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México: Economía, política y sociedad.

Prof. Tomás Bernal Alanís


Ensayo: El llano en llamas, Juan Rulfo)
Nombre: María José Suazo Sánchez

De los ranchos bajaba la gente a los pueblos, la gente de los pueblos se iba a
las ciudades. En las ciudades la gente se perdía, se disolvía entre gente.

Juan Rulfo, El llano en llamas.

El Llano en llamas, es una antología de cuentos convertida en un clásico mexicano


a lo largo de los años, todos los cuentos que la conforman, reflejan de algún modo
a la sociedad mexicana y su tan estrecho vínculo con la Revolución, las 17 historias
diferentes, sin embargo, esencialmente iguales.

Las historias, son un claro reflejo de lo que había detrás el gran movimiento
revolucionario, la miseria, la desdicha, la desigualdad, el poder de unos cuantos, la
muerte siempre al acecho, el crimen, el infortunio, la pobreza, la indigencia y un
largo etcétera, como siempre.

La mayor parte de la población no participo activamente en el movimiento


revolucionario, se encontraban en la periferia, pero era a los que más afectaba la
movilización, cosa que no era importante para aquellos que luchaban por el poder.

En la antología, muchos de los cuentos relatan el problema del reparto agrario,


la pelea por las tierras o el estado inutilizable de algunas de estas, lo que,
recalcando el párrafo anterior, afectaba en sobremanera el bienestar de la gente, el
campo se desplomaba.

La felicidad y el gozo que reinaba al país después de la insurrección, eran solo


una fachada para que la gente creyera que de verdad estaban bien, cuando si
volteaban a ver a su vecino, padecía de todo menos alegría.

Por otro lado la población crecía, al igual que (contraponiéndose) la producción.


Algunas tierras no servían, otras prosperaban enormemente.
A comparación con otros tantos textos, Rulfo no narraba la Revolución como
tal, sino que trataba de reflejar la vida del mexicano, si no la vida de estos con base
en el movimiento. En su obra retrata al mexicano como un ser miserable sin
esperanza, cansado de luchar.

Dentro de los cuentos también hay una fuerte influencia mística y religiosa que
siempre ha caracterizado al mexicano promedio, esas supersticiones que no son
más que un reflejo del miedo a lo desconocido, o buscar el cobijo de un ente superior
que se cree ayudara a recibir estos problemas, o al menos da la sensación de ese
impulso que las personas necesitan para seguir adelante.

Estas creencias guían la mayoría del actuar de las personas, incluso cuando se
contrapone con la casi nula estima para con la vida humana. Práctica común
durante la Revolución y aquellos tiempos en todas partes de la nación, donde matar
a alguien no representaba la más mínima preocupación en el ejecutor.

Mi historia favorita de la antología, fue sin duda Luvina, el cuento más misterioso
de todos. El clima del pueblo es frio, y la apariencia de este es blanca por la piedra
que ahí hay, en contraste con al aire “negro” y pesado que reinaba en el cerro, así
como la tristeza.

Este cuento es el claro reflejo de lo que quería representar el autor en todos y


cada uno de ellos, la desolación que vivían los pueblos más alejados de las grandes
urbes en desarrollo y la tristeza que reinaba en las personas, en las familias que
tantos perdieron por la guerra y los fuegos cruzados, y el arraigo de las creencias
religiosas y místicas (en el caso de Luvina, la razón por la que no querían olvidar el
pueblo era que no querían dejar a sus muertos atrás, creyendo que ahí estaban y
ellos necesitaban cuidarlos) que aún no se han podido perder, ni se perderán.

Es por esta principal razón que esta obra es un clásico para la literatura
mexicana, latinoamericana, y a mi parecer mundial, un total reflejo de la vida
posrevolucionaria, la Revolución siendo el telón de fondo, escondido para ser
encontrado, implícito en la sociedad aun hoy en día.

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