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Tema11.

Algunas reflexiones sobre la transexualidad

Esquema
1. El fenómeno de la transexualidad
2. La influencia de la ideología de género en la transexualidad
3. Legislación
3.1. Derecho español
3.2. Marco europeo actual
4. Etiología de la transexualidad
4.1. Conocimientos actuales de la transexualidad desde las
neurociencias
4.2. Neurobiología de la transexualidad
4.3. Cambios cerebrales dependientes de las hormonas cerebrales
5. Diagnóstico
5.1. Consecuencias funcionales en la disforia de género
5.2. Comorbilidad
6. Tratamiento
6.1. «Reasignación de sexo».
6.2. En búsqueda de una alternativa ética: la psicoterapia
6.3. Medidas preventivas
7. Valoración moral de la transexualidad

1. El fenómeno de la transexualidad
De acuerdo con los actuales criterios diagnósticos médico-psiquiátricos, la
transexualidad es un “Trastorno de la identidad sexual” (CIE-10: F64), una “Disforia de
género” (DSM-5: 302.85)1. Es decir, una enfermedad2 caracterizada por un conjunto de
síntomas cognitivos, afectivos y conductuales que producen malestar, clínicamente
significativo, o un deterioro en lo social, laboral u otras áreas importantes del
funcionamiento de la persona que los padece.
Los síntomas consisten en la vivencia –convicción, creencia, sentimiento– de ser
psicológicamente de un sexo diferente al del propio cuerpo, y, en muchos casos, en la
disforia –sentimiento de disgusto y desagrado– ante dicho cuerpo, que se experimenta
como sexualmente inadecuado o incluso incompatible con la propia identidad
“psicológica”.

1
En el DSM-5 (2014), en atención a las reivindicaciones de las asociaciones pro-normalización de las
alteraciones de la sexualidad (lobbies de ideología de género y asociaciones LGTB) y con el fin de no
estigmatizar como enfermos mentales a estas personas, los redactores han optado por evitar la palabra
«trastorno» (como figuraba en el DSM-4).
2
Técnicamente se habla de «trastorno», porque sólo se denomina «enfermedad» a un síndrome
(conjunto de síntomas) cuando se conoce su causa; y en el caso de la transexualidad, como en la
mayoría de los trastornos mentales, todavía no se conocen las causas que la producen.

1
Como consecuencia de dicha “identificación sexual errónea”3, la persona
vivencia y tiende a manifestar actitudes, atributos de personalidad, intereses, gustos,
aficiones y gestos (psicomotricidad, lenguaje corporal), masculinos o femeninos,
generalmente estereotipados, incongruentes e inapropiados a la identidad sexual que
le corresponde; lo que suele acarrearles rechazo y hostigamiento por parte del
entorno.
A esto hay que añadir una consecuencia, que suele ser olvidada por la actual
ideología psicosexual dominante: si el error de identificación no se corrige, la persona
se va a ver siempre coartada para la expresión espontánea de su psicosexualidad, ya
que su manifestación va a tener que ser siempre controlada o simulada para evitar la
incoherencia con su realidad corporal; y, lo que aún es peor, la realización amorosa de
su sexualidad va a estar limitada o impedida.
La prevalencia de la transexualidad varía según los estudios. Los datos son
escasos. No existen registros en todos los países, ni se registran todos los casos
existentes. Según el DSM-5, la prevalencia en adultos nacidos varones es de 0,005 a
0,014% (5-14/100.000); en adultos nacidos mujeres es de 0,002 a 0,003% (2-
3/100.000)4.

2. La influencia de la ideología de género en la transexualidad


Para las asociaciones de transexuales (LGTB) y algunos autores, la
transexualidad es una modificación de la identidad sexual. Por lo tanto no sería un
trastorno, sino una variación o variable normal de la expresión del género humano5.
El fenómeno de la transexualidad ha sido y está siendo utilizado por la ideología
de género como una forma de demoler la tradicional visión binaria de los géneros
(masculino y femenino) y demostrar la existencia de otras variables de género, tan
aceptables como las demás6. Su última propuesta plantea la existencia de un género
«queer»7.
Junto a esto, el lobby LGTB ha acuñado el término «cisexual»8, para denominar
el género de la persona con “incoherencia de género” que quiere permanecer con el
sexo anatómico; en oposición al de «transexual», que sería el género de la persona
que sí desea una “transición somática” al sexo opuesto. Para este colectivo,
cisexualidad y transexualidad serían dos formas absolutamente normales de desplegar
la propia identidad sexual.

3
La diferencia entre «identidad» e «identificación» es básica, para no cometer el error de postular la
posibilidad de “otras posibles identidades” distintas a la masculina y femenina. La «identificación»,
acertada o errónea, sólo puede hacerse respecto a lo masculino del varón o a lo femenino de la mujer.
4
Como no todos los adultos que buscan tratamiento acuden a las consultas especializadas, estas cifras
están probablemente subestimadas. Otros autores aportan otros datos: 1/1.000, 1/10.000, 1/30.000.
5
Cfr. FERNÁNDEZ J., El sexo y el género: dos dominios científicos diferentes que debieran ser clarificados,
Psicothema 2010;22(2):256-262.
6
Un punto nuclear de esta ideología es la reivindicación del “derecho a la libre autodeterminación del
género”, sin restricción de edad.
7
El «queer gender» formula la identidad de género como “algo no estable”, como una condición
“fluida”, que puede cambiar de un momento a otro en una misma persona.
8
Esta palabra no se contiene en el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua.

2
Esta posición ha influido notablemente en los “expertos”, generalmente
psiquiatras y psicólogos9, para lograr la despatologización de la transexualidad10.
Además, ha presionado enérgicamente para que socioculturalmente sea un tabú, y
prohibir por la legislación transgénero cualquier intento de modificación del trastorno
mediante terapias de reeducación y reidentificación de la persona con su sexo 11.
Últimamente, esta ideología imperante ha promovido, en ciertos ambientes
socioculturales y muchos profesionales de la salud –médicos y psicólogos–, la
necesidad de la intervención de «reasignación de sexo» como única terapia
científicamente aceptable y recomendable para todas las edades.
Este tipo de presiones se dirigen habitualmente a silenciar los conocimientos
científicos sobre la materia, e, incluso, evitar y entorpecer que los investigadores
biomédicos lleven a cabo los estudios que permitan conocer con rigor lo que ocurre en
el cerebro y el cuerpo de las personas transexuales12. Realizar estos estudios, y
permitir su divulgación tanto en los colectivos científicos como en la sociedad, es una
sana exigencia de ética médica. Es preciso investigar en la etiología, para establecer un
diagnóstico certero y proponer el tratamiento adecuado. Solo el respeto a este
itinerario, que es el habitual en la Medicina, podrá guiar debidamente las medidas
legales.

3. Legislación

3.1. Derecho español


En el ámbito penal figura la despenalización de las operaciones de cirugía
transexual por Ley Orgánica 8/1983, de 25 de junio.
En el ámbito civil existen cuatro sentencias del Tribunal Supremo (2 de julio de
1987, 15 de julio de 1988, 3 de marzo de 1989 y 19 de abril de 1991) favorables a la
posibilidad de rectificar el sexo y el nombre de la persona en la inscripción del Registro
civil. El propósito es que la rectificación registral permita a esa persona ser
jurídicamente lo que siente y aparenta ser. No obstante, niega la posibilidad de

9
La Revista Española de Neuropsiquiatría publicó en el año 2012 un recorrido histórico del
conocimiento de la transexualidad. Cfr. FERNÁNDEZ-RODRÍGUEZ M., GARCÍA-VEGA E., Surgimiento, evolución y
dificultades del diagnóstico de transexualismo, Rev. Asoc. Esp. Neuropsiq., 2012;32:103-119.
10
En agosto de 2014 se publicó el Borrador Beta de la undécima revisión de la Clasificación Internacional
de Enfermedades (CIE-11), en el que, por primera vez, se eliminan las cuestiones vinculadas a la salud de
las personas transexuales del capítulo que se refiere a trastornos mentales y de comportamiento. En
este marco, la OMS ha propuesto la inclusión de dos nuevas categorías: 1. Incongruencia de género en la
adolescencia y la edad adulta; 2. Incongruencia de género en la infancia. Formarían parte de un nuevo
capítulo de la CIE-11, que se referiría a «Condiciones relacionadas con la salud sexual». Cfr. FERNANDEZ
RODRIGUEZ M.,GUERRA MORA P., GARCÍA-VEGA E., The 7th version of Care Standars of WPATH: a different
approach that goes beyond sexual dimorphism and gender, Rev. Asoc. Esp. Neuropsiq.,
2014;34(122):317-335.
11
Cfr. BARRETT J., Disorders of gender identity: what to do and who should do it?, The British Journal of
Psychiatry 2014;204:96-97.
12
Cfr. NAVARRO-PÉREZ P., ORTIZ-GÓMEZ T., GIL-GARCÍA E., La producción científica biomédica sobre
transexualidad en España: análisis bibliométrico y de contenido (1973-2011), Gac Sanit., 2015;29(2):145-
151.

