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(segunda edición revisada y ampliada)

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Serie

GUÍAS TÉCNICAS

Directores: Manuel Muñoz López Carmelo Vázquez Valverde

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(segunda edición revisada y ampliada)

Antonio Capafons

Mi más sincero agradecimiento a todas aquellas personas que me han ayudado con
su actitud, comportamiento, confianza, crítica, ánimo y sufrimiento en la redacción de

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este libro. También quiero mostrar mi agradecimiento a aquellas personas que, sin
saberlo, me han sugerido ideas para una utilización eficiente y divertida de la hipnosis,
que son, según mi parecer, los aspectos centrales de una intervención psicológica
inteligente.

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Prólogo a la segunda edición

PARTE 1: ASPECTOS GENERALES DE LA HIPNOSIS

Capítulo 1. ¿Por qué hipnosis?: eficacia y eficiencia

Preguntas de autoevaluación

Capítulo 2. ¿Qué es y qué no es la hipnosis?

Preguntas de autoevaluación

Capítulo 3. Los procesos hipnóticos y su utilidad en Psicología clínica y de la salud

Preguntas de autoevaluación

Capítulo 4. Aplicaciones de la hipnosis

4. 1. Caso clínico: hipnosis como adyuvante para reducir el miedo a volar en avión

Preguntas de autoevaluación

PARTE II: PROTOCOLO DE APLICACIÓN

Capítulo S.Objetivos

5. 1. Diseño del plan de intervención cognitivo-comportamental

5.2. Establecimiento del rapport: cómo presentar la hipnosis al usuario

5.3. Evaluación de las respuestas que el usuario da a las sugestiones hipnóticas

5.4. Seleccionar los procesos hipnóticos que deseen activarse

Preguntas de autoevaluación

Capítulo 6. Aplicación de la hipnosis

6. 1. Métodos de inducción

6.1.1. El método de auto-hipnosis rápida

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6.1.2. Un método hetero-hipnótico por restricción de la atención periférica y relajación

6.1.3. Un método activo-alerta polivalente

6.2. Tipos de sugestiones hipnóticas

6.3. Motivando al paciente al cambio

Preguntas de autoevaluación

Capítulo 7. Dificultades con la hipnosis y cómo superarlas

Preguntas de autoevaluación

Capítulo 8. Miedo a volar en avión: cómo usar la hipnosis junto a la reestructuración


cognitiva y exposición

Preguntas de autoevaluación

Apéndices

Clave de respuestas

Lecturas recomendadas y bibliografía

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La primera edición de este libro se publicó en 2001. La intención era redactar un breve
manual que describiera procedimientos hipnóticos ilustrados con algunas aplicaciones
clínicas, ligando el campo aplicado con la abundante investigación experimental que
existe sobre la hipnosis. Esa misma intención rige la segunda edición. Desde 2001 han
cambiado diversos elementos sobre la hipnosis, como, por ejemplo, sus definiciones. Han
aparecido nuevas evidencias que refutan afirmaciones de algunas posturas teóricas, otras
que sustentan el valor de las sugestiones, y dan argumentos sólidos para incluir a la
hipnosis en el armamentarium de profesionales, especialmente de la Medicina y la
Psicología. Por lo tanto, se ha actualizado y ampliado considerablemente la lista de
referencias, así como las lecturas recomendadas, y se han añadido páginas webs donde
encontrar información sobre revistas, sociedades y grupos de trabajo científico-
profesionales que responden a estándares que el autor considera rigurosos y de confianza
para el profesional y usuario que las visite.

Así mismo, además de proporcionar más fuentes documentales, como enlaces a


páginas webs de interés, esta segunda edición amplía considerablemente la anterior, en la
medida en que incluye más información aplicada, nuevas formas de proceder, o más
perfeccionadas, y se aporta una escala de autoevaluación de las creencias y actitudes
hacia la hipnosis que pueda mantener como posible terapeuta quien lea este libro.
Precisamente, buena parte de esta nueva edición sigue destinada a informar sobre los
resultados científicos que permiten desechar ciertas creencias erróneas, que suelen ser lo
único realmente perjudicial de la hipnosis. La escala de autoevaluación permitirá al lector
saber hasta qué punto aún debe ampliar su información para prestar el mejor servicio a
su posible cliente, paciente, o destinatario de la intervención en la que se incluya la
hipnosis.

Obviamente, en una obra de estas características no se pueden describir las cuasi


infinitas formas de inducción hipnótica, los variadísimos tipos de sugestiones, e ilustrar
los procederes hipnóticos en todos los campos en los que la hipnosis sea utilizada (que
incluyen ya incluso mindfulness, terapias de aceptación y compromiso, realidad virtual,
etc.). En este sentido, y debido también a problemas de espacio, las aplicaciones en la
infancia quedan fuera de los objetivos de esta obra. Pero es bien cierto que el libro aporta
información suficiente para iniciarse en el uso de la hipnosis clínica y de la salud, con
descripciones minuciosas sobre un esquema general de intervención y procedimientos
que abarcan desde cómo desmitificar la hipnosis, hasta cómo promover la motivación
para el cambio clínico, usando procederes estrictamente hipnóticos. Todo ello ilustrado a
través de un relato minucioso de un caso clínico que, por su cualidad didáctica, hemos
decidido mantener de la primera edición.

Finalmente, siguiendo la estela de Lynn, Kirsch, y Rhue (2010), quienes indican para

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la segunda edición de su Handbook of Clinical Hypnosis, esta segunda edición de
Hipnosis, al igual que la primera, está pensada para personas que ya tengan una titulación
que les habilite para usar la hipnosis para el campo que ese título oficial les capacita, y
sólo para ese campo. Es decir, este libro no está destinado a los denominados
hipnoterapeutas o hipnotizadores legos (Lynn et al., 2010). Tal como indican las
recomendaciones de las Sociedades Europea e Internacional de Hipnosis, los que
pertenecemos a ellas debemos tener una preparación (avalada por una titulación oficial)
que nos capacite para abordar el problema sin necesidad de usar la hipnosis, y sólo la
utilizaremos para solucionar ese tipo de problemas, y no para otros para los que no
estemos capacitados oficialmente. Más aún, esas mismas sociedades nos recuerdan que
no debemos colaborar prestando apoyo a que practiquen la hipnosis o den formación
sobre ella personas no elegibles por esas sociedades. Incluso, los miembros de las
sociedades a su vez que se incluyen en las sociedades mencionadas, como lo es el autor
de este libro, no podrán enseñar técnicas hipnóticas a personas o grupos de personas que
no puedan ser miembros de tales sociedades (es decir, que no tengan titulación oficial
alguna), salvo, obviamente, a estudiantes de carreras o titulaciones oficiales. Cualquier
uso de los procedimientos aquí descritos por personas no capacitadas para abordar un
problema que cae fuera del ámbito de la titulación oficial de un profesional está
estrictamente desaconsejado por el autor de este libro. En ese sentido, este libro se
destina a la formación en hipnosis de profesionales ya capacitados para abordar
problemas sin necesidad de usarla. El desafío para el autor de estas líneas es que sientan
el interés y reconozcan la importancia de incorporarla en su práctica profesional como
una herramienta más, útil, eficiente, y psicológicamente enriquecedora, siempre al
servicio del bienestar y salud de la persona que vaya a ser hipnotizada.

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La hipnosis ha sido y es un campo de investigación vastísimo, con una tradición
centenaria. Sin embargo, ha sido un área de conocimientos habitualmente descuidada en
la formación del psicólogo clínico y de la salud, así como del profesional de la Medicina,
personal sanitario en general, si bien se ha avanzado mucho desde hace más de una
década. En este capítulo repasaremos varios de los aspectos fundamentales que
enmarcan a la hipnosis dentro de la Psicología Clínica y de la Salud, como una estrategia
de intervención de la que no puede olvidarse el profesional sin conculcar uno de los
derechos básicos de la persona que solicita ayuda psicológica: el derecho a la
información.

A pesar de las diferentes polémicas sobre los tratamientos basados en la evidencia o


evidencia basada en la práctica, actualmente ya predomina la idea de que los tratamientos
psicológicos que se ofertan a una persona que solicita ayuda psicológica deben haber
mostrado empíricamente su eficacia. Existen desde hace años criterios de eficacia
(Chambless y Hollon, 1998), criterios que son defendidos y asumidos por un amplio
abanico de autores, y por la propia American Psychological Association. Una descripción
clara del procedimiento (uso de un manual estructurado), replicación de resultados por
grupos de investigación independientes, uso de controles (placebo incluido) y reiterados
estudios de N= 1 son la base de tales criterios. Sean estudios de eficacia o de efectividad
(estos últimos con menores controles experimentales, pero tam bién útiles (Seligman,
1996)) tratan, en general, y en última instancia, de reducir todo lo posible la
incertidumbre sobre si se ha producido cambio en los comportamientos seleccionados (o
que éstos se mantengan), y si ese cambio se debe a la intervención o tratamiento
psicológico. El monto de cambio (o estabilidad, cuando se prevén cambios a peor) es un
determinante, a la hora de atribuir ese monto de cambio a la acción del programa de
intervención terapéutica. La certeza absoluta sobre si es la intervención la causa del
cambio, y el porqué de ese cambio son objetivos actualmente dificilísimos, cuando no
imposibles, de alcanzar, pero sí es factible reducir las explicaciones alternativas a un
mínimo razonable. Es en esta dirección en la que también camina la investigación sobre
la hipnosis aplicada, particularmente la clínica, desde hace más de 20 años.

La hipnosis está siendo usada para incrementar la eficacia de los tratamientos


médicos y psicológicos desde hace decenas de años. Sin embargo, hasta muy
recientemente no se han investigado sistemáticamente sus efectos a la hora de
incrementar la eficacia de los tratamientos en los que se la incluye. El número 2 del

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volumen 48 de 2000 del International Journal of Clinical and Experimental Hypnosis (la
revista sobre hipnosis científica con mayor índice de impacto de todas) abordó
monográficamente la validación de la hipnosis como una intervención clínica. Si bien
depende del tipo de problema al que nos refiramos, la hipnosis parecía, según ese
monográfico, haber alcanzado el estatus de intervención probablemente eficaz. No
obstante, eficaz significa aquí que la hipnosis ayuda a incrementar la eficacia de otros
tratamientos a los que se le añade como adjuvante y coadyuvante. Esta es la misión
actual de la hipnosis: incrementar la eficacia y la eficiencia de tratamientos que ya en sí
mismos son eficaces. Las distintas revisiones meta-analíticas y cualitativas auguraban un
buen papel a la hipnosis en esta dimensión. Desde entonces se han realizado multitud de
estudios y revisiones (Montgomery y Schnur, 2005). Una de las más recientes es la
realizada por Mendoza y Capafons (véase también Capafons y Mendoza, 2010a), que
concluye lo siguiente:

[...] los procedimientos hipnóticos se consideran como eficaces en el manejo del


dolor, y elementos emocionales del asma; probablemente eficaces en el tratamiento
coadyuvante de la depresión, de ciertos trastornos del sueño, en la reducción del
peso, el tratamiento del tabaquismo, el asma, la enuresis en niños y la preparación
a la cirugía. En otras áreas, como colon irritable, si bien se defiende que hay
resultados a largo plazo y dos protocolos, uno de ellos estandarizado, no hay
estudios que cumplan los criterios de Chambless y Hollon para afirmar con
rotundidad que es un procedimiento posiblemente eficaz. En odontología tampoco
aparecen estudios concluyentes, o al menos no más concluyentes que en otras
áreas con poca evidencia empírica. Por ello, es necesaria la realización de más
investigación con muestras más grandes y diseños experimentales mejorados para
el establecimiento de la eficacia de la hipnosis en aquellas áreas donde los indicios
son prometedores, y, más aún, en otras áreas donde la evidencia de la eficacia de
la hipnosis aplicada se basa más en la experiencia personal, que en la investigación
controlada, como por ejemplo, la Sexología, Psicología del Deporte, Pedagogía,
etc. En resumen, los resultados encontrados hasta la fecha son lo suficientemente
significativos para justificar más investigación y animar a los clínicos a incorporar
los procedimientos hipnóticos a su repertorio de procedimientos eficaces y
eficientes, por lo que no se entiende que persista la exclusión de la hipnosis de las
prestaciones sanitarias en la salud pública española (p. 111).

Y, a continuación, añaden (sin itálicas en el original):

Sería más sensato excluir la hipnoterapia, entendida como el uso de la hipnosis


como única intervención (por ejemplo, como difunden algunos hipnoterapeutas
legos, para curar el cáncer, o trastornos donde se usan retrovirales...), y aceptar la
hipnosis clínica como un interesante, cuando no muy eficaz, coadyuvante de las
intervenciones médico-psicológicas (p. 111).

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Finalmente, los autores concluyen:

La evidencia empírica indica, claramente, que la hipnosis, especialmente en el


campo de la salud, incrementa la eficacia de las prestaciones, así como su
eficiencia, tanto en cuanto a la satisfacción del cliente/paciente, como en el ahorro
de tiempo y dinero, con todo lo que ello supone para la administración. Según
nuestro punto de vista, es una cuestión deontológica, informar al paciente de los
beneficios que le puede reportar utilizar la hipnosis, y defender su uso, también,
dentro del ámbito de la salud pública (p. 111).

Estas revisiones basadas en los criterios de Chambless y Hollon (1998) apuntan a


que hay suficiente evidencia para incluir a la hipnosis en el repertorio de técnicas a
aprender y utilizar por el psicólogo clínico y de la salud, y no sólo por cuestión de
eficacia, sino por otra ya comentada y defendida por psicólogos clínicos y de la salud de
perspectivas comportamentales (Capafons y Milán, 2003) y, particularmente, por quienes
usaban y usan la hipnosis despierta: la eficiencia. Un tratamiento será eficiente, entre
otros aspectos, si la relación eficacia/costo de aplicación es mayor que la de otros
tratamientos igual de eficaces y si se difunde más. Generalmente, se considera que una
intervención es menos costosa si requiere de un menor número de sesiones, que éstas
puedan ser en grupo, y que la formación del terapeuta requiera de menor esfuerzo social.
Por ser más difundido se entiende que los usuarios, sean los profesionales o las personas
a las que atienden, ofrezcan, en el primer caso, o soliciten, en el segundo, un tipo de
aproximación, o que no rechacen la que se le propone. Sin embargo, existe otro criterio
más: el agrado por la intervención. Es sabido por cualquier profesional de la Psicología
Clínica y de la Salud que el esfuerzo que se solicita a la persona cuando acude a consulta
es considerable. Especialmente cuando debe realizar tareas que, en sí mismas, son
aversivas y requieren de un gran auto-control (dejar de comer cosas que nos gustan,
dejar de fumar, exposiciones in vivo de alto valor ansiógeno, someterse a intervenciones
dolorosas, etc.). En este sentido, los aspectos del perfil que debe mostrar un tratamiento
eficiente serían la reducción de la aversión, la limitación del esfuerzo requerido por el
cambio (o mantenimiento) del comportamiento a niveles muy reducidos (salvo casos en
los que el desarrollo de tolerancia a la aversión sea el objetivo terapéutico), y el agrado y
disfrute por la intervención.

Todos estos criterios (basados en la valoración aditiva de las ventajas de una


intervención frente a otra) son fundamentales para el desarrollo de la actividad del
psicólogo clínico y de la salud, y, según muestran las investigaciones realizadas, la
hipnosis ayuda enormemente a alcanzarlos.

Por lo tanto, una persona que va a recibir una intervención clínica psicológica tendría
derecho a que tal intervención mostrara dos características deseables: eficacia y
eficiencia. La hipnosis, como se ha indicado, parece que ayuda a incrementar la eficacia,
pero, sobre todo, puede transformar tratamientos personalmente costo sos en algo más

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aceptable y llevadero para el usuario de nuestros servicios como psicólogos clínicos
(eficiencia).

Así pues, la razón fundamental para el uso clínico de la hipnosis es que, como
coadyuvante, en general, incrementa la eficiencia y la eficacia de los tratamientos
médicos y psicológicos que se aplican a una persona. Incluso en ocasiones funciona
adecuadamente para la reducción de dolor como única intervención (Lynn y Kirsch,
2006). Pero, además, y de extrema importancia, porque ayuda enormemente a favorecer
la relación terapéutica y el rapport (Lynn, Kirsch y Rhue, 2010). Finalmente, existe otra
razón para usar la hipnosis en los tratamientos psicológicos, especialmente la cognitivo-
comportamental: la hipnosis es una herramienta ampliamente diseminada. Es difícil que
alguien en nuestro contexto cultural occidental no sepa que existe la hipnosis. Así mismo,
es muy solicitada (al tiempo que rechazada), y practicada por personas con poca o nula
formación, tanto en hipnosis científica, como en Psicología o Medicina. Esta
constatación se asocia a otra: que los conceptos diseminados sobre la hipnosis suelen ser
erróneos, cuando no rigurosamente falsos. Y, si algún riesgo tiene la hipnosis, es la
ignorancia de quien la aplica y la desinformación de quien la recibe (Capafons y
Mazzoni, 2005). Por lo tanto, bien sea para satisfacer una demanda justificada de la
hipnosis, o para negar una solicitud desinformada e inherentemente iatrogénica de su uso,
los profesionales de la Psicología y Medicina, de la salud en general, deben conocer qué
es la hipnosis científica, cuáles son sus aportaciones y cuáles sus riesgos. Así pues, es
más que aconsejable que los profesionales de la salud tengan formación en hipnosis con
bases científicas, también para dificultar su mala praxis y acentuar la actividad contra el
intrusismo profesional que se da a través del uso de la hipnosis, particularmente la
hipnosis clínica.

Preguntas de autoevaluación

1.La investigación sobre la eficacia de la hipnosis indica que ha alcanzado el estatus de


técnica:

2.Los aspectos básicos de los criterios para considerar que una técnica tiene apoyo
empírico sobre su eficacia son:

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3.Cuando se dice que un procedimiento es eficiente, se está indicando que es un
procedimiento:

4.La hipnosis es una técnica:

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Como ocurre con casi cualquier concepto en Psicología, es difícil encontrar una
definición unívoca y universalmente aceptada de la hipnosis. Generalmente suele
definirse como un estado de trance en el que se incrementan las respuestas a las
sugestiones (hipnóticas). Sin embargo, conviene notar que esta definición confunde el
hecho (o fenómeno) que se pretende definir con una hipótesis: el que la hipnosis sea un
estado de trance (o estado de atención focalizada), es una hipótesis del funcionamiento
de la hipnosis, hipótesis que actualmente tiene más evidencia contraria que confirmatoria.
Incluso los investigadores que aceptan el concepto de trance como demostrado, no lo
consideran explicativo, sino un concepto descriptivo (Hilgard, 1991). En este sentido,
también las investigaciones psicofisiológicas siguen mostrando que los cambios
fisiológicos que se dan mientras la persona está hipnotizada se deben más a los efectos de
las tareas específicas experimentales que a un estado concreto cerebral (Capafons,
Lamas y Lopes-Pires, 2008). Y en ninguna de ellas, que sepamos, se han investigado los
cambios que se dan cuando se usan métodos hipnóticos por activación y expansión de la
atención, métodos que se relatarán en el capítulo 6 (Oakley y Halligan, 2010), salvo
usando E.E.G., y los autores concluyen que las reacciones observadas son en
subproducto de las propias sugestiones (Bányai, Mészáros y Gregus, 1981). La
investigación sobre los referentes psicofisiológicos del estado/trance hipnótico empezaron
siendo altamente optimistas en sus conclusio nes, pero actualmente sólo se puede afirmar
que lo único que parece constatarse es, además de lo indicado líneas arriba, que buena
parte de la investigación es metodológicamente incompleta, y que sí que existe evidencia
de que las sugestiones parecen realmente experimentarse por personas altamente
hipnotizables (Oakley y Halligan, 2010).

Otros autores consideran que la hipnosis es el estado de trance y que hipnotismo son
las técnicas de inducción y el modo de usar la hipnosis. Finalmente un conjunto de
investigadores prefieren definir la hipnosis desde un punto de vista operativo,
considerándola como un contexto social, en el que se usa un ritual de inducción que
define (rotula o etiqueta) la situación como "hipnosis", y en el que se sugieren al
individuo cambios en percepciones, cogniciones, experiencia, etc. (Spanos y Barber,
1976). Conviene resaltar que esta última concepción no confunde la hipótesis que
explicaría el funcionamiento de las sugestiones hipnóticas con el hecho o fenómeno de la
hipnosis. Precisamente el aceptar una posición de trance o estado especial de conciencia
contra una posición de no trance o no estado generó una disputa que llevó a discusiones

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encarnizadas y a un cisma aún hoy no superado en la comunidad de investigadores en el
campo. Las teorías que se manejan en cada posición son también muy diferentes
(aunque compartan ciertos aspectos, como la importancia de las creencias y del rol que
asume la persona hipnotizada), y ha generado un volumen impresionante de investigación
experimental. En las posturas próximas al concepto de trance suelen utilizarse mucho las
teorías disociativas, y se asume que, cuando alguien esta hipnotizado, se ha dado un
cambio cualitativo en su funcionamiento psicológico (y biológico), cambio que se etiqueta
como disociación. Existen varias teorías disociativas, cuyo punto común, en definitiva, es
la pérdida de capacidad de control por parte del yo sobre ciertos sistemas psicológicos y
biológicos (perceptivo, motor, etc.), si bien esa pérdida de control se da porque la
persona decide voluntariamente disociarse. Esta concepción intenta explicar así el
automatismo, la sensación de involuntariedad (o de no volición) y la aparente carencia de
esfuerzo que experimenta la persona hipnotizada cuando cumple con las sugestiones
hipnóticas (Lynn y Kirsch, 2005).

Las concepciones de no estado o no trance, denominadas en general como socio-


cognitivas o cognitivo-comportamentales, no aceptan explicaciones que implican
discontinuidad de los com portamientos hipnóticos respecto de los no hipnóticos. En
general, estas posturas van a resaltar conceptos como expectativas, imaginación,
atribuciones, rol socialmente sancionado, etc., rechazando conceptos como disociación o
el inconsciente (Lynn y Kirsch, 2005).

Debido a la complejidad de las definiciones de la hipnosis, y a que ubicarse en una


posición u otra presenta connotaciones de todo tipo (incluso en la forma de usar la
hipnosis en la práctica clínica), varias asociaciones han propuesto desde hace tiempo
definiciones de consenso. En 1993 la Society of Psychological Hypnosis, División 30 de
la American Psychological Association (APA), propuso una definición consensuada, que
fue aceptada por las principales asociaciones de hipnosis de todo el mundo. Esta
definición, a pesar de lo lúcida e interesante de sus propuesta, fue sustituida más
recientemente (APA, 2004) por otra, bastante menos parsimoniosa y clara. La nueva
definición reza así: "Habitualmente, la hipnosis conlleva una introducción al
procedimiento durante la cual se dice a un sujeto que se le presentarán sugestiones de
experiencias imaginativas. La inducción hipnótica es una prolongación de una sugestión
inicial para usar la propia imaginación de uno mismo, y puede incluir más elaboraciones
de la introducción. Se usa un procedimiento hipnótico para fomentar y evaluar respuestas
a las sugestiones. Al usar la hipnosis, una persona (el sujeto) es guiado por otra (el
hipnotizador) para que responda a las sugestiones de cambios en la experiencia subjetiva,
alteraciones en la percepción, sensación, emoción, pensamiento o conducta. Las
personas pueden aprender también auto-hipnosis, que es el acto de administrar
procedimientos hipnóticos a uno mismo. Si el sujeto responde a las sugestiones
hipnóticas, generalmente se infiere que se ha inducido una hipnosis. Muchos creen que
las respuestas y experiencias hipnóticas son características de un estado hipnótico.

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Aunque algunos piensan que no hace falta usar la palabra "hipnosis" como una parte de
la inducción hipnótica, otros lo ven esencial. Los detalles de los procedimientos y
sugestiones hipnóticos diferirán según los objetivos de quien la practique, y de los
propósitos de la tarea clínica o de investigación que se intenta realizar. Tradicionalmente,
los procedimientos incluyen sugestiones para relajarse, aunque la relajación no es una
parte necesaria para la hipnosis, pudiéndose usar una amplia variedad de sugestiones,
incluidas las de alerta. Tanto en ámbitos clínicos como de investi gación se pueden usar
las sugestiones que permiten evaluar el campo de la hipnosis comparando las respuestas
con escalas estandarizadas. Si bien la mayoría de los sujetos pueden responder a algunas
sugestiones al menos, las puntuaciones de las escalas suelen abarcar un rango que oscila
desde lo elevado a lo insignificante. Tradicionalmente, las puntuaciones se han agrupado
en las categorías de bajas, medias y altas. Tal y como ocurre con otras medidas de
constructos psicológicos escaladas positivamente, como la atención y el apercibimiento,
la claridad de la evidencia de haber logrado la hipnosis se incrementa con la puntuación
del individuo".

Así pues, de esta nueva definición debe destacarse el uso de algunos verbos, como
que muchas personas creen que la hipnosis es un estado; o que se infiere que una
persona está hipnotizada si responde a muchas sugestiones. Esas frases reflejan la aún
presente disputa sobre la naturaleza de la hipnosis, y la dificultad de saber a partir de
criterios objetivos cuándo una persona está o no hipnotizada.

Otra aportación interesante es que se amplíe el rango de métodos de inducción a los


métodos alerta, si bien esta aportación sigue siendo restrictiva, ya que no incluye
explícitamente a los métodos mucho más alejados de los tradicionales, como son lo
activo-alerta y de hipnosis despierta que se viene usando desde hace casi un siglo
(Capafons y Mendoza, 2010b; Wells, 1924).

Otra definición de consenso particularmente interesante es la que proporciona la


Sociedad Británica de Psicología (2001/2002):

El término hipnosis denota una interacción que se da entre una persona, el


hipnotizador, y otra u otras personas, el sujeto o sujetos. En esta interacción, el
hipnotizador intenta influir en la percepción, sentimientos, pensamientos y
conductas de los sujetos, pidiéndoles que se concentren en ideas e imágenes que
pueden evocar los efectos que se pretenden conseguir. Las comunicaciones
verbales que el hipnotizador emplea para alcanzar esos efectos se denominan
sugestiones. Las sugestiones se diferencian del resto de instrucciones de la vida
cotidiana en que aquéllas implican que el sujeto experimenta, con éxito, una
respuesta caracterizada por una cualidad de involuntariedad o por la carencia de
esfuerzo. Los sujetos pueden aprender a poner en práctica los procedimientos
hipnóticos por sí mismos, lo que se denomina auto-hipnosis (p. 25).

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En esta definición se observa claramente la ausencia de las palabras trance o estado,
enfatizándose, por el contrario, la importancia del término sugestión e interacción social,
destacando particularmente la palabra "evocar": es decir, la persona hipnotizada podrá
activar respuestas de diversa índole que ya se encuentren en su repertorio, y no otras.
Desde esta perspectiva, la hipnosis puede ser útil, también, como una herramienta de
auto-descubrimiento, en el sentido de permitir explorar la presencia de respuestas que
quizá creemos no poder realizar y, sin embargo, con la hipnosis descubrimos que sí las
podemos activar. Por ejemplo, la analgesia psicológica (en este caso, además, sugestiva).

Con toda probabilidad, la lúcida definición de la Sociedad Británica de Psicología, y


en general las definiciones de consenso, se basan en otra propuesta por Kilhstrom (1998)
según la cual la hipnosis sería una: "Interacción social en la que una persona responde a
las sugestiones dadas por otra persona, el hipnotizador, generando cambios en la
percepción, memoria, y el control voluntario de las acciones, a través de experiencias
imaginativas" (p. 467).

Esta parsimoniosa e inteligente definición destaca la vertiente imaginativa o uso de la


imaginación que generalmente se da en la hipnosis, aunque no sea necesaria para
provocar respuestas a las sugestiones, pero evita definir la hipnosis como un estado de
cualquier tipo (algo muy meritorio, si se piensa que el autor se formó, entre otros, con
Hilgard, y ha sido partidario claramente del concepto de trance).

Obviamente existen muchas definiciones sobre la hipnosis, pero, las mencionadas no


entran en conflicto con las teorías actuales de hipnosis (Lynn et al., 2010), y, por razones
de espacio, nos hemos centrado exclusivamente en las que pueden ser asumidas por la
mayoría de los investigadores y profesionales que usan la hipnosis para aplicarla al
campo para el que les habilita su propia profesión.

No obstante, a pesar de las definiciones anteriores, es difícil delimitar lo que se


entiende por hipnosis. Es más sencillo hablar de lo que no es la hipnosis, o al menos de lo
que, hasta la fecha, la investigación y la historia nos indican que no debería asumirse
como hipnosis, tanto en lo concerniente al concepto, como a las características y
posibilidades de uso. En este sentido, es habitual que en los textos y páginas webs sobre
hipnosis se mencionen los mitos y creencias inadecuadas sobre ella. Ciertamente, la
hipnosis no es el único conjunto de procedimientos que está rodeado de falsas creencias
y distorsiones sobre sus potencialidades. Piénsese, por ejemplo en las Terapias de
Conducta que aún son percibidas por algunos como formas de manipulación y control
mental de las personas, cuando no como instrumentos de tortura para los pacientes,
aplicados por terapeutas fríos y distantes, desoyendo la conclusión de Schaap, Benuun,
Schindler y Hoogduin (1993):

Estos estudios (...) muestran que la Terapia de Conducta presenta un estilo


característico, diferente de otras escuelas. Algo sorprendente es que esos estudios

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indican que los terapeutas de conducta obtienen calificaciones en variables de
relación, como las de empatía, estimación positiva incondicional y congruencia,
superiores a las de los terapeutas Gestalt y psicoterapias psicodinámicas. Tales
resultados contradicen el estereotipo tradicional del terapeuta de conducta frío y
mecanicista (p. 21).

