LOS INDíGENAS EN LA INDEPENDENCIA

Y EN LA REVOLUCIóN MEXICANA

Coordinación
MIGUEL LEóN-PORTILLA Y ALICIA MAYER

Instituto Nacional
de Antropología
e Historia
Frkkocmo T«*«!«

UNIVERSIDAD NACIONAL AUTóNOMA DE MéXICO

INSTITUTO NACIONAL DE ANTROPOLOGíA E HISTORIA
FIDEICOMISO TEIXIDOR

México, 2010
Catalogación en la fuente, UNAM-Dirección General de Bibliotecas

F1219.3S57
153
2010 Los indígenas en la Independencia y en la Revolución mexicana /
coordinación, Miguel León-Portilla y Alicia Mayer; Miguel.
León-Portilla [y otros veintiocho]. — México : UNAM, Instituto
de Investigaciones Históricas, 2010.
542 p.: ils. — (Serie Historia Moderna y Contemporánea / Instituto de
Investigaciones Históricas; 57)

Coedición con: Instituto Nacional de Antropología e Historia:

Fideicomiso Teixidor

ISBN-13: 978-607-7844-10-5

1. Indios de México - Historia - Siglo XIX. 2. Indios de México -

Aspectos sociales - Siglo XIX. 3. Indios de México - Historia - Siglo XX.
4. Indios de México - Aspectos sociales - Siglo XX. 5. México - Historia - Guerra
de Independencia, 1810-1821. 6. México - Historia - Revolución, 1910-1920.
I. León-Portilla, Miguel, editor. II.Mayer, Alicia, editor. III. Ser.

Primera edición: 2010

DR © 2010. Universidad Nacional Autónoma de México

Instituto de Investigaciones Históricas
Circuito M. de la Cueva, Cd. Universitaria
Coyoacán, México, D.F. 04510
www.unam. históricas, unam

DR © 2010. Instituto Nacional de Antropología e Historia

Córdoba 45, col. Roma
México, D.F. 06700
sub_fomento.cncpbs@inah.gob.mx

ISBN: 978-607-7844-10-5

P b a P P r m e d i o s í n
e "rii de
escrita deli titular
d t l der dlos
, rderechos
^ * ? ° patrimoniales.
^ ° ^ ^ autorización

Impreso y hecho en México

¿ Q U é SIGNIFICABA SER INDIO EN EL SIGLO X I X ? 1

F E D E R I C O NAVARRETE LINARES
Universidad Nacional Autónoma de México
Instituto de Investigaciones Históricas

Desde la perspectiva de nuestro siglo xxi, cuando pensamos en la parti-

cipación de los pueblos indígenas en los conflictos de la Independencia,
y luego en las convulsiones que experimentó México a lo largo del siglo
xix nos resulta muy fácil y casi obvio atribuirles una serie de intenciones
y reivindicciones de índole étnica y cultural que tienen más que ver con
la manera en que se configura la etnicidad y la política en las sociedades
multiculturales del presente que con las realidades de ese periodo. Así,
damos por sentado que los indígenas debían luchar en defensa de su
cultura y su identidad y resistir denodadamente a los intentos por desin-
dianizarlos y hacer desaparecer sus culturas. 2
Sin embargo, cuando revisamos la literatura del siglo xix nos en-
contramos con un panorama, o al menos con un vocabulario, comple-
tamente diferente. En primer lugar, los que consideramos indígenas no
siempre se identifican explícitamente como tales y prefieren usar las
categorías de ciudadano, de vecino o de campesino, además de referirse
a los pueblos específicos a los que pertenecen. Igualmente, son raras las
reivindicaciones que podríamos definir como culturales o identitarias e
imperan las de tipo socioeconómico y político, particularmente la de-
fensa de la propiedad colectiva de la tierra. 3
En cambio, los observadores ajenos a esos pueblos utilizan el térmi-
no indio con mayor frecuencia, pero generalmente lo emplean de ma-
nera acusatoria: cuando se atribuye ese carácter a un movimiento social
suele ser con la intención de desvirtuarlo y de atribuir a sus participantes
motivaciones irracionales y ajenas a la política legítima.

Agradezco la colaboración de Itzel Ávila Ruiz y Rodrigo Carbajal Luna en la investigación

