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Nómadas (Col)

ISSN: 0121-7550
nomadas@ucentral.edu.co
Universidad Central
Colombia

Reguillo, Rossana
EL LUGAR DESDE LOS MÁRGENES. MÚSICAS E IDENTIDADES JUVENILES
Nómadas (Col), núm. 13, octubre, 2000, pp. 40-53
Universidad Central
Bogotá, Colombia

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=105115264004

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EL LUGAR DESDE
LOS MÁRGENES.
MÚSICAS E IDENTIDADES
JUVENILES

Rossana Reguillo*

Son escasas las vías expropiatorias de las claves de la The expropiatory ways of the keys of modern life are scarce:
vida moderna: la relación personal con la tecnología, el cine the personal relationship with technology, cinema, and
y la televisión (el acceso masivo, nunca personalizado); la television (the massive access which is never personalized),
música (el registro más inmediato y extendido de la sensibi- music (the most immediate and widespread register of
lidad contemporánea), y la literatura, el territorio clásico... contemporary sensibility), and literature, the classic territory...
Carlos Monsiváis (2000) Carlos Monsiváis (2000)

A medida que se diversifica el menú de la mezcla, se As the menu of the mixture becomes more diverse, its
intensifica su frecuencia, se singularizan sus contenidos y frequency is intensified, its contents singularized and more
se hacen más recurrentes: ¿No crece también la ilusión de recurrent: doesn’t the illusion of self-recreation grow just
la auto-recreación a la vuelta de la esquina, sincronía fu- around the corner, a fleeting synchrony of the mixture of
gaz de la mezcla entre dos voluntades que se descubren en two wills that find each other in an esoteric meeting or on a
una reunión esotérica o en el monitor de la computadora, computer monitor, group intensities wedged into an instant,
intensidades grupales acuñadas en el instante, compene- peripheral rapport that cannot be measured proportionately
traciones periféricas que no pueden ser conmensuradas from any one central place, provisory permeability from
desde ningún lugar central, permeabilidades provisorias de which no one gets home safe, in short, the will to self-pro-
las que nadie regresa incólume a su casa, en fin, voluntad duce in another inflection of the eternal return, where tastes
de autoproducirse en otra inflexión del eterno retorno, allí are more changing, perspectives more
donde los gustos son más cambiantes, las perspectivas más capricious, and gods more mortal?
caprichosas, los dioses más mortales?
Martín Hopenhayn (2000) Martín Hopenhayn (2000)

* Profesora-investigadora del Departamento de Estudios Socioculturales del ITESO.

40 NÓMADAS
L a música, el habla, la apa-
riencia estética y las relaciones con
les y garantizan, al tiempo que im-
posibilitan, paradojas de la identi-
mente, en múltiples planos que van
de lo local a lo global, desafiando
la tecnología, son ejes claves para dad, la existencia del “yo”. las nociones tradicionales de espa-
entender los procesos de constitu- cio, vinculadas a la idea de un lu-
ción del «yo» en la modernidad tar- En estas páginas me propongo gar geográficamente delimitado.
día. Se trata de “lugares” en el reflexionar, a partir de la investi-
sentido dado a este concepto por gación empírica, en torno al víncu- En otras palabras, a partir del
Michel de Certeau (1996), de alta lo significativo entre las seguimiento de las identidades ju-
densidad, tanto simbólica como es- identidades juve- veniles en sus arraigos empíricos
tructural, que se han constituido en niles y y de su problematización concep-
modos, muy importantes, de tual, propongo pensar la música
identificación y de dife- como un “lugar”, mientras que
renciación en a los emplazamientos propon-
sociedades que go pensarlos como “prácti-
asisten tanto al cas” 1 . No es en este sentido,
quiebre histórico la práctica espacializada (por
o reconfiguración ejemplo jóvenes mexicanos
de los dispositivos en su relación con la músi-
principales de socia- ca argentina, norteameri-
lización (la familia y cana o jamaiquina), lo
la escuela, princi- que interesa analizar
palmente) como al aquí, sino el modo en
debilitamiento de los que las músicas juveni-
espacios de acuerpa- les han venido a dar
miento e interacción forma a lo que de
social. manera metafórica
podemos llamar “na-
En tanto prácticas, la ciones juveniles”,
música y el habla, la estéti- siguiendo el ya clá-
ca y las relaciones con la tec- sico aporte de An-
nología operan hoy como derson en torno a
marcadores culturales de las las comunidades
identidades, especialmente imaginarias (An-
aunque no de manera exclusi- derson, 1983),
va, en el ámbito de las culturas lo que implica
juveniles. e rt
tratar de acer-
l t er Si eb carse a los procesos que
Wa
Fo to
En el territorio de estas prácti- r cell a”. agrupan y dan sentido a las identi-
“M a
cas, en la frecuentación y acceso a la mú- dades culturales, desbordando la
sus códigos, reglas y a sus diversi- sica, en el contex- idea de pertenencias territoriales y/
dades simbólicas implicadas, se te- to de una globalización que o nacionales.
jen vínculos fundamentales entre el de manera inexorable ha venido
yo y el nosotros. Ahí el mundo operando una “transversalización” El territorio por su parte, ope-
como experiencia subjetiva, ad- de los espacios en los que se cons- raría cada vez menos como espa-
quiere su sentido social por la truyen, conviven y se expresan las cio, en el sentido “goffmaniano” de
(co)presencia de un(os) otro(s) que identidades sociales. Lo que inten- escenario y más como “práctica”;
“iguales” y “diferentes” simbolizan to apuntar con esta última idea es es decir, el lugar adquiriría su sen-
los ritos de apertura y clausura que que hoy las prácticas culturales se tido en tanto se le experimenta
dinamizan a las identidades socia- mueven y se alimentan, simultánea- como lugar practicado (De Cer-