Pero debido a la "edad" de la hipnosis y a la tremenda difusión que ha sufrido


durante décadas a través de las literatura, el cine, la televisión y demás medios de
comunicación, los mitos de la hipnosis siguen arraigados en el público en general y, más
preocupante todavía, en profesionales de distintas disciplinas, incluidas las ciencias de la
salud. A ello suelen contribuir las personas que se autorotulan como hipnoterapeutas,
técnicos en hipnosis, hipnólogos, etc., "profesionales" que no suelen haber recibido
formación específica en Psicología, Medicina, etc., y, de hecho no suelen tener ninguna
titulación universitaria oficial, ni tampoco se suelen haber formado en hipnosis
experimental, científica en general. A este variado conjunto de personas se les suele
denominar desde las sociedades científico-profesionales de la hipnosis como
hipnoterapeutas-hipnotizadores legos.

Los mitos y falsas creencias que se difunden desde estos diversos canales de
comunicación y difusión son, además, los principales responsables de la iatrogenia que
puede observarse en la utilización inadecuada de la hipnosis clínica. Por ello sigue siendo
ineludible el comentar cuáles son esos mitos y ofrecer la evidencia que los contradice. En
el cuadro 2.1 pueden encontrarse los principales mitos que existen sobre la hipnosis.
Estos mitos deben ser aclarados al usuario antes de proponer un plan de intervención que
incluya la hipnosis, y especialmente en el caso de que sea el propio individuo que solicita
ayuda el que pide la hipnosis (salvo casos excepcionales, estas personas presentan los
mitos más peligrosos sobre la hipnosis, a lo que luego nos referiremos).

Cuadro 2.1. Mitos sobre la hipnosis

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De tales mitos, que siguen vigentes en la actualidad (Capafons, 2009; Lynn et al.,
2010) conviene saber sus contraargumentos, y las razones que refutan su validez. Se
recomienda la lectura de los trabajos originales para tener una visión más amplia de tales
argumentos y razones. Por razones de espacio, aquí sólo comentaremos brevemente
algunos de ellos.

Respecto del mito uno, es adecuado indicar al paciente que autores importantísimos
de la Psicología Científica y de la Medicina trabajaron y trabajan con la hipnosis (Ellis,
Eysenck, Goldstein, Jensen, Hull, Lazarus, Ramón y Cajal,Williams James, Wundt, etc.),
y que de las personas que mejoran con la hipnosis se sabe que no tienen por qué mostrar
ninguna patología, que no tienen por qué ser muy hipnóticamente sugestionables (aunque
puede tener cierta relación en algunos problemas, como tabaquismo, ansiedad, trastornos
de conversión, etc. (Council, 2005; Lynn, Shindler y Meyer, 2004)), que pueden tener

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buenas capacidades imaginativas, que suelen mostrar una actitud positiva y expectativas
ajustadas (Schoenberger, 2000) hacia la hipnosis y que su nivel intelectual es variadísimo.
Lo importante en este caso es resaltar la normalidad de las personas que pueden
responder a las sugestiones hipnóticas, y que aquellas personas que son altamente
hipnotizables no son un grupo homogéneo, lo que dificulta encontrar relaciones
consistentes entre sugestionabilidad hipnótica y otras variables de personalidad, patología,
etc., como ya apuntara Barber (1999), y se deduce de una más que recomendable lectura
del texto de Heap, Brown y Oakley (2004). De hecho, son pocos los autores que
consideran una alta capacidad para responder a las sugestiones hipnóticas supone algún
tipo de vulnerabilidad, e incluso estos pocos casos asumen tal vulnerabilidad cuando
convergen muchos más factores de riesgo Wickramasekera (1993).

Respecto del mito dos, es importante resaltar al cliente que el concepto de trance es
descriptivo (Hilgard, 1991; Lynn et al., 2010), que muchos investigadores han mostrado
que depende más de lo que la persona crea que es la hipnosis y que sólo un 1 %
aproximadamente no recuerda nada de lo que ocurrió en hipnosis (Barber, 1999). Es
interesante resaltar que nadie queda enganchado en algo que no existe en el sentido literal
(trance hipnótico, Heap et al., 2004), aunque metafóricamente sea a veces útil para
entenderse con el usuario, y que las investigaciones son claras, como ya hemos indicado,
al no poder ofrecer un marcador inequívoco de trance o estado hipnótico. Más aún, las
investigaciones resaltan la no pérdida de volición y control por parte de la persona
hipnotizada, mientras que la hipnosis se usa esencialmente para el incremento del auto-
control.

Sobre el mito tres, conviene enfatizar que las investigaciones apuntan a que la
hipnosis es útil precisamente donde se pensaba que podría dañar más (trastorno
disociativo de identidad, Lynn et al., 2010; Mendoza y Capafons, 2009), y que parece
ser una estrategia eficaz y eficiente como adyuvante, para casi cualquier tipo de trastorno
psicológico. En esa misma dirección, no se conoce ningún caso en el que se haya podido
probar que las personas sanas puedan desarrollar patologías por la hipnosis, aunque,
según cómo se use la sugestión y se presente la hipnosis al paciente, pueda dificultar la
intervención. Por ejemplo, en el caso de pacientes límites (borderline) o disociados, pues
es conveniente primero estabilizarlos; o en el caso de que se busque una abreacción y el
"descubrir" (uncover), sin que el paciente esté preparado para ello (Lynn et al., 2010).
Asimismo, es conveniente que el psicólogo tenga información sobre ciertos problemas
que pueden generar las falsas creencias sobre la capacidad de la hipnosis para
incrementar la memoria de las personas, o para fomentar una regresión de edad, o a
vidas pasadas. Nos referimos a la creación de falsos recuerdos a través del uso de la
hipnosis y de las preguntas tendenciosas (leading questions). Se sabe que si la persona
cree (como creen muchos hipnotizadores o hipnoterapeutas legos) que bajo hipnosis la
persona queda inhabilitada para mentir, o que cuando está en regresión hipnótica revive
los sucesos y se comporta tal cual se comportó en aquel momento al que se le ha

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regresado; o que la hipnosis es la puerta al inconsciente humano, y que éste almacena de
por vida de manera fiel y exacta, como el disco duro de un ordenador, la información que
recibe, es muy probable que pueda fabular en hipnosis. Es decir, imágenes y
pensamientos que son fantasías serán tomadas como recuerdos fieles de lo que haya
sucedido. Según las creencias del usuario (abducciones extraterrestres, torturas satánicas,
vidas pasadas, etc.) y del hipnotizador (además de las dos anteriores, podemos añadir la
de que el cliente fue objeto en su infancia de abusos sexuales), la persona hipnotizada
podrá desarrollar "recuerdos" que no se ajustan a la realidad, pero que serán tomados
como prueba evidente de que ocurrió lo que realmente sólo se ha imaginado (Capafons y
Mazzoni, 2005), creándose una confabulación. Esto será así, en general, especialmente
con personas altamente sugestionables, y cuando el hipnotizador guíe con sus preguntas a
la persona para que "encuentre" el tipo de recuerdo que se anda buscando (haber sido
abducido, una vida pasada, o un abuso sexual en la infancia). No es lo mismo preguntar a
una mujer "qué ves a tu alrededor", que preguntarle "dónde te mira tu padre". En
definitiva, la creencia en la hipermnesia y la fidelidad de la memoria inconsciente es uno
de los mitos más iatrogénicos que hay sobre la hipnosis, ya que puede consolidar delirios
o crear una situación familiar nefasta para la persona que "descubre", por ejemplo, que
algún pariente ha abusado sexualmente de ella (Capafons y Mazzoni, 2005). Si se usara
la metáfora del inconsciente y el disco duro de un ordenador, cabría añadir que ese disco
duro puede estar hackeado (el hipnoterapeuta que transmite creencias erróneas), y con
virus altamente destructivos (las propias falsas creencias acerca de la hipnosis y sus
efectos sobre la memoria).

Respecto del mito cuatro, es muy importante resaltar que la hipnosis no implica
ninguna clase de sueño, y que la apariencia hipnótica habitual (relajación, ojos cerrados,
etc.) no es sino una forma más de usar la sugestión hipnótica. Existen otras clases de
inducciones hipnóticas y manejo de las sugestiones, en las que se sugieren reacciones que
poco o nada tienen que ver con la apariencia tradicional de pasividad, aletargamiento, etc.
Tales formas de hipnosis (hipnosis alerta, activo-alerta y despierta) serán explicadas en
otro apartado, por lo que no nos extendemos aquí. No obstante, es importante que el
usuario sepa que el aspecto tradicional de la persona hipnotizada es sólo un azar histórico
por el que una persona se durmió, tras esperar sentir efectos debidos al magnetismo
animal propuesto por Mesmer, dentro de un "experimento" realizado por el Marqués de
Puységur, Armand Marie Jaques de Chastenet. Al no sentir nada, el individuo en cuestión
cayó dormido, probablemente debido al aburrimiento. Las personas que lo observaban
pensaron entonces que los efectos del magnetismo eran los de generar un sonambulismo
artificial. Poco después al magnetismo animal se le denominó de forma inadecuada
sonambulismo artificial y, finalmente, hipnosis por Braid (1843). Desde entonces (hace
más de ciento sesenta años) ya no se ha conseguido cambiar el nombre (salvo en el caso
de la Sofrología, neologismo que intenta ocultar que los procedimientos que se usan no
son sino una forma cuasi decimonónica de usar la hipnosis). En el caso de que el
terapeuta crea oportuno usar las variantes de hipnosis activo-alerta o de hipnosis

32
despierta es especialmente importante eliminar este mito.

En lo tocante al mito cinco, muy frecuente entre el público, se debe ser rotundo, e
insistir en que, a pesar de los medios de comunicación, la hipnosis no es medio eficaz
para anular la voluntad de nadie, por lo que difícilmente se puede obligar con ella a
alguien a que come ta actos que no desea. Es decir, no hay evidencia que apoye que
estar hipnotizado cree un estado en el que alguien (quien hipnotiza, por ejemplo) pueda,
a través de las sugestiones hipnóticas o post-hipnóticas, "obligar" a la persona que las ha
recibido a hacer algo no haría sin necesidad de usar la hipnosis. No existe ningún dato
comprobado de que alguien haya obrado en la realidad contra su voluntad, debido a la
hipnosis per se. Más bien el control social que, por definición, detenta un psicólogo
clínico, médico, confesor, director espiritual, gurú, etc., parece ser el responsable de que
algunas personas actúen de modo contrario a sus intereses (Orne, 1962/1967). La
hipnosis suele ser, afortunadamente, un camino equivocado para el control de la voluntad
ajena, ya que, entre otras razones, la mayoría de la gente está atenta a cualquier
desviación por parte del hipnotizador, debido a la amplia difusión que los medios de
comunicación dan a supuestos crímenes cometidos bajo la influencia de sugestiones
hipnóticas. En definitiva, la persona hipnotizada no pierde el control por estarlo. Si
alguien lo perdiera, sería porque lo pierde también fuera de hipnosis. Y quizá la hipnosis
misma pueda ser una herramienta coadyuvante para reducir ese problema de
"descontrol".

Sobre el mito seis, conviene aclarar contundentemente que bajo hipnosis sólo
ocurren las cosas que ocurren también fuera de hipnosis. Es decir, las sugestiones
hipnóticas no provocan reacciones ni competencias que la persona no posea ya en su
repertorio. De hecho todas las sugestiones hipnóticas pueden ser replicadas sin necesidad
de inducir la hipnosis. Podríamos concluir que la hipnosis es una (no la única) estrategia
útil para que la persona descubra cuáles son sus potencialidades, y para fomentar un
elevado control sobre la propias reacciones, ya que pueden activarse o inhibirse a
voluntad, y con bastante eficiencia, bajo circunstancias donde no se prevería que se
evocaran. En este sentido, la hipnosis es una forma de auto-control. Sin embargo, la
hipnosis no crea ningún estado especial mental en el que el ser humano haga cosas o se
comporte de una manera distinta a la que lo haría fuera de hipnosis. Ligada a esta
creencia sobre la excepcionalidad de las reacciones hipnóticas, el mito siete también es
altamente perjudicial, precisamente para las personas que con más ahínco solicitan la
hipnosis clínica. En estos casos es importante reducir expectativas poco realistas sobre
los efectos terapéuticos de la hipnosis. Es importante enfatizar que la hipnosis no es una
terapia, y que no produce milagros (Lynn y Kirsch, 2006; Lynn et al., 2010). El que en
algunos casos se observen reacciones y resultados excepcionales sólo indica que las
personas que han reaccionado de tal modo son en sí mismas excepcionales, no la
hipnosis. Y estrechamente ligado a lo anterior, conviene enfatizar la norma atribuida a
Orne por Kihlstrom (Vermetten y Kihlstrom, 2002) que reza así:

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Si una persona no está profesionalmente cualificada para tratar un problema
sin hipnosis, entonces tampoco está cualificado para tratarlo con hipnosis.

Y daba una recomendación:

primero busque el título profesional del profesional (médico, dentista, psicólogo


clínico, o lo que sea), y luego su certificado de formación en hipnosis.

Esta norma es aceptada por todas las asociaciones científico-profesionales que se


incluyen en la International Society of Hypnosis.

A lo largo de las líneas previas, hemos intentado clarificar qué es y qué no es la


hipnosis. El objetivo de todo ello es que el terapeuta conozca los elementos esenciales
para informar al cliente sobre ello. En última instancia, se trata de que el usuario conozca
mejor aquello que se propone o que él mismo solicita. De la creación de expectativas
adecuadas y una actitud positiva hacia la hipnosis dependerá, en buena medida, el
resultado de la intervención que realicemos con hipnosis. Por ello conviene clarificar todo
ello ya en las primeras sesiones, para realizar, en las posteriores, ejercicios concretos que
aún consoliden más las creencias ajustadas a la realidad científica de la hipnosis.

También quien aplica la hipnosis debe evaluar sus razones para intervenir con
hipnosis. Lynn et al. (2010) proponen las siguientes preguntas que sería aconsejable que
se formularse el profesional antes de usarla en ámbitos clínicos, aunque, según nuestra
opinión, extensible también a otros campos: ¿Por qué usar hipnosis en este caso
concreto? ¿Qué beneficio se obtendrá? ¿Puede acelerar el tratamiento la hipnosis?
¿Puede promover la generalización de los efectos del tratamiento? ¿Cuáles son los
motivos del cliente para pedir hipnoterapia?' ¿La petición del cliente es un test de si pode
mos realmente darle asistencia y de que cederemos a sus deseos y caprichos? ¿Cuáles
son nuestros motivos, por el contrario? ¿Deseamos aplicar la hipnosis porque nos
sentimos culpables de no hacer algo más por el cliente? ¿Estamos aburridos o enfadados
con el cliente, deseando hacer un "apaño rápido" en la terapia y que sólo la hipnosis nos
puede proporcionar? ¿Está percibiendo el cliente la hipnosis como una cura mágica, Vía
Augusta2 al inconsciente, o una ventana al pasado? ¿La petición del cliente de hipnosis
para recordar eventos pasados supone un intento de destinar la sesión de terapia a evitar
enfrentarse con temas que le perturban?

Cualquier respuesta afirmativa a las preguntas anteriores, nos advierten los autores,
deben instarnos a posponer la aplicación de la hipnosis, y resolver primero tales
problemas. En otro caso, añadimos nosotros, estaríamos también actuando
iatrogénicamente en base a los mitos mencionados.

Preguntas de autoevaluación

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1.Actualmente, la mayoría de los autores consideran que el trance es un concepto:

2.La mayoría de las teorías contemporáneas sobre hipnosis comparten los conceptos de:

3.Según la definición de la American Psychological Association sobre hipnosis, ésta:

4.Los resultados de distintas investigaciones han demostrado que lo que recuerdan las
personas hipnotizadas:

35
5.Para que podamos considerar que una persona está hipnotizada, ésta debe mostrar:

36
37
Habitualmente, cuando se aplica un método de inducción hipnótico, el fin que se persigue
es favorecer que las sugestiones tengan un mayor efecto: se asume que cuando se
hipnotiza a una persona, ésta responderá a más sugestiones y con mayor intensidad. La
investigación indica que el incremento de las respuestas a las sugestiones que es atribuible
a la inducción de la hipnosis no es demasiado espectacular (no más de un 10%), aunque
se ha defendido que las sugestiones más difíciles se dan con mayor frecuencia en
hipnosis que cuando se dan sugestiones en estado "de vigilia" (Kirsch, 1997). Por lo
tanto, no es necesario aplicar un método de inducción para que la persona responda a las
sugestiones, si bien es cierto que, cuando se aplica tal método, generalmente se hace
para, además de que la persona incremente su respuesta a tales sugestiones, fomentar el
rapport y vínculo con el o la terapeuta.

La diferencia entre sugestiones e instrucciones es que las primeras transmiten la idea


de que la persona no debe hacer prácticamente nada para experimentar las reacciones, ya
que ocurrirán por sí mismas (actos no volitivos o, como veremos, automáticos) sin que la
persona deba esforzarse. Además las sugestiones se dan generalmente de forma breve,
monótona y reiterativa, incluso pidiendo a la persona que las escuche y que luego las
olvide, ya que esta actitud de no esfuerzo favorecerá el cumplimiento de las sugestiones.
Siendo ello así en general (en otro apartado se desglosarán los tipos de sugestiones más
habituales), parece obvio que al indu cir la hipnosis se pretende activar respuestas a
ciertas sugestiones. Una excepción a lo anterior es la hipnosis "neutra" (aplicación de un
método de inducción hipnótica sin acompañarlo de otras sugestiones [Kallio y Revonsuo,
2003]), ya que en este caso se suele investigar el efecto del supuesto "estado hipnótico"
sobre ciertas variables biológicas (establecimiento de marcadores de "estar hipnotizado",
o para conocer mejor la fenomenología de tal "estado"). No obstante, la hipnosis neutra
realmente no es tan neutra, ya que la persona mantiene unas expectativas y creencias que
pueden distorsionar los resultados, sin olvidar que los propios métodos de inducción son
tareas experimentales que pueden provocar efectos por sí mismas, que variarán según se
modifiquen las verbalizaciones (Oakley y Halligan, 2010).

Por lo tanto, cabe preguntarse cuáles son las sugestiones que suelen darse en

38
hipnosis. En principio, tal y como hemos indicado, en hipnosis sólo ocurrirá lo que la
persona pueda hacer sin hipnosis. Ahora bien, recordemos, ocurrirá con un menor
esfuerzo subjetivo, e incluso bajo condiciones en las que habitualmente tal respuesta no
es esperable. Por lo tanto, las reacciones hipnóticas lo son en la medida en que ocurran
como "consecuencia" de haber recibido una sugestión hipnótica. Y tales sugestiones y
reacciones hipnóticas son, en general, la base para programar una intervención en la que
se incluye la hipnosis como un coadyuvante, por lo que su conocimiento es importante,
cuando no imprescindible si se pretende utilizar hipnosis de forma sustantiva. Existen
varios ejes clasificatorios de las sugestiones hipnóticas. Uno de ellos implica tres tipos de
sugestiones (y las reacciones que provocan) hipnóticas (cuadro 3.1). Antes de
comentarlas conviene no olvidar que toda clasificación es arbitraria, y que la que
presentamos aquí está basada en convenciones acumuladas durante más de 160 años de
tradición. Por lo tanto, tanto la clasificación como la nomenclatura pueden revisarse y
modificarse. Ahora bien, generalmente éstas son las palabras y terminología habituales
entre los expertos y practicantes de la hipnosis. El primer conjunto de reacciones
hipnóticas son las denominadas ideomotoras. En el cuadro 3.1 se denominan motoras,
para evitar en lo posible incluir una hipótesis en el nombre de una clasificación. El
término "ideo" que se añade a motor indica que se asume que los actos motores son
provocados en hipnosis por una idea prominente. Tal teoría, a la sazón muy arcaica, se
evita si hablamos sólo de sugestiones (y sus reacciones asociadas) motoras. Cuando a
una persona se le sugiere que su brazo será muy ligero y que levitará, o que, por el
contrario, sentirá su pierna muy activa y que se moverá rítmicamente, se están
intentando provocar reacciones motoras. En ocasiones lo que se pretende es la supresión
o inhibición de un movimiento.

Cuadro 3.1. Reacciones hipnóticas

39
En este caso se suele hablar de inhibición corporal (la persona no puede moverse), o
parálisis, incluso de catalepsia: se puede sugerir que los ojos están cerrados, y que no
podrán abrirse, o bien que un brazo está muy pesado, tanto que no podrá levantarse. La
terminología en hipnosis (siempre muy espectacular y "psicopatologiforme") no debe
tomarse textualmente. A pesar de que existe evidencia de que las áreas cerebrales que se
activan en las parálisis sugeridas son similares a las que se activan en ciertos pacientes
con trastornos somatoformes (histéricos), no debe olvidarse que la persona hipnotizada
no sólo no pierde el control sobre sus movimientos, sino que es ella misma quien está
generando tal reacción. De modo que los términos parálisis y catalepsia (no digamos la
catalepsia rígida, que implica ausencia de movimiento y rigidez en los miembros) deben

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ser excluidos de una práctica clínica sensata y no iatrogénica. Sería más adecuado hablar
y transmitirle al cliente el término "inhibición". Pensemos que para ciertas distonías
puede ser importante la inhibición de ciertos movimientos, o que tal inhibición puede
ayudar en el tratamiento de la tricotilomanía, o que para un niño hiperactivo el controlar
sus movimientos es uno de los objetivos fundamentales de la intervención.

El segundo tipo de reacciones se suelen denominar "ideosensoriales". No obstante,


las denominamos aquí sensorio-fisiológicas, ya que suelen sugerirse reacciones de ambas
clases (sensoriales y fisiológicas) a la vez, siendo, además, casi imposible diferenciarlas.
Por ejemplo, cuando se sugiere la disminución de dolor, reacción tanto perceptiva como
fisiológica.

Las reacciones sensoriofisiológicas son muy amplias, tal y como puede apreciarse en
el cuadro 3.1, con una importante repercusión en la Medicina y Psicología de la Salud.
Provocar una vasodilatación sugestiva es importante, por ejemplo, para problemas
hipertensivos, cefaleas tensionales, o problemas circulatorios. Sugerir vasoconstricción es
útil para intervenciones donde se esperan pérdidas abundantes de sangre (cirugía en el
pie, por ejemplo), e incluso para la hemofilia.

La analgesia y anestesias hipnóticas son reacciones sugestivas hipnóticas que se han


trabajado desde hace más de un siglo,y suele ser a las que más se apela para demostrar
los efectos excepcionales de la hipnosis. La evidencia indica que ciertas personas
consiguen reducciones importantes de dolor, cuando no una anestesia completa. Pero
también es cierto que porcentualmente son muy pocas personas las que lo consiguen,y
no para todo tipo de dolor. Más aún, las personas que consiguen anestesiar zonas de su
cuerpo, también pueden hacerlo sin hipnosis (Chaves, 1989). Ello no resta importancia ni
mérito a la hipnosis, ya que a través de sus métodos se consiguen reducciones
importantes y un mejor control del dolor. Más bien se trata de saber que si la persona no
desea hipnosis, también pueden usarse otros métodos psicológicos.

Finalmente, las sugestiones cognitivas constituyen un conjunto de reacciones también


muy heterogéneas, y a veces difíciles de diferenciar de las sensorio-fisiológicas. Como
puede verse en el cuadro 3.1, se ha optado por denominarlas cognitivo-perceptivas, ya
que dentro de este grupo de reacciones se intenta provocar alteraciones en la percepción,
pensamiento, memoria, etc.

Probablemente, las reacciones cognitivo-perceptivas sean las que más polémica


generan acerca de su contenido sustantivo. Por ejemplo, a finales del siglo pasado se
asumía que sólo se había hipnotizado a alguien si se daba una amnesia espontánea.
Actualmente, y desde hace tiempo, esto se ha descartado (Lynn et al., 2010), entre otras
cosas, porque la mayoría de las personas no experimentan esta amnesia espontánea
(como se ha indicado, sólo alrededor del 1% olvidan lo que ocurrió en hipnosis sin que se
le sugiera), y porque no se sabe con exactitud qué significa estar hipnotizado, debido a la

41
carencia de indicadores objetivos del "estado" de hipnosis. Así pues, ¿qué hay de realidad
en las reacciones cognitivo-perceptivas? Hasta la fecha, la evidencia acumulada indica
mayoritariamente que si bien se puede hablar de amnesia sugerida (sea de fuente o
criptomnesia - cuando se olvida la fuente de cierta información - o parcial - cuando se
olvida sólo una parte y no todo-) la persona recupera pronto la información y suele ser
necesaria su colaboración para olvidar. Sobre la alucinación, es infrecuente ya que las
personas ven aunque digan que no ven (alucinación negativa), o imaginan vívidamente,
en vez de alucinar algo que no existe (alucinación positiva). Además, no puede
considerarse necesariamente que las alucinaciones hipnóticas sean del mismo tipo que las
alucinaciones que se dan cotidianamente, o dentro de ciertos trastornos mentales
(Bentall, 2000b). No obstante, las alucinaciones no son necesariamente un síntoma
patognomónico de problema mental (Bentall, 2000a), y se suelen dar con cierta
frecuencia en personas normales, por lo que si lo hacen cuando no están hipnotizados,
también lo harán, y con facilidad, cuando lo estén.

En relación al tema de la hipermnesia, la evidencia, como ya hemos indicado, es casi


unánime en mostrar que las personas hipnotizadas no recuerdan más cosas ni aprenden
más deprisa que cuando no están hipnotizadas, ni tampoco sus recuerdos son más
precisos.

Respecto de la regresión de edad, proceso muy relacionado con la hipermnesia, cabe


decir otro tanto: las personas no regresan a ningún estadio evolutivo anterior, como
demuestran los estudios en los que se ha comparado letras y formas de comportarse de
los supuestos regresados con dibujos que ellos mismo realizaron cuando eran niños de la
edad regresada, o cuando se ha comparado su comportamiento con el testimonio no
sesgado de sus progenitores. Más aún, el pase de pruebas psicológicas ha mostrado que
las personas regresadas hipnóticamente no presentan los mismos modos de procesar la
información que los niños de edades similares a la regresada (Nash, 1987).

Respecto de las regresiones a vidas pasadas, las revisiones que consideran esta
hipótesis indican que los datos en que se sustenta son anecdóticos, poco controlados, e
interpretables mucho más parsimoniosamente desde hipótesis cognitivo-
comportamentales de la hipnosis (teoría del rol, auto-engaño y de expectativas de
respuestas). Aunque no puede descartarse su existencia, en ciencia lo necesario es
confirmar su existencia, y la hipnosis no es una buena ayuda apara ello (Mills y Lynn,
2000).

La lógica del trance, o mayor tolerancia a la incongruencia informativa cuando se


está en hipnosis, también es un fenómeno que ha mostrado ser bien un artefacto
experimental, o bien simplemente no ser superior a cuando la persona está en vigilia. En
el primer caso, destaca el concepto de observador oculto. Ese concepto se sustenta en la
conocidísima teoría neodisociativa (Hilgard, 1991) de la hipnosis, según la cual, la
hipnosis provoca una disociación cognitiva, de modo que el yo ejecutivo de la persona

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quedaría escindido en dos, y separados por una barrera amnésica: es decir, una parte del
yo (la hipnotizada) no reconocería a otra parte del yo (la no hipnotizada, y que, por lo
tanto, mantiene un control ejecutivo sobre el resto de los otros sistemas psicológicos
subordinados). La forma operativa de proceder para provocar este "fenómeno" es
hipnotizar a la persona, y decirle que, cuando se toque una parte determinada de su
cuerpo (mano derecha, por ejemplo), se expresará la persona hipnotizada, ocurriendo lo
con trario cuando se toque otra zona preestablecida (mano izquierda). Así, se puede decir
a una persona que siente dolor que no sentirá tal dolor cuando se le hipnotice, si bien una
parte de ella sí sentirá dolor (la no hipnotizada) y se podrá expresar según las claves
descritas más arriba. Una vez en hipnosis, se activarán las claves (tocar una u otra mano)
para que los "yoes" de la persona hipnotizada puedan expresarse. Este "fenómeno" ha
servido y sirve de base para varias teorías sobre el inconsciente, los trastornos
disociativos de identidad o la percepción de no volición de los comportamientos
hipnóticos por parte de la persona hipnotizada. Sin embargo, ha mostrado ser un
artefacto experimental, dependiente de las instrucciones experimentales. Es decir, el
observado oculto es otro fenómeno sugestivo más. Cuando se ha indicado que los yoes
pueden ser varios (no dos, el hipnotizado y el oculto - no hipnotizado-), y que el oculto
puede ser uno que está aún más hipnotizado (o yo oculto ignorante, como se le ha
llegado a denominar), las personas responden a estas instrucciones generando "yoes"
múltiples o ignorantes (Spanos, 1996; Green, Page, Handley y Rasekhy, 2005a). Esta
información, aunque contestada y controvertida, es demoledora para las teorías que se
basan en el observador oculto (Green, Page, Handley y Rasekhy, 2005b). No obstante,
es muy útil para poder abordar el tratamiento del dolor, o de los trastornos disociativos de
identidad (entre otros), ya que nos indica que la sugestión permite poder activar los
procesos y crear los fenómenos que nos interesen en cada momento de nuestra
intervención clínica. Es decir, el adoptar un rol determinado e implicarse en él hasta el
extremo de actuar como si la reacción sugerida fuera "real" (teoría de auto-engaño de
Sarbin [Coe y Sarbin, 19911) es utilísimo en las intervenciones psicológicas,
especialmente en las cognitivo-comportamentales, o en la terapia de los constructos
personales.

