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Pablo Neruda dejó al morir ocho

libros inéditos de poesía, escritos


casi simultáneamente: La rosa
separada, Jardín de invierno, 2000,
El corazón amarillo, Libro de las
preguntas, Elegía, El mar y las
campanas, Defectos escogidos.
Movido por el deseo de alejarse de
la actividad ruidosa de sus
alrededores, Neruda se retiró a la
vida costera que rodeaba su casa
en Isla Negra. Allí, el mar, la
espuma, las olas, el sonido de las
campanas alzándose sobre el agua,
su amor por su mujer Matilde, los
pájaros migratorios y la lluvia del
invierno del sur de Chile, ayudaron
a guiar el «vuelo de espíritu» de
Neruda cuando escribió El mar y las
campanas.
Estos poemas, encontrados en su
escritorio a la hora de su muerte,
incluyen el conmovedor «Final»,
una canción de amor a su mujer,
Matilde, que concluyó poco antes
de morir. Frente a la muerte
inminente, él comenta: «Fue tan
bello vivir / cuando vivías!».
Pablo Neruda

El mar y las
campanas
ePub r1.0
Titivillus 24.11.15
Pablo Neruda, 1973

Editor digital: Titivillus


ePub base r1.2
INICIAL

a por hora no es el día,


olor por dolor:
empo no se arruga,
e gasta:
, dice el mar,
tregua,
ra, dice la tierra:
ombre espera.
lo
ampana
está entre las otras
rdando en su vacío
ilencio implacable
se repartirá cuando levante
engua de metal ola tras ola.

tantas cosas que tuve,


ando de rodillas por el mundo,
í, desnudo,
engo más que el duro mediodía
mar, y una campana.

dan ellos su voz para sufrir


advertencia para detenerme.

o sucede para todo el mundo:


tinúa el espacio.

ve el mar.
sten las campanas.
BUSCAR

ditirambo a la raíz del mar


xtiende un nuevo tipo de vacío:
quiero más, dice la ola,
no sigan hablando,
no siga creciendo
arba del cemento
a ciudad:
mos solos,
remos gritar por fin,
ar frente al mar,
siete pájaros del mismo color,
mil gaviotas verdes,
car el amor en la arena,
uciar los zapatos,
libros, el sombrero, el pensamiento
a encontrarte, nada,
a besarte, nada,
a cantarte, nada,
a sin nada, sin hacer
a, sin terminar
erdadero.
REGRESANDO

engo tantas muertes de perfil


por eso no muero,
incapaz de hacerlo,
buscan y no me hallan
lgo con la mía,
mi pobre destino
aballo perdido
os potreros solos
sur del Sur de América:
la un viento de fierro,
árboles se agachan
de su nacimiento:
en besar la tierra,
anura:
a después la nieve hecha de mil espadas
que no terminan nunca.
he regresado
de donde estaré,
de mañana Viernes,
egresé
todas mis campanas
e quedé plantado
cando la pradera,
ando tierra amarga
mo el arbusto agachado.
que es obligatorio
decer al invierno,
ar crecer el viento
bién dentro de ti,
a que cae la nieve,
nen el hoy y el día,
iento y el pasado,
el frío,
n estamos solos,
fin nos callaremos.
cias.
cias, violines, por este día
uatro cuerdas. Puro
l sonido del cielo,
oz azul del aire.
ece que un navío diferente
ará por el mar, a cierta hora.
es de hierro ni son anaranjadas
banderas:
ie sabe de dónde
a hora:
o está preparado
hay mejor salón, todo dispuesto
contecimiento pasajero.
á la espuma dispuesta
mo una alfombra fina,
da con estrellas,
lejos el azul,
erde, el movimiento ultramarino,
o espera.
bierto el roquerío,
ado, limpio, eterno,
ispuso en la arena
mo un cordón de castillos,
mo un cordón de torres.

dispuesto,
invitado el silencio,
sta los hombres, siempre distraídos,
eran no perder esta presencia:
istieron como en día Domingo,
ustraron las botas,
einaron.
están haciendo viejos
pasa el navío.
ndo yo decidí quedarme claro
uscar mano a mano la desdicha
a jugar a los dados,
ontré la mujer que me acompaña
oche y moche y noche,
be y a silencio.