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teau, 1996). La hipótesis plantea- Las categorías de “repertorio” Bajo esta perspectiva qué sig-
da es entonces que en la relación (doméstico, regional, anglo), acu- nifica que mientras Colombia “con-
músicas/culturas juveniles, el espa- ñadas desde la economía política de sume” el 30% de su repertorio
cio (el cuerpo, la casa, la calle, la las industrias culturales (Yúdice, doméstico frente a un 45% del re-
ciudad, el mundo, las autopistas de 1999), si bien permiten una lectu- pertorio regional, en México se ven-
información) importa en tanto se ra fascinante desde la lógica de la da un 20% del repertorio regional
le practica de maneras diferencia- industria cultural, resultan insufi- frente a un 47% de los domésticos
das, cuya diversidad “practicada” cientes para entender que más allá y que el país con más altas ventas
estriba en el conjunto de represen- de la relación “oferta-demanda”, (38%) de repertorio anglo, sea la
taciones, símbolos, valores que pro- “géneros-gustos”, las culturas juve- Argentina (Yúdice, 1999;197). Si
vienen de ámbitos que no pueden niles han tejido una trama de rela- bien es cierto que hoy día es impo-
contenerse en la idea de “localiza- ciones complejas que no se dejan sible prescindir de este tipo de aná-
ción”. Así por ejemplo, el cuerpo contar más que a través de los mo- lisis y que, estratégicamente, no
que canta y al que se le canta, sig- dos en que las músicas han abierto puede soslayarse el hecho de que
nifica menos por su inscripción geo- nuevos modos de (auto y hetero) el mercado está operando, por la
gráfica que por su adscripción a un reconocimiento, ayudadas en esta vía de los hechos, como un organi-
universo de sentido que no puede tarea por los circuitos informales y zador de la identificación y diferen-
fijarse en un emplazamiento deter- los nómadas que desafían la ciación cultural, no es menos cierto
minado; la calle que se describe y geopolítica, como Manu Chao. que hay un conjunto de procesos
que se habita con mú- que escapan a la lógica
sica de fondo puede aceitada del mercado,
ser el espacio del amor, o bien que precisa-
del individualismo o mente es a partir del
de una violencia que mercado que se gene-
no admite coorde- ran movimientos que
nadas geográficas, es los sismógrafos mer-
decir, no se trata de las cantiles no detectan.
calles de Caracas, de Más allá de la firma dis-
Bogotá o de la ciudad quera es Manu Chao,
de México, aunque de ¿español?, ¿francés?; o
ellas se hable, sino de ¿es Bob Marley para
“las calles” de una ciu- los jóvenes “raztecas”
dad que se vive amo- mexicanos o los “ras-
rosa o violentamente. tainos” puertorrique-
Y más allá, la música ños (Reguillo, 2000),
es el lugar y la ciudad producto del “reperto-
es la práctica: la ciu- rio anglo”? La respues-
dad del bolero es una ta es compleja.
muy diferente a la ciu-
dad del reggae o del
hip hop y sus practican- Nosotros...que
tes se reconocen en ella
(la ciudad hostil del
nos queremos
reggae, la excluyente tanto2
del hip hop, la nostál-
gica del bolero), desde Todos estaban ci-
marcos mucho más tados para las diez de
complejos que los del la mañana y cada uno
imperativo territorial. de ellos había sido se-
“The Rolling Stones”, 1963. Londres

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leccionado por su adscripción a una situación discursiva y al mismo les de colocarse ante el bolero: des-
matriz identitaria claramente defi- tiempo introducía, de entrada, el de la familia, desde la tradición y
nida y pertinente de acuerdo a lo problema de la educación sentimen- lo popular y desde los estados
que nos proponíamos discutir: la re- tal. Nosotros, del compositor Pedro anímicos.
lación de ciertas identidades juve- Junco Jr., convertido en éxito en la
niles con la música. En el grupo de interpretación de Eydie Gorme y En la discusión quedó claro que
discusión estaba representado el Los Panchos, fue la canción selec- para los participantes, más allá de
movimiento punk, el movimiento cionada. La apuesta resultó. las diferencias entre matrices de
gótico, el tecno (o electrónico), el identidad, el bolero era un tipo de
mundo del reggae y la escena gru- Cuando los acordes del famoso música que los colocaba con sus ex-
pera. Expresiones identitarias con bolero sonaron, las sonrisas de es- periencias primarias en relación con
las que había tenido una experien- tupor y al mismo tiempo cómpli- la música. El bolero era la música
cia previa y largos períodos de tra- ces, no se hicieron esperar. Los seis de los padres, pero era también la
bajo etnográfico, lo que permitía un hombres y la única mujer del gru- música de México y Latinoamérica,
cierto manejo de los códigos “nati- po, dieron evidentes muestras de re- música de un tiempo ido y de ino-
vos” de cada uno de los jóvenes que conocer la canción. La discusión cencias perdidas. Registro funda-
esa mañana coincidirían en un es- comenzó. mental de la soledad
pacio cerrado de la universidad, al contrariada. Para
que generosamente habían acepta- Tres fueron las formas ellos, estos jóvenes,
do asistir. fundamenta- el bolero no era la
música del amor,
Resultaba difícil decidir sino del desamor,
qué tipo de deto- del desencuen-
nante3 utilizar para tro. Imposible,
instaurar el grupo de dijeron y coin-
discusión: ¿una poe- cidieron, que
sía?, ¿una fotografía? el amor se
Era evidente que el dejara hoy
tema ameritaba la uti- contar (y
lización de música. Pero sentir) a
cómo hacer una selec- través del
ción sin afectar los “gus- bolero.
tos” tan diferenciados de
los participantes, o en otras La
palabras, cómo no “ofen- música
der” las sensibilidades de es una
aquellos que habían demos- expe-
trado que la música era para rien-
ellos algo más que un estado de cia
ánimo o un pasatiempo. Des-
pués de una evaluación y una
ponderación cuidadosa, la deci-
sión fue utilizar un bolero, lo sufi-
cientemente conocido y al mismo
tiempo, lo suficientemente “lejano”
de los territorios identitarios de esos
jóvenes. Esa apuesta tenía dos ven-
tajas, permitiría generar las condi-
ciones para colocar al grupo en

