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10 razones comunes

pero ilegítimas para


divorciarse
19 SEPTIEMBRE, 2017 | Tim Challies

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VIDA CRISTIANA

Está claro en la Biblia que la intención de Dios para el matrimonio es que permanezca en efecto hasta
la muerte de un cónyuge. Creo que también es muy claro que Dios ha proporcionado un conjunto
limitado de circunstancias en las que un matrimonio puede legítimamente ser cortado. Sin embargo,
muchas personas, incluso cristianos, ofrecen razones para divorciarse que no son sancionadas por Dios.
Jim Newheiser útilmente describe una serie de éstas en su libro Matrimonio, divorcio y nuevo
matrimonio: Preguntas y respuestas críticas (Marriage, Divorce, and Remarriage: Critical Questions and
Answers). Aquí hay 10 razones comunes pero ilegítimas para divorciarse.

1. “Mi cónyuge no es cristiano”, o “Yo no era cristiano cuando me casé con mi cónyuge”. En
ninguna parte de la Biblia se ve esto como fundamento para el divorcio. En 1 Corintios 7:12-
13 Pablo claramente exhorta a hombres y mujeres en tales situaciones a no divorciarse de su
cónyuge incrédulo. En 1 Pedro 3:1-2 las mujeres casadas con incrédulos son llamadas a “estar
sujetas a sus maridos, de modo que si algunos de ellos son desobedientes a la palabra, puedan
ser ganados sin palabra alguna por la conducta de sus mujeres”. En lugar de buscar una
oportunidad para salir de la relación, a los cristianos se les dice que busquen oportunidades
para compartir su fe con su cónyuge incrédulo.
2. “No nos casamos en una iglesia”. Mateo 19:6 convierte esto en una excusa ilegítima cuando
dice: “Por tanto, lo que Dios ha unido, ningún hombre lo separe”. El matrimonio es aprobado
por Dios y no depende del contexto en el que los votos se hicieron. Independientemente de
dónde se casó, o quién se casó con usted, si ha hecho un pacto de matrimonio, el Señor espera
que lo guarde.
3. “Necesito salir de este matrimonio por el bien de mis hijos”. Esta es, por supuesto, una
preocupación justificable, y una que Pablo no descuida. En 1 Corintios 7:14 dice: “Porque el
marido que no es creyente es santificado por medio de su mujer; y la mujer que no es creyente
es santificada por medio de su marido creyente. De otra manera sus hijos serían inmundos,
pero ahora son santos”. Según Pablo, aquí hay otra oportunidad para soportar por el
evangelio, para que sus hijos, también, puedan ver su ejemplo piadoso de fe. Sin embargo, en
el caso de que su cónyuge represente una amenaza de peligro, ya sea emocional o abuso
físico, la seguridad de sus hijos es una prioridad.
4. “Mi cónyuge es una gran decepción”. “Es un perdedor (mal proveedor)”. “Ella no se ha
cuidado físicamente”. “Nunca me habría casado con esa persona si hubiera sabido en qué
me estaba metiendo”. “Merezco algo mejor”. Incluso el mejor de los matrimonios puede
entrar en interludios donde pensamientos como estos prevalecen por períodos de tiempo. El
matrimonio puede ser difícil. Su cónyuge puede afligirle o decepcionarle en gran medida. Sin
embargo, esto no es una excusa legítima para salir corriendo, sino una oportunidad para
derramar amor sobre él o ella (Ro. 12:10), para crecer en confianza en el Dios que ordenó su
matrimonio (Pr. 3:5-6), y para reflejar la fidelidad de Dios hasta el fin (Mt. 25:23).
5. “Ya no estamos enamorados”. Si Dios nos manda amar a nuestros enemigos (Mt. 5:44),
podemos amar a nuestro cónyuge, aunque no podamos reunir los sentimientos románticos
que una vez definieron las fases del noviazgo o la luna de miel. El pacto matrimonial es
vinculante hasta la muerte, no hasta que uno o ambos se desenamore. Dietrich Bonhoeffer
dijo: “Ya no es tu amor el que sostiene el matrimonio, sino de ahora en adelante, el
