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ASPECTOS DE LA ADOLESCENCIA

IMAGEN CORPORAL
Al igual que él si mismo corporal es el primer aspecto del autoconcepto que surge en el
infante, él si mismo corporal atraviesa por un cambio drástico con la llegada de la
pubertad, que señala el comienzo de la adolescencia. Antes del inicio de la pubertad, la
mayoría de los niños se ha ocupado relativamente poco de cómo son sus cuerpos (y como
se ven) y se preocupan mas de lo que sus cuerpos les permiten hacer.

Pero el aumento repentino del crecimiento en la pubertad, junto con los cambios espec-
taculares en forma y apariencia del cuerpo, además de los nuevos sentimientos sexuales y
de otras sensaciones que acompañan estos cambios, ¡cambian todo eso! De manera
inevitable, según parece, el adolescente tiene definida una imagen corporal más fuerte y
clara.

Según Coleman (1995), el desarrollo de la identidad requiere no solo de sentirse


independiente y diferente a los demás, sino también de saber como se aparece al resto del
mundo. Los cambios corporales espectaculares afectan gravemente estos aspectos de
la identidad y representan un considerable reto para la adaptación, inclusive para el
joven mejor adaptado. En consecuencia, el momento preciso en que ocurre el arranque
repentino del crecimiento en la adolescencia puede tener un importante efecto sobre el
autoconcepto del adolescente, en especial sobre su autoestima.

Los efectos conductuales y emocionales de la maduración temprana y tardía en el


autoconcepto parecen ser diferentes en varones y mujeres. Aquellos maduraron más
rápido se consideraba en general como mas atractivos, menos infantiles y locuaces que
los que tuvieron un desarrollo tardío, mostraron un mayor interés por las niñas a los 15
años y estaban en mayor probabilidad de ser populares y de tener posiciones de
responsabilidad; los que maduraron tardíamente eran mas infantiles y buscaban mas
atención. A los 17 años aquellos que maduraron tempranamente tenían mas confianza en
si mismo y eran menos dependientes, los que lo hicieron de manera tardía tenían fuertes
deseos de contacto con las chicas y eran mas agresivos.

Es probable que debido al significado subjetivo del cambio corporal, la pubertad


parezca ser una transición más difícil para las niñas que para los varones.
Por ejemplo, hay un mayor incremento en la composición de grasa corporal en las niñas
que en los niños (quienes aumentan su masa muscular) y la sociedad occidental ha
desarrollado normas cada vez más estrictas en cuanto la delgadez en las mujeres; la
insatisfacción de las niñas con su apariencia comienza durante la pubertad, junto con un
descenso en autoestima.

Las comparaciones entre niñas que maduran más pronto o más tarde indican que la
insastifaccion con su apariencia se asocia con el aumento rápido y normal de peso que es
parte del crecimiento. Las niñas con una maduración más temprana tienen imágenes
corporales menos positivas, a pesar del hecho de que salen más y más pronto con
varones; la menstruación es un signo innegable de maduración, pero también se asocia
con incomodidad física.

Esta paradoja destaca las contradicciones producidas por el diferente significado del
desarrollo físico maduro para las mujeres en comparación con los hombres; en el caso de
las chicas jóvenes, se destaca mas la apariencia atractiva. La actividad sexual también
es más problemática para las mujeres, debido a la dualidad en normas que aun existe y a
la responsabilidad diferencial en cuanto al embarazo. Para los varones, la maduración
temprana ofrece ventajas sociales evidentes, que incluyen oportunidades para aumentar
sus logros atléticos, sus roles de liderazgo y las expectativas de éxito.

Lo que parecen tener en común todas las personas con anorexia es una imagen corporal
distorsionada, una creencia de que tienen un enorme sobrepeso cuando, de hecho, tienen
un peso gravemente bajo, tienen personalidades mas bien obsesivas y tienden a evitar las
situaciones que temen , la autonomía.

IDENTIDAD CONTRA CONFUSION DE ROL DE 12 a 18 AÑOS.


