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69.

BASES PARA EL ORDENAMIENTO TERRITORIAL


ANA PATRICIA ORTIZ M.
ANGEL MASSIRIS CABEZA
Investigadores
Instituto Geográfico Agustín Codazzi
Subdirección de Geografía
Este texto es una contribución del Instituto Geográfico
Agustín Codazzi, al igual que los mapas de suelos,
bosques y zonas de vida que aparecen en este libro y
que constituyen uno de los soportes de la propuesta de
ordenamiento territorial.

Fotografía Juan Manuel Renjífo

La región del Pacífico colombiano (70.000 km2, aproximadamente) constituye, después


de la Amazonia, la reserva más grande de recursos naturales del país, especialmente en
lo pertinente a recursos hídricos, forestales, pesqueros, mineros, faunísticos y de
transporte fluvial y marítimo. Así se resalta en el documento que Colombia presentó en
la segunda reunión de miembros de la Unión Internacional para la Conservación de la
Naturaleza (UICN) celebrada en Santa Marta en 1991, en donde se manifestó, además,
que el Pacífico colombiano, y especialmente la selva chocoana, es, quizás, la de mayor
biodiversidad en el mundo.

A pesar de su riqueza, esta región que alberga cerca de un millón de habitantes,


ubicados en su mayoría en el litoral y en las orillas de los ríos, es un área marginada
y deprimida que tiene en el bajo nivel de bienestar social la expresión más visible. La
escasez y bajo nivel de especialización de los servicios básicos, como agua, salud,
educación y transporte, sumado a la alta desnutrición infantil, así como al limitado
desarrollo de las actividades productoras y la falta de integración a la economía
nacional, reflejan el bajo desarrollo regional y explican el porqué de la alta
emigración de la población hacia áreas más prósperas y la desesperanza de sus
habitantes frente a su futuro.

Es indudable que, a pesar de las fuertes restricciones naturales existentes, ligadas


principalmente a las condiciones climáticas y edáficas, la región del Pacífico
colombiano ofrece inmensas potencialidades derivadas de sus recursos físico-
ecológicos, los cuales representan una base natural muy pródiga para inducir el
desarrollo económico de esta región y la elevación de la calidad de vida de su
población.

Sin embargo, tal desarrollo no debe repetir el camino seguido por los planes de
desarrollo económico, con fuerte énfasis desarrollista y carentes de una valoración
social, cultural, ecológica y espacial en el aprovechamiento de los recursos.

El ordenamiento territorial constituye, en este sentido, una política de desarrollo


integral del estado para armonizar los intereses productivos de la sociedad con las
necesidades de conservación ambiental, bienestar social y equilibrio espacial del
desarrollo. Todo ello sobre la base de la concertación Estado-comunidad y la
participación activa de las comunidades en la ejecución de los planes de desarrollo a
nivel regional y local.

En general, los planes de ordenamiento territorial implican tres fases básicas: técnico-
científica, política y administrativa. La fase técnico-científica lleva a la realización de una
diagnosis situacional, una prognosis y la definición de un esquema de ordenamiento que sirva
de soporte a la formulación del plan. La diagnosis es un instrumento que permite conocer y
evaluar la situación de una región, a partir de la cual se definen unas áreas de manejo con sus
respectivas cualidades o atributos, potencialidades, limitaciones, problemas y tendencias
relacionadas con el medio biofísico, socioeconómico, de integración funcional-espacial y
político-administrativa.

La prognosis es una proyección hacia el futuro en la búsqueda de alternativas


Óptimas para aprovechar mejor las potencialidades, disminuir las limitaciones,
resolver los problemas y reorientar o reforzar las tendencias identificadas en cada
unidad. Estas alternativas, después de ser evaluadas y buscar su compatibilidad con
los intereses sociales, económicos y ambientales, se concretan en escenarios
prospectivos (situación futura deseada) presentados de manera ordenada en una
propuesta técnica o esquema de ordenamiento.

En la fase política, el Estado fija los objetivos, estrategias y acciones programáticas


para corregir los problemas observados y alcanzar los escenarios planteados. En la
administrativa, las instituciones y personas encargadas de la administración regional
y local ejecutan, controlan y evalúan el plan en coordinación con los actores locales.

