Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
De lo que es.
Del Inicio, que no tiene causa, se distendió el tejido del tiempo y el espacio. De
este violento estiramiento, que sigue creciendo hasta nuestros días, se crearon las
cosas del mundo, de la parte más pequeña a la más grande se fueron uniendo
como rompecabezas en una danza armónica, completamente fortuita y caótica.
De este Manto se crearon las sustancias primigenias, que se derivan del inicio y
difieren entre sí sólo por la cantidad y el orden de elementos que los componen. Y
a medida que se distendía el manto se creaban más y más cosas, que disentían
aún más rápido el tejido del mundo.
Fue así como se creó el mundo y el tejido del tiempo y el espacio sigue ondulando
según su propia voluntad. Qué creo aquél violento golpe nadie lo sabe, pues
escapa de todo conocimiento por nosotros recabado, aunque es seguro que de no
haberse dado las cosas del mundo serían muy distintas a como son. Porque
aquello que es también no lo es, cuando parece que se estabiliza y se puede
aprehender cambia violentamente su forma y su ser. Qué hay más allá del tejido
tampoco se sabe, pues es para nosotros desconocido. Se ha dicho que el mirar a
los bordes del manto extraería el ser de aquél desdichado que mire dentro del
vacío, al que llamamos así por nuestra falta de comprensión. Y es ese mismo
vacío que llevamos cargando a cada momento, pues las sustancias primigenias,
que nos dan nuestro ser son y a la vez no lo son, y todo cuanto hay en el mundo
desaparece y vuelve a aparecer, por momentos tan rápidos que podrían no ser y
sin embargo son, tal como la vida de todos, que es, pero para el mundo no.
Es en éste inhóspito conjunto de luchas, desgarramientos, uniones y fortalezas de
lo que se compone todo.
Así pasó mucho tiempo, que se creaba a sí mismo a medida que crecía el
espacio. Y se fue llenando de vientos. Y ahí donde los primeros habían trabajado
quedaron hundidas partes del manto, cómo pliegues que quedan después del uso.
Fue en esos pliegues que las cosas comenzaron a ser. Se dice que las cosas del
mundo no son más que una y la misma cosa, ordenada a partir del mismo origen,
pero martillado y plegado y replegado sobre sí mismo: donde hay una sustancia
liviana como el viento, la hay otra dura e inquebrantable unida a sí misma y
aferrándose conformando un material más denso.
Y el mundo se movió, como debía hacerlo para ser, pues nada está hecho para
mantenerse quieto ya que sigue parte de la Voluntad que expande el tejido.
Pronto para el digito del tejido, pero mucho tiempo después para el nuestro, las
cosas comenzaron a ralentizarse. Y ahí donde antes había fuegos despiadados y
vueltas todo comenzó a moverse en una constante. Y hay quien ha dicho que esa
constante no es más que un breve momento en el manto en el que las cosas
comenzarán a detenerse y el manto se contraerá y dejará de ser. Hay también
quién ha dicho que el manto se distiende cada vez más y más y que se desgarrará
completamente. Otros piensan que mucho de lo que se pueda pensar ya ha
pasado, pasará y volverá a acontecer, pues el resquicio de la discordancia por el
violento golpe hizo que las cosas dejaran de ser incluso antes de ser y que no
somos más que el fantasma de aquello que debió… como un humo que se
formula a sí mismo en el tiempo y el espacio y que sin embargo no tiene una
materialidad, se disuelve.
Poco a poco las cosas caían sobre sí mismas y despertaban de lo profundo de las
entrañas del mundo el conjunto de seres primitivos que traían consigo los
designios de los Primeros, pues fue el deseo de estos que dichos seres fueran, y
conforme surgían, los Primeros deseaban que los seres fueran a la imagen que
ellos tenían de sí mismos: fue así como el mundo que es se llenó de seres que
corrían o nadaban, que volaban o se arrastraban. Y los movía el mismo deseo de
ser que venía de los Primeros, que a su vez venia de la Voluntad, inherente al
Inicio.
De todos estos seres hubo quienes des oyeron su propia naturaleza, pues el vacío
que había entre los elementos de los que estaban hechos les impidió oír el
mandato de su propia composición y el desgarramiento de su ser los llevó a ser
aquello que no era su designio, según el deseo de su creador.
Poco se nos ha dado sobre esto en los registros de los que contamos. Se dice que
mientras el mundo se hacía y se formaba y que los trabajos de los Primeros se
batían en una danza por ser poco comprendían unos de otros. Sin embargo fue
designio de la Voluntad que comenzaran a comprenderse para contener el oleaje
y despliegue que se hacía en el manto. Y comenzaron entonces a hablar, y
pusieron atención unos a otros.
Fue esto lo que permitió que ahí donde habían dejado pliegues por interrumpir sus
labores comenzaran a formarse tumultos y alcanzaron a ver lo que sería.
Entonces guardaron silencio y una vez que se formó la tierra plantaron en ella las
semillas de su propia naturaleza, desde la parte más ínfima de su sustancia, para
que germinara según ellos mismos. Y aquellos primeros seres que después de
mucho tiempo crecieron y germinaron se convirtieron en una imagen de los
primeros, aunque menor en categoría y sometidos a la voluntad de su creador.
Muchos de ellos obtuvieron el don de poder convertiste en la presencia de su
creador y desde entonces permanecen unidos a su amo, realizando las tareas
encomendadas por ellos. Pero hubo unos que eligieron