Recuérdese que Erikson cree que en todas las etapas el individuo existe y se desarrolla en
tres planos y niveles de manera simultánea:

1. Biológico (organismo).
2. Social (miembro de la sociedad).
3. Psicologico (individual).

La imagen corporal cambia en la adolescencia pero vale la pena señalar algunas de las
observaciones de Erikson. Dice que el rápido crecimiento del cuerpo trastorna la
confianza previa en este y el dominio de sus funciones, lo cual era algo que se había
disfrutado en la infancia.

De modo que los adolescentes tienen que aprender a “acostumbrarse” a un nuevo


cuerpo, pero por un largo tiempo este no se sentirá cómodo y no parecerá “ajustar” de
manera adecuada. La madurez sexual implica la necesidad de otras personas para
satisfacer las nuevas necesidades y sentimientos sexuales. La masturbación es muy
común, en especial entre los niños varones en el inicio de la adolescencia, y con
frecuencia se acompaña de fantasía sexual, pero nunca puede ser totalmente satisfactoria.
La contraparte social y psicológica de esto consiste en tener que decir acerca de la
identidad sexual, es decir, decidirse acerca de la propia preferencia u orientación
sexual, ya sea heterosexual u homosexual.

A nivel social, la cultura occidental ha inventado la adolescencia como una moratoria, un


retraso autorizado para la adultez (mediante extender la educación formal, ciertas leyes
relativas al matrimonio, el voto y demás) que tiene como propósito ayudar a la persona
joven a que realice la difícil transición de la infancia a la edad adulta. Aun así, con
frecuencia crea confusión y conflicto al mismo tiempo que los reduce.
Por ejemplo, las capacidades sociales y biológicas pueden no ser compatibles con el
status, como en el caso de las madres muy jóvenes o el adolescente se casa cuando aun
esta en la escuela. Se espera que los adolescentes tomen decisiones acerca de su futuro
(según sus padres y maestros) pero no se les permite votar y en general se les mantiene
dependientes de los adultos, mientras que se espera que se comporten como estos, de
manera independiente y responsable.

Si los adolescentes preguntan “¿como me vuelvo adulto’”, es probable que reciban una
respuesta diferente de parte de distintas personas……………
Si los adolescentes toman sus decisiones demasiado pronto (lo que Erikson llama
ejecutoria prematura de la moratoria), pueden llegar a lamentarse y se vuelven
especialmente vulnerables a la confusión de identidad en su vida posterior.
Marcia (1996, 1980), inspirado por Erikson y con base en sus propias investigaciones,
identifico cuatro status de la formación de la identidad en los adolescentes. Para lograr
una identidad madura, el individuo debe:
a) experimentar varias crisis en la exploración y elección entre alternativas vitales y
b) finalmente, llegar a un compromiso, una inversión del sí mismo en sus elecciones.
Los cuatro status son:

1. Difusión de identidad. La persona se encuentra en crisis y no puede formular una


autodefinicion, metas y compromisos claros; representa una incapacidad para “asumir”
algún tipo de identidad adulta.
2. Exclusión de identidad. La persona ha evitado las incertidumbres y ansiedades de
las crisis al comprometerse de manera rápida a metas seguras y convencionales sin
explorar las diversas opciones abiertas para él sí mismo.
4. Moratoria de identidad. Se oponen las decisiones acerca de la identidad mientras
que la persona intenta identidades alternativas sin comprometerse a ninguna en
particular.
5. Logro de la identidad. La persona ha experimentado una crisis pero la ha superado
de modo exitoso con compromisos, metas e ideología firmes.

A diferencia de las ocho etapas de Erikson, estos cuatro status no son secuenciales (no
son etapas), con la excepción de la moratoria de identidad que es un requisito previo para
el logro de la identidad

Marcia (1980) reconoce que, cuando se aplica a las mujeres, el modelo y el enfoque del
estado de identidad, funcionan “solo mas o menos”; esto refleja una critica realizada
acerca de la afirmación de Erikson de que la secuencia de etapas se aplica por igual a
hombres y mujeres (en especial, en la transición de la adolescencia a la adultez joven),a
saber, que la experiencia de los hombres se toma como norma.