ilde es ésta,
se llama así
de Chillán,
ueva
uene o salga
ía con su pelo azul
noche delgada,

e que dele,
a para mi piel,
a mi espacio,
endo todas las ventanas del mar
a que vuele la palabra escrita,
a que se llenen los muebles
ignos silenciosos,
uego verde.
laro cuatro perros:
ya está enterrado en el jardín,
s dos me sorprenden,
úsculos salvajes
ructores,
patas gruesas y colmillos duros
mo agujas de roca.
na perra greñuda,
ante,
a en su cortesía.
se sienten sus pasos de oro suave,
u distante presencia.
o ladra muy tarde por la noche
a ciertos fantasmas,
a que sólo ciertos ausentes escogidos
igan en los caminos
n otros sitios oscuros.
eron unos argentinos,
n de Jujuy y Mendoza,
ngeniero, un médico,
hijas como tres uvas.
no tenía nada que decir.
mpoco mis desconocidos.
onces no nos dijimos nada,
o respiramos juntos
ire brusco del Pacifico sur,
ire verde
a pampa líquida.
vez se lo llevaron de vuelta a sus
ciudades
mo quien se lleva un perro de otro país,
nas alas extrañas,
ve palpitante.
me llamaba Reyes, Catrileo,
llano, Rodríguez, he olvidado
nombres verdaderos.
í con apellido
obles viejos, de árboles recientes,
madera silbante.
fui depositado
a hojarasca:
undió el recién nacido
a derrota y en el nacimiento
elvas que caían
sas pobres que recién lloraban.
no nací sino que me fundaron:
pusieron todos los nombres a la vez,
os los apellidos:
llamé matorral, luego ciruelo,
ce y luego trigo,
eso soy tanto y tan poco,
multitud y tan desamparado,
que vengo de abajo,
a tierra.
ud, decimos cada día,
da uno,
a tarjeta de visita
a falsa bondad
la verdadera.
a campana para reconocernos:
í estamos, salud!
oye bien, existimos.
ud, salud, salud,
te y al otro, a quién,
cuchillo, al veneno
malvado.
ud, reconocedme,
mos iguales y no nos queremos,
amamos y somos desiguales,
a uno con cuchara,
un lamento especial,
antado de ser o de no ser:
que disponer de tantas manos,
antos labios para sonreír,
d!
ya no queda tiempo.
ud
nterarse de nada.
ud
dedicarnos a nosotros mismos
s que nos queda algo de nosotros,
nosotros mismos.
ud!
y cuántas horas van cayendo
l pozo, en la red, en el tiempo:
lentas pero no se dieron tregua,
en cayendo, uniéndose
mero como peces,
go como pedradas o botellas.
á abajo se entienden
horas con los días,
los meses,
borrosos recuerdos,
hes deshabitadas,
as, mujeres, trenes y provincias,
empo se acumula
da hora
isuelve en silencio,
desmenuza y cae
cido de todos los vestigios,
gua negra
a noche inversa.
ocí al mexicano Tihuatín
e ya algunos siglos, en Jalapa,
ego de encontrarlo cada vez
Colombia, en Iquique, en Arequipa,
mencé a sospechar de su existencia.
año su sombrero
había parecido cuando
ombre aquel, alfarero de oficio,
a de la arcilla mexicana
ego fue arquitecto, mayordomo
una ferretería en Venezuela,
ero y alguacil en Guatemala.
pensé cómo, con la misma edad,
o trescientos años,
con el mismo oficio, ensimismado
mi campanería,
golpear siempre piedras o metales
a que alguien oiga mis campanas
nozca mi voz, mi única voz,
hombre, desde muertos años
ríos que no existen,
mbiaba de ejercicio?

