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CAP.

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En 1775 al 1783, 13 colonias de EEUU: llevaron a cabo la más exitosa de las insubordinaciones porque
logró crear el primer Estado-nación-industrial fuera del continente europeo y la primera República de
los tiempos modernos. Una verdadera revolución democrática, atrajo hacia sí una verdadera marea de
inmigrantes que partieron de la vieja Europa en busca de trabajo, justicia y libertad.

La lucha comenzó en 1775 –cuando con la misión de capturar un depósito colonial de armas en Concord,
Massachussets, y reprimir la revuelta en esa colonia, los soldados británicos chocaron con los milicianos
coloniales– y se prolongó hasta 1783, cuando se firmó el Tratado de Paz de París, por el cual se declaró la
independencia de la nueva nación: Estados Unidos. Aunque fue mediante un largo proceso que comenzó con la
Guerra de Independencia y terminó con la Guerra Civil. A todo esto fue acompañado por un largo y tortuoso
proceso de insubordinación económica e ideológica.

Inmediatamente después de obtenida la independencia formal, comenzó el enfrentamiento entre el sector que
quería complementar la independencia política con la independencia económica. (Continuar con el proceso de
insubordinación). Lo que se oponían era por la razón que su poder económico estaba ligado a Gran Bretaña. Ese
enfrentamiento se decidió, finalmente, en los campos de batalla de Gettysburg.

Faulkner: La revolución trajo la independencia política, pero de ninguna manera la independencia económica, Los
productos norteamericanos que eran exportados a Europa durante el período colonial seguían teniendo ese
continente por mercado y al mismo tiempo se siguieron importando de allí artículos manufacturados.

Empresa tanto más difícil si se tiene en cuenta que desde la ideología dominante también se sostenía que el
destino de las recientemente independizadas trece colonias era el de convertirse en un país exclusivamente
agrícola. El mismo Adam Smith lo afirmaba y la comparaba con Polonia.

El veto británico a la industrialización

Inglaterra llevó a cabo una política para impedir el desarrollo industrial de las 13 colonias porque
comprendió que la industrialización de las colonias podía llevarlas a la independencia económica y que
luego reclamarían la independencia política. Por eso la política inglesa trató de supervisar y boicotear a las
escasas empresas manufactureras de las colonias.

Cita: Durante el reinado de los Estuardo se prohibió la emigración de obreros calificados a las colonias de América,
por eso en 1765 el Parlamento volvió a aplicar en forma mucho más estricta la vieja prohibición Estuardo sobre la
emigración de obreros capacitados. En 1774 dio un paso más amplio al prohibir la exportación de modelos y
planos mecánicos y de las mismas máquinas. Después de la Revolución, estas medidas se hicieron más extensas y
se aplicaron con mayor rigor. Miller

Para impedir que la manufactura colonial entrara en competencia con las industrias de la metrópoli, los
gobernadores coloniales eran los encargados de practicar un verdadero “infanticidio industrial”, planificado en
Londres por el Parlamento británico.

Lord Cornbury, gobernador de Nueva York entre 1702 y 1708 dijo durante la junta comercia: que si permitían que
las fábricas de lana que se ubicaban en Long Island y en Connecticut, con el tiempo irán mejorando sus productos
y llegaran a ser una competencia para Inglaterra. Por eso propone que las colonias deben ser subordinadas y en
absoluta sujeción a Inglaterra, pero si no se logra, estos se darán cuenta que pueden conseguir la misma calidad
de ropa que traen de Inglaterra.
Si bien Inglaterra elaboró una legislación específica para frenar todo posible desarrollo industrial en las trece
colonias, había dos industrias que Gran Bretaña vigilaba con particular celo por considerarlas estratégicas y vitales
para la economía británica: la textil y la siderúrgica. Dos leyes, dictadas en tal sentido, resultan emblemáticas: la
ley de 1699, que prohibía los embarques de lana, hilados de lana o telas, producidos en Norteamérica, a cualquier
otra colonia o país; y la de 1750, que prohibía el establecimiento, en cualquiera de las trece colonias, de talleres
laminadores o para el corte del metal en tiras y de fundiciones de acero. “Imperialismo cultural”

Faulkner: Como consecuencia de esta legislación la manufactura de telas para la venta declinó y los comerciantes
en lana ingleses prolongaron durante un siglo su dominio sobre el mercado norteamericano.