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cultural cuyos primeros acordes es- un papel fundamental en la confi- identificado, entre rosas, flo-
tán directamente vinculados al guración de los “gustos”. De carac- res, bendiciones, cuando en
grupo familiar. Sin embargo, la au- terísticas fuertemente gregarias, las realidad a mi alrededor era
una situación totalmente
toridad parental en la definición de identidades juveniles van a buscar
contraria ¿no? Si uno se po-
los consumos va a sufrir un serio des- y a encontrar en los “otros”, la po- nía a ver televisión, lo que
calabro al introducirse paulatina- sibilidad de reconocerse en un “no- te mostraban era una vida
mente la micro tecnología de sotros” que afirme la identidad que no existe, te mostraban
reproducción. La “consola” entroni- individual y al mismo tiempo ope- las cosas bonitas. Pero era
zada en el centro del hogar (y más re como el núcleo de las certezas algo que no se daba a tu al-
tarde desplazada por la televisión) compartidas. rededor. Yo por ejemplo, yo
compite en situación desventajosa soy de un barrio...
con las pequeñas grabadoras, mini El discurso de los jóvenes a este bajo...pues sales a la calle y
como no estás vestido bien
componentes y walk mans que respecto es contundente. La músi- porque no tienes ropa, en-
vienen a individualizar el consumo ca representa más que una tonada tonces la policía te para, te
y a facilitar la exploración de intér- de fondo; se trata de un tejido com- roba el dinero, en la escue-
pretes, géneros, ritmos y visiones del plejo al que vinculan sus percep- la te tratan mal...Entonces
mundo. La música representa enton- ciones políticas, amorosas, cuando de repente llega a
ces el primer “territorio liberado” con sexuales, sociales. Debe, en este sen- mí lo que son las letras del
respecto a la tutela de los adultos y tido, responder a la experiencia movimiento punk... era una
un lugar clave para la autonomía de subjetiva del mundo, desde el lu- música sincera, era una mú-
sica que tenía espíritu, era
los jóvenes. gar social:
una música que cantaba lo
que yo estaba viviendo...
Un proceso fundamental va a En ese tiempo, a mí me te- (Benjamín, cantante del
operarse a partir de este contacto nía asqueado la música co- grupo hard core punk
“libre” con la música: la búsqueda mercial, para nada me sentía “Sedición”).
de repertorios que “enganchen” con
la sensibilidad propia, que armoni- Que la música “cante lo que uno
cen con las tonalidades de una iden- está viviendo” significa, para estos
tidad en proceso de configuración. jóvenes, la posibilidad de desmar-
Esto sucede de dos formas carse con respecto a ciertos
básicas. De un lado, los reper- circuitos comerciales que
torios proporcionados por producen lo que podríamos
una industria musical en ex- denominar “música-cha-
pansión, cuyos circuitos de tarra” y que a partir de la
distribución son principal- década de los ochenta ha
mente la radio y la televisión. demostrado ser un negocio
Para muchos jóvenes la bús- redondo al apostar a una re-
queda se agota ceta simple: la
en este movi- conjunción de
miento y es el ciertos proto-
llamado circui- tipos de belle-
to comercial el za juvenil, un
que define su re- espectáculo
lación con las coreográfico
músicas. Pero, fácil de imitar,
de otro lado, las tonadas sobre-
redes de pares y simplificadas y
la situación so- unas letras que
cial van a jugar no se destacan

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por su elabo- damente, los
ración. Repre- territorios mu-
sentantes de sicales. Las
esta corriente fronteras que
“chatarra” se- separan estos
rían por ejem- mundos no
plo los grupos pueden ser ca-
Menudo, como balmente
grupalidad mas- comprendidas
culina; Flans, sólo desde los
como grupali- ritmos o los
dad femenina y géneros, en
Timbiriche, un grupo mixto. tanto estas diferenciacio-
nes tienen mucho más que
Pero, qué puede decirles ver con fuentes nutricias
a una inmensa mayoría de para la construcción de re-
jóvenes latinoamericanos presentaciones sobre el
que viven en condiciones de mundo y la acción, que
pobreza, que experimentan con dimensiones esteti-
cotidianamente la exclusión cistas. Es por ello que (el
y enormes dificultades de incorpo- y) lo colectivo resultan fundamen-
ración social, las músicas que redu- tales en la conformación de los cir-
cen a los jóvenes a una suma de cuitos de consumo cultural.
hormonas y feliz inconsciencia. Qui-
zá por ello, el mercado de estas Yo trataba de encontrar una
exitosas formas de “creación cultu- incorporar, matizar y cohesionar las expresión que fuera más ur-
ral” se ha desplazado de los públi- diferencias individuales. bana, más cotidiana y que
cos jóvenes, a los de adolescentes reflejara lo que estábamos
viviendo y sobre todo esas
y niños. Al trazar su biografía musical,
ganas que yo tenía de ver la
los participantes dejan muy cla- vida de una manera diferen-
ro que en todos los casos hay una te. De repente me empecé
De la autonomización situación detonante que otorga la a clavar4 , a tratar de cono-
al insularismo certeza de haber arribado, a tra- cer gente...Y me cayó un dis-
vés de una búsqueda personal, a co de una banda...ellos
Una de las discusiones más com- un territorio que es común y co- tenían un programa en Ra-
plejas y polémicas entre los parti- lectivo. Puede tratarse de un her- dio Universidad, que no era
cipantes del grupo de discusión fue mano o pariente mayor, de un nada más poner música,
sino abordar temas sociales,
si la música era una experiencia in- grupo de amigos, de un concier- o sea estar realizando eva-
dividual o colectiva. Si en el consu- to, del acceso “accidental” a un luaciones, hablar con la
mo musical se establecen los disco, las situaciones que colo- gente... (Israel, miembro del
primeros procesos de autono- can a los jóvenes en un universo movimiento gótico, y de
mización del sujeto juvenil con res- musical que operará, a partir de una banda musical).
pecto al mundo adulto (y en muchos ese momento, como un marcador
casos con respecto de los circuitos de identidad y un nicho de per- La música es el territorio en el
comerciales), es precisamente en su tenencia. que las tensiones, el conflicto, la an-
relación con la música donde el su- gustia que se deriva del complejo
jeto individual encuentra los víncu- Y al operar de esta manera, es proceso de incorporación social, se
los con una comunidad tanto difícil que los jóvenes abandonen aminoran y dan paso a las primeras
presencial como simbólica, capaz de o siquiera crucen, desprejuicia- experiencias solidarias.