3
contraer matrimonio según su nuevo sexo, por considerar a la persona, a tales efectos,
como una “ficción de hombre o mujer”.
Este argumento del Tribunal Supremo condujo a un progresivo distanciamiento
tanto en sede judicial (Sentencia del Juzgado de Primera Instancia nº 7 de Lleida, de 21
de septiembre de 1999; y el Auto del Juzgado de Primera Instancia de Melilla, de 12 de
enero de 2000) como por parte de la propia Dirección General de Registro y Notaría,
que en sus Resoluciones de 8 y 31 de enero de 2001 admitió la posibilidad de
matrimonio del transexual con persona de su mismo sexo biológico pero distinto sexo
registral, sobre la base del ius connubii, que de otra forma se entendería vulnerado.
Este cambio de actitud contó, además, con el respaldo de las Sentencias del
Tribunal Europeo de Derechos Humanos de 11 de julio de 2002 (casos Christine
Goodwin contra Reino Unido e I. contra Reino Unido), en las que el Tribunal de
Estrasburgo cambió radicalmente el criterio mantenido en sentencias precedentes.
Entendía que se vulneraban los artículos 8 y 12 del Convenio Europeo de Derechos
Humanos, cuando un Estado miembro denegaba la rectificación de las menciones
registrales de sexo solicitadas por transexuales que habían completado plenamente el
tratamiento quirúrgico para su transformación sexual física, o cuando denegaba la
autorización de un matrimonio conforme a su nuevo sexo legal.
Para la Ley 3/2007, de 15 de marzo, no resulta necesario para la concesión de la
rectificación registral de la mención del sexo que el tratamiento médico haya incluido
cirugía de reasignación sexual. Incluso resulta innecesario que los tratamientos
hormonales se hayan seguido durante dos años, si existen problemas de salud o edad
que imposibiliten su seguimiento y se aporte certificación médica de tal
circunstancia13.
En lo que se refiere a los efectos, el artículo 5 de la citada Ley 3/2007 dispone
que la resolución que acuerde la rectificación de la mención registral del sexo tendrá
efectos constitutivos a partir de su inscripción en el Registro Civil, permitiendo a la
persona ejercer todos los derechos inherentes a su nueva condición, lo que le
permitirá contraer matrimonio, adoptar o relacionarse jurídicamente con terceros no
ya como hombre sino como mujer (o viceversa). Se señala, además, que el cambio de
sexo y nombre acordado no alterará la titularidad de los derechos y obligaciones
jurídicas que pudieran corresponder a la persona con anterioridad. En consecuencia, el
cambio de sexo no podrá privar por sí mismo ni de la patria potestad, ni del régimen
de guarda o de visitas o del cargo tutelar que se venía desempeñando. Cuestión
distinta es que la valoración en su conjunto de los intereses en juego pueda llevar, en
aras de un interés superior, como el interés del menor, a considerar necesaria dicha
modificación.
Por otra parte, la Ley 3/2007 no contiene un tratamiento integral del fenómeno
de la transexualidad ni proyecta sus efectos más allá del ámbito del Derecho civil.
Como consecuencia de ello, algunas Comunidades Autónomas14 han tomado la

13
Este caso condiciona necesariamente el régimen jurídico de la filiación, al conservar su capacidad
reproductiva acorde a su sexo biológico quien jurídicamente figura como persona perteneciente al sexo
opuesto.
14
Ley Foral navarra 12/2009, de 19 de noviembre; Ley vasca 14/2012, de 28 de junio; Ley gallega
2/2014, de 14 de abril; Ley andaluza 2/2014, de 8 de julio; Ley catalana 11/2014, de 10 de octubre; Ley
canaria 8/2014, de 28 de octubre; Ley extremeña 12/2015, 8 de abril. En la actualidad, se está
tramitando en la Asamblea de Madrid la Ley Integral de Transexualidad que, según la parlamentaria
proponente, "será la más avanzada de España”.

4
iniciativa y, amparándose en lo dispuesto en sus respectivos Estatutos de Autonomía y
en las competencias en ellos asumidas, han ahondado en el tratamiento jurídico del
fenómeno de la transexualidad. Su principal objetivo es la búsqueda de medidas
integrales tendentes a suprimir la discriminación a la que puedan verse sometidas
aquellas personas disconformes con su sexo biológico.
Estas leyes autonómicas se inspiran en el concepto de «identidad de género»
entendido como el sexo que la persona asume como propio y conforme al cual se
presenta ante la sociedad (cfr. Ley Foral), o como dispone el artículo 3 de la Ley
andaluza: “la vivencia interna e individual del género tal y como cada persona la siente,
que puede corresponder o no con el sexo asignado al momento del nacimiento, y que
incluye la vivencia personal del cuerpo”. Definición que enlaza con la pretensión legal
de resaltar el papel de la libertad individual, lo que acaba derivando en alguna de
dichas leyes (en particular, en la ley catalana y, sobre todo, en la andaluza) en la libre
disponibilidad de la persona sobre el género al que pertenece. De ahí que se proponga,
como por ejemplo en la citada Ley andaluza, la despatologización de la transexualidad
y se proclame como bien superior en la materia el llamado “derecho a la libre
autodeterminación del género”.

3.2. Marco europeo actual


La directiva europea señala que los Estados tienen el deber de garantizar el
reconocimiento del cambio de sexo de los transexuales operados (en especial,
permitiendo a los interesados cambiar su estado civil) y el deber de permitir el
matrimonio según el mismo, en aras del derecho a la vida privada y familiar. Junto a
esto, los Estados conservan su margen de apreciación respecto a cómo incide dicho
cambio de sexo sobre las situaciones matrimoniales preexistentes. Por último, los
Estados soberanos tienen un cierto deber de facilitar las operaciones de cirugía
transexual, a los efectos de permitir el cambio de sexo y que luego se inste el
reconocimiento del mismo.

4. Etiología de la transexualidad
Debido a los prejuicios de la ideología de género, existen aún limitaciones en el
conocimiento del fenómeno de la transexualidad. Se desconocen los factores que
contribuyen al desarrollo de las alteraciones de la identidad sexual en la infancia,
adolescencia y vida adulta; así como el por qué en la mayoría de los niños la disforia de
género no persiste en la adolescencia y en la edad adulta15.
Junto a esto, y puesto que la mayor parte de los estudios se han llevado a cabo
en personas transexuales hombre-a-mujer, que es más frecuente en la población16 que

15
Las tasas de persistencia de la disforia de género desde la infancia a la adolescencia o la edad adulta
son del 2,2 al 30% en los varones y del 12 al 50% en las mujeres. Cfr. ASOCIACIÓN AMERICANA DE PSIQUIATRÍA,
Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5), 5ª Ed., Arlington, VA, Asociación
Americana de Psiquiatría 2014. En otras palabras, algunos estudios revelan que al menos el 88% de las
chicas y el 98% de los chicos se recuperaron de su disforia de género.
16
Cfr. AITKEN M., STEENSMA T.D., BLANCHARD R., VANDERLAAN D.P., WOOD H., ET AL., Evidence for an altered sex
ratio in clinic-referred adolescents with gender dysphoria, J. Sex. Med., 2015;12(3):756-763.

5
la transexualidad mujer-a-hombre, se necesitan más estudios comparativos de ambos
grupos para poder afirmar que se trata del mismo fenómeno. Más aún, el
planteamiento de que el sexo es opcional ha llevado a no tener en cuenta la variable
de la orientación sexual en la mayor parte de los estudios.
Por otra parte, se han llevado a cabo pocos trabajos que comparen la situación
neurológica antes y después de la administración de las hormonas del sexo deseado.
En lo que respecta a los factores de riesgo, la bibliografía consultada17
menciona algunos posibles: temperamentales18, ambientales19, genéticos20,
endocrinos21 y neurológicos22.