A diferencia de la industria textil, la fabricación del hierro gozó, durante algunos años, de cierto margen de
libertad y alcanzó hacia 1750 proporciones considerables. Esto fue gracias a que Inglaterra estaba necesitada de
hierro. Pero, en 1750, se acordó una ley para estimular la producción de la materia prima y obstaculizar la
manufactura de objetos de hierro, estableciéndose que: (1) el hierro en barras podía importarse libre de derechos
en el puerto de Londres; y el hierro en lingotes en cualquier puerto de Inglaterra; y (2) que no debía instalarse en
las colonias ningún taller o máquina de laminar hierro o cortarlo en tiras, ni ninguna fragua de blindaje para
trabajar con un martinete de báscula, ni ningún horno para fabricar acero.

Más allá de las leyes elaboradas por el Parlamento británico, destinadas a impedir el desarrollo industrial en sus
colonias norteamericanas, pero estas colonias eran tratadas como “ajenas” al territorio británico a los fines
aduaneros. No se las consideraba incluidas dentro de los límites de las barreras aduaneras británicas y, en
consecuencia, sus exportaciones pagaban los derechos ordinarios de importación en los puertos ingleses.

Mientras las colonias fueron jóvenes y poco pobladas, los colonos pudieron burlar, muy a menudo, las leyes
británicas que frenaban el desarrollo económico del territorio colonial, pero a partir de 1763, cuando la población
de las colonias llegó a ser equivalente a un cuarto de la población inglesa, Inglaterra fue mucho más estricta en la
aplicación de las leyes.

La lucha por la industrialización

Al logro de ese objetivo se abocó la política británica después del Tratado de París de 1783 y obtuvo, por cierto,
excelentes resultados en los estados del sur de la flamante República. Puede afirmarse, sin temor a exagerar, que
Estados Unidos pudo convertirse en un país industrial mediante un arduo trabajo de insubordinación ideológico-
cultural y que la República estadounidense ganó su verdadera independencia económica en los campos de batalla
de Gettysburg. El enfrentamiento entre el liberalismo ortodoxo y el liberalismo nacional. Es decir, entre aquellos
que proponían aferrarse a la división internacional del trabajo, adoptando el libre cambio, y aquellos que
proponían la adopción del proteccionismo económico y el rechazo de la teoría del libre comercio.

Analicemos ahora el proceso de insubordinación ideológico-cultural, si hubiesen triunfado los partidarios del libre
comercio y la división internacional del trabajo, la situación de Estados Unidos en el escenario internacional no
sería hoy, probablemente, muy diferente a la de la República Federativa de Brasil.

El primer impulso estatal

Por una parte, la propia situación de guerra había interrumpido el flujo de mercancías desde la metrópoli
conduciendo, naturalmente, a un proceso incipiente de sustitución de importaciones. Por otra, la situación de
insubordinación de hecho ponía fin a las restricciones que el Parlamento británico había impuesto para impedir el
desarrollo industrial y limitar las colonias a la producción de materias primas. Los gobiernos de las 13 colonias
(convertidas en Estados independientes) llevaron adelante una política de impulso estatal, en el intento
de lograr el desarrollo industrial. Todas hicieron grandes esfuerzos para estimular la fabricación de
municiones de guerra y productos de primera necesidad que hasta entonces se importaban desde
Inglaterra en grandes cantidades.

Sin embargo, el impulso estatal no solo fue fundamental para la fabricación de material de guerra, sino también
en la fabricación de los productos de “primera necesidad”. El impulso estatal dirigido a fomentar el desarrollo
industrial fue acompañado decididamente por una gran parte de la población, que debido al boicot se negaron a
comprar productos traídos de Inglaterra.

Las primeras leyes proteccionistas

El fin de las hostilidades entre la República de Estados Unidos y Gran Bretaña dio lugar a la importación masiva de
las mercaderías manufacturadas de Europa, más baratas, por supuesto, que las producidas localmente; una
situación que llevó, rápidamente, a la ruina de la incipiente industria norteamericana. En 1784: El nuevo Estado
(EEUU) vivía un proceso de desindustrialización, endeudamiento y caos monetario. Para terminar de
agravar la situación de las ex trece colonias, el Parlamento británico votó la Ley de Navegación de 1783, por la
cual “sólo podían entrar en los puertos de las Antillas, barcos construidos en Inglaterra y tripulados por ingleses.