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...vas creciendo y tu mente Prohibiendo el aborto (Fragmento de
como que se va abriendo a condenas a muerte a “Pro-choice”, letra y
nuevas experiencias... cuan- miles de mujeres música de la banda punk
do estábamos en campa- a miles de inocentes. Sedición).
mentos poníamos reggae, Coros:
siempre entre nosotros, era Pro-choice Es esta convergencia de planos
así como que... había una ar- Es tu cuerpo la que otorga a las músicas vincu-
monía chida5 entre los que Pro-choice ladas a los procesos de identidad
estábamos ahí, nos llevába- Es tu vida su fuerza expresiva y su centralidad
mos bien...era un momento Pro-choice
así como de más unión, de Tu decisión en las culturas juveniles, en tanto
relax. Pero sobre todo como opera como organización colecti-
de la armonía que tiene el va de las trayectorias individuales.
reggae, me vibraba chido y
me llenaba de paz. (Eugenio, Yo creo que más allá de
estudiante universitario). una visión musical, el
movimiento reggae va
La música es el lenguaje que hacia una superación co-
vehicula los emergentes sentidos de lectiva, social. Cosa que yo
entiendo que el punk va
lo social-identitario para los jóvenes,
también: un de-
la posibilidad de rom- sahogo y una
per el encierro de su superación co-
propia piel. Es el len- lectiva para que
guaje que permite ex- todos estemos
plorar el mundo y al mejor ¿no?, que
mismo tiempo expresar no todos esta-
las propias valoraciones mos de acuerdo
sobre ese mundo. La con el sistema o
música es entonces el lo que en el re-
ggae se llama
lugar de interacción
“sistema babiló-
entre lo interior y lo ex- nico”... pero si a
terior, y para algunas fin de cuentas tu
identidades juveni- escuchas dos
les se convierte en el cassettes, no se
lugar privilegiado llevan, no se
para conciliar el llevan musical-
espacio tópico (el lu- mente. El punk
gar concreto y preciso es más violen-
que habita el cuerpo) to, más expresi-
vo, más fuerte y
con el espacio teletó-
el reggae es
pico (el lugar lejano, más propositivo,
lo social). más soñador, a
l o mejor más
Pro-choice6 irreal pues...
pero al final de
Por una cuentas se busca
maternidad lo mismo, enton-
libre y voluntaria ces eso remite a
Por una materni- una colectividad...
dad consciente y (Jan, integrante de
solidaria una banda de
reggae).

46 NÓMADAS
George Simmel cierto tipo de
dijo que “la música gente...Por
tiene algo insular... ejemplo noso-
se está completa- tros, no oímos
mente en ella o fue- cierto tipo de
música por las
ra de ella” (1986; letras que tie-
215). Y, desde cier- nen. A nosotros
ta óptica, se trata nos caen muy
de uno de los afo- gordos 7 algu-
rismos que mejor nos grupos de
describen en este hip hop que
momento la rela- han salido, por-
ción de algunos movimientos juve- que son homofóbicos, por-
niles con la música. Desde este que son machistas, porque
“estar completamente en ella”, la son unos idiotas que nada
más buscan dinero...no es
separación tajante entre movimien- con lo que nosotros colin-
tos juveniles deviene “insularismo damos, con respecto a la es-
musical” o viceversa. Pese a la bien tética o la postura con el
intencionada formulación de Jan, arte...(Benjamín, cantante
transcrita líneas arriba, los integran- del grupo hard core punk
tes del grupo de discusión aborda- “Sedición”).
ron apasionadamente uno de los
mayores obstáculos para la conver- La descalificación de cierto tipo
gencia de movimientos juveniles, la velan que en el rechazo a cierto de expresiones musicales se hace,
enorme dificultad de otorgar reco- tipo de músicas y por extensión a siempre, desde la afirmación de la
nocimiento a “otras” expresiones sus fieles, lo que va en juego es una propia práctica. Los movimientos
musicales. Asunto que coloca los valoración y una postura ante el musicales “inventan” sus públicos.
consumos culturales en una rela- mundo. Diluida la capacidad de Como lo han señalado los propios
ción directa con la dimensión polí- convocatoria de las instituciones jóvenes, uno se queda en un movi-
tica de los proyectos juveniles. políticas, los partidos principalmen- miento musical por la compatibili-
te, la música operaría como lugar dad con las propias vivencias y en
Así como una teoría de po- de alta condensación de sentidos la medida en que se acrecienta el
ner una comparación, como políticos, en tanto “modelos de” (re- “insularismo musical”, se agudizan
si fuera la música, los dife- presentación) y “modelos para” (la las contradicciones entre los movi-
rentes tipos de música mientos juveniles, tal vez de mane-
acción). En su discusión sobre las
como las razas ¿no? Enton- ra inevitable.
letras, los estilos, la propuesta mu-
ces a lo mejor va a haber
más de alguna que tenga la sical se debate como proyecto so-
misma raíz, pero es como en cial. De tal forma, el consumo en
las razas y como en todo va tanto relación densa con un univer- Registros múltiples
a haber racistas, va a haber so de sentidos no es una cuestión
quiénes digan, no pues yo inocente o de puro gozo hedonista. Diversos autores (Bourdieu,
no convivo con el punk o 1988; Douglas e Isherwood, 1990;
yo los raperos no los sopor- Es el joven anarco-punk el que García Canclini, 1991) han seña-
to... (Eugenio, estudiante ofrece una síntesis (consensuada por lado que el consumo fragmenta en
universitario). el grupo), sobre estos elementos: tanto está directamente vinculado
a la estructuración social del gus-
Tanto la observación etno- Tal vez puede existir esta... to. Indudablemente, en los consu-
gráfica en los territorios juveniles animadversión contra cier- mos musicales de las culturas
como el discurso de los jóvenes re- to tipo de música o contra juveniles se juegan procesos de

