pedirle que me llevara de vuelta a la ciudad. Me dijo que saldría temprano en la
mañana y me dio hospedaje esa noche junto con los jóvenes huicholes que vivían
y estudiaban ahí. A la mañana siguiente cuando desperté ya se había ido. Así
que regresé a afrontar la situación. La presencia del Reino de los Cielos se diluyó
ante la incertidumbre que me producía la ignorancia de “vivir como Dios manda”.

Después de unos días fui asimilando la experiencia. Autsiwa se fue a
Guadalajara a cobrar su sueldo y traer provisiones para su hogar y medicinas
para su trabajo como acostumbraba hacerlo cada cierto período de tiempo.
Mientras tanto me quedé en la parte de atrás de su casa y asistí a la fiesta del
cambio de varas, es decir, de cambió de gobernador que se efectúa cada año por
el mes de enero. Es interesante saber que el nuevo gobernador no es electo por
votación democrática sino soñado por los maracames o sacerdotes de la
comunidad quienes de esta manera llegan al acuerdo de quien será el
gobernador para el siguiente año. El elegido tiene que financiar la fiesta del
cambio de poderes; poner los animales que serán sacrificados de manera ritual
con cuya sangre se santifica a toda la comunidad, que por su parte comparten
con lo que de buena voluntad quieren colaborar entre los participantes de la fiesta
ceremonial. Se consume mucha cerveza y preparados con alcohol de caña
rebajado con té y endulzado con azúcar, cigarros y también se comparte jícuri
fresco ya sea en gajos o molido, y tamalitos como comida ritual, todo es
bendecido por quién lo recibe ofreciéndolo a los cuatro vientos y compartiéndolo
con Tatei Wari, el abuelo fuego. Todo el año se realizan fiestas por diversas
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razones culturales propias de su costumbre. Tatei kie, “el lugar de nuestros
abuelos”, es un centro ceremonial donde pocas gentes viven todo el año. La
mayoría de los habitantes de la región tienen ranchos en las partes bajas de la
sierra por donde pasan los pequeños ríos. Tienen ganado, frutales y siembran su
coamil en las laderas y pequeños valles entre las montañas.
Yo tuve oportunidad de relacionarme con algunos huicholes que se
quedaron en el terreno posterior a la casa de Autsiwa de quienes hasta la fecha
voy entendiendo los relatos que me contaron. Fui también nombrado Topil, o sea,
policía o mensajero y en ocasiones me mandaron a buscar a alguna persona de
las que se hospedaban en la casa.
La celebración duró poco menos de una semana entre la llegada de la
gente, el cambió de poderes propiamente dicho y la despedida, para volver a
quedar otra vez casi solitaria. La meseta quedó tapizada de latas de cerveza
vacías que luego algunos huicholes jóvenes recogieron para llevarlas a vender.

Cuando hubo acabado plenamente la celebración anual regresó Autsiwa
con noticias interesantes sobre su estancia en Guadalajara. Había conocido a
una religiosa franciscana que practicaba la medicina natural y tenía una clínica
dónde recibía semanalmente pacientes para darles un tratamiento depurativo e
introducirlos a la práctica de una nueva manera de alimentarse. Trajo también un
libro que se llamaba “Medicina Natural al Alcance de Todos” de Lazaeta Acharán,
un chileno, que en pocas palabras afirmaba que la mayoría de las enfermedades
se generan por la ignorancia en la manera de comer, mezclando alimentos que
provocan un calor abdominal excesivo debido a su descomposición interna,
además de una gran cantidad de sustancias toxicas residuos de la digestión que
no acaban de ser eliminadas debido a la sobrecarga en el aparato digestivo y del
sistema orgánico en general y que se van acumulando provocando toda la gran
cantidad de enfermedades que con la edad se manifiestan en la gente común. El
tratamiento consiste en un principio en ayunar y provocar la eliminación de las
sustancias en proceso de descomposición que se encuentran en el intestino
grueso mediante un enema, lavado intestinal, y un procedimiento de fajado a
base de lodo en la región abdominal para bajar la temperatura de la zona y
producir alivio y bienestar. La ingestión de tés, de fruta fresca y alimentación
estrictamente vegetariana, van haciendo eficazmente su labor curativa y son
reforzadas con charlas y enseñanzas prácticas de una nueva forma de cocinar.
Así, empezamos a practicar algunas cosas de este método, comprobando
sus resultados benéficos inmediatamente. Yo fui fajado con barro y sentí el
bienestar consiguiente. El niño que no podía dormir, también fue fajado y en
pocos minutos había conciliado el sueño. A un huichol que padecía de acido úrico
en sus rodillas y no podía caminar por la hinchazón, lo subí a una carretilla y lo
llevé al centro de salud donde le vendé con barro las rodillas pidiéndole que me
esperara mientras iba a buscar a la enfermera, quien le recetaría otros remedios.
Como nos tardamos un poco, al sentirse recuperado, se quitó las vendas y se fue.
Lo importante fue la experiencia personal de usar el barro en mi persona y en
otros con un éxito contundente.

Otra de las noticias fue que el padre de Estrella de la Mañana llegaría en
breve a visitarla. Ella estaba dispuesta a presentarme con él como su amante o
su pareja; no sé bien que tenía en mente, pero me presté al juego. No obstante,

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me pidió que me fuera unos días a vivir con un amigo común que tenía su casa
del otro lado de la pista de aterrizaje. Como era primavera no hacía mucho frío y
después de pasar la primera noche incómodamente dentro de la cocina, opté por
dormir bajo las estrellas, sobre una enorme piel de toro y cubierto con buenas
cobijas de lana. Con este amigo huichol con quien me he seguido viendo
ocasionalmente y sin planearlo a través de los años aprendí el valor del ser
ecologista. Para la leña que usaba para su comal usaba la madera que el bosque
le brindaba sin matar ningún árbol vivo para convertirlo posteriormente en leña.
Llegaba a usar una cuerda con un palo amarrado para lanzarla hacía una rama
seca de un gran árbol y colgándose con su peso, quebrarla y utilizarla para su
hogar. También me invitó a coamilear con él para a preparar el terreno para la
siembra. En una ocasión conseguí una biblia en huichol y después de comprobar
que si le entendia a lo que estaba escrito, se la regalé.
El huichol casado tiene necesidad de sembrar para alimentar a su familia.
Entonces escoge en la ladera de la barranca un terreno suficiente para su
propósito y da aviso a las autoridades quienes reconocen la parcela y dan la
autorización para sembrar. Por lo menos así era en aquel año de 1977. Una vez
autorizado, el hombre solo o con la compañía de sus amigos, familiares o
vecinos, cortan la vegetación y la dejan secar durante unos meses para luego
quemarla y mezclar las cenizas con la tierra para que sirvan de abono al maíz,
frijol y calabaza que sembrarán para aprovechar el tiempo de lluvias.
Cuando fue el momento oportuno llegué a la casa de Autsiwa y conocí al
papá de Estrella de la Mañana felicitándolo por la calidad de su semilla. No fue
fácil, sobre todo para él, aceptar mi presencia, ni para mí tampoco pero
finalmente ella era la que se la pasaba sola casi todo el año y ahora con el
pequeño, la necesidad de una compañía masculina, que ya estaba advertida, se
había hecho presente en mi persona. Yo molesté lo menos posible y esperé a
que se fuera. Finalmente el que disfrutó al niño durante aquellos primeros meses
de su vida fui yo. Lo difícil para él niño fue la separación. Mi dinero se estaba
acabando y tuve que regresar a la ciudad de México para trabajar otro rato.
Un buen día, aprovechando el paso de un arriero comerciante me junté
con él para llegar a su comunidad y desde ahí tomar la avioneta que me llevara
de nuevo a Tepic. Lo hice para tener la experiencia de caminar en la montaña de
una población distante de otra. Nuestro viaje duró toda una jornada de ocho
horas.

Cuando por fin bajé de la sierra por este otro camino me fui rumbo a la
ciudad de México pero no quise entrar y llegar a la casa familiar. Me cambié de
terminal de autobuses y me dirigí a Oaxaca. Todavía tenía el deseo de vivir el
evangelio conforme pensaba cuando estaba en la cárcel; salir sin dinero, sin
calzado, sin báculo, sin comida, sin un destino claro, solo predicar el evangelio…,
con la guía diaria del Espíritu y testificar la presencia y la providencia de Dios.
Al llegar a la capital del estado cené una torta con el poco dinero que me
quedaba, dejé mis huaraches bajo el asiento de la barra de la cafetería donde
estaba cenando y me salí a la plaza central de la ciudad descalzo, con tan solo un
ejemplar del nuevo testamento y una cobija enrollada. Ya era de noche. Así que
me quedé leyendo los evangelios hasta que la plaza quedó desierta. Luego
caminé sin rumbo hasta que encontré un cuarto abandonado medio en ruinas que
limpié lo mejor que pude y dormí unas horas hasta el amanecer.

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A la mañana siguiente, me fui caminando sin prisa hasta la misma plaza
de la noche anterior en el centro de la ciudad de Oaxaca. Me puse a leer mientras
llegaba gente a la que pudiera abordan para cuestionarla sobre su creencia en
Jesucristo, principalmente de su conocimiento de las escrituras, del Nuevo
Testamento en particular; hablarles de mi experiencia cuando recientemente lo
había leído “a ráiz”, es decir, sin seguir los lineamientos de ninguna secta o grupo
religioso de estudio de las sagradas escrituras. Así me la pasé unos días y nada
me faltó, hasta los pobres me daban dinero sin pedírselos; me regalaron
naranjas, pepitas, limas, me invitaron unas quesadillas, en fin, hasta me
compraron unos huaraches nuevos. Luego decidí que iría a Ixtlán, que después
de haber leído el libro de Carlos Castaneda titulado “Viaje a Ixtlán” pensé que
sería buena idea.
Conseguí dinero para el camión y llegué a una Iglesia en las afueras de la
población donde pedí albergue al párroco por esa noche. Había otros dos jóvenes
que iban de paso rumbo a sus comunidades que estaban tierra adentro en la
sierra oaxaqueña. Decidí acompañarlos y por la mañana emprendimos la marcha.
Me sorprendí cuando sacaron una botella de aguardiente para el camino. Uno de
ellos era maestro de escuela e iba a su comunidad de origen aprovechando sus
vacaciones. El otro era su conocido de la misma comunidad pero no viajaban
juntos sino se acababan de encontrar en la Iglesia la noche anterior. El de la
botella era el maestro de escuela y como yo empecé a beber con él pues me tuve
que ir esperándolo en su borrachera hasta que llegó un punto en el camino en
que se tuvo que echar a un lado del camino obnubilado completamente por los
efectos del alcohol. El otro compañero se fue porque tenía urgencia de llegar y
me quedé con el maestro esperando que se le pasara la borrachera. Buscando
entre los matorrales del bosque encontré una lata de metal de chiles en conserva
que estaba llena de agua de lluvia. Tomé un poco y el resto se lo di a mi
compañero de camino quién con esto empezó a recuperarse un poco. Después
de un poco rato más, logré que se pusiera en pie y continuamos lentamente
nuestro camino. Al poco rato una pareja de indígenas que llevaba su carga de
fruta para vender en la ciudad con mecapales y ayates nos regaló un par de
naranjas con lo que nos curamos la cruda y apuramos el paso. Pasaron poco más
de ocho horas antes de llegar a la comunidad. Nos recibió muy calurosamente la
familia de mi compañero y casi de inmediato nos dieron de comer en unas tortillas
enormes con la ración de mole en la misma tortilla; conforme vi que hacían los
demás comensales fui imitando yo la forma de comer; cortando un poco de la
orilla de la tortilla con la que se comía parte del mole del centro. Estaba tan bien
calculado que la tortilla y el mole se acababan simultáneamente sin siquiera
necesitar servilleta para limpiarse y, por supuesto, al no haber plato tampoco
detergente para lavarlo, ni agua sucia. Ha sido la comida más ecológica que he
consumido hasta el momento en mi vida. Como agradecimiento les dije que
evitaran a toda costa de problemas con los hermanos cristianos separados de la
Iglesia católica pues a final de cuentas el Señor es uno y el mismo para todos y
cada uno, y que nadie es capaz de juzgar ni entender los motivos del Padre
Eterno para permitir la formación de tantos grupos diferentes de adoración a un
mismo Dios. Me lo agradecieron mucho pues ya había habido serios conatos de
confrontación entre los grupos y esto les daba fortaleza para mantenerse unidos
como católicos sin necesidad de pelear con nadie.
Al enterarme que una camioneta se regresaría a la capital decidí
regresarme y así de volátil como llegué me fui y llegué después de algunos
contratiempos por los destrozos en los caminos a causa de las primeras lluvias,
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otra vez a la ciudad de Oaxaca. Conseguí dinero para comprar algo de comer y
de beber y ahí mismo, en el pequeño supermercado donde compre de comer me
encontré a un americano que me dio lo suficiente para comprar mi boleto de
regreso a la ciudad de México. También me compré nuevamente una botella de
tequila de la misma marca de la que bebía mi abuelito materno, mi padrino de
bautizo.

Con la pinta de un pordiosero llegué a tocar el timbre de la casa de mis
padres quienes me recibieron un poco escandalizados por la facha pero nunca
quisieron escuchar las historias de mis viajes desde que hube regresado de
Europa, después de haber salido de la cárcel.
Llegué con calentura y estuve en cama durmiendo casi todo el día y
habiendo descansado lo suficiente, de pronto me sentí bien y me alisté para
incorporarme al trabajo familiar en la papelería y librería.
Un amigo mío de la escuela de cine me invitó a ir al cine e invitó también
a una chica que acababa de conocer. Luego llevamos a su casa a esta mujercita,
cuya casa estaba cerca de la de mis padres donde estaba yo viviendo. Así que
seguí viéndola y haciendo amistad con su familia.
Pensando en el misterio del pan y del vino eucarístico y queriendo limpiar
mi cuerpo de la nicotina y de ácido úrico de la carne empecé a beber vino tinto.
Hasta me compré una bota española pero era muy escandalosa; la gente se daba
cuenta de que algo raro estaba haciendo cada vez que la bebía. No obstante,
seguí bebiendo vino y cada vez más, al grado de defraudar la caja del negocio
para comprarlo. En la preparatoria mi maestro de derecho positivo mexicano nos
había enseñado que en México el robo a los padres no era delito; de cualquier
manera no era algo de lo que pudiera sentirme satisfecho.
Recuerdo que una tarde después de cerrar el negocio fui a la Iglesia
donde me habían confirmado que estaba al fondo de la calle donde había estado
la casa de mi abuelita, y antes de llegar me encontré con un grupo de Alcohólicos
Anónimos del movimiento 24 horas que se llamaba como la colonia en la que
estaba. Seguí mi camino hacia la Iglesia y regresé por el mismo camino pero no
entré al grupo; quise intentar dejar de beber sin grupo. Al día siguiente al sentir la
fuerza de la compulsión alcohólica y volver a beber, decidí regresar al grupo.
En mi primera junta el coordinador nos platico que tenía una vinatería.
Recordé una canción de Silvio Rodríguez que mencionaba al “peón del veneno”,
así lo juzgué. Escuché las tribunas; mi búsqueda, según yo, era otra. Al finalizar,
una compañera me pidió que me quedara a otra junta, pero me esperaba mi
nueva amiga, la que me acababa de presentar mi amigo de la escuela de cine y
que prometía ser una relación interesante. No me quedé.

Había empezado a conocer a toda la familia de mi nueva amiga, de
origen centro y sudamericano aunque ella había nacido en México. Realmente los
apreciaba y ellos me apreciaban a mí. Me invitaban a comer casi todos los días y
como andaba en el asunto del vino, pues les llevaba una botella para la comida.
Diariamente comíamos un excelente “roast bief” con alguna sopa, arroz y café de
cafetera vesubiana que parece casi express y obviamente el vino. Yo les
platicaba de mis especulaciones evangélico-metafísicas y aunque me llamaban
loco nos divertíamos bastante durante la comida, en contraste con lo que estaba

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acostumbrado a vivir en la casa de mis padres donde siempre había discusiones
a la hora de la comida.
Mi amiga había decidido estudiar flauta y se inscribió en la Escuela
Nacional de Música pero su meta era llegar a conseguir una beca e irse a
Alemania a estudiar su carrera musical.
Yo llegué hasta proponerle matrimonio pues las señales así lo marcaban;
el número de la calle de su casa era la mitad del número de la casa de mis
padres, pero, en fin, sus metas trascendían mis pobres posibilidades.

Luego de juntar algo de dinero me fui a Guadalajara a conocer a la
religiosa franciscana de la medicina natural, con la idea de ir luego a la sierra con
Autsiwa.
Al conocer a la Madre le hablé de ella y me invitó a pasar una temporada
en su clínica, tomando el tratamiento y aprendiendo a darlo. El único problema
fue que no pude dejar de fumar. Era muy incómodo pero así me sucedía. No
obstante, con respecto a las bebidas alcohólicas ni siquiera pensaba en ellas. Lo
que sí me afectaba era la presencia de jóvenes mujeres que se habían acercado
al apostolado de la Madre y que como sea, en tanto no existían los votos, ni la
pretensión de ellos, cuando uno es soltero, siempre se piensa en una posible
relación de pareja. Y esto lo digo no solo por mí sino por ambos lados, pues
llegué a recibir caricias por parte de una de las muchachas mientras veíamos
televisión una noche, que de haberlas continuado hubiéramos acabado en sexo.
Hasta escribí una regla para misioneros seglares de ambos sexos actuando en
comunidades de base que viviesen la vida naturista y practicasen y expandiesen
la medicina natural, la cual regla le dejé a la Madre para que la leyera. Tanto la
Madre como yo creíamos que la medicina natural era la verdadera medicina de
Jesucristo.
En una ocasión atropellaron a una perra perteneciente a las religiosas y la
fractura dejó el hueso expuesto. Como había trabajado con un veterinario sabía
que en ese tipo de lesiones era preferible sacrificar al animal, le dije a la Madre
que había que llevarla con el veterinario. No me creyó y hasta le pusieron del
barro que se usaba para enfriar el vientre. Luego la llevaron al veterinario y la
enyesaron pero sin inmovilizar la fractura. Pensé que eso ya era demasiada
ignorancia e insensibilidad y para evitar una confrontación preferí continuar mi
camino y regresé a Tepic. Me puse en contacto con los franciscanos, volví a
encontrarme con el padre Buenaventura a quién había conocido en la cárcel y
estaba a cargo de una misión cercana a la ciudad. Me fui con él y al cabo de unas
semanas busqué la forma de volver a la sierra huichola.
Conseguí con dificultad que el padre aviador, también franciscano, me
llevara a la misión de Santa Clara en avioneta y de ahí me fui caminando hasta
Tatei Kie. No estaba Autsiwa, pero como ya me conocían me dejaron quedarme
en la parte de atrás de su casa. Todos los días llegaba una jovencita huichola a
darle de comer a los animales domésticos mientras regresaba la dueña.
Un atardecer recorriendo los alrededores de la comunidad vi la luna llena
más grande que haya visto en toda mi vida.
Al amanecer en casa de mi amiga una rata había caído del techo en una
cubeta llena de agua y se había ahogado. Quise tomarlo como una señal
pero…Sabe Dios de qué ¿?
Esta vez fui invitado a una comunidad donde se desarrollaría una fiesta
que se realizaba cada cinco años en la que se cambiaba el techo y las columnas
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del Callihuei o templo, la casa de los viejos, única edificación circular de la
comunidad, que realizaban con paredes de adobe, dos columnas de madera y
techo de zacate. Fueron varios días de colaborar a mi capacidad en la
construcción. Ellos proporcionaban la comida y ocasionalmente un pedazo de
jícuri que propiciaba la continuidad del trabajo durante el día y la ceremonia de
danza y canto durante la noche, También ocasionalmente había un trago de
mezcal o alguna mezcla fuerte de bebida alcohólica pero no con el fin de
emborracharse, como sucedió en la ceremonia del cambio de varas a la que
había asistido a principio de año, sino como fortificante para el trabajo pesado
que se estaba realizando.
Recuerdo muy bien una ocasión en que movido por compasión le tomé la
mano a un huichol de los más pobres y me quedé así por largo tiempo sintiendo
que un verdadero sentimiento de amor fluía de mi. No era amor por él
personalmente sino una realidad amorosa por existir y estar ahí rodeado de niños
igualmente pobres sin sentirme diferente. Ellos eran el vehículo, el vínculo con
aquel maravilloso sentimiento de compartir el momento, ajeno a cualquier interés
o pensamiento egoísta: el simple gusto de existir.

Autsiwa llegó con la noticia de que su preciosa perra pastor alemán
blanca que se había llevado con ella a unas vacaciones junto al mar, se la había
tragado Aramara, el mar, uno de los puntos sagrados de veneración anual dentro
de la tradición huichola. Para el pensamiento mágico de mi amiga esto debía
tener un significado ¿?.
Pensando sobretodo en la educación de su pequeño hijo la cuestioné al
respecto. La puse a pensar. Por mi parte le dije que en mi opinión el niño debía
conocer la cultura de sus progenitores, y no por algún romanticismo o
resentimiento cultural fuera a perderse de la educación que le correspondía, para
poder juzgar, en su momento, la civilización de su época por él mismo.
Efectivamente tuve razón en plantear este asunto sobre la mesa de las
decisiones. Autsiwa lo comprendió; bien podía ser el augurio de la desaparición
de su perra en el mar: había llegado la hora de abandonar la sierra huichola.
Decidió emigrar a otra zona montañosa más cerca de Guadalajara donde se
podía llegar por carretera.
Alguna vez que le pregunté si tendría un hijo mío me dijo que no de una
manera que me sentí despreciado y utilizado solamente como objeto sexual. Ya
no quise seguir teniendo relaciones con ella y me tuve que ir de la sierra pues
castamente no me quería cerca. Yo tenía la idea de una posible relación con el
centro de interés en un intento colectivo de medicina natural como lo había escrito
en la regla que le dejé a la Madre. Ella pensaba algo por el estilo pero diferíamos
en cuanto al tema de la sexualidad. De cualquier forma como ya se había dado la
relación y había sido yo el de la idea de ver por la educación de su hijo, de alguna
forma me sentí obligado a seguirla desde cierta distancia. Por lo pronto, para
evitar controversias, me regresé a la ciudad de México para trabajar y juntar más
dinero para continuar con mi búsqueda de la verdad.

Trabajé con mi padre en su fábrica de juegos. Repartía la mercancía por
los diversos centros comerciales de la ciudad y algunos del estado de México
ubicados en la zona conurbada. También empaquetaba y llevaba a las centrales
de camiones de carga los juegos que se mandaban a tiendas del interior de la

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república. Cuando no había nada que entregar me ponía a armar juegos, a
envolverlos con celofán encogible o a calentarlos para que se encogiera la
envoltura y quedaran listos para entregarlos a las tiendas.
Después de un tiempo y de no encontrar futuro para mi vida en este
trabajo, poniendo como objetivo ir a vender juegos a Guadalajara mientras vivía
en la clínica con la Madre, convencí a mi padre para que me diera un muestrario
de los productos de su fábrica para cubrir el mercado de aquella ciudad.
Esta vez me fui en tren a Guadalajara pues me llevé una muestra de cada
uno de los juegos que fabricaba mi papá. La Madre me prestó su camioneta para
ir a la central de equipaje de la estación de tren para recoger los productos.
Me dieron para vivir un cuarto circular que estaba a la entrada de la
clínica que hasta tenía una cama matrimonial. Me sentía como rey pero fuera de
lugar. Pusieron su esperanza en que vendería bien los productos de mi padre. Sin
embargo, cuando intenté visitar algunos pequeños negocios y fui rechazado me
sentí tan fuera de lugar que no pude levantar un solo pedido.
Un día llegó una joven paciente que también se sentía fuera de lugar.
Empecé a platicar con ella y me dijo que no estaba enferma de nada sino que
había terminado con su novio por prohibición de sus padres y eso la tenía mal y
no creía que con el tratamiento que le estaban dando solucionara nada. Traté de
investigar hasta donde había llegado con su novio y le propuse ir a la capilla para
que me contara. Cuando empezó su relato fui yo el que no aguanté la excitación
al imaginar los pormenores de la relación con su novio. Me tuve que disculpar y
sugerirle que mejor se confesara con un sacerdote y la despedí para que se fuera
a su habitación. Luego me enteré que esa misma noche le hablaron a sus padres
y se la llevaron.
En otra ocasión llegó una joven rancherita, huérfana, muy bonita, que se
la llevaron a dejar a la Madre. Me sentí realmente atraído por su belleza y
fortaleza pero otro seglar más joven y con familia en la ciudad que se había
acercado al trabajo que desarrollaba la Madre, acabó casándose con ella. La
regla que escribí se trataba de eso precisamente: de practicar la medicina natural
y la vida sana y expandir su conocimiento y si se enamoraban entre sí misioneros
de ambos sexos se podrían casar sin abandonar el servicio de la medicina natural
y sus hijos serían educados por la misma comunidad dentro de la vida sana del
naturismo. La Madre me llegó a culpar de querer llevarme a sus aprendices
femeninas, pero adonde, a la cama solamente. Pero ni lo hice, ni siquiera lo
intenté.
No recuerdo por qué se me ocurrió hablarle por teléfono a México a mi
amigo de la escuela de cine para que viniera a conocer el lugar en el que estaba.
Llegó a la clínica de la Madre pero no quiso tomar el tratamiento. Más bien se rio
de mis intentos de abordar un camino religioso a través de la medicina natural.
Me invitó una cerveza y quise más. También me presentó a unos amigos suyos,
gente de teatro y pintores y después de una función a la que me invitó, fumamos
marihuana. Me alejé del espíritu de la clínica y regresé a la Ciudad de México con
él y con otro compañero sudamericano que estudiaba en Guadalajara y estaba
por recibirse de arquitecto.
Los juegos de mi padre acabé donándoselos a un sacerdote para que se
los rifara a los niños; no pude trabajar para Dios y para el dinero.
Mi padre estaba muy molesto conmigo a causa de mi fracaso con la venta
de sus juegos.

77
Nuestro compañero sudamericano que vino a México con nosotros tenía
asuntos que tratar con su embajada en la ciudad de México y se quedó
hospedado en casa de mi compañero de la escuela de cine.
Mientras tanto yo me puse a trabajar con mi madre en la librería pero ella
al ver la ansiedad que me dominaba me ofreció mandarme una mensualidad a
donde yo me quisiera ir.
Después de presentar a nuestro amigo sudamericano con la familia de
nuestra amiga la flautista cuya madre y hermanos del primer matrimonio de esta
eran del mismo país, decidió regresar a Guadalajara y al ver la situación en mi
casa y la oferta de mi madre decidí también regresar a Guadalajara pero esta vez
con el futuro arquitecto que tenía idea de iniciar una nueva vida después de
separarse de la mujer con la que tenía una hija.
Entre los dos acondicionamos un solar en la azotea de un edificio. Con
vigas de madera y listones fuimos construyendo rápidamente un espacio muy
agradable para la calurosa primavera que transcurría. Sin embrago, no me gustó
la promiscuidad sexual que se vivía en el lugar entre los amigos del
sudamericano.
Busqué nuevamente a la Madre quien me regresó la Regla para la
formación de comunidades misioneras de base con fundamento en la práctica de
la Vida y la Medicina Natural y se quejó conmigo nuevamente de quererme llevar
a sus “discípulas”. Le dije que yo me había contenido siempre ante la posibilidad
de una seducción de mi parte hacia alguna de las mujeres que sin ser religiosas
trabajaban en la clínica. Sin embargo, yo si había sufrido algún intento de
seducción que por fortuna fue providencialmente interrumpido, pero esto no se lo
dije. Por eso había escrito la Regla, pues veía muy difícil que se le permitiera
formar una congregación de monjas en este sentido de la Medicina Natural.

Abandoné Guadalajara y volví a Tepic, donde me puse bajo las órdenes
de los franciscanos para trabajar como misionero seglar. En un albergue para
misioneros le regalé el escrito de la Regla a una misionera que me cayó bien. Se
lo di para que lo leyera y si creía que no servía que la quemara. No la volví a ver.
Me llevaron en avioneta a ver al obispo de la sierra quien me mandó a la
misión de Santa Teresa, en la zona étnica de los Coras, donde estuve intentando
alfabetizar a los indígenas pero pronto me di cuenta de que era muy poca la
influencia cultural evangélica ante las bravas costumbres de los indígenas de la
serranía en relación comercial con comunidades de origen colonial, es decir,
güeros y mestizos, más ganaderos que campesinos y más comerciantes de
ganado que pastores. No obstante, la presencia de la misión y la celebración
eucarística del año litúrgico era una presencia importante de la cultura universal
de paz y amor que transmite la Iglesia Católica.
Un día se me cayó una amalgama que tapaba una muela picada y me
tuvieron que regresar a la ciudad para reparar el desperfecto pero preferí volver
hasta la ciudad de México. Los Coras no me llamaron la atención como lo habían
hecho los huicholes. Tenía que retirarme de nuevo para ver por dónde me
llamaba otra vez el camino de “misión”.

Llegando a la ciudad una compañera de la escuela de cine que iniciaba
un cortometraje me dio trabajo durante unas semanas. Se le metió en la cabeza
que me debería presentar a una chica mexicana que parecía una modelo, pues

78
haríamos buena pareja según ella. Un fin de semana nos invitó a una casa en el
estado de Hidalgo, a esta mujer, a otra amiga suya francesa y a mí. Comimos
peyote que ella llevó y también hubo marihuana y un poco de alcohol. La comida
fue frugal.
Concentrado en mi viaje personal y en la situación de la vivencia entre las
tres mujeres, la castidad fue la opción que me centro dentro de la convivencia. Mi
compañera cineasta era una gran anfitriona al pendiente de las necesidades de
sus huéspedes. La otra chica francesa muy guapa, cariñosa y accesible fue
agradable compañía. Pero la “modelo” que me presentara mi amiga estaba
solicita a tener una relación perdurable con alguien, en esta ocasión conmigo. Me
invitó a acostarme con ella en una cama a lo cual accedí con la condición de no
tener sexo. Así pasamos la noche. Al día siguiente seguimos la convivencia y sin
más eventos especiales regresamos a la ciudad. Me quedé de ver con la
muchacha para conocernos mejor.
Ella era huérfana de madre y vivía con su padre y su abuelita. Había
también estudiado medicina pero no había permanecido. Su padre la mantenía y
le prestaba un amplio carro y le financiaba la gasolina.
Nuestra relación íntima empezó en la casa de su abuelita, abandonada
desde hacía tiempo, y que estaba toda polvosa. Se rio de mi cuando al acabar la
relación, mi pantalón blanco estaba como enlodado de la bragueta de tan
polvorienta que estaba la alfombra donde nos acostamos. No me gustó su risa
burlona.
Viviendo en la ciudad mi dependencia al alcohol había aumentado del
vino tinto al tequila y normalmente llevaba conmigo dentro de mi morral huichol, el
libro que estaba leyendo, cigarros y tequila. La marihuana la ponían generalmente
mis amigos.
Alguna vez comimos hongos alucinógenos y entramos en una relación
telepática en la que me sentí mentalmente forzado por ella a proponerle
matrimonio. Se le iluminó el rostro y se puso feliz cuando se lo propuse, pero yo,
me daba cuenta de por qué se lo había dicho sin siquiera haberlo pensado antes,
estaba consciente de que algo extraño fuera de lo normal había sucedido. Dejé
que las cosas siguieran su curso.
A regañadientes volví a trabajar con mi padre con la advertencia de que si
me iba otra vez a mis andadas ya no me volvería a dar trabajo. Así me volví a
integrar relativamente a la vida de la ciudad. Se aproximaban las vacaciones de
Semana Santa y se me ocurrió ir nuevamente a la sierra huichola a visitar a
Autsiwa. Mi compañero de la escuela de cine que había estado cerca de nuestra
relación estuvo de acuerdo en llevar su auto hasta allá y nos fuimos los tres.
Estuvimos en la fiesta de los huicholes bastante de lejos pues para
nosotros la reunión se efectuó en la casa de Autsiwa y sus alrededores. Había
llegado su hermano con su familia desde México. Era como su fiesta de
despedida pues la decisión de abandonar la sierra era un hecho. Cuando llegó la
hora de marcharnos yo decidí quedarme. En realidad la idea del matrimonio con
esta mujer me daba miedo ya que como he expresado habíamos comido hongos
y me sentí forzado a hacerle la propuesta. Se me hizo fácil solucionarlo
quedándome con Autsiwa y poner tierra de por medio, antes de continuar una
relación que no sentía en realidad.
El que quedo bailando nuevamente fue mi papá con su trabajo. Sin
embargo, estando en la sierra me dí cuenta de que me atraía más seguir
conociendo el mundo huichol y también seguir a Autsiwa en su siguiente estación
en el pueblo donde había decidido mudarse y continuar también conociendo más
79
a fondo el apostolado de la Madre en la Medicina Natural. Así, dejé que se
regresaran solos mi “futura esposa” y mi compañero de la escuela de cine y
después de unos días me regresé a México con los datos del pueblo a donde se
mudaría Autsiwa con su hijo.

Mi padre estaba tan molesto conmigo que no fue capaz de escuchar mis
razones. Habíamos quedado en algo y le había fallado. De cualquier manera mi
madre si me dio trabajo en la librería.
No sé que vería mi madre en mí o tal vez sería mi padre a quién mi sola
presencia había empezado afectar, que estando en el trabajo me volvió a decir
que me seguía viendo mal y que seguía en pie su oferta: que ella me mandaría
dinero para que me fuera a donde quisiera.
Volví a Guadalajara con mi amigo sudamericano y las cosas seguían
igual o peor con respecto a la inmoralidad sexual, así que seguí mi camino rumbo
a Tepic y me volví a encontrar con los franciscanos para alcanzar a Fray
Buenaventura que había sido trasladado a otra misión en la comunidad de San
Miguel, Huaestita. Durante mi trabajo en México había comprado herramienta
para llevar a la sierra pues siempre es útil; también llevaba una biblia de
Jerusalén que estaba decidido a leer mientras trabajaba como misionero en lo
que me mandara el sacerdote.
Aparte de la misión religiosa y las misas diarias para el servicio de los
religiosos y religiosas misioneras, existía la escuela oficial de primaria y
secundaria que algunos de sus alumnos vivían en la misión. A mí se me asignó la
tarea de construir un comal extra para las tortillas de la comunidad. Como pude lo
acabé bien. Luego un huichol me encargó que le hiciera un nicho de madera para
albergar la imagen de algún santo. En mis ratos libres me dedicaba a leer las
escrituras hasta que mi mente se cansaba y volvía al trabajo en la misión.
Me avergonzaba el hecho de no poder dejar de fumar y procuraba
hacerlo en la habitación que me habían dado para no ser mal ejemplo para los
jóvenes huicholes. Fray Buenaventura me confesó que el también fumó y le costó
mucho trabajo dejarlo.
Un día mientras trabajaba en la manufactura del nicho con Miguel, el
huichol que me lo había encargado, me contó que tenía una hija que estaba
enferma y me pidió que fuera a verla. Le pedí permiso a Fray y me leyó la cartilla
al respecto de los enfermos. Nada de hospitalización, ni doctor, ni medicina que
no hubiera en el botiquín de la misión. Con esta advertencia una tarde me fui con
Miguel a su casa a conocer a la pequeña niña.
Se trataba de una niña de unos 8 años completamente anémica al grado
de que no se podía parar y ya ni siquiera aceptaba la comida que le daban y
tampoco el té que su madre le preparaba; todo lo devolvía. Me enteré que era la
primera hija de la primera esposa de Miguel y que la segunda era la hermana
menor de esta. Yo acababa de leer el libro del Levítico donde advierte las
relaciones sexuales que no se deben tener… (Le. 18, 18.):

”Y no debes tomar a una mujer además de su hermana como rival para


poner al descubierto su desnudez, es decir, además de ella durante su vida”.

Se lo dije y le leí el versículo e intenté explicarle mi punto de vista de la


enfermedad de su hija mayor. La escritura marca la rivalidad que se genera en
este tipo de relación y como siempre en los matrimonios los que pagan la factura
80
son los hijos. Le comuniqué a Fray la situación y lo invité a conocer a la pequeña.
Me acompañó y decidió ofrecer una misa por la salud de la infante. Yo todavía
intenté desparasitarla disolviendo una pastilla para tal efecto en un poco de agua
y se la dimos con cuchara; tampoco la retuvo. Pocos días después la niña murió y
me invitaron a enterrarla según el canto del maracame. Yo solo cargué el rústico
ataúd en mis espaldas hasta donde habían cavado la fosa. Después volvimos a
ofrecer otra misa por el alma de la niña.
No acabo de entender que pasó; Fray Buenaventura fue en avioneta a
ver a su obispo y cuando regresó sin dejar que la avioneta se fuera me dio un
dinero y me pidió que me fuera de inmediato, eran órdenes del obispo. Sin chistar
y dejando toda la herramienta que había llevado me subí al vehículo y me
despedí con una bendición. Luego me enteré que tiempo después Fray
Buenaventura había dejado la orden y se había casado con una joven religiosa
que también vivía en la misión.
Durante el vuelo de regreso a Tepic un arco iris circular acompañó por
debajo a la avioneta durante un buen tramo del trayecto. Pensé que el ánima de
la niña me acompañaba en mi destino. Me acababa de enterar que el Arco Iris es
la señal del pacto que estableció Dios con Noé después del diluvio (Gen. 9, 12-
13.):
Y Dios añadió: “Esta es la señal del pacto que estoy dando entre yo y
ustedes y toda alma viviente que está con ustedes, por las generaciones hasta
tiempo indefinido. De veras doy mi arco iris en la nube, y tiene que servir como
señal del pacto entre yo y la tierra”.

Para mí fue una buena señal.



Me refugié con la Madre como mejor opción para lo que me acababa de
suceder y ya sin reclamarme nada me dio nuevamente asilo. Esta vez me mandó
a una casa hogar donde tenía niños huérfanos y una incipiente escuela que
atendía una maestra seglar que era mi vecina en una construcción con dos
cuartos. La receta de la Madre fue que comiera pura fruta y definitivamente no me
cuajaba y estaba suelto del estomago todos los días. Ante la desazón tuve que
caminar varios kilómetros hasta un pueblo cercano para comprar cigarros. Era lo
único que me calmaba los nervios ante la incertidumbre de lo que estaba
viviendo. Por las mañanas por invitación de los administradores me iba a un hotel
de dueños americanos que estaba a la vuelta del terreno de la casa hogar y hacía
yoga. Luego caminaba por el bosque hasta unas pozas de agua caliente donde
me bañaba todos los días. Había un tábano que se me acercaba prudentemente
y yo me dejaba sacar un poco de sangre para alimentarlo. Esto me ponía en una
integración especial con el ambiente.
Fueron unos días muy dichosos y aunque nunca me cuajaron las heces
conocí gente muy interesante y conviví con los pequeños de la casa hogar a
quienes no pude enseñarles nada.
Había un ingeniero dueño de unas máquinas de trabajo pesado que
ayudaba a la Madre a trazar un mejor camino para llegar a la casa hogar.
Entablamos cierta amistad más el día en que se dio cuenta de que fumaba me
cuestionó seriamente sobre mi presencia en la misión. Estuve de acuerdo en su
objeción y le platiqué brevemente mi historia y me sugirió que regresara a México
con mi padre y me quedara allá hasta que solucionara mis problemas familiares.

81
También estuve de acuerdo. Ya había sido suficiente el tiempo de mi estancia en
ese maravilloso lugar.
Semanalmente la Madre con toda su comitiva de la clínica iba a lavar las
sábanas y la ropa en el río de agua caliente. En esa ocasión cuando me
regresaba de nuevo con ellas, unos jóvenes que practicaban motocross tuvieron
un accidente justo cuando pasábamos junto a ellos y uno de ellos se conmocionó
mientras los otros se reincorporaron y al darse cuenta de la incapacidad de su
compañero para manejar la moto, permitieron que lo subiéramos a la camioneta
de la Madre, mientras yo me llevaba la moto hasta la clínica. Ellos sencillamente
desaparecieron pues amenazaba una tormenta que los hizo apurar el camino,
pero a mí me cayó la tormenta al punto de perder casi por completo la visibilidad.
Casi de milagro llegué a la clínica, guardé la moto y me fui a ver al joven
conmocionado. Había recobrado la conciencia pero vivía un delirio recurrente del
que no podía salir. Poco a poco fue recuperando la memoria hasta que pudo
darnos su teléfono. Hablamos con su familia quienes llegaron por él de inmediato.
Días después fue por la moto. Así me reincorporé a la civilización nuevamente.
Fui a la ciudad para visitar a mi amigo sudamericano y ya se había
cambiado pero me dieron una nueva dirección y lo localicé en una situación un
tanto diferente. A la entrada del lugar había una tortillería y la situación de
promiscuidad sexual continuaba pero sin la homosexualidad presente en el otro
lugar. Lo dejé para visitar la comunidad adonde se iría a vivir Autsiwa con su hijo.

Estando todavía en Guadalajara visité la Catedral y me contacté con un
grupo de oración de jóvenes donde conocí a un muchacho que se dedicaba a
vender paletas heladas pero quería tener una experiencia de predicación más
vivencial que el estar en un cerrado salón de clases. Lo invité a acompañarme al
pueblo que sería mi nueva escala de “misión”. Nos quedamos de ver al día
siguiente en una plaza al lado de la catedral para partir a buena hora antes de
comer.
Llegamos y nos entrevistamos directamente con el párroco quién nos
invitó a comer y nos mando a entrevistarnos con su vicario. Nos preguntó nuestro
objetivo y le expliqué que queríamos predicar el evangelio en las comunidades de
los alrededores. No quedó muy convencido de nuestra misión, pero nos dejó
dormir en un salón al lado de la sacristía y al día siguiente nos fuimos caminando
a unas rancherías que estaban a algunos kilómetros del pueblo donde habíamos
llegado. En una de las rancherías se reunió un grupo pequeño para escuchar mi
“prédica”. Realmente no tenía tema evangélico ante un grupo de tan escasa
cultura al respecto. Ellos estaban acostumbrados a celebrar las fiestas
tradicionales de la región y las bodas, bautizos, primeras comuniones y
novenarios por los difuntos, pero una vocación para el estudio de las sagradas
escrituras, no existía, y sobre eso les hablé. Nos invitaron a comer casi a fuerzas
y nos dieron indicaciones para visitar unas cuevas no muy lejos de donde
estábamos lo que resultó ser un verdadero regalo de Dios. Mi compañero un poco
extrañado me dijo que si allí íbamos a pasar la noche y le pregunté que si tenía
miedo y negándolo me invitó a rezar un rosario con él. Yo no era muy devoto a
esa tradición religiosa e intenté seguirlo pero francamente no pude repetir las
Aves Marías y menos al aire libre. Más bien me puse a juntar heno que colgaba
de los árboles cercanos a la semi-caverna donde pasaríamos la noche que nos
sirvió muy bien como mullido colchón. En ese momento de la tarde, después de
que mi compañero terminó de rezar su rosario se empezó a formar frente a
82
nuestra cueva una enorme parvada de golondrinas que volaban en círculo
mientras cantaban. Pensé que era su manera de rezar el rosario. Yo tan solo me
quedé extasiado con el ritual natural durante el crepúsculo, limitándome a dar
gracias por lo presenciado.
Dormimos cómodamente hasta que el frio de la madrugada nos despertó.
Esperamos que se repitiera el fenómeno de la tarde anterior pero supusimos que
eso solo se da al fin del día; en las mañanas solo cantaban los pajarillos y por las
tardes danzaban.
Regresando nuevamente al pueblo mi compañero decidió regresarse a
Guadalajara. Yo me quedé para investigar dónde vivía Autsiwa. No obstante,
informé al vicario de nuestra experiencia y me preguntó por mi compañero; le dije
que había regresado a la ciudad, me invitó a cenar, le expliqué mis
preocupaciones por la falta de conocimiento de las sagradas escrituras de los
católicos promedio, a lo que solo asintió y me dijo que era lo más que podían
hacer con los recursos que contaban. Dormí en el mismo salón de la Iglesia
donde nos dieron oportunidad de pasar la primera noche. Recuerdo que había
una imagen de la virgen de Guadalupe y viéndola fijamente oí que mentalmente
que me decía… “hasta cuando vas a estar así de un lado para otro”. Le dije: “¡Ay
virgencita no sé, realmente no sé!”, “¡Pues cásate!”, me dijo, “Pero con quién?…”,
“…¡Cásate conmigo!”, le dije y me reí… Luego como queriéndome dar cuenta de
mi atrevimiento, reflexioné; no me arrepentí. Todavía lo recuerdo complacido
pues años más tarde me casé con una hermosa mujer indígena.

En este pueblo la puerta se abrió por la sucesión de dos decesos en los
que yo estuve de alguna manera presente. El primero fue el presidente municipal
que acabando de llegar al pueblo, una mañana se me ocurrió presentarme en su
oficina para ponerme a su disposición y por la tarde me dijeron que se había
muerto. La segunda fue la hija de la dueña de la tienda de la esquina de casa de
Autsiwa, que era una mujerona soltera y amplia, bastante exaltada, que cuando
los vecinos le pidieron que cooperara con un castillo de fuegos artificiales para la
fiesta del barrio, gustosa lo hizo, pero en lugar de ponerlo en la Iglesia, con la
escusa de que no podía dejar la tienda sola, lo hizo arder en la esquina al lado de
su negocio. Al día siguiente se murió. Su madre ya anciana entre sonrisas
recordaba las ocurrencias de su hija.
Autsiwa decidió cambiarse a una casa junto a donde un psiquiatra amigo
de ella procedente de la ciudad de México se acababa de cambiar. Empezaron a
trabajar juntos en unas terapias psicofísicas basadas en los estudios de Wilhelm
Reich.
Como definitivamente a nivel sexual nuestra relación había terminado me
fui a vivir a una cabaña con un par de amigos donde colaboraba con los trabajos
de la huerta que tenían. Esta vez había llevado varios libros de técnicas
agropecuarias como la apicultura, la poda de frutales, la horticultura, no obstante,
yo estaba más atraído por lo que sucedía alrededor de los “doctores”. El “masaje
Reichiano” consistía en detectar la zona contracturada en el cuerpo del paciente
para a partir de presionar los puntos neurálgicos provocar una crisis catártica que
liberase la emociones que causaban la contractura. Según ellos, daba resultado.
También me enteré del fenómeno homosexual, pues el doctor se
proclamaba del gremio. Me llegó a explicar en una ocasión de confidencia que el
placer lo producía la frotación de la próstata directamente por el pene introducido
por vía anal. Pude entender lo que significaba y ahora después de haber
83
escuchado experiencias de penetración tanto pasivas como activas con los
aspectos psicológicos que les pasan tanto a las víctimas como los victimarios, e
incluso los curiosos y juguetones púberes que se enredan en este asunto y por
falta de una sana verbalización del suceso se quedan inmersos en la auto
conmiseración de su naturaleza homosexual.
No obstante el asunto del alcoholismo lentamente iba en aumento
nuevamente pues un vecino hacía unas bebidas de mezcal con algunas frutas de
la región de las cuales me hice cliente y cuando se me agotaban las reservas
económicas que mi madre me mandaba les robaba secretamente sus reservas a
“los doctores”.
Todavía me pasé algún tiempo viajando entre este pueblo y Guadalajara.
Es un lugar muy apreciado por la gente de la capital del estado por su exuberante
naturaleza boscosa que exhala un aire de saludable frescura. Muchas familias
construyeron casas de fin de semana y empezaron a abrirse discotecas para
recibir a sus hijos jóvenes.
La última vez que fui varios años después, me dolió la ausencia de una
gran huerta de duraznos en la que había trabajado y abarcaba algunas hectáreas;
fue talada para fraccionar el terreno y venderlo en lotes para la construcción de
más casas de fin de semana. Allí precisamente mi amigo el doctor psiquiatra
había comprado una casa donde vivía con su esposa y dos pequeñas hijas con
quienes vivía su nueva vida de hombre renovado. La confesión de su
homosexualismo lo hizo reflexionar y se regeneró.

En la casa de mi amigo sudamericano con quién pasaría algunos tiempos
de convivencia, entre en contacto con adultos jóvenes cuya realidad existencial
los estaba llevando a experiencias sexuales de bigamia aceptada como
finalmente resultó con Autsiwa quién tuvo un hijo del maestro de artes marciales
de su hijo mayor, sin dejar la relación con el padre de Estrella de la Mañana a
quién veía esporádicamente.
Así, había un astrólogo que todo el día se la pasaba con sus cálculos
para sacarse la lotería que andaba con una chica muy linda que era madre
soltera y también andaba con otro joven profesionista que también tenía otra
chica que era psicóloga, y se veían bien, aparte de las múltiples relaciones del
sudamericano…, y de lo que sabemos pasa en el mundo “católico”, pues la
mayoría están bautizados.
¿Será que ya estamos en los albores de la resurrección?
¿O en su plenitud? Es decir, que los que han vivido en épocas anteriores
¿estamos vivos ¡TODOS! ahora en este momento particular de la historia?; ¿unos
para juicio y otros para vida eterna?
Como dice el evangelio de San Juan. 5, 28-29:

“No se maravillen de esto, porque viene la hora en que todos los que
están en las tumbas conmemorativas oirán su voz y saldrán, los que hicieron
cosas buenas a una resurrección de vida, los que practicaron cosas viles a una
resurrección de juicio”.

¿Realmente creen que las calaveras se van a encarnar y a salir de sus


sepulturas, después de lo que han hecho los cooreligionarios de santos como
Santa Teresa de Ávila que desmembraron su cuerpo como reliquias o el beato
San Sebastián de Aparicio que a su cuerpo incorrupto le cortaron la cabeza para
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llevarla a España mientras dejaban su cuerpo en México? ¿No es más fácil que
se resucite rencarnando?

Yo me regresé con mi familia a la ciudad de México de dónde no había
logrado independizarme como era la expectativa de mi madre. Y cómo…; cada
vez que alguien me preguntaba por mis padres y les platicaba como estaban las
cosas, la gente se decepcionaba y procuraba apartarse poco a poco de mí; el
más honesto, el hombre que le hacía trabajos a la Monja naturista con su
maquinaria pesada, me dijo claramente: toma tus cosas y regrésate con tus
padres y no vuelvas a salir de tu casa…; la cuestión es que no sabía la verdadera
situación en la casa de mis padres, ni la quería oír.
Mis padres tampoco querían escucharme; ¿cuántas veces llegué a
decirles que quería hablar con ellos…, “pero nosotros no queremos hablar
contigo”, porque sabían que yo tenía razón y no aguantaban el poder de mis
palabras.
Lástima que no me supieron dar en su momento los medios para lograr
una honrosa independencia. Y digo “lástima” por qué era lo que decía ella en
ocasiones por la falta de realización en mi vida solía preguntarse que qué
estarían pagando tanto ella como mi padre con las decisiones que había yo
tomado en la vida. Recuerdo un pasaje de los evangelios en el que Jesús les da a
entender a sus detractores que “vuestros hijos serán vuestros jueces”
En realidad yo apenas estaba dándome cuenta del mundo en el que vivía.
En aquellos tiempos finalizaba el año de 1977. Año de la Serpiente.

Por aquella época participé en un taller de poesía organizado en “La
Capilla Alfonsina” y dirigido por la hija de Don Alfonso Reyes en el mismo lugar
donde fuera su casa y donde también estaba su biblioteca. Me preocupé de
escribir si no en verso en prosa poética los asuntos que me preocupaban en
aquel momento. De mi lectura de la Biblia hice un escrito donde quise dar a
entender las posibles reencarnaciones del ánima de Caín. Otra era una trágica
remembranza de mi vicio del tabaco en la que jugaba con distintos nombres de
las marcas de cigarrillos que acostumbraba fumar, queriendo dejar el hábito sin
lograrlo. Otro cantaba a una mujer ideal: “Amada mía. Exulte tu corazón con la
gracia, derramando el aliento único de vida”. El asunto que recuerdo es que
cuando me tocó el turno de leer mis escritos, al estarlo haciendo empezó a
temblar e interrumpiendo la reunión nos salimos a la calle. Recuerdo que sentí el
ánima de Don Alfonso presente en aquel momento.

No obstante su frustración con respecto a mi vida yo cada vez estaba
más seguro de que no había podido hacer a mi conveniencia nada mejor que lo
que había estado haciendo y muchas personas me agradecían el haberles abierto
los ojos con respecto a las verdades de la vida que habiéndolas descubierto se
las comunicaba con todo el entusiasmo que interiormente bullía en mi. Y me
agradecía la persona que me daba aventón en su automóvil, pues muchos años
viví en la Ciudad de México casi sin utilizar el transporte público, o mi compañero
o compañera de asiento en el transporte público a quién aprovechaba su
proximidad para amarlo(a) como a mí mismo.
También me habilité como ciclista y continué trabajando en la librería en
los últimos tiempos de su permanencia como propiedad familiar. Incluso me
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ofreció mi madre traspasármela, pero mi estado psicológico en relación a la
familia y a su negación a tener una plática, un diálogo acerca de mi experiencia a
partir de mi conversión a los valores mesiánicos de Jesús de Nazaret, el
resucitado, me tenía con un pie dentro y otro fuera de la casa. Por esa razón no
quise aceptar el negocio; le dije a mi madre que como estaban las cosas iba a
terminar regalándoselo a las empleadas, y era cierto.

Desde hacía tiempo usaba huaraches y portaba un morral huichol donde
llevaba mis “objetos de poder”. Algún fin de semana de estos tiempos, conocí a
un médico brasileño que quería conocer un temascal y se me ocurrió llevarlo a
Tepoztlán. Encontramos uno que ya se estaba enfriando pero ante mi insistencia
nos dejaron entrar para que lo conociera por dentro para ver si podía reproducirlo
en su país. Luego nos fuimos a Cuernavaca, donde visité a una amiga que alguna
vez conocí en casa de un compañero de la escuela de cine y que nos había
pedido un aventón para llevarla al santuario de los Remedios donde participaría
en una velación de su grupo de danzantes concheros. Me quedé muy
impresionado al ver y leer los estandartes que decían: “Danza Azteca Chichimeca
de la Gran Tenochtitlán. Unión, Conformidad y Conquista.”, me sorprendí al
darme cuenta de que existían aún recuerdos de la mexicanidad cristianizada. La
actitud devocional del viejo danzante que frente a una veladora y un sahumador
que lo ahumaba con su aroma de copal mientras tocaba su guitarra de concha de
armadillo y cantaba una alabanza tradicional que no entendí, pero la reverencia
con la que cantaba me situó fuera de cualquier contexto dentro de las formas
devocionales que yo conocía. Recuerdo que la dejamos ahí y nos fuimos a
nuestro “reventón” particular de sábado por la noche. Tal vez la vería una vez
más antes de volverla a encontrar esta vez en su casa de Cuernavaca y saber
que era medio hermana de unos viejos amigos de esa ciudad. Este día estaban
en su casa un par de viejos jefes danzantes que me cayeron de maravilla. A uno
de ellos le regalé, por qué me la pidió, una máscara que acababa de comprar en
Tepoztlán y nos invitaron a mi acompañante y a mí para la danza que tendría
lugar la siguiente semana en la Catedral y en el Zócalo de la ciudad.

En mi búsqueda espiritual había llegado invitado por una amiga de mi
madre al movimiento de renovación carismática en el Espíritu Santo que tenían
sus reuniones en unos salones anexos a una Iglesia en la colonia San Miguel
Chapultepec. A pesar de mi alcoholismo yo me integré a las prácticas
devocionales del grupo y llegué a conocer a un joven poco menor que yo, con mi
mismo nombre de pila, y con un gran carisma de predicación que estaba
dispuesto a entregar su vida al camino clerical. Mi tocayo Alberto Athie Gallo y yo
nos hicimos buenos amigos, hermanos en el Señor puedo decir sin faltar a la
verdad, y hemos tenido a través de los años una relación como solo puede darse
entre los verdaderos creyentes. Llegamos a recibir la imposición de manos por
parte de Monseñor Carlos Talavera, la paz sea con él.

La siguiente semana llegué a la Catedral de Cuernavaca donde me
incorporé al servicio de los danzantes cargando tambor que usaban para marcar
los ritmos de sus danzas. Luego me enteré que se llama huehuetl igual que un
viejo, pues tal vez es el más viejo de los instrumentos de la danza comunitaria, el
corazón que a su latido mueve la energía de los danzantes a su alrededor. Lo
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cargué de la Catedral al Zócalo y de regreso en una danza que organizó el
Partido Comunista de aquella época, en el que militaban los hermanos de mi
amiga la danzante. Eran los tiempos de Don Sergio Méndez Arceo, obispo de
Cuernavaca, la paz sea con él, el “obispón rojo” como le dirían en broma, por su
pensamiento izquierdista, pues pensaba que el comunismo era un filtro hacia la
verdadera sociedad cristiana igualitaria. Alguna vez me dio un aventón a México
donde pudimos platicar ampliamente por el camino.
En aquel domingo realmente movido por los vibrantes pasos de los
compadritos danzantes le pedí permiso al jefe a quien había conocido la semana
anterior para integrarme al grupo. Me dijo que no me la creyera “aquí se sufre”,
me dijo, “donde no”, le dije, “bueno, hazte tu uniforme y nos vemos la semana que
entra. Sería la fiesta de San Juan Bautista en Yecapixtla, Morelos.
En la semana hice mi uniforme. Se trataba de una manta de telar que no
he vuelto a encontrar y que asemejaba a la calidad de textil que podía haber
existido en la época prehispánica. En un libro sobre los aztecas que teníamos en
la librería encontré un dibujo que me llamó la atención como para ponerlo en mi
capa; se trataba de un corazón de tres ventrículos de cuyas cavidades emanan
tres gotas de sangre. Casi terminé mi primer uniforme. El siguiente sábado nos
vimos en Yecapixtla enfrente de la Iglesia de San Juan Bautista a quién le
celebrábamos su fiesta. Providencialmente, que mejor puerta de entrada a la
realidad de la danza de los concheros que la del precursor, el hombre más
poderoso nacido de mujer, el espíritu de Elías, según Jesús:

San Mateo. 11, 13-15:

“Porque todos, los Profetas y la Ley, profetizaron hasta Juan;


y si ustedes quieren aceptarlo:
Él mismo es ‘Elías, que estaba destinado a venir’.
El que tiene oídos, escuche”.