Otro tipo de lógica del trance es la de la tolerancia a información contradictoria: se


puede ilustrar con el paradigma de simulador-real (Orne, 1959), creado para intentar
encontrar criterios que permitan decidir si una persona está o no hipnotizada. El modo de
proceder es simple y claro: se hipnotiza a un conjunto amplio de personas, y se les aplica
una escala psicométrica de sugestionabilidad hipnótica de las muchas que existen (Barnier
y Council, 2010). Posteriormente, se selecciona a aquellos individuos que han alcanzado
puntuaciones altísimas (altos, antes denominados virtuosos de la hipnosis) y a aquellos
que han obtenido las calificaciones más bajas (bajos). A estos últimos se les oferta una
cantidad económica, que podrán obtener si permiten que un hipnotizador experto,
desconocedor de las condiciones experimentales, les hipnotice, y si consiguen
convencerle de que están hipnotizados (recuérdese que estamos hablando de personas no

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hipnotizables). Por lo tanto, se les pide que mientan a la hora de responder a las
sugestiones hipnóticas, por lo que a estos participantes se les denomina simuladores. Al
conjunto de virtuosos se les pide que hagan lo que hacen bajo hipnosis (ya que son muy
hipnotizables), y se les garantiza la cantidad económica por participar. A este tipo de
participantes se les llama reales. A continuación ambos grupos de personas son
hipnotizados y se les pide que alucinen un objeto que está en la sala, y si responden que
ven ese objeto en otra parte, se les pregunta que cómo es posible que vean un objeto en
dos sitios distintos. Los reales indican que eso es lo que ven y no se asombran, como
norma, de su reacción (toleran la incongruencia), mientras que los simuladores, en
general, niegan el objeto real, para dar mayor credibilidad a su "mentira" (ya que no han
alucinado).

Siguiendo con el paradigma anterior, se puede pedir a los participantes que alucinen
negativamente (que no vean algo que sí está presente). Por ejemplo, que no ven una
silla, detrás de la cual se ha colocado un objeto que queda oculto por la silla, y que el
participante conoce que está allí. Una vez la persona dice que no ve la silla, se le pide
que coja el objeto que está detrás de la silla. Los resultados indican que los simuladores,
en general, no evitan la silla, chocando con ella para coger el objeto, mientras que los
reales rodean la silla para evitar chocar con ella. A la pregunta de por qué rodean la silla
si no la ven, los reales indican que sí que la ven, pero que es como si no la vieran. Esta
tolerancia a la incongruencia es también una manifestación de la lógica del trance. Al
margen de si estas diferencias son sustantivas y perfilan la esencia de la hipnosis (lo que
no parece ser cierto, ya que las instrucciones experimentales no son las mismas para los
simuladores y los reales), lo que importa es recordar que la hipnosis permite esta
tolerancia a la incongruencia, siempre que no olvidemos que no es superior (como se
indicó líneas arriba) a la que se encuentra en estado de "vigilia" (Lynn y Kirsch, 2006).
Por ejemplo, y como se verá detenidamente en otro apartado, el asistir a la proyección
de una película y experimentar emociones intensas por ella implica incluso una mayor
tolerancia a la incongruencia que la descrita hasta ahora: sufrimos y disfrutamos sabiendo
que es ficticio todo lo que está ocurriendo.

Finalmente, sobre las otras reacciones creemos que deben destacarse los siguientes
comentarios:

a)La distorsión del tiempo (que pase más deprisa o más despacio de lo que
presumiblemente debería transcurrir), es un proceso habitual en la vida cotidiana,
cuando nos aburrimos o nos divertimos, y que es tremendamente útil para ayudar
a enfrentarse a cierto tipo de problemas en los que interesa alterar la percepción
de tiempo. Por ejemplo, periodos de dolor que transcurran aceleradamente, o
momentos en los que se saborea una comida de alto valor calórico, y raramente
consumida en la pauta de alimentación establecida para una persona que debe
reducir grasa corporal.

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b)El sueño hipnótico es empleado con frecuencia por autores psicoanalistas, y no
hace referencia a que la persona esté en una clase particular de sueño, sino que se
le pide al cliente hipnotizado que sueñe algo, que posteriormente será
interpretado. Pocos son quienes consiguen soñar, ciertamente, salvo que hayan
caído dormidos en un sueño regular, debido al cansancio, insomnio, narcolepsia,
apnea del sueño u otros trastornos.

c)Por disociación se entiende aquí, no el proceso que intenta explicar la percepción


de no volición de las sugestiones hipnóticas, sino una reacción habitual y no muy
difícil de conseguir a través de una sugestión hipnótica. Por ejemplo, una persona
puede disociar de su cuerpo una parte de él, para tolerar mejor un episodio
doloroso (el dedo donde se está interviniendo, por ejemplo, o parte de los dientes,
etc.). O la persona puede disociarse del entorno para poder controlar mejor su
atención (concentrarse) y estudiar, dormir, o escuchar lo que desea. Es este
sentido no se hablaría de disociación como un proceso (y menos patológico), sino
como una reacción sugestiva de valor adaptativo.

d)Finalmente, la escritura automática también es usada especialmente en el campo


del psicoanálisis y terapias de estados del ego (y en la Parapsicología), si bien hay
indicadores de que los automatismos de este estilo (como la señalización digital de
la hipnosis ericksoniana, en la cual se pregunta a la mente inconsciente, que
responde a través de una clave que representan los dedos) responden más a
expectativas de la persona sobre lo que debe ocurrir que a la actividad intencional
del inconsciente (¡ o de los espíritus!). Sin embargo, no sería prudente descartar
estas reacciones mixtas (cognitivas y motoras), ya que nos pueden ser útiles
como técnicas de distanciamiento: preguntarle por la solución (presumiblemente
dolorosa para la persona) a un problema matrimonial, puede activar un fuerte
contracontrol, ansiedad, incluso determinar abandono de la intervención. Si se
pregunta a la mente o al cerebro para que él escriba la posible solución de forma
automática, puede reducir la implicación del paciente, y favorecer el análisis de la
alternativa. Por lo tanto, la escritura automática o la señalización digital pueden
ser útiles también, desde una vertiente cognitivo-comportamental, para la génesis
de alternativas dentro de las técnicas de solución de problemas. Y en realidad son
útiles, como casi todas las reacciones descritas, debido a la interpretación de
automatismo que se produce en la persona: las reacciones ocurren, acaecen, sin
mediar, aparentemente, más preocupación, esfuerzo o actividad que la de permitir
que las cosas ocurran, y abrir la mente a la sugestión. Se sabe que esto no es así
de sencillo pero, ciertamente, la forma de verbalizar y presentar las sugestiones
hipnóticas, está encaminada a generar esta interpretación y percepción de no
volición. Y es precisamente esta percepción y experiencia de automatismo lo más
genuino y aprovechable de la hipnosis para las intervenciones clínicas.

Por lo tanto, es conveniente que el profesional conozca las reacciones que se pueden

45
provocar a través de la sugestión, y que esté informado de lo que significan los nombres,
rótulos y etiquetas que se han otorgado a tales reacciones, debido a la tradición o azares
históricos. De este conocimiento, podrá seleccionar aquellas sugestiones que permitan
teñir su intervención del tono hipnótico que transforme el tratamiento que va aplicar en
una herramienta más eficaz y más eficiente. En el cuadro 3.2 se muestran algunas de las
posibles sugestiones aplicadas que pueden considerarse (y combinarse entre ellas) a la
hora de planificar una intervención.

Cuadro 3.2. Algunos tipos de sugestiones aplicadas

Por otro lado, el campo de la hipnosis está repleto de neologismos y palabras o


denominaciones, a veces de difícil comprensión para el profano en la materia. A

46
continuación exponemos parte de esta terminología hipnótica y sus significados, con la
intención de facilitar la lectura de éste y otros textos sobre hipnosis.

Comenzaremos comentado lo que significan susceptibilidad hipnótica,


hipnotizabilidad, sensibilidad hipnótica, y sugestionabilidad hipnótica: son términos que
técnicamente no son sinónimos, aunque generalmente en los textos clínicos se suelen
usar como tales. Susceptibilidad (palabra asociada a un modelo de vulnera bilidad, a
patología provocada por la hipnosis) no hace referencia a que una persona tenga un
pésimo humor, o a que responda agresivamente a comentarios neutrales, sino que, al
igual que el resto de las palabras indicadas, denota el número y dificultad de las
sugestiones que supera la persona, así como el tiempo en realizarlas. Cuantas más
sugestiones haga una persona, cuanto más difíciles sean, y cuanto menos tiempo tarde en
superarlas, más susceptible, hipnotizable, sensible, etc. será a la hipnosis. Por otro lado,
hipnotizabilidad realmente sería la resta de las puntuaciones obtenidas en una escala
psicométrica de hipnosis cuando la persona está hipnotizada de las puntuaciones que
alcanza cuando no lo está. Esta puntuación es poco útil, ya que un resultado de 2, por
ejemplo, no nos indica si la persona es muy hipnotizable o no, pues puede darse de restar
a 4 (puntuación baja) un 2, o a un 12 (puntuación alta) un 10, pero estas últimas
personas serían muy hipnotizables mientras que las primeras lo serían poco (Kirsch,
1997). Más aceptable, en general, aunque tampoco neutra, es la sugestionabilidad
hipnótica, que también se usa como sinónimo de las anteriores, aunque enfatiza el
componente sugestivo de la hipnosis. Para nosotros es la más aceptable, incluso más que
la hipnotizabilidad imaginativa (como se dio en llamar en los 90 a la sugestionabilidad
hipnótica), pues no hace falta imaginar para experimentar las sugestiones hipnóticas. Ya
se ha indicado que asociadas a estas palabras están las de altos (antiguamente
denominados virtuosos de la hipnosis), y bajos según la persona sea muy o poco
hipnotizable. La mayoría de las personas son medios, ya que la sugestionabilidad
hipnótica se distribuye normalmente entre la población.

Otra palabra frecuente en hipnosis es la de sugestión. Una primera acepción es


sinónimo de sugerencia o instrucción hipnótica. Son instrucciones que se verbalizan de
forma pasiva ("nota como tu brazo está más pesado, tanto que desciende hasta caer
encima de tu regazo") para experimentar reacciones de forma no volitiva o automática. Si
son sugestiones que se dan dentro de una escala psicométrica de evaluación de la
sugestionabilidad a la hipnosis (sugestiones estándar), se les denomina sugestiones de
prueba. A veces se lee en textos antiguos, o en textos escritos por hipnotizadores legos
(que se suelen auto-calificar como hipnoterapeutas, sin disponer de ninguna titulación
oficial universitaria) la expresión "orden hipnótica". Salvo casos muy excepcionales, esta
expresión no debe utilizarse, ya que incrementa enormemente el rechazo por la hipnosis,
además de no reflejar en absoluto lo que intenta transmitirse en las sugestiones hipnóticas
desde la segunda mitad del siglo pasado: el sentimiento de colaboración e implicación de
la persona en el proceso hipnótico y terapéutico.

47
Otro tipo de eje clasificatorio de las sugestiones se refiere, no tanto al contenido, sino
a cuándo se dan y cuándo la persona las responde. Podemos hablar de dos tipos de
sugestiones, según este eje: la primera de ellas indica si la sugestión se cumple dentro o
fuera del contexto hipnótico. Una instrucción o sugestión hipnótica será cuando se recibe
y se experimenta dentro del contexto hipnótico, es decir, mientras la persona está
hipnotizada. Una sugestión posthipnótica será recibida dentro del contexto hipnótico,
pero se experimentará fuera de tal contexto cuando la persona ya esté deshipnotizada. Un
ejemplo del primer caso es el siguiente: "Puedes oír una música en tu mente, una música
maravillosa, y cuanto más claramente la escuchas, más y más deja de dolerte tu pie.
Escucha la música y observa cómo tu pie te molesta cada vez menos y menos, menos y
menos...". Si el paciente es capaz de oír la música y de notar alivio en su pie dolorido, ha
recibido y experimentado las sugestiones dentro del contexto hipnótico (mientras estaba
hipnotizado), por lo que son sugestiones hipnóticas.

Y un ejemplo del segundo caso es cuando se le dice al usuario: "Dentro de un


momento, cuando salgas de hipnosis, cada vez que sientas dolor en tu pie, podrás
escuchar la música que has oído hace un momento. Y cuando la oigas, notarás el mismo
alivio que has sentido mientras estabas hipnotizado. Cada vez que en tu mente oigas la
música que has escuchado ahora, tu pie dejará de molestarte, tal y como ahora lo está
haciendo. Para escuchar la música sólo tendrás que decirte la palabra música...". Esta
sugestión se da dentro del contexto hipnótico (cuando la persona está hipnotizada), pero
la persona la experimentará fuera de ese contexto, cuando termine la hipnosis. Por ello,
es una sugestión posthipnótica.

Las sugestiones poshipnóticas pueden incluir contenidos muy diferentes. Por ello
son, a veces, sencillas de cumplir, como las señales de reinducción rápida de la hipnosis
(la persona escucha la clave de reinducción y vuelve a estar hipnotizada en unos
segundos). Pero en otras ocasiones las sugestiones posthipnóticas son muy difíciles,
como las de amnesia total, o las terapéuticas clásicas como la siguiente: "Cuando salgas
de hipnosis, olvidarás todo lo que ha pasado...", o "Cuando salgas de hipnosis,
desaparecerá en ti para siempre el deseo de fumar; cada vez que veas un cigarrillo, te
sentirás totalmente indiferente hacia él..."). Las sugestiones terapéuticas más deseadas
por pacientes y terapeutas, que suelen ser sugestiones poshipnóticas similares a "A partir
de hoy y para el resto de tu vida, salir a la calle será algo atractivo, divertido y natural
para ti..." (en el caso de un agorafóbico); o "Cada vez que alguien te provoque, te
sentirás seguro, y bajo control..., actuando de forma asertiva, sin agresividad..." (en el
caso de una persona violenta) son de las sugestiones más difíciles de realizar por parte de
los pacientes (se estima que las cumplen uno de cada 10.000, según Brown y Fromm,
1987). No obstante, sean sugestiones posthipnóticas sencillas o difíciles, no ocurren fuera
del control del cliente. Siempre dependen de la interpretación, colaboración y
retroalimentación que el cliente haga de ellas (Lynn et al., 2010). Las investigaciones son
convergentes en encontrar resultados como el siguiente: se le dice a una persona

48
hipnotizada que cada vez que oiga la palabra "psicología" fuera de hipnosis le picará la
oreja y se rascará, o similar (o puede ser un movimiento palpebral). Una vez
deshipnotizada la persona se le dice la palabra "psicología" y la persona (si es
hipnóticamente sugestionable a la hipnosis) nota el picor y se rasca, sin aparente
esfuerzo, o ni siquiera tener conciencia de ello. Tras esta constatación se le indica que ha
terminado la sesión. Una vez fuera de la sala experimental, y creando situaciones
aparentemente no relacionadas con el contexto de prueba de laboratorio, se le dice a la
persona: "Por favor, no se vaya sin responder a este estudiante de psicología, para
autorizar la inclusión de sus datos en el ordenador". Típicamente, las personas no se
rascan la oreja ni muestran picor, mientras que vuelven a hacerlo cuando de nuevo se
relaciona la situación de prueba con la situación hipnótica (se le da la sugestión como
"comprobación" de que sigue funcionando). Estos efectos se vienen investigando desde
hace más de cincuenta años, con distintos paradigmas, y los resultados son
sistemáticamente los mismos (Spanos, 1996). Por lo tanto, las instrucciones
posthipnóticas suponen la implicación activa de la persona que las realiza, si bien con el
tiempo los efectos suelen decaer, salvo en casos donde se establezca todo un plan de
acción que los refuerce y mantenga. Ese es precisamente el objetivo de las terapias
psicológicas.

Otro eje es la de sugestión "despierta". Cuando se habla de sugestión despierta no se


está indicando que la hipnótica (o bajo hipnosis) se da cuando la persona está dormida, o
en un sueño hipnótico. Esta expresión se gestó cuando aún se creía que la hipnosis
implicaba un estado de sueño nervioso, artificial, patológico, etc., y, como casi todas las
tradiciones, se sigue manteniendo. El concepto de sugestión despierta denota que la
persona recibe sugestiones y las experimenta sin estar hipnotizada. La sugestión despierta
no es lo mismo que hipnosis despierta (si bien funcionan de forma similar), ya que en
este último caso sí hay un ritual de inducción, mientras que en la sugestión despierta no
lo hay. Más adelante se comentará con mayor profundidad los métodos y aplicaciones de
la hipnosis despierta. De momento conviene especificar que la sugestión despierta
correlaciona muy alto con la sugestión hipnótica, siempre que ambas se relacionen a la
persona (es decir, que sepa que la misma sugestión se dará dentro y fuera de hipnosis).
Otras formas de sugestión no hipnótica como la sugestión interrogativa o la sugestión
placebo muestran correlaciones muy bajas con la sugestionabilidad hipnótica (Kirsch,
1997).

Otro tercer eje clasificatorio hace referencia a sugestiones o ejercicios de desafío


(reto), que son aquellas en las que se insta a la persona a que se resista a la sugestión que
le da el hipnotizador, siendo este intento de resistencia la clave para que se experimente la
sugestión. Por ejemplo, cuando se le dice a la persona, "Dentro de un momento olvidarás
tu nombre. Entonces te preguntaré cómo te llamas, y cuanto más intentes recordarlo,
más y más lo olvidarás. Intenta recordar cómo te llamas, inténtalo (el individuo lo intenta
pero no consigue recordarlo)"; o "Tu brazo estará cada vez más y más rígido, muy

49
rígido, como si fuera un barra de acero. Cuanto más intentes doblarlo, más y más rígido
devendrá, y será imposible doblarlo. Intenta doblar el brazo (la persona es incapaz de
doblarlo)".

Normalmente los ejercicios de reto se han utilizado en el espectáculo y como prueba


de que la hipnosis provoca un estado especial de conciencia, en el que el hipnotizado no
tiene más remedio que cumplir con las instrucciones (órdenes) del hipnotizador. Por lo
tanto, son ejercicios que conviene realizar dentro de un contexto muy determinado y
planificado, del que se hablará más adelante. Y, sobre todo, es importantísimo que el
cliente y el terapeuta sepan que los ejercicios de reto exigen siempre la colaboración de la
persona hipnotizada, salvo en los casos en los que se usan trucos y paradojas para
despistar al hipnotizado. Por ejemplo, no es lo mismo sujetar un brazo por la muñeca
(normalmente se doblará por el codo) mientras se le dice a la persona que su brazo es
como una barra de acero. Por el contrario, si el hipnotizador sujeta el codo de la persona
con su mano, por debajo del codo y en el tramo que va desde el codo hasta las axilas, el
brazo de forma natural adoptará un tacto rígido. Si en ese preciso instante se dice a la
persona que su brazo está rígido, y si la persona colabora (es decir no pone en tela de
juicio la razón de tal rigidez, y la atribuye a la hipnosis), intentará cumplir con la
sugestión del terapeuta (el brazo permanece rígido). Y mientras el brazo esté rígido,
obviamente no podrá doblarlo, salvo que incumpla la instrucción y lo afloje primero. Por
lo tanto, si el hipnotizador consigue que la persona crea que el brazo está rígido por la
sugestión, y que mantenga la rigidez mientras intenta doblarlo, será muy difícil que ésta
fracase el ejercicio de reto. Cuestión bien diferente es que se le enseñen al cliente esos
trucos para que él mismo pueda activar ciertas reacciones (los trucos devendrían en
instigadores de respuesta), para que luego, sin necesidad de la instigación, pueda evocar
ciertas reacciones, sólo a través de la sugestión. Conviene recordar aquí que los
estímulos incondicionados del paradigma pavloviano, pueden tomarse como instigadores
de respuesta, y que los estímulos condicionados activan una respuesta similar a los
incondicionados, pero en su ausencia (como la sugestión). No puede afirmarse que las
sugestiones funcionen por los mismos procesos que el aprendizaje clásico (aunque
existen autores que lo defienden en la actualidad [Barrios, 2001]), pero sí parecen seguir
pautas similares a los principios generales del aprendizaje (expectativas y procesos
cognitivos incluidos) que rigen otros comportamientos. En definitiva, las sugestiones de
reto no implican pérdida de control alguna, pero sí pueden ser reutilizados como una
forma de entrenamiento en auto-control.

Finalmente, tal y como se ha indicado, sugestión significa también el proceso básico


de la hipnosis, y no conviene confundir este proceso general con las instrucciones que da
el hipnotizador, o las reacciones que provocan en la persona, que son también
denominadas, sugestiones.

Otra expresión habitual en el campo de la hipnosis es el de profundidad de la


hipnosis: se asume que si la persona hipnotizada realiza sugestiones muy difíciles es

50
porque se halla en una hipnosis muy profunda. De nuevo nos encontramos con una
expresión heredada de concepciones obsoletas, aunque muy queridas y usadas aún por
un buen número de terapeutas y algún investigador. El concepto de profundidad se
refiere al sueño hipnótico, al trance. Sin embargo, ambos conceptos deben tomarse, tal y
como la investigación actual ha revelado, como un concepto carente de toda validez
científica (sueño hipnótico), y el segundo como un concepto descriptivo de ciertas
experiencias que pueden, o no, darse en hipnosis. De hecho, desde una vertiente
cognitivo-comportamental, el trance es el resultado de sugerir que se entrará en un trance
(de definir incorrectamente a la hipnosis como un trance), y no la causa de la hipnosis
(Wagstaff, 1998). Todavía más, apelar al trance es algo que no sólo no se ajusta a la
evidencia empírica, sino que puede perjudicar la aceptación de la hipnosis de muchas
personas que solicitan ayuda, pues lo interpretan como algo esotérico o de consecuencias
peligrosas (Capafons et al., 2006), especialmente en contexto de hetero-hipnosis. Por lo
tanto, hablar en términos de profundidad de la hipnosis sólo puede entenderse como una
forma en la que el terapeuta pretende transmitir metafóricamente al cliente el nivel de
dificultad de las sugestiones que está consiguiendo realizar, y a veces que se han
alcanzado relajaciones muy profundas a través de la hipnosis. No obstante, más adelante
se expondrá otra terminología más adecuada para esta función, y que se adapta más a las
evidencias encontradas, además de provocar una menor alerta negativa en el paciente.

Otras expresiones menos habituales en el campo de la hipnosis, pero útiles en la


clínica, aunque surgieron en el laboratorio (Hull, 1933) son la homoacción y la
heteroacción. El primer caso es la vertiente hipnótica de sobreaprendizaje. Es decir,
cuanto más se practique una sugestión, menos tiempo tardará en realizarse (y mejor será
la ejecución). En el segundo caso nos estamos refiriendo a la transferencia: cuanto más
se practique una sugestión fácil, menos se tardará y mejor será la ejecución de una
sugestión difícil. Estos términos pueden usarse en el proceso de intervención para animar
a los usuarios a que practiquen en casa las tareas y actividades que se han aprendido en
la consulta. Por ejemplo, podemos indicar a un paciente que, gracias a los procesos de
homoacción y de heteroacción, cuanto más practique la auto-hipnosis, mejor le
funcionarán las sugestiones, y que cuanto más sugestiones se dé, mejor le funcionarán en
contextos difíciles y en otras sugestiones más complicadas. Con ello justificamos que la
práctica fuera de consulta es esencial, con todos los mensajes implícitos que, de este
modo, transmitimos acerca del auto-control, colaboración, esfuerzo, motivación etc.,
necesarios para el cambio terapéutico.

Por otro lado, las expresiones metáfora y fantasía dirigida a un objetivo son también
muy frecuentes en la literatura sobre hipnosis. Una metáfora suele adoptar la forma de
un cuento (parábola, alegorías, símiles, etc.), a través del cual se intenta transmitir de
forma didáctica un significado complejo. Las metáforas apelan a la imaginación de la
persona, y tratan de fomentar la comprensión por parte del cliente de mensajes
importantes sobre la vida, la autoaceptación, etc. Por ejemplo, el cuento del patito feo es

51
una buena metáfora para ejemplificar la auto-aceptación. Generalmente, las metáforas se
han utilizado en el contexto de la hipnosis ericksoniana bajo el supuesto de que con ellas
se accede más fácilmente a una comunicación con el inconsciente de la persona,
disminuyendo así las resistencias y fomentando una visión creativa del cambio de
comportamiento. No obstante, como se expondrá más adelante, las metáforas pueden
usarse desde otras vertientes con ligeras modificaciones funcionales, que actualmente
están de moda en Psicología clínica y de la salud, y en las terapias de conducta de tercera
generación (Moix, 2006).

Como una forma distinta de metáfora, nos encontramos con la fantasía dirigida a un
objetivo: son imágenes que ayudan a la persona a cumplir con las sugestiones (ese es el
objetivo), es decir, a experimentar ciertas reacciones generalmente voluntarias como algo
no volitivo o automático. Un ejemplo de imaginación dirigida a un objetivo para generar
una reacción de analgesia puede ser: "Imagina que tienes un guante especial en tu mano
derecha. Este guante está caliente y puede calmar el dolor cuando se pasa por encima de
las zonas doloridas. Imagina que pasas el guante por encima de tu vientre, e imagina que
tu vientre se va calentando, y que el dolor empieza a decaer. Imagina que puedes ver un
termómetro con un fluido de color rojo. A medida que va subiendo la temperatura, a
medida que el termómetro se acerca al 10, por el efecto del guante que sigues pasando
por la zona dolorida, el dolor va bajando y bajando, bajando y bajando".

En este caso el objetivo obvio es tolerar mejor y reducir el dolor (esa es la sugestión
a cumplir), y las instrucciones de imaginar son el medio por el cual se intenta alcanzar ese
objetivo. Hace un par de décadas se asumía que la imaginación era la clave de las res
puestas hipnóticas, y que sin ella era muy difícil cumplir y experimentar las sugestiones.
No obstante, actualmente sabemos que sólo un porcentaje muy pequeño (alrededor del
3%) necesita usar la imaginación para experimentar reacciones hipnóticas. Son las
personas denominadas pronas a la fantasía (Barber, 1999). Sin embargo, la gran mayoría
de personas medias y altas en sugestionabilidad no necesitan de la imaginación, salvo
como medio para activar las expectativas de repuesta (Kirsch, 1999). Es fácil convencer
a alguien de que usando la imaginación podrá experimentar ciertas reacciones, pues de
hecho es así. Pero no debe perderse de vista que sin la imaginación también se pueden
activar las sugestiones, incluso usando imágenes contrarias a lo que se pretende
experimentar (Kirsch y Council, 1992). Por ello las expectativas de respuesta han
mostrado ser uno de los factores que determinan con mayor fuerza el que se experimente
una sugestión de forma automática o no volitiva (Lynn y Kirsch, 2005). Una expectativa
de respuesta es la creencia y esperanza firme de que ocurrirá una respuesta propia. Es
como la profecía auto-cumplida, pero, en este caso, auto-referidas (Kirsch, 1993). La
investigación ha mostrado que las expectativas de respuesta no son epifenómenos, y que
predicen un porcentaje alto de la varianza de las respuestas hipnóticas (40%). Por lo
tanto, crear expectativas de respuesta será una de las funciones más importantes del
terapeuta cuando aplique la hipnosis en el programa de intervención (Kirsch, 1999).

52
Finalmente, y sin pretender agotar toda la nomenclatura típica del ámbito de la
hipnosis, el recuerdo sensorial y el recuerdo emocional hacen referencia al proceso por el
cual una persona puede reproducir emociones, sensaciones, reacciones biológicas, etc.,
tras escuchar una sugestión, o cuando se expone a un estímulo (entiéndase estímulo en
un sentido muy amplio) que quedó asociado al estímulo que generó la reacción en el
pasado (Kroger y Fezler, 1976). El recuerdo sensorial/emocional se usa como base para
entender cómo pueden activarse reacciones sugestivas dentro y fuera del contexto
hipnótico. Por ello, es una expresión que puede usarse como alternativa al concepto de
trance o estado alterado de conciencia, lo que permite dar explicaciones sobre la hipnosis
que fomenten mucho más su relación conceptual con el auto-control.

