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Animalismo

El animalismo es una ideología igualitarista que tiende a equiparar al ser humano con los demás
animales, para lo que frecuentemente recurre a la empatía y compasión a los animales, en todas sus
necesidades, necesidad de su habitat, alimenticias, necesidades de vivir en comunidad como hacen
especies y tener en cuenta su existencia y a la denuncia de lo que consideran "crímenes" contra los
animales, contra sus hogares que son sus ecosistemas, los malos tratos sufridos en granjas, fábricas,
en casas, etc. Puesto que los animales conforman y dan sustento y vida al ciclo natural de la tierra. El
animalismo activista más auténtico defiende un veganismo militante quienes no consumen productos de
origen animal, aunque se pueden tener actitudes animalistas (creer en los derechos de los animales) sin
necesidad de practicar el veganismo.

En 1970, el animalista Richard D. Ryder fabricó el término "especismo" como un adjetivo para etiquetar
de forma retórica a quienes no piensan como ellos, y que se pretendió definir como la "discriminación
contra los animales no humanos", o bien como la creencia en que los animales son inferiores a los
humanos por condición de nacer animales, por lo que el animalista aveces se declara "anti-especista".

El animalista más destacado es el judío Gary Yourofsky.

PETA es la organización animalista más conocida.

Contenido
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 1 Derechos de los animales

 2 Evolución histórica del pensamiento animalista

 3 Artículos relacionados

 4 Enlaces externos

Derechos de los animales

El animalismo propugna el concepto de "derechos de los animales", en el cual los animales son sujetos
de derecho, lo que contradice la teoría de Derecho, que establece que todo derecho conlleva
responsabilidades y obligaciones, mismas que los animales no pueden asumir, por lo que no se
cumplen las condiciones del Derecho.

Este cuestionamiento no significa que se sea favorable al sufrimiento innecesario de los animales, sino
un rechazo a la pretensión de atribuirles derechos.

Los animales no pueden tomar parte en un contrato social o tomar decisiones morales, y no poseen
naturalmente la capacidad para respetar los derechos de otros o entender conceptos de derechos de
alguna manera (es decir, no pueden ser sujetos en un contrato bilateral, multilateral o social). Sin
considerar a los animales como sujetos de derecho, lo que sí es posible es proteger sus intereses
básicos en la medida de sus relaciones con el ser humano y regular su explotación.

En realidad, las legítimas leyes de protección animal, defienden unas prerrogativas, mas no unos
"derechos de los animales".

El Derecho Penal, que condena el maltrato animal, establece la necesidad de un sujeto pasivo (víctima,
o titular de un bien jurídico) y un sujeto activo (responsable del delito, a quien se le aplica la condena) y
la protección de un bien jurídico (en este caso, la integridad o la vida del animal), por lo que desde este
punto de vista los animales podrían ser consideradoa sujetos pasivos de derecho.

Evolución histórica del pensamiento animalista

Aristóteles (384-322 a.C.) en su obra Investigación sobre los animales, asemeja a los animales con los
esclavos, diciendo que las maneras que se usaban para con los animales domesticados no eran muy
diferentes de las que se utilizaban para con los esclavos. No obstante, no fue lo que podríamos
considerar un referente en la lucha por los derechos de los animales pues, desde el punto de vista
aristotélico, las plantas y los animales existen para el uso de los hombres, a diferencia de Pitágoras
(considerado el primer filósofo de derechos de los animales), que veía el alma inmortal en todo.

Santo Tomás de Aquino (1224-1274) manifestaba que “incluso los animales irracionales son sensibles al
dolor”, considerando que la razón para no ser crueles con los animales es que serlo puede conducir a la
crueldad con los seres humanos (relación entre la violencia interpersonal y el maltrato hacia los
animales).