para este ensayo.
Tal es, por ejemplo, el enfoque planteado por Guillermo Bonfil, México profunda. Una civili-
zación negada, México, Editorial Grijalbo/Conaculta (Los Noventa), 1990.
Por esta razón, Leticia Reina habló de rebeliones campesinas en su famosa antología de las
proclamas de movimientos que también pueden ser considerados indígenas. Las rebeliones
campesinas en México (1819-1906), México, Siglo xxi Editores (Colección América Nuestra,
Caminos de liberación), 1986.
172 FEDERICO NAVARRETE LINARES
Por dar un ejemplo muy bien conocido: los grupos campesinos que
se rebelaron en Yucatán a partir de 1847 fueron en su mayoría campesi-
nos hablantes de maya, pero incluían un buen número de mestizos,
chinos y otros grupos, y se definieron a sí mismos en todo momento
como campesinos, como "cristianos pueblerinos" 4 y como tales presen-
taron una serie de demandas económicas, políticas y religiosas; en cam-
bio, sus enemigos los tildaron siempre de indios y definieron su religión
como una "guerra de castas" motivada por el odio irredento que esa
"raza" sentía contra la raza blanca.5
El objetivo de este artículo es tratar de elucidar el significado de esa
utilización de la categoría indio en el siglo xrx.
El indio como categoría colonial
La categoría étnica de indio fue inventada como herramienta para la im-
posición del dominio español sobre los pueblos indígenas que permitió,
a un tiempo, homogeneizar a las sociedades muy diferentes que habi-
taban América y subordinarlas jurídica y políticamente a los invasores
españoles. 6
Desde el punto de vista de la historia de los conceptos, fue una va-
riante de la categoría pagano, que a su vez era parte de la dupla con-
ceptual cristiano-pagano era clave en la articulación de las comunidades
políticas cristianas.7 Esos dos conceptos estaban relacionados, pero eran
claramente desiguales: los paganos, en este caso los indios, quedaban su-
bordinados a los cristianos, es decir, los españoles, y estaban obligados a
superar su paganismo e incorporarse, voluntariamente o por la fuerza,
al cristianismo; a la vez los cristianos podían imponer legítimamente su
dominio político sobre ellos.
Victoria Reifler-Bricker, El Cristo indígena, el Rey nativo, México, Fondo de Cultura Económi-
ca, 1993, p. 344.
Claudia Vázquez Miranda, La guerra interna de Yucatán. ¿Una guerra de castas? Estudio sobre el
carácter de ¡a insurrección de 1847 conocida comúnmente como "Guerra de Castas", México. Facul-
tad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional Autónoma de México, 2007.
Guillermo Bonfil Batalla, "El concepto de indio en América: una categoría de la situación
colonial"*, en Guillermo Bonfíl, Obras escogidas, México, INI-INAH, vol. 1,1995.
Reinhan Koselleck, "Semántica histórico-política de los conceptos contraríos asimétricos",
en Reinhart Koselleck, Futuro pasado. Para una semántica de los tiempos históricos, Barcelona,
Ediciones Paidós, 1993, pp. 222-223.
¿QUé SIGNIFICABA SER INDIO EN EL SIGLO XIX? 173
Por añadidura, el principio de "pureza de sangre" imperante en
la España de la época fundamentaba la distinción entre los "cristianos
viejos" y los "cristianos nuevos" y garantizaba que aun dejando de ser
paganos, los indios no alcanzarían nunca el mismo status social que los
españoles y ocuparían para siempre una posición subordinada en el or-
den social.8
Etienne Balibar ha señalado que esas categorías fueron fundamen-
tales para el colonialismo español:
la definición hereditria de la raza [...] sirve en efecto a la vez para distin-
guir una aristocracia interna y para conferir a todo el "pueblo español" una
nobleza ficticia, a transformarlo en un "pueblo de señores" en el momento
en que conquista y domina el má? grande imperio colonial por medio del
terror, el genocidio, la esclavización y la cristianización forzada.9
Más específicamente, en el marco del régimen colonial, ser indio im-
plicaba un estatus de inferioridad jurídica, el sometimiento a la "tutela"
legal de la Corona y la obligación de pagar tributo, en especie, moneda
y trabajo a ésta. Por otro lado, confería derechos legales específicos
vinculados con la pertenencia a una república de indios, es decir, de
una colectividad segregada y autogobernada, con atribuciones clara-
mente establecidas por la legislación española. El marco legal colonial
no sólo otorgó derechos particulares a las comunidades y a los indivi-
duos indios, sino que también les dio las herramientas legales para de-
fenderlos. El más importante, desde luego, fue el reconocimiento legal
de la propiedad colectiva de la tierra, adscrita a la comunidad. 10
Como el régimen colonial se basó en la explotación de los exceden-
tes producidos por las comunidades indígenas, así como de su trabajo
igualmente excedente, respetó en buena medida su capacidad autóno-
ma de producción agrícola, basada en la propiedad comunitaria de la
tierra. En el centro de México, la relativa escasez de la tierra y la presión
* Julio Caro Baroja, Las formas complejas de la vida religiosa: religión, sociedad y carácter en la España
de los siglos xvi y xvn, Madrid, Akal, 1978, pp. 489-493.
9
Etienne Balibar, "Le «racisme de classe»", en Immanuel Wallerstein y Étienne Balibar, Race,
Nation, Class: Ambiguous Identities, Londres, Verso, 1999, p. 278. Traducción mía.
10
Friedrich Katz, "Rural Uprisings in Preconquest and Colonial Mexico", en Friedrich Katz
(editor). Riot, Rebellion and Revolution. Rural Social Conflict in Mexico, Princeton, Princeton
University Press, 1988, p. 79.
 1 74 FEDEKICO NWARRETE LINARES
de las haciendas hizo que las comunidades se hicieran rápidamente in-
capaces de producir suficientes alimentos para su autosuhsistencia y que
los indígenas tuvieran que contratarse como trabajadores libres en las
mismas haciendas desde el siglo xvii." En otras regiones, como Yucatán
y Oaxaca, las comunidades siguieron siendo capaces de asegurar su au-
tosubsistencia y por ello, la explotación de su trabajo tuvo que realizarse
de manera forzosa.12
Ese marco legal y económico tuvo como resultado la consolidación
de las etnicidades particulares y locales, ancladas en la organización
política comunitaria, a la vez que debilitó las identidades étnicas más
amplias. En otras palabras, el régimen colonial creó, en buena medida,
las comunidades indígenas corporativas y cerradas que han sido tan
estudiadas e idealizadas por la antropología moderna, 13 pues les dio un
sustento legal, en las instituciones de la república de indios, una base
económica y ecológica en la propiedad colectiva de la tierra, además
de poderosos símbolos identitarios en las figuras de los santos patro-
nos y mecanismos de solidaridad institucional en las mayordomías y
cofradías."
Eso explica que la imposición de la categoría étnica de indio por los
españoles no llevó a las sociedades amerindias a construir una identidad
étnica general que los unificara como tales frente a ellos, aunque esa
posibilidad fuera un miedo constante de las autoridades v población
española.
En suma, el sistema colonial era un clásico antiguo régimen cons-
truido a partir de los principios rectores de la heterogeneidad y de la
jerarquía que asignaban a cada persona, y a cada grupo, un lugar par-
ticular y diferente en una comunidad política centrada en la figura del
soberano, capaz de otorgar y negarle privilegios según su potestad.
11
J o h n Tuiino, "Agrarian Social Change and Peasant Rebellion in Nineteenth Century Mexi-
co: T h e Example of Qialco". en Friedrich, op. at., pp. 98-101.
13
Nancy Farriss. "Indians in Colonial Yucatan: Three Perspectives", en M u r d o J . MacLeod y
Roheit Wassersuom (editores). Spaniards aiui Indians in Southeastern Mesoamenca. lissays on
the History ofethu relations, Lincoln y Londres, University of Nebraska Press, 1983, p. 9. Jame s
I.ockhart ha analizado el impacto social v cultural de esuis diferencias entre las regiones
maya y náhuatl. "Three Experiences of Culture Contact: Nahua. Maya and Quechua", e n
James Lockharl, OfThings of the Indies, Essays Old and New in Early Latin American I listón.
Stanford. Stanford University Cress, 1999.
15
Véase, por ejemplo, Robert Redfield y Alfonso Villa Rojas, Chan Kom: A Maya Village, Was-
hington, Carnegie institution, Publication 585, 19S4.
" J a m es Lockhart, The Sahuas after the Conquest, op. cit.
;Q_uÉ SIGNIFICABA SEK INDIO EN ti. sifiLO xix? 175
Esos antecedentes explican por qué los actores que nosotros pode-
rnos identificar como indígenas en el siglo xix se organizaban mayo-
ritariamente en comunidades, aunque hay que evitar la tentación de
identificar los dos términos. En el siglo xix había muchas comunidades
campesinas que no eran indígenas, y a lo largo de la centuria muchos
pueblos anteriormente hablantes de lenguas nativas se castellanizaron y
"mestizaron" sin por ello perder sus fuertes instituciones comunitarias.
Por el otro lado, a lo largo del periodo hubo muchos individuos y fami-
lias indígenas que se sustrajeron del ámbito comunitario. 15