En particular, la formulación de un plan de ordenamiento para la región del Pacífico


implica realizar una diagnosis situacional muy rigurosa, de modo que se conozcan de
manera precisa las potencialidades y limitantes del medio biofísico y socio-
económico, así como, el funcionamiento de los sistemas ecológicos, de los medios de
producción y, en general, de la organización del espacio, dentro de un contexto
intrarregional e interregional, nacional e internacional.

Sólo a partir de este conocimiento es posible proyectar la intervención de las


estructuras y procesos que originan los actuales problemas y desequilibrios
regionales, para orientarlos hacia escenarios de producción, conservación,
recuperación, protección, urbanización e integración funcional-espacial. Así se podrá
ofrecer a las actuales y futuras generaciones una región próspera y recursos
naturales abundantes.

En el presente capítulo se pretende dar algunas bases para un Plan de Ordenamiento


Territorial del Pacífico colombiano, a partir de datos obtenidos del análisis-síntesis de
información cartográfica, bibliográfica y fotointerpretacion.

Potencialidades y limitaciones del Pacífico colombiano

La región del Pacífico colombiano presenta características socio-geográficas que


evidencian enormes potencialidades y severas limitaciones en lo que respecta a su
desarrollo. Tales características se relacionan con el desarrollo socio-cultural y
económico pasado y actual de la región, los cuales están íntimamente vinculados con
el medio biofísico. El comportamiento de las condiciones climáticas, hidrográficas,
edáficas y geomorfológicas, así como también, el aprovechamiento de los recursos
forestales, mineros, pesqueros y del suelo, condicionan la distribución espacial de la
población, los sistemas de producción y de mercadeo.

Las condiciones climáticas corresponden, en cierto modo, a las características


preponderantes del Trópico Húmedo, en donde a lo largo del año persisten las altas
temperaturas (280 C promedio anual), la excesiva humedad ambiental y, sobre todo,
la abundancia y carácter torrencial de las lluvias. La precipitación media anual oscila
entre 5.000 y 10.000 mm. con excepción del extremo noroccidental de Tumaco en
donde las lluvias se encuentran por debajo de este intervalo y el sitio de Tutunendó,
al noreste de Quibdó, en donde no sólo se alcanza la mayor pluviosidad regional sino
que también es uno de los lugares de mayor precipitación anual en el mundo
(11.770 mm).

La coexistencia de condiciones climáticas extremas (incluyendo altas temperaturas,


fuertes vientos, insolación y elevada evaporación) con otras de carácter edáfico,
hidrográfico y de vegetación hacen que el Pacífico colombiano sea uno de los
ecosistemas forestales más exuberantes y, a su vez, uno de los más frágiles del
mundo y, por tanto, de los más susceptibles a la degradación por efecto de la
intervención del hombre. En áreas desprotegidas, las lluvias torrenciales dan origen
a una erosión pluvial importante y a un escurrimiento considerable lo que conduce al
transporte acelerado de sedimentos finos hacia las partes bajas o depresionadas.

A pesar de ofrecer una topografía relativamente plana, la elevada temperatura y la


hiperlluviosidad llevan a la fácil meteorización y lixiviación de los suelos, los cuales
pierden, de este modo, la mayor parte de sus nutrientes, lo que, a su vez, incide
directamente en la baja fertilidad potencial. Estas características se presentan en la
casi totalidad de la región con excepción de las fajas costaneras de Tumaco,
Mosquera y Guapí donde existe una alta concentración de materia orgánica. La baja
fertilidad potencial de los suelos es uno de los limitantes mayores para el desarrollo
agropecuario, la cual, en conjunto con otras cualidades biofísicas, refuerza la
vocación forestal de la región.

