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PROTECCIÓN CIVIL
TEMA 1
Elementos de competencia
La ciencia de nuestro tiempo ha logrado establecer que la edad de la Tierra es cercana a los 4
mil 600 millones de años. Y que a lo largo de ese tiempo ha pasado por distintos periodos de
enfriamiento y de calentamiento global. La primera era glacial ocurrió hace 2 mil 300
millones de años y se perpetuó por mil 150 millones de años. Se calcula que el agua apareció
hace 3 millones 800 mil años y 200 millones de años después surgieron las primeras formas
de vida.
Hace 300 millones de años la Tierra tenía la forma conocida como Pangea, inferida como un
segmento de tierra que unía los bloques que hoy denominamos continentes. En ellos había
lagos, y grandes extensiones de flora con pequeños reptiles, y peces de agua salada sin alta
concentración de salinidad. Durante 100 millones de años evolucionaron las especies y los
grandes mamíferos han sido ubicados en el periodo conocido como era Mesozoica, hace cerca
de 245 millones de años, la cual abarcó un periodo de 180 millones de años, hasta que se
produjo una extinción masiva hace cerca de 65 millones de años (Viñas, 2013).
(s. a.). (s. f.). Pangea [imagen].
Tomada de http://foro.redjedievolution.com/viewtopic.php?f=50&t=76
Posteriormente ha sido registrado un nuevo periodo de glaciación global y se deduce que hace
50 millones de años los continentes adquirieron la forma que caracteriza al planeta Tierra
hasta nuestros días. Se estima que desde entonces se han producido en el planeta los
fenómenos geológicos e hidrometeorológicos que son parte de nuestro tiempo, aunque con
características particulares.
El plioceno inició hace 5, 332, 000 años y terminó hace 2, 588, 000 años. Descubrieron que
la recurrencia de huracanes era muy superior a las cifras que se tienen en el siglo XX. Y que
las condiciones existentes en el plioceno son similares a las que se esperan tener con el efecto
invernadero, que será percibido con el aumento en la temperatura global. En el plioceno, la
temperatura global era 4 ºC superior a la actual. Como ha sido comprobado que la temperatura
superficial del mar no es el único factor que incide en la presencia de los huracanes, el estudio
incorporó más variables que sustentaron una representación iconográfica. La siguiente
imagen ilustra lo anterior.
El Sol es el astro que produce la mayoría de los fenómenos que ocurren en la Tierra. La fuerza
de atracción le permite circular en una trayectoria astronómica. El viento en la Tierra surge
de la evaporación del agua debido a los rayos de calor solar. El sol transmite energía a los
seres vivos por medio de distintos procesos como la fotosíntesis de las plantas. Y sin el Sol,
ningún tipo de vida existiría en el planeta llamado Tierra.
En el interior del tercer planeta del sistema solar también se producen procesos que han sido
deducidos. Al parecer el planeta Tierra está constituido por tres capas, un núcleo duro, un
núcleo externo líquido, un gran manto y la corteza.
Estos enormes bloques, al moverse, dan estabilidad a la gran masa terrestre. Además, se
realizan desplazamientos de enormes placas continentales. Han sido identificadas tres: a)
divergentes, son las que se van separando; b) transformers, son las que se deslizan una con
respecto a otra; y c) convergentes, son las que chocan y producen fenómenos como la
subducción, que contribuye con el surgimiento de coordilleras montañosas y volcanes.
La mayoría de los volcanes están ubicados en el denominado Anillo de Fuego del Pacífico,
que es identificado en el contorno del Océano Pacífico. En el planeta existen súper volcanes
cuya actividad explosiva es capaz de afectar la vida en todo el globo terrestre, como ocurrió
hace aproximadamente 642 mil años cuando se presentó la última erupción del volcán
ubicado en el parque Yellowstone.
Los primeros humanos surgieron hace 200 mil años. Y los vestigios más antiguos de
civilizaciones se remontan a los 5 mil y hasta 20 mil años antes de Cristo (Göbekli Tepe, Tell
Qaramel, Tell Hamoukar, etcétera). Desde entonces han ocurrido diversos sucesos
catastróficos que han producido la extinción de civilizaciones que aún son enigmáticas para
la ciencia actual.
