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I

PROPóSITO
PROPÓS/rO DE ESTA 7A?DRODDCC/Ó,V
INTRODUCCIÓN ^ A L.Y.S'
LAS CIENCIAS
C7ENC/^5
DEL EEP/R/Y
Z)EL ESPíRITU
iY

A PARTIR DE las famosas obras de Bacon, los escritos que se ocupan de los
PARTIR DE
fundamentos y métodos de las ciencias de la naturaleza e introducen, de
este modo, en el estudio de ellas, han sido redactados en su mayoría por
sus propios investigadores, y los más conocidos entre todos son los trabajmtrabajos
Pareja necesidad se dej6
de Sir John Herschel. Pareja. dejó sentir entre los que se ocu-
ocu­
paban de historia, de política, de jurisprudencia, de economía política, de
teología, de literntura,
literatura, de arte. Parece que las necesidades de los que se
dedican a esas ciencías
ciencias son distintas de las necesidades ·prácticas de la socie-
necesidades'prácticas socie­
dad, su finalidad otra que la formaci6n
formación profesional, que sirve a la sociedad
para que ésta dote a sus 6rganos
órganos directivos de los conocimientos adecuados
a sus tareas. Sin embargo, semejante formaci6n
formación profesional podrá capacitar a
los individuos para rendimientos destacados sólo en la medida en que trans- trans­
ponga los límites de la formación estrictamente técnica. La sociedad se
puede comparar a una gran máquina en movimiento, mantenida en él por
los servicios de numerosas personas: quien se halle provisto tan sólo de la
técnica de su profesión se encontrará, por muy bien que la posea, en la si- si­
tuación de un trabajador que durante toda su vida se ocupa en un solo punto
de esa gran máquina,'
máquina, desconociendo las fuerzas que la ponen en movimien­
movimien-
to y sin tener idea de las otras partes del ingenio y de su cooperación en el
fin total.
tota!. Será un servicial instrumento de la sociedad pero no un 6rgano órgano
que la plasme conscientemente. Ojalá esta introducci()n
introducción facilite a los polí­
polí-
ticos y juristas, a los teólogos y pedagogos la tarea de conocer la relación
que guardan los principios y reglas que les inspiran con- la realidad más
con-la
amplia de la sociedad humana, a la que, en definitiva, está dedicado el traba­
traba-
jo de su vida, desde el punto particular en que actúan.
Por la naturaleza misma del objeto, los conocimientos necesarios para
resolver la tarea
tarca propuesta tienen que llegar hasta esas verdades que es
menester poner en la base tanto del conocimiento de la naturaleza como
del mundo histérico-social.
hist6rico-social. Esta tarea, que se funda en las necesidades de la
vida práctica, tropieza al ser considerada de ese modo con un problema
que afecta a la situación de la teoría pura.
Las ciencias que tienen por objeto la realidad histórico-social buscan
con mayor rigor que antes su conexión recíproca y su fundamento. Em- Em­
pujan en esta dirección, junto con las causas que obedecen al estado ,de de cada
ciencia positiva particular, poderosos impulsos que provienen de la.-; las con-
ll
11
1L
i/ CONEXrÓN
C Y FU
tW E X rÓ N Y FUNDAMENTOS
H D A A ÍEN TO S

mociones experimentadas por la ia sociedad desde la )a Revolución francesa. E! El


fuerzas que rigen la sociedad, de las
conocimiento de las fuer.tas Las causas que han
producido sus conmociones, de sus recursos para un progreso sano, todo
esto se ha convertido en una cuestión vital vitaL para nuestra civilización,
civiLización. Por
eso va creciendo 1a La importancia de las
Las ciencias de laLa sociedad frente a fasLas
ciencias de laLa naturaleza; con las
Las grandes dimensiones de nuestra vida mo- mo­
derna, se está verificando un viraje del
deL interés científico similar
simitar al
aL que tuvo
lugar
Lugar en las sigtos v y 1v
Las pequeñas ciudades griegas en los siglos !v antes de Cristo,
tos cambios operados en esta sociedad de estados acarrearon las
cuando los Las
teorías negativas del Los sofistas y,
deL derecho natural de los v, frente a ellas,
eHas, los
Los tra-
tra­
bajos de la
La escuela socrática acerca del
deL estado.
11
u

LAS CIENCIAS
L/ÍS C/ENC7/1.S' DEL EEFfR/TD CCLV.STVrLTE/V UN
ESPIRITU CONSTITUYEN DA/ TODO
^DTÓNOAÍO FRENTE ^
AUTÓNOMO L/iS CIENCIAS
A LAS C/ENC/^S
LA AL4TD/MLEZ/1
DE L^ NATURALEZA

EL CONJUNTO
CONJUNTO DE DE las
ias ciencias que tienen por objeto la !a realidad histórico-
social ]o
lo abarcamos en esta obra bajo el e! título
títuio de "ciencias del espíritu".
Sólo en el curso de la obra podrá ser explicado y fundado el concepto de
estas ciencias, en cuya virtud constituyen un todo, y la delimitación de este
frente a las ciencias de la naturaleza; así que por ahora nos limitaremos a fijar
el sentido en que vamos a emplear esa expresión y a referirnos provisional­
provisional-
menté
mente al a! complejo de hechos en que se apoya la delimitación de semejante
todo unitario de las ciencias del espíritu frente a las ciencias de la naturaleza.
El ]enguaje
lenguaje corriente entiende por ciencia un conjunto de proposicione!>
proposiciones
cuyos elementos son conceptos, completamente determinados, constantes y
de validez universal en todo el contexto men_tªl, mental, cuyos enlaces se hallan
finalmente, las·
fundados, y en el que, fina1merrte, las partes se encuentran entrelazadas en
un todo a los fines de la comunicación, ya sea porque C!).~Se con ese todo se piensa
~-
por enter~ una~rte Jnt~gr~te _de__ l;i
entero una^partejntegrante la _realidad
realidad o se regula una-rama de la
una..rama .de
ac~l!_ijii'.ina.
actividad qüm^na. Designamos, por lo tanto, con la expresión ciencia, todo
complejo de hechos espirituales en que se dan )as
romplejo las indicadas características
y que, por lo _1?ener:1l,
genera!, suele llevar tal nombre: así fijamos el ámbito de nue.- nues­
tra tarea de un modo provisional. Estos hechos espirituales que se han des- des­
arrollado en el hombre históricamente y a los que el uso común del lenguaje
conoce como ciencias del hombre, de la historia, de la sociedad, constitu- constitu­
yen la realidad que nosotros tratamos, no de dominar, sino de comprender
previamente., El método empírico exige que la cuestión del valor de los di-
previamente^ di­
versos procedimientos de que el pensamiento se sirve para resolver sus tareas
se decida histórico-críticamente
histérico-críticamente dentro del cuerpo de esas mismas ciencia.'>,
ciencias,
y que se esclarezca mediante la consideración de ese gran proceso cuyo su- su­
jeto es la humanidad misma la naturaleza del saber y del conocer en este do- do­
minio. Semejante método se halla en oposíción
oposición con otro que recientemente
se practica con excesiva frecuencia por los llamados positivistas, y que con- con­
siste en deducir el concepto de ciencia de la determinación conceptual del
saber obtenida en el trabajo de las ciencias de la naturaleza, resolviendo luego
con ese patrón qué actividades intelectuales merecerán el nombre y el rango
de ciencia. Así algunos, partiendo de un concepto arbitrario del saber, han
negado el rango de ciencia, con innegable miopía, a la historiografía prac­ prac-
ticada por los más grandes maestros; otros, han creído pertinente transfor- uansfor-
13
,- 14
)4 C O N EX IÓ N Y FUNDAMENTOS
CONEXIÓN FU N D A M E N T O S

mar en un conocimiento acerca de la realidad aquellas ciencias que tienen


·' como fundamento suyo imperativos y no juicios acerca de la realidad.
, El
E l complejo de hechos espirituales que cae bajo este concepto de cien- cien­
cia se suele dividir en dos miembros de los que uno lleva el nombre ele de
"ciencias de la naturaleza"; para el otro miembro, lo que es bastante sor- sor­
prendente, no existe una designación común reconocida. Me adhiero a la
terminología de aquellos pensadores que denominan a esta otra mitad del
globus Í1ltellectualis "ciencias del espíritu". Por un lado, esta designación
se ha hecho bastante ~eneral
general y comprensible gracias también en gran parte
Lógica de John Stuart MiU.
a la popularidad de la Lóg/rc Mili. Por otro, parece ser la
expresión menos inadecuada, si se la compara con las que tenemos a elegir.
Expresa de manera muy imperfecta et el objeto de este estudio. Pues en él
no se haUan
hallan separados los hechos de la vida espiritual de la unidad psico-
física de vida que es la naturalc7~"J
naturaleza humana:
humana. Una teoría que pretende descu- descu­
brir y analizar los hechos histórico-sociales no puede prescindir de esa
totalidad de la naturaleza humana y limitarse a lo espiritual. Pero la expre- expre­
sión participa en este defecto con todas las que han sido empleadas; ciencia
dtda
de la sociedad (sociología), ciencias morales, históricas, de )a la cultura: todas
estas denominaciones padecen del mismo defecto, el de ser demasiado es- es­
trechas respecto al objeto que tratan de señalar. Y el nombre escogido por
nosotros tiene por lo menos la ventaja de dibujar adecuadamente _el eí círculo
de hechos centrales a partir dcI de! cual se ha ,·erificado
verificado en la realidad la vi-vi­
sión de la unidad de estas ciencias, se les·les" ha fijado su ámbito y se las ha
demarcado, si bien imperfectamente, con respecto a las ciencias de la na- na­
turaleza.
La razón por la cual ha nacido la !a costumbre de separar en unidad estas
ciencias de las de la naturaleza encuentra sus raíces en las honduras y en, en. la
totalidad de la autoconciencia humana. Sin estar alertad? alertado todavía por las
investigaciones acerca del origen de lo espiritual, el hombre ,encuentra
encuentra en
esta autoconciencia una soberanía de la voluntad, una responsabilidad de
las acciones, una capacidad de someterlo todo al pensamiento y de resistir
a todo dentro del castillo de la persona, con lo cual se diferencia de la natu- natu­
raleza toda. De hecho, se encuentra dentro de ésta, para emplear una expre- expre­
Spinoza, como un imperitmt
sión de Spinoia, wzperww inw imperío. 1 Y Y como para el él existe
únicamente lo que es hecho de su conciencia, en la independencia de este
mundo espiritual, que actúa en él antónomamente,
autónomamente, se halla todo valor, todo
fin de la vida, y en la creación de hechos espirituales toda la meta de sus