El régimen hidrográfico está asociado a la alta lluviosidad. La abundancia de


corrientes de agua representa un gran potencial hidroenergético y de transporte
fluvial, así como un apoyo excepcional para la comunicación interoceánica. Por la
configuración fisiográfica de la región existen dos áreas hidrográficas bien definidas:
hacia el norte y hacia el sur de Cabo Corrientes. Hacia el norte se destacan las
cuencas de los ríos Atrato, Baudó y San Juan con dirección dominante norte-sur con
presencia de numerosas ciénagas, desembocaduras en deltas y estuarios de gran
amplitud. Se caracterizan por presentar cursos meándricos con aguas tranquilas que
producen inundaciones periódicamente. Hacia el sur, los cursos de aguas drenan en
sentido transversal, desde la cordillera Occidental; son cortos, muy caudalosos y
transportan materiales de gran tamaño, lo que dificulta su navegabilidad.

El elemento dominante a nivel del paisaje regional lo constituye, sin duda, la


presencia del Bosque Húmedo Ecuatorial (Hylea del Pacífico) a lo largo de ríos,
planicies y colinas y, en la faja costera, el bosque de manglar. A pesar de la alta
intervención a que han sido sometidos, los bosques del Pacífico colombiano siguen
siendo uno de los principales recursos de que dispone la región para su desarrollo.

El Pacífico colombiano aporta el 16% de la reserva forestal del país. Según el


Inderena (1981) las existencias maderables alcanzan un volumen comercial de 198
millones de metros cúbicos, que equivale al 22% del total del país. No obstante,
como lo advierte el DNP (1983:50), el volumen comercial real por unidad de
superficie es bajo por la alta heterogeneidad de las especies forestales, entre las
cuales se entremezclan cerca de 300 especies maderables de buena y mala calidad.
Por lo anterior, la presión de la producción forestal se ha concentrado en los tipos de
bosque menos heterogéneos (manglares, guandales, natales, cativales), en razón de
su estructura y composición florística, volúmenes aprovechables y acceso. El mangle
(Rhizophora, Avicennia) y especies, como el cedro, roble, cativo y caoba han sido
sobreexplotados.

Del total de bosques comerciales existentes en el Pacífico colombiano (4 millones de


ha aproximadamente), un 70% no ha sido explotado aún. La mayor parte de dichos
bosques (62%) corresponden a los denominados de colinas bajas los cuales
representan, a mediano y largo plazo, el mayor potencial de abastecimiento de
maderas de la región; en ellos sobresalen especies, tales como, ceiba, cedro, sande,
abarco y tangare. El bosque de guandal, por su parte, ofrece un 11% de maderas
explotables y es, a corto plazo, el mayor potencial de explotación en razón de su
mejor acceso, y demanda comercial (DNP, 1983:50); dominan las especies como el
cuángare y sajo, desarrollados sobre suelos orgánicos o hidromórficos a lo largo de
las márgenes de los ríos, caños y terrenos cenagosos. En el bosque de natal, que
constituye una transición entre el manglar y la hylea, dominan milpesos, táparos y
naidí o palmiche.

En cuanto al recurso suelo, teniendo en cuenta las características geomorfológicas,


hidrológicas, climáticas y de vegetación existentes, ofrece, en general, grandes
limitaciones para las implantaciones humanas; esto es, debido a su frecuente
sobresaturación en agua, altas temperaturas que aceleran la mineralización de la
materia orgánica, poca evolución y estructura, diferenciándose tres grandes
conjuntos: los suelos de colinas y serranías, los suelos de planicie marina y los de
planicie aluvial, caracterizados éstos últimos por un hidromorfismo casi generalizado
y alta salinidad. En suelos de las planicies inundables desprovistas de vegetación
boscosa, la sensibilidad a los vientos, que juegan un papel determinante junto con la
evaporación, se traduce por una deflación eólica después de que la vegetación
herbácea es quemada o desaparece por sobrepastoreo.

Los suelos de planicie marina se sitúan a lo largo de la faja angosta que bordea toda
la costa Pacífica, a excepción de la barra de playa; son los más ricos y productivos de
la región por su alto contenido de materia orgánica. Están dispuestos en depresiones
generalmente cubiertas por manglares y deltas formados por las corrientes marinas
y la salida de los ríos al mar. Por la dificultad que implica adecuar estos suelos para
las prácticas agrarias, su aptitud predominante se relaciona con actividades turísticas
y recreacionales, refugio de fauna silvestre y conservación del paisaje natural.