matrimonio el que sustenta tu amor”. Cuando amas a tu esposo por obediencia a Cristo, confía
en que Dios puede ayudar a que crezca desde el corazón y restaure el romance que se ha
perdido.
6. “Me casé con la persona equivocada”, o “Éramos demasiado jóvenes”. Quizá construiste tu
matrimonio sobre una base de arena. Tal vez tu cónyuge no cumple con tus criterios actuales
para un marido o esposa piadosa. Eso no significa que tu alma gemela todavía esté por ahí
esperándote. La idea de un alma gemela no está enraizada en nada bíblico. La persona que
Dios quiso para ti es la persona con la que estás ahora. Si estás luchando con estos
pensamientos, harías bien en confesar cualquier pecado de desobediencia o necedad ante
Dios (1 Jn. 1:8), recibir el perdón de Dios, y continuar en la seguridad de que Dios trabaja todas
las cosas para nuestro bien (Ro. 8:28).
7. “Me debo a mí mismo el ser feliz. Dios no querría que yo fuera infeliz”. Hay una diferencia
crucial entre la felicidad mundana y la felicidad piadosa. La primera depende de la
circunstancia, la última prevalece a pesar de las circunstancias. El Catecismo menor de
Westminster afirma: “El propósito principal del hombre es glorificar a Dios y disfrutarle por
siempre”. ¡Dios se preocupa profundamente por nuestra felicidad eterna! Las temporadas más
oscuras del matrimonio pueden tentarle a la desesperación mientras a su alrededor los
matrimonios más felices y saludables brillan más resplandecientes, pero la verdadera felicidad
en Dios empuja a través de esas temporadas para dar gracias a Dios por cualquier sufrimiento
que usted pueda enfrentar para su gloria (1 P. 2:21).
8. “Mi matrimonio es una lucha constante”. En cualquiera de los casos anteriores, los creyentes
pueden ser fieles a los votos que hicieron aunque su matrimonio sea una lucha. Si crees que
puedes ser más feliz fuera de la voluntad de Dios, entonces estás cautivo de una mentira
hecha por Satanás. ¿De verdad quieres enfrentarte a la soberanía y sabiduría de Dios? Gálatas
6:7 dice: “No se dejen engañar, de Dios nadie se burla; pues todo lo que el hombre siembre,
eso también segará”. Es mejor luchar a través del matrimonio que desafiar a Dios al romper el
pacto matrimonial.
9. “Todos mis amigos dicen que debo dejarlo(a)”. Incluso los amigos con las mejores intenciones
pueden desviarte. Esta es la razón por la cual es importante comprometerse con el consejo
completo de Dios en su Palabra, permitiendo que se convierta en tu consejero definitivo, no
importa qué opiniones diferentes escuches en otra parte. Por eso es tan importante escoger
sabiamente a los amigos y mantenerse alejado de malas compañías (Sal.1:1, 1 Co. 15:33).
Rodéate de personas cuya sabiduría está basada en la verdad bíblica.
10. “Dios me perdonará”. El apóstol Pablo se dirige directamente a esto en Romanos 6:1-2: “¿Qué
diremos, entonces? ¿Continuaremos en pecado para que la gracia abunde? ¡De ningún modo!
Nosotros, que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?”. Nuestro Dios está lleno
de gracia, pero eso no debe llevarnos a aprovecharnos de esto al estar atados al pecado. En
cambio, debería llevarnos a vivir en la libertad de su voluntad, deseosos de guardar sus
mandamientos. Cristo murió para que ya no fuéramos esclavos del pecado sino esclavos de la
justicia. Jesús dijo: “Si ustedes me aman, guardarán mis mandamientos” (Jn. 14:15). Si
realmente amas a Cristo, no separarás “lo que Dios ha unido” (Mr. 10:9).

PUBLICADO ORIGINALMENTE EN CHALLIES. TRADUCIDO POR DIANA RODRÍGUEZ.

Tim Challies es un seguidor de Cristo, esposo de Aileen y padre de tres niños. Es pastor
de Grace Fellowship Church en Toronto, Ontario, y cofundador de Cruciform Press.

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