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Miguel Bosé

(Luis Miguel González Bosé; Panamá, 1956) Cantante español. Tras unos
inicios descaradamente comerciales, en los que supo explotar a fondo su
potencial como ídolo de adolescentes, a mediados de los ochenta inició una
trayectoria más madura que le ha permitido, a lo largo de su dilatada carrera
musical, mantener elevadas cotas de prestigio y popularidad en España y en
el mundo. Sus facetas de actor y presentador de televisión han contribuido
también a reforzar sus éxitos musicales.

Miguel Bosé

Hijo del torero madrileño Luis Miguel Dominguín y de la actriz italiana Lucía
Bosé, el pequeño Bosé creció en un entorno privilegiado que facilitaría sus
relaciones con el mundo de la cultura y el espectáculo. Quiso en un principio
ser actor, siguiendo los pasos profesionales de su madre; sin embargo, sus
primeras tentativas en el mundo del celuloide resultaron frustradas. Por
causas extrañas, a los catorce años de edad hubo de rechazar el papel del
joven Tadzio que le había ofrecido cineasta italiano Luchino Visconti (quien
había sido su padrino en la pila bautismal), dentro del reparto de su
célebre Muerte en Venecia (1970).
En 1972, mientras cursaba sus estudios de bachillerato en el Liceo Francés
de Madrid, tuvo ocasión de desempeñar sus primeros papeles
cinematográficos en algunas películas de escaso relieve, rodadas por el
italiano Luccio Tessari. Al año siguiente se estableció en Londres, donde
amplió sus conocimientos de teatro y baile como alumno de la prestigiosa
Escuela de Danza y Mimo de Lindsay Kemp. La considerable fortuna y las
buenas relaciones de sus progenitores le permitieron, además, cursar
estudios de arte dramático en París (en la Escuela de Danza de Maurice Béjart),
declamación en Roma y baile y canto en Nueva York, donde llegó incluso a
perfeccionar su formación interpretativa en el prestigioso Actor's Studio.
De regreso a España se sintió más atraído por la música, y en 1975 debutó
como cantante profesional con un modesto single titulado Soy, de cuya
producción y lanzamiento se encargó uno de sus primeros descubridores, el
entonces afamado vocalista Camilo Sesto. Esta discreta opera prima pasó
prácticamente inadvertida para el público y la crítica, e idéntica suerte corrió
su segundo single, No es tan fácil, promovido también por Camilo.
Pero en 1977, a raíz de una versión en castellano del tema Linda, de los
italianos I Pooh, Miguel Bosé se convirtió de la noche a la mañana en el ídolo
de las adolescentes de toda España, que lo situaron de inmediato en los
puestos cimeros de las listas de ventas. Esta canción, que dio título también
a su primer LP, lanzó a Miguel Bosé al estrellato y marcó el tono y el estilo
de su primera etapa, caracterizada por las melodías dulces, amables y
comerciales, arropadas con sensuales movimientos de baile.

Linda (1977)
Este papel de nuevo sex-simbol de las adolescentes quedó plenamente
ratificado por su segundo LP, que, bajo el título de Miguel Bosé (1978), incluía
un nuevo éxito comercial, la canción Anna, con la que el joven cantante
rebasó las fronteras del mercado español para ocupar las listas de éxitos de
varios países europeos. Poco después, Bosé lanzó su tercer long play,
titulado Chicas! (1979), y volvió a encaramarse a las listas de discos más
vendidos con un tema de éxito arrollador que, a partir de entonces, habría
de ir inseparablemente unido a su nombre: Súper Superman.
El impacto de ésta y otras canciones similares (como la también exitosa Don
Diablo) propició, en el mercado discográfico español de finales de los años
setenta y comienzos de los ochenta, la eclosión de varios intérpretes
masculinos que, siguiendo las pautas de Bosé, intentaron aprovechar ese
filón del cantante “guaperas” que triunfa entre el sector juvenil femenino
tanto por sus temas comerciales como por sus bailes sensuales, su atractivo
físico y sus gestos más o menos provocativos.
A comienzos de la década de los ochenta, Miguel Bosé se había convertido
en uno de los fenómenos más destacados del panorama musical europeo,
con versiones de sus grandes éxitos en diferentes idiomas y galas y
presentaciones de sus discos en numerosos lugares del mundo. Sus giras
multitudinarias venían sostenidas por sus célebres canciones anteriores y por
otros álbumes nuevos tan bien recibidos por sus incondicionales como Más
allá (1981), Bravo Muchachos (1982) -cuyo tema principal, de idéntico título,
copó los primeros puestos de las listas de ventas en varios países europeos-
, Made in Spain (1983) y Milano Madrid (1983). Todos estos discos seguían
conservando la frescura y la liviandad comercial del ídolo de las jovencitas
que, en su condición de sex-simbol, venía marcando un nuevo estilo desde
mediados de los setenta; sin embargo, ya en los dos últimos álbumes
aparecían algunos temas que presagiaban el giro que estaba a punto de dar
su carrera musical.