Los suelos de planifice aluvial ocupan zonas transversales y paralelas sobre


geoformas modeladas por la actividad fluvial de los ríos que cruzan el Andén Pacífico.
En las áreas aluviales más altas y bien drenadas se encuentran suelos
moderadamente profundos que se utilizan en ganadería y en cultivos tradicionales de
tipo comercial y de subsistencia.

Los suelos de colinas y serranías predominan en la región. Se caracterizan por ser muy
superficiales, ácidos, lixiviados, de escasa a muy baja fertilidad y susceptibles a la erosión. Su
vocación es principalmente forestal. Se destacan los suelos de las serranías de Baudó, Los
Saltos y Darién en el Pacífico norte.

Debido a los limitantes que presenta el medio biofísico de la región (exceso de


humedad y baja fertilidad de los suelos), la agricultura mecanizada y la actividad
extensiva se reducen a pequeñas áreas que presentan condiciones favorables para
su desarrollo: valle de los ríos Juradó, Calima, Dagua, Mira y la planicie central del
Atrato.
El recurso humano influye decididamente en la organización, ocupación y desarrollo
socio-espacial, sociocultural y económico de la región, caracterizado por la presencia
de una población dominantemente negra e indígena, emplazada a lo largo de
caseríos de poca importancia o simplemente dispersos. En el Chocó, por ejemplo, la
población está emplazada a lo largo de los ríos Atrato y San Juan, sobre la franja
costera, en tanto que hacia el sur de la región, la población se dispone a lo largo de
las vías que llevan generalmente una dirección transversal.

La existencia de centros urbanos de alguna significación se reduce a sólo tres:


Buenaventura, Tumaco y Quibdó, los cuales constituyen, por ahora, los potenciales
polos de desarrollo regional. La movilidad espacial intrarregional de la población es
mínima, dada la nula jerarquía urbana de la mayoría de los núcleos poblacionales. La
dinámica espacial se da principalmente alrededor de la relocalización de los
emplazamientos humanos sobre las mismas márgenes de los ríos y la migración
hacia otras regiones.

En cuanto a los recursos pesqueros, constituyen otro de los potenciales para el


desarrollo de la región, especialmente los recursos fluviomarinos y marinos de la
parte sur del litoral, donde se concentra la mayor productividad, asociada a la
existencia de grandes extensiones de manglares y al aporte de nutrientes de los ríos.
La pesca fluvial presenta el mayor potencial en los ríos Atrato y Baudó.

La explotación pesquera presenta, en el Pacífico, dos sistemas diferentes: artesanal e


industrial. El sistema artesanal se realiza en condiciones rudimentarias y
desfavorables para el bienestar de los pescadores: embarcaciones e instrumentos
inadecuados, infraestructura de conservación, transformación, transporte y
mercadeo deficientes, hechos que se relacionan con el estado de marginación en que
se encuentra la región. Sin embargo, la pesca artesanal contribuye a aliviar, en gran
medida, las graves condiciones sociales imperantes en la región, razón por la cual su
desarrollo merece un mayor y rápido impulso.

La pesca industrial, orientada especialmente hacia los mercados internacionales, se


manifiesta principalmente en la industria camaronera, atunera, de langostinos, de
harina de pescado, conservas (enlatados) e industrias de especies blancas.
Actualmente la industria camaronera es la más importante actividad a nivel
empresarial, sus factorías se localizan en áreas marginadas, como Buenaventura,
Tumaco y Guapí en donde, además, constituyen alternativas de solución al
desempleo.

En general, la principal restricción de la actividad pesquera se relaciona con la


carencia de infraestructura física: vías de comunicación, facilidades portuarias y
energía eléctrica, situación que afecta negativamente los procesos de acopio,
conservación, procesamiento, comercialización y producción pesquera.