Esos antecedentes muestran que las catástrofes se han presentado en diversas ocasiones y que
los desastres no son un invento de la modernidad, sino una posibilidad cuando se convive
entre manifestaciones extremas de la naturaleza. Los desastres en la antigüedad guardan
características con los actuales, puesto que resultan de la combinación de varios factores: la
exposición, la presencia de una amenaza natural y las condiciones vulnerables que hacen
mayores o menores los impactos. Desde que el humano habita la Tierra, la sobrevivencia ha
representado un problema, pues depende de la naturaleza y de sus múltiples manifestaciones,
ante las cuales ha tenido que adaptarse.
México es el único país que es afectado por huracanes desde dos océanos: el Atlántico y el
Pacífico. El Atlántico es más activo, pero en el Pacífico se han producido más impactos de
ciclones tropicales entre 1970 y el 2010. México cuenta con un litoral de cerca de 11,593
kilómetros y dos terceras partes están frente al Océano Pacífico. El país está dividido en 31
estados y un Distrito Federal, y 17 de sus estados se ubican en zona costera, expuestos a los
efectos e impactos de los ciclones tropicales. La mayor cantidad de muertos en un desastre
asociado a un huracán ocurrió en 1976, durante el paso del fenómeno Liza, sobre La Paz,
Baja California Sur, donde una presa se desbordó y al agua impactó las casas que se
encontraban a su paso.
(s. a.). (s. f.). División política de los Estados Unidos Mexicanos [imagen].
Tomada de http://3.bp.blogspot.com/-
3iGMjunNjMk/TVNGVsvijII/AAAAAAAAIFs/OhyQgulJFQo/s1600/Mapa+politico+de+Mexico.gif
En el siglo XX son considerados Niños fuertes, los registrados entre 1982 y 1983 y entre 1997
y 1998.
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Además de los ciclones tropicales, nuestro país está expuesto a múltiples fenómenos
hidrometeorológicos y climáticos como la sequía, la ausencia de lluvias, El Niño, La Niña,
granizadas, inundaciones, marejadas, mareas de tormenta, monzón, tornados, frentes fríos,
ondas de calor, etcétera.
Los fenómenos geológicos más peligrosos que afectan a México son los sismos y las
erupciones volcánicas.
El sismo más mortal de nuestro tiempo ocurrió en septiembre de 1985 y destruyó una porción
muy poblada de la Ciudad de México, en la que se ha deducido que se alcanzó la cifra de 6
mil muertos. La actividad sísmica se concentra en algunas regiones de México,
principalmente en los estados de Chiapas, Oaxaca, Guerrero, Michoacán, Colima, Jalisco y
Nayarit; aunque también en la zona norte de los estados de Baja California y Sonora se han
reportado sismos intensos.
México está considerado como uno de los países con más alta sismicidad en el mundo, ya
que en él se concentra alrededor del 6% de la actividad mundial. Esto se debe a que su
territorio se localiza en una región donde interactúan cinco importantes placas tectónicas:
Cocos, Pacifico, Norteamérica, Caribe y Rivera, además de algunas otras fallas regionales o
locales con distintos grados de actividad sísmica, entre las que destacan la de Acambay,
localizada en la zona central, y el sistema de fallas de Ocosingo, en Chiapas, al sur del país.
Las zonas afectadas por sismos comprenden todo el territorio de 11 estados y parte del
territorio de otros 14, abarcando en conjunto más del 50% del total nacional. Por las
características del subsuelo, la Ciudad de México es una de las zonas que presentan mayor
riesgo frente a la ocurrencia de sismos de gran magnitud, como el que se espera se origine en
la brecha sísmica de Guerrero (Mansilla, 1996).
Padilla, R. (2014). Representación de los volcanes mexicanos activos e inactivos[imagen].
La explosión volcánica más mortal ha sido la del volcán Chichón, en Chiapas, ocurrida en
1982. Pero el incremento de población en torno a los volcanes más activos de México podría
causar un desastre, ya que la exposición a estas amenazas se ha incrementado notablemente.