4.1. Conocimientos actuales de la transexualidad desde las neurociencias


El cuerpo de las personas transexuales tiene la estructura funcional propia de la
dotación genética femenina (XX) o masculina (XY). De ahí que la transexualidad no
pueda ser explicada por una condición física intersexual, como la que define el
trastorno del desarrollo ovo-testicular23.
Algunos autores sugieren que existe una predisposición heredada24, cuya causa
parece deberse a la desregulación de la actividad de las hormonas sexuales durante el
desarrollo prenatal y neonatal del cerebro25. Los datos de los que se disponen

17
Cfr. ASOCIACIÓN AMERICANA DE PSIQUIATRÍA, Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales
(DSM-5), 5ª Ed., Arlington, VA, Asociación Americana de Psiquiatría 2014.
18
Un mayor grado de atipicidad de la conducta sexual en la edad preescolar temprana hace más
probable el desarrollo y la persistencia de la disforia de género en adolescencia y edad adulta. Sin
embargo, muchos sujetos con trastornos del desarrollo sexual y marcada conducta sexual atípica no
desarrollan disforia de género. Por lo tanto, la conducta sexual atípica por sí misma no debería
interpretarse como un indicador de disforia de género presente o futura.
19
Los hombres con disforia de género (tanto en la niñez como en la adolescencia) tienen más
frecuentemente hermanos mayores varones en comparación con aquellos sin esta afección. Se han
asociado otros factores predisponentes, especialmente en los sujetos con disforia de género de
comienzo tardío (adolescencia, edad adulta), como por ejemplo el travestismo fetiche habitual, que se
desarrolla en una autoginefilia (p. ej., despertar sexual asociado con el pensamiento o la imagen de uno
mismo como mujer). También se han postulado como factores de riesgo, otras formas de problemas
sociales más generales, psicológicos o del desarrollo.
20
Se ha señalado la posibilidad de alguna contribución genética a raíz de los datos (aunque débiles) que
apuntan a: La familiaridad del transexualismo entre los hermanos no gemelos; Una mayor concordancia
para el transexualismo entre los gemelos del mismo sexo monocigóticos respecto a los dicigóticos;
Cierto grado de heredabilidad de la disforia de género.
21
En los sujetos XY con 46 cromosomas no se han encontrado alteraciones sistémicas endógenas en los
niveles de hormonas sexuales. En los sujetos XX con 46 cromosomas parece que existen niveles
aumentados de andrógenos (en el rango encontrado en las mujeres con hirsutismo, pero bastante por
debajo de los niveles normales para los hombres).
22
En general, la evidencia actual es insuficiente para etiquetar la disforia de género como una forma de
intersexualidad limitada al sistema nervioso central.
23
Cfr. LÓPEZ MORATALLA N., La identidad sexual: personas transexuales y con trastornos del desarrollo
gonadal. «No existen sexos, sino roles»: un experimento antropológico necesitado de biotecnología,
Cuadernos de Bioética 2012;XXIII:341-371.
24
Esto no significa que haya una determinación genética: no existe un gen de la transexualidad.
25
Cfr. HOEKZEMA E., SCHAGEN S.E.E., KREUKELS B.P.C., VELTMAND D.J., COHEN-KETTENIS P.T., ET AL., Regional
volumes and spatial volumetric distribution of gray matter in the gender dysphoric brain,
Psychoneuroendocrinology 2015;55:59-71; KRAEMER B., NOLL T., DELSIGNORE A., MILOS G., SCHNYDER U., HEPP
U., Finger length ratio (2D:4D) in adults with gender identity disorder, Arch. Sex. Behav., 2009;38(3):359-
363.

6
actualmente apuntan a formas heredadas de genes polimorfos26, ligados a la acción de
las hormonas sexuales27.
Se diferencia netamente de las alteraciones genéticas congénitas que causan
niveles hormonales inadecuados, como ocurre en la hiperplasia adrenal congénita por
exceso de exposición a andrógenos en la etapa prenatal28 y otras alteraciones
congénitas29.
Como ocurre habitualmente, el conocimiento de una enfermedad o un
trastorno con base genética, y su posible tratamiento, se adelanta a la definición
precisa de cuál es la causa genética o epigenética –es decir, de la regulación de los
genes– concreta que lo produce.
Lo que sí parece claro, en base a lo que los estudios endocrinológicos y
psiquiátricos plantean, es que la transexualidad no es simplemente una construcción
psicosocial, sino que refleja una compleja interacción de factores biológicos,
ambientales, familiares, educacionales y culturales30.

4.2. Neurobiología de la transexualidad

26
Cfr. FERNÁNDEZ R., ESTEVA I., GÓMEZ-GIL E., RUMBO T., ALMARAZ M.C., ET AL., Association study of ER, AR, and
CYP19A1 genes and MtF transsexualism, J. Sex. Med., 2014;11(12):2986-2994; FERNÁNDEZ R., CORTÉS-
CORTÉS J., ESTEVA I., GÓMEZ-GIL E., ALMARAZ ET AL., The CYP17 MspA1 polymorphism and the gender
dysphoria, J. Sex. Med., 2015;12(6):1329-1333; HARE L., BERNARD P., SÁNCHEZ F.J., BAIRD P.N., VILAIN E., ET AL.,
Androgen receptor repeat length polymorphism associated with male-to-female transsexualism, Biol.
Psychiatry 2009;65(1):93-96.
27
El fenómeno de la transexualidad se ha acentuado en los últimos cincuenta años (cfr. ARCELUS J.,
BOUMAN W.P., VAN DEN NOORTGATE W., CLAES ET AL., Systematic review and meta-analysis of prevalence
studies in transsexualism, European Psychiatry 2015;30:807-815). Hay estudios que señalan que, en ese
mismo periodo de tiempo, ha aumentado en las aguas residuales reutilizadas la presencia de disruptores
hormonales anti-andrógenos (derivados fundamentalmente de los plásticos y del metabolismo de
ciertos anticonceptivos hormonales), que causan un descenso de los niveles de testosterona en los
varones (cfr. EEA-EUROPEAN ENVIRONMENTAL AGENCY, The impacts of endocrine disrupters on wildlife,
people and their environments, EEA Technical Report 2/2012, Copenhagen, Denmark 2012; CARLSEN E.,
GIWERCMAN A., KEIDING N., ET AL., Evidence for decreasing quality of semen during the past 50 years, British
Medical Journal 1992;305:609-613; SWAN S.H., ELKIN E.P., FENSTER L., The question of declining sperm
density revisited: an analysis of 101 studies published 1934-1996, Environmental Health Perspectives
2000;108:961-966), y afectan a la expresión de los genes (cfr. LOPEZ-CASAS P.P., MIZRAK S.C., LOPEZ-
FERNANDEZ L.A., PAZ M DE ROOIJ D.G., DEL MAZO J., The effects of different endocrine disruptors defining
compound-specific alterations of gene expression profiles in the developing testis, Reprod. Toxicol.,
2012;33:106-115). La predisponían genética podría tener en estos hechos una de sus causas.
28
Cfr. MEYER-BAHLBURG H.F., DOLEZAL C., BAKER S.W., EHRHARDT A.A., NEW M.I., Gender development in
women with congenital adrenal hyperplasia as a function of disorder severity, Arch Sex Behav.,
2006;35:667-684; FRISÉN L., NORDENSTRÖM A., FALHAMMAR H., ET AL., Gender role behavior, sexuality, and
psychosocial adaptation in women with congenital adrenal hyperplasia due to CYP21A2 deficiency, J Clin
Endocrinol Metab., 2009;94:3432-3439.
29
Cfr. COHEN-KETTENIS P.T., Gender change in 46, XY persons with 5-reductase-2 deficiency and 17-
hydroxysteroid dehydrogenase-3 deficiency, Arch Sex Behav., 2005;34:399-410; REINER W.G., GEARHART
J.P., Discordant sexual identity in some genetic males with cloacal exstrophy assigned to female sex at
birth, N Engl J Med., 2004;350:333-341; MEYER-BAHLBURG H.F., Gender identity outcome in female-raised
46, XY persons with penile agenesis, cloacal exstrophy of the bladder, or penile ablation, Arch Sex Behav.,
2005;34:423-438; T’SJOEN G., DE CUYPERE G., MONSTREY S., ET AL., Male gender identity in complete
androgen insensitivity syndrome, Arch Sex Behav., 2011;40:635-638.
30
Cfr. ROSENTHAL S.M., Approach to the Patient: Transgender Youth: Endocrine Considerations, J Clin
Endocrinol Metab., 2014; 99:4379-4389.