onces comprendí que él era yo,


éramos un sobreviviente más
e otros de por acá o aquí,
s de iguales linajes enterrados
las manos sucias de arena,
endo siempre y en cualquiera parte
puestos a un trabajo interminable.
er, llamé a mi tribu y dije: a ver,
énes somos, qué hacemos, qué pensamos.
más pálido de ellos, de nosotros,
respondió con otros ojos,
otra sinrazón, con su bandera.
era el pabellón del enemigo.
uel hombre, tal vez, tenía derecho
atar mi verdad, así pasó
migo y con mi padre, y así pasa.
o sufrí como si me mordieran.
CADA DÍA MATILDE

y a ti: larga eres


mo el cuerpo de Chile, y delicada
mo una flor de anís,
cada rama guardas testimonio
nuestras indelebles primaveras:
día es hoy? Tu día.
mañana es ayer, no ha sucedido,
e fue ningún día de tus manos:
rdas el sol, la tierra, las violetas
u pequeña sombra cuando duermes.
sí cada mañana
regalas la vida.
contaré que en la ciudad viví
ierta calle con nombre de capitán,
a calle tenía muchedumbre,
aterías, ventas de licores,
acenes repletos de rubíes.
se podía ir o venir,
ía tantas gentes
miendo o escupiendo o respirando,
mprando y vendiendo trajes.
o me pareció brillante,
o estaba encendido
a todo sonoro
mo para cegar o ensordecer.
e ya tiempo de esta calle,
e ya tiempo que no escucho nada,
mbié de estilo, vivo entre las piedras
movimiento del agua.
uella calle tal vez se murió
muertes naturales.
un viaje vuelvo al mismo punto,
qué?
qué no vuelvo donde antes viví,
es, países, continentes, islas,
de tuve y estuve?
qué será este sitio la frontera
me eligió, qué tiene este recinto
un látigo de aire vertical
re mi rostro, y unas flores negras
el largo invierno muerde y despedaza?
que me señalan: éste es
erezoso, el señor oxidado,
quí no se movió,
ste duro recinto:
ue quedando inmóvil
a que ya se endurecieron sus ojos
creció una yedra en la mirada.
vuelve a yo como a una casa vieja
clavos y ranuras, es así
uno mismo cansado de uno mismo,
mo de un traje lleno de agujeros,
a de andar desnudo porque llueve,
ere el hombre mojarse en agua pura,
iento elemental, y no consigue
volver al pozo de sí mismo,
minúscula preocupación
i existió, de si supo expresar
agar o deber o descubrir,
mo si yo fuera tan importante
tenga que aceptarme o no aceptarme
erra con su nombre vegetal,
u teatro de paredes negras.
e tiempo, en un viaje
cubrí un río:
apenas un niño, un perro, un pájaro,
el río naciente.
urraba y gemía
e las piedras
a ferruginosa cordillera:
loraba existencia
e la soledad de cielo y nieve,
lejos, arriba.
me sentí cansado
mo un caballo viejo
o a la criatura natural
comenzaba a correr,
ltar y crecer,
ntar con voz clara,
nocer la tierra,
piedras, el transcurso,
minar noche y día,
nvertirse en trueno,
a llegar a ser vertiginoso,
a llegar a la tranquilidad,
a ser ancho y regalar el agua,
a ser patriarcal y navegado,
pequeño río,
ueño y torpe como un pez metálico
í dejando escamas al pasar,
s de plata agredida,
ío
lloraba al nacer,
iba creciendo
mis ojos.
en las cordilleras de mi patria
una vez y hace tiempo
vi, toqué y oí
ue nacía:
atido, un sonido entre las piedras
lo que nada.
ro es el cuándo y el cómo,
ra es tal vez el sin duda,
erto, el sin embargo:
os caminan con preposiciones,
erbios, sustantivos
se anticipan en los almacenes,
as corporaciones, en la calle,
e pesa cada hombre con su peso,
su palabra relacionadora
mo un sombrero viejo:
ónde van? me pregunto.
ónde vamos
la mercadería
cautoria,
olviéndonos en palabritas,
iéndonos con redes?

avés de nosotros cae como la lluvia


erdad, la esperada solución:
nen y van las calles
as de pormenores:
odemos colgar como tapices
salón, del balcón, por las paredes,
discursos caídos
amino
que nadie se quedara con nada,
o azúcar, seres verdaderos,
icha,
o esto no se habla,
e toca,
xiste, así parece, nada claro,
dra, madera dura,
e o elevación de la materia,
a materia feliz,
a, no hay sino seres sin objeto,
abras sin destino
no van más allá de tú y yo,
más acá de la oficina:
mos demasiado ocupados:
llaman por teléfono
urgencia
a notificarnos que queda prohibido
felices.
animal pequeño,
do, pájaro o perro
valido,
uto entre plumas o pelo,
oda la noche,
brado, gimiendo.