NÓMADAS 47
estructuración social vinculados a mado complejo, contradictorio, reelaborarse el dispositivo teórico-
pertenencias de clase. Sin embar- multidimensional que articula tan- metodológico para volver sobre el
go, la complejidad y espesor de la to las dimensiones objetivas (situa- terreno. Bajo este supuesto, una pro-
relación jóvenes/músicas y otros dis- ción de clase, escolaridad, capital puesta para el análisis de las identi-
positivos culturales, desbordan este cultural, nivel socioeconómico, dades juveniles desde el ámbito de
marco comprensivo y no es la clase condiciones de vida) como las sub- la producción, gestión y consumos
social como esquema conceptual el jetivas (género, edad, pertenencias culturales debería contemplar seis
que posibilita un mejor acercamien- diversas, creencias, trayectorias, ámbitos básicos de análisis y sus
to a esta relación. etcétera.)? Hay ciertos movimien- entrecruzamientos:
tos musicales que generan de en-
El asunto es complicado, por- trada mayor exclusión, tanto por el 1. Movimiento (identidades
que si bien es fundamental no per- capital cultural que se requiere para socioculturales).
der, en los análisis, las dimensiones participar de sus sentidos, como 2. Músicas asociadas (sonidos,
de los anclajes objetivos como la por los circuitos por donde estos letras, circuitos de circulación).
situación socioeconómica, resulta transitan. Estoy refiriéndome en 3. Socioestética (consumos cul-
clave no reducir la relación de los concreto al movimiento «tecno» o turales y dramatización de la iden-
jóvenes con las músicas a un com- electrónico, que ha convocado tan- tidad).
ponente de clase, si se quiere to en América Latina como en 4. Visiones del mundo y pro-
evitar la caricaturización de los Europa a un sector altamente puestas de acción (proyecto).
movimientos. escolarizado con acceso a las nue- 5. Droga(s) asociadas al movi-
vas tecnologías de información. miento.
La tentación de elevar a rango 6. Sector social predominante-
explicativo lo que resulta Por ello la música, en tanto ana- mente convocado.
aprehensible al “sentido común”, es lizador cultural, se convierte en el
muy fuerte. Por ejemplo, puede ob- territorio capaz de hacer hablar la
servarse que ciertos géneros musi- complejidad de los procesos de con-
cales (ya híbridos), con sus ritmos figuración de identidades juveniles
y sonidos «duros», con una pro- y los referentes que los nutren, los
puesta más combativa, tienden a afirman, los debilitan.
convocar a su alrededor a jóvenes
de sectores populares. Pero hay que A la manera de la teoría funda-
enfatizar la palabra «tienden», ya mentada (Glaser y Strauss, 1967),
que no hay una relación automáti- es a partir de los datos que provie-
ca de causa-efecto entre la oferta nen de la fase empírica que puede
de sentido (en su acepción amplia)
y los movimientos. Cuando se tras-
ciende la dimensión etnográfica y
la investigación se coloca en el
ámbito de las representaciones,
pocas veces la hipótesis de clase re-
siste el análisis.

Otro factor que complica estas


explicaciones causales es la enorme
dificultad de dónde colocar, analí-
ticamente hablando, la condición
de clase ¿como un factor aislable
desencadenante del “gusto”? o por
el contrario, ¿como parte del entra-

48 NÓMADAS
Cada uno de estos ámbitos o ni- ticipan y por supuesto, con sus vertiente no-straight 11 , re-
veles analíticos tiene a su vez un visiones del mundo, el curran a la muy frecuente
subconjunto de temas que lo con- tema se reduce a una mezcla a partes iguales de
figuran8 . Pero aquí se trata de perspectiva epide- marihuana y cocaína,
hacer énfasis en el tema de las mú- miológica. no puede entenderse
sicas. En esta matriz de seis entra- haciendo abstrac-
das 9 , queda claro que ninguno de ción de sus visio-
los elementos que la componen nes del mundo y
puede ser pensado o analizado al de lo que en-
margen de los otros. Tomemos La tienden por
como ejemplo el caso de las dro- músi- propuestas
gas. Estamos acostumbrados al ca, ba- de acción.
discurso simplificador de los me- jo esta El dinamismo,
dios y al alarmista de las institucio- perspecti- el constante llama-
nes, que señalan el (creciente) va, tampoco do a la acción y la exi-
consumo de drogas por parte de los puede abs- gencia de mantenerse alerta,
jóvenes, pero (en general) sin alu- traerse de los es una constante del movimiento
dir a las diferencias entre drogas que demás elementos en anarco-punk. Acordes a esto, sus
guarda vinculación con los movi- la configuración de colecti- músicas y las drogas que frecuen-
mientos en los que los jóvenes par- vos juveniles que d e v i e n e n tan acrecientan tanto el nivel de
movimiento y acción. conciencia como la actividad.

La relación que guarda el “éx- Mientras que en el caso de los


tasis”10 con el movimiento electró- ravers, su movimiento tiene una es-
nico no es casual, ni producto pecial fascinación por la tecnolo-
tampoco del azar que las drogas que gía y sus músicas detonan procesos
frecuentan los jóvenes raztecas o corporales y mentales que suprimen
adscritos al movimiento reggae, la palabra y acrecientan la percep-
sean las de origen natural como la ción del propio cuerpo en relación
marihuana (por la que guardan es- con lo exterior. Las drogas sintéti-
pecial respeto), el peyote o los cas también llamadas “hiperreales”,
hongos, que sólo consumen de agudizan la percepción sin provo-
acuerdo a los ciclos de la natura- car (demasiados) trastornos de
leza. Que los anarco-punks en su psicomotricidad y generan mayor
resistencia al desgaste físico al que
estos “saltarines” se ven sometidos
durante sus rituales colectivos.