7
Para algunos autores la transexualidad tiene una base neurobiológica, que hace
que se pueda hablar de «cerebro transexual»31. Los estudios de neuro-imagen, tanto
estructurales como funcionales, muestran varias alteraciones cerebrales en el cerebro
de estas personas.
Los primeros estudios que investigaron la estructura cerebral se basaron en la
observación de la neuroanatomía post mortem, sin llegar a alcanzar resultados
concluyentes. Estudios posteriores, han descrito cambios en la microestructura de la
corteza cerebral de las personas transexuales respecto a un grupo control de personas
del mismo sexo biológico32.
Investigaciones recientes, que miden la conectividad funcional del cerebro, han
permitido encontrar la alteración cerebral que subyace a este trastorno. Ha requerido
la aparición de una sofisticada técnica, que detecta el cambio en la comunicación e
integración de las fibras nerviosas que constituyen las redes que procesan funciones
cerebrales complejas33.
Las personas transexuales sufren una alteración en la red de conexiones que
procesa la representación de la imagen corporal, que constituye la base neurológica de
la experiencia transexual.
Las personas transexuales no forman una imagen corporal que les resulte
satisfactoria34. El funcionamiento de la red requiere procesar las emociones positivas o
negativas que despierta el propio cuerpo, detectar los conflictos e integrar la
información de la percepción interior con la exterior, construyendo la conciencia de la
condición corporal. Las personas transexuales prestan una atención exacerbada a las
partes del cuerpo incongruentes con su representación corporal.
Estos resultados están de acuerdo con otros anteriores acerca de la existencia
de cambios relacionados con el procesamiento de la percepción corporal en personas
transexuales35. Y con las alteraciones de la red somato-sensorial en pacientes con
anorexia nerviosa36, un trastorno en que la característica principal es la alteración de la
imagen corporal. También con las alteraciones encontradas en pacientes con trastorno
disfórico del cuerpo37.
Las personas transexuales sienten de modo persistente una identificación con
el sexo opuesto, así como un fuerte malestar y rechazo de su sexo corporal, a

31
Cfr. LÓPEZ MORATALLA N., CALLEJA A., Transexualidad: Una alteración cerebral que comienza a conocerse,
Cuadernos de Bioética 2016;89 (en prensa). Algunos de los conocimientos alcanzados por las técnicas de
neuroimagen tienen el grado de certeza habitual.
32
Cfr. SIMON L., KOZA´K L.R., SIMON V., CZOBOR P., UNOKA Z., ET AL., Regional Grey Matter Structure
Differences between Transsexuals and Healthy Controls. A Voxel Based Morphometry Study, PLoS ONE
2013;8(12):e83947; KRANZ G.S., HAHN A., KAUFMANN U., KUBLBOCK M., HUMMER A., ET AL., White Matter
Microstructure in Transsexuals and Controls Investigated by Diffusion Tensor Imaging, The Journal of
Neuroscience 2014;34(46):15466-15475.
33
Cfr. ZUO X.N, EHMKE R., MENNES M., IMPERATI D., ET AL., Network Centrality in the Human Functional
Connectome, Cerebral Cortex 2012;22:1862-1875.
34
Cfr. LIN C.S, KU H.L, CHAO H.T, TU P.C, LI C.T, ET AL., Neural Network of Body Representation Differs
between Transsexuals and Cissexuals, PLoS ONE 2014;9(1):e85914.
35
Cfr. SAVIC I., ARVER S., Sex dimorphism of the brain in male-to-female transsexuals, Cerebral Cortex
2011;21:2525-2533.
36
Cfr. FAVARO A., SANTONASTASO P., MANARA R., BOSELLO R., BOMMARITO G., ET AL., Disruption of visuospatial
and somatosensory functional connectivity in anorexia nervosa, Biol Psychiatry 2012;72:864-870.
37
Cfr. ARIENZO D., LEOW A., BROWN J.A., ZHAN L., GADELKARIM J., ET AL., Abnormal brain network organization
in body dysmorphic disorder, Neuropsychopharmacology 2013;38:1130-1139.

8
diferencia de quienes no lo son, que sienten que la anatomía sexual con la que
nacieron es correcta. La vivencia de esta incongruencia entre el sexo psicológico
deseado y el sexo biológico no deseado genera un estrés psicosocial. Por tanto, es la
dificultad de formar una imagen corporal satisfactoria la razón por la que aparece la
angustia psicosocial, que define el trastorno mental transexual.
De hecho, varias alteraciones del patrón de conectividad neuronal de las
personas transexuales muestra en el cerebro la huella de la angustia psicosocial ligada
a la discordancia de la representación corporal:
a) La emoción de fuerte rechazo a los aspectos sexuales del cuerpo
se debe a un aumento de la conectividad funcional38 entre el sistema de
recompensa que se asocia con la representación genital y las regiones que
desempeñan un papel clave en la exclusión social, la resolución de
conflictos y el ajuste del castigo.
b) Tienen, además, un déficit de la regulación cognitiva de la
emoción, puesto de manifiesto tanto por el análisis de la autorregulación
voluntaria de la intensidad de la excitación sexual39 como por el del
lenguaje interiorizado, una actividad auto-reflexiva asociada con la
autorregulación y la introspección en la respuesta emocional40.
c) Se plantea precisamente que la disminución de la conectividad en
la región frontal en personas transexuales indique desconexión, o incluso
supresión, del procesamiento cognitivo emocional, como un mecanismo de
defensa para afrontar la incongruencia entre la imagen corporal deseada y
la percibida que genera la disforia. De hecho, el cambio en la conectividad
es inversamente proporcional al grado de deseo que las personas
transexuales refieren sentir respecto al sexo deseado.
Puesto que parte de los cambios de la conectividad suponen un mecanismo de
defensa, una estrategia mental para resolver la discordancia entre la imagen corporal
percibida y la deseada, que acaba conduciendo a una mayor identificación con el sexo
contrario, se entiende que estas personas se sientan mejor después de la
administración de hormonas que modifican los caracteres sexuales (o de la cirugía de
reasignación de sexo), debido al aumento de la satisfacción con el propio cuerpo41.

4.3. Cambios cerebrales


En las personas transexuales el patrón cerebral de las fibras de conexión no
pasa de masculino a femenino, o a la inversa. Lo que se observa, más bien, son signos
de feminización o masculinización selectivas de estructuras y procesos cerebrales que

38
Cfr. KU H.L., LIN C.S., CHAO H.T., TU P.C., LI C.T., ET AL., Brain Signature Characterizing the Body-Brain
Mind Axis of Transsexuals, PLoS ONE 2013;8(7):e70808.
39
Cfr. BEAUREGARD M., LEVESQUE J., BOURGOUIN P., Neural correlates of conscious self-regulation of emotion,
J Neurosci., 2001;21:RC165.
40
Cfr. MORIN A., MICHAUD J., Self-awareness and the left inferior frontal gyrus: inner speech use during
self-related processing, Brain Res Bull., 2007;74:387-396.
41
Sin embargo, el problema no se resuelve con estas intervenciones de "reasignación del sexo", que no
tratan la alteración cerebral que causa la angustia psicosocial. El sexo no ha cambiado, los cambios
corporales son artificiales y, como veremos a continuación, se mantiene el patrón cerebral
correspondiente al sexo corporal.

9
son dismórficos, precisamente por su dependencia de las hormonas sexuales42. Esta
modificación en el patrón de la actividad cerebral del hipocampo en personas
transexuales se manifiesta en que la respuesta a estímulos sexuales, como los
estímulos eróticos visuales43 o el olor de esteroides derivados de las hormonas
sexuales44, se asemeja al patrón de su sexo deseado.
En personas transexuales hombre-a-mujer se observa una disminución del
volumen de materia gris cortical y subcortical después de la administración de
estrógenos y anti-andrógenos45 debido a la formación de fibras, lo que mejoraría la
conectividad funcional entre las áreas corticales y subcorticales. Otros trabajos
muestran en mujeres transexuales un aumento de la conectividad funcional entre las
áreas subcorticales46. Se desconoce si estos efectos se suman a una conectividad ya
aumentada antes de la administración de las hormonas o no.
Un trabajo clave publicado en el año 201247, analizó por primera vez la
conectividad de todo el cerebro antes y después –al menos de siete meses- de la
administración de testosterona a transexuales mujer-a-hombre. Los resultados
mostraron un aumento de la organización de las fibras que forman dos grandes
fascículos –el fascículo longitudinal superior derecho y el tracto cortico-espinal
derecho– a medida que avanza el proceso de administración hormonal. Es más, se
evidenció que el aumento de los valores de organización de los fascículos era función
de los niveles de testosterona libre antes del tratamiento. Lo que quiere decir, que el
tratamiento con testosterona de las mujeres transexuales aumenta la organización de
estos paquetes de fibras que ya estaban masculinizados48 y/o des-feminizados antes
del tratamiento con andrógenos.
Por último, se ha observado que en las tareas cognitivas, como la rotación
mental y de memoria visual en que los varones tienen mayor facilidad que las mujeres,
el rendimiento cambia en las personas transexuales tratadas con las hormonas
correspondientes al sexo deseado49. A diferencia de los cambios arquitectónicos, estos