1i Con Con
muchamucha
genialid~d
genialidad expresa
expresa PascalPasca!
este este sentimiento
sentimiento vital:vital: Pernees,
Peruécs, Art. Art.
1, I.
Toutes eef miseres
7"oater ce1 prouvent M
Mweref prpMveKf sa f{Tttnd~'Ur.
gw deztr. Ce romt
sant miseres
Tnírerer de grl11ld
gnmd seigneur,
reignetír, miseres
rwirezer
d'un roí dépo:rrédé.
¿Ptín roi Nour ;rvo'IU
dépcrrédé. (3) Aowr jt'oMr une si grande idée
Mne r: idee de l',Jme
Pdwe de l'bomme,
P/jowmte, que
¿y«e nous
nottr
ne poafPTM
pouvons MMffn'r
souffrir d'en
d'ew etre wépfúér,
méprisés, etef de n'etre pas dans
n'eíre par d^rw l'estime
/'ertiwe á'une ame.
tfM7te <&ne. (5)
(3)
fOewwer, Paris,
(Oeuvres, París, 1866,
I8&S, 1,
t, 248, 249).
A U T O N O M ÍA DE J,AS
AUTONOMÍA LAS CIENCIAS
C tE N C iA S VEL
p E E ESPÍRITU
E S P Ím T U 15
¡3

acciones. Así, separa del reino de la naturaleza un reino de la historia en el


cual, en medio de la trabazón de una necesidad objetiva, que es lo que
constituye la naturaleza, chispea la libertad por innumerables puntos; sepa- sepa­
ra los hechos de la voluntad que, en contraposición con el curso mecánico de
los cambios naturales, que ya contiene en principio todo lo que sucede, pro­ pro-
ducen en verdad, con su derroche de fuerza y su sacrificio, de cuya impor- impor­
tancia se da cuenta el individuo de un modo efectivo en su propia expe-
tanda expe­
riencia, algo realmente nuevo y originan un desarrollo en la persona y y en
la humanidad: por encima de la vacía y yerma repetición en la conciencia
del curso natural, en cuya idea, convertida en el ideal del progreso históri­ históri-
co, parecen encontrar su delicia los fetichistas del de! progreso intelectual.
La época metafísica, para la que esta diferencia en las razones explica-explica­
tivas se presentó en seguida como una diferencia sustancial en la articula- articula­
ción objetiva de la conexión cósmica, ha luchado inútilmente por obtener
y fundamentar fórmulas que sirvieran de base objetiva a esta diferencia
entre los hechos de la vida espiritual y los del curso natural. Entre todos
los cambios experimentados por la metafísica de los antiguos en el pensa~ pensa­
medievai ninguno ha tenido consecuencias mayores que el hecho
miento medieval
de que, por razón de la conexión con los movimientos religiosos y teo- teo­
lógicos, que todo lo dominaban, qne que guardaba ese pensamiento, se colocó
coiocó
en ele! centro del sistema la fijación de la diferencia entre el mundo de los
espíritus y el mundo de los cuerpos, y luego la relación de esos dos mundos
con la divinidad. La obra metafísica capital de la Edad Media, la Su11mi.1 Sznymat
de veritate
veriíafe catholicae fídei
fidei de Tomás de Aquino, traza a partir de! del libro
segundo una articulación del mundo creado en el que se distingue la e~encia esencia
( essewtia, ¿yKÍíAfi/gjJ del ser ( i:ssc),
eMewtí#, quidditas) o re), mientras que en Dios ambos son la misma
cosa;^2 en la
cosa; !a jerarquía de los seres creados señala como un miembro supremo
necesario las sustancias espirituales, que no se componen de materia y forma
sino que son per re se incorpórea!>:
incorpóreas: los ángeles; separa de ellas las sustancias
intelectuales o formas que subsisten incorpóreas pero que, para completar compietar
especie hombre), necesitan del cuerpo y desarrolla
su especie (es decir, la espec;c
en este punto una metafísica del e~pícitu espíritu humano en lucha con los filósofos
árabes, metafísica cuyas influencias se pueden seguir hasta los últimos au- .-
rores metafísicos de nuestros día...,_:
tores días;^1 separa de este mundo de sustancial>
sustancias
imperecederas aquella
aqueita parte de lo creado que encuentra su esencia en la
unión de materia y forma. Cuando llegó a dominar la ia concepción mecánica
dC:
de laia conexíim
conexión natural y la filosofía corpuscular, esta metafísica del espíritu
(psicología racional) fué fue puesta en relación con ella por otros metafísicos
destacados. Pero fraca'iÚ
fracasó todo intento de levantar una concepción so~teniblf
sostenible
de las relaciones entre el espíritu y el cuerpo sobre la base de esa teoría de
22 Summa
Sammaz c.
¿r. !{e1lt. Uccellii, Romac,
(cura UcceHü, Romae, 1879), 1, :!2, v.
t, c. 72, ,·. n, 54.
11, c. 74.
33 Lib. 11,
u, c. 46 rj.
SS.
16
16 CONEXIÓN
C Y FFUNDAMENTOS
O N EX IÓ N Y U N D A M EN TO S

las sustancias con los recursos que ofrecía la !a nueva concepción de la natu-
natu­
raleza. Cuando Descartes desarrolla, sobre la base de las propiedades claras
y distintas de los cuerpos, su idea de la naturaleza como un mecanismo
ingente y considera como constante la cantidad de movimiento contenida
en este todo, tenemos que, con el supuesto de que una sola alma engendra- engendra­
ra desde fuera movimiento en este sistema material, materia!, penetraba irremedia-
irremedia­
blemente la contradicción. Y
blctnente Y la imposibilidad de representarse una acción
de sustancias incspaciales dentro del sistema extenso no se menguó por pnr el
interacción en un punto, como si con
hecho de fijar el lugar espacial de la interacci6n
ello pudiera desaparecer la dificultaq,,
dificultar]/ l:.a
La aventurada explicación de que
la divinidad mantenía el juego de las interacciones mediante intervenciones
constantemente repetidas y la otra idea de que, más bien, Dios, como el más
excelente de los artistas, había sincronizado de tal suerte los dos relojes,
el sistema material y el mundo espiritual, que parecía que un acontecer
natural producía una sensación y un acto de voluntad un cambio en el mun- mun­
do exterior, demostraron de manera patente la incompatibilidad de la nueva
metafísica de la naturaleza con la metafísi~a
metitfísica metafísica tradicional de las sustancias
espirituales. Este problema operó como un acicate constante para la li- li­
quidación del punto de vista metafísico. Esta liquidación se llevará a cabo
por completo con el conocimiento ulterior de que la vivencia de la auto-
conciencia constituye el punto de arranque del concepto de sustancia, que
este concepto ha nacido de la adaptación de esta vivencia a las experiencias
externas llevada a cabo por el conocimiento progresivo según el principio
de razón suficiente y que, Por por lo tanto, esta teoría de las sustancias espiri-
espiri­
tuales no significa otra cosa que un retraslado del concepto, originado en
semejante metamorfosis, a la vivencia misma de donde había tomado su
origen.
En lugar de la oposición de sustancias materiales y espirituales se pre­ pre-
sent6 ,la
sentó la oposición entre el mundo exterior, el mundo de lo dado en la
sensation) y el mundo interior
percepción externa a través de los sentidos (fíeHRMwm)
que se nos ofrece primariamente por la captación interna de los acaeceres y
frefíerfio?;,). De este modo el problema adopta una
actividades psíquicos (reflectio11).
forma más modesta pero que alberga la posibilidad de ser tratado empírica- empírica­
mente. Y, Y , en presencia de los nuevos métodos mejores, se hacen valer tam- tam­
bién las mismas vivencias que en la teoría de las sustancias de la psicología
racional habían encontrado una expresión científicamente insostenible.
Para la constitución autónoma de las ciencias del espíritu basta, por de
pronto, que, desde este punto de vista crítico, se separe de esos fenómenos
que se constituyen con el material
'fUe materia! de lo!o dado en los sentidos, y sólo con este
material, mediante enlaces mentales, otro círculo de hechos que se nos dan
intema, por lo tanto, sin la cooperación
primariamente en la experiencia interna,
de los sentidos y que luego, sobre el material primariamente dado de la
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LA S CIENCIAS
C IE N C IA S DEL
D E L ESPÍRITU
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17