Es bastante claro que en nuestra cultura no existe una iniciación bien definida a la adultez
como la que hay en muchas culturas no occidental es donde, a cierta edad, ocurren ritos
de pubertad o ceremonias de iniciación que marcan el final de la infancia y el inicio de la
adultez. Por ejemplo, entre algunos pueblos africanos de cazadores - recolectores, los
varones llegan a la adultez una vez que pueden participar en forma exitosa en la cacería y
para las mujeres, cuando se presenta la menstruación o se embarazan en algunas
comunidades aborígenes con el matrimonio y el parto, con frecuencia al final de la
adolescencia. Mientras que la pubertad es un hecho biológico, la adolescencia es en
mucho u fenómeno construido socialmente.

A un nivel psicológico, el adolescente vuelve a experimentar los conflictos de la infancia


temprana, en particular el encuentro inicial con los padres como figuras de autoridad
(enfocado alrededor del entrenamiento de esfínteres) y el complejo de Edipo. En relación
con esto se encuentra los cambios típicos de humor del adolescente y la ambivalencia,
donde en ocasiones los jóvenes son sumamente cooperativos con sus padres y otros
adultos, y en otras son testarudos y desobedecen, casi por el placer de hacerlo (esta
ambivalencia es también típica en el niño de tres años). Esto representa para los padres
algo difícil de enfrentar, en especial cuando necesitan permanecer estables, firmes y
fáciles de predecir por el bien de los adolescentes.

Cuando se discute la teoría del desarrollo cognoscitivo de Piaget , los adolescentes,


después de haber obtenido el pensamiento operacional formal, pueden pensar en términos
abstractos e hipotéticos acerca de lo que podría suceder (y no solo acerca de lo existe),
acerca del pensamiento de otras personas y, en particular, lo que otros piensen con
respecto a ellos. Pueden concebir familias, religiones y sociedades ideales que entonces
pueden comparar con lo que ellos han experimentado. Pueden también construir teorías y
filosofías diseñadas para llevar dentro de un todo funcional, armonioso y pacifico a la
enorme variedad de aspectos diversos y conflictivos de la sociedad. Según Elkind
(1970), el adolescente es “un idealista impaciente, que cree que es tan fácil realizar
un ideal como imaginarlo”.

Elkind también señala un paralelo muy significativo y fascinante entre el niño y el


adolescente en términos del egocentrismo: aun cuando los adolescentes pueden
comprender cognoscitivamente que su punto de vista de las cosas no es el único modo
posible de hacerlas. Elkind prosigue diciendo que los adolescentes constantemente
realizan representaciones ante públicos (imaginarios), piensan que son especiales,
tienen un sentido de inmortalidad y de “fábula personal”, una historia que ellos se
cuentan a si mismos pero que no es verdad.

La principal tarea para el adolescente consiste en desarrollar un sentido de


identidad, es decir, unir todas las cosas que ha aprendido acerca de si mismo como
hijo/hija, hermano/hermana, amigo, estudiante y así de manera sucesiva, además de todas
las experiencias, pensamientos y sentimientos pasados para integrar estas imágenes
diversas y variadas de si mismo en un modo que tenga sentido y continuidad con el
pasado mientras que sirve como preparación para el futuro.

Si los jóvenes tienen éxito, surgirán de esta etapa del desarrollo con un sentido de
identidad psicosocial (el componente positivo), un sentido de quienes son, donde han
estado y hacia donde van. La influencia de los padres es mucho más indirecta de lo que
ha sido en etapas previas; es mas una cuestión del como influyeron en etapas anteriores
mas que la manera en que influyen directamente en la búsqueda de identidad. Así, entre
mas positivo sea el resultado de etapas anteriores, mas probable será que el adolescente
logre una identidad psicosocial integrada.
Elkind (1970) señala que esto también dependerá del ambiente social en el que
crezca el adolescente.
Por ejemplo, en una sociedad donde las mujeres son ciudadanos de segunda clase, para
las mujeres puede ser más difícil llegar a un sentido de identidad psicosocial. De la
misma manera, en momentos de rápido cambio social y tecnológico, como en el presente
donde existe un rompimiento en muchos valores tradicionales, para los jóvenes puede ser
más difícil encontrar continuidad entre lo que han aprendido y experimentado cuando
niños y lo que aprenden y experimentan como adolescentes. Esto puede llevarlos a buscar
causas (politices, religiosas, humanistas) que le den significado y dirección a sus vidas.