42
Cfr. SMITH E., JUNGER J., DERNTL B., HABEL U., The transsexual brain. A review of findings on the neural of
transsexualism basic, Neuroscience and Biobehavioral Reviews 2015;59:251-266.
43
Cfr. GIZEWSKI E.R., KRAUSE E., SCHLAMANN M., HAPPICH F., LADD M.E., ET AL., Specific cerebral activation due
to visual erotic stimuli in male-to-female transsexuals compared with male and female controls: an fMRI
study, J Sex Med., 2009;6:440-448.
44
Cfr. BERGLUND H., LINDSTROM P., DHEJNE-HELMY C., SAVIC I., Male-to-female transsexuals show sex-atypical
hypothalamus activation when smelling odorous steroids, Cerebral Cortex 2008;18:1900-1908.
45
Cfr. ZUBIAURRE-ELORZA L., JUNQUE C., GÓMEZ-GIL E., GUILLAMON A., Effects of cross-sex hormone treatment
on cortical thickness in transsexual individuals, J. Sex. Med., 2014;11(5):1248-1261.
46
Cfr. PEPER J.S., VAN DEN HEUVEL M.P., MANDL R.C., HULSHOFF POL H.E., VAN HONK J., Sex steroids and
connectivity in the human brain: a review of neuroimagingstudies, Psychoneuroendocrinology
2011;36(8):1101-1113.
47
RAMETTI G., CARRILLO B., GÓMEZ-GIL E., JUNQUE C., ZUBIAURRE-ELORZA L., SEGOVIA S., GUILLAMON, A., Effects of
androgenization on the white matter microstructure of female-to-male transsexuals. A diffusion tensor
imaging study, Psychoneuroendocrinology 2012;37(8):1261-1269.
48
Cfr. RAMETTI G., CARRILLO B., GÓMEZ-GIL E., JUNQUE C., SEGOVIA S., ET AL., White matter microstructure in
female to male transsexuals before cross-sex hormonal treatment. A diffusion tensor imaging study, J.
Psychiatr. Res., 2011;45:199-204; RAMETTI G., CARRILLO B., GÓMEZ-GIL E., JUNQUE C., ZUBIARRE-ELORZA L., ET AL.,
The microstructure of white matter in male to female transsexuals before cross sex hormonal treatment.
A DTI study, J. Psychiatr. Res., 2011;45:949-954.
49
Cfr. CARRILLO B., GÓMEZ-GIL E., RAMETTI G., JUNQUE C., ET AL., Cortical activation during mental rotation in
male-to-female and female-to-male transsexuals under hormonal treatment, Psychoneuroendocrinology
2010;35(8):1213-1222.

10
cambios de actividad bajo la influencia hormonal no parecen permanentes. De hecho,
es bien conocido que las habilidades cognitivas y emocionales, cuantitativamente
específicas del sexo, cambian con el ciclo menstrual50: cuando el nivel de los
estrógenos es mínimo y aumenta la testosterona, resuelven los problemas de rotación
espacial con una habilidad similar a la de los varones, pero manteniendo siempre la
estrategia cerebral femenina.

***

En conclusión. El sexo, y, con ello, la propia identidad, está determinado por la


herencia cromosómica. El «Yo» está somatizado en un cuerpo que necesariamente es
masculino o femenino. La alteración neurológica del cerebro de la persona transexual
genera un error en la representación de la imagen corporal, que no resulta
satisfactoria. Este dato es importante, pues posibilita la comprensión de que el
trastorno ha de ser tratado a nivel de la psique, y no sobre la “reasignación corporal”.
Acercar el cuerpo artificialmente al sexo deseado no es un tratamiento adecuado51.

5. Diagnóstico
El diagnóstico de la transexualidad es médico-psiquiátrico. Tanto la CIE-10
como el DSM-5 establecen unos criterios diagnósticos determinados.
Como en todo proceso médico de diagnóstico es preciso establecer un
diagnóstico diferencial. En el caso de la transexualidad debe realizarse con la
inconformidad con los roles sexuales, el trastorno de travestismo, el trastorno
dismórfico corporal, la esquizofrenia y otros trastornos psicóticos. Junto a esto, se
debería realizar un cariotipo, para determinar el sexo cromosómico y constatar así que
no existe un defecto enzimático que condicione ambigüedad.
La disforia de género en niños comienza entre los dos y los cuatro años, periodo
en el que la mayoría de los niños comienza a expresar conductas e intereses propios de
su sexo. En algunos niños de edad preescolar pueden aparecer tanto conductas
generalizadas de cambio de sexo como el deseo expresado de ser del otro sexo; menos
frecuentemente el niño se etiqueta como miembro del otro sexo. En algunos casos, el
deseo expresado de ser del otro sexo aparece más tarde, normalmente en el comienzo
de la educación primaria. Una pequeña minoría de niños expresa desagrado con su
anatomía sexual o afirma el deseo de tener una anatomía sexual que se corresponda
con el sexo deseado (disforia anatómica).

50
Cfr. OSSEWAARDE L., Neural mechanisms underlying changes in stress-sensitivity across the menstrual
cycle, Psychoneuroendocrinology 2010;35:47-55; PROTOPOPESCU X., PAN H., ALTEMUS M., TUESCHER O.,
POLANECSKY M., ET AL., Orbitofrontal cortex activity related to emotional processing changes across the
menstrual cycle, Proc. Natl. Acad. Sci. USA 2005;102:16060-16065.
51
El tratamiento de las personas transexuales con hormonas cruzadas no cambia la estructura cerebral
hacia la correspondiente del sexo deseado. Modifica aquellas estructuras y actividades cerebrales cuya
maduración es dependiente de las hormonas sexuales, y que, por tanto, difieren en el patrón que define
el fenotipo cerebral femenino y masculino. Estos cambios forman parte de las estrategias cerebrales
defensivas y de adaptación a la situación del estrés de afrontamiento al favorecer la disminución de la
angustia psicosocial, pero lleva a las personas a una situación vital muy compleja y difícil, más allá de los
problemas de rechazo social.

11
5.1. Consecuencias funcionales en la disforia de género (DSM-5)
En los niños mayores. La incapacidad de adquirir las habilidades y las relaciones
que son típicas para la edad con los compañeros del mismo sexo puede conducir al
aislamiento social y producir malestar. Algunos niños pueden negarse a ir al colegio
por las burlas y el acoso, o por la presión para vestirse con atuendos asociados con su
sexo asignado.
En los adolescentes y adultos. A menudo, la preocupación por los deseos de
“cambio de sexo” interfiere con las actividades cotidianas. Son frecuentes las
dificultades en las relaciones, incluidas las sexuales. También puede deteriorarse el
funcionamiento escolar y laboral.
En general, la disforia de género junto a la expresión atípica del sexo se asocia
con altos niveles de estigmatización, discriminación y victimización. Genera conceptos
negativos sobre uno mismo, altas tasas de comorbilidad por trastornos mentales,
abandono escolar, marginación económica (con riesgos sociales y mentales
concomitantes, especialmente en los sujetos de entornos con pocos recursos
familiares). Además, el acceso a los servicios de salud y a los servicios de salud mental
puede verse impedido por barreras estructurales, como desagrado institucional e
inexperiencia con este tipo de pacientes.

5.2. Comorbilidad (DSM-5)


Los niños con disforia de género presentan niveles elevados de problemas
emocionales y conductuales. Entre los más frecuentes, se encuentran los trastornos de
ansiedad, los trastornos disruptivos del control de los impulsos, los trastornos
depresivos y los trastornos del espectro autista.
Los adolescentes con disforia de género parecen tener trastornos mentales
comórbidos, siendo los más frecuentes los trastornos de ansiedad, los trastornos
depresivos y los trastornos del espectro autista. Encuestas realizadas a jóvenes entre
16 y 24 años que se declaran transexuales dan como resultado que el 45% había
experimentado ideación suicida y el 26% había intentado suicidarse52.
Los adultos con disforia de género pueden tener problemas de salud mental,
sobre todo trastornos de ansiedad y depresivos, e incluso autolesionarse y tener
ideación suicida53.

52
Cfr. GROSSMAN A.H., D’AUGELLI A.R., Transgender youth and life-threatening behaviors, Suicide Life
Threat Behav., 2007;37:527-537; GRANT J.M., MOTTET L.A., TANIS J., Injustice at every turn: a report of the
National transgender discrimination survey, 2011:
http://www.thetaskforce.org/static_html/downloads/reports/reports/ntds_full.pdf. Se ha descrito que
el apoyo familiar a transexuales jóvenes y adolescentes reduce el riesgo de depresión y de
comportamientos que amenazan la vida (como la ideación suicida). Cfr. TRAVERS R., BAUER G., PYNE J., ET
AL., Impacts of strong parental support for trans youth: A report prepared for Children’s Aid Society of
Toronto and Delisle Youth Services, Trans Pulse 2012, 1-5.
53
Cfr. GROSSMAN A.H., D’AUGELLI A.R., Transgender youth and life threatening behaviors, Suicide and Life-
Threatening Behavior 2007;37:527-537.