Cerca del volcán Ceboruco viven cerca de 97,486 personas. Entorno al Chichón 182,000,
cerca del Paricutín 326,000. Junto al Colima 349,000. Entorno al Popocatépetl 422,000. Y
junto al Tacaná, 511,000. La zona de mayor actividad volcánica la compone el cinturón que
abarca los estados de Nayarit, Jalisco, Colima, Michoacán, Hidalgo, Estado de México,
Distrito Federal, Puebla, Morelos y Veracruz. Sin embargo, el volcán más activo de México
es el de Colima, también llamado Volcán de Fuego.
En la cultura occidental se ha escrito una historia sustentada con diversas fuentes escritas y
tangibles que han mejorado las interpretaciones del pasado. En ella se ubican grandes eventos
como el contacto de la cultura hispana con la mesoamericana, el cual ha dado origen a la
mezcla cultural que caracteriza a los mexicanos. En los últimos 522 años se transformó la
cotidianidad nativa prehispánica y, después de las conquistas y el colonialismo, los procesos
sincréticos culturales han dado lugar a grandes transformaciones productivas,
administrativas, institucionales, territoriales y religiosas.
TEMA 2
Elemento de competencia
La contaminación de una nube nuclear, las epidemias y algunos huracanes como Mitch,
afectan a varios países a la vez, lo cual hace evidente que se requiere una amplia intervención
para ciertas amenazas. Sin embargo, en algunas naciones el tema de la protección civil es
prioritario, mientras que para otras ha sido una imposición del modelo hegemónico
norteamericano. En Latinoamérica, hasta nuestros días se realizan acciones para actualizar
los protocolos de protección civil y pocos países cuentan con algún fondo similar a los
desarrollados en México, denominados Fondo Nacional de Desastres Naturales (Fonden) y
Fondo de Prevención de Desastres Naturales (Fopreden).
Surgió después del terremoto de Managua que azotó la capital nicaragüense en diciembre de
1972. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) lo propuso en 1991
tras participar en más de 90 estimaciones de los efectos e impactos sociales, ambientales y
económicos de desastres en 28 países de la región (entre ellos, 15 de los 20 desastres más
letales acaecidos en América Latina y el Caribe en los últimos 40 años). En los desastres
evaluados por esa entidad se han registrado aproximadamente 310, 000 fallecimientos y 30
millones de personas afectadas con un costo de 213, 000 millones de dólares a precios del
año 2000.
Por lo anterior, en 1991 la experiencia acumulada por la CEPAL en esta materia fue plasmada
en la primera edición del manual de desastres, a cargo de Roberto Jovel. Tras esta publicación,
el Banco Mundial comenzó́ a usar esa metodología en países fuera de la región. A la fecha,
se ha empleado en 40 países de otros continentes, fundamentalmente África y Asia.
En 2003 se publicó una segunda edición bajo la dirección de Ricardo Zapata, un esfuerzo que
contribuyó a la difusión de esta metodología y a la “transferencia de conocimiento sobre la
materia a gobiernos de la región” (Bárcena, 2014).
En materia de prevención, desde los años 70, el Programa de las Naciones Unidas para el
Desarrollo (United Nations Development Programme, UNDP) y la FAO establecieron un
sistema de alerta para supervisar la evolución de las sequías y de las hambrunas, mientras que
la Organización Meteorológica Mundial (World Meteorological Organization, WMO) y la
Unión Internacional de Telecomunicaciones (International Telecommunication Union, ITU)
se han movilizado en las áreas de la predicción de tormentas y de la rapidez del sistema de
comunicaciones intercontinentales (Revet, 2011). Sin embargo, los mayores esfuerzos
preventivos surgieron después de que se visibilizó la proporción del problema de los
desastres. La información contenida en las organizaciones del llamado primer mundo les
permitía participar en labores de asistencialismo.
Pero en los noventa se hizo evidente que hacía falta ampliar el panorama de los riesgos y los
desastres. Por lo anterior, Naciones Unidas declaró los años noventa como el Decenio
Internacional de Prevención de Catástrofes Naturales (DIRDN).