Los raztecas por su parte, cuyas


músicas son, en lo general, un fes-
tejo a la vida, al amor colectivo y
un señalamiento crítico a la deca-
dencia de este mundo que ha olvi-
dado los saberes primigenios, se
envuelven en rituales colectivos
que demandan, paradójicamente,
profunda introspección. Las drogas
naturales, vinculadas a tradiciones
ancestrales y a rituales místicos, re-

NÓMADAS 49
sultan un vehículo ideal que ayuda gunta por el armamentismo cre- llo” en las barriadas deterio-
a la exploración de los mundos ciente e impune de la sociedad radas de las grandes ciuda-
interiores y sus efectos de aletar- norteamericana (desde la cual re- des norteamericanas, la
gamiento psicomotor y de abstrac- flexiona) y las duras condiciones rebeldía juvenil tomó carac-
ción de la realidad, no están reñidas estructurales que enfrentan los teres radicalmente diferen-
jóvenes. Para cierto tipo de pen- tes? ¿Por qué su “nueva
ni con la poca disposición de estos manera de hacer música”,
jóvenes a la acción, ni con sus samiento, la mejor coartada es
contestataria, impugnadora
músicas. confortarse con la idea de que al
también del futurismo for-
cesar estas músicas cesarán los pro- dista, jamás se planteó como
Como trato de mostrar aquí, blemas que enfrentan y generan los un rompimiento genera-
para el análisis sociocultural, no es jóvenes. cional? ¿Por qué mientras los
la música por sí misma la que ex- rockeros se referían a su te-
plica el modo de representación y En (alto) contraste, existen pen- rritorio suburbano como un
de acción en las culturas juveniles. sadores que se esfuerzan por desen- “boring paradise”, los sone-
trañar los complejos mundos de la ros cocolos idealizaban su te-
música en sus vinculaciones con la rritorialidad perdida en la
dinámica social. Ángel Quintero, migración como un “paraí-
Señales y metáforas so de dulzura? (Quintero,
investigador y profesor puertorri-
1998).
Hay evidencias empíricas de so- queño, al comparar los movimien-
bra para impugnar las “explicacio- tos emergentes del rock y de la salsa
La ciencia no se basa en la acu-
nes” que eluden la reflexión sobre señala: mulación inductiva de pruebas, sino
la situación histórica que atravesa- en el principio metodológico de la
mos y prefieren culpar a la música Para los jóvenes –varones
duda (Giddens, 1995). En las pre-
de lo que se percibe como deterio- y hembras- hijos de burgue-
ses, pequeñoburgueses y guntas que Quintero se formula con
ro y comportamientos antisociales respecto al rock y a la salsa, en sus
de los jóvenes. En un artículo con proletarios- su rebeldía
identitaria y su música se momentos emergentes, hay dos
pretensiones cientificistas y con un
conformaba en oposición al cuestiones que considero claves
título elocuente “Diagnosing the
mundo dominante adulto; para el análisis cultural de las mú-
cultural virus”, Thomas L. Jipping su impugnación hedonista sicas en su relación con las culturas
desarrolla los más arriesgados argu- al futurismo se manifestaba juveniles. De un lado, las músicas
mentos, cobijados por un conjunto como un rompimiento en- como lugar de expresión de los sen-
de datos descontextualizados, y afir- tre generaciones. tidos profundos desde los que se
ma por ejemplo, que “los temas
habita el mundo, que no puede ge-
negativos o destructivos son hoy ¿Por qué, entre
neralizarse en tanto esta expresión
la regla más que la excepción”; los migrantes del
concluye que la música juvenil “subdesarro- está específicamente vinculada a
“contribuye a la cultura de la agre- los portadores de una identidad. Si
sión”, y apunta una serie de reco- la “revolución cultural” de los 50-
mendaciones para los adultos 60, como la ha llamado Hobsbawn
preocupados (Jipping, 1999). (1995), puede caracterizarse por el
Lo que el autor no hace es rompimiento de los valores y for-
un análisis del mundo con- mas centrales de una sociedad
temporáneo, y no se pre- autoritaria, el análisis de
gunta nunca el por qué los Quintero permite pensar en
“temas negativos” son hoy la especificidad de estas rup-
la regla en numerososos gé- turas. Mientras unos confi-
neros musicales juveniles y guraban en el territorio
mucho menos, al estable- cultural de las músicas los pro-
cer una relación música/ cesos centrales de impugnación
violencia juvenil, se pre- a los órdenes dominantes por la

50 NÓMADAS
vía de la ruptura y el distanciamien- mentado. El alarmismo ante los m u s i c a l c o m o Peter Gabriel,
to con “la música de los padres”; contenidos de las letras o ante los Bryan Eno, David Byrne entre
otros planteaban esa misma im- sonidos llamados estridentes o du- otros, que representan hoy un im-
pugnación por la vía de la recu- ros, procede como si las músicas portante movimiento cultural que
peración de un patrimonio que estuvieran afuera de lo social. No transita tanto por circuitos comer-
hundía sus raíces en tradiciones es que las músicas sean un reflejo ciales como por redes alternas,
subalternas. Un movimiento pro- transparente y automático de la constituye quizá el encuentro en-
yectado al futuro; el otro al pasa- realidad, es más bien que las mú- tre las dos cuestiones que he tra-
do, que se encontraban en un sicas se constituyen en crónicas de tado de apuntar: la significación y
presente en crisis y en revisión crí- lo contemporáneo. Si en sus orí- los modos de contar.
tica de sus valores.
La world music re-
Pero en el fondo, mu-
presentaría el intento
sicalmente, tanto el por traer “el mundo” al
rock como la salsa, territorio propio y po-
desde sus vocaciones ner en condiciones de
distintas, se encontra- diálogo horizontal a
ban en la mezcla ico- tradiciones, culturas,
noclasta de ritmos, instrumentos, lengua-
géneros, lenguajes que jes diversos, en conti-
el canon de la moder- nuidad con lo que ya
nidad había manteni- el rock había iniciado,
do en compartimentos el multiculturalismo.
separados. Quizá y a Si en sus inicios el rock
manera de hipótesis tenía un idioma “ofi-
arriesgada, lo funda- cial”, lo que contaba,
mental de estas músi- Eric Clapton, Mitch Mitchel, Keith Richards y John Lennon
su fuerza expresiva, su
cas “juveniles”, no creciente poder de
estribaba tanto en sus ritmos o eti- genes el rock contaba lo que la convocatoria, no puede entenderse
quetas sino en la metáfora que sociedad había mantenido en los desde el “imperialismo cultural” de
anticipaba por un lado el multicul- sótanos de la cultura, dándole un un lado, o de la “disolución de las
turalismo y por otro, la crisis de estatuto de visibilidad, y la salsa, identidades nacionales” de otro lado.
saberes. Para unos, la posibilidad pa- para mantener las preguntas de Los movimientos, principalmente en
saba por desmarcarse con respecto Quintero, se esforzaba en dotar de Argentina y México, de “rock en tu
del pasado, para otros, la misma po- un lenguaje expresivo a los pro- idioma”, se inscribieron en una co-
sibilidad se construía precisamente cesos de una dolorosa y difícil mi- rriente que erosionaba las nociones
vinculada a la memoria y a la ex- gración, los géneros actuales de frontera, geopolíticas, musicales,
narran aquellos aspectos que re- temáticas y hacía visible que las
ploración de un pasado constante-
sultan vitales para los jóvenes, especificidades regionales se encon-
mente negado.
aunque terminen por hacerse traban en un nuevo territorio, la
Una segunda cuestión tiene cómplices de lo narrado o no exis- música, en tanto el mundo aparecía
que ver con la música en tanto ta, en muchos casos, impugnación como lugar practicado.
crónica del tiempo vivido. Si al orden social. Las letras, los rit-
como dice Monsiváis, la música mos, las melodías, las mezclas a El trabajo de Gabriel a pro-
es uno de los registros fundamen- las que acuden, son el testimonio pósito de las músicas africanas prin-
tales de la sensibilidad contem- del modo cómo se apropian del cipalmente; el de Byrne en torno a
poránea (2000), el análisis de mundo y sus significados. la recuperación de los ritmos “tro-
Quintero lo confirma y abre la picales” o afroantillanos y de ma-
pregunta por el modo en que las Las músicas del mundo (The nera más reciente el de integración
músicas juveniles narran el espa- world music) ampliamente pro- de Manu Chao, quien se autode-
cio/tiempo del mundo experi- movidas por figuras de la escena fine como “periodista musical”, han

