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1.1.0. SINTAXIS LATINA. CUESTIONES TERMINOLÓGICAS.

{Notas de M. Lavency, Usus. Grammaire latine. Description du latin classique en vue de la


lecture des auteurs, 2ème éd., Louvain-la-Neuve [Peeters] 1997, pp. 9-11}

La SINTAXIS es la parte de la gramática que describe las reglas por las que las palabras
se combinan en sintagmas y los sintagmas en frases. La palabra griega de la que deriva dicha
terminología es σύνταξις “acción de poner en orden o de disponer en un todo los elementos
dispersos” –como sustantivo deverbativo de συντάσσω “disponer, colocar, ordenar en un todo”–
y suele aplicarse, entre otras cosas, a la construcción gramatical. Paralelamente, la hipotaxis (<
ὑπόταξις) es “la acción de subordinar, o de poner unos elementos ‘por debajo’ de otros en la
jerarquía sintáctica”; mientras la parataxis (< παράταξις) es “la acción de poner uno junto a otro
todos los elementos, en el mismo grado de jerarquía sintáctica”, lo que puede darse mediante el
procedimiento de la yuxtaposición o mediante el de la coordinación, que en sentido estricto se
da por medio de conjunciones.

El ENUNCIADO es una unidad de comunicación lingüística, que puede suscitar un


juicio de valor y está constituido por la FRASE. El enunciado se percibe como una secuencia de
elementos significativos, organizados linealmente en la cadena hablada y estructurados
jerárquicamente en la construcción sintáctica. El enunciado se entiende fundamentalmente en su
contexto, perspectiva que constituye el ámbito de estudio de la lingüística pragmática. Fuera de
su contexto, un enunciado oracional como nulla uox ab eis audita est (Caes. De
Bell.Gall.7.17.3) es susceptible de dos interpretaciones posibles: “ninguna palabra fue oída por
ellos” o bien –precisamente el valor que tiene en este contexto de César– “ninguna palabra fue
oída / se oyó de parte de ellos (al ser pronunciada por ellos o procedente de ellos)”, según se
entienda el sintagma ab eis como complemento agente (entendiéndose audita est como forma
plenamente pasiva) o bien ab eis como complemento de lugar de dónde, complemento
separativo en sentido figurado (entendiéndose el verbo con un valor próximo al del uso
impersonal auditum est “se oyó”, representado por la 3ª persona de la voz pasiva, con el sentido
de “no se les oyó pronunciar ni una sola palabra”).
Por otra parte, la ambigüedad en cuanto a la organización jerárquica propia de la
construcción sintáctica sustenta los numerosos juegos de palabras, como la posible doble
interpretación del conocido oráculo de Apolo a Pirro, rey del Epiro y aliado de Tarento en la
guerra de esta ciudad del sur de Italia contra Roma a comienzos del siglo III a.C. (Cic. Diu.
2.56): aio te, Aeacida, Romanos uincere posse “te vaticino, Eácida1, que tú puedes vencer a los
romanos // que los romanos te pueden vencer a ti”. Una traducción más libre, que mantendría la
misma ambigüedad del texto original, podría ser “te anuncio, Eácida, la posible victoria de los

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“Hijo de Éaco”, perífrasis por Pirro de Epiro, como descendiente de Éaco, asimismo abuelo de Aquiles.

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romanos”, ya se entienda que estos, los romanos, sean los vencidos –genitivo objetivo: “victoria
sobre los romanos”– o, por el contrario, los vencedores –genitivo subjetivo “victoria de los
romanos, la que obtienen los romanos” –, lo que coincide precisamente con el resultado final de
la guerra de Tarento, ganada por Roma, pese a la anterior serie de victorias efímeras de Pirro –
especialmente en Heraclea, 280 a. C. –, las célebres “victorias pírricas”, conseguidas por poco
tiempo y con más daño del vencedor, Pirro, que del vencido.
El enunciado puede ser oracional –expresado por medio de oraciones– o bien no
oracional, el enunciado que se expresa por medio de otro tipo de elementos, con frecuencia de
tipo expresivo, como la interjección o las construcciones exclamativas, tipo eheu!, attat/attatae,
nugas!, lepidum senem!, Via Appia (cf. en español ¡qué lástima!, ¡fuego!, ¡ay, ay!, ¡María!,
¡música, maestro!) etc.

El TEXTO es el conjunto coherente de enunciados. Se denomina isotopía a la


recurrencia de un mismo universo semántico dentro de un texto, recurrencia que precisamente
confiere al texto su coherencia. La constatación de isotopías constituye la base de la explicación
de textos.