12
6. Tratamiento

6.1. «Reasignación de sexo»


En la actualidad el tratamiento médico de la transexualidad se rige por
protocolos internacionalmente aceptados, que se basan fundamentalmente en los
estándares asistenciales propuestos, en los años 80´ del siglo XX, por la Asociación
Internacional de Disforia de Género Harry Benjamín (HBIGDA, 1998), que pasó a
denominarse Asociación Mundial para los Profesionales de la Salud Transgénero
(AMPST; WPATH en inglés) en el año 200754.
Según estos, el tratamiento se orienta al «cambio de sexo» (reasignación
sexual) como forma de disminuir la insatisfacción y la disforia, la comorbilidad mental,
mejorar la calidad de vida y lograr así la “plena integración, individual y social del
transexual”55. El «proceso transexualizador» precisa un abordaje multidisciplinar, que
incluye la llamada «terapia triádica»: psicológica, hormonal y quirúrgica.
Aunque los primeros estándares asistenciales recomendaban evitar
tratamientos agresivos en la infancia y adolescencia56, en la última década los límites
mínimos de edad establecidos para acceder a la “hormonación”, o incluso a la
“reasignación quirúrgica de sexo”, se van diluyendo.
Las llamadas Guías de Tratamiento para la «reasignación de sexo» (tratamiento
hormonal y cirugía)57, además de una falsedad –pues nadie puede cambiar el sexo de
una persona (sólo simularlo, disfrazarlo, aparentarlo mediante maquillaje,
mutilaciones, prótesis y cirugías)– es un evidente atentado contra la integridad del

54
Cfr. ASOCIACIÓN MUNDIAL PARA LA SALUD TRANSGÉNERO (WORLD PROFESSIONAL ASSOCIATION FOR TRANSGENDER
HEALTH - WPATH), Normas de atención para la salud de personas trans y con variabilidad de género (7ª
versión), 2012, www.wpath.org.
55
COLIZZI M., COSTA R., TODARELLO O., Transsexual patients’ psychiatric comorbidity and positive effect of
cross-sex hormonal treatment on mental health: Results from a longitudinal study,
Psychoneuroendocrinology 2014;39:65-73.
56
Sirva como ejemplo el tratamiento recomendado por el Comité de Consenso de Catalunya en
Terapéutica de Trastornos Mentales. En la infancia, se aconseja una actitud expectante y dirigida tanto a
favorecer la adaptación del niño a su entorno como a orientar a la familia; pues, como se ha señalado
arriba, la mayoría no desarrolla un trastorno de la identidad de género en la edad adulta. En
adolescentes, se puede iniciar tratamiento hormonal reversible precozmente (siempre con previa
autorización de los padres o tutores) tras alcanzar el estadio II de Tanner, con el objetivo de frenar los
cambios puberales y facilitar así la reasignación sexual en caso de confirmarse el diagnóstico y optar por
ello. A partir de los dieciséis años, con el consentimiento de los progenitores, se puede iniciar el
tratamiento hormonal. No se aconseja cirugía de reasignación hasta la mayoría de edad. Cfr. COMITÉ DE
CONSENSO DE CATALUNYA, Recomendaciones Terapéuticas en los Trastornos Mentales (RTM), 4ª Ed.,
CYESAN, 2012, 365-369.
57
Cfr. MORENO-PÉREZ O., ESTEVA I., GRUPO DE IDENTIDAD Y DIFERENCIACIÓN SEXUAL DE LA SEEN (GIDSEEN),
Documento de Consenso, Guías de práctica clínica para la valoración y tratamiento de la transexualidad.
Grupo de Identidad y Diferenciación Sexual de la SEEN (GIDSEEN), Endocrinol Nutr., 2012;59(6):367-382;
HEMBREE WC., COHEN-KETTENIS P., DELEMARRE-VAN DE WAAL H.A., GOOREN L.J., MEYER W.J., SPACK N.P.,
TANGPRICHA V., MONTORI V.M., Endocrine Treatment of Transsexual Persons: An Endocrine Society Clinical
Practice Guideline, 2013, DOI: http://dx.doi.org/10.1210/jc.2009-0345; ESTEVA I., ASENJO N., HURTADO F.,
FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ M., VIDAL A., MORENO-PÉREZ O., LUCIO M.J., LÓPEZ SIGUERO P., Documento de
posicionamiento: disforia de género en la infancia y la adolescencia. Grupo de Identidad y Diferenciación
Sexual de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (GIDSEEN), Endocrinol Nutr., 2015;62:380-
383.

13
cuerpo humano sano de una persona58; una crueldad con la persona transexual, que
cree de buena fe que la modificación de la apariencia de su cuerpo va a solucionarle el
problema de incongruencia y disforia. Junto a esto, el procedimiento de reasignación
es un engaño social, que complica aún más y permanentemente la pretendida
integración de la persona transexual.
Asimismo, las complicaciones de la “hormonación” –para toda la vida– y de la
cirugía –castración, mastectomía, mamoplastia, faloplastia, vaginoplastia– suponen
también un serio y permanente riesgo para la salud59, lo que agravaría aún más, si ello
fuera posible, el despropósito.
Más serio, si cabe, es la actuación sobre los niños. En la infancia, las conexiones
cerebrales que forman la arquitectura funcional del cerebro no han madurado aún
(requerirán el paso por la pubertad y la adolescencia, dependientes de las hormonas
sexuales, para la maduración del cerebro). De ahí, que sea una temeridad e
irresponsabilidad someter al niño a inhibidores de la pubertad. Frenar su desarrollo le
acarreará innumerables limitaciones a corto, medio y largo plazo.
Diversas Asociaciones están tratando de manipular afectiva y emocionalmente
a los progenitores de estos niños. Su propósito es facilitar la hormonación precoz y
poder proceder, posteriormente, desde la autonomía legal del menor en materias
sanitarias, a la reasignación quirúrgica de su apariencia sexual60. De hecho, se está
iniciando ya la penalización legal de cuantos se opongan a la agenda prevista para
promover los llamados “derechos sexuales de los menores”: «derecho a la identidad
sexual» y «derecho a la orientación sexual».
Con lo expuesto en apartados anteriores, se entiende mejor que estos
tratamientos de reasignación de sexo no resuelven el problema mental (y neurológico
de base). Por todo ello, es absolutamente necesario y urgente que las Unidades de
Género de los Servicios públicos de Salud informen a los pacientes y a los progenitores
adecuadamente. Es decir, se debe remarcar que el tratamiento hormonal y/o
quirúrgico no trata el trastorno, no es una terapia curativa. Solo en algunos casos, y de
forma limitada en el tiempo, puede reducir la disforia, y ello a costa de atentar contra
la salud del paciente.

58
Atentado, por cierto, despenalizado por las leyes en prevención de responsabilidades. En la
actualidad, el artículo 156 del Código Penal español exime de responsabilidad penal al facultativo
cuando exista consentimiento libre, consciente y expreso del sujeto a la cirugía transexual, con exclusión
de aquellos casos en que el otorgante del consentimiento sea menor o incapaz, pues entonces no será
válido el consentimiento prestado por éstos ni por sus representantes legales.
59
El pretenciosamente llamado “cambio o reasignación de sexo” implica un tratamiento hormonal y
quirúrgico no exento de complicaciones médicas. Los estrógenos que se administran a los varones
pueden dar lugar a trombosis venosa profunda, trastornos tromboembólicos, aumento de la presión
arterial, aumento de peso, disminución de la tolerancia a la glucosa, alteraciones hepáticas y depresión.
Los efectos secundarios no deseados de la testosterona que se administra a las mujeres son el acné, el
edema secundario a la retención de sodio y el deterioro de la función hepática. El tratamiento
quirúrgico en los hombres –orquiectomía bilateral, amputación del pene y creación de una vagina
artificial– puede dar lugar a estenosis uretral, alteración del chorro urinario, estenosis vaginales y
fístulas rectovaginales. La intervención que se realiza en las mujeres –mastectomía bilateral e
histerectomía opcional con extirpación de los ovarios (hasta ahora, los esfuerzos por crear un pene
artificial han tenido escasos resultados)– puede ocasionar cicatrices de la pared torácica y enfermedad
poliquística del ovario.
60
Cfr. SMITH M.K., MATHEWS B., Treatment for gender dysphoria in children: the new legal, ethical and
clinical landscape, The Medical Journal of Australia 2015;202(2):102-105.

