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1.

- AUTOESTIMA
Me amo a mí mismo

Escriba: “Me amo a mí mismo, así que...”


Termine esta oración de tantas maneras como se le
ocurra.

Los tesoros

Condicionados como estamos a fijarnos preferentemente en las circunstancias


negativas, tendemos a exagerarlas, y a pasar por alto todas aquellas cosas de cada
día que nos aportan positividad, placer y felicidad. En vez de focalizarnos en lo que
hacemos mal, en nuestras limitaciones e incapacidades, en nuestros errores y
fracasos, inherentes por lo demás a nuestra condición humana, deberíamos
centrarnos más en nuestras circunstancias positivas, en nuestras capacidades,
nuestros éxitos y valores, para tener una estimación más ajustada de nosotros
mismos.

El reconocimiento de nuestros valores conlleva una actitud de agradecimiento


a esa inteligencia universal que nos ha dotado con tales dones, a la vez que un
compromiso con nosotros mismos por desarrollarlos al máximo.

Escriba una lista de 300 cosas por las que esté agradecido: 100 cosas que tiene,
100 cualidades que posee, y 100 cosas que ha hecho bien en su vida.

Perfil de autoestima

“Lo que soy es...” Escriba todas las cualidades, positivas y negativas, que se
atribuya. Subraye lo positivo. Lo “negativo” es lo que tiene usted que perdonarse,
o invertir injertando nuevos pensamientos.

Pero recuerde que el concepto de “negativo” es muy relativo. Con mucha


frecuencia, nuestros esquemas erróneos y limitadores cumplen una importante
función, especialmente la de proteger y defender al sistema consciente de
circunstancias amenazantes o peligrosas. Se hacen “negativos” cuando se
exageran: por ejemplo, el miedo es una actitud defensiva necesaria para la
supervivencia, y no es negativo cuando el peligro es real. Cuando pierde su función
y se “dispara”, por decirlo así, nos llevará a crearnos peligros y amenazas
imaginarias, y es entonces cuando se tiñe de negatividad.

Autoaprobación

Durante un mes, dígase continuamente: “Me amo y me acepto a mí mismo


como soy”. Cuando asome algún pensamiento contrario, no le dé importancia, y
retome la frase.

Me merezco...

Si no tenemos lo que necesitamos, si parece que la vida nos niega nuestras


aspiraciones y necesidades, a pesar de que en apariencia luchemos por
satisfacerlas, lo más probable es que esto ocurra porque subconscientemente no
nos creemos merecedores de éxito, porque nos sentimos indignos de ser felices,
porque, partiendo de una baja autoestima y de una falta de amor a nosotros
mismos, buscamos inconscientemente el fracaso.

Escriba en una lista: “Me merezco tener (o ser)... y lo acepto ahora”. Escriba
cada merecimiento varias veces, prestando atención a lo que sucede en su cuerpo.
Pregúntese si se cree lo que dice o si, por el contrario, todavía se siente indigno.

Si su cuerpo le transmite cualquier sentimiento negativo, afirme: “Renuncio a


la parte que, en mi conciencia, está creando resistencias a mi propio bien”, y
repita: “Me merezco...”

2- PERDÓN

Dieta del perdón

Evanescent mind ©http://my-sweet-darkness.deviantart.com

Parece imposible amar a personas que nos


hacen daño y nos decepcionan, pero es el único
tipo de personas que existe. Por otra parte, hacer las paces con alguien no significa
que esa persona las vaya a hacer con nosotros como respuesta. No podemos obligar
a nadie a que haga lo que queremos. Y tenga en cuenta que la persona a la que
castiga verdaderamente cuando no quiere perdonar es a usted mismo, pues el
resentimiento es usted quien lo experimenta, en su mente y en su cuerpo,
envenenando vida, no la de la otra persona, que con frecuencia ni sabe que cometió
una ofensa. El perdón significa que usted se sacude de encima el pasado, como si
fuera polvo, que aprende la lección que hay y que sigue viviendo.