San Lucas.7, 28:

“Les digo a ustedes:


Entre los nacidos de mujer ninguno hay mayor que Juan;
pero el que sea de los menores en el reino de Dios es mayor que él”.

Esto me lo recuerdo para volver a reconocer la puerta por la que entré a


la danza y sus connotaciones metafísicas, y a los lectores de estas líneas, para
que sepan algo acerca de San Juan Bautista, primo de Jesús, sobrino de la
Virgen y re-encarnación del espíritu del profeta Elías. Se puede interpretar así.
Como pude dancé y canté, pedí permiso y di gracias dentro de esta
nueva devoción, el sincretismo entre la cultura prehispánica, la Iglesia de
Jesucristo y la cultura europea a través de España, tal vez la más devota a Roma
de las naciones europeas. Sin embargo, cuando mi padre vio la guitarra de
concha de armadillo que me había conseguido para la danza la quiso arrojar por
la ventana y mi hermano se lo tuvo que impedir.

Con la madre de mi amiga flautista fui introducido en la escuela de yoga
que fundó un verdadero swami indú, Pranavananda, quién me aceptó como
discípulo y pretendí seguir su disciplina. Por suerte, Shanti (Paz), la madre de mi
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amiga, a pesar de ser discípula de varios años, fumaba y comía carne, pues le
pasaba con su familia lo mismo que a mí con la mía, y ante la guerra que se
establecía en la mesa del comedor a causa de la discusión por los alimentos
convenientes, existió por parte de su maestro una dispensa a favor de la Paz, y
así la bautizó. Lógicamente la dispensa se hacía extensiva a cualquiera que ella
introdujera al ashram y así fue, pues estando ya siguiendo los pasos que la danza
me marcaba fue muy engorroso estar pidiendo “molito” pero sin carne; me veían
mal, pesaban que estaba enfermo o loco o que era un fanático, hasta que opté
por comer igual que todos. Sin embargo, en mis comidas diarias, mientras
continué trabajando en la librería, iba a comer a diferentes restaurantes
vegetarianos que existían relativamente cerca del negocio.
En una ocasión entre los libros sobre naturismo que vendían en los
restaurantes que visitaba encontré uno que se salía de la línea común, se
llamaba “El evangelio de la Paz” que se le atribuía a San Juan evangelista como
autor de dicha transcripción. Estaba publicado por Mazdasnan, que es una
agrupación de origen soroástico, es decir, de Saratustra. Lo compré y esa noche
no dormí por acabar de leer los treinta y dos capítulos que lo conforman. Es el
relato de las respuesta a numerosos enfermos que le preguntan al maestro Jesús
que pueden hacer para restablecerse de sus enfermedades y poder volver a
servir dentro de la comunidad de los hombres. Jesús les dice que si se habían
enfermado fue por abandonar las sabias leyes de la Madre Naturaleza y que solo
siguiéndolas nuevamente, encontrarían el alivio y remedio para sus males
corporales. Y así con un maravilloso lenguaje que solo leyéndolo se pude
disfrutar y comprender, el Maestro Jesús los va guiando en su trabajo por re-
encontrar la sabiduría de su perdida sensibilidad biológica. Al terminarlo me dije:
“¡Por supuesto, esto es… el verdadero camino de la salud!”, pero ¿Cómo abordar
este camino? Hablé con Shanti y le presté el librito y me dijo que estaba muy
difícil seguir una disciplina basada en ese documento, pero que tenía un conocido
que tal vez podría ayudarme con alguna sugerencia. En alguna de sus visitas a la
ciudad de México, me puso en contacto con su conocido. Fui a su casa que
estaba cerca de la mía y estuve haciendo yoga con él é incluso conocí a su hija
única. Me dijo que sabía algo de los germinados pero que no solo de eso se
podía vivir y me invitó a un rancho que tenía en el estado de Puebla, donde me
diría algo más de lo que sabía. Entusiasmado me preparé para ese fin de semana
acompañar a mi “maestro en germinados”.

Creo que en este momento es preciso presentar el “Evangelio Esenio de
la Paz”, para que puedan entender el cambio lento pero seguro que empezó a
tomar mi vida ante una revelación semejante y ante la imposibilidad de realizarlo
dentro de un mundo bastante ajeno a dichas las verdades evangélicas.
Debo advertir que he conocido varias ediciones de este evangelio con
variaciones en el nombre y yo mismo lo he editado bajo el nombre de “El
Evangelio de la Salud y de la Paz”: https://es.scribd.com/document/386432919.
Le he quitado el español reverencial y lo he versiculado. Sin embargo, El
Evangelio de la Paz que les presento a continuación es lo más cercano a la
primera edición que yo conocí.

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El Evangelio De La Paz
De los Rollos del Mar Muerto

CAPÍTULO 1

Entonces muchos enfermos y mutilados vinieron a Jesús, preguntándole:


Si sabes todas las cosas dinos, ¿por qué sufrimos con estas plagas? Maestro,
sánanos para que también nosotros podamos ser fuertes y no haya necesidad de
habitar en nuestra miseria. Sabemos que tienes el poder de sanar toda clase de
enfermedades. Líbranos de Satán y de todas sus grandes aflicciones. Y Jesús
contestó: Felices ustedes que tienen hambre de la verdad, que yo les satisfaré con
el pan de la sabiduría. Felices ustedes que tocan, porque yo les abriré la puerta de
la vida. Felices ustedes que arrojarán el poder de Satanás, porque yo los
conduciré al reino de los ángeles de nuestra Madre, donde el poder de Satán no
puede penetrar. ¿Quién es nuestra Madre y quiénes sus ángeles? ¿Y dónde está
su reino? Le preguntaron muy atónitos. Su Madre está en ustedes y ustedes en
Ella. Ella les parió. Ella les da la vida. Fue Su Madre, quien les dio su cuerpo y a
Ella, algún día se lo devolveréis. Felices ustedes cuando la conozcan, así como a
su reino, si reciben los ángeles de Su Madre y si observan sus leyes. De cierto les
digo; el que hace estas cosas jamás verá enfermedad. Porque el poder de Su
Madre, es superior a todo. Y este poder destruye a Satán y a su reino. Y tiene
dominio sobre sus cuerpos y sobre toda cosa viviente.

CAPÍTULO 2.

La sangre que circula en nosotros es nacida de la sangre de nuestra


Madre Tierra. Su sangre cae de las nubes, brota de las entrañas de la tierra;
susurra en los arroyos de las montañas. Corre extendiéndose en los ríos de las
llanuras, duerme en los lagos; ruge con poder en los tempestuosos mares.
Su aliento es azul en las alturas de los cielos; murmura en las cumbres de
las montañas; susurra entre las hojas de la selva. Ondea sobre los campos de
maíz. Dormita en los profundos valles; abrasa en el desierto. La dureza de
nuestros huesos es nacida de los huesos de nuestra Madre Tierra, de las rocas y
de las piedras. Desnudas se alzan hacia los cielos sobre las cumbres de las
montañas; son como gigantes que echados dormitan en las faldas de las
montañas; como ídolos entronados en el desierto, escondidos en lo profundo de la
tierra. Lo tierno de nuestra carne es nacido de la carne de nuestra Madre Tierra,
cuya carne, como cera amarilla y roja, está en las frutas de los árboles y nos nutre
en los surcos de los sembrados. Nuestras entrañas son nacidas de las entrañas
de nuestra Madre Tierra y se esconden a nuestros ojos así como las
profundidades invisibles de la tierra. La luz de nuestros ojos, el oír de nuestras
orejas, ambos son nacidos de los colores y sonidos de nuestra Madre Tierra, la
cual nos envuelve, como las olas del mar al pez; como el remolino de aire al ave.
De cierto, de cierto les digo: el hombre es el hijo de la Madre Tierra y de ella
recibieron los Hijos de los Hombres todo su cuerpo. De igual manera como el

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cuerpo de un recién nacido ha venido al mundo, es nacido del vientre de su
madre. De cierto les digo, son uno con Su Madre Tierra, Ella está en ustedes y
ustedes en Ella. De Ella nacieron, en Ella viven y a Ella volverán de nuevo.
Guarden, por lo tanto, sus preceptos, porque nadie alcanzará larga vida, ni será
feliz sino el que honra a su Madre Terrenal y obedece sus preceptos. Porque su
alimento es su alimento, Su sangre su sangre. Sus huesos son sus huesos, Su
carne su carne, Sus entrañas sus entrañas. Sus ojos y sus oídos son sus ojos y
oídos. De cierto, de cierto les digo, si faltan a uno solo de estos preceptos, si
dañan solo uno de sus miembros, se lamentarán en su dolor y enfermedad y allí
será el llanto y el crujir de dientes. De cierto les digo, a no ser que sigan las leyes
de Su Madre Tierra, ustedes no pueden escapar de la muerte. Y el que se apega a
la ley de su Madre, a él se apegará su Madre también. Sanará todas sus plagas y
jamás enfermará. Ella le alargará la vida y le protegerá de toda aflicción. Del
fuego, del agua, de la picadura de serpientes venenosas. Porque Su madre los
parió y mantiene la vida en ustedes. Les ha dado su cuerpo, solamente ella puede
curarlos. Felices los que aman a su Madre y reposan en paz sobre su seno.
Porque Su Madre los ama, aun cuando la abandonen. Y ¿Cuánto más los amará
si vuelven a Ella de nuevo? De cierto, de cierto les digo, grande, muy grande es su
amor. Mayor que la más grande entre las montañas y más profundo que el más
profundo de los mares. Y a los que aman a su Madre, Ella no los abandonará
jamás. Así como la gallina protege a sus polluelos; como el león a sus cachorros,
así la Madre protege a su único hijo. Así la Madre Tierra protege al Hijo del
Hombre y le salva de todo peligro y males.

CAPÍTULO 3

Porque en verdad les digo, que innumerables males y peligros acechan a


los Hijos de los Hombres. Belcebú, el príncipe de los demonios, la fuente de todo
mal está en espera en el cuerpo de los Hijos de los Hombres; él es muerte y señor
de toda plaga y poniéndose ropajes atractivos tienta y seduce a los Hijos de los
Hombres. Les ofrece riquezas, poder y palacios espléndidos, vestidura de oro y
plata, multitud de criados, todo esto y además renombre y gloria. Fornicación y
falta de pudor, glotonería y embriaguez, vida disoluta y molicie; y él seduce a cada
uno según las inclinaciones de su corazón. Y en el día en que los Hijos de los
Hombres ya hayan llegado a ser sus esclavos, de todas estas vanidades y
abominaciones, entonces en pago de ello, les arrebata todas aquellas cosas que
la Madre Tierra les dio en abundancia, a los Hijos de los Hombres. Le arrebata su
aliento, su sangre, sus huesos, su carne, sus entrañas, sus ojos y oídos.
Y la respiración de los Hijos de los Hombres se corta; ellos se asfixian
llenos de dolor y hediondez, con el aliento de las bestias inmundas. Y su sangre
es espesa y da mal olor como el agua de los pantanos. Se coagula, ennegrece
como la noche de la muerte. Y sus huesos se endurecen y se hacen nudosos; se
funden interiormente, se quiebran en pedazos, como la piedra al caer sobre una
roca. Y su sangre se convierte en grasa y líquido, se corrompe, se pudre con
erupciones y tumores que son una abominación. Y sus entrañas llegan a estar
llenas de abominable suciedad con los residuos que manan de las pudriciones y
multitud de gusanos tienen su morada allí. Y sus ojos se oscurecen hasta que la

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negra noche los envuelve. Y sus orejas se cierran como el silencio de la tumba. Y
al fin de todo, el hijo pródigo del hombre perderá su vida. Porque no guardó los
preceptos de su Madre y acumuló error sobre error. Por lo tanto, todos los dones
de su Madre Tierra le serán quitados; aliento, sangre, huesos, entrañas, ojos y
oídos. Y después de todo, hasta la vida, con la que la Madre Tierra coronó su
cuerpo. Empero, si el Hijo del Hombre se arrepiente de sus errores, los abandona
y se vuelve a la Madre Tierra, y si observa los preceptos de la Madre Tierra y se
libra de las garras de Satán y resiste sus tentaciones, entonces la Madre Tierra
recibe de nuevo a su hijo pródigo con amor y le envía sus ángeles a fin de que le
sirvan. De cierto, de cierto les digo, cuando el Hijo del Hombre resiste a Satán,
que mora en él y no hace su voluntad, a la misma hora los ángeles de la Madre
Tierra aparecen ante él a fin de servirle con todo su poder, y libran completamente
al Hijo del Hombre, del poder de Satán. Pues ningún hombre puede servir a dos
señores, o servirán a Belcebú y a sus demonios, o servirán a Su Madre y a sus
ángeles. O servirán a la muerte, o servirán a la vida. De cierto les digo, felices
ustedes que practican las leyes de la vida y no erran en los caminos de la muerte.
Porque en ellas las fuerzas de la vida están fuertemente impresas y huyen las
plagas de la muerte.

CAPITULO 4

Todos a su derredor escuchaban atónitos sus palabras, porque su palabra


era con Poder. Y sus enseñanzas eran distintas de las de los escribas y
sacerdotes. Y aunque el sol se había puesto, no se retiraron a sus hogares. Se
sentaron alrededor de Jesús y le preguntaron: Maestro
¿Cuáles son estas leyes de la vida? Quédate más con nosotros y
enséñanos. Escucharemos tus enseñanzas, para que podamos ser sanados y
para que podamos ser justos. Y Jesús se sentó en medio de ellos y les dijo: De
cierto, de cierto les digo, nadie puede ser feliz, sino el que cumple con la Ley. Y
los otros respondieron: Nosotros cumplimos todas las leyes de Moisés nuestro
legislador, según están escritas en las Sagradas Escrituras. Y Jesús respondió:
No busquen la Ley en Sus Escrituras, pues la Ley es vida y las escrituras son
muerte. De cierto, de cierto les digo, Moisés no recibió las Leyes escritas; sino de
viva voz. La Ley es palabra viva, del Dios vivo, para los profetas vivientes, para los
hombres vivientes. La Ley está escrita en toda cosa viviente. Ustedes la
encontraran en las hierbas, en los árboles, en el río, en las montañas. En las aves
del cielo, en los peces del mar; más buscadla principalmente en ustedes mismos.
Porque de cierto les digo, que toda cosa viviente está más cerca de Dios, que la
Escritura que no tiene vida. Dios, de tal manera creó la vida y toda cosa viviente, a
fin de que ellas enseñaran al hombre, por la palabra de Vida Eterna, las leyes del
Verdadero Dios. Dios no escribió su palabra en las páginas de un libro, sino en su
corazón y en su espíritu. Están también en su aliento, Su sangre, sus huesos. En
Su carne, Sus entrañas, sus ojos, sus oídos, y en cada partícula de su cuerpo.
Están escritas en el aire, en el agua, en la tierra. En las plantas, en los rayos del
sol, en las profundidades y en las alturas. Les hablan con el fin de que
comprendan el idioma y la voluntad del Dios viviente. Pero ustedes cierran los ojos
para no poder ver, tapan Sus orejas para no poder oír. De cierto, de cierto les

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digo, la escritura es la obra del hombre, más la vida y todos sus ejércitos, son la
obra de nuestro Dios. ¿Por qué no escuchan las palabras del Dios viviente que
están escritas en sus obras? Y ¿Por qué estudian las escrituras muertas que son
la obra de los hombres?

CAPITULO 5

¿Cómo podremos leer la Ley de Dios en otra parte que no sean las
escrituras? Léenoslas donde tú las veas, pues nosotros no conocemos nada sino
las escrituras que hemos heredado de nuestros padres. Enséñanos la ley de que
tú hablas, a fin de que oyéndola, seamos sanados y justificados.
Y Jesús les dijo: Ustedes no comprenden las palabras de la vida porque
están en la muerte. Las sombras oscurecen sus ojos y la sordera cierra sus oídos.
Pues yo les digo, en verdad no han ganado nada al escudriñar las escrituras
muertas, pues con sus hechos niegan al que les ha dado las escrituras. Pues les
digo en verdad, Dios y sus leyes no están de acuerdo con sus actos. No están en
la glotonería y la embriaguez, ni en lo disoluto, ni en la impudicia, ni en la
búsqueda de riquezas, ni aún en el odio para sus enemigos. Porque todas estas
cosas están muy alejadas del verdadero Dios y de sus ángeles. Más todas estas
cosas vienen del reino de las tinieblas y del príncipe de todo mal. Y todas estas
cosas ustedes las llevan en ustedes mismos y por esto las palabras y el poder de
Dios no descienden en ustedes. Porque toda clase de males y abominaciones
habitan en su cuerpo y su espíritu. Si quieren que la palabra del Dios viviente
penetre en ustedes, no manchen ni su cuerpo ni su espíritu. Porque el templo que
es el cuerpo, es el templo del espíritu y el espíritu es el templo de Dios. Purifiquen,
por lo tanto el templo para que el Señor del templo descienda y habite en un lugar
digno de Él.

CAPITULO 6

Retírense de todas las tentaciones de su cuerpo y de su espíritu, que


vienen de Satán y ampárense bajo la sombra del cielo de Dios. Conviértanse y
ayunen. Porque en verdad les digo, que Satán y sus maldades sólo pueden ser
arrojados con oración y ayuno. Vayan y ayunen solos, y que su ayuno no sea
conocido por los hombres. El Dios viviente lo verá y grande será su galardón. Y
ayunen hasta que Belcebú y todos sus demonios se aparten de ustedes y todos
los ángeles de la Madre Tierra vengan y les sirvan. Porque en verdad les digo, sin
ayuno no serán jamás libres del poder de Satán y de todas las enfermedades que
vienen de él. Ayunen y oren con fervor buscando el poder del Dios viviente para
Su curación. Cuando ayunen huyan de los Hijos de los Hombres y buscad los
ángeles de nuestra Madre Tierra. Pues el que busca halla. Buscad el aire fresco
de las selvas y de los campos y en medio de ellos encontraran el Ángel del Aire.
Quítense Sus sandalias, Sus ropas y permitan que el Ángel del Aire abrace todo
su cuerpo. Después respirad larga y profundamente a fin de que el Ángel del Aire
penetre en su interior. En verdad les digo, el Ángel del Aire arrojará de su cuerpo
todas las impurezas que les manchan, dentro y fuera de él. Y toda fetidez e
impureza saldrán de ustedes, así como el humo del fuego que se eleva en el aire y

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se pierde en el mar de aire. Porque en verdad les digo, sagrado es el Ángel del
Aire que purifica todo lo impuro y cambia en olor dulce lo mal oliente. Ningún
hombre puede llegar ante la presencia de Dios, si el Ángel del Aire no le permite el
paso. En verdad todos deben nacer de nuevo de aire y de verdad. Porque su
cuerpo respira el aire de la Madre Tierra y su espíritu respira la Verdad del Padre
Celestial.

CAPITULO 7

Después del Ángel del Aire, buscad el Ángel del Agua. Quítense su
calzado y Sus vestiduras y permitid que el Ángel del Agua abrece todo su cuerpo.
Refúgiales sin temor en sus brazales y con la frecuencia que pongáis en
movimiento el aire con Su respiración, así moved el agua con su cuerpo. De cierto
les digo, el Ángel del Agua arrojará de sus cuerpos toda impureza que los
manchan por dentro y por fuera. Y todas las impurezas y podredumbres saldrán
de su cuerpo así como la suciedad de las vestiduras es lavada y el agua al correr
la lleva y se pierde en las corrientes del río. De cierto les digo, sagrado es el Ángel
del Agua que purifica todo lo impuro y cambia lo mal oliente en olor suave y dulce.
Nadie puede venir a la presencia de Dios si el Ángel del Agua no le
permite pasar. De cierto les digo, todos deben nacer de nuevo, de agua y de
verdad. Porque su cuerpo se baña en el río de la vida terrestre y Su alma se baña
en la fuente de vida eterna. Porque reciben Su sangre de Su Madre Tierra y la
verdad de su Padre Celestial. No piensen que es suficiente que el Ángel del Agua
les abrace exteriormente. En verdad les digo, las impurezas del interior de su
cuerpo son mayores que las del exterior. Y el que se purifica en el exterior, pero
en el interior permanece sucio es como los sepulcros blanqueados en el exterior,
más en el interior están llenos de horribles impurezas y abominaciones. Así pues,
Yo les digo en verdad, permitan que el Ángel del Agua les bautice también en el
interior para que sean libres de todos sus antiguos errores. Y que en su interior, de
igual manera sean purificados como la espuma de los ríos que se balancean a la
luz del sol. Busquen, por lo tanto, un guaje grande que tenga su tallo
suficientemente largo, de la altura de un hombre. Quiten lo de su interior y
reemplácenlo con agua del río, calentada al sol. Cuélguenlo de la rama de un
árbol y arrodíllense en el suelo ante el Ángel del Agua. Introduzcan el extremo o
caña del guaje en la parte trasera, a fin de que el agua fluya en sus intestinos.
Después permanezcan arrodillados sobre la tierra, ante el Ángel del Agua y oren
al Dios viviente por el perdón de sus pasados errores. Pedid al Ángel del Agua que
libre sus cuerpos de toda impureza y de toda enfermedad. Luego, dejad que el
agua se desaloje de su cuerpo a fin de que se lleve todas las inmundicias y
abominaciones de Satán. Y verán con sus ojos y olerán con Sus narices todas las
impurezas abominables que manchan el templo de su cuerpo. Aún de todos los
errores que habitan en su cuerpo y que les atormentan con toda clase de dolores.
De cierto les digo, el bautismo del agua les libra de todo esto. Repetid el bautismo
de agua cada día de su ayuno. Hasta el día en que vean que el agua que fluye de
su cuerpo es pura como la espuma del río. Luego llevad su cuerpo al agua
corriente del río y allí en los brazos del Ángel del Agua rendid gracias al Dios
viviente que les ha librado de sus errores. Y este santo bautismo del Ángel del

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Agua, es renacer a nueva vida, pues, en el futuro sus ojos verán y sus oídles
oirán. No erréis más, por lo tanto, después de su bautismo a fin de que los ángeles
del Aire y del Agua moren eternamente en ustedes y les sirvan siempre.
Y si subsiste todavía algo de sus antiguos errores e impurezas buscad el
Ángel del Sol. Quitad su calzado y vestiduras y permitid que el Ángel del Sol
descienda a ustedes. Luego aspirad largo y profundamente a fin de que el Ángel
del Sol descienda a ustedes. Y el Ángel de la Luz del Sol arrojará de su cuerpo
todo el mal olor e impurezas que manchen el exterior de su cuerpo. Y toda
impureza y podredumbre saldrán de ustedes, así como la oscuridad de la noche
se desvanece con la claridad del Sol cuando se levanta. Porque en verdad les
digo, sagrado es el Ángel de la Luz del Sol que purifica todo lo impuro y que hace
las cosas mal olientes de olores suaves y dulces. Nadie podría llegar a la
presencia de Dios si el Ángel de la Luz del Sol no se lo permite. En verdad, todos
deben renacer de Sol y de verdad. Porque su cuerpo toma calor de la Luz del Sol,
de la Madre Tierra, y su espíritu toma calor de la Luz del Sol de la Verdad, del
Padre Celestial. Los Ángeles del Aire, del Agua y del Sol son hermanos. Le fueron
dadles al Hijo del Hombre para que le sirvan y para que pueda ir siempre de uno a
otro. Sagrados son de igual modo sus abrazos. Son los hijos inseparables de la
Madre Tierra, así que no separen aquello que está unido por la tierra y el cielo.
Permitan que estos tres ángeles dancen a diario a su alrededor y que habiten con
ustedes en todos sus ayunos.

CAPITULO 8

En verdad les digo, el poder del demonio, todos los errores y todas sus
impurezas huirán pronto de aquel cuerpo que esté en los brazos de estos tres
ángeles. Así como los ladrones huyen de una casa desierta a la llegada del amo,
uno por la puerta, otro por la ventana y el tercero por el techo, cada uno donde se
encuentre y por donde le sea flexible. De igual manera, huirán de su cuerpo todos
los demonios del mal y todos sus errores pasados, y toda impureza y enfermedad
que mancha el templo de su cuerpo. Cuando los ángeles de la Madre Tierra
penetran en su cuerpo como los amos del templo, de nuevo toman posesión de él.
Todo mal olor huirá de ustedes por su aliento y por Su piel. Aguas corrompidas
saldrán por Su boca y por Su piel, así como por Su parte trasera y partes íntimas.
Y todas estas cosas las verán con sus ojos y olerán con Sus narices y tocaran con
Sus manos. Y cuando todos los demonios, errores e impurezas hayan huido de su
cuerpo, Su sangre será tan pura como la de nuestra Madre Tierra y como la
espuma del río que ondea a la luz del sol. Y su aliento será tan puro como el
aliento de las flores olorosas. Su carne tan pura como las rojas frutas entre las
hojas de los árboles. La luz de sus ojos tan clara y brillante como el brillante sol en
el cielo azul. Y ahora les servirán todos los ángeles de la Madre Tierra. Y su
aliento, Su sangre, Su carne, serán uno con el aliento, la sangre y la carne de Su
Madre Tierra. Para que su espíritu sea uno con el espíritu de su Padre Celestial.
Porque en verdad les digo, nadie se allegará al Padre Celestial, si no es por la
Madre Tierra.

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CAPITULO 9

Así como ningún recién nacido puede entender las enseñanzas de su


padre hasta que su madre le ha amamantado, le ha bañado, cuidado, puesto a
dormir y alimentado, etc., mientras es aún pequeño el niño, su lugar está junto a
su madre y debe obedecerla. Cuando el niño ha crecido, su padre lo lleva con él a
su trabajo, a su lado, en el campo y el niño vuelve a la casa cuando la hora de
comer y de cenar llega. Y ahora su padre le enseña para que llegue a ser experto
en las obras del padre. Y cuando el padre ve que su hijo entiende sus enseñanzas
y hace bien su trabajo, le entrega sus posesiones para que pertenezcan a su hijo
amado y para que el hijo continúe la obra de su padre. En verdad les digo, feliz
ese hijo que acepta el consejo de su Madre y camina en él. Y cien veces más feliz
es ese hijo quien también acepta y camina en los consejos de su padre, pues fue
dicho: Honra a tu padre y a tu madre para que los días se te alarguen sobre la
tierra. Pero Yo les digo: Hijos de los Hombres, honrad a vuestra Madre Tierra y
seguid sus leyes, para que sus días se alarguen sobre la tierra. Y honrad a su
Padre Celestial para que sea Su Vida Eterna en los cielos. Porque el Padre
Celestial es mayor que todos los padres por simiente y sangre y mayor es la
Madre Terrenal que todas las madres por carne. Y más amado es el Hijo del
Hombre a los ojos del Padre Celestial y de la Madre Tierra, que lo que son los
hijos a los ojos de sus padres por simiente y de su madre por carne. Y más sabias
son las palabras y las leyes de nuestro Padre Celestial, que las palabras y la
voluntad de todos los padres por simiente y de todas las madres por la carne. Y de
mayor valor es la herencia de su Padre Celestial y de Su Madre Tierra, los reinos
sempiternos de la Tierra y de la Vida celestial, que todas las herencias de sus
padres por simiente y sangre y de Sus madres por cuerpo. Y sus verdaderos
hermanos son aquellos que hacen la voluntad de su Padre Celestial y de Su
Madre Tierra y no sus hermanos por la sangre. En verdad les digo, que sus
verdaderos hermanos en la voluntad del Padre Celestial y de la Madre Tierra les
amarán mil veces más que sus hermanos por la sangre. Porque desde los días de
Caín y Abel, cuando los hermanos de la sangre quebrantaron la Ley de Dios, no
hay verdadera hermandad por la sangre. Y los hermanos tratan a los hermanos
como extraños. Por lo tanto, les digo, amad a sus hermanos en la voluntad de
Dios, mil veces más que a sus hermanos por la sangre.

CAPITULO 10

Porque su Padre Celestial es Amor. Porque Su Madre Tierra es Amor.


Porque el Hijo del Hombre es Amor. Es por el amor que el Padre Celestial, la
Madre Tierra y el Hijo del Hombre son uno. Porque el Espíritu del Hijo del Hombre
fue creado del Espíritu del Padre Celestial, y su cuerpo, del cuerpo de la Madre
Tierra. Sed perfectos como el Espíritu de su Padre Celestial y el cuerpo de Su
Madre Tierra son perfectos. Y de tal manera amad a su Padre Celestial como El
ama su Espíritu. Y de tal manera amad a Su Madre Tierra así como Ella ama a su
cuerpo. Y de tal manera amad a sus verdaderos hermanos, así como su Padre
Celestial y Su Madre Tierra los aman. Y entonces su Padre Celestial les dará su

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Santo Espíritu y Su Madre Tierra les dará su Santo Cuerpo. Y entonces, los Hijos
de los Hombres –como verdaderos hermanos, se darán amor uno al otro, el amor
que ellos recibieron de su Padre Celestial y de su Madre Tierra. Y llegarán a ser
un consuelo el uno del otro. Y desaparecerá de la tierra todo mal y toda tristeza y
habrá amor y gozo sobre la tierra. Y toda la Tierra será como los cielos y el Reino
de Dios vendrá. Y entonces vendrá el Hijo del Hombre en toda su gloria para
heredar el Reino de Dios. Y entonces los Hijos de los Hombres dividirán su
herencia divina, el Reino de Dios. Porque los Hijos de los Hombres viven en el
Padre Celestial y en la Madre Tierra, y el Padre Celestial y la Madre Tierra viven
en ellos. Y entonces con el Reino de Dios vendrá el fin de los tiemples. Porque el
Amor del Padre Celestial da a todos vida sempiterna en su Reino. Porque el Amor
es eterno. El amor es más fuerte que la muerte. Si yo hablase en lenguas
humanas y de ángeles y no tuviese amor, vendría a ser como metal que resuena o
címbalo que retiñe. Y si tuviera el don de la profecía y entendiera todos sus
misterios y toda la ciencia, si tuviera la fe de manera que pudiera traspasar las
montañas y no tuviera amor, nada sería. Y si repartiera toda mi hacienda para dar
de comer a los pobres y si entregara mi cuerpo para ser quemado y no tuviera
amor, de nada serviría. El amor es sacrificio, es gentil, el amor no tiene envidia, el
amor no hace locuras, no es engreído. No es injurioso, no es egoísta, no se irrita,
no piensa mal. No se huelga en las injusticias, mas, se halaga en la verdad. Todo
lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. La caridad nunca cesa de
ser, más las profecías se han de acabar y cesarán las lenguas y la ciencia
sobrará. Porque en parte conocemos la verdad y en parte erramos. Más cuando
venga lo que es perfecto, entonces lo que está en partes, será quitado. Cuando
era niño, hablaba como niño, pensaba como niño y jugaba como niño. Pero
cuando fui hecho Hombre deseché las niñerías. Ahora vemos por un espejo, en
obscuridad, más luego veremos cara a cara. Ahora conocemos en parte, más
cuando estemos en la presencia de Dios aún nos conoceremos nosotros mismos,
no en parte sino como somos conocidos por El. Ahora permanecen estas tres
virtudes: la Fe, la Esperanza y el Amor, empero la mayor de ellas es el Amor.

CAPITULO 11

Y ahora les hablo en la lengua viva, del Dios viviente por el Espíritu Santo
de nuestro Padre Celestial. Aún no hay uno entre ustedes que pueda entender
todo lo que Yo hablo. El que les explica las escrituras les habla en lengua muerta
de hombres muertos, por medio de su cuerpo enfermo y mortal. A él, por lo tanto,
le pueden entender todos los hombres, porque todos los hombres están enfermos
y están en la muerte. Nadie ve la luz de la vida. Ciegos que guían a otros ciegos
por la senda del pecado, de enfermedad y sufrimientos. Y a la postre todos caen
en el hoyo de la muerte. Soy enviado a ustedes por el Padre, para que Yo pueda
hacer que la Luz de Vida del Padre brille ante ustedes. La luz alumbra de por sí en
la oscuridad. Más la oscuridad se conoce sólo a sí y no conoce la Luz.
Muchas cosas tengo aún que decirles, pero no las pueden soportar aún.
Porque sus ojos se han acostumbrado ya a la oscuridad y la Luz perfecta del
Padre Celestial les cegaría. Por lo tanto, aún no pueden comprender lo que les
digo con relación al Padre Celestial que me ha enviado a ustedes. En primer lugar

97
seguid los preceptos de la Madre Tierra, de los cuales les he hablado. Y cuando
los ángeles hayan limpiado y renovado sus cuerpos y fortalecido sus ojos, estarán
capacitadles para soportar la luz de su Padre Celestial. Cuando puedan fijar Su
mirada con firmeza en la brillantez del sol de mediodía entonces podrán mirar la
sublime Luz de su Padre Celestial que es mil veces más brillante que miles de
soles. Más, ¿cómo podrás ver la Luz de tu Padre Celestial, cuando no puedes
soportar aún el brillo del flamante sol? Créanme, el sol es semejante a la llama de
una vela al lado del sol de la verdad del padre Celestial. Tengan Fe por lo tanto, y
esperanza y Amor. De cierto les digo, no quedarán sin su galardón. Si creen en
mis palabras, creen en el que me envió, quien es el Señor de Todo y para quien
todo es posible. Porque lo que es imposible a los hombres, es posible para Dios.
Si creen en los ángeles de la Madre Tierra y cumplen sus preceptos, Su fe les
sustentará y no verán nunca enfermedad. Tened también esperanza en el amor de
nuestro Padre Celestial pues el que en El confía no se verá engañado, ni verá
jamás la muerte. Ámense los unos a los otros, porque Dios es Amor y así
conocerán a sus ángeles que andarán en sus caminos. Y entonces todos los
ángeles vendrán a Su presencia y les servirán. Y Satán con todos sus errores,
enfermedades y suciedad huirá de su cuerpo. Vayan, dejad sus errores y
arrepiéntanse. Bautícense, para que nazcan de nuevo y no yerren más.

CAPITULO 12

Y Jesús se puso de pie. Mas todos los demás se quedaron sentados, pues
todos sentían el poder de sus palabras. Y luego apareció la luna entre las nubes
que se partían, y envolvió a Jesús en su brillo. Y su caballera despedía rayos de
fuego y Jesús estaba allí de pie, entre ellos, a la luz de la luna, como si estuviera
suspendido en el aire. Y nadie supo cuánto tiempo había pasado, pues el tiempo
suspendió su marcha. Entonces Jesús extendió sus manos y les dijo; La paz sea
con ustedes; Y así partió, como el aliento del aire al balancear las hojas verdes de
los árboles. Y por gran rato la multitud quedó sentada, quieta. Y despertaron en
medio del silencio, uno después del otro, como si despertaran de un largo sueño.
Pero, nadie se iba. Como si las palabras de aquel que les había dejado, aún
sonaran en sus oídos. Y quedaron sentados como si escucharan alguna música
maravillosa. Al fin uno de ellos, con respeto, dijo: Cuán bueno es estar aquí. Otro:
Que esta noche fuera eterna. Y otros: Que siempre pudiera estar con nosotros. En
verdad, Él es el mensajero de Dios, puesto que sembró la esperanza en nuestros
corazones. Y ninguno deseaba irse a su casa diciendo: No voy a mi casa donde
todo es tinieblas y no hay gozo. ¿Para qué vamos a casa donde nadie nos ama? Y
hablaban de ese modo, pues casi todos eran pobres, cojos, ciegos, malformados.
Eran mendigos, sin hogar, despreciados en su miseria. Eran únicamente
soportados en las casas donde hallaban refugio por algunos días, solo por amor a
la piedad. Y algunos, también, poseyendo casas y familias decían: También
nosotros nos quedaremos con ustedes. Porque cada hombre sentía que las
palabras de Él, que había partido, los unía con lazos invisibles a la pequeña
compañía. Y todos sintieron su nuevo nacimiento. Vieron ante ellos un mundo
lleno de esplendor, aun cuando la luna se escondía tras las nubes. Y en el
corazón de todos renacían flores de admirable belleza, las flores del gozo y de la

98
felicidad. Y cuando los brillantes rayos del sol aparecieron en el horizonte, todos
sintieron que era el futuro Sol del Reino de Dios. Y con sus rostros radiantes de
gozo se levantaron para encontrar a los ángeles de Dios.

CAPITULO 13

Muchos enfermos e inmundos seguían las palabras de Jesús. Y buscaban


las riberas de los susurradores arroyos y quitando sus sandalias y vestiduras,
ayunaban y sometían sus cuerpos a los ángeles del Aire, del Agua y del Sol. Y los
ángeles de la Madre Tierra los tomaron en sus brazos, posesionándose de sus
cuerpos, tanto del exterior como del interior. Y todos vieron alejarse
apresuradamente de ellos, todos los males, errores e impurezas. Y el aliento de
algunos de ellos llegó a ser tan insoportable como el desecho de los intestinos
cuando hay diarrea. Y algunos tenían accesos anormales de esputos y mal olor y
además, vómitos inmundos e impurezas salían de sus partes internas. Y todas
estas impurezas fluían por sus bocas, en algunos por su nariz, en otros por sus
ojos y orejas. Y muchos tenían un sudor fétido que provenía de todo su cuerpo,
sobre toda la superficie de su piel. Y a muchos les resultaron abscesos en sus
piernas, de las cuales salían impurezas de muy mal olor. Y la orina fluía
abundante de su cuerpo. Y en muchos, los orines eran escasos, muy espesos y
de color de miel de abejas. El de otros era casi rojo o negro y casi tan duro como
la arena de los ríos. Y muchos ventoseaban gases de mal olor de sus intestinos,
semejantes al aliento de los demonios. Y la hediondez era tal que nadie la podía
soportar. Y cuando se bautizaron, el agua penetró en el interior de sus cuerpos. Y
de allí salieron todas las abominaciones e impurezas de sus errores. Y así como
un arroyo que desciende de la montaña, así vierte de sus cuerpos una multitud de
abominaciones duras y suaves. Y el suelo por donde corrían era contaminado y
tan grande llegó a ser la hediondez que nadie podía permanecer allí. Y los diablos
dejaron los intestinos, en la forma de numerosos gusanos que se contorneaban en
su estrecho sitio, en el intestino que estaba lleno de impurezas, y se retuercen en
impotente rabia, al ser arrojados del cuerpo de los Hijos de los Hombres. Y
entonces el Ángel del Sol descendió sobre ellos y perecieron retorciéndose en el
frenesí de la desesperación, cuando el Ángel del Sol los pisó bajo sus plantas. Y
todos temblaron con terror al ver todas estas abominaciones de Satán, de las
cuales los ángeles les habían librado. Y dieron gracias a Dios, quien había
enviado a sus ángeles para su liberación. Y había algunos cuyos dolores les
atormentaban y no los dejaban. Y no sabiendo qué hacer, resolvieron enviar
alguien a Jesús. Porque ellos tenían grandes deseos de que El estuviese entre
ellos.

CAPITULO 14

Cuando dos de ellos hubieron ido a buscarlo, vieron a Jesús acercándose


por la ribera del río. Y sus corazones fueron henchidos de gozo y esperanza
cuando oyeron su saludo; La paz sea con ustedes; Y tantas eran las preguntas
que le querían hacer, más en su asombro no podían principiar, pues nada se les
venía a la mente. Y uno de ellos exclamó: Maestro, en verdad te necesitamos, ven

99
y sálvanos de nuestros dolores. Y Jesús habló por medio de parábolas. Son como
el hijo pródigo, quien por muchos años comió, bebió y pasó sus días en
desaciertos y libertinajes con sus amigos. Y cada semana, sin conocimiento de su
padre, incurría en nuevas deudas y en pocos días despilfarró todo. Y los usureros
siempre le prestaban dinero, pues su padre poseía grandes riquezas y siempre
con paciencia pagaba todas las deudas de su hijo. Y en vano él, con buenas
palabras, amonestaba a su hijo, más él nunca escuchó los consejos de su padre
quien en vano imploraba que abandonara su vida desordenada, la cual no tenía fin
y le suplicaba que fuera a los campos a vigilar los trabajos de sus siervos. Y el hijo
siempre le prometía ser mejor, si él pagaba sus nuevas deudas. Empero al
siguiente día principiaba de nuevo. Y por más de siete años el hijo continuó en su
vida licenciosa. Pero al fin su padre perdió la paciencia y no pagó más las deudas
de su hijo a los usureros. Si continúo pagando siempre, no habrá fin a los pecados
de mi hijo. Luego, los usureros que habían sido engañados, en su enojo llevaron al
hijo como esclavo para que con su trabajo diario pagara el dinero que había sido
prestado. Y así terminaron las glotonerías, embriagueces y los continuos excesos.
Desde la mañana hasta la tarde, regaba los campos con el sudor de su frente y
sus miembros le dolían por el trabajo, pues no estaba acostumbrado. Y vivía sólo
de pan y no tenía sino sus lágrimas para remojarlo. Y cuando pasaron tres días,
sufrió tanto del calor y de cansancio que dijo a su amo: Ya no puedo más, todos
mis miembros están adoloridos. ¿Cuánto tiempo más me atormentarán? Hasta el
día en que por el trabajo de Tus manos me paguen lo que me deben. Y cuando se
hayan cumplido los siete años serás libre. Y el hijo desesperado respondió
llorando: pero apenas puedo soportar siete días. Ten piedad de mí, pues mis
piernas y mis brazos arden de dolor. Más el malvado usurero exclamó: apresúrate
con el trabajo. Si por siete años pudiste emplear tus días y noches para
desenfrenadas pasiones, ahora debes trabajar por siete años. No te perdonaré
hasta que hayas pagado hasta el último dracma. Más el hijo, con sus miembros
torcidos por el dolor, desesperado fue de vuelta a su trabajo, para continuar con su
obra. Apenas podía sostenerse de pie debido al cansancio y a los dolores y
cuando el séptimo día llegó, el día del sábado, en el cual ningún hombre trabaja
en los campos, entonces el hijo tomó fuerzas de las que le quedaban y
tambaleándose se fue a la casa de su padre. Y arrojándose a los pies de su padre
le dice: Padre, créeme por última vez y perdóname todas las ofensas hechas
contra ti. Les juro que no volveré a vivir desordenadamente otra vez y que seré su
hijo obediente en todo. Sálvame de la mano de mi opresor. Padre, mírame con
piedad, mira mis miembros, no endurezcan su corazón. Y los ojos de su padre se
inundaron en lágrimas y tomando a su hijo en sus brazos le dijo: Regocijémonos
porque hoy me has traído gran gozo. Porque he encontrado a mi hijo amado, mi
hijo que había perdido. Y vistió a su hijo con el mejor vestido y todo el día hubo
fiesta. Y al siguiente día dio a su hijo un saco de plata para que pudiera pagar a
sus acreedores todo lo que les debía. Y cuando volvió su hijo, le dijo: Hijo mío
¿Vean cuán fácil es contraer deudas por siete años, con una vida licenciosa? Pero
su pago, con siete años de trabajo, es difícil.
Padre, es en verdad difícil aún en siete días. Por esta única vez se les ha
permitido pagar Sus deudas en siete días en vez de siete años. El resto se les ha
perdonado. Pero ten entendido, en lo futuro no contraerás más deudas. Porque en

100
verdad les digo, nadie sino tu padre perdona tus deudas. Porque eres su hijo.
Porque con todo eso hubieran tenido que trabajar durante siete años, según
manda nuestra ley. Padre mío, en lo sucesivo, seré tu obediente y amante hijo y
no incurriré más en deudas. Pues sé que pagarlas es difícil. Y se fue a las
propiedades de su padre y pasaba los días vigilando a los trabajadores de su
padre. Y fue considerado con sus obreros, jamás les hizo trabajar en exceso, pues
siempre recordaba lo duro que había trabajado. Y pasaron los años y las
posesiones de su padre aumentaban más y más bajo su dirección. Porque la
bendición de su padre estaba sobre su trabajo. Y poco a poco devolvió a su padre
diez veces más de lo que había despilfarrado en los siete años. Y cuando su
padre vio que su hijo dirigía bien a sus siervos y administraba sus posesiones
bien, le dijo: Hijo mío, veo que mis posesiones están en buenas manos. Les doy
todo mi ganado, mi casa, mis tierras y mis posesiones. Todo será vuestra
heredad. Continúa prosperando para que así yo tenga gozo en ustedes. Y cuando
el hijo hubo recibido la herencia de su padre, él perdonó a sus deudores todo
aquello que no le podían pagar. Pues no olvidó que sus deudas le habían sido
perdonadas, cuando no las pudo pagar. Y Dios le bendijo con larga vida, con
muchos hijos y muchas riquezas. Porque fue bondadoso con todos sus criados y
con todos sus animales.

CAPITULO 15

Entonces volviéndose Jesús a los enfermos dijo:


Les hablo por parábolas para que puedan comprender mejor la palabra de
Dios. Los siete años de glotonería y embriaguez y de vida licenciosa, son los
errores pasados. El malvado acreedor es Satán. Las deudas son las
enfermedades. Los trabajos duros, los dolores. Y los hijos pródigos son ustedes.
El pago de las deudas, consiste en desalojar de sus cuerpos los demonios y las
enfermedades y el saneamiento de su cuerpo. La bolsa de plata recibida del padre
consiste en el poder salvador de sus ángeles. El padre es Dios. Las posesiones
del Padre son: El Cielo y la Tierra. Los siervos del Padre son los ángeles. El
campo del Padre es el mundo, el cual es transformado en el Reino de los Cielos,
si los Hijos del Hombre obran de conformidad con los ángeles del Padre Celestial.
Porque les digo, es mejor que el Hijo obedezca a su Padre y vigile a los siervos de
su Padre en el campo, que ser el deudor de un malvado acreedor y trabajar y
sudar en servidumbre para así pagar sus deudas. De igual manera, es mejor que
los Hijos de los Hombres obedezcan las Leyes de su Padre Celestial y que
trabajen en su Reino conjuntamente con sus ángeles, que ser los deudores de
Satán, el amo de la muerte y de todo error y enfermedad; y de que sufran dolores
y penalidades, con el sudor de su frente hasta que hayan pagado todos sus
errores.

CAPITULO 16

En verdad les digo, grandes son y muchos sus errores. Por muchos años
han cedido a las seducciones de Satán, han vivido en glotonería, embriagueces y
fornicación. Y Sus deudas se han multiplicado y ahora deben pagarlas y el pago

101
es difícil. No se impacienten después del tercer día, como el hijo pródigo, sino
esperen pacientemente el séptimo día que es santificado por Dios. Vengan con
humildad y obediente corazón a la presencia de su Padre Celestial, para que El
perdone sus errores y todas Sus deudas pasadas. En verdad les digo, el amor del
Padre Celestial para ustedes es infinito puesto que acepta que paguen la deuda
de siete años en siete días. A aquellos que deben errores y enfermedades de siete
años, pero que perseveran y pagan honradamente hasta el séptimo día, a ellos,
nuestro Padre Celestial, les perdona las deudas de todos los siete años.
¿Y si erramos por siete veces siete años?, preguntó uno de los enfermos
que sufría horriblemente. Aún en este caso su Padre Celestial les perdona todas
Sus deudas en siete veces siete días.

CAPITULO 17

Felices los que perseveran hasta el fin pues los demonios de Satán
escriben todos sus malos hechos en un libro. En el libro de su cuerpo y su espíritu.
En verdad les digo, no hay ni un solo hecho erróneo que no esté escrito aún desde
el principio del mundo, ante nuestro Padre Celestial. Porque podrán escapar a las
leyes hechas por los reyes, pero de las leyes de su Dios, ninguno de los Hijos del
Hombre puede escapar. Y cuando vengan a la presencia de Dios, los demonios de
Satán serán testigos en contra Su, con sus hechos. Y Dios ve sus errores escritos
en el libro de su cuerpo y de su espíritu y siente hondo pesar en su corazón. Pero
si se arrepienten de sus errores con ayuno y oración, y buscan los ángeles de
Dios. Entonces los ángeles de Dios, por cada día que continúen en ayuno y en
oración, borrarán un año de Sus malas acciones, del libro de su cuerpo y de su
espíritu. Y cuando la última página haya sido borrada y limpiada de todos sus
errores y se presenten ante la faz de Dios, Dios se regocijará en su corazón y
olvidará todos sus errores. Él les libra de las garras de Satán y de los sufrimientos.
Él les lleva a su morada y manda que les sirvan todos sus siervos, todos sus
ángeles. Larga vida les da y no verán jamás enfermedades. Y si, en lo sucesivo,
en vez de errar, pasan sus días haciendo buenas obras, entonces los ángeles de
Dios escribirán todas Sus buenas obras en el libro de su cuerpo y de su espíritu.
De cierto les digo, ninguna buena obra queda sin ser escrita delante de Dios, ni
desde el principio del mundo pues Su recompensa, de sus reyes y sus
emperadores puede que jamás venga, pero la recompensa de parte de Dios por
sus buenos hechos, no faltará jamás.
Y cuando vengan a la presencia de Dios, sus ángeles son testigos en su
favor de sus buenos hechos. Y Dios ve Sus buenas obras escritas en su cuerpo y
en su espíritu y se regocija en su corazón. El bendice su cuerpo y su espíritu y
todas Sus buenas obras. Y, les da como herencia, su Reino en la tierra y en el
cielo, para que en él tengan vida eterna. Feliz el que pueda entrar en el Reino de
Dios, porque jamás verá la muerte.

CAPITULO 18

A sus palabras siguió un gran silencio. Y los que estaban desanimados,


tomaron fuerzas nuevas de sus palabras y continuaron en ayuno y oración. Y el

102
que hubo hablado primero, le dijo: perseveraré hasta el séptimo día. Y el segundo,
de igual manera dijo: Y yo perseveraré también hasta siete veces siete días.
Felices los que perseveran hasta el fin, les contestó Jesús, porque ellos heredarán
la tierra. Y había entre ellos muchos enfermos, atormentados con tenaces dolores,
quienes apenas se arrastraban a los pies de Jesús pues no podían caminar más.
Le dijeron: Maestro, estamos atormentados con el dolor, dinos que debemos
hacer. Y le mostraron a Jesús sus pies, cuyos huesos estaban torcidos y
anudados. Ni los ángeles del Aire, ni del Agua, ni del Sol han aliviado nuestros
dolores. No obstante que nos hemos bautizado, hemos ayunado, orado y seguido
Tus palabras en todas las cosas, dijeron ellos. En verdad les digo, que sus huesos
serán sanados. No se desanimen, busquen Su curación junto al que cura los
huesos; el Ángel de la Tierra. De allí donde fueron tomados sus huesos, allí es
donde volverán. Y con su mano indicó el lugar donde la corriente del agua y el
calor del sol habían ablandado el barro, la tierra a las orillas del agua. Sumerjan
sus pies en el lodo, para que el abrazo del Ángel de la Tierra pueda quitar de sus
huesos toda impureza y toda enfermedad. Y ustedes verán a Satán huir del
abrazo del Ángel de la Tierra. Y los nudos de sus huesos se desvanecerán y se
enderezarán y todos sus dolores desaparecerán. Y los enfermos siguieron sus
palabras, pues sabían que serían curados.

CAPITULO 19

Había otros muchos enfermos que sufrían de sus dolores, no obstante,


ellos perseveraban en sus ayunos. Y su fuerza estaba agotada y gran calor los
atormentaba. Y cuando se hubieron levantado de sus camas para ir a Jesús, sus
cabezas daban vueltas, como si un vertiginoso viento les agitara. Y cada vez que
procuraban ponerse de pie, caían de nuevo al suelo. Entonces Jesús fue a ellos y
les dijo: Sufrís porque Satán y sus enfermedades atormentan sus cuerpos. Mas no
teman, pues su poder sobre ustedes terminará pronto. Porque Satán es como el
vecino colérico, quien penetró a la casa de su prójimo, durante su ausencia con la
intención de llevarse las mercancías a su propia casa; pero alguien le dijo al otro
que el enemigo estaba saqueando su casa y volvió a su casa corriendo. Y cuando
el mal vecino hubo juntado todo lo que pudo, vio de lejos al amo de la casa que
volvía muy de prisa. Entonces estaba tan enojado, por no poder llevarse nada que
se puso a destruir y a maltratar todo lo que allí había. Así que, no siendo las cosas
para él, no fueran tampoco para el otro. Pero inmediatamente el amo de la casa
vino y antes que el malvado cumpliera sus intenciones, lo tomó y lo arrojó fuera de
su casa. En verdad les digo, de igual manera entra Satán en sus cuerpos, que son
la casa de Dios, y toma en su poder, sus cuerpos, y todo lo que él desea robar: Su
aliento, Su sangre, sus huesos, Su carne, Sus entrañas, sus ojos, Sus orejas, pero
por su ayuno y oración han llamado de nuevo al Señor de su cuerpo y a sus
ángeles. Y ahora Satán ve que el verdadero Señor de su cuerpo vuelve y ese es el
fin de su poder. Por lo mismo, en su ira, reúne todas sus fuerzas una vez más,
para destruir su cuerpo antes de la venida del Señor. Por esa razón Satán les
atormenta con toda su fuerza, porque siente que su fin ha venido. Pero no se turbe
su corazón, pues pronto los ángeles del Señor aparecerán para ocupar sus
moradas y volverlas a dedicar como Templo de Dios. Y lo asirán fuertemente y lo

103
arrojarán de sus cuerpos, con todas sus impurezas y enfermedades. Y serán
felices, pues recibirán la recompensa de Su perseverancia y no verán más
enfermedades.

CAPITULO 20

Había entre ellos uno, que era el más atormentado de todos por Satán. Y
su cuerpo estaba acabado como un esqueleto y su piel estaba amarilla como una
hoja que está por caer. Estaba ya tan débil que no podía, ni aún sobre sus manos,
ir gateando hacia Jesús y solo llamaba de lejos: Maestro, Maestro; ten piedad de
mí, pues jamás ha sufrido hombre alguno como yo sufro, ni aún desde el principio
del mundo. Sé que eres el enviado de Dios y sé que si quieres puedes enderezar
mis miembros torcidos y arrojar de mi cuerpo a Satán. Pues ¿es qué no obedecen
los ángeles de Dios al mensajero de Dios? Ven, Maestro y arroja a Satán de mí,
pues rabía iracundo de mí y terrible es su tormento. Y Jesús le contestó: Por eso
les atormenta tanto Satán, porque han ayunado muchos días y no le han pagado
su tributo. No le alimentan con todas las abominaciones, las cuales manchan el
templo de su cuerpo. Ustedes atormentan a Satán con hambre y así en su ira él
les atormenta también. No teman, pues les digo, que Satán será aniquilado antes
de que su cuerpo sea destruido. Porque mientras ustedes ayunan y oran, los
ángeles de Dios protegen su cuerpo, para que Satán no les destruya. Y la ira de
Satán es impotente contra los Ángeles de Dios. Entonces vinieron a Jesús y con
fuertes gritos le rogaban, diciéndole: Maestro, ten compasión de él, porque sufre
más que todos nosotros. Y si no arrojas inmediatamente el demonio que lo posee,
tememos que no viva hasta mañana. Y Jesús le contestó: Grande es Su fe, por lo
tanto sea hecho según ella. Y ustedes verán, cara a cara, el espantoso rostro de
Satán y el poder del Hijo del Hombre. Porque arrojaré de ustedes al poderoso
Satán, por la fuerza del inocente cordero de Dios, la criatura más débil del Señor.
Porque el Santo Espíritu de Dios da más poder al débil que al más fuerte. Y Jesús
ordeñó una borrega que se estaba alimentando entre las yerbas. Y vació la leche
sobre la arena calentada por el sol, diciendo: He aquí, que el poder del Ángel del
Agua ha entrado en esta leche. Y ahora el poder del ángel del Sol penetrará en
ella también. Y la leche llegó a calentarse con la fuerza del sol. Y ahora, los
ángeles del Agua y del Sol se unirán con el Ángel del Aire. Y he aquí, que el vapor
de la leche caliente principió a levantarse lentamente al aire. Venid y respirad por
Su boca la fuerza de los ángeles del Agua, del Sol, y del Aire, para que puedan
penetrar en sus cuerpos y arrojar a Satán de ustedes. Y el hombre enfermo a
quien Satán atormentaba aspiró profundamente el vapor blanquecino que se
levantaba. Luego, Satán dejará su cuerpo, pues está hambriento desde hace tres
días y ya no encuentra que comer en el interior de su cuerpo. Saldrá de ustedes
para satisfacer su hambre con el vapor de la leche caliente, porque él tiene deseos
de este alimento. El sentirá el olor y será incapaz de resistir el hambre que lo ha
atormentado durante los tres días pasados. Más los hijos de los hombres
destruirán su cuerpo, a fin de que no atormente a nadie otra vez. Entonces el
cuerpo del enfermo fue sobrecogido con convulsiones y se contrajo como si fuese
a vomitar, pero no podía. Y boqueaba para alcanzar aire, pues su aliento se había
cortado y se desmayó en el regazo de Jesús. Ahora Satán sale de su cuerpo,

104
véanle. Y Jesús señaló la boca abierta del enfermo. Y entonces ellos todos, con
asombro y terror, vieron a Satán saliendo de la boca del enfermo en la forma de
un abominable gusano, yendo derecho hacia el vapor de la leche. Luego Jesús
tomó en sus manos dos piedras filosas y aplastó la cabeza de Satán. Y sacó del
enfermo todo el cuerpo del gusano y el cuerpo de Satán era más largo que la
altura de un hombre.
Cuando el abominable animal hubo salido de la garganta del enfermo,
este recobró de una vez su aliento y entonces cesaron todos sus dolores. Y los
otros presentes vieron caer con terror el abominable cuerpo de Satán. Mirad, qué
horrenda bestia llevabas y nutrias en tu cuerpo, por tantos años. Le he sacado y le
he matado, para que nunca más pueda atormentarles. Den gracias a Dios, que
sus ángeles les han librado y no pequen más, no sea que Satán vuelva de nuevo.
Permitid por lo tanto, que su cuerpo sea un templo dedicado a su Dios. Y todos
estaban atónitos de sus palabras y de su poder y le dijeron: Maestro, en verdad
eres el mensajero de Dios y conoces todos los secretos. Jesús respondió: Y
ustedes sed verdaderos Hijos de Dios, para que participen de su poder y en el
conocimiento de todos los secretos. Porque la Sabiduría y el Poder no vienen sino
del Amor de Dios. Amad por lo tanto a su Padre Celestial y a Su Madre Tierra, con
todo su corazón y con todo su espíritu. Y sirvan, para que sus ángeles les sirvan
también. Que todas Su acciones sean sacrificios para Dios y no alimenten a
Satán, pues el salario del pecado es la muerte. Pero con Dios está la recompensa
de los buenos, su Amor, que es como cimiento y poder de Vida Eterna. Y todos
ellos se arrodillaron para dar gracias a Dios por su Amor. Y Jesús partió diciendo:
Yo vendré otra vez a todos los que perseveran en ayuno y oración hasta el
séptimo día. ; La paz sea con ustedes; Y el hombre enfermo a quien Jesús había
echado fuera el demonio, se puso de pie, pues la fuerza de la vida le había vuelto.
Respiró profundamente y su vista se hizo clara, pues todo su dolor le había
dejado. Y se postró en el suelo donde Jesús había estado previamente. Y besó la
huella de los pies de Jesús y lloró.

