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Entre los conceptos que más atraen la atención de los productores destaca el de crecimiento.

Quizás por eso la acción de las auxinas despierte tanto interés para todos aquellos que se
dedican a la producción de hortalizas y otros cultivos. De hecho, la palabra “auxina” es una
traducción libre del verbo “crecer” o “incrementar” en griego.

Muchos lectores nos preguntan sobre la acción de estas sustancias, así como sobre la
conveniencia de emplearlas en diferentes etapas del ciclo de cultivo. Aunque las
complejidades del proceso de actuación de las auxinas y otros compuestos deberían ser
explicados por un experto en la materia, creemos que nunca está de más aprender al menos
sobre las funciones básicas. Esto nos proporciona un punto de partida para iniciar el diálogo
con dichos expertos.

Las auxinas constituyen el primer grupo de hormonas de plantas o fitohormonas que se


descubrió y han probado ser un elemento esencial en el desarrollo de las plantas. Su actuación
no sólo es compleja, sino que normalmente actúan en concierto u oposición con otras
fitohormonas. Por poner un ejemplo, la proporción entre auxinas y citoquininas en ciertos
tejidos de la planta determina el inicio del enraizamiento frente al desarrollo de brotes. Como
resultado, una planta es capaz de reaccionar ante condiciones externas y adaptarse a las
mismas — algo similar a la actuación del sistema nervioso en el reino animal.

Sin duda el miembro más importante y potente de la familia de las auxinas, o al menos uno de
los más conocidos en nuestra industria es el AIA (ácido indolacético). Sin embargo, las
moléculas de AIA son inestables químicamente en solución acuosa, por lo que no puede ser
aplicado comercialmente como regulador del crecimiento.

Entre los efectos principales de las auxinas están la estimulación de elongación celular, lo cual
influye en el alargamiento de tallos; división celular, siempre que haya citoquininas presentes;
tropismos, responsables de la dirección del crecimiento en función de la fuente luminosa y la
gravedad; acumulación de azúcares y minerales; impacto en el tejido vascular, al inducir la
formación y organización del floema y el xylema para reparar tejidos dañados; crecimiento y
desarrollo radicular; dominancia apical; biosíntesis del etileno resultante en inhibición de
formación y transporte del mismo, así como de su síntesis, dependiendo de la concentración
de la auxina; caída de hojas; crecimiento de frutos y retraso de senescencia, y floración en
menor medida.

A nivel comercial, las auxinas se incluyen como ingrediente activo de numerosas preparaciones
empleadas en horticultura. Entre las aplicaciones más populares citamos la inducción del
desarrollo de raíces, así como el favorecimiento de floración uniforme, cuajado de frutos y
prevención de caída de frutos prematura.
Hasta este punto, las auxinas parecen ser la panacea, pero como en todo producto o elemento
externo introducido en la producción hortícola, se recomienda prestar mucha atención a las
dosis de aplicación y recomendaciones del fabricante y del técnico agrónomo.

Para ilustrar esta advertencia pensemos, por ejemplo, en los efectos del etileno en el cultivo.
Es sabido que un exceso de esta sustancia puede inhibir el crecimiento, provocar la caída de
hojas e incluso matar a la planta, y una característica notable de algunas auxinas sintéticas es
precisamente que, en dosis altas, estimulan la producción de etileno.

Hecha esta reflexión, les animo a que me envíen más preguntas, compartan sus experiencias
de manejo y continúen proponiendo más temas de cobertura.

Reho es la Editora del Grupo Horticultura de Meister Media Worldwide

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