Preguntas de autoevaluación

1.Elija la alternativa correcta:

2.La hipnosis neutra es aquella en la que:

3.La homoacción y la heteroacción son conceptos hipnóticos que indican:

53
4.Una sugestión que implica una respuesta en la cual la persona cuanto más intenta
recordar, menos puede, se conoce como una sugestión:

5.El observador oculto es:

54
55
Es difícil encontrar un área de la Psicología y de la Medicina, en general del
funcionamiento humano, donde la hipnosis no se haya aplicado, bien como adj uvante,
bien como único elemento de intervención. Cuando se utiliza hipnosis por relajación, es
obvio que las sugestiones hipnóticas son una forma excelente de inducir estados
profundos de relajación. A pesar de ciertas críticas vertidas en algunos textos clásicos de
relajación, la investigación es bastante contundente al respecto: la hipnosis (y la auto-
hipnosis) genera estados de relajación muy profundos, comparables a las de cualquier
otro método de inducción de relajación. De hecho, el entrenamiento autógeno de Schultz
(Schultz y Luthe, 1959) es una variante de las técnicas de hipnosis de la época. Pero las
aplicaciones de la hipnosis no pueden reducirse al ámbito de la relajación, tal y como ya
vimos en la definición de la American Psychological Association. Las formas habituales
de utilizar la hipnosis se asemejan enormemente a las técnicas comportamentales y
cognitivo-comportamentales de imaginación: la desensibilización sistemática, el
condicionamiento encubierto, la práctica (imaginativa) guiada, el ensayo imaginado, las
imágenes racionales emotivas, las técnicas de inoculación de estrés para manejar el dolor,
y un largo etcétera, formalmente se asemejan asombrosamente a los modos de proceder
en hipnosis, quizá porque algunos de sus autores incluían la hipnosis entre sus formas de
proceder, como es el caso de Wolpe y de Lazarus (Lazarus, 1999). De hecho, algunos
autores que han deseado satisfacer la demanda de hipnosis a sus clientes, han utilizado
los procedimientos mencionados, presentándolos (rotulándolos) como hipnosis, ya que
parece incrementar el efecto del tratamiento satisfacer tal demanda (Lazarus, 1973). No
obstante, la hipnosis por relajación es sólo una parte de la variadísima gama de
posibilidades que nos presenta este campo. La hipnosis activoalerta y la hipnosis
despierta (por ejemplo, el Modelo de Valencia de Hipnosis Despierta [Alarcón y
Capafons, 2006; Capafons y Mendoza, 2009; Capafons y Mendoza, 2010b1) permiten la
aplicación de la sugestión hipnótica en momentos y para fines mucho más amplios que
los que permite una hipnosis por relajación y restricción de la atención, en la que el
aletargamiento y mantener los ojos cerrados son características omnipresentes. Por
ejemplo, con hipnosis activo-alerta se ha trabajado para incrementar la atención de los
controladores de vuelo (Barabasz, 1980, 1985), así como para mejorar la lectura en
niños hiperactivos o incrementar el rendimiento académico de universitarios (Anderson,
Barabasz, Barabasz y Warner, 2000; Barabasz y Barabasz, 1996; Wark, 1996).

El uso de la hipnosis despierta que se hace desde el Modelo de Valencia de Hipnosis

56
Despierta permite auto-hipnotizarse en lugares públicos, manteniendo las tareas
habituales de la persona en esas situaciones (conducir, hablar, caminar, etc.) (Capafons,
1999; 2004; Capafons y Mendoza, 2009; Capafons y Mendoza, 2010b).

Si se observa (ver cuadro 4.1) el índice de uno de los libros prácticos más completos
sobre aplicaciones de la hipnosis (Hammond, 1990), podrá apreciarse el vastísimo campo
en el que se han utilizado las sugestiones hipnóticas. Si, además consideramos que la
hipnosis es realmente útil cuando se usa como un adjuvante o coadyuvante, no es difícil
entender que donde pueda aplicarse la Psicología, podrá aplicarse también la hipnosis,
deporte incluido (Stegner y Morgan, 2010). En los textos mencionados de Mendoza y
Capafons (2009) y Capafons y Mendoza (2010a) aún se pueden encontrar más
aplicaciones, como las de fertilización artificial, fibromialgia, etc.

Otra cuestión diferente es la eficacia de la hipnosis en las distintas áreas en las que se
ha aplicado. Apelamos de nuevo a las revisiones de Mendoza y Capafons (2009) y
Capafons y Mendoza (2010a), pues la investigación sobre la eficacia de la hipnosis se ha
incrementado notablemente en los últimos diez años, aunque con desigual rigor
metodológico y frecuencia de estudios, según qué temas se traten. Por ello, nos
remitimos a las conclusiones ya mencionadas de Mendoza y Capafons (2009) sobre la
eficacia de la hipnosis clínica: "En general, la evidencia revisada indica que la hipnosis es
un coadyuvante a otras intervenciones que ayuda a los pacientes a manejar y mejorar
una amplia variedad de problemas psicológicos y médicos, así como su calidad de vida.
Hay que destacar que, las investigaciones han usado la hipnosis bien como única
intervención bien como coadyuvante. En general, y tal como indica el meta-análisis
llevado a cabo por Flammer y Bongartz (2003) para estudiar la eficacia de la hipnosis
utilizada como única intervención, se ha mostrado una eficacia media para el tratamiento
de los trastornos psicológicos recogidos en la CIE-10 y una baja eficacia para el uso de la
hipnosis para el apoyo de procedimientos médicos. Por lo tanto, la evidencia empírica
más prometedora de la eficacia de la hipnosis se ha encontrado, en general, cuando se
utiliza como un coadyuvante a las intervenciones médicas y psicológicas" (p. 111).

Por otro lado, en el caso de la hipnosis es importante establecer no sólo el área de


aplicación que puede resultar beneficiada, sino el tipo de usuario al que se aplicará la
hipnosis. Es obvio que el nivel de sugestionabilidad a la hipnosis del paciente puede
determinar el resultado terapéutico, tal como se ha indicado (Lynn et al., 2010). Eso
puede ser así en el caso de que se use la hipnosis como única estrategia, y en los casos
de trastornos conversivos, verrugas, asma, o dolor, especialmente, aunque no siempre
ocurre así, como en el caso de algunos tipos de dolor (Jensen y Paterson, 2006). Cuando
la hipnosis se usa como coadyuvante el nivel de sugestionabilidad no parece ser tan
importante (aunque una mínima capacidad para responder a las sugestiones parece
necesaria) (Lynn et al., 2010). En general podríamos afirmar que el requisito para aplicar
un tratamiento en base a hipnosis es que el cliente muestre una buena actitud hacia la
hipnosis (como se indicó anteriormente), que pueda responder mínimamente a las

57
sugestiones que se han seleccionado, y que muestre expectativas realistas de éxito. No
obstante, si el nivel de sugestionabilidad a la hipnosis es bajo, aún podemos decidir usar
la hipnosis, si sometemos al paciente a un entrenamiento en el incremento de la
sugestionabilidad hipnótica (Sachs y Anderson, 1967). Dependiendo del cliente, sus
circunstancias y del tipo de problema que presente, quizá merez ca la pena el utilizar
algunas sesiones para aumentar la sugestionabilidad a la hipnosis (Gfeller y Gorassini,
2010). Más adelante se expondrán algunas líneas genéricas de cómo se efectúan dichos
entrenamientos.

Cuadro 4.1. Aplicaciones de la hipnosis

58
4.1. Caso clínico: hipnosis como adyuvante para reducir el miedo a a volar en avión

A lo largo del texto se ejemplificarán parte de los procedimientos a través de la exposición


de un caso clínico real. En este apartado, se presenta el problema y el tipo de cliente,
para desarrollar más adelante el tratamiento aplicado.

Nuestra paciente, XX, mujer de 38 años solicitó ayuda para reducir un miedo

59
intenso a volar en avión. Esta paciente fue remitida por otra antigua paciente, y mostraba
un interés alto en recibir un tratamiento con hipnosis, así como una confianza acusada en
la calidad del terapeuta, y en la eficacia y carencia de riesgos de la hipnosis. La cliente
manifestó, ya en la primera toma de contacto, que necesitaba mejorar de su fobia
rápidamente, pues necesitaba volar urgentemente a una ciudad lejana, en un viaje de
placer que le había propuesto su marido, con el cual tenía problemas matrimoniales. Por
lo tanto, siendo el viaje un motivo para el reencuentro entre los cónyuges, necesitaba
estar en las mejores condiciones para disfrutar del viaje y la estancia. La anamnesis
mostró que la paciente había sido tratada psiquiátricamente por depresión dos años antes
y había sufrido una "ataque" de ansiedad un año antes. Físicamente presentaba un dolor
de espalda persistente, que le obligaba a tomar paracetamol y miorrelajantes. No
obstante, excepto por unos niveles ligeramente elevados de colesterol, y una cierta
propensión a las lipotimias debido a su hipotensión, su estado de salud era aceptable.
Algunos familiares habían recibido tratamiento psiquiátrico (ansiolíticos y electrochoque),
si bien desconocía los diagnósticos.

Como se ha indicado, la cliente estaba casada, aunque durante un periodo de tiempo


se divorció de su marido, lo que le generó un considerable estrés. Tenía dos hijos, con
los que mantenía una relación adecuada, y trabajaba como graduada social.

Tras cumplimentar varios cuestionarios, se observó que la paciente manifestaba


miedos intensos a los ascensores, a oír el ruido de los aviones, a las tormentas, insectos,
escenas de violencia, dolor, muerte y eventos relacionados (cadáveres, enfermedades,
hospitales, etc.), al fracaso y a la crítica social. Su miedo cursaba con intensas
alteraciones fisiológicas, como fuerte tensión muscular, sudoración, cambios en la
frecuencia cardíaca, sofocos, temblores, náuseas, nudo en el estómago, debilidad, mareo,
aceleración de la respiración e insomnio. Las fuentes más importantes de estrés eran su
marido y el trabajo, además del viaje previsto en avión.

Sus modos de afrontamiento consistían en leer, pasear, tomar baños de agua caliente
o hablar con alguien. En general, sus estrategias de auto-control eran adecuadas, excepto
para temas relacionados con catástrofes, toma de decisiones vitales y alteraciones
fisiológicas.

La historia de su fobia refleja claramente un proceso de incubación de la ansiedad.


Su primer vuelo en avión 15 años antes fue una experiencia divertida, a pesar de que el
vuelo fue nocturno y con tormenta. Unos años después, voló de nuevo en avión, sintió el
estómago ligeramente "encogido", si bien no le prestó importancia ya que en general
disfrutó del vuelo. Después de esta experiencia, volvió a volar varias veces, sin mostrar
problema alguno. Fue en un viaje a un país árabe, cuando al aterrizar creyó que no había
pista (ya que estaba cubierta por la arena). Este pensamiento desencadenó un miedo
considerable, aunque no se mantuvo en otros vuelos. Finalmente, el miedo pareció
consolidarse debido al comportamiento de un pasajero de un vuelo en el que se

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encontraba la paciente, pasajero que en el aterrizaje comenzó a golpearse la pierna con
fuerza, exclamando: "¡Le falta pista, le falta pista!". A partir de esa experiencia, según la
paciente, el miedo no desapareció, sino que siguió incrementándose paulatinamente hasta
impedirle realizar viajes con este medio de transporte.

Antes de volar, la paciente pensaba en que el avión se estrellaría, viniéndole a la


mente imágenes de cadáveres provocados por un accidente, de sí misma mientras el
avión caía sin control, y lo relaciona con la violencia a la que tanto odiaba y temía. Estos
pensamientos le acaecían especialmente cuando prepara la maleta y se acerca el
momento del vuelo.

Durante el vuelo, la atención de la paciente se centra en los ruidos del motor, las
caras del personal de abordo por si ocurriera algo, y se imagina a sus hijos huérfanos tras
un accidente en el que mueren ella y su marido. A veces se tranquiliza con pensamientos
mágicos como "los niños no pueden morir tan pronto, no sería justo para ellos. Así que,
como hay niños en el avión, no tendremos un accidente". Sus reacciones eran las de
mantener silencio, no moverse, notar el corazón latiendo muy deprisa, manos sudadas,
frío intenso, pérdida del apetito, sentir que iba a estallar, y el deseo intenso de escapar del
avión.

Su forma de afrontar esta situación era la de intentar leer y mantener una


conversación, pero no conseguía concentrarse, por lo que era totalmente ineficaz.

Después de volar se sentía aliviada pero frustrada por el mal rato que había pasado.
Sus miedos se reafirmaban cada vez que se enteraba de que había ocurrido algún
accidente aéreo.

La reacción de sus familiares ante su miedo a volar y demás problemas eran de


comprensión, excepto la de su marido, que mostraba un franco rechazo por ella cuando
manifestaba las reacciones mencionadas.

Finalmente, sus objetivos terapéuticos fueron sentirse contenta dentro del avión,
estar relajada y tranquila, poder pensar cosas agradables, poder leer, poder mirar por la
ventanilla, mantener una conversación, poder moverse libremente por el avión y sentirse
como si fuera en tren o en autobús.

Una vez perfilado el miedo de la clienta, y conociendo sus intereses y principales


formas de afrontamiento, se procedió a diseñar el plan de acción, plan que se desarrollará
en los siguientes capítulos.

Preguntas de autoevaluación

1.La investigación ha demostrado que la hipnosis:

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2.En general, las revisiones sobre la eficacia de la hipnosis indican que:

3.Las investigaciones sobre predictores de éxito terapéutico en los tratamientos que


incluyen la hipnosis como adjunto indican que:

4.Las áreas donde se ha aplicado la hipnosis son:

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65
66
Una vez que el terapeuta conoce los datos más relevantes sobre su cliente (tipo de
problema para el que solicita ayuda, perfil del problema, circunstancias y problemas
adyacentes, estrategias de afrontamiento naturales, reacción de su entorno, objetivos y
razones para el cambio, etc.) ya se puede iniciar un plan de intervención. El primer paso,
tras el establecimiento de la relación terapéutica y demás prolegómenos comunes a las
psicoterapias, es delinear los procedimientos que pueden utilizarse sin la hipnosis.
Solamente a partir de esta estrategia no hipnótica podemos añadir los procesos hipnóticos
que nos parezcan oportunos y que el usuario pueda realizar. Además, ello ayudará al
psicólogo clínico y de la salud a delimitar los fines y objetivos que se intentan alcanzar
con la hipnosis.

En el caso de la paciente que se ha relatado en el apartado 4.1, el objetivo prioritario


es que pudiera viajar en evión experimentando el menor temor posible. El resto de
objetivos estaba sujeto a los propios intereses de la dienta, quien sólo había solicitado
ayuda para este problema, y había manifestado su interés por disfrutar del vuelo en
avión. Así pues, por orden de importancia, los objetivos secundarios fueron: disfrutar del
viaje en avión, mejorar el auto-control de las respuestas fisiológicas en su vida cotidiana,
y ampliar las estrategias de afrontamiento ante situaciones de estrés provocadas por su
relación con el marido y el trabajo. No se abordaron objetivos más amplios, ya que se
disponía de poco tiempo (quince días), y la usuaria no deseaba abordar otros problemas
en profundidad.

5.1. Diseño del plan de la intervención cognitivo-comportamental

Visto el perfil del problema, era obvio que el plan de intervención debía incluir
información sobre la seguridad en los aviones, técnicas para cambio de imágenes y
pensamientos (auto-instrucciones incluidas), técnicas para reducir la activación, ensayo
imaginado y práctica guiada (ya que la exposición in vivo en el caso de la fobia a viajar
en transporte aéreo es complicada y cara, y en este caso imposible), y técnicas de
entrenamiento en relajación aplicada, elementos todos ellos que parecen estar implicados
en la eficacia de los tratamientos para reducir el miedo a viajar en avión (Capafons, Sosa
y Prieto-Marañón, 2004). En definitiva, se trataba de incrementar sus competencias para
el auto-control, de modo que la paciente fuera quien se auto-aplicara los procedimientos
en las situaciones donde los necesitara, favoreciendo así la autonomía en el proceso de
cambio. Es evidente que todas estas posibilidades pueden adaptarse a un uso hipnótico,
por lo que se procedió a la creación del rapport con la paciente.

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5.2. Establecimiento del rapport: cómo presentar la hipnosis al usuario

Establecer el rapport implica crear una relación de confianza e interés entre el terapeuta y
el usuario. Obviamente el rapport (la relación terapéutica es un sentido más amplio) se
genera desde el primer contacto telefónico con el cliente. Sin embargo, al añadir la
hipnosis a las estrategias de intervención suele darse un cambio cualitativo en el usuario,
ya que, como se ha indicado, difícilmente se es neutral ante tal palabra. Por ello, debe
reafirmarse el rapport definitivamente, para ajustar las creencias y actitudes hacia la
hipnosis (y el terapeuta) de modo que no se esperen o se teman resultados no realistas
(sean positivos o negativos). Por lo tanto, antes de comenzar con ningún ejercicio
hipnótico, se comentarán con la persona que pide ayuda los mitos mencionados en aparta
dos anteriores, uno por uno, dando la información pertinente que permita entender mejor
la no adecuación de mantener cualquiera de ellos. La experiencia indica que las dudas de
los clientes no se despejan con simples comentarios o argumentos sólidos. Por ejemplo,
una pregunta habitual cuando se le dice al usuario que bajo hipnosis no se pierde el
control, es "¿Y por qué en la TV la gente hipnotizada no se puede mover, o hace cosas
estúpidas?". La respuesta es compleja, pero debe darse en términos sencillos y
contundentes, aproximadamente del siguiente modo: "Cuando alguien va a un plató de
TV en el que hay un espectáculo con hipnosis, está esperando que pasen ciertas cosas.
Si, además, sale como voluntario, está deseando que ocurran, por motivos que nos
pueden parece nimios, pero que para algunas personas son importantes: salir en la TV,
poder hacer el tonto en público, ganar apuestas, curiosidades esotéricas, recibir atención
positiva por actuar de un modo que en otras condiciones recibirá reprobación, etc. El
caso es que, cuando alguien se presta como voluntario, espera y desea que algo ocurra.
Además, el hipnotizador ha seleccionado previamente a los participantes, buscando
aquellos que son más sugestionables, crédulos y colaboradores. Y le indico que suelen ser
crédulos, porque los hipnotizadores aplican ciertos trucos para hacer creer a los posibles
voluntarios que tienen poderes especiales. Una vez tienen a los voluntarios, que, además
de deseosos de hacer algo hipnótico, suelen estar desorientados por las propias
características del plató (focos, público, cámaras, personal del plató mismo, etc.), el
hipnotizador aplica varios trucos más para convencer definitivamente a los voluntarios de
que la hipnosis es algo excepcional. Si lo consigue, y en esas situaciones es fácil que lo
haga, el voluntario actúa según esperaba y deseaba. Una vez ha "experimentado" las
sugestiones, bien dice que ha perdido el control, porque es la única forma de justificarse
ante el público, o bien se convence a sí mismo de que lo ha hecho todo de forma
involuntaria, para, por ejemplo, no sentirse ridículo delante de las cámaras. Al fin y al
cabo, ya ha salido en la TV. Pero si realmente pudiéramos presionarle y exigirle que
dijera la verdad, podríamos observar, tal y como se observa en la investigación, que la
mayoría de las personas reconocerían que no han perdido el control, salvo aquellos que
se han creído a pies juntillas los trucos del hipnotizador. Si quiere podemos hacer un
truco para que me entienda mejor".

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Muchos clientes dicen que sí, y conviene explicarles algún truco como el que se ha
descrito del brazo rígido. En general se pue den enseñar algunos trucos que se basan en
instrucciones contradictorias o paradójicas. Suelen ilustrar bien las trampas de los
hipnotizadores y son inocuos y divertidos. Por ejemplo, le podemos indicar al paciente
que ponga las piernas y los pies rígidos, y que sin aflojarlos, intente caminar para que
observe que le es imposible. En este caso se le indica que la sugestión funciona cuando la
persona experimenta la rigidez en las piernas, pero que la incapacidad para andar no es
una pérdida de control, sino una falta de análisis: el voluntario no se da cuenta de que
debe aflojar primero los músculos para poder caminar. También se le puede pedir que
junte las muñecas con las manos separadas, extendiendo los brazos delante de sí,
manteniéndolos semiflexionados. En esa posición, se le pide al cliente que apriete con
fuerza las muñecas, la una contra la otra, durante un minuto, aproximadamente.
Súbitamente se le pide que deje de hacer fuerza y que separe ligeramente las manos, para
en seguida decirle con tono de voz contundente: "¡Tus manos se juntan! ¡Nota cómo se
juntan las manos!". El cliente se sorprende, porque realmente las manos se juntan. En
ese momento el terapeuta explica que el truco radica en acumular energía en los
músculos del brazo, que son quienes juntan las manos de una forma aparentemente
involuntaria.

A continuación el terapeuta puede añadir: "Estos trucos se usan para engañar a la


gente. Pero aquí no vamos a hacer espectáculo, ya que no es esa mi profesión ni es ese
tu interés. Así que yo mismo te explicaré ciertos trucos para que tú mismo los puedas
aplicar y experimentar ciertas reacciones que nos pueden ser útiles más adelante. De
hecho los trucos se llaman técnicamente instigadores, que, como veremos más adelante,
nos pueden ayudar muchísimo a activar tu mente, tu cerebro, y conseguir que funcionen
como queremos que funcionen. Por ejemplo, ahora vas a observar una reacción que se
basa en un truco, pero que nos puede ayudar a entender cómo eliminar un pensamiento
que nos molesta, y que no podemos quitárnoslo de encima: por favor, no pienses en un
elefante rosa". Esta instrucción paradójica muy utilizada por los terapeutas ericksonianos
provoca sorpresa en los clientes. El terapeuta puede añadir: "Como ves, es imposible que
no pienses en ello, ya que para no pensar tienes que hacerlo primero. Bien, pues
sabemos que ciertos fenómenos de la vida cotidiana que al igual que la hipnosis, se basan
en la sugestión, están regidos por la ley del efecto inverso (Cové, 1956). Esta ley dice así:
cuanto más intentes reducir un comportamiento involuntario a través de esfuerzo
voluntario, más lo incrementarás. O cuanto más intentes incrementar un comportamiento
involuntario a través del esfuerzo voluntario, más lo reducirás. En términos prácticos,
cuanto más intentes dormir voluntariamente luchando por dormirte, si experimentas
insomnio, más insomnio tendrás. O cuanto menos quieras pensar en algo desagradable
que asalta tu mente, más lo pensarás. Es como intentar acordarse de algo que se tiene en
la punta de la lengua. En todos estos casos, el truco consiste en hacer lo contrario de lo
que se suele hacer: intentar no dormir, intentar pensar más en lo desagradable, o intentar
no recordar. Más adelante, como te he dicho, hablaremos de más "trucos" que nos

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pueden ser sumamente útiles. Pero, desde luego, ten por seguro que siempre sabrás por
mí cuáles son los trucos, y para qué sirven. Recuerda que estoy aquí para ayudarte, no
para engañarte".

Realmente lo importante en este momento es que el cliente entienda que el terapeuta


conoce el campo en profundidad, que va a aplicar unos procedimientos que han
mostrado ser útiles, y que va a ser diáfano en cuanto a los procedimientos hipnóticos y
sus usos. No obstante, es habitual que todavía queden dudas, recelos, o simplemente
reparos en aceptar que la hipnosis no entraña riesgos (salvo un muy mal uso por parte del
terapeuta, tal y como hemos indicado). Por ello, es importante que el cliente experimente
por sí mismo ciertas reacciones que le ayuden a entender lo que puede esperar de la
hipnosis. Según la orientación teórica de cada terapeuta, las explicaciones que dará sobre
tales ejercicios mencionarán conceptos como trance, disociación, alteración de
conciencia, o no. Desde una vertiente cognitivo-comportamental, tales conceptos no se
ajustan a la ingente cantidad de resultados experimentales acumulados. Más aún, se
asume que tales conceptos suelen asustar a las personas (cuando no a los mismos
terapeutas), y dificultan la aceptación de que la hipnosis no es peligrosa, o de que los
estados de conciencia diferentes (o alterados) no lo son tanto, hasta pueden reducir las
respuestas a las sugestiones, el sentirse hipnotizado, o fomentar el abandono en
situaciones de hetero-hipnosis, tal como ya se ha indicado (Capafons et al., 2006; Lynn,
Green, Jaquith y Gasior, 2003; Lynn, Vanderhoff, Shindler y Stafford, 2002). Incluso,
aunque estos estados de conciencia, como indican algunos autores de vertiente
tranceáticas, sean similares a los que denominamos cotidianamente como ensoñación,
concentración, absor ción, etc. (lo cual aún está por demostrar), sigue siendo difícil
entender otros modos de usar la hipnosis que no sea la hipnosis por focalización de la
atención, concentración y ojos cerrados. Por lo tanto, a continuación se relata un modo
cognitivo-comportamental (y neutro en el lenguaje) de presentar la hipnosis a un cliente,
a través de un ejercicio en el que se activa la ilusión del péndulo de Chevreul. Este
ejercicio puede tener distintas variantes, pero lo que importa es que se usa aquí para
destacar ciertos conceptos que ayudan a enfatizar la continuidad del comportamiento
hipnótico con el no hipnótico, y así enfatizar el concepto de auto-control, además de para
iniciar un primera prueba de sugestionabilidad hipnótica (Kroger, 2008).

Así pues, a través de esta presentación que proponemos se procura transmitir las
siguientes ideas:

a)Las respuestas a las sugestiones son actos del usuario, por lo que no dependen de
ningún poder del terapeuta. Éste solamente es una ayuda.

b)Tales actos son automáticos, pero también voluntarios, puesto que depende del
cliente el que se inicien o se bloqueen.

c)Lo que ocurra durante la hipnosis depende en buena medida de que el cliente

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ponga en marcha ciertos recursos, que son similares a otros muchos actos de la
vida cotidiana.

d)Por lo tanto, la hipnosis implica reacciones de la vida cotidiana, que se activan o


desactivan a voluntad en un momento concreto.

e)Desde este punto de vista, la hipnosis es una forma de autocontrol, si bien requiere
de menos esfuerzo consciente por parte de la persona para regular ciertos
comportamientos.

f)Estar hipnotizado no implica alcanzar un trance o estado alterado de conciencia,


salvo excepciones, sino tener la mente preparada para poner en marcha los
recursos que también en la vida cotidiana nos llevan a activar respuestas que
percibimos como automáticas.

Tales puntos se basan, como se ha indicado, en la investigación experimental sobre la


hipnosis, desde una perspectiva cognitivocomportamental, en la que las respuestas a la
sugestión hipnótica son intencionales pero también automáticas (teoría del set de
respuesta (Lynn y Kirsch, 2005). Automatismo significa menor esfuer zo volitivo y un
menor consumo de los recursos atencionales. En ningún caso significa que la persona no
emita nada de esfuerzo, o no consuma ningún recurso atencional.

En última instancia, la persona evocará una respuesta ante un contexto que


generalmente no activaría tal respuesta. En este sentido, lo que ocurra bajo hipnosis será
una respuesta controlada, pero automática. Finalmente, la presentación que se describe
más abajo, se basa, también, en las teorías de expectativa de respuesta de Kirsch (1993),
así como en la dramatúrgica y el concepto de auto-engaño (Coe y Sarbin, 1991),
atribución errónea, y conducta dirigida a un objetivo y regulada por normas (Spanos,
1991; Gorassini, 1999).

Para realizar la presentación cognitivo-comportamental, se proporciona al usuario un


reloj de cadena, o algo que pueda funcionar como un péndulo. El terapeuta indica que va
a realizar un ejercicio, explicándole (y modelando) en qué consiste: con el brazo
dominante estirado hacia adelante (o, flexionado por el codo, apoyándolo en una mesa)
se sujeta el péndulo. En ese momento se pide al reloj que realice movimientos circulares,
u oscilaciones en distintas direcciones. Cuando el reloj se mueve tal cual lo pide el
terapeuta (trazando círculos o líneas rectas en distintas direcciones), se solicita al paciente
que se fije en la mano del terapeuta, para que observe que, aparentemente, no se da
ningún movimiento en los dedos, la mano o el brazo. Finalizado el ejercicio, el terapeuta
indica que ha funcionado enseguida porque tiene experiencia en el ejercicio, y pide al
cliente que haga lo mismo más o menos de la siguiente forma:

Terapeuta (T): Ahora coloca el brazo como lo he hecho yo, dejando el

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péndulo quieto. Muy bien. Pídele al reloj que haga algo, como trazar círculos, u
oscilar de izquierda a derecha, o de delante a atrás. Pídele lo que quieras, menos
que suba hacia el techo. A mí nunca me ha funcionado eso y, si ocurriera, me
daría un buen susto. Tampoco le pidas que te dé las claves de la lotería, o de las
quinielas, que trace triángulos o que solucione todos tus problemas (dicho esto con
sentido del humor) ¿Qué le vas a pedir? (el cliente responde y el péndulo se
mueve). ¡Ajá, estupendo! Veo que eres hábil para esto. ¿Por qué crees que se ha
movido el reloj?

Cliente (C): No sé, se ha movido él solo. ¡Es increíble! Pero quizá haya sido
yo, y no me he dado cuenta.

T: Sí, es divertido. Hazlo otra vez, pero ahora observa detenidamente tu mano
(el reloj se mueve). ¿Observas algo?

C: (normalmente dicen que nada pero puede que alguien conteste como sigue)
Creo notar movimientos muy pequeños en mi mano. ¡Pero no lo hago adrede!

T: ¡Exacto! ¿Sabes lo que es esto (se le muestra el péndulo)?

C: ¡Claro!, un péndulo.