Portada de Chicas! (1979)


En efecto, mediados ya los ochenta, Bosé advirtió el natural agotamiento del
filón que venía explotando como ídolo juvenil y se planteó un cambio drástico
que incluía no sólo un estilo musical distinto, sino también una imagen nueva,
más audaz y sofisticada, coherente con la formación vanguardista que había
recibido desde su infancia (ya en Made in Spain había recurrido al maestro del
arte pop Andy Warhol para el diseño de la portada). El álbum en que se plasmó
este giro, titulado Bandido (1984), contaba con la colaboración de letristas e
instrumentistas de reconocido prestigio y con algunos temas (Sevilla o Amante
bandido) que, tras la sorpresa inicial de sus fans adolescentes, situarían de
nuevo a Bosé en los primeros puestos de las listas de éxitos internacionales.
Con el apoyo de los responsables de su nuevo sello discográfico, Warner
Music, Miguel Bosé reforzó esta nueva imagen con otros dos LP’s de
memorable calidad, Salamandra (1986) y XXX (1987). Luego, en una línea algo
más convencional (aunque siempre alejada de su primera etapa), lanzó al
mercado otro álbum de gran éxito, Los chicos no lloran (1990), en el que contó
con la colaboración de algunos compositores acreditados del pop español del
momento, como Mikel Erentxun (de Duncan Dhu) y Nacho García de la Vega
(ex Nacha Pop), además de dos componentes del grupo La Unión. Sus discos
no alcanzaban el nivel de ventas de sus primeros éxitos; aún siendo
probablemente mejores, sus nuevas canciones tenían menor tirón popular.
Bosé complementó sus ingresos como cantante con el regreso a la gran
pantalla. Con ello, además de cosechar nuevos reconocimientos, entre los
que destaca el que supuso su papel en Tacones lejanos (1991) de Pedro
Almodóvar, consiguió relanzar su carrera musical.
Su madurez creativa se hizo patente en Bajo el signo de Caín (1994), disco
donde Bosé decidió aprovechar los réditos materiales y artísticos de sus
recientes triunfos cinematográficos para apostar de nuevo por la exigencia,
el rigor y la calidad, bajo la producción de Ross Cullum y Sandy McLelland.
Grabado en Madrid y Londres (y editado posteriormente en inglés e italiano),
Miguel Bosé quiso acercar este álbum a la tradición musical española, para
lo que contó con la colaboración de artistas flamencos, como los
componentes del grupo Ketama. Este nivel de exigencia se mantuvo en su
siguiente trabajo, Laberinto (1995), costeado por los mismos productores y
grabado, asimismo, en suelo inglés e hispano.
Bajo el signo de Caín (1994)
Un nuevo éxito cinematográfico le aguardaba por aquellas fechas: La reina
Margot, película basada en un texto de Alejandro Dumas y rodada en Francia en
1994. Después de Laberinto, Bosé decidió afrontar nuevos retos profesionales
y, mientras preparaba su desembarco en el medio televisivo, grabó unas
personalísimas versiones de once grandes temas de la música latina, que
salieron a la venta bajo el sugerente título de Once maneras de ponerse el
sombrero (1998).
La promoción de este álbum (producido por los mismos responsables de Bajo
el signo de Caín y Laberinto) coincidió con el estreno de El Séptimo de Caballería,
primer programa dirigido y presentado por Miguel Bosé y que fue emitido por
Televisión Española. En un principio, esta incursión del artista en la pantalla
catódica fue saludada con agrado por la crítica y el público, lo que dio un
nuevo impulso a su cada vez más extendida popularidad. El programa,
difundido por la primera cadena en horario privilegiado, admitió todo tipo de
artistas y estilos musicales, alternando las actuaciones con las entrevistas
que Bosé efectuaba a los diferentes cantantes y músicos.
Pronto se señaló, sin embargo, que el cantante se limitaba a presentar y
promocionar a grupos y solistas pertenecientes al sello discográfico que
acaba de crear el propio Bosé (No more Discos), o vinculados a RLM, su
productora asociada de management. Pese a haber sido galardonado en 1999
