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ACTO 2

El hijo quiso argumentar y aclarar por qué aún no le interesaba tener sexo con nadie, pero dio
temor parecer infantil ante las sugerencia "de hombre" que la hacía su padre. Se justificó
cansado y se fue a acostar.

Enrique se sintió cada día más confundido. Sabía que su hijo lo estaba evitando y, lo que es
peor, sabía por qué. Aunque, le costaba entender por qué se incomodó tanto y eso le
preocupaba. ¿Su hijo tendría problemas con sus sexualidad?. Nunca había hablado de eso con
su esposa. (Los hijos crecen tan rápido)

Una noche habló con ella. Su mujer aprovechó la oportunidad que por muchos años esperaba.
Le sugirió visitar a una orientadora familiar (de paso podrían mejorar esas asperezas de la
propia relación que nunca se atrevió a conversar con él)

La especialista le explicó a Enrique que el problema no era de su hijo ni de él. Que sólo faltaba
más comunicación y comprender que “si bien es cierto el sexo tiene un fundamento biológico,
la forma en que se vive y se significa la sexualidad es un hecho cultural y social”.

En pocas palabras le recordó los diversos cambios que han ocurrido en nuestra sociedad
chilena en las últimas décadas: la pérdida de influencia de las instituciones fundamentales
(familia, iglesia, entre otras) en las decisiones de las personas, la elección de métodos de
control de la natalidad, la pérdida de interés por el matrimonio, la incursión de la mujer en
mundo laboral cada vez mas creciente, etc.

El hombre comprendió que esa sociedad homogénea en que vivió su juventud, que se regía
por una moral única y universal y permitía formar a los hijos de acuerdo a valores tradicionales
se había convertido en una cultura heterogénea, donde, si bien las normas no han
desaparecido, se han proliferados en muchas posibilidades de acuerdo al proyecto de vida de
lasa personas.

Reconoció esta diferenciación porque conocía varios jóvenes que se comportaban de formas
muy distintas a la de su hijo, tampoco su hija era se esas “mujeres que se van a la cama con
cualquiera” como había dicho él. Reconoció en sus hijos la noción de reflexividad que le
explicó la orientadora, porque eran capaces de discernir el por qué de sus decisiones y los
efectos que tendrán en su vida.

Allí en la consejería Enrique comprendió que él pretendía aplicar con su hijo patrones
aprendidos de la forma como él fue formado en la sexualidad. No sabía conversar sobre el
tema. Comprendió también las posibles razones que su hijo tenía para esperar. Los riesgos de
tener sexo con cualquiera, en su tiempo no eran la principal preocupación. Sin duda estos eran
otros tiempos y si quería ayudar a su hijo, lo mejor era hablar con él.

ACTO 3

Enrique vuelve a casa con la firme decisión de hablar con su hijo. No comprende cómo fue tan
torpe en sugerirle buscar tener sexo sólo porque las circunstancias actuales facilitan este tipo
de relaciones.

Al llegar a casa su sorpresa fue mayúscula al ver que fue Manuel quien, en ves de irse
temprano a su pieza como lo hacía desde ese día nefasto, se mostró más comunicativo y se
quedó viendo televisión con él. Después de un momento de silencio, el padre comenzó a
preguntarle qué expectativas tenía para su futuro. Enrique le confió que por ahora toda su
energía la dedicaba en terminar sus estudios universitarios sin retraso, para luego postular a
una beca en el extranjero. Le contó también que había conocido a una alumna de intercambio
que venía de Canadá y que se llevaban muy bien pues tenían intereses similares, auque ella
era bastante más comunicativa y espontánea.
El padre lo escuchó con mucha admiración. Nunca pensó que su hijo tuviera las ideas tan
claras y supiera exactamente qué era lo más importante en esa etapa de su vida. Interiormente
comenzó a vislumbrar un promisorio futuro para su hijo y pensó que como primogénito sería,
además, una buena influencia para sus hermanos.

Esa noche se despidieron antes de dormir con un fuerte apretón de manos que más que de hijo
y padre, pareció de amigos.

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