una noche extensa


Isla Negra, el mar,
os sus truenos, su ferretería,
toneles de sal, sus vidrios rotos
tra la roca inmóvil, sacudía.
ilencio era abierto y agresivo
pués de cada golpe o catarata.

sueño se cosía
mo hilando la noche interrumpida
tonces el pequeño ser peludo,
pequeño o niño enfermo,
ía asfixia o fiebre,
ueña hoguera de dolor, gemido
tra la noche inmensa del océano,
tra la torre negra del silencio,
nimal herido,
ueñito,
nas susurrante
o el vacío de la noche,
hay mucho que contar,
a mañana
ndo ya baje
Buenosdías
ecesario para mí
pan
os cuentos,
os cantos.
es del alba, después de la cortina
bién, abierta al sol del frío,
ficacia de un día turbulento.
o decir: aquí estoy,
no me pasó y esto sucede:
ntras tanto las algas del océano
mecen predispuestas
ola,
da cosa tiene su razón:
re cada razón un movimiento
mo de ave marina que despega
piedra o agua o alga flotadora.

con mis manos debo


mar: venga cualquiera.

uí está lo que tengo, lo que debo,


an la cuenta, el cuento y el sonido.
cada mañana de mi vida
go del sueño otro sueño.
eve
re la arena, sobre el techo
ema
a lluvia:
largas eles de la lluvia lenta
n sobre las páginas
mi amor sempiterno,
al de cada día:
esa lluvia a tu nido anterior,
lve con tus agujas al pasado:
quiero el espacio blanco,
empo de papel para una rama
osal verde y de rosas doradas:
o de la infinita primavera
hoy esperaba, con el cielo abierto
papel esperaba,
ndo volvió la lluvia
car tristemente
entana,
go a bailar con furia desmedida
re mi corazón y sobre el techo,
amando
itio,
éndome una copa
a llenarla una vez más de agujas,
iempo transparente,
ágrimas.
pleno mes de Junio
sucedió una mujer,
bien una naranja.
á confuso el panorama:
ron a la puerta:
una ráfaga,
átigo de luz,
tortuga ultravioleta,

lentitud de telescopio,
mo si lejos fuera o habitara
vestidura de estrella,
or error del astrónomo
iera entrado en mi casa.
a campana rota
ere sin embargo cantar:
metal ahora es verde,
or de selva tiene la campana,
or de agua de estanques en el bosque,
or del día en las hojas.

ronce roto y verde,


ampana de bruces
ormida
enredada por las enredaderas,
l color oro duro del bronce
ó a color de rana:
on las manos del agua,
umedad de la costa,
dio verdura al metal,
ura a la campana.

a campana rota
strada en el brusco matorral
mi jardín salvaje,
mpana verde, herida,
de sus cicatrices en la hierba:
lama a nadie más, no se congrega
o a su copa verde
que una mariposa que palpita
re el metal caído y vuela huyendo
alas amarillas.
ero saber si usted viene conmigo
andar y no hablar, quiero
er si al fin alcanzaremos
ncomunicación: por fin
on alguien a ver el aire puro,
uz listada del mar de cada día
n objeto terrestre
tener nada que intercambiar
fin, no introducir mercaderías
mo lo hacían los colonizadores
mbiando baratijas por silencio.
o yo aquí por tu silencio.
acuerdo: yo te doy el mío
una condición: no comprendernos.
(H. V.)

sucedió con el fulano aquél


omendado, apenas conocido,
ajero en el barco, el mismo barco
ue viajé fatigado de rostros.
se no verlo, fue imposible.
impuse otro deber contra mi vida:
amistoso en vez de indiferente
usa de su rápida mujer,
y bella, con frutos y con ojos.
ra veo mi equivocación
u triste relato de viajero.

generoso provincianamente.
creció su mezquina condición
mi mano de amigo, en aquel barco,
esconfianza en sí siguió más fuerte
mo si alguien pudiera convencer
s que no creyeron en sí mismos
no se menoscaben en su guerra
tra la propia sombra. Así nacieron.
un enfermizo caso, ni la ausencia
a grandeza, no,
a puede matar nuestro mejor,
ondad, sí señor, que padecemos:
a es la flor del hombre, su conducta
da puerta es la bella verdad
la susurrante alevosía.

