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ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA:

¿El hombre hace al mundo o está constituido por el mundo?

Quizá una de las cuestiones más transcendentales en la vida humana sea explicar el origen del hombre y
su condición de persona en el mundo. Y como tal, por importante que es para la existencia del mismo,
resulte demasiado compleja de explicar con simples palabras
Por eso es fundamental tener en cuenta que a lo largo de toda la historia de la Humanidad, el hombre
siempre se ha preguntado acerca de su esencia, de su misión en la tierra y consecuentemente, han
surgido respuestas diversas sobre estos temas.
Para introducirnos en el contenido, es conveniente preguntarnos cómo realmente nos concebimos
nosotros mismos como sujetos en la esfera global. ¿Si somos simplemente animales racionales o
tenemos una esencia que nos hace distintos de los demás seres vivos? Y si es verdad que tenemos otra
esencia, ¿a qué se debe nuestro presunto liderazgo en el mundo por sobre el resto de la naturaleza?
Se puede decir en primer término que la referencia al alma permitió distinguir al hombre y a los animales
del resto de las especies, considerando que los filósofos de la antigüedad consideraban que los animales
también tienen alma.
Sócrates pensaba que el ser humano era un compuesto entre cuerpo y alma. El alma permitía desarrollar
nuestro comportamiento y distinguir el bien del mal. Sólo se alcanzaría la felicidad en base a la práctica
de la virtud (“término medio entre dos extremos viciosos” según Aristóteles), de manera que una persona
ignorante estaba condenada a ser desgraciada. En este punto es importante detenernos y analizar el
hecho de que Sócrates equipara a la felicidad con la sabiduría, porque considera que una persona sabia
es capaz de obrar correctamente, de imponerse al mal, y por lo tanto, de alcanzar el goce perfecto. Sin
embargo, a mi entender, el alma del ser humano (que Aristóteles la definiría como “determinada
realización y comprensión de aquello que posee la posibilidad de ser realizado”), no solo tiene la función
de distinguir el bien del mal, sino que también alberga sentimientos que a veces son difíciles de
determinar si son buenos o malos. El ser humano es un ser pensante que en su condición de persona
desarrolla una infinidad de procesos, no sólo externos, sino también mentales, que lo coartan o no en su
accionar cotidiano.
Otra característica que a lo largo de la historia permitió diferenciar al hombre, ya incluso de los animales
además de cualquier otra especie, es su capacidad de raciocinio.
Aristóteles define al hombre como “animal racional”. Entonces, podemos decir que lo único en lo que
variaría el ser humano del resto de los seres vivos (excluyendo las plantas), es la facultad de
pensamiento que posee y de la que carecen las otras especies. Aquí echamos por tierra la posibilidad de
que los animales razonen, de que tengan la facultad de análisis, y así llegamos a reflejar al ser humano,
como el único capaz de llevar a cabo sus actos, en base a su razonamiento.
Posteriormente, muchos filósofos permitieron ahondar en estas cuestiones y preguntarse también si los
animales tenían sentimientos. Y la repuesta mayoritaria fue un “no”. Por lo tanto, circunscribiéndonos a la
definición de hombre, podemos decir que es el único ser vivo que tiene alma, razón y sentimientos y que,
por ello, tiene dominio sobre el mundo que lo rodea.
La función del hombre en el mundo ya no parece ser simplemente la de un individuo más, sino la de
moderador de la naturaleza que está a su alrededor y por lo tanto tiene derechos inalienables sobre la
misma.
Con respecto a este aspecto, Pico Della Mirándola, filósofo renacentista nos dice que “Dios arquitecto,
había construido con leyes de arcana sabiduría esta mansión mundana […]. Pero, consumada la obra,
deseaba el artífice que hubiese alguien que comprendiera la razón de una obra tan grande, amara su
belleza y admirara la vastedad inmensa. Por ello […] pensó por último en producir al hombre.”
¿Qué nos quiere decir Della Mirándola con esta frase? Simplemente que el hombre desde su creación a