El geofísico estadounidense Frank Press, ex consejero científico del presidente Carter de 1977
a 1980 y presidente de la Academia Nacional de Ciencias de E.U.A de 1981 a 1993 (bajo la
administración de Reagan y después bajo la de George H. Bush), evocó por primera vez la
idea de un decenio internacional sobre el tema de las catástrofes "naturales" en 1984, en el
VIII Congreso Internacional de Ingeniería Sísmica. Durante varios años se dedicó a fortalecer
la propuesta y buscar investigadores que representaran a una gran cantidad de países para que
pudieran contribuir con conocimiento sobre riesgos y desastres.
La propuesta de la ONU tuvo como principales cinco objetivos, los cuales se muestran a
continuación:
Los avances y logros fueron expuestos en diversos medios y encuentros, uno de los más
célebres, la Conferencia Mundial en Yokohama en 1994, fue la primera Conferencia de las
Naciones Unidas organizada sobre el tema de la reducción de riesgos y de catástrofes
“naturales"
La evidencia empírica y la reflexión teórica han documentado los desastres más significativos
de cada continente en los últimos 30 años. Durante ese lapso también se han evidenciado
algunos enfoques que perduran en la identificación de los riesgos, en la caracterización del
desastre y en la protección de los humanos ante las amenazas de origen natural y
antropogénico. En 30 años de debate es claro que las sociedades del mundo conviven con
distintas amenazas y prácticamente ningún humano está exento de algún impacto desastroso
durante su vida. Sin embargo, las variables que contienen los conceptos han marcado cambios
muy notables en el significado de algunos que son paradigmáticos como riesgo, desastre,
desastre natural y vulnerabilidad, con discursos divergentes o complementarios dentro de la
teoría general de los estudios sociales de riesgos y desastres (Padilla, 2014).
Se formó con un equipo menor que el del DIRDN, pero la ISDR tomó un rumbo cauteloso
durante los años 2001-2005. Sin embargo, tras el tsunami de 2004 en el sudeste de Asia se
realizó la Conferencia de Kobé organizada por la ISDR en 2005. La mediatización y la
conmoción que suscitó a nivel internacional esta catástrofe impulsaron la temática de los
riesgos y de los desastres al primer lugar en todas las agendas, debates e introducciones de
informes o textos producidos en los meses y años siguientes.
Ante ese panorama, se propuso enfocar los esfuerzos en reducir las vulnerabilidades a través
de distintos mecanismos.
Para ello se planteó un marco de acción a través de una resolución de la Asamblea General
de la ONU en diciembre de 2005. El Marco de Acción de Hyogo (Hyogo Framework for
Action, HFA), se hizo operativo para el periodo 2005-2015, y fue adoptado por los 168 países
y por las organizaciones que participaron en la conferencia de Kobe, donde se pretendió
definir las acciones prioritarias que se aplicarían para reducir las vulnerabilidades ante los
desastres.
Así, la ISDR se presentó desde entonces como un sistema de alianzas que incluye gobiernos,
organizaciones intergubernamentales y no gubernamentales, instituciones financieras
internacionales, actores científicos y técnicos del sector privado. Su secretaría es la encargada
de coordinar y de ejecutar la apertura del HFA (Revet, 2011).
La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) es una organización que surgió
posterior a la Segunda Guerra Mundial con el propósito de mantener la paz en el mundo.
Sin embargo, también ha ampliado sus perspectivas y participa en operaciones de socorro
ante desastres. Particularmente su participación se vio fortalecida después de los atentados
del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York, ya que evolucionó la noción de seguridad, y
colocó en el mismo nivel a las amenazas terroristas, los riesgos naturales y las catástrofes
tecnológicas, principalmente mediante el concepto de seguridad global y de administración
de todos los riesgos (all hazards management).
Gradualmente la OTAN se ha consolidado cada vez más como una organización de gestión
del riesgo que se centra en las amenazas futuras. Sus operaciones de prevención de riesgos
en Ucrania o en Asia Central demuestran este reposicionamiento. Aunque no todos los
miembros de la Alianza tienen un consenso real en las transformaciones del papel de la OTAN
en términos de protección civil, algunos quisieran ver en el futuro en la Alianza una agencia
de seguridad global.