mpre saqué de haber sido mejor,


or que yo, mejor de lo que fui,
ondecoración más taciturna:
obrar aquel pétalo perdido
mi melancolía hereditaria:
car una vez más la luz que canta
tro de mí, la luz inapelable.
camarada, es hora de jardín
hora de batalla, cada día
ucesión de flor o sangre:
stro tiempo nos entregó amarrados
gar los jazmines
desangrarnos en una calle oscura:
irtud o el dolor se repartieron
onas frías, en mordientes brasas,
había otra cosa que elegir:
caminos del cielo,
s tan transitados por los santos,
n poblados por especialistas.
desaparecieron los caballos.

héroes van vestidos de batracios,


espejos viven vacíos
que la fiesta es siempre en otra parte,
onde ya no estamos invitados
y pelea en las puertas.

eso es éste el llamado penúltimo,


écimo sincero
ue de mi campana:
ardín, camarada, a la azucena,
manzano, al clavel intransigente,
fragancia de los azahares,
ego a los deberes de la guerra.
gada es nuestra patria
su desnudo filo de cuchillo
e nuestra bandera delicada.
de que amaneció con cuántos hoy
limentó este día?
es letales, movimientos de oro,
rífugas luciérnagas,
s de luna, pústulas, axioma,
os los materiales superpuestos
trascurso: dolores, existencias,
echos y deberes:
a es igual cuando desgasta el día
laridad y crece
ego debilita su poder.
a por hora con una cuchara
del cielo el ácido
í es el hoy del día,
ía de hoy.
uerto puerto de Valparaíso
vestido de tierra
ha contado: no sabe navegar:
orta la embestida,
daval, terremoto,
marina,
as las fuerzas le pegan
us narices rotas.

paraíso, perro pobre


ando por los cerros,
egan los pies
a tierra
s manos del mar.
rto puerto que no puede salir
destino abierto en la distancia
lla

mo un tren de invierno
a la soledad,
a el mar implacable.
os me preguntaban cuándo parto,
ndo me voy. Así parece
uno hubiera sellado en silencio
ontrato terrible:
de cualquier modo a alguna parte
que no quiera irme a ningún lado.

ores, no me voy,
oy de Iquique,
de las viñas negras de Parral,
agua de Temuco,
a tierra delgada,
y estoy.
LENTO

n Rápido Rodríguez
me conviene:
a Luciérnaga Aguda
s mi amor:
a andar con mis pasos amarillos
que vivir adentro
as cosas espesas:
o, madera, cuarzo,
ales,
strucciones de ladrillo:
que saber cerrar los ojos
a luz,
rlos en la sombra,
erar.
SUCEDE

pearon a mi puerta el 6 de Agosto:


no había nadie
die entró, se sentó en una silla
anscurrió conmigo, nadie.

ca me olvidaré de aquella ausencia


entraba como Pedro por su casa
e satisfacía con no ser:
un vacío abierto a todo.

ie me interrogó sin decir nada


ntesté sin ver y sin hablar.
entrevista espaciosa y especial!
RAMA

rama de aromo, de mimosa,


ante sol del entumido invierno,
mpré en la feria de Valparaíso
guí con aromo y con aroma
a Isla Negra.

zábamos la niebla,
mpos pelados, espinares duros,
ras frías de Chile:
o el cielo morado
arretera muerta).

a amargo el mundo
l viaje invernal, en el sinfín,
l crepúsculo deshabitado,
o me acompañara cada vez,
a siempre,
encillez central
una rama amarilla.
EL EMBAJADOR

í en un callejón donde llegaban


inar todo gato y todo perro
Santiago de Chile.
en 1925.
me encerraba con la poesía
sportado al Jardín de Albert Samain,
untuoso Henri de Régnier,
banico azul de Mallarmé.

a mejor contra la orina


millares de perros suburbiales
un cristal redomado
pureza esencial, con luz y cielo:
entana de Francia, parques fríos
donde las estatuas impecables
ra en 1925—
ntercambiaban camisas de mármol,
nadas, suavísimas al tacto
numerosos siglos elegantes.