Por otro lado, hay que tener en cuenta que hacia finales del periodo
colonial, el balance entre las ventajas y desventajas del status jurídico
de los indios se fue alterando desfavorablemente a éstos, conforme au-
mentaron las exacciones tributarias y*el control gubernamental sóbre-
las repúblicas y sobres sus cofradías.16
Eso explica por qué la abolición del sistema de castas y la proclama-
ción de la igualdad entre todos los grupos de la población fue una rei-
vindicación generalizada en tiempos de la Independencia. Entre los paí-
ses americanos, México destaca por la rapidez con que adoptó ese ideal
igualitario y universalista. A diferencia de las otras nuevas naciones con
población mayoritariamente indígena, como Guatemala, Perú, Bolivia
y Ecuador, la nuestra no mantuvo de manera oficial el tributo indígena
ni los regímenes legales de trabajo forzoso y eliminó completamente las
distinciones jurídicas entre los diferentes grupos étnicos.17
El universalismo liberal
La lógica republicana que se impuso a lo largo del siglo xix, y que
partía del principio de la igualdad y de la universalidad de los dere-
chos ciudadanos, no podía ser más distinta, en teoría, a la del régimen
colonial.
15
Federico Navarrelc Linares, 1847-19-19: el siglo que caminó la historia indígena mexicana, s.f.
'" Andrés Lira, "El estado liberal y las corporaciones en México (1821-1859)", en Antonio An-
niño y Francois Xavier Guerra (coordinadores). Inventando la nación. Iberoamérica. Siglo XIX,
México, Fondo de Cultura Económica-Siglo XXI, 2003, pp. 363-364.
1T
Federico Navarrelc Linares, "Grupos étnicos y Estados-nación en América: una visión teóri-
ca de sus relaciones" en Herenice Alcántara Rojas y Federico Navarrcte Linares (coordina-
dores), ¡lacia otra historia de América: los pueblos indígenas frente al cambio cultural, México, Ins-
tituto de Investigaciones Históricas, Universidad Nacional Autónoma de México, en prensa.
 176 FEKERICO NAVARRETE LINARES
Sin e m b a r g o , la aplicación d e los principios de igualdad y de univer-
salidad resultaron altamente problemáticos e n el contexto mexicano, y
en general e n todas las excolonias americanas, pues se sobrepusieron a
ó r d e n e s socieales q u e se había constituido a l r e d e d o r d e las diferencias
y lajerarquización étnicas."*
La jerarquización se p e r p e t u ó e n la concepción misma d e la ciuda-
danía, p r e t e n d i d a m e n t e universal e igualitaria, pero que en la práctica
se definió a partir d e la cultura y la identidad étnica particulares d e los
grupos euroamericanos . Por esa razón las leyes d e la nueva república se
escribieron ú n i c a m e n t e e n español y el gobierno o p e r ó exclusivamente
en esc idioma, pese a que ésta n o era una lengua mayoritaria d e n t ro del
país en ese m o m e n t o ; a la vez, los derechos y deberes ciudadanos fueron
definidos e n función d e una concepción individualista y racionalista d e
la persona q u e n o era compartida por los pueblos indígenas. El resultado
fue lo que h e llamado una "ciudadanía étnica"; es decir, una ciudadanía
definida a partir de la identidad y cultura d e un g r u p o étnico particular
y que excluía y discriminaba e n la práctica a las demá s identidades y cul-
turas q u e existían en el país. 19 Esa exclusión v discriminación eran jus-
tificadas p o r el h e c h o d e q u e las elites e u r o a m e r i c a n a s consideraban
q u e su identidad particular era en realidad universal, d e acuerdo con la
concepción d e civilización promovida por la Ilustración europea.- 0
En el nivel conceptual p o d e m o s plantear q u e se pasó de un siste-
ma q u e construía las jerarquías y organizaba la convivencia política a
partir d e la diferenciación v la segregación e n t r e los grupos, paganos y
cristianos, a otro q u e negaba la diversidad e imponía una sola cultura
e identidad c o m o eje d e la convivencia política v en el que la estratifi-
cación social y política d e p e n d í a d e la cercanía o lejanía con ese ideal
s u p u e s t a m e n t e universal que se hacía equivalente, e n última instancia,
,s
Federico Navarrete Linares, "A invengo da etnícidade nos estados-nacóes americanos nos
sáculos xix e xx", en Flavio Hein/, y Mailu/a M. Harres (editores), xxiv Simposio Nacional
de Historia, Associacáo Nacional de I listona, Sao Leopoldo, F.ditora Oikos. 2008.
'* Federico Navarrete Linares, Las lelationes inlcrétnicas, México, Universidad Nacional Autóno-
ma de México, 2004, pp. 67-68, Navarrete Linares, "Discriminación étnica y desigualdades
en México: tina reflexión histórica", en ElisabeUadi (lastro (editora). IM desigualdad en Méxi-
co: perspectivas interdiscipünarias, México, Universidad Nacional Autónoma de México-Fondo
de Cultura Económica, 2009, pp. 2.r)t-2.65.
•° Marshall Sahlins, I low "Natives" Think. About Captain Cook, Fot Example, Cook, For Example,
Chicago, The University of Chicago Press, 1995, pp. 10-13.
L
.;0_UÉ SIGNIFICABA SER INDIO EN EI. S I G U í XIX? 177
a la idea misma de "humanidad".- 1 En esa nueva lógica, los indígenas ya
no fueron considerados integrantes de u n a categoría inferior y subordi-
nada, sino que debían incorporarse a la categoría única y universal de
ciudadanos, con la condición d e que a b a n d o n a r a n sus propias identi-
dades étnicas y culturales q u e eran consideradas incompatibles con el
ideal de la ciudadanía étnica; e n caso contrario, debían sei" marginados
de la comunidad política y se les podía llegar a excluir de la misma hu-
manidad, como veremos más adelante.
El nuevo régimen relegó la categoría d e indígena a u n pasado in-
deseable como la h e r e n c i a negativa d e la opresión colonial y d e la ya
superada divisiém d e la sociedad en castas. En u n México de ciudadanos
iguales, portadores todos d e los valores universales d e la civilización,
los indígenas ya no d e b í a n existir; inversamente, mientras existieran, el
país n o podría realizar su destino c o m o u n a c o m u n i d a d políüca plena-
mente modern a p e r t e n e c i e n t e al "concierto de las naciones civilizadas".
Por ello, las culturas d e los pueblos indígenas fueron consideradas in-
h e r e n t e m e n t e opuestas a la m o d e r n i d a d e irremediablemente reñidas
con el progreso. Los indios eran vistos c o m o incapaces d e cambiar e n
cuanto tales y sólo p o d í a n avanzar si dejaban de serlo. Respecto de ellos,
escribió José María Luis Mora:
Una de las cosas que impiden e impedirán los progresos de los indígenas en
todas las líneas es la tenacidad con que aprenden los objetos, y la absoluta
imposibilidad de hacerlos variar de opinión: esta terquedad que por una
parte es el efecto tie su falta de cultura, es por otra el origen de sus atrasos
v la fuente inagotable de sus errores. 0
El propio Mora y otros liberales de la primera mitad del siglo x i x confiaron
en que la supresión d e las distinciones legales entre castas, y la inmigra-
ción de un creciente n ú m e r o de europeos terminaría por hacer disolverse
a los indígenas en la población e n general. Sin embargo, otros políticos
de la época como Garlos María Bustamante expresaron su escepticismo al
Retnhart Koselleck, "Semántica histórico-política" de los conceptos contrarios asimétricos",
en Reinharl koselleck. Futuro pasado. Para una semántica de los tiempos históricos, Barcelona,
Ediciones Raidos, 1993. p. 240.
[osé María Luis Mora, "México y sus revoluciones (fragmentos)", en Andrés lira. Espejo de
discordias: la sociedad mexil ana vista por Lorenzo de'¿avala,/osé María Luis Mora y Lucas .Maman.
México, SEP (Colección Cien de México), 1984, pp. 78-79.
 i 78 FEDERICO NAVARRKTK LINARES
respecto y los conservadores temían q u e la eliminación d e las distinciones
coloniales y d e la tutela gubernamental y religiosa sobre los indios provo-
caría su insubordinación y pondría en peligro todo el o r d e n social.
En todo caso, existía un claro a c u e r d o de que la integración o des-
aparición d e la población indígena del país podía y debía ser acelerada
p o r la disolución de la propieda d colectiva de la tierra, considerada por
casi todos los miembros de la elite política como antitética con las no-
ciones d e ciudadanía invidual y con cualquier esperanza de progreso
e c o n ó m i c o para el país. En u n a circular que o r d e n a b a la disolución in-
mediata d e la propieda d c o m u n a l en Michoacán en 1868, el gobierno
estatal explicaba que :
el reparto no tiene otro objeto que su bienestar particular [de los indíge-
nas]: proporcionarles los elementos indispensables para que puedan ser
verdaderos ciudadanos, y ejercer los preciosos derechos anexos a tal prerro-
gativa; independizarlos de la degradante nitela a que los tienen reducidos
los que con la comunidad de sus bienes no hacen más que explotarlos en
provecho propio, o hacer de sus productos un empleo indebido; y allanar
el camino a ellos o a sus descendientes para que puedan representar digna-
mente al país al que pertenecen.-'*