con el Premio de la Música al Mejor Programa Televisivo, El Séptimo de
Caballería empezó a quedar relegado en las preferencias de los
telespectadores. Bosé, antes de que se apagasen definitivamente los ecos
del programa, se apresuró a editar un disco en el que recopilaba las mejores
actuaciones de los artistas con los que había compartido plató. En esa época
estuvo a punto de quedar definitivamente retirado de los escenarios como
consecuencia de un grave accidente automovilístico ocurrido en tierras
extremeñas.
Afortunadamente, el percance se saldó con una fisura de vértebras de la que
se pronto se restableció. Con ánimos renovados, emprendió un nuevo
proyecto artístico y profesional en el año 2000, cuando, en colaboración con
la cantante Ana Torroja (ex vocalista de Mecano, el conjunto más destacado
de la música pop española de los años ochenta y noventa), realizó un
larguísimo tour de conciertos por escenarios de toda España y numerosos
lugares de Hispanoamérica. El éxito de esta prolongada y aplaudida gira
quedó registrado en Girados (2000), un doble CD grabado en directo.
En los primeros compases del siglo XXI, Bosé volvió al mercado discográfico
español con Sereno (2001), un álbum más comercial que los de su etapa
anterior, en el que dejaba testimonio de diferentes vivencias personales
(algunas ignoradas o mal conocidas incluso por sus íntimos o sus seguidores
más fanáticos). Sereno, grabado en Madrid y Londres y producido por los
hermanos Peter y Greg Walsh, fue lanzado simultáneamente en España e
Hispanoamérica en otoño de 2001. Antes de finalizar el año ya había sido
galardonado con el Premio Especial de la Industria Discográfica Española por
su contribución a la música, dentro de la gala de entrega de los Premios
Amigo. Al año siguiente, Miguel Bosé obtuvo por ese trabajo el Grammy
Latino 2002 al Mejor Álbum interpretado por un solista masculino.
Tras esta concesión a la música comercial, al cabo de tres años Bosé recuperó
una línea más audaz e innovadora con Por vos muero (2004), un bellísimo CD
en el que contaba con la colaboración de otras grandes figuras del pop
hispano contemporáneo, como el cantante y compositor Alejandro Sanz. Se
trata de un ambicioso proyecto grabado en La Cuadra, en casa del propio
Bosé, bajo la producción de Chris Cameron y Nicolás Sorín; en él, Miguel
Bosé y los músicos y compositores invitados dedican sus particulares
homenajes al mundo del cine, con especial atención a las bandas sonoras.
Los temas de este álbum (presentados en directo en unas pocas ciudades,
muy severamente escogidas, de España y México) revelan la formación, a la
vez clásica y vanguardista, que el actor y cantante recibió en su niñez y
adolescencia; y están interpretados por diferentes orquestas sinfónicas que
contribuyeron con su buen hacer a que Bosé saliera airoso de uno de los
retos más arriesgados de su carrera.
Ya a punto de cumplir el medio siglo, Miguel Bosé volvió a hacer gala de su
creatividad con Velvetina (2005), un trabajo musical que se adentra en el
ámbito de la electrónica, de la mano de estilos musicales tan modernos y
complejos como el dance, el trip hop y el chill out. Con producción de Antonio
Cortés y el propio Bosé, Velvetina contiene trece temas originales cuyas letras
combinan frases y palabras en diferentes idiomas, todas ellas reforzadas con
las imágenes de sus trece respectivos video-clips, grabados en el DVD que
acompaña a la música. Bosé encomendó el rodaje de estas trece vídeo-
creaciones a otros tantos realizadores jóvenes que gozaron de total libertad.
El resultado fue un producto de atractiva calidad, subrayada por el diseño de
cubierta de David Delfín. El disco fue presentado, con enorme éxito de crítica
y público, en numerosos países de Hispanoamérica; y, posteriormente, a lo
largo del verano de 2005, en diferentes lugares de España, dentro de un
sofisticado montaje en el que el sonido cobraba tanto protagonismo como la
luz y la imagen.

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