Otra potencialidad de la región son sus recursos mineros: auríferos, platiníferos,


carboníferos y de metales básicos aún no explotados. Los principales minerales
explotados son el oro, la plata y el platino, especialmente en la zona comprendida
entre Quibdó, Istmina, Andagoya, Condoto y Sipí (Chocó) y en el área circunvecina a
Barbacoas (Nariño); áreas sometidas a un proceso de degradación que se remonta a
épocas precolombinas.
La disposición geográfica de los sectores mineros ha incidido en la concentración
estacional de un gran volumen de población que, en contraste con la riqueza minera
existente, presenta condiciones socioeconómicas muy precarias, con niveles de
educación, salubridad y nutrición muy bajos. Estas condiciones se asocian con la
minería artesanal tradicional, la cual se desarrolla bajo un sistema de explotación
incapaz de generar las condiciones necesarias de bienestar social y desarrollo
regional. Es un sistema que se caracteriza por la falta de capital, procedimientos
rudimentarios (mazamorreo) y la existencia de un gran número de intermediarios o
comerciantes que dan crédito a los mineros para luego comprarles el oro obtenido a
menor precio.

Otro sistema de explotación lo constituye la minería de aluvión por bombeo (motobombas) y


dragado, éste último realizado por compañías mineras, generalmente extranjeras. El impacto
ambiental de este sistema de explotación sobre el entorno es mucho más perjudicial con
respecto al artesanal, pues conduce al desarrollo de graves procesos y de desertización, sólo
recuperables a muy alto costo económico.

El Pacífico colombiano dispone, también, de otro potencial para su desarrollo: el


recurso turístico, representado por sus atractivos paisajísticos, culturales y
científicos. Se destacan, entre otros, bahía Cupica, bahía Solano, ensenada de Utría,
cabo Corrientes, delta del río San Juan, bahía Málaga, isla Gorgona, algunas
microplayas de Juradó (Cabo Marzo), Buenaventura, Merizalde, Guapí, Salahonda y
Tumaco. Sobresalen, igualmente, numerosas islas, pilas y chorreras de agua dulce.
En la actualidad no existe suficiente infraestructura para promover el
aprovechamiento turístico de estos atractivos naturales, ni el estímulo adecuado para
que se genere un turismo ecológico y científico en los actuales Parques Nacionales
Naturales y Areas de Conservación, como son el parque de Sanquianga al sur, katíos
al norte, Utría en la parte central del litoral y las islas Gorgona y Malpelo.

En síntesis, la región posee condiciones y recursos naturales que favorecen su


desarrollo. La excesiva humedad y correlativa pobreza de los suelos, que son sus
principales limitantes naturales, no representan obstáculos decisivos para este
desarrollo, como sí lo son el aislamiento al cual está sometida la región, la ausencia
de la infraestructura de transporte y de producción y los servicios básicos
indispensables para el bienestar de la población.

Objetivos y estrategias para una política de ordenamiento territorial


del Pacífico colombiano

Objetivos

El ordenamiento territorial, como política de desarrollo integral concebida a largo


plazo (20 a 30 años), busca orientar la ocupación, transformación y utilización de los
espacios geográficos, con el fin de armonizar y optimizar su aprovechamiento,
teniendo en cuenta las potencialidades y restricciones biofísicas, socio-economicas y
de integración espacio-funcional, así como los intereses de los actores sociales del
territorio considerado. Todo ello guiado por principios de desarrollo sustentable y
valoración del medio ambiente, integración funcional-espacial y elevación de la
calidad de vida

En términos generales, una política ordenadora para la región del Pacífico debe
contemplar los siguientes objetivos:
• Promover el conocimiento del espacio geográfico regional, mediante la
investigación científica y la utilización de estos conocimientos en el uso eficaz del
territorio.

• Detener, estabilizar y reorientar los proceso de intervención espontánea y


descontrolada de la región y ordenar las áreas actualmente ocupadas, con base en
escenarios alternativos de asentamiento y aprovechamiento que integren sus
aspectos biofísicos, socio-económicos, culturales y de protección ambiental.

• Conservar y manejar en forma integral el medio biofísico y la biodiversidad de la


región, como fuente potencial de desarrollo nacional y regional, como banco genético
y como elemento esencial de la calidad del medio ambiente.