Por ello, la imposición de la ciudadanía universal en México Cue acom-
p a ñ a d a p o r u n a t a q u e frontal a la p r o p i e d a d agrícola d e los pueblos
indígenas, p r i m e r o en los hechos y, luego, con la consolidación del libe-
ralismo, p o r m e d i o d e las distintas leyes de desamortización tanto loca-
les, c o m o federales.
Esos cambios legales obedecían a la imposición d e u n a nueva lógica
de explotación del territorio y d e la población indígena: ante la crecien-
te integración de México a los circuitos de intercambio del capitalismo
mundial era más atractivo apropiarse directamente de la tierra para es-
tablecer plantaciones de café, azúcar, h e n e q u é n o algodón y emplear a
los indígenas despojados como m a n o de obra d e p e n d i e n t e . En el caso
de Yucatán, p o r ejemplo, las c o m u n i d a d es campesinas q u e habían goza-
d o d e un amplio margen de a u t o n o m í a política y ecológica resintieron
p r o f u n d a m e n t e el despojo de sus tierras y su incorporación c o m o m a n o
-J RobcrtJ. Knowllon, "1.a división de las tierras de los pueblos durante el siglo xix, el caso de
Michoacán", e n Historia Mexicana, 1990, vol. 40, num. I, pp. 3-25,
;QuÉ SIGNIFICABA SEK INDIO EN EL SIGLO XIXÍ 1 7g
de obra semiforzada a las haciendas h e n e q u e n e r a s , y ésa fue u n a d e las
principales causas de su rebelión en 1847.-'
Lógicamente la agresión contra la p r o p i e d a d comunitaria, y la mo-
dificación en las condiciones d e explotación d e su trabajo, provocó a
su vez una vasta movilización de las c o m u n i d a d e s campesinas tanto in-
dígenas, como mestizas. Estas recurrieron a todos los medios y argucias
legales q u e tenían a su disposición, p e r o resultaron m u c h o m e n o s efi-
caces que en el periodo colonial, pues el Estado había a b a n d o n a d o su
posición de garante de la p r o p i e d ad comunitaria.- 5 C u a n d o esos medios
legales fracasaron, las c o m u n i d a d es recurrieron a la movilización políti-
ca y a la rebelión armada.
Las reivindicaciones de los movimientos campesinos
Ante ese cambio de reglas en el régimen político, los pueblos indígenas re-
accionaron de una manera similar a como lo habían hecho ante la conquis-
ta y colonización españolas: adoptaron y refuncionalizaron las categorías
étnicas y los conceptos políticos que se les pretendían imponer para así po-
der defender con continuada eficacia sus identidades culturales y étnicas.2*1
En 1827, en un d o c u m e n t o llamado Testamento de la distribución de
tierras, el alcalde del pueblo mixteco de San Pedio Tidaá en Oaxaca
ordenaba lo siguiente:
mando a todos mis hijos los ciudadanos cuiden fiel y legalmente de todos los
linderos como con los parajes y lugares de todos los montes llanos lomas y
cañadas que corresponden a las rallas reales y divisorias.-1'
Esta sucinta exhortación, y el d o c u m e n t o en general, c o m b i n a n la nue-
va concepción de la ciudadanía republicana del México i n d e p e n d i e n t e
-*' Don E. Dumond, The Machete and the Cross. Campesino Rebellion in Yucatan, Lincoln, University
of Nebraska Press. 19117.
•'' Friedrich Katz, op. rit.
86
Steve Stern, "La contracorriente histórica: los indígenas c o m o colonizadores del Lstado,
siglos XVI a xx", en Leticia Reyna (coordinadora). Los idos de la etnicidad en tos estados-nación
del siglo XXI, México, CIESAS, 2001,
- : Moctezuma Mendoza, Vicente y Andrea Calderón García, San Pedro Tidaá. Una vasta historia
en la Mixteca Alta, México, Universidad Autónoma Meiropolilana-Insiituto Nacional de An-
tropología e Historia, 2009, p . 132. Subrayado mío.
 l 8 o F K D K R I C O N u \KKh II llNVRIs
con la identidad comunitaria tradicional d e Tidaá, centrada en el paren-
tesco real y ritual e n t r e sus integrantes, definidos como los "hijos'' del
principal, q u e los obligaba a defender las tierras comunales, base de la
a u t o n o m í a de su p u e b l o y de su supervivencia.
Desde esta perspectiva no debía existir necesariamente una contra-
dicción entre la identidad comunitaria, con sus valores económicos y
sociales particulares, y el ejercicio de la ciudadanía en el marco de las
instituciones republicanas, sino que ésta debía convertirse en una herra-
mienta para la defensa de la primera.
C o m o ha m o s t r a d o Antonio Armiño, la figura del municipio, inau-
gurada en la Constitución liberal de Cádiz, permitió que muchas comu-
nidades indígenas fueran reconocidas legalmente en el nuevo marco
legal y permitió la inclusión de sus habitantes a la categoría de ciudada-
nos p o r medio del e n t e r o de vecindad, es decir, de su pertenencia a un
municipio. 2 " En ese marco histórico, la agencia colectiva d e la comuni-
d a d n o era necesariamente incompatible con la agencia individual de
los ciudadanos q u e formaban parte de ella. El propio pueblo de Tidaá
repartió las tierras comunitarias e n t r e sus integrantes, a la ve/ q u e esta-
bleció u n a serie de mecanismos políticos y morales para garantizar que
su p r o p i e d ad individual siguiera funcionando, en la práctica, c o m o una
propiedad comunitaria. 3 9
Por ello, diversos autores han a r g u m e n t a d o recientemente que las
c o m u n i d a d e s campesinas e indígenas construyeron un liberalismo po-
pular que, a diferencia del oficial o d e elite, no consideraba incompati-
ble la diversidad cultural con la ciudadanía universal ni esta última con
la supervivencia d e las comunidades. 1 " Esa adaptación, o sincretismo
c o m o lo llama A n n i n o , " tenía una clara función estratégica: permitir
la defensa de la p r o p i e d a d comunitaria de la tierra, q u e era el susten-
to e c o n ó m i c o y ecológico de las c o m u n i d a d e s constituidas d u r a n t e el
p e r i o d o colonial. Las comunidade s indígenas v campesinas defendían
2
* Antonio Annino y Francois Xavier Guerra, "Pueblos, liberalismo y nación", en Amonio An-
nino y Francois Xavier Guerra (coordinadores), Invernando la naiión. Iberoamérica. Sigla XIX,
México, Fondo de Cultura Económica-Siglo xxi, 2003, pp. S99-400.
", Moctezuma Mendoza, etat, op. <it., pp. 133-135.
10
Florenria F.. Mallon, Peasant and Nation. The Making ofPostcolonial Mexico and Peru, Los An-
geles y Berkeley, University of California Press, 199"); Guy P.C. Thomson, Patriotism, Polilla
and Popular Liberalism tn Nineteenth (Century Mexico: Juan Francisco Lucas and the Puebla Surra.
Wilmington, Scholarly Resources. 1998.
31
Antonio Annino y Francois Xavier Guerra, op. cit. pp. 414-415.
¿QUÉ SIGNIFICABA SKK INDIO EM F.I. SIGLO XIX? 18 1
así su "autonomía ecológica"; es decir, su capacidad para reproducirse
física y culturalmente p o r m e d i o de relaciones productivas y simbólicas
con la naturaleza, definidas esencialmente por ellas mismas.'-' Por ello,
la movilización de las c o m u n i d a d e s indígenas en torno de la p r o p i e d a d
de la tierra era también en defensa de sus identidades étnicas, ancladas
en esa autonomía ecológica.
Ese particularismo, sin e m b a r g o , n o se c o n t r a p o n í a con el recono-
cimiento del sistema político nacional republicano, de sus nuevas reglas
y de conceptos claves c o m o ciudadanía y representación. En 1868, Julio
López dirigió la siguiente proclama a los pueblo s del Estado de México:
Pueblos, ciudadanos: en esta ocasión os dirigía para reclamar nuestros de-
rechos, nuestras propiedades antiguas, que tantos años nos tienen«usurpa-
dos los hacendados [... ] debemos hoy unirnos y hacer, por vía de la fuerza,
nos restituyan nuestras propiedades sin derrocar al supremo gobierno que
es el que nos debe proteger en nuestra empresa, supuesto que para este fin
lo liemos puesto, y que todos los que lo componen que son los legítimos re-
presentantes que están puestos por vosotros también, y están defendiendo
la razón y la justicia de nuestra República Mexicana."
Igualmente esos movimientos también podían tomar partido p o r las
diferentes formas de g o b i e r n o que se disputaban el control en ese m o -
mento. Así, en 1854, los vecinos del pueblo de Zacoalco, en Jalisco, se
levantaron contra el g o b i e r n o dictatorial de Santa Ana con la siguiente
proclamación, que d e m u e s t r a su fidelidad a la doctrina liberal.
Primero: Los indígenas del pueblo de San Cristóbal en unión de los de Za-
coalco y los vecinos blancos, quienes y con los demás pueblos confidentes
de común acuerdo no reconocen otra forma de gobierno que el represen-
tativo, popular, federal sin restitución alguna, sosteniéndola con las armas
en la mano hasta derramar la última gota de sangre, protestando de la
manera más solemne contra otra cualquiera forma que pugne con aquélla
como contraria a la voluntad de la mayoría de la Nación.31
*-' Federico Navarrete Linares, "Los pueblos indígenas de Iberoamérica ante la crisis de 1808"
en Hii'isto de Historia, Univesidade de Sao Paulo, 2008, vol. núm. 159.
•" Citado en Leticia Reina, op. cit., p. 72.
" Ibidem, p. 148.