Sin embargo, las amenazas -naturales y las tecnológicas o terroristas- son presentadas como
permanentes, y el mundo es percibido como día a día más "vulnerable" en razón de las
actividades antropogénicas, de la urbanización creciente y del cambio climático (Revet,
2011).
Como se ha expuesto, son diversas las organizaciones e instituciones que han enfocado sus
esfuerzos en la respuesta, rehabilitación y reconstrucción tras un desastre. Sin embargo, son
pocas las que han promovido un enfoque en la denominada Gestión Integral de Riesgos y
Desastres (GIRD).
Con la GIRD, se hizo evidente que era necesario capacitar a la población para mejorar sus
capacidades de respuesta ante las amenazas naturales. Por ello se promovió la Gestión de
Riesgos y Desastres (GRD), que además procuraba atender oportunamente las emergencias
y manejar de la mejor manera los desastres.
A pesar de la perspectiva de la GRD aún predominaba la idea de que el fenómeno natural era
el desastre y que por lo tanto los desastres eran inevitables. Esta idea aún está presente en los
sectores menos informados, y aún siguen confundiendo a los fenómenos con “desastres
naturales”.
Sin embargo, desde la década de los ochenta, algunos estudios latinoamericanos ya insistían
en que el factor presente en todos los desastres era la sociedad y que las condiciones de
vulnerabilidad social influían en la intensidad del desastre. La Gestión Integral de Desastres
no es una invención reciente, en realidad es un concepto para denominar lo que las
comunidades indígenas han realizado a los largo de siglos, para enfrentar las inclemencias
del medio ambiente. Y en el plano urbano se aplica para identificar las formas como las
comunidades citadinas se defienden del medio ambiente y de las condiciones riesgosas.
TEMA 3
Elemento de competencia
En la Ley General de Protección Civil (2012) se define al desastre como “el resultado de la
ocurrencia de uno o más agentes perturbadores severos y/o extremos, concatenados o no, de
origen natural o de la actividad humana, que cuando acontecen en un tiempo y en una zona
determinada, causan daños y que por su magnitud exceden la capacidad de respuesta de la
comunidad afectada” (p. 2). Sin embargo, la palabra desastre tiene antecedentes muy
antiguos. Según el historiador Gerrit Jasper Schenk, la palabra desastre tiene por equivalente
en alemán las palabras desaster o unstern, que significan "bajo una mala estrella” (Jasper,
2007, p. 12). Explica que en las lenguas romances como el francés se refieren a désastre y en
italiano a disastro, porque al parecer en el antiguo mundo era común creer que ciertas
constelaciones de estrellas eran las responsables de eventos fatídicos para la vida de los
humanos.
Entre las categorías más básicas para diferenciar a los desastres se hace distinción entre los
detonados por algún fenómeno natural y los desastres asociados a la intervención humana,
también llamados antropogénicos.
Así, mientras algunos desastres pueden ser considerados regionales, otros, como el detonado
por Mitch, son denominados desastres internacionales.
NOAA. (1998). Imagen satelital del huracán Mitch sobre Guatemala, Honduras y Nicaragua
[imagen]. Tomada de http://www.ncdc.noaa.gov/oa/reports/mitch/mitch.html
Se consideran pequeños desastres a los que, sin llegar a causar una catástrofe, generan
alteraciones en la cotidianidad, afectan económicamente las estructuras sociopolíticas locales
e implican periodos cortos de recuperación. Sin embargo, se ha documentado que estos
pequeños desastres suelen menguar gradualmente la resistencia ante un fenómeno extremo y
al producirse un impacto mayor contribuyen en que el desastre sea mayor. También Alan
Lavell explica que “los recurrentes pequeños eventos erosionan de continuo la capacidad de
desarrollo de las zonas y poblados afectados, y conducen a una inexorable acumulación de
vulnerabilidades, que hace que el efecto de los grandes desastres sea más agudo una vez que
suceden” (Lavell, 2000, p. 6). Los medianos desastres “son aquellos que atraen la atención
de los medios regionales y la recuperación se alcanza con capitales nacionales/estatales” (De
la Parra, 2009, p. 19). Los grandes desastres producen daños mayores a un millón de dólares,
se reportan más de 100 muertos y atraen la atención nacional e internacional de los medios
masivos de información, por lo cual se reciben diversos apoyos extranjeros (De la Parra,
2009).
