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TENDENCIAS EN LA EDUCACION SUPERIOR

En la década de 1980, tanto los gobiernos de diferentes países, intelectuales y los diversos
organismos internacionales como la Organización de las Naciones Unidas para la Educación,
la Ciencia y la Cultura (UNESCO), el Banco Mundial y la Organización para la Cooperación
y el Desarrollo Económicos (OCDE) identificaron que Latinoamérica sufre grandes
asimetrías no solo económicas sino también sociales y, por ende, educativas. De esta forma,
se presentaron una serie de declaraciones y estudios con el propósito de proseguir, redefinir
o reconstruir políticas educativas conducentes a promover la equidad. Para ello, se realizaron
una serie de pactos y tratados internacionales que impulsaran y fortalecieran a la educación
como un derecho universal, no discriminatorio, el cual debe satisfacerse en condiciones de
igualdad.

Como resultado de este diagnóstico, las orientaciones de los resultados dieron cuenta de que
uno de los grandes desafíos de América Latina era garantizar el derecho a la educación
superior. Además, su propósito fundamental era reducir la desigualdad, así como promover
la igualdad educativa.

En este sentido, los países latinoamericanos se enfrentaban a grandes desafíos. Por un lado,
resolver las “asignaturas pendientes” del siglo XX (cobertura universal en educación
preescolar, básica y media, incorporación de la poblaciones indígenas al sistema escolar,
entre otras). Por el otro, emprender las “nuevas tareas” del siglo XXI a fin de que la educación
sea, como señala Bruner, un instrumento para lograr el desarrollo de los países, que posibilite
el crecimiento de las economías y el aumento de la productividad. Con ello, buscan tender,
superar o, al menos, estrechar el abismo interno de la pobreza y el externo de conocimiento
y tecnología que separa a los países desarrollados de aquellos en vía de desarrollo.

De manera particular para el sistema de educación superior, a partir de los finales de la década
de 1990, se promovieron diversas iniciativas para fortalecer este nivel educativo, tales como
la Declaración Mundial sobre la Educación Superior en el Siglo XXI: Visión y Acción. En
esta declaración emitida en octubre de 1998, se sostiene, entre otras cosas, que en este nivel
tampoco debe admitirse ninguna discriminación con motivo de raza, sexo, idioma o religión,
o bien por consideraciones económicas, culturales o sociales, ni mucho menos por
discapacidad. Lo anterior, coadyuvaría a eliminar las desigualdades sobre todo en el campo
de la educación, dado que esta es un derecho fundamental.

De igual forma, en la Declaración de la Conferencia Regional de Educación Superior para


América Latina y el Caribe de 2008, uno de los temas centrales de la agenda fue promover
condiciones de crecimiento en la cobertura. Esto se lograría a partir de la generación de
estructuras institucionales y propuestas académicas que garantizaran el derecho a todos los
sectores sociales, como son los pobres que viven alejados de los principales centros urbanos,
las poblaciones indígenas y afrodescendientes, las personas con discapacidad, los migrantes
refugiados, las personas en régimen de privación de libertad y otras poblaciones carenciadas
o vulnerables.

De esta forma, la índole de las recomendaciones fue diversa y han impactado en múltiples
esferas de lo educativo, respondiendo a necesidades e ideales del momento histórico y social
de cada uno de los países latinoamericanos. En consecuencia, se pueden identificar acciones
que se han impulsado a través de estas declaraciones y que han permeando de una u otra
manera a las instituciones educativas latinoamericanas, como la organización y gestión de
las instituciones, el establecimiento de criterios de calidad, la ampliación de la oferta
educativa, la descentralización y el financiamiento.

La primera de ellas, las formas de organizar y gestionar las instituciones educativas, llevo a
las instituciones a explicitar estándares y medidas de rendimiento, definir las metas, objetivos
e indicadores de éxito expresados en términos cuantitativos. Así, la administración y gestión
de las instituciones se modernizarían en términos de eficiencia, eficacia y legitimidad. Por lo
tanto, se reconoce la importancia de los rankings de los sistemas de enseñanza y de las
escuelas públicas y privadas, a la vez que se enfatiza la gestión y la organización escolar
mediante la adopción de programas gerenciales con el propósito de alcanzar mayor
flexibilidad operativa.