182 FEDERICO NAVAR&ETE LINARES
La inclusión d e los vecinos "blancos" e n esa proclama nos muestra ade-
más q u e las movilizaciones en que participaron los indígenas n o fueron
exclusiva ni excluyentemente integradas p o r ellos mismos, sino coalicio-
nes más amplias q u e unían a grupos comunitarios campesinos indígenas
y n o indígenas a l r e d e d o r d e reivindicaciones similares. Tal es el caso del
movimiento d e j u a n Alvarez en el sur del país, 35 y del de Manuel Lozada
en el occidente.
Arturo Warman ha señalado q u e d e las numerosísimas rebeliones
campesinas del siglo x i x , sólo cuatro, dos d e los yaquis, la gran rebelión
de Yucatán y la d e San Juan Chamula d e 1869-1870, p u e d e n designar-
se p r o p i a m e n t e c o m o "nativistas" o "indígenas". 3 *' Sin e m b a r g o, como
h e m o s visto, la mal llamada guerra d e castas d e Yucatán n o pertenece
realmente a ese g r u p o .
El fantasma de la guerra de castas
i n d e p e n d i e n t e m e n t e d e su carácter mnltiétnico, las crecientes movili-
zaciones de las comunidades campesinas e indígenas q u e alcanzaron su
p u n i ó más álgido a partir d e 1847 n o fueron reconocidas p o r las elites
c o m o u n a forma legítima d e participación política. Esa negativa llama
particularmente la atención si reconocemos q u e esos movimientos utili-
zaban conceptos políticos muy similares a los q u e ellos mismos emplea-
ban en su propia actividad política y recurría, c o m o ellos mismos lo ha-
cían continuamente, a la proclamación de planes y documentos políticos
y la utilización d e la violencia para o b t e n e r sus objetivos. 17 De hecho,
no hay q u e olvidar q u e en casos c o m o el d e Yucatán, las comunidade s
indígenas y campesinas habían obtenido las armas que después utiliza-
ron para rebelarse al participar c o m o tropas en levantamientos d e las
facciones liberales y conservadoras de las propias elites. M
y
* Pcter F. Guardino, Peasants, Politics and (hi Formation of Meneos National State, Stanford, Stan-
ford University Press, 199(3.
"' Arturo Warman, ¡MS indios mexicanos en el umbral del milenio, México, Fondo ríe Cultura Eco-
nómica, 200:i, pp. 256-258.
n Lucas Atamán, Documentos diversos (inéditos y muy ratos), México. Editorial [us (Obras Com-
J o h n V. Lombard! ha propuesto que el siglo xix vio el nacimiento de esa nueva forma de
practicar la política en toda América Latina, tanto entre las elites como entre el testo de la
población, "Independencia y esclavitud en el periodo d e transición d e 1750-1850". en Histo-
ria Central de Amética ¡.atina, Madrid, Editorial Trotta-Uncsco, vol. 5, 2003.
'" Nelson Reed, IM guerra de casias de Yucatán, México, Ediciones Era, 1981.
;QlJÉ SIGNIFICABA SER INDIO EN El. SIGLO XIX? 1 8^
Pese a esa cercanía ideológica y práctica, las elites euroamericanas
percibieron la movilización d e las c o m u n i d a d e s c o m o una amenaza a la
supervivencia del país y d e ellos mismos. En 1847, incluso pensadores d e
inclinación liberal c o m o Mora se expresaban en estos términos:
La guerra de colores es la peor que ha subido México porque debería ter-
minar con el exterminio de una de las partes contendientes y en el orden
natural de las cosas estaba que pereciera la menos numerosa.5*
Esas palabras son casi idénticas a las q u e e m p l e ó Lucas Alamar) en la
misma circunstancia:
En ese momento leñando se retire el ejército norteamericano] comenzará la
guerra interior que tomará el carácter de guerra de castas entre las varias CRIC
forman esta población, y siendo de ellas la menos numerosa la blanca, será
la que había de perecer y con ella todas las propiedades que le pertenecen. 10
Llama la atención que el incidente q u e provocó el miedo de Alamar) fue
un intento fallido por parte d e una c o m u n i d a d campesina de Morelos
por tomar las tierras de una hacienda d e la región y su supuesta inten-
ción de "matar a toda la gente d e c e n t e " ." Eso quiere decir que se negó a
interpretar la movilización d e los campesinos c o m o una acción política
racional y prefirió considerarla una acción motivada por el odio racial y
la voluntad d e exterminar a los blancos.
¿De d ó n d e surgió entonces el fantasma d e la conflagración apoca-
líptica ente razas que tanto desveló a las elites criollas y mestizas a me-
diados del siglo?
I^a primera respuesta a esa interrogante es histórica. A lo largo del
periodo colonial, los grupos españoles y criollos habían vivido con un
constante miedo a la posible insurrección d e los pueblos nativos domi-
nados por ellos; algo que ha acontecido con todos los colonizadores en
todos los regímenes coloniales. 1 ' 2
39
Citado en Enrique Krauze, la presencia del pasado, Barcelona. Tusqucis Editores, 2005, p. 120.
10
pletas, vol. 4), 1947, [>. 171.
41
Ibidem, p. 467.
a
Michael Taussig. Shamanism. Colonialism and the Wild Man. A Study in Tenor and Healing, Chi-
cago, T h e University of Chicago Press, 1987.
 18.j FEDERICO NAVARRETE LINARES
Ese miedo se vinculó, a su vez, con el concepto histórico de la guerra
de razas, surgido en Europa en los siglos xvi y x v n entre historiadores vin-
culados a la aristocracia que se oponían al absolutismo real y a su discurso
historiográfico centrado en la soberanía del monarca, como ha mostrado
Michel Foucault. Su visión, en contraste, insistía en la existencia de razas
diferentes e inconmensurables en el seno de las naciones y en el-papel
central quejugaba la conquista y la dominación en la relación entre ellas."
Por ello, para los integrantes de las elites criollas y mestizas era natural
pensar que la población mexicana estaba irremediablemente dividida en
dos razas antagónicas: la india, conquistada, y la europea o blanca, conquis-
tadora, y que la primera debía sentir odio y resentimiento hacia la segun-
da, p o r lo cual el conflicto entre ambas era inevitable y sería encarnizado.
En 1787, Hipólito Villaroel describía a los indios de la siguiente
manera:
F.I carácter del indio es precisamente el de ser enemigo mortal de las demás
castas; es desidioso y nada hace de su propia voluntad, a no ser a fuerza de
rigor; es extremadamente malicioso, enemigo de la verdad, desconfiado,
amigo de novedades, disturbios y alborotos. H
Según esa concepción, el resentimiento p o r la Conquista y el odio con-
tra los descendientes d e los conquistadores eran inherentes al carácter
de los indios, quienes, p o r otra parte, eran incapaces de cambiar y tras-
c e n d e r esas bajas pasiones.
En su historia de la Indepcncencia, Lucas Alamán describió el ejér-
cito de Miguel Hidalgo:
La infantería la formaban los indios, divididos en pueblos o cuadrillas, ar-
mados con palos, flechas, hondas y lanzas, y como muchos llevaba consigo
sus mujeres e hijos, todo presentaba el aspecto más de tribus bárbaras que
emigraban de un punto a otro, que de un ejército en marcha.*'
41
Michel Foucaull, Genealogía del racismo: de la guetra de las razas al racismo de Estado, Buenos
.•Vires, Editorial Altamira, 199,'i.
1
' Hipólito Villai roel, Enfermedades políticas que padece la capital de esta Nueva España en casi lodos
los cuerpos de que se compone y remedios que se le deben aplicar para su curación si se requiere que sea
útil al rey y al público, México, Consejo Nacional para la Cultura v las Artes (Cien de México).
1994, p. 88.
15
Lucas Alamán. Historia de México, v. 1, México, Fondo de Cultura Kconómica-Insiituto Cultu-
ral Helénico (Clásicos de la Historia de México: Época de la Independencia), 1985, p. 381.
¿QUé SIGNIFICABA SER INDIO EN EI. SIGLO XIX? I 85
Según su interpretación , esos contingentes indios eran movidos p o r
el deseo de rapiña y de venganza, y también p o r la codicia d e o b t e n e r
tierras, lo cual le parecía u n a motivación i g u a l m e n t e ilegítima, y esas
bajas pasiones eran m a n i p u l a d a s p o r dirigentes criollos p o c o escru-
pulosos. De esa m a n e r a , los indios eran vistos a la vez c o m o u n a raza
