Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
El mar y las
campanas
ePub r1.0
Titivillus 24.11.15
Pablo Neruda, 1973
ve el mar.
sten las campanas.
BUSCAR
dispuesto,
invitado el silencio,
sta los hombres, siempre distraídos,
eran no perder esta presencia:
istieron como en día Domingo,
ustraron las botas,
einaron.
están haciendo viejos
pasa el navío.
ndo yo decidí quedarme claro
uscar mano a mano la desdicha
a jugar a los dados,
ontré la mujer que me acompaña
oche y moche y noche,
be y a silencio.
ilde es ésta,
se llama así
de Chillán,
ueva
uene o salga
ía con su pelo azul
noche delgada,
e que dele,
a para mi piel,
a mi espacio,
endo todas las ventanas del mar
a que vuele la palabra escrita,
a que se llenen los muebles
ignos silenciosos,
uego verde.
laro cuatro perros:
ya está enterrado en el jardín,
s dos me sorprenden,
úsculos salvajes
ructores,
patas gruesas y colmillos duros
mo agujas de roca.
na perra greñuda,
ante,
a en su cortesía.
se sienten sus pasos de oro suave,
u distante presencia.
o ladra muy tarde por la noche
a ciertos fantasmas,
a que sólo ciertos ausentes escogidos
igan en los caminos
n otros sitios oscuros.
eron unos argentinos,
n de Jujuy y Mendoza,
ngeniero, un médico,
hijas como tres uvas.
no tenía nada que decir.
mpoco mis desconocidos.
onces no nos dijimos nada,
o respiramos juntos
ire brusco del Pacifico sur,
ire verde
a pampa líquida.
vez se lo llevaron de vuelta a sus
ciudades
mo quien se lleva un perro de otro país,
nas alas extrañas,
ve palpitante.
me llamaba Reyes, Catrileo,
llano, Rodríguez, he olvidado
nombres verdaderos.
í con apellido
obles viejos, de árboles recientes,
madera silbante.
fui depositado
a hojarasca:
undió el recién nacido
a derrota y en el nacimiento
elvas que caían
sas pobres que recién lloraban.
no nací sino que me fundaron:
pusieron todos los nombres a la vez,
os los apellidos:
llamé matorral, luego ciruelo,
ce y luego trigo,
eso soy tanto y tan poco,
multitud y tan desamparado,
que vengo de abajo,
a tierra.
ud, decimos cada día,
da uno,
a tarjeta de visita
a falsa bondad
la verdadera.
a campana para reconocernos:
í estamos, salud!
oye bien, existimos.
ud, salud, salud,
te y al otro, a quién,
cuchillo, al veneno
malvado.
ud, reconocedme,
mos iguales y no nos queremos,
amamos y somos desiguales,
a uno con cuchara,
un lamento especial,
antado de ser o de no ser:
que disponer de tantas manos,
antos labios para sonreír,
d!
ya no queda tiempo.
ud
nterarse de nada.
ud
dedicarnos a nosotros mismos
s que nos queda algo de nosotros,
nosotros mismos.
ud!
y cuántas horas van cayendo
l pozo, en la red, en el tiempo:
lentas pero no se dieron tregua,
en cayendo, uniéndose
mero como peces,
go como pedradas o botellas.
á abajo se entienden
horas con los días,
los meses,
borrosos recuerdos,
hes deshabitadas,
as, mujeres, trenes y provincias,
empo se acumula
da hora
isuelve en silencio,
desmenuza y cae
cido de todos los vestigios,
gua negra
a noche inversa.
ocí al mexicano Tihuatín
e ya algunos siglos, en Jalapa,
ego de encontrarlo cada vez
Colombia, en Iquique, en Arequipa,
mencé a sospechar de su existencia.
año su sombrero
había parecido cuando
ombre aquel, alfarero de oficio,
a de la arcilla mexicana
ego fue arquitecto, mayordomo
una ferretería en Venezuela,
ero y alguacil en Guatemala.
pensé cómo, con la misma edad,
o trescientos años,
con el mismo oficio, ensimismado
mi campanería,
golpear siempre piedras o metales
a que alguien oiga mis campanas
nozca mi voz, mi única voz,
hombre, desde muertos años
ríos que no existen,
mbiaba de ejercicio?