Partiendo del hecho de que, cuando recibimos una ofensa, en vez de culpar a la
otra persona por su conducta incorrecta, lo que tenemos que hacer es descubrir en
nosotros la causa de haber provocado esa situación, este ejercicio nos será muy útil
para descubrir los motivos que tuvo nuestra mente subconsciente para atraer esa
situación desagradable, “obligando” a la otra persona a desempeñar un papel que
nosotros necesitábamos para aprender de esa experiencia. Lo que la gente nos hace
es, con frecuencia, expresión de lo que nosotros le hemos pedido
inconscientemente.

En primer lugar, perdónese a usted mismo por haber creado la situación de


ofensa hacia usted, y por censurar a la otra persona, que sólo cumplía con su
trabajo. Recuerde que nadie obra mal, sino que todo es un simple engranaje donde
los esquemas inconscientes interrelacionan entre sí, los del ofensor y los del
ofendido.

Escriba después las siguientes afirmaciones 70 veces al día durante 7 días:

- Perdono completamente a... (ponga aquí el nombre de la persona)

- Me perdono completamente a mí mismo.

Como las primeras personas a las que hemos de perdonar son nuestros padres,
por no haber respondido plenamente a todas nuestras expectativas y necesidades,
esta “dieta” deberá incluirlos:

- Perdono completamente a mi padre


- Perdono completamente a mi madre

Para finalizar, existe en lo más profundo de nosotros la creencia de que, de


alguna forma, Dios es el “culpable” de nuestras experiencias dolorosas, por haber
permitido que sucedieran. Así, para que la dieta sea completa, también deberemos
“perdonarle”:

- Perdono completamente a Dios.

La venganza

Relájese. Piense en una persona a quien le cueste perdonar. ¿Qué le gustaría


realmente hacerle para que expiase su culpa? ¿Qué tendría que hacer ella para
merecer su perdón? Imagínese que eso sucede ahora, con todo detalle. ¿Durante
cuánto tiempo quiere que sufra o que haga penitencia?

Cuando sienta que todo haya acabado, dé todo por terminado para siempre.

El escenario

Esta técnica no es fácil de realizar, pero asegura un perdón definitivo hacia


alguien por quien sintamos profundos resentimientos, cuando otras prácticas no
han conseguido disolverlos.

Relájese. Imagine a la persona que necesita perdonar subida en un escenario, y


a usted sentado enfrente de ella. Ahora, imagine que a esa persona le ocurren cosas
maravillosas, que usted le desea lo mejor... Vea a esa persona teniendo lo que
quiere tener, sienta su felicidad, envíele sus bendiciones, visualícela en el mejor
estado posible.

Para finalizar, súbase usted también al escenario, y hágase lo mismo:


imagínese que le ocurren cosas maravillosas, que ya tiene todo cuanto desea.
Visualice que está radiante y feliz, que todo está perfecto en su mundo.

Sintiendo compasión
El mejor antídoto contra la mayoría de las emociones negativas es la
compasión, entendida ésta como aquella forma de amor que consiste en ver cómo
es todo, en amar a alguien que aparentemente no es digno de amor, pero que se
hace acreedor a él cuando consideramos sus circunstancias, el marco general de su
vida. Cuando exculpamos a alguien, o a nosotros mismos, examinando aquellas
circunstancias que propiciaron el error, somos compasivos; cuando consideramos
que todos nosotros somos seres limitados, y que por tanto tenemos derecho a
equivocarnos y a fracasar, sentimos verdadera compasión. Ésta no ve los hechos
aislados e independientes, sino como parte de un todo. Supone interpretar nuestra
conducta y la ajena a la luz de una comprensión más amplia de la condición
humana, que acepta que los seres humanos, a pesar de nuestra buena voluntad,
tendemos a hacernos daño y a decepcionarnos mutuamente.