aquel callejón yo fui feliz.

s tarde, años después,


ué de Embajador a los Jardines.

os poetas se habían ido.

s estatuas no me conocían.
AQUÍ

vine aquí a contar las campanas


viven en el mar,
suenan en el mar,
tro del mar.

eso vivo aquí.


ada día cae
tro de cada noche,
un pozo
de la claridad está encerrada.

que sentarse a la orilla


pozo de la sombra
scar luz caída
paciencia.
TODOS

al vez yo no seré, tal vez no pude,


ui, no vi, no estoy:
es esto? Y en qué Junio, en qué madera
cí hasta ahora, continué naciendo?

crecí, no crecí, seguí muriendo?

repetí en las puertas


onido del mar,
as campanas:
pregunté por mí, con embeleso
n ansiedad más tarde),
cascabel, con agua,
dulzura:
mpre llegaba tarde.
estaba lejos mi anterioridad,
o me respondía yo a mí mismo,
había ido muchas veces yo.

ui a la próxima casa,
próxima mujer,
das partes
eguntar por mí, por ti, por todos:
onde yo no estaba ya no estaban,
o estaba vacío
que sencillamente no era hoy,
mañana.

qué buscar en vano


ada puerta en que no existiremos
que no hemos llegado todavía?

fue como supe


yo era exactamente como tú
mo todo el mundo.
PEREZA

trabajé en Domingo,
que nunca fui Dios.
del Lunes al Sábado
que soy criatura perezosa:
contenté con mirar las calles
de trabajaban llorando
apedreros, magistrados, hombres
herramientas o con ministerios.

ré todos mis ojos de una vez


a no cumplir con mis deberes:
es la cosa
susurraba a mí mismo
todas mis gargantas,
n todas mis manos
ricié soñando
piernas femeninas que pasaban volando.

go bebí vino tinto de Chile


ante veinte días y diez noches.
í ese vino color amaranto
nos palpita y que desaparece
u garganta como un pez fluvial.

o agregar a este testimonio


más tarde dormí, dormí, dormí,
renegar de mi mala conducta
n remordimientos:
mí tan bien como si lloviera
rminablemente
re todas las islas
ste mundo
ereando con agua celeste
aja de los sueños.
NOMBRES

Eduvigis, qué nombre tan bello


es, mujer de corazón azul:
n nombre de reina
poco a poco llegó a las cocinas
regresó a los palacios.

vigis
hecho de sílabas trenzadas
mo racimos de ajos
cuelgan de las vigas.

miramos tu nombre en la noche,


dado! resplandece
mo una tiara desde la ceniza,
mo una brasa verde
ondida en el tiempo.
ESPEREMOS

otros días que no han llegado aún,


están haciéndose
mo el pan o las sillas o el producto
as farmacias o de los talleres:
fábricas de días que vendrán:
ten artesanos del alma
levantan y pesan y preparan
tos días amargos o preciosos
de repente llegan a la puerta
a premiarnos con una naranja
ara asesinarnos de inmediato.
LAS ESTRELLAS

allí, de allí, señaló el campanero:


cia ese lado vio la muchedumbre
e siempre, el nocturno azul de Chile,
palpitación de estrellas pálidas.

eron más, los que no habían visto


ca hasta ahora lo que sostenía
ielo cada día y cada noche,
ros más, otros más, más sorprendidos,
dos preguntaban, dónde, adónde?

campanero, con grave paciencia,


caba la noche con estrellas,
misma noche de todas las noches.
CIUDAD

urbios de ciudad con dientes negros


redes hambrientas
adas con harapos de papel:
asura esparcida,
ombre muerto
e las moscas de invierno
inmundicia:
tiago,
eza de mi patria
ada a la gran cordillera,
s naves de nieve,
e herencia
un siglo de señoras colifinas
balleros de barbita blanca,
ves bastones, sombreros de plata,
ntes que protegían uñas de águila.

tiago, la heredada,
a, sangrienta, escupida,
e y asesinada
eredamos
os señores y su señorío.