CAPITULO 21

Estaban cerca del lecho de un arroyo y muchos enfermos ayunaron y


oraron con los ángeles de Dios por siete días y siete noches. Y grande fue su
recompensa, porque ellos siguieron las palabras de Jesús. Y después del ayuno
del séptimo día, todos sus males les fueron quitados. Y cuando el sol se levantaba
en el horizonte, vieron a Jesús viniendo de las montañas hacia ellos, con el brillo
del sol saliente alrededor de su cabeza; La Paz sea con ustedes; Y no dijeron
palabra, solo se postraron ante El y besaban el borde de sus vestiduras, en señal
de gratitud por haberles sanado de sus enfermedades.
No me deis las gracias a mí, sino a Su Madre Tierra, quien envió a sus
ángeles para que les sanaran. Vayan y no yerren más, para que no prueben más
la enfermedad. Y que los ángeles que sanan sean sus ángeles de guarda. Empero
ellos le contestaron: A dónde iremos Maestro, pues con Ustedes están las
palabras de Vida Eterna. Dinos ¿Cuáles son los errores de los que debemos huir
para que no veamos más la enfermedad? Y Jesús contestó: Que sea según Su
Fe. Y se sentó en medio de ellos diciendo:

105
CAPITULO 22

Les fue dicho en la antigüedad: Honra a tu Padre Celestial y a tu Madre


Tierra y obedece sus preceptos, para que tus días se alarguen sobre la tierra. Y
después fue dado este mandamiento; No matarás; Pues la vida es dada a todos
por Dios y lo que Dios ha dado, que nadie lo quite. En verdad les digo, de una
Madre procede todo lo que existe sobre la Tierra. Por lo tanto el que mata, mata a
su hermano. Y de él, la Madre Tierra se despedirá y arrancará de él sus
vivificadores senos. Y será abandonado de sus ángeles y Satán encontrará
morada en su cuerpo. Y la carne de los animales sacrificados, llegará a ser su
propia tumba en su cuerpo. De cierto les digo, el que mata, se mata a sí mismo y
el que come carne de animales sacrificados, come el cuerpo de la muerte. Porque
cada gota de sangre se transforma en veneno en su sangre; su aliento, en mal
olor. Su carne, en gusanos en su sangre; sus huesos, en cal en sus huesos; sus
intestinos, en podredumbre. Sus ojos, en escamas; sus orejas, en pus que fluye
de ellas. Y la muerte de los animales sacrificados llegará a ser la muerte del
hombre. Porque sólo en el servicio de nuestro Padre Celestial son pagadas en
siete días las deudas de siete años. Empero Satán no perdona nada y tendrán que
pagar toda la deuda. Ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie.
Quemadura por quemadura, herida por herida. Vida por vida, muerte por muerte.
Porque el salario del error es la muerte.
No matarás, no comerán la carne de víctimas inocentes, para que no
lleguen a ser esclavos de Satán. Porque esa senda es la senda del sufrimiento y
conduce a la muerte. Más hagan la voluntad de Dios, para que sus ángeles
puedan servirles en el camino de la vida. Por lo tanto, obedeced las palabras de
Dios. He aquí, les he dado toda hierba que lleva simiente, que está sobre la faz de
la tierra; y todo árbol, en el que hay fruto que da simiente; esto les servirá por
carne. Y para toda bestia de la tierra y para toda ave del aire y para toda cosa que
se renueva sobre la tierra, donde hay aliento de vida, he dado toda hierba verde
en vez de carne. Y así fue. Y la leche de toda bestia que se mueve y vive sobre la
faz de la tierra será carne para ustedes, así como le he dado a los animales hierba
verde, así doy a ustedes su leche. Pero la carne y la sangre que le dan vida, no la
comerán. Y ciertamente yo demandaré Su sangre en donde está su espíritu y Yo
demandaré toda bestia sacrificada, así como demandaré también el espíritu de
todo hombre asesinado. Porque Yo el Señor tu Dios, soy un Dios fuerte y
cuidadoso, visitaré la iniquidad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y
cuarta generación de los que me aborrecen. Y hago misericordia a miles de
generaciones de los que me aman y guardan mis mandatos. Amarás al Señor tu
Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas. Este es el
primero y más grande de los mandatos. Y el segundo es semejante a éste:
Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay mayor mandato que éstos.

CAPITULO 23

Después de estas palabras todos permanecieron silenciosos, menos uno


que exclamó: Maestro ¿Qué haré si veo que una bestia va a desgarrar a mi
hermano en la selva? ¿Dejaré a mi hermano perecer o mataré la bestia feroz?

106
¿No quebranto así la Ley? Y Jesús contestó: Fue dicho en la antigüedad: Todas
las bestias que se mueven sobre la tierra, todos los peces del mar y todas las aves
del cielo son dadas en tu poder. En verdad les digo, de todas las criaturas
vivientes sobre la tierra, Dios creó solo al hombre según su imagen. Por lo cual,
las bestias son para el hombre y no el hombre para las bestias. Luego, no
quebrantas la Ley si matas la bestia salvaje para salvar a tu hermano. Porque, en
verdad les digo, el hombre es más que la bestia, pero el que mata a una bestia sin
razón, aun cuando la bestia no lo ataque, por deseos de matar, o por su carne, o
por su piel, o por sus colmillos, mala es la acción que hace, pues se torna en
bestia salvaje él mismo. Su fin es también como el fin de las bestias salvajes.
Entonces otro dijo: Moisés, el mayor de Israel, permitió a nuestros padres comer
carne de los animales limpios, y solo prohibió carne de los animales inmundos.
¿Por qué, luego, prohíbes la carne de toda bestia? ¿Cuál Ley viene de Dios, la de
Moisés o la Tuya? Y Jesús contestó: Dios dio, a través de Moisés, diez
mandamientos para sus padres. Esos mandamientos son difíciles, dijeron sus
padres y no pudieron cumplirlos. Cuando Moisés vio esto, tuvo compasión de su
pueblo y no quiso que pereciera. Y entonces les dio diez veces diez
mandamientos. Menos difíciles, para que ellos pudieran cumplirlos. En verdad les
digo, si sus antepasados hubieran sido capaces de guardar los diez
mandamientos de Dios, Moisés nunca hubiera tenido necesidad de sus diez veces
diez mandamientos. Porque aquel cuyos pies son fuertes, como el monte Sion, no
necesita muletas. Más aquel cuyos miembros tiemblan, avanza más con muletas
que sin ellas. Y Moisés dijo al Señor: Mi corazón está lleno de angustia, pues mi
pueblo se perderá, pues está sin entendimiento, son ignorantes y no pueden
entender tus mandamientos. Son como niños pequeños que no pueden entender
aun las palabras de su padre. Permite, Señor, que les de otras leyes, a fin de que
no perezcan. Si no pueden estar contigo, Señor, al menos permite que no estén
en contra de ti para que se sustenten y cuando el tiempo haya llegado y estén
listos para tus palabras, les reveles tu Ley. Por esta razón, Moisés quebró las dos
tablas de piedra donde estaban escritos los diez mandamientos y les dio diez
veces diez mandamientos en su lugar. Y de estos diez veces diez mandamientos,
los Fariseos y los Escribas, hicieron cien veces diez mandamientos. Y ellos han
puesto sobre sus hombros pesadas cargas que ellos mismos no pueden llevar.
Pues entre más cerca estén los mandamientos a Dios, menos necesitamos. Por lo
cual, las leyes de los Escribas y Fariseos, son innumerables. Las Leyes del Hijo
del Hombre son Siete, las de los Ángeles Tres y la de Dios Una. Así que yo les
enseño solo aquellas leyes que pueden recibir y comprender, para que sean
hechos hombres y sigan las siete leyes del Hijo del Hombre. Entonces también los
Ángeles revelarán sus leyes a fin de que el Espíritu Santo de Dios descienda
sobre ustedes y les conduzca a su Ley. Y todos estaban atónitos de su sabiduría y
le pedían diciéndole: Continúa Maestro y enséñanos todas leyes que podamos
recibir.

CAPITULO 24

Jesús continuó: Dios ordenó a sus padres: No matarás, más su corazón


se endureció y mataron. Entonces Moisés deseó que ellos, al menos, no mataran

107
hombres y les permitió que matasen animales, entonces el corazón de sus padres
se endureció aún más y mataban tanto hombres como bestias. Mas yo les digo:
No maten ni hombres ni bestias, ni aun la comida que pasa por Su boca. Porque si
comen alimentos vivos, los mismos les vivificarán. Más si matan sus alimentos, los
alimentos muertos les matarán también. Porque la vida viene solamente de la vida
y de la muerte siempre viene la muerte. Pues todo lo que mata a sus alimentos,
mata a sus cuerpos también. Y todo lo que mata a sus cuerpos, mata también Sus
almas. Y sus cuerpos vendrán a ser lo que sus alimentos sean, así como sus
espíritus vendrán a ser lo que sus pensamientos sean. Por lo tanto, no coman
nada que el fuego, la escarcha o el agua hayan destruido. Porque los alimentos
quemadles, helados o podridos, quemarán, helarán y pudrirán también sus
cuerpos. No sean como el agricultor tonto, quien sembró en su terreno semillas
heladas y picadas. Y llegó el otoño y su campo no produjo. Y grande fue su
aflicción. Empero sed como el agricultor que sembró en su campo, semillas vivas y
cuyo campo produjo espigas de trigo vivas, ganando ciento por ciento de las
semillas que plantó. De cierto les digo, vivid con el fuego de la vida y no preparen
sus alimentos con el fuego de la muerte. Si matan sus alimentos, matan también
sus cuerpos y Sus almas. ¿Dónde está el fuego de vida Maestro?, preguntaron
algunos de ellos. En ustedes, en Su sangre y en su cuerpo. ¿Y el fuego de la
muerte? Preguntaron otros. Es el fuego que arde fuera de su cuerpo, que es más
caliente que Su sangre. Con ese fuego de muerte cocinan sus alimentos en sus
hogares y en sus campos. Yo les digo en verdad, que el mismo fuego que
destruye sus alimentos, destruye también sus cuerpos. Así como el fuego de la
malicia que arruina sus pensamientos y arruina su espíritu. Porque su cuerpo es lo
que ustedes comen y su espíritu es lo que piensan. No coman, pues, lo que un
fuego más fuerte que el fuego de la vida ha matado. Por lo cual, preparen y coman
todas las frutas de los árboles y todas las hierbas de los campos y toda la leche de
las bestias buena para comer. Porque todos estos son alimentos madurados por el
fuego de la vida, todos son dones de nuestra Madre Tierra. Empero no coman
nada, a lo que el fuego de la muerte solo haya dado sazón, pues tal alimento viene
de Satán.

CAPITULO 25

¿Cómo comeremos nuestro pan de cada día Maestro?, preguntó alguien


muy sorprendido. Permitid que los ángeles de Dios preparen su pan. Mojad su
trigo, para que el Ángel del Agua penetre en él. Luego ponedlo al aire, para que el
Ángel del Aire lo envuelva y dejadlo desde la mañana hasta la tarde al sol, para
que el Ángel del Sol descienda sobre él. Y las bendiciones de los tres ángeles
harán que la semilla de la vida germine en su trigo. Luego moled su grano y haced
tortas delgadas; como hicieron sus padres cuando salieron de Egipto, la tierra del
cautiverio. Pónganlas al calor del sol desde su salida. Y cuando se halle el sol en
su mayor altura en el cielo, voltéenlas al otro lado a fin de que sean igualmente
abrazadas por el Ángel del Sol y déjenlas allí hasta la puesta del sol. Porque los
ángeles del Agua, del Aire y del Sol han alimentado y madurado su trigo en el
campo y ellos de igual manera deben preparar su pan. Y el mismo sol que, con el
fuego debido hace crecer y madurar su trigo, debe con el mismo fuego cocer su

108
pan. Porque el fuego del sol da la vida al trigo, al pan y al cuerpo. Pero el fuego de
la muerte mata al trigo, al pan y al cuerpo. Y los ángeles vivientes del Dios vivo
sólo sirven a los hombres con vida. Porque Dios es el Dios de los vivos y no el
Dios de los muertos. Así que comed todos los días de la mesa de Dios; de los
frutos de los árboles, de los granos y de las hierbas de los campos. De la leche de
las bestias y de la miel de las abejas. Porque todo lo que pasa de esto es de
Satán y conduce al camino de la enfermedad, del error y de la muerte. Empero los
alimentos que coman de la abundante mesa de Dios, dan fuerza y juventud a sus
cuerpos y no verán jamás enfermedades. Pues la mesa de Dios alimentó a
Matusalén y también a sus antepasados. Y en verdad les digo, si viven como ellos
vivieron, entonces el Dios de los vivos les dará larga vida sobre la tierra, como fue
la de ellos.

CAPITULO 26

Porque En verdad les digo, el Dios de los vivos es más rico que todos los
ríos de la tierra. Y su mesa abundante es más rica que la mesa más rica en los
festines de todos los ricos de la tierra. Coman, pues, toda Su vida, a la mesa de
Su Madre Tierra y jamás verán necesidad. Y cuando coman en su mesa, coman
todas las cosas como las encuentren en la mesa de Su Madre Tierra.
No las cocinen ni las mezclen una con otra, no sea que sus intestinos
lleguen a ser como vapor de los pantanos. En verdad, les digo, esto es
abominable a los ojos del Señor. Y no sean como el criado glotón, quien siempre
comió a la mesa de su señor la porción de los demás y devoró todo, mezclándolo
todo junto, en su insaciabilidad. Y viendo eso su señor, se indignó con él y lo
expulsó de su mesa. Y cuando todos hubieron terminado su comida, mezcló todas
las sobras de la mesa, llamó al siervo glotón y le dijo: Toma esto, llévatelo y
cómetelo con los puercos, pues tu lugar es con ellos y no en mi mesa. Tened
cuidado, por lo tanto, y no manchen con toda clase de abominaciones el templo de
su cuerpo y no deseen devorar todo lo que se vea a su derredor. Porque de cierto
les digo, si mezclan toda clase de alimentos en su cuerpo, entonces cesará la paz
en su cuerpo y una guerra perpetua les asolará y será aniquilado, así como se
destruye toda morada y reinos divididos entre sí. Porque su Dios, es el Dios de
Paz y nunca da su ayuda a la desunión. No existen, por lo tanto, el rigor de su
Dios en contra Suya, no sea que les arroje de su mesa y se vean obligados a ir a
la mesa de Satán donde el fuego de los pecados, de la enfermedad y la muerte
corrompen sus cuerpos.

CAPITULO 27

Cuando coman, no coman jamás hasta hartarse. Huyan de las tentaciones


de Satán y escuchad la voz de los ángeles de Dios, pues Satán y su poder les
tientan siempre para comer más y más. Más vivan por el espíritu y resistan los
deseos de la carne. Y su ayuno es siempre agradable a los ojos de los ángeles de
Dios. Así que, presten atención a la cantidad que coman, cuando hayan estado
sentados a la mesa. Y comed siempre menos de la tercera parte de esa cantidad.
Que el peso de esa comida diaria no sea menos que una mina y atiendan a que

109
no sea más allá de dos. Entonces los ángeles de Dios les servirán siempre y no
caerán en la servidumbre de Satán y en sus enfermedades. No turben la obra de
los ángeles en su cuerpo, comiendo muy a menudo. Pues en verdad les digo, el
que come más de dos veces al día hace la obra de Satán. Y los ángeles de Dios
abandonan su cuerpo y pronto Satán lo habitará.
Comed cuando el sol está en la parte más alta de los cielos y luego
cuando se ponga. Y no verán enfermedad, pues el obrar así halla gracia a los ojos
del Señor. Y si quieren que los ángeles del Señor se regocijen en su cuerpo y que
Satán huya lejos de ustedes, siéntense a la mesa de Dios solo una vez al día. Y
entonces sus días serán largos sobre la Tierra. Porque esto es agradable a los
ojos del Señor. Comed siempre cuando la mesa de Dios esté servida ante
ustedes. Y siempre comed lo que hay en la mesa de Dios. Porque en verdad Yo
les digo, Dios sabe bien las necesidades de su cuerpo y cuando lo necesitan.

CAPITULO 28

No coman como los paganos que se hartan apresuradamente manchando


sus cuerpos con toda clase de abominaciones. Porque el poder de los ángeles de
Dios entra en ustedes con el alimento vivo que el Señor les da en su Mesa Real. Y
cuando coman, tengan sobre ustedes el Ángel del Aire y debajo, el Ángel del
Agua. Respiren largo y profundamente en todas Sus comidas, para que el Ángel
del Aire bendiga Su comida. Mastiquen perfectamente bien sus alimentos, con los
dientes, para que se licuen, para que el Ángel del Agua los transforme en sangre
en su cuerpo. Y coman muy despacio como si fuera una oración hecha al Señor.
Porque en verdad les digo, el poder de Dios penetra en ustedes, si comen de esta
manera en su mesa. Pero Satán vuelve el cuerpo, de aquel a quien el Ángel del
Aire y el Ángel del Agua no defienden en sus comidas, en vapor fangoso. Y al que
devora precipitadamente sus alimentos, el Señor no lo soporta más en su mesa.
Porque la mesa del Señor es un altar y el que come en la mesa de Dios, está en
su templo. Porque en verdad les digo, el cuerpo de los Hijos de los Hombres es
transformado en un templo y su interior en un altar, si es que cumplen los
mandamientos de Dios. Por lo tanto, no pongan nada en el altar de Dios cuando
su espíritu esté perplejo, ni cuando piensen de alguien con enojo. Y entren solo en
el santuario del Señor cuando sientan en ustedes el llamado de sus ángeles.
Porque todo lo que coman con espíritu contrito, enojado o sin deseos, llega a ser
tóxico en su cuerpo, porque el aliento de Satán profana todo esto.
Así, colocad con gozo Sus ofrendas sobre el altar de su cuerpo. Y que
todos sus malos pensamientos se alejen de ustedes cuando reciban el poder de
Dios en su mesa. Y no se sienten nunca a la mesa de Dios, antes de que Él les
llame por el Ángel del Apetito.

CAPITULO 29

Regocíjense siempre con los ángeles de Dios, en su Mesa Real, porque


esto agrada al corazón del Señor. Y Su vida se alargará sobre la tierra, porque el
más precioso de los ángeles de Dios les servirá todos sus días: el Ángel del
Regocijo. Y no olviden que cada séptimo día es santo y consagrado a Dios. Por

110
seis días alimentad su cuerpo con los presentes de Su Madre Tierra. Más el
séptimo día, santificad su cuerpo para su Padre Celestial. Y no comáis el séptimo
día alimento terrenal, más vivid solo de la palabra de Dios. Y pasad todo el día con
los ángeles del Señor, en el reino del Padre Celestial. Y al séptimo día, permitid
que los ángeles del Señor edifiquen el Reino de los Cielos en su cuerpo, como sus
trabajos duran seis días en el reino de la Madre Tierra. Y no permitan que los
alimentos turben la obra de los ángeles en su cuerpo, durante el séptimo día. Y
Dios les dará una larga vida sobre la tierra, para que en el reino de los cielos
tengan vida eterna. En verdad les digo, que no verán más enfermedad sobre la
tierra, vivirán en el Reino de los Cielos para siempre. Y Dios les enviará cada
mañana, el Ángel del Sol para que les despierte de su sueño. Por lo tanto,
obedeced el llamado de su Padre Celestial y no se queden perezosos en Su cama
porque los ángeles del Aire y del Agua les atenderán siempre. Y trabajad todos los
días con los ángeles de la Madre Tierra a fin de que los conozcan más y más en
sus obras. Pero cuando el sol se ponga y su Padre Celestial les envíe su más
precioso ángel, el Ángel del Sueño, descansad y pasad la noche con el Ángel del
Sueño. Y entonces su Padre Celestial les enviará sus ángeles durante la noche. Y
los ángeles desconocidos del Padre Celestial les enseñarán muchas cosas
concernientes al reino
De Dios, como los ángeles de la Madre Tierra, que ustedes conocen les
enseñarán las cosas de su Reino. En verdad les digo, serán cada noche
huéspedes del Reino de su Padre Celestial, si cumplen sus mandamientos. Y
cuando despierten en la mañana, sentirán el poder de los ángeles desconocidos.
Y su Padre Celestial los enviará cada noche, a ustedes, para que edifiquen su
espíritu así como cada día la Madre Tierra envía sus ángeles para que visiten su
cuerpo, porque en verdad les digo, si en el día Su Madre Tierra les estrecha en
sus brazos, y en la noche su Padre Celestial sopla su aliento sobre ustedes,
entonces los Hijos de los Hombres llegarán a ser los Hijos de Dios. Resistid día y
noche las tentaciones de Satán. No despierten en la noche, ni duerman de día, no
sea que los ángeles de Dios les abandonen.

CAPITULO 30

No se deleiten en el beber ni en el fumar, que son de Satán, pues no sea


que te quiten el sueño y tengan que dormir de día. Porque en verdad Yo les digo,
todo el beber y el fumar es de Satán y son abominaciones a los ojos de Dios. No
se prostituyan ni de día ni de noche pues el hombre que comete actos impuros es
como un árbol cuya savia no la aprovecha el tronco. Y tal árbol, se secará antes
de su tiempo y no cargará fruto. Así que no fornicarás, no sea que Satán quite la
vitalidad de sus cuerpos. Y el Señor haga Su simiente estéril. Evita todo lo que sea
muy caliente o muy frío, porque es la voluntad de Su Madre Tierra que ni el mucho
calor ni el mucho frío les dañen. Y no permitan que su cuerpo ni se caliente ni se
enfríe más de lo que los ángeles de Dios le dan calor o lo refresquen. Y si
observan los mandamientos de la Madre Tierra, entonces tan presto como su
cuerpo llegue a estar muy caliente, con la misma frecuencia enviará el Ángel del
Frío para que les refresque. Y con la frecuencia que se enfríe su cuerpo, Ella
enviará el Ángel del Calor, para que les caliente de nuevo.

111
CAPITULO 31

Seguid el ejemplo de todos los ángeles del Padre Celestial y de la Madre


Tierra que trabajan sin cesar día y noche en el Reino de los Cielos y de la Tierra.
Por lo tanto, recibid también en ustedes el más fuerte de los ángeles de Dios, el
Ángel de la Acción. Y trabajad todos juntos en el Reino de Dios; seguid el ejemplo
del agua que corre; del viento que sopla; del sol que brilla; de las hierbas y árboles
que crecen, de las bestias que corretean y juegan; del sol que se levanta y se
pone; de la luna creciente y decreciente, y de las estrellas que aparecen y
desaparecen. Todos se mueven y cumplen con sus obras, pues todo lo que tiene
vida se mueve y solo lo muerto está inmóvil. Y Dios es el Dios de los vivos y Satán
el de los muertos. Servid, por lo tanto, al Dios vivo, a fin de que el eterno
movimiento de la vida pueda sostenerlos, y para que escapen a la eterna quietud
de la muerte. Trabajad, luego, sin cesar, para cimentar el reino de Dios, no sea
que sean arrojados al reino de Satán. Porque el eterno gozo abunda en el Reino
del Dios vivo; pero la tediosa inercia obscurece en el reino de la muerte, de Satán.
Sed, por lo tanto, verdaderos hijos de Su Madre Tierra y de su Padre Celestial,
para que no lleguen a ser esclavos de Satán. Y Su Madre Tierra y su Padre
Celestial enviarán sus ángeles para enseñarles a amar y a servir. Y los ángeles
escribirán los mandamientos de Dios en Su cabeza, en su corazón y en Sus
manos para que puedan conocer, sentir y hacer los mandamientos de Dios. Y oren
cada día a su Padre Celestial y Su Madre Tierra a fin de que Su alma sea tan
perfecta como el Espíritu Santo de nuestro Padre Celestial es perfecto; y que su
cuerpo llegue a ser tan perfecto, como el cuerpo de nuestra Madre Tierra es
perfecto; porque si entienden, sienten y hacen los mandamientos, entonces todo
aquello por lo que oran a su Padre Celestial y a Su Madre Tierra, les será dado;
porque la sabiduría y el amor, y el poder de Dios está sobre todas las cosas. De
esta manera oren a su Padre Celestial: Padre nuestro que estás en los cielos,
santificado sea tu nombre. Venga tu reino; tu voluntad sea hecha sobre la tierra,
como en el cielo. Danos hoy nuestro pan cotidiano; y perdona nuestras deudas,
como nosotros perdonamos a nuestros deudores; y no nos conduzcas en
tentación, mas líbranos de todo mal, porque tuyo es el Reino y el Poder, y la
Gloria, por siempre. Amén. Y de igual manera oren a Su Madre Tierra: Madre
Nuestra que estás sobre la tierra, santificado sea tu nombre. Venga tu Reino, que
tu voluntad sea hecha, en nosotros como en ustedes. Como tu envías cada día tus
ángeles, envíanoslos a nosotros también. Perdona nuestros errores, así como
nosotros expiamos los nuestros en contra de Ti. Y no nos coloques en tentación,
sino líbranos de todo mal, porque tuyo es el Poder, la tierra, el cuerpo y la salud.
Amén. Y todos oraron juntos con Jesús al Padre Celestial y a la Madre Tierra.

CAPITULO 32

Y después Jesús les habló a ellos así: Precisamente como sus cuerpos
han renacido por los ángeles de la Madre Tierra, puede el espíritu de igual manera
renacer por los ángeles del Padre Celestial. Sed, por lo tanto, verdaderos
Hermanos de los Hijos de los Hombres. Hasta ahora estuvisteis en guerra contra
su Padre, contra Su Madre y contra sus Hermanos. Y han servido a Satán. Desde

112
hoy vivid en paz con su Padre Celestial, con Su Madre Tierra y con sus Hermanos,
los Hijos de los hombres; y luchad solamente en contra de Satán, no sea que les
robe Su paz. Les doy la paz de Su Madre Tierra, a su cuerpo y la paz de su Padre
Celestial a su espíritu.
Y que la paz de ambos reine entre los Hijos de los Hombres. Venid a mi
todos los que están cansados de sufrir en lucha y aflicción; porque mi paz les
fortalecerá y les confortará; porque mi paz rebosa en gozo; por eso, siempre les
saludo de este modo: La paz sea con ustedes; Luego, saludaos así, siempre, uno
al otro para que en sus cuerpos pueda descender la paz de Su Madre Tierra, y
sobre su espíritu, la paz de nuestro Padre Celestial, y entonces encontraran paz
entre ustedes mismos, porque el Reino de Dios está dentro de ustedes. Y ahora
vuelvan a sus Hermanos, con quienes hasta ahora estaban en guerra y denles a
ellos Su paz, también; porque felices son los que luchan por la paz, porque ellos
encontrarán la Paz de Dios. Vayan y no yerren más. Y den a todos Su paz, así
como Yo les he dado mi Paz a ustedes, pues mi Paz viene de Dios. ; La Paz sea
con ustedes; Y El los dejó. Y su Paz descendió sobre ellos, y en sus corazones, el
Ángel del Amor; en sus cabezas la sabiduría de la Ley; y en sus manos el Poder
de Renacer. Y se fueron entre los Hijos de los Hombres para traer la Luz de Paz a
los combatientes en la oscuridad. Y se despidieron deseándose mutuamente; LA
PAZ SEA CON USTEDES...

113
El Evangelio me lo leí en una noche pues desde la primera hojeada me di
cuenta de su importancia, por lo menos en mi vida, para solucionar mis asuntos
alimentarios que habían nacido a partir de la lectura del Nuevo Testamento y
algunos escritos de Medicina Natural y también de mi encuentro con la Madre
Lidia y la efectividad de sus humildes terapias en enfermos con toda clase de
enfermedades con el tratamiento naturista. No obstante, también me di cuenta de
lo lejos que estamos en cuestión de logística alimentaria de las mayorías dadas
las arraigadas costumbres carnívoras en la mayor parte del “mundo civilizado”. De
cualquier manera lo que entendí o se me reveló en esta primera lectura del
Evangelio fue la forma de elaborar el pan sin usar ni levadura ni fuego,
germinando primero la semilla para luego molerla y hacer delgadas tortas para ser
secadas al sol. Lo relacioné inmediatamente con la hostia de la religión católica y
con un proceso de conversión no solo espiritual y mental o psicológico sino
también físico lo que equivaldría a enfilarse culturalmente hacia una vida
perdurable.
De cualquier manera, varios años después de haberlo leído sigo
intentando encaminar mi vida hacia experimentar y realizar esta forma de producir
mi pan cotidiano a la manera como se me ha ido revelando con el paso del tiempo
de una manera similar y viable a la que propone Jesús en el capítulo 24 de este
Evangelio, en las condiciones citadinas de la vida cotidiana:

PROYECTO RENOVACIÓN: https://es.scribd.com/document/321383624

Hasta aquí voy a hacer otro alto en este trabajo para nuevamente
recapitular lo escrito en un intento de sacar conclusiones a este cuarto septenario
cuando el don enviado por Dios a la humanidad, Jesucristo, mediante quién
habremos de vencer a la muerte algún día en un programa personal y comunitario
de desarrollo y renovación constante que permita a la humanidad enderezar su
destino mortal hacia un destino eterno.

No corre prisa pero el tiempo apremia. En la segunda parte de este escrito
describo como el espíritu me ha ido marcando las pautas para la realización de
este plan en mi vida y predicarlas al mundo, tal y como me han sido reveladas.
De cualquier manera puedo concluir que para esta etapa de mi historial,
poco después de haber cumplido la mayoría de edad había sido conducido a
reconocer el camino que me llevaría a una predicación evangélica un tanto fuera
de lo corriente. Incluso ahora que escribo esto, cuarenta y tantos años después de
mi primer encuentro con Jesús en esta vida, cuando estuve en prisión, se me hace
difícil encuadrar mi discurso para hacer entender al lector esta verdad que es el
Pan de Vida. No hay como probarlo, y esto solo haciéndolo en casa y comiéndolo
como si fuera la hostia y sintiendo su efecto sanador y revitalizador, entender y
emprender una nueva manera de alimentarse físicamente que es y será el único
verdadero cambio civilizatorio promisorio en esta vida, distinto del cotidiano
cambio mental o psicológico o del alma, que debe estar ya establecido en base a
la enseñanza cristiana, el cual nos llevará a una nueva manera de vivir sobre la

114
tierra, no de morir, como lo hemos estado haciendo desde la expulsión de Adán y
Eva del jardín del Edén.
Que conste que este escrito lo he realizado en su totalidad en una clínica
para enfermos “adictos”, dependientes a diversas sustancias nocivas, que está en
la colonia El Edén del municipio de Jiutepec en el estado de Morelos, México.
No me puedo quejar de mi destino pues a pesar de ser alcohólico fuí
bautizado y confirmado y al no haber continuado con una educación religiosa
tradicional que hubiera venido a ser la reconciliación, la primera comunión, el
matrimonio, el orden sacerdotal, pude entender el mensaje del Evangelio Esenio
de la Paz, http://www.slideshare.net/ajjian/el-evangelio-esenio-de-la-paz-240-pags-
presentation, de manera que mi ocupación fue cómo establecer un vínculo entre lo
escrito en este evangelio y la posibilidad de producir el Pan de Vida en la ciudad.
Sin embargo, no me pude poner a hacer lo descrito en el Evangelio a pesar de
reconocer lo contundente que puede ser una vida de perfecta salud; tan solo pude
seguir caminando con la conciencia de haberlo leído.
No obstante, también poco a poco, fue haciéndose presente mi intento por
germinar las semillas antes de comerlas como una alternativa a cocinarlas con el
“fuego de la muerte”. Lo que quiero hacer consciente es que no solo la persona de
Jesús se hizo presente en mi vida sino que también una “misión” específica se
perfiló en seguir las enseñanzas de Jesús en el Evangelio Esenio de la Paz,
mediante la fabricación del Pan de Vida en un intento de relacionarlo con la
comunión Eucarística que practica la Iglesia Católica diariamente en la misa.
La idea es la misma de toda la vida de la Iglesia: santificarse y
perfeccionarse en el amor fraterno y del entorno planetario, por lo tanto y desde
luego en el amor a Dios. La única diferencia es la forma de alimentarse.
La alimentación estaría basada en el Pan de Vida, producto de la
germinación del grano de trigo durante siete días, seco y molido, como principal
fuente de proteínas, y en productos naturales como leche, miel y todo tipo de
frutas y nueces, cacahuates crudos, pepitas de calabaza crudas también, piñones,
semillas de girasol y todas las demás semillas dicotiledóneas como los frijoles, las
lentejas, etcétera, con la diferencia de que estas se germinarán antes de
consumirse para evitar a toda costa el “fuego de la muerte” en la preparación de
nuestros alimentos.
Solo esta nueva forma de vivir podrá llevar a hombre a su destino último
de ser uno con la naturaleza y uno con Dios, reparando tanto el daño ecológico
causado al planeta como el deterioro corporal que nos venimos haciendo a
nosotros mismos principalmente por nuestra ignorancia en la manera de
alimentarnos y, en general, de comportarnos.
De esta manera podremos afrontar los retos de sobrevivencia en un
planeta infestado de malos hábitos y de gente que los perpetúa a pesar de que la
razón y el mandamiento dicten lo contrario. Habremos de pagar las facturas al
costo de lo verdadero; ni más ni menos, y tenemos que estar listos para dejarnos
conducir por el Espíritu de Dios hacia los verdes pastos que nos tiene prometidos.
Salmo 23:
“Él Señor es mi Pastor. Nada me puede faltar.
En verdes prados me hace recostar;
me conduce por lugares donde abunda el agua.

115
Refresca mi alma.
Me guía por los senderos trillados de la justicia
por causa de su nombre.
Aunque ande en el valle de sombra profunda, no temo nada malo,
porque Tú estás conmigo;
tu vara y tu cayado son las cosas que me consuelan.
Dispones ante mí una mesa enfrente de los que me muestran hostilidad.
Con aceite me has untado la cabeza;
mi copa está bien llena.
De seguro el bien y la bondad amorosa
me seguirán todos los días de mi vida;
y ciertamente moraré en la casa del Señor
por largos días”.

FIN DE LA SEGUNDA PARTE

116
CONCLUSIONES DE LA SEGUNDA PARTE
En este momento de mi historial, mi vida estaba dividida entre mi familia
natural y mi verdadera fe que no estaba de acuerdo con nada de lo establecido
salvo con la Iglesia Católica y la necesidad de llevar una vida de conversión
eucarística diaria pero en lugar de la hostia de pan ázimo sin levadura como se
lleva a cabo en las misas, comulgar con Pan de Vida hecho de trigo germinado
durante siete días, seco y molido en forma de harina, la cual mezclándola con
agua nuevamente y torteando la masa se pueden hacer unas como galletas que
ya saben dulce por el mismo proceso de germinación y contienen lo que la tabla
de la siguiente hoja especifica.
Sin embargo, esto es un adelanto de algo que volveré a publicar más
adelante, en el momento real en el que apareció, pero para que no se aburran los
lectores con la historia a grandes rasgos de mi vida, la incluyó en este momento
para que se den cuenta de lo que la Divina Providencia me ha dado y para que
entiendan la importancia de los germinados que son igual de nutritivos que la
carne y aún mejores pues no contienen las toxinas como el ácido úrico causante
de la artritis y las reumas que son algunos de los problemas de salud que padece
una gran mayoría de personas consumidoras de productos cárnicos. Y puedo
hablar también de la obesidad producto de la ingestión de grasa animal prohibida
por la biblia en el tercer capítulo del Levítico, último versículo:

Levítico 3, 17:
17 ”’Es un estatuto hasta tiempo indefinido para las generaciones de

ustedes, en todos los lugares donde moren: No deben comer grasa alguna ni
sangre alguna’”.

Y qué decir de la diabetes, tan popular en el mundo y sobretodo en


México, de tanto comer almidones no germinados como son los panes en general,
iguales al Pan de Muerto que se fabrica para el día 2 de noviembre y que es igual
en su proceso de fabricación que cualquier otro pan con levadura para que
esponje y sepa rico, con azuquítar y canelita y tal vez un poquito de huevo y un
chorrito de leche para que sea más nutritivo; pero lo que no saben es que en
realidad están comiendo su muerte pues es almidón constituido por un
conglomerado de azucares que para digerirlos el organismo tiene que desdoblar
hasta convertirlo en glucosa que es el único azúcar asimilable por la célula
humana: su combustible, lo cual agota a los islotes de Langerhans encargados de
producir la insulina que permite la entrada de la glucosa a la célula. Ni siquiera la
hostia deja de ser almidón.
Y el cáncer, de tanto comer proteína de origen animal, carnes, huevos y
pescados.
Pero en fin, mi familia no me comprendió y tal vez ustedes tampoco
queridos lectores, pero no importa porque ustedes creen que se van a morir y
hacerlos cambiar de opinión es muy difícil aunque en realidad la buena noticia del
evangelio, valga la redundancia, sea esta: que la muerte se puede vencer.

117
Primera epístola a los Corintios 15, 51-52:
51¡Miren! Les digo un secreto sagrado: No todos nos dormiremos [en la
muerte], pero todos seremos cambiados, 52 en un momento, en un abrir y cerrar de
ojos, durante la última trompeta. Porque sonará la trompeta, y los muertos serán
levantados incorruptibles, y nosotros seremos cambiados.

Así pues, si están esperando que Jesucristo regrese de donde esté para
que los lleve de la mano y les enseñe lo que yo ya aprendí y sigo aprendiendo día
a día, pues espérenlo pero sepan que solo tiene dos manos y un solo cuerpo
glorioso pero que vendrá con 144,000 elegidos que lo seguirán a todos lados
donde el valla a enseñarle a vivir a la gente…, de cualquier manera, así como
hemos aprendido a cocinar tendremos que aprender a hacer germinados de cereal
y de semillas en cada hogar. Es sencillo pero no fácil. Pero si más saludable que
comer un bistec con papas.

En la siguiente tabla simplificada se pueden apreciar los valores


nutricionales del producto de la germinación de diferentes semillas, el trigo, un
cereal, monocotiledon, como lo son el maíz, la cebada, de la que está hecha la
cerveza, que para su producción también se germina primero, el arroz, el centeno,
el mijo, todos estos son cereales monocotiledones.
Las siguientes tres semillas de la tabla se pueden considerar dentro de las
leguminosas y son semillas dicotiledóneas. Estas la ser germinadas al igual que
los cereales despliegan su poder vital de tal manera que encontramos los
elementos nutricionales de la planta en cuestión mejor dispuestos para su
asimilación por nuestro organismo aportando minerales, vitaminas, carbohidratos y
sobretodo aminoácidos simples que los convierten en la mejor fuente de
regeneración celular y por lo tanto como agentes fundamentales para la
recuperación de una salud perdida a todos niveles.
La mejor forma de consumirlos es en su forma natural, es decir, crudos, y
como primer platillo de la comida como podría ser en una ensalada junto con otros
vegetales crudos igualmente, para que su frescura natural revitalicen nuestros
organismos.

118
VALORES 100 gr TRIGO ALFALFA MUNGO LENTEJA
MINERALES
Calcio, Ca 28 32 13 25
Hierro, Fe 2.1 0.96 0.91 3.21
Magnesio, Mg 82 27 21 37
Fósforo, P 200 70 54 174
Potasio, K 169 79 149 322
Sodio, Na 16 6 6 11
Zinc, Zn 1.65 0.92 0.41 1.51
Cobre, Cu 0.261 0.157 1.64 0.352
Manganeso 1.858 0.188 0.188 0.506
Selenio, Se 42.5 0.6 0.6 0.6
VITAMINAS
Vitamina C 2.6 8.2 13.2 16.5
Tiamina 0.225 0.076 0.084 0.228
Riboflavina 0.155 0.126 0.124 0.128
Niacina 3.087 0.481 0.749 1.128
A. Pantotéico 0.947 0.563 0.38 0.578
Vitamina B6 0.265 0.034 0.088 0.19
Folato total 38 36 61 100
Vitamina A,IU 0 155 21 45
Vitamina E 0.050 0.02 0.01 0.03
Ácido graso sat. 0.206 0.069 0.046 0.057
Ácido graso mono 0.151 0.056 0.022 0.104
Ácido graso Poli 0.557 0.409 0.058 0.219
Colesterol 0 0 0 0
AMINO ACIDOS
Triptofano 0.115 0 0.037 0
Treonina 0.254 0.134 0.078 0.328
Isoleucina 0.287 0.143 0.132 0.326
Leucina 0.507 0.267 0.175 0.628
Lisina 0.245 0.214 0.166 0.712
Metionina 0.1 0 0.0 0.15
Cistina 0.134 0 0.034 0.105
Felilalanina 0.35 0 0.117 0.442
Tirosina 0.275 0 0.017 0.334
Valina 0.361 0 0.13 0.399
Arginina 0.425 0 0.197 0.611
Histidina 0.196 0 0.07 0.257
Alanina 0.295 0 0.099 0.356
Acido aspártico 0.453 0 0.479 1.433
Acido glutámico 1.871 0 0.161 1.258
Glicina 0.306 0 0.063 0.319
Prolina 0.674 0 0 0.356
Serina 0.341 0 0.033 0.495
119
TERCERA PARTE

La búsqueda de una escuela


o
haciendo escuela.

La eternidad en la Tierra.

120
121
INTRODUCCIÓN A LA TERCERA PARTE
En la segunda parte quise dejar al lector en la reflexión del texto del
Evangelio Esenio de la Paz (http://www.slideshare.net/ajjian/el-evangelio-esenio-
de-la-paz-240-pags-presentation), el cual he reformateado en el Evangelio de la
Salud y de la Paz, https://es.scribd.com/document/386432919, pues honestamente
creo que con un pequeño esfuerzo por comprender y poner en práctica lo que
Jesús expone en este texto y que se puede sintetizar en “Las Siete Leyes del Hijo
del Hombre”, https://es.scribd.com/document/381797331, como el mismo lo
expone en Evangelio de la Salud y de la Paz capítulo 22, 15-16:

“Por eso innumerables son las leyes de los fariseos y de los


escribas, siete las leyes del Hijo del Hombre, tres las de los ángeles, Y una la de
Dios”.
“Por eso yo solamente les enseño las leyes que pueden comprender,
para que se conviertan en hombres y sigan l a s s i e t e l e y e s d e l H i j o d e l
H o m b r e . Entonces les revelarán también los ángeles sus leyes, para que el
Espíritu Santo de Dios descienda sobre ustedes y los guíe hacia su ley”.

Así se solucionarán los problemas de salud y sano juicio que aquejan a la


humanidad:
El cambio que se da en la visión y realización de la propia persona es el
verdadero sentido del mensaje de Jesús en este evangelio y si esto se lleva a la
práctica a nivel familiar y parroquial y eclesial en general, los cambios políticos y
sociales se darán por añadidura.
Yo he llegado a ser un enfermo alcohólico según la Organización Mundial
de la Salud y la tabla de alcoholomanía del Dr. Yellinek, que tipifica la enfermedad
del alcoholismo como progresiva, incurable y mortal, y un dependiente al tabaco
también de manera enfermiza, pero soy un adicto en recuperación de todos los
errores involuntarios que he podido cometer desde mi nacimiento hasta el día de
hoy, pues gracias a las oportunidades que me brinda el grupo de Alcohólicos
Anónimos y su programa de recuperación de 12 pasos y 12 tradiciones, voy
verbalizando y escribiendo gran parte de los conflictos morales que me provocaron
falsas expectativas, frustraciones y resentimientos que me llevaron a conductas
malsanas, engendrando en mí sentimientos aún más negativos y neuróticos, de
los cuales, mediante el consumo de bebidas alcohólicas, el tabaco y la marihuana,
principalmente, pude amainar el dolor de mi alma, pero me indujeron una obsesión
psicológica y una compulsión física por el consumo de estas tres dependencias
principalmente, lo que significan la enfermedad del alcoholismo y del tabaquismo,
sobre todo, pues la marihuana más bien me ayudó, en su momento, a darme
cuenta cabal de la ingobernabilidad en el consumo de las otras dos dependencias.
Esta situación de ingobernabilidad en mi vida cotidiana, al grado de no
saber qué hacer con respecto a mi vida en el preciso día que estaba viviendo, sin
satisfacer la necesidad física de dichas dependencias, particularmente el alcohol,
afirmando tan solo que no me quería morir a causa de mi ingestión alcohólica que
había llegado a su mayor grado,alcohol de 96º, pero también por el consumo

122
obsesivo de tabaco, y sin embargo, debido a un agudo síndrome de abstinencia
del primero, mi cuerpo sentía la necesidad de más alcohol y de tabaco también,
aunque paradójicamente ya lo rechazaba alérgicamente, es decir, me provocaba
deseos de vomitar pero no arrojaba nada pues casi no comía: necesitaba ayuda.
Lo que se sugiere en estos casos es pedir la ayuda a alguien capaz de
corregir la desviación, pero cuando se pasan ciertos niveles, ni la ciencia médica,
ni la terapia psicológica o psiquiátrica, ni incluso la religión institucionalizada tienen
la capacidad para dar seguimiento al tipo de terapia que necesita una persona
dependiente a estas y otras sustancias cuando se ha llegado al extremo de la
ingobernabilidad de la propia vida.
Afortunadamente en mi caso esto ocurrió después de haber conocido
Alcohólicos Anónimos y de haber reconocido a vuelo de pájaro que el programa
de doce pasos era lo que necesitaba; yo ya sabía adónde podía, y debía llegar. No
obstante, quería que mis padres estuvieran comprometidos también con el
programa de recuperación de A.A., pues fueron ellos los que me pusieron el
ejemplo tanto del tabaco como de las bebidas alcohólicas.
Y así fue. Cuando recibí por primera vez la “orden” de mi madre de que
debía ir a Alcohólicos Anónimos, entendí que ya se estaban sensibilizando con la
existencia de la agrupación. Desde aquella época mi madre perteneció a los
grupos AL ANON para familiares de alcohólicos, mi padre llegó a conocer
Neuróticos Anónimos aunque no se quedó, yo continuo intentando llevar el
programa de recuperación a mi capacidad.
No obstante, mi dependencia de Alcohólicos Anónimos si bien ha sido
definitiva no ha sido total ya que el aspecto espiritual lo he tratado de canalizar por
medio de la danza de concheros como disciplina física y devocional, y de la Iglesia
Católica siguiendo por lo menos las lecturas diarias de la misa, y finalmente por la
realización de lo descrito en el capítulo 24 del Evangelio de la Salud y de la Paz,
es decir, buscar la manera de obtener un producto de la germinación de la semilla
de un cereal, en mi caso, trigo, el Pan de Vida, como base de una alimentación
auténticamente regenerativa y renovadora, que me atrevo a decir, será la base de
la alimentación de la nueva era encaminada a la vida perdurable:

Primera epístola a los Corintios 15, 36-38; 42-47; 51-57.

35 No obstante, alguien dirá:


“¿Cómo han de ser levantados los muertos?
Sí, ¿con qué clase de cuerpo vienen?”.
36 ¡Persona irrazonable!

Lo que siembras no es vivificado a menos que primero muera;


37 y en cuanto a lo que siembras, no siembras el cuerpo que se desarrollará,

sino un grano desnudo, sea de trigo o cualquiera de los demás;


38 pero Dios le da un cuerpo así como le ha agradado,

y a cada una de las semillas su propio cuerpo.

Así también es la resurrección de los muertos.


42

Se siembra en corrupción, se levanta en incorrupción.


43 Se siembra en deshonra, se levanta en gloria.

123
Se siembra en debilidad, se levanta en poder.
44 Se siembra cuerpo físico, se levanta cuerpo espiritual.

Si hay cuerpo físico, también lo hay espiritual.


45 Así también está escrito:

“El primer hombre, Adán, llegó a ser alma viviente”.


El último Adán, Jesucristo, llegó a ser un espíritu dador de vida.
46 No obstante, no es primero lo que es espiritual,

sino lo que es físico, después lo que es espiritual.


47 El primer hombre procede de la tierra y es hecho de polvo;

el segundo hombre procede del cielo.

51 ¡Miren! Les digo un secreto sagrado:

No todos nos dormiremos en la muerte,


pero todos seremos cambiados,
52 en un momento, en un abrir y cerrar de ojos,

durante la última trompeta.


Porque sonará la trompeta,
y los muertos serán levantados incorruptibles,
y nosotros seremos cambiados.
53 Porque esto que es corruptible tiene que vestirse de incorrupción,

y esto que es mortal tiene que vestirse de inmortalidad.


54 Pero cuando esto que es corruptible se vista de incorrupción

y esto que es mortal se vista de inmortalidad,


entonces se efectuará el dicho que está escrito:
“La muerte es tragada para siempre”.
55 “Muerte, ¿dónde está tu victoria?

Muerte, ¿dónde está tu aguijón?.”


56 El aguijón que produce muerte es el pecado,

mas el poder para el pecado es la Ley.


57 ¡Pero gracias a Dios, porque él nos da la victoria

mediante nuestro Señor Jesucristo!

Y también podemos leer en Apocalipsis 6,5-6:

“Y cuando abrió el tercer sello, oí a la tercera criatura viviente decir:


“¡Ven!”.
Y vi, y, ¡miren!,
un caballo negro; y el que iba sentado sobre él tenía en su mano una balanza.
Y oí una voz como si fuera en medio de las cuatro criaturas vivientes decir:
“Un litro de trigo por un denario, y tres litros de cebada por un denario;
y no dañes el aceite de oliva ni el vino”.

124
CUARTO SEPTENARIO
“La semilla de Dios”
De los veintidós a los veintiocho años.
(continuación)

Retomando mi relato sobre el amigo de Shanti que me iba a enseñar


sobre los germinados, llegó el fin de semana y me reuní con él en su casa y nos
fuimos en su automóvil rumbo a Puebla al rancho al que me había invitado a
acompañarlo. Se me hizo raro que mientras platicábamos durante el trayecto me
agarrara la pierna en señal de compañerismo o camaradería.
Llegamos a medio día y después de presentarme con su capataz nos
fuimos a recorrer el rancho a pie. Me enseñó los borregos que criaba y el sistema
de cercado eléctrico que utilizaba en lugar de alambre de púas para evitar que los
animales se salieran del pastizal asignado. Así pasó el tiempo pero respecto de
los germinados cada vez que tocaba el tema me decía que no me preocupara
tanto que no solo de germinados se debía vivir. No obstante, después de leer el
Evangelio de la Paz había entendido que lo conveniente para la Salud es vivir sin
usar el fuego para preparar los alimentos y que a partir del pan preparado con
semillas germinadas además de frutas, nueces, ensaladas y jugos, puede uno ir
conformando una nueva forma saludable de vivir, pero este señor me quería
conducir a no se que propuesta pues ni siquiera me había invitado a comer
estando el día por concluir.
Al llegar la noche, el tipo se descaró y me propuso tener relaciones
sexuales con él, a lo que me negué rotundamente y le dije que si esa era su forma
canalizar su espiritualidad, pues era maestro de yoga y se sintió ofendido por mi
negativa como si para él una relación homosexual fuera lo más normal, me dijo
que era el ser mas egoísta que había conocido. Lo dejé vivir su frustración y le
pedí de comer y me dijo que buscara en la cocina a ver si había algo. Tan solo
encontré frijoles en polvo que me preparé en un pequeño sartén y sin pan ni
tortillas me los comí. Me sentí muy molesto. No dormí en toda la noche y a la
mañana siguiente le pedí que me diera dinero para mi pasaje y me llevara a la
estación de camiones para regresarme a la Ciudad de México.

Así concluyó mi primera y única experiencia sobre el aprendizaje acerca


de los germinados venida de otra persona. Con el tiempo entendí que el “no solo
con germinados” se refería a la posibilidad de comer semen, y que conmigo fue su
intento fallido.

Más que hijo de familia me fui convirtiendo por fuerza en un “niño de la
calle”. Al no realizarme académicamente como el resto de mis primos y no
pertenecer a ninguna agrupación social ni religiosa y habiendo sido finalmente
echado de la casa por un enfrentamiento con mi padre con respecto al trabajo que
me exigió conseguir al día siguiente de lo contrario me echaría de la casa, “mejor
me voy hoy porque no creo conseguir trabajo para mañana”, le dije, y de cualquier
manera, vivir bajo una presión de esa índole no es agradable ni saludable y el

125
enfrentamiento que había iniciado conmigo desde cuando me enseñaba a luchar
contra él cuando era niño pequeño continuaba bajo mis venas inexorablemente;
se fue el juego y quedó el enfrentamiento.
Yo estaba en aquel momento yendo al Seminario Conciliar ubicado en
Tlalpan para intentar estudiar lo que estudiaban los aspirantes a presbíteros y
diáconos y las vocaciones religiosas femeninas. Pero para mi padre esos estudios
no estaban dentro de su perspectiva de conocimiento en la vida. Yo tenía que
haber estudiado una carrera universitaria, trabajar y ganar dinero.

Tuve que salir de la casa de mis padres y fui recibido por breve tiempo en
la casa de la mamá de la señora catequista, madre de siete hijos, quien catequizó
a mis primos hermanos los hijos de la hermana mayor de mi madre, a cuya casa
íbamos después de repartir los regalos y cenar en casa de mi tía durante las
Noche Buenas. Ella fue la que trajo el tema de la Iglesia Católica al círculo familiar.
Esta casa que era una verdadera mansión en San Ángel, con unos
jardines preciosos donde en algunas ocasiones nos llegamos a juntar durante los
sábados por la mañana para jugar futbol rápido, ahora me abría sus puertas para
redirigirme en este trance.
Llegué a esta casa porque uno de los hijos de la señora catequista se había
separado de la joven mujer con la que se había casado sin haber tenido hijos y de
momento se había ido a vivir a casa de su abuela y enterado de mi problema
familiar habló con su familia para que me dieran la oportunidad de quedarme a
vivir mientras encontraba una dirección más específica en mi vida.
Para pagar de alguna manera mi estancia me encargaron la tarea de
limpiar toda la plata de la casa. Así, por las mañanas me iba a tomar clases al
seminario y por las tardes trabajaba limpiando la plata. Fueron unas pocas
semanas que coincidieron con el tránsito de Paulo VI, la elección de Juan Pablo I,
su pronto deceso y la elección del nuevo pontífice. Yo estaba en clase en el
seminario, oyendo una radio con audífonos que llevaba cuando interrumpí la
sesión diciendo ¡Habemus Papa!. Yo sentía que algo importante estaba
ocurriendo en la Iglesia pero los demás compañeros más bien me tomaron a “loco”
por mi emoción un tanto desbordada y por algunas intervenciones en clase fuera
del estilo académico; por relacionar a la santísima trinidad con la transformación
de una potencia en un acto.
Debo decir que no pude dejar de fumar ni de beber mientras estuve en el
seminario; diariamente llevaba mi botellita de tequila de a cuarto de litro que ya era
una arraigada costumbre, y mis cigarros, más arraigados todavía, se juntaban con
mi falta de decisión para entregarme a una vida consagrada dentro de la Iglesia.
No obstante, el jardinero de la casa de San Ángel, después de ver una acuarela
de Jesús crucificado desnudo sobre una cruz verde que pinté en una mañana de
sábado, me pidió que representara a Jesús durante la celebración de la Semana
Santa de ese año en su comunidad de la colonia del Cerro del Judío: acepté.
Terminando de limpiar la plata mi presencia en la casa empezó a hacerse
pesada así que conseguí la posibilidad de irme a unos cuartos que tenía mi amigo
de la escuela de cine en el Pedregal de San Nicolás. Coincidió mi despedida de la
casa con una celebración eucarística celebrada por el Padre Antonio Brambila, el

126
Pale como le decía de cariño la familia, que providencialmente me encomendaría
a este nuevo puerto en mi camino.

El único lugar que pude conseguir para irme a vivir fueron estos cuartos
que tenía mi amigo de la escuela de cine en unos terrenos en las laderas del
Ajusco donde poco a poco estaba construyendo ya fueran bardas o cimientos o
cisternas para en el momento oportuno construir alguna casa en forma.
El pequeño auto de mi amigo el hijo de la señora catequista ni siquiera
tuvo la potencia para llegar hasta la puerta del terreno donde estaba el cuarto a
donde me hospedaría. Así de lejana estaba una realidad de la otra. No obstante,
continué asistiendo al seminario hasta que me di cuenta de que no podía
permanecer por ese camino para seguir al Señor pues entre la realidad donde
vivía y donde quería estudiar la fe que me fue privada desde el hogar familiar
existía un abismo que no supe sondear y no pude convertirme en seminarista.
Después de abandonar el seminario diariamente me levantaba temprano
para acarrear cubetas de arena hasta donde íbamos a hacer la mezcla para la
construcción del día. Durante la semana me concentré entonces en trabajar en las
construcciones que realizaba mi amigo y la Danza de Concheros se convirtió en
mi camino devocional de los fines de semana.
El poco dinero que me daba mi amigo que ahora se había convertido
también en danzante y por lo tanto en “compadre”, como reza la alabanza, lo
usaba para comprar cigarros y alcohol de 96º pues no me alcanzaba para alguna
otra bebida alcohólica y me lo bebía a escondidas para que no me dijeran nada al
respecto. Mi dependencia física de la sustancia se había vuelto una demandante
necesidad orgánica que me atormentaba.
Luego de algún tiempo y frustrado en mi trabajo de predicación de la fe en
Jesucristo pues mi compadre amigo de la escuela de cine no estaba convencido
de la fe en la que había nacido. Yo tras haber leído la Biblia lo invitaba
constantemente a que la leyera pues mi vida intelectual ya no funcionaba sin la
presencia espiritual de Jesús y la revelación; dejé que el destino marcara la senda
de nuestra relación amistosa.

