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DERECHOS DE AUTOR DE LAS PARTIDAS DE

AJEDREZ

Recientemente el GM norteamericano Nakamura escribió en Twitter su sentir por un libro


publicado sobre él, llamado Fighting Chess with Hikaru Nakamura (Ed. Olms), cuyos autores son
Karsten Müller y Raymund Stolze. Escribió Nakamura: "It is truly disgusting that people are
allowed to write books and profit off of our games without our permission". (Es realmente
desagradable que se les permita a las personas escribir libros de nuestras partidas sin nuestro
permiso).

Nakamura apunta a un añejo problema en el ajedrez: ¿Tienen los


jugadores derechos de autor sobre las partidas que juegan? ¿no son las
partidas de ajedrez como obras de arte o contenidos que deberían
darles un valor en metálico a los autores de las mismas?

Ya Capablanca comentaba (ver aquí el excelente artículo de Winter): "A


chess game, from its very nature and the manner of its production,
must be the joint property of the two persons producing it ..." (Un juego
de ajedrez es en su muy particular naturaleza y a la manera de su
producción, propiedad de las dos personas que lo producen...), y de
acuerdo con esta idea deberían los ajedrecistas percibir dinero si sus
partidas son publicadas.

Emmanuel Lasker también habló del tema muchas veces, sobre todo en
lo que concernía su participación en torneos por el título mundial. Hay
evidentemente algo de razón su manera de pensar. Porque finalmente
una partida de ajedrez puede ser considerada una obra de arte en el
contexto puramente ajedrecístico y parece injusto que se pueda ver
estos contenidos sin pagar por ellos. Sin embargo, cuando Lasker
intentaba que sus partidas fuesen pagadas por quienes las publicaban,
padeció el veto de los propios editores.

De hecho, desde hace muchos años (circa 1910), por ejemplo, las
partidas disputadas en un torneo no son propiedad intelectual de los
jugadores, sino del organizador del torneo. Ya alguna vez Gata Kamsky
no quiso dar la papeleta de alguna de sus partidas y fue recriminado por
el árbitro porque es una ley prácticamente no escrita pero real, que los
organizadores son los dueños de ese material.

El asunto parece que da siempre para más. En 1909, en un complejo


artículo del Dr. Josef Kohler, de la Universidad de Berlín, concluyó que
otorgar derechos de autor (copyright) a las partidas es literalmente
imposible. Un juego de ajedrez, dice, es como cualquier otro evento
histórico y en principio puede ser descrito por cualquiera; no puede
haber ni siquiera argumentos sobre patentes ya que no existen en una
partida de ajedrez elementos de negocio o comercio.

Si hubiese, a todo esto, derechos de autor de las partidas de ajedrez,


¿quién y cómo podría exigir el pago de quienes las publicaran. Hoy en
día hay un sinfín de publicaciones, virtuales y en papel, en torno al
juego ciencia. ¿Quién podría llevar el control y además tener la
autoridad legal para recolectar los pagos? Suena absurdo.

El punto quizás es otro: una cosa es publicar una partida y otra publicar
los comentarios que un jugador hace de la misma. Así, publicar las
jugadas de un encuentro debe ser gratis y sin cargo alguno, pero
publicar los comentarios de un gran maestro, bien podría estar sujeto a
un pago, y realmente lo está. Por ejemplo, Chessbase publica muchas
partidas comentadas y evidentemente en muchos casos paga a
jugadores titulados para que analicen y comenten los avatares de la
lucha, o bien, cuando leemos los comentarios a alguna partida
plasmados en un libro.

En mi opinión, la queja de Nakamura es absurda. Yo quiero creer que


muchos de los libros que leyó, de partidas que analizó, lo hizo en libros
que nadie pagó por ellos. Su nivel de ajedrez y el nivel del ajedrez
mundial actualmente se vería sumamente mermado si la iniciativa de
los derechos de autor de las partidas hubiese prosperado.

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