Posteriormente, para Descartes (1596-1650), considerado como el padre de la filosofía moderna, lo que
diferenciaba al animal humano de los otros animales era el alma, un alma espiritual de los cristianos,
creada por Dios. La existencia del alma servía para explicar no sólo que los seres humanos no fuesen
‘simples animales’ o máquinas, sino también la libertad humana. Del razonamiento anterior se extrae
que en la doctrina cristiana los animales carecen de alma inmortal y por ende también carecen de
conciencia. Rousseau (1712-1778) sostiene algo así como un instinto moral en el hombre. Esta
conciencia moral consta de dos principios: a) el amor de sí; y, derivado de este, b) la piedad. El amor de
sí nos lleva a cuidarnos a nosotros mismos y la piedad a no dañar a otros seres e incluso brindarles
ayuda, al vernos reflejados en ellos. Por ello, Rousseau no limita la piedad a la relación entre los
hombres, si no que la extiende hacia los animales. Incluso, en el “Discurso sobre el origen y los
fundamentos de la desigualdad entre los hombres” señala expresamente que con su razonamiento se
acaban las polémicas sobre la participación de los animales en la ley natural toda vez que los animales
al estar privados de entendimiento y libertad no pueden reconocer esta ley, pero al participar en cierto
modo de nuestra naturaleza por la sensibilidad de que se hallan dotados, es posible pensar que también
deben participar del derecho natural y el hombre tiene hacia ellos alguna especie de obligación. Por esa
razón concluía que “Parece ser, en efecto, que si estoy obligado a no hacer ningún mal a mis
semejantes, es menos por su condición de ser razonable que por su cualidad de ser sensible, cualidad
que, siendo común al animal y al hombre, debe al menos darle a aquél el derecho de no ser maltratado
inútilmente por éste.”

Jeremy Bentham (1748–1832), denunció el dominio del hombre como tiranía en lugar de considerarlo
como un gobierno legítimo.

Arthur Schopenhauer (1788–1860), con su afirmación “no debemos a los animales piedad sino justicia”
revolucionó el planteamiento que hasta la época se había venido haciendo sobre los derechos de los
animales.

En la actualidad, filósofos como Peter Albert David Singer (1946), en su obra “Liberación animal” se
opone a lo que denomina especismo: discriminación a un ser vivo por el sólo hecho de pertenecer a una
determinada especie. Defiende el derecho a una igual consideración de todos los seres capaces de
sufrir. En concreto, expone que mientras que los animales dan muestra de menor inteligencia que el ser
humano medio, muchos seres humanos con retraso mental grave muestran una inteligencia comparable
a la animal, y que por ello la inteligencia no justifica que se otorgue menor consideración a los seres no
humanos que a los humanos con retraso mental.

Artículos relacionados

 Marxismo cultural

 Igualitarismo

 Proyecto Gran Simio


Enlaces externos

 Web oficial de PETA.

 Gary Youroufsky agrede a un periodista y a un cámara.

 [1]

Dieta paleolítica
La proporción de defectos físicos y enfermedades degenerativas en seres humanos, según el registro
paleopatológico, comparando Paleolítico y Neolítico. Este diagrama Venn muestra cómo los indicios forenses de
enfermedades son muy minoritarios entre los restos paleolíticos, mientras que proliferan en el Neolítico. No tenemos
apenas evidencias de enfermedades nutricionales anteriores al advenimiento de la agricultura. Después aparecen el
raquitismo, caries, osteoporosis, beriberi, pelagra, diabetes, dermatitis herpetiforme, celiaquía, obesidad, cáncer,
pestes varias, cólera y tuberculosis entre otras. El asunto fue bien estudiado en Paleopathology at the origins of
agriculture (Mark N. Cohen y George J. Armelagos).

La dieta paleolítica, también llamada paleodieta, dieta de la Edad de Piedra o dieta de los
cazadores-recolectores, es un plan nutricional basado en la antigua alimentación de los humanos del
período Paleolítico (período que duró 2,5 millones de años y que finalizó con el comienzo de la
agricultura hace unos 10.000 años). La dieta se centra en el uso de los alimentos disponibles en esa
época y se compone principalmente de carnes, pescado, huevos, vegetales silvestres como verduras,
frutas, frutos secos y raíces, hongos y miel, así mismo excluye granos (cereales y harinas), legumbres,
productos lácteos, sal, azúcares refinados y aceites procesados.