En cuanto podía ante la poca dedicación al trabajo que tenía mi compadre
yo me disculpaba y me iba a buscar mi vida apostólica por otros lugares y
acostumbraba visitar a viejas amistades.
Cuando llegó el día de la escenificación de la Pasión en el Cerro del Judío
yo estaba ayudando a una de las hijas de Shanti a hacer una maqueta
arquitectónica para presentar su examen profesional en la carrera de arquitectura
en la Universidad Nacional Autónoma de México. Mi amigo de la escuela de cine
también había sido solicitado a participar representando al Cirineo y había invitado
a que nos filmara a un amigo suyo que tenía una cámara de 16 mm.
El viernes santo en la mañana nos presentamos en la casa del jardinero
de la casa de San Ángel y nos pusimos a sus órdenes. Todo se realizó lo mas
apegado a lo relatado en la tradición del Vía Crucis y al terminar cada quien se fue
para su casa. Nosotros que estábamos en el trabajo del examen de la hija de
Shanti nos regresamos a continuar con la construcción de la maqueta y al día

127
siguiente nos fuimos a una casa de Shanti que se encuentra bajo el volcán
Iztacihuatl, en un fraccionamiento atrás de Amecameca, donde solía irse a vivir
cuando no tenía nada que hacer en la Ciudad de México.
Una amiga violinista de la hija flautista de Shanti nos acompañó a pasar el
fin de semana santa a este lugar. Después del desayuno invité a esta chica a que
me acompañara pero fue más bien como si no hubiera que decir palabras.
Caminamos hacia las faldas de la volcana y entramos a un terreno que yo había
frecuentado varias veces en donde se habían llevado el edificio que perteneció a
un hospital psiquiátrico que se conocía con el nombre de la Castañeda. No sé por
qué se me ocurrió meternos por la alambrada en lugar de pedir permiso para
entrar. Durante un largo rato deambulamos por el jardín y jugué al sacerdote
levantando unas piedras de forma triangular sobre un altar de piedra que se
encontraba en una especie de templo al aire libre. Luego nos dirigimos al edificio
principal, pero apenas y nos asomábamos por la puerta de entrada llegó el
guardián del lugar y nos abordó de una manera muy grosera. Yo me molesté por
la forma de decirnos las cosas y lo increpé con firmeza de tal manera que hasta
nos pidió disculpas y pidiéndole que nos mostrara el camino de salida. Nos
salimos del lugar y nos dirigimos de regreso hacia la casa de Shanti.
Pasábamos por un verde pastizal donde había algunas ovejas dispersas.
Nuestra relación se había intensificado después del incidente con el cuidador y sin
palabras nos sentíamos unidos en pareja. El día estaba un poco nublado. De
pronto nos separamos un poco y ella se subió a una pequeña loma a pocos
metros de donde yo estaba y en ese momento yo sentí como una fuerte energía
salía de mi región umbilical en dirección a ella y ella recibiéndola la redirigía hacia
el disperso rebaño que en cuestión de segundos se reunió en un grupo compacto.
Ambos nos percatamos de lo sucedido y tan solo me acerqué a ella y nos
abrazamos fraternalmente. Para mí este evento fue un regalo espiritual que me
hizo ver lo que puede ser el trabajo energético de la pareja amorosa en la
naturaleza.
De regreso en la ciudad visité a esta mujercita en su casa y tal vez
pensamos en una posible relación que no se dio. Nunca pensé que el haber
participado de alguna manera en una “santa” representación mereciera alguna
retribución espiritual. Yo lo hice sencillamente porque me lo pidieron. No obstante
agradecí el regalo.

Alejado del seno familiar nuevamente y preocupado por mi creciente
ingestión alcohólica y el consumo excesivo de marihuana que realizaba con mi
amigo de la escuela de cine, en un arrebato de desesperación decidí ingresar a la
Orden Franciscana para lo cual me presenté en la dirección que me señalaron
decidido a vivir la experiencia de la vida en un convento. Me dieron un cuestionario
para lo contestara donde había una pregunta que me pedía cien razones para ser
sacerdote, cuando lo entregué el padre que me entrevistaba, medio en broma me
dijo que si me hubieran pedido doscientas razones se las hubiera dado. El curso
normal de la generación de postulantes estaba por empezar y yo insistí en
integrarme al grupo ya formado pues de otra manera hubiese tenido que esperar
un año más. Así que me propusieron ir a visitar el convento en un poblado cercano

128
a la ciudad de Cholula, Puebla, donde se llevaba a cabo tanto el postulantado
como el noviciado. En un solo día pude darme cuenta de que sería una
experiencia interesante para definir mi vocación católica y al regresar a México se
iniciaron ciertas conversaciones entre la familia y los encargados de la Orden de
recibir a los nuevos candidatos. Finalmente fui aceptado y empacando toda mi
impedimenta me fui al convento en el poblado de Calpan. Se asombraron de que
hubiera llevado tantas cosas, pero como ya no tenía casa, me llevé todas mis
pertenencias.
Casi todos los compañeros me recibieron amablemente. El alcohol se me
olvidó casi de inmediato y de la marihuana ni me volví a acordar. Lo que no pude
dejar fue el tabaco. Mi compulsión por la nicotina me hacía seguir fumando a cada
momento que se presentaba la oportunidad. Eso sí, a nadie invitaba.
Diariamente nos despertábamos a las seis de la mañana y teníamos una
sección determinada para hacer el servicio de limpieza del lugar. A las siete
empezaba la misa que celebraba alternativamente alguno de los cuatro
sacerdotes que vivían en el convento. Al finalizar la puerta principal de la capilla
comunicaba directamente con el comedor; unos servían mientras otros leían el
martirologio y también se hacían turnos para lavar los platos. Durante toda la
mañana tomábamos clases de latín, de griego y de canto, y después de comer,
jugábamos futbol o básquetbol para continuar por la tarde con otras clases de
historia de la orden o el estudio de la Regla. Antes de cenar rezábamos la corona
franciscana que es semejante al rosario con la diferencia de que son
invariablemente siete misterios entre gozosos y gloriosos que se rezan todos los
días y después veíamos un rato la televisión o jugábamos algún juego de salón
para a la diez de la noche estar cada quien en su habitación individual hasta el día
siguiente.
A unas casas de la puerta del convento estaba la tienda donde compraba
los cigarros, casualmente “Tigres”, que habían vuelto a salir a la venta y que
fueron los primeros cigarros que comprara cuando era un niño que estudiaba la
primaria. Pensaba yo que así podría cerrar el círculo que se había abierto muchos
años atrás con el consumo de tabaco pero no fue así. Recuerdo que uno de los
compañeros aficionado al beisbol una que otra vez se escapaba a comprar una
cerveza a la misma tienda y alguna vez me invitó alguna pero mi dependencia
principal no era con la bebida sino con el tabaco. Lo mismo había sucedido
durante mi estancia en prisión.

Desde mi llegada al convento intenté llevar el mensaje de los germinados
y conseguí un cántaro piñatero al cual le hice unas perforaciones en el fondo para
que escurriera el agua con las que se lavaban los germinados dos veces al día.
Cuando intenté explicarles a los frailes el asunto, sencillamente me tiraron
a loco diciéndome: “pues ni que fuéramos vacas”. De cualquier forma estuve
germinando lentejas que luego me comía antes de la comida con una o dos
tortillas que me regalaba la mujer que iba a diario a tortear.
En una ocasión me encontré en el tianguis del pueblo a unas inditas que
estaban vendiendo unos germinados de frijol de más de diez centímetros de largo
que me explicaron crecían donde habían cosechado frijol el año anterior y con las

129
pocas lluvias invernales alcanzaban a crecer; “nosotras les llamamos huevitos
tata, porque son mucho alimento”.

Los sábados eran días de descanso. En ocasiones íbamos de excursión a
algún lugar cercano. Por las tardes íbamos a dar el catecismo a las casas de la
gente del pueblo interesadas. Recuerdo que me toco la casa de una familia que
tenía una hija púber muy bonita que apenas empezaba a desarrollarse como
mujer y a mí me afectaba tanto su presencia que apenas me concentraba en la
lecciones. Su hermano menor enojado tal vez por mi lujuria ingobernable en una
ocasión me arrojó una piedra como a más de una cuadra de distancia y me la
pegó en la cabeza. Para aquellos tiempos yo tenía ya como veintisiete años y no
sabía confesarme.

En alguna ocasión nos llevaron a comer a la parroquia de un fraile ya
establecido que tenía interés en conocer al nuevo grupo de postulantes. Aparte de
la buena y abundante comida hubo bebidas alcohólicas como cervezas y algún
destilado fuerte.
Recuerdo que el padre guardián del convento comía siempre con una
cerveza frente a su lugar. Recuerdo también una misa de sábado de Gloria en la
que se velaba un tiempo razonable y se encendía el cirio Pascual y de él los cirios
y las velas de la concurrencia como símbolo de la resurrección de Nuestro Señor.
Desde la tarde mis compañeros habían encontrado una botella de brandy en un
armario del párroco diocesano de la parroquia del pueblo donde se llevaría a cabo
la ceremonia y todos nos habíamos tomado un buen trago que para que no nos
diera sueño. A mí me produjo el efecto contrario y tuve que estar saliendo a fumar
para espantar el sueño.

En diciembre nos dieron vacaciones a nosotros los postulantes y lo
primero que hice al sentirme “libre” fue comprarme una botella de sidra que me
bebí durante el camino a la capital. Yo me sorprendía de mis acciones pero no
sabía cómo poner un alto y enmendarlas.
Me recibieron en la casa de mis padres pero no recuerdo algún incidente
familiar pues mi padre acostumbraba vaticinar, “no va a aguantar”, “se va a salir” o
“van a ver como no dura”, pero esta vez no hubo comentario.
Mi amigo de la escuela de cine me invitó a subir al Popocatépetl para el
año nuevo. En el convento habíamos intentado subir pero tal parece que el padre
maestro de los postulantes al llegar a cierta altura a pesar de ser joven y fuerte
sintió mareos y decidió no continuar el ascenso.
Con mi amigo ascendimos sin contratiempos. Recuerdo que hasta
cambiamos mochilas pues la suya estaba más pesada y él también empezó a
sentir los efectos de la altura. Nos pasamos la noche en el pequeño refugio que se
encontraba en el labio inferior del cráter del volcán. El amanecer fue maravilloso.
Poder apreciar el Valle de México y el Valle de Puebla como un gran mar de tierra
desde la altura de la gran montaña me generó una emoción de suficiencia. Lo
único desagradable fue la ingestión de una botellita de brandy que llevó mi amigo

130
y que apuré a su recomendación para tener fuerza para subir y para aguantar el
frío que solo me produjeron una molesta sobredosis de alcohol y la consabida
molesta cruda. Bajamos sin contratiempo.
De regreso al convento pude presumir que había subido al volcán.

Durante mis tiempos libres y antes de dormir pude leer el libro completo de
los “Escritos de San Francisco” de la Biblioteca de Autores Cristianos, que
contienen todo lo que él escribió tanto como lo que escribieron sus biógrafos,
gracias a lo cual pude darme cuenta del grado de penitencias que tuvo que
realizar Francisco para establecerse en la posición que ocupa en el santoral, como
el que ayuda a Jesús brazo con brazo a bajar de la cruz de la pasión. Realmente
me dejó una profunda huella la lectura de este libro por la cantidad de los diversos
sufrimientos que tuvo que pasar El Santo que no tienen nada que ver con las
versiones “rosas” que existen sobre su vida.

Al poco tiempo del inicio del año decidieron mudar el postulantado a un
hotel que había adquirido la orden en el poblado de Tonatico, Estado de México.
Pensaban convertirlo en casa de retiro para frailes ancianos. Nuestra forma de
vida no cambió grandemente pero a mí sí me afectó el cambio de población.
Diariamente salíamos del nuevo convento a jugar basquetbol a las canchas de la
pequeña ciudad. Mi continencia se fracturó al ver a las jóvenes que se fijaban en
los nuevos habitantes del pueblo y volví a masturbarme. No obstante, no encontré
la manera de confesarme con ninguno de los sacerdotes con los que convivía. De
hecho nunca he frecuentado el sacramento de la reconciliación que normalmente
se conoce como confesión aunque si hice el intento de acercarme a los “padres”
fue para exponerles mi desazón familiar pero eso no me dio resultado.
Empecé a fallar en la actividad deportiva al grado de que me cambiaban
de equipo y empezábamos a perder. Llegue a decirles que tenía un espíritu
antideportivo y por eso me había metido a la danza. Pero en la danza no había
podido contener mi dependencia alcohólica.
Habían asignado a vivir con nosotros a un viejo fraile que era el encargado
de tratar con los danzantes pero no fue de gran ayuda para definir mi vocación
como fraile o como danzante. Yo cargaba en mi equipaje con mi uniforme de
danzante y mi guitarra de concha de armadillo y recuerdo que un día soñé con los
acordes de las guitarras de la danza. También desistí de ser sacerdote, empecé a
realizar los trabajos de hermano lego y dejé de tomar clases de latín y griego que
me habían empezado a fastidiar. A los pocos días le anuncié al padre maestro que
quería dejar el postulantado. Me dijo que no entendía que me pasaba y me pidió
que fuera a Cuernavaca a hablar con un fraile sacerdote a la Iglesia de San Luis
Obispo cercana al centro de la ciudad. En un solo día fui y regresé. El viaje me
sirvió para afianzarme en mi decisión. Tenía que regresar a la danza.

Honestamente pensé que me aceptarían en la casa de mis padres pero no
fue así. Con trabajos me dejaron dejar algunas cosas para seguir mi camino.
Estaban intentando acabar con mi vida y en mi fuero interno se convirtieron en mis

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enemigos y sin posibilidad de reconciliación por tratarse de ser precisamente mis
padres. Me convertí en un hijo escandalizado pero como se negaban a
escucharme decidí actuar en lugar de hablar.

Llegué a casa del esposo de Shanti, el Licenciado, como le llamaban
todos en su familia con la condición que me iría cuando consiguiera trabajo.
En aquel momento del año la obligación de la danza que tocaba era la del
Viento del Sur, el Santuario de Señor de Chalma. En un instante arreglé mi
uniforme y me dispuse a acudir como si nada hubiera pasado. El año anterior
también había asistido y no hubo ningún problema para mi reintegración. La
principal condición es estar en conformidad con las disposiciones disciplinarias y
de culto que se llevan a cabo entre las que se encuentra el no beber durante los
trabajos devocionales. Yo volví a adquirir la antigua costumbre de beber
constantemente mi acostumbrado tequila; nunca me emborrachaba sino que
mantenía mi estado de alcoholización y buen humor. De la marihuana nunca me
preocupé demasiado y los tabacos nunca me faltaron. La danza se convirtió en mi
actividad devocional, de ejercicio físico y de temple del carácter mediante la
superación del cansancio durante las danzas y las velaciones que teníamos a lo
largo de todo el año.
En esta ocasión había llegado una comadrita indígena joven muy guapa
que venía acompañada por su pequeña sobrina; tenía diecisiete años. Al finalizar
la obligación conseguí que mi compadrito compañero de la escuela de cine nos
diera un aventón de regreso hasta su casa en la ciudad de México. Vivía en una
colonia al norte de la ciudad en una vecindad donde ocupaban dos cuartitos sin
baño propio. Su familia estaba formada por su madre y su pareja con la que tenían
un niño y una niña, ella y su hermana mayor que eran hijas de una primera unión y
su sobrina hija de su hermana, madre soltera.
Ya que el regreso a la casa de mis padres se había frustrado al salir del
convento se me abrió la puerta de formar una familia para darle vida a una
criatura; tal vez al ánima de la niña que murió en la sierra huichola y que me
hicieron cargar hasta el sepulcro. La nueva comadrita de quien yo mismo me
asombraba de la atracción que ejercía sobre mi fue la elegida para la maternidad.

En Chalma había visto que uno de los danzantes traía una camioneta con
un logo que decía Desarrollo Rural de Morelos y casualmente los padres de esta
comadrita eran originarios de una población de dicho estado así que buscando la
posibilidad de obtener un trabajo en el mismo estado de su familia, cumpliera la
palabra de Mateo 19,5:

Y dijo: ‘Por esto el hombre dejará a su padre y a su madre


y se adherirá a su esposa, y los dos serán una sola carne’.

Nuevamente en Cuernavaca me presenté en la oficina de Desarrollo Rural


de Morelos para hablar con mi compadre que era el gerente de esta central de
desarrollo con la idea de convertirme en un promotor. La central de desarrollo
pertenecía a una organización a nivel nacional que intentaba involucrar a la

132
iniciativa privada en la ayuda a grupos de campesinos de bajos ingresos para
recibir créditos bancarios para proyectos productivos.

133
QUINTO SEPTENARIO
“Los Frutos de la Fe”
De los veintinueve a los treinta y cinco años

No recuerdo con precisión que estaba haciendo el día cuando cumplí los
veintiocho años pero debe de haber pasado casi desapercibido debido a mi
condición de promotor rural con idea de casarme. El trabajo era absorbente e
intenso.
En poco tiempo había sido aceptado como promotor de los grupos de
diversos proyectos productivos. Pero mi interés estaba en Axochiapan, el poblado
de los padres de mi comadrita danzante donde ya había un grupo que habían
sembrado jitomate. Este grupo también estaba integrado por danzantes.
A ella la había seguido viendo en las danzas que generalmente teníamos
los fines de semana y al enterarse que estaba ya trabajando en Morelos, me pidió
trabajo. Me limité a comunicarles a mis compadres de Cuernavaca la petición de la
comadrita a lo que me dijeron sin problema; “dile que se venga”.
Casi al llegar ella sucedió un evento que me puso en advertencia con
respecto a con quien estaba entablando relación. Un amigo de su verdadero padre
que formaba parte de uno de los grupos campesinos promovidos había recibido
una carta en la que él le preguntaba sobre su familia abandonada. En una terraza
al aire libre que colindaba con el baño del apartamento donde estaban las oficinas
de Desarrollo Rural de Morelos, este hombre había sacado a mi comadrita, que ya
se había vuelto mi novia, para notificarle de la carta. Yo entré a orinar al baño y
escuche lo que estaba pasando y al salir me dirigí hacia ellos con la sorpresa de
que ella se enojó por mi intromisión. Entonces yo me molesté más y le dije que si
pensaba continuar su relación conmigo basada en una mentira tan importante.
Pues ni así se le quitó el coraje. La deje sola otra vez con el hombre que había
recibido la carta con la esperanza de que la hiciera entrar en razón. Finalmente
hasta me dejó leer la carta que casualmente estaba fechada el día de mi
cumpleaños. Empecé a ver la mano de Dios en esta relación.
En cuestión de unos meses me estaba yo comprometiendo para casarme.
Ella ya estaba embarazada.

En el trabajo me había ido a vivir al pueblo de Axochiapan donde sería la
boda y donde había iniciado un proyecto de varios grupos campesinos que
juntaban un total de 70 hectáreas para la siembra de jitomate. La cosecha saldría
para su venta para diciembre de ese año y el crédito saldría por mediación de la
banca privada con el aval de la central de desarrollo.
Nos casamos un día antes de la santa cruz, o el mero día si consideramos
que para los israelitas el día comienza al atardecer, y se hizo una buena fiesta. Yo
puse los guajolotes los llevé danzando como es la costumbre del huencle hasta la
casa de su tía quien prepararía el mole. Mi compadre de la escuela de cine fue el
padrino de la bebida que no faltó, la música la pusieron familiares de mi comadre
que además eran miembros de uno de los grupos de campesinos. El presidente
municipal que también pertenecía a otro grupo campesino nos casó por lo civil

134
después de habernos casado por la Iglesia. Mis padres fueron los padrinos del
matrimonio.
Esa noche dormimos en el patio de la casa sobre una cama de otate pues
la casa se llenó de invitados que llegaron de fuera. Al día siguiente todos
empezaron a irse poco a poco y nosotros nos fuimos al pueblo donde se fabrica el
aguardiente popular en la región, a la casa de una pareja que nos invitó a pasar
por lo menos ese fin de semana de luna de miel en una casita que tenían junto a
la suya. El proyecto de la siembra de los jitomates estaba en plena etapa
organizativa.

Mi alcoholismo iba en progresión. El día de la boda bebí poco porque ya
no tenía ganas de ingerir más alcohol pero nuevamente en la luna de miel con el
varón de la pareja que nos invitó que también le gustaba la bebida volví a tomar.
El pueblo donde estuvimos le da el nombre al aguardiente de caña que es la más
popular en Axochiapan y que se fabrica en una destilería de esta comunidad:
Zacualpan.
En Axochiapan la tradición de beber es algo popular. Había desde
alcohólicos que pedían la moneda en la calle hasta el “cuartel general” como yo lo
llamaba que era el expendio de la bebida que mantenía en su estado de
dependencia compulsiva a varios alcohólicos en fase crítica que permanecían allí
en espera de los clientes eventuales para que les invitaran un trago.
Yo había adoptado la costumbre de no tener aguardiente en la casa y solo
cuando pasaba por la tienda del centro del pueblo me compraba un vaso de a diez
pesos. Acción que se repetía varias veces al día. También llegaba a comprar
directamente al expendio para llevar en mi morral cuando iba a visitar las siembras
de los campesinos agrupados.

En este momento intenté hacer germinados de maíz. En unas cajas de
jitomate con unos costales como contenedores las llené de arena y sembré a poca
distancia una buena cantidad de granos previamente humedecidos y los estuve
regando hasta que crecieron las primeras hojas verdes. Entonces los saqué de la
arena lavándolos bien e intenté molerlos con un molino de mano; fue imposible,
debido a la fibra de los germinados el molino se trababa. De cualquier forma pude
sacar un extracto líquido que fui juntando hasta obtener un vaso y decidí
tomármelo para experimentar su acción. Ese día traía una cruda bastante severa a
causa de mis excesos en la ingestión alcohólica y no me entraba ya ni la comida.
Haciendo un esfuerzo me tome poco a poco el contenido del vaso con el extracto
del jugo de germinado que era dulce como la miel. Al terminar el contenido me
entró una taquicardia que me llevó a acostarme en mi cama donde me quedé
tendido como quince minutos casi sin moverme y pude sentir el efecto
revitalizador. Sin embargo, no volví a repetir la experiencia debido a la
complicación del proceso de la extracción del jugo.

Una tarde llegó uno de mis compadres de danza que también era miembro
de un grupo del proyecto de siembra de jitomate y me pidió que lo llevara a la

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ciudad de México para internar de urgencia a su hija pequeña en el hospital del
DIF. Mi esposa estaba ya a punto de cumplir el término de su embarazo así que
acepté pero me llevé a mi “Comadre”, como le decía, con nosotros. Mi compadre,
su mujer junto con la niña enferma y mi esposa y yo nos fuimos hasta la ciudad de
México en un automóvil que mi compadre había logrado que le prestaran para la
emergencia.
Con algunos contratiempos, la niña fue internada de inmediato al
amanecer del día siguiente y las dos parejas nos fuimos a casa de otra comadre
danzante que se había convertido en la anfitriona oficial para cualquier danzante
de paso por la ciudad. Decidimos quedarnos hasta el día siguiente para ver la
situación de la niña hospitalizada y en la madrugada del siguiente día mi comadre
empezó con los dolores de parto que nos alertaron para buscar un hospital para
que diera a luz. Después de revisar algunos hospitales privados la dejamos en el
Centro Médico Nacional y me dijeron que regresara al día siguiente.
Me fui nuevamente a la casa de la comadrita anfitriona y les dije lo que
había pasado. Me dejaron tranquilo durante un rato pero de pronto empezaron a
decirme que como había podido dejarla así nomás que era un irresponsable que
debía haberme quedado a toda costa. Me puse en camino otra vez y pasando por
una bata blanca a casa de mi madre me hice pasar por doctor y logré llegar a la
zona de salas de expulsión para enterarme que ya había nacido una niña y que la
podía recoger al día siguiente en la zona de maternidad en otra parte del complejo
hospitalario. Nuevamente me puse mi bata blanca y logré pasar hasta donde
estaba mi comadre y esposa que al verme me dijo: “Le gané pero me ganó”, “Y
eso por qué”, le pregunté; “porque fue niña pero se parece a usted”. Al salir del
hospital nos fuimos a casa de mis padres que está a algunas cuadras del Centro
Médico y ahí nos quedamos hasta que regresamos en el mismo carro que nos
habían prestado hasta nuestro hogar en el pueblo.

La niña resultó ser una maravilla pues nunca nos dio guerra por las
noches ni tampoco durante el día siempre se le dio su atención a tiempo y su
carácter siempre fue afable.
Yo continué con mi rutina laboral y alcohólica hasta que tuve un problema
con un ingeniero agrónomo que llegó por parte de la Fundación a enseñarnos
acerca de un herbicida para el jitomate. Desde el principio me cayó mal por
ponerse a coquetear con mi mujer y luego al subirse a la camioneta combi de
desarrollo rural no quiso sentarse en el lugar del copiloto sino que subió una silla
reclinable que tenía en la casa como para sentirse en la playa. Llegando al campo
preparó el químico y ni siquiera les dijo nada a los campesinos lo roció y me pidió
que nos fuéramos otra vez para el pueblo. Tuve un desplante de ira en contra de
la actitud del ingeniero y le dije que si para eso había venido y me negué a
continuar con su presuntuosa actitud. Así que lo llevé directamente a la terminal
de autobuses. Me regresé a la casa y le conté lo sucedido a mi esposa. Intenté
calmarme y tuve que ir a tomarme unas copas de Zacualpan para encontrar la
justificación de lo que acababa de suceder. Este incidente llevaría a mis jefes a
pedirme mi renuncia sin haberse completado el proyecto de los jitomateros.

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Finalmente los jitomates no tuvieron el precio esperado en el mercado y
los campesinos más pobres que iban a ser los más perjudicados les dije que si no
podían pagar el crédito primero apartaran para las escuelas de sus hijos pues la
Fundación para eso era aval del proyecto para conocer las causas de la pobreza y
la ignorancia y darles una solución verdadera.
Recién casado y con una hija preciosa me quedé sin trabajo en un pueblo
donde había llegado a vivir por el mismo trabajo.
Se me ocurrió que podía rentar una tierra y sembrar algún producto que
fuera oportuno sembrar en la temporada que corría. Consultando con uno de los
campesinos que tenía bastante experiencia en diferentes tipos de siembra, logre
rentar media hectárea de terreno en un campo ejidal conocido como “La Laguna”
que era irrigado por el agua de una laguna contenida por un bordo de tierra y que
daba agua hasta bien entrada la temporada de secas. Casualmente en esta
laguna crece una flor que le da el nombre a la población: Axochiapan, lugar de la
flor en el agua.
Mi madre había decidido ayudarme con los insumos para la siembra.
Sembré melones.
Todo fue bien desde el punto de vista técnico. Logré con mi diario trabajo
y el de mis peones asalariados una siembra pareja y buena. El control de plagas
fue oportuno y los dos primeros riegos se hicieron en su oportunidad pero el
tercero apenas me alcanzó el agua para los últimos surcos a pesar de quedarme
día y noche regando. Como ya todos los campesinos habían sacado sus cultivos,
descuidaron la cerca o la abrieron y se metieron las vacas para comer lo que
quedaba de los vegetales después de la cosecha. Yo vendí algunas cajas de
melones en el mercado del pueblo y con ayuda de un primo hermano político que
tenía una camioneta pick up, llevé otras cajas para venderlas en Cuautla y lo que
llegó a sobrar nos los comimos con la familia y amigos del pueblo.
Aunque no fue un negocio con ganancia económica, la experiencia de
haber sembrado y cosechado lo que me propuse fue un logro dentro de mi
experiencia vital. Finalmente la clase campesina es la que proporciona el sustento
principal, el pan nuestro de cada día, de el resto del aparato social.

Otra vez sin trabajo al acabar la cosecha apareció en mi horizonte el
integrarme al proyecto COPLAMAR que reclutaba jóvenes con estudios de
preparatoria para convertirlos en gerentes de cooperativas de las diferentes
poblaciones a donde ya se habían fundado centros de trabajo que consistían en
un grupo de personas de una comunidad determinada cuyo trabajo anual sería
cercar doscientas hectáreas de terreno montañoso para reforestarlas con plantas
nacidas en viveros que la misma cooperativa creaba y atendía. De tal manera se
organizaba el trabajo en que unos se ocupaban del vivero mientras otros
cercaban, recogían semilla o hacían los pozos que albergarían a los nuevos
arbolitos. Todo esto financiado por el gobierno federal.

Por aquel tiempo una pareja de danzantes que habían sido padrinos de
lazo en nuestra boda nos pidieron oportunidad de venirse a vivir al pueblo para
que ella diera a luz en el favorable clima que se vivía ya que ellos estaban

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establecidos en un pueblo cercano al volcán Popocatépetl donde el frio
predominaba en esa época del año. Una tía de mi mujer sería la partera.
Yo tuve que ir a un curso para gerentes de cooperativas COPLAMAR y me
ausente durante unos días mientras tuvo lugar el alumbramiento. Cuando regresé
había nacido un rozagante niño en nuestra casa.
El siguiente fin de semana se regresaron a su pueblo y nosotros con ellos
pues se llegó la fecha de la danza en aquel lugar. Después de la obligación uno de
los danzantes de la zona había llevado una bebida alcohólica sumamente dulce
para después de los trabajos devocionales. Imprudentemente pedí un vaso lleno
de la bebida que apuré como para apagar la sed. Sin haber comido nada el efecto
no se hizo esperar. Dicen que me tuvieron que llevar cargando hasta la casa de
mis compadres padrinos de lazo de nuestra boda donde pasamos la noche.
Recuerdo que a media noche me paré para orinar y pisoteé a los que estaban
acostados a mi lado. Al día siguiente solo recibí miradas de reproche. Mi esposa
decidió no regresar conmigo sino irse a la Ciudad de México con su familia. Yo
llevaba una camioneta de la institución a la que estaba prestando mis servicios y
me tuve que regresar solo al pueblo.

Solo otra vez, intenté convertirme en gerente de la cooperativa con la idea
de que una vez establecido me llevaría nuevamente a mi esposa e hija, pero el
alcohol tenía otros planes para mí.
Con la cercanía que tenía con mi nuevo jefe se dio cuenta de mi afición
por la bebida y continuamente me monitoreaba para ver si ya me había dado el
primer trago. Generalmente siempre lo había hecho pues para aquel entonces yo
ya me desayunaba con un trago pero solo conociéndome bien se podía dar cuenta
otra persona de mi estado alcohólico. Yo le decía que era una costumbre europea,
que no se preocupara por mi estado de sobriedad, que yo nunca me
emborrachaba simplemente acompañaba mi día con alcohol y que me diera una
cooperativa con problemas que era mi especialidad.
Me dieron trabajo en una comunidad de la sierra norte de Puebla donde ya
estaba formada una cooperativa y el comisariado ejidal era ganadero y el proyecto
de cercar 200 hectáreas anuales de agostadero no le convenía en absoluto. De
cualquier manera me entrevisté con él un día que caminaba por frente a la casa
donde yo estaba viviendo y lo llamé para invitarle un refresco frente a mi casa
donde había una tienda con unas mesas para sentarse. Le dije que yo era el
nuevo gerente de la cooperativa y tenía esperanza en que pudiéramos llevar una
cordial relación. Era un viejo agradable pero con fama de matón, sin embargo, yo
tenía que presentarme con la autoridad ejidal tarde o temprano y no iba a estar
postergando una relación por miedo a su fama, finalmente no había hecho nada
en su contra. Los que no lo entendieron así fueron los miembros de la cooperativa
y estuvieron intentado sacarme del lugar hasta que terminé por darle las gracias al
comisariado y me lancé en contra de los trabajadores por entrometerse en mis
decisiones, asunto que a la larga me haría renunciar al trabajo y regresarme a
Axochiapan.

138
Luego me enteré que uno de los cooperativistas mató al comisariado ejidal
y tuvo que estar encarcelado pero que ya había salido y estaba nuevamente
trabajando en la cooperativa.

Dejé COPLAMAR y también el pueblo y me regrese a la Ciudad de México
donde recibí el pago por mi trabajo en la cooperativa y acabé viviendo en la nueva
residencia de la familia de mi Comadre en las primeras cuadras del Estado de
México pasando el Puente Negro, llamado así por que atraviesa el canal del
desagüe al norte de la ciudad, por donde también vivían los jefes de la danza.
Estuve viviendo una corta temporada sin conseguir trabajo, hasta que se
me ocurrió ir a visitar a nuestra comadre de bautizo de nuestra hija que también
danzó con nosotros, para pedirle posada por un tiempo, la cual nos la dio mientras
conseguíamos un mejor lugar para vivir.
Recuerdo con gusto y agradecimiento la bendición que fue nuestra hija
pues justo el día que cumplió un año de vida, aprendió a caminar al tiempo que
sosteniendo en su mano su bacinica le decía a su mamá que tenía ganas de ir al
baño.
Por aquellos días me enteré que mi cuñado cubano esposo de mi
hermana tenía un departamento en una importante avenida del poniente de la
ciudad. La vivienda había sido el hogar de sus padres mientras vivieron en la
ciudad de México antes de irse definitivamente a radicar a Miami y estaba
desocupada. La renta estaba congelada a causa de un juicio y realmente era muy
poco lo que se pagaba y fue nuestra casa durante los siguientes tres años de
nuestro matrimonio.

Por aquel tiempo nombraron delegado de Xochimilco a un tío mío y me
decidí a pedirle trabajo. Me lo dieron en la sección agropecuaria de la delegación
como supervisor de la limpieza de los canales de la zona chinampera. Mi trabajo
era localizar a las cuadrillas de trabajadores de limpia y pasarles lista para lo cual
me prestaban un cayac del Club España en el cual me iba remando hasta donde
se encontraban los distintos grupos de trabajadores. Diariamente viajaba desde la
colonia Verónica Anzures unos treinta kilómetros hasta la zona de canales del lago
de Xochimilco, de la delegación Xochimilco.
Estuve trabajando un buen tiempo sin tener conflicto con mi manera de
beber. Aunque mi consumo diario comenzaba desde que me despertaba trataba
de guardar las apariencias aunque siempre llevaba en mi morral una botella de a
cuarto de litro de tequila la cual bebía poco a poco buscando los momentos y
lugares donde nadie me viera. Sin embargo, mi alcoholismo iba en progreso.
Estaba tomando entre 2 o 3 de estas botellas al día y pronto se convirtió en casi
un litro.
Después del trabajo en la delegación habíamos acostumbrado a ir por la
tarde noche a la zona rosa a vender la cerámica que producía uno de los
compadritos de la danza. Lo hacía para aumentar un poco nuestro ingreso
mensual y para que mi Comadre y la niña no permanecieran todo el día
encerradas en el departamento.

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A instancias de mi madre fui a la consulta siquiátrica en el Sanatorio
Español del cual era socio gracias a que ella pagaba las mensualidades y fui a
pesar de que tenía el seguro médico del estado. El novio de una ex compañera de
la facultad de Medicina de la UNAM que es psiquiatra me dio la consulta. De
entrada le dije: “Mi querido doctor ¿tú crees en Dios?”, “no”, me respondió,
“entonces va a ser muy difícil de que lleguemos a un acuerdo, porque yo ahora sí
creo en Dios y particularmente en Jesús, o sea en Jesucristo, que está vivo y que
puedes comunicarte con él, lo que para ti y tu ciencia y la de mi madre también
eso no es posible o es invento o locura… y por lo tanto me diagnosticó
esquizofrenia. Y ¿que hay para la esquizofrenia?: conversar una vez por semana
con el psiquiatra pagando la consulta en su consultorio privado y tomar las
medicinas que me recete. Honestamente, prefería darme un “toque de marihuana”
y dejar que “mama María” me hablara con sus palabras de sabiduría.
Eso decía en aquel momento, ya casado y con una bebé, pues a pesar de
haber ido a consulta con mi amigo dentro del derecho gratuito como socio, me
habían mandado a consulta que se tenía que pagar con el jefe de la misma sala
de psiquiatría, a su consultorio privado, y eso no me quitaba la dependencia física,
es decir, el deseo compulsivo por beber desde antes del desayuno que no es otra
cosa que el tener que abastecer al síndrome de abstinencia, es decir la
compulsión física o sea la necesidad de más alcohol que se genera con el uso
constante de la bebida como un proceso fisiológico, progresivo, incurable y mortal.
Tuvieron finalmente que internarme en la misma sala de psiquiatría y ahí
recibir el tratamiento de acuerdo a la ciencia médica y asistir al grupo tradicional
de Alcohólicos Anónimos que sesionaba dentro de la misma institución.
Me dijeron que era mi responsabilidad el dejar de beber pero estaba libre
de salir del hospital y no me pude contener de comprar nuevamente mi tequila y
así me la seguí. Después de unos días de internamiento le pedí a mi hermano que
me llevara marihuana y hasta le compartí a otro paciente joven recién ingresado.
Se dieron cuenta y me corrieron del hospital. Debo decir que el Herbolario
Medicinal Azteca prescribe la marihuana para el delirium tremens provocado por la
abstinencia del alcohol.
De regreso al departamento, mi madre que no se daba por vencida quiso
llevarme a un grupo de alcohólicos anónimos del movimiento 24 horas que recibía
casos crónicos como el mío y los mantenían internados por un tiempo prudente
para desintoxicarse e integrarse al programa desde esta realidad de 24 horas de
vigencia, pues algunos de estos grupos tienen sesiones durante todo el día y
también durante la noche y además mantienen la puerta abierta todo el día.
Ella pensaba llevarme a un grupo que estaba algo retirado del
departamento donde vivíamos y le dije que yo conocía otro grupo del mismo
movimiento que estaba en la misma calle donde estuvo la casa de mi abuelita, es
decir, su propio domicilio cuando ella era joven. La convencí y me llevó.
Logró que me dieran el anexo y pasé la primera noche en vela y hasta
puedo decir que sentí un despertar espiritual como el que se habla en el
duodécimo paso del programa de Alcohólicos Anónimos. No obstante, al llegar la
mañana pensé que mi esposa y la niña no estaban a salvo solas en el

140
departamento donde ya en una ocasión mi cuñado las había visitado en mi
ausencia y tomando un rifle de diábolos que tenía le había disparado a un peatón,
acción que me llevó a vender el rifle. Así que me salí del grupo y me regresé al
departamento en la mañana temprano y lo primero que hice fue comprarme
nuevamente mi acostumbrado “cuartito” de tequila.
Ya no continué asistiendo al trabajo en Xochimilco pues aunque ya me
habían dado la base yo no quería seguir viajando todos los días desde el centro
de la ciudad hasta casi los límites del Distrito Federal hacia el sur. No obstante
seguí cobrando mi sueldo durante una temporada.
Yo me encontraba en tal estado de enfrentamiento silencioso contra mi
familia original que no valoraba lo que recibía. De cualquier manera mi esposa se
estaba cansando de no tener con quien comunicarse durante casi todo el día y en
una ocasión me escribió una carta donde me decía que ya no aguantaba la
situación pero yo no supe que hacer.

En un cierto momento en el que mis compadritos me pedían un nuevo
uniforme para la danza se me ocurrió regresar al convento donde había estado
como postulante en Calpan, Puebla, y les pedí para danzar un viejo hábito
franciscano que estuviera viejo y roto. El maestro del noviciado me lo concedió y
para la siguiente obligación en Chalma lo “estrené con una cuerda de mecate que
le daba varias vueltas a mi cintura. Algunos compadres se extrañaron y a otros les
dio risa, hasta me llegaron a decir Rasputín, pero en general a los jefes les gustó
la idea. Con el tiempo el jefe de nuestro grupo me empezó a decir “Padre
Motolinia” en memoria de fray Torivio de Benavente quién recibiera ese mote de
los indígenas por ser un franciscano realmente pobre.

El segundo domingo de noviembre los danzantes nos damos cita en la
Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco para hacer una peregrinación desde ahí
hasta la Villa de Guadalupe en conmemoración del día en que se llevó el ayate de
San Juan Diego con la imagen de la Virgen a su solicitado templo del Tepeyac.
Cada año a alguien le toca llevarse un automóvil con las mochilas con la
ropa de los integrantes del grupo y este año me tocó a mí. Al llegar a la Villa me
estacioné frente al atrio y un grupo de cuatro policías me indicaron que no podía
dejar ahí el carro. Trate de sobornarlos y usando sus macanas me sometieron y
me llevaron a la delegación cercana quedándose el carro donde lo había dejado.
Prepotentemente me retaron para que me enfrentara a golpes con un policía
dentro de una celda; simplemente denegué la oferta. Me dejaron solo en una celda
y entonces les grité que era sobrino de mi tío que en ese tiempo era líder de la
cámara de senadores y mencioné su nombre. Al poco tiempo se presentaron y me
sacaron y levantándome un acta me quisieron cobrar una multa pero yo no traía
dinero suficiente para pagar, les pedí permiso para ir a buscarlo con mis
compadres al atrio de la basílica pero me lo negaron. Afortunadamente, un
licenciado que conocía al tío, compadeciéndose de mi situación se ofreció a pagar
la cantidad y me dejaron en libertad llevándome un cuartito de tequila que llevaba
todavía sin destapar. Le agradecí profundamente su ayuda y le pedí su tarjeta

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para ir a pagarle el monto de la multa pero no quiso cobrarme. Le agradecí al
Señor.
Llegando donde había dejado el carro lo estacioné en un lugar permitido y
me fui al atrio de la basílica a reunirme con mi grupo de danza que estaba dando
gracias para dar por terminada la obligación. Una vez terminada me puse a
platicarle a uno de mis compadres más íntimos, el mismo padrino de lazo de mi
boda, el incidente con los policías cuando otro compadre me llegó por la espalda
dándome unos golpes en los riñones. Me sorprendí y enfrentándolo lo hice
retroceder algunos pasos y sin dejarlo de ver me detuve consternado por lo que
acababa de suceder.
Ya en el departamento platicando con mi comadre y esposa decidí no
volver a danzar hasta después de tratar en la junta de principio de año el asunto
de los golpes que me había dado el compadre agresor. Por lo tanto, no
asistiríamos a la danza del 12 de diciembre con la que generalmente se acababan
las obligaciones del año.
Mi comadre no quiso darme la fuerza en este incidente y me dijo que ella
si iba a ir a cumplir con el viento del norte que corresponde a la danza en la
Basílica de Guadalupe en honor de la Virgen de Guadalupe. Me sentí realmente
traicionado maritalmente y le dije que si iba a danzar mejor que no regresara a la
casa, pues lo consideraba una falta de solidaridad y que por su bien y el de la niña
sería lo mejor que no fuera. Casi un mes tuvo para cambiar de opinión, pero
finalmente se fue a danzar. Esto marcó el fin de nuestra relación matrimonial. La
niña acababa de cumplir cuatro años de edad y, en verdad, pensé, y la vida me lo
ha demostrado que fue la mejor decisión que pude haber tomado. Yo me limité a
encomendarle a Jesús el futuro de mi familia confiado en que no sería defraudado.

Lo primero que hice al quedarme solo en el departamento fue vender
todos los muebles que no me gustaban a un comprador de ese giro en particular.
Me dieron poco dinero pero tuve lo suficiente para financiar mi dependencia
alcohólica y para comprar pintura suficiente para pintar todo el lugar y hacerlo más
acogedor. El hijo de Shanti me ayudó durante unos días y se animó a pintar uno
de los muros con un diseño que había aprendido en su viaje alrededor del mundo.
La estancia principal y la cocina las pinté de blanco y de las dos
recámaras una la pinté de negro e incluso tape la ventana con una hoja de fibracel
que también pinté de negro. Era la época en que estaba de moda la canción que
decía “mama que será lo que quiere el negro”. Compré paliacates de varios
colores y los clavé con tachuelas doradas sobre el techo de la estancia. También
compre varias colchonetas con la idea de poder tener huéspedes.
Así el departamento quedó totalmente restaurado Y ya sin tantos muebles
recobró su amplitud para múltiples usos pero en realidad nunca logré ningún
proyecto pues como ya lo he dicho el inmueble estaba en juicio por razones para
mi desconocidas. No obstante, viví en él cerca de siete años.

Gracias a la baja mensualidad que pagaba pude muy bien mantenerme
vendiendo el poster de un búho. Desde la avenida donde vivía hasta la zona de
los juzgados o sencillamente por donde iba caminando en la calle vendía el poster

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con gran facilidad, pues la imagen del búho es objeto de colección de los
licenciados en derecho y de mucha otra gente pues simboliza la sabiduría. La
imagen la obtuve de un primo mío que la había dibujado a lápiz como un trabajo
de escuela para afirmar el pulso dentro de la carrera de odontología y luego hizo
una edición impresa en papel con objeto de venderla. Sin embargo, dedicado a su
carrera, no tuvo tiempo de venderla, y la reproducción del dibujo resultó para mí
una forma decente y buena de ganarme la vida. Empecé a venderlos desde que
vivía con mi esposa en el departamento y en días que no tenía dinero me
esperaba a eso de las dos de la tarde en que se saturaba el tráfico de la avenida
donde estaba nuestro hogar y en cuestión de menos de una hora ya había
vendido varios posters. Durante varios años me dedique a vender esta litografía
que me permitía la libertad de movimiento sin serle moroso a nadie mientras
encontraba un lugar apropiado donde vivir pues sabía que tarde o temprano
acabarían quitándome el departamento.

Un domingo que vendía los búhos en Chapultepec. Me llamó la atención
una especie de mimo que llamaba a los niños que estaban de paseo con sus
padres para darles disfraces sencillos de personajes y así organizaba la
participación de distintas personas en la representación de un cuento improvisado.
Se juntaba mucha gente que auténticamente se divertía y las colectas que juntaba
Miko como era su nombre artístico le permitían pagar un hotel hasta el siguiente
fin de semana.
Se me ocurrió invitarlo al departamento para probar nuevamente la
posibilidad de una comunidad. También se encontraba un italiano que había sido
heroinómano y que por huir de su ambiente se encontraba en México. Ese día
también apareció una mujer madre de una pareja de niños que habían participado
en el espectáculo. Fuimos a mi departamento para que lo conocieran y evaluaran
la oferta que les estaba haciendo. En el carro de la mamá de los niños fuimos por
las cosas de Miko y del italiano y pronto quedaron instalados.
Para aquel tiempo yo ya bebía alcohol del 96º que ya era el único que me
sabía. Miko tenía una obra teatral en mente que se llamaría “Alcohol” e intentamos
montarla bajo su dirección, desgraciadamente durante una pequeña presentación
para los amigos por unos segundos que me tardé de más en iniciar una escena
armó tal escándalo que se tuvo que parar la presentación.
Un día, luego de un momento de descontrol me escondí en un mueble que
acostado sobre el suelo hacía las veces de un ataúd y cuando me buscaron no
respondí. Entonces, Miko que se hallaba encantado con el departamento empezó
a tramar apoderarse a la mala de él. Habiendo escuchado lo suficiente me levanté
del simulado ataúd y reclamándole sus planes lo corrí de la casa. No obstante al
italiano le dije que podía quedarse a vivir en la casa. Nos hicimos buenos amigos.

En alguna ocasión el italiano me preguntó si no tenía yo alguna receta en
blanco y casualmente en el departamento había todo un block de recetas de un
médico desconocido para mí que habían estado en un closet desde el momento
en que me fui a vivir allí. Cuando se lo di no pasó por mi mente para qué lo quería
y simplemente se lo entregué. Luego me enteré que con esas recetas podía

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comprar un medicamento controlado que solo vendían con receta médica. Yo ni
siquiera sabía que existían tal tipo de fármacos. Pasado un tiempo yo mismo quise
probar la experiencia de inyectarme intravenosamente el medicamento controlado
que era una especie de morfina sintética.
Me metí sin desearlo realmente en una nueva compulsión que luego de
complicaría con otros fármacos igualmente controlados.

Por estos tiempos falleció el padre de mi compadre de la danza que había
sido en compañía de su esposa padrinos de lazo en nuestra boda y se fue a
España para recibir su herencia. Yo le pedí que me invitara con la idea de ir a ver
al Papa para decirle sobre la idea de los germinados de trigo como base para la
nueva hostia así que me mantuve en contacto con él hasta que me mandó el
boleto de viaje redondo. Ya había estado guardando dinero de la venta de los
búhos para comprar cheques de viajero que a sugerencia de ellos, mi compadre,
su hermano y el amigo italiano, hacer un conocido fraude de simular haber perdido
los documentos para cobrarlos doble vez. Accedí a hacer este intento pero no
logré sino perder el dinero que había logrado ahorrar para comprarlos. Así llegué a
Madrid con un tostón, cincuenta centavos, en la bolsa. No llevé ni siquiera una
botella de tequila que era lo que bebíamos mi compadre y yo.
A raíz de que su hijo nació en mi casa a deseo de su mujer, él y yo nos
habíamos convertido en “esposos”, según él, y bromeábamos al respecto, el caso
es que de momento me encontré en Madrid acogido por la pareja de mi compadre
y su nueva compañera mucho más joven que él y por otras dos amigas que según
su hermano había encontrado para que “tuviera yo de donde escoger”.

Desde los primeros días intenté entablar contacto con la compañía de los
cheques de viajero, pero no logré hacer ningún trámite verdadero por teléfono, y
en el fondo me daba cuenta de que había cometido un gran error al meterme en
aquel fraude, que precisamente habían sido ellos, los dos hermanos, los de la
idea. De cualquier manera mi compadre me estaba manteniendo mientras yo
intentaba lo de los cheques de viajero y también había llevado unos paliacates ex
profeso que intentaba vender por la calle como la hacía con los búhos en México.
Logré vender algunos pero acaso me sirvieron para comprar cigarros o para pagar
la cuenta de alguna bebida en alguno de los cafés de la Plaza Mayor de Madrid.
También llevaba una especie de jarana que estaba encordada como una
concha de armadillo y se tocaba como un laúd. Con ella logré salirme solo a
intentar tocar en los bares pero más bien me sirvió de pretexto para que me
invitaran a comer y a beber tan solo una noche, pues yo por mi parte no tenía el
arte de tocar ni cantar canciones profanas, solo me sabía alabanzas de la danza.

Así transcurrieron los días hasta que tuve relaciones con una de las
jóvenes que venían casi a diario al piso donde vivíamos. Fue una relación sin
apasionamiento, como para pasar un requisito. Al iniciar me dijo que estaba en
sus días de fertilidad y al terminar me preguntó si eso era todo; me disgustó el
hecho de que me estuviera probando con una desventaja de mi parte pues no

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comía bien y bebía todo el día. Lo que querían que pasara pasó y para confirmarlo
ella se puso mi ropa y se presentó así ante los demás. Hubo un cambio negativo
en la manera de comportarse de mi compadre para conmigo como si quisiera
deshacerse de mí. Decidieron que me darían trabajo en un bufete de abogados
del papá de la chica que se había acostado conmigo y me darían una oficina para
que durmiera y trabajara ahí mismo. Obviamente no hubiera funcionado.

La que salió al quite fue la misma chica que andaba de pareja con mi
compadre. Una tarde se acercó a mí mientras yacía recostado en un diván de la
sala de la casa y acostándose conmigo me besó. Yo respondí a la acción pero me
separé al oír que mi compadre se aproximaba. Ella me pregunto si creía que él se
enojaría y le dije que sí, pero ella me dijo que iba a preguntarle. Con esto solo
empeoró las cosas pues mi compadre me corrió de la casa.
Decidí facilitar la situación proponiendo viajar hasta la ciudad más alta de
España que lleva el nombre de un ilustre apellido, Ávila, tierra de cantos y de
santos, mientras se solucionaban las ideas de quienes me acogían. Así le hice y
me pasé unos días de tranquilidad conociendo los sitios de interés de la
amurallada ciudad. Se me acabó el dinero y tuve que hablar por teléfono para
pedir más dinero para regresar nuevamente a Madrid. Al llegar, mi compadre me
dijo que se iba de fin de semana y para el lunes tendría que haber conseguido a
donde vivir y me dejó solo en el piso.
Tiempo antes me había revelado dónde tenía guardado el dinero,
particularmente un par de centenarios, que al encontrarme en la situación de
regresarme a México o continuar mi camino a Roma decidí tomármelos prestados
y seguir mi camino. Llamé a las jóvenes españolas que me habían brindado su
amistad y amor y les dije: “van a haber rayos y centellas”. No entendieron muy
bien cómo iba a suceder esto pero les expliqué que había llegado a Europa con
una misión y no me iba a regresar a México sin cumplirla y eso significaba llegar a
Roma.
Lo que más me dolió dejar fue mi viejo y descompuesto hábito franciscano
que no se por qué se me ocurrió llevármelo.

El lunes, temprano en la mañana, me salí del piso con la idea de cambiar
un centenario y proseguir mi camino sin una meta definida de por dónde
continuaría mi camino hacia Roma. Ya con dinero en efectivo me dirigí a la
estación de ferrocarril apareciendo Toledo como una visita factible en mi itinerario.
Un solo día estuve allí. Lo primero que compré fue una bota de vino de
dos litros la cual me la dieron llena de un vino delicioso que elaboraban en la
misma casa que me la vendió. De ahí me fui a la fábrica de espadas para
comprarme una de esas espadas japonesas de cuyas imitaciones estaba plagado
el mercado de la tiendas de suvenires españoles sin entender por qué y me
mandé a hacer una con la mejor hoja que se podía obtener de tal manera que el
símbolo quedó a un lado ante la realidad de la verdadera catana que finalmente
quedó configurada. Llegaba la hora de la comida y tuve que regresar al centro de
la ciudad para regresar por la tarde para recibir mi encargo. Los obreros se

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divirtieron con bromas al respecto de la espada y mi afán de tener una espada
japonesa con un auténtico filo Toledano.

Al día siguiente sin preocuparme de turistear me encaminé nuevamente a
la estación de ferrocarril para dirigirme hacia Andorra donde el hermano de mi
padre se había ido a vivir. Cuando llegué me encontré con la realidad de que no
estaba en ese momento sino que se encontraba en México. Entonces decidí
quedarme durante una temporada con la idea de intentar cobrar los cheques de
viajero y aproveché para cambiar el centenario que me quedaba y con ese dinero
mandé a imprimir un poster de una foto que le tomaran al Papa Juan Pablo II en
su primera visita a México en la que Su Santidad está con las manos como
binoculares y abajo le puse la leyenda: “ÉL PAPA TE BUSCA”. Tenía la idea de
venderlo como vendía yo los búhos en México, pero no me animé lo suficiente ni
le puse mucho empeño. La gente que lo vio me decían que ya a nadie le
interesaba la Iglesia y mucho menos el Papa. Aun así siempre que podía iba yo a
misa aunque la gente se burlara.
Me pasé más tiempo en Andorra que en cualquier otro lugar de mi viaje.
Llegué a vivir a la casa que una familia andorrana le habían prestado a un alemán
que me contaba que el último robo que había hecho después de mucho intentar
abrir la portezuela de un automóvil en el cual había un paquete de considerable
tamaño y cuando por fin logro extraerlo resultó ser una biblia la cual arrojó con
toda su fuerza al mar.

Tras un momento de integración y al saber que desde el principado no iba
a poder reclamar el asunto de los cheques de viajero, regresé a España, a
Barcelona, para seguir intentando cobrar los cheques “robados”. No obstante, deje
buena parte de mi equipaje en Andorra.
Al llegar al puerto lo primero que hice fue ir al mar y ahí en la playa me
abordó un señor ya mayor que me invitó a su casa en una población cercana a
Barcelona. Dormí una noche en un apartamento anexo a su casa y al día siguiente
me pidió que lo ayudara a levantar unas piedras para hacer una banca; resultó
que él tenía más fuerza que yo. Por la tarde insistí en ir a Barcelona para intentar
ganar unos centavos tocando la guitarra que llevaba y también beber un poco de
alcohol ya que el síndrome de abstinencia me espoleaba con firmeza. Allí aprendí
a beber alcohol alcanforado además del vino de misa con el que llenaba mi bota
pero que ya no me satisfacía para alcanzar el nivel alcohólico al que me había
acostumbrado.
Me fui a la ciudad y me pasé la tarde recorriendo las Ramblas, una
conocida avenida del lugar, buscando un lugar donde poder tocar a gusto pero no
lo logré. Mi ánimo estaba demasiado atribulado. Perdí el último tren que salía para
la población donde me había quedado la noche anterior y lo único que logré fue
que me robaran la guitarra al quedarme dormido en la calle.

El señor que me había invitado se enojó más que yo por la guitarra que
me habían robado y al darse cuenta de mi falta de interés en permanecer

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trabajado para él me pidió que me fuera de su casa. Regresé al puerto y me
quedé a dormir en la playa. Siempre tenía vino en la bota y para fumar recogía
colillas de la playa o de la calle pues se me había acabado nuevamente el dinero.
Era verano y había muchos jóvenes de vacaciones. La playa se llenaba de
turistas pero yo prefería ir a la ciudad pues era la hora de poder ganar algunos
centavos.
En las Ramblas ya cerca del mar se ponían jóvenes artistas a pintar en el
suelo cuadros o murales de autores famosos con gises de colores mientras la
gente les daba monedas por su trabajo. Yo me decidí a hacer lo mismo y tras
conseguir algunas pesetas pidiéndole a la gente, compré mis primeros gises en
una tienda para artistas.
Empecé y me seguí pintando a Jesucristo de pie con su túnica blanca
ofreciendo una alternativa; por un lado pintaba un hermoso paisaje natural y por el
otro la ciudad contaminada de basura que hasta recogía de la calle alrededor para
ponérselas de manifiesto como un “collage” en el cuadro. La gente me echaba
dinero suficiente para comer, para mi vino y mis cigarros, y para tomarme alguna
bebida en algún bar de la plaza mayor al final de la jornada. Tal vez me hubiera
alcanzado para pagar algún cuarto por la noche pero prefería quedarme en la
playa. Casi todos los días hablaba por teléfono para investigar sobre los cheques
de viajero. Nada.
Pasaron algunas semanas hasta que me empezó una tos que iba en
aumento al grado de perder la energía hasta para caminar. Investigué donde
estaba el hospital civil y una tarde ante la debilidad creciente que sentía decidí
llegar hasta el centro de salud. No estaba lejos pero cada cuadra tenía que
detenerme a recuperar las energías. Me atendieron de inmediato y me sacaron
una radiografía pulmonar. Tras sacarme agua de la pleura, me internaron.
Estuve bajo tratamiento como quince días librándome de una neumonía
fulminante. Intentaron cobrarme de alguna manera pero no hubo forma de que mis
padres quisieran asumir la situación. Cuando salí decidí olvidarme de cobrar los
de los cheques de viajero y me regresé para Andorra.