T.Sí, pero no exactamente (en ese momento el terapeuta toma el péndulo muy
cerca del reloj o el peso, y le pide que se mueva. El péndulo apenas lo hace). ¿Ves
lo que ocurre cuando acorto la cadena?

C: Que no se mueve el péndulo.

T.Exacto. Ahora tomo el péndulo por la mitad de la cadena y le pido que se


mueva... ¿qué ocurre ahora?

C: Que se mueve un poco más.

T. ¿Y si usara una cadena el doble de larga que la que tiene el péndulo?

C: (normalmente responde) Que se movería mucho más.

T: Eso parece deducirse, pero lo que ocurriría es que casi no se movería o


estaría quieto. ¿Sabes por qué? Porque pesaría tanto que los movimientos
imperceptibles que tu brazo y tu mano hacen cuando le pides al péndulo que se
ponga en movimiento para poder moverlo, no podrían con él. Es decir, el péndulo
en este caso funciona como un amplificador, de modo que esos movimientos casi
imperceptibles, tanto que ni los observas en mí, ni en ti, se amplifican al final del
péndulo, y por eso observas los movimientos. Pues la hipnosis es, en parte, esto.

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Cuando le pides al péndulo que se mueva, en realidad lo que ocurre es que tu
cerebro se dice a sí mismo: cerebro, coge el péndulo, pon el brazo en posición,
pídele al péndulo que se mueva, muévelo, y no te enteres de que lo mueves. El
cerebro interpreta lo que quieres, y hace lo que tiene que hacer, sin más
preocupación por tu parte. De hecho, si trazaras un círculo, y dentro de él líneas
horizontales y verticales que se cruzaran, como en la rosa de los vientos, con sólo
mirar la dirección de las líneas verías que el péndulo se mueve en esa dirección. El
cerebro genera por sí mismo esa ilusión de que el péndulo se mueve por sí mismo
(se denomina ilusión del péndulo de Chevreul).

Como ves, esto funciona como otras cosas que hacemos habitualmente: es
voluntario pues tú coges el péndulo y le pides que se mueva voluntariamente, pero
es también automático, ya que no tienes que preocuparte de nada más. Tu cerebro
lo hace por ti. Es similar a, por ejemplo, el mero hecho de hablar, que es
voluntario, pues lo inicio cuando lo deseo (el terapeuta calla unos segundos), pero
no tengo que buscar las palabras para hablar: brotan sin pensar en ellas. En este
sentido, el hablar es automático. Si tuviera que hablarle en otro idioma que no es
tan familiar para mí, tendría que pensar buscando en mi memoria muchas de las
palabras; sería algo voluntario, pero no automático. La hipnosis es algo parecido a
cuando hablamos en nuestro idioma: experimentarás reacciones voluntarias, pero
automáticas. ¿Comprendes lo que le te quiero decir?

C: Sí, creo que sí: es como andar, que es voluntario pero automático a la vez.
¿No?

T: Eso es. Ahora vamos a hacer otro ejercicio. Coloca el brazo en posición de
nuevo, y pide al reloj que se mueva en una dirección concreta (el reloj se mueve).
Ahora piensa en que lo que haces es realmente una estupidez, un juego sin
sentido, que estás haciendo el ridículo... o simplemente piensa en lo que tienes que
hacer urgentemente en casa o el trabajo (el reloj suele detenerse)... ¿Observas lo
que ocurre? Sin darte cuenta dejas de mover la mano y el reloj se detiene. A esto
le llamamos interferencia. Generalmente la palabra interferencia tiene
connotaciones negativas: una interferencia no nos deja ver la TV, o nos impide
usar el teléfono móvil. Si alguien interfiere con nuestras actividades, es que nos
obstaculiza la consecución de un objetivo. Pero para mí, en este caso, una
interferencia es algo positivo. Sabes por qué (si el paciente no responde): porque
me demuestra que eres una persona activa y que controla en todo momento lo que
ocurre en hipnosis. Si algo te disgusta o no te parece oportuno, puedes interferirlo
y detenerlo. Cuando alguien está hipnotizado no pierde el control. Las reacciones
que experimenta son automáticas ya que tú le pediste al reloj que se moviera, no a
tu mano que moviera el reloj. Sin embargo, el cerebro entendió la instrucción y
por sí mismo activó los movimientos de la mano; pero son también voluntarias, ya
que tú mimo iniciaste la respuesta, pero también la has detenido. Es decir,

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estuviste de acuerdo en pedirle algo al reloj, y éste se detuvo en cuanto pensaste
que era una estupidez o dejó de interesarte. ¿Entiendes lo que quiero decir?

C: Sí, me parece que sí, que tengo que colaborar, aunque no me dé cuenta de
cómo hago las cosas.

T: Sí, justo. Pero permíteme que hagamos un ejercicio más: coloca de nuevo
el brazo y pídele al péndulo que se mueva; pero pídeselo como si dependiera tu
vida de ello, con impaciencia, exigencia ¡Pídeselo ya! (el cliente lo hace, pero el
reloj no se mueve). Fíjate: ésta es otra forma de interferencia. Si pretendes
experimentar algo y estás muy pendiente, exigiendo con impaciencia que ocurra, es
muy probable que no ocurra. ¿Recuerdas lo que te comenté sobre la ley del efecto
inverso? Si esperas demasiado de la hipnosis, creyendo que no has de hacer nada
y que todo ocurre sin ningún tipo esfuerzo, es muy probable que no experimentes
nada. Pero como lo fuerces, es incluso peor. La regla de oro en hipnosis es: sólo
deja que las cosas ocurran, no fuerces ni supervises, sólo deja que tu cerebro, tu
mente, funcionen por sí mismos, sólo deja que ocurra lo que tiene que ocurrir.
Como te dije antes, es como cuando queremos acordarnos de algo que tenemos en
la punta de la lengua: cuanto más queremos recordar, más en blanco se nos queda
la mente, y cuando no fuerzas, entonces recuerdas. ¿Te ha ocurrido antes algo
parecido?

C: Sí, muchas veces. Creo que voy entendiendo lo que significa estar
hipnotizado.

T. ¡Estupendo! Hace un momento te he dicho que la interferencia es algo


positivo para mí. No obstante, existen algunas interferencias que serían
inadecuadas. ¿Sabes cuáles son?

C: No. No sé a qué te refieres.

T: Me refiero a que mantengas silencio y no me comuniques que, por la razón


que sea, no estás a gusto o de acuerdo con algunas sugestiones, o con las cosas
que hagamos para ir superando el problema que quieres solucionar. Y ¿por qué
crees que no es positivo?

C: (tras pensar un momento) ¿Porque no me comunico contigo?

T.Muy bien. No es positivo, porque implicaría que se ha interrumpido nuestra


comunicación. En tal caso ambos estaríamos perdiendo el tiempo (y si el cliente es
el que paga el tratamiento), y tú, además, el dinero. ¿Entiendes lo que te quiero
decir?

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C: Sí, creo que sí.

T.Pero todavía quiero preguntarte algo más: si deseases interferir con las
sugestiones o la terapia ¿Cómo crees que lo harías?

C: Pues no sé, no creo que lo haga.

T: Probablemente no, pero haz un esfuerzo e intenta imaginar qué harías.

C: Creo que pensar en otra cosa, no seguir las instrucciones, o no aportar


ninguna idea para buscar soluciones.

T: Entiendo. Te voy a pedir un favor: si descubres que estás haciendo algo de


lo que me acabas de decir, dímelo en seguida. De lo contrario se rompería la
comunicación, perderías la confianza en mí, y yo no podría ayudarte. Como te he
comentado hace un momento, sólo estaríamos perdiendo el tiempo. ¿De acuerdo?

C: De acuerdo, lo intentaré.

T.Bien, ahora quiero explicarte algo más. Sé que ya has comprendido lo que
puedes esperar de la hipnosis, pero aún quisiera que nos pusiéramos de acuerdo en
algo más. Te aseguro que todo el tiempo que invertimos en esta conversación lo
ahorraremos des pués, al no haber malentendidos. Comenzaré por preguntarte si te
gustan las películas de terror.

C: Sí (en el caso de que el paciente indicase que no, que le da miedo, se


adapta el resto de la presentación eliminado lo que corresponda. Si el paciente no
tiene miedo a las películas de terror, pero sí experimenta pena, tristeza, rabia, etc.
con algunas películas, se adapta a ese tipo de películas. Si no le gusta el cine,
pregúntese por teatro, novelas o series televisivas, y se adapta a esas preferencias).

T.Imagina que yo soy un extraterrestre y te estoy observando desde mi nave


cuando la película está en alguno de sus momentos álgidos. ¿Qué observaría en ti?

C: Taquicardia, sudor en las manos, sensación de peligro. Noto tensión,


miedo...

T: Si fuera el extraterrestre e introdujera en mi ordenador tus reacciones, el


ordenador diría que tienes miedo, eso es. Si le pregunta al ordenador qué es miedo
le contestaría que es una reacción de alarma ante un peligro inminente o amenaza
de peligro, ¿es así?

C: Sí, incluso a veces, aunque me guste la película, dejo de mirar las escenas
más terroríficas.

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T.Ahora el extraterrestre se preguntaría dónde está la fuente de peligro o
amenaza y, al introducir los datos en su ordenador, le contestaría que en una sala
de cine. Y al preguntarle qué es una sala de cine le diría que un lugar donde se
proyectan películas, que son ficciones o narrativas como los cuentos o las novelas,
¿no? ¿Crees que pensaría que te asustas de algo que sabes que es irreal, una
fantasía, una mentira? Si te ha visto pagar la entrada, concluiría que inviertes
dinero en pasar miedo provocado por una ficción que sabes que lo es. ¿No te
parece que pensaría que eres poco inteligente?

C: Mirado así (risas), pues sí, es cierto.

T: Pero realmente no es así. El cine es un arte. Tú sabes que existe un


director, actores, cámaras, un guionista, etc. Y que todo es como un cuento.
¿Cierto?

C: Sí, por supuesto (risas).

T.En otras palabras, tú, tu cerebro, sabes que no hay que pensar en que todo
es una fantasía, y te implicas en la historia que te están contando. De forma no
consciente "olvidas" que existe todo un equipo que ha rodado la película, y que en
la pantalla sólo observas el efecto de unas luces reflejando fotogramas. En el
fondo es un gran esfuerzo, ya que debes "olvidar" algo que es obvio.

C: En efecto, pero no me supone esfuerzo, salvo que la película esté muy mal
hecha.

T Correcto. El caso es que, cuando miras una película que te interesa,


experimentas reacciones intensas y automáticas, aunque enriquecedoras para ti. A
pesar de que sabes que todo es falso, te dejas llevar por lo que te propone el
director de la película, y te acaecen emociones intensas. Incluso muestras
comportamientos como sobresalto, taparte los ojos, llorar, etc. ¿Es así?

C: En general, sí.

T: Pues, en el fondo, la hipnosis funciona de forma parecida: en ocasiones yo


seré el director de la película (si yo te hipnotizo y te doy las sugestiones hipnóticas)
y en otras tú mismo (con la autohipnosis). Yo te propondré que experimentes
ciertas cosas, de las que sabrás que no son verdad (como que no puedes levantar
tu brazo o que olvidas algo). Pero que si dejas que las cosas ocurran (como en el
cine), ocurrirán. Esas reacciones pueden ser a veces muy intensas, pero siempre
estarán bajo tu control. De hecho, ¿qué haces tú u otras personas cuando no
desean ver ciertas secuencias de una película de terror?

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C: Miro hacia otro lado, o me voy de la butaca, a veces me tapo la cara y veo
entre mis dedos. Hay gente que hace lo mismo que yo. A veces pienso que todo es
mentira y me distancio del argumento.

T.Eso es. ¿No te parece que esos comportamientos son como interferencias?

C: Pues ahora que lo dices, sí.

T Ir al cine es un acto voluntario, como "olvidar" que todo es fantasía y


permanecer atento a la pantalla. Las reacciones que experimentas son automáticas,
como el miedo, la alegría o la pena que te generan las imágenes. Pero todas esas
reacciones están bajo tu control. Sólo tienes que evitar ir al cine, o dejar de
atender a lo que el director te propone. Incluso puedes abandonar la sala. Pues
bien, la hipnosis es como un cuento, una película. Lo que ocurre en hipnosis es
voluntario y automático a la vez: tú puedes no iniciar los procesos para
experimentar ciertas reacciones, o puedes interferirlo. Depende de ti. Si te gusta el
guión que te propongo, podrás experimentar sensaciones y reacciones intensas,
enriquecedoras, y que te ayudarán a solucionar el problema que me has planteado.
Si decides que la historia no es de tu interés, simplemente no la escuches, pero
recuerda decírmelo. ¿De acuerdo?

C: Sí. No había pensado nunca que la hipnosis funcionara de esta forma. Creo
que ahora entiendo por qué, sin perder el control, puedo sentir que hago cosas
como si no las hiciera yo voluntariamente.

T: Que reacciones ante escenas de cine con miedo, pena, tristeza, incluso que
llores, o te bajen el ánimo, ¿dice algo sobre tu nivel intelectual o tu inteligencia?

C: No creo. ¿A qué te refieres?

T: Me refiero a que a cada uno le gusta un tipo de cine. Si a alguien le gustan


directores y películas de alto nivel (como Orson Welles, Visconti, o Bertolucci),
cine que se denominaba de "arte y ensayo", ¿qué opinarás del nivel cultural e
inteligencia de la persona que disfruta con él?

C: Quizá que es una persona culta e inteligente.

T: Y si alguna película de baja calidad, lo que se denominaba "serie B" aunque


resulte distraída, alguien piensa que es una obra maestra, ¿qué opinarías de su
nivel cultural?

C: Creo que nada, pero quizá que no es alto.

T: Pues es como la hipnosis: responder a las sugestiones en sí mismo no dice

77
nada sobre ti, ni bueno ni malo. Dependería del modelo de hipnosis que te
presentara, de las razones que te diera sobre cómo funciona. Las que te estoy
dando están sustentadas en investigación científica. Pero si te dijera que la hipnosis
funciona porque tengo un poder telepático y paranormal, que uso para entrar en
contacto con extraterrestres, y que ellos envían ondas magnéticas a tu hipófisis, y
por eso notas los efectos de la sugestión, y tú te lo creyeras, realmente sí que
podría ocurrir que fueras una persona crédula y no muy formada. En otras
palabras, responder a las sugestiones hipnóticas, sólo indica que respondes a las
sugestiones hipnóticas, no que eres tonto, crédulo, débil mental o loco.

C: Creo que entiendo lo que me quieres decir.

T: Pues dime qué has aprendido de todo esto (el cliente debe mencionar que la
hipnosis implica actos voluntarios y automáticos, que se basa en una ficción o
cuento - narrativa - pero que lo que experimente como resultado de las sugestiones
es real y genuino; que tiene que colaborar sin forzar para que la sugestión tenga
efecto, y que ser hipnotizable no es intrínsecamente ni positivo ni negativo).

T.Correcto, si lo deseas, podemos comenzar con unos ejercicios que nos


darán información sobre tu nivel actual para responder a las sugestiones
hipnóticas.

C: De acuerdo, estoy deseando experimentar lo que es estar hipnotizado.

Como puede observarse, la presentación de la hipnosis que proponemos liga la


hipnosis a la vida cotidiana (Capafons, 2001). Así mismo, desmitifica las creencias de
que las personas hipnotizables son ignorantes, estúpidas o enfermas mentales; o que la
hipnosis es peligrosa para el hipnotizado, o que provoca un estado alterado de
consciencia diferente a los que se experimentan a lo largo del día, en el cual podría
quedar atrapado la persona. Más aún, esta presentación conceptualiza a la hipnosis como
una forma de auto-control, lo que generalmente dificulta la dependencia del paciente
hacia el terapeuta, o que la persona siga teniendo miedo de perder el control. En este
sentido, es mucho más probable que el cliente desee continuar con el proceso de
evaluación de la sugestionabilidad hipnótica, sin demasiadas reticencias, y con creencias y
expectativas más adecuadas sobre la hipnosis. La investigación dice que esto parece ser
así, especialmente si debe usarse después un modelo basado en hetero-hipnosis
(Capafons et al., 2006).

Además, usar la ilusión del péndulo de Chevreul nos es útil para conocer aspectos
relevantes del paciente a la hora de hipnotizar. En algunas culturas el péndulo tiene
connotaciones mágicas y se asume que sirve para contactar con espíritus y el paciente no
quiere realizar el ejercicio (algo que nos ha ocurrido en Brasil, por ejemplo, y en España,
relacionado el péndulo con una aguja unida a un hilo, instrumento que se usa para

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"averiguar" el tipo y cantidad de descendencia que tendrá una persona). Este modelo
mágico-demonológico puede interaccionar con los mitos de la hipnosis y aconsejar no
seguir adelante con ella, y buscar otras alternativas terapéuticas.

Por otro lado, si el péndulo no se mueve nada, nos indica que bien la persona es
ínfimamente sugestionable (el terapeuta dijo al principio que el péndulo se movía sin
dificultad porque el terapeuta tenía práctica, pero realmente no hace falta esa práctica
para que casi todo el mundo consiga experimental esa ilusión), lo que nos debería hacer
pensar en la conveniencia, o no, de seguir con las sugestiones. Otra posibilidad es que el
paciente esté interfiriendo de cualquiera de las formas que se han indicado, lo que
aconsejaría explorar más las posibles creencias y actitudes hacia la hipnosis más
detenidamente. Si el péndulo se mueve, pero la persona se asusta, de nuevo tenemos
información preciosa para investigar qué miedos se encuentran detrás del susto del
paciente.

Considerado todo lo anterior, el siguiente paso es hacer una evaluación de la


sugestionabilidad hipnótica del usuario, de modo que podamos obtener más información
valiosa sobre sus actitudes, colaboración y habilidades hipnóticas.

5.3. Evaluación de las respuestas que el usuario da a las sugestiones hipnóticas

La evaluación de la sugestionabilidad hipnótica en la práctica clínica aplicada es un tema


controvertido (Lynn et al., 2010). Algunos autores piensan que la aplicación de escalas
psicométricas a tal fin debe incluirse como una parte más de la evaluación general del
cliente (Barnier y Council, 2010). Otros piensan que tal evaluación es poco útil, en
general, pues la sugestionabilidad hipnótica puede modificarse, y el proporcionar
experiencias de fracaso (muy probables con las escalas habituales) al inicio de la terapia
no parece lo más aconsejable (Capafons, 2001; Chaves, 1996). En general, parece
conveniente que la evaluación inicial se realice sin estar la persona hipnotizada, y como
una forma de evaluar la colaboración y confianza del cliente en el terapeuta y en la
propia hipnosis. Realmente la actividad del terapeuta debe dirigirse sistemáticamente a
confirmar al cliente que no existen riesgos, y que es altamente probable que pueda
responder con éxito a las sugestiones. Por lo tanto, lo que realmente se evalúa en esos
momentos del proceso terapéutico es la actitud hacia la hipnosis y el terapeuta. Ya se ha
comentado que la investigación indica que mejorar las expectativas y actitudes hacia la
hipnosis es, probablemente, una de las claves para incrementar la eficacia de la
intervención basada en su uso.

Los ejercicios de evaluación que se relatan más adelante, se realizan sin inducción
previa hipnótica (Capafons, 2001; Capafons et al., 2008), ya que existe una alta
correlación entre sugestión hipnótica y sugestión "despierta" (alrededor del 64% de la
varianza [Kirsch y Council, 19921), y porque cualquier fracaso puede atribuirse a la falta
de entrenamiento, o a que se realizan sin estar la persona hipnotizada. Además, es útil

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para que el cliente vaya familiarizándose con El Modelo de Valencia de Hipnosis
Despierta o la hipnosis despierta en general (Alarcón y Capafons, 2006; Capafons, 1999;
Capafons y Mendoza, 2009; Capafons y Mendoza, 2010b). Este modelo proporciona un
esquema general o secuencia de intervención que debe adaptarse a las características,
circunstancias y problema del paciente, se muestra en el cuadro 5.1.

El primer ejercicio de evaluación puede ser el balanceo postural, sugerido con


sugestiones directas y repetitivas. El usuario debe estar con los ojos cerrados, los pies
juntos y el cuerpo relaja do. A continuación se le dice con voz monótona, firme, pero
agradable: "Céntrate en mi voz y escucha con atención: nota cómo te balanceas, te
balanceas, te balanceas... cada vez más y más... más y más... eso es... abre los ojos y
deja de balancearte".

Cuadro 5.1. Secuencia de intervención según el Modelo de Valencia de Hipnosis


Despierta

80
Si tras escuchar la sugestión del terapeuta, el cliente balancea ligeramente, es que no
está interfiriendo o bloqueando sus reacciones, ya que ese movimiento es el esperable sin
intervención alguna de la sugestión. La posición descrita es, pues, importante, ya que
provoca balanceo por sí misma. Si el cliente balancea ostensiblemente, incrementándose
a medida que reiteramos la sugestión asumiremos que está colaborando y
experimentando el efecto de la sugestión. Si el cliente no balancea, es altamente probable
que esté resistiéndose. En este caso, podemos preguntarle qué le sucede, si tiene algún
miedo, reticencia; si no cree que la sugestión pueda funcionar. Para ello, le indicaremos
que todas las personas balancean ligeramente en ese ejercicio, salvo que lo bloqueen.
Aclarados los problemas, se realiza el ejercicio de nuevo. Si no balancea, dejaremos la
evaluación y revisaremos a fondo nuestra relación terapéutica con el cliente. Si
definitivamente la persona no es capaz de balancearse lo más mínimo, cejaremos en el
intento de aplicar hipnosis y aplicaremos nuestra intervención sin las sugestiones
hipnóticas.

Si, por el contrario, la persona es capaz de balancearse en los términos descritos,


pasaremos a realizar el segundo ejercicio: la caída hacia atrás. En este ejercicio se puede
apreciar aún más la confianza que el usuario ha depositado en el terapeuta, pues será él
quien sujetará al paciente para evitar que caiga al suelo. Así pues, se pide al paciente que
se coloque en la misma posición del ejercicio anterior. Pero antes de dar las sugestiones
de caída, haremos algunos ejercicios para que pueda comprobar que el terapeuta va a
ayudarle, y que el propio cliente tendrá la información necesaria para controlar en todo
momento lo que pueda ocurrir. Para ello, el terapeuta puede decir más o menos lo
siguiente: "Ahora quiero que compruebes que en todo momento vas a saber dónde estoy
y que desde ese lugar puedo sujetarte sin problemas (el terapeuta se coloca detrás y a
una distancia considerable del cliente). Dime, ¿Estoy delante o detrás? ¿Cerca o lejos
para poder sujetarte? (el cliente contesta adecuadamente, generalmente sonriendo).
¡Estupendo! ¿Y ahora? (el terapeuta va cambiando de posición: detrás más cerca, al lado,
delante cerca, más lejos, etc.)".

De esta forma, el cliente está comprobando que el terapeuta procura por todos los
medios transmitirle su voluntad de no engaño, su proximidad como profesional que
intenta ayudarle, y una cierta jocosidad para desdramatizar los problemas que aquejan a
la persona.

A continuación el terapeuta prosigue del siguiente modo: "Ahora me voy a colocar


detrás de ti. Y para que no te quede ninguna duda de que puedo sujetarte y evitar que
caigas al suelo, ahora te pido que te dejes caer hacia atrás voluntaria e intencionalmente"
(el cliente se deja caer y comprueba que el terapeuta puede con él. En caso de que las
envergaduras de los cuerpos sean muy desfavorables al terapeuta, éste deberá buscar
sustento apoyándose en una pared, incluso solicitando ayuda a otro terapeuta que sí
pueda sujetar al cliente).

81
Posteriormente, el cliente adopta una vez más la postura, y el terapeuta le dice con
un tono de voz similar al del ejercicio anterior: "Dentro de un momento tocaré tus
hombros ligeramente. Cuando lo haga, notarás que pierdes el equilibrio, como si algo
tirara de ti o te empujara hacia atrás, y caerás. Recuerda que yo estaré ahí para sujetarte.
Deja que las cosas ocurran y ocurrirán. (El terapeuta toca los hombros del cliente) Nota
el desequilibrio, y observa cómo caes, caes, caes... hacia atrás, caes hacia atrás... atrás
(el cliente cae sin más, el terapeuta lo sujeta, y le ayuda a colocarse en posición erecta y
estable). ¡Muy bien! Abre los ojos y dime qué has notado (el cliente responde,
generalmente sorprendido y satisfecho)".

Como el paciente ha caído hacia atrás concluiremos que está colaborando y confía.
Si además indica que sintió el desequilibrio, asumiremos que experimentó la reacción
subjetiva sugerida. En ocasiones, el cliente ni siquiera balancea en este segundo ejercicio,
o empieza a caer hacia atrás, pero recupera la posición. Al realizarse la caída hacia atrás
en la misma posición que el balanceo postural, si el usuario no balancea nada,
pensaremos que no confía lo suficiente en la hipnosis, ya que la caída hacia atrás entraña
un mayor abandono por parte del cliente en manos del terapeuta, y particularmente si se
dejó caer intencionalmente cuando se lo pedimos momentos antes. Parece claro que en
este caso no desconfía del terapeuta, sino de la sugestión hipnótica, ya que es la única
diferencia entre ambos ejercicios.

Por otro lado, no es infrecuente que el cliente muestre un marcado desequilibrio,


ante el cual coloca una pierna hacia atrás para evitar la caída. Ello se interpreta como que
el cliente sí ha experimentado la sugestión pero la ha interferido. En ambos casos, de
nuevo estamos observando la colaboración y la actitud hacia el terapeuta y la hipnosis. Si
el paciente no balancea nada o evita la caída debemos preguntar y evaluar los motivos de
su desconfianza. Aclaradas las dudas, al igual que se hizo en el ejercicio del balanceo
postural, se repite una vez más la sugestión de caída hacia atrás. Si todo va bien (el
cliente cae confiadamente), se prosigue con la evaluación. En caso contrario, de nuevo se
revisa la relación terapéutica, para solucionar las interferencias. Si ello no es posible, se
plantea la conveniencia del uso de la hipnosis.

Sin embargo, antes de abandonar este proceso, conviene realizar estos ejercicios,
apelando directamente a la imaginación. Cier tos pacientes manifiestan una
preferencia/necesidad de usar imágenes para notar las reacciones sugeridas. Por ello,
podemos realizar un ejercicio que incluya a los dos descritos, en el que se sugieran las
reacciones a través de una narración que implique el uso de la imaginación. Así pues, se
pide al paciente que imagine que el terapeuta tiene un imán muy poderoso en la mano, y
que pasa ese imán alrededor de la cabeza, que deviene, a su vez, imantada. Así, en un
momento dado, el terapeuta indica que el imán se desplaza hacia la izquierda atrayendo
al paciente hacia ese lado, luego a la derecha, hacia adelante, hacia atrás (movimientos
del balanceo postural). Finalmente, el imán tira del paciente tan fuerte hacia atrás que el
usuario pierde el equilibrio y cae (sujetándolo el terapeuta, naturalmente, tal y como

82
hemos indicado). Si observamos mejores respuestas cuando aplicamos la visualización
del imán, asumiremos que ese paciente funciona mejor con imaginación, por lo que
deberemos tenerla en cuenta a la hora de dar las sugestiones.

A continuación, se realizará un ejercicio en el que, a través de un truco


(Weitzenhoffer, 1989), evaluaremos un mayor grado de la confianza del usuario. A éste
se le pide que enrolle los ojos, tratando de mirar algo que está encima de su cabeza, pero
sin levantarla. Es decir, se dice al cliente que intente imaginarse que una línea imaginaria
divide horizontalmente sus ojos en dos partes. El usuario debe tratar de subir el iris por
encima de esa línea imaginaria (en eso consiste el enrollamiento ocular). Cuando lo ha
conseguido, se le pide lo siguiente: "Ahora, escúchame atentamente: sin bajar los ojos,
cierra los párpados. Es esa posición, manteniendo los ojos arriba, intenta abrir los ojos y
observarás que te resulta imposible (estamos aplicando un ejercicio de reto). Cuanto más
intentes abrirlos, más difícil será (con tono de voz firme, pero amable). ¡Inténtalo y
observarás que es imposible!".

Si el usuario no los abre, le pediremos rápidamente (para evitar algias oculares) que
baje los ojos y que abra los párpados. A continuación le preguntaremos cómo se siente.
Generalmente la respuesta es de tranquilidad y sorpresa. Aún así, y especialmente si no
es ese el caso y el cliente se siente atemorizado por la supuesta pérdida de control, le
explicaremos que hemos usado un truco como el del brazo, pues es prácticamente
imposible abrir los párpados teniendo los ojos en esa posición. Como mucho se observa
el blanco del ojo, excepto en algunos pocos clientes que sí pueden abrir los ojos en esas
circunstancias. Seguidamente, se le valorará positivamente la confianza que ha
depositado en el terapeuta al realizar todos los movimientos que se han solicitado y por
seguir las instrucciones sin interferirlas.