• Preservar las culturas indígenas que habitan en la región, en términos de su


autodeterminación e integración a la nacionalidad.

• Instrumentar y operacionalizar el proceso de descentralización administrativa,


mediante la participación de las comunidades locales en la gestión del gobierno
encaminada a ordenar el territorio.

Estrategias de ordenamiento

Las estrategias de ordenamiento constituyen un conjunto coherente de políticas,


líneas de acción, proyectos y medios instrumentales que guían la formulación del
Plan de Ordenamiento. Tales estrategias se derivan de los problemas y desequilibrios
identificados en la diagnosis situacional que ese plan pretenda corregir.

En este sentido, el diagnóstico situacional de la región del Pacífico colombiano


permite identificar un área desarticulada tanto intra como interregionalmente, con un
desarrollo desequilibrado y sin manejo ambiental, en el cual sobresale el uso del
territorio alejado de su vocación y sin relación coherente con la localización y
disponibilidad de los recursos naturales. Así mismo, presenta un desarrollo urbano
desfavorable cuya característica principal es el crecimiento macrocefálico del puerto
de Buenaventura.

Con base en la situación anteriormente expuesta, el ordenamiento territorial de la


región del Pacífico debe involucrar estrategias esenciales: de desarrollo sostenido y
conservación ambiental; de integración funcional-espacial; mecanismos económicos
y sociales.

Desarrollo sostenido y conservación ambiental

El desarrollo sostenido, como estrategia de ordenamiento territorial, hace énfasis en


la sustentabilidad de los sistemas de producción en función tanto del
aprovechamiento racional de los recursos o base natural regional (agua, bosques,
recursos mineros, pesqueros, suelos, etc.) como del mejoramiento del bienestar
social. Tal propósito enfrenta un dilema: la obtención de una alta productividad y una
elevada rentabilidad a corto plazo, acompañada de efectos degradativos del medio
natural y social, o una rentabilidad menor y a más largo plazo con menores impactos
sociales y ambientales. El desarrollo sostenido lleva implícita la segunda opción. Sin
embargo, la lógica de reproducción del capital está asociada a la primera (Pombo, et.
al, 1990: 246).

El desarrollo sostenido podría basarse en una sola exigencia: que se evite alcanzar
los niveles en que los usos inadecuados, la sobreexplotación o la contaminación
ponga en peligro la oferta de los ecosistemas para la producción y disminuyan la
calidad de la vida de la población involucrada (Pombo, et. al., 1990: 246). Si se toma
como principio fundamental que la sostenibilidad de la explotación de un recurso
natural depende de la posibilidad de que el recurso conserve sus procesos de
automantenimiento y autorregulación, puede decirse entonces que los sistemas
productivos de la región del Pacífico, con sus actuales condiciones de manejo
ecológico, tecnológico y económico, no son sostenibles a largo plazo. Es el caso de la
explotación forestal, especialmente la del manglar, de la producción minera y
pesquera.

En consecuencia, la estrategia de desarrollo sostenido tiene que ver con las políticas
de producción, conservación, protección y recuperación de las fuentes de recursos
naturales. El nuevo orden territorial que se proyecte para el pacífico debe definir
claramente las áreas de manejo con un uso asignado en correspondencia con las
necesidades socioeconómicas, la vocación de los suelos y la preservación de la
calidad del medio ambiente (procesos ecológicos, diversidad genética). Se definirán
áreas específicas de preservación, protección, recuperación, producción
acompañadas de sistemas eficaces de control y vigilancia para hacer cumplir las
normas que se señalen.

Los escenarios, por su parte, se deben definir de manera concertada con los actores
sociales para lograr su participación activa y respeto por los usos asignados y
normas pertinentes.

En el caso de las áreas o unidades forestales establecidas como protectoras-


productoras se tendrán que determinar las técnicas más apropiadas para la
utilización del bosque procurando siempre su restablecimiento con prácticas de
regeneración natural y/o artificial y, en algunos casos, mediante sistemas
agrosilviculturales. Se tratará de lograr el máximo beneficio económico y social para
las poblaciones indígenas y campesinas, cuya base productiva o de subsistencia se
derive del aprovechamiento forestal.