Un segundo aspecto que se atendió fue establecer criterios de calidad haciendo énfasis en la
eficiencia y eficacia del desempeño del aprendizaje, expresado en la evaluación constante de
los resultados obtenidos por los estudiantes. Por tal motivo, algunos de los países
latinoamericanos establecieron agencias especializadas tanto públicas como privadas, ya sea
de carácter nacional o internacional, para contar con un mecanismo que les permita
identificar los avances en el desempeño académico de los estudiantes universitarios. En
México se creó el Centro Nacional de Evaluación para la Educación Superior, A.C.
(CENEVAL), en Brasil se estableció la Evaluación Nacional del Desempeño de los
Estudiantes y en Argentina se creó el Consejo Nacional de Evaluación y Acreditación
Universitaria (CONEAU).

Otro criterio de calidad es la acreditación de la oferta educativa, la que permite valorar la


capacidad organizativa, técnica y operativa de un programa educativo. De esta forma, en
Latinoamérica se han creado diversas organizaciones públicas o privadas que coadyuvan a
garantizar que la oferta educativa de las instituciones tanto públicas como privadas sea de
calidad. Entre estos organismos acreditadores se encuentra el Consejo para la Acreditación
de la Educación Superior A.C. (COPAES) en México, el Consejo Nacional de Evaluación y
Acreditación (CONEA) en Ecuador y el Consejo de Educación Superior en Honduras. Su
propósito fundamental es establecer criterios que permitan identificar la pertinencia del
programa educativo, la atención al rezago educativo, la permanencia y la eficiencia terminal
y titulación, entre otros.

Con respecto a la ampliación y pertinencia de la oferta educativa, las recomendaciones a las


instituciones de educación superior promueven una comercialización de la educación y su
vinculación con el mercado laboral. Con ello buscan la flexibilización curricular, es decir,
lograr una flexibilidad en los planes de estudio con el objeto de responder eficazmente a las
demandas sociales, científicas y tecnológicas.

De igual forma se han establecido acciones de ampliación de la oferta educativa que


promueven no solo la diversificación de la oferta, sino también tienen como propósito atender
a sectores de la población que por razones de pobreza, étnicas o de raza no acceden a la
educación superior. De esta manera se han creado instituciones que posibilitan el acceso a
estos jóvenes. Por ejemplo, a principios de la década de 1990 se implementaron en México
las universidades tecnológicas, así como universidades creadas exprofeso para los indígenas,
formando docentes especializados o creando carreras que cubren alguna necesidad de la
comunidad en concreto. Una estrategia más para atender la oferta educativa, es el impulso y
el establecimiento de formas “innovadoras” de enseñanza a partir de la educación a distancia.

Por último, se estableció promover la descentralización administrativa y de financiamiento


mediante el incremento de los recursos financieros de manera extraordinaria y estrategias de
desempeño institucional. De esta forma, las instituciones de educación superior públicas
pasan por dos acciones concretas. Por una parte, la búsqueda de recursos por medio del
incremento de cuotas, de inscripciones, de renta de instalaciones, de patentes, entre otras, y
por la otra, la competencia por recursos extraordinarios que impulsen el desarrollo y la
consolidación de las instituciones. En el caso de México, en 2001 se estableció el Programa
de Fortalecimiento de la Calidad en Instituciones Educativas (PROFOCIE) —antes Programa
Integral de Fortalecimiento Institucional (PIFI)— para las instituciones públicas. Mediante
los logros de criterios e indicadores de planeación, buscan identificar la mejora institucional
y con ella obtener financiamiento extraordinario que les posibilite el crecimiento
institucional.

La educación superior en Latinoamérica se encuentra con grandes desventajas tanto al


interior de cada uno de los países como hacia el exterior. Las recomendaciones de los
organismos internacionales y los diversos actores han impulsado políticas educativas que
tienden a universalizar y homogeneizar los problemas de la educación superior. Sin embargo,
se olvidan que el crecimiento del sistema educativo no solo atañe a las instituciones y a los
sujetos, sino que son problemas estructurales que deben ser atendidos y contextualizados en
el momento histórico, político y económico de cada uno de los países de la región. Lo que
ahora queda por hacer es una revisión de estas propuestas a casi 20 años de ser impulsadas.

MÓNICA LOZANO MEDINA es doctora en Pedagogía por la Facultad de Filosofía y


Letras de la UNAM. Actualmente funge como profesora-investigadora de la
Universidad Pedagógica Nacional Unidad Ajusco. Sus líneas de investigación se centran
en las políticas educativas, la desigualdad y la igualdad de oportunidades en jóvenes y
estudiantes universitarios.

http://revistafal.com/tendencias-de-la-educacion-superior-en-america-latina-para-el-siglo-xxi/

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