Si, por el contrario, abre los ojos, no se explica aún el truco, y se le pregunta por sus
reticencias, evaluándose si entendió bien las instrucciones. Si no fuera ese el caso, se
explican detenidamente los pasos y se repiten. Si la razón para abrir los ojos fue el
miedo, se vuelve a detener la evaluación de la sugestionabilidad a la hipnosis, y se
comentan las posibles causas de la desconfianza. Si se superan estas dificultades, se
repite el ejercicio, para explicar finalmente que fue un truco, y se recuerda al paciente
que los trucos siempre se explicarán, y que se usarán en el tratamiento para mejorar las
respuestas a las sugestiones, convirtiéndolos en instigadores de las respuestas sugeridas.
A veces, es difícil para el paciente el enrollar los ojos y mantenerlos así mientras cierra
los párpados. Para ello, podemos pedirle que haga como si intentase mirar algún punto de
la pared que esté detrás de él y hacia arriba, lo que le obligaría a enrollar los ojos para
poder ver el punto. A continuación, le pedimos que sin desenrollar los ojos, baje los
párpados, tratando de imaginar que su cráneo es transparente y que puede mirar a través
de él. Si muestra mucha dificultad en enrollar los ojos, o nota molestias, dejaremos el
ejercicio, y ya sabemos que este cliente en concreto no será un buen candidato para usar
los métodos de inducción que exijan este enrollamiento ocular, como los de Perfil de

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Inducción Hipnótica (Enrollamiento Ocular) de Spiegel y Spiegel (1987; 2006), e
Hipnosis Instantánea de Barabasz y Barabasz (1996).

Una vez el cliente consigue realizar bien el ejercicio, se le indica que todo lo que ha
hecho se aprovechará durante las siguientes sesiones, y se pasa al tercero y último de los
ejercicios de evaluación: el apretón de manos. Éste es un ejercicio motor de reto que
exige más habilidad hipnótica que el anterior, ya que el cliente necesita experimentar una
sugestión, mientras que en el anterior sólo necesita colocar los ojos en una posición
determinada. Así se dice al cliente: "Trenza los dedos de tus manos entre sí, y ponlas en
posición de oración o súplica, doblando los brazos por los codos, y llevándolos
ligeramente hacia adelante. Ahora cierra los ojos, si lo deseas, o mira fijamente a los
míos, para poder concéntrarte mejor. Dentro de un momento te sugeriré que tus manos
están muy, muy pegadas, tanto que intentarás separarlas y te resultará imposible hacerlo.
De hecho, cuanto más intentes separarlas, más y más se pegarán. Escúchame con
atención, tus manos se están pegando... se pegan y se pegan..., están completamente
pegadas, selladas y pegadas, la una contra la otra. Intenta separarlas y observarás que te
resulta imposible hacerlo... imposible..., cuanto más intentas separar las manos, más y
más se pegan, más y más se pegan... (con voz firme, pero amable). ¡Inténtalo y
observarás que es imposible separar las manos!".

Si el cliente no puede separar las manos, se le dice rápidamente que ya puede


hacerlo y que las separe. Generalmente el paciente no suele mostrar sobresalto, aunque sí
sorpresa. Si éste es el caso, y especialmente si se asustase, se le explica el mecanismo por
el que ha funcionado el ejercicio (no aflojar los dedos mientras se intenta separar las
manos por la parte superior donde los dedos se entrelazan), indicándosele que la
probabilidad de que responda bien a las sugestiones terapéuticas es muy elevada, pues ha
activado la respuesta de tensión en las manos, y no la ha interferido. De hecho, es
importante dar esta explicación pues la correlación de estos ejercicios motores de
sugestión primaria (ideomotora) con sugestionabilidad hipnótica es elevada, si bien
depende de las explicaciones que se dan a los participantes.

En caso de que el paciente fracase, se le pregunta si experimentó la tensión en los


dedos, y que sus manos se pegaban. Si es así, se le pregunta por las razones que le
llevaron a separar las manos, razones que suelen estar relacionadas con la creencia de la
pérdida de control voluntario. Si eso es lo que teme el paciente, se le explica cuál es el
"mecanismo", así como que lo importante es experimentar la tensión y evitar interferir
con ella, repitiéndose el ejercicio. Si el cliente puede experimentar la tensión en las manos
y en los dedos, y no interfiere, el ejercicio de reto será superado fácilmente.

Si la razón fue que el paciente no experimentó ninguna reacción, se realiza el


ejercicio usando la imaginación, describiendo un pegamento o cola especial que une
firmemente las manos, e incluso se realiza un conteo ascendente para que note
paulatinamente la reacción ("Voy a contar de 1 hasta 5. A medida que me acerque al

84
cinco, observarás que tus manos se pegan más y más. Cuando llegue al cinco intentarás
separarlas y no podrás"). Si todo falla, se le indica que, al fin y al cabo está fuera de
hipnosis y que, con un poco de práctica y algunos ejercicios correctores, podrá realizarlo
bajo hipnosis, si fuera útil para el tratamiento. Es difícil que en este momento de la
evaluación el cliente muestre interferencias a estos ejercicios y las oculte. Generalmente,
el cliente nos podrá decir que no acaba de creer en el ejercicio, pues sabe que puede
separar las manos cuando lo desee. En este caso, se le recuerda la presentación
cognitivo-comportamental, y que efectivamente es falso que no pueda separarlas, salvo
que no interfiera. Si el cliente no interfiere y deja que su cerebro, su mente, funcione,
mientras note que las manos están rígidas y pegadas, no podrá separarlas.

Por lo tanto, el sistema de evaluación de la sugestionabilidad hipnótica que se ha


descrito es uno poco estandarizado, pero que aporta mucha información sobre las
actitudes y colaboración del paciente hacia la terapia. Así mismo, permite al terapeuta
transmitir mensajes esenciales para una buena relación terapéutica, como que las
respuestas a las sugestiones dependen más de la confianza que el paciente tenga en el
terapeuta y la hipnosis que de un rasgo del paciente; o que el responder a las sugestiones
puede aprenderse,y que no debe considerarse un fracaso el no responder a algunas de
ellas: siempre se pueden usar instigadores que permitan activar las respuestas deseadas,
para luego evocarlas ante las sugestiones. Finalmente, se vuelve a sugerir que la hipnosis
es una forma de auto-control, y que no responder a algunas sugestiones sólo plantea el
problema de cómo aprender más auto-control. Por lo tanto, el terapeuta transmite al
paciente que siempre hay una vía de solución a los problemas que puedan surgir, y que
depende de él, en buena medida, el encontrar la solución. Ello incrementará las
expectativas de respuesta y de resultado, así como la implicación en el tratamiento,
proporcionando un robusto sentido de control personal. Todo lo anterior redundará en un
más que probable incremento en las repuestas a las sugestiones tal como indica la
investigación (Gfeller y Gorassini, 2010). Por lo tanto, la forma de evaluación relatada
fomenta el desarrollo de un rapport sólido y una consistente relación terapéutica, bases
de buena parte de las intervenciones clínicas, con o sin hipnosis. En este sentido, el uso
de la hipnosis ayuda al terapeuta a lograr objetivos importantes del tratamiento, que
dificultan el abandono, y potencian la perseverancia del cliente en el intento de cambio de
comportamiento.

5.4. Seleccionar los procesos hipnóticos que deseen activarse

Una vez se tiene información que indica una alta probabilidad de poder responder a las
sugestiones hipnóticas, aunque sólo sea a las más fáciles, seleccionamos las principales
reacciones que pretenderemos activar con las sugestiones. En general, se necesitan dos
tipos de sugestiones: unas más similares a las sugestiones de prueba, y que cumplen las
funciones de comprobar que la persona ya está hipnotizada, y que la persona posee un
mayor control sobre sus reacciones de lo que sospechaba antes de acudir a la terapia. Por
ejemplo, antes de comenzar a dar sugestiones (o a darse el cliente a sí mismo)

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entroncadas con el problema particular del cliente, se pueden dar sugestiones que nos
indiquen hasta qué punto la persona está receptiva, con su mente activa y preparada para
evocar a través de la sugestión ciertas respuestas. Así podemos sugerir una levitación de
la mano, una inmovilidad corporal, disociación de partes del cuerpo, amnesia selectiva,
etc.

Un segundo tipo de sugestión incluye las que están substantivamente relacionadas


con el problema del paciente que se está tratando. Por ejemplo, en el caso de que la
hipnosis se vaya a usar para mejorar la tolerancia al dolor, podemos necesitar de la
distorsión del tiempo (ralentización y aceleración) para acortar (subjetivamente) los
momentos de intenso dolor, y alargar los periodos de no dolor. También podemos
necesitar sugestiones de analgesia, de relajación, de cambio de temperatura y de
disociación de un miembro. Incluso pueden requerirse reacciones "alucinatorias", como
cambiar el dolor de lugar y llevarlo a donde moleste menos (de la cabeza a la oreja, por
ejemplo), o escuchar una música analgésica, tal y como ya se ha comentado.

Para ello, debemos recordar y analizar todas las posibles reacciones sugestivas que
se han comentado en el capítulo 3, e ir seleccionado y adaptando las que nos parezcan
adecuadas para el problema y el cliente. Éste no es un proceso predeterminado. Depende
en buena medida de la creatividad del terapeuta y de su conocimiento del campo de la
hipnosis clínica. Exponer todas las posibles sugestiones que se han diseñado para las
distintas aplicaciones relatadas en el capítulo 4 ocuparía varios volúmenes enciclopédicos.
Por ello, parece más adecuado ilustrar algunos usos a través de un ejemplo, como es el
caso de la paciente con miedo a volar en avión.

Recuérdese que la dienta a la que nos referimos se activaba y tensaba mucho cuando
se sentía ansiosa. Es obvio que una de las sugestiones específicas debía ser la de
relajación, así como establecer una clave para lograr esa relajación cuando la necesitase.
Más aún, se seleccionaron sugestiones de calma, paz, bienestar, indiferencia (a los
posibles sobresaltos de las turbulencias, o expresiones de miedo de otros viajeros) y
alegría, que se activarían como formas de auto-refuerzo por ir superando el miedo al
avión, y como respuestas incompatibles con la ansiedad.

En esta misma dirección, las técnicas de control de pensamiento e imágenes


catastrofistas se plasmaron en auto-sugestiones de reto. Tales sugestiones fueron
similares a las siguientes: "cuanto más ocurra lo que temo (se adaptaba a las situaciones
ansiógenas que se describirán en el siguiente capítulo), menos imágenes y pensamientos
horribles tendré. Cuanto más intente pensar e imaginar lo que temo, menos podré".
Lógicamente, el reto se intentaba confirmar intentando centrarse en las imágenes y
pensamientos catastrofistas, para comprobar cómo desaparecían. Así mismo, se dieron
sugestiones de fortalecimiento del yo, para fomentar las expectativas de auto-eficacia.
Para ello se apeló a una metáfora que se relatará en el siguiente capítulo, y en la cual la
persona recibe una clave para comprobar que puede controlar su miedo y confusión. De

86
hecho, todas las sugestiones se basan en la idea central del entrenamiento en el manejo
de la ansiedad. En esta aproximación (Suinn, 1990/1993) los síntomas de ansiedad se
interpretan como estímulos discriminativos para activar la relajación, que deviene (y se
presenta al cliente) como un recurso o estrategia general de afrontamiento. En este
sentido, la cuenta aprendió un método de auto-hipnosis que le permitía auto-
sugestionarse bajo casi cualquier circunstancia. El disponer de ese método le ayudó a
incrementar sus expectativas de auto-eficacia, y a hacerle más creíbles las sugestiones de
fortalecimiento del yo como "soy capaz de hacerlo, dispongo de la fuerza interior
suficiente para superar esto y mucho, más. Me siento fuerte, segura, capaz. Cuanto más
se compliquen las cosas, más y más segura me sentiré; más y más bajo control
mantendré mis reacciones".

Desde esta perspectiva, las auto-instrucciones y demás estrategias de control de


pensamiento adoptaban una topografía de sugestiones (en las que la verbalización
conlleva que las reacciones son más automáticas y que consumen menos esfuerzo que en
las auto-instrucciones habituales [Sociedad Británica de Psicología, 20021).

Finalmente, se utilizaron sugestiones de distorsión del tiempo, para que éste pasase
muy rápidamente en los momentos de miedo intenso. Un ejemplo de este tipo de
sugestiones de distorsión del tiempo, más sugestiones que intentan adaptar la lógica del
entrenamiento en relajación aplicada e inoculación de estrés, más una sugestión de
"amnesia", sería la siguiente auto-sugestión: "Es posible que en algún momento sienta
miedo. Es normal, todo el mundo se descontrola en algunos momentos. Si el miedo me
supera, el tiempo pasará muy, muy rápidamente. Cada vez que tenga miedo por culpa del
avión, el tiempo pasará muy rápidamente... las horas serán como minutos... los minutos
como segundos... Y en cuanto me recupere, cuanto más taquicardia o sudor note, más y
más intentaré relajarme como aprendí en la consulta... cuanto más observe mis
reacciones de miedo, más y más intentaré controlarlo... y más y más me olvidaré de lo
que me preocupa".

Otro tipo de sugestiones se centraron en la proyección al futuro. Las sugestiones


captan la atención del cliente para que experimente como si fuera real una situación
futura. Por ejemplo, en la consulta la clienta puede imaginarse a sí misma feliz y
tranquila en el avión, haciendo los ejercicios de auto-hipnosis para relajarse, leyendo y
charlando tranquilamente, o verse caminando y disfrutando de la ciudad que desea
visitar, sin agobiarse por la vuelta en el avión, etc. Este mismo ejercicio puede realizarse
sin imaginación en base a práctica guiada, sino con los ojos abiertos, como en un
desempeño de roles, donde la clienta "alucina" a través de la hipnosis que está en el
avión. Es fácil suponer que la sugestión debe incluir frases como "ahora estás en el
avión..., fíjate bien, si dejas que las cosas ocurran, te sentirás exactamente igual a como
si estuvieras realmente en el avión... podrás ver las butacas, la gente, los letreros
indicadores, las ventanillas, etc., permite a tu mente que actúe, y observa que te sientes
como si realmente estuvieras en el avión... Tú sabes que no es real, pero recuerda lo que

87
comentamos del reloj y el cine... si dejas que tu mente actúe y no interfieres, te sentirás
en el avión y actuarás como si realmente estuvieras en él".

De lo anterior puede observarse que las sugestiones seleccionadas para la paciente


eran fundamentalmente sensorio-fisiológicas y cognitivo-perceptivas. No obstante, para
que este tipo de sugestiones funcionen con una mayor probabilidad, es convenien te que
el cliente practique otras que le vayan convenciendo de las capacidades para el auto-
control que tiene. Esta es la función fundamental de las sugestiones estándares, tal y
como se ha indicado. Este tipo de sugestiones se dan estando la persona hipnotizada, y se
introducen como una forma de evaluar más respuestas hipnóticas, y como modos de ir
activando el cerebro, de hacer más receptiva y eficaz a la mente del cliente. La lógica
final será la de "Si has conseguido realizar esta sugestión, ¿por qué no podrás realizar
otras? Recuerda que a través de los principios de horno y hetero acción (se explican si no
se había hecho antes) cuando más practiques unas sugestiones más fácilmente lograrás
realizar otras similares o más difíciles".

Para este cometido son adecuadas las sugestiones típicas de las escalas de evaluación
de la sugestionabilidad a la hipnosis (sugestiones de prueba): levitación de la mano, caída
del brazo, aproximación de las manos, alucinaciones visuales y auditivas etc., si bien
podemos diseñar las que nos parezcan más oportunas a nuestro estilo y a las necesidades
y estilo del usuario. Por ejemplo, al cliente se le puede dar una sugestión por la cual una
parte de su cuerpo está muy, muy ligera, para sugerirle, a continuación, que cuanto más
ligera esté esa parte, más y más pesada estará la otra. Los clientes se suelen sorprender al
experimentar tales reacciones y comienzan a desarrollar expectativas de respuestas y de
eficacia personal considerables. En relación con esto están las preguntas motivacionales
propias del Modelo de Valencia de Hipnosis Despierta (Alarcón y Capafons, 2006;
Capafons et al., 2008; Capafons y Mendoza, 2009) a las que nos referiremos en el
apartado 6.3.

Finalmente, existe otro tipo de sugestiones que ayudan a concebir la hipnosis como
una estrategia general de afrontamiento y de auto-control. Estas sugestiones, también
más o menos estándares, se exponen en el capítulo siguiente, ya que se ligan a los
métodos de inducción de la hipnosis, especialmente al modelo de intervención que se
describe en este texto.

Preguntas de autoevaluación

1.Cuando se diseña un plan de intervención en el que se incluye la hipnosis, lo primero


es:

88
2.La experiencia indica que:

3.Alguno de los objetivos de la presentación cognitivo-comportamental de la hipnosis es:

89
4.Algunas de las dimensiones que se evalúan con las pruebas clínicas cognitivo-
comportamentales de susceptibilidad hipnótica son:

5.Con la evaluación clínica cognitivo-comportamental de la hipnosis se transmite al


cliente:

90
91
92
Una vez se han seleccionado las principales sugestiones estándares y específicas que se
pretenden aplicar, el terapeuta debe seleccionar el tipo de método de inducción que desea
utilizar. Esta decisión depende esencialmente de las necesidades del cliente, pero también
de las preferencias del terapeuta. Es recomendable familiarizarse con métodos activo-
alerta y de hipnosis despierta, ya que son muy útiles y eficientes en todos aquellos casos
donde la persona necesite estar activa, despejada, o con los ojos abiertos. No obstante, la
mayoría de los terapeutas utilizan métodos por relajación ya que son los más conocidos
por los clientes, y porque son fáciles y cómodos de aplicar por parte de los y las
terapeutas. Más aún, a pesar de que se pierde velocidad en el intercambio de información
entre cliente y terapeuta, los terapeutas se sienten más seguros al dar las sugestiones,
pues son más fáciles de administrar mientras el cliente está muy relajado y sin mirar al
terapeuta. Por ello, se relatan a continuación varios tipos de métodos de inducción, para,
posteriormente, comentar varias formas de dar sugestiones hipnóticas.

6.1. Métodos de inducción

Antes de inducir la hipnosis, y mientras la persona está sentada cómodamente en un


sillón, se le debe avisar de los fenómenos espe rabies durante la inducción hipnótica. Si
es una inducción por relajación las reacciones son como las de la relajación: mareo
(agradable), hormigueo, somnolencia, pesadez, sensación de flotación, etc. En este tipo
de inducción, si la persona es diabética se le pide que haga lo que deba para evitar una
caída brusca de su nivel de glucosa. Si la persona es hipotensa, se le recuerda que la
relajación es hipotensora, y que si nota algo similar a una lipotimia, debe avisar al
terapeuta rápidamente. Es frecuente que se establezcan señales para que el terapeuta
sepa que el cliente desea abandonar urgentemente el contexto hipnótico. Por ejemplo,
levantando una mano reiteradamente (además de decirlo verbalmente).

Si los métodos son por activación, también conviene explicar qué es lo que cabe
esperar de ellos, para que no se confundan las instrucciones de activación con
instrucciones ansiógenas. Más adelante se especifican formas concretas de abordar este
problema. Así mismo, es conveniente que se indique cómo reducir los pensamientos e
imágenes interferentes, y que dificultan que el paciente se concentre. Una forma sencilla
de hacerlo es simplemente evitar combatirlos. Simplemente deben dejarse pasar, incluso
centrarse en ellos e intentar incrementarlos, para provocar el efecto paradójico descrito
ya en el apartado 5.2.

93
Todas estas precauciones pretenden fomentar que la primera experiencia con la
hipnosis sea agradable y con sensación de seguridad. Se sabe que las personas que son
hipnotizadas relatan que la experiencia es muy agradable. También es conocido que, tras
la primera experiencia con la hipnosis, las creencias de la personas sobre ella son mucho
más realistas (McConkey, 1986). Por todo ello, aunque generalmente la primera
experiencia hipnótica en consulta se realiza a través de una hetero-hipnosis por relajación,
parece conveniente comenzar con una auto-hipnosis. Las razones son simples: en primer
lugar, favorece el sentimiento de responsabilidad del paciente, fomenta la implicación en
la intervención y red uce los posibles miedos residuales que aún tenga el usuario (Lynn,
Kirsch, Neufeld y Rhue, 1996). En segundo lugar, y en relación con lo anterior, si el
cliente se auto-hipnotiza (aunque sea siguiendo instrucciones y sugestiones del terapeuta),
la situación se rotula y define como algo controlable por el usuario. Es él quien activará o
eliminará el contexto hipnótico. Y si la hipnosis se presenta como un trance, lo que, como
se ha indicado, tiende a generar más abandonos y reducir las respuestas a las sugestiones
hipnóticas, la auto hipnosis parece reducir estos abandonos, así como la reducción en las
respuestas a las sugestiones de prueba, equiparándolas a una presentación neutra
(Capafons et al., 2005). La experiencia y la investigación indican claramente que, si se
inician estos momentos del proceso terapéutico con una auto-hipnosis, es más probable
que el paciente se implique mucho más en las sugestiones que si se empieza con una
hetero-hipnosis (Johnson, Dawson, Clark y Sikorsky, 1983). Es caso de fracaso, además,
todavía queda el recurso de las sugestiones del terapeuta, que puede reforzar y fomentar
el proceso hipnótico. Por ello, se expone a continuación un método de auto-hipnosis
agradable y eficaz para promover respuestas sugestivas, y que permite ya desde el
comienzo, trabajar con hipnosis por relajación y con hipnosis despierta.

6.I.I. El método de auto-hipnosis rápida

El método de auto-hipnosis rápida pertenece al ya mencionado Modelo de Valencia de


Hipnosis Despierta (Alarcón y Capafons, 2006; Capafons y Mendoza, 2010b), y consta
de tres pasos muy estructurados (Capafons, 1998a, b; 2004). Todos ellos, especialmente
los dos primeros, están diseñados para que instiguen sensaciones de relajación, pesadez e
inmovilidad corporal. Todos los movimientos que se realizan se explicitan como formas
de conseguir estas reacciones, de forma que el cliente no sólo no "dude" de que se deben
a "trucos", sino que, por el contrario, sepa de forma clara y contundente que los
ejercicios están pensados como "trucos" para fomentar tales reacciones. Con este
planteamiento, tal y como ya se ha indicado, se busca la colaboración del cliente, de
modo que, con su actitud, fomente la evocación de las sensaciones, y se eviten las
pugnas frecuentes entre hipnotizador e hipnotizado acerca de la "veracidad" de las
reacciones. Así, el terapeuta deberá indicar que todos los ejercicios buscan reacciones
naturales y que, por lo tanto, son nuestros aliados para conseguir que funcionen las
sugestiones terapéuticas.

La forma de enseñar y preparar al cliente adopta la lógica del moldeamiento y

94
encadenamiento, dentro del Análisis Funcional de Conducta Aplicado (incluidos el
modelado e instrucciones verbales, además de la instigación). Es decir, se entrenan los
pasos por separado, y luego se encadenan, asumiendo que los reforzadores son sociales
(los que da el terapeuta), propioceptivos (el éxito en lograr las reacciones y sensaciones
como resultado de administrar las sugestiones terapéuticas) y auto-refuerzos (el
sentimiento de eficacia del paciente).

Finalmente, todo el procedimiento se asemeja a un proceso de desvanecimiento y de


generalización de estímulos. En este caso, lo que se desvanece son las instrucciones del
terapeuta, los ejercicios instigadores, y las reacciones de pesadez, si bien pueden seguir
usándose los dos últimos elementos como medida de mantenimiento del hábito y para
fomentar el sobreaprendizaje (homoacción).

Previo al aprendizaje de los pasos de la auto-hipnosis rápida, debe explicarse al


cliente la lógica del método. Para ello se le dice más o menos lo siguiente: "Existen varias
formas de inducir la hipnosis de forma muy rápida, en cuestión de segundos. Nosotros
utilizaremos dos de ellas. Las he elegido porque son muy potentes y, además, porque
pueden utilizarse de modo que pasen desapercibidas en tu vida cotidiana. Me refiero al
apretón de manos y a la caída hacia atrás. Cuando evalué tu sugestionabilidad a la
hipnosis, realizamos un ejercicio en el que te sugerí que caerías hacia atrás, y otro en el
que tuviste que trenzar las manos y notar una sensación de inmovilidad (no poder
separarlas) ¿Lo recuerdas? Bien, pues estos dos ejercicios se pueden reconvertir en
métodos rápidos de inducción hipnótica. Y eso es lo que haremos a continuación, sólo
que en formato de auto-hipnosis. No te preocupes, pues los ejercicios que vamos a hacer
están pensados para que no debas caerte al suelo ni hacerte daño. Tampoco hará falta
que te sujete nadie ni notarás tus manos pegadas. Lo importante es sólo tener la
sensación de presión en las manos y de caída, aunque no caigas realmente en ningún
sitio".

Explicado lo anterior, y tras preguntar al cliente si tiene alguna cuestión preliminar


que preguntar, se pasa a enseñar los pasos del procedimiento.

A) Apretón de manos

El terapeuta junta las manos, sin trenzar los dedos, sino cogiéndoselas la una con la
otra, y sin realizar presión alguna. "Ello es útil, se le dice al paciente, para evitar hacerme
daño en el caso de que lleve anillos o sortijas. También es conveniente para personas con
problemas artríticos, reuma, etc.". Sujetándose una mano contra la otra, coloca los
brazos en alto, en posición de oración (como en el ejercicio de evaluación), flexionando
ligeramente los brazos por los codos. A continuación, el terapeuta inspira aire
profundamente y, mientras lo exhala lentamente, aprieta ligeramente las manos. En este
momento dice al paciente: "Fíjate. Es muy importante apretar sólo un poco mientras
sueltas el aire muy lentamente. No es adecuado ni soltar el aire con brusquedad ni apretar

95
demasiado. No se trata de tensar mucho. Sólo lo suficiente como para notar más adelante
sensación de pesadez en los brazos. Al fatigarlos con este ejercicio, nos será más fácil
notarlos pesados y hacer después un ejercicio de inmovilidad del brazo. La respiración
lenta nos ayudará a notar pesadez general y sensación de relajación. Recuerda que todo
lo que nos pueda ayudar a experimentar las sugestiones, hemos de utilizarlo. Aquí no hay
ni trampa ni cartón. Hemos de ayudarnos de todo lo posible. Ahora repetiré el ejercicio
dos veces más, sin aflojar las manos en cada nueva inspiración. Por el contrario,
mantendré las manos tensas mientras inspiro, para seguir tensándolas mientras exhalo (el
terapeuta ejecuta los pasos, para dejar caer los brazos bruscamente sobre las piernas al
terminar de soltar el aire por tercera vez). Como ves, cuando he terminado de exhalar y
de tensar por tercera vez, he soltado los brazos bruscamente sobre mis piernas. Esto es
muy importante, pues ayuda a que me relaje, y a que experimente ciertas reacciones que
luego me serán muy útiles (pesadez, hormigueo, etc.). Ahora debes realizar tú mismo
este ejercicio. Recuerda, no se trata de que aprietes mucho, sino de notar las manos cada
vez más tensas a medida que repites la inspiración y la exhalación (el cliente lo realiza,
mientras el terapeuta le va corrigiendo y ayuda las veces que sean necesarias)".

Conviene aclarar detenidamente al paciente que en cada exhalación debe apretar


ligeramente más las manos, llegando a la tercera exhalación con un nivel de tensión
moderado y suficiente como para notar pesadez en las manos y en los brazos, al dejarlos
caer bruscamente sobre las piernas. No se trata, pues, de tensar mucho las manos cada
vez que se libera el aire, sino de aumentar suavemente y de forma creciente la fuerza con
la que las manos se unen.

Por otro lado, algunas personas exhalan el aire con demasiada brusquedad o
velocidad. Si el cliente tiene dificultad en exhalar lentamente, se le pide que imagine una
vela colocada a 25 cm de distancia de su boca. Al soltar el aire, la llama debería moverse,
pero no apagarse. Esa sería la intensidad de la exhalación. Si el cliente no lo imagina o no
suelta el aire con lentitud, el terapeuta puede colocar una llama real (un mechero es útil
en estos casos), de modo que el paciente aprenda a no apagarla, sino sólo a moverla.
Una vez conseguido esto, se continúa con el siguiente ejercicio, reforzando verbalmente
el logro del paciente: "Muy bien, estás consiguiendo aprender muy deprisa. Es una buena
señal. Es muy probable que tengas éxito con este método. Ahora pasaremos al siguiente
paso, la caída hacia atrás".

B) Caída hacia atrás

El terapeuta comienza modelando el ejercicio, como en el paso anterior, diciendo


más o menos lo siguiente: "Ahora me reclino en el sillón para adoptar una postura
cómoda. Es la postura que resultará cuando me deje caer hacia atrás. Por lo tanto, es
muy importante que me quede en una posición cómoda. ¿De acuerdo? A continuación
me inclino hacia delante, separando mi espalda unos 20 cm del respaldo, y me dejo caer
bruscamente, como cuando cambio de posición al estar sentado hacia delante y quiero

96
ponerme más cómodo (el terapeuta realiza dos o tres veces el movimiento, dejándose
caer hacia atrás). Cuando hago esto, noto una cierta sensación de relajación muscular (al
estar más cómodo) y de inmovilidad momentánea. Esta inmovilidad ligera, casi
imperceptible, es una reacción natural, presente en muchos animales cuando cambian
bruscamente a una posición en la que están más indefensos. Esta reacción no es
"hipnótica", sino una respuesta biológica, que nos ayudará a fomentar una reacción
posterior, muy importante para conseguir activar nuestra mente y lograr auto-
hipnotizarnos, algo que sólo los humanos podemos conseguir. Ahora repite tú mismo este
ejercicio. Verás que no es difícil ni molesto, pero debes adquirir práctica para quedar en
una posición cómoda, y para poder hacerlo de forma disimulada, sin que nadie note nada
(el cliente lo repite varias veces, como en el ejercicio de apretón de manos). Muy bien,
ahora, vamos a unir ambos pasos. Después, te daré algunas sugestiones para notar
reacciones de pesadez y de inmovilidad corporal. Sabes que si no interfieres podrás notar
las reacciones que te propondré. También sabes que si no son de tu agrado, puedes
interrumpirlas en cualquier momento y sin dificultad, por lo que te ruego que colabores
todo lo posible".