La FRASE es una unidad sintáctica autónoma, que constituye el enunciado y, a su vez,


está constituida por SINTAGMAS. La autonomía de la frase, que se percibe de forma intuitiva,
se pone de manifiesto por las dos pausas de demarcación, la inicial y la final. La frase se
constituye como unidad sintáctica en cuyo interior se establecen las relaciones entre unidades,
sin que ella misma participe; de esta manera, la frase integrada por una sola PROPOSICIÓN
(ORACIÓN, según la terminología más común), se denomina frase simple, mientras la frase
compleja o compuesta es aquella que comprende más de una proposición. Asimismo en la
gramática antigua se denominaba PERÍODO a la frase compleja, sobre todo si aparecía
compuesta con sobreabundancia de oraciones subordinadas. Según el modo de comunicación
que se establezca entre el hablante y el oyente –lo que se relaciona con la formulación de R.
Jakobson de las funciones del lenguaje–, la frase tiene carácter aseverativo –se enuncia o se
declara algo, otras veces se pregunta algo de lo que se duda o no se tiene certeza–, o bien
carácter impresivo o expresivo –se ordena algo a alguien o el hablante expresa su emoción ante
algo–. Todo ello da lugar a las distintas MODALIDADES de la FRASE, que se estudiarán más
adelante.

El SINTAGMA es la unidad sintáctica funcional constitutiva de frase y a su vez


constituida por palabras. El sintagma se percibe como un grupo de palabras que forman unidad
en una organización jerárquica: fratrem Marci uidi que, en este ejemplo, se trata de sintagma
predicado, constituido por un sintagma nominal en función de c. directo y por un verbo.

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La PROPOSICIÓN es la unidad sintáctica constitutiva de frase, integrada por un
sintagma sujeto y por un sintagma predicado que entre sí son solidarios, en cuanto son unidades
que no pueden funcionar independientemente la una de la otra para constituir un enunciado. El
sujeto es conmutable con un pronombre, expreso o sobreentendido, mientras el predicado es
conmutable con un verbo; en el ejemplo anterior, el sintagma sujeto está representado por el
pronombre ego (elíptico), y a su vez el sintagma predicado lo está por fratrem Marci uidi.
En latín, el verbo concuerda en número y persona con el sujeto, y también en género
cuando ello es posible, como sucede en las formas de perfecto de la voz pasiva (uox audita est /
sermo auditus est; uoces auditae sunt / sermones auditi sunt). El sujeto de verbos en forma
personal aparece en indicativo, si bien en las oraciones subordinadas de infinitivo el sujeto se
construye normalmente en acusativo (excepto en la llamada construcción pasiva personal, en la
que el sujeto de la oración de infinitivo se construye en nominativo, tipo dicuntur Romani
uenire “se dice que vienen los romanos”, frente a dicitur Romanos uenire “se dice que vienen
los romanos”, que corresponde al tipo de construcción pasiva impersonal. Sin embargo, ambas
se traducen de la misma manera al español.

Otros términos constitutivos de la proposición son los complementos del nombre que
forman el llamado sintagma nominal o sintagma preposicional, siendo de distintos tipos:
 adjetivo, en función de determinante (pulchra mulier, puella parua) o de epíteto (alma
mater);
 complementos determinativos (1. nombre en genitivo –filia regis–; 2. aposición –urbs Roma
o Alexander gloria Graeciae, sustantivo que concierta con otro sustantivo en caso, y no
necesariamente en género y número–; 3. genitivo partitivo (construido con un pequeño
número de nombres colectivos, como turba, multitudo, pars, y con adverbios y
pronombres –cum maxima parte militum, ubi terrarum?–); 4. sintagma preposicional –
homo de plebe–, 5. adverbio –in loco circa omni contecto arae in medio uictimaeque
circa caesae–, etc.
 en el sintagma nominal o preposicional se integran asimismo los llamados modificadores
pronominales. Cf. pronombres.

Por las normas de concordancia, el adjetivo toma del sustantivo con el que se construye
las tres categorías nominales, la de género, número y caso, lo que se observa en cualquiera de
sus funciones:
 adjetivo en función de determinante adjetival, erat in Gallia ulteriore legio una “en la Galia
ulterior había una sola legión”;

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 adjetivo en función de atributo en el predicado nominal, homo hic ebrius est “este hombre
está/se encuentra ebrio”, sentimus niuem esse albam “percibimos que la nieve es blanca”;
 adjetivo en función de predicativo en la oración, ya sea subjetivo (referido al sujeto) u
objetivo (referido al c. directo): uirtus sola uitam efficit beatam “la virtud (por sí) sola hace la
vida dichosa”, siendo sola predicativo subjetivo en nominativo y beatam predicativo objetivo en
acusativo. Dicha función del adjetivo predicativo es equivalente a la de un adverbio, cf. en
español “el niño duerme tranquilo” // “el niño duerme tranquilamente”, donde tanto el adjetivo
como el adverbio se refieren al modo o manera en que el niño duerme.

En función de determinante adjetival, dentro del sintagma nominal o del sintagma


preposicional, el adjetivo puede ser explicativo o descriptivo (colocado tanto delante del
sustantivo, lentum uenenum, como detrás, urbs magna) o bien especificativo e identificativo
(colocado siempre tras el sustantivo: fides publica, Gallia ulterior).
La cualidad también se expresa en latín por medio de un genitivo de cualidad o de un
ablativo de cualidad: uir magni ingenii summaque prudentia “un hombre de gran talento y de
suma prudencia”.