experiencia interna,
intema, se "configuran", por sugestión de los fenómenos natu- natu­
rales exteriores y para subordinarlos a ellos mediante un método que, tal
como opera, equivale al razonamiento por analogía. Así surge un campo
peculiar de experiencias que tiene su origen propio y su material en la
vivencia interna y que, por lo tanto, es objeto de una ciencia empírica
especial. Y mientras uno no sea capaz de afirmar que puede deducir y expli-
especia!. Y expli­
car mejor el conjunto de pasiones, figuras poéticas, meditaciones que no~- nos­
otros designamos como vida de Goethe, por medio de la estructura de su
cerebro y de las cualidades de su cuerpo, no se podrá negar la posición posiciórt
autónoma de semejante ciencia. Como lo que se nos da lo es por medio
de esta experiencia interna, y lo que tiene valor para nosotros o lo <¡ue que e~
es
un fin se nos presenta como tal en la vivencia de nuestro sentimiento y de
nuestra voluntad, resulta que en esta ciencia se hallan los principios de nues-nues­
tro conocimiento que determinan hasta qué grado la naturaleza puede existir
para nosotros, los principios de nuestra acción que explican la existencia de
fines, medios, valores en que se funda todo trato práctico con la naturaleza.
La fundación honda de la posición autónoma de las ciencias del espíritu
frente a las ciencia.-.
ciencias de fa la naturaleza, posición que constituye el centro de la
construcción de las ciencias del espíritu que ofrece esta obra, se lleva a cabo
en el1a
ella paso a paso al verificarse el análisis de la vivencia tot:11
total del mundo
espiritual en su carácter incomparable con tocia toda la experiencia scm,ible
sensible acer-
acer­
ca de la naturaleza. No hago más que aclarar un poco el problema al refe- refe­
rirme al doble sentido en el cual se pueda afirmar la incompatibilidad de dé
ambos grupos de hechos: y, a este tenor, el concepto de los límites del
conocimiento natural cobra también un significado doble.
Uno de los más destacados investigadores de la naturaleza ha tratado
de fijar estos límites en un ensayo muy discutido, y recientemente ha expli- expli­
cado con mayor detalle los límites de su ciencia.
ciencia.*4 Imaginémonos que hemos
reducido todos los cambios del mundo corpóreo a movimientos de átomo~, átomos,
originados por sus fuerzas centrales constantes, entonces conoceríamos cien-
tífico-naturalmente el cosmos. "Un "U n espíritu -de
—de ~ta
esta imagen parte Lapla-
ce-
ce— que conociera todas las fuerzas que en un determinado momento actÚan actúan
en la naturaleza y la situación recíproca de los seres de que se compone y
tuviera la capacidad suficiente para someter estos datos al análisis, compren-
compren­
dería en la misma ffórmula
6rmula los movimientos de los cuerpos celestes mayores
y de los átomos más Iigeros".
ligeros".^5 Como la inteligencia humana encuentra en
la ciencia astronómica una reproducción en pequeño de semejante espíritu,
ese conocimiento de un sistema material imaginado por Laplace Jo lo caraeteri-
caracteri­
za Du Bois-Reymond como sistema astronómico. Con esta idea podemos
4
* Bois-REYMow, Uebe,.
Emit Du Bors-REYMON1>,
Emil UrAff die
<#? Gremen
G rasen des Naturerkennenr, 1872. V.:
Jer MzíKrct%fnHf7M, V .: Die
Dtc
tkben
Iteren Weltriitsel,
WeVtrátíel, 1881.
6~ LAPLACE, EíMt
Emd nn'
JMT les París, 1814, p. 1.
íw probabilités, Parts, 3.
18
!8 CONEXl6N
C Y FFUNDAMENTOS
O N EX IÓ N Y U N OA M EN TOS

üegar a una concepción muy clara


llegar ciara de losios límites
iímites en que se encuentra apri- apri­
sionada la ia tendencia del espíritu científico natural. naturai.
Pennítaseme
Permítaseme introducir una distinción en lo !o que se refiere al ai concepto
de límites
iímites deldei conocimiento naturai natural en este tipo de consideración. :C,omo Como
la
ia realidad, como correlato de la ia experiencia, se nos da en la ia cooperacibn
cooperación
del
dei sistema de nuestros sentidos con la ia experiencia interna, la ia diferente pro- pro­
cedencia de sus partes integrantes condiciona una incomparabilidad incomparabiiidad dentro
ios elementos de nuestro cálculo
de los científico. / Excluye la
cáicuio científico., ia deducción de
hechos de determinada procedencia de los ios de otra. Así, sólo sóio por medio
de la facticidad de la
ia facticida~ ia sensación táctil,
táctii, en Ia-cual
iá"cnai experimentamos resisten­ resisten-
iiegamos desde las
cia, llegamos ias propiedades de lo io espacial a la ia representación de la ia
materia; cada uno d~ dé los
ios sentidos se haiia
halla encerrado en un círculo círcuio de cuali-cuali­
dades que Je ie es propio; y tenemos que marchar de la sensación a percatar­ percatar-
nos de los ios estados internos para tener una situación de conciencia en un
momento determinado. Por lo io tanto, no nos queda sino aceptar los ios datos
con la ia íncomparabilidad
incomparabiiidad con 9ue que se nos presentan debido a su procedencia
diferente; su facticidad. es para nosotros insondable; codo todo nuestro conoci- conoci­
miento se hallahaüa limitado
¡imitado al estabiecimiento de uniformidades en la
ai establecimiento ia sucesión
y en la ia coexistencia, con arregloarregio a las cuales
cuates se mantienen en relación según
nuestra experiencia. :Estas ¡imitaciones que radican en las
Estas son limitaciones ias condiciones
de nuestra experiencia misina, present:m en todos los puntos de la
misma, y se presentan ia
naturai. No se trata de límites
ciencia natural. iímites externos con que tropieza el ei co-
co­
nocimiento natural,
natura), sino de condiciones inmanentes de la ia experiencia misma.
La existencia de estos límites inmanentes del conocimiento no constituye
obstácuto alguno para la
obstáculo ia función del dei conocer. Si entendemos por concep- concep­
tuaron la
tuación ia transparencia piena plena en la ia captación de una conexión, estamos en
presencia de los ios límites de la conccptuacíón.
conceptuación. Y si el cálculocáicuio de ]a !a ciencia, por
ei cual
el cuai se reducen los ios cambios de la ia realidad a los movimientos de los ios átomos.
átomos,
s1.1bordina
subordina cualidades o fenómenos de conciencia, el ei hecho de la ia inderiva-
biüdad
bilidad no constituye obstáculo alguno aiguno para sus operaciones sí si esa.,;
esas cualida-
cuaiida-
des o fenómenos se le !e someten; le !e es tan imposible marchar de la ia pura
detem1inación
determinación matemática o de la ia cantidad de movimiento a un color o a
un son.ido
sonido como a un hecho de conciencia; la ia luz
!uz azul
azui result¡i
resulta tan poco expli- expli­
cada por su correspondiente m.'1mero número de vibraciones como el ei juicio negativo
mediante un hecho en el ei cerebro,
cerebro. La füicafísica handona
bandona a la ia filosofía
fiiosofía la ia expli-
expli­
cación de la cualidad sensible "azul"; ésta, que no dispone en el ei movimiento
de partícuias
partículas materiales de medio alguno aiguno para conjurar el ei azul,
azu!, abandona
ei asunto a la
el ia psicología, y ahí se queda el ei asunto. Pero en sí misma la ia
hipótesis según la ia cual
cuai las
ias cualidades surgen en el ei proceso de la ia sensación
no es, en primer lugar, tugar, más que un recurso para el ei cálculo
cáicuio que hace radicar
ios cambios de la
los ia realidad, taltai como se me dan en la ia experiencia, en una
determinada clase ciase de cambios dentro de lo io 9ue
que constituye un contenido
AUTONOMÍA
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C IE N C IA S DEL
D EL ESPÍRITU
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parcial de mi experiencia, para colocarlos


colocados en un mismo plano a los fines del
conocimiento. Si fuera posible sustituir con ciertos hechos definidos que
ocupan en la trama de la consideración mecánica natural un lugar firme
hechos de conciencia constantes y definidos, para luego poder determinar,
con arreglo al sistema de uniformidades en que se encuentran los primeros,
y en completo acuerdo con la experiencia, la presencia de los fenómenos de
·conciencia,
conciencia, en ese caso estos hechos de conciencia se hallarían coordinados
en la conexión del conocimiento natura! natural lo mismo que cualquier sonido
o color.
Pero en este punto precisamente se hace valer el e! carácter inconmensu-
inconmensu­
rable de los fenómenos materiales y espirituales en un sentido muy diferente
y se fijan al conocimiento natural límites de una naturaleza bien distinta.
La imposibilidad de derivar hechos espirituales del orden mecánico de la
naturaleza, imposibilidad que se funda en la !a diversidad de su procedencia,
no impide la acomodación de los primeros en el sistema de los últimos. Sólo
cuando las relaciones entre los hechos del mundo espiritual se muestran
'incomparables
incomparables con las uniformidades del curso natural en una fonna forma tal que
'quede
quede excluída
excluida la subordinación de los hechos espirituales a los que esta- esta­
blece el conocimiento mecánico natural, sólo entonces habremos señalado,
no los límites
limites inmanentes del conocimiento empírico, sino los límites en los
natural y
que termina el conocimiento n:.tural v comienza una ciencia autónoma del
espíritu que se estructura en tomo a su propio centro. El E l problema fun-
fun­
damental reside, por lo tanto, en fiíarfijar un determinado género de íncom-
incom-
parabilidad entre las relaciones de los hechos espirituales y las uniformi-
uniformi­
dades de los fenómenos materiales que excluya la acomodación de los pri­ pri-
meros, su consideración como propiedades o aspectos de la materia y que,
por consiguiente, debe ser algo muy diferente de la diferencia que existe
entre los diversos grupos de leyes de la materia tal como los representan la
matemática, la física, la química y la fisiología, con una relación de subor-
subor­
dinación que se desenvuelve cada vez con mayor consecuencia. Una exclu- exclu­
sión de los hechos del espíritu del plexo de la materia, sus propiedades y
leyes, supondrá siempre una objeción que se opondrá a los intentos de su- su­
bordinar las relaciones que se dan entre los hechos de un campo a las rela- rela­
ciones de los hechos del otro. Y Y esta es efectivamente la opinión que se
impone cuando se muestra la incornparabiJidad
incomparabilidad de la vida espiritual --que
—que
acusan los hechos de la autoconciencia v y de la unidad de la conciencia en
ellos, de la libertad y los d~
relación con ellos; de la vida moral
mora! que se le vinculan-
vinculan—
, con la articulación y divisibilidad espacial de la materia así como con la
necesidad mecánica que gobierna el comportamiento de cada una de sus
piftes.
partes. Tan viejos casi como la meditación rigurosa acerca de la relaci6n relación
del espíritu con la naturaleza son los intentos de fonnulaci6n
formulación de este tipo
' 20
20 CONEXIÓN
C O N E X tÓ X Y
Y FUNDAMENTOS
FU N D A M EN TO S