En medio de la desastrosa situación económica producida por el fin de la guerra –y agravada por un Gobierno
central débil y por la rivalidad entre los estados de la Unión–, una corriente de pensamiento anti hegemónico,
conducida por Alexander Hamilton, abogaba por un medio de desarrollo económico en el cual el Gobierno federal
ampararía la industria naciente mediante subsidios abiertos y aranceles de protección. Por el rechazo de Morris
como Secretario del Tesoro, Washington, nombra a Hamilton. El 4 de julio de 1789 el Gobierno federal aprobó la
primera ley de impuestos, con características tibiamente proteccionistas.

La industria que más se benefició de las leyes de protección y en la cual el impulso estatal tuvo una incidencia más
decisiva fue la naviera. Los armadores y constructores navales se habían contado entre los más ardientes
defensores de la independencia y las leyes para favorecerlos no encontraron en el Congreso gran oposición. La
segunda ley no solo tuvo como objetivo el fomento de la industria naval sino, además, que el comercio naviero
quedara, exclusivamente, en manos de ciudadanos estadounidenses. La ley buscó que los barcos que realizaran el
comercio exterior e interior fueran de propiedad de ciudadanos estadounidenses y construidos en su país.
Inspirada en las Leyes de Navegación votadas por el Parlamento británico en 1651.

La guerra de 1812 y la sustitución de importaciones

Impulsaron leyes proteccionistas: solo en el sector de las construcciones navales las primeras leyes de
fomento y protección de la industria nacional estadounidense tuvieron un éxito completo.
La interrupción de las importaciones provocada por la guerra de 1812 actuó como disparador del
proceso de industrialización del país.

Divergencia de intereses y subordinación ideológica

SUR: “Anti-proteccionistas” (“librecambistas”) Preferían los productos manufacturados más baratos y de


mejor calidad de Inglaterra, que los productos más caros y de peor calidad del noreste de EEUU. Estaban
convencido de que el futuro de Estados Unidos dependía de la agricultura y que el desarrollo de la industria se
daría, en todo caso, naturalmente, sin necesidad de estímulos artificiales
NORTE: Los estados del norte de la Unión surgiera un fuerte movimiento a favor de que se establecieran nuevos
impuestos de tipo “proteccionista” (Nueva York, Nueva Jersey, Pennsylvania, Ohio y Kentucky.)

Desde 1816 hasta 1833 el movimiento a favor del proteccionismo siguió ganando conciencias y los estados
industriales del noreste presionaron constantemente al Gobierno federal para que efectuase nuevos aumentos de
aranceles. Pero los estados del sur, que seguían siendo fundamentalmente agrícolas, estaban cada vez más en
contra de tales aumentos, pues, sin una clara conciencia del valor de la independencia económica, preferían los
productos manufacturados más baratos y de mejor calidad de Gran Bretaña. Para ellos era claro que la
producción agrícola del sur estaba financiando el desarrollo industrial del norte. 124pag

En la Guerra Civil norteamericana, el sur estaba “incorporado” al “imperio informal” británico y que la
guerra era una guerra contra UK (quien podía comerciar con los 2 bandos). La Guerra Civil
norteamericana fue el triunfo del NORTE INDUSTRIALIZADO sobre el SUR AGRARIO. El resultado de la
Guerra Civil fue que el proteccionismo predominó en EEUU como conjunto. La VICTORIA DEL NORTE
aseguró que la política económica de EEUU ya no sería dictada por los aristocráticos plantadores del sur,
sino por los industriales y políticos del norte que comprendían que el desarrollo industrial sería la
verdadera base del poder de EEUU y el instrumento de su grandeza. Luego, hubo un rápido proceso de
industrialización.

Desde 1775 a 1860, EEUU protagonizó el proceso de insubordinación política, económica e ideológica
más exitoso en la periferia. EEUU fue un país periférico que tuvo que conquistar su “lugar en el mundo”
a través de un “arduo proceso de insubordinación”, repitiendo el proceso de desarrollo de UK.

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