De modo típico, el adolescente experimentara con muchas diferentes identidades que


pueden implicar que asuma puntos: mientras que los niños solo juegan con los roles
sociales, el adolescente los pone a prueba en la realidad. La confusión (o difusión el
componente negativo) de identidad tiene cuatro aspectos principales:
1.- Intimidad Temor al compromiso o a involucrarse en relaciones cercanas debido al
miedo de perder la propia identidad. Esto puede resultar en aislamiento, relaciones
estereotipadas y formalizadas.
2.- Perspectiva Temporal Incapacidad para planificar a futuro o mantener cualquier
sentido del tiempo, asociado con ansiedad por el cambio de volverse un adulto.
3.- Industriosidad Dificultad en la canalización de recursos, de un modo realista hacia el
trabajo o estudio, lo cual requiere de compromiso. Como defensa, el adolescente puede
encontrar imposible concentrarse o se compromete frenéticamente en una sola actividad
con exclusión de las otras.
4.- Identidad negativa No saber lo que se es, a donde o a quien se pertenece. Una
identidad negativa (por ejemplo, delincuente, rufián), aunque es claramente el exacto
opuesto a lo que los padres y otros adultos importantes aprobarían, no es un acto de
rebelión sino una manera de lograr una identidad por lo que una de tipo negativo puede
ser mejor que no tener ninguna.
Cualquiera que sea el resultado de esta etapa, Erickson cree que es inevitable cierto tipo
de estrés, confusión o perturbación de la identidad: la crisis de la identidad del
adolescente es una crisis normativa. Erickson dice que “en ninguna otra fase del ciclo
vital se encuentran tan relacionadas de manera cercana las presiones para
encontrarse uno mismo y la amenaza de perderse”.
Erickson destaca que la vida es cambio constante y que la confrontación de problemas de
una etapa de la vida no es una garantía contra la reaparición de estos problemas en etapas
posteriores o de descubrir nuevas soluciones a ellos. En cuanto se refiere a un sentido de
identidad, el tiempo óptimo para lograrlo es durante la adolescencia. Tener un sentido de
autoidentidad es tener un “sentimiento de estar en casa dentro del propio cuerpo, un
sentido de saber hacia donde se va y una seguridad interna del reconocimiento anticipado
de aquellos que cuentan”.

6. ¿QU
QUE ES LA ADOLESCENCIA
La palabra “adolescencia” proviene del latín adolescere, que significa “crecer hasta la
madurez”. Por tradición, esta etapa se ha considerado como un preludio y una
preparación para la adultez, un periodo vital de transición entre la inmadurez y la
madurez. Aunque en general se considera que la adolescencia comienza con la pubertad,
la considerable variación individual en el momento de la aparición de estos cambios
físicos hace muy difícil definirla en términos de edad cronológica (entre los “13” a “19”
años). Coleman (1995) considera que las dificultades implicadas en definir la
adolescencia reflejan un rasgo importante del fenómeno, a saber, ¿es una etapa que en
cierto grado se ha creado en forma artificial?
En (1928) Margaret Mead describe una sociedad en la que los individuos pasan de
la infancia a la adultez sin trauma o tensión. Los ritos de iniciación permiten que niños y
niñas tengan claro cuando y como deben asumir sus roles y responsabilidades adultos y
no existe un largo periodo de transición o ambigüedad en su status, Aunque en general se
está de acuerdo en que Mead observo a la sociedad de Samoa a través de lentes color de
rosa, el sentimiento continua siendo que la sociedad occidental, a través de su énfasis en
prolongar la educación y la dependencia económica en los padres, alienta la adolescencia
como un periodo preciso.