de inconmensurabilidad de lo !o espiritual con todo el orden natural sobre la


base de la unidad de la espontaneidad de la voluntad.
introducir en la exposición de Du Bois-Reymond
Al introducir_ Bois-Reyinond esta diferencia
entre límites inmanentes de la experiencia y límites de la subordinación de
los hechos a la conexión del conocimiento natural, los conceptos de limita-limita­
ción e inexplicabilidad reciben un sentido exactamente definible y se disipan
las dificultades que se han venido manifestando en la polémica provocada
por su obra en torno
tomo a los límites del conocimiento natura1.
natural. La existencia
de límites inmanentes de la experiencia en modo alguno decide la cuestión
acerca de la subordinación de los hechos espirituales a la conexión del co- co­
nocimiento de la materia. Si se intenta, como Hiickel
Hackel y otros investigadores
lo han intentado, establecer esta subordinación de los hechos espirituales
dentro de la conexión natural mediante la hipótesis de una vida psíquica
en los elementos de que se compone el organismo, no habrá entre estos in- in­
tentos y el conocimiento de los límites inmanentes de toda experiencia
ninguna relación de exclusión; sobre ello decide, únicamente, el segundo tipo
de investigación de los límites
limites del conocimiento natura!.
natural. Por esta razón
Bois-Reymond ha pasado a esta segunda indagación, y se ha servido
Du Ilois-Reymond
en su demostración lo mismo del argumento de la unidad de la conciencia
como del de la espontaneidad de la voluntad. Su demostración de que los
fenómenos espirituales no se pueden comprender por sus condiciones mate­ mate-
riales6
riales* se desarrolla de la siguiente manera. A pesar del conocimiento com- com­
pleto de todas las partes del sistema materia!,
material, de su posición respectiva y de
su movimiento, resulta absolutamente incomprensible cómo no habría de ser
indiferente a una colección de átomos de carbono, de hidrógeno, de nitró- nitró­
geno, de oxígeno su posición y sus movimientos. Esta inexplicabilidad de
lo espirirual
espiritual subsiste aunque equipemos a estos elementos, al estilo de las
mónadas, con una conciencia y tampoco, partiendo de esta hipótesis, se
puede explicar la conciencia unitaria del individuo."
individuo.? Ya la proposición que
6
* Comienza: ''Acerca
"Acerca de Jo;;
los límites", 4~
4* ed., p.
p, 28.
7
? 0 ¿ . cit.,
Ob. rif., 29, 30, v. Riitsd,
Rátre!, 7 ( Enigmas del Mwuefwj. Esta argumentación es,
dei universo). es.
por lo demás, concluyente cuando se atribuye, por decirlo así, asi, validez metafísica
a la mecánica atomista. Con su historia, que es aludida por Du Bois~Reymond, Bois-Reymond, se
puede comparar también la formulación que hace el clásico de la ia psicología racional,
Mendelssohn. Por ejemplo, EciMi'ftew
Schriften (Leipzig, 1880), 1, ], 277: l.1. "Todo
"T o d o lo que el
cuerpo humano tiene de diferente del de! bloque de mármol
mánnol se puede reducir a movi-movi­
miento. Ahora bien, el movimiento no es otra cosa que el cambio de lugar o situación.
vista que, con todos los cambios posibles de lugar en el mundo, por muy
Salta a la ,·ista
complicados que sean, no se obtiene ni11guna
ninguna pcrcepci6n
percepción de Clotos
estos cambios de lugar".
2. "Toda materia se compone de varias panes. partes. Si las rep.resentacíones
representaciones singulares
panes del alma, como los objetos de la naturaleza, entonces el
estuvieran aisladas en las partes
conjunto no se encontraría en ninguna ¡nne. parte. NNo o podríamos comparar las impresiones
d~
de !os
los ?iversos
diversos scn:idos,
sentidos, no podríamos enfrentar las representaciones, no podríamos per- per­
c1bu- ni conocer ninguna relación. Se ,·e,
cibir 111 ve, pues, con claridad que no sólo para el pensa-
AUTONOMÍA
A U T O N O M ÍA DE
I)E LAS
L A S CU:NCIAS
C1 EN C ÍA S DEL
D EL ESPÍRITU
E S P ÍíM T U 21
pretende demostrar encierra en la expresión "no se puede comprender''
comprender" un
doble
dob)e sentido, Jo
!o que trae como consecuencia que en la !a demostración apa-
apa­
re-zcan dos argumentos de alcall(;e
rezcan alcance muy diverso. Afirma, por un lado, que
el intento de derivar hechos espirituales a base de los cambios materiales
que en la actualidad es despreciado como materialismo burdo y sólo se pre­
((que pre-
senta.
senta con el supuesto de propiedades psíquicas en los elementos) no anula
los límites inmanentes de toda experiencia: lo cual es cierto pero nada de-de­
cide contra la subordinación del espíritu ala! conocimiento natural. Afim1a
Afirma
también que este intento tiene que fracasar ante la contradicci6n
contradicción que se ofre-
ofre­
ce entre nuestra noción de la materia y la propiedad de unidad que caracte-
caracte­
riza a nuestra conciencia. En su polémica posterior con Hackel
Hácltel añade a este
argumento otro según el cual, con semejante !.opuesto,
supuesto, se presenta otra
contradicción entre el modo como un elemento material se halla condicio-
condicio­
nado mecánicamente dentro de la trabazón natural y la vivencia de la es- es­
pontaneidad de la voluntad; una "voluntad" que ((en en los elementos mate-
mate­
riales) "debe querer, quiera o no quiera, y, precisamente, en proporción
directa del producto de las masas e indirecta del cuadrado de las distancias",
una contradicción in
es ana adjcto.s8
m adjeto.

miento, sino también para la sensibilidad, muchas cosas tienen que juntarse
junt:ine en una. Pero
como la materia nunca es un sujeto único, etc." Kant desarrolla esce
este "tendón de Aquiles
Aquites
de todas las conclusiones dialécticas de la teoría pura del alma" como segundo paralo­
paralo-
gismo de la psicología trascendental. Con Lotze estos "hechos del saber relacionador'',
relacionador",
apoyarse Ja
por "un motivo invencible en del que puede :.poyarse la condcción
convicción de la autonomfa
autonomía
de un ser anímico", se han desarrollado en varias obras (últimamente, Afef Metafísica,
afirma,
476) y constituyen el fundamento de esta parte de su sistema metafísico.
eltriitsel, p. 8.
sB W fltratffl,
IIJ
Ilf

Lv4
LA REL^C/ÓN
REL.,'JC/óN DE ESTE TODO CON LAS CIENCIAS
C/ENC//1S
LA N^TDR^LEZ/1
DE L¿1 NATURALEZA

Srn
SíN EMBARGO,
EMBARGO, Lo\SLAS ciencias del
dci espíritu abarcan ampliamente
ampiiamente hechos natura-
Jes,
íes, tienen como base el ei conocimiento natural.
natura).
Si nos imaginamos seres puramente espirituales en un reino persona! personal
constituido únicamente por ellos, entonces su aparición, su conservación y
constituído
desarrollo y su desaparición ((cualquiera
cualquiera que fuern !a idea que nos hiciéramos
fuera la
de! fondo de donde salían y a donde volvían) est'lrían
del estarían vinculados a condicio-
condicio­
tipo espiritual; su bienestar se fundaría en su situación con respecto
nes de cipo
al
a! mundo espiritual;
espiritua!; sus relaciones recíprocas, ~us
sus acciones se verificarían a
pmamcntc espirituales y las repercusiones duraderas de sus
través de medios puramente
acciones también serían de tipo puramente espiritual,
espiritua!, hasta su misma des-des­
aparición del reino de las personas tendría en lo espiritual su fundamento. El
sistema de semejantes individuo~
individuos serfa
sería conocido por ciencias puras del es- es­
rcaüdad un individuo nace, se conserva y desarrolla sobre
píritu. Pero en realidad
la
¡a base de las!as funciones del organismo animal y sus relaciones con el curso
natural que le rodea; su sentimiento vital, por lo menos parcialmente, se
basa en estas funciones; sus impresiones se hallan condicionadas Por
liaban condicionada,¡ por los órga-
órga­
nos de los sentidos y sus afecciones por el ei mundo exterior; la riqueza y la
movilidad de sus ideas, así como la fuerza y la dirección de sus actos voliti- voliti­
vos, las encontramos dependientes, múltiplemente, de los cambios en su sis- sis­
tema nervioso. Su impulso voluntario acorta las fibras musculares, y te- te­
nemos así que la acci6n acción hacia fuera se halla vinculada a cambios en las
relaciones de situación de las partículas materiales del organismo; resulta- resulta­
dos duraderos de sus actuaciones \·oluntarias
voluntarias se dan solamente en la forma
de cambios del mundo material. Así resulta que 1a ja vida espiritual de un
hombre no es sino una parte de la unidad psicofísica de vida, parte que
desprendemos por abstracción; en esa unidad psicofísica se nos presenta la
existencia y la vida de un hombre. El sistema de estas unidades de vida cons-
e::~J.S!encia cons­
tituye la realidad objeto de las ciencias histé>rico-socíales.
histórico-sociales.
Y, ciertamente, el hombre como unidad de vida se presenta para nos- nos­
otros, en virtud del doble punto de vista de nuestra comideración
consideración ((sea
sea lo que
quiera la realidad metafísica) como una trama de hechos espirituales has- has­
ta donde alcanza nuestra percatación interna, y como un todo corporal
hasta donde alcanza la captación sensible. La percatación interna y la cap- cap­
extema no tienen nunca lugar en el mismo acto y por tal razón
tación extcma
nunca el hecho de la vida espiritual se nos da a la vez yez que el de nuestro
22