14
Como se ha dicho arriba, los grupos de trabajo del DSM y de la CIE, con el fin de
evitar la estigmatización asociada a un diagnóstico de trastorno mental, han propuesto
el cambio de “Diagnóstico de identidad de género en adolescentes y adultos” por
“Condiciones relacionadas con la salud sexual”. El propósito de mantener el concepto
”salud sexual“ no es otro que favorecer que estas personas puedan tener acceso a los
Sistemas de Salud, con el fin de que les cubran económicamente las posibles cirugías
que demanden y/o la administración de hormonas que precisen de por vida.
Si las Sociedades científicas responsables de los manuales y clasificaciones
internacionales consideran que la transexualidad no es un trastorno mental, deberían
explicar las razones que justifican la decisión de eliminar esta entidad del DSM y de la
CIE y, a la vez, considerar las preferencias de los caracteres sexuales secundarios como
algo que puede conseguirse mediante la administración de hormonas y/o cirugía
plástica con coste a los sistemas públicos de salud.
Concluimos este apartado señalando que esta práctica sanitaria supone una
grave lesión a la ética médica, que debe ser subsanada. La ética médica exige que las
Unidades de Género reconduzcan el abordaje de la transexualidad desde la objetividad
genético-hormonal-fisio-anatómica del trastorno y no desde la subjetividad de la
incongruencia y la disforia, de forma que su tratamiento no quede reducido al alivio de
ciertos síntomas mediante un disfraz del problema. En definitiva, el que no se conozca
con mayor precisión la causa de esta patología, no es óbice para ofrecer un
tratamiento dirigido a la curación y a la auténtica mejoría de la calidad de vida de estos
pacientes y de sus familias.
¿Qué alternativas existen? Oficialmente ninguna. Tras considerar que los
primeros abordajes psicológicos que intentaban “curar” la transexualidad,
reconduciendo la identidad de sexo, fueron “un completo fracaso”, se fue imponiendo
la idea de que lo correcto –y, poco a poco, lo exclusivo– era aliviar la disforia
transexual mediante la llamada “reasignación de sexo”. Así, en la actualidad, si se
intenta otro tipo de abordaje que no sea el establecido por las Asociaciones de
expertos mundiales y nacionales –la reasignación sexual descrita arriba–, el profesional
actúa fuera de la “praxis médica” de los protocolos “internacionalmente establecidos”,
y queda, por tanto, desprotegido ante cualquier tipo de petición de responsabilidad
sobre lo que ocurra en el proceso de tratamiento (comorbilidades psicopatológicas:
ansiedad, depresión, suicidio, abuso de sustancias, adicciones, etc.), cuando no
expuesto a posibles denuncias y represalias por actuación transfóbica. Por este motivo,
en la bibliografía psiquiátrica revisada no constan, hasta la fecha, otras alternativas
que no sean la intervención médico-psicológica dirigida a ayudar al paciente a
adaptarse al “proceso transexualizador”. A lo más que llegan algunos autores es a
postular, en la disforia de género infantil, una actitud expectante y el control del
comportamiento transexual en el colegio para evitar la hostilidad de los compañeros;
pero nunca –especifican– se debe contrarrestar o reprimir la identificación errónea del
niño.

6.2. En búsqueda de una alternativa ética: la psicoterapia


La mayoría de los pacientes con disforia sexual suelen solicitar insistentemente
un “cambio de sexo”, no resultando fácil que acepten otro tipo de alternativa
terapéutica.

15
El tratamiento psicoterápico, general y específico, debe ir dirigido a la
aceptación de la propia corporalidad, la disolución de la identidad sexual anómala y la
reidentificación con el sexo biológico y el papel sexual correspondiente61. Aun
reconociendo que la psicoterapia es difícil –tanto como la de otros tipos de trastornos
de identidad (personalidad límite, trastornos psicóticos, disociativos, etc.)–, pues como
hemos señalado la mayoría de los pacientes con disforia sexual insiste en solicitar
reasignación de sexo, no hay que subestimarla.
La psicoterapia suele ser útil en los casos en que el diagnóstico no está claro o
la disforia es menos intensa. En algunos casos, se ha comprobado que el tratamiento
de los miedos del paciente a la homosexualidad modifica el deseo de un “cambio”
quirúrgico de sexo. La psicoterapia, con ayuda de un tratamiento psicofarmacológico
adecuado, puede ayudar también a que el paciente acepte y sobrelleve la posible
irreversibilidad parcial o total del trastorno, y pueda conseguir así la realización
personal y social a pesar de su limitación para el desarrollo de relaciones
psicosexuales.

6.3. Medidas preventivas


Se ha apuntado arriba que la transexualidad no está genéticamente
determinada, pero que existe una predisposición hereditaria. Como toda
predisposición se desarrolla o no en dependencia de factores ambientales,
educacionales, familiares y sociales. En efecto, la predisposición innata puede
consolidarse gracias a factores sociales y educacionales, o puede atenuarse, con mayor
o menor dificultad según la fuerza de la predisposición.
Aunque se desconoce la influencia concreta de dichos factores sobre el
trastorno de identidad sexual, los autores sugieren una serie de pautas y medidas para
prevenirlo.
En primer lugar los padres deben evitar la indiferencia o el refuerzo de las
conductas propias del sexo contrario. No es aconsejable que la niña vista de forma
habitual como un chico o que en los primeros años de socialización de un niño no
estén presentes los juegos masculinos. Así mismo, en el desarrollo del niño deben
evitarse tanto una sobreprotección materna que inhiba del juego violento y rudo,
como la carencia de modelos del propio sexo durante los primeros años de la vida.
En general, también se recomienda una mayor atención al desarrollo de la
identidad sexual de las niñas físicamente poco agraciadas o de los niños especialmente
atractivos, ya que algunos estudios62 asocian el trastorno de identidad sexual, en las
niñas, con la evidencia de ser consideradas frecuentemente menos atractivas que las
del grupo control, y en los niños con la existencia, respecto a los del grupo normal, de
un mayor atractivo físico.
La primera medida que se debe adoptar ante un niño con problemas de
identidad sexual –o con un trastorno de identidad sexual manifiesto– es procurar que

61
El rechazo de la propia identidad sexual supone la negación de la propia identidad del individuo, ya
que el cuerpo es una dimensión de la persona y no sólo una cosa poseída por ésta.
62
Cfr. ZUCKER K.J., WILD J., BRADLEY S.J., LOWRY C.B., Physical attractiveness of boys with gender identity
disorder, Arch Sex Behav., Feb 1993;22(1):23-36; FRIDELL S.R., ZUCKER K.J., BRADLEY S.J., MAING D.M.,
Physical attractiveness of girls with gender identity disorder, Arch Sex Behav., Feb 1996;25(1):17-31.

16
no sufra el ostracismo y la humillación por parte de sus compañeros, y prevenir el
posible desarrollo de una disforia sexual adulta ayudándole a aceptar su propio sexo.
En el caso de la niña, se debe estimular la relación e identificación con la madre
y la valoración del papel y de los comportamientos femeninos. En el caso del niño, se
procurará que cese la estimulación de conductas femeninas por parte de los
progenitores, que se eviten las relaciones madre-hijo excesivamente estrechas, que se
potencien los papeles de padre y de hijo, y que se refuerce su comportamiento
masculino.

7. Valoración moral de la transexualidad


Para la valoración moral del fenómeno de la transexualidad consideramos
necesario clarificar y analizar detenidamente los posibles escenarios.

A. Personas con deseo de cambiar de sexo


Estas personas presentan una fractura, no buscada, en su identidad sexual, que
constituye para ellos una auténtica prueba.
Deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará respecto a
ellos todo signo de discriminación injusta. Estas personas están llamadas a realizar la
voluntad de Dios es sus vidas, y, si son cristianas, a unir al sacrificio de la cruz del Señor
las dificultades que puedan encontrar a causa de su trastorno. Además, estas personas
están llamadas a acercarse gradual y resueltamente a la perfección cristiana.
El deseo (o, más bien, “necesidad”)63 de cambiar de sexo, aunque en sí no sea
un mal moral, constituye una tendencia (enfermiza), más o menos fuerte, hacia un
comportamiento intrínsecamente malo desde el punto de vista moral. Por este motivo,
el deseo mismo de cambiar de sexo ha de considerarse «objetivamente
desordenado»64.
Quienes sintiendo el deseo (“necesidad”) de cambio de sexo no se entregan a la
medicina y a la cirugía transexual, ni al activismo del lobby LGTB, y con la ayuda
integral apropiada llevan su situación con dignidad y su sufrimiento con sentido
sobrenatural, no deben tener ninguna limitación en su participación en la vida de la
Iglesia, salvo en aquellas cuestiones para las que, por su disforia, en su caso, no
puedan asumir las pertinentes responsabilidades (derechos y deberes)65. Lo mismo
63
Recordemos que las personas transexuales tienen una predisposición genética innata que puede
generar la alteración neuronal del sistema de representación del cuerpo. En tal caso se desarrolla como
un trastorno mental de aversión a los componentes sexuales de su cuerpo. La profunda angustia, que
genera la incongruencia entre el sexo real de su cuerpo y el que representa su cerebro, les produce un
fuerte deseo de cambiar sus caracteres sexuales. Los cambios corporales, las formas de vestir, etc.,
propias del sexo deseado, alivian parcialmente la tensión psíquica.
64
El particular deseo (necesidad) de estas personas no es en sí mismo moralmente culpable. Sin
embargo, constituye una tendencia más o menos fuerte a comportamientos moralmente culpables. Por
eso se dice que es una «tendencia objetivamente desordenada», porque apunta en dirección
equivocada e impulsa a realizar comportamientos inadecuados de naturaleza sexual. Conviene insistir,
por tanto, que la expresión «objetivamente desordenada» se refiere a la tendencia, no a la persona.
Dada la complejidad psicológica de este fenómeno, se requiere una cierta cautela para valorar en los
casos particulares el grado de culpabilidad subjetiva.
65
Por ejemplo, contraer matrimonio y recibir las órdenes sagradas. Por otra parte, es posible que la falta
de control emocional que padecen las personas transexuales afecte a su madurez psicológica, por lo que