Fue popularizada por el gastroenterólogo Walter L. Voegtlin en los años 70 y ha sido adaptada por
numerosos autores e investigadores. Se basa en la premisa de que los seres humanos actuales están
adaptados genéticamente a la dieta de sus antepasados del paleolítico ya que el 99% de la existencia
de las especies humanas se ha desarrollado en este período prehistórico, y la introducción de los
alimentos consumidos posteriormente tuvo un fuerte y drástico impacto en el organismo del ser humano.
Estudios como el del Dr. Weston A. Price han concluido que las poblaciones que subsisten con dietas
tradicionales, asociadas al campo -que en gran medida se parecen a la paleolítica- están en su mayoría
libres de muchas enfermedades que sí afectan a otras poblaciones, como es el caso de la diabetes,
obesidad, caries, y otras enfermedades degenerativas como el cáncer, alzheimer, gota, reuma,
hipertensión, artritis, diversas formas de esclerosis, osteoporosis, raquitismo, etc.

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 1 Historia

 2 Dieta basada en los estudios sobre la evolución

 3 Variables actuales

 4 Artículos relacionados

 5 Enlaces externos

Historia

El tiempo de nuestra evolución desde los primeros homínidos, contando en años BP (antes del presente). Nuestros
antepasados llevan comiendo carne unos 3 millones de años como poco. Eso equivale a 150.000 generaciones.
Nuestros antepasados llevan, como poco, 500.000 años ejerciendo la caza de forma consumada e intensiva. Eso
equivale a 25.000 generaciones. Nuestros antepasados llevan cultivando cereales y comiendo sus almidones
(azúcares complejos que hay que descomponer y transformar en azúcares simples, como hacen los herbívoros con
la celulosa) de unos 8.000 a 10.000 años siendo generosos.

El gastroenterólogo Walter L. Voegtlin fue uno de los primeros en sugerir que una dieta similar a la de la
era Paleolítica mejoraría la salud de una persona. En 1975 publicó un libro en donde sostenía que la
ancestral dieta del Paleolítico era básicamente carnívora, compuesta principalmente por las grasas y
proteínas de origen animal, tan sólo con pequeñas cantidades de hidratos de carbono. Sus recetas
dietéticas se basaron en tratamientos médicos ideados por él mismo sobre los diversos problemas
digestivos.

En 1985, S. Boyd Eaton y Melvin Konner, ambos de la Universidad de Emory, publicaron un documento
clave sobre la nutrición de los humanos en el Paleolítico en el New England Journal Of Medicine, lo que
permitió el reconocimiento médico general de la dieta. Tres años más tarde, S. Boyd Eaton, Marjorie
Shostak y Melvin Konner publicaron un libro acerca de este método nutricional que se basaba en tomar
las mismas cantidades de nutrientes (grasas, proteínas e hidratos de carbono, así como vitaminas y
minerales) que se presentaban en la dieta de los humanos durante el Paleolítico excluyendo aquellos
alimentos que no existían antes del desarrollo de la agricultura.

En el año 1989 estos autores publicaron un segundo libro sobre la nutrición del Paleolítico.

Dieta basada en los estudios sobre la evolución

La nutrición de la paleodieta tiene sus raíces en la biología evolutiva y es un tema común en la medicina
evolutiva. El razonamiento que subyace a este enfoque nutricional es que la selección natural tuvo
suficiente tiempo para adaptar genéticamente el metabolismo y la fisiología de los seres humanos del
Paleolítico a las diferentes condiciones de alimentación de esa era. Pero en los 10.000 años desde la
invención de la agricultura y su consecuente cambio drástico en la dieta humana, la selección natural
tuvo muy poco tiempo para hacer las adaptaciones genéticas óptimas a la nueva dieta. La falta de
adaptaciones fisiológicas y metabólicas como resultado de la dieta humana contemporánea, contribuye
a muchas de las llamadas "enfermedades de la civilización".

Durante millones de años, los seres humanos evolucionaron como cazadores-recolectores y su genética
se adaptó a carnes, grasas, órganos y frutos silvestres. En términos evolutivos, empezamos hace muy
poco (6.000 años en el noroeste de Europa y Cornisa Cantábrica) a ingerir cantidades masivas de
almidones. Todo este tiempo, nuestro cuerpo no ha hecho más que protestar y dar señales de
inconformismo. La paleoarqueólogía y el registro fósil señalan un impresionante descenso de la salud y
de la calidad de vida en cuanto se adoptó la agricultura; y a menudo los defectos dentales, la
osteoporosis y el subdesarrollo esquelético son tomados como indicadores fiables para fechar la llegada
del Neolítico a una zona determinada. De este modo, S. Boyd Eaton afirmó:
Somos los herederos de las características acumuladas durante millones de años; la gran mayoría de
nuestras características bioquímicas y fisiologías están adaptadas a las condiciones de vida que existían
antes de la llegada de la agricultura hace unos 10.000 años. Genéticamente nuestros cuerpos
prácticamente son los mismos que estaban en el final de la era paleolítica hace unos 20.000 años .