CNN México. (2013). Cifras de muertos y daños en desastres 2000-2012 (gráfica). Tomada de
http://mexico.cnn.com/nacional/2013/10/21/el-costo-de-los-desastres-naturales-se-acentua-por-la-pobreza-y-
corrupcion
Durante siglos han perdurado dos ideas fundamentales con relación a los desastres; la primera
es que son actos de Dios y ocurren como un castigo divino ocasionado por una divinidad ante
ciertas violaciones a sus códigos de conducta moral. La segunda es que los desastres son actos
de la naturaleza (“desastres naturales”), que son inevitables y serán prevenibles cuando el
humano controle la naturaleza. Para los antropólogos los desastres son “procesos que se
desarrollan a través del tiempo, y sus orígenes están profundamente arraigados en la historia
social. Como tal, los desastres tienen raíces históricas, que se desarrollan en el presente, y en
el futuro que los procede de acuerdo con las formas de reconstrucción que se llevan a cabo.
Estos problemas se refieren directamente a la relación entre los humanos y la naturaleza y
con las estrategias para formas más sostenibles de desarrollo” (Oliver-Smith, 2009).
Los desastres básicamente resultan de la combinación entre una población vulnerable (v), una
amenaza (a) que supera las capacidades de preparación, prevención y respuesta, y algún grado
de exposición (e) a la amenaza. En síntesis: D = V+A/E.
R=AxV
Donde amenaza se refiere al fenómeno natural que puede afectar diferentes lugares
independientes o en combinación y en distintos momentos (Wisner, 2004, p. 49). La
vulnerabilidad se supone particular para un tipo de amenaza en específico, en un tiempo dado
y con cierto tipo de exposición y población. Aunque simplificada, la fórmula guarda variables
debatibles que son distintas en cada caso de estudio.
Amenaza
En la década de los años ochenta era muy común definir la amenaza como sinónimo de
desastre, pero con la evidencia se identificó que la amenaza es sólo una parte del proceso que
constituye un desastre.
Las ciencias naturales identifican las amenazas por las características físicas del agente
natural u otro tipo de agente como podrían ser los químicos.
Las ciencias naturales clasifican a las amenazas en distintas categorías que se muestran en
seguida.
En cambio, para los estudios sociales del riesgo y los desastres la amenaza está asociada con
un fenómeno natural o de otro tipo, pero su factor amenazante está condicionado por la
exposición, la vulnerabilidad y las capacidades organizativas de respuesta social.
Por lo anterior, una amenaza es “cualquier fenómeno o proceso de cualquier origen, cuya
ocurrencia pueda generar efectos que representen un peligro o una serie de peligros para el
territorio (comunidades y ecosistemas) en el cual se llegue a materializar” (Wilches-Chaux,
2008).
Los estudios sociales han clasificado a las amenazas según distintas categorías que se
muestran a continuación:
Elementos de competencia
Vulnerabilidad
Torres, J. (2011). Imágenes del desastre en Colima detonado por el huracán Jova[fotografía].
Sin embargo, existen distintos modelos para explicar la vulnerabilidad. Algunas agencias e
instituciones suelen identificar este concepto casi como un formato, por medio de encuestas
o sondeos después de cada desastre para obtener un informe. Pero el concepto vulnerabilidad
en los estudios de desastres profundiza y busca comprender las causas que los producen, es
decir, el funcionamiento y las relaciones de los sistemas económico, político y sociocultural,
que conviven con la naturaleza y permiten la existencia y persistencia de diversas
características que hacen vulnerables a individuos y grupos ante ciertas amenazas.
Los modelos propuestos por Wilches-Chaux y Cardona definen la vulnerabilidad como una
condición o circunstancia principalmente dinámica o cambiante, pero fueron conscientes que
es “un proceso acumulativo de fragilidades, deficiencias o limitaciones que permanecen en
el tiempo como factores que inciden en que exista o no una mayor o menor vulnerabilidad”
(Cardona, 2001).