Esta práctica sirve para perdonar a otros y a nosotros mismos, para liberarnos
de rencores y culpas. Se trata de considerar la vida de usted, o la de alguien contra
la que guarda resentimiento, como un todo. Pregúntese, por ejemplo, cómo llegó la
otra persona a ser como es o como era; piense en la familia que tuvo, en su
infancia; véala como un ser humano corriente, confuso, capaz de cometer errores,
que lucha por la vida como lo hace usted; considere los problemas que tenía o que
tiene, sus conflictos, todo aquello que hizo que se comportara como se comportó;
tenga compasión por la incapacidad de la otra persona para encontrar la
alternativa de amor, piense que no supo encontrar ese camino, a pesar de sus
buenas intenciones; piense, en fin, que no hay personas malas, sino gente que se
equivoca.

Por último, aprecie las cualidades positivas de esa persona y que a usted le
agraden, y escriba una declaración general de perdón, incluyendo todos los
incidentes que perdona.

3.- CLARIFICACIÓN
Explorando la pseudorrealidad

Moon beach ©http://untouchablegreen.deviantart.com

Las creencias profundas que


tenemos sobre la realidad que nos
rodea determinan nuestra manera
de comportarnos ante ella. Son los
filtros inconscientes a través de los
cuales percibimos la realidad, hasta
el punto de que no reaccionamos
ante hechos objetivos, sino
interpretados. A esta realidad
deformada por nuestra interpretación es a lo que llamamos pseudorrealidad.
Nuestras conductas y emociones están entonces orientadas a la defensa y
demostración de nuestro sistema de creencias, de nuestros esquemas mentales, de
nuestra programación, en suma.

La pseudorrealidad de que hablamos se apoya, pues, en un sistema de


creencias, y éstas se fundamentan en la programación parental, en esos mandatos y
mensajes que hemos interiorizado de nuestros padres. De niños éramos seres
puramente emocionales, necesitados de amor. Como consecuencia, con tal de
conseguir la atención, el contacto y la aprobación de nuestros padres hacíamos
cualquier cosa, y cuando esta energía amorosa no venía espontáneamente,
aprendíamos cómo conseguirla, con lo cual tendimos a imitar el mundo emocional
de nuestros padres, con sus mandatos.

El siguiente ejercicio trata de explorar las creencias profundas que asimilamos


en nuestra vida familiar, proyectándolas hasta el presente, para detectar la
pervivencia de esos esquemas mentales negativos productores de sufrimiento.

Escriba los mensajes y admoniciones que recibió de sus padres sobre los
siguientes apartados: Amor, Sexo, Dinero, Trabajo, Dios, el Mundo y la Vida.
Redacte los mensajes en forma de frases admonitorias y directas. Por ejemplo. “Si
no eres bueno, Dios te castigará” (Dios); “Hay que sacrificarse por los seres
queridos” (Amor); “Ahorra para el mañana” (Dinero); “No dejes que nadie pase
por encima de ti” (Mundo-Vida)... Tenga en cuenta no sólo las frases literales que
le decían sus padres, sino todos aquellos mensajes subliminales que se le
transmitían por comunicaciones no verbales: conductas, gestos, tonos de voz...

En una segunda fase, encabece una página con el título: “Así era la
pseudorrealidad de mi casa”, y describa el sistema de creencias detectado con la
práctica anterior, redactándolo de manera que tenga usted un cuadro global y
coherente.

Para finalizar, encabece otra página con el título: “Así es mi realidad de hoy”,
y describa sus principales problemas, las zonas de mayor conflictividad y
frustración de su vida actual.

Compare esta descripción con la anterior, y vea qué aspectos de su vida


presente expresan sus creencias profundas adquiridas en la familia.

Clarificación (1)

http://www.dreamstime.com

Esta práctica se utiliza cuando nos


sentimos bloqueados en algún aspecto de
nuestra vida, cuando nos parece que la
realidad nos presenta obstáculos que impiden
la consecución de algún deseo importante para
nosotros. Consiste en intentar hallar las
motivaciones profundas por las que nosotros
mismos nos bloqueamos y boicoteamos
nuestras aspiraciones.

Escriba: “La razón de que no pueda


conseguir... (aquí se expone el deseo frustrado
que tenemos) es...” Haga una lista exhaustiva de las causas que, a su parecer, le
están bloqueando ese objetivo.

