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A la Madre Teresa le preguntaron en varias ocasiones qué creía ella que era la fuente más
grande de sufrimiento. Ella contestó: la soledad. Tenía razón. Incluso con millones de
personas a nuestro alrededor, vivimos en un mundo solitario. Quizás entres a la oficina de
alguien que aparenta tener todo lo necesario, junto con una vida exitosa, pero muchas
veces no es así, y siente soledad. A la mayoría de ellos les gustaría conectarse de manera
personal con alguien que traiga verdadero significado y dirección a sus vidas; alguien con
pasión y visión que los pueda incluir en sus esfuerzos.
Lo creas o no, muchos de tus sustentadores te envidian. En algún momento, es posible que
se hayan dado cuenta que hacer y vender millones de aparatos útiles no les dio el gozo de
la vida como pensaron que les daría. El éxito no es igual a una vida significativa. Sus
patrimonios puede que sean cien veces mayores al tuyo, pero quizás alberguen
remordimientos sobre su vida, anhelando secretamente tener la congruencia personal y
espiritual, el celo, y el sentido de propósito eterno que tú tienes.
Solamente porque ellos tal vez tengan poder y prestigio ante los ojos del mundo, nunca te
veas a ti mismo como inferior o menos valioso que las personas con las que te reúnes. Nunca
te sentirás intimidado por ninguna de tus citas de alto nivel si eliges verlos como amigos,
compañeros y socios del ministerio. Decide en tu corazón que este proceso no se trata de
levantar fondos solamente, ¡sino el de crear amigos! Es un ministerio de relaciones
interpersonales.
En Mateo 6:20 Jesús nos ordenó que “acumulemos tesoros en el cielo”. Por lo tanto, cada
uno tenemos dos cuentas de banco — la terrenal y la celestial. Nuestro trabajo como
levantadores de sustento, es ser su ejecutivo de inversión privada, que muestra al cliente
potencial los beneficios de canalizar los ingresos duramente obtenidos, de su banco local,
al banco eternal. Quizás no te agradezcan ahora por tus persistentes llamadas telefónicas
presionándolos por una reunión, o por el audaz riesgo que tomas al pedirles en persona que
se comprometan a ofrendarte. Pero algún día creo que estarán agradecidos eternamente
por tu actitud de nunca rendirte al trabajar arduamente para incluirlos en tu equipo.
Estoy meramente especulando, pero ¿podría ser que parte de tu gozo y recompensas en el
cielo, sea que otros creyentes te busquen para agradecerte porque fuiste la única persona
en toda su vida que se reunió con ello a pedirles que invirtieran en las cosas de Dios? Si
fuera así, podrían apuntar a su banco celestial y decir, “Fui muy tonto y con poca visión en
la tierra. El tesoro eterno que tengo aquí en el cielo sería mucho más pequeño si tú no
hubieras tomado el riesgo de desafiarme a dar. ¡Gracias, muchas gracias!”
También por esta razón cometerás un error si comunicas algún tipo de crisis financiera a tus
sustentadores. Quizás respondan una vez a tu ruego de “¡Estamos perdidos a menos que
nos ayuden!”, pero no más. Si en alguna ocasión lo vuelves a hacer, ellos concluirán de
manera privada que, ya sea que aprendas a administrar de mejor manera tu dinero, o, que
tienes que pararte del sillón e ir a levantar más fondos. Personalmente, si tuviera cualquier
“necesidad” inmediata, la llevaría delante de Dios en privado, y si fuera apropiado, oraría
para acercarme a uno o dos sustentadores cercanos que conocieran mis motivos y mi
trayectoria, lo suficiente para “rescatarme” si fuera necesario. Si algún misionero veterano
tiene una crisis legítima, podría ser aceptable que su supervisor haga una apelación única a
los sustentadores de dicho misionero.
Para ti que estás levantando sustento en los Estados Unidos, las siguientes estadísticas
pueden ser alentadoras. La Fundación “USA Giving Foundation” emite un reporte anual de
cuanto ofrendan los estadounidenses cada año. El total está por encima de los $300 mil
millones, acercándose a los $400 mil millones en los años por venir. De esos miles de
millones donados anualmente, el recipiente más grande de las contribuciones es para
causas religiosas (más del 33%), excediendo por mucho a las áreas de educación, salud,
entre otras.
En otras palabras, ¡hay mucho tesoro allá para transferir! Somos la nación más rica y
generosa de toda la historia. Nosotros los estadounidenses decidimos que el pedazo más
grande del pastel vaya a las organizaciones religiosas. Eso significa que no ha existido un
mejor tiempo o lugar para levantar sustento que aquí y ahora. Cuando me detengo y
reflexiono sobre esa pequeña e incómoda verdad, de cierta forma derriba mis excusas de
por qué no puedo levantar mi sustento completo.