temible p o r sus bajas pasiones y sujeta a la manipulación p o r las otras
razas.'"
Más d e medio siglo después, pese a la desaparición legal de las cas-
tas durante la República, Francisco Zarco expresaba casi en los mismos
términos el temo r de los n o indígenas ante la raza india d o m i n a d a y
conquistada: "Tal vez esa raza desgraciada se levantará i m p o n e n t e en sus
resentimientos y con su barbarie, a reclamar venganza por trescientos
años de esclavitud y opresión". 4 7
En Yucatán, Justo Sierra O'Reilly interpretó la gran rebelión c o m o
el enfrentamiento entre dos razas radicalmente diferentes: "una raza
conquistada y la otra conquistadora; oprimida la una y opresora la Otra;
ésta rica y d u e ñ a d e una p r o p i e d a d inmensa; pobre y abatida aquella;
civilizada la primera y señora; esclava y semisalvaje la segunda". I S
Esta percepción de las acciones de los movimientos calificados c o m o
indios contradecía p a t e n t e m e n t e su propio discurso y lenguaje q u e ,
como hemos visto, hablaba d e ciudadanía, de representación y de dere-
chos, v no de odio, exterminio y venganza, y planteaba reivindicaciones
económicas concretas y racionales, c o m o la restitución de tierras.
Por o t t o lado, hay q u e señalar q u e también movimientos campe-
sinos no indígenas fueron calificados c o m o "guerras de castas" v se les
atribuyeron las mismas motivaciones atávicas e irracionales. C o m o seña-
la W'artnan, incluso en el siglo x x , el movimiento Zapatista del Ejército
Libertador del Sur fue descrito d e esa m a n e r a por la prensa nacional y
sus tropas fueron llamadas "hordas" y "tribus", 1 ' 1 como lo habían sido los
seguidores de Hidalgo.
En esas descalificaciones e n c o n t r a m o s la otra explicación para el
auge del fantasma de la guerra d e castas en el México del siglo x i x. Atri-
16
Willem, V, 2, p. 212.
1
Citado en Enrique Krauze, op- eil., p. 122.
" Justo Sierra O'Reilly, "Diario de nuestro viaje a Estados Cuidos", en Javier Rodríguez Pina
(compilador). La Guerra tie Castas. Testimonios de justo SitTia O'Reilly y Juan Suárez Navanv,
México. Consejo Nacional para la Cultura y las Arles, 1993, p. 130.
''' Arturo Wannan. op. cit., pp. 30-31.
 18(3 FEDERICO NAVARRETK LINARES
buir a los movimientos campesinos odios atávicos e irracionales servía
para deslegitimar sus reivindicaciones políticas y económicas concretas
y para negar la posibilidad de interlocución y negociación con los movi-
mientos, para excluirlos del terreno político donde ellos mismos se que-
rían colocar, y para relegarlos a un ámbito de irracionalidad e inhuma-
nidad en el que la única solución posible era la violencia exterminadora.
Desde una perspectiva conceptual, el fantasma de la guerra de castas
sirvió para definir el límite a las pretensiones universales de la ciudada-
nía liberal y para relegar a los indios, seres inherentemente resentidos,
irracionales y sedientos de venganza, a un estatus de inhumanidad que
los convertía en objetos de políticas de aniquilación, como ha pasado
con otros grupos excluidos ílel universalismo ilustrado. Como señala
Koselleck, a diferencia de lo que pasaba en el régimen colonial en el que
los paganos se contraponían a los cristianos, pero ambos compartían la
condición de humanos, el polo contrario a la idea universal del hombre
(y del ciudadano) "ya no era, en absoluto, el hombre en tanto que ser
retrasado, sino el infrahombre a quien era válido destruir."50
Es precisamente desde esa perspectiva que Sierra O'Reilly propuso
en 1848:
La raza indígena no quiere, no puede amalgamarse con ninguna de las
otras razas. F.sta raza debe ser sojuzgada severamente y aún ser lanzada del
país, si eso fuera posible. No cabe más indulgencia con ella: sus instintos
feroces, descubiertos en mala hora, deben ser reprimidos con mano fuerte.
La humanidad y la civilización lo demanda así.51
Más allá del fantasma
Sin embargo, como todos sabemos, México en su conjunto no se preci-
pitó en una despiadada guerra de razas ni los diferentes grupos étnicos
del país se exterminaron entre sí. La guerra de castas no pasó de ser un
fantasma de los miedos de las elites, y una útil referencia retórica para
reprimir a los movimientos campesinos.
50
Reinhart Kosclleck, <>f>. rii., p. 248.
11
Citado en Claudia Vázquez Miranda, ¡.a guerra interna de Yucatán ¿ Una guerra ilr castas ? Estu-
dio sobre el carácter de la insurrección de 1847 conocida comúnmente como ~Cuerra de Castas " Méxi-
co, Facultad d e Filosofía y Letras, Universidad Nacional Autónoma de México, 2007, p. 19.
.Olí SIGNIFICABA SER INDIO EN El. SIGLO XIX? I 87
Eso se debió, fundamentalmente, a que en la práctica los actores
políticos de la elite y de los movimientos campesinos sí fueron capaces
de construir coaliciones y de negociar puntos de encuentro. Eso per-
mitió que los movimientos con participación indígena se incorporaran
a las filas de la Reforma, como en el caso de Juan Alvarez, y también
jugaran un papel decisivo en la lucha contra la intervención francesa,
como hicieron muchas comunidades indígenas poblanas y oaxaqueñas;
otros, como es el caso de los movimientos encabezados por Lozada y por
Mejía, se sumaron a las filas de los consei-vadores y de los imperialistas.
En todo caso, su participación en las contiendas políticas de la época fue
fundamental.
I lay que señalar que el establecimiento de esas coaliciones se debió
al balance real de fuerzas entre los movimientos campesinos e indíge-
nas y los otros adores políticos de la nación y no fue producto de una
supuesta magnanimidad de las elites criollas y mestizas. En el siglo xix
los pueblos indígenas conquistaron su lugar en la política mexicana,
construyendo, como hemos visto, formas eficaces de movilización y de
participación ciudadana que desmentían en la práctica los prejuicios
discriminatorios de las elites.
Por ello es momento de que la historiografía sobre ese periodo
examine críticamente la idea de la guerra de castas y las explicaciones
basadas en los odios raciales y el carácter atávico o tradicioualista de
las acciones de los pueblos indígenas y reconozca el carácter creativo y
plenamente moderno de la participación de éstas, y otras comunidades
campesinas en la construcción del Estado-nación mexicano.
 18 8 FEDERICO NAVAKKEU I.INAKES
BIBLIOGRAFíA
ALAMAN, LUCAS, Documentos diversos (inéditos y muy raros), México, Editorial Jus
(Obras Completas, vol. 4), 1947.
, Historia de México, México, Fondo de Cultura Económica-Instituto Cultura]
Helénico (Clásicos de la Historia de México: Época de la Independencia), 1985.
ANNINO, ANTONIO, "Pueblos, liberalismo y nación", en Antonio Annino y Francois
Xavier Guerra (coordinadores), Inventando la nación. Iberoamérica. Siglo XJX,
México, Fondo d e Cultura Económica-Siglo XXI, 2003, pp. 399-430.
BALIBAR, ÉTIENNE, "Le «racisme de classe»", en Immanuel Wallerstein y Étienne
Balibar, Race, Nation, Class: Ambiguous Identities, Londres, Verso, 1999.
BONFIL BATALLA, GUILLERMO, "El concepto de indio en América: una categoría de
la situación colonial", en Guillermo Bonfil, Obras escogidas, México, INI-INAII,
1995, vol. l , p p . 337-357.
, MéxicoJProfiuido. Una civilización negada, México, Editorial Grijalbo/Gonaculta
(Los Noventa), 1990.
CARO BAROJA, JULIO, Las formas complejas de la vida religiosa: religión, sociedad y carácter
en la España de los siglos XVI y XVII, Madrid, Akal, 1978.
DUMOND, DON E., The Machete and lite Cross. Campesino Rebellion in Yucatan, Lincoln,
University of Nebraska Press, 1997.
FARRISS, NANCY M., "Indians in Colonial Yucatan: Three Perspectives", en Muido J.
MacLeod v Robert Wasserst rom (editores), Spaniards and Indians in Southeastern
Mesoamerica. Essays on the History of ethic relations, Lincoln y Londres, University
Of Nebraska Press. 1983, pp. 1-39.
FOUCAULT, MlCI [EL, Genealogía del racismo: de la guerra de las razas al racismo de Estado,
Buenos Aires, Editorial Altamira, 1993.
GUARDINI), PETER F., Peasants, Politics and the Eonnation of Mexico's National State, Stan-