LA ORACIÓN SIMPLE EN LATÍN


La oración, como unidad sintáctica, consta de dos elementos esenciales, el sujeto y el
predicado, los cuales pueden aparecer expresos o sobrentendidos en la oración. En la tradición
gramatical, el sujeto es aquello de lo que se dice algo, mientras el predicado es lo que se dice del
sujeto; en la oración “me gusta la música” el sujeto es “la música” –aquello de lo que se dice
algo–, y el predicado es “me gusta” –lo que se dice del sujeto–. Sin embargo, la construcción
puede ser diferente en otras lenguas, cf. inglés I like music, donde el sujeto es I –1ª persona del
pronombre personal– y music asume la función de complemento directo.
Para que exista una oración es imprescindible la presencia de un verbo, que constituye
el núcleo de la oración al sustentar la función predicativa. En palabras de E. Alarcos Llorach
(Gramática de la Lengua Española, R.A.E., 6ª r., Madrid [Espasa Calpe] 1995, p. 257), los
demás componentes que pueden aparecer en la oración en torno al núcleo verbal son términos
adyacentes, cuya presencia no es indispensable para que exista la oración (si bien es cierto que
precisan la comunicación en menor o mayor grado, añadiendo información). Para Alarcos, los
enunciados que carecen de una forma personal del verbo en función de núcleo no son oraciones,
y ofrecen una estructura interna diferente: a enunciados del tipo “¡qué buena música!” o
“música, maestro” les aplica Alarcos la denominación de frases; respecto a la llamada
(“María...”), la demanda (“paso, paso”, “camarero...”, “¡socorro!”), o bien respecto a la

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interjección, se habla de equivalentes o sustitutos de frase, aunque es discutible que en estos
tipos, excepto la interjección, no se den en realidad construcciones elípticas donde cabe
sobrentender contextualmente el verbo -“qué buena música (es ésta)”, “María, (ven)”, “(pido)
paso, (pido) paso”, etc.-.

En la oración, el predicado puede aparecer representado por una forma personal del
verbo (puer currit, predicado verbal), o bien por un nombre, normalmente unido al sujeto
mediante el verbo copulativo esse (puer paruus est, predicado nominal con atributo paruus). A
veces, el predicado nominal aparece simplemente yuxtapuesto al sujeto, sin el verbo copulativo,
dándose la llamada oración nominal pura (omnia praeclara rara, “todas las cosas excelsas (son)
escasas”; hi cuique sanctissimi testes, hi maximi laudatores “para cada cual estos (son) sus
testigos más sagrados, estos sus máximos admiradores”. Por el contrario, una expresión como
ego stultus! “¡tonto de mí!”, construida como nominativo exclamativo, podría considerarse más
bien como un enunciado no oracional.

Un tercer tipo de elemento de la oración es el complemento –que E. Alarcos denomina


‘adyacente’–, cuya función es completar o determinar el sentido del sujeto gramatical o del
predicado, e incluso el de otro complemento.
A su vez la gramática funcional propone otras terminologías para este tipo de
elementos: argumentos –complementos imprescindibles en la construcción oracional, entre los
que se incluye incluso el sujeto–; adjuntos –complementos no imprescindibles en la
construcción oracional que, sin embargo, añaden información, como sucede con los
complementos circunstanciales–; disjuntos –complementos no imprescindibles que, sin
embargo, añaden información a nivel pragmático o de circunstancias de la comunicación–.

Ya se han enumerado los complementos del nombre que forman el sintagma nominal;
existen asimismo complementos del verbo que funcional a nivel oracional:
1) complemento directo, siempre en acusativo en latín, tipo amare patriam; representa
el objeto sobre el que recae la acción verbal de los verbos transitivos. En latín se habla de
verbos transitivos sólo cuando su objeto aparece construido en acusativo; un verbo como nocere
“dañar”, que en español corresponde a un verbo transitivo, propiamente en latín no lo es, porque
su objeto aparece en dativo de interés (dativo incommodi o de daño), funcionando como
complemento régimen, y no en acusativo: nocere homini “dañar a una persona”.
2) complemento régimen en genitivo, en dativo o en ablativo –argumento en
terminología funcionalista–, que se construye obligatoriamente con determinados verbos:
nocere alicui “hacer daño / dañar a alguien”, meminisse alicuius rei / hominis “acordarse de una
cosa / de una persona”, uti ferro “hacer uso de / usar la espada (de hierro)”.

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2) el dativo, que sólo algunas veces coincide con el complemento indirecto del español,
indica en interés de quién –dativo de persona– o a qué finalidad –dativo de cosa–se destina la
acción verbal: do uestem pauperi “le doy un vestido al pobre”, deligo locum domicilio “elijo un
sitio para/por domicilio”.
3) el c. circunstancial, expresado normalmente por el ablativo, pero también por los
giros preposicionales, y a veces incluso por el acusativo de lugar a dónde, expresa diversas
circunstancias que acompañan a la acción: tiempo, lugar, modo, instrumento, compañía,
procedencia o punto de partida, causa, agente, etc. Se expresa sobre todo por medio del ablativo,
pero también con otros casos como el acusativo y el dativo de finalidad, o bien con sintagmas
preposicionales, con adverbios, etc.

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