Después, examine la lista y detecte las ideas negativas principales, las que más
se repiten. Resúmalas, agrupándolas según sus afinidades. Luego, partiendo de
estas ideas, escriba una lista de sus actitudes negativas respecto de usted mismo,
otras personas, el mundo y la vida en general, subrayando aquellas que tengan
mayor poder emocional sobre usted. En todo el proceso, esté alerta respecto a las
emociones que experimenta cuando se enfrenta a esas ideas negativas,
aceptándolas plenamente.

Al final, rompa y tire todas las listas, relájese y haga afirmaciones positivas
que substituyan a las creencias negativas que ha detectado.

Clarificación (2)

Con frecuencia, no basta la práctica de las afirmaciones positivas para


conseguir un objetivo. La causa de esto es, como indicamos en el ejercicio anterior,
que aunque conscientemente deseamos alcanzar esa meta expresada en las frases,
albergamos creencias subconscientes que sabotean nuestras aspiraciones, creencias
enraizadas en nuestra “sombra”, con lo cual no servirá de nada desear el éxito
conscientemente cuando inconscientemente deseamos fracasar para así demostrar
nuestra creencia profunda. Esta práctica sirve para detectar esta programación
negativa.

Elija una afirmación positiva sobre la que quiere trabajar, y escríbala de 10 a


20 veces seguidas. Utilice su nombre y escriba la frase en 1ª, 2ª y 3ª persona. Por
ejemplo: “Yo, fulano de tal, quiero conseguir un trabajo mejor”, “Tú, fulano de tal,
quieres conseguir un trabajo mejor”, “Él, fulano de tal, quiere conseguir un
trabajo mejor”...

Observe si siente alguna resistencia, alguna duda o pensamiento negativo


acerca de lo que está escribiendo. Si es así, vuelva el papel del revés y escriba al
dorso el pensamiento negativo, la razón por la que su afirmación no puede ser
cierta o no puede llegar a realizarse. Después, vuelva a escribir la afirmación.

Al terminar, lea el dorso de la hoja con las ideas negativas, y escriba


afirmaciones nuevas que las contrarresten, o repita las anteriores, pero
cambiándolas para hacerlas más precisas. Haga el ejercicio varias veces y, una vez
detectada la programación negativa, deje de escribirla y pase a las afirmaciones
positivas.

4.- CAMBIO
goodbye to romance ©http://princess-of-shadows.deviantart.com

El injerto

Esta es la técnica básica para


implantar pensamientos positivos en
la mente subconsciente:

Escriba el pensamiento positivo


que quiere grabar en la mitad
izquierda de una hoja. Repítalo
muchas veces, unas 20, durante
varios días. Cada vez que escriba el
injerto, respire y escriba la primera
reacción al mismo (son las
resistencias) en la parte derecha de
la hoja. Después, proceda como en el
ejercicio de clarificación nº 1.

El problema
Seleccione un problema que desee suprimir. Escríbalo de la forma más sencilla
posible. Ahora, haga una introspección, y escriba: “La razón por la que creé este
problema es... ” y empiece a escribir todas las asociaciones que revele su mente.

Cuando le parezca que ha dado con la verdadera causa, la sentirá en su


cuerpo. Entonces, haga dos cosas:

- primeramente, haga un injerto positivo (con columna de resistencias).

- Trace un plan de acción adecuado en el universo físico y prográmelo en


su calendario.

Arrojar lo negativo

Apunte todos sus pensamientos negativos sobre el amor, la vida, su cuerpo, las
relaciones, el dinero... Haga asociaciones libres de ideas, y rellene cuantas páginas
sean necesarias. Cuando sienta que se ha descargado por completo, tírelas.