En el caso de las áreas destinadas al aprovechamiento de los recursos pesqueros


(tanto continentales como marítimos), de los recursos mineros y turísticos, se deberá
controlar rigurosamente la racionalidad de su aprovechamiento para evitar los
efectos degradantes de estas actividades.

Integración funcional-espacial

El impulso a la integración funcional-espacial, como otra de las estrategias de


ordenamiento territorial, consiste en obtener una mejor y mayor integración e
interrelación entre las estructuras productivas y socio-culturales de una región; esto,
a través de una intervención decidida en la organización del espacio regional que
permita promover modificaciones en la estructura productiva y social. El desarrollo
de los sistemas de transporte y de centros urbanos dinamizadores constituyen los
pilares de esta estrategia.

No hay duda de que la ausencia de medios de transporte y comunicación


constituyen, quizás, el principal problema de la región para su desarrollo económico,
social y urbano; esta situación se explica, en gran medida, por las inmensas
dificultades y limitantes que presenta el medio geográfico para su adecuación (ríos,
pantanos, ciénagas, caños, bosques y abundantes precipitaciones) e inversión en
obras de infraestructura vial, portuaria, que de por sí implican costos muy elevados;
a esta situación se suma la falta de recursos propios y el bajo presupuesto nacional
que reciben los municipios y departamentos de la región para invertir en obras
públicas; a lo anterior se agrega la escasa densidad de la población, la reducida
especialización de los productos, la dispersión de la población a lo largo de los ríos y,
en consecuencia, el poco movimiento económico intrarregional.

El Plan de Ordenamiento Territorial del Pacífico debe tratar de resolver estos


problemas de funcionalidad espacial y para ello cuenta con los diagnósticos que
sobre la región ha realizado el Departamento Nacional de Planeación -DNP- y las
corporaciones regionales. En este sentido, se han propuesto (DNP, 1983) diversas
alternativas de acción entre las que se destacan:

• Integración entre los sistemas de transporte fluvial, marítimo y terrestre.

• Construcción de instalaciones portuarias en áreas cuyas condiciones físicas y


beneficios sociales y económicos lo permitan.

• Conformación de una flota de cabotaje que preste servicio permanente de


transporte de pasajeros y carga a lo largo del litoral, complementado con el
desarrollo de centros de acopio.

• Adecuación y canalización de esteros en el litoral, lo que aumentaría la velocidad


del transporte interregional, reduciría los costos de acceso y mejoraría los sistemas
de mercadeo.

• Construcción de las carreteras y caminos que mejoren el acceso y promuevan el


crecimiento de áreas urbanas dinamizadoras de la región, alternas a Buenaventura,
Tumaco y Quibdó, tales como, Guapí, Istmina y Bahía Solano, entre otras.
Continuidad en la construcción de vías de apertura económica, como la carretera
Panamericana, la transversal Cúcuta - Puerto Berrío –Medellín - Bahía Solano y los
canales interoceánicos Atrato - San Juan o Atrato - Truandó; estas obras, sin duda,
constituyen instrumentos muy importantes para mejorar la integración funcional-
espacial del Pacífico chocoano e inducir su desarrollo.

Estrategias económicas

Las acciones relacionadas con el desarrollo sostenible y la integración funcional-


espacial deben ser complementadas con otras de tipo económico y social, para el
logro del objetivo ordenador. Dentro de las acciones económicas que se han
planteado en algunos estudios (DNP, 1983) se destacan:
• Mejorar la oferta de energía eléctrica mediante la ampliación de las líneas de
transmisión existentes, construcción de microcentrales, así como el mantener y
mejorar la actual infraestructura, de modo que se dote de este servicio esencial a las
áreas de manejos carentes del mismo.

• Cuantificar y clasificar el potencial económico forestal de la región y evaluar la


actividad extractiva forestal mecanizada de los bosques de colinas bajas, así como
elaborar planes de manejo y explotación del bosque de guandal, natal y manglar.

• Modernizar los procesos de producción maderera; suministrar crédito y asistencia


técnica; apoyar la comercialización e impulsar las organizaciones comunitarias y de
cooperación.

