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Teoría de Luria sobre evaluación neuropsicológica infantil

neuropsicología
A.R. Luria, neuropsicólogo soviético, describió procedimientos de evaluación que variaban de un
paciente a otro dependiendo de la función cerebral a explorar. La estandarización de estos
procedimientos ha sido objeto tanto de elogios como de críticas por parte de los neuropsicológos.
Aunque la batería estandarizada, Luria-Nebraska, se usa poco en la práctica clínica.

Modelo conceptual de Luria


Luria describió la actividad cerebral en términos de sistemas funcionales que conllevan principios de
localización y de equipotencialidad.
Las teorías localizacionistas defendían que regiones cerebrales específicas son responsables de
funciones cerebrales determinadas. Ej. Las funciones visuales se localizarían en el lóbulo occipital, o
las auditivas en el lóbulo temporal y así sucesivamente...
La teoría de la equipotencialidad defendía que las conductas complejas están controladas por
regiones funcionales del SNC, así cuando una parte se lesiona, otra asume su función.
La teoría de Luria se diferenciaba de otras teorías de su época en base a cuatro supuestos:
 Sólo partes específicas del cerebro están implicadas en una conducta (no todas)
 El tejido cerebral está especializado en una función, tanto fisiológica como psicológica. No se
le propone equipotencialidad.
 La conducta se concibe como funciones de sistemas de áreas cerebrales coordinadas y no de
áreas únicas y específicas. Por tanto una conducta resulta afectada cuando se lesiona
cualquier parte funcional responsable de dicha conducta.
 Luria propuso que existe un sistema funcional alternativo (una conducta puede estar mediada
por más de un sistema funcional). Así pues, a veces el clínico no observará alteraciones
cuando éstas serían esperadas de acuerdo con la lesión, y otras veces, observará
alteraciones cuando no observa una lesión identificable. Si cambia la naturaleza de la tarea, el
lugar donde se procesa la información cambiará produciéndose el uso de otra modalidad de
input o de output. Así, el efecto de lesiones en áreas que controlan funciones y habilidades
básicas, puede ser compensado por la actividad de áreas que controlan las habilidades
superiores.
Aunque las investigaciones apoyan ciertos aspectos de estos postulados, se llega a la conclusión de
que una conducta determinada puede estar afectada debido a una lesión de diversas áreas
cerebrales. Kolb y Whishaw sugieren que la cuestión principal es cómo la lesión de una región
determinada puede afectar a una conducta o un rendimiento específico.
Luria, en su enfoque de los sistemas funcionales, definió tres unidades:
 La unidad de activación
 La unidad de recepción e integración
 La unidad de planificación y organización de la conducta.

Unidad funcional I
El sistema de activación (arousal) constituye la primera unidad y abarca el sistema reticular activador
(SRA), el mesencéfalo, el bulbo raquídeo, el tálamo y el hipotálamo.
Los estímulos visuales, auditivos y táctiles atraviesan esta unidad y se proyectan a regiones corticales
superiores.
Esta unidad eleva o disminuye la activación cortical dependiendo de las necesidades internas del
organismo.
Cuando la activación cortical es demasiado baja, el cerebro pierde su capacidad de discriminar los
estímulos.
Otra función de esta unidad es filtrar los estímulos no importantes. El SRA impide que la corteza sea
inundada por estímulos de poca importancia, los cuales podrían interferir el funcionamiento cortical. Si
el SRA filtra demasiada estimulación, puede darse privación sensorial o alucinaciones. Las lesiones
graves de la unidad I pueden producir un marcado deterioro del estado de vigilia, con pérdida de
consciencia y posibilidad de fallecimiento. Lesiones menos graves pueden ocasionar desorganización
de la memoria, distracción, problemas de atención e insomnio. Si las unidades II y III son funcionales,
en una etapa posterior del desarrollo o en la edad adulta dichas unidades pueden asumir las
funciones de la unidad I y controlar la conducta hiperactiva y/o impulsiva. Se ha observado que el
metilfenidato también activa la unidad I, disminuyendo así las conductas de impulsividad y de falta de
atención.