ford, Stanford University Press, 1996.
KAI z, FRIEDRICH, "Rural Uprisings in Preconquesl and Colonial Mexico", en Frie-
drich K;it/ (editor). Riot, Rebellion and Revolution. Rural Social Conflict in Mexico,
Princeton, Princeton Universitv Press, 1988, pp. 07-94.
KNOWLTON, ROBERTJ., "La división de las tierras de los pueblos durante el siglo xtx:
el caso d e Michoacáu", «MI Historia Mexicana, 1990, vol. 40, num. I, pp. 3-25.
KOSELLECK, REINIIART, "Semántica histoi ico-política de los conceptos contrarios asi-
métricos", en Reinbart Koselleck, Euturo pasado. Rara una semántica de los tiempos
históricos, Barcelona, Ediciones Paidós, 1993, pp. 205-250.
KRAUZK, ENRIQUE, La presencia del pasado, Barcelona, liisquets Editores, 2005.
LIRA, ANDRéS, "El estado liberal y las corporaciones en México (1821-1859)", en Antonio
Annino v Francois Xavier Guerra (coordinadores). Inventándola nación. Iberoaméii-
ca. Siglo XIX México, Fondo de Cultura Económica-Siglo XXI, 2003, pp. 379-398.
LOCKHART,JAMES, The Nahuas after the Conquest, Stanford, California, Stanford Uni-
versity Press, 1992.
., "Three Experiences of Culture Contact: Nahua, Maya and Quechua", en fa-
mes Lockhart, Of Things of the Indies. Essays Old and New in Early IMIíII Ameiican
History, Stanford, Stanford University Press, 1999, pp. 204-228.
¡ Q U É SIGNIFICABA SEK INDIO EN El. SIGLO XIX? 189
LOMBARD!, JOHN V., "Independencia y esclavitud en el periodo de transición d e
1750-1850", en Historia General de América Latina, Madrid, Editorial Trotta-
Unesco, 2003, vol. 5, pp. 305-382.
MALLON, FLORENCIA E., Peasant and Nation. Ehe Making o¡ Postcolonial Mexico and
Pera, Los Angeles y Berkeley, University of California Press, 1995.
MOCTEZUMA MENDOZA, VICENTE V ANDREA (¡ALDERÓN («ARClA, San Pedro l'idaá. Una
vasta historia en la Mixteen Alta, México, Universidad Autónoma Metropolitana-
Instituto Nacional de Antropología e Historia, 2009.
MORA,JOSé MARíA LUIS, "México y sus revoluciones (fragmentos)", en Andrés Lira,
Espejo de discordias: la sociedad mexicana vista por Lorenzo de Zavala, José María Luis
Mora y Lucas Atamán, México, SEI* (Colección Cien de México), 1984, pp. 71-85.
NAVARRETE LINARES, FEDERICO, IS-I7-I9I9: el siglo ¡pie cambió la historia indígena mexi-
cana, s.f.
, "A invencáo da etnicidade nos estados-nacóes americanos nos séculos xix e
xx", en Flavio Heinz y Marluza M. Marres (editores), XXIV Simposio Nacional de
Historia, Associacño Nacional de Historia, Sao Leopoldo, Editora Üikos, 2008, pp.
89-114.
, "Discriminación étnica y desigualdades en México: una reflexión histórica",
en Elisabetta di Castro (editora), La desigualdad en México: perspectivas interdiscí
plinanas, México, Universidad Nacional Autónoma de México-Fondo de Cultu-
ra Económica, 2009, pp. 237-282.
, "Grupos étnicos y Estados-nación en América: una vision teórica de sus relacio-
nes", en Berenice Alcántara Rojas y Federico Navarrete Linares, Hacia otra historia
de América: los pueblos indígenas frente al cambio cultural, México, Instituto de Inves-
tigaciones Históricas, Universidad Nacional Autónoma de México, en prensa.
, Las relaciones interétnicas en México, México, Universidad Nacional Autónoma
de México, 200 1.
, "Los pueblos indígenas de Iberoamérica ame la crisis de 1808", en Revista de
¡listona, Univesidade de Sao Paulo, 2008, vol. num. 159, pp. 11-35.
REDFIELD, ROBERT v ALFONSO VILLA ROJAS, Chan Kom: ¿\ Maya Milage, Washington,
Carnegie Institution, Publication 585, 19.31.
REED, NELSON, La guerra de castas de Yucatán, México, Ediciones Era, 1981.
REIELER-BRIC.KER, VICTORIA, /•-'/ Cristo indígena, el Rey nativo, México, Fondo de Cul-
tura Económica, 1993.
REINA, LETICIA, Las rebeliones campesinas en México < IS 19-¡906), México, Siglo XXI
Editores (Colección América Nuestra. Caminos de liberación), 1986.
SAHLINS, MARSHALL, HOW "Natives" Think. About Captain Cook, Tor Example, Chicago,
The Universitv of Chicago Press, 1995.
SIERRA O'REILLY, JUSTO, "Diario de nuestro viaje a Estados Unidos", en Javier Rodri-
gue/. Pina (compilador), ¡ja Guerra de Castas. Testimonios de pisto Siena O'Reilly y
Juan Suánx Navarro, México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 1993,
pp. 27-140.
STERN, STEVE, "La contracorriente histórica: los indígenas como colonizadores del
Estado, siglos xvi a x x " , e n Leticia Rcvna (coordinadora). Los retos déla etnicidad
en los estados-nación del siglo XXI, México, CIESAS, 2001. pp. 73-92.
 igo FEDERICO NAVARRJETE LINARES
TAUSSIG, MICHAEL, Shamanism, Colonialism and the Wild Man. A Study in Terror and
Healing, Chicago, The University of Chicago Press, 1987.
THOMSON, GUV P.C., Patriotism, Politics and Popular Liberalism in Nineteenth Century
Mexico: Juan Francisco Lucas and the Puebla Sierra, Wilmington, Scholarly Resour-
ces, 1998.
TUTINO, JOHN, "Agrarian Social Change and Peasant Rebellion in Nineteenth Cen-
tury Mexico: The Example of Chalco", en Kriech ich Kat/. (editor), Riot, Rebellion
and Revolution. Rural Social Conflict in Mexico, Princeton, Princeton University
Press, 1988, pp. 95-140.
VÁZQUEZ MIRANDA, CLAUDIA, La guerra interna de Yucatán ¿Una guerra de castas? Es-
tudio sobre el carácter de la insurrección de 18-17 conocida comúnmente como "Guerra de
Castas", México, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional Autónoma
de México, 2007.
VILLARROF.L, H I P ó L I T O , Enfermedades políticas que padece la capital de esta Nueva España
en casi todos los cuerpos de que se compone y remedios que se le deben aplicar para su
curación si se requiere que sea útil al rey y al público, México, Consejo Nacional para
la Cultura y las Artes (Caen de México), 199 I.
VVARMAN, ARTURO, LOS indios mexicanos en el umbral del milenio, México, Fondo de
Cultura Económica, 2003.
LA PATRIA DE PAPEL
VALQUIRIA WEY
Universidad Nacional Autónoma de México
Facultad de Filosofía V Letras
La relación entre las ideas y los lemas literarios
La dificultad que genera el manejo de temas e ideas en la narrativa radi-
ca en la tentación de simplificar unos y otras, creando un sistema mecá-
nico de transmutación de temas en ideas y de ideas en temas con prejui-
cio de la credibilidad de lo que se cuenta. Ese es, en parte, el problema
del paso del modelo de la novela romántica histórica europea a los paí-
ses independientes de Iberoamérica en el siglo \ i \ . Por tratarse de una
cuestión literaria, lo que aquí nos ocupa, nuestro interés básico, reside
en los temas de la literatura en su relación contextual, es decir, con las
ideas que constituyen su lastre y acompañamiento histórico. Las ideas
establecen un parámetro de asimilación O contraste con los temas lite-
rarios y permiten determinar, para ambos, límites de significado. Las
exigencias expresivas de la literatura, aquello que llamamos soluciones
de forma, llevan a planteamientos diversos a las ideas o a respuestas sor-
presivas en el terreno discursivo. Las ideas puestas a actuar en la novela,
filtradas por las exigencias de situaciones ficticias, en la chamad/ación
esencial que subyace al género, llegan, no pocas veces, a percepciones
distintas que aquellas que se sistematizan en el mundo de la filosofía
y del pensamiento histórico. Narrar en la literatura se parece a otras
narraciones no literarias y, sin embargo, la misma narrativa adquiere
un compromiso con sus objetivos particulares. Ese es el problema de la
novela histórica en la que se pretende encuadrar a la novela indianista
desde nuestra percepción actual, que se piegunla si la conciencia social
y antropológica que se desarrolla en la novela indigenista del siglo xx
tiene relación con la literatura anterior, simultánea a la consolidación
de los gobiernos independen listas. Es evidente que en ese periodo hay
vínculos estrechos entre los intelectuales v los intereses de los gobier-
nos de los estados en formación en todos los países latinoamericanos,
que proponen una cultura nacional legitimadora no sólo de la indepen-
 CONTENIDO