NÓMADAS 51
ampliado los registros musicales y sulta una consecuencia “natural” que el rock, en este caso, se dejaba pen-
consolidado un movimiento de in- que los actores sociales, en este caso, sar mucho más como un lugar, si bien
móvil, inestable y muchas veces efíme-
teresantes y fecundos intercambios. las culturas juveniles, se esfuercen ro, que operaba como anclaje para los
¿Por qué entonces muchos de los por dotar al consumo de originali- actores involucrados (productores,
movimientos juveniles a partir de dad y unicidad que borre la impo- circuladores, consumidores) y generaba
solidaridades, sentido de pertenencia,
sus adscripciones identitarias, re- tencia que se experimenta ante un símbolos, que trascendían o desborda-
chazan y descalifican expresiones mundo en el que escasean las posi- ban los marcos delimitables de una lo-
musicales distintas a la propia? bilidades de apropiación. calización espacializada.
2 En este apartado se presenta un análisis
parcial de un grupo de discusión, dispo-
En la autoafirmación, en la sitivo metodológico que explora repre-
Los dilemas del yo autodefensa de las propias concep- sentaciones a partir del proceso discursivo
ciones del mundo, hay mucho más de un grupo.
de temor por la disolución del «yo» 3 En el grupo de discusión se utiliza con
Quizá no haya otra manera de que de rechazo a lo otro. La “con- frecuencia un texto cultural (una foto-
comprender estos asuntos más que fianza” en lo propio aminora la fra-
grafía, una poesía, un sonido, etc.) que
actúa como detonante. Sirve para colo-
a través de las tensiones de la gilidad, disminuye la sensación de car a los participantes en un mismo re-
globalización. Si de un lado es cla- indefensión. Por precarias y vulne- gistro de arranque y facilitar así el inicio
ra e innegable la consolidación de de la discusión. Para más detalles, ver R.
rables que puedan resultar estas for- Reguillo (1998b).
la mundialización de la cultura, de mas de encarar la incertidumbre, al 4 clavar-clavarse, es una palabra funda-
otro son visibles las fragmen- afirmar “yo soy punk”, “yo soy mental en el sociolecto de muchos jó-
taciones operadas por esa glo- rasta”, yo soy “tecno”, se construye venes mexicanos; significa: prestar mu-
balización y el exacerbamiento de cha atención a algo. Significa también
el territorio de la identificación y enamorarse.
lo local. Ayuda a destrabar esta se avanza hacia un sentido de per-
5 chido-chida, significa: bien, bueno, boni-
enorme complejidad el no confun- tenencia. Nadie abandona el terri- to, agradable. También se utiliza como
dir globalización con homoge- torio en el que se siente seguro. una forma que expresa acuerdo.
neización y el no homologar 6 En un perfecto spanglish, muy común
desigualdad con diferencia. Pero, por otro lado, el discurso entre las triibus juveniles mexicanas, el
reflexivo de muchos jóvenes título de esta canción, significa «por el
derecho a decidir».
La música en su vínculo con las apunta a una problematización cre-
7 La expresión caer gordo no es privativa de
identidades, no es sólo una manera ciente de la fragmentación que, los grupos juveniles, su uso se extiende
de decir el mundo, sino y principal- aparentemente vinculada con los por diferentes espacios y sectores en la
gustos musicales, ha ocasionado un sociedad mexicana. Significa que algo o
mente, una manera de enfrentar la alguien resulta sumamente molesto, inso-
incertidumbre y los “dilemas del yo”, enfrentamiento estéril entre sus mo- portable, es un sinónimo de caer mal.
que a decir de Giddens (1995;254), vimientos que plantean, desde ló-
8 Para este efecto, ver por ejemplo R.
se caracterizan hoy por: gicas y vivencias distintas, una Reguillo, La estrategia del camaleón (en
impugnación al orden dominante. prensa).
a) la unificación frente a la frag- Quizá lo que los agrupa es mucho 9 Al final del artículo se presenta un cua-
mentación, más que lo que los divide. dro que recoge, a manera de ejemplo, es-
tos elementos.
b) la impotencia frente a la
10 También conocida como tacha por la X
apropiación, de éxtasis, se trata de ácido anfetamínico
c) la autoridad frente a la in- derivado de la mezcalina.
certidumbre, Citas 11 Una corriente importante en el movi-
d) la experiencia personalizada miento punk es la llamada straight edge
frente a la mercantilización. 1 Un primer esbozo de esta idea, lo for- (lado recto), en la que están insertos
mulé al presentar el libro Oye cómo va. jóvenes que no consumen ningún tipo
Recuento del rock Tijuanense, coordina- de drogas, alcohol, carne y alimentos
Al afirmarse el consumo por la chatarra.
do por José Manuel Valenzuela y Gloria
vía de los mercados se vuelve inevi- González. Fue la lectura de los capítulos 12 En tanto este es uno de los niveles más
table que, pese al “triunfo moderno de este libro, escritos por diferentes au- complejos y para evitar la sobresim-
del “individuo sobre la sociedad” tores con muy diversas biografías y lar- plificación de estos elementos, que por
gas conversaciones con Ángel Quintero razones de espacio no pueden presentar-
(Hobsbawn, 1995), el yo se vea so- (Chuco), autor de Salsa, sabor y con- se aquí, remito al lector interesado a “...”
metido a influencias tipificadas. Re- trol, lo que acabó por convencerme de viviendo a toda”