Liberación de los esquemas negativos

Técnica muy importante, basada en que mantenemos una creencia negativa


autolimitante porque, de alguna manera que se nos escapa, conseguimos con ella
unos beneficios secundarios; porque optamos por ella una vez en el pasado y no
hemos sido capaces de actualizar esa opción pasada; y porque tenemos miedo a
cambiar, aferrándonos a lo negativo simplemente porque nos es conocido. Siga
estos pasos:

- Tome conciencia del esquema negativo, viéndolo como una opción que su
mente subconsciente eligió para conseguir algo en el pasado.

- Pregúntese qué beneficios saca usted con esa creencia.

- Deje marchar el pasado, perdone.

- Observe su miedo a cambiar, posiblemente por las nuevas responsabilidades


que el cambio traería consigo, obligándole a hacerse cargo de su propia vida.
- Vaya resueltamente a por lo que quiere, y no espere a completar el pasado.
Perseguir el éxito en la vida es el camino más rápido para completar el pasado.

Desprenderse del pasado

Haga una lista de todas las cosas del pasado que quiere soltar. ¿Está realmente
dispuesto a hacerlo? Fíjese en sus reacciones. ¿Qué tendrá que hacer para
desprenderse de esas cosas? ¿Qué nivel alcanza su resistencia a cambiar? Después,
relájese y dígase: “Estoy dispuesto a desprenderme. Aflojo mis resistencias, aflojo
toda tensión. Renuncio a todo miedo, a todo resentimiento. Me libero de toda
culpa, de toda tristeza... Renuncio a las viejas limitaciones. Me desprendo de todo
esto y estoy en paz: en paz conmigo mismo, en paz con la vida y el Universo. Estoy
a salvo y seguro”.

Los cambios

Haga una lista de las cosas que no le gusten de usted o de su vida actual.
Luego, deles la vuelta, expresándolas en forma de afirmaciones positivas. Ejemplo:
“Quiero mudarme de casa” se traduciría por: “Tengo una vivienda perfecta”.

5.- LA CULPA
Sussurros ©http://princess-of-
shadows.deviantart.com

Gran parte de nuestros


esquemas negativos arrancan de dos
emociones básicas, quizá las más
primarias del ser humano: el miedo,
referido a un futuro incierto e
imprevisible portador de amenazas y
peligros, y la culpa, que apunta
hacia un pasado en el que hicimos
algo incorrecto desde nuestro punto
de vista, o en el que no estuvimos a la altura de las circunstancias en una situación
que nos llevó a un fracaso aparente. De estos dos sentimientos se nutren otros,
como la rabia y la tristeza, y todos juntos conforman el sustrato en el que hunden
sus raíces casi todas nuestras creencias autolimitativas. Por ejemplo, no es difícil
asociar la baja autoestima con repetidos sentimientos de culpa, y tras la más cara
de la rabia estamos escondiendo el miedo la mayoría de las veces.

Si en ejercicios anteriores practicamos el perdón como medio para liberarnos


de sentimientos de rabia y rencor, lo mejor para liberarse de la culpa sería aplicar
esas técnicas sobre nosotros mismos, con el fin de llegar a perdonarnos
completamente.

Esta práctica consiste en hacer una lista de 100 cosas que piense haber hecho
para herir a los demás. Luego, haga otra lista con 100 cosas que crea que han
hecho los demás para herirle.

Ahora, respire y eche un largo vistazo a ambas listas. Disipe su culpa


primordial perdonándose a usted mismo por personificar el deseo subconsciente de
castigo de otras mentes culpables. Perdónese a usted mismo por atraer castigos
para aliviar el dolor de su propia culpa.

6.- EL MIEDO

El miedo consiste, básicamente, en una falta de confianza ante el futuro, que


aparece imaginado con dificultades y problemas, erizado de peligros y de
situaciones dolorosas que no estamos seguros de poder soportar. Mas en esta
actitud atemorizada hay dos hechos incontrastables: en primer lugar, es seguro que
el mañana traerá problemas, pues son componentes intrínsecos de la vida humana,
siendo imposible escapar de ellos; y, en segundo término, en el fondo de nosotros
sabemos que, sea lo que sea que el destino nos depare, vamos a ser capaces de
sobrellevarlo. ¿A qué tememos, pues? ¿Dónde radica esa falta de confianza, esa
inseguridad?. La clave es simple: no tenemos miedo porque nos falte confianza en
el futuro, sino que la causa es que no confiamos en nosotros mismos.