¿LA ADOLESCENCIA ES ALGO NUEVO?


Muchas personas no solo consideran a la adolescencia como una creación de la cultura
occidental, sino también como una “invención” muy reciente de la sociedad capitalista
occidental. Coleman (1995) esta en desacuerdo con ello, al señalar que la
adolescencia ha existido de una manera u otra desde los antiguos griegos, como
Platon hace dos mil años, que consideraban a los jóvenes como la fuerza política que
con mayor probabilidades desafiaría el orden existente. Coleman analizó las
relaciones padre-adolescente desde el decenio de 1920 hasta el de 1980 y concluyo que
tanto las cuestiones sobre las que tenían desacuerdos como los niveles generales de
conflicto continuaban siendo notablemente similares.

A pesar de los enormes cambios sociales y económicos ocurridos en el siglo XX, el


fenómeno de la adolescencia ha cambiado muy poco. Aunque el termino
“Teenager”Haya ingresado al vocabulario durante el decenio de 1950, la adolescencia en
si ha existido por mucho más tiempo; de hecho, la primera teoría psicológica formal
sobre la adolescencia apareció en 1904, ¡ de modo que la adolescencia debe haber
existido antes de eso! Aunque es claro que los factores sociales y económicos son
importantes y la adolescencia pueda manifestarse de manera diferente, según el contexto
cultural e histórico, cierta forma de etapa de transición es común a la mayoría de las
sociedades.

TEORIA DE RECAPITULACIÓN DE HALL


Es probable que la primera teoría de la adolescencia haya sido la de G. Stanley Hall en su
libro Adolescence (1904) y en general se le considera como el padre de la Psicología de la
adolescencia; también fue uno de los pioneros de la Psicología del desarrollo en general.
Bajo una fuerte influencia de la teoría evolutiva de Darwin, Hall consideraba que el
desarrollo psicológico de cada individuo recapitula la evolución de la especie humana,
tanto en un sentido biológico como cultural.
TEORIAS PSICOANALITICAS
Tanto Sigmund Freud como su hija Ana, consideraban la adolescencia como una etapa en
la que se trastorna el equilibrio dentro de la personalidad del niño. Durante el periodo de
latencia, el ello, yo y superyo se encuentran en una armonía relativa pero las nuevas
incitaciones del ello durante la etapa genital ( que comienza con la pubertad), son muy
poderosas y el superyó esta “plena evolución”, es decir hay un intento de independencia (
en donde la identificación con el padre del mismo sexo se encuentra debilitada) pero al
mismo tiempo hay una renovada dependencia hacia el padre del sexo opuesto. La
adolescencia implica una “desvinculación de la autoridad paterna, un proceso que
por si solo hace posible la oposición, que es tan importante para el progreso de la
civilización, entre la nueva generación y la vieja” (Freud 1905), observo que las niñas
tenían menos capacidades de separarse persistiendo en su “amor infantil mas allá de la
pubertad” , lo cual posteriormente (1908) atribuyó a la duplicidad de normas de la
sociedad, según las cuales los varones jóvenes pueden expresar su sexualidad, mientras
que las mujeres jóvenes tienen que reprimirla.

Anna Freud (en El yo y los mecanismos de defensa, 1937) creía que su padre había
enfatizado en exceso el desarrollo de la sexualidad temprana en la vida y había
descuidado sus manifestaciones adolescentes. También consideraba que los mecanismos
de defensa del yo utilizados antes de la pubertad, ya no eran adecuados para lidiar con el
ascenso rápido de los instintos e identifico dos nuevas defensas del adolescente:
Ascetismo, donde los adolescentes se privan a sí mismos de experiencias y actividades
placenteras (en particular las sexuales)
Intelectualización donde en gran medida, se discute y lee acerca de temas provocadores
de ansiedad (Típicamente, los adolescentes pasan mas tiempo hablando de sexo que
disfrutándolo).