Otro modelo muy influyente es el propuesto por Ben Wisner y otros geógrafos. Se trata de un
modelo de macro y micro escala en el cual hay dos polos, por un lado está el sistema político
y económico y por el otro entorno natural, y al centro se producen las dinámicas de presión y
condiciones inseguras, que son múltiples variables que deben ser consideradas con un estudio
y enfoque local y nacional, y partir de relaciones de producción, subsistencia, arreglos,
condiciones riesgosas, etcétera. Los creadores del modelo PAR coinciden en que “las
dinámicas de presión y las condiciones inseguras están sujetas a cambios, y en muchos casos
los procesos involucrados cambian más rápidamente que como lo hicieron antes” (Wisner,
2004) e involucran causas raíz.
Las causas raíz se dan en el ejercicio y distribución del poder en la sociedad. Requieren de
una explicación histórica, social, económica y cultural. Las dinámicas de presión “son
procesos y actividades que trasladan los efectos de las causas raíz temporal y espacialmente
a condiciones inseguras” (Wisner, 2004) para la población que encara las amenazas. Las
dinámicas requieren una explicación sociocultural y económica. Las condiciones inseguras
“son las específicas formas en las cuales la vulnerabilidad de una población es expresada en
tiempo y espacio en conjunción con la amenaza” (Wisner, 2004). Todas estas variables
requieren una explicación descriptiva.
Por amenazas los autores señalan a los fenómenos naturales extremos a los que está expuesto
un grupo o comunidad, y que desafían sus capacidades de respuesta y recuperación. El
siguiente esquema ilustra lo explicado anteriormente.
Wisner, B., Piers, B., Terry, C. e Ian, D. (2004). At Risk, natural hazards, people`s vulnerability and
disasters [esquema].
Tomado de Routledge.
Algunos se han perpetuado durante siglos y otros por varias décadas en distintas sociedades
de América Latina, entre las coincidencias de los grupos más vulnerables a desastres
asociados con inundaciones y sequías, destacan los siguientes:
Estos factores son evidencia comparativa de la vulnerabilidad, pero también son parte de las
construcciones sociales de riesgos que se configuran históricamente en América Latina,
creando condiciones propicias para desastres recurrentes o crónicos (Caputo, 1985).
Peligro
Se denomina peligro a un agente que puede causar daño. Los peligros pueden ser fenómenos
naturales, biológicos o antrópicos. Por ejemplo, en África, el peligro más mortal es la sequía.
Los peligros tienen magnitud, intensidad y frecuencia. A continuación, se desglosan estas
características:
1. Magnitud es la cuantificación universalmente aceptada que se hace, por ejemplo, de un sismo en la escala
de magnitud de Richter. La escala de intensidad se refiere a la percepción y el impacto diferencial que produce
un mismo fenómeno. Por ejemplo, un sismo se percibe más intenso en el epicentro y menos intenso cuanto
mayor es la distancia con relación al epicentro.
2. La intensidad es un efecto similar a la luz de un foco, entre más cerca se está de él es mayor la luz y entre
más distante de la irradiación es menor la luminosidad.
3. La frecuencia de un peligro se refiere a los registros documentados que se tienen de un mismo fenómeno.
Por ejemplo, los ciclones tropicales son analizados con base en la frecuencia decadal de impactos en tierra,
la frecuencia de cantidad de eventos por temporada anual, la frecuencia de impactos en una misma región o
entidad, etcétera.
4. Fenómenos naturales y antrópicos que pudieran ocasionar desastres
Los fenómenos naturales y los antrópicos son agentes que pueden estar asociados a desastres.
Sin embargo, un fenómeno natural, por sí solo, no es un desastre. Para que ocurra un desastre,
el fenómeno debe afectar a una población y rebasar sus capacidades de preparación,
prevención o respuesta.
Entre los fenómenos antrópicos se incluyen los peligrosos agentes biológicos o químicos, los
derrames de hidrocarburos, fugas de gas, radicaciones y hasta los tumultos, guerras,
rebeliones.