52 NÓMADAS
Anexo Le BRETON, David. Las pasiones ordinarias.
Antropología de las emociones. Nueva Vi-
Movimiento Músicas Socioestética
1
Visión del Droga Sector social sión, Buenos Aires, 1999.
(identidades asociadas Dramatización mundo y asociada predominante
socioculturales) propuesta de MONSIVÁIS, Carlos. Aires de familia. Cul-
acción tura y sociedad en América Latina. Ana-
Anarco-punk Hard-core Hay una visión Marihuana, en Popular grama, Barcelona, 2000.
punk Impugnadora, menor medida escolarizado
Sonido duro, de crítica al cocaína o una QUINTERO, Ángel. Salsa, sabor y control.
estridente, sistema; contra mezcla de Sociología de la música tropical. Siglo XXI,
letras de el principio de ambas/ hay México, 1998.
contenido autoridad. una corriente
sociopolítico Confrontación, del REGUILLO, Rossana. (reseña Oye cómo va),
participación movimiento 2000.
informada que se
(reposa en el mantiene al b. La invención del territorio. Procesos
grupo) margen del globales, identidades locales, en Umbra-
consumo de
drogas les. Corporación Región, Medellín,
Rave electrónico Tecno (acid, Negociadora, Éxtasis Medio, alto, 2000.
trance, tribal, distancia crítica (tachas), ácido escolarizado
La estrategia del camaleón. Culturas
house y varios del sistema y (micros),
subgéneros cierto uso drogas de juveniles: socioestéticas del desencanto.
más): pragmático de laboratorio Norma, Buenos Aires, en prensa.
Supresión de sus ventajas.
la palabra, Participación en El año 2000, ética, política y estéticas:
mezcla de la creación imaginarios, adscripciones y prácticas ju-
sonidos cultural (reposa veniles. En Humberto Cubides, María
en el individuo)
Cristina Laverde y Carlos Eduardo Val-
Razteca Reggae Regreso a los Marihuana Medio
Rasta/reggae Ska en menor orígenes, (ganja), drogas
derrama (eds.) Viviendo a toda. Jóvenes,
medida rescate de naturales territorios culturales y nuevas sensibilida-
Exploración saberes y (peyote, des. Universidad Central y Siglo del
de ritmos tradiciones hongos) cuyo Hombre Editores, Bogotá, 1998.
africanos, ancestrales. Hay consumo
indígenas, una cierta forma respeta el ciclo b. La pasión metodológica o de la para-
búsqueda de de “huida” en de la dójica (im)posibilidad de la investigación.
música de sus posiciones. naturaleza
raíz Balance entre el
En Rebeca Mejía y Sergio Sandoval
Sonido suave individuo y el (coords). Tras las vetas de la investiga-
grupo. ción cualitativa. Acercamientos desde las
prácticas. ITESO, Guadalajara, 1998.
1 En tanto éste es uno de los niveles más complejos y para evitar la sobresimplificación de estos SIMMEL, Georg. El individuo y la libertad.
elementos, que por razones de espacio no pueden presentarse aquí, remito al lector interesado Ensayos de crítica de la cultura. Penínsu-
al libro Viviendo a toda. Jóvenes, territorios culturales y nuevas sensibilidades, editado por el la, Barcelona, 1986.
Departamento de Investigaciones de la Universidad Central y Siglo del Hombre Editores en
1998. VALENZUELA, José Manuel y Gloria Gon-
zález (coords.). Oye cómo va. Recuento
del rock Tijuanense.CONACULTA/
CECUT/SEP/IMJ, México, 1999.

GIDDENS, Anthony. Modernidad e identi- YUDICE, George. La industria de la música


en la integración América Latina- Esta-
Bibliografía dad del yo. El yo y la sociedad en la época
dos Unidos. En Néstor GARCÍA
contemporánea. Península/ideas, Barce-
CANCLINI y Carlos Juan MONETA
lona, 1995.
ANDERSON, Benedict. Imagined commu- (coords.) Las industrias culturales en la
nities: reflection on the origin and spread of GLASER, Barney y Anselm STRAUSS. The integración latinoamericana. Grijalbo/
nationalism. Verso Editions, Londres, discovery of grounded theory. Weidenfeld, UNESCO/SELA, México, 1999.
1983. London, 1967.
BOURDIEU, Pierre. La distinción. Taurus, HOPPENHAYN, Martín. “Transculturalidad
Madrid, 1988. y diferencia. (El lugar preciso es un lugar
DE CERTEAU, Michel. La invención de lo movedizo), en La cinta de moebio. Revis-
cotidiano. Artes de hacer I. Universi- ta electrónica de epistemología y ciencias
dad Iberoamericana/ITESO, México, sociales No. 7, marzo. Universidad de
1996. Chile, 2000.

DOUGLAS, Mary y Baron ISHERWOOD. HOBSBAWN, Eric. Historia del siglo XX,
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GARCÍA CANCLINI, Néstor (coord.). El ral virus”, en World an I, V.14, julio.
consumo cultural en México. CNCA/ Expanded Academic ASAP Int’Ed,
Grijalbo, México, 1991. 1999.

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