imagen y semejanza de Dios, estaba predestinado a ser el más afortunado y admirado de los seres
vivos. Fue ubicado en el centro del universo, para poder gobernar sobre los recursos, distribuirlos, gozar
de ellos y reproducirlos. El hombre, en su libre albedrío tiene las facultades para arbitrar y ejercer
soberanía sobre sí mismo, los animales, las plantas y los seres abióticos.
Retomando el aspecto racional del ser humano, René Descartes se enfoca en el mismo de una manera
muy acertada. Su premisa es “pienso, luego existo”. A simple vista puede resultar algo confusa y en
cierta manera, hasta errada. ¿Cómo es posible que el ser humano para existir tenga primero que pensar?
Seguramente esa es la interpretación más rápida que se puede hacer. Sin embargo, su frase encierra
algo más. Nos quiere decir que el ser humano es aquel capaz de pensar, de dudar, de buscar las
respuestas a la gran multitud de preguntas que se hace. Esto constituye el primer paso para llegar a la
verdad, que según Descartes, surgirá del mismo hombre. Él es quien, a través de conocimiento, puede
relacionarse con el mundo, apropiarse de él y explicarlo. La razón le permite comprender y dominar la
naturaleza.
Nuevamente, nos podemos dar cuenta de que Descartes hace también énfasis en la supremacía del ser
humano. Aclara que el hombre es dueño del mundo, ya que sus aptitudes naturales lo hacen heredero
del universo. Si bien no hace referencia en este aspecto a Dios, cree en su existencia como Ser
Supremo, que de alguna manera deja en nosotros una huella por habernos creado.
Finalmente, y para acercarnos más a nuestro tiempos, la filosofía materialista de Karl Marx, es un
aspecto imprescindible a tomar en cuenta, puesto que ha tenido gran influencia en pensadores y hechos
posteriores a su época. De acuerdo a su postura, el hombre es un ente constitutivo de la naturaleza, ya
que, como el animal, vive de la naturaleza inorgánica. De esta manera, la vida física y espiritual del
hombre depende de la naturaleza, ya que él es un parte de la misma.
Analizando el pensamiento marxista, cabe resaltar que destaca el hecho de que el hombre es un sujeto
más entre todos. No ensalza su grandeza, sino más bien la equipara con la del resto de los seres vivos.
Por eso se explica que de la filosofía marxista surgieran corrientes variadas, tales como el leninismo o el
maoísmo, que se aplicaron en países comunistas. Dichas vertientes, ponían en detrimento la condición
del hombre, al no prestar atención a su individualidad, considerando a todo ser humano igual que el
resto. Por eso se eliminó la propiedad privada y se estatizaron todos los bienes. Ya que, para alcanzar la
igualdad, se atacó la misma naturaleza humana.
Como conclusión personal, y para cerrar el tema tratado, me parece pertinente resumir lo antes
expuesto, considerando que, según mi opinión, el hombre hace al mundo, no es que está constituido por
él, por el hecho de que Dios lo creo a su imagen y semejanza, como antes expuse, y justamente el
mundo está a su beneficio y no él a beneficio del mundo.
Por tener alma, el ser humano es excepcional. A pesar de que muchos crean que los animales la tienen,
no considero que sea cierto, sino estos también podrían tener sentimientos que, como se dijo, es un
supuesto que la mayoría de los especialistas desmienten, así como la capacidad que tengan estos de
razonar. Si bien, los animales tienen inteligencia, la suya no es suficiente para poder vislumbrar ideas
concretas, y aún menos abstractas.
Entonces, solo queda por decir que la misión del hombre es justamente tener total poder sobre el
planeta, pero ejerciendo el mismo de manera cauta, sensata y adecuada. El ser humano, a lo largo de
toda su existencia nos ha demostrado, de diversas maneras, que ha logrado, con aciertos y errores,
llegar a transformar ese obsequio divino. Pruebas de ello son los cambios tecnológicos y las
investigaciones que han podido resolver problemas antes irresolubles. Ningún otro ser vivo podría haber
hecho esto mejor que él. El hombre tiene toda la naturaleza a su favor para hacer con ella lo que
necesite, su único deber para con el mundo que lo rodea es cuidarlo y evitar que siga deteriorándose.