• Fomentar la formación de pequeñas y medianas empresas asociativas de pesca


artesanal en las comunidades tradicionalmente pesqueras, complementada con una
adecuada infraestructura de conservación y crédito.

• Fomentar el cultivo de camarones y langostinos mediante el adiestramiento de los


pescadores artesanales y el establecimiento de centros de cría.

• Explorar y determinar el potencial minero de la región, especialmente en aquellas


áreas reconocidas como de alto prospecto.

• Fortalecer y controlar la pequeña minería de aluvión, mediante el uso de métodos


adecuados y avanzados de extracción, el fomento de agrupaciones mineras
organizativas y el suministro de servicios de asistencia técnica; igualmente capacitar
a todas las comunidades mineras, ofrecerles facilidad al crédito y controlar los
efectos ambientales que esta actividad produzca.

• Promover y mejorar las prácticas silvopastoriles y culturales, con apoyo del servicio
de crédito y de asistencia técnica, a grupos asociativos involucrados en la producción
agropecuaria y en las áreas donde esta actividad es potencialmente productiva; esto
con el propósito de mejorar el abastecimiento de alimentos en la región.

• Fomentar la producción de excedentes comerciales para las explotaciones agrícolas


que hoy día muestran la mayor rentabilidad; esto mediante el fomento de la
agricultura multiestrata, acorde con la fragilidad del medio a los cultivos limpios, la
tecnificación, la ampliación y adecuación de tierras agrícolas y el aumento de la
productividad por hectárea de productos, como chontaduro, plátano, caña de azúcar,
arroz, frutales, cocotero, palma africana, cacao y palmitos; en el sector pecuario
fomentar la cría y levante de cerdos.

• Adelantar un programa de titulación de predios agrícolas y resguardos indígenas,


de modo que todos los grupos sociales puedan tener acceso a la tierra y al crédito y
a la asistencia técnica.

• Estimular el desarrollo de actividades turísticas, especialmente de playa y de tipo ecológico,


mediante la dotación de una infraestructura apropiada que realce la calidad de sus bellezas
escénicas.

Estrategias sociales
Las estrategias sociales son un complemento de las acciones anteriores para lograr
una planificación integrada de la región. Estas se relacionan principalmente con el
desarrollo de un modelo educativo ajustado al medio ecológico y cultural del Pacífico,
que promueva un comportamiento solidario frente a la preservación del medio
ambiente, la participación en los planes de desarrollo y el aprovechamiento eficaz de
los recursos naturales; con el mejoramiento de la cobertura, eficiencia y calidad de
los servicios básicos, de salud y de vivienda, así como, también mediante el respeto
por la cultura indígena y el derecho que ésta tiene a usufructuar las áreas
delimitadas por los resguardos.

El mejoramiento del equipamiento de los centros urbanos y el reequilibrio de la


actual estructura espacial urbana y de transporte, constituyen, igualmente, acciones
esenciales para mejorar la calidad de la vida de la población.

Unidades de manejo: una aproximación

La identificación, delimitación y caracterización de unidades de manejo es un


procedimiento clave dentro de los estudios de ordenamiento territorial. Estas
unidades resultan del examen de los diversos componentes bio-físicos, socio-
económicos, espacio-funcionales y político-administrativos que interactúan en el
territorio. Con base en este análisis se ha logrado una aproximación a estas unidades
en la región del Pacífico colombiano como referencia previa para los nuevos estudios
que requiere el ordenamiento territorial; ellas son el resultado del conocimiento
aplicado que se tiene de la región, obtenido a través de los estudios que ha realizado
el IGAC y del manejo de la metodología requerida para estos fines; la identificación y
delimitación más precisa de esas unidades necesita una diagnosis situacional mucho
más rigurosa.

En el mapa y cuadro-matriz que sigue a continuación se presentan 18 unidades con sus


respectivos componentes, como documento inicial de trabajo, sujeto a próximos ajustes o
redefiniciones en función de los estudios complementarios requeridos.

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Pombo, Diana et. al. 1990. Perfil ambiental de Colombia, Bogotá, Editorial Escala.

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