Unidad funcional II
La unidad II constituye el sistema sensitivo y está formado por: los lóbulos parietales, temporales y
occipitales.
Su función principal es la recepción e integración de la información sensitiva. Así pues, las áreas de la
unidad II se corresponden con su modalidad sensitiva (la temporal para la auditiva, la parietal para el
tacto y la occipital para la visión).
Se ha planteado la hipótesis de que la unidad II se guía por tres leyes funcionales:
1. Las estructuras jerárquicas de las zonas corticales no permanecen invariables durante la
ontogénesis.
2. La especificidad de la función de las zonas jerárquicas disminuye con el desarrollo.
3. La lateralización progresiva de la función en las zonas jerárquicas aumenta con el desarrollo.
Esta jerarquía se divide en tres zonas: primarias, secundarias y terciarias. Las zonas primarias se
encargan de clasificar y registrar la información sensitiva. Las zonas secundarias organizan la
información sensitiva y la codifican para su posterior recuperación. Las zonas terciarias combinan la
información para establecer una conducta organizada.

Zonas primarias
Estas zonas están integradas por representaciones corticales de los receptores sensitivos, que se
relacionan con los órganos sensitivos periféricos. Están predeterminadas genéticamente y son las
áreas con mayor "cableado" neuronal.
La zona auditiva primaria se encuentra en el lóbulo temporal y está implicada en la percepción
auditiva.
La zona táctil primaria se localiza en la región sensitiva del lóbulo parietal y participa es la percepción
táctil.
La zona visual primaria halla en el lóbulo occipital e interviene en la percepción visual.

Zonas secundarias
Las zonas secundarias están involucradas en la entrada de información y su integración. Estas zonas
procesan la información de modo secuencial y guardan relación con más de un estímulo de los que
recibe el cerebro simultáneamente.La zona auditiva secundaria se encuentra en las regiones
secundarias del lóbulo temporal y se dedica al análisis y síntesis de los sonidos así como al análisis
secuencial de los fonemas, tonos, sonidos y el ritmo.
La zona secundaria táctil se localiza en los lóbulos parietales, cerca de la región sensitiva, y está
implicada en tareas como discriminación entre dos puntos de estimulación táctil, detección del
movimiento de las extremidades y reconocimiento de estímulos táctiles complejos, como la
identificación de formas mediante el tacto.
La zona secundaria visual rodea el área visual primaria del lóbulo occipital y está involucrada en la
discriminación visual de letras, formas y figuras.
Las zonas secundarias están especializadas, ambos hemisferio intervienen en la lectura y están
implicados en la comprensión del lenguaje, así como en la función de la escritura:
El hemisferio izquierdo es el principal responsable del análisis de información verbal y el lenguaje.
Una vez aprendidas las letras y palabras, el reconocimiento de estas pasa a ser un proceso del
hemisferio izquierdo. También está más implicado en el análisis semántico y sintáctico. Este
hemisferio se activa cuando se aprende una tarea visomotora.
El hemisferio derecho es más importante para el análisis de información no verbal, tal como la
música, los sonidos ambientales y la prosodia del lenguaje. Desempeña un papel importante en el
reconocimiento de formas poco familiares y está implicado en el procesamiento del carácter y el tono
emocional de la información. Este hemisferio se activa cuando la tarea es una tarea visomotora
nueva.
Dado que la unidad II es el centro de análisis, codificación y almacenamiento de la información, las
lesiones de esta región provocan dificultades de aprendizaje de las habilidades básicas de lectura,
escritura y matemáticas.

Zonas terciarías
Estas zonas permiten la integración polimodal de la información procedente de todas las áreas
sensitivas. La información se procesa simultáneamente e implica integrar varias modalidades. Por
ejemplo, el proceso de lectura consiste en integrar información auditiva y visual; el de lenguaje en
integrar habilidades gramaticales, análisis de información auditiva y comprensión de información
auditiva; y, las matemáticas implican integrar información visual con el conocimiento de los números y
las cantidades.
Estas zonas son la región principal que evalúan los test de inteligencia. Las lesiones en esta área de
asociación pueden provocar disminución del CI, dificultades de lectura. Escritura, capacidad
matemática y de comprensión del lenguaje.

