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El conocimiento en tiempo real del gasto cardiaco es esencial para conocer el perfil
hemodinámico de los pacientes de alto riesgo quirúrgico o gravemente enfermos y así poder
manejarlos correctamente. Hasta hace unos años, el único método de que disponíamos necesitaba de
la introducción de un catéter en la arteria pulmonar. Este es un método invasivo que puede producir
un buen número de complicaciones, algunas muy graves. Además, requiere un buen entrenamiento
y consume una considerable cantidad de tiempo. Actualmente existen dispositivos capaces de medir
el flujo de sangre en la aorta en tiempo real.
Por definición el flujo de un líquido se expresa como el cociente del área del tubo por el que
circula y la velocidad a la que lo hace:
La velocidad puede ser calculada utilizando el efecto Doppler, llamado así en honor del
físico que lo describió. Este efecto establece el cambio de frecuencia de un sonido de acuerdo al
movimiento relativo entre la fuente que lo emite y el observador. Cuando el sonido se acerca, la
frecuencia se acorta y cuando se aleja, la frecuencia se alarga. Si el observador está inmóvil, el
efecto Doppler asume que la frecuencia de la fuente es una constante y lo escuchado depende de la
velocidad con que se mueve. El tono del silbato de un tren en movimiento o de la sirena de una
ambulancia cambiarán según se acercan o se alejan de nosotros. Un dispositivo Doppler colocado
en la pared de un vaso es capaz de calcular la velocidad de la sangre que circula por él.
El diámetro del vaso puede ser medido con un ecógrafo para poder calcular su sección.
Hace ya tiempo que aparecieron sistemas que se introducían en el esófago para medir el
flujo en la aorta descendente. Todos ellos tenían dos problemas que les hacían poco fiables. Por un
lado, su colocación se hacía a ciegas, basándose en la morfología de la curva de flujo y en el sonido
de la sangre: no era posible asegurar si la velocidad que medían era la de toda la columna sanguínea
solo la de una parte de ella. El segundo inconveniente era que no medían el diámetro aórtico, que
era estimado según parámetros biológicos como la edad y el peso, introduciendo un error
potencialmente importante.
Actualmente existe un dispositivo (HemoSonic 100. Arrow International) que solventa estos
problemas incorporando un ecógrafo modo M al transductor Doppler Así se asegura la correcta
colocación de la sonda en el esófago y la medida exacta del diámetro aórtico. Existe una magnífica
correlación entre esta medida y las realizadas con tomografía axial computerizada. De este modo
podemos estar seguros de la fiabilidad de los datos que nos proporciona .
La sonda de este monitor se introduce en esófago por la boca o la nariz, progresando hasta la
altura de la quinta o sexta vértebra torácica, lugar en que el esófago y la aorta descendente
discurren juntos y paralelos. Rotamos la sonda hasta conseguir una imagen ecográfica perfecta de la
pared anterior y posterior de la aorta que coincidirá con una buena imagen de la curva de flujo.
Entonces estaremos seguros de que la medida del flujo en la aorta descendente es la correcta.
A partir de este momento dispondremos de información precisa en tiempo real de los
siguientes parámetros hemodinámicos:
ACELERACION (ACC)
Es la medida del incremento de la velocidad de la sangre mientras la válvula aórtica
permanece abierta. Un corazón sano será capaz de contraerse con fuerza y producir una aceleración
mayor que uno deprimido. Existe una relación directa entre la aceleración y la contractilidad. Del
mismo modo que ella, la aceleración se reduce con la edad. Así un joven de 20 años con un corazón
sano debería ser capaz de producir una aceleración por encima de los 13 m/sg2, mientras que para
un anciano de 80, 6 m/sg2 sería considerada como normal.
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PALABRAS CLAVE
Flujo Aórtico
Gasto Cardiaco
Doppler Esofágico