&
RELACIÓN
R EL A C IO N CON LAS CIENCIAS
C IE N C IA S DE LA N
NATURALEZA
A TU R A LEZ A 2!
23
cuerpo. De aquí resultan necesariamente dos puntos de vista diferentes,
que no se pueden cancelar recíprocamente en la consideración científica que
~ketenda
pretenda aban:ar
abarcar los hechos espirituales y el mundo corporal en su nexo,
de que es expresión la unidad psicofísica
psicofísíca de la vida. Si parto de la expe-
expe­
riencia interna encuentro que todo el mundo exterior se me da en mi con- con­
ciencia, que las leyes de este mundo natural se hallan bajo las condiciones
de mi conciencia y, por lo tanto, dependen de ellas. Este es el punto de
vista que caracteriza a la filosofía alemana, a caballo entre los siglos xvm y
xix, como una filosofía trascendental. Si, por el contrario, tomo la co-
x1x, co­
nexión natural tal como se me presenta como realidad ante mí, en mi cap- cap­
natura!, y me doy cuenta de que en la sucesión temporal de este
tación natural,
mundo exterior así asi 'como
como en su distribución espacial se hallan incardinados
los hechos psíquicos, encuentro que de la intervención realizada por la
misma naturaleza o por el experimento, y que consiste en cambios mate- mate­
riales, dependen cambios espirituales que se producen cuando los primeros
penetran en el sistema nervioso, y la observación del desarrollo de la vida y
de los estados enfcnnizos
enfermizos amplían estas experiencias hasta componer el
cuadro amplísimo de la condicionalidad de lo espiritual a través de lo cor- cor­
poral; así tenemos la concepción del investigador de la naturaleza que mar- mar­
cha de fuera a dentro, que penetra de los cambios materiales a los cambios
espirituales. Así, pues, el antagonismo entre el filósofo v y el investigador de
la natun1leza
naturaleza se halla condicionado por la oposición de sus puntos de partida.
partida .
. Volvamos otra vez a nuestro punto de partida en el modo de conside- conside­
ración propio de la ciencia natural. En la medida con que este modo de
consideración sigue siendo consciente de sus límites sus resultados son in- in­
discutibles. Sólo desde el punto de vista de la experiencia interna reciben
la determinación más precisa de su valor cognoscitivo. La ciencia natural
analiza la conexión causal del curso natural. Cuando este análisis ha akan- alcan­
z¡ido
zado el punto en el cual un hecho material o un cambio material se halla
regularmente con un hecho psíquico o con un cambio psíquico
vinculado regulannente
sin que sea posible encontrar entre ellos un eslabón intermedio, entonces
cabe constatar esta relación regular pero no es posible aplicar la relación
·cabe
de causa y efecto a esta vinculación. E1_1contramos
Encontramos que uniformidades de
un círculo de vida se hallan enlazadas regularmente con las uniformidades
de otro círculo, y el concepto matemático de función es expresión de
tales relaciones. La concepción en cuya virtud el desarrollo de los cambios
espirituales junto a los corporales se podría comparar a la marcha de dos
relojes isócronos se concilia
conciba tan bien con la experiencia, como una concep-
concep­
ción que supusiera como razón explicativa un solo reloj y considerara
wnbos
ambos campos de la experiencia como manifestación diferente de un mismo
fondo. Dependencia de l~ ~
espiritual con respecto a la conexión natural es,
lo ,espiritual
"'°r
por lo tanto, aquella relacmn
relación que, a tenor del nexo natural general, cond1-
condi­
24 CONEXIÓN
C O N EX IO N Y
Y FUNDAMENTOS
FU N D A M EN TO S

ciona causalmente los hechos y cambios materiales que, para nosotros, se


hallan enlazados con hechos y cambios espirituales de una manera regular
y sin ningún intenncdio
intermedio conocido por nosotros
nosotros..•.-Así,
Así, el conocimiento na­ na-
tural ve actuar el encadenamiento de las causas hasta las unidades psicofísi- pstcofísi-
cas: en ellas surge un cambio en el cual la relación de lo material y de lo
psíquico se substrae a la consideración causal,causa!, y este cambio provoca, de
rechazo, otro en el mundo material. · En esta conexión se descubre al a! expe-
expe­
rimento de los fisiólogos la significación de la estructura del si~'tema sistema ner-
ner­
vioso. Los confusos fenómenos de la vida se articulan en una clara repre- repre­
sentación de dependencias en cuya línea el curso natural lleva cambios hasta
el hombre, éstos penetran en el sistema nervioso por las puertas de los sen- sen­
tidos, surgen la sensación, la representación, el sentimiento, el apetito que,
a su vez, reaccionan sobre el curso natural. La unidad de vida, que nos
llena con el sentimiento directo de nuestra indivisa existencia, se resuelve
constatabas empíricamente, existentes entre
en un sistema de relaciones, constatables
los hechos de nuestra conciencia y la estructura y la.,; las funciones del sistema
nervioso: pues toda acción psíquica sólo a través del sistema nervioso se nos
manifiesta vinculada a un cambio dentro de nuestro cuerpo y un cambio
semejante, por su parte, sólo por mediación de su acción en el sistema
nervioso
nervfoso se ve acompañado de un cambio de nuestros estados psíquicos.
De este análisis de las unidades psicofísicas de vida surge ahora una idea
conexión natural, dentro de la cual
más clara de su dependencia de toda la conexic'.>n
se presentan, actúan y desaparecen, y también de la dependencia que guarda
hístórico-social con el conocimiento natural/Con
el estudio de la realidad histórico-social natural^óCon
esto podemos medir el grado de justificación que puede corresponder a las
teorías de Comte y Herben
Herbert Spencer acerca del lugar de estas ciencias en
la jerarquía del mundo cientÍfíco
científico establecida por ellos. Como esta obra tra- tra­
la autonomía relativa deJas
ta de fundamentar -~~utono!!_l-~~elariy;1._ de las^iencias del espírit!],
_si~o_cj~!-~el espíritu, tendrá
que desarrollar, como el otro aspecto de su Jugar lugar en el todo científico, el e!
dependencias en cuya
sistema de dcpcndencia'i cuva virtud se hallan SQ_l_l.Qicinna.~
condicionadas porp~r el~~-co­
nocimiento natural y constituyen, así, el micmhr~
~oocimiemo último .J'
miembro _último y supremo de IL la
comienza con los fundamentos matemáticos. ,JLos
, estructura que ~enza Axis hechos del
lítnttq? supremo de los _hechos
espíritu constituyen el 1~~1t$- hechos de la naturaleza, los
constituyen las condiciones ínfimas de la vida es-
hechos de la naturaleza~cciñstituvcn es­
piritual. Por lo mismo que el r¡ino reino de las personas, o la sociedad humana
y la historia, es la más alta manifestación entre las manifestaciones del ;nun- .mun­
do empírico, en innumerables puntos necesita su estudio del conocimiento
del sistema de supuestos que el todo natural implica para su desarrollo.
El hombre, a tenor de su posición en la conexi6n
conexión causal de la naturaleza
que acabamos de describir, se halJa halla condicionado por ésta en un doble
respecto.
La unidad psicofísica,
psicofísica, como vimos, recibe por medio del sistema nervioso
¡. ,.t. ...
I 1,
¡,f
RELACIÓN
R EL A C IÓ N CON LAS CIENCL'<S
C IE N C IA S DF.
DE LA N
NATURALEZA
A T U R A L EZ A 25
influencias del de) curso general )a naturaleza y reacciona a su vez sobre él.
genera) de la
Pero resulta que las acciones que parten de él se nos presentan, de prefe­ prefe-
rencia, como orientadas por fines. Para esta unidad psicoH,ica,
psicofísica, por lo tanto,
e! curso natural y su
el su índole, puede ofrecer, en lo que se refiere a la formación
de los fines, un carácter orientador, pero, por otra parte, como representa representn
un sistema de medios para el logro de sus fines resulta también condicio- condicio­
nante. Tenemos, pues, que cuando queremos, cuando ~ª~2-~ actuamos sobre la
natumleza, por lo mismo que _11o_EQ_~
!,!-ª-W!f!:_leza, no somos__f~erzas_degas
fuerzas ciegas _sl.!!?_vc,l~ntades
sino voluntades que
adoptan sus Ji!.t!.S
fines reflexivamente, dependamos de la conexión natural. Por
lo tanto, las unidades psicofísicas se hallan en una g~e_!ld!_nci~
doble dependencia !~S- res­
pecto al.cot:SO..
pectQ al-cmsiL natur:'!!-
natural. Por una parte éste condiciona, a partir de la posi­ posi-
ción de la tierra en el todo cósmico, como un sistema de causas, la realidad
histórico-social, y -el
histórico-sociaJ, t ! gÑff· protlema de las relaciones entre la conexión na­
grahprotlenia na-
tural y la libertad dentro de ~«alidad esa realidad se desfleca para el investigador
empírico en innumerables cuestiones particulares que afectan a la relación
entre los hechos del espíritu y las influencias de la naturaleza. Pero, por
otra, de los fines de este reino de personas nacen acciones sobre la natura­ natura-
leza, sobre la tierra, que el hombre considera en este sentido como su haM ha­
bitáculo, donde se ocupa en acomodarse, y también estas acciones se vincu- vincu­
lan a la utilización de la urdimbre de las leyes naturales..
naturales.. Todos los fines
se hallan para el hombre exclusivamente dentro del proceso espiritual, ya
que sólo dentro de éste algo le es presente, pero el fin busca sus medios
en la conexión de la naturaleza. A menudo apenas es perceptible el cambio
que el poder creador del espíritu provoca en el mundo exterior y. y, sin em-
em­
bargo, en él se apoya la "mediación" en cuya virtud el ~~lor valor así creado
se halla presente también para otros. Los pocos folios -residuo —residuo material
materia!
de un trabajo mental profundo de los antiguos en tomo al supuesto de un
movimiento de la tierra- tierra— que llegaron a manos de Copérnico, constituyeron
el punto de partida de una revolución en nuestra visión del mundo.
En este punto podemos ver cuán relativa es la demarcación respectiva
de ambas clases de ciencias. Son estériles polémicas como las que tuvieron
lugar en tomo a la posición de la ciencia filológica. En los dos lugares de
transición que conducen del estudio de la naturaleza al estudio de lo espi- espi­
ritual, en los puntos en que la conexión natural actúa en el desarrollo de lo
espiritual y en esos otros puntos en que la conexión natural recibe la acción
de lo espiritual o representa el paso para la acción sobre otro espíritu, se
mezclan en general conocimientos de ambas clases. Los conocimientos de
las ciencias de la naturaleza se mezclan con los de las ciencias del espíritu.
Y,
Y , ciertamente, en esta confluencia se entreteje, a tenor de la rela66n relación doble
en la que el curso natural condiciona la vida espiritual, el conocimiento de
1a
la acción fonnadora
formadora sobre la naturaleza con la constatación de la influencia
que la misma ejerce como material de la acción humana. Así, del conoci- conoci­
26 CONEXIÓN
C O N EX tO N Y
Y FUNDAMENTOS
FU N DA M EN TO S