BIBLIOGRAFÍA:
• Platón, “Fedón”. Pensadores Universales. Editorial: Gradifco
• Aristóteles. “Acerca del Alma”. Editorial: Biblioteca Básica Gredos.
• Della Mirándola, Pico. “Discurso de la dignidad humana” en Notas y estudios de filosofía. Volumen IV Nº
16.
• Marcos, Dolores; Vera del Barco, Fabián. “La concepción cartesiana del hombre”. Inédito.
• Marx, Karl. Manuscritos económico filosóficos. Capítulo: “El trabajo alienado”.
El Hombre de Vitruvio de Leonardo da Vinci.

La antropología filosófica (del Idioma griego, ánthropos, 'hombre', y, logos, 'razonamiento' o 'discurso')
se puede entender de varias maneras. Una sería el estudio filosófico del ser humano elaborado a lo largo
de los siglos y actualmente, objeto de atención de los filósofos. Otra manera de entender la expresión
sería más restringida, y se aplicaría a un movimiento o escuela de pensamiento fundada en Alemania en
los años 1920 y 1930, de filósofos, antropólogos y sociólogos. Este movimiento tuvo una influencia
decisiva en el panorama intelectual alemán del siglo XX.
El tema general u objeto material de la antropología filosófica es el fenómeno humano, es decir, la serie
de manifestaciones que atestiguan la presencia del hombre. Interesan especialmente aquellas
manifestaciones que entrañan un cierto enigma o paradoja, tales como el fenómeno del conocimiento
científico, de los juicios de valor, de la libertad, de la comunicación interpersonal y de la religión. Su
objeto formal (aspecto o ángulo especial que escoge la ciencia para estudiar el objeto material) reside en
las características humanas que posibilitan dicho fenómeno. La psicología y la historia, por ejemplo,
coinciden en el objeto material de la Antropología filosófica, pero no en su objeto formal.1
La antropología filosófica marca un punto de inflexión en la filosofía por medio de la crítica del idealismo y
del dualismo cartesiano, con una concepción del hombre como una unidad física y psíquica. Fue también
una respuesta a la teoría del historicismo alemán.
La base de su planteamiento consistía en utilizar las enseñanzas de las ciencias naturales (como
la biología, zoología, etología, paleoantropología, etc.) y las ciencias humanas para tratar de identificar
las características de la especie humana y su posición específica en el mundo y el entorno natural.
Sus principales representantes son Max Scheler, Helmuth Plessner y Arnold Gehlen. También destacan
cerca de esta corriente Gotthard Günther, Helmut Schelsky, Erich Rothacker y Peter Sloterdijk.

El problema de la naturaleza del hombre[editar]


Podemos empezar enumerando tres tesis: «naturalismo o monismo», «esencialismo o dualismo», y las
contribuciones de la filosofía hermenéutica.
Naturalismo o monismo antropológico[editar]
Según esta tesis, no hay una diferencia esencial entre el hombre y el animal, sino diferencias de grado,
de modo que la vida superior del hombre resulta ser una forma más desarrollada, perfeccionada o
evolucionada de la serie animal. Las formas más altas de la vida humana (pensamiento, lenguaje, arte,
etc.) no son más que las resultantes genéticas de procesos inherentes a las manifestaciones más
elementales. Las dos variantes de esta teoría son la concepción mecánico-formal, y la concepción
vitalista. La primera tiene dos variedades: el materialismo, que reduce los fenómenos vitales y psíquicos
a fenómenos físicos-químicos; y el sensualismo, que considera que todas las formas de fenómenos
psíquicos son formas más complejas de los datos sensibles. La segunda explica al hombre en su
integridad por la vida: el hombre se convierte en el último producto de la evolución vital. Esta concepción
se diversifica según qué se considere como decisivo en la variedad de los impulsos vitales. Algunos le
dieron importancia a los impulsos nutritivos, otros a los impulsos de poder y otros a los impulsos
sexuales.
Esencialismo o dualismo[editar]
Esta tesis afirma que el hombre se distingue esencialmente, y no puramente de grado, de los demás
seres vivos pues en él hay un principio que le pertenece en exclusividad y que entraña la posibilidad de
una separación radical entre el hombre y el animal. El principio que diferencia al hombre puede
concebirse de distintas maneras: según el hombre es el que razona al animal, en cambio el animal por no
tener raciocinio no puede razonar al hombre.
Según autores del mundo antiguo y medieval, la diferencia básica entre hombres y animales está en el
hecho de que el hombre poseería un alma espiritual, no reducible a los elementos materiales que
componen el cuerpo humano.
Hermenéutica[editar]
Artículo principal: Hermenéutica
El hombre no es algo que viene dado «esencialmente», sino que se configura a través de sus relatos,
mitos, narraciones, saberes, creencias y construcciones culturales. En todo esto tiene una importancia
capital el lenguaje, que le brinda la posibilidad de expresión y de «sentido», pero también le muestra sus
límites.
El hombre no está «atado» a algo fijo o estático, sino que se va configurando. El ser humano se debe a
un desarrollo temporal (historia) y a la vez a un «proyecto» que le configura como alguien en desarrollo,
nunca acabado. En esta historicidad, el hombre no es un espectador imparcial de los fenómenos, sino
que se ubica frente a los mismos desde presupuestos «heredados» (tradición) que le orientan.

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