De manera más reciente Blos (1967) describe la adolescencia como un “segundo


proceso individuación”, es decir, el proceso de volverse una persona separada (el
primer proceso de individuación sucede al final del tercer año de vida del niño). El
adolescente se desprende, es decir, renuncia a depender de la familia y afloja los lazos de
la temprana infancia que, hasta la pubertad, fueron la fuente principal de sustento
emocional. Esto, por su parte, produce una “hambre afectiva y objetiva”, un medio de
enfrentamiento a la “vaciedad interna”, que resulta del rompimiento de los lazos de la
infancia. El hambre de afecto y objeto se satisface mediante experiencia grupales (un
sustituto de la familia); hacer cosas emocionantes “solo por el placer de hacerlo”;
cambios frecuentes y abruptos en las relaciones y experiencias.

El desprendimiento también produce regresión, que puede tomar forma del “culto al
héroe” (a estrellas de rock, personalidades de los deportes, etcétera) y de un
“enamoramiento homosexual” (hacia un maestro del mismo sexo o un amigo de los
padres, en ambos casos esto implica una búsqueda de padres sustitutos), absorberse en la
política, religión y filosofía, etcétera y ambivalencia. La ambivalencia subyace a las
relaciones con los padres en la temprana infancia, implica una fluctuación entre amar y
odiar, depender y ser independiente, ser cooperativo y no cooperativo y demás. La
ambivalencia se reactiva en la adolescencia de una manera extrema y esto explica
gran parte de la conducta agresiva, negativa y, por lo general, imposible de predecir,
que los padres en particular, y los adultos en general, encuentran tan difícil de
entender. Una forma que esto puede asumir es lo que Baittle y Offer (1971) denominan
“dependencia negativa”, en la cual los adolescentes hacen aquello a lo que sus padres se
oponen, mostrando que aun dependen de sus padres pero de una forma negativa. Así,
aunque la conducta es de manera explícita un acto de rebelión en contra de los padres, al
mismo tiempo revela que todavía existen fuertes deseos de una dependencia pasiva
(Coleman, 1995).

Bloss cree que la regresión de hecho es necesaria para que tenga lugar el proceso y
la no conformidad del adolescente es, en realidad, una defensa sumamente
adaptativa contra la tentación de depender de nuevo de los padres y otros adultos.
También considera inevitable la conducta no adaptativa transitoria (que Erikson
llama “psicopatologia de la adolescencia cotidiana”).

RELATIVISMO CULTURAL: CONTRIBUCIÓN DE LA ANTROPOLOGÍA


CULTURAL
Las teorías DE Ruth Benedic (1934, 1954) y de Margaret Mead (1942, 1944, 1961) en
parte fueron una reacción en contra de las teorías instintivas de Freud; cualquier
conflicto, tensión o problema que experimenten las personas jóvenes no se pueden
comprender de manera adecuada en aislamiento de las normas e instituciones culturales
con las que están relacionadas.
Mientras que es universal que los niños avancen de un estado de dependencia hacia las
personas mayores a una relativa independencia, el modo en que esto tiene lugar varía en
gran medida de una sociedad a otra. En algunas (como entre los indios cheyenne que
estudio Benedict en 1934) la transición es suave gradual y continua, por ejemplo, los
adultos reconocen la proeza de un niño cheyenne en la cacería y su contribución al festín
se valora de igual manera que la del padre. Sin embargo, en la cultura occidental, se
prohiben a los niños muchas actividades adultas y una gran cantidad de conductas que se
consideran apropiadas para los niños se tienen que “desaprender” cuando “crecen”. En
esta cultura se hacen distinciones bastante notables entre “ser maduro” y “ser inmaduro”
y el desaprendizaje que esto implica produce tensiones inevitables que residen en la raiz
de las dificultades adolescentes. De manera específica, existen tres tipos de
discontinuidad en la cultura occidental, a saber, aquellos que se centran alrededor de:
·1 Roles de responsabilidad y no-responsabilidad: Esto implica desaprender actitudes
de juego cuando se avanza al mundo laboral.
·2 Roles de dominancia y sumisión: Esto implica desaprender actitudes sumisas
cuando se asumen posiciones de autoridad.
·3 Roles sexuales: Esto implica desaprender el tabú del sexo cuando se avanza hacia las
relaciones sexuales.