sueño se cosía
mo hilando la noche interrumpida
tonces el pequeño ser peludo,
pequeño o niño enfermo,
ía asfixia o fiebre,
ueña hoguera de dolor, gemido
tra la noche inmensa del océano,
tra la torre negra del silencio,
nimal herido,
ueñito,
nas susurrante
o el vacío de la noche,
hay mucho que contar,
a mañana
ndo ya baje
Buenosdías
ecesario para mí
pan
os cuentos,
os cantos.
es del alba, después de la cortina
bién, abierta al sol del frío,
ficacia de un día turbulento.
o decir: aquí estoy,
no me pasó y esto sucede:
ntras tanto las algas del océano
mecen predispuestas
ola,
da cosa tiene su razón:
re cada razón un movimiento
mo de ave marina que despega
piedra o agua o alga flotadora.
lentitud de telescopio,
mo si lejos fuera o habitara
vestidura de estrella,
or error del astrónomo
iera entrado en mi casa.
a campana rota
ere sin embargo cantar:
metal ahora es verde,
or de selva tiene la campana,
or de agua de estanques en el bosque,
or del día en las hojas.
a campana rota
strada en el brusco matorral
mi jardín salvaje,
mpana verde, herida,
de sus cicatrices en la hierba:
lama a nadie más, no se congrega
o a su copa verde
que una mariposa que palpita
re el metal caído y vuela huyendo
alas amarillas.
ero saber si usted viene conmigo
andar y no hablar, quiero
er si al fin alcanzaremos
ncomunicación: por fin
on alguien a ver el aire puro,
uz listada del mar de cada día
n objeto terrestre
tener nada que intercambiar
fin, no introducir mercaderías
mo lo hacían los colonizadores
mbiando baratijas por silencio.
o yo aquí por tu silencio.
acuerdo: yo te doy el mío
una condición: no comprendernos.
(H. V.)
generoso provincianamente.
creció su mezquina condición
mi mano de amigo, en aquel barco,
esconfianza en sí siguió más fuerte
mo si alguien pudiera convencer
s que no creyeron en sí mismos
no se menoscaben en su guerra
tra la propia sombra. Así nacieron.
un enfermizo caso, ni la ausencia
a grandeza, no,
a puede matar nuestro mejor,
ondad, sí señor, que padecemos:
a es la flor del hombre, su conducta
da puerta es la bella verdad
la susurrante alevosía.
mo un tren de invierno
a la soledad,
a el mar implacable.
os me preguntaban cuándo parto,
ndo me voy. Así parece
uno hubiera sellado en silencio
ontrato terrible:
de cualquier modo a alguna parte
que no quiera irme a ningún lado.
ores, no me voy,
oy de Iquique,
de las viñas negras de Parral,
agua de Temuco,
a tierra delgada,
y estoy.
LENTO
n Rápido Rodríguez
me conviene:
a Luciérnaga Aguda
s mi amor:
a andar con mis pasos amarillos
que vivir adentro
as cosas espesas:
o, madera, cuarzo,
ales,
strucciones de ladrillo:
que saber cerrar los ojos
a luz,
rlos en la sombra,
erar.
SUCEDE
zábamos la niebla,
mpos pelados, espinares duros,
ras frías de Chile:
o el cielo morado
arretera muerta).
a amargo el mundo
l viaje invernal, en el sinfín,
l crepúsculo deshabitado,
o me acompañara cada vez,
a siempre,
encillez central
una rama amarilla.
EL EMBAJADOR
s estatuas no me conocían.
AQUÍ
ui a la próxima casa,
próxima mujer,
das partes
eguntar por mí, por ti, por todos:
onde yo no estaba ya no estaban,
o estaba vacío
que sencillamente no era hoy,
mañana.
trabajé en Domingo,
que nunca fui Dios.
del Lunes al Sábado
que soy criatura perezosa:
contenté con mirar las calles
de trabajaban llorando
apedreros, magistrados, hombres
herramientas o con ministerios.
vigis
hecho de sílabas trenzadas
mo racimos de ajos
cuelgan de las vigas.
tiago, la heredada,
a, sangrienta, escupida,
e y asesinada
eredamos
os señores y su señorío.
mo lavar tu rostro,
dad, corazón nuestro,
maldita,
mo
olverte la piel, la primavera,
agancia,
r contigo viva,
enderte encendida,
ar los ojos y barrer tu muerte
a resucitarte y florecerte
rte nuevas manos y ojos nuevos,
as humanas, flores en la luz!
lama a una puerta de piedra
a costa, en la arena,
muchas manos de agua.
oca no responde.
go estos viajes
mío mar de nuevo:
abeza en la cabecera,
manos voladoras
a luz, en mi luz,
re mi tierra.