miento de las tas leyes naturales del sonido se deduce parte importante de la
gramática y de la teoría musical y, a su vez, el genio del lenguaje o el
halta atado a estas leyes naturales, y por eso el estudio de SU!:>
músico se halla sus
productos resulta condicionado por la comprensión de esta dependencia.
En este punto podemos ver también que _el el conocimi~nto
conocimiento de las con-
~ diciones
~ . ssupuestas
t . a s --Eºrpor la naturaleza_~
naturaleza v estudiadas Fº..L~ienci~.namJ
por Ja ciencia natural
constituyen, c~~-~!1~
~onstituyen, en una amplia, .!J1sdída._J¡¡_
rncdida,.Ja_ b¡t~e estudio _de
base para el estydio dt los....h_echo§
las, hechos
espirituales.
e·~u~es. Lo mismo que el desarro11o
desarrollo del individuo, la dispersión de la
espec e umana sobre la tierra y la conf
especreTürmana igurnción de sus destinos en la his­
configuración his-
toria se hallan condicionadas por toda la trabazón cósmica. Las _g_~e!;3~•
guerras, por
ejemplo, constituyen una pane parte capital de todas las historias, pues estas, en
su aspecto de políticas, tienen q_ue
que ver co!!Ja estados y esta
con la voluntad de los estad~s
voluntad se presenta
resenta en armas y se im one med' e ellas. AhOra
imponeínediante bien, la
Ahora bien. !a
teoría de laa guerra depende, en primer lugar, del cono<::imiento
guerrallepende, conocimiento de lo físico,
que ofrece a las voluntades pugnaces su substrato y sus medios. Pues con
los medios de la violencia física persigue la guerra la finalidad de someter
al enemigo a nuestra voluntad. Esto trae consigo que el enemigo sea forza- forza­
do en la línea que lleva a la indefensión -la —la que constituye la meta teórica
teóricá
del acto de violencia caracterizado como guerra- guerra— hasta el punto en que
su situación sea más desventajosa que el sacrificio que se le pide y sólo pue­ pue-
da ser cambiada por otra más perjudicial. En este gran cálculo las condicio-condicio­
nes y los medios físicos son las cifras más importantes para la ciencia, las
que más le preocupan, mientras que hay poco que decir sobre los factores
psíquicos.
,, Las ciencias que se ocupan del hombre, de la sociedad y de la historia
tienen como base suya las ciencias de la naturaleza por lo mismo que las
unidades psicofísicas sólo pueden ser estudiadas con ayuda de la biología
pero también porque el medio en que se desenvuelven y en que tiene lugar
su'
su actividad teleo1ógica,
ideológica, encaminada en gran parte al a! dominio de la naru- natu­
l raleza, está constituído
constituido por ésta. En el primer aspecto, nos servirán las cien- cien­
cias del organismo, en el segundo las de la naturaleza inorgánica. Y esta
conexión consiste, por un lado, en que las condiciones naturales determinan
el desarrollo y la distribución de la vida espiritual sobre la superficie de la
tierra y, por otro, en que la actividad teleológica
ideológica de los hombres se halla
vinculada a las leyes de la naturaleza y condicionada por su conocimiento
y aplicación. Por esta razón la primera relación no muestra más que la
dependencia del hombre con respecto a la naturaleza, mientras que la segun- segun­
da contiene esta dependencia solamente como el otro aspecto de la his- his­
toria de su señorío creciente sobre la tierra./Esa parte de la primera rela- rela­
ción que abarca las relaciones del hombre con la naturaleza en tomo ha sido
sometida por Ritter
Rítter al
a! método comparado. Su mirada perspicaz -ejemplo —ejemplo
destacado su estimación comparada de los continentes según la articulación
RELACI6N
R EL A C IÓ N CON LAS
LA S CIENCIAS.
C IE N C IA S. DE LA N
NATURALEZA
A TU RA LEZA 27
de su perfil—
perfil- nos llevaría a sospechar que hay encerrada una predestinación
histérico-universal en las circunstancias espaciales de la superficie terrestre.
histórico-universal
confirmado esta visión de Rj~,
Pero los trabajos posteriores no han confimiado Ritter, ima-
ima­
ginada por él como una teleología de la !a historia universal y puesta
puesta por
Buckle
Buclde al servicio del naturalismo: en lugar de la idea de una dependencia
unifonne
uniforme del hombre de las condiciones naturales, tenernos tenemos esta otra más
la lucha ~E_tre
cautelosa de que ].:!._Jucha entre !_:~,!:uerzas_
las^fuerzas ético-espirituales _y las c_?!:l_~icio-
~~i-~?-espirigi~les_y condicio­
nes del espacio _inerte ha hecho disminuir -constantemente
hécHo"disminuir constantemente en~re
entre los pue&tos
puctifos
históricos', por oposición a fos
1iist6ricos;·.1ú:ir_:-~2i?sicI6n los _p~~blq~ji~
pueblos sin _fü?~gri~!.
historia^ eígrado
eTgrado ~e de dep_~aencia.
dependencia.
^7 en este terreno senaaTimiado
'y se Ha*afirmado también una ciencia autónoma de la rea- rea­
lidad histórico-social que apela a las condiciones naturales en la explicación.
Pero la otra relación muestra, con la dependencia que implica la adaptación
a las condiciones, el dominio del espacio por las ideas científicas y la técnica,
de tal suerte que a lo largo de la historia la humanidad alcanza el señorío
cphr¡r<jtmr'ióti N «tura e??w7
por medio precisamente de la SJJ,.bA-cdi_nación. enim non nútnisi patento
parendo
•• j) -
vmc1tur.
Pero podrá considerarse como resu_elto resuelto ele! problema de las relaciones de
la ciencia del espíritu con el conocimiento natural cuando se resuelva por
su lado esa oposición entre ,:1 el punto de vjsta
vista trascenden1ª!,
trascendental^ según el cual la E-
halla baio las condiciones j:.
naturaleza se h~a,i.2.J..a.~..E.?.1.1.9.ic~~mes conciencia, y el punto de vista
de la c:oncienci:,
~ empírico
se objetivo,
g úsegún n el cuar cualTef delespiritu se halla bajo las
Jesarrollo"3el*espíritu
eÍ ctesarrO'ílo
condiciones de la naturaleza entera, oposición de la que partimos nosotros.
Esta tarea constituye no más que un aspecto del problema del conocimiento.
Si se aísla este problema por referencia a las ciencias del espíritu, no parece
imposible una solución que convenza a todos. Sus condiciones habrían de
ser: demostración de la realidad objetiva de la experiencia interna; verifica- verifica­
ción de la existencia de un mundo exterior; en este mundo exterior se pre- pre­
sentan hechos espirituales y seres espirituales en virtud de un proceso de
transferencia de nuestra interioridad; así como el ojo cegado, que mir{, miró
antes al sol, repite su imagen en los más diversos colores y en los más di- di­
versos lugares del espacio, así también nuestro poder captador multiplica
!a imagen de nuestra vida interior y la coloca en múltiples variedades en
la
diversos lugares de la naturaleza en tomo; este proceso se puede exponer :,-~ v
justificar lógicamente como una conclusión por analogía que partiendo de
esta vida interior que se nos da, originalmente y de una manera directa,
únicamente a nosotros, llega, a través Je de las representaciones de sus rnani-
mani­
ffestaciones
estaciones exteriores, a la conclusión de algo afín que correspondería a las
manifestaciones similares del mundo exterior. §_cJL!!_que Seg_Ja que quiera la natura^
natura-
misma^ 'el
leza en sí mísmat el eswdio
estudio de las cau~causas de lo e~iritual
espiritual puede darse _..E.Qr
por ,
satisfecho con el hecho de gue que en cad~_~aso_~u~
cada caso sus _JJJ_l!_nifestacioncs
manifestaciones puede~ cor¡; ~
pueden _COQ;
síBerarse Y-~~!º-~-e
}ia.~~~_rse v emplearse _@IDO
como 3nossignos de lo rea!, uniformidades de su ~o-
r9,l, las unifoCTJdad_es_d~¿u_ co-
o9 BAcONIS, Apborimii de im"pretatione
BAcoms, /Ip&ofWMÍ interprefHfione Tlilturae
natwraf etM regno
regm# bornínir, Aph. 3.
28 CO N EXIO N Y
CONEXIÓN Y FUNDAMENTOS
FU N D A M EN TO S

~Y~
existencia y de su sucesión como un signo de tales uniformidades en lo_i:eal.
lo real.
Pero si penetramos
penetrarños-eñ~eñ eT mundo füTespíritire
el muffáo· deF espíritu"!: investigamos la naturaleza
en cuanto es contenido del de! espíritu, en cuanto está entrelazada con la vo- vo­
luntad como fin o como medio suyos, entonces C;~ es aguéHa
aquélla p~ra
para el esp~~i.t~
espíritu ~o
lo
.~~2.
que es den~? de é-1.__,y
dentro__df:_ cl^y J2_
lo que pueda ser en sí misma le -~_s.es ~~,talm~qt~
totalmente incii:-
indi­
Jüasta que, tal como seie
ferente. ..Basta
fer.~ntc._ sede ·ra·ru cspirTtu, pueda éste contar con su.
dáTaf espfr1tu, su
legalidad en sus acciones y disfrutar de la bella apariencia de su existencia.
IV