Unidad funcional III


Es responsable del output (respuesta) y la planificación de la conducta. Se localiza en los lóbulos
frontales que se dividen en tres zonas jerárquicas:
 La zona primaria, situada en la región motora del lóbulo frontal, se relaciona con el output
motor sencillo.
 La zona secundaria, realizada en las regiones premotoras primarias, está implicada en la
actividad motora secuencial y la producción del habla.
 La zona terciaria se sitúa en la región orbitofrontal del lóbulo frontal (región prefrontal) y es la
región que tarda más en completar el proceso de mielinización y desarrollo, el cual continua
hasta la tercera década de la vida.
La zona terciaria de la unidad III se relaciona con la planificación, organización y evaluación de la
conducta, funciones similares a las ejecutivas. Las lesiones de esta área se asocian con dificultad
para aplazar la gratificación, problemas del control de impulsos, de la capacidad de aprender de los
errores de conducta en el pasado y de centrar la atención. En muchos casos, puede ser difícil
distinguir el efecto de las lesiones en esta zona de los trastornos psiquiátricos y de conducta.
Cuando la disfunción afecta a la unidad I, el desarrollo posterior de la unidad III puede compensar o
modular el nivel de activación. Además, la unidad III puede activar otras partes del cerebro y tiene
gran cantidad de conexiones con todas las regiones cerebrales.

Consideraciones evolutivas
El marco conceptual de Luria se basa en la teoría de que determinadas habilidades se adquieren
según un ritmo diferente dependiendo de la etapa neuroevolutiva del niño. Las estrategias para
resolver problemas, conductas y habilidades específicas dependen del grado de maduración
bioquímica así como fisiológica, incluyendo la mielinización y desarrollo de las células, las conexiones
dendríticas y las vías de interconexión neuronal. Aunque el desarrollo fisiológico está relacionado con
la maduración psicológica, los acontecimientos ambientales adversos pueden influir en esta relación.
En la siguiente tabla se resumen las etapas principales del desarrollo descritas por Golden.

Sistema Estructuras cerebrales Correlatos comportamentales

Modulan la activación
Unidad I: Sistema de Sistema de activación reticular de cortical
activación la protuberancia y el bulbo
raquídeo que atraviesa el tálamo y Filtran los estímulos
llega a la neocorteza aferentes
Atención y concentración
Áreas primarias de los lóbulos Percepción auditiva
Unidad II: Sistemas sensitivos temporales
Análisis y síntesis de
Áreas secundarias de los sonidos acústicos y análisis
lóbulos temporales secuencial
Áreas primarias de los lóbulos Fonema, musicalidad, tono
parietales y ritmo
Áreas secundarias de los Percepción táctil
lóbulos parietales Discriminación de dos
puntos
Áreas primarias de los lóbulos
occipitales Detección del movimiento
Áreas secundarias de los Reconocimiento de
lóbulos occipitales estímulos táctiles complejos
(ej. formas)
Áreas terciarias de los lóbulos
parietales/occipitales/temporales Percepción visual
Discriminación visual (letras,
formas, etc.)
Integración información
polimodal
Procesamiento simultáneo
«Inteligencia» (ej. lectura,
escritura, matemáticas,
lenguaje, sintaxis,
gramática, estereognosia,
rotación espacial,
discriminación de ángulos)

Áreas primarias de los lóbulos Output motor sencillo


Unidad lll: Planificación de la frontales
Actividad motora secuencial
conducta
Áreas secundarias de los
lóbulos frontales Producción del habla

Áreas terciarias de los lóbulos Toma y evaluación de


frontales decisiones
Control de impulsos
Demora de la gratificación
Atención centrada