C) Encadenamiento de los dos pasos

El terapeuta modela también este ejercicio, separándose del respaldo 20 cm, uniendo
sus manos, e inspirando aire. Al soltar el aire, aprieta ligeramente las manos y exhala el
aire lentamente. A continuación lo repite dos veces más, sin aflojar las manos en cada
nueva inspiración, tal y como hemos indicado. Cuando ya ha terminado de apretar en la
última exhalación, deja caer las manos bruscamente sobre sus piernas y el tronco sobre el
respaldo, también de forma brusca, explicando, al mismo tiempo, lo que hace. A
continuación, pide al cliente que haga lo mismo, ayudándole y corrigiéndole de forma
amable y "motivadora", especificando las reacciones que se provocan aproximadamente
de la siguiente forma: "Como podrás observar, las manos están más pesadas, realmente
todo tu cuerpo está más pesado, y te notas bastante relajado. Bien, esto nos permite
fomentar las reacciones del siguiente paso". Algunas personas se relajan realmente
mucho en este paso, ante lo cual, el terapeuta debe mostrar sorpresa, e indicar el buen
pronóstico que implica esta reacción.

Si el cliente indica que no nota nada de lo descrito, debemos sospechar que está
interfiriendo, ya que los ejercicios están diseñados para que casi todo el mundo note
pesadez y relajación, tal y como la investigación indica. Por lo tanto, si el paciente dice
no poder notar pesadez, el terapeuta debe interrumpir la sesión y averiguar cuál es el
problema (puede ser que los pasos se estén realizando incorrectamente, o temor a la
hipnosis, incredulidad ante lo que observa, temor a hacerse daño, o desencanto por creer
que el método no es suficientemente potente o "esotérico"). Hasta que tales dudas o
temores queden eliminados, no debe pasarse al siguiente paso. En otros pocos casos, las
personas experimentan sensación de ligereza en los brazos y manos. A ellas se les dirá
que aún tenemos otros métodos que se basan más en la sensación de ligereza, métodos

97
que se mostrarán en otro momento, o incluso este mismo se puede adaptar a sensaciones
de ligereza, para fomentar al final una levitación de la mano y el brazo. No obstante,
como es importante disponer de varios métodos de auto-hipnosis (y especialmente
necesitaremos de la auto-hipnosis rápida si queremos trabajar con hipnosis despierta),
destinamos unos minutos a corregir las sensaciones, tal y como se indican en el capítulo
7.

Finalmente, una vez el cliente domina la secuencia descrita, el terapeuta prosigue con
el siguiente paso: la inmovilidad corporal (salvo en los casos donde sea la ligereza la
sensación que predomine y/o preferida por el usuario, para lo que actuaremos de forma
parecida a la que describimos más adelante en el método de enrollamiento ocular).

D) Inmovilidad corporal

"Ahora, indica el terapeuta, repetirás esta secuencia que acabas de aprender, y


cuando hayas "caído hacia atrás", yo te sugeriré ciertas reacciones en las cuales notarás
las manos cada vez más y más pegadas a las piernas. Cuando te resulte muy difícil, o
imposible, el poder separar las manos de las piernas, o estés tan relajado y pesado que te
genere demasiada pereza el intentar separarlas, ya habrás activado suficientemente tu
mente, tu cerebro, para provocar reacciones extraordinarias, enriquecedoras y útiles para
tu problema. Recuerda que en cualquier momento puedes interrumpir tales reacciones.
Pero lo que importa ahora es que puedas usarlas para auto-administrarte las sugestiones
terapéuticas con suma eficacia, y en cualquier momento y lugar que desees ¿De
acuerdo?".

Una vez que el cliente ha realizado, de nuevo, el apretón de manos y la caída hacia
atrás, el terapeuta inicia las sugestiones: "Ahora, cierra los ojos sólo si lo deseas, pues no
nace falta cerrarlos para estar hipnotizado. Céntrate en tus manos. Una de ellas, o ambas,
estarán cada vez más y más pesadas, pegadas a las piernas..., (en tono lento y pausado)
más y más pesadas, pegadas, pesadas y pegadas, como si fueran sólidas a las piernas.
Para ello, si lo crees oportuno, puedes ayudarte de imágenes como que una cuerda suave
ata sus manos a las piernas, o que un pegamento o cemento muy poderoso une tus
piernas a las manos, o que un objeto muy pesado impide que puedas levantar las manos.
Si notas esas reacciones, observarás dentro de un momento que te resultará muy difícil
levantar las manos, muy, muy difícil..., tanto que intentarás hacerlo y será imposible.
Sabes que si lo deseas, interfiriendo puedes levantar las manos en cualquier momento.
Pero si permites que tu mente actúe, que tu cerebro se active lo suficiente, observarás
que es imposible despegar las manos de las piernas. Más aún, cuanto más y más lo
intentes, más difícil te resultará levantarlas, incluso más y más se pegarán a las piernas.
Inténtalo y observarás lo difícil que es separar la manos de las piernas (el cliente lo
intenta y no "puede"). Muy bien, estupendo, veo que has conseguido controlar tu mente,
de modo que ésta sigue tus instrucciones. Ahora, céntrate en las manos. Cada vez
estarán más y más ligeras, recobrando su tacto habitual... eso es, ahora ya podrías

98
separarlas. Cada vez están más y más ligeras... eso es. Ahora contaré hasta tres. Cuando
lleguemos al tres ya estarás "fuera" de auto-hipnosis, abrirás los ojos (si el paciente los
cerró) y te encontrarás despejado, activo, con ganas de trabajar sobre tu problema,
tranquilo y relajado. Muy bien, 1.... 2... y 3. ¿Cómo te encuentras?".

En ocasiones algunos pacientes muestran pesadez y somnolencia a pesar de haber


acabado con la situación "hipnótica", especialmente si son pacientes hipotensos (presión
arterial baja), tal y como ya se ha indicado. En este caso, se les indica que es una
reacción relativamente frecuente y normal. Más bien, se reatribuye esas reacciones a la
buena capacidad de la persona para manejar con éxito el método. A continuación,
simplemente se les pide que cierren los ojos y vuelvan a contar hasta tres. Si presentan
aún dificultad, se realizan ejercicios de imaginación en los que el paciente debe correr
para coger un autobús o tren, o para beber un trago de agua cuando está sediento en un
día de verano, etc.

Una vez terminado este ejercicio motor de reto, aunque se haya mantenido una
conversación con el cliente mientras se realizaba el método (ya que se puede estar
usando hipnosis despierta) se realiza una breve entrevista para comprobar las reacciones
que se han provocado, cómo las ha experimentado (intensidad y si han sido agradables),
qué imaginó, si lo hizo, etc. Con esta información se adaptarán los ejercicios a las
características y preferencias del paciente en las sucesivas sesiones. Téngase en cuenta
que es fundamental que el ejercicio de reto se haya logrado, al menos parcialmente, pues,
al sorprender al paciente, deviene en una "prueba" contundente de que se ha estado
hipnotizado (en terminología tradicional, es un ejercicio de confirmación de trance
[Hammond, 1990]). Si no lo logramos, debemos analizar por qué y realizar ejercicios
correctores, tal y como ya se ha indicado.

Por otra parte, se señalará al cliente que lo importante es que practique todos los días
el método tres veces seguidas, tres veces al día (por la mañana, al mediodía y por la
noche), durante una semana, al menos, hasta que consiga realizarlo con velocidad y con
los ojos abiertos. Además, se le aconseja que lo practique en varios lugares diferentes,
siguiendo con las pautas habituales sobre generalización de estímulos. Posteriormente, se
instruye al cliente para que provoque una reacción que le sirva como "señal" para poner
en marcha sus habilidades sugestivas, introduciéndole, si no se hizo ya antes, en el
concepto de recuerdo sensoriallemocional (Kroger y Fezler, 1976) más o menos, del
siguiente modo: "Cuando ya domines los pasos que has aprendido, podrás auto-
hipnotizarse en público de forma aún más disimulada y rápida, pues no tendrás que
apretar las manos ni caer hacia atrás. Sólo debes centrarte en uno de sus brazos (el de la
mano que más se inmovilice de las dos), y empezar a notar cómo deviene cada vez más
pesado y pegado a tu cuerpo, o simplemente que lo notas distinto, como disociado. En
esos momentos estarás activando tu recuerdo sensorial: es decir, tu capacidad para
reproducir emociones, sensaciones, sentimientos, comportamientos, etc., que
experimentaste en un momento de tu vida, y que han quedado almacenados en tu

99
cerebro (piensa que cuando oyes determinadas canciones que asociaste a algo, tras
mucho tiempo de no haberlas oído, te sobrevienen recuerdos que creías olvidados, así
como emociones y sensaciones que se asociaron a ellos).

Sin embargo, la memoria no es una grabadora que registra fielmente y para siempre
lo que ocurre. Nuestros recuerdos son interpretaciones selectivas y, al menos,
simplificadas de la realidad, y como ya te comenté, a veces la memoria es capaz de crear
recuerdos distorsionados, cuando no completamente falsos, sobre lo que nos ocurrió.
Pero la memoria tiene un valor adaptativo importante. Si conseguimos disciplinarla, nos
ayudará a reconocer fuentes de peligro o de seguridad. Nos ayuda a mantener las
habilidades que nos han servido para mejorar nuestra situación, o que necesitamos para
comunicarnos con nuestro entorno. De hecho nuestra propia identidad depende de ella,
pues nos reconocemos cada mañana como nosotros mismos... Por lo tanto, la memoria,
aun no siendo una grabación fiel y exacta de lo que nos ocurre, sí puede mantener
aspectos relevantes y necesarios de nuestras reacciones o de eventos del entorno, que
nos permiten seguir recordando, por ejemplo, cuál es nuestro nombre, el idioma con el
que nos comunicamos, los números de teléfo no más familiares para nosotros, etc. Sin
embargo, a veces, nuestro almacenamiento de la información se realiza de forma
involuntaria, sin que tengamos especial interés en conservar ciertas imágenes, emociones
o sentimientos. Esto suele ocurrir cuando asociamos, por ejemplo, ciertos olores o
canciones, tal como te he explicado, a determinadas reacciones nuestras (emociones de
ternura, amor, etc.). A pesar del tiempo transcurrido, cuando oímos u olemos ciertos
estímulos, evocamos de forma automática las reacciones que asociamos a ellos. Estas
reacciones no son una copia exacta de lo que experimentamos, pero sí muy parecida, y
sobre todo, valiosa. Si las reacciones activadas o evocadas son desagradables,
tenderemos a evitar tales estímulos, mientras que si son satisfactorias, no evitaremos
tales eventos, sino que, probablemente, intentaremos mantenerlos. Para aprovecharnos
de nuestro recuerdo sensorial y recuerdo emocional, debemos disciplinar y entrenar
nuestra mente para que pueda evocar, activar o reproducir (aunque no sea de manera
exacta) aquellas reacciones que nos interesan en un momento dado (conductas,
imágenes, sensaciones, emociones, etc.) y que experimentamos tiempo atrás. Por ello, no
hará falta que repitas todos los pasos que te he enseñado. Únicamente debes centrarte en
el brazo. Si permites que el recuerdo sensorial funcione, podrás reproducir las
sensaciones que creaste en los ejercicios anteriores y tu brazo devendrá pesado e
inmóvil, o disociado. Tú sabes que puedes interrumpir estas sensaciones en cualquier
momento. Lo que nos importa es que, cuando te resulte muy costoso moverlo, ya habrás
activado tu mente lo suficiente para poder empezar a darte sugestiones hipnóticas.
Podrás mantener los ojos abiertos e incluso una conversación, mientras te relajas, o te
activas, alivias tu dolor, etc. según lo que necesites. ¿Comprendes lo que te quiero
decir?".

La investigación experimental sobre la eficacia de estas instrucciones y la experiencia

100
clínica indican que las reacciones de pesadez y de disociación del brazo la consiguen
prácticamente todas las personas, por lo que si el individuo fracasa, hemos de averiguar
las razones de tal fracaso (interferencias incluidas), y aplicar los ejercicios correctores
oportunos (Capafons, 2004).

Cuando hayamos logrado la inmovilidad del brazo, se pueden realizar varios


ejercicios estándares para que el usuario se convenza de que realmente está "auto-
hipnotizado". Usando este último eslabón (la disociación del brazo), estamos usando ya
la hipnosis despierta (Capafons, 1999;Wells, 1924). Este tipo de hipnosis evita la
inducción hipnótica tradicional (relajación y restricción de la atención periférica), tratando
de que la persona se sienta activada, con los ojos abiertos, manteniendo una posición
corporal "natural" y una conversación fluida, con todas las ventajas que ello supone para
la generalización a la vida cotidiana de los avances conseguidos en terapia. Esta versión
abreviada del la auto-hipnosis rápida (disociación del brazo) es incluso más potente y
agradable para el usuario que la versión completa, por lo que puede usarse a
conveniencia del paciente sin perder eficacia, más bien todo lo contrario, tal como
indican la investigación y la experiencia clínica (Reig, Capafons, Bayot y Bustillo, 2001).

Sin embargo, los métodos más habituales de auto-hipnosis, en general de hipnosis,


son los métodos por relajación y restricción de la atención periférica. Estos métodos no
son tan flexibles y polivalentes como los de hipnosis despierta, pero es aconsejable que el
cliente los conozca para prevenir el aburrimiento o habituación que suelen darse cuando
se usa siempre el mismo método, y para que amplíe sus recursos de afrontamiento. Uno
de los métodos más conocidos y usados es el de Inducción de Perfil Hipnótico por
enrollamiento ocular de Spiegel y Spiegel (1987; 2006). Este método consta de tres
pasos. El número de orden de cada paso indica el número de acciones a realizar en él. En
el primer paso sólo hay que hacer una cosa: se pide al cliente que enrolle los ojos, tal y
como lo hizo en el ejercicio tres de la evaluación de la sugestionabilidad hipnótica. En el
segundo paso, se pide al cliente que haga dos cosas: sin bajar los ojos, debe bajar los
párpados (como en el ejercicio de evaluación), e inspirar profundamente aire. En el tercer
paso, el usuario deberá realizar tres acciones: soltar el aire con brusquedad, bajar los
ojos, e intentar experimentar flotación. Si lo consigue, provocará una reacción
considerable de relajación, y la persona ya se habrá autohipnotizado. Para facilitar la
sensación de ingravidez se pueden relatar imágenes como que la persona es un astronauta
flotando en el espacio (ésta es la usada por los autores), o que está volando en un
parapente, o que está tumbado plácidamente sobre una colchoneta que flota en una
piscina o mar muy calmado, que le mece suavemente, etc. Una vez que suponemos que
la persona está hipnotizada, se le sugiere que su brazo es cada vez más y más ligero, para
provocar una levitación de la mano. Podemos acompañar nuestras sugestiones con
imágenes como que un chorro de agua potente como las mangueras de los bomberos
empuja la mano hacia arriba; o que unas cuerdas de tacto suave que pasan a través de
unas poleas tiran de la muñeca del brazo ligero y la levantan, tal y como se relata más

101
adelante (apartado 6.1.2.). En fin, podemos sugerir cualquier cosa que ayude al paciente
a levitar la mano. Cuando lo ha conseguido, la persona ya está auto-hipnotizada y puede
darse las sugestiones que se hayan seleccionado, tanto hipnóticas como post-hipnóticas.
Para terminar con esta auto-hipnosis, según los autores del método, debe experimentarse
flotación de nuevo (si bien la práctica indica que no es necesario), y el paciente sólo debe
abrir los ojos y mirar su mano, que caerá en ese instante. Si es necesario, como con la
anterior auto-hipnosis, se cuenta hasta tres y se usa la imaginación para activar a la
persona.

Es conveniente preguntar al usuario cómo se encuentra nada más terminar con el


ejercicio (al igual que con cualquier otro método de hipnosis o auto-hipnosis por
relajación y restricción de la atención), para evitar atribuciones causales erróneas sobre
algunos efectos que puedan ocurrir por casualidad mientras se está hipnotizado, y que la
persona puede interpretar como efectos indeseables o desagradables de la auto-hipnosis.
Es aconsejable también realizar una entrevista de todo lo experimentado, para adaptar el
método a la persona, y conocer cuáles han sido sus experiencias, que, en ocasiones,
necesita aclaración. Por ejemplo, algunos clientes creen haber levantado la mano, aunque
no lo han hecho realmente (alucinación positiva de levitación), y otros experimentan lo
contrario (alucinación negativa de levitación). En el primer caso, se felicitará igualmente,
indicando que lo importante es notar la sensación de ligereza y de subida, aunque esta
última no se haya producido realmente. En el segundo caso se le alaba indicándole que su
mente consigue la reacción de levitación incluso sin su consciencia. Aunque lo que
indicamos a continuación no está en el texto de los creadores del método, en ambos
casos podemos informar al usuario de que si quiere experimentar la convergencia entre
experiencia y acto motor de levitación se pueden realizar los ejercicios correctores
necesarios, que se describen más adelante.

En general, cuando se enseñan métodos de auto-hipnosis tras la primera experiencia


debe iniciarse un proceso de desvanecimiento del terapeuta. Es decir, en primer lugar
repetiremos el método, manteniendo constante el tiempo, pero procurando reducir la
cantidad de verbalización del terapeuta, para iniciar su desvanecimiento y delegar más
control al paciente. Al finalizar preguntare mos si se ha observado alguna diferencia. Hay
pacientes que indican que han notado más efecto y que se han sentido más cómodos con
menos intervención del clínico. En este caso se le felicitará, ya que le estamos enseñando
un método de auto-hipnosis (evitando deducir sin más que es un paciente resistente...). Si
el paciente indica que se ha mermado mucho el efecto, reduciremos la velocidad del
desvanecimiento para adaptarnos a su ritmo y preferencia y, si fuera necesario, se le
aplicará una hetero-hipnosis para darle sugestiones de eficacia al practicar la auto-
hipnosis.

Cuando el paciente domina el procedimiento, en este caso el del enrollamiento


ocular, se cambian algunos de los movimientos para hacerlo más disimulado y así poder
practicarlo en situaciones públicas (Spiegel y Spiegel, 1987; 2006). Para ello, la persona

102
debe tener los párpados cerrados, y subir los ojos en esa posición. Luego toma aire, y se
realizan los mismos pasos descritos previamente. Finalmente, la mano debe subir
lentamente para acercarse a la frente como si se tratara de apoyar la cabeza sobre ella.

La investigación realizada y la experiencia indican que este método de enrollamiento


ocular presenta algunas dificultades a los clientes (Martínez-Tendero, Capafons, Weber y
Cardeña, 2001). Algunos se quejan de que les molesta tener que enrollar los ojos (algo
que se detecta ya en el ejercicio de evaluación). Otros son incapaces de bajar los
párpados manteniendo los ojos en alto, o no experimentan la levitación, y muchos
necesitan usar profusamente la imaginación. Sin embargo, la dificultad más importante es
el poder utilizarlo disimuladamente en situaciones públicas y sin interferir con las
actividades cotidianas. En este sentido, este tipo de auto-hipnosis suele ser más un
complemento de la auto-hipnosis rápida que su sustituto, salvo en aquellos pacientes que
muestren una clara preferencia por él (aunque la investigación indica que la auto-hipnosis
rápida es percibida como más agradable que este método de enrollamiento ocular
[Martínez-Tendero et al., 2001]).

6.1.2. Un método hetero-hipnótico por restricción de la atención periférica y relajación

Los métodos de inducción por relajación suelen presentar varias características comunes.
Por un lado, tratan de conseguir que la persona cierre los ojos como forma de iniciar la
primera fase de la inducción (en terminología tradicional, trance ligero). Para ello es ya
habitual que se le pida, sin más, a la persona que cierre los ojos, y a partir de ahí se inicia
el proceso de "profundización". En ocasiones quien hipnotiza puede preferir, para
adaptarse más a las creencias, estilos o necesidades de los pacientes, usar procedimientos
que ayudan a sentir fatiga en los párpados de modo que el usuario tienda a cerrarlos y, de
paso, experimente ya una sensación de bienestar y relajación. Para ello se pueden realizar
multitud de ejercicios como:

a)Fijación de la mirada: se pide al cliente que mire a un punto fijo como una luz, un
objeto, algún punto en una pared, etc. (nunca a un haz de puntero láser y otras
luces que puedan dañar la vista, como por ejemplo el sol), y que no cierre
definitivamente los ojos hasta que lo indique el terapeuta.

b)Parpadeo: se le indica al paciente que debe cerrar los párpados cuando escuche
números impares (1, 3, 5, etc.) y abrirlos al escuchar números pares (2, 4, 6,
etc.), sugiriéndole que, cuando se acerque a un número concreto (alrededor del
30), los párpados estarán fatigados, y sentirá la necesidad de cerrarlos. Si la
persona tarda mucho en cerrar los ojos debe sospecharse que está interfiriendo, o
que su nivel de sugestionabilidad hipnótica es más bien bajo (Graham, 1971), lo
que deberíamos haber evaluado antes de llegar a este punto.

c)Enrollamiento ocular: puede ser ligero, permitiendo que los ojos adopten una

103
postura de relajación al levantarlos mirando a algún punto, o ya un enrollamiento
acusado como el descrito en el método de Spiegel y Spiegel (1987; 2006).

d)Crear sorpresa o confusión: si bien son dos cosas distintas, en el fondo tratan de
atraer al máximo la atención de la persona para hacer prominente la sugestión que
se le dé (por ejemplo, "estás hipnotizado"). Una forma de crear sorpresa es usar
las antiguamente llamadas hipnosis rápidas, como las que se desarrollaban en el
espectáculo (balanceo postural, caída hacia atrás y apretón de manos [Arons,
19731). La forma de proceder es similar a la ya descrita en el apartado de
evaluación de la sugestionabilidad hipnótica, pero rotulándolos como métodos de
inducción hipnó tica (no de evaluación), y añadiendo, tras cumplir la sugestión de
caída o de reto, una sugestión como "cae profundamente hipnotizado". Ya hemos
descrito una versión moderna de estos métodos y adaptada a auto-hipnosis, que
se aleja mucho de la intención de "sorprender" de estas arcaicas formas de
proceder. En todo caso, la sorpresa debería ser siempre positiva, y transmitiendo
sensación de control y seguridad.

En cuanto a usar la confusión, métodos difundidos fundamentalmente por


autores ericksonianos (Hammond, 1990), el objetivo es el mismo, es decir, crear
sorpresa para posteriormente aplicar sugestiones indirectas (o directas) a la
persona. Si se dice a la persona: "los martes siguen a los lunes, y los lunes no
siempre van delante de los miércoles, pero cuando sale el sol, las nubes caen al
mar, y es agradable poder volver al jueves...", lógicamente se la confunde, siendo
aquello sensato que escuche lo que tenderá a realizar (a lo que se ha denominado
ley de la atención concentrada [Kroger y Fezler, 1976]), como por ejemplo, "su
mano es posible que se sienta ligera y tienda a subir y subir, como un globo inflado
con helio...". No obstante, cabe resaltar que la persona sabe que está en una
situación donde se le va a hipnotizar, y suele ser consciente de que quien le habla
de esa forma es alguien que usará la hipnosis con ella. Por lo tanto, aunque se la
confunda, claramente la persona sabe que está siendo hipnotizada. La superioridad
de estos métodos y otros similares en los que intervienen dos terapeutas en la
inducción, así como los de las sugestiones indirectas hace tiempo que se descartó,
pues la abundante investigación experimental indica, en todo caso, lo contrario.
Por ello, lo más recomendable es usar cada método en función de cada paciente,
tal como hizo el propio Erickson (Hammond, 1990).

Por otro lado, una vez la persona ya ha cerrado los ojos y se halla en hipnosis ligera
(siempre en terminología tradicional), debe "profundizarse" en ese "estado hipnótico"
(recuérdese que estas son formas metafóricas de hablar), para lo que suelen usarse varias
formas de proceder:

a)Relajación: se pide a la persona que se relaje, usando cualquiera de los métodos


más usados y conocidos en nuestra cultura: Relajación Muscular Progresiva,

104
Entrenamiento Autógeno, Respuesta de Relajación, etc. (Vera y Vila, 1998).

b)Conteo: bien hacia atrás o bien hacia adelante. Junto a este conteo se sugiere que
el cliente estará más relajado e hipnotizado a medida que avancen los números (o
retrocedan). Por ejemplo, "voy a contar de 10 a 0. A medida que me acerque al
0, te notarás cada vez más relajado e hipnotizado, con la mente receptiva, muy
relajado e hipnotizado... 10, 9, 8, muy relajado e hipnotizado, 7, 6...".

c)Repaso mental de las zonas más importantes del cuerpo: este repaso se acompaña
de sugestiones de relajación de cada parte a la que se presta atención y de estar
hipnotizándose a medida que avanza ese repaso mental. Suele acompañarse con
imágenes que animan a eliminar la tensión a través de los poros de la piel como si
fuera un fluido de color rojo, o gris, y a permitir que avance la relajación y el
bienestar, como si fuera otro fluido de color verde o azul celeste.

d)Caída y profundización: generalmente se sugiere al paciente que está cayendo en


una hipnosis profunda, y se dan sugestiones que indican descenso, abandono,
dejarse llevar, etc. Puede combinarse fácilmente con el conteo, como, por
ejemplo, imaginar que se está en un ascensor con vistas al exterior, y que
desciende lentamente, mencionando los números de cada planta que se está
dejando atrás. Se le puede sugerir a la persona que mire a través de los cristales
cómo se acerca a la planta sugerida (debe ser un lugar agradable para la persona),
y cómo quedan atrás y hacia arriba otros objetos o lugares que se está viendo al
descender (nubes, otros pisos, balcones, etc.).

e)Realizar ejercicios hipnóticos (sugestiones de prueba, por ejemplo) cada vez más
difíciles, como, por ejemplo, empezar por levitación o descenso del brazo, seguir
con algún ejercicio de reto motor (inmovilidad del brazo), y ampliar a escuchar
alguna música deliciosa, o saborear alguna fruta sabrosa.

Existen otras muchas formas de "profundizar" en la hipnosis que se ha inducido, casi


tantas como terapeutas y pacientes, por lo que es la creatividad de ambos lo que limita
las posibilidades de actuación. No obstante, teniendo en cuenta estos aspectos básicos, el
terapeuta ya dispone de un mínimo armamentarium con el que puede diseñar sus propios
métodos en función de sus preferencias y de las del destinatario de la hipnosis.

Antes de inducir una hipnosis por relajación deben aclararse cuáles pueden ser las
sensaciones que suelen experimentarse, es decir, las propias de la relajación, tal y como
hemos indicado: pesadez, ligereza, ambas alternando, hormigueo, ligera hipotermia, ligera
hipotonía muscular, sensaciones de flotación, incluso extracorpóreas, de disociación del
entorno, falta de sensaciones provenientes del cuerpo (algunos pacientes dicen: "soy
como un cerebro sin cuerpo, no noto nada"), incrementos del meteorismo, ligero y
agradable mareo, etc. Como en ocasiones la persona puede quedar dormida, se le explica

105
que esa reacción es habitual y puede darse, por ejemplo, en personas con exceso de
trabajo e insomnes (además de en algunos trastornos específicos que conviene descartar,
como el síndrome de apnea del sueño, o narcolepsia), por lo que se le recomienda que
use la hipnosis para descansar más profundamente. Así mismo se le comenta que, si
llegara el caso, se le dejará dormir durante un periodo de tiempo, y luego se le despertará
sin sobresaltos (salvo que lo haga la persona por sí misma).

Por otro lado, se le debe pedir que vaya al baño antes de iniciar la sesión con
hipnosis, e incluso se le instruye sobre cómo puede rascarse si le picara alguna parte del
cuerpo, para no perder la concentración y la relajación. Es decir, levantando lentamente
la mano, rascándose con suavidad, pero dejándola caer luego más bruscamente, tal cual
se suele realizar la tensión y la relajación en la Relajación Muscular Progresiva de
Jacobson.