E/S/ONES DE CONJUNTO
VISIONES CCW/LWTO DE D4S C7EVC7^5
LAS CIENCIAS
DEL EÓP7R77D
ESPJRITU

TRATAMOS DE
TRATAMOS DE ofrecer a quien penetra en esta obra acerca de las !as ciencias del
dct
espíritu una visión provisional de la amplitud de esta otra mitad del de! globus
g/(?¿w
intellectuaJis
ó#e77?rtMj7¿r para de ese modo determinar el objetivo de nuestra empresa.
, ··Las constituidas como un todo;
Las ciencias del espíritu no están todavía constituídas
tampoco pueden mostrar una trabazón en la cual cada una de las verdades
aparecería ordenada según sus relaciones de dependencia respecto a otras
verdades y a la experiencia.
Estas ~encías
ciencias han crecido-~n práctica _1!!~~1!!~--9.!'
en la práctica^ misma de. __la _yid.af
vida^ se han dcs-
des­
arro1Íado porTaseiígenc1as
arrollado^ por las eMgeñclas de la formación profesional, y la sistemática
de las facultades al servicio de esta formación profesional representa, por lo
tanto, la forma espontánea y natural de la ordenación de aquéllas. Sus pri­ pri-
meros conceptos y reglas se encontraron, en su mayoría, en el ejercicio de
Ihering ha demostrado cómo el pensamiento jurídico
las funciones sociales. lhcring
ha creado los conceptos fundamentales del derecho romano por un trabajo
espiritual consciente llevado a efecto en medio de la vida jurídica. Así tam- tam­
bién el análisis de las viejas constituciones helénicas nos muestra en ellas la
decantación de una admirable fuerza de pensamiento político consciente so- so­
bre la base de conceptos y principios claros. La idea fundamental según la
cual la libertad del individuo depende de su participación en el poder polí­ polí-
tico, pero esta participación está regulada por el orden estatal a tenor de la
aportación del individuo para el todo, ha sido, en primer lugar, un pensa­ pensa-
miento directivo del arte político y sólo luego desarrollado en su trama
científica por los grandes teóricos de la escuela socrática. Por lo tanto, el
paso a teorías científicas más amplias se apoyaba sobre todo en las necesi- necesi­
dades de la formación profesional de las clases dirigentes. Así, de las tareas
de una enseñanza política superior surgen, en la época de los sofistas, la
retórica y la política, y la historia de la mayoría de las ciencias del espíritu
entre las naciones modernas nos muestra también la influencia señera de esta
misma circunstancia fundamental. Los escritos de los romanos en tomo a
su entidad comunal recibieron su más vieja articulación, al desarrollarse
aquélla, en las instrucciones para los sacerdotes y para las diversas magistra-
magistra­
turas.*^ Tenemos, pues, que la sistemática de aquellas ciencias del espíritu
turas.10
que continen los fundamentos de la formación profesional de los órganos
directivos de la sociedad lo mismo que la· la decantación de esta sistemática

10 MoMMSEN, Riim. St/Zttsre~bt, ,,


MoMMSEN, >
3 u.
ss.
29
29
30 CONEXIÓN
CO N EX tO N Y
Y FUNDAMENTOS
FU N D A M E N T O S

en enciclopedias han surgido de la necesidad de abarcar en una visión de con- con­


junto todo loio necesario para semejante formación, y la forma más natu- natu­
ral de estas enciclopedias ha de ser, como lo ha demostrado magistralmente
Schleiermacher a propósito de la teología, aquella que, teniendo conciencia
de esta su finalidad, articule a este tenor el conjunto. Con estas condiciones
limitadoras, el que penetra en el mundo de las ciencias del espíritu encontra-
!imitadoras, encontra­
rá en tales obras encíclopédicas
enciclopédicas la b visión de conjunto de algunos destacados
ciencias."
grupos de estas ciencias.U
- Del seno de la filosofía han surgido·
surgido intentos para superar estas aporta- aporta­
ciones, tratando de descubrir la articulación entera de las ciencias que tienen
por objeto la realidad histórico-social. En la medida en que trataron de
-~.<.:!"i~~
derivar esta articulación partiendo de erinci_Ei9s_~~~.!~~,í~ic~_?ª~.ecomdo
partien~?~!-1.e principios metafísicos harTcorn3o1 á
__ _!a_
ae
¡ suertc dc'tóda
suerte metalis)ca7"Yá TTacon se sjrvió
toda metafíslca:"--y¡¡]:a~.2!.1.,S~,
en relación Tas ciencias del ~pírín1
~-;elacioñTas'clencías·aer
cimiento de 1a
' címiento
sirvió de un
existentes-c~¡l-el
espíritu existenres
métoclo .9'lCJ..OL
ut_un~two niqjpL al poner
con el problema de un cono-
la realidad mediante la experiencia y medir sus méritos y sus
cono­

_fallas por este patrón. Comenius se propuso en su Panso-pbia FiwrppNd deducir de la


relación de interna dependencia de las verdades entre sí la serie gradual en
que habrían de presentarse en la enseñanza, y como, frente al falso concepto
forma!, descubrió de este modo la idea de la futura ins-
de la educación formal, ins­
trucción pública ((que que sigue siendo futura, por desgracia), ha preparado,
mediante el principio de la interdependencia de las verdades, una adecuada
articulación de las ciencias. Cuando C.,omte Comte sometió a investi
investigación
a ·' la co-
,¡ nexión entre ~t~ recíproca relación lógica de g~~~
esta re~Í.E!.1?9~-~c;ió~gi~ dependencia en qu e se
:~~1a ~~9_ue s e~llaQ__.
hallan
~~d~J\l relación Jiistórica._M.
¡las ver3ades_yla reJ~~!~.~-_his~i}.i:íc.a de -~~-C~f,9_!,'l:_q_~e
sucesión con que__ ~c-pr.,_esen~~~!-:___
se .presentan, esta-
1[ldccáÓTaTaase para una verdadera filosofía d_e
bl~~-~~s_e_,EY_a_!J.llil.Y.C!!J.;!.~~~-.!~~~ de las_~~cias.
las ciencias. Considero como
meta de su gran trabajo la constitución de T e 7as
las ciencias de las realidades
histórico-sociales y de hecho su obra significó un fuerte empujón en esta
Spencer, han recogido el problema de la
Mili, Littré, Herbert Spenccr,
dirección; Mill,
histórico-sociales.*^
articulación de las ciencias hi\tÚrico-sociales. 12 Estos trabajos proporcionan

n A los fines de una perspectiva tan condicionada de los dominios parciales de las
11
espíritu, puedo remitir al
ciencias del cspírit11, a! lector a la.-;las sigui.entes
siguientes enciclopedias: Moiu.,
MoHL, Enzy-
Ency-
klopiidie
¿iopíMí'e der Staatswíssenscbieften, Tubinga, 18;9, 18)9. Segunda edición corregida, 1872
(tercera, 1881). VerV er su referencia y juicio de otr2sotras enciclopedias en su Gescbichte und
íitcnTtnr
Literatur der Staatswissemc/Jaften, vol. ir ,!H -[64. WxRNKómc,
,111-164, WARNKÓN1c, /nrón.tcbrt
Juristüches &tzyfdopad:e
EmykJopiidie
oder org1111ische Darstellrmg der Rechtr"U,•immscbtrft,
organirrAf Darrtelitmg ScwniEKMACHER, Kurze Dar-
Re r b f rtr ifrente ha?f, 1853. Scu1-E1ERM/I.C11Ea, Dar--
stellung des
stedMMg der theologisc/)en Studiums, Berlín, .1810. Segunda edición corregida, 1830.
tbeoiogúcbcn Studiumu,
fü:icKH, Emyklopiidie und
BÓCKH, Eftzy&fcpddtf Methodologie der pódofogwc/aeM
tmd AfetAodo/ogie philologiscben Wissenscha(te11, editado por
Brarnschck,
Bramschck, 1B77. 1877.
12
Se encuentra una visión de conjunto del problema de las ciencias del espíritu
según l:i intema en que se traban entre sí y en la que, en consecuencia, pueden
ia conexión interna
hallar su solución, en: Augusto CoMn-.,CoMTE, Cnurs CoMrr de pM/ojop/ne, 1830-t842. del vol. 1v
pbilosopbie, 1830-1842, tv
al v1.
V!. Sus ohra11
obras posteriores, que contienen un punto de vista diferente, no pueden servir
a este fin
fin.- El esbozo más importante del sistem:i.
sistema de las ciencias, opuesto a este de Comte,
es el
ei de Herhert
Herbert Spencer. Al primer ataque de Spcnccr Spencer contra Comte, Eyjayj,
Essay1, 1~
t? ~eric.
serie.
V tStO N F S DE CONJGNTO
\"ISIOSF.S C O ^ JU U T O 31
al
a! que se inicia en lastas cicndas
ciencias del
de) espíritu una perspectiva bien diferente
ta que ofrece la
de la )a sistemática de los estudios profesionates. Cotocan a las
profesionales. Colocan
ciencias del espíritu dentro de la conexi{mconexión delde! conocimi6:nto,
conocimiento, abarcan el
mismas en toda su amplitud y atacan la solución en una
problema de las misnus
construcción científica que comprende toda fa
com.trucción la realidad histórico-social. Sin
embargo, inspirados por ese esc afán científico constructivo que domina toda- toda­
vía entre ingleses v franceses, sin ese sentimiento íntimo de la realidad his- his­
tórica que ;ngend~·a
engendra únicamente una ocupaci{mocupación de muchos años en investi-investi­
gaciones históricas de detalle, estos positivistas
poo;ítivistas no han encontrado aquel
punto de partida de sus trabajos que hubiera correspondido a su principio del
enlace de las ciencias particulares. Debieron comenzar su trabajo, que con- con­
sistía en cimentar la arquitectura de ese edificio enorme de Jas las ciencias
EQ~i~iy~~
positivas áeT~spfr_iiu
JeT espíritu ·-con_!>~~ntemente
—constantemente ampliado por nuevas construcciones,
cambiado por dentro sin cesar;cesar, acrecido Jl<'CO
poco u_oco
a poco al corre_r
correr de los ~iglos-
siglos-
ahondarido
ahondando primero eñ su plano constructi,·o
constructivo -para entenderlo y darse cuenta
paraentenderlo
cabal de la multiformidad con que se han h.m desarrollado de hecho y v conser-
conser­
vando una mirada limpia para la razón en la historia. ~~_nstruído Han construido un
edificio de emergencia que no se sostien.s
~cío sostiene, lo mismo que ocurre con las es- con -es:
pecufactoñcs de
pecuÍacioncs un----scfielling
Je lin Schélling v y t1n
un Oken sobre la naturaleza. Y
Okensobre Y así
as! ha ocu-
ocu­
rrido que la filosofía alemana del espíritu, desarroJlada
desarrollada a partir de un prin­
prin-
mctafísico, como es el caso en Hegel,
cipio metafísico, Hegc!, Schleiermacher y el Schelling
Schélling
tardío, ha valorizado los logros de las ciencias positivas del espíritu con
visión más profunda que lo han hecho los trabajos de los filósofos posi- posi­
tivistas.
Otros intentos para una articulación amplía en el campo de las ciencias
del espíritu han partido en Alemania del ahondamiento en las tarcas tareas de las
ciencias del estado, lo c¡ucque condiciona c,aturalmente
naturalmente una unilateralidad del
punto de vista. 1
vistan ª
1s;s,
18)8, sigue la exposición m.is c:i: Tl•e
más pormenorizada en: ci,nr¿)ir.viou o{
V7.'e cl.1ssi/ic<1tim1 of th? sciimcc,-, i<iif,~
fbe rriencc.-, S6-)
(Yéase
(véase la defensa de Cornee
Comee en LrrmÉ,
LinuÉ, ^ug^rre Ctwto et 1.1
Augusre Comte pbilosopbie porñive).
la pMoropóie positi··,:el. La
articulación de las ciencias del espíritu da por resultado MI
exposición señalada de la articubción su
sistema de filosofía sintética, del que aparecen, primero, los l'ri;icipws
Principiar de pricoiogM,
psicología, en
1885,
188S, los de rccioiogin empiezan a aparecer en 1876 (en relación con la obra: l)escripth·e
sociolof{ía empiez:m Oercriptice
sociology) y la parte úlrima,
rorioiogyl /a ética (a cuyo
Principios de l.:r
última, los Principiar cuvo respecto declara que
aquel [os para los que todo lo anterior sólo sirve de fundamcnto''i
"considera como tales ac1uellos fundamento")
en un primer volunten,
\·olumcn, 1879, en que trata de los hechos de la ética. Junto a este
constitución de la tcPrÍa
intento de una consticuciún teoría de la re:.lidad
realidad histórico-social hay que destacar
Stuart .\lill;
también el de John Sta:.rt \lill; se conticm:
contiene en el libro~,
lihro n de la Ptígica, que se oc!1pa
LÚf{ic:z, <¡ue ocupa <lede
la lógica de las ciencias del espíritu o de las ciencias morales, ry en la obra Mili, .Mili, rfngiVtte
A11¡;1we
Co1nte
CoMte and Possith'ism, 1865.
<md Porrititwtt, 186).
u _f;I_E:1mo
El punto de ~nida
partida lo_constituían__l_as
lo constituían las discusiones en tomo
torno al concepto de socied,,d
sociedad

