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¿CÓMO PERDONAR?

“Soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja


contra otro…”. Colosenses 3:13

Introducción
¿Qué es el perdón? ¿El perdón es sentimiento, es un acto de la voluntad? ¿Es un
acto puntual o es un proceso? ¿Para perdonar se requiere de la participación del
ofensor? Desarrollar la virtud del perdón es inherente al llamado de ser discípulos
de CRISTO. El perdón es un rasgo del carácter de DIOS. Y DIOS espera que sus
hijos reproduzcan su carácter. De modo que al perdonar el creyente se identifica
con CRISTO. Además el perdón es indispensable en la dinámica de las relaciones
interpersonales, si queremos disfrutar de relaciones sanas y funcionales.

Aspectos prácticos sobre el perdón:

1. EL PERDÓN ES UN MANDATO INELUDIBLE DE DIOS

“Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que
también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras
ofensas. Porque si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en los
cielos os perdonará vuestras ofensas”. Marcos 11:25-26
En este pasaje JESÚS expresa la necesidad de un perdón incondicional y aun
unidireccional: una decisión de la voluntad del agraviado, que no está
condicionada por la actitud o mérito del agraviador u ofensor, tal como ocurre con
DIOS, quien nos perdonó en CRISTO, a pesar de ser pecadores (Romanos 5:8). El
mandato de JESÚS es perdonar la ofensa o el agravio sufrido, sin admitir
excepciones, ni dar excusas, ni construir justificaciones.
Aún sin evaluar la gravedad de la ofensa, y sin la consideración de los méritos de
la persona objeto del perdón. La Biblia nos exhorta a amar y perdonar a los que
nos ofenden y dañan, inclusive a nuestros enemigos, siendo que lo natural es
odiar a los que nos hacen mal. ¿Por qué DIOS haría una exigencia tan alta y tan
antinatural, que se opone a nuestros instintos y tendencias más básicas? La
respuesta no es compleja. Es porque la naturaleza de DIOS se expresa en amor.
DIOS es amor (1 Juan 4:7-8). Él tiene un espíritu perdonador. El perdón es
cónsono con el carácter de DIOS. Y su meta es que seamos como Él es (Efesios
4:13).
2. EL PERDÓN ES UN ESTILO Y ACTITUD DE VIDA

“Entonces se le acercó Pedro y le dijo: SEÑOR, ¿cuántas veces perdonaré a mi


hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? JESÚS le dijo: No te digo hasta siete,
sino aun hasta setenta veces siete”. Mateo 18:21-22.
JESÚS demanda una incansable vocación para perdonar ofensas y agravios. Pero
¿qué pasa cuando la persona que nos ofende, maltrata o agravia es reincidente?
¿Debo perdonar a pesar de que la persona no da muestra de arrepentimiento?
¿Debo condicionar el perdón al acto de constricción de la persona ofensora?
¿Debo perdonar siempre?

¿Cuántas veces debo perdonar?

¿Cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? Esa
fue la pregunta calculadora del apóstol Pedro, a lo que JESÚS le respondió:
“No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete” (Mateo 18:21-22).
Esta debió ser una respuesta desconcertante. Esta expresión oriental “setenta
veces siete” significa un número ilimitado de veces. JESÚS, púes, nos habla de
una disposición o actitud incansable a la hora de perdonar. Lo cierto es que el
estándar de DIOS es diferente y superior al del mundo.
¿Acaso DIOS no nos perdona constantemente? DIOS nos ha dado un modelo de
perdón a seguir, al mostrar siempre un espíritu perdonador hacia nosotros, de
esta forma establece la norma de cómo debemos perdonar: “DIOS perdona
nuestras ofensas, así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden” (Mateo
6:12).
Por eso la palabra de DIOS nos exhorta a”…ser benignos unos con otros,
misericordiosos, perdonándonos unos a otros, como DIOS también nos perdonó a
nosotros en CRISTO” (Efesios 4:32).
3. EL PERDÓN NO ES LO MISMO QUE BORRAR U OLVIDAR

“Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré
de tus pecados”. Isaías 43:25. DIOS no trae a memoria nuestros pecados; pero
no borra de su memoria nuestros pecados, ya que como DIOS y Juez Supremo un
día traerá a cuenta todo acto o palabra nuestra sea buena o sea mala (2
Corintios 5:10). Pero esta no es una cuenta para condenación. Lo que sí es claro
que ya DIOS, por nuestra fe en la obra de CRISTO, no nos imputa esos pecados,
ya que hemos sido limpiados con la sangre preciosa de JESUCRISTO (Romanos
3:23-25; Efesios 1:7).
En la palabra de DIOS se usa el término no recordar con el significado de no
mencionar o traer a la memoria. Por ejemplo, el rey David le pidió a DIOS que no
se acordara (literalmente, no mencionara) los pecados anteriores de su juventud:
“De los pecados de mi juventud, y de mis rebeliones, no te acuerdes; conforme a
tu misericordia acuérdate de mí, por tu bondad, oh Jehová” (Salmos 25:7). En la
Biblia se usa la palabra olvidar en el sentido de pasar por alto o no tomar en
cuenta; pero no como borrar.
El perdonar no borra el mal recibido, ni quita la responsabilidad al ofensor por el
daño hecho. El perdón no borra el pasado, ni la experiencia traumática vivida,
simplemente toma la decisión de no tomarlo en cuenta; de renunciar a
permanecer en el pasado. Perdonar tampoco es negar o ignorar la experiencia
dolorosa vivida. “El perdón no requiere que la persona minimice la validez de su
dolor, la cantidad de dolor que sufrió o la importancia de la experiencia dolorosa.
Perdonar no es olvidar de la memoria el incidente. Perdonar es aprender,
comprender, amar y seguir adelante”. La palabra griega que se traduce en el
Nuevo Testamento por perdonar es “soltarse”. Esa es la idea central, no es olvidar
sino soltarse de la situación dolorosa y del ofensor.
Soltarse de la situación que nos mantiene atados al pasado. Hay una diferencia
entre recordar una experiencia de la que se toma un aprendizaje, o se saca una
lección aprendida, como una experiencia procesada y sanada en sus efectos; y
recordar con dolor o rencor. La diferencia en ambos casos está en la forma como
se actualiza la experiencia: cómo nos afecta en el presente, cómo la recordamos.
4. PERDONAR NO ES LO MISMO QUE CONFIAR

En Marcos 11:25-26 JESÚS nos insta a mostrar una disposición permanente a


perdonar como una decisión personal. Pero esta decisión, a veces, entra en
conflicto con algunos mapas que equivalen el perdón a un voto de confianza.
Lo que ocurre en realidad es que la confianza no corre tan rápido como la decisión
de perdonar, y la persona puede entrar en conflicto al pensar que no ha
perdonado, porque no puede confiar tan rápidamente en la persona, sobre todo si
el agresor no ha mostrado frutos de arrepentimiento. Por eso es bueno aclarar
que perdonar y confiar en la persona ofensora son dos procesos diferentes. DIOS
nos exhorta a perdonar sin ningún tipo de condicionamiento; pero no nos
amonesta por no confiar automáticamente en la persona que nos ha agraviado.
La confianza se basa en el comportamiento de una persona con base a unas
expectativas, por un periodo prudencial de tiempo, para que la persona se haga
confiable y predecible nuevamente. La confianza se forja con las acciones y
comportamientos manifestados; se instala a través del comportamiento
congruente a lo largo del tiempo. El restablecimiento de la confianza en un
ejercicio de dos vías. Por un lado la persona que ha producido el agravio u ofensa
se responsabiliza por sus acciones, y genera comportamientos opuestos a sus
acciones incorrectas, para ganarse la confianza del agraviado.
Y por el otro lado, la persona que ha sido objeto del agravio u ofensa, y que ha
decidido perdonar, comienza progresivamente a realizar depósitos de confianza a
favor del ofensor.
5. EL PERDÓN NO ES LO MISMO QUE LA RECONCILIACIÓN

El mandato de perdonar no implica reconciliación. Perdonar no implica restablecer


la relación. La reconciliación demanda que dos personas que se respetan y
valoran mutuamente, se reúnen de nuevo y acuerdan, por decisión mutua,
restablecer la relación. La reconciliación es un proceso de dos personas, a
diferencia del perdón que es un proceso personal.
La reconciliación es un proceso que tiene como objetivo facilitar la coexistencia y
la cooperación entre las partes involucradas. Esto no se puede hacer aparte del
perdón, la recuperación de la confianza, el cambio de conducta del ofensor, y la
negociación de los términos de la reconexión. La reconciliación entraña
reciprocidad, e incluso consenso sobre algunas áreas específicas.
Así ocurre en nuestra relación con DIOS. Nuestro DIOS ofrece perdón gratuito,
como un acto de gracia, pero el hombre decide si acepta el don o regalo de DIOS
que representa CRISTO. Si el hombre acepta a CRISTO y su sacrificio en la cruz,
éste no sólo experimenta la realidad del perdón y, en consecuencia, la salvación;
sino también es reconciliado con DIOS (Colosenses 1:20-21; Romanos 5:8-
10).
Pero la persona necesita consentir en algunos términos básicos, como el
arrepentimiento y confesión de pecados; así como la aceptación de CRISTO como
Señor y Salvador personal. Sin la aceptación de esos términos establecidos por
DIOS, no hay posibilidad de reconciliación con Él, a pesar de que DIOS ha provisto
gratuitamente en CRISTO JESÚS, perdón y salvación. En todo caso el perdón va
dirigido a cumplir con la exhortación de que “en cuanto dependa de nosotros
estemos en paz con todos” (Romanos 12:18).

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