mo lavar tu rostro,
dad, corazón nuestro,
maldita,
mo
olverte la piel, la primavera,
agancia,
r contigo viva,
enderte encendida,
ar los ojos y barrer tu muerte
a resucitarte y florecerte
rte nuevas manos y ojos nuevos,
as humanas, flores en la luz!
lama a una puerta de piedra
a costa, en la arena,
muchas manos de agua.
oca no responde.

ie abrirá. Llamar es perder agua,


der tiempo.
lama, sin embargo,
olpea
o el día y el año,
o el siglo, los siglos.
fin algo pasó.
piedra es otra.

una curva suave como un seno,


un canal por donde pasa el agua,
oca no es la misma y es la misma.
donde era duro el arrecife
ve sube la ola por la puerta
estre.
dón si por mis ojos no llegó
claridad que la espuma marina,
dón porque mi espacio
xtiende sin amparo
termina:
nótono es mi canto,
palabra es un pájaro sombrío,
na de piedra y mar, el desconsuelo
un planeta invernal, incorruptible.
dón por esta sucesión del agua,
a roca, la espuma, el desvarío
a marea: así es mi soledad:
scos saltos de sal contra los muros
mi secreto ser, de tal manera
yo soy una parte
invierno,
a misma extensión que se repite
ampana en campana en tantas olas
un silencio como cabellera,
ncio de alga, canto sumergido.
grienta fue toda tierra del hombre.
mpo, edificaciones, rutas, lluvia,
ran las constelaciones del crimen,
ierto es que un planeta tan pequeño
mil veces cubierto por la sangre,
rra o venganza, asechanza o batalla,
eron hombres, fueron devorados,
go el olvido fue limpiando
a metro cuadrado: alguna vez
ago monumento mentiroso,
ces una cláusula de bronce,
go conversaciones, nacimientos,
icipalidades, y el olvido.
artes tenemos para el exterminio
ué ciencia para extirpar recuerdos!
á florido lo que fue sangriento.
pararse, muchachos,
a otra vez matar, morir de nuevo,
brir con flores la sangre.
nó el zorzal, pájaro puro
os campos de Chile:
maba, celebraba,
ibía en el viento.
temprano,
í, en invierno, en la costa.
daba un arrebol celeste
mo un delgado trozo de bandera
ando sobre el mar.
go el color azul invadió el cielo
a que todo se llenó de azul,
que ése es el deber de cada día,
an azul de cada día.
está el mar? Muy bien, que pase.
me
ran campana, la de raza verde.
ésa no es, la otra, la que tiene
a boca de bronce una ruptura,
ora, nada más, quiero estar solo
el mar principal y la campana.
ero no hablar por una larga vez,
ncio, quiero aprender aún,
ero saber si existo.
FINAL

ilde, años o días


midos, afiebrados,
í o allá,
vando,
piendo el espinazo,
grando sangre verdadera,
pertando tal vez
erdido, dormido:
mas clínicas, ventanas extranjeras,
idos blancos de las sigilosas,
orpeza en los pies.

go estos viajes
mío mar de nuevo:
abeza en la cabecera,
manos voladoras
a luz, en mi luz,
re mi tierra.

tan bello vivir


ndo vivías!

mundo es más azul y más terrestre


noche, cuando duermo
rme, adentro de tus breves manos.
PABLO NERUDA, nacido y muerto en
Chile (Parral, 1904 - Santiago, 1973),
ha sido sin duda una de las voces más
altas de la poesía mundial de nuestro
tiempo. Desde el combate directo o
desde la persecución y el exilio
valerosamente arrostrados, la
trayectoria del poeta, que en 1971
obtuvo el premio Nobel, configura, a la
vez que la evolución de un intelectual
militante, una de las principales
aventuras expresivas de la lírica en
lengua castellana, sustentada en un
poderío verbal inigualable, que de la
indiscriminada inmersión en el mundo
de las fuerzas telúricas originarias se
expandió a la fusión con el ámbito natal
americano y supo cantar el instante
amoroso que contiene el cosmos, el
tiempo oscuro de la opresión y el tiempo
encendido de la lucha. Una mirada que
abarca a la vez la vastedad de los seres
y el abismo interior del lenguaje: poeta
total, Neruda pertenece ya a la tradición
más viva de nuestra mayor poesía.

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