Uno de los temas principales de la Biblia es que hemos sido “bendecidos para bendecir”. Y
si alguna vez ha habido alguna nación bendecida en toda la historia, tendría que ser la
nuestra. Dios ha derramado su gran abundancia sobre nosotros por una razón — no para
acumular para nosotros mismos, sino para dárselo a un mundo perdido y necesitado. El ir a
varias personas aquí en los Estados Unidos para pedirles ofrendar, simplemente es
ayudarles a cumplir con el mandato bíblico de compartir sus bendiciones. Tú eres solo el
mensajero, el intermediario; o lo que un levantador de sustento llamaría “Un Corredor de
Bendiciones”.
Muchas veces la esposa es más espiritual que el esposo, con un corazón más receptivo hacia
Dios — y hacia ti y tu trabajo. Sin importar el nivel espiritual de cada cónyuge, regularmente
el esposo, por lo menos comparte (o incluso delega completamente) a la esposa, las
decisiones de a que causa ofrendar. Ella muy bien podría ser la “Secretaria del Tesoro” de
esa familia, no solo llevando la contabilidad de sus ofrendas, sino en realidad, decidiendo a
cuáles peticiones de sustento decirles que sí, y a cuáles no. En otras palabras, ¿realmente
pienso que tan pronto le envío un correo al esposo, él inmediatamente lo imprime y corre
a casa para enseñársela a su esposa y a su familia? ¡No!
Sé que te estarás relacionando con un cierto número de personas solteras al levantar tu
sustento, pero la mayoría probablemente tendrán un trabajo, un salario y una esposa. Estos
son unos cambios que mi esposa y yo hemos hecho para asegurarnos plenamente que
estamos incluyendo al esposo y a la esposa.
• Carol contacta directamente a cada esposa y tiene su hoja elaborada “Conociéndote”. Ella
las coloca en una libreta con su información de contacto, los nombres de sus hijos, motivos
de oración, etcétera, y así podemos desearles un feliz cumpleaños o aniversario, y orar por
ellos.
• Ahora también estamos enviando una copia de nuestra carta de oración a la esposa.
• Carol llama o mensajea a las esposas ocasionalmente para pedirles motivos personales de
oración.
• Junto con mis notas ocasionales, o pequeños presentes a los esposos, ella está haciendo
lo mismo por las esposas.
• Cada mes, Carol y yo tomamos medio día de oración, y parte de nuestro tiempo es
levantar a nuestros sustentadores en oración. Entonces les dejamos saber que oramos por
ellos.
• Cuando un sustentador ha tenido un recién nacido, Carol borda el nombre del bebé en un
trajecito y se lo envía a la madre.
• Ella está utilizando las redes sociales para estar en contacto con las esposas, por lo que[…]
podemos ser parte de la vida y la familia de otros.
• Para aquellas esposas con hijos pequeños, Carol les envía recursos educativos sobre la
misión, para ayudar a construir una visión mundial en las vidas de sus hijos.
Ya sea que seas soltero o casado, quizás nuestra lista no te sirva. Ten una lluvia de ideas con
tu esposa o con otros en tu equipo, y comparte maneras divertidas y creativas para
asegurarte que realmente te estás conectando con ambos, los esposos y esposas en tu
equipo de sustentadores. Recuerda “donde tengan ustedes su tesoro, allí estará también
su corazón” (Lucas 12:34). Ya estás transfiriendo algunos de sus tesoros terrenales a su
banco celestial. Y Dios utiliza eso para abrir su corazón hacia ti y hacia tu ministerio. Si tu a
continuación, con oración y amor tocas el corazón del esposo (y especialmente de la esposa)
habrás ganado un sustentador para toda la vida.
Solo date cuenta de que la forma en la que veas a tus sustentadores puede traerte éxito o
fracaso. Coloca un lente en tu perspectiva que te ayude a ver a tus ofrendantes como
compañeros y amigos. Me encanta la manera en la que Cruzada Estudiantil para Cristo y
otros ministerios se refieren a sus sustentadores como “Socios de ministerio”. Esa es una
manera perfecta de describir a esta hermosa gente. Puedes llamarlos donadores,
sustentadores u ofrendantes, solamente no los trates como una tarjeta de débito en un
cajero automático, esperando que te den dinero cuando lo solicites. Esa clase de actitud
“dame, dame” es una receta para el desastre. Recuerda, ellos son nuestros socios de
ministerio. Por lo tanto, ¡trátalos con cuidado!