Mi anfitrión alemán en Andorra se jactaba de haber respetado mis
pertenencias más que a cualquier otro. Ya sin dinero tuve que ponerme a trabajar
y él mismo me consiguió empleo con una familia andorrana que había sembrado
tabaco. La planta ya crecida se cortaba y era amarrada con otra para ser colgadas
de cabeza en un granero para que se secaran a la sombra. Fue una experiencia
interesante pues aunque yo dormía sobre la paja del granero me daban de comer
al parejo de ellos.
De mañana, después de haber trabajado durante un rato me daban de
desayuno dos rebanadas de pan negro con sendas rebanadas de jamón serrano y
un vaso de vino tinto. A medio día, después de haber cortado y amarrado
suficientes plantas de tabaco como para completar la jornada colgándolas en el
granero, teníamos un descanso en el que nos daban una bebida alcohólica de
origen francés llamada Ricard que se servía con agua, y después de haber
acabado de colgar lo que habíamos cortado, llegaba la hora de comer. Toda la
familia sentada a la mesa comíamos la sopa y el guisado con pan y vino tinto

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suficiente y para finalizar algún postre dulce, café y una copa de brandy y esto era
diariamente. Alguna vez me llamaron para cenar pero normalmente con solo esas
dos comidas teníamos de sobra para recobrar las energías.

Cuando se acabó el trabajo tomé mi equipaje y me fui a Francia desde
donde me dirigí hasta Marsella que fue hasta donde me alcanzó el dinero que
llevaba. Tuve que buscar comprador para un aparado tocacasets que había
comprado en Andorra para poder comprar el boleto para llegar hasta Italia.
En Roma, después de asistir a misa en la Basílica de San Pedro, pude
localizar a mi amigo sacerdote a cuya ordenación había yo asistido en la Basílica
de Guadalupe y le había dicho medio de broma: “Nos vemos en Roma”. Tuve que
malvender la espada que había comprado en Toledo en una tienda de
antigüedades con lo cual pude pagar el cuarto que había alquilado en una casa de
huéspedes, una rebanada de pizza, un litro de vino tinto y el taxi que me llevó al
día siguiente al Colegio Messicano donde se hospedaba mi amigo sacerdote
cuando estaba en Roma para algún asunto, pues él vivía en Alemania donde
trabajaba como obrero y estudiaba hospedado en casa de una familia la cual
ahora estaba de vacaciones en Italia. Se le juntó también un grupo de mexicanos
pertenecientes a Caritas que venían a ver a Su Santidad Juan Pablo II. A mí me
consiguió hospedaje por ese día y noche en el Colegio me dio dinero para que me
fuera a Asís a meditar. También me ofreció un préstamo para poder regresarme a
México. A él le dejé los posters del Papa que mandara hacer en Andorra “para que
los repartiera entre los niños”, le dije. Pude lavar mi ropa y bañarme y al día
siguiente ya con menos equipaje me dirigí a la tierra de San Francisco.

En Asís me instalé en un albergue para la juventud de donde me había
hecho miembro desde México para poder pagar lo mínimo durante mi estancia en
las ciudades europeas. Me pidieron que les dejara mi pasaporte y tuve la libertad
de poder dejar mi equipaje. Durante mi primer día recorrí temprano los
alrededores y después de desayunar decidí subir al mayor de los montes de los
alrededores. Me quité los huaraches que llevaba y los escondí y a mitad de
camino me percaté de que habían llenado la cuesta con espinas. Me tuve que
cortar las mangas de la camisa para ponérmelas en los pies y así lograr llegar
hasta la cima del monte a donde me encontré con una flamante estación de radio
que trasmitía desde ahí.
Por la tarde, después de comer, llegué al templo en cuyo interior se
encuentra la tumba de San Francisco y después de participar en la misa
vespertina toqué la tumba del Santo como hacían todos los visitantes. Luego
paseando por el atrio encontré a unos frailes centroamericanos que después de
platicar un rato me invitaron a cenar y me presentaron al superior del convento.
Agradecido llegué al albergue esa noche con un sano cansancio y decidí que
debía regresar a México para experimentar más acerca del pan hecho con trigo
germinado. Esa noche soñé con la voz de mi difunta abuelita materna que me
decía que primero echaba la casa por la ventana y luego la quería recuperar; no
estuve de acuerdo con su apreciación pero así pasó.

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Ya no tenía dinero nuevamente. Decidí dejar mi mochila con algo de ropa
en el albergue como pago a mi estancia y con el pretexto de necesitar una
identificación para cobrar un giro postal, rescaté mi pasaporte. Me dirigí al
convento donde la noche anterior me dieran de cenar con la esperanza de
conseguir algo de desayunar y cual sería mi sorpresa que al encontrarme con los
mismos frailes centroamericanos me dijeron que si ya estaba enterado de que la
ciudad de México ya no existía. Pensé que era una broma pero ante su insistencia
les tuve que empezar a creer mientras uno de ellos se metía al convento a buscar
un periódico con fotos de la tragedia; un terrible terremoto había sorprendido
durante las primeras horas de la mañana a los habitantes de la ciudad cobrando
miles de vidas y cuantiosos daños materiales. “Tengo que regresar a Roma pero
ya me quedé sin dinero” les dije y lograron juntar de sus ahorros para ayudarme a
juntar para el pasaje. Se los agradecí y me fui a la estación del ferrocarril todavía
con la idea de regresar a Roma pero no encontré a nadie a quien pedirle para
completar para mi pasaje. Entonces compré boleto en sentido contrario para
apenas la siguiente estación después de Asís.
Si mal no recuerdo la ciudad se llama Perugia. Ahí investigue mejor el
suceso del terremoto y pude ver varias publicaciones con imágenes de los
destrozos en mi querida ciudad.

Opté por no regresar a Roma sino intentar regresar a México
aprovechando la situación suscitada por la catástrofe y así pasé por Verona donde
ratifiqué mi amor por mi esposa escribiendo nuestro nombre en una pared de “la
casa de Romeo y Julieta”. Continué hasta Lugano en la frontera Suiza donde se
me acabó el dinero y se me hizo fácil subirme a un tren suizo e intentar pasar
desapercibido. Obviamente me sorprendieron y al darse cuenta de que estaba
alcoholizado me pasaron el alcoholímetro y me metieron a una celda. Estaba
exhausto.
Descanse un rato y llegaron un par de policías Italianos por mí y me
llevaron de regreso a Italia. Estaban sorprendidos por la lectura que había arrojado
el alcoholímetro; me dijo uno de ellos que eso era suficiente como para estar en
coma. Me justifiqué mediante los sucesos del terremoto y uno de ellos no me
creyó pero el otro tuvo compasión de mí. Me llevaron a una central de policía, me
metieron en una celda para mí solo y me dieron de comer. Me retuvieron un fin de
semana completo pues tenían una exhibición aeronáutica norteamericana así que
pude descansar a mis anchas. Pude dormir todo lo que necesitaba y me dieron
regularmente de comer buena comida tres veces al día. Eventualmente me
sacaron de la celda para interrogarme. Les dije que iba rumbo a Alemania a
molestar a una amiga mía que vivía en Hamburgo para ver de qué manera me
podía ayudar para regresar a México y les di su nombre. El día que me liberaron
me facilitaron los medios para llegar a Alemania y me pusieron personalmente en
el tren. No obstante mi compulsión alcohólica me llevó nuevamente a consumir y
compré alcohol alcanforado en una farmacia suiza.
No quise ir a molestar a mi amiga pues pensé que ella poco podría hacer
por mí y decidí viendo un mapa llegar a Bélgica para pasar la noche en algún
lugar. Llegando a Bruselas localice un albergue de la juventud y me registré para

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pasar la noche. Dejando mis cosas en lugar seguro me salí a caminar sin rumbo
fijo y de un momento a otro me encontré frente al consulado mexicano. Le di
gracias a Dios y me regresé a descansar. Al día siguiente regresé al consulado y
me llegó la idea de que conocía a alguien entre los trabajadores. Viendo el
directorio de la dependencia reconocí el nombre de uno de los cónsules como un
posible amigo de la preparatoria. En efecto, se trataba de un compañero de
escuela que por otro lado también había conocido a su hermano que había sido
amigo de mi primo hermano y que se había suicidado. Esto aumento nuestro lazo
amistoso. Él estaba por finalizar su estancia en Europa pues lo estaban mandando
a China y con gusto se ofreció a ayudarme. Organizó una colecta de dinero y de
ropa y por último, localizó un barco mexicano que estaba en el puerto de Amberes
a donde me dirigí con una carta escrita por él para quien correspondiera me
facilitara el regreso a la patria.
Cuando llegué a Amberes el barco ya había partido rumbo al puerto de La
Havre en Francia. Con la carta en la mano me dirigí al consulado mexicano y me
entrevisté con el cónsul quien para no quedarse conmigo como un problema, de
su propio bolsillo me dio dinero para que me fuera hasta La Havre en un viaje
nocturno en el ferrocarril. Al llegar localicé al barco y hablé con el capitán
mostrándole la carta de mi amigo el cónsul. Todo el día estuve esperando la
decisión del capitán del barco quien finalmente aceptó a los que habían llegado
primero que yo y a mí me negó el viaje.

Nuevamente sin dinero me subí al tren que salía para París y como no
compré boleto me tuvieron que bajar muy descortésmente. En la primera estación
a la que llegamos arrojaron primero mi pasaporte y me tuve que bajar a recogerlo
y luego me arrojaron el equipaje que llevaba.
Afortunadamente la estación estaba a una calle de distancia de la
carretera y poniéndome a pedir aventón en menos de quince minutos ya había
sido levantado por un camión de carga que me llevó hasta la desviación a
Versalles, muy cerca ya de París.
Eran como las 4 de la mañana y aún era verano. Estaba a bordo de
carretera en un lugar donde los árboles eran enormes. Como todavía faltaba para
el amanecer me recosté al pie de uno de estos árboles y descansé hasta que el
fluir del tráfico se hizo más intenso. Con toda calma me incorporé y pude darme
cuenta de que estaba en un lugar de intensa vialidad donde ya existían semáforos
para controlar el tráfico. Me prepare lo mejor que pude y me puse nuevamente a
pedir aventón. En cuestión de minutos ya me había levantado un amable francés
que por fortuna hablaba muy bien ingles pues se dedicaba a vender aviones. Le
explique que era mexicano y que quería regresar a mi país después de lo que
había sucedido con el terremoto. En breve llegamos a la ciudad y muy
amigablemente me invitó a tomar un chocolate con pan de dulce. Me despedí muy
agradecido y me quedé en la calle frente al restaurante donde habíamos
desayunado. Empecé a caminar en la dirección del sentido de la calle y lo primero
que me llamó la atención fue que el ambiente olía a perfume francés, ya que la
gente que salía de sus casas para enfrentar la jornada laboral se habían acicalado
lo mejor posible. A poca la distancia se veía la luz del sol que salía y a paso

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tranquilo llegué al final de la calle que terminaba en una especie de explanada. Al
llegar a la esquina y voltear hacia donde el sol salía me encontré para mi sorpresa
con la torre Eiffel justo al amanecer. Agradecí el detalle a Dios y me dispuse a
darle sentido a mi día.

No recuerdo exactamente como pero me veo desde esa hora de la
mañana revisando un mapa donde se encontraba registrado el consulado
mexicano hacia donde me dirigí desde antes de que abrieran para saber dónde
estaba el edificio y poder regresar en su momento.
Cuando regresé al consulado ya había gente que se había estado
apuntando en una lista para poder enterarse de la situación de sus familias en la
Ciudad de México pues la red telefónica normal había dejado de funcionar.
Yo les expuse mi situación desde algún tiempo atrás diciéndoles que me
había quedado sin dinero ni pasaje para regresar a México y que acabando de
llegar a París no tenía donde quedarme. Me dieron una semana de hospedaje
gratis en un pequeño hotel céntrico y un talonario con cheques para poderlos
canjear por comida en ciertos restaurantes afiliados. ¿Qué más podía pedir? Con
lo que me daban de cambio por la comida pagada con los cheques pude comprar
cigarros y vino.
Yo que no había querido pasar por París cuando salí de Andorra pues no
tenía dinero suficiente, ahora el destino o mejor dicho la Divina Providencia, me
daba toda una semana pagada en la “Ciudad Luz”. Di gracias nuevamente.

Comencé por instalarme en el hotel, darme un baño y desayunar en el
primer restaurante que vi que me podían cambiar los cheques y luego regresé al
consulado para ver si había una respuesta de mis familiares en la Ciudad de
México. Entre tanto conocí a una secretaria que me dijo que de momento no me
podía dar hospedaje en su casa porque tenía visitas pero que cuando se fueran
me podía ir a quedar a su casa. La respuesta que obtuve de mi familia fue que
todos estaban bien y con esto quede conforme y dispuesto a aprovechar lo mejor
posible de mi semana en París.
Para abrir mi llegada y estancia asistí a la misa que se celebró en Notre
Dame por los afectados por el terremoto y de ahí empecé a recorrer el París viejo
dándole una vuelta caminando en sentido opuesto a las manecillas del reloj como
buscando algún recuerdo de encarnaciones pasadas. Estuve en varios rincones
interesantes. El Louvre lo atravesé a paso veloz. El único encuentro fuera de lo
común fue en la calle de las prostitutas donde recibí una llamada que me llegó a la
médula de los huesos pero no pude localizar su origen y tampoco me esforcé en
buscarlo pues estaba alcoholizado y no tenía dinero.
Cuando se acabó la semana yo estaba exhausto nuevamente y decidí
dormir hasta que hubiera descansado lo suficiente. Al despertar me arreglé lo
mejor que pude y me fui a buscar mi destino al consulado mexicano. Les agradecí
por su hospitalidad y pregunté si podría quedarme unos días más pero me dijeron
que no. Sin embargo, la secretaria que me había prometido albergue en su casa
me pidió una semana más de espera, le dije que ya no tenía dinero, entonces
sacó de su bolsa unos miles de francos y me los ofreció. Yo los recibí porque no

151
tenía ya dinero pero honestamente ya no pensaba quedarme. Así, me dirigí a la
estación de ferrocarril para retomar mi camino hasta donde pudiera llegar con el
dinero que traía con dirección nuevamente hacia Roma.

Todavía encontré a mi amigo el presbítero en el Colegio Messicano.
Estaba por regresarse a Alemania y le pedí que me prestara el dinero que me
había ofrecido en nuestro encuentro anterior. Me citó para el día siguiente y me
pidió que fuera a un rosario que ofrecía Su Santidad Juan Pablo II por las ánimas
del terremoto en uno de los patios interiores del Vaticano.
Con lo que me prestó compré mi pasaje por Aeroflot vía Moscú y la
Habana pasando así el día más largo de mi vida pues volamos en el mismo
sentido en que rota la tierra de poniente hacía oriente.
En Moscú comí salmón y en La Habana me compré una botella de Ron.
Cuando llegué al aeropuerto en la Ciudad de México una señorita edecán me dio
la bienvenida: “Buenas tardes Don Alberto”. Tal parece que ya me estaban
esperando. ¿?
Tuve que romper la puerta del departamento para poder entrar pues las
llaves se las había dejado a mi cuñado para que se las diera a mi esposa. Cuando
acabé de llegar sentí que todo lo que había dejado desde mi partida volvía
nuevamente a cobrar vigencia. Mi viaje a Europa solo había servido para
recobrarme un poco físicamente y descansar psicológicamente, es decir,
anímicamente, o sea, descansar el alma de todo lo que me estaba agobiando
desde antes de irme de viaje.

Pensé que moriría. Estaba en delirios y no podía dejar de beber. Tampoco
tenía dinero pero mi familia había seguido cobrando el salario de Xochimilco y algo
me dieron para poder subsistir. De cualquier manera empecé a pensar en el grupo
de Alcohólicos Anónimos para poder recibir la ayuda que necesitaba para
recuperarme. Así estuve durante unos días hasta que se me ocurrió irme desnudo
del departamento hasta el grupo. Al amanecer de un día, sin que ningún vecino se
diera cuenta, me baje desnudo las escaleras y me eché a caminar por la calle
rumbo al grupo. Me fui por la avenida seguro de que ningún automovilista se
detendría y con el cálculo de que sería el camino más rápido. Todavía me subí por
el paso a desnivel vehicular en lugar de atravesar el circuito interior por las
escaleras peatonales y en cuestión de minutos estaba ya en la puerta del grupo.
Tan luego me vieron llegar me echaron una cobija encima y me metieron a una
especie de sala que le llamaban el Alateen.
Recuerdo que me recibieron dos padrinos ese día y me consiguieron ropa
para poderme integrar a la comunidad. No obstante a media mañana me llegó la
idea de que mi familia se iría a otro lugar a vivir y me salí del grupo y me fui
caminando desde la colonia Cuauhtémoc hasta la Roma Sur donde al llegar a la
casa familiar noté cierto alboroto en la familia pues mi presencia confirmaba el
hecho de que yo era telépata. Sin embargo, cuando se dieron cuenta del estado
en el que me encontraba, pues con la ropa que me habían dado parecía yo un
teporocho, no quisieron recibirme y me tuve que regresar al grupo. Esta vez me
leyeron la cartilla y señalándome una línea imaginaria a la entrada del grupo. Me

152
dijeron: “esta línea separa el anexo de la calle, si quieres conservar el anexo no
debes traspasarla pero si la traspasas pierdes el anexo, ahí tú sabes.”
A partir de aquel momento decidí que me quedaría en aquel grupo pues
los acontecimientos así lo auguraban, al igual que mi ánimo. Así que empecé a
tener sentido de pertenencia y no porque yo así lo quisiera sino porque un benigno
espíritu me invadió, de tal manera que ni siquiera sudaba y si sudaba, mi sudor no
tenía mal olor.
Casualmente este grupo está en la misma calle de la casa de mis abuelos
maternos y a cuadra y media del departamento donde viví de recién nacido hasta
los siete años de edad. Por estas razones digo con convicción que yo soy
alcohólico por la gracia de Dios pues desde mi padrino de bautizo que fue mi
abuelo materno era alcohólico y hasta mi lamparita de noche como ya lo dije era la
figura de un alcohólico vestido de frac que se abrazaba de un farol callejero
llevando una botella en la otra mano mientras un perro lo orinaba; ¡valla augurio!

Estuve algún tiempo en el anexo y le pedí a uno de los dos compañeros
que me habían recibido cuando llegué desnudo que fuera mi padrino. Empecé a
subir a tribuna pero me costaba trabajo asumirla de la misma manera como la
mayoría lo hacía. Entonces me decía mi padrino que a lo mejor yo no era
alcohólico, que tal vez me subí a la rueda de la fortuna y me mareé y me dije soy
alcohólico y llegué al grupo. Como la cosa continuó igual y yo no me sentía tan
inmerso en el programa como los demás, mi padrino me sugirió que me fuera a
hacer la prueba del añejo, es decir, que volviera a beber para ver si realmente era
un enfermo alcohólico o tan solo un bebedor social. Para la tercera vez que me lo
dijo me salí del grupo y me fui a hacer “la prueba del añejo” y me compré
precisamente un cuarto de añejo de Bacardí y me lo bebí. Sentí como se
derrumbaba un edificio que apenas empezaba a construirse. No me gustó pero se
trataba de un edificio no de una casa y edificios ya hay muchos y en verdad yo
pensaba en función de edificios sino en función de pequeñas comunidades
horizontales, de vida cerca de la tierra y de la Madre Naturaleza.

De cualquier manera regresé al grupo y como las cosas siguieron igual
con la calidad de mis tribunas me derroté de mi padrino. La situación en el grupo
se desvió a combatir a una compañera en particular y yo me mantuve más bien
alejado de participar en la forma como se llevaba el programa. Mi propia vocación
por el mismo programa me llevó en primera instancia a intentar crear un programa
paralelo que no estuviera directamente relacionado con el alcoholismo y le puse
por nombre El Experimento de Vida y escribí su enunciado, sus pasos y sus
tradiciones y hasta una versión sintética en siete pasos:

El Experimento de Vida es una agrupación de hombres y mujeres que


comparten su mutua experiencia, fortaleza y esperanza para recobrar la salud
física, mental y espiritual y ayudar a otros a alcanzarla.

Cualquier persona puede ser miembro del Experimento de Vida sin


importar su edad, sexo, filiación política o religiosa, oficio o profesión;

153
el único requisito es ser honesto para aceptar la historia personal y vencer el
miedo para dar el cambio que haya que dar para lograr nuestro objetivo.

El Experimento de Vida pone su confianza en un Poder Superior que nos


ayuda a encontrar el justo camino a través del mundo, para recobrar nuestra
sensibilidad biológica.

Para ser miembro del Experimento de Vida no se pagan honorarios ni


cuotas, nos mantenemos con nuestras propias contribuciones
de acuerdo a los gastos que ocasionan nuestras actividades.

El Experimento de Vida no pertenece a ninguna secta religiosa, partido


político, organización o institución alguna; no desea intervenir en discusiones ni
respalda ni se opone a ninguna causa.

Nuestro objetivo primordial es alcanzar el estado de plena salud


y ayudar a otros a alcanzarla.

Este enunciado lo imprimí en una hoja y lo pegué en el pizarrón de


anuncios a la entrada del grupo. No paso a mayores pero para mí significó un
amortiguador para las relaciones como las quería llevar dentro del grupo.
Actualmente ha evolucionado y se llama El Experimento de Vida y
Liberación de Dependencias Nocivas

También escribí unos pasos sintéticos que reproduzco a continuación:

LOS SIETE PASOS SINTÉTICOS DEL EXPERIMENTO DE VIDA


LIBERACIÓN DE DEPENDENCIAS NOCIVAS
1. Admitimos que estando solos nos es imposible dejar
nuestras viejas costumbres para iniciar una forma nueva de pensar, de
sentir y de actuar.
2. Decidimos poner nuestras vidas y voluntades al
cuidado de un Poder Superior para que nos libere de nuestros defectos
de carácter.
3. Reconocemos que debemos recapitular nuestra vida,
para descubrir el origen de nuestra personalidad y evaluar su
funcionalidad con respecto a nuestro objetivo.
4. Estamos dispuestos a través del estudio, la meditación
y la catarsis, a reconocer nuestros conflictos vitales para corregirlos
hasta dónde nos sea posible por el día de hoy.
5. Tenemos la necesidad de escoger a una persona con
más experiencia, para tratar asuntos especiales que no estamos
seguros de trabajar abiertamente.
6. Tomamos conciencia de que practicando estos pasos
hay una recuperación verdadera.

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7. Despierta nuestra confianza en un Poder Superior, nos
sentimos movidos a llevar este mensaje a los que tienen el deseo
sincero de buscar su renovación.

LOS CINCO CONCEPTOS BÁSICOS


1. Admisión.
2. Dependencia de un Poder Superior.
3. Catarsis y análisis de la personalidad.
4. Reestructuración de relaciones personales.
5. Trabajo con otros.

LOS TRES PRINCIPIOS


1. Unión.
2. Conformidad.
3. Renovación.

Con esta idea en la mente y en papel he podido atravesar por algunos


grupos del movimiento 24 horas de Alcohólicos Anónimos con relativa inmunidad a
los excesos que en ocasiones se practican en los anexos.

Haber llegado a la Santa Sede significó mi actualización con respecto al
Evangelio Esenio de la Paz; no podía llegar al Papa con las manos vacías.
Entonces ya de regreso empecé a intentar hacer el pan de cereal germinado. Yo
había intentado germinar soya según el libro de Rius “La Panza es Primero” pero
no me salieron bien pues los recipientes de vidrio que sugiere para germinar
siempre conservan demasiada humedad. Entonces se me ocurrió germinar trigo
en unos chiquihuites de tejido vegetal que compré ex profeso. La idea era poder
lavar y mantener la semilla húmeda y aireada sin necesidad de tener que escurrir
el agua volteando los recipientes. Finalmente acabe utilizando trigo en bolsas de
red de nylon para lograr los mejores germinados.
Lo siguiente fue como consumirlos. Intenté consumirlos directamente de la
bolsa pero en mis quehaceres diarios no podía llevarlos colgando pues si no se los
mantiene en un ambiente limpio se contaminaban de malos olores. Por otra parte,
yo seguía consumiendo tabaco y en ocasiones marihuana y eso también era un
obstáculo para llevar un proceso de conversión física válido.

Otra gran ayuda que me llegó en aquellos días fue la llegada de un jeque
musulmán norteamericano que llegó al país invitado por una comadrita de la
danza que habiendo ido a estudiar a Nueva York encontró en el Islam una puerta
abierta a una vida devocional verdadera semejante a la danza conchera que había
dejado en México.
Eran los sufís. Los místicos del Islam que mediante la Orden Halvetti
Yerrahi de Turquía y por intermedio también de una mezquita neoyorquina
pastoreada por un estudiante de religiones de la universidad de Columbia que
había tomado la mano del Islam del sheik Musafer Efendi, Nur Bawa, nos contó
que vio algunos de los derviches mexicanos de Nueva York que se habían iniciado

155
también en la danza conchera realizar una ensayo de danza que lo movieron a
buscar en México nuevos posibles devotos del Islam.
Llegó a la velación del cabo de año de la muerte del “Indio” Fernández
donde después de llegar al aeropuerto de la ciudad de México procedentes de
Nueva York, llegaron los sufís con sus tesbis en la mano y en oración constante,
de tal manera que yo que estaba tocando y cantando siguiendo la velación
empecé a moverme como ellos sin saber por qué. Luego que me enteré quienes
eran me uní a la reuniones que empezaron a realizarse en diferentes lugares
hasta que se logró conjuntar tal fuerza que se fundó una mezquita bajo el
patrocinio de unos musulmanes alemanes, bajo la tutela secreta de Santa María
de Guadalupe y con la insólita dirección de una sheika mujer de origen
dominicano.
Una de las características del Islam es que no consumen bebidas
embriagantes en su cultura lo cual me ayudó a alejarme del alcohol por este otro
medio además de tener el acceso a la liturgia y espiritualidad musulmanas.

156
SEXTO SEPTENARIO
“Las influencias culturales”
De los treinta y seis a los cuarenta y dos años

A partir de la llegada del Islam y la fundación de la mezquita en


México empecé a definir mi posición con los grupos religiosos o de
educación de la conciencia. No obstante mi centro operativo conceptual
siempre he querido que sea mi propia vida y lo primero que recibí fue el
bautismo católico. De hecho Nur Bawa, cuando me conoció, me dijo que
había recibido espiritualmente el aviso de que conocería a alguien de
ascendencia católica. Recuerdo que tomé la mano frente al ahuehuete de
Chalma con cierto recelo pero sin miedo, y el tesbi, especie de rosario que
me regalaron, se rompió entre mis manos al poco tiempo de que me lo
dieran. No obstante luego tendría otro fabricado con las semillas de olivo del
primer Ramadán que celebré con mis nuevos amigos o hermanos en la fe
del Dios único, en este caso Allah.

Uno de los nuevos amigos que también se unieron a la mezquita
estudiaba acupuntura, asunto que quería estudiar desde una ocasión en que
estando trabajando en Cuernavaca me dio una tos que no se me quitaba
con ningún jarabe ni remedio casero hasta que una comadrita de la danza
que junto con su esposo estudiaban y practicaban la acupuntura, después
de medirme con un aparato electrónico a fin de poder definir mi estado
energético general, decidió estimular ciertos puntos con una aguja y el
mismo aparato con el que me había medido. Esa noche pude dormir
tranquilamente. Quedé si no maravillado si sorprendido de la ciencia que se
escondía detrás de los mapas de puntos que llenaban la pared de su
consultorio. Cuando conocí al maestro de acupuntura de mi compañero
derviche me gustó su manera de trabajar y no reparé en pagar las
mensualidades que costaba el curso de primer nivel.
Él dice que la acupuntura y las artes marciales van de la mano. No
obstante yo no me quise comprometer con las artes marciales pues ya
estaba recibido como danzante y acababa de tomar la mano de la orden
sufí, además me interesaba más entender el sistema de la medicina
tradicional china aunque solo fuera por cultura. El día de hoy pienso que
debe ser base del estudio de la medicina en general. De cualquier manera
realmente adquirí las nociones de una ciencia médica que trasciende en
mucho los conocimientos y sistema de la medicina alópata tal como se
enseña en las universidades.

En el mismo curso conocí a una condiscípula doctora que me
introdujo al conocimiento de la homeopatía mas no solo eso sino de un
sistema que había estado desarrollando de homeopatía astrológica, el cual

157
durante algún tiempo estuvo comprobando con un doctor homeópata quien
la abaló después de comprobar la efectividad del método. Se trata de que en
base a la fecha y hora de nacimiento de la persona obtener su carta
astrológica natal y con el conocimiento de la influencia de los astros en el
funcionamiento del cuerpo humano y con la ayuda de las doce sales
fundamentales que están presentes en todos los seres orgánicos,
diagnosticar y ayudar al organismo a sobreponerse a las crisis que por su
misma naturaleza tiende a sufrir. Y sobre el mismo conocimiento de la
homeopatía apareció también la verdad de la radiestesia, que en este caso
significaba cargar agua destilada con el espectro electromagnético de las
sustancias normalmente utilizadas en lugar de las sustancias propiamente
dichas. Los resultados eran asombrosos.

También gracias a Nur Bawa y al financiamiento que recibí de parte
de la orden pude asistir a un primer nivel de terapias alternativas organizado
por la Gran Fraternidad Universal que difunde la enseñanza del yoga, donde
pude darme cuenta de otras prácticas terapéuticas como la alimentación
vegetariana, el masaje, la microdósis y también, de otros métodos de
diagnóstico como la iridología y el akabane. Allí conocí a una compañera
veracruzana que había hecho su tesis de nutrición sobre los germinados y
sus propiedades terapéuticas lo cual vino a ser el mejor aporte que recibí
como confirmación del Evangelio Esenio de la Paz. Lo único que siento fue
no haber sido entendido por quienes me habían dado el dinero para asistir al
curso.

Dentro de los asistentes al curso de terapias alternativas hice
amistad con el esposo de una amiga flautista de la hija de Shanti quien
después del evento me invitó a trabajar con él a Televisa en unos programas
sobre la obra de un conocido crítico, filósofo y político mexicano en su
relación con el mismo país, contacto que me pondría en relación dentro de
una nueva inserción con esta empresa que seguiría dando sus frutos
muchos años después.
También en este momento por un pequeño trabajo realizado para
una productora norteamericana recibí el pago en dólares de la misma
cantidad, que mi amigo el presbítero que me había prestado para regresar
de Roma a México; se los pagué íntegros. Sentí alivio.

Con la llegada de los musulmanes el grupo de danza sufrió una
fractura y los concheros que estaban directamente relacionados con la
mezquita formaron un grupo aparte y levantaron su estandarte. A pesar de
haberme integrado al Islam yo me quedé con el jefe Ernesto a cuyo grupo
había llegado gente nueva capaz llevar las palabras y continuar con las
obligaciones con renovados ánimos.

158
En aquellos días, cuando no tenía trabajo remunerado, contaba
siempre con una cantidad de impresiones del búho que dibujara mi primo;
los había mandado reducir, los mandaba montar en un bastidor y los vendía
aprovechando los momentos en los que caminaba o viajaba en el metro o ex
profeso en la zona de juzgados y los fines de semana que no había danza
en la plaza del centro de Coyoacán.

En uno de estos fines de semana conocí a “María Pistolas” como me
dijo que la apodaba su propio padre debido al terrible carácter que tenía. Era
tanto su conflicto existencial que había perdido parte de su intestino grueso
y tenía que usar pañal siendo aún una joven de menos de treinta años. Era
devota de Sai Baba y con ella conocí el ashram de la colonia Roma que
funcionaba con los devotos de este personaje tan especial.
Sai Baba es un hindú que se reconoce como la encarnación de una
persona histórica de su religión y vive en un ashram en la India a donde lo
visitan sus devotos de diferentes partes del mundo que lo veneran como a
un santo y escuchan sus enseñanzas. Tiene dones especiales como el
hecho de materializar objetos así como también un polvito que le nombran
Vivuti que lo regalan en el ashram y tiene poderes especiales. En mi
experiencia personal recuerdo haber ido un día de navidad a su ashram y
entrando al salón donde estaba su fotografía mural me senté hincado y cerré
los ojos para meditar, y por primera y única vez en mi vida, sentí la energía
serpentina kundalini que ascendía desde el nacimiento de mi columna
vertebral en el coxis hasta la coronilla. Lo considero como el mejor regalo de
navidad que he recibido. No obstante, Sai Baba invita a sus devotos a creer
en Jesucristo.
Ella y yo empezamos a tener sexo pero cada quien tenía su casa
aparte por lo que la relación no se hizo fuerte. En una ocasión me pidió las
llaves de mi departamento para irse a bañar y se las di sin titubear pero
cuando yo le pedí las llaves del suyo me las dio incompletas. Aun así decía
que quería tener un hijo mío, que había soñado que todo salía bien. Me llegó
a contar que tenía un pretendiente que era médico y honestamente pensé
que él sería el indicado para el matrimonio. Tal parece que quedó
embarazada de mí pues empecé a sentir como si me chuparan la energía a
nivel del ombligo. Sentí miedo y alarmado le pedía Sai Baba que me
ayudara en ese trance, que realmente no quería involucrarme con esta
chica. Realmente me ayudó, pues ella misma me contó que había
empezado a menstruar arrojando una especie de coágulo al escusado. Con
esto terminó nuestra relación.

En una ocasión escuché a un compañero hablar en tribuna de un
sobrino suyo que inhalaba thinner y pensé hacer el experimento para saber
de qué me estaban hablando y como poder ayudar a alguien como él. Lo

159
primero que probé fue el Resistol 5000 en bolsa de plástico pero además de
ser caro era muy fácil quedar embarrado del producto. No obstante el efecto
era muy interesante pues quedaba uno inmerso en una realidad donde la
mente se hacía presente y los pensamientos cobraban presencia particular
al grado de poder entablar comunicación mental con otras personas.
Recuerdo que en una fiesta que hubo en la casa de un danzante me
ofrecieron una servilleta y luego me la mojaron con thinner e igualmente lo
hicieron con todo el personal que estaban en el lugar. Fue como haberme
integrado a una banda y la sustancia fuera la integradora del grupo. Como
no me gustó la idea de involucrarme, le prendí fuego a la servilleta y la arrojé
a la calle. Luego me dijeron que estuvieron a punto de matarme por
haberme zafado del compromiso.
De cualquier manera, el hecho de poder entrar en contacto con otras
realidades mentales por medio de una comunicación mental pienso que
puede significar una iniciación en la telepatía consciente. Es decir, abrir la
inteligencia a la posibilidad de entablar una comunicación a distancia con
otra persona escuchando incluso la propia voz de la persona. Lo he llegado
a llamar “el divino celular”.

Volví a conseguir trabajo en Televisa esta vez como asistente de
producción para hacer un video que acompañaría a una exposición de
piezas artísticas de diferentes épocas y lugares del país que irían a un
conocido museo neoyorquino.
Lo primero que hice fue preparar el lugar donde tendría lugar la
edición del video dentro del local donde tenía sus oficinas Guionismo
Cultural que era una parte de la casa de los padres de su director y que se
trataba de una habitación por debajo del nivel de la calle y a la cual había
que impermeabilizar perfectamente para que pudiera convertirse tanto en
videoteca como en cuarto de edición. Así que empecé como albañil esta
nueva participación con Televisa.
Posteriormente, después de un primer momento de grabación en
diferentes lugares del sur y sureste del país, de regreso a la ciudad de
México, me encontré con la novedad de que me habían quitado el
departamento en el que había vivido por cerca de siete años.
Me cambié a vivir a San Bernabé a un pequeño departamento que
rentaba una señora que había conocido en la mezquita y seguí con la
segunda parte de la producción, ahora por el norte del país y yo al frente de
un solo equipo de grabación, realizado las labores de producción.

Yo había empezado a tener relación de estudio con la compañera
del curso de acupuntura que era doctora y tenía dos hijos pequeños de
diferentes relaciones. Se acababa de cambiar a un departamento en un
conjunto residencial y me ofrecí para mediante un cancel de tabla roca y una

160
puerta de madera, lograr un espacio suficiente para que tuviera un
consultorio. También con ayuda de la guía rojí elaboré un mapa para ayudar
a los pacientes a llegar al departamento pues existe cierta complicación para
llegar bien en un primer intento. Mi interés era puramente personal pues ella
estaba en el momento especial para empezar a dar consulta en un tipo de
medicina astrológica que había estado probando durante cierto tiempo con
un conocido médico homeópata, quien finalmente le dio su aval para que
iniciara su consulta privada. Esa ayuda fue como una consigna de parte de
un poder superior para impulsarla en su labor como doctora que era, en esta
nueva faceta de la medicina a la cual bautizamos como Homeopatía
Astrológica.
Cuando estaba trabajando en la construcción del panel para el
consultorio, se me metió una rebaba de metal en el ojo y pensé que se me
saldría al poco rato, pero pasaron las horas y ya en mi departamento de San
Bernabé tuve que hablarle por teléfono a mi amiga la doctora para
anunciarle que iría nuevamente a su casa para que intentara sacarla con
algunas pinzas o algo por el estilo y así regresé ya de noche a su casa.
Logró localizar la rebaba pero estaba clavada en la superficie del ojo y solo
hasta el día siguiente pudimos ir a un centro hospitalario donde con ayuda
de un microscopio lograron desenterrarla. Mientras tanto pasé la noche con
ella y tuvimos relaciones sexuales.
En verdad tuve una relación muy agradable con ella pero cuando
empezamos a convivir el padre de su hijo pequeño que estaba en Estados
Unidos, a pesar de que no le mandaba dinero ni había tenido comunicación
alguna con ella en varios meses, le habló de larga distancia.
En una ocasión en que yo me acababa de comprar una motocicleta
y la había dejado en el lugar de estacionamiento del departamento de ella
pero casualmente me había ido, llegó el esposo celoso que había regresado
de Estados Unidos y entró al departamento con ánimo de buscarme bronca.
La doctora de inmediato le puso un alto a su reacción pero de cualquier
manera el incidente puso fin a la incipiente relación que estábamos
teniendo.

Vine a cambiarme de domicilio nuevamente esta vez a la casa en
que vivía el esposo de Shanti, el Licenciado, como todos le llamábamos, y
no volví a pagar renta más que con trabajos que hacía en la casa.
El Licenciado se dedicaba a los bienes raíces y aún estaba
convaleciente de una operación en donde le habían extirpado parte del
intestino delgado, No obstante estaba intentando vender la casa de Pedro
Infante que está sobre la carretera a Toluca y yo mismo pinté una manta con
el letrero de la oferta y la instalamos en el local. Al poco tiempo la casa se
vendió recibiendo el Licenciado una muy buena comisión. Se fue de viaje a
Europa y visitó a sus hijas que vivían en Alemania y me contó que tomo el
tren transiberiano justo en la época de la disolución de la Unión Soviética.

161
Yo me quedé solo en la casa y todo transcurrió con normalidad en el
diario vivir. No obstante, había dejado de asistir a mis juntas del grupo de
alcohólicos donde había estado anexado y desde mi nuevo domicilio no
tenía establecida la rutina de ir.
No obstante, estuve acudiendo a un grupo tradicional de hora y
media pero la terapia no me dejó satisfecho. En este estado de cosas con
respecto al programa hasta volví a beber aunque solo fueron sangrías,
acción que me llevó a apartarme definitivamente de las sesiones. Aproveché
para conocer un grupo de Neuróticos Anónimos ya que decían que detrás
de la personalidad alcohólica siempre hay un neurótico y me di cuenta del
interés que le ponían al cuarto paso. Tenían una habitación especial para
realizar la escritura.
A pesar de no consumir casi alcohol, a partir de una dosis de la
morfina sintética que me inyectara la doctora a causa de un intenso dolor
debido a una infección en el oído, me invadió nuevamente la obsesión y la
compulsión por este producto farmacéutico que ya antes de haberme ido a
Europa había llegado a consumir.
Después de que terminara con el trabajo en Televisa, para sufragar
los gastos del fármaco empecé a trabajar como taxista hasta el día en que
debido a las inyecciones se me infectó una mano al grado de llegar de
urgencia al Sanatorio Español donde fui intervenido quirúrgicamente para
salvarme la mano. Todavía obsesionado con la morfina sintética tuve que
sustituir con alcohol de 96º la compulsión por la droga. Solo así, habiendo
vuelto a beber regresé nuevamente al grupo del movimiento 24 horas que
me había visto nacer al programa de recuperación de Alcohólicos Anónimos.

Por ese tiempo estuve participando en los ensayos de un grupo
musical que se formó con algunos danzantes y otros músicos: “La trova
solar” que luego se cambió de nombre a “La trova lunar” en la que
cantábamos canciones compuestas por algunos de los integrantes con
letras basadas en textos de sor Juana Inés de la Cruz.
También, en colaboración con otros danzantes y con las imágenes
videograbadas por un amigo cineasta realizamos un video sobre la danza de
cocheros llamado “Concheros somos” en el que intentamos exponer al
público las nociones fundamentales que mueven a los participantes en
dichas ceremonias a continuar por este particular camino devocional.

162
SEPTIMO SEPTENARIO
“El trabajo redentor”
De los cuarenta y tres a los cuarenta y nueve años.

De nuevo en el programa gracias a mi asistencia a las sesiones e


inclusive con una guardia de las cero horas a las seis de la mañana una vez
por semana pude regresar a tener una vida capaz de adaptarse a una rutina
de trabajo asalariado y lo conseguí con mi primo hermano que es médico
nutriólogo y que trabajaba en el Instituto Nacional de Nutrición. Tenía en
aquel momento una investigación sobre la alimentación de los recién
nacidos en mujeres durante el puerperio. Se mandaban entrevistadores a
distintos hospitales para contactar con las mujeres recién paridas y se les
pedía su dirección para poder darles seguimiento mediante entrevistas
diseñadas para registrar datos con respecto a la alimentación. Mi trabajo era
desde engrapar las entrevistas y repartirlas entre los entrevistadores hasta
hacer las gráficas con los resultados obtenidos. También hicimos otra
investigación con el mismo formato en relación al uso de métodos
anticonceptivos.

En este momento volví a encontrarme con mi hija. Habían pasado
varios años desde la separación con su madre y yo por fin estaba trabajando
en un trabajo sencillo pero seguro. La motivación principal fue el hecho de
que una niña hija de una amiga mía estaba tomando un curso de D.O.P.
Dermo Optic Perception o Percepción Dermo-Óptica, pero las iniciales en
español no suenan bien, que enseña a los niños a percibir imágenes con la
piel, al grado de poder leer un libro con los ojos vendados y describir sus
imágenes impresas con solo pasar las palmas de las manos sobre la
superficie impresa del papel, además de otras posibilidades como la
comunicación telepática entre los compañeros y más. Obviamente me
dieron ganas de darle a mi hija algo de lo que yo mismo estaba sorprendido.
Hablé con él maestro y le pedí un descuento pues mi salario no me permitía
pagar el costo total del curso y me cobró solo la mitad. Así inscribí a mi hija
en las clases que se impartían los sábados y pronto se convirtió en “Súper
Maya” con lo que pude recuperar su cariño y cualquier resentimiento para
conmigo pasó a segundo término.

Por esta época tuve una nueva relación con una secretaria del
equipo con el que trabajaba mi primo. Nunca pensé que podría tener
relaciones sexuales con una mujer como ella. Era madre de dos hijos
mayores pero estaba separada de su marido e incluso me contó que tenía
un amante que no vivía en la ciudad.

163
En una ocasión yo la invité al cine para ver una película en la que
actuaba mi hija en compañía de Jane Fonda y luego de verla quiso ir a la
casa donde vivía para ver una presentación en la televisión de su admirado
Luis Miguel. Como el cine estaba cerca nos fuimos caminando hasta mí
domicilio. En esos días no estaba el Licenciado y nos pusimos a ver al
cantante en la televisión de la sala de la casa hasta que nos empezamos a
besar y ahí mismo tuvimos relaciones. Cuando la fui a dejar en el automóvil
del Licenciado un carro blanco pasó rozándonos a gran velocidad. Ella ni se
dio cuenta pero yo me pregunté qué significado tendría esta señal pues de
habernos tocado hubiera significado un terrible accidente. Apenas hoy
puedo interpretar que significaba que se trataba de un peligroso trabajo
blanco el que realizaba con esta mujer.
Seguimos nuestra relación durante algún tiempo hasta que yo le dije
que no me gustaba como la llevábamos pues no teníamos ningún futuro
como pareja salvo la desnuda sexualidad. No volvimos a tener relaciones
aunque si la invité a tomar algún café. Luego me platicó que había
terminado también amistosamente con el otro amante que tenía.

Tanto mi esposa como mi hija se habían convertido en actrices de
cine y casualmente las representaba la mamá de una amiga casada con un
reconocido ortopedista hijo del primer matrimonio de Shanti. La mano de
Dios estaba con ellas…y conmigo.
También, en mi ausencia, mi esposa había tenido una relación de la
cual le nació un hijo.

En un viaje de la danza hasta el santuario de Santo Niño Atocha de
Plateros, Zacatecas, nos acompañó nuestro amigo cineasta que iba a grabar
en video nuestra celebración y entre otras cosas me dijo que estaba
trabajando con una amiga con quien había trabajado en Televisa y que
estaba iniciando una serie de televisión para la editorial Clío sobre la historia
política del Siglo XX.
Apenas llegamos de regreso a la ciudad de México me puse en
contacto con esta compañera y al día siguiente ya estaba trabajando en uno
de los proyectos más interesantes en que he participado.
De entrada me dieron un programa sobre la historia de las carpas y
el teatro frívolo que se dio en la cultura mexicana en la primera mitad del
siglo veinte y que con el cine pero sobre todo con la televisión vino a
desaparecer del ambiente popular. Como les gustó la manera de solucionar
las diversas escenas que se presentaban, una vez terminado el programa
me dieron otro mucho más importante y así acabe haciendo los más
significativos de toda la serie.

164
Estaba ya sin beber pero los cigarros siempre estuvieron presentes
y también la cafeína al grado de beber café exprés en taza de americano y
tomar un promedio de cinco tazas al día.

Fueron varios años de trabajo intenso en esta serie televisiva que
cobró gran interés en el público televidente interesado en una cultura
histórica. No obstante dejé de asistir a las juntas del grupo de Alcohólicos
Anónimos pues debía atravesar la ciudad hasta más allá de mi domicilio
para luego regresar ya pasadas la diez de la noche. Además me había
inscrito en un deportivo que estaba en la esquina de la casa donde vivía y
había empezado a hacer aerobics dos veces al día. De las siete a las ocho
de la mañana y después de un baño de vapor me desayunaba y llegaba
temprano a trabajar según los hábitos del resto del equipo de producción. A
las seis de la tarde me regresaba a la casa y sin ninguna prisa volvía a
hacer otra hora de aerobics para después de otro vapor regresar a cenar y
ver en compañía del Licenciado una interesante serie de películas históricas
llamada precisamente “Paginas de la Historia”. Con esta rutina pude
agradablemente trabajar durante varios años. Las danzas de los fines de
semana y ocasionalmente alguna velación entre semana venían a romper
con la rutina mental de la producción.
Cuatro meses de trabajo implicaba la manufactura de cada
programa pues realizábamos una verdadera investigación iconográfica
sobre todo, pues procurábamos no repetir imágenes en un mismo programa
ni tampoco de un programa a otro. También la música que usábamos la
componía un músico que trabajaba para la empresa. Entonces, ya en la
etapa de postproducción, se conjugaban todos los elementos a participar
hasta llegar a tener un programa terminado.
Gracias al salario que recibía pude pagar los dos centenarios que le
había quitado a mi compadre “esposo”, el que me había invitado a España,
pero no se los di a él sino a su esposa a la que había dejado abandonada
con dos hijos en México mientras él se gastaba el dinero de su herencia con
otra inocente mujer.
También pude por primera vez darle a mi hija una cantidad mensual
aparte de que casi cada fin de semana salíamos al cine y al tianguis de
Coyoacán y le compraba cosas que le gustaban.
Hablaba con ella mientras tomábamos café. Y para tocar el tema de
la sexualidad opté por regalarle el libro que acababa de salir “Donde Cruzan
los Brujos” de Taisha Abelar, condiscípula de Carlos Castaneda, editado en
México por editorial Diana, que me pareció la forma más interesante de
explicar las contingencias energéticas que están implícitas en las relaciones
sexuales.
En pocas palabras, en este libro se lee que cuando se tienen
relaciones sexuales se forma dentro del útero de la mujer una especie de
gusanillo que establece una relación energética en la que el hombre recibe

165
“una tonelada” de energía de la mujer, una especie de dote energética, que
solo puede eliminarse con siete años de castidad que son en realidad muy
difíciles de alcanzar sin un propósito disciplinado de recapitulación de toda la
historia personal, o bien, con la concepción de una criatura. De esta manera
me di cuenta del porqué de las tradiciones matrimoniales en las culturas del
planeta.

En el trabajo participé en catorce programas de la serie México Siglo
XX en la que se narraba la historia de los distintos gobernantes del siglo. En
once de ellos como realizador y en los restantes como editor. Realmente ha
sido el mejor trabajo que he tenido hasta el momento y doy gracias a Dios
de haberme permitido desarrollar una labor que pudo llegar de manera
culturalmente positiva hasta los hogares mexicanos y con seguridad a
algunos en el extranjero. Esto me hizo sentir útil a mi nación y al mundo
pues en el formato de los programas establecimos una pauta para abordar
el tema histórico bastante aceptable pues nos mantuvimos ajenos a alguna
tendencia, exponiendo sobre todo la sucesión de los eventos ocurridos. Así
el espectador puede formarse imparcialmente su opinión.
Fueron cinco años de intenso trabajo diario pero no agotador.
Gracias al ejercicio físico que realizaba todos los días mi estado físico y
mental estaba en óptimo estado. A mi espíritu lo alimentaba con mi
participación en el curso de la Escuela de Pastoral que todos estos años
seguí disciplinadamente en la parroquia de la Divina Providencia que
casualmente es la misma que geográficamente me correspondía por la
dirección de la casa de mis padres. Todo esto enmarcado siempre por mi
participación en la danza de concheros que hasta este momento dirigía mi
vocación devocional.

Mi hija terminó la preparatoria y decidió meterse a la universidad a
estudiar antropología social pero al año me dijo que no quería seguir con la
carrera, que sentía que lo suyo era la actuación. Le dije que en lo que
decidiera yo la iba a apoyar.
Ya con anterioridad había leído los guiones que le presentaban y le
daba mi opinión. En una ocasión el supuesto director de la película la invitó
a su departamento para que estudiaran el guión y le dije que se me hacía
raro y que creía que la invitaba nada más para podérsela coger. Así fue, al
poco rato me habló para que pasara por ella.
Tiempo después le ofrecieron un papel principal en una película
basada en una obra de teatro sobre niños de la calle “De la calle” se llamaría
el film. Me pareció excelente y la animé a que lo hiciera. Se ganó un Ariel. “Y
por qué te gustó tanto”, me preguntó…,”…porqué yo soy un niño de la calle
de cierta manera…”, le contesté.

166
En verdad vuelvo a considerar mi permanencia en la danza como un
auténtico vínculo con la antigua tradición de esta tierra mexicana que
cristianizada en la Danza de Conquista, se reviste de una fuerza única que
le ha permitido la conquista hasta la madre patria española, pues en cierto
momento se formó un grupo de españoles que han difundido este camino en
la península ibérica y han llegado a ser cientos de danzantes españoles. Es
por eso que a diario en mis oraciones me acuerdo de mis compadritos
danzantes y tengo la esperanza de volver a realizar mi misión por los
caminos que me marque esta tradición de formas devocionales.

Un buen día el mozo de un vecino iba a tirar el marco de un espejo a
la basura y de inmediato lo intercepté para que me lo diera. Lo convertí en
secadora solar. A partir de ese momento empecé a germinar trigo durante
siete días en bolsas de red de nylon de las que se usan para las compras
del mercado y después de secarlos perfectamente los molía finamente con
un molino para granos. Al principio hice unas tortillas delgadas que volvía a
secar en la deshidratadora pero ocupaban mucho espacio para
almacenarlas y al ser frágiles se rompían con facilidad. Decidí dejarlo en
pinole lo cual favorece su perfecta ensalivación para poderlo deglutir.
En poco tiempo tenía un ropero lleno de frascos de plástico llenos
con “pinolito santo”, como lo bautizaron aquí en la clínica, pero yo no
acababa de entender cómo debía consumirlo. De cualquier manera le di mi
compadre heredero de la palabra de la mesa de la danza de los concheros
un buen número de frascos para que me ayudara a repartirlos entre los jefes
de los diferentes grupos de la danza. El día de hoy reconozco que cometí un
error al pensar que otra persona pudiera compartir un mensaje que ni yo
mismo tenía perfectamente claro todavía.

No obstante los años de sobriedad, en un momento de crisis
existencial debido a mi falta de entendimiento de por donde debía continuar
la experiencia del Pan de Vida y estando realizando un programa que no me
interesaba se me ocurrió volver a beber y a inhalar thinner con lo que perdí
el rumbo laboral de todos esos años.
Tuve que ser internado en un hospital psiquiátrico donde pude dar
rienda suelta a mi “locura” con la que estimulé a los enfermos de tal manera
que les ganamos a los enfermeros y los doctores en el acostumbrado
partido de futbol que por lo general ganaban ellos. También intenté fugarme
varias veces pero lograron alcanzarme. Un día llegó mi papá queriendo
hablar conmigo más como habían sido muchos años de negativa a hablar
conmigo cuando yo se lo pedía, agitando una botella de refresco con gas se
lo rocié en la camisa como respuesta, preferí que me llamaran “loco” a que
me dijeran que solo en el hospital psiquiátrico pudieron hablar conmigo.

167
Saliendo del hospital fuimos directamente a la editorial de los
videogramas para saber si iba a tener trabajo todavía pero habían
empezado a tener un grave conflicto entre la directora de la serie y el dueño
de la editorial que acabó con el equipo y la forma de trabajo que teníamos.
Yo, por mi parte, había rentado un cuarto en el poblado de Amatlán
de Quetzalcóatl en el que vivían unos compadritos del grupo de danza
donde pensaba empezar a ir los fines de semana. A petición del Licenciado
mis padres le pidieron a mi hermano que empacara todas mis cosas y las
llevaron a la casa que ocupaba la fábrica de juegos de mi padre que ya
estaba cerrando pues los juegos computarizados avasallaron el mercado. Mi
madre optó por pagarme el transporte con todas mis cosas hasta el pueblo
de Amatlán donde finalmente me instalé.
Estos siete años pasaron pronto y han sido los más productivos en
relación a mi inserción en el mundo. Tanto en el Instituto Nacional de la
Nutrición como en la Editorial Clío pude participan en proyectos de difusión
científica y cultural que pudieron cambiar la cultura popular y la visión
política del siglo que estábamos por concluir. Doy gracias.

168
OCTAVO SEPTENARIO
“En busca de una nueva oportunidad”
De los cincuenta a los cincuenta y seis años de edad.

Amatlán es un pueblo lleno de sorpresas. Desde que estaba aún en


la ciudad en México empezó a cobrar importancia por las actividades tanto
de la danza como de la tradición de Ce Ácatl Topiltzin, Quetzalcóatl, nacido
y criado en este pueblo, el famoso Tepozteco, y también por otras
tradiciones que hicieron su aparición en este lugar donde se venera la
imagen de Santa María Magdalena, por parte de la Iglesia Católica.
Empecé viviendo en un cuartito de adobe que había pertenecido a
un compadrito de la danza que había fallecido y su familia, su mujer y sus
hijas, cuatas heterocigotas, se habían ido a vivir con un vecino que tenía una
casa más grande y ahora tenían un nuevo miembro en la familia producto de
la unión de la mujer de mi difunto compadre con el vecino.
Sin embargo, mi relación principal era con mi compadre sargento de
la mesa del Santo Niño de Atocha y su esposa española, también danzante,
que desde años atrás nos habían venido invitando a las festividades y
temazcales que se realizaban en el pueblo y en su casa que estaban
construyendo. Mis compadres tienen una hija con síndrome de Down que
estaba en sus primeros años y dos hijos un niño y una joven de un primer
matrimonio de mi compadre. Todos danzaban habiendo la ocasión.
También desde antes de que llegara a hacer ceremonia, un
maracame huichol, el Abuelo, había empezado a hacer rituales ancestrales
de medicina donde pasando la noche entera alrededor del fuego grupos de
hombres y mujeres compartían su interés en la tradición huichola, recibían
una limpia y comíamos polvo de jícuri seco, peyote, que era “la medicina” y
después de amanecer con un caluroso abrazo fraterno entre todos los
participantes nos despedíamos agradecidos. El Abuelo llevaba años
realizando esta ceremonia en varias partes de México y del mundo a pesar
de que su gente en la sierra le reclamara por su trabajo con culturas
extranjeras: nadie es profeta en su tierra.

