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La integridad de la dignidad de cualquier persona es innegociable, bajo ninguna

causa y ningún concepto o pretexto debe dañarse, aún más la de los niños, que en su
falta de vivencias actúan tratando de aprender cómo vivir la vida.

Antes de intentar reprender a un niño o a cualquier persona (recuerda que todos


llevamos un niño dentro al que aún le faltan experiencias para aprender a jugar el
juego de la vida), libérate primero de tus miedos y culpas para que no sean tu guía
para corregir, y cuando lo hayas logrado te habrás dado cuenta de que ciertamente
aprendiste lecciones al recibir de lleno la dureza de las experiencias que la vida
te puso enfrente, pero también te darás cuenta de que aprendiste más rápido las
lecciones cuando la vida fue dulce contigo y amorosamente puso ante ti la lección
que debías aprender.

Si bien el martillo y el cincel esculpen la piedra con la fuerza e intención del


escultor, es la dulzura del agua que, acariciando el suelo, forma cauce, es con la
serenidad de permitirse fluir constante y serenamente, con paciencia y
determinación, como va dibujando la silueta del río en perfecta armonía con la
naturaleza.

Así, siendo como el agua, también podemos acompañar a otros en su camino de


aprendizaje del juego de la vida, adaptándonos, reconociendo y aceptando las
propias limitaciones y las de los demás, y sin prejuicios permitirles aprender a su
ritmo, pues su actuar no es maldad, solamente inexperiencia.

Feliz vida!

Acerca del perdón...


Es verdad, el perdón es principalmente para liberarnos de las ataduras que genera
el rencor, y algo interesante es que no necesariamente tiene que pasar mucho tiempo
para que la ofensa radique en el pasado y estemos en condición de perdonar, pues en
el preciso momento en que finaliza la ofensa, ésta ya quedó en el pasado y por lo
tanto estamos en condición para perdonar, y mejor aún, si sencillamente tomamos
consciencia en ese momento de que no tenemos razón alguna para aceptar, recibir o
permitir que la ofensa haga mella en nuestro espíritu a través de nuestra mente,
simplemente la dejamos pasar como algo que no nos pertenece... se requiere
paciencia para lograrlo, pero... ¿qué de todo lo que vale el esfuerzo lograr no
requiere de paciencia? saludos y feliz vida!

Acerca de las ofensas...


En algún lugar leí o escuché de alguien decir: "solamente un amigo puede
traicionar", y reflexionando sobre este recuerdo pensé en ese momento sobre la
profunda verdad que transmite esa afirmación, pues solamente cuando existe un
vínculo filial o de amistad entre dos personas es que el propio vínculo puede
trasgredirse a través de la traición.

Y más aún, cuando existe una diferencia de opiniones o la necesidad de llamar la


atención a alguien cercano por presentar alguna conducta que consideramos
inadecuada, es más difícil restringir las palabras hirientes estando con alguien
que nos es cercano que con alguien que no lo sea tanto, y esto aplica entre amigos
y familia, principalmente entre hermanos y padres e hijos, donde la cercanía y el
trato frecuente hacen que perdamos más fácilmente la dimensión de las consecuencias
que trae el uso de ofensas y por consecuencia la posibilidad de evitar su uso bajo
esas circunstancias de suma confianza, más que cuando estamos con personas a
quienes no sentimos tan cercanas.

Lo más grave de todo es cuando esa actitud la descargamos irrestricta e


irrespetuosamente contra la persona con quien más convivimos durante toda nuestra
vida y en quien hemos depositado ciegamente toda nuestra confianza: nosotros
mismos.

Lo más grave que puede suceder es llegar a traicionarnos a nosotros mismos, la


forma de hacerlo es dejar de hacer lo necesario para ser felices como sentirnos
amados, saludables, tranquilos y prósperos en el sentido más amplio de la palabra,
perder el sentido de la vida y dejándonos llevar por la rutina de existir cada día,
pero sin vivir realmente.

Para poder llegar al punto en nuestra vida en que seamos capaces de prescindir del
uso de ofensas hacia nosotros mismos y hacia los demás, y experimentar el regalo
del perdón en toda su dimensión, es necesario comenzar por demostrarnos amor,
compasión y perdón genuinos, pues no podemos ofrecer a otros lo que no tenemos para
nosotros mismos, así alcanzaremos a darnos cuenta de cada momento que
experimentamos como felicidad y viviremos en un continuo estado de gratitud por
sentirnos verdaderamente vivos.

Feliz Vida!

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