Se piensa que las lesiones que ocurren durante cualquiera de estas etapas pueden producir diversas
alteraciones que dependen de su localización y gravedad. Según Golden, durante la etapa 1 las
lesiones de un cerebro en fase de desarrollo probablemente produzcan anomalías del nivel de
activación y, cuando sobreviene un daño grave, desemboquen en muerte o retraso mental.
Es menos probable que las lesiones que ocurren después de los 12 meses de edad produzcan
trastornos de atención, aunque la hiperactividad fisiológica se asocia con lesiones acaecidas antes de
los 12 meses.
Durante la etapa 2 del desarrollo se puede producir parálisis, sordera, ceguera y alteraciones de la
percepción táctil que pueden provenir de lesiones unilaterales en las áreas sensitivas primarias.
En algunos casos, las funciones sensitivas o las motoras pueden trasladarse al hemisferio opuesto si
la lesión ocurre durante esta etapa. Aunque es probable que las lesiones posteriores a esta etapa del
desarrollo produzcan alteraciones más graves, aún sigue habiendo factores de compensación que
intervienen en la recuperación de la función. No obstante, Golden advierte que las lesiones bilaterales
son más graves y producen sordera, ceguera y/o parálisis, en un período en el que es menos
probable que se produzca compensación.
Durante la etapa 3 del desarrollo, los dos hemisferios cerebrales comienzan a mostrar diferenciación
de la función en cuanto a capacidades verbales y no verbales.
Es probable que las lesiones unilaterales resulten en pérdida de funciones lingüísticas si la lesión
afecta al hemisferio izquierdo una vez que se han desarrollado las habilidades verbales,
aproximadamente a los dos años de edad. Las lesiones que se producen antes de los dos años de
edad pueden provocar que se transfiera el control del lenguaje al hemisferio derecho, mientras que
las que ocurren después de esta edad comienzan con una recuperación similar a la observada en
adultos). Sin embargo, Golden señaló que es menos probable que la plasticidad (esto es, la
transferencia de una función) surta efecto cuando las lesiones son de naturaleza difusa o leve. Las
pequeñas lesiones que ocurren en etapas tempranas del desarrollo pueden tener efectos más
nocivos que lesiones de mayor importancia en etapas posteriores de la vida.
Golden apuntó que el aprendizaje durante los primeros cinco años de vida es principalmente de
carácter unimodal, con escaso procesamiento polimodal, de integración de diversas modalidades de
información. La lectura que se realiza durante esta etapa se caracteriza por estrategias de memoria
que incluyen memorización de letras, palabras o sonidos de letras individuales. El símbolo visual tiene
significado sólo por su relación con el lenguaje hablado.
Durante la etapa 4, es posible el aprendizaje intermodal cuando las regiones asociativas terciarias de
la corteza sensitiva se están desarrollando. La lesión de estas regiones asociativas puede causar
discapacidades de aprendizaje significativas, tales como problemas mentales o cognitivos o
dificultades de aprendizaje. El tipo de déficit depende de la localización y gravedad de la lesión, e
incluso pequeñas lesiones pueden afectar la capacidad de integrar una o más modalidades
sensitivas. Golden señaló que los efectos de las lesiones en las regiones terciarias no siempre son
evidentes hasta que se alcanza la etapa 4 del desarrollo.
Puede que las lesiones que acontecen en una etapa no produzcan anomalías observables hasta
etapas posteriores, ya que las regiones cerebrales que median funciones psicológicas y
comportamentales todavía no han madurado. Por ejemplo, un niño que ha sufrido una lesión en las
regiones terciarias a los dos años de edad puede parecer normal a los tres años, pero tener graves
trastornos del aprendizaje cuando tenga diez años. Golden indicó además que predecir anomalías
futuras es complicado debido a estos factores neuroevolutivos; y que, por tanto, los neuropsicólogos
han de considerar esto cuando la lesión ocurre en una etapa temprana de la vida.
La etapa 5 implica el desarrollo de las regiones prefrontales del cerebro, lo que comienza durante la
adolescencia. De acuerdo con esta teoría neuroevolutiva, puede que las alteraciones consecuentes a
lesiones de los lóbulos frontales no empiecen a manifestarse hasta los 12-15 años de edad o más
tarde.
Otros autores han argumentado que el desarrollo del lóbulo frontal puede tener lugar en etapas
anteriores a las que sugirió Golden. Autores como Becker, Isaac y Hynd y Passler, Isaac y Hynd
describieron un desarrollo progresivo del lóbulo frontal, que comienza a los seis años de edad. En
estos estudios se encontró que las capacidades requeridas por algunas tareas que se pensaba
estaban mediadas por los lóbulos frontales y que comienzan a manifestarse a los seis años de edad
(ej. flexibilidad durante las tareas de conflicto verbal) continúan desarrollándose a los 8 años (ej.
inhibición de las respuestas motoras) y siguen estando inmaduras a los 12 (ej. inhibición verbal
proactiva).
Las etapas neuroevolutivas tienen gran importancia en neuropsicología infantil; se necesitan más
investigaciones para delinear más claramente dichas etapas del desarrollo cerebral.
Pese a que la batería Luria-Nebraska para niños-revisada (Luria-Nebraska Children's Battery-
Revised; LNCB-R) se diseñó para evaluar el funcionamiento cerebral basándose en el modelo de
Luria, no se ha investigado adecuadamente. Los intentos de estandarizarla y validarla han sido lentos
y la falta de datos de investigación actuales es un problema importante. "Se dispone de muchos
medios de evaluación neuropsicológica contemporáneos para evaluar habilidades similares a las que
cubren los ámbitos de la batería Luria-Nebraska y que se diseñaron exclusivamente para niños" (Hale
& Fiorello). Existen varias baterías nuevas que se elaboraron basándose en el concepto de Luria de
la función cerebral

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