Recuerdo que cuando llegué había campaña política para elegir
presidente municipal en el municipio de Tepoztlán al cual pertenece Amatlán
y recuerdo también a una pareja que pertenecían a un nuevo partito político
llamado Convergencia con el cual me identifiqué pues pretendía aglutinar en
sus filas a gentes de todos los partidos políticos y mi proyecto de los
germinados de trigo es un trabajo para cualquier persona que lo entienda y
lo necesite integrar en su vida sin importar su filiación política. Así escribí en
una cuartilla por los dos lados la información de lo que es un germinado y

169
por que es un alimento ideal y como se pueden hacer los germinados a nivel
casero.
A continuación reproduzco las dos cuartillas para información del
amigo lector las cuales conforman el corazón de un proyecto que bauticé
con el nombre de “Proyecto Renovación”:
https://es.scribd.com/document/321383624:
¿Qué sucede durante la Germinación de la Semilla?
Cada semilla contiene la información y reserva energética necesaria
para desarrollar en condiciones apropiadas una nueva planta semejante a sí
misma.
Esta reserva está almacenada en el cotiledón en forma de almidón,
el cual es una sustancia de alto peso molecular compuesta de una larga
cadena de azucares. La fécula es de difícil digestión, ya que para deshacer
esta larga cadena de carbohidratos el organismo que lo consume tiene que
invertir una gran cantidad de energía enzimática hasta reducirla a glucosa
que es único azúcar asimilable por nuestro cuerpo.
Como este proceso se repite cotidianamente al ingerir tortillas,
galletas, dulces, pastas, pan con levadura, atole, refrescos, azúcar, etcétera,
la parte del sistema digestivo encargada de la secreción de enzimas para
desdoblar estas sustancias, se agota, y sobreviene la incapacidad para
asimilarlas adecuadamente. Procesos similares ocurren tanto con las grasas
como con las proteínas, provocando tanto la diabetes, como la obesidad y el
cáncer.
Al germinar la semilla de trigo, cebada, maíz o cualquier otro cereal
(mono cotiledón) que son el principal alimento de las civilizaciones, las
sustancias que han permanecido en estado de almacén (almidones y
aceites) al entrar en contacto con el agua, se transforman mediante los
procesos diseñados por la naturaleza, en azucares y aminoácidos simples
que empiezan a formar los órganos diferenciados de la nueva planta y son
fácilmente asimilables por nuestro organismo. Al comer el germinado de
inmediato sentimos su dulzura y frescura que al entrar en nuestro cuerpo
alivia el malestar consecuencia de la indigestión común que padecemos. Así
se ofrece una expectativa de curación real mediante un descanso en el
proceso de digestión de las sustancias nutritivas que a la larga llevará, si se
persevera con el método correcto, a una auténtica regeneración de tejidos y
recuperación de capacidades perdidas.
Esto solo sucede en los primeros momentos de germinación, por
eso es necesario detener el proceso mediante el secado, y después de
molerlo finamente, queda lista la harina para el Pan de Vida. Este Pan debe
consumirse solo sin ser mezclado con otros alimentos pues anularía su
efecto regenerativo, tal como enseña la Iglesia Católica que debe uno
acercarse a la Sagrada Eucaristía.

170
El consumo de este Pan, aunado a una dieta crudívora, que consiste
en comer nuestros alimentos como nos los da la Madre Naturaleza, sin
cocinarlos con el “fuego de la muerte”, es el trabajo evolutivo que requiere
en este momento la raza y civilización humana.
El proceso de conversión personal debe ir acompañado de un
reconocimiento psicológico y mental para identificar, aceptar y corregir los
defectos de carácter que prevalecen en cada uno de nosotros como son el
Orgullo o Soberbia, la Avaricia, la Envidia, la Gula, la Lujuria, la Ira y la
Pereza, que nos obstaculizan la fluidez espiritual.
Prudencia, Justicia, Fortaleza y Templanza.
Fe, Esperanza y Caridad.
PAN DE VIDA
https://es.scribd.com/document/321498164
“Nuestros abuelos comieron comida cocida y se enfermaron”
Leyenda huichola.
El hombre es el único animal que cocina sus alimentos y en su
ignorancia mezcla diferentes tipos de alimentos que hacen que su digestión
en lugar de proporcionar verdadero sustento y crecimiento saludable, debido
al gran gasto enzimático, es decir, de las sustancias que el propio organismo
aporta para poderlos desdoblar y asimilar, se provoca un deterioro en lugar
de un beneficio y es el origen de todas las enfermedades crónico
degenerativas, el envejecimiento y finalmente la muerte física.
1Corintios. 15, 51-55:

“¡Miren! Les digo un secreto sagrado: No todos nos dormiremos [en


la muerte], pero todos seremos cambiados, porque sonará la trompeta, y los
muertos serán levantados incorruptibles, y nosotros seremos cambiados.
Entonces se efectuará el dicho que está escrito:
“La muerte es tragada para siempre”.
“Muerte, ¿dónde está tu victoria? Muerte, ¿dónde está tu aguijón?.”

De entre los descubrimientos arqueológicos más reveladores del


siglo pasado se encuentran los manuscritos esenios de las cuevas de
Qumrán a orillas del Mar Muerto y conviene que el creyente lo lea.
EVANGELIO DE LA SALUD Y DE LA PAZ:
https://es.scribd.com/document/386432919
INSTRUCCIONES PARA GERMINAR LA SEMILLA DE CEREAL
1. Se pone a remojar un kilogramo de trigo, cebada o maíz, con
una cucharada sopera de cal, durante 24 horas, en un recipiente apropiado,
quitando con un colador o cedazo las semillas y pajillas que queden
flotando.
2. En una bolsa del “mandado” de red de nylon o en una bandeja
coladera de plástico, se vierte el trigo remojado y se mantiene a la sombra,
de preferencia cerca del lavadero de la casa.

171
3. Una vez al día se lavan con agua suficiente y se remueve la
semilla con los dedos para evitar que las raíces de los germinados se
entrelacen y se apelmacen. Así se conserva la humedad para que continúen
creciendo.
4. A los siete u ocho días de germinación ya que han salido las
primeras hojitas verdes se inicia el proceso de secado, para lo cual se
necesita una secadora solar de alimentos como la que se muestra a
continuación.
5. Perfectamente secos los germinados se muelen en un molino
para granos ya sea manual o eléctrico y se conserva en forma de harina en
envases opacos herméticamente cerrados para almacenarlos en un lugar
fresco, seco y oscuro.
6. Agregando agua a la harina se pueden elaboran delgadas
tortas, que se secan igualmente en la secadora solar. Se puede consumir la
harina directamente, como si fuera pinole, en ayunas, ensalivándola
perfectamente y tragándola lentamente como si fuera la hostia.
A CADA DÍA SU PROPIO AFÁN

172
Los eventos que me tocaron compartir en Amatlán mientras viví allí
fueron más o menos las siguientes:
Año con año se celebra el nacimiento de Ce Ácatl Topiltzin, el
famoso Tepozteco, que llegaría a ser reconocido como Quetzalcoatl, con la
llegada de diferentes grupos de la tradición quetzancoatliana para hacer
ceremonia al avatar del primer milenio de los pueblos del Anáhuac. A ellos
me toco invitarlos a probar el germinado de maíz seco y molido y quedaron
admirados de su poder.
Otra fiesta anual que me tocó celebrar en aquellos días fue él
cumpleaños de don Felipe Alvarado, representante de la tradición de
Quetzalcóatl en el poblado. Sin embargo, poco se podía trasmitir allí debido
a la presencia de bebidas alcohólicas.
También participé con el grupo Quetzalcóatl del movimiento
tradicional de Alcohólicos Anónimos, con quienes compartí mi experiencia e
hice amigos dentro de la comunidad.
Un evento fuera de lo normal fue la apertura de un centro bautizado
como el Unicornio que fue fundado por mi maestro de acupuntura. En el
participé tirando la basura cada semana, aceitando con linaza los muebles
de madera de la casa y sembrando algunos pies de Chaya. Pude también
hacer llegar la información de los germinados de cereal a una pareja de
chinos que practicaban las artes marciales y la medicina tradicional: El pago
que me dieron fue un Kong Fu (trabajo bien hecho) salido del corazón.
También le di germinados de trigo, secos y molidos y las
instrucciones para hacerlos, a una pareja de chilenos que tenían dos hijos
pequeños y les dije que después de esa información ya podían regresar a su
país. No sé a ciencia cierta si esa fue la causa de que vendieran su
camioneta y se regresaran a Chile, pero en realidad se fueron.
Reforzando mi vena ecologista limpie de botellas de refresco y
demás residuos sólidos los caminos que bajan a Nahualatl, mejor conocida
como la poza de Quetzalcóatl y la cueva de Chimalma, la madre de Ce
Acatl, que estaba llena de veladoras rotas a medio quemar y demás
ofrendas apresuradas y me las llevé a mi casa para quemarlas en mi altar.
También asistí cada vez que pude a las misas y celebraciones de la
palabra que se llevaban a cabo en la Iglesia del pueblo dedicada a Santa
María Magdalena.
Y por supuesto, participé también en las obligaciones de la danza de
concheros que se había enriquecido con la presencia de mi compadre “el
Sonora”, Sergio Coria, miembro de la corporación de concheros de México,
que había levantado el estandarte de su grupo de Concheros de la Conchita,
en la capilla de la Inmaculada Concepción en Coyoacán y que se había
quedado a vivir en el pueblo, y a morir también, pues la última vez que lo vi
expresamente para llevarle un frasco de Pan de Vida como “pinolito santo”
por orden del Señor Jesús, ya estaba bastante delicado de salud.

173

No duré mucho en el cuartito de adobe que rentaba. Por problemas
que se ocasionaron con un enfermo que me dieron a cuidar y no fui capaz
de conjugar mis intereses vitales con este servicio pagado que
providencialmente me solicitó el destino y fue un desatino controlado.
No obstante en ese cuartito fue donde por primera vez en una
madrugada en que me encontraba abrumado por los efectos del inhalante
que había vuelto a consumir, que me animé a consumir un poco del polvo de
germinado de trigo que conservaba en un frasco. Al entrar en mi boca me
hizo sentir su sequedad y tuve que esperar a que mi organismo produjera
más saliva para poco a poco irlo deglutiendo como si fuera pinole y
conforme la saliva lo impregnaba le iba saliendo su agradable sabor. Pero lo
mejor fue que conforme lo iba tragando, el deplorable estado físico en el que
me encontraba fue desapareciendo hasta poder recuperar la sensación de
un verdadero descanso. Quedé maravillado.
El enfermo “psiquiátrico” era hermano de una antigua conocida. Se
trataba de un hombre que había perdido el interés por la vida y no realizaba
ninguna actividad productiva aunque en su momento había sido buen
dibujante y pintor. Su hermana es una conocida artista y entusiasta
emprendedora, que había formado un grupo de dependientes a las
relaciones destructivas entre otras cosas y vivía con una segunda pareja con
la que tenía una hija púber. Producían música propia y ella había
convencido al resto de sus hermanos para que le dejaran a este hermano
enfermo e intentara cuidarlo y recuperarlo. Al conocerme, creyó que yo
podría, mediante un salario, hacerme cargo de su cuidado. Acepté de buena
gana y le rentamos una casa a mi compadre el sargento de la danza y a su
esposa española y nos instalamos en ella los dos y me dediqué a atenderlo
en sus necesidades.
Le preparaba sus alimentos, le daba sus medicamentos
psiquiátricos, me preocupaba de su aseo personal, lo llevaba a caminar por
el campo, lo llegué a llevar al grupo de Alcohólicos Anónimos y también con
un doctor naturista y acupunturista en Tepoztlán. Todo el día estaba con él y
como yo era el único cuidador no tenía descanso y todavía tenía que
aguantar a su hermana que siempre nos estaba vigilando.
Por saber el efecto que provocaba el medicamento que le daban lo
probé; me cayó muy bien y quise saber si podría conseguir unos frascos
para mí a cuenta de mi salario. Esto fue suficiente para que me quitaran el
trabajo.
Según me contaron, el hombre acabó en una casa rodeado de
monjas que le rezaban el rosario. El compañero de su hermana tuvo
relaciones sexuales con una mujer que le dio un masaje y ella los sorprendió
y él acabó suicidándose, ahorcado. De ella no se en que habrá acabado con
eso de su dependencia a las relaciones destructivas.

174

Me tuve que ir a vivir a una casa abandonada que le había sido
dejada por poder a un temazcalero que vivía enfrente. Uno de mis trabajos
era limpiar de basura los terrenos a donde llegaba a vivir. Eso me ganaba
respeto del lugar y me daba poder dentro de la comunidad por el simple
trabajo de hacer lo correcto. Por lo demás, había vuelto a inhalar thinner y el
alcohol y los cigarros eran asunto de todos los días. Ya ni siquiera iba al
grupo de Alcohólicos Anónimos. Empecé a sufrir de un disturbio psicomotor
que al estar de pie sin hacer nada me bamboleaba incontroladamente de un
lado para el otro.
Gracias a una amiga del pueblo que tenía un hijo con problemas de
alcoholismo me enteré de un grupo en Cuernavaca al cual quise asistir. Se
llamaba el Ave Fénix y finalmente fui allá para recibir una terapia de algunos
meses.
En esos días murió mi papá. Yo le di gracias a Dios por la noticia y
seguí con el tratamiento hasta que llegó el día de hacer la escritura de un
cuarto paso que decidí posponer para una ocasión posterior pero los
directores de la agrupación no lo quisieron aceptar. Sin decirme nada
hablaron con mi madre para que fuera por mí, de lo contrario me echarían a
la calle. Un buen día por la mañana mi madre y su hermana mayor fueron
por mí y preguntándome a donde quería ir me encaminaron a Amatlán
nuevamente que era donde tenía mis cosas.

Regresé a la casa abandonada y esta vez llevaba en mente desde
mi estancia en el anexo construir una deshidratadora solar para continuar
formalmente con la manufactura del Pan de Vida. La hice pero el problema
fue que no tenía acceso a una azotea adecuada donde ponerla. Tampoco
tenía agua corriente con la cual regar los germinados. Finalmente acabé
disgustado con mi casero el temazcalero que quería sacarme algo de dinero
desde que supo que había recibido una pequeña herencia a causa de la
defunción de mi padre y tuve que conseguir otra casa donde vivir.
Pude rentar de emergencia una casa que era meramente un cuarto
grande. Lo primero como siempre fue limpiar el terreno de alambres,
plástico, vidrios rotos, varas secas, etcétera; con este trabajo, ya lo dije,
intimaba con el lugar de una manera sorprendente al grado de que la
esposa del dueño de la casa que ni siquiera vivía allí se sintió desplazada
me empezó a agredir verbalmente y hasta me llegó a aventar piedras. Ante
esta situación me vi obligado a cambiarme nuevamente de casa.

El terreno de la nueva casa colindaba con el terreno de la Iglesia del
pueblo. La casa era de Don Lázaro un compañero del grupo de Alcohólicos
Anónimos y pensé que estaría a mejor resguardo lo que en cierta manera

175
fue verdad. Firmamos un contrato de arrendamiento por seis meses y pude
desarrollarme de manera saludable durante cierto tiempo.
En canastas de red de nylon empecé a germinar trigo que compraba
en una tienda de abarrotes de Tepoztlán. Construí otra deshidratadora de tal
manera que pude estar germinando constantemente.
No obstante, seguí bebiendo aguardiente y también inhalando
thinner al grado de perder parcialmente la movilidad de las piernas. Fui
internado en el hospital de Neurología de la Secretaria de Salud y me dijeron
que ya me iba a quedar así. El diagnóstico fue desmielinización de los
nervios y lo único que me recetaron fue pastillas de complejo B y una buena
alimentación. Al cabo de unos meses había recuperado casi por completo la
movilidad y la sensibilidad de las piernas. No sé si fue mentira que me iba a
quedar así o producto de mi alimentación con los germinados pero mi
recuperación fue casi al cien por ciento, nada más permaneció una cierta
insensibilidad en la punta de los dedos de los pies.

Ya casi no iba al grupo de Alcohólicos Anónimos del pueblo y había
empezado a ir a un grupo de Neuróticos Anónimos que maneja el mismo
programa de 12 pasos y 12 tradiciones de Alcohólicos Anónimos, y como
me habían enseñado que atrás de un alcohólico hay un neurótico pues
pensé que tal vez trabajando mi neurosis, habiendo reconocido ya mi
enfermedad alcohólica me sería más fácil continuar por la senda de la
sobriedad, pero no fue así. Me echaba mis tragos no todo el día pero sí
todos los días.
También había oído de un grupo de 4ºy 5º paso, el “Álamo Azul” que
está a un lado del basurero municipal de Tepoztlán y fui a investigar. Había
que ir dos veces a la semana durante un mes a juntas en la tarde con “los
gritoncitos” como los bauticé, para después ir un fin de semana a una
hacienda en las afueras de Tepetlixpa, debajo de los volcanes, para hacer
una escritura en base a unas preguntas que otro “gritoncito” nos hacía
durante toda una noche en la que nos la pasábamos en vela. Al día
siguiente, después de haber escogido a dos padrinos que ya habían pasado
por el mismo proceso, nos íbamos a una parte de la hacienda que tenía un
agradable pasto, les dábamos las hojas que habíamos escrito y escuchaban
nuestra supuesta “catarsis”, que en mí no se dio, para después de unas
palabras de aliento, quemar las hojas del escrito a lo que yo me quise
oponer arguyendo que quería publicar mi cuarto paso pero no se pudo.
Finalmente, me vendaron los ojos y mis dos padrinos me condujeron a un
lugar donde me pidieron que me incara. Me quitaron la venda y me di cuenta
de que estaba frente a un crucifijo. No me lo esperaba pero se me hizo muy
inocente y simple su propuesta siendo yo “católico practicante” que ya había
leído la biblia completa por lo menos una vez y asistía a misa cada domingo
que podía y que estaba interesado en los diferentes grupos de desarrollo de
la conciencia existentes en la zona. Terminó el evento, nos regresamos a

176
Tepoztlán y un buen amigo doctor, miembro de los padrinos “gritoncitos”, me
llevó en compañía de su señora hasta a Amatlán adonde les enseñé mi casa
y quedamos de vernos a la siguiente semana. Cuando se fueron, me tomé
unos tragos de aguardiente que tenía guardado y no volví a ir con ellos
aunque si me quedé con las ganas de hacer ese “minucioso inventario
moral” que significa el cuarto paso del programa de recuperación de
Alcohólicos Anónimos y que el día de hoy estoy haciendo al escribir estas
palabras, con el fin de publicarlas para que vean dichos compañeros
alcohólicos como pienso que debe hacerse un inventario moral.
Todavía llegué a asistir a juntas en un grupo de Alanon que tenía
letrero, pensando que siendo nieto de mi abuelo alcohólico, sobrino de mis
tíos igualmente enfermos y primo de mis primos aquejados del padecimiento
al igual que de mi hermano, podría servirme de algo, rumbo a mi búsqueda
de la sobriedad, pero más bien las compañeras se asustaron al oírme hablar
fuerte de mi problemática alcohólica. Tampoco volví a ir y, por supuesto
seguí bebiendo sin emborracharme como era mi costumbre desde hacía
años.

Una tarde que viajaba por Yautepec vi a un pastor que vendía
chivitos y borreguitos y me detuve para comprarle una pareja de borregos.
Pensé que sería fácil criarlos y tan luego los subí al coche busqué una
verdulería para comprarles alfalfa. Para mi desencanto me di cuenta que
aún eran pequeños y cuando al día siguiente los lleve a la tienda veterinaria
confirmé que aún estaban en la lactancia por lo que tuve que comprarles
leche en polvo para becerros para continuar con su desarrollo. Fue una
experiencia interesante convivir con unos animales como ellos pues se llega
uno a encariñar y a establecer una relación paternal. Les tenía que preparar
sus biberones que succionaban con una voracidad sorprendente. De
cualquier manera me fueron útiles en mi convalecencia neurológica pues me
dieron un motivo para ejercitarme y continuar con un trabajo físico
obligatorio. Los bautice como Agnis y Agnus. En cuestión de semanas
crecieron lo suficiente como para empezar a comer hierba y empecé a
comprarles alfalfa que me llevaba a entregar a la casa un labrador que
repartía en coche a domicilio el producto de su siembra. Ambos animales
crecieron fuertes y saludables aunque al dueño de la casa no le gustó que
los hubiera comprado pues maltrataron un poco unas matas de café que
había en el jardín.
Salía a la calle con ellos y se iban a buscar alguna plantita que
comer y en cuanto los llamaba por su nombre y balaba como ellos corriendo
venían a mí. Agnus desarrollo unos cuernos grandes con los que podía dar
unos topes verdaderamente fuertes. Solía provocarlo empujándolo por la
frente y respondía inmediatamente. También si alguien le tenía miedo lo
atacaba. Fueron varios meses de continuo cuidado que terminaron el día en
que por el sonido local me pidieron que no sacara a la calle a mis animales

177
porque asustaban a la gente. Ese día se los regalé a un amigo vegetariano,
condiscípulo del evangelio de la paz, que estaba fincando unas casas por la
zona de Yautepec y me había contado que tenía un amplio terreno. No los
volví a ver.

Debido a mi cercanía con Alcohólicos Anónimos mi amigo de la
escuela de cine me pidió que me hiciera cargo de un alcohólico que había
llegado a vivir a sus cuartos allá en el pedregal de San Nicolás. Fui por él y
me lo llevé a Amatlán en el momento en que acababa de comprar los
borregos y me sirvió de cierta ayuda para cercar cada uno de los arbolitos
de café para que no los maltrataran los animales. Coincidió también con mi
internamiento en el hospital de Neurología por lo que lo dejé en la casa
durante la semana que estuve en México para que cuidara a los borregos y
se ayudara a dejar el alcohol, pero cuando regresé Don Lázaro, mi casero,
había tenido que llevarlo a la clínica del pueblo para que le pusieran suero
pues había vuelto a beber en mi ausencia a un grado fatal. Por cada día que
había estado trabajando conmigo yo le pagaba lo que ganaba un peón en el
campo y se lo pagaba cada día como dice la biblia pero ante esta actitud
más bien guardaba mi dinero para darle lo que realmente necesitara. Lo
lleve al grupo de Alcohólicos Anónimos pero no le interesaba apegarse a un
programa para dejar de beber. De hecho en alguna ocasión quiso
engañarme metiendo alcohol en una bolsa de plástico pero lo descubrí. Un
buen día me dijo que se iba regresar con mi compadre de la escuela de
cine; que no era posible que no hubiera un trabajo para él. Estaba sobrio y
se veía muy bien así que lo dejé partir sin decirle nada. Luego me enteré
que había vuelto a beber y se había muerto en una clínica del ISSSTE.

Aproveché también la herencia para arreglarme los dientes que a
pesar de tener una buena dentadura siempre he tenido muy averiados pues
nunca aprendí a lavarme los dientes tres veces al día, después de cada
comida.
La odontóloga se hizo amiga mía y hasta la invité a una ceremonia
de levantamiento de sombra que le hice al ánima de mi padre allá en aquella
casa. Ella tenía dos hijas que vivían con su padre en la Ciudad de México y
la iban a visitar los fines de semana y durante las vacaciones escolares.
Ella es una mujer muy guapa y fuerte y tal vez hubiera habido
posibilidad de una relación pero no quise meterme en enredos carnales que
siempre tienen trascendencia en la vida de las personas alrededor de las
cuales se da el evento sexual. Por su bien y por el mío la castidad a favor
del ejemplo para los hijos es lo más recomendable. El trabajo que me hizo
en la dentadura fue una inversión que varios años después seguí
disfrutando.

178
Una mañana estando en Tepoztlán me encontré con unos hermanos
Mormones y les pedí que fueran a mi casa para escuchar su predicación.
Todavía estaba conmigo mi tocayo el alcohólico y empezamos a recibirlos
un día a la semana para escucharlos en su manera de llevar a cabo su
evangelización. Tuvieron la oportunidad de ver como hacía el Pan de Vida
pero no le dieron mucha importancia. En una ocasión nos invitaron a un
bautizo que se realizó en la alberca de la casa de uno de los miembros de la
Iglesia y la siguiente reunión en mi casa los invité a una poza natural donde
acostumbraba bañarme casi todos los días y les pregunté si no valía como
bautizo. No hubo respuesta pero nos llevábamos bien. Empecé a ir a su
sesión dominical de estudio de las escrituras donde como comunión
dominical nos daban un pedacito de pan Bimbo con agua en lugar de vino y
traté de leer el libro de Mormón pero no encontré el momento. En un viaje a
la Ciudad de México visité su templo y aproveché para comprar un libro
llamado La Perla de Gran Precio que de momento tampoco pude leer pero
era mi interés algún día poderlo hacer.
Poco a poco me fui metiendo más en el compartir con ellos hasta
que los elders ya no fueron necesarios pues no estuvieron preparados para
el Pan de Vida, que fue el nombre que por la forma de hacerlo como por sus
propiedades curativas adquirió el producto de la harina de los germinados
de trigo, seco y molido. Traté de canalizar mi esfuerzo con el presidente de
la estaca y le regalé una muestra de Pan de Vida y le expliqué por qué
hacerlo. Me dijo que iba a hacerlo pero no lo he vuelto a ver.
El día de hoy, finalmente creo que es la Iglesia Católica la que por
su misma fe alrededor de la eucaristía es la que mejor podría incorporar esta
sabiduría a su realidad diaria pues es la única que tiene la cotidiana
costumbre de la sagrada comunión. Nada más el fabricar el Pan de Vida e
incorporarlo a la Misa, para que se haga realidad la estrofa de la alabanza:

Altísimo Señor, que supiste juntar,


a un tiempo en el altar,
ser cordero y pastor.
Quisiera con fervor amar y recibir,
a quien por mi quiso morir.

Oh divino manjar nos has querido dar.


Tu cuerpo virginal,
vía de la eternidad.
De tan dulce sabor, de tal gracia y virtud,
que harta, cura y da salud.


Don Lázaro no me quiso refrendar el contrato de arrendamiento y
encontré una casa en la entrada o salida del pueblo, todo depende del punto

179
de vista con que se mire, que estaba al lado de primer cuarto que renté
donde la esposa del dueño se enojaba conmigo por limpiar el terreno. La
casa pertenecía a un hermano de la esposa de mi amigo el temazcalero que
estaba en Estados Unidos y venía una vez al año a visitar a su mujer e hijo y
sus bienes.
Yo le había rentado a su mujer a la cual conocí providencialmente
yendo a pagar la luz de la casa donde todavía vivía. Ella estaba por ahí, iba
a pie con su hijo pequeño y como amenazaba llover les ofrecí un aventón de
regreso a donde vivía mientras se desataba un fuerte y rápido chubasco.
Así, al día siguiente, le estaba dando el adelanto de la mensualidad de mi
nueva morada. Había mandado a hacer una escalera de caracol que
facilitaba el acceso a la azotea donde tenía las deshidratadoras solares y
volví a instalarla en esta nueva casa y subí las secadoras a la loza de
cemento pero no sé qué sucedió que en esta casa no pude seguir con los
germinados. Había vuelto a beber compulsivamente.

Por esos días estaba recién estrenada “El Señor de los Anillos” y
aunque piratas, había comprado unas copias de la película. Jóvenes del
pueblo llegaban a mi casa para ver las películas lo cual a algunos de los
padres de familia no les pareció bien así que opté por no hacer cosas
buenas que parecieran malas y me quedé nuevamente solo en mis video-
visiones. Lo que llegué a compartir fueron los discos de las películas con
otro amigo danzante que vivía en el pueblo.
Me habían regalado una perra negra y también una gatita
completamente blanca que alimentaba con comida especial para perros y
para gatos, respectivamente, más las pocas sobras de mi propia comida.
Tenía dos automóviles viejos que constantemente me estaban
exprimiendo el bolsillo. Así, más temprano que tarde se me empezó a agotar
el dinero de la herencia. Mi alcoholismo estaba estacionado en beber
diariamente aguardiente de caña que compraba en las tiendas del pueblo.
Ya ni me acordaba del grupo tradicional de alcohólicos anónimos.
Todavía mandé poner una línea telefónica a la casa pues estaba en
oferta cierto tiempo gratis de internet el cual aproveché para bajar de la red
una tabla con los valores nutricionales de los germinados de trigo y otras
tres populares semillas que me ha servido para expandir el conocimiento del
valor alimenticio de los germinados que a continuación reproduzco para
cultura del lector. De hecho creo que el costo de la línea telefónica valió la
pena tan solo por haber encontrado esta tabla la cual no he vuelto a
localizar.

180
VALORES APROXIMADOS DE LOS GERMINADOS
POR PORCIÓN DE 100 GRAMOS
VALORES TRIGO ALFALFA MUNGO LENTEJA
MINERALES
Calcio, Ca 28 32 13 25
Hierro, Fe 2.1 0.96 0.91 3.21
Magnesio, Mg 82 27 21 37
Fósforo, P 200 70 54 174
Potasio, K 169 79 149 322
Sodio, Na 16 6 6 11
Zinc, Zn 1.65 0.92 0.41 1.51
Cobre, Cu 0.261 0.157 1.64 0.352
Manganeso 1.858 0.188 0.188 0.506
Selenio, Se 42.5 0.6 0.6 0.6
VITAMINAS
Vitamina C 2.6 8.2 13.2 16.5
Tiamina 0.225 0.076 0.084 0.228
Riboflavina 0.155 0.126 0.124 0.128
Niacina 3.087 0.481 0.749 1.128
A. Pantotéico 0.947 0.563 0.38 0.578
Vitamina B6 0.265 0.034 0.088 0.19
Folato total 38 36 61 100
Vitamina A,IU 0 155 21 45
Vitamina A,RE 0 16 2 5
Vitamina E 0.050 0.02 0.01 0.03
Ácido graso sat. 0.206 0.069 0.046 0.057
Ácido graso mono 0.151 0.056 0.022 0.104
Ácido graso Poli 0.557 0.409 0.058 0.219
Colesterol 0 0 0 0
AMINO ACIDOS
Triptofano 0.115 0 0.037 0
Treonina 0.254 0.134 0.078 0.328
Isoleucina 0.287 0.143 0.132 0.326
Leucina 0.507 0.267 0.175 0.628
Lisina 0.245 0.214 0.166 0.712
Metionina 0.1 0 0.0 0.15
Cistina 0.134 0 0.034 0.105
Felilalanina 0.35 0 0.117 0.442
Tirosina 0.275 0 0.017 0.334
Valina 0.361 0 0.13 0.399
Arginina 0.425 0 0.197 0.611
Histidina 0.196 0 0.07 0.257
Alanina 0.295 0 0.099 0.356

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Acido aspártico 0.453 0 0.479 1.433
Acido glutámico 1.871 0 0.161 1.258
Glicina 0.306 0 0.063 0.319
Prolina 0.674 0 0 0.356
Serina 0.341 0 0.033 0.495

Esta tabla vale su peso en oro pues a grandes rasgos puede


apreciarse el fruto que tiene el trabajo de germinar las semillas para
consumirlas como ensalada, algunas, y otras para secarlas y molerlas
finamente y poder así obtener aminoácidos simples de origen vegetal que
pueden sustituir el abasto proteico generalmente lo proporciona la carne y
evitar los males que van inherentes a la dieta carnívora.

Un trabajo que verdaderamente me gustó fue el haber logrado que
liberaran una pareja de venados para que empezaran a tener cría en la
comunidad de San Andrés de la Cal, para lo cual me sentí movido a
ponerme mi hábito de franciscano que es uno de mis uniformes de
danzante. Me subí en mi automóvil y me les aparecí en la casa del señor
que tenía cautivos los venados que era un venerable anciano que se
sorprendió al ver el hábito franciscano; creo que solo así y después de unas
palabras de promoción por la vida que le dije, liberó a los animales para que
se fueran a vivir a un terreno ya dispuesto para la crianza de los
especímenes. Al poco tiempo ya existían algunas crías.

Aunque ya no llegué al alcohol de 96º el aguardiente de caña era la
bebida que normalmente consumía sin restricción y mi capacidad corporal
se iba minando poco a poco al igual que mis reservas económicas.
Cuando el dueño de la casa llegó de Estados Unidos en su visita
anual el dinero que me quedaba se me acabó. Le hablé por teléfono a mi
madre pero me negó cualquier ayuda económica. Así que le dije al dueño
que si me esperaba a que al día siguiente le consiguiera el dinero y le ofrecí
mi televisión como garantía.
Al día siguiente por la mañana llegó a la casa acompañado por los
hombres del pueblo para llevarse todas mis cosas. Con trabajo llegué a
decirle a una amiga venezolana que le hablara por teléfono a mi madre para
decirle del desalojo ilegal de que estaba siendo objeto. En cuestión de una
hora habían sacado casi todas mis pertenencias. Puede vender algunas
cuantas pero la mayoría me fueron saqueadas. Por la tarde apareció mi
madre con mi hija y su novio para recogerme con las pocas cosas
personales que había logrado conservar.

182
Me llevaron a Cuernavaca, a la clínica Cuernavaca, psiquiátrica, que
pertenecía a un doctor psiquiatra con el que platiqué algunas veces. Estaba
en un amplio terreno dividido en dos partes: la de pacientes especiales y la
de pacientes comunes. Yo fui ingresado en la de pacientes especiales.
Tenía alberca. Daban cigarros cada hora durante el día; el problema era en
la noche. Pero nos daban pastilla para dormir. Ese es el tratamiento
psiquiátrico, universal, los fármacos.
Recuerdo que recién ingresado a las filas de Alcohólicos Anónimos
le pregunté a un padrino del movimiento 24 horas que a qué tiempo había
que dejar de fumar y me contesto sencillamente que al mismo tiempo que el
alcohol, dejar de beber, dejar de chupar, cosa que yo no había podido hacer.
La mayoría de los grupos no le da importancia al tabaquismo, también
mortal, al grado de que personas que no fuman al llegar a un grupo de AA
empiezan a hacerlo, ya que la fuga emocional que se da por medio del
tabaco y que se practica en la mayoría de los grupos es absorbente y
contundente.
Mi madre, a pesar de pertenecer al movimiento de Alanon para
familiares de alcohólicos siempre que me ha vuelto a internar empieza por
una clínica psiquiátrica; tal vez quiere deslindarse del hecho de haberme
dicho que tenía que aprender a beber, siendo que si bien estoy un poco loco
como dice el dicho, lo de médico no se me ha olvidado y de poeta, no he
hecho mucho la prueba, pero en prosa, y a pesar de todas las neuronas que
según los grupos de AA en los que he estado he perdido, con la sola
neurona que me queda, ya llevo escrito todo esto.
De todas las clínicas psiquiátricas que he conocido ninguna se
aproxima a la efectividad terapéutica del más humilde de los grupos de AA
que he conocido. Los psiquiatras tienen casi todo su poder terapéutico
apostando a los medicamentos en lugar de inducir al enfermo a un
autoanálisis moral de sus vidas. Esta clínica no fue la excepción y de
haberme quedado más tiempo tal vez habría podido introducirse el
programa de A.A. pues a cierto tiempo de estar internado llegaron
compañeros militantes de un grupo de Alcohólicos Anónimos a intentar
organizar una sesión, pero en ese momento me sacaron de ahí.
También pude haberme desenfrenado y acostarme con una
compañera enferma que de alguna manera se hacía accesible pero no quise
nuevamente meterme en problemas sexuales.
De esta clínica fui cambiado a otra que ya tenía el programa de
Alcohólicos Anónimos.

“Sinapsis” se llamaba la clínica a la que fui trasladado. Pertenecía a
un alcohólico que junto con su hija administraban la institución. Aquí pude
empezar a salir a la calle en una especie de medio camino. De esta manera
pude recuperar objetos que ya había dado por perdidos. Además de mis dos

183
automóviles. Lo más valioso que recuperé fueron unos frascos con polvo de
germinado de trigo o Pan de Vida.
Aquí me daban una cajetilla de cigarros y una Coca-Cola de 600 ml
diariamente, aparte de los medicamentos siquiátricos que tenía ya prescritos
desde la clínica anterior.
Como me portaba bien y era obediente y me preocupaba por que los
servicios se realizaran con eficacia, la directora de la institución me dijo un
día que tal vez yo no fuera alcohólico. Eso significó que me fuera a hacer la
prueba. Empecé a comprar alcohol de 96º en una tienda cercana y para
introducirlo a la clínica lo vertía en botellas de agua para beber.
Obviamente que sí resulté ser alcohólico pero no lo discutí con nadie
y con el tiempo dejé de asistir a las sesiones de AA que se hacían
diariamente y me dedique a leer algunos libros que tenía pendientes. Entre
ellos leí “El Libro de Urantia” que había comprado en Tepoztlán y no había
tenido tiempo de leer pues se trata de un libro bastante grueso y denso, pero
el contenido es una verdadera revolución desde el punto de vista de cómo
llegó a ser escrito además que explica cómo está formado y organizado el
universo de los universos, nuestro universo particular, la historia de Urantia
que es el nombre de la Tierra desde el punto de vista universal y tiene
también una última cuarta parte que narra una historia de Jesucristo que
también me gustó pues describe a Jesús como trabajador en un astillero
donde diseña una barca para la pesca más eficiente que las comunes y
corrientes que se utilizaban; un viaje de Jesús a Roma que es más creíble
que el viaje al Tíbet que quieren atribuirle algunos grupos simpatizantes del
budismo Tibetano. También habla de un chino compañero de trabajo de
Jesús con el que compartía una estrecha amistad y del que pudo haber
recibido nociones de la medicina tradicional china.
Estando en esta clínica vendí uno de mis carros e intenté arreglar el
otro para regresarme a México a vivir. Cuando finalmente quedó “listo” y
arreglado el automóvil con el que me quedé intenté regresar a la ciudad de
México por la carretera federal pero ni siquiera llegué a tres Marías pues se
me calentó el motor recién ajustado. Gracias a una patrulla pude conseguir
una grúa que me llevara a mi nuevo destino en el Distrito Federal.

Desde tiempo antes mi madre y yo habíamos visitado y alquilado un
cuarto que estaba en la colonia Condesa cerca del grupo Condesa que fue
el iniciador del movimiento 24 horas de Alcohólicos Anónimos. También
quedaba cerca de la mezquita musulmana donde tampoco se bebe, pero por
aquellos días lo que necesitaba nuevamente era encontrar un grupo donde
pudiera dejar de beber y de fumar y recuperarme nuevamente.
A la vuelta de la esquina había un Superama donde podía comprar
alimentos pero también bebidas y como en el internado anterior había
seguido bebiendo a escondidas pues aquí también seguí tomando lo que

184
podía comprar con el dinero que me daba mi madre ya que no quería darme
la oportunidad de vivir en su casa a pesar de tener espacio de sobra.
Mi madre estaba con la esperanza de que comiera tortas de los
puestos de la calle como alimento principal y que según ella no iba a tener
problemas pero pienso que el Espíritu no estaba de acuerdo y de plano no
me hallé ni en el barrio ni en el cuarto y tampoco con las tortas. Así que
seguí bebiendo a pesar de que empecé a ir al grupo Condesa 24 horas. En
la esquina había una vinatería y con diez pesos podía comprar un cuarto de
litro de caña. Llegué a tal grado de beber que me di cuenta de que en ese
lugar no iba a llegar a ninguna parte. Un día le hable por teléfono a mi madre
y le narré la situación y en cuestión de unas horas ya me habían llevado a
otra clínica que utilizaba también el programa 24 horas de Alcohólicos
Anónimos.

185
NOVENO SEPTENARIO
“La nueva cultura”
De los cincuenta y siete a los sesenta y tres años

Definitivamente es verdad que quien conoce Alcohólicos Anónimos


por una vez, podrá salirse del triángulo de Unidad, Servicio y Recuperación,
pero nunca jamás del círculo. Por lo menos en mi caso, desde que conocí el
programa en 1976 en la cárcel, y no me quedé, he tenido, por necesidad,
que conocer diferentes grupos de diferentes vertientes pero todos basados
en el programa de recuperación de 12 pasos y 12 tradiciones.
La nueva clínica, “Viviendo sanamente”, estaba en la delegación
Iztapalapa donde también mi esposa, la madre de mi hija, tiene su casa.
Era el momento de hacer un balance de la situación general de mi
vida y mi relación con las personas más importantes con las que tengo
relación: mi hija, mi esposa, mi madre, mis hermanos, mis primos, mis
compadritos de la danza y mis compañeros de grupo que se estaban
rehabilitando. Ante todo esto, exponer a todos ante el Pan de Vida, surgió en
ese momento como una misión imperativa.
Tenía conmigo unos cuantos frascos con harina de germinados de
trigo y me propuse dárselos a probar a mis compañeros en la nueva clínica,
pero el problema principal era como hacer más.
Consideré que dadas las circunstancias lo primero que tenía que
hacer era conseguir un trabajo y cuando me dieron la oportunidad en el
grupo me dirigí mediante una carta a la Delegación Política de Iztapalapa
para pedirles trabajo.
Tanto mi madre como la directora de la clínica me tiraron a loco
creyendo que me iban a responder de la delegación y me iban a dar trabajo
por el simple hecho de haber escrito una carta pidiendo el trabajo. La
cuestión fue que en unos cuantos días el director del servicio de limpias me
llamó por teléfono y me invitó a dar una vuelta por la delegación y para otro
día me invitó a la cineteca a la presentación de una película de cine
independiente muy interesante: “El violín”, sobre guerrilla campesina. Así
ingresé a las filas del departamento de limpia de la delegación de
Iztapalapa.
Lo primero que hice fue acercarme al intento de separación de
basura que llevaba la delegación. Se habían comprado unos “camiones
ecológicos” que tenían dos compartimientos para recibir la basura, en uno
se depositaba lo inorgánico y en el otro lo orgánico, pero en verdad a la hora
de llegar a descargar estos residuos sólidos todo se depositaba en el mismo
tráiler que se llevaba el contenido a su destino final el cual nunca conocí.
Ante esta situación me di cuenta del fraude que significaba cualquier
intento por separar la basura a nivel de la ciudadanía. Esto hizo que
decayera mi interés por el trabajo. No obstante, decidí llamarles la atención

186
a las autoridades de ecología y haciendo los escritos pertinentes me
presenté en las oficinas correspondientes y les di mi punto de vista sobre el
problema. El asunto no eran los camiones sino los días para cada tipo de
desecho sólido así les sugería que unos días se recogiera un tipo de basura,
la inorgánica y otros días lo orgánico. Así lo vertido en los tráilers sería un
solo tipo de residuo sólido.
También se podría animar a la gente a hacer composta en su azotea
y a tener siembras de hortalizas ahí mismo lo cual es el inicio de una cultura
cultivadora de vegetales comestibles que debe ser el inicio de una cultura
holística, es decir, que las personas, todas, deben saber y hacer de todo lo
relativo a la vida, empezando por saber sembrar algunos de sus alimentos.
Sin embargo, para mí en este momento era perfeccionarme en la
problemática de producir para mí e interesar a la gente en producir Pan de
Vida y aprenderlo a consumir con la debida prudencia, justicia, fortaleza y
templanza, en la fe de que este es el verdadero camino alimentario hacia la
vida perdurable, en la esperanza de que se puedan organizar grupos de
sanidad y santidad responsables ante Dios, sus familias, su parroquia o
grupo terapéutico, sus colonias, sus Municipios, sus diócesis y sus Estados.
Con el amor de un ser humano, hombre, enfermo alcohólico
principalmente, pero también enfermo de tabaquismo y conocedor de otras
posibles dependencias que quiere ayudar a concientizar que el problema
existencial universal de la muerte al que estamos sujetos todos los seres
vivos del planeta puede ser conquistado y abolido mediante el cambio
inteligente de los sistemas comunitarios desde el grupo de terapia o la
Iglesia, la familia, hasta la sociedad en general hacia la producción del Pan
de Vida ya sea de trigo, cebada o maíz, acompañado de una dieta crudívora
en que el consumo de carne sea abolido hasta desaparecer completamente
de la dieta humana, desapareciendo así las enfermedades producidas por
su consumo, que son la mayoría, evitando la muerte de animales cuya
presencia revitaliza y embellece la vida del hombre en el planeta,
recordándole lo grande y fuerte que puede ser un cuerpo como el del
elefante o el de la vaca que solo comen vegetales.

Una mañana que tuve que ir cerca de la casa de la madre de mi hija,
me presenté en su domicilio para ver cómo estaba. Lo que me sorprendió de
entrada fue la imagen desarmable de un águila parada en un nopal
devorando una serpiente que le había regalado tiempo atrás y que era lo
primero que estaba adornando la entrada de su departamento. Me sentí
como si me estuviera esperando, pues el día en que le regalé ese escudo
nacional ya casi regreso a vivir a su lado.
Ese día no estaba ella y me abrió su hijo. En la breve visita le dejé
en un platito un poco de polvo de germinados para que se lo enseñara a su
mamá y lo que hizo con él fue intentárselo meter por la nariz como si fuera
cocaína. También le dejé unos folletos de invitación a la separación de la

187
basura que habían impreso en la delegación y sin querer meterme en algún
problema, me fui. Al día siguiente, regresé y me encontré la papelería que le
había dejado el día anterior tirada a la entrada del edificio como si la hubiera
tirado por la ventana. La recogí y desde entonces ya no la he vuelto a
buscar ni a ver.

En esta clínica me llegó la idea de diseñar una secadora solar que
tan solo utilizara una hoja de triplay de 1.22 mts por 2.44 mts mas listones
de madera para sus patas y armazón, y lo hice.

188
En un primer momento una comadrita del grupo de danza interesada
en novedades me ayudó con el financiamiento de la secadora solar y en ella
pude secar una primer canasta de germinados de trigo que me sirvieron
para continuar con la información del Pan de Vida.
Con el primer salario que recibí me compré un molino para moler los
germinados secos. Desafortunadamente mi comadre había hecho arreglos a
su casa y el acceso a la azotea había sido bloqueado por lo que no me
quedé en su casa para continuar con la producción de los germinados:

Secadora Solar para azotea

Germinados al interior de la deshidratadora con focos para secado nocturno

189
Eran tiempos electorales y el PAN y el PRD se disputaban la
presidencia del país. Para hacer valer sus derechos, el candidato del PRD,
Andrés Manuel López Obrador había organizado un plantón en el zócalo
donde representantes de todos los estados de la república estaban
presentes. En este entorno y con el dinero que ganaba imprimí la
información del Pan de Vida y me fui desde las casas de campaña de todos
los partidos políticos hasta todas las carpas de los diferentes estados
repartiendo esta información y dándoles la prueba de los germinados de
trigo, secos y molidos. Así, de alguna manera cubrí todos los estados de la
República Mexicana.

Por mi parte, volví a empezar como si no hubiera hecho nada, por
una agrupación que se llama Sociedad Mexicana de Filosofía Hermética
cuyo fundador y director me abrió gentilmente y con toda libertad las puertas
de su organización para que trabajara en el interior de sus instalaciones.
Hasta mi computadora laptop tenía yo la confianza de dejar en su oficina
para no andarla cargando por las calles de la ciudad. La primera parte de
este escrito y el plano de la secadora solar la realicé en SOMEFHER como
se le conoce. También pude trasladar la secadora solar desde la casa de mi
comadrita de la danza hasta el edificio en cuestión y pude seguir haciendo
harina de germinados de trigo y repartirles a los miembros de la institución.
De cualquier manera no era el lugar adecuado para desarrollar el
proyecto por lo menos en aquel momento. Yo mismo no estaba listo para
manejar las energías que se manejan en esta sociedad. No obstante les
pasé la información completa de los germinados de trigo diciéndoles que
son la base del Pan de Vida que puede ser la nueva y verdadera hostia del
programa Eucarístico de la Iglesia Católica renovada.
Ahora bien, si en términos alquímicos, que es el giro que maneja
Somefher, traduzco el Pan de Vida, este para mi es La Piedra Filosofal y
averigüen cual es mi verdadero nombre y quién fue el fundador de la
alquimia según me dijeron por ahí.
En este momento me decidí a conseguir un poco de dinero para
hacer una impresión de mil ejemplares del Evangelio de la Salud y de la
Paz, como lo titulé. Mis primos hermanos de una misma familia me
prestaron un dinero para completar el monto de la edición, la cual empecé a
repartir entre la gente que se me atravesaba en el camino. He dejado al
Señor Jesús el resultado de ese primer esfuerzo para que el juzgue y me de
la guía de por donde continuar con mi esfuerzo personal para difundir y
coagular el primer proyecto de Pan de Vida.
Por abogar por la vida de un árbol perdí mi amistad con el fundador
de la institución pero por lo menos le deje el mensaje del Pan de Vida que
era lo importante en ese momento como alguien que difunde la doctrina
alquímica de la transformación del plomo en oro, del simple grano de trigo
molido del que se hacer productos alimenticios como son el pan blanco o

190
integral o las pastas, al germinado de trigo, seco y molido: Pan de vida; de
Pan de Muertos que genera diabetes y obesidad a Pan de Vida que puede
generar vida perdurable.

En este momento, y dado que casi nadie entendía el mensaje que
quería difundir sobre los germinados de trigo y el verdadero Pan de Vida,
decidí escribirle una carta al Papa Benedicto XVI que casi acababa de ser
nombrado y dice así:

México D.F. a 1 de enero de 2007.

Monseñor Guiseppe Bertello.


Nuncio Apostólico de la Iglesia Católica en México.
Presente.

Estimado hermano en Cristo Jesús.


Ante la impiedad del Mundo úrgeme el Espíritu día a día para que me
comunique de alguna manera con la jerarquía responsable de las
instituciones religiosas primeramente, y en general, con todas las que
puedan tener en sus manos el cambio que se requiere.
Ese mismo Espíritu que me guía en mi diario vivir me urgió a
escribir esta carta a Su Santidad Benedicto XVI para sentar precedente
en mi futura actividad dirigida al Mundo entero.
Agradezco tu tiempo en enviar este mensaje a su destinatario,
esperando que la paz y el bien que el Espíritu del Señor provee a sus
siervos viva en tu persona por siempre.

Tuyo en el Señor

AA

191
México D.F. a 1 de enero de 2007.

Su Santidad Benedicto XVI

Estimado Hermano en Cristo Jesús.

Te he mandado algunos documentos que he elaborado para difundir


la doctrina de salud de Jesucristo escrita por el amado Juan en el
documento titulado “El Evangelio Esenio de la Paz”.
Debe haber sido un evangelio sellado por el Ángel del Destino
hasta esta época en que ya no quedan dudas con respecto a la naturaleza
de las enfermedades ni a la constitución de los seres vivos ni de la materia
inorgánica y elemental y su posible aprovechamiento. En lo particular fue
un encuentro en mi búsqueda de la correcta forma de vivir.
Saliendo de los estudios preuniversitarios había decidido junto con
el “estado mayor” familiar, militares refugiados de la guerra civil española,
estudiar medicina en la Escuela Médico Militar. Ingresé pocos años después
del movimiento del 68 y su réplica del 10 de junio de 1970 y platicando con
un cadete cuyo hermano había sido masacrado en Tlatelolco, le pregunté
que cual era su posición al respecto, a lo que me contestó con un lacónico:
“Aquí estamos para obedecer órdenes”. Me di de baja al poco tiempo y me
inscribí en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de
México y después del primer año, al ver la maravilla que es el cuerpo
humano me dije:
“No es posible que muera el cuerpo; algo debemos estar haciendo
mal”.
Renuncié a la carrera de la medicina alópata por razones tanto
académicas como familiares y me decidí a estudiar cinematografía
influenciado por un amigo muy especial. De esta manera me acerqué a los
asuntos sociopolíticos de la época, y así, poco a poco, la Providencia se
fue encargando de ponerme en el camino de encontrar alternativas al
problema de la Salud, tanto individual como socialmente.
Así descubrí este Evangelio de la Paz ó Evangelio de la Salud
según otra edición. Lo que más me llamó la atención fue el hecho de la
indicación del Maestro Jesús de germinar la semilla antes de consumir el
grano de cereal,(Evangelio de la Salud y de la Paz Capítulo 24:
https://es.scribd.com/document/386432919) y lo primero que se me vino a la
mente fue su relación con la eucaristía; como me dijera un amigo presbítero
ordenado dentro de la Iglesia Católica: “Lo que nosotros hacemos es tan
solo un símbolo de lo que debe ser”.
Esto es la actualización Eucarística para que sea realizado en cada
familia, en cada comunidad, en cada país y finalmente en el mundo entero,
y sea orientado por las jerarquías de las distintas religiones y de esta
manera se cumpla la palabra de ser “todo en todos” así como también la

192
propuesta de la Teología de la Liberación de “liberar el entorno para liberar
finalmente el centro”.
Meditando en mis ratos libres me llegó la idea de germinar trigo en
unos chiquihuites que son los recipientes tejidos con carrizo o alguna otra
fibra vegetal donde aquí en México se guardan las tortillas de maíz y, ¡oh
maravilla¡, los germinados sabían dulces como la miel, pero los
chiquihuites se pudrían por la humedad. Un día la Providencia me puso
frente a una canasta de red de nylon que había quedado a la intemperie
conteniendo unos frijoles que habían germinado, ¡Eureka! ¡Lo encontré! Y
continué germinando en pequeñas canastitas de red de nylon, pero no me
funcionaba como debiera; era muy incómodo llevar la bolsa colgando y si
no lo consumía empezaban a oler mal. También la Providencia me mandó
una secadora solar prácticamente como regalo. Buscando más, en un
curso de medicina alternativa dentro de la Gran Fraternidad Universal que
me financió una orden islámica, una compañera nutrióloga me enseñó su
tesis sobre el asunto de los germinados y pude constatar que no solo el
almidón de la semilla se convertía en azucares simples de fácil digestión
sino que también había vitaminas, minerales y aminoácidos de primera
formación que obviamente son más fáciles de integrar al sistema personal
que los de las proteínas complejas que obtenemos por medio de la carne,
la leche y los huevos principalmente.
Sin lugar a dudas llegué a la conclusión de que este es el camino
para la salud verdadera y la verdadera paz y que el Símbolo Eucarístico,
Cuerpo de Cristo, tan celosamente guardado a través de estos dos milenios
de predicación evangélica se convierta en una realidad en la vida orgánica
dentro de las familias, y la Iglesia católica, madre y maestra, como
orientadora del cambio.
El hecho de hacer hostias de trigo germinado ó cualquier otro cereal,
como dice San Pablo en la Primera Epístola a los Corintios, en el capítulo
15, dónde explica el misterio de la Resurrección de los muertos,
especialmente en los versículos 36 y 37: “¡Necio! Lo que tú siembras no
revive si no muere. Y lo que tú siembras no es el cuerpo que va a brotar,
sino un simple grano, de trigo por ejemplo o de alguna otro grano (cereal)”;
es decir, germinándolo, lo que lo convierte en realidad en un sustituto
perfecto de la carne animal, que tantos perjuicios a la salud acarrea su
consumo constante debido a la dificultad para su digestión y para integrarlo
al sistema orgánico personal.
Romanos 14, 21:
“21 Es bueno no comer carne, ni beber vino, ni hacer cosa alguna por
la cual tu hermano tropiece.”

Además de la intolerancia en el carácter de los consumidores, que


irremediablemente se van deteriorando físicamente a causa de la dieta y
que aunado a la tensión cotidiana por cumplir con el quehacer por la
subsistencia deviene en una neurosis perenne que se amortigua con el
consumo del vino, pues las culturas carnívoras van acompañadas de vino

193
desde cerveza hasta cualquier tipo de aguardiente y acaba en la muerte
física.
Esto propicia también el espíritu de competencia que subsiste en
este Mundo a causa de la ignorancia del pueblo y su fomento por los medios
de comunicación masiva, que en lugar de la ayuda mutua y el desarrollo
conjunto y equitativo, tomando en cuenta primero al planeta en que vivimos,
nuestra casa, nuestra madre material, y en segundo lugar a nuestros
cuerpos, nuestros templos, para finalmente liberarnos de buena voluntad del
sistema de la sociedad de consumo, irracional y esclavista, que nos domina
bestialmente.
Teillard de Chardin, en un ensayo sobre la liberación y evolución del
hombre, concluía que esta solo será posible a través de una re
sensibilización biológica del individuo y la sociedad, que debido a la
artificialización de los alimentos brindados por la industria encaminada a
sufragar la demanda a cualquier costo con tal de no perder en los números
en el banco, nos ha traído una desviación en el gusto contra lo
auténticamente conveniente como seres humanos naturales. Somos
víctimas de nuestra propia ignorancia como civilización:
Génesis, 6, 3:
3 Después de eso dijo Jehová: “Ciertamente no obrará mi espíritu

para con el hombre por tiempo indefinido, ya que él también es carne. Por
consiguiente, sus días tendrán que llegar a ser ciento veinte años”.

Y les mandó el diluvio y les dio a comer carne y a beber vino:


Génesis 9, 3:
3 Todo animal moviente que está vivo puede servirles de alimento.

Como en el caso de la vegetación verde, de veras lo doy todo a ustedes.


4 Solo carne con su alma —su sangre— no deben comer.

Y Génesis 9, 20-21:
20 Ahora bien, Noé comenzó [a trabajar] de labrador y procedió a

plantar una viña. 21 Y empezó a beber del vino y se embriagó, y así se


desarropó en medio de su tienda.

Sin embargo, ya después de la resurrección de Jesús, el apóstol


que sustituyó a Judas, San Pablo, escribe a los romanos lo que debe ser
nuestra esperanza:
Romanos 8, 22-23:
“Vemos que la creación entera gime y sufre dolores de parto. Y
también nosotros aunque ya tengamos el Espíritu como un anticipo de lo
que hemos de recibir, gemimos en nuestro interior mientras esperamos
nuestros derechos de hijos, y la redención de nuestros cuerpos”.

No obstante, ahora hemos desarrollado una ciencia que puede


constatar lo expuesto en este Evangelio de la Salud y de la Paz

194
(https://es.scribd.com/document/386432919), y los medios de
comunicación también pueden difundir hasta cierto punto, las ventajas de
una alimentación natural con productos elaborados bajo estrictas normas
de calidad.
Me pregunto ¿qué Evangelio predicaba Jesús en su tiempo?: el
Evangelio de la salud física, mental y espiritual, por la Fe en lo
sobrenatural que nos vigila y nos cuida como a sus criaturas y nos ayuda
por la Ciencia de las Bienaventuranzas y de la Buena Voluntad y
buscando la Justicia de la Verdad Eterna para que el Reino de los Cielos
que ya está entre nosotros, nos sea perceptible.
El cambió debe ser personal, comunitario, nacional y mundial.
¿Por dónde empezamos?.
Es momento de abreviar:
San Mateo 6, 33:
“Buscad el reino de los cielos y su Justicia y todo lo demás les será
dado por añadidura”

Génesis 1,29:
Y Dios pasó a decir: “Ved que os he dado toda vegetación da
semilla que está sobre la superficie de toda la tierra y todo árbol en el cual
hay fruto de árbol que da semilla. Que les sirva de alimento”.

