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ORACIONES INVITATORIAS, MISAL DEL VATICANO

II

MIERCOLES DE CENIZA

Bendición e imposición de la ceniza.

Después de la homilía el sacerdote, de pie, con las manos juntas dice:

Queridos hermanos: Oremos a Dios, nuestro Padre, para que se digne bendecir con
su gracia esta ceniza que vamos a poner sobre nuestra cabeza en señal de
penitencia.

DOMINGO DE RAMOS

El sacerdote saluda al pueblo de la manera acostumbrada:

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

R. Amén.

Queridos hermanos, sean bienvenidos a esta celebración y que Cristo, muerto y


resucitado por nuestra salvación y la del mundo entero, permanezca ahora y
siempre con todos ustedes. R. Y con tu espíritu.

Seguidamente, el sacerdote hace una breve monición en la que invita a los fieles a participar
activa y conscientemente en la celebración de este día. Puede hacerlo con estas palabras u
otras semejantes:

Queridos hermanos. Después de haber preparado nuestros corazones desde el


comienzo de la Cuaresma por medio de la penitencia, la oración y las obras de
caridad, hoy nos congregamos para iniciar con toda la Iglesia la celebración del
misterio pascual de nuestro Señor, que fue consumado por su muerte y
resurrección, para lo cual debió entrar en la ciudad de Jerusalén. Por ello, llenos de
fe y con gran fervor, recordando esta entrada triunfal, sigamos al Señor, y
participando de su cruz, lleguemos a tener parte en su resurrección y su vida.

VIGILIA PASCUAL

El sacerdote saluda al pueblo del modo acostumbrado:


En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
R. Amén.
Queridos hermanos, que la alegría de Cristo resucitado nos acompañe en esta
celebración y esté con todos ustedes.
R. Y con tu espíritu
El mismo sacerdote recuerda brevemente el sentido de la vigilia nocturna, con las
palabras siguientes u otras semejantes:
Queridos hermanos. En esta noche santa en la que nuestro Señor Jesucristo pasó
de la muerte a la
Vida, la Iglesia invita a sus hijos diseminados por todo el mundo a que se reúnan y
permanezcan en vela para orar. Si hacemos presente así la Pascua del Señor,
escuchando su Palabra y celebrando sus misterios, podemos tener la esperanza de
compartir su triunfo sobre la muerte y de vivir siempre con él en Dios.

Apagados los cirios, todos se sientan. Antes de comenzar las lecturas, el sacerdote
se dirige al pueblo con estas palabras u otras semejantes:
Hermanos. Después de haber iniciado solemnemente esta Vigilia, alabando a Cristo
en la luz de su victoria pascual, escuchemos con atención la Palabra de Dios. Ella
nos relata cómo el Señor salvó a su pueblo a lo largo de la historia y finalmente
envió a su Hijo para redimirnos. Oremos para que Dios lleve a su plenitud la
redención obrada por el misterio pascual.

Antes de las letanias:

SI HAY BAUTISMOS: Entonces el sacerdote dice la siguiente la monición:


Queridos hermanos: Con nuestra oración unánime sostengamos la feliz esperanza
de estos hermanos nuestros que se encaminan a la fuente bautismal donde
renacerán a la Vida nueva, para que Dios, Padre todopoderoso, los acompañe
siempre con su ayuda misericordiosa.

SI NO HAY BAUTISMOS: Queridos hermanos: Invoquemos la gracia de Dios Padre


todopoderoso sobre esta fuente bautismal, de manera que cuantos renazcan en ella
sean incorporados a los
hijos adoptivos en Cristo.

Conviene usar la bendición solemne para la Vigilia pascual


Dios todopoderoso les dé su bendición en esta solemne fiesta de Pascua y los proteja
por su bondad de toda sombra de pecado. R. Amén.
Él, que por la Resurrección de su Hijo nos renueva para la Vida eterna, les conceda
la recompensa de la inmortalidad. R. Amén.
Y ya que celebramos con honda alegría esta Pascua después de recorrer con Jesús el
camino de la Cruz, les conceda participar de los gozos eternos. R. Amén.
Y que la bendición de Dios todopoderoso, del Padre, del Hijo X y del Espíritu Santo,
descienda sobre ustedes y permanezca para siempre. R. Amén.

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