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Uribí, la madrina de las palabras:

Por los cambios del universo viaja Uribí. Lleva siempre una cesta tejida de hilos de
oro y de plata. Allí guarda las semillas de las palabras. Viaja en una estrella fugaz por el
espacio celeste, para entregar su semilla a las niñas y a los niños que se preparan para
nacer.
Los padres, hermanos, tíos, abuelos y amigos se le ayudan a cultivar con voces,
leyendas, juegos, cantos y cuentos. Las semillas de las palabras germinan con los rayos
del sol, el viento, el agua, el calor de la tierra y el amor de la gente. Así surgen las
diferentes lenguas que hablan los hombres, pero todas vienen de las semillas del
canasto de Uribí.
A veces esta tan ocupada entregando las semillas que no llega a tiempo, y un niño y
una niña nacen sin el regalo de Uribí. Entonces, les damos con amor y paciencia de los
frutos del lenguaje: señas, voces, dibujos, pantomimas y danzas para que puedan
conversar y ser felices. Así, la madrina de las palabras no está triste.
Una noche, mientras Uribí dormía acurrucada en una estrella, un loro le robo una
semilla y la repartió entre sus amigos: un perico, una cotorra y una guacamaya. Por eso
ellos también hablan, pero solo un poquito, porque nada más le tocó un pedazo de
semilla a cada uno.

La dientona:

En Tovar, población del estado Mérida, nadie sale de noche. Temen encontrase
con “La dientona”. Por su aspecto, no parece capaz de hacer daño a nadie: dicen que
posee un rostro angelical y larga cabellera rubia. Refieren los ancianos que dos jóvenes
del pueblo, René y José Jesús, poetas y serenateros, andaban una noche de parranda
cuando vieron a una linda muchacha rubia. Les dijo que era poeta y les pidió que la
acompañara, pues ya era de madrugada.
- Puede ser “La dientona”, – le susurro René a José Jesús.
- Claro que no, tonto, ¿no ves lo linda que es? – riposto el otro.
- Tiene los dientes un poco grandes, – insistió René.

Echaron a andar, cada uno al lado de ella. Ambos rivalizaban por despertar su
interés. Llegaron al fin a la casita solitaria. La rubia los invito a pasar, e invitó a René al
jardín, para escribir poemas bajo la luna.

- ¡Tomate un traguito! – le gritó desde lejos la mujer al otro.

El poeta obedeció, pero después de una hora se aburrió. Decidió irse y quiso despedirse de su compadre.
Lo llamo y nadie respondió. Sólo se oía un extraño sonido, como el ruido que hacen los perros al masticar
huesos. José Jesús se acercó a un rosal florecido y vio que la bella rubia comiéndose tranquilamente a su
amigo. El poeta escapó invocando a la Virgen de La Candelaria
Los dos amigos y el oso:

A dos amigos que iban caminando por un bosque, se les apareció un oso.
El uno, muy medroso,
en las ramas de un árbol se asegura;
el otro, abandonado a la ventura,
se finge el muerto repentinamente.
El oso se le acerca lentamente;
mas como este animal, según se cuenta,
de cadáveres nunca se alimenta,
sin ofenderlo lo registra y toca,
le huele las narices y la boca;
no le siente el aliento,
ni el menor movimiento;
y así, se fue diciendo sin recelo:
“este tan muerto está como mi abuelo”
Entonces el cobarde,
de su grande amistad haciendo alarde,
del árbol se desprende muy ligero,
corre, llega y abraza al compañero,
pondera la fortuna
de haberle hallado sin lesión alguna,
y al fin le dice: “Sepas que he notado
que le oso te decía algún recado”.
¿Qué pudo ser? Te diré lo que ha sido;
estas dos palabritas al oído:
“Aparta tu amistad de la persona que si te ve en riesgo,
te abandona”.

Trabalenguas
Donde digo digo El que sabe no es
no digo digo, el que todo lo sabe
digo Diego sino el que sabe dónde está lo que no sabe
El cielo esta enladrillado, Tres tristes tigres
quien lo desenladrillara, tragaban trigo
quién lo desenladrille un buen en un trigal
desenladrillador será
El consumo consume
Pablito clavo un clavito, al que consume
un clavito clavo Pablito consuma lo que consuma
y con las sumas que sume
Adivinanzas
Una vieja larga y seca Uno larguito,
chorreándole la manteca dos más bajitos,
otro chico y flaco,
y otro gordazo

Detrás de mi corre el perro


Soy alegre y juguetón
voy detrás de los ratones
invisible no me veo;
me gusta comer pescado las basuritas levanto
y acostarme en los sillones y las hojitas también

Que es aquello
que mientras más cerca,
Una señorita muy señoreada,
más lejos
siempre va en coche y
y mientras más larga,
siempre mojada
más cerca

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