17
debe decirse de quienes, arrepentidos por los actos ilícitos cometidos («reasignación
de sexo» y/o activismo LGTB), ponen todos los medios para conformar su vida y su
persona a la voluntad de Dios. Si la persona se convierte, debe dejar el tratamiento
hormonal y volver, si es el caso, a su verdadera identidad (también civil: nombre y
DNI); de igual forma debe desvincularse del lobby LGTB, si es que lo ha abrazado. Y, en
la medida de lo posible, estudiar con profesionales de confianza la posibilidad de
revertir las intervenciones quirúrgicas a las que se ha sometido66.

B. «Reasignación de sexo» como indicación terapéutica de la disforia


Hay autores que recurren al principio moral terapéutico (o de totalidad) para
justificar la llamada «reasignación de sexo». Con el fin de eliminar la incapacitante
disforia y conseguir la ansiada armonía de la persona, se precisa recurrir a la terapia
hormonal y/o quirúrgica.
El Catecismo de la Iglesia Católica, señala que: “Exceptuados los casos de
prescripciones médicas de orden estrictamente terapéutico, las amputaciones,
mutilaciones o esterilizaciones directamente voluntarias de personas inocentes son
contrarias a la ley moral”67. A su vez, el Pontificio Consejo para la Pastoral de los
Agentes Sanitarios sostiene que “no se puede violar la integridad física de una persona
para el tratamiento de un mal de origen psíquico o espiritual. En estas circunstancias
no se presentan órganos enfermos o funcionando mal; así que su manipulación
médico-quirúrgica es una alteración arbitraria de la integridad física de la persona. No
es lícito sacrificar al todo, mutilándolo, modificándolo o extirpándole una parte que no
se relaciona patológicamente con el todo. Es por esto que no se puede correctamente
asumir el principio de totalidad como criterio de legitimación de la esterilización
antiprocreativa, del aborto terapéutico y la medicina y cirugía transexual”68. Este texto
del Pontificio Consejo para la Pastoral de los Agentes sanitarios remite en su nota 148
a dos Discursos muy importantes del Papa Pío XII, en los que aborda el llamado
«principio de totalidad»69.
Recordemos las condiciones necesarias para que su aplicación sea lícita desde
el punto de vista moral:
- que la intervención tenga un alto porcentaje de éxito. Criterio que, como
se ha apuntado arriba, no se cumple en el caso de la «reasignación de sexo»;
- que se trate de una intervención sobre la parte enferma o que es
causante directa del mal a fin de salvar el organismo sano. Parte enferma que, en este
caso, no existe;
- que no se observen otros medios para superar la enfermedad. Como se
ha señalado en párrafos precedentes, existen alternativas más fiables desde el punto
de vista médico-psicológico y acordes con una antropología adecuada;

habrá que valorar en cada caso su posible idoneidad a la hora de establecer votos para la vida
consagrada, o ser responsables de la pastoral con menores o jóvenes.
66
Si esto no fuera posible, por razones de prudencia, para no causar desorientación en los fieles, lo más
recomendable es que no sean padrinos de bautismo y confirmación, testigos del matrimonio, etc.
67
Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2297.
68
Carta a los agentes sanitarios, n. 66.
69
Cfr. PÍO XII, Discurso a los miembros del XXVI congreso italiano de urología, 8 de octubre de 1953; A los
miembros del I congreso internacional de histopatología del sistema nervioso, 13 de septiembre de
1952. A estos se puede añadir el Discurso a la I Asamblea general del Collegium Internationale Neuro-
Psycho-Pharmacologicum, 9 de septiembre de 1958.

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- que respete el bien superior y moral de la persona (que tendría que
alcanzarse en el mismo plano físico)70.
En definitiva, extender este principio a la llamada «reasignación de sexo»,
entendida como un tratamiento para obtener el bienestar psicosomático del paciente,
resulta inadecuado, pues se busca un fin si atender a los medios elegidos y empleados.
La «reasignación de sexo» es valorada negativamente desde el punto de vista
moral, pues resulta una grave agresión contra el propio cuerpo por razones no
terapéuticas, que constituye un atentado contra el quinto mandamiento71.
Una vez definida la valoración moral de la llamada «reasignación de sexo»,
cabe preguntarse: ¿esa persona, es responsable (libre) de lo que hace? ¿Cómo incide
el trastorno en la decisión de reasignación? ¿Están estas personas en estado público de
inmoralidad? La respuesta se encuentra en el Catecismo de la Iglesia Católica. Como
enseñan los números 1735 y 186072, la existencia de un trastorno mental puede
disminuir e incluso suprimir la responsabilidad subjetiva respecto a los actos. En
efecto, es preciso distinguir entre el plano objetivo y el subjetivo. Objetivamente,
quien accede a la reasignación se encuentra en un estado que contradice la norma
moral. Para la imputabilidad subjetiva, se ha de valorar en cada caso esa enseñanza
magisterial73.

C. Reasignación de sexo más reivindicación de la ideología de género


Por último, se puede entender la «reasignación de sexo» y el comportamiento
transexual consecuente como una medida para abanderar e imponer la ideología de
género en la sociedad.

70
Cfr. SGRECCIA E., Manual de bioética II: Aspectos médico-sociales, BAC, Madrid 2014, p. 194. Para una
ilustración del principio terapéutico: ver nota 32, p. 195.
71
La «reasignación de sexo» es inmoral desde el punto de vista ético porque contradice bienes
fundamentales de la persona, no simplemente porque sea ineficaz desde el punto de vista médico, que,
además, lo es. Es más, la verdadera y honrada ciencia médica confirma las reflexiones de la antropología
adecuada. Para los defensores de la reasignación de sexo, los parámetros biológicos son simplemente
accidentales. Si el componente anatómico-sexual no es parte constitutiva de la persona, resulta lícito
destruir el fenotipo y reconstruir otro, si esta deconstrucción-reconstrucción es exigida por la conciencia
de la propia identidad sexual. Para una correcta antropología, lo biológico forma parte de la propia
identidad personal del ser humano. Cfr. CAFFARRA C., Il transessualismo: aspetti etici, Medicina e Morale
(1985/4); 717-723, 720s.
72
“La imputabilidad y la responsabilidad de una acción pueden quedar disminuidas e incluso suprimidas
a causa de la ignorancia, la inadvertencia, la violencia, el temor, los hábitos, los afectos desordenados y
otros factores psíquicos o sociales” (n. 1735); “La ignorancia involuntaria puede disminuir, y aún
excusar, la imputabilidad de una falta grave, pero se supone que nadie ignora los principios de la ley
moral que están inscritos en la conciencia de todo hombre. Los impulsos de la sensibilidad, las pasiones
pueden igualmente reducir el carácter voluntario y libre de la falta, lo mismo que las presiones
exteriores o los trastornos patológicos. El pecado más grave es el que se comete por malicia, por
elección deliberada del mal” (n. 1860).
73
Como hemos considerado arriba, las intervenciones hormonales y/o quirúrgicas de la llamada
«reasignación de sexo» se plantean (e incluso se imponen) desde la ideología de género, que domina el
pensamiento socio-cultural contemporáneo. Por este motivo, pensamos que, en muchos casos, la
responsabilidad moral de la persona transexual, o de sus padres en el caso del menor, queda
notablemente disminuida.

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Quienes se integran activamente en un lobby LGTB se integran en una
estructura de pecado74, que promueve comportamientos contra el quinto y sexto
mandamientos. Este comportamiento es manifiestamente inmoral.

***

En conclusión. El avance de la ideología de género en nuestra sociedad exige de


los profesionales católicos una decida promoción de los principios de la ética médica y
la deontología jurídica en estas cuestiones. Supone también una llamada a la
responsabilidad para atender la formación/información de los padres, educadores y
responsables de la pastoral sanitaria y familiar.

74
Cfr. SAN JUAN PABLO II, Encíclica Evangelium vitae, n. 24.

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