Es tanto como decir que Jesús vino a enseñarnos, a pensar, a vivir


y a comer, conforme al plan original de la creación, para retornar al paraíso.
No debemos preguntarnos cómo resucitó sino porqué la muerte no
tuvo poder sobre Él.
¿Por qué dejó para lo último en su predicación la consagración del
Pan de la Pascua Israelita como su Propio Cuerpo y lo instituyó como su
memorial?
Estamos como civilización global al principio de las manifestaciones
del nacimiento de una nueva humanidad, basada en los principios de este
Evangelio de la Salud y de la Paz en particular, que se empieza a manifestar
en la sensibilidad de la sociedad en grupos que buscan una vida sana
mediante una dieta adecuada, y ejercicio físico no competitivo, además de
cumplir con lo establecido por el canon con el cual ha marchado la Iglesia
satisfactoriamente a través de veinte siglos, cumpliendo su misión
evangelizadora del alma humana en el mundo entero ha llegado el tiempo,
por necesidad, de la redención también de nuestros cuerpos.
Ya todo el mundo sabe de Jesucristo, de su palabra y su
resurrección, gracias a las iglesias y a sus creyentes. Sin embargo intentar
cambiar la actitud de la gente con respecto a su realidad cotidiana sin el
cambio de alimentación para la salud como objetivo, es sumamente difícil.
Me dirán ustedes: y qué de la visión de Pedro en la azotea de la
casa: “Mata y Come”; eso debe ya pasar para ser sustituido por la muerte
del grano que da vida y vida en abundancia; la germinación de las semillas
que nos alimentan y aprender a comer los alimentas crudos, tal como nos
los brinda la madre naturaleza.

195
Los tiempos cambian; cada era tiene su principio y su fin; hemos
logrado generar el Estado de Derecho de estilo Romano, Judeo, Cristiano,
valga el pacto de Israel con Roma en tiempos de los Macabeos, (Primer libro
de los Macabeos capítulo 16). Pero ¿es el estado policiaco y militarista la
visión del Padre y del Hijo para el mundo redimido o solo una interfase en el
aprendizaje del mundo civilizado?. ¿Podremos dar este cambió de Salud
global por la vía organizada y pacífica?
Sin lugar a dudas también seguiremos aprendiendo la manera
correcta de vivir en la Tierra e investigando a través de la ciencia y la
técnica, las posibilidades para aprovechar nuestros recursos racionalmente
sin que tenga que sobrevenir lo descrito en el libro del Apocalipsis 8, 6-7:
6 Y los siete ángeles con las siete trompetas se prepararon para

tocarlas.
7 Y el primero tocó su trompeta.

Y ocurrió granizo y fuego mezclados con sangre,


y esto fue arrojado a la tierra; y la tercera parte de la tierra se
quemó,
y la tercera parte de los árboles se quemó,
y toda la vegetación verde se quemó.

O como relata también Apocalipsis 16, 17-18:


17 Y el séptimo derramó su tazón sobre el aire.

Con esto, una voz fuerte salió del santuario, desde el trono, y dijo:
“¡Ha acontecido!”.
18 Y ocurrieron relámpagos y voces y truenos,

y ocurrió un gran terremoto como el cual no había ocurrido uno


desde cuando los hombres vinieron a estar en la tierra,
tan extenso el terremoto, tan grande.
19 Y la gran ciudad se dividió en tres partes,

y las ciudades de las naciones cayeron;


y Babilonia la Grande fue recordada a vista de Dios,
para darle la copa del vino de la cólera de su ira.

No obstante, ¿Que vamos a hacer cuando se acabe el petróleo y los


recursos no renovables?
¿Tenemos ya una alternativa para el transporte o la comunicación?
¿Está nuestra cultura enfocada a trabajar en el plan original del Padre de
cultivar el jardín y hacer un Edén de toda la superficie del planeta? ¿A
trabajar como humanidad en un proceso de aprendizaje para trabajar para
dejar de trabajar algún día como humanidad redimida en un jardín
perdurable de nuestra co-manufactura con el don de la creación que nos ha
sido otorgado por El Padre?
¿O vamos a seguir siendo “cómplices” de un sistema bestial que
supuestamente nos libera y pero en realidad nos esclaviza, pero no nos
acaba de educar porque no tiene visto un fin último y eterno?;

196
¡Eduquémonos entre nosotros mismos estando sujetos a toda criatura
buscando la justicia del Reino de los Cielos cultivando el jardín!
¿Son los poderosos los pueden tener la decisión del cambio de
Buena Voluntad pues en sus manos está lo que en cuanto a los recursos
económicos se refiere? ¿O los pobres, la mayoría, que somos los que
pisamos con nuestras plantas este planeta sujeto del cambio, Nuestra
Venerable Madrecita Tierra, Tlalli Tonantzin, como la nombran los pueblos
aborígenes de México no podemos hacer nada más que salir a votar
democráticamente por un candidato, por un partido político?
La solución somos todos en verdad y en La Verdad.
Volver al campo, más no para explotarlo y dejarlo estéril sino para
cultivarlo y embellecerlo formando parte de una comunidad, célula de vida
verdadera, de retribución a la naturaleza; de la dádiva por el costo de
nuestro conocimiento actual, y liberarnos así de la condenación del
trabajo, como civilización global: Trabajar para dejar de trabajar. Re-edén-
ción.
No construir más ciudades esclavistas y esclavizantes en sí mismas,
sino comunidades agrícolas e industriosas, de vida saludable y justa; células
de restauración y renovación del medio ambiente planetario, aunque nos
tardemos mil años.
Ya llegó la hora.
¡Busquemos el cambió que necesitamos!
¡Incluyámonos en el cambio! ¡Vivamos el cambio!
Recapitulando todas las cosas en la Verdad.

Φ
Tu Hermano en El Señor.

AA


Como Shaya Michán, un Guru de la Gran Fraternidad Universal
estaba cerca del edificio de Somefher, decidí visitarlo para invitarlo a que
conociera la forma de hacer el Pan de Vida. Lo encontré en el segundo piso
de su local a punto de bajar las escaleras y le di un ejemplar del Evangelio
esenio de la Paz bajo el título del Evangelio de la Salud y de la Paz y un
frasco de harina de germinados y brevemente le expliqué de lo que se
trataba. De inmediato entendió lo que le decía y decidió acompañarme a ver
de lo que le hablaba en el edificio donde esta Somefher. Pudo ver los
rudimentos con los que hacía los germinados y me invitó a que lo
acompañara a su rancho en el estado de Morelos.
Ya en el rancho me instalé en un cuarto de un edificio que se había
construido para albergar a los trabajadores de una proyectada clínica que
Shaya quería hacer en aquel terreno. Al llegar fui presentado a las

197
principales mujeres que constituían la casa hogar para niños huérfanos y
madres solteras que tenía como razón social el rancho. Ahí también se
fabricaban los complementos alimenticios que recetaba para sus pacientes
en los diferentes lugares que tiene en la Ciudad de México y en diferentes
partes del país.
Era semana santa y antes de que cerraran las tiendas compre triplay
para hacer una nueva secadora solar y empezar con la producción de la
harina de germinados. En menos de un día de trabajo quedó lista la nueva
secadora mientras que por otra parte ya había puesto a germinar trigo en
morrales grandes de red de nylon.

Lo primero que hice por el rancho fue hacer una limpieza de
envases de refresco y objetos que no pertenecían al entorno natural como
llantas, alambres, latas, etcétera, labor que fue aplaudida por el guru.
Conforme fui conociendo los alrededores me di cuenta de que la tira
clandestina de basura era un mal que aquejaba a toda la región.
Cuando pasó el fin de semana Shaya se fue y me dejó con el
encargo de continuar con el proyecto del Pan de Vida y viendo que se podía
hacer por el rancho que conforme me contó desde sus inicios había estado
lleno de conflictos.
Resultó que la directora de casa hogar no era la que en un principio
me fue presentada como la “generala” sino otra mujer de raza blanca que
tenía a toda su familia trabajando en el rancho.
A los pocos días estas mujeres me dijeron que no me querían en el
lugar y que sacara mis cosas si no quería que mandaran a los muchachos a
sacármelas. Les dije que a mí me había invitado Shaya y que solo él me
podía dar la contra orden. Afortunadamente un señor amigo de Shaya que
vivía en el rancho con sus dos hijos me había sugerido que le cambiara la
combinación de la cerradura de la puerta del cuarto donde me había
instalado y así solo yo tendría copia de la llave.
Luego, al ver que no iban a poderme sacar tan fácilmente, me
pidieron que sacara a uno de los hijos del señor amigo de Shaya que era
alcohólico. Investigue donde había un anexo y le di el teléfono al hermano
mayor de la directora de la casa hogar para que ellos llevaran al enfermo a
un lugar donde pudiera recuperarse. Luego me enteré que ya había estado
en un grupo y después de salir había recaído. Como el hombre era un
trabajador al que se le habían venido abajo varios proyectos productivos
dentro del rancho y se ocupaba de regar unos arbolitos de limón que
estaban recién sembrados me preparé para hacer su trabajo mientras lo
llevaban a recuperar nuevamente pero pasaron los días y no hicieron nada
al respecto.
Por otro lado, comer en el rancho se había vuelto un problema. A
pesar de que trabajaba en lo de la basura y pensaba empezar a hacer
composta, casi casi me tenía que robar la comida. Si no hubiera sido por mi

198
madre que me mandaba un dinero equivalente a lo que pagaba en las
clínicas mi situación dentro del rancho hubiera estado muy comprometida.
Ante la presión, mi incipiente sobriedad se vino abajo y volví a beber
directamente alcohol de 96º con miel de abeja solidarizándome con mi
hermano alcohólico, con su papá que me había aconsejado lo de la llave y
con el municipio de Zacatepec que me quedaba más cómodo y que se
prestó a ir al rancho a recoger los residuos sólidos que yo había estado
embolsando.
Con la bebida me fue más fácil soportar los embates de estas
mujeres que por lo visto así trataban a todos los invitados que Shaya les
mandaba.
Finalmente el proyecto del Pan de Vida tuvo que ser relegado pues
no le pusieron la atención que necesitaba y el guru no entendió bien el
cambio y la importancia que significa esta nueva forma de producir pan:
Si este pan puede ser la nueva hostia, o digamos, el verdadero Pan
de la conversión física para alcanzar la plena salud todos los esfuerzos de la
comunidad creyente deben ir encaminados a la producción y correcto
consumo de este producto con el fin de transformar el cuerpo corruptible y
mortal en un cuerpo incorruptible e inmortal, como dice San Pablo en la
primera epístola a los Corintios capítulo 15, 35-37, 42-44, 51-52, 54-55:

“No obstante, alguien dirá:


“¿Cómo han de ser levantados los muertos?
Sí, ¿con qué clase de cuerpo vienen?”.

¡Persona irrazonable!
Lo que siembras no es vivificado a menos que primero muera;
y en cuanto a lo que siembras, no siembras el cuerpo que se desarrollará,
sino un grano desnudo, sea de trigo o cualquiera de los demás;

Así también es la resurrección de los muertos.


Se siembra en corrupción, se levanta en incorrupción.
Se siembra en deshonra, se levanta en gloria.
Se siembra en debilidad, se levanta en poder.
Se siembra cuerpo físico, se levanta cuerpo espiritual.
Si hay cuerpo físico, también lo hay espiritual.

¡Miren!
Les digo un secreto sagrado:
No todos nos dormiremos en la muerte,
pero todos seremos cambiados.
En un momento, en un abrir y cerrar de ojos,
durante la última trompeta.
Porque sonará la trompeta,
y los muertos serán levantados incorruptibles,

199
y nosotros seremos cambiados.

Pero cuando esto que es corruptible se vista de incorrupción


y esto que es mortal se vista de inmortalidad,
entonces se efectuará el dicho que está escrito:
“La muerte es tragada para siempre”.
“Muerte, ¿dónde está tu victoria?
Muerte, ¿dónde está tu aguijón?”

Mi fallida carrera de medicina queda comprendida y superada en


estas breves palabras y en la producción, consumo y divulgación de la
verdad del Pan de Vida y el crudivorismo.

Ante la negativa de mi madre a recibirme en su casa, mi poder
superior ya tenía listo mi siguiente punto de difusión del proyecto del Pan de
Vida. Se trataba de una comunidad veracruzana donde desde hacía varios
años nos invitaban a danzar por parte de la familia del pintor Ernesto “El
Chango” García Cabral, y que dentro de mi experiencia en las mayordomías,
en los años que llevo de danzante, es donde mejor nos han recibido y
atendido. Estando en casa de mi madre una noche en que me reclamaba
que no tuviera yo a donde ir, tomé el teléfono y me comuniqué con mi
comadrita danzante de Huatusco, Veracruz, quien me dijo que al día
siguiente habría danza en San Antonio de Padua, que si me iba ella me
pagaba los pasajes. Colgué, empaqué mis cosas, y me dirigí a la terminal de
los camiones. A la mañana siguiente estaba yo en Huatusco, alistándome
para participar en la danza. Recuerdo que llevé frascos con harina de
germinados y ejemplares del Evangelio de la Salud y de la Paz que les
repartí entre los compadritos de las diversas poblaciones que participaron en
la obligación. Al día siguiente estaba nuevamente en la Ciudad de México.
Todavía regresé a Huatusco en otra ocasión que iba a realizarse
una exposición de la obra del “Chango” Cabral en Jalapa y aproveché el
viaje que hiciera mi compadre el hijo mayor del pintor desde la Ciudad de
México. Construí una secadora solar que dejé lista para cuando fuera
oportuno volver.

Varios meses estuve en el rancho limpiando los tiraderos de basura
de los alrededores y luchando contra las fuerzas oscuras que trataban de
echarme del lugar, hasta que decidido a abandonar lo que había comprado
para instalarme mejor: un ropero, un escritorio, una mesa banco de trabajo y
algunas herramientas. Después de encargarle mis pertenencias a una de las
hijas de Shaya, me fui a Huatusco para continuar con el proyecto del Pan de
Vida pues en el rancho, dadas las circunstancias, no existía el ambiente
propicio para desarrollarlo en ese momento.

200
Cuando ya en la ciudad, le avisé a Shaya de mi decisión, me dijo
que estaba bien lo que hacía pues estas mujeres ya habían ideado
acusarme en falso judicialmente de acoso sexual con lo cual me hubieran
metido en un gran problema del cual a mí solo me hubiera sido muy difícil
salir.

Mi madre prefirió seguir mandándome una mensualidad para que
viviera yo en cualquier otro lado antes de recibirme en su casa. Así,
conforme a lo ya preparado, me fui a vivir a Huatusco, Veracruz.
En aquel tiempo murió el jefe heredero de la danza por cuestiones
relacionadas con el abuso en el consumo de alcohol.
Como en el rancho había vuelto a beber mi compulsión por la
sustancia estaba en fase crítica así que casi de entrada en esta pequeña
ciudad me fui a dar a un grupo 24 horas de Alcohólicos Anónimos, el “Dr.
Silkworth”, que funcionaba más como anexo que como grupo, donde pude
recuperar la sobriedad después de unos meses de internamiento.
De salida del anexo comencé viviendo en una pensión en la que me
daban las tres comidas. Iba a misa todos los días y me fui olvidando de las
juntas del grupo. A los pocos días, la dueña de la pensión, molesta tal vez
porque no comía la carne que me daba en las comidas, me pidió que
desocupara el cuarto y me devolvería el dinero que le había pagado. Acepté
la propuesta y para la tarde había conseguido un cuarto en un edificio que
estaba casi en las afueras de la ciudad en una zona llamada la “reserva
territorial” y con ayuda de un camión que me encontré a la salida del edificio
y cuyo dueño tenía su domicilio a la vuelta de la pensión donde tenía mis
cosas en un solo día estaba instalado en mi nuevo domicilio.
El lugar era ideal para producir la harina de germinados de trigo
pues tenía una gran y soleada azotea, y agua en abundancia. También a
unas cuadras de distancia se encontraba otro grupo con anexo del
movimiento 24 horas de Alcohólicos Anónimos, el 17 de Marzo. Así se
manifestaba el Poder Superior.

Con la primera producción de los germinados de trigo fui con los
sacerdotes católicos que había en la comunidad y les pasé el mensaje,
regalándoles un ejemplar del Evangelio de la Salud y de la Paz y una
muestra del polvo de germinados de trigo.
El párroco de San Antonio me dijo que no anduviera por ahí
diciéndole a la gente y yo sencillamente le dije que por qué no si es la
verdad, a lo que no obtuve más respuesta que “pues sí, tiene razón”. El
asunto era probar la capacidad de la gente para entender la verdad revelada
en el díptico explicativo que les entregaba con una prueba de la harina de
germinado de trigo. No obstante, el único que me pidió que les enseñara a

201
hacerlo fue el otro presbítero, el vicario de la misma parroquia de San
Antonio.

Fueron casi tres años los que me pasé en Huatusco y a excepción
de los momentos en que me la pasé internado a causa de alguna recaída en
el consumo de alcohol todo el resto de tiempo estuve produciendo y
difundiendo la información del Pan de Vida pero ignoro el resultado que
haya tenido. De cualquier forma ese trabajo se lo ofrecí al Señor y es Él
quien sacará sus propias conclusiones; la premisa era aplicarlo en una
comunidad católica practicante y Huatusco lo es.
Dentro de mi poco entendimiento puedo concluir que la mejor
posibilidad para la realización de este cambio necesario es hacerlo dentro
de las normas que la Iglesia ha establecido para el consumo digno y
apropiado de la comunión; el Pan de Vida.
Siento no haber podido enseñarle al cura vicario como hacer el Pan
de Vida pero ante mi incapacidad para dejar de fumar no me sentía un digno
instructor y no encontré la forma de acercármele propiamente.

La primera visita que tuve en Huatusco fueron mi hija y mi madre
que viajaron en camión para pasar un fin de semana. Yo les enseñe mi
cuarto y los germinados que hacía pero no quisieron ir a la Iglesia conmigo
lo cual me dolió mucho pues yo hasta me había hecho parte del coro de la
parroquia donde cantaba los domingos en misa y teníamos ensayos entre
semana.
Así me volví a dar cuenta de la deshonestidad de mi madre al
haberse casado por la iglesia de una religión en la que no creía
verdaderamente. Entiendo porque tuvo que cosechar un hijo como yo y
sufrir todas las frustraciones a sus expectativas como madre de una
supuesta familia “normal”, según ella, pues a mi manera de ver, fue por la
falta de una fe verdadera en Jesucristo a pesar de haberse casado por su
Iglesia. Por la misma causa, mis dos progenitores, mi familia en realidad, ha
sido disfuncional pues carente de una fe auténtica en la iglesia fundada por
el enviado de Dios Padre a la humanidad, a la cual, a mi capacidad, he
intentado pertenecer pero ellos no lo han querido aceptar. Sin embargo, se
justifican diciendo que no hay escuela para padres, pero la palabra de Dios
es bastante explícita en este sentido y los sacramentos son la vía para
obtener tanto el perdón como la luz de la verdad. Por lo tanto, la justicia del
Reino no se ha hecho esperar: “vuestros hijos serán vuestros jueces”
Mateo 12, 26-27:
Así mismo, si Satanás expulsa a Satanás, ha llegado a estar dividido
contra sí mismo; entonces, ¿cómo podrá estar en pie su reino?
Además, si yo expulso a los demonios por medio de Beelzebub,
¿por medio de quién los expulsan los hijos de ustedes?:

202
Por eso, ellos serán sus jueces.

Conocieron a mi comadrita danzante y bailarina por cuya invitación


estaba yo en la comunidad y conocieron también su escuela de danza
clásica con la cual se gana la vida. Pero no quisieron conocer la iglesia. Ni
que hacer.

Meses después me habló por teléfono mi hija diciéndome que me
iría a visitar con su nueva pareja, un cineasta chileno que ya había conocido
en una ida al cine en la Ciudad de México y que en esta ocasión pudimos
tener una relación más estrecha en el breve tiempo que pasamos juntos. Me
dijo que tenía una hija muy inteligente, con lo cual quede complacido.
Quién sabe por qué razón ese día hizo un calor realmente intenso.
Mi hija quiso que fuéramos a comer truchas a un lugar cercano del que
había oído hablar pero no había tenido la oportunidad de visitar. Llegamos
temprano y decidimos ir a un río cercano donde aproveché para darme un
baño de agua fría que me sentó de maravilla. Comimos unas deliciosas
truchas y ya de regreso, después de tomarnos un excelente café de la
región, por la tarde noche los despedí con un gran sentimiento de amor y
gratitud.
Tan luego me dejaron me fui a comprar mi botellita de alcohol de 96º
pues había vuelto a beber y me fumé mi primer cigarro del día; no entiendo
por qué no fumé y pude respetar su sobriedad durante los momentos que
pasamos juntos. Puedo decir que fueron los mejores días de mi estancia en
Huatusco.
Al poco tiempo volvería a estar anexado en el grupo Dr. Silkworth.

Después del penúltimo internamiento la dueña del edificio donde
vivía me pidió el cuarto donde tenía mis cosas y me fui a vivir cerca del
centro de la comunidad.
Aprovechando una convocatoria para el examen de admisión en el
Instituto Politécnico de Huatusco, me inscribí para acreditarme como
estudiante de la carrera de Ingeniería en Biotecnología.
Me dijeron que todos los que presentamos el examen fuimos
aceptados. Que el examen fue un prerrequisito necesario para la inscripción
y qué la verdadera selección vendría con las materias que acreditáramos al
final del cuatrimestre.
Con esta experiencia pude darme cuenta que estando ocupado en
algo de provecho como el estudio no me daban ganas de beber pero ni por
asomo, ni siquiera una cerveza y también mi tabaquismo fue cancelado
durante las horas que permanecía en la escuela. Iba bien en las clases pero
a la hora de los exámenes me atrofié. Tal vez no fue la voluntad del Señor

203
que continuara por ahí pues hasta tuve diferencias con un profesor que
opinaba que germinar semillas, secarlas y molerlas, no es biotecnología.
Me esforcé hasta donde pude por presentar los exámenes y hacer
los trabajos que exigía cada materia para ser acreditada pero al final del
ciclo me fue imposible cumplir con los requisitos de todas las materias y por
una causa u otra reprobé algunas materias lo cual significó un duro golpe
para mi deseo de continuar estudiando. Realmente, viviendo solo y
ocupándome de solventar todas mis necesidades, cumplir con los trabajos
escolares fue un esfuerzo que pude realizar satisfactoriamente. Pude pasar
el mensaje del Pan de Vida desde al rector del Instituto, como a todos los
maestros que me dieron clase, y también, a todos los compañeros de mi
grupo y de los otros grupos de Biotecnología.

Nunca he sabido acudir al grupo cuando tengo el peligro de una
recaída, así que como resultado de mi fracaso en la escuela volví a beber y
no fue sino hasta que le avisé a mi madre que necesitaba ayuda que ella le
aviso a mi padrino Mauro y este me llevo al otro grupo con anexo de
Alcohólicos Anónimos donde ni siquiera me dieron tribuna. Aquí pasé mis
delirios de abstinencia hasta que un día, mencionando en voz alta a unos
compañeros la maldición española que solía decir mi padre de “Me cago en
Dios. Me cago en la leche. Me cago en la madre que te parió”, le avisaron a
mi padrino para que fuera por mí y en compañía de otro compañero vecino
mío, me sacaron del anexo y me devolvieron a mi realidad huatusqueña de
todos los días.
Y otra vez volví a beber. En esta ocasión, después de algunos días,
me dieron dos ataques en un solo día, uno en el supermercado y otro en la
noche viendo la televisión en mi cama. Después del segundo ataque, decidí
ir al hospital de la Secretaria de Salud donde me pusieron suero con
vitaminas y pase unas horas en reposo mientras se acababa el líquido.
Por aquellos días opté por desmatricularme del Instituto Politécnico
y fui a pedir mis papeles.
Uno de estos días tropecé con el molino para granos que estaba
entre las dos habitaciones tirándolo al suelo y no tuve voluntad ni para
levantarlo. Recuerdo que llego un momento en que le dije al Señor que no
podía más y sencillamente me eché a dormir con la esperanza de un nuevo
amanecer.
No supe cuánto tiempo estuve dormido pero un buen día me
despertó mi teléfono celular. Era mi hija diciéndome que estaba en Huatusco
con mi madre. Que habían ido por mí para llevarme con los hermanos
juaninos, al psiquiátrico de Cholula. No me dieron la oportunidad de
quedarme en mi casa y me alquilaron un cuarto en el hotel donde se
hospedaban. Al día siguiente regresamos a la casa para cargar la camioneta
de mi hija con las cosas que cupieran. Casi no pude participar en la carga
pues por la noche me había caído de la cama dos veces y estaba adolorido

204
de la cadera. Al medio día salimos rumbo a Cholula donde me dejaron en la
clínica Guadalupe que pertenece l la orden eclesial de los Juaninos.
Esta vez no pude “loquear” pues tenían dos secciones de pacientes:
los incontrolables y los normales dentro de la clasificación del instituto y si
uno se portaba mal lo mandaban a la primera sección. Me enteré que la
clínica “San Rafael” en la ciudad de México, también de los juaninos, donde
ya había estado, estaba por desaparecer por falta de pacientes y donde me
encontraba tal vez seguiría el mismo destino pues verdaderamente el
programa de Alcohólicos Anónimos y su paralelo de Neuróticos Anónimos,
más los dedicados a las drogas como Narcóticos Anónimos y Drogadictos
Anónimos le daban canal a múltiples casos que anteriormente acababan
irremediablemente en el hospital psiquiátrico.
El tratamiento tenía el mismo corte que en el San Rafael: un médico
psiquiatra y una psicóloga a cargo de la “terapia del alma”; el psiquiatra
recetando medicamentos y la psicóloga haciendo sus pruebas prediseñadas
pero ambos siempre desde detrás de un escritorio sin involucrarse
anímicamente con el paciente. Por su parte, los juaninos, dando misas los
domingos y fiestas especiales, rezando el rosario y favoreciendo los “hábitos
menores” como el tabaco y el café que diariamente nos surtían a quienes lo
acostumbrábamos. Por lo demás las tres comidas bien servidas con
vitaminas adicionales con lo que en un solo mes subí de peso
considerablemente.
No obstante, no estaba conforme ni con el precio que se pagaba, ni
con el tipo de la psicoterapia, pues la terapia del programa de A.A. es
fundamental si se quiere lograr un cambio sustancial en la conducta del
individuo, así que a la primera oportunidad hablé con mi madre para que
buscara otro lugar que pronto encontró en Jiutepec, Morelos, donde fui
trasladado el día de San Miguel, lo recuerdo porque hubo misa en la
mañana; era el 29 de septiembre del año 2010.
Uno de los hijos del dueño de la clínica “Nueva Integración” y el
doctor encargado de la terapia médica fueron por mí. En un viaje sin escalas
viajamos desde Cholula hasta Jiutepec, en las afueras de Cuernavaca,
donde volvería a estar internado bajo un régimen de anexo con terapia del
movimiento 24 horas de Alcohólicos Anónimos.

La nueva agrupación, donde escribo esto el día de hoy, después de
siete años de permanencia continua, es el resultado de muchos años de
experiencia como grupo de terapia 24 horas y la fusión con el diplomado en
adicciones de la Universidad Autónoma de Morelos, dando como resultado
el Sistema Integral para las Adicciones Nueva Integración, S.I.A.N.I., que
funciona bajo la tutela del padrino Laurel, su fundador, y con el apoyo de
terapeutas profesionales de la ciencia psicológica, sin dejar de tomar en
cuenta como base de la terapia el programa de 12 pasos de Alcohólicos
Anónimos.

205
Una de las características más importantes de la institución es que
ha logrado erradicar el hábito del tabaquismo de sus instalaciones, lo cual
para mí ha significado un verdadero avance, ya que desde que empecé a
consumir cigarrillos a los quince años de edad no había podido dejar de
fumar salvo por breves períodos. Es más, considero que uno de los factores
de mis recaídas en el consumo de alcohol estriba en el hecho de haber
continuado consumiendo tabaco de una manera también enfermiza.
En esta agrupación me recibieron con una cajetilla que había dejado
mi madre para mí y tan solo me dejaron fumar unos cuantos cigarros al día
hasta que se acabaron y ya no me dejaron comprar más, y como nadie
fumaba, poco a poco se me fue quitando la compulsión física y sintiéndome
en un lugar seguro y confortable pude sin mucho esfuerzo liberarme de la
obsesión mental y empezar a respirar sanamente.
A la primera oportunidad que se me dio y con la ayuda económica
de un compañero jubilado que había traído a su hijo a internar a la clínica,
compre madera e hice una secadora solar, compré también unos recipientes
coladera que entraban perfectamente en unas tinas que también compré,
donde empecé a hacer los germinados de trigo que conseguí en el mercado
de Cuernavaca
Ahora llevo siete años sin fumar y he ido sintiendo como se
recuperan mis pulmones lentamente, y todos los días me como la harina de
los germinados de trigo en ayunas como se consume el símbolo del cuerpo
de Cristo que es la hostia y en lugar de vino me tomo una ampolleta de
ginseng con jalea real que compro en una tienda naturista, al tiempo que
oigo misa al amanecer diariamente desde España vía internet por
www.magnificat.tv.
La regeneración de tejidos no es una ilusión. En la actualidad,
después de todos estos años sobriedad y de consumo del “pinolito santo”,
como lo bautizaron aquí, Pan de Vida, como es en realidad, mi hígado se ha
regenerado y ahora hasta he vuelto a poder consumir la leche que ya no la
asimilaba.

Durante una buena temporada estuve viendo EWTN por la televisión
de cable mientras la tuvimos, y me tocó ver la dimisión de Benedicto XVI, lo
que me inspiró a escribirle casi seguido dos cartas más que le mandé vía
twiter ante mi imposibilidad de viajar hasta la Ciudad de México y
enviárselas oficialmente a través de la Nunciatura Apostólica. Espero que
las haya recibido:

Jiutepec, Morelos, México a 18 de febrero de 2013.

Su Santidad Benedicto XVI.


Presente vía twitter-scribd.com

206
Amado Hermano.
Antes de todo, te felicito por tu decisión de dejar el ministerio Petrino
a causa de tu falta de fuerza física para cumplir con el cargo de Sumo
Pontífice. Sin embargo, todo es recuperable siguiendo la debida disciplina
dentro de la verdadera fe. Te mandé un twitt hace unos días diciéndote que
con un poco de descanso y comida adecuada a tu condición de ancianidad,
Pan de Vida y fruta, de preferencia, con el tiempo podrás dejar hasta el
marcapaso.
No obstante, desde la vez anterior cuando me presenté en la casa
de la Nunciatura Apostólica de la ciudad de México, hace siete años al dejar
la carta que te mandé, fue bastante desagradable llegar a la entrada y
encontrarme a unos policías que me recibieron la carta diciéndome que sí
llegaba, les pedí que me firmaran de recibido y ni siquiera un sello oficial
para el documento, que si la Iglesia es oficialmente universal las formas de
protocolo legal deben funcionar al igual o mejor de lo que el Estado
Mexicano lo hace. Sin embargo, la primera vez que me acerque a la
nunciatura fue en el tiempo de Juan Pablo II y el Nuncio Gerónimo Prigione
me recibió en la casa ni siquiera en su oficina y como a un hermano en la fe
me escuchó amablemente y me recibió sin firma ni nada pero con amor
fraternal la primera carta que le escribiera a Juan Pablo II acompañada de
una bolsa de red de nylon con trigo para sembrar pues llevaba impregnado
insecticida y con las instrucciones para germinarlo. Me aseguró
mostrándome su portafolio que iba en valija diplomática y que salía para
Roma al día siguiente. Obviamente quedé complacido y agradecido.
A pesar de no haber recibido una respuesta al mismo nivel escrito a
las tres cartas que he escrito a los pontífices, para mí fue una respuesta las
muchas veces que vino a México a cumplir obligaciones con el pueblo
Mexica del cual decimos los creyentes “Non fecit taliter omni natione” al
referirnos al fenómeno Guadalupano, y en tu caso, tu visita y ahora tu
renuncia es también una respuesta para mí, aunque pienso que hace falta
aunque sea por encargo de otra persona exista una respuesta patente y
directa al mismo nivel y en sentido contrario.
En aquellos días de Juan Pablo II ya era yo danzante devocional de
la danza de los concheros como comúnmente se nos conoce y estaba
casado por la Iglesia y con una hija preciosa, pero ya nos habíamos
separado. Era también amigo del Presbítero Alberto Athie Gallo a quien
conocí desde antes de que ingresara al seminario conciliar en un grupo de
Renovación Carismática en el Espíritu Santo donde él se iniciaba en el oficio
de la predicación y tuve la gracia de la imposición de manos por parte de
monseñor Carlos Talavera de feliz memoria quienes luego emprenderían el
apostolado del Instituto de la Doctrina Social de la Iglesia (INDOSOC). Y
ahora con la novedad de que abandono la Iglesia quién me confesara
haberse creído San Pablo. ¿?¡!
Yo, iniciado ya en el consumo enfermizo del alcohol, aunque te
parezca escandaloso, por la Gracia de Dios, pues mi padrino de bautizo, mi
abuelo materno era ya un alcohólico, y mi papá y su papá, militares

207
españoles refugiados de la guerra civil eran fumadores empedernidos,
nicotinomanos, y como buenos españoles bebían cotidianamente, hábitos
que a mi tiempo también adquirí, signo tal vez de una profunda deuda
mundial con el pueblo Mexica (Ya lo pregunta Walt Disney en la primera
película de “Piratas del Caribe” ¡¿Dónde está el oro de los Mexicas?!),
seguí el antiguo llamado de “al lugar que fueres haz lo que vieres”, ingresé
en la Danza de Conquista, desde la catedral de Cuernavaca, en una
“obligación” a petición del partido comunista, en tiempos del obispo Don
Sergio Méndez Arceo y todavía intenté ingresar al seminario conciliar para
seguir los pasos de mi tocayo Alberto; allí recibí el “Habemus Papa” de
Juan Pablo II.
Pero ni la danza ni el seminario me ayudaron a dejar de fumar ni de
beber.
No obstante mi situación familiar se había ido tornando intolerable al
grado de haber sido expulsado de la casa a causa en gran parte a razones
de mi fe, que no cubrían las expectativas paternas. Tuve que dejar el
seminario pues estaba como alumno seglar y algún tiempo después solicité
mi ingreso en la Orden de Frailes Menores donde pude dejar de beber sin
problemas mas no así dejar de fumar. Sin embargo las señales no fueron
alentadoras. Un compañero postulante soñó que estaba yo muerto y había
mucha gente en el sepelio lo cual no me gustó pues yo ya iba fecundado
con “El Evangelio Esenio de la Paz” y ya estaba iniciándome en el camino
de la germinación de las semillas como alternativa a la cocción. Otra señal
poco auspiciosa fue la muerte de un becerro neonato al que intenté ayudar
en el parto pues no venía bien posicionado y fracasamos todos los que
intentamos ayudar a la vaca pues finalmente salió por la fuerza de un lazo
amarrado al cuello del animalito quien finalmente murió y nos lo comimos.
Después de unos meses y después de un sueño en el que oí las guitarras
de la Danza sonar en mi cabeza, entendí esto como un llamado para
continuar por esa otra parte inexplorada por mí y por los llegados de Europa,
en cuanto a vivir la devoción religiosa prehispánica de la Danza Ritual, ya en
este momento, cristianizada.
Al salir del convento me presenté a la obligación anual del Señor
de Chalma en el Estado de México, con la novedad de que había llegado
una comadrita indígena nueva muy hermosa que venía acompañada por
su sobrina pequeña de inmediato sentí el llamado y busqué la manera de
conocerla al grado de conseguir el favor por parte de un amigo de llevarla
de regreso a su casa en la Ciudad de México.
Yo tenía una deuda con el pueblo indígena de una niña que había
fallecido a causa de la ignorancia de los padres de la ley de Moisés, pues se
trataba de un hombre casado con dos hermanas cuya primer hija había
tenido el problema del raquitismo y no se había logrado desarrollar
sanamente y en el momento que yo la conocí ya ni siquiera aceptaba ningún
alimento ni siquiera té ni suero oral y ni tampoco tenía venas
suficientemente anchas para recibir un suero intravenoso. Finalmente la niña
murió y me pidieron a mí que la cargara el ataúd sobre mis espaldas hasta

208
el lugar de su sepultura y luego e ofrecimos una misa con la compañía de
los padres y familiares de la difuntita.
Yo había hablado con Miguel, el padre de la niña, con quien por
encargo de Fray Buenaventura Ramírez, el presbítero a cargo de la Misión
de San Miguel Huaestita, en el municipio de Mezqutic, Jalisco, me había
puesto a trabajar un nicho de madera en compañía de este aborigen quien
me platicó de la enfermedad de su hijita y me invitó a visitarla.
El “padre” me había leído la cartilla con respecto a los enfermos:
nada de viajes a hospitales y de medicina solo lo que se tuviera en el
dispensario de la misión.
Yo, que había buscado el retiro de la misión para leer las escrituras,
había leído no hacía mucho el Levítico donde se prohíben ciertos tipos de
relaciones carnales entre las cuales está la prohibición de tener como
esposas a dos hermanas: Levítico 18, 18:18 ”Y no debes tomar a una mujer
además de su hermana como rival para poner al descubierto su desnudez,
es decir, además de ella durante su vida.” Y como misionero seglar tuve
que señalarle su error el cual entendieron ambos, él y su primera esposa,
de esta situación de rivalidad que se produce en este tipo de relación por lo
cual se tipifica como ilícita.
Después del fallecimiento de la infante ya no supe que fue de Miguel
y sus esposas. No obstante, Fray Buenaventura fue a dar parte al Obispo
quien de inmediato me mandó sacar de la misión dejando casi todo mi
equipaje en la misión y me regresé a la ciudad de Tepic, Nayarit, desde
donde regresé a la Ciudad de México para reintegrarme luego a la vida
familiar. No obstante, al salir de la Misión de esta manera sentí que me
llevaba el ánima de esta niña o bien que su ánima se venía conmigo.
Recuerdo que había bajo la avioneta que nos transportaba un precioso
arcoíris circular que viajaba con nosotros.
El caso es que después del convento franciscano como tampoco
me recibieron en casa de mis padres, decidí seguir el impulso bien claro de
casarme con esta mujer indígena para dar a luz nuevamente a esta ánima
indígena, algunos años después del aquel evento en la Misión Franciscana
de la comunidad indígena en la Sierra Madre Occidental.
Te envío una copia de un escrito biográfico que forma parte del
programa de recuperación de Alcohólicos Anónimos para que te pueda
quedar más en claro mi historia en México durante mis primeros cuatro
septenarios. Ya se la he mandado a Alejandro Bermúdez de EWTN para
evitar un conato de discusión respecto al documento de “Las siete leyes del
Hijo del Hombre”.
El día de hoy vivo en una clínica dentro de un “Sistema Integral
para las Adicciones”, que financia mi madre, pues habiéndose casado por
la Iglesia, no atendió sus deberes doctrinales para conmigo y yo si se lo he
tenido que reclamar mediante una demanda que le interferí después de
muchos años de soportar su incapacidad para cumplir con sus deberes
maternales ante un padre totalmente equivocado con respecto a su
capacidad educativa ante un mundo tan controversial como México sin la
asistencia moral de una comunidad religiosa verdadera, hicieron de mí una

209
persona incapaz de convertirme en un ser independiente económicamente,
pero, y sobre todo, por continuar preguntándose el por qué de su mala
suerte de ambos cónyuges al haber tenido un hijo como yo. La sola moral
familiar ausente de una vida inserta en alguna fe, fue insuficiente en su
intento educativo para cumplir con sus expectativas en lo que en mi caso se
ha referido y aunque nunca he cesado en mi búsqueda de entender y
cumplir la voluntad de Dios, esto es anatema en la conversación familiar.
Mi madre es Química Farmacobióloga recibida con mención
honorífica en la Universidad Motolinia que es una institución Católica pero
su formación científica y el matrimonio con mi padre anticlerical la acabaron
de alejar completamente de la fe en el símbolo Católico sin tener un
sustituto verdadero más que la comida diaria donde por cierto se
suscitaban los problemas familiares principalmente conmigo a causa de mi
disgusto por la carne, y la esperanza de que una carrera universitaria para
sus hijos supliera la carencia de una religión y nos garantizara una vida
suficiente dentro de la sociedad de consumo.
El alcoholismo y la drogadicción no se hicieron esperar desde una
temprana edad y es hasta ahora a punto de cumplir mi sexagésimo
cumpleaños y que gracias a la ayuda de un programa de recuperación y la
providencia de un Poder Superior que en mi caso personal es Jesucristo
que he podido salir como realmente Él lo ha querido ante la falta de
sensibilidad y calidad de la educación recibida.
Mi padre tuvo que morir a causa de su negativa a escucharme como
se lo pedí numerosas veces con respecto a lo que él Señor me había hecho
entender con respecto a la importancia fundamental de un cambio en la
forma de alimentarse para que exista una verdadera conversión además de
una convergencia fundamental con otras verdades religiosas como el
budismo y el hinduismo que en su sensibilidad original no atentan contra los
seres sensibles, situación que queda señalada por San Pablo en la Epístola
a los Romanos capítulo 14, versículo 21 que dice:
“21 Es bueno no comer carne, ni beber vino,
ni hacer cosa alguna por la cual tu hermano tropiece.”

Yo me puse a disposición del Señor desde nuestro primer


encuentro en esta vida, para cumplir la palabra de Mateo 24, 45:
45 ”¿Quién es, verdaderamente, el esclavo fiel y discreto a quien

su amo nombró sobre sus domésticos, para darles su alimento al


tiempo apropiado?
Pienso que ahora es el momento para difundir el camino de salida
de la crisis cultural que vivimos sin contradecir la esencia de los valores
evangélicos sino actualizándolos a la potencia de la Verdad Biológica que
encierra el hecho de germinar los granos y semillas para consumirlos pero
dentro de la Verdadera Iglesia Fundada por Él, y con el objetivo de la
verdadera Fe, pues es ella la que mantiene viva una esperanza que el
mundo desconoce y que no puede ser suplida por ninguna ciencia
universitaria ajena a los valores de la Revelación Evangélica.

210
Hay que tomar en cuenta que los documentos del Evangelio Esenio
de la Paz que fueron conocidos desde la época de San Jerónimo no
pudieron entrar dentro del canon oficial de la Iglesia en expansión debido a
la incapacidad cultural, higiénica, principalmente, para llevar a cabo el
trabajo de la germinación sin que acabara en fermentación como es el caso
de la cerveza o el whiskey que son producto de fermentación de cereales.
Cuando providencialmente volvieron a salir a la luz en el siglo pasado fue la
señal de un nuevo momento dentro de la práctica de la Fe en la posibilidad
de la Vida Perdurable y Eterna.
Mi hija, ahora por su quinto septenario es una actriz de cine, teatro y
televisión mexicana y que también ha trabajado en varios países siempre en
obras con algún contenido espiritual de denuncia. Diariamente la
encomiendo al cuidado del Ángel del Señor y llevamos una relación de
amistad y confianza breve pero sustanciosa. Tal vez la hayas visto en
algunas de sus películas relacionadas directamente con la Fe Católica. La
última es una serie colombiana llamada “Kdabra”, sin comentarios, donde
hace el papel de Jazmín que finalmente da a luz al hijo del clón de
Jesucristo. La película de “Morenita” donde la imagen de la virgen de
Guadalupe es robada para saldar una deuda con el narcotráfico. O en la
película “Border Town” sobre las muertes de mujeres abusadas
sexualmente en la zona fronteriza de ciudad Juárez; ella comparte el papel
principal junto con Antonio Banderas y Jennifer López. Su nombre artístico
es Maya Zapata.
Yo me ocupo principalmente de mi propia problemática
existencial heredada en mi responsabilidad particular con la fe que me
sostiene en este momento histórico de búsqueda, encuentro y cambio
del sistema de cosas que rigen y deben regir la existencia de los seres
humanos sobre la superficie del planeta a la luz de la verdad revelada en
el Amor del Padre, la inteligencia, la devoción y el talento del Hijo y en la
comunión carismática del Espíritu Santo, hacía el devenir impostergable
de la manifestación de la Gloria del Reino Universal de la Luz Eterna de
la Vida Verdadera.
Esto lo hago mediante mi estancia y participación en las
actividades cotidianas dentro de la clínica SIANI donde intento ser
coherente con lo que pienso y creo, intentando separar la basura,
participando en la vida terapéutica de la comunidad y sobre todos
elaborando “Pinolito Santo”, como aceptó el Señor que lo nombrara,
aunque en realidad es ya Pan de Vida, pues lo único que le falta es
echarle agua para hacer una masa, tortearla y volverla a poner a secar en
la misma secadora donde seco los germinados de trigo de siete días de
crecimiento y luego los seco perfectamente y los muelo para obtener la
harina pero como solo tengo una secadora he decidido dejar harina de
germinado de trigo como mi trabajo final, lo cual favorece su perfecta
ensalivación.
También me dedico a pasar este mensaje de luz y vida a todo el que
pueda recibirlo vía Internet. Puedes revisar mi cuenta de twitter
@Teotlaqualli para darte cuenta de que principalmente he enviado el

211
documento “Las Siete leyes del hijo del Hombre” que yo mismo elaboré en
base al “Evangelio de la Salud y de la Paz” que también envío y el “Proyecto
Renovación” que es mi manera probada de elaborar la harina de germinado
de trigo que por cierto como diariamente mientras como ahora mismo que
escribo veo y oigo la misa diaria por ewtn en español y comulgo con el
“Pinolito Santo” y en lugar de vino utilizo ampolletas de San Jing Royal Jelly
Ginseng cuando buenamente puedo, y si no, pues con la pura saliva y tal
vez un poco de agua o hasta un sorbito de Coca-Cola para santificar todas
las cosas en Cristo Jesús en quien no encuentro límites para su
Misericordia.

Que el Amor, la Paz y la Gracia de Dios


Omnipotente reine entre nosotros y
permanezca para siempre.

Tu hermano en el Señor
AA

Y luego le escribí otra carta:

Jiutepec, Morelos, México a 24 de febrero de 2013.

Su Santidad Benedicto XVI.


Presente vía twitter-scribd.com

Amado Hermano.
No puedo dejarte ir sin recomendarte por todos los medios posibles
que pruebes hacer el Pan de Vida hecho de trigo germinado de siete días
de crecimiento y me lo digas tan directamente como yo te escribo esta
última carta, o más, si me invitas en el nombre del Señor a tu retiro, podría
enseñarte como lo hago y dialogar con respecto a cómo y quiénes deben
empezase a acercar a esta nueva posibilidad eucarística: enfermos,
ancianos y niños, primeramente, y obviamente todos los que participen en
la elaboración del Pan de Vida y en la difusión de este mensaje.
Desde hace seis años que te mandé mi primera carta de la que, por
cierto, no he tenido respuesta en el mismo sentido y ante la incertidumbre
de un futuro Papa bajo el cumplimiento de las profecías de San Malaquías
que se han venido manifestando cabalmente incluso en tu pontificado,
donde hemos podido apreciar no solo la Gloria del Olivo Católico, sino
también del Olivo del Islam al que se hace referencia diariamente en sus
oraciones, al realizarse una revolución democrática general de sana
consolidación musulmana en diferentes países, y podría decir también del
Olivo Chino donde pudimos ver las olimpíadas mejor ganadas en lo que al
medallero se refiere por el país anfitrión y, en fin, la proliferación de calpullis
de origen prehispánico con objetivos de reafirmación cultural del Olivo
Mexica, mediante el resurgimiento de la danza ritual, que se manifiesta tanto

212
en México como en Estados Unidos y hasta en España, y no dudo que en
las diferentes culturas regionales estén surgiendo movimientos similares.
No creo que sea buena idea el desligarte completamente de la
responsabilidad de tu ministerio como Sumo Pontífice aunque sí de la
agotadora labor de las audiencias y toda esa parafernalia para la que ya no
estás en edad para continuar y si para la experiencia personal de que les
estoy compartiendo mediante esta información práctica de regeneración
física y, por lo tanto, intelectual, anímica y espiritual, como un imperativo de
que debe hacer acopio la iglesia, para que mediante lo que te estoy
sugiriendo, se dé el cambio mínimo necesario, por el bien de todos:
Cuanto antes mejor.
Yo por mi parte no puedo sino continuar de acuerdo a mi
entendimiento, mi fe en la vida perdurable, y mi esperanza, o a costa de mi
vida corporal si es preciso. Y tendré que escribirle nuevamente al siguiente
pontífice para ponerlo al tanto por lo menos de mis escritos hacia ti.
Es pues el momento de replantear la permanencia de la fe en la
Iglesia mediante el mismo ritual pero renovado con el verdadero Pan de
Vida, que es una prueba irrefutable de verdad biológica que es la
germinación de la semilla de cereal (mono cotiledón) y que solo mediante la
hostia actualizada como un verdadero valor nutricional saludabilísimo por
regenerativo de los órganos internos, rehabilitará los valores tradicionales
de nuestra fe que se están perdiendo, y que además puede pasar a ingresar
en cualquier otra tradición sin que se pierdan los valores particulares de la
misma cultura, (pienso en el Islam y en el budismo).
Esta auténtica posibilidad de evolución eucarística que significa el
Pan de Vida y en general el Evangelio Esenio de la Paz, (Evangelio de la
Salud y de la Paz: https://es.scribd.com/document/385906520) marca el
umbral de una nueva era en la vida de la Iglesia y la comunidad de los
hombres sobre el planeta. Esto es lo que vengo encargándome de trasmitir,
en nombre de Nuestro Señor Jesucristo, que permanece como observador
atento y guía de todos nuestros humanos intentos por recobrar la Gracia
perdida por el pecado original.
Si la Iglesia no da este cambio que le corresponde dar en base a
este evangelio que se conoce desde los primeros tiempos de San Jerónimo
en el siglo IV se convertirá en cómplice de la muerte y de su imperio
mundial pues está teniendo, por este medio, la posibilidad de dar un cambio
biológico vital universal.
El caso es que quien lo prueba conoce que esto es cierto y pienso
que esto ya se ha conocido en otras épocas, sobre todo por San Francisco
de Asís, de quienes cuentan sus biógrafos que antes de morir su piel era
como la de un recién nacido. Cuál puede ser el miedo? O es falsa
prudencia. El único problema que veo es el tiempo que tarda el trigo al
germinar y en secarse perfectamente y los lugares físicos donde hacerlo
para hacerlo extensivo al mayor número de personas para que recobren la
salud perdida, y alcancen la vida perdurable.
Yo no deseo que suceda lo descrito en el Apocalipsis por eso apelo
a la Jerarquía Eclesiástica para que se dé este cambio biológico, verdadero

213
y saludable, y existen experiencias en animales mamíferos alimentados con
germinados que son para quedarse sorprendidos en los aumentos de
calidad y cantidad de la producción.
No me vayas a decir como los frailes menores: “nosotros no somos
vacas”, pues te diría “Él es él Cordero” y además me remitiría al inicio del
Génesis que volvió a leerse precisamente el día que pronunciaste tu
dimisión. ¿Qué nos fue dado para comer desde un principio? Y ¿Desde
cuándo y con qué objeto se permite comer carne animal como alimento y
con qué condiciones?.
A mí me bastó leer el primer ejemplar que compré del Evangelio de
la Paz, que me lo leí en una sola noche para entender que este es el
verdadero camino de la salud para la vida perdurable. El día de hoy,
produciendo y consumiendo el Pan de Vida me ayuda a vivir solventado el
error de la carne; Epístola de San Pablo a los Romanos capítulo 14,
versículo 21:

“21 Es bueno no comer carne, ni beber vino, ni hacer cosa alguna


por la cual tu hermano tropiece.”

Germinando el cereal para preparar el Pan de Vida como lo


enseña el maestro Jesús en este Evangelio de la Salud y de la Paz:
https://es.scribd.com/document/385906520, en el capítulo 24, 1-10,
marca la pauta para un nuevo sistema de cosas a nivel mundial y quien si
no la Iglesia Católica que presume de sacar siempre nuevos bríos de sus
reservas, la que se avoque a promover y comer de este gran cambio
mundial.
PROYECTO RENOVACIÓN:
https://es.scribd.com/document/321383624
Tú puedes ser testimonio para los ancianos que en retiro pueden
liberarse de la ciencia médica que siempre genera la dependencia a la
prótesis y al medicamento que tanto afectan la economía mundial y no son
ni mucho menos la verdadera salida biológica legítima del plan de la
creación del Padre
Debe ser un cambio paulatino pero decidido y supervisado por la
ciencia médica en vías de su propia liberación..., y ¿que qué van a hacer
los doctores?: ¡pues cambiar! Aprender a hacer el Pan de Vida. Tanto
que se pide un cambio, pues este sí es un cambio sustancial y es de
todos los que quieran vivir mejor que nunca: “Envía Señor tu Espíritu y se
renovará la faz de la tierra”
La situación mundial es crítica porque las contradicciones del
sistema de cosas imperante ya no dan para más; el cambio es obligatorio
para no perecer y la columna vertebral de este cambio es y debe ser la
producción de harina de germinado de cereal y su consumo inteligente y
prudente, como se consume la hostia.
En mi caso tengo la experiencia casera con el trigo y con el maíz y
podría rescatarse la cebada con la que se hace la cerveza, que por cierto

214
se germina hasta que se fermenta y se convierte en bebida embriagante en
lugar de alimento, esto como ejemplo de un posible cambio.
Nadie pierde pues también se vendería el producto
sano de la germinación de la cebada.
Pienso que hasta los presos en las prisiones podrían empezar a
germinar granos y hasta el narcotráfico y el crimen organizado podrían
igualmente cambiar de giro en una amnistía internacional.
A veces mis amigos y familiares me toman por un loco “apostando”
a la Iglesia, “organización caduca” dicen los más apegados familiarmente a
la tradición católica, sin embargo, yo creo en la capacidad de entendimiento
cuando la permanencia en el magisterio lo requiere y cuando la verdad se
impone y el ecumenismo se torna más claro que nunca; liberando a las
criaturas sensibles que se sobre explotan y sacrifican en aras de la seudo
alimentación que padecemos, generando además toda la serie de
enfermedades crónico degenerativas que nos aquejan.
Todo es útil y el paulatino cambio hacia el regreso a nuestra cultura
natural será el vínculo constante orientador de la participación universal del
género humano desde las culturas doctrinales hasta las regionales
particulares. El cambio es alimenticio pura y esencialmente.
La forma individual de este cambio de sensibilidad también está
cifrada en este evangelio del que me atrevo a calificarlo como el evangelio
para el nuevo milenio (https://es.scribd.com/document/385906520)

En el capítulo 22 versículo 16 dice Jesús:

16. “Por eso yo solamente les enseño las leyes que pueden
comprender, para que se conviertan en hombres y sigan las siete leyes del
Hijo del Hombre. Entonces les revelarán también los ángeles sus leyes,
para que el Espíritu Santo de Dios descienda sobre ustedes y los guíe hacia
su ley”.

LAS SIETE LEYES DEL HIJO DEL HOMBRE


https://es.scribd.com/document/381482302

Que la asistencia del Espíritu Santo, la Paz del Hijo y el Amor del
Padre reinen entre nosotros y permanezcan para siempre.
Tu hermano en el Señor
AA

Debo decir que todo un año dentro del internamiento estuve
saliendo a la calle a hacer mandados a comprar cosas a las tiendas de por
aquí cerca y aproveche el momento para pedirle permiso a mi madre para
asistir al seminario diocesano “San José” con la idea de ordenarme de
diácono. Durante todo un semestre escolar estuve estudiando las materias
que cursan los aspirantes a presbíteros, aunque hubieron dos materias que
no cursé, griego, pues ya llevaban un avance que me impidió asumir las

215
lecciones con propiedad y otra materia referente al sacramento de la
reconciliación en la que el presbítero docente no quiso que continuara en
sus clases pues en su primera clase en que se quejaba del abandono por
parte de los fieles del sacramento de la reconciliación, la confesión, como se
le conoce comúnmente, y la penitencia conveniente para alcanzar la
expiación y la remisión de los pecados para recuperar la Gracia perdida, es
decir, la unión con el Espíritu Santo de Dios, y yo le dije que eso se debía a
la introducción del programa de recuperación de Alcohólicos Anónimos y
demás grupos afines en la cultura social del país. Me dijo que era diferente
pues se trataba de un sacramento. No le contesté nada. Al día siguiente el
presbítero coordinador del ciclo escolar de primero de teología me dijo que
este profesor le había dicho que no me quería en su clase y luego le había
hablado por teléfono para volverle a decir lo mismo. Me limité entonces a
comprar y leer dos documentos pontificios de San Juan Pablo II, la
Exhortación Apostólica Post-sinodal Reconciliatio et Paenitentia y la Carta
Apostólica Misericordia Dei, al respecto de dicho sacramento y me aboque a
cumplir con las tareas de las demás materias las cuales aprobé
satisfactoriamente.
No obstante, al siguiente “semestre” a pesar de que me preocupé de
estar desde el retiro espiritual de los seminaristas para ponerme a tono con
el espíritu no solamente de las clases sino de la institución, hasta ellos
mismos se quejaron de que no los estaba dejando “descansar” pues todavía
no empezaban oficialmente las clases. Entendí que mi presencia los
obligaba a “ponerse las pilas” y no les gustó. El día en que llegaba al último
día del retiro, el guardia de la entrada me dijo que el rector había dado orden
de que no me dejaran entrar. Le dije que iba a hablar con él y me pasé por
la puerta grande del seminario que estaba abierta. Busqué al rector y no lo
encontré y me dediqué a vivir mi último día de retiro. Al final, encontré al
rector y le pregunté la razón de la prohibición para dejarme entrar y me dijo
que el nuevo presbítero coordinador del “Instituto Sapiencia” ya me lo había
dicho; que no podía aspirar a diácono por no vivir en compañía de mi
esposa.
Le platique al señor obispo de la situación y se contrarió un poco
pues ya le había regalado un ejemplar del Evangelio de la Salud y de la Paz,
https://es.scribd.com/document/386432919, y dos muestras de buen tamaño
de Pan de Vida. Lo mismo había hecho con el rector del seminario y con
cada uno de mis profesores y compañeros de grupo, y también con las
personas que nos dieron el retiro. Sin embargo, ante la situación de
dificultad de viajar todos los días desde Jiutepec hasta Chamilpa y ante el
gran esfuerzo que me costaba estudiar las materias del ciclo escolar, decidí
no molestar más.