PRESENTACIóN
7

PRIMERA PARTE

Los pueblos originarios en la guerra de Independencia y en la Revolución de 1910

Miguel León-Portilla
11

Los indios de la Mixteca Alta de Oaxaca y las revoluciones (1800-1910)

Ethelia Ruiz Medrano
37

El pueblo yaqui y sus cien años recientes de lucha por la defensa territorial
María Macrina Restor Rodríguez
65

Sueños de federalismo en el siglo XIX: pueblos indígenas, guerras civiles

y proyectos nacionales en Chile y México, 1850-1876
Florencia E. Mallon
83

Indios e indígenas en la guerra de Independencia y las revoluciones Zapatistas

John Tutino
105

Los pueblos indios en la historia nacional, 1810-1910-2010

José Manuel del Val Blanco
131

Los festejos de los nacionalismos y los resurgimientos étnicos:

del patriotismo criollo al multiculturalismo del siglo XXI
Natividad Gutiérrez Chong
143

La lengua náhuatl en el proceso de construcción de la nación mexicana

Natalio Hernández
155

¿Qué significaba ser indio en el siglo XIX?

Federico Navarrete Linares
171
 La patria de papel
Valquiria Wey
191

La ciudadanía indígena a debate

Rodolfo Staven nagen
201

SEGUNDA PARTE

Historia geográfica de las escuelas para niños indígenas

en los albores de la Independencia
Dorothy Tanck de Estrada
217

Motines indígenas en el sotavento veracruzano, 1716-1808:

¿precursores de la Independencia ?
Antonio García de León
231

Los tributarios de la Nueva España frente a la abolición

y ala restauración de los tributos, 1810-1822
Martha Terán
249

¿La Independencia para quién ?

Las ambigüedades de la ciudadanía para los pueblos serranos de Sonora
en la transición de la Colonia a la República de México
Cynthia Radding
321

Los efectos de la insurgencia sobre la propiedad en Ui Mixteca

Margarita Menegus Bomemanii
341

Los pueblos mayas frente a las cortes y la constitución de Cádiz

María del Carmen Valverde Valdés
353

Los pueblos mayas y el movimiento de Independencia

Mario Humberto Ruz y Arturo Taracena Arrióla
369
"Nosotros somos los únicos para quienes parece no se hizo la independencia"
La participación indígena en la insurgencia de Zacatecas, 1810-1821
Rosalina Ríos Zúñiga
403

"Multitud de Ayuntamientos": ciudadanía indígena entre

la Nueva España y México, 1812 y 1824
Bartolomé Clavero
433

Cádiz, población indígena y justicia local. Tenango del Valle, 1812-1824

Claudia Guarisco
457

TERCERA PARTE

Los indígenas en la Revolución

Felipe Arturo Ávila Espinosa
475

Revolución y reforma en la Huasteca veracruzana

Ignacio Rubio Carriquiriborde
Julieta Valle Esquivel
497

Chamula, los cauces perdidos de la rebeldía

Mercedes de la Garza
523

"Noihqui tlatihuani Zapata omotlatoltiaya in macehualtlatolli"

También el señor Zapata hablaba mexicano
Margarita Carbó
535

Bosque, revolución y comunidad indígena en la época

revolucionaria (1910-1940)
Christopher R. Boyer
551

Chatis, un general revolucionario, víctima del racismo mexicano

Víctor de la Cruz
575