El Neolítico transtornó totalmente la alimentación humana. Donde antes se comía a base de carne,
ahora se pasó a comer a base de carbohidratos. Durante el Paleolítico la principal fuente de energía
biológica para el ser humano era la grasa. Desde el Neolítico, serán los azúcares. Actualmente, el 80%
de nuestras calorías viene de los cereales, y una importante porción del 20% restante procede de
alimentos que no tienen nada que ver con la dieta típica del homínido preagrícola: productos lácteos,
azúcares refinados, grasas procesadas, aceites vegetales refinados, alcohol y edulcorantes artificiales
altamente perjudiciales. El consumo excesivo de estos nuevos alimentos de la era industrial es
responsable de los actuales niveles epidémicos de obesidad, enfermedad cardiovascular, hipertensión,
diabetes tipo 2, osteoporosis y cáncer, tanto en los EE.UU. como en otras poblaciones occidentales
contemporáneas. Apenas hay sitio para las proteínas o las grasas animales, pero a pesar de ello, ciertos
planes dietéticos antinaturales y anti-evolutivos aún pretenden considerarlas "dañinas" y extirparlas
totalmente.

Variables actuales

Pese a que el enfoque científico de la paleodieta constituye un acercamiento bastante sólido a la


nutrición ancestral humana, hasta el punto de considerarse que nuestra especie está adaptada
evolutivamente a dicha dieta, y pese a que ésta cada vez gane más importancia entre los nutriólogos, no
puede negarse la existencia de múltiples lagunas de conocimiento sobre el cuerpo humano actual. La
gran complejidad del cuerpo y las miles de variables en juego, como lo pueden ser individuales, raciales
y del entorno, imposibilitan que podamos hablar con total seguridad sobre muchos aspectos de la
alimentación humana, especialmente de una forma universal o global.

Una de las principales premisas del enfoque de la paleodieta es que la genética de la especie humana
actual es prácticamente idéntica a la de nuestros ancestros del Paleolítico, pero en
ese prácticamenteparece haber un buen trecho.

Existe evidencia conclusiva de que durante el Neolítico, desde la aparición de la agricultura y la


ganadería, algunas poblaciones han sufrido una presión selectiva que provocó cambios pequeños pero
importantes en su genética, ejemplos claros de estos cambios son las mutaciones relativas a la
producción de enzimas como la alcohol desidrogenasa, la amilasa y a la persistencia de la lactasa. Los
cazadores-recolectores del Paleolítico (así como todos los mamíferos) producían lactasa sólo durante su
infancia, para perder la capacidad de producirla después de ser destetados. Sin embargo, debido a
algunas mutaciones, el 25% de los humanos actuales aún continúan produciendo lactasa siendo
adultos, por lo que dicha población está mucho más adaptada al consumo de leche que otras
poblaciones.

Por lo tanto, los hábitos alimenticios de ciertas poblaciones agricultoras o ganaderas durante el
Neolítico, como la adición de leche, quesos, legumbres o cereales, sí pudieron provocar diversas
mutaciones cuyo propósito era adaptar la genética de dichas poblaciones a esa dieta en concreto en
una forma de evolución acelerada.

En ese sentido, aunque la paleodieta pueda erigirse como una fuente nutricional extremadamente
saludable, no debe tomarse ésta como la "dieta definitiva", sino orientativa, pudiéndose permitir la
inclusión, en los casos así pertinentes, de alimentos "neolíticos" para los cuales su cuerpo está
naturalmente adaptado.

Artículos relacionados

 Nórdido blanco

 Hombre de Cro-Magnon
Enlaces externos

 Homo carnivorus, o revolución carnívora —la caza, la carne y el fuego como aceleradores
evolutivos

 La maldición oriental ―daños dietéticos traídos por la Revolución Neolítica

 "Nutrición y degeneración física" —el crucial estudio del Dr. Price

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