Aunque Mead (como Erickson) reconoció la parte representada por los cambios
biológicos en la pubertad, creía que los problemas adolescentes se debían principalmente
a factores sociales, en particular, al amplio rango de opciones abiertas al individuo en un
mundo que cambia rápidamente. Si la principal tarea de la adolescencia consiste en
establecer una identidad significativa, los obstáculos para hacerlo son mayores ahora más
que nunca; no existe un marco duradero de referencia y no hay un solo conjunto de
valores (religiosos, políticos, ideológicos, etc.) mediante los cuales el adolescente puede
darle un sentido al mundo.

TEORIA SOCIOLOGICA (o enfoque de la psicología)


Como resumió Coleman (1995), los sociólogos consideran al cambio de rol como un
rasgo integral en el desarrollo adolescente. Cambiar de escuela, abandonar la escuela
para asistir a la universidad, dejar el hogar e iniciar un trabajo implican todos, un nuevo
conjunto de relaciones de rol que produce expectativas diferentes y con frecuencia
mayor; estas, a su vez, demandan una reevaluación sustancial del autocomcepto y
aceleran el proceso de socialización. Esto puede ser problemático debido a que el
adolescente esta expuesto a una amplia variedad de instancias que compiten entre sí de
socialización (la familia, escuela grupo de compañeros, medios masivos, etc.) que
representan con frecuencia valores y demandas en conflicto.
Por lo común, los sociólogos de los jóvenes dependen más de la generación que de la
familia o de otras instituciones sociales, lo cual Marsland (1987) denomina
“autosocializacióna”.Lo que describe Marrsland es la “brecha generacional”.

TEORIA “CLASICA” DE LA ADOLESCENCIA


Todas la teorías que se han visto hasta el momento, incluyendo la de Erikson, han
contribuido a una imagen “clásica” de la adolescencia; ésta tiene tres componentes:
·4 Tormenta y tensión
·5 Crisis de identidad
·6 Brecha generacional

A continuación se considerara la evidencia pertinente a cada uno de estos tres


componentes.

Tormenta y tensión
Varios estudios han concluido que la adolescencia no es un periodo que, de modo típico,
implique estrés, tensión y confusión emocional.
El estudio del National Childrens Bureau (1976) Los padres describían con mayor
frecuencia a sus hijos de 16 años de edad como solitarios, después irritables (“listos a
perder los estribos) y después “melindrosos y demasiado quis1uillosos” A muy pocos se
le describió como destructivos o agresivos hacia otros o desobedientes con frecuencia:
del 12% se pensó que eran mentirosos en ocasiones, 2% aun se chupaban el dedo, 3%
sufría de problemas emocionales, 15% se mordían las uñas, 11% sufrían de migraña o
dolores de cabeza recurrente, 3% tenían algún tipo de tartamudeo y 1% sufrían de
Enuresis nocturna.

Según Offer (1969) , la gran mayoría de los adolescentes se adapta de manera adecuada a
la transición de la adolescencia, está en contacto con sus sentimientos y desarrolla
relaciones significativas con otros individuos significativos; carecen de la agitación de los
adolescentes trastornados, precisamente porque su yo tiene la suficiente fortaleza como
para soportar las presiones. De esta manera similar, Siddique y Darcy (1984) encontraron
que 33.5% de los adolescentes encuestados no informaron sintomas de perturbación
psicológica y otro 39% informo de cinco o menos síntomas (un nivel leve de estrés).
Aunque de hecho para una minoría parece ser periodos de estrés y confusión (27.5%
informo de mayores niveles de angustia psicológica), para la mayoría la transición
adolescentes será relativamente tranquila.