216
Había visto en mis visitas a la catedral un anuncio dirigido a los
seglares del Instituto “Dei Verbum” para estudiar filosofía y teología así que
le dije al señor obispo mi decisión y se mostró conforme.
El primer día de clases del Instituto Dei Verbum estuve presente un
poco tarde y mojado por un aguacero que me sorprendió de camino; sea
que sirva como renovación del bautismo. Me inscribí en el curso
introductorio y la semana siguiente estuve puntual para el inicio del curso. El
rector del seminario estaba presente también.
Semana a semana estuve asistiendo puntualmente a mis clases,
pagando la colegiatura a mi capacidad y comprando los libros del curso. A
todos los maestros y estudiantes les di el díptico del Pan de Vida,
https://es.scribd.com/document/382940937, y a los que pude les di también
una pequeña muestra del “pinolito santo”. Al director del Instituto le di una
muestra del polvo de germinado de trigo y me pregunto qué cuanto costaba
y le dije que si podía ser a cambio de la colegiatura y me dio los $200.00
para que yo la pagara. Tomé $100.00 que ya había adelantado para el curso
y compré una colchoneta para el hijo recién nacido del padrino Laurel y el
resto pensaba pagarlos al curso pero un buen día en que me quejé con mi
madre de la estancia en la clínica pues por estar cerca de la Iglesia me
llamaban pederasta lo cual verdaderamente me molestaba y le dije en un
momento de desesperación ya no quería estar aquí, que quería ir con Shaya
Michán a su rancho donde había estado en dos ocasiones hacía poco
tiempo y donde la cosas habían cambiado bastante y ahora si existía la
posibilidad de producir Pan de Vida de manera más en forma. Mi madre
llamó a la clínica le dijo al padrino Laurel lo que le había dicho y el padrino
me quitó mi teléfono que acababa de comprar, mi computadora y me volvió
a encerrar en la sala de internos. No volví a salir a la calle en un buen
tiempo.

Cuando me dejaron en libertad nuevamente el día de mi
cumpleaños número sesenta empecé a escribir una primera carta al nuevo
Papa, Francisco, con la misma intención de reconocer al pan hecho con
germinados de trigo, secos y molidos, como la verdadera harina del
auténtico Pan de Vida, e igualmente se la mandé vía twitter a su cuenta
personal en español. Espero lo mismo; que la haya recibido:

Jiutepec, Morelos, México a 6 de julio de 2013


Sistema Integral para las Adicciones
Nueva Integración Calle Laurel # 40 Colonia El
Edén, Jiutepec Morelos C.P.62577
Teléfono (777)3210099

217
Celular (777)3280598
contacto@siani.mx

Su Santidad Francisco.
Vía twitter y www.scribd.com

Amado hermano.
Hace ya muchos años le escribí a Su Santidad Juan Pablo II
reclamándole la falta de fe de los seglares en la resurrección de Nuestro
Señor, de los fieles católicos mexicanos. Los viajes que realizó y las
correcciones al respecto fueron suficientes para que se retomara esta
verdad como la principal para el auténtico móvil religioso pero aún no queda
suficientemente claro como debiera estar.
Hace algunos años le escribí a Su Santidad Benedicto XVI una
carta-https://es.scribd.com/document/385970871-donde le expongo la
importancia de actualizar la materia de la hostia a lo que se expone en el
Evangelio Esenio de la Paz-http://www.slideshare.net/ajjian/el-evangelio-
esenio-de-la-paz-240-pags-presentation – al que yo he versiculado y
renombrado como El Evangelio de la Salud y de la Paz -
https://es.scribd.com/document/386432919 -. La enseñanza principal de
este evangelio es la limpieza y regeneración física que puede alcanzarse
mediante el respeto de la leyes de la naturaleza apoyándose en la guía de
los ángeles del aire, del agua, de la luz del sol y de la tierra, que aunado a
una alimentación crudívora sin el uso del “fuego de la muerte” para su
preparación, asegura Jesús, devolverá la salud y vitalidad a nuestros
enfermos organismos. Pero el punto central de este evangelio es la
respuesta a la pregunta de cómo hacer nuestro pan cotidiano sin el uso
del fuego, narrado en el capítulo 24:

“¿Cómo deberíamos cocer sin fuego el pan nuestro de cada


día, Maestro?”, preguntaron algunos con desconcierto.
“Dejen que los ángeles de Dios preparen su pan.”
“Humedezcan su trigo para que el ángel del agua lo penetre.”
“Pónganlo entonces al aire, para que el ángel del aire lo abrace
también.” “Y déjenlo de la mañana a la tarde bajo el sol, para que el ángel
de la luz del sol descienda sobre él.”
“Y la bendición de los tres ángeles hará pronto que el germen de
la vida brote en su trigo.”
“Muelan entonces su grano y hagan finas obleas, como
hicieron sus antepasados cuando partieron de Egipto, la morada de la
esclavitud.”
“Pónganlas de nuevo bajo el sol en cuanto aparezca y, cuando se
halle en lo más alto de los cielos, denle la vuelta para que el ángel de la luz
del sol las abrace también por el otro lado, y déjenla así hasta que el sol se
ponga.”

218
“Pues los ángeles del agua, del aire y de la luz del sol alimentaron y
maduraron el trigo en el campo, y ellos deben igualmente preparar también
su pan. Y el mismo sol que, con el fuego de la vida, hizo que el trigo
creciese y madurase, debe cocer su pan con el mismo fuego. Pues el fuego
del sol da vida al trigo, al pan y al cuerpo.”

Es mi fe que el hecho de avocarse a la producción y consumo de


este tipo de pan cambiará el camino principal de la vida de la Iglesia y, por
lo tanto, del mundo, y abrirá el entendimiento a muchas personas que se
han separado de la verdad eucarística en busca de una salud corporal más
explícita que la sola oblea de harina de trigo con una alimentación omnívora
que ya ha producido sus resultados en la salud y cultura de los pueblos del
mundo; bíblicamente el hombre fue creado básicamente vegetariano.
Génesis 1, 29:
29 Y Dios pasó a decir: “Miren que les he dado toda vegetación

que da semilla que está sobre la superficie de toda la tierra y todo árbol
en el cual hay fruto de árbol que da semilla. Que les sirva de alimento.

Y también dice San Pablo en Romanos 14,21:


21 Es bueno no comer carne, ni beber vino, ni hacer cosa alguna por

la cual tú hermano tropiece.

Dicen que este evangelio lo conoció San Jerónimo, el traductor


de los textos bíblicos del griego y del arameo al latín, pero al no haber
quedado dentro del canon permaneció encriptado para su divulgación en
el momento oportuno.
La idea y práctica de la germinación de semillas en la alimentación
ya está presente en el Chop Suey de la comida cantonesa con los
germinados de frijol mungo que a la fecha se han popularizado al grado de
encontrarlos frescos en casi cualquier mercado popular de la Ciudad de
México, al igual que los germinados de alfalfa. Pero la experiencia de lo
propuesto en este evangelio al pie de la letra está lejos de poder ser
realizada de una manera práctica sin tener que usar el metate que es el
molino de piedra prehispánico y una secadora solar para evitar que el polvo
y la contaminación ensucien nuestro pan. Así que la providencia y mi propio
interés por encontrar la forma correcta de vivir me llevaron a lo propuesto en
el Proyecto Renovación:
https://es.scribd.com/document/321383624

En síntesis se trata de germinar la semilla de trigo principalmente


durante una semana para luego secarla perfectamente y molerla finamente
de manera que como resultado final se logra una harina de dulce sabor y de
un poder revitalizador sorprendente: Pan de Vida.
Fueron varios años en el caminar de mi vida para que se fueran
juntando las condiciones y elementos para empezar a germinar la semilla e
ir encontrando la mejor manera de hacerlo. La cuestión de secarlos para

219
poderlos moler fue otra idea que surgió a partir de una secadora solar de
alimentos que me regalaron para secar fruta y que providencialmente vino a
ser una clave indispensable en el proceso del Pan de Vida en esta época.
Hasta donde voy he decidido con la anuencia de un Poder Superior,
quien en mi caso es Jesucristo, dejarlo en esta harina de germinado a la que
le han llamado “pinolito santo” refiriéndose a un alimento de origen indígena
mexicano que consiste en harina de maíz tostado endulzado que se llama
pinole y se come así, como harina, de tal manera que se necesita mucha
saliva para poderlo deglutir logrando así que al intervenir por fuerza la saliva
se digiera de manera natural sin la intervención de ningún líquido extra. Ya
después de haberlo tragado se puede tomar un poco de vino de consagrar o
como en ocasiones lo he hecho con una ampolleta de ginseng con jalea real
y tal vez un trago de agua. De cualquier manera lo más importante es el
pan. El “vino” puede variar como sucede en otras iglesias o sectas, pero el
pan de trigo o algún otro cereal germinado, no.
Yo estoy viviendo en una clínica que se llama SIANI (Sistema
Integral para las Adicciones Nueva Integración) que utiliza el programa de
Alcohólicos Anónimos para desarrollar sus actividades terapéuticas. He
tenido la necesidad de conocer varios grupos con anexos, del movimiento
24 horas de Alcohólicos Anónimos, pero esta clínica me ha brindado la
oportunidad de no solo la contención del alcohol sino también del tabaco del
que prácticamente nací inmerso en su consumo pues mi padre fumaba
desde que yo estaba en el vientre de mi madre, y por más esfuerzos que he
hecho no había podido dejar de fumar. Ahora ya van a ser tres años en los
que no he fumado un solo cigarro.
Como nunca he estado plenamente de acuerdo en cómo se
llevan las cosas en Alcohólicos Anónimos escribí un enunciado
semejante de un Experimento de Vida y Liberación de Dependencias
Nocivas que dice:

El Experimento de Vida es una agrupación de hombres y mujeres


que comparten su mutua experiencia, fortaleza y esperanza
para recobrar la salud física, mental y espiritual,
y ayudar a otros a alcanzarla.

Cualquier persona puede ser miembro del Experimento de Vida


sin importar su edad, sexo, filiación política o religiosa, oficio o
profesión;
el único requisito es ser honesto para aceptar la historia personal
y vencer el miedo para dar el cambio que haya que dar
para lograr nuestro objetivo.

El Experimento de Vida pone su confianza en un Poder Superior


que nos ayuda a encontrar el justo camino a través del mundo,
para recobrar nuestra sensibilidad biológica.

220
Para ser miembro del Experimento de Vida no se pagan
honorarios ni cuotas, nos mantenemos con nuestras propias contribuciones
de acuerdo a los gastos que ocasionan nuestras actividades.
El Experimento de Vida no pertenece a ninguna secta religiosa,
partido político, organización o institución alguna; no desea intervenir en
discusiones,
no respalda ni se opone a ninguna causa.
Nuestro objetivo primordial es alcanzar el estado de plena salud
y ayudar a otros a alcanzarla.
Φ
Te informo de todo esto para evitar el escándalo pues la forma en
que la Iglesia lleva su vida sacramental contiene el espíritu correcto con el
que tiene que realizarse la actualización de este mensaje contenido en el
Evangelio Esenio de la Paz que pienso que ha llegado la hora de darlo a
conocer con oficialidad. Serán los fieles creyentes en Jesucristo los que de
acuerdo a su entendimiento pongan en marcha este cambio cultural
fundamental que favorecerá el cambio mundial en este sentido:
Apocalipsis 6, 5-6:
5 Y cuando abrió el tercer sello, oí a la tercera criatura viviente

decir: “¡Ven!”. Y vi, y, ¡miren!, un caballo negro;


y el que iba sentado sobre él tenía en su mano una balanza.
6 Y oí una voz como si fuera en medio de las cuatro criaturas

vivientes decir:
“Un litro de trigo por un denario, y tres litros de cebada por un
denario; y no dañes el aceite de oliva ni el vino”.

Si para Dios un día es como mil años y mil años como un día (Salmo
90, 4) y Jesús dice destruid este templo y lo reconstruiré en tres días, si bien
se refería al templo de su cuerpo y sucedió su asombrosa resurrección, bien
pienso que también se refiere al tiempo para realizar su misión salvífica en
el mundo entero, que estamos para cumplir el segundo milenio o sea el
segundo día, de su resurrección que es el hecho que lo hace distinto a
cualquier profeta, que será por el dos mil treinta y tantos; a 2000 años de
haber sufrido la muerte de cruz y resucitar al tercer día para no volver a
tener que sufrir la muerte y conservar para siempre su cuerpo glorificado,
con el que se presentará nuevamente para reinar junto con sus elegidos, por
mil años, el tercer día, para acabar de instaurar el Reino de los Cielos en la
tierra:
Apocalipsis 20, 4:
4 Y vi tronos, y hubo quienes se sentaron en ellos, y se les dio poder

para juzgar. Sí, vi las almas de los que fueron ejecutados con hacha
por el testimonio que dieron de Jesús y por hablar acerca de Dios, y los
que no habían adorado ni a la bestia salvaje ni a su imagen, y que no
habían recibido la marca sobre la frente ni sobre la mano.
Y llegaron a vivir, y reinaron con el Cristo por mil años.

221
Tal vez sea demasiado lo que te escribo pero no puedo menos. En
síntesis se trata de cambiar la hostia de harina de trigo por Pan de Vida que
significa germinar la semilla antes de hacerla harina y creo que debe ser la
Iglesia católica la que deba ser la primera y la última en realizar este
cambio pero no está en mi futurizar sino prever lo que debe suceder y
trasmitirlo a los que lo puedan entender y llevar a la práctica.
Como no he recibido una respuesta patente por parte del Papa
emérito pues he hecho como dicen “el que calla otorga”. Así me he
dedicado desde que le escribí la primera vez hasta la fecha a pasar este
mensaje de salud a todo el que se me cruza en el camino.
Yo soy un hombre de 60 años, hoy los cumplo, que dejó todo por
seguir a Jesús y que el día de hoy no tiene más que su computadora, ropa,
pocos libros y los elementos para producir el “pinolito santo” aquí en la
clínica “Nueva Integración” donde estoy interno desde hace casi tres años
alejándome del hábito del tabaquismo. También tengo una hija, exitosa
actriz y una esposa de la que me separe desde 1985.
Mi madre tiene que pagar la mensualidad de la clínica donde vivo
pues al haberme puesto el mal ejemplo del tabaquismo y la idea de
aprender a beber bebidas alcohólicas, además de haberme incitado a la
sensualidad, y después haberme quitado la casa desde los primeros años
de mi supuesta mayoría de edad no he sido capaz de tener trabajo estable y
duradero. De cualquier manera mi compromiso es con Jesucristo y con su
Iglesia que es la que prepara a sus fieles para la conversión diaria y la diaria
comunión que debe ser la pauta de la Nueva Evangelización.
Incluyo mi cuarto-quinto paso dentro del programa de Alcohólicos
Anónimos, que consiste en hacer un minucioso inventario moral (cuarto
paso) y aceptar ante Dios, ante nosotros mismos y ante otro ser humano,
la naturaleza exacta de nuestros “defectos de carácter” (pecados
capitales):
https://es.scribd.com/document/394299504

Hoy he decidido alagar un poco más esta carta. Ayer 28 de Julio


de 2013 terminó la Jornada Mundial de la Juventud. Me pude enterar de lo
que puede significar un aumento en la población. De cualquier manera hay
que seguir adelante y creo sinceramente que este trabajo de la
alimentación verdadera es el camino a ofrecer a la juventud del mundo
entero, a los viejos y a los enfermos.
El solo proceso de elaborarlo, ya con los elementos materiales
necesarios, no implica más de una hora de tiempo al día; lo más difícil es
empezar, como en todo. Esto significa el justo cambio en salud que el
mundo necesita. Y en este renglón ninguna otra tradición religiosa tendrá
nada que argumentar y sí mucho que experimentar.
Tal vez para tu antecesor, del que no tenía sabido que usaba un
marca-paso, no haya sido su camino el probar este camino personalmente
aunque en la última carta que le escribí le manifiesto que haga la prueba

222
de liberarse del aparato en base a un cambio en su alimentación en este
sentido:

https://es.scribd.com/document/386111391/Tercera-Carta-a-Su-
Santidad-Benedicto-XVI

A ti te digo lo mismo para que conserves tu vitalidad y como


Moisés conduzcas a la Iglesia Católica a aprender a hacer y consumir
este pan.
Yo estoy a tus órdenes para enseñarles a hacer este pan de la
manera como caseramente se puede hacer y también para aventurarnos a
usar algún otro método de secado que permita la producción en cualquier
parte del año y en cualquier lugar de la tierra.
Por lo pronto, lo más importante es que tú mismo pruebes esta
nueva posibilidad que como siempre es una posibilidad verdadera
dentro del marco de la predicación y realización evangélica.
Desde el seno de la familia hasta la comunidad religiosa esta
realidad puede ser la clave de una nueva era en la forma de asumir la
predicación y la conversión de nuestras almas y nuestros cuerpos a la
fórmula plena que postula este viejo evangelio que ha vuelto a aparecer
ahora que la salubridad e higiene en los hogares es algo que se vive en lo
general y que es lo que favorece su realización actual.
Hace ya siete años cuando me decidí a lanzarme a publicar este
camino estaba en otra agrupación de Alcohólicos Anónimos que se llama
“Viviendo Sanamente” y me dije: es ahora o nunca. Es el momento de este
cambio prudente y oportuno que no afecta en mucho el orden personal y
comunitario y trae consigo el máximo bien al que puede aspirar la
comunidad humana: La Salud.
Sin más que decirte y con el amor de un hermano en la fe te
mando este breve escrito esperando que no te quedes callado.

En nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.


Amén

AA

Por lo que resta de este septenario me la he pasado en la clínica
configurando este escrito, yendo a comprar mercancías a la tienda,
arreglándome la dentadura, pero sobre todo produciendo Pan de Vida que
diariamente consumo como harina junto con la ampolleta de ginseng con
jalea real, leyendo las lecturas de misa y oyendo misa diariamente.

223
DÉCIMO SEPTENARIO
“Un nuevo comienzo”
De los sesenta y cuatro a los setenta años.

Soy un hombre débil que desde adolescente he sido avasallado por


mis instintos descoyuntados o por mis pasiones desordenadas. En palabras
populares y comunes he sido un pendejo más por tener mi mente insertada
en el pubis.
Como primer hijo de mis padres y primer nieto de mis abuelos fui
siempre un niño consentido. Y ahora que ya he cumplido los sesenta y
cuatro años sigo haciendo hasta donde cabe “mi santa voluntad” como diría
mi madre. El 29 de septiembre del 2017, día de San Miguel, cumplí siete
años de estar internado esta la clínica S.I.A.N.I., Sistema Integral para las
Adicciones Nueva Integración, pero no me pesan; apenas he podido hacer
este recorrido escrito de mi vida que hoy redacto con la paciencia que
ameritan. Con cierta frecuencia me remito a este trabajo para revisar los
sucesos que marcan la pauta de mi paso por esta vida.
Mi estancia en esta clínica ha sido productiva desde el punto de
vista de este trabajo y también alrededor de lo que se refiere al Evangelio de
la Salud y de la Paz, https://es.scribd.com/document/386432919, y la
manufactura del Pan de Vida, https://es.scribd.com/document/386446585, y
su difusión a través de las redes sociales justo para marcar su presencia en
el umbral del 21 de diciembre de 2012 como un trabajo decisivo para la
nueva era de luz y vida que se aproxima. Sin embargo, es poco lo que se
puede lograr desde un ordenador personal. No obstante, es lo mejor que he
podido hacer en mi vida para difundir una doctrina que no es propiamente
mía sino de Jesucristo como un don para la humanidad.

El día que cumplí sesenta y cuatro años, amanecí excitado
sexualmente y me masturbé nuevamente. Yo que pensaba que ya tenía bajo
control el mal hábito de la masturbación después de haberme confesado con
un ministro católico en la iglesia dedicada a la memoria de san Luis obispo,
con fray Hilario que es un santo confesor que conozco desde que iba a misa
en la basílica de san Juan Bautista en Coyoacán, en la ciudad de México,
quien se caracterizaba por siempre tener una larga fila de fieles para
escuchar sus confesiones, pues durante bastante tiempo me mantuve libre
de cometer dicho pecado, que ahora por fin comprendo que lo es pues
deseo mentalmente a alguna mujer para alcanzar eyacular para sentir el
placentero orgasmo, entonces incurro en el pecado de adulterio como dice
Jesús en Mateo 5, 27-28:
27 ”Oyeron ustedes que se dijo: ‘No debes cometer adulterio’.

28 Pero yo les digo que todo el que sigue mirando a una mujer a fin

de tener una pasión por ella ya ha cometido adulterio con ella en su corazón.

224
Por lo tanto, creo que es el pecado que más he cometido, el centro
de mis demás pecados, la lujuria, no tanto la soberbia pues por lo general
soy obediente a lo que me dicen y no estoy orgulloso de ser un pecador, sin
embargo no podía arrepentirme de algo que no reconocía como pecado,
pues de ir a misa los domingos solamente no se puede abarcar el contenido
de lo que dicen las sagradas escrituras.
También, saliendo nuevamente a la calle a comprar mercancías que
se ocupan para hacer la comida de la clínica y otros encargos de la familia
del padrino fundador del lugar, un día me encontré un cigarro nuevecito en
el suelo de la calle lo cual entendí como una invitación del Poder Superior
para hacer la prueba de cómo me encontraba con respecto al hábito de
fumar; lo levante y le pedí a una taxista que estaba por ahí fuego para
encenderlo. A partir de entonces he vuelto a fumar y me ha costado mucho
trabajo volver a la sobriedad en ese sentido; como decían los padrinos de
los primeros grupos de 24 horas de Alcohólicos Anónimos que conocí: “dejar
de beber (bebidas embriagantes), dejar de chupar (cigarros)…”, casi al
mismo tiempo…; y por supuesto dejar de tener una conducta sexual
inapropiada, que es el origen de las demás desviaciones o “adicciones” que
se puedan sufrir, pues antes que nada somos seres humanos sexuados;
mujeres u hombres; cada cual con sus predicamentos.
Ahora bien, para el asunto sexual, lo que me conviene es la castidad
la cual incluye también el dejar de masturbarme que es por mucho el peor
hábito que he tenido en toda esta vida y como no lo había podido controlar,
salvo cuando me confesé con un sacerdote católico franciscano que pude
mediante su absolución sentirme libre de la culpa y me ayudó a dejar su
práctica por algún tiempo, pero habiendo recaído, necesito recurrir
nuevamente al sacramento de la reconciliación, esta vez con más
conciencia de su eficacia.

El día de hoy ya cumplí los sesenta y cinco años el seis de julio de
2018 y estoy viviendo mi año sesenta y seis y tengo un año y poco más que
no me masturbo, gracias a la ayuda de mi último confesor, fray Hilario, y
principalmente, a la Gracia de nuestro Señor Jesucristo, al amor del Padre
que perdona a sus criaturas que se arrepienten de sus errores y enmiendan
sus caminos, y al poder del Espíritu Santo que prevalece en mí y deseo que
así siga siendo por los siglos de los siglos, amén.

La última vez que estuve con fray Hilario me subieron sus discípulos
hasta el altar, me hinqué y fray Hilario me impuso las manos, luego me dio
de comulgar y me permitió beber del cáliz que había preparado para la misa,
cosa que hice por primera vez en mi vida. Finalmente, como ofrenda le di a
fray Hilario un buen frasco de harina de germinado de trigo, “pinolito santo”,
o Pan de Vida.

225
Lo de la confesión quedará pendiente para otra ocasión que cometa
otro pecado grave que espero no cometer pero si acaso incurro en alguno,
buscaría a algún otro o el mismo oportuno confesor.

El problema que ahora me queda por resolver es mi vieja afición por
el tabaco que he vuelto a consumir y que si bien me fumo cuatro a cinco
cigarros al día, he vuelto a fumar y eso no está bien, pero no quiero
encerrarme en el grupo para dejar de hacerlo sino a partir de un acto de
buena voluntad simplemente suspenderla.
La adicción a la nicotina, y “adicción” por ser irracional y
principalmente somática, difícil de verbalizar, es decir, que mi cuerpo siente
que necesita otro cigarrillo para estar tranquilo, o sea que la nicotina genera
una dependencia física, que para liberarme de ella debo ejercer una fuerza
moral para dejar de consumir, en otras palabras, habiendo detectado el
problema, debo aceptarlo como algo inherente a la sustancia, y luego
corregirlo de buena voluntad, como deben de corregirse todos los males en
los que uno haya incurrido, para luego evitar a toda costa volver a repetirlo y
así evitar un mal mayor.

226
CONCLUSIONES A LA TERCERA PARTE
Agradezco a la Divina Providencia por que el día de hoy estoy en
una clínica que lleva a su manera el programa de recuperación de
Alcohólicos Anónimos en la que he podido realizar este escrito con la debida
dedicación. También debo agradecer el hecho de ser alcohólico pues en el
estado de cosas en las que vivimos en que se dice que de algo nos tenemos
que morir y ya que el alcoholismo está considerado como una enfermedad
incurable, progresiva y mortal según la Organización Mundial de la Salud
(O.M.S.), la he podido detener, y agradezco otra vez a mi Poder Superior, en
mi caso personal, a Jesucristo a quien considero mi verdadero padrino vital,
por haberme conducido sabiamente a militar dentro del programa de
recuperación del movimiento 24 horas de Alcohólicos Anónimos que me
abre las puertas del entendimiento a la magnitud de la enfermedad
alcohólica o dicho con otras palabras, a la exacta dimensión de mi pecado, y
a la posibilidad de poderla detener en base al programa de recuperación de
12 pasos y al cumplimiento de los legados y los axiomas que lo animan y
sustentan, no solo a nivel personal sino comunitario también, las 12
tradiciones, que aunque en esta institución no se toman en cuenta por ser
privada son un buen punto para meditar en ellas. Así, el vivir solo por hoy
como expectativa de realización personal limita mi problemática existencial
tan solo las próximas 24 horas, solo por hoy, y me acerca al consejo
evangélico de “a cada día su propio afán”:
Mateo 6, 34:
“Por lo tanto, nunca se inquieten acerca del día siguiente,
porque el día siguiente tendrá sus propias inquietudes.
Suficiente para cada día es su propia maldad.”

Esto me lleva a al principio de eternidad: Solo por hoy, eternamente


presente.
Cuando me subo a tribuna y me presento digo: “Buenos días, soy
Fulano y soy un enfermo alcohólico por la gracia de Dios y también por la
gracia de Dios estoy aquí compartiendo esta tribuna de recuperación”, estoy
poniendo a Dios como el centro de mi vida y en este sentido estoy
recibiendo otra vez el don de la eternidad gracias a este programa de
recuperación. Así, el programa es el vínculo con la eternidad en todos y
cada uno de sus pasos, y en todos y cada uno de nosotros. Solo por hoy, si
yo quiero, con lo que deja a mi libertad y a mi buena voluntad la
responsabilidad de cumplir con los pasos a mi capacidad.
Tal vez parezca prematuro concluir la importancia del programa de
recuperación en este momento, pero como como ya lo dije, este escrito no
existiría si no lo propiciara el tiempo en el que he permanecido en

227
contención en esta clínica donde escribo, aparte de que para este momento
de mi historia yo ya conocía A.A. desde hacía muchos años y me había
dado cuenta de que tarde o temprano acabaría yo dentro de sus filas; como
dicen por aquí que una vez que conoces A.A., podrás salirte del triángulo de
los tres legados: Unidad, Servicio y Recuperación, refiriéndose al logotipo
oficial de Alcohólicos Anónimos, pero nunca más del círculo: una vez
alcohólico, alcohólico para siempre. Y así me lo ha puesto mi poder superior,
solo por hoy, todo el día y todos los días.

Por otra parte, mi relación con Jesucristo que iniciara en esta vida
durante mi estancia en la cárcel y la lectura de las sagradas escrituras
durante los siguientes años marcó el verdadero cambio en mi vida cotidiana
cultural pues la figura de Jesús se convirtió en el verdadero centro de mi
visión para analizar las cosas del mundo y principalmente para mi actuación
en la vida.
Así como Jesucristo es el parte aguas de la historia terrestre en
nuestra cuenta anual, así también mi vida cotidiana dio un verdadero giro
después de haberme encontrado con el nuevo testamento durante mi
estancia en prisión, pero principalmente con la persona de Jesús vivo, pues
me dije y le dije a Él, a Jesús: ¡Oye! Pues si resucitaste de la golpiza y
crucificada que te dieron, entonces puedes oírme si mentalmente me
comunico contigo, y me contestó que sí, que adelante, que siguiera por este
camino, el camino esquizofrénico según los psiquiatras. No obstante, no
pude dejar de fumar y más adelante volví a beber.
Lo que también cambió mi vida fue el haber tenido la visión del
Reino de los Cielos a partir de haber comido jícuri (peyote) en la sierra
hiuchola. Podrán decir que fue una alucinación pero yo estaba plenamente
consciente al grado de llegar a una misión franciscana, hablar con el
sacerdote, confesarme de una relación sexual fuera de lo moralmente
aceptable y sin embargo, permanecer en la visión beatífica de vivir en un
universo que es como un panal y cada celda de este panal es el verbo y
cada ser independiente dentro de esta creación está sustentado por este
verbo:
San Juan 1,1-3:
En el principio era el Verbo (la Palabra, el Logos),
y el Verbo estaba con Dios,
y el Verbo era Dios.
Este estaba en el principio con Dios.
Todas las cosas vinieron a existir por medio de él,
y sin él ni siquiera una cosa vino a existir.

O como canta la alabanza conchera:

Panal divino de dulces mieles


Corazón santo tu siempre tienes.

228
Pude entender de esta manera la importancia de las plantas
psicotrópicas para la cultura moderna que vienen a ser como una medicina,
como un maracame (sacerdote) huichol se refería al jícuri (peyote), la
medicina, que devuelve la visión beatífica a las personas en una búsqueda
espiritual aunque sea por un momento. Esta visión debería ser la visión
cotidiana del hombre sano y las sustancias similares a las sustancias
psicotrópicas que son las endorfinas secretadas por la médula espinal y que
se secretan en la infancia con normalidad pero principalmente por la dieta
esta secreción queda inhibida a corta edad trayendo como consecuencia la
dependencia cada vez mayor a los lineamientos del mundo y de la falsa
ciencia.
El camino correcto, la puerta, para que esta visión sé dé de manera
natural es el camino que Jesucristo propone en el Evangelio Esenio de la
Paz, http://www.slideshare.net/ajjian/el-evangelio-esenio-de-la-paz-240-
pags-presentation, o, El Evangelio de la Salud y de la Paz,
https://es.scribd.com/document/386432919, similar al camino de la Yoga en
cuanto a la alimentación vegetariana y al ejercicio físico no competitivo que
está mayormente difundido, y lo que se busca es la salud perfecta que logra
restaurar la secreción de endorfinas por el sistema nervioso, responsables
de la dicha visión beatífica.
Quiero que quede bien claro que las “drogas” de cualquier tipo no
son un camino pero si pueden ser una ventana para hacerse sensible de
momento de una realidad perdida en el mundo de la sociedad capitalista de
consumo donde la enajenación del individuo desde niño lo separa de las
verdades de la religión verdadera, es decir, del amor. Las drogas en este
sentido han venido a ser esa ventana que puede recordar a la persona que
sí existe un Reino sobrenatural que es posible apreciar en ciertos estados
de conciencia o bajo el efecto de algunas de estas sustancias. ¿Cuál podrá
ser el auténtico camino para vivir la plenitud del Reino sin la necesidad de
recurrir a las sustancias?:
Mateo 6,33:
”Sigan, pues, buscando primero el reino y la justicia de Dios,
y todas estas otras cosas les serán añadidas.”

Para mí la Iglesia Católica es la que ha llevado el mensaje del Reino


de los cielos y de Jesucristo, vivo, muerto y resucitado a todo el planeta y es
también la que lleva a su capacidad la plenitud de la revelación en la forma
en que lleva el Pan Ázimo, la hostia, todos los días a todos los creyentes
que se acercan y es el centro de su vida comunitaria y si bien es un símbolo,
es un símbolo verdadero que en su momento deberá convertirse en una
realidad nutricional para el mundo entero, pero a diferencia de la hostia, el
Pan Ázimo de la pascua judía, deberá ser sustituido por el verdadero Pan de
Vida hecho de trigo germinado durante siete días, seco y molido, para que

229
de esta manera Jesucristo venga a ser todo en todos sin que medie rencilla
ni recelo entre ningún grupo que habite la faz de este planeta.
La forma de llevar a cabo la ceremonia de remembranza de los
misterios cristianos que es la misa católica, es una ceremonia perfecta. El
día de hoy que me encuentro interno en esta clínica para las adicciones,
recapitulando mi vida, me apoyo en la misa de www.magníficat.tv trasmitida
por los Franciscanos de María desde Madrid, España, para llevar a cabo mi
ingesta de Pan de Vida y cuando no tengo acceso a la red, ni puedo ir a
misa, leo las lecturas diarias de la misa que compro al principio del año en la
librería católica o puedo descargarlas de la página de la Arquidiócesis de
Madrid de la red y es algo que me hace estar en frecuencia con el intento de
la Iglesia Universal fundada por Jesucristo. Y si ni a esto tengo acceso pues
digo “en tu nombre Señor y por tu Gracia y me como un bocado de Pan de
Vida o “pinolito santo” o de harina de germinado de trigo, como quieran
llamarlo, de preferencia antes del amanecer, obviamente en ayunas, lo
ensalivo muy bien y lo voy saboreando y dando gracias por el nuevo día que
comienza de esta maravillosa manera. Ya tragado mi bocado regenerativo
me vacuno con un trago de mi propio vino, el agua de mi cisterna
(Proverbios 5,15) y así se cumple en mi la palabra de
Eclesiástico 15, 1-3:
El que teme al Señor hace todo esto
y el que se aferra a la Ley logrará la sabiduría.
Ella le saldrá al encuentro como una madre
y lo recibirá como una joven esposa,
Lo alimentará con el pan de la inteligencia
y le hará beber el agua de la sabiduría.

Todavía y para rematar puedo tomarme una ampolleta de Ginseng


con jalea real, o si no soy un enfermo alcohólico pues con una copita de un
trago de vino de consagrar.

Con el simple hecho de intentar una conversión diaria sin la ingesta


de Pan de Vida además de tener presente el Evangelio de la Salud y de la
Paz, https://es.scribd.com/document/386432919, y seguir los lineamientos
evangélicos ya proclamados por Jesús de Nazaret desde hace 2000 años y
dentro de un programa de reconocimiento comunitario como El Experimento
de Vida y Liberación de Dependencias Nocivas:
https://es.scribd.com/document/321036409, creo que cumplo con la voluntad
de Dios para con mi vida, solo por hoy.
También pueden decir, este tipo está loco y no hacer nada y seguir
enfermándose día a día, comiendo todo lo que comen y después de unos
años de sufrimiento simplemente morirse, o esperar y prepararse a que
venga Jesús por segunda vez a juzgar a vivos y muertos a instaurar un
Reino de justicia celestial y paz terrenal, que no tendrá fin.

230
Así pues habiendo cumplido mi trabajo de recapitulación en esta
clínica, mi intento ahora es integrarme a la verdadera Iglesia de la manera
como me lo muestre la providencia, para actualizar este mensaje de salud y
esperanza y dejarlo al alcance de quien quiera y pueda realizarlo.

231
CONCLUSIONES FINALES.
Ante la incapacidad por parte de mis padres de brindarme una
educación moralmente respaldada por un código moral eficiente, aparte de
un cuadro al óleo de Moisés con las tablas de la ley que pinto mi padre, a
causa de sus resentimientos personales contra la Iglesia católica por la que
se habían casado, tras breves discusiones, decidieron dejarme en “libertad”
para que en su momento yo escogiera lo que me conviniera.
Así la sola moral familiar que nunca fue explícita en los muchos
aspectos que debiera abarcar, tampoco se anticipó a los acontecimientos y
cuando quiso remediar las desviaciones morales recibidas en la vida social
de la escuela, entre los primos y los amigos de la calle, no tuvieron las
herramientas adecuadas para encausarme por el camino correcto. Me
mandaron a un psicólogo primero y luego al psiquiatra, pero nunca volvieron
su rostro a la iglesia por la que se casaron y ni a las Sagradas Escrituras
que la sustentan.
Recuerdo como en un momento temprano de mi educación ellos
mismos intentaban competir por mi preferencia; “¿a quien quieres más a tu
mamá o a mí?”, me decía mi padre, y lo mismo entraba en el juego mi
madre.
Por parte de mi madre su relación con la Iglesia y su doctrina
siempre fue fría pues estaba harta de la forma obligatoria del culto impuesto
por las religiosas de las escuelas donde estudió. Cuando ahora le pregunto
si realmente cree en Dios me recita el Salmo 23, que nunca me trasmitió a
mí personalmente y se pregunta que qué habrá hecho para tener que sufrir
tanto a causa de mi comportamiento. Hoy en día podría decirle a mi madre
que haberse casado con mi padre y su postura anticlerical produjo una
incongruencia entre la moral tradicional de origen religiosa con la praxis de
la cultura de la posguerra que profesaba la liberación, por no decir la
apostasía de la moral explícitamente católica que también se perfilaba en el
ambiente de la cultura política mexicana oficialmente laica.
El asunto verdaderamente anticlerical estaba presente en el
resentimiento de mis parientes españoles que hasta tenían juramento de ni
siquiera poner un pie en un templo católico, situación que ya había sido
trastocada al haberse consumado por la Iglesia el matrimonio de mis padres.
Mi madre sé disculpa diciendo que no hay escuela para padres, pero
si que la hay y se llama Iglesia cualquiera que esta sea, que pertenezca a
una doctrina judeo-cristiana basada en las escrituras, con una clara moral y
una vida social con la cual ejercitarla.
Una sirvienta que trabajo con nosotros durante los años de mi
infancia se preocupaba de llevarme a misa los domingos que podía. No
obstante, es muy difícil que la fe entre en un niño por la sola asistencia a un
ritual.

232
Así crecí entre el aislamiento doctrinal, la neurosis de mi padre y la prisa de
mi madre por que concluyera mi desarrollo y me hiciera “independiente”, con
lo que solo se acentuó mi incapacidad para tener unas sanas relaciones
sociales más allá de la familia y de los amigos de la calle.
Hasta mi relación sexual más importante durante mi desarrollo se
dio porque la chica se mudó a vivir justo enfrente de la casa familiar.
Ya para entonces mi instinto sexual estaba descoyuntado y
permanció así por falta del recurso real de la práctica religiosa, pues mis
acercamientos a la religión cuando estudiaba secundaria ya no fueron de
utilidad pues nunca aprendí a confesarme oportunamente, y la ciencia
psicológica y psiquiátrica a las que luego tuve que recurrir a instancias de
mis padres, los remitieron a ellos como los responsables de la desubicación
en que me encontraba pero su soberbia y su autosuficiencia les impidió
alguna aceptación al respecto y el “culpable” seguí siendo yo, según ellos.
Llegó un punto en que mi padre sabía de la cercanía de mi presencia porque
se ponía mal. Además, honestamente, ningún psicólogo ni psiquiatra se han
acercado siquiera a un diagnóstico acertado de mi verdadera situación; ante
el diálogo u oración mental con un poder superior ya sea el Ángel de la
Guarda, algún santo de mi devoción, la Virgen, Jesucristo, el Espíritu Santo
o el ánima conquistadora de algún compadrito danzante ya difunto, todo eso
que es real para mi, para el psicólogo o psiquiatra profano es diagnosticado
como esquizofrenia.
Esto no concluyo ni después de estudiar, experimentar e intentar
seguir a mí entender las verdades evangélicas y doctrinales. Es solo hasta
ahora después de varios años dentro del programa de recuperación de
Alcohólicos Anónimos y con la frialdad que me caracteriza al respecto, que
poco a poco voy saliendo del enredo en el que se convirtió mi vida moral al
crecer prácticamente a la deriva en el ambiente social mexicano que ha
prevalecido desde el momento de mi nacimiento hasta la fecha. A ver qué
sucede ahora con Morena y nuestro nuevo presidente el licenciado Andrés
Manuel López Obrador.
El día de hoy pienso que he sido como un conejillo de indias de un
experimento del destino humano diseñado especialmente para mí, y solo el
Dador de la Vida, en su infinita sabiduría y misericordia es quien puede en
verdad redimirme de mis pecados, incapaces de haber sido controlados sin
una guía en la época del “sexo, drogas y rock and roll”. O quizá, esta época
es el momento del juicio de Dios a los hombres mediante la prueba
precisamente del sexo, las drogas y la cultura musical moderna y el
acercamiento real de cada persona al compromiso comunitario del amor.
¿Me arrepiento? Si, definitivamente hubiera sido preferible vivir una
vida de inteligente pureza ajeno a la maldad o perdición que me fue
inoculada por el mundo a mí alrededor, desde la familia, la escuela y los
amigos y conocidos de la calle y los medios masivos de comunicación. Más,
si lo tuve que vivir, lo acepto y trato de recordar la experiencia en su exacta
dimensión y procuro el entendimiento de lo que debería haber sido una

233
experiencia saludable. Pero también puedo decir que no me arrepiento de lo
que sucedió en algún determinado momento pues me ha dado la
experiencia de lo terrible por lo que muchos han tenido que pasar fatalmente
y sin embargo, yo, a partir de mi encuentro con la Divinidad, en mi perdición,
siempre he salido más entendido de los valores verdaderos.
Creo que por esta razón Dios prohíbe en el mandamiento hacerse
imágenes de lo que hay en el cielo, de lo que hay en la tierra, de lo que hay
bajo las aguas, pues entiendo que es para forzar a los hombres a trasmitir
sus ideas, recuerdos y leyes mediante un lenguaje oral y escrito y entender
e imaginar lo que estas palabras y letras describen e inspiran en lugar de
utilizar imágenes que intenten expresar y proyectar los conflictos internos
tanto de una persona como de un estado. Creo que no hay como las
palabras para explicar la complejidad de los eventos y emociones por las
que hemos tenido que pasar.
El día de hoy sé que después del triunfo democrático republicano en
España en un solo año grupos de fanáticos extremistas asesinaron a miles
de religiosos y religiosas cuyo “delito” era la profesión y práctica de su fe, lo
que obviamente provocó la violenta y justificada violencia radical de la
guerra civil en la que mi padre y su familia tuvieron que vivir su expatriación
como hijo y familia de militares del estado español republicano. No obstante
la falta fue de quien provocó la guerra no de quien la ganó por proteger los
derechos de la libertad religiosa del pueblo español. Entonces lo que me
enseñaron desde niño resultó ser falso pues la Iglesia con justificada
actuación evangélica bendijo la espada del General Francisco Franco para
que combatiera el estado republicano asesino de religiosos. Y si no hubiera
sido así probablemente no estaría yo vivo, aquí y ahora. Así que a mí no me
queda otra que dar gracias a Dios por dichos acontecimientos.
También estoy profundamente agradecido por el catecismo que
estudié en la escuela primaria pues las verdades recibidas han salido en mi
ayuda cuando más necesitado he estado de guía y consejo. Poco a poco
con el correr de los años he ido entendiendo algunas cosas; no tengo ya
prisa pues siempre entiendo lo que tengo que entender en el momento en
que lo tengo que entender. Es la ley de mi vida hasta el momento marcada
siempre por la oportuna providencia divina, y parte de mi trabajo en esta
vida es expandir esta conciencia; por eso escribo esto y quiero publicarlo.
Creo que tanto el tabaquismo como el alcoholismo en mi vida fueron
ineludibles. Inmerso en una familia incongruente entre lo que hacía y lo que
realmente pensaba; en una inconciencia con respecto a la capacidad que
puede tener un niño dejado a la deriva en asuntos tan fundamentales como
la ingestión de sustancias no necesarias para la vida (el alcohol y el tabaco),
y la actitud sexual, a través del ejemplo de los adultos, la costumbre social, y
el cine, la televisión, las revistas, etcétera; el resultado no se hizo esperar:
ante mi descontrol, el hipócrita, el idiota, el cretino, resulté siendo yo. En su
momento, a ejemplo de mis padres, empecé a fumar, a beber bebidas
alcohólicas y a raíz de mi incapacidad para lidiar con todas estas ingestiones

234
y las primeras experiencias sexuales que no tuve con quien comentar en
absoluto, entré en un período de ingobernabilidad personal. Fue solo hasta
después de llegar a un grupo de Alcohólicos Anónimos, después de
haberme casado y separado que he podido trabajar estas situaciones desde
la tribuna y más aún, para mí ha sido una necesidad escribirlo y publicarlo,
no porque sea importante lo que me haya pasado a mí en lo particular, sino
porque es un ejemplo de lo que le ha pasado a algunos otros de mi
generación, y seguirá pasando si no se corrigen las causas que generan el
problema.
En realidad, la mayoría de edad, como edad de la auto-
responsabilidad independiente, por más de haber cumplido los unos o los
otros años, nunca pudo ser una realidad ni llegar a una madurez verdadera
en una actuación congruente en mi experiencia existencial dadas las
falsedades bajo las que fui educado. Así que cuando cumplí los dieciocho
años (666), tuve que decirles a mis padres que ya que siempre era un
problema el pedirles permiso solamente les iba a avisar a donde iba y a qué
hora regresaba. Así continuo mi vida y los problemas familiares fueron en
aumento hasta que mi padre acabó por echarme de la casa. La madurez en
mi caso no se ha dado en la forma en que la vida la requiere ya que sin una
casa habitación dentro de un hogar, supuestamente cristiano por la religión
que los unió, la vida se ha ido dando en episodios conflictivos de los cuales
salgo de uno para entrar en otro y solo con la vivencia del programa de
recuperación de Alcohólicos Anónimos he podido ir desenredando la madeja
de mi vida y ver la luz a través del espíritu que lo impulsa.
El “ideal” del Playboy al que se le sumó la personalidad de James
Bond, ambos consumidores de alcohol y practicantes de la fornicación, y
ante la falta de una sólida educación dentro de los valores morales
verdaderos, me avasallaron en mis intentos de llevar una vida como la de
todos los demás y he pasado los años que llevo en este internamiento
restableciéndome de esa desviación del instinto sexual que se inició siendo
un niño de ocho años de edad cuando la amiguita de mi hermana me agarro
los genitales y le respondí de la misma manera.
Sin embargo, debo confesar que en tanto al control de mi desviación
sexual con la práctica de la masturbación, no había tenido éxito sino hasta
que no me confesé directamente con un sacerdote o presbítero franciscano
y recibí la absolución, precisamente en la misma Iglesia a la que me
mandara mi maestro de postulantes cuando estuve en la orden de frailes
menores como postulante y le anuncié que quería abandonar mi intento de
ser religioso clerical.
Mis experiencias con las drogas me pusieron en contacto con la
realidad que coexiste con la realidad de la sociedad de consumo pero que
no pertenece a ese sistema de cosas y es la realidad del Reino de los
Cielos. No digo que las experiencias con plantas psicotrópicas sean un
camino en sí mismo pero si una ventana a dicha realidad de la que la mayor
parte de los habitantes del planeta están ajenos. La propuesta de salud de

235
Jesús en el Evangelio esenio de la Paz es volver a la naturaleza en lo
relativo sobre todo a la alimentación con lo cual y para ponerlo en términos
científicos podríamos recuperar nuestra secreción de endorfinas por nuestra
médula espinal que son más poderosas que la drogas y recuperar nuestras
energías infantiles perdidas precisamente por la ingestión de alimentos
nocivos durante nuestro desarrollo y así recuperar capacidades atrofiadas
para volver a la presencia de esa realidad que existe a nuestro alrededor
pero que no la percibimos con claridad por vivir enajenados, alienados
consumiendo todo tipo de alimentos productos de muerte como es la carne,
que no garantiza una vida saludable.
Creo que la crisis que vivimos es producto de la ignorancia en el
consumo de alimentos benéficos y su solución será un proceso de
aprendizaje, purificación y juicio o madurez por el que deberemos de pasar
todos los seres humanos del planeta; será el parto de una humanidad
restaurada en una nueva civilización de luz y vida para regresar así a la
realidad paradisiaca original perdida por el engaño. Esto por un lado. Y por
el otro, retomar la sobriedad sexual, es decir dejarse de pendejadas, en
términos populares, o en términos religiosos dejar de buscar tener pasiones
sexuales con mujeres, o hasta con hombres si es la desviación que se sufre,
pues al consumar estos actos se disturba la sobriedad energética tanto de
uno como del otro en una relación de la que “yo soy” responsable.
No hay de que asustarse, pero si hay que temer a Dios. Creo que
esto será consolidado poco a poco durante mil años después de que nuestro
alumbramiento como humanidad tenga lugar. Claro que durante el parto hay
partes estructurales que han ayudado a la formación del nuevo ser y que al
término de su desarrollo ya no sirven, como es el caso de la placenta, que
habrá que reciclar; en el caso de esta civilización pienso que se trata del
mundo moderno con sus ciudades y edificios.
Creo que el punto clave es la meta existencial, es decir, como
individuos y como sociedades, ¿cuál debe ser nuestra más legítima
aspiración?; pienso que la salud y la paz en el compromiso amoroso dentro
de la comunidad de cada quien: la familia, la colonia, el municipio o
delegación, el estado o provincia y la nación.
Dicho de otra manera y de acuerdo con la tradición Católica que es
la mas difundida en nuestras sociedades Latinoamericanas esta aspiración
debiera ser la búsqueda de la vida eterna o como dice alguna versión del
credo; la vida perdurable. Esto es el máximo valor que podemos buscar; una
vida saludable en un mundo restaurado y en relación directa con la
naturaleza y con una responsabilidad ecológica fundamental que puede
entenderse como un cultivar y cuidar el jardín de tal manera que exista
trabajo y alimento para todos:
Génesis 1, 1; 26-29
En el principio Dios creó los cielos y la tierra…
Y Dios pasó a decir:
“Hagamos al hombre a nuestra imagen,

236
según nuestra semejanza,
y tengan ellos en sujeción los peces del mar
y las criaturas voladoras de los cielos
y los animales domésticos y toda la tierra
y todo animal moviente que se mueve sobre la tierra”.
Y Dios procedió a crear al hombre a su imagen,
a la imagen de Dios lo creó;
macho y hembra los creó.
Además, los bendijo Dios y les dijo Dios:
“Sean fructíferos y háganse muchos y llenen la tierra
y sojúzguenla, y tengan en sujeción los peces del mar
y las criaturas voladoras de los cielos
y toda criatura viviente que se mueve sobre la tierra”.
Y Dios pasó a decir:
“Miren que les he dado toda vegetación que da semilla
que está sobre la superficie de toda la tierra
y todo árbol en el cual hay fruto de árbol que da semilla.
Que les sirva de alimento.

No obstante, después de la caída de Adán y Eva en el que el plan


original de Dios fue trastocado, la muerte entró a la vida de los
descendientes de Adán y la vida de los hombres fue acortada a 120 años
mediante la inclusión de la carne en su dieta.

Génesis 9, 1-4:
Y Dios pasó a bendecir a Noé y a sus hijos y a decirles: “Sean
fructíferos y háganse muchos y llenen la tierra.
2 Y un temor a ustedes y un terror a ustedes continuarán sobre toda

criatura viviente de la tierra y sobre toda criatura voladora de los cielos,


sobre todo lo que va moviéndose sobre el suelo, y sobre todos los peces del
mar. En mano de ustedes ahora se han dado.
3 Todo animal moviente que está vivo puede servirles de alimento.

Como en el caso de la vegetación verde, de veras lo doy todo a ustedes.


4 Solo carne con su alma —su sangre— no deben comer.

Siglos después, Dios a través de Moisés estipula mediante el libro


del Levítico los alimentos propios para comer y siglos más tarde, Jesús en
su última pascua como maestro de sus discípulos establece el pan ázimo,
es decir, el pan de harina de trigo sin fermentar, el pan de la pascua
israelita, como su cuerpo, de ahí, la hostia, alrededor de la cual gira la vida
de la verdadera Iglesia fundada por Jesús.
Sin embargo, en los albores de la era cristiana, el apóstol que
verdaderamente sustituyo a Judas Iscariote, San Pablo, escribe:
Romanos 8, 22-23
Vemos que la creación entera gime y sufre dolores de parto.

237
Y también nosotros aunque ya tengamos el Espíritu
como un anticipo de lo que hemos de recibir,
gemimos en nuestro interior
mientras esperamos nuestros derechos de hijos,
y la redención de nuestros cuerpos.

Y finalmente en la revelación de Dios a Jesucristo trasmitida a su


Apóstol Juan para que la diese a conocer a sus siervos, concluye:
Apocalipsis 21, 5-8:
5 Y Aquel que estaba sentado en el trono dijo:

“¡Mira!, voy a hacer nuevas todas las cosas”.


También, dice:
“Escribe, porque estas palabras son fieles y verdaderas”.
6 Y me dijo: “¡Han acontecido! Yo soy el Alfa y la Omega,

el principio y el fin.
A cualquiera que tenga sed le daré de la fuente
del agua de la vida, gratis.
7 Cualquiera que venza heredará estas cosas,

y yo seré su Dios y él será mi hijo.


8 Pero en cuanto a los cobardes y los que no tienen fe

y los que son repugnantes en su suciedad,


y asesinos y fornicadores y los que practican espiritismo,
e idólatras y todos los mentirosos,
su porción será en el lago que arde con fuego y azufre.

Creo que puedo concluir que haber aprendido a escribir lo que por
mi mente pasa y a distinguir la presencia del Padre y su providencia en cada
momento de mi vida ha sido la obra principal de Él en mí y en mí voluntad
de permanecer en Él mediante la sujeción a los preceptos evangélicos de
Jesucristo, dentro de un programa de vida, en su Santo Espíritu.
Amen y amén.

238
SEPARA TUS RESIDUOS SÓLIDOS
LOS INORGÁNICOS:
PLÁSTICOS, VIDRIOS Y METALES;
LOS ORGÁNICOS:
DESPERDICIOS DE LA COCINA
CÁSCARAS, HOJAS Y RAMAS PARA LA COMPOSTA

LOS PAPELES Y CARTONES VAN APARTE.


Y LAS SEMILLAS TAMBIÉN VAN APARTE.

La basura no debe existir.


Se crea a causa del desorden
personal y comunitario.

SERVIR PARA SER PERFECTO


Y SER PERFECTO PARA SERVIR

RECICLA
PAZ Y BIEN

AGRADECEMOS
A TODA PERSONA QUE PONGA EN ACCIÓN
LO QUE SE EXPONE EN ESTE DOCUMENTO.
Y LO COMPARTA.

239
Este libro autobiográfico es un intento por realizar el minucioso
inventario moral que sugiere el cuarto paso dentro del programa de
recuperación de Alcohólicos Anónimos de 12 pasos y 12 tradiciones.
El autor, manteniendo su anonimato, desglosa su vida y su conflicto
existencial desde el supuesto matrimonio católico de sus padres hasta la
época del “sexo, drogas y rock and roll” que le tocó vivir del durante los
primeros años del desarrollo de su personalidad.
Creemos que es un acierto haber ordenado este trabajo en
septenarios, períodos de siete años, pues en verdad es un orden físico
universal que da cierta luz al trabajo del inventario.
Por lo demás, AA, hace que su recapitulación gire alrededor de la
persona de Jesucristo a quien considera su verdadero padrino vital y por lo
tanto se aleja de la dependencia, a veces excesiva, a veces perjudicial, de
otro enfermo alcohólico.
Concluye la primera etapa de su vida con su ingreso a la cárcel
donde tiene por primera vez en su vida, después de haber cumplido la
mayoría de edad, un encuentro personal con Jesús que cambia su visión del
mundo aunque no lo libera del mal habito de fumar. En el penal, conoce
también el primer grupo tradicional de Alcohólicos Anónimos pero no se
identifica con el debido al consumo de tabaco que practicaban sus
integrantes. Intenta probar con el bautismo de los evangelistas pero
tampoco le funciona y sale de la prisión y regresa con su familia y su padre
lo rechaza ante su decisión de dedicarse a predicar el evangelio.
Se vuelve vegetariano y encuentra en un restaurante de esta
naturaleza el Evangelio de la Paz de los rollos de Mar Muerto que redefine
su cristianismo desde la perspectiva particular de este documento. Con el
correr de los años, la providencia se va manifestando a favor de la
producción del Pan de Vida y de la divulgación de este evangelio en
particular, que piensa y cree que es la puerta a la plena salud y a la vida
perdurable.
Siempre sujeto a la permanencia en los grupos 24 horas de
Alcohólicos Anónimos, pues ha vuelto a beber y a comer carne, encuentra
finalmente una clínica de paga que maneja los doce pasos de AA y que ha
erradicado en sus instalaciones el consumo del tabaco. Aquí logra producir
la harina de germinado de trigo de siete días de crecimiento y escribe este
libro que hoy ponemos en sus manos amable lector.
En resumen “La punta del Iceberg”, titulo alternativo que el autor
sugiere para este su trabajo de cuarto paso, puede significar una verdadera
ruptura con cualquier pasado personal, en base a la producción del Pan de
Vida y su consumo, aunado a una dieta principalmente crudívora, tal como
lo indica Jesús en el Evangelio de la Salud y de la Paz, como el mismo AA lo
ha retitulado: https://es.scribd.com/document/386432919

El Editor

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