La ansiedad resultante es producto de una baja autoestima, la reacción


programada que hemos aprendido basada en que tenemos que sentir miedo ante lo
desconocido, evitando el riesgo.

Lo más negativo del miedo no es el sufrimiento que experimentamos por


adelantado ante sucesos que todavía no se han producido ¾¿no es esto un absurdo
lógico?¾, sino que esa reacción negativa, esa tensión ansiosa, esa preocupación nos
impide gozar del ahora, del momento presente, nos impide tomar conciencia de las
bendiciones y milagros en que nos desenvolvemos diariamente, anestesiándonos
para disfrutar de tantos placeres como tenemos a cada instante al alcance de la
mano.

Haga una lista de los hechos a los que verdaderamente tiene miedo, incluyendo
sólo los que teme activamente, y no los que sabe por medio del intelecto que
podrían tener consecuencias negativas para usted. Para cada uno de esos sucesos,
anote qué es de lo que desconfía en sí mismo o en el mundo para producirle este
miedo.

Cuando haya detectado sus desconfianzas, aquellas aptitudes y capacidades


que cree no poseer en suficiente calidad y cantidad, pregúntese si su desconfianza
en ellas es real o imaginada. En caso de ser real, pregúntese qué le haría falta para
confiar en aquello en lo que no confía ahora mismo. Por ejemplo, el tener miedo a
la soledad puede llevarle a una ampliación de sus amistades, a una profundización
en las existentes, a una mayor apertura a los demás, o a apuntarse a alguna
asociación.

7.- ACEPTACIÓN
Free your mind ©http://tomislav-
moze.deviantart.com

Un principio psicológico afirma


que todo lo que el hombre resiste se
le transforma en enemigo, y también
todo lo que teme, porque el temor es
de alguna manera resistencia. El
hombre teme y resiste una serie de
enemigos ¾ enfermedades, fracasos,
abandonos, desprestigios...¾, y
despliega enormes cantidades de
energía para anularlos. Ahora bien,
aunque pueda neutralizar algunas
realidades negativas, la gran
mayoría de éstas no tienen solución,
pues por su naturaleza son
indestructibles. Por ello es por lo que se las llama imposibles, o hechos consumados,
frente a los que no cabe otra actitud que la de la aceptación.

Es locura resistir la realidades que son inalterables. Lo único que podemos


sacar de esta lucha perdida de antemano es más sufrimiento. La única solución
posible consiste en abandonarse, haciendo un acto de fe y de confianza en la
voluntad divina, seguros de que siempre se orienta a nuestro bien.

Leyes inexorables circundan nuestra existencia: la ley de la precariedad, la ley


de la decadencia, la ley de la transitoriedad, la ley del fracaso, la ley de la
mediocridad, la ley de la soledad, la ley de la muerte, la ley de la irreversibilidad
del tiempo... ¿Qué podemos hacer nosotros ante esas fronteras absolutas? En una
proporción altísima, el ser humano está radicalmente incapacitado para anular o
transformar las realidades que se levantan ante sus ojos. Somos esencialmente
limitados, y debemos aceptar con paz el hecho de que con grandes esfuerzos vamos
a conseguir pequeños resultados. ¿Para qué quemar inútilmente energías por
sucesos que están consumados, o por cosas que no pueden alterarse un milímetro?
Pretender cambiar la realidad es como si alguien quisiera cambiar una radio que
suena bien sólo por el hecho de que emite malos programas.

Dado que no podemos cambiar el mundo de afuera, sino simplemente


aceptarlo, nuestra única opción consiste en cambiar nuestros sentimientos y
emociones. Para ello, el primer paso es aceptarlas, porque ¿cómo podemos
cambiar algo si primero no lo aceptamos y reconocemos?