Crisis de identidad
Muchos de los conceptos de Erikson que rodean a la crisis de identidad son difíciles de
probar de modo empírico pero muchos investigadores se han utilizado medidas del
autoconcpeto (en practicar, autoestima) como indicadores de crisis.
Ya se le ha discutido la autoestima en relación con la imagen corporal, incluyendo la
maduración temprana y tardía y la satisfacción con el peso corporal, en particular en las
niñas. Y también se han discutidos los efectos que tiene la carencia de empleo sobre la
autoestima y la salud mental general.
Simmons y Rosemberg (1975) encontraron que la reducción de autoestima es más común
durante la adolescencia temprana que en el final de la infancia o en la adolescencia tardía
y esto era más evidente en las niñas que en los niños. Por ejemplo, 32% de las niñas
entre 12 y 14 años de edad de las niñas tenían una autoimagen más inestable (30%de los
niños). (La muestra comprendió cerca 2000 niños en edad escolar). La mitad mas
prepuberes estaban satisfechas con su cuarto de aquellas al principio de la adolescencia.
Sin embargo, la mayoría de los estudios parecen representar una imagen bastante
diferente. Por ejemplo, con base en el uso del Offer Self- Image questionaire, Offer y
colaboradores (1981) concluyeron que parece no haber un incremento en la perturbación
de la autoimagen durante la adolescencia temprana.
Coleman y Hendry (1990) toman el punto de vista de que mientras tal perturbación es
mas probable en los primeros años de la adolescencia que después (alrededor de la
pubertad), solo una proporción relativamente pequeña de la población total de
adolescentes esta en probabilidad de tener una autoimagen negativa o muy baja
autoestima.

Brecha generacional
En el estudio del National Childrens Bureau, la mayoría de los padres y de los
adolescentes de 16 años informo de relaciones familiares armoniosas; solo3%de los
adolescentes estaban totalmente en contra del matrimonio y la vasta mayoría creía que la
edad ideal para casarse se encuentra entre los 20 y 25 años de edad, con dos hijos como
familia ideal. A los padres se les dio una lista de los asuntos en lo que, por lo común, se
piensa que los adultos y los jóvenes de 16 años podrían estar en desacuerdo. Los
resultados indicaron una situación que, desde el punto de vista de los padres, era
armonioso. Los adolescentes de 16 años confirmaron las actitudes de sus padres- en
ocasiones, la apariencia y las actividades de la noche eran temas de discrepancia en el
hogar, pero por lo demás la atmósfera estaba libre de conflictos importantes.

Cerca de dos tercios de aquellos que tenían hermanos dijeron que peleaban con ellos, sin
embargo, muchos escribieron una nota aclaratoria a efecto de que, a pesar de que
pudieran pelear con frecuencia con un hermano o hermana, o no estar de acuerdo con sus
padres, no querían decir que hubiera nada de malo con la relación subyacente.
En un enorme estudio transcultural (realizado en Australia, Bangladesh, Hungría,
Israel, Taiwan, Italia, Turquía, E.U.A y la antigua Alemania Occidental), Offer y
colaboradores (1988) encontraron que mas de 91% de los adolescentes en estos
países negaron tener animosidad en contra de sus padres y proporciones similares
rechazaron la idea de que sus padres estuvieran avergonzados de ellos o que se
pudieran decepcionar de ellos en el futuro.

Parece haber pocas dudas de que la brecha generacional que implica una “guerra” entre
generaciones o una subcultura adolescentes independientes es, en términos básicos, un
mito. Sin embargo, seria igual de impreciso negar que existe algún conflicto: los
adolescentes no podrían llegar a la adultez a menos de que pudieran probar límites de la
autoridad, ni tampoco adolescentes, excepto una pequeña minoría, experimentan crisis
graves de identidad. En la mayoría de los casos, las relaciones con los padres son
positivas y constructivas y los jóvenes no rechazan los valores adultos a favor de aquellos
defendidos por su grupo de compañeros. De hecho, en la mayoría de las situaciones los
valores del grupo de compañeros parecen ser consistente con aquellos de los adultos
importantes, en lugar de estar en conflicto con ellos. Los temores a la promiscuidad entre
los jóvenes no se derivan de los hallazgos de investigación, ni los estudios

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