__
y a la t.uea
tarca de
ciencias, ____
de^as
csta<3ó7*'Encontramos el
del --
e~ud",i"'""Enco,ü·r:lmos
sociedad en las qu~~
las ciencias de la s~iedad que se Tmsca~a
estimulo en t:".
c! cscímulo
buscaba un complemento <le
C. sTiis; Sozi,1limms und
Srr.is, Der -SorAt(ir?u?/r nm/ Koyn
de la.,
Kom~
las
32
32 CONF,XIÓ:-;
CO N EXIO N Y
Y FUNDAMENTOS
FU N D A M EN TO S

L^s ciencias .-ª.~~~itu


Las det espíritu -~1~_
no consti!uyen un todo -~º"
constituyen t?n con ll_!lll
una estructura
lógica que sería análoga
~gi~oe ª?álo~a a la articulación .9-~~
!a articulaci~1~ que nos ofrece el e) conocirn~JltQ
conocimiento
natura!; su
natural; su conex\2_~
conexión se ha desarrolfádo
desarropado ~e de otra. manera y __es º1en.~~~!".
otra man~r,a menester ~.on-
con­
síderar-como
siderar como ha cre.sl,gg _histQricamentc.
cretd^Jhis^riyamentc-
-·---------···
- . --

munismus
WHnúwMT des dw beutigen FraM^rricA,
Frimkri-ich, 2" ed., 1848, y
}' R.
R . .\tom, Tub. ZeiocFr.
\lottL, Füó. Zeítscbr. ^wr
fur Aaatm:.,
St11/W'W.,
t8St. Se continúa en su Gescbicbte
1851. Gerc¿;c/jfe und Liferjtttr
Literiltrtr der Staats'u.'Ísemchaften,
Sta¿ttrudrewcí:adtem, vol. 1,!,
1~55, pp. 67 sr.:
!8 ?i, PP· rr.; las
tas ciencias d~l estado y las
det est~~o tas ciencias de la ta sociedad. Destacamos espe-
ciatntcntc dos ensayos
cialmente cttsayos de an1culaaon:
articulación: SIT1!-ó,
Srctx, System
Syraew dn dt? Staatswissemcbgft, 18^2,
1852, y
Bau und
ScHAW-E, R¡nt
SCHA.iTI.E, Leben des
nnd Leí-cn det rnzialen Kdrperr,
Kórpers, 187í u.
l8i5 rr.
Y

Si7 .IH
SU EERM L
JIATERJAL

EL MATERIAL
MATERtAL de e~tas estas ciencias loio com,tituve
constituye la ia realidad histórico-social en
l~- medida que se ha observado ~n
¡a medf&;-qu~se,_l)a-~~rvaJo en la ~~-~~kncitd1:
conciencia délos hombres como ñOtid;.
!?~_hombres noticia
histórica, _@J~~e,dida
!1}~tótjs?, en !a medida q~_~e que se ha hcch? accesible _ªa la ciencia como cono-
hecho ~~esiblc cono­
fimit:!l~º
cimiento de la sociedaíEactua!. Aunque e<>te
l.~ sociedad_actual. este material es enorme, su carácter
incompleto salta a la ta vista. Intereses que en modo alguno corrc~ponden corresponden a
las necesidades de la ciencia, condiciones de la ta tradici{m
tradición que tampoco guar-
t1ue talllpüco guar­
dan relación alguna
atguna con e~s esas necesidades, han perfitado
perfilado el et cuerpo de nuestro
histórico. Desde la
conocimiento hístórjco. ta époc:1
época en que la ta gente se agrupaba en
tomo a la hoguera de campaña, y los compañeros de tribu y de combate
las hazañas de sus héroes y el origen divino de su tribu, el fuerte
relataban la,;¡
interés de los vivientes ha destacado v conservado hechos recogidos del det
fluir de la vida humana cotidi:.na. cotidiana. El ·interés
interés de una época post~ior posterior y la
coyuntura histórica han decidido qué hechos, entre todos ellos, cttos, habrían de
11egar
llegar a nosotros. La historiografía,
historiografía. como arte libre de la ta narración,
nan:ación, abarca
sólo
soto una parte de ese todo inmenso, - parte parre··quc
que te fe parece especia)
pa-rcce digna de especial
interés desde algún punto de vista. A esto se añade que qne la sociedad actua,
actual)
vive, por decirlo
decirio así, asi, sobre las capas y v escombros deJ del pasado; el trabajo!
trabajo^
cultura! decantado en el lenguaje y en la superstición, en la cosn1mbre
cultural costumbre y v
en el derecho, como, por otra parte, en cambios materiales que exceden a los
testimonios, contienen una tradición que protege de modo inestimable estos
testimonios
testimonios... Pero también en su conservación ha intervenido la acción de
la coyuntura histórica. Sólo en dos puntos nos encontramos con una situa- situa­
ción del material
materia! que corresponde a las tas exigencias de la ta ciencia. ElEt curso
de los
tos movimientos espirituales de la Europa moderna se ha conservado en
grado suficiente en las obras que son su parte integrante. Y tos trabajos
Y los
de la estadística facilitan, dentro del reducido espacio y del estrecho gru- gru­
po de países en que esos trabajos se verifican, una visión numéricamente
controlada de los hechos sociales abarcados por ellos, y permiten establecer estabtecer
de este modo una base exacta para el conocimiento de.la de ta situáéión
situación actual
actúa! de
la sociedad.
La imposibilidad de abarcar en una visión de conjunto la trabazón de este
material enorme se añade a los efectos que sus lagunas producen y hasta po- po­
demos decir que ha cooperado no poco a at.Jmentarlas. aumentarlas. /~!,]ando
/Cuando el espírirn
espíritu
~qnun.o
hqmano comenzó a someter la realidad a su pensamiento se dirigió primera­ primera-
~nte,
mente, ^traído
atr_:ihlo por admiración, al cielo; le preocupaba esa bóveda íJllC
P!)_!: la admíraciém, que
nmotros, tjüe
se cierne sobre nosotros, que parece descansar sobre el anillo del horizonte:
33
33
34 C O N E X lÓ X y
CONEXIÓ~ Y n;:-:nA'.\-lf.S
H JX D A M K X rros
OS

espacia! unitario guc


ofrecía el aspecto de un todo espacial que rodeaba al a! hombre por
doquierj^así, la
doquier.así, !a orientación en la!a bóved<1
bóveda ccle~te
celeste constituyú
constituyó el
e! punto de par-
par­
tida de la¡a investigación científica lo io mismo en los!os paí~e~
países de Oriente que
en los
tos de Europa. El E! cosmos de losios hechos espirituales no se hace visible en
su inmensidad sino al espíritu copilador del investigador; emerge en algu- algu­
nas de sus partes por la forma como el s:cbio sabio enlaza hechos y los examina
y comprneba:
comprueba: se va estructurando en el interior del ánimo. Por eso el e!
primer trabajo amplio de las ciencias del espíritu lo constituye el ordena- ordena­
miento crítico de las tradiciones, la comprobación de los hechos, su reco- reco­
pilación. Luego que la !a filología ha elaborado una técnica ejemplar traba- traba­
jando con el material más difícil y v bello de la historia, la antigüedad clásica,
este trabajo se realiza, en parte, en numerosas investigaciones de detalle y. y, en
parte, constituye un conjunto de investigaciones de mayor alcance.¡ alcancey La co-co­
nexión de esta pura descripción <le de la realidad histórico-social
histórico-socia! que, basándose
en la física terrestre y apoyándm,e
apoyándose en la geografía, trata de ofrecern,os
ofrecernos la
espiritual y sus dífcrcncias
distribución de lo e:.píritual diferencias en el tiempo y en el espacio,
no puede lograr su necesaria visibilidad sino apelando a claras medidas es- es­
paciales, a proporciones numéricas, a determinaciones cronológicas, a la
gráficas./La
ayuda de las representaciones gráficas. material
/La pura acumulación de mat~i:íaJ
yy su~~~_!!!=_o
ordenamiento desemboca poc~__!.P_~§ una_ elaborifi;ióñ·y·
~esemboca pocqjij)oc?rcñ"una elaboración y artic!J~c!ón
articulación
intelectual del mismo.
úitelectual •

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