Aceptando una emoción negativa

La aceptación de las emociones desagradables es la condición previa para el


cambio. Significa experimentar, sin negación o rechazo, que un hecho es un hecho,
que sentimos lo que sentimos. Significa respeto por la realidad. No podemos hacer
desaparecer nuestro miedo gritándole, o gritándonos a nosotros mismos, o
reprochándonos porque nos sentimos culpables. El camino correcto es ser
conscientes de esa emoción, recordando que somos más grandes que cualquier
emoción aislada, convirtiéndonos en testigos, sin identificarnos con nuestro estado
emocional. La práctica de autoaceptación que proponemos es la siguiente:

Relájese, y tómese unos minutos para contemplar algún sentimiento o alguna


emoción que le resulte difícil afrontar: inseguridad, dolor, envidia, ira, tristeza,
miedo, etc. Cuando aísle ese sentimiento, por ejemplo el miedo, imagine alguna
escena que suela evocarlo, algún suceso que le produce miedo. Entonces, dígase:
“tengo miedo”, sumergiéndose en ese sentimiento, como si le abriera el cuerpo.

Explore qué sucede en su cuerpo diciéndose varias veces: “Ahora me siento así
y así (describiendo sus sensaciones del momento) y lo acepto plenamente”. Una vez
detectadas las sensaciones corporales que le produce su miedo, concéntrese en una
respiración suave y profunda, a la vez que se relaja más y más. Siga contemplando
y sintiendo el miedo, permítale estar allí, en lugar de intentar desear que se
extinga. Dígase: “Ahora estoy explorando el mundo del miedo”.

Por último, puede incluso hablar con su miedo, invitándole a que le diga la
peor cosa imaginable que pueda ocurrir, de modo que usted pueda afrontarla y
también aceptarla (ésta es una estrategia que tiende a apartarlo
de fantasías atormentadoras e introducirlo en la realidad, mucho
más benévola). Pregúntele a su miedo cuándo y cómo comenzó, y
de qué está intentando protegerle. Finalmente, imagine cómo se
sentiría si no tuviera que combatir el miedo pensando, por
ejemplo: “Reconozco mi miedo y lo acepto... y ahora veamos si puedo recordar cómo
se siente mi cuerpo cuando no tengo miedo”.

Observando emociones

Ejercicio básico para identificar nuestros estados emocionales, tomar


conciencia de ellos, y desapegarnos, desidentificándonos de ellos. De origen
budista, su objetivo es fomentar en nosotros la actitud de testigos de nuestra vida
emocional, sin comprometernos con ella.

Primeramente dedicaremos unos minutos a tomar conciencia de las


sensaciones corporales. Conseguida una cierta quietud, pasamos a observar las
emociones que aparezcan en nuestra conciencia, cosa que seguramente sucederá,
pues el estado de distensión afloja los controles conscientes que son lo que usamos
para reprimir las emociones. Debilitadas las barreras mentales, las emociones
reprimidas pueden entonces aflorar ante nosotros.

Puede ser útil hacernos preguntas tales como: “¿Cómo me siento ahora
mismo?”, u otras parecidas. Cuando aparezca una emoción, ésta debe ser aceptada
como tal y observada con despego y desapasionamiento, exactamente como si
estuviéramos observando un fenómeno corporal como nuestra respiración, por
ejemplo. La emoción, al igual que el pensamiento, se desarrolla a través de un
proceso de nacimiento, mantenimiento y muerte. Observemos este proceso sin
identificarnos con él.

Es recomendable, al aparecer una emoción, prestar atención a su


manifestación física, es decir, a los síntomas corporales que la emoción provoca. De
igual modo, podemos verbalizar las emociones, dándolas un nombre. Por ejemplo:
“Ahora siento ansiedad, y la experimento en el plexo solar, de tal y tal manera...”
Finalmente, fijaremos nuestra atención en la parte de nosotros mismos que
contempla esas emociones desde fuera. Si somos capaces de hacer esto, es señal
inequívoca de que no somos esa emoción, pues de lo contrario no podríamos verla
ni identificarla. Digamos entonces: “Yo no soy mis emociones”.

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