Una vez aclaradas las dudas que el cliente pudiera aún mostrar, se le pide que fije su
mirada y preste atención a un punto (en la pared/techo, objeto, punto de luz a la altura de
sus ojos, etc.), o se usan cualesquiera de las otras formas ya descritas. Si se opta por el
objeto, se le dice más o menos lo siguiente: "Ahora, concéntrate en el objeto. Observa su
aspecto, forma y rugosidades (si las tiene). Dentro de un momento, notarás los ojos
cansados. Te voy a pedir que no los cierres hasta que yo te lo indique. Cuando yo te lo
pida, cerrarás los ojos. En ese momento ya estarás en hipnosis "ligera", es decir, ya
habremos comenzado con el proceso de activar tu cerebro para que funcione
eficazmente. Ahora observa cómo se cansan los ojos. Cada vez los notas más y más
pesados..., pesados..., muy pesados y cansados... Cada vez te cuesta más y más tener
los ojos abiertos... Cada vez te apetece más cerrarlos..., eso es..., nota cómo se cierran
los ojos, pero no bajes los párpados todavía... (cuando hay signos evidentes de fatiga)
ahora cierra los ojos (si el cliente no lo hace, interrumpimos la sesión, pues está
interfiriendo con el proceso) y céntrate en mi voz; escúchame con atención..., puedes
escucharme y concentrarte en lo que te digo. Sigue mis instrucciones y observarás cómo
puedes realizar unos ejercicios divertidos, interesantes y enriquecedores para ti. Muy
bien, relaja tus manos y brazos, eso es... los hombros... relaja la cabeza y la cara... cada
vez más y más relajados... relaja el pecho, eso es... el vientre... las nalgas... muy bien...
las piernas y los pies... cada vez estás más y más pesado..., relajado..., hipnotizado...,
hipnotizado..., muy bien..., estupendo... Ahora contaré de 20 a 0. A medida que me
acerque al 0, te notarás más y más pesado, relajado, hipnotizado..., muy pesado (o ligero
si fuera esa la preferencia del paciente. Si este es el caso, adáptese el resto de la
verbalización a ligereza), relajado e hipnotizado... (lentamente) 20, 19, 18, relajado...,
pesado..., hipnotizado..., 17, 16, 15, 14, 13, cada vez más y más hipnotizado,
hipnotizado, 12, 11, 10, 9, 8, profundamente hipnotizado y somnoliento..., 7, 6, 5, 4,
pesado y relajado, muy relajado... 3, 2, 1 y 0. Ahora trata de imaginar lo que te vaya
sugiriendo. Estás flotando tumbado en una colchoneta encima de un mar calmado..., una
tarde de verano. Estás muy pesado pero flotando, pesado y flotando. Ahora caes

106
suavemente al agua, pero estás dentro de una amplia burbuja de aire. Comienzas a
descender lentamente hacia el fondo del mar... es muy agradable... vas cayendo y
cayendo..., muy despacio caes y caes..., puedes observar cómo suben las burbujas de
aire hacia la superficie, mientras tú sigues bajando y bajando..., la superficie cada vez
está más lejos..., a medida que caes, estás más hipnotizado, relajado, y tu mente está
receptiva, cada vez más y más receptiva..., sigues cayendo mientras observas cómo
algunas algas y peces quedan por encima de ti, a medida que desciendes, desciendes...,
eso es. Ahora estás muy, muy hipnotizado, relajado. Sólo deja que las cosas ocurran, que
ocurrirán. Tu mente está muy receptiva. Sabes que ahora funciona a gran velocidad, y,
ante cualquier solicitud que le hagas, puede generar las experiencias que desees. Sabes
que bajo hipnosis podemos conseguir reacciones increíbles para ti, muy divertidas y
enriquecedoras...".

Una vez hemos terminado con la inducción preguntamos a la persona si desea seguir
con los ejercicios, quien puede mover una mano para indicar su consentimiento. Si su
respuesta es negativa, terminaremos con la situación hipnótica y entrevistaremos al
cliente para averiguar las razones que le impiden continuar con la hipnosis. Si, por el
contrario, consiente en realizar los ejercicios, proseguiremos con los que tuviéramos
previstos para esa sesión, comenzando con los más fáciles (motores) para terminar con
los más complicados (perceptivo-cognitivos y de reto). Por ejemplo, podemos realizar
una levitación del brazo, diciendo aproximadamente lo siguiente: "Céntrate en tu brazo
dominante, y observarás que, si dejas que las cosas ocurran como lo has hecho hasta
ahora, lo notarás cada vez más y más ligero, liviano, como una pluma, o una pompa de
jabón... eso es, observa cómo tiende a ascender, a levitar..., sólo deja que las cosas
ocurran, y ocurrirán... (el brazo comienza a ascender), muy bien, sube y sube, cada vez
más y más, eso es, sin fatiga ni cansancio, sólo sube ligero, muy ligero, levitando,
subiendo... (en el caso de necesitar apoyo con imaginación: como si viajaras en un
automóvil y sacaras la mano por la ventanilla, encarándola al viento, dejándola flotar
sustentada en él, sin esfuerzo, flotando y flotando.. .; como si tu brazo estuviera
hueco..., relleno de un gas muy ligero, gas helio, o como el que hace que los globos de
los niños se eleven..., o quizá como si unas poleas sujetaran tu muñeca, que tiran de ella
hacia arriba, subiendo tu brazo cada vez más y más..., eso es... observa cómo sube...)".

Es conveniente establecer una señal de reinducción rápida, para ahorrar tiempo en la


siguiente hipnosis. Como se ha comentado en capítulos anteriores, éste es un tipo de
sugestión posthipnótica fácil de realizar. Normalmente se le dice a la persona lo siguiente:
"Ahora escúchame con atención: cada vez que ponga mis manos sobre cualquiera de tus
hombros (o cualquier otra señal que parezca oportuna, evitando al chasqueo de dedos
por las reminiscencias que pueda generar sobre la hipnosis de espectáculo), y siempre
que lo desees, volverás a estar tan hipnotizado como lo estás ahora (se repite varias
veces la instrucción)".

Finalizados los ejercicios, daremos las instrucciones para abandonar la relación

107
hipnótica, más o menos como lo hicimos con la auto-hipnosis rápida: "Ahora contaré
hasta tres. A medida que nos acerquemos al tres, estarás menos hipnotizado, menos
relajado, y más despejado. Cuando alcancemos el tres, te sentirás tranquilo, calmado,
pero activo, y motivado; con ganas de hacer cosas, des pejado y activado. Muy bien, 1,
más activo y despejado; 2, con bienestar y motivado... despejado, saliendo de hipnosis;
3, estás totalmente despejado y activado, fuera de hipnosis... ya puedes abrir los ojos.
¿Cómo te encuentras?".

En ocasiones, tal y como puede ocurrir con la propia relajación no hipnótica, la


persona muestra todavía signos de estar muy relajado y dice tener dificultades para
"salir" de hipnosis. A veces son tan agradables para el paciente las sensaciones que ha
experimentado, que se resiste a abandonar la relajación "hipnótica". Si éste es el caso, se
le deja un minuto más y luego se repite el proceso anterior. En el caso de que la persona
no desee estar más tiempo "relajado", sino que desea "deshacerse" de la pesadez o
somnolencia que pudiera experimentar todavía, se repite el conteo para deshipnotizar,
dando instrucciones de activación biológica a través de las imágenes ya mencionadas,
como que la persona tiene sed y debe correr para beber agua, o se da un chapuzón en
agua muy fría, etc. Esta reacción de extrema pesadez y dificultad para salir de la
relajación (hipnótica o no) es frecuente, recuérdese, en personas hipotensas.

En el momento en que la persona ya se sienta deshipnotizada, y tras formular la


pregunta de rigor, ¿cómo te encuentras?, debemos realizar una entrevista en la que
evaluemos los aspectos siguientes: qué sensaciones pudo experimentar, qué imágenes le
ayudaron a experimentarlas, que imágenes generó por sí mismo, qué sugestiones le
funcionaron y cuáles no; qué ejercicios le resultaron agradables, cuáles molestos, y una
valoración de su experiencia subjetiva sobre la hipnosis. Es decir, debemos preguntarle a
la persona si se sintió "hipnotizado", y en base a qué experiencias decidió si lo estuvo o
no (esto mismo es aplicable a la auto-hipnosis).

En la siguiente sesión pondremos en marcha la señal de reinducción rápida, y si


funciona correctamente, se realizarán varios ejercicios estándares para confirmar que la
persona responde a las sugestiones y, así, poder empezar a trabajar con las sugestiones
específicas (Véanse algunos de estos ejercicios en el apéndice l).

6.1.3. Un método activo-alerta polivalente

El modelo de intervención terapéutica a través de la hipnosis que se está describiendo se


basa en la creación de unas actitudes posi tivas hacia ella, así como en el fomento de la
responsabilidad e implicación del cliente en el proceso de cambio. Todo ello, aunque
dependiendo del cliente y su problemática, pivota en torno a la auto-hipnosis. De este
modo, el cliente deberá realizar una serie de ejercicios para adquirir la habilidad de auto-
hipnotizarse casi bajo cualquier circunstancia (esa es la función de la auto-hipnosis
rápida), lo que le capacitará para ser el agente principal y responsable del tratamiento

108
psicológico que recibe. No obstante, el terapeuta puede (y debe) ayudar a que el cliente
active eficaz y eficientemente sus recursos. Para ello se puede hipnotizar a la persona
con la intención de reforzar la eficacia de las auto-sugestiones que se da a sí mismo el
cliente a través de la auto-hipnosis, tal como se ha indicado, particularmente en aquellas
personas que tienen una clara preferencia a que el terapeuta les guíe en las sugestiones.
Lógicamente, el terapeuta puede usar los métodos por relajación (y lo hará siempre que
el cliente así lo necesite). No obstante, ya se ha indicado que la hipnosis por relajación y
restricción de la atención es sólo una parte de las posibles formas de aplicar y entender la
hipnosis. En numerosas ocasiones es necesario que la persona se sienta activada más que
relajada, sobre todo si deseamos que transfiera más fácilmente lo practicado en consulta
a su vida cotidiana. Éstas y otras razones impulsaron a ciertos investigadores a diseñar
métodos por activación, denominados activo-alerta (Bányai, Zseni y Túry, 1993). En
otros casos, se mantiene la relajación, pero las instrucciones de inducción no son de
caída y concentración, sino de alerta (por ejemplo, "tu mente está activa, abierta, muy
activa y alerta, mientras permaneces relajado, con bienestar") (Wark, 1998). A este tipo
de hipnosis se le ha denominado también "trance alerta" (Vingoe, 1998), en los que se
han incluido procedimientos de inducción similares a danzas, o colocarse quien hipnotiza
detrás de la persona a hipnotizar para, estando fuera de su vista, mover las manos de
delante atrás a la altura de los ojos de la persona a hipnotizar, para que ésta las pueda ver
por el rabillo de los ojos y, así, ampliar su atención a estímulos periféricos, y expandir la
atención (justo lo contrario de restringirla a un punto). En este caso, las verbalizaciones
implican expresiones como "tu mente se abre, se expande, puede ver las cosas con
claridad, ampliando su perspectiva..., tu mente está cada vez más atenta, abierta, alerta,
mientras tú estás cada vez más y más tranquilo..."). Incluso aparecieron modos de usar
las sugestiones para inducir estados alterados de conciencia similares al de la hipnosis
(según se pensaba) que se denominaron de otro modo, como fue el caso de la
hiperempiria (Gibbons, 1974), en la que se sugería expansión de la visión, y de la mente,
y una hiperconciencia del cuerpo, las emociones, sentimientos, etc. Excepción eran
aquellos que, sin embargo, mencionaban la hipnosis despierta, como fueron los casos de
Sarbin y Coe (1972), Kratochvil (1970), Capafons (1999) o más recientemente, Iglesias
e Iglesias (2005). Estos métodos de hipnosis despierta animan a la persona a mantener
los ojos abiertos, una apariencia normal de persona activada, incluso manteniendo una
amena conversación con el terapeuta (tal y como se hace con la auto-hipnosis rápida).
Uno de los objetivos de la (hetero) hipnosis por activación, especialmente si es hipnosis
despierta, y más aún del Modelo de Valencia de Hipnosis Despierta, es reforzar los
avances que el cliente logra. Por ello, las sugestiones que el terapeuta da incluyen
aquellas que indican que el método de auto-hipnosis rápida será eficaz para permitir la
activación de los recursos del cliente, que las reacciones que se pretendan evocar
realmente se evocarán, etc. Es decir, el terapeuta no marca la pauta de lo que ocurrirá,
sino que reafirma que el cliente será eficaz para modular, regular y provocar el cambio
terapéutico. En otras palabras, generalmente la auto-hipnosis es el eje en torno al cual
girará la heterohipnosis, y si es la auto-hipnosis rápida el método usado como método de

109
hipnosis despierta, se complementará con la hipnosis por activación-alerta, concebido
desde esta perspectiva.

Existen diversos métodos de hipnosis alerta y activo alerta (Bányai et al., 1993;
Barabasz y Barabasz, 1996;Vingoe, 1968, Wark, 1996), En general, tales métodos suelen
incluir el cerrar de ojos y relajación, como se ha comentado - ver cuadro 6.1-).

Bányai fue quien creó un método alerta que no incluía sugestiones de relajación sino
que, por el contrario, se sugería a la persona actividad. De hecho, este método exige que
la persona pedalee en una bicicleta ergonómica o que camine a buen paso en una sala
para que su cuerpo se active y se tense. Una vez hipnotizada (y generalmente con los
ojos cerrados) se dan las sugestiones de prueba. Por ello, se denominó hipnosis activo-
alerta (Bányai y Hilgard, 1976; Bányai et al., 1993), probablemente el más investigado y
conocido de todos los métodos de este tipo. Sin embargo, como es fácil de suponer, este
método plantea una serie de problemas en la práctica clínica. Entre ellas cabe destacar la
necesidad de disponer una bicicleta ergonómica o de una sala grande donde los pacientes
puedan caminar para activarse, y el ejercicio físico que requiere, ya que puede ser
incompatible con aquellos pacientes que sufran de problemas cardiovasculares, o con las
preferencias de ciertos pacientes, a quienes no les gusta realizar ejercicio (sobre todo si
implica sudar). Es por ello que se diseñó un método activo-alerta, que además de activar
a la persona, le prepara para experimentar la hipnosis despierta (método vigilia-alerta,
también conocido como mano-alerta (Capafons, 1998a; Cardeña, Alarcón, Capafons y
Bayot, 1998). En este sentido, es un método polivalente, que se encuadra dentro del
Modelo de Valencia de Hipnosis Despierta.

Cuadro 6.1. Diferencias entre hipnosis por restricción de la atención, alerta, activo-alerta,
despierta y sugestión despierta

110
Este método de inducción exige que el cliente realice sólo un ejercicio físico suave
(mover la mano), se enfatiza el mantener los ojos abiertos, activación general, incluso
caminar mientras se permanece "hipnotizado". Es un método hetero hipnótico
entroncado con la hipnosis despierta, en el que se evitan las dificultades mencionadas del
método de Bányai et al. (1993). De hecho, investigaciones realizadas con este método
muestran un incremento del agrado de los participantes por el método de hipnosis vigilia-
aler ta sobre el método activo-alerta de Bányai et al. (1993), e incluso un incremento de
las respuestas a las sugestiones de prueba. En última instancia el método es preferido al
activo-alerta de Bányai cuando se les compara a ambos (Cardeña et al., 1998).

Para hipnotizar al cliente con el método vigilia-alerta, se realizan primero unos breves
ejercicios diseñados por Alarcón (Cardeña et al., 1998). La intención de estos ejercicios
es, como ya se ha indicado, que el cliente pueda comprender las reacciones que
experimentará y, así, evitar reacciones de ansiedad o estrés: por ejemplo se pide a la
persona, ya sentada cómodamente en un sillón, que recuerde alguna ocasión en la que
esperaba alguna sorpresa agradable, y cómo se le agitaba la respiración y se le aceleraba
el corazón, siendo todo ello emocionante y divertido. O bien se le dice que recuerde
algún paseo refrescante, en el que, a medida que caminaba se sentía más ligera y llena de
energía, disfrutando de una conversación divertida, etc.

Cuando se ha comprobado que la persona entiende que la experiencia será agradable


y no estresógena, se le pide que haga más o menos lo siguiente: "Ahora céntrate en tu

111
mano derecha. Comienza a moverla de arriba abajo por la muñeca, mientras mantienes
apoyado el brazo en el reposabrazos. Eso es, mueve la mano sin detenerla en ningún
momento... pronto notarás que el movimiento es más y más automático, la mano se
moverá sola, como si tú no la impulsaras..., tus músculos no se fatigarán, sino que, al
contrario, se activarán más y más..., eso es, observa cómo el movimiento es cada vez
más automático, como si la mano tuviera vida propia..., cada vez se activa más y más,
más y más, y notas tu brazo también agradablemente tenso y activado..., tu corazón
debe bombear más sangre para mover los músculos..., observa cómo tu corazón
comienza a latir más deprisa..., como cuando estamos impacientes o ligeramente
emocionados..., tu corazón late un poco más deprisa, y tu respiración comienza a
agitarse, cada vez más y más. Estás respirando más deprisa, pero con ritmo..., es una
respiración rápida, agradablemente rápida..., y te vas notando cada vez más y más
hipnotizado, activado e hipnotizado, con tu mente funcionando cada vez más y más
deprisa, expandiéndose..., ahora puedes parar la mano, mientras la respiración sigue
rápida, agitada..., y devienes cada vez más y más hipnotizado..., muy hipnotizado. Todo
tu cuerpo se activa cada vez más y más..., la sangre que proviene de tu mano se irradia
por todas las arterias y venas de tu cuerpo, trans portando una sensación de energía,
expansión, activación, como cuando estás alerta esperando algún acontecimiento, un
acontecimiento agradable..., y te sientes más hipnotizado todavía. Las piernas están más
activas, tienden a moverse, tu tronco y cabeza también están más y más activos, con
deseos de moverse..., como si escucharas una música con mucho ritmo, que invita a
bailar o a moverse a su son... ahora sientes la necesidad de levantarte del sillón y
caminar, tranquilo y sin prisas hasta la puerta de la habitación (la persona se levanta y
camina). A medida que caminas te sientes más hipnotizado, alerta, con tu cerebro muy
activado y receptivo..., tu mente está preparada, activada, muy, muy expandida,
despejada..., cada vez más y más despejada y expandida..., tu mente está hipnotizada y
preparada para poder trabajar deprisa y con eficacia".

Si la persona no se levanta, se le da más tiempo para que note esa reacción. En ese
momento se pueden realizar los ejercicios de expansión de la atención periférica, como el
descrito páginas antes, en el que quien hipnotiza mueve sus manos con el dedo índice
estirado, desde detrás de la persona y a la altura del rabillo de sus ojos, pidiéndole que
describa lo que va viendo, además de las manos que se mueven, y enfatizando que los
colores de los objetos y personas (si las hubiere) son más vivos, que puede observar
varias cosas a la vez, notando claramente sus formas, contrastes, etc., y sugiriendo a la
persona que se siente activa, con energía, despejada, y muy hipnotizada, con la mente
receptiva, expandida, y dispuesta a trabajar con eficiencia, velocidad y eficacia. Esto
mismo también se suele realizar con la auto-hipnosis rápida una vez la persona ya ha
aprendido a realizar el método con los ojos abiertos.

Si la persona no desea caminar, se le pregunta si siente la necesidad de hacerlo. En


caso afirmativo le indicamos que eso es lo realmente importante, y se prosigue con las

112
sugestiones y los ejercicios preparados para esa sesión. Si el cliente dice que no notó
nada, se averigua el porqué, y se realizan las correspondientes adaptaciones con la
retroalimentación que la persona da al terapeuta, siendo ésta la ventaja mayor de la
hipnosis despierta, la de permitir que paciente y terapeuta se comuniquen directamente
mientras se induce la hipnosis, o se aplican las sugestiones y/o ejercicios previstos, de
modo que se puede variar la fraseología para adaptarla a lo que le ayude más y tenga
más significado para la persona que se hipnotiza. A diferencia de los métodos de
relajación y restric ción de la atención periférica, la actividad hipnótica se realiza con la
persona caminando (si lo desea) y manteniendo una conversación normal y fluida con los
ojos abiertos. Es decir, se pueden realizar los ejercicios en hipnosis despierta.

Finalizados los ejercicios, se "deshipnotiza" a la persona, más o menos, del siguiente


modo: "Ahora céntrate en mi voz, eso es..., tu corazón empieza a latir más despacio, tu
respiración es más y más lenta..., a medida que tu corazón y tu respiración se ralentizan,
vas sintiéndote menos hipnotizado, físicamente menos activado y mentalmente menos
expandido. Dentro de un momento contaré hasta tres (o de tres a cero, según nuestras
preferencias). Cuando lleguemos al tres, estarás fuera de hipnosis, te sentirás tranquilo,
con los músculos relajados, tu mente activa..., te notarás con ganas de hacer cosas, pero
sereno, tranquilo, con una agradable sensación de bienestar. 1, menos activado
muscularmente y con la respiración ralentizándose; 2, saliendo de hipnosis, con tu mente
activa pero menos expandida...; 3, ya estás fuera de hipnosis, pero activo y relajado a la
vez, con ganas de hacer cosas. Eso es, muy bien. ¿Cómo te encuentras?".

Igual que con el método por relajación anterior, tras acabar con la sesión de
inducción debemos realizar una entrevista, con el objeto de obtener más información
sobre los puntos que ya hemos especificado. Con esta información y la obtenida durante
el proceso hipnótico, podemos ajustar nuestras sugestiones a las preferencias del paciente
para las siguientes sesiones. En este método, podemos utilizar también una señal de
reinducción rápida de hipnosis.

Finalmente, tanto los métodos de inducción por relajación, como los de por
activación provocan el mismo grado de respuesta a las sugestiones hipnóticas, y la misma
sensación de sentirse hipnotizado (Bányai y Hilgard, 1976), por lo que el uso de uno u
otro tipo dependerá de las necesidades y preferencias del cliente. En ocasiones puede ser
tremendamente útil aplicar ambos tipos de métodos, para que pueda utilizarse la
sugestión diferencialmente, según los aspectos a tratar del problema del paciente.

Recordemos que, en el modelo de intervención que se relata, generalmente las


sugestiones terapéuticas se encaminan a reforzar la eficacia del cliente y de la auto-
hipnosis rápida para promover cambio terapéutico. En otras ocasiones, no obstante, los
clientes muestran un interés marcado en recibir del terapeuta las sugestiones. En este
caso, tal y como ya se ha indicado, se respeta su preferencia, para, gradualmente, delegar
de nuevo el "control" en el propio cliente.

113
6.2. Tipos de sugestiones hipnóticas

Ya se ha comentado que existen varios ejes clasificatorios para ubicar y calificar las
sugestiones hipnóticas. Antes de exponer otras clasificaciones, recuérdense las
sugestiones enumeradas en el cuadro 3.2 a la hora de responder a la pregunta
fundamental que debe formularse quién va a usar la hipnosis antes de inducirla: ¿para
qué se pretende hipnotizar a la persona? Estas sugestiones pueden verbalizarse de formas
diferentes, siguiendo estilos diferentes. Sobre ello hablamos en los siguientes ejes
clasificatorios:

A) Sugestiones directas contra indirectas

Las sugestiones directas son aquellas en las que el terapeuta solicita claramente a la
persona que experimente algo. Es decir, el cliente sabe con certeza qué es lo que el
terapeuta le pide que haga, ya que éste usa su influencia para inducirle a experimentar
algo. Las ilustraciones de sugestiones que se han expuesto hasta ahora son ejemplos de
sugestiones directas (que en ocasiones son reiterativas y monótonas, cuando se repiten
varias veces seguidas).

Las sugestiones indirectas son aquellas en las que no se pide tan claramente al cliente
que experimente tal o cual reacción. Son más ambiguas, se dice de ellas que son menos
coercitivas, y se supone que permiten que el cliente manifieste sus potenciales y
experiencias únicas, sorteando su análisis crítico consciente (Erickson y Rossi, 1979).
Por ejemplo, para sugerir indirectamente que las manos del cliente se acercan la una
hacia la otra (véase este ejemplo, pero con sugestiones directas en el apéndice 1), se
puede decir lo siguiente: "Me pregunto si estarás experimentando alguna sensación en las
manos, como unas ligeras sacudidas inconscientes. Quizá tu mente consciente no presta
atención a las sensaciones, ya que tu mente inconsciente realiza los ajustes necesarios
para que experimentes algo. Antes o después tus manos se tocarán. No sé cuál de las dos
tocará a la otra primero, si la dere cha o la izquierda. No sé si se tocarán ahora o
después. Lo que sí sé es que disfrutarás con ello. Todo el mundo tiene la experiencia de
notar el cosquilleo que hace una mosca posada en la mano, o de una hormiga caminando
por ella. Rascarse para eliminar esa sensación es muy agradable. Cuanto mayor sea la
sensación de que algo te corre por las manos, mayor será el placer de rascarse. Tú
mismo te puedes preguntar si las manos se moverán rápida o lentamente. Tu mente
consciente no sabe si tu mente inconsciente moverá antes la mano derecha o la izquierda,
o si se juntarán en el centro. ¿Qué ocurrirá primero? ¿El sentimiento de satisfacción de
que las manos se toquen o el placer de averiguar qué mano se moverá antes? El
cosquilleo de las moscas puede ser muy molesto, y en un momento puede aumentar
rápidamente o, a veces, lo hace lentamente. Tu mente consciente no necesita darse
cuenta del deseo de que las manos se junten hasta que la mente inconsciente ya lo haya
hecho. O tu inconsciente puede conocer tus deseos, mientras el consciente hace la
respuesta" (la voz del terapeuta debe enfatizar las palabras en itálicas [adaptado de

114
Erickson y Rossi, 19791).

B) Sugestiones autoritarias contra permisivas

Generalmente, se asume que las sugestiones directas son autoritarias, mientras que
las indirectas son permisivas. Sin embargo, siendo las sugestiones indirectas por
definición permisivas (aunque implican una coerción indirecta sobre la persona), no todas
las permisivas son indirectas, como no todas las directas son autoritarias. Por ejemplo, si
le decimos al cliente: "Tus ojos se pegan, se pegan cada vez más y más, más y más.
¡Nota cómo se pegan! Están tan pegados tus párpados, que te resultará imposible
separarlos. ¡Intenta separarlos, es imposible!" (itálicas con tono de voz enérgico y
elevado), estamos usando sugestiones directas y autoritarias, que, generalmente, son
poco o nada recomendables para la mayoría de las personas que acuden a consulta, si
bien hay evidencia de que para ciertas sugestiones de reto funcionan mejor, cuando se ha
convencido al cliente de que la hipnosis es un trance en el que el terapeuta tiene el
control sobre el paciente (Barber, Wilson y Scott, 1980).

Sin embargo, esta clasificación es simplista, ya que en realidad podemos usar una
sugestión directa y permisiva, como la siguien te: "Dentro de un momento notarás cómo
tus ojos se van cerrando y tus párpados se pegan..., se pegan. Deja que las cosas ocurran
y ocurrirán. Si lo deseas, puedes experimentar que tus párpados se pegan y se pegan,
cada vez más y más, más y más. Se pegan tanto, que dentro de un momento intentarás
abrirlos y observarás que es imposible, o que te resulta realmente difícil abrirlos. Si
permites que tu mente funcione, observarás que cuanto más intentes abrir los ojos, más y
más te costará. Para ayudarte a experimentar esta reacción contaré hasta 5, incluso
puedes contar tú también mentalmente. A medida que me acerque al 5, notarás tus
párpados más y más pegados. 1, se pegan..., 2, están ya muy pegados..., 3, te costaría
mucho separarlos..., 4, están ya completamente pegados, sellados, 5, intenta separarlos y
observa que es completamente imposible separarlos..., incluso cuanto más lo intentas
más y más se pegan... ¡Eso es, muy bien! Ahora contaré de 4 a 0. A medida que me
acerque al 0, notarás que los párpados se van liberando, y que puedes abrirlos sin
esfuerzo... 4, se van liberando, 3, más despegados, 2, ya podrías abrirlos, 1, los párpados
están completamente despegados, 0, abre los ojos, por favor. ¿Qué tal?" (se enfatizan las
palabras en itálicas).

Como puede observarse las sugestiones son directas, pues se dice al cliente
exactamente lo que se espera que experimente. Sin embargo, la actitud del terapeuta no
es autoritaria o imperativa, ya que más bien solicita colaboración del paciente, y le presta
ayuda para que se cumpla la sugestión. Frases como "si permites que las cosas ocurran",
o "si deseas que" y similares, otorgan el control de lo que ocurre a la persona que está
siendo hipnotizada. Frases como "muy bien", "estupendo", "¿cómo estás?, etc.,
transmiten la sensación al paciente de que el terapeuta sólo está dando instrucciones y
que el mérito de llevarlas a cabo es del propio cliente. De este modo es muy difícil que la

115
persona muestre resistencias debidas a miedos o rechazos hacia el terapeuta.

Finalmente, podemos hablar de sugestiones fundamentalmente permisivas, que


estarían en un punto intermedio entre las directas y las indirectas. Por ejemplo, para
generar pesadez e inmovilidad de la mano, podemos decir lo siguiente: "Tu mano puede
que acabe por estar pegada a la pierna. Quizá puede que experimente una pesadez
agradable que te genere mucha pereza cuando intentes separar la mano de la pierna.
Quizá la mano se quede inmóvil y agradablemente relajada, tanto que sea realmente
imposible sepa rarla de donde está. Comprueba tu mismo qué es lo que ocurre" (Se
enfatizan las palabras que están en itálicas).

La investigación, tal como comentamos páginas antes, indica claramente que las
sugestiones directas y las indirectas funcionan prácticamente igual a la hora de promover
las respuestas a las sugestiones, con una ligera ventaja para las directas, contrariamente a
lo que opinan algunos autores ericksonianos. Incluso parece que las directas generan un
mayor sentimiento de no volición y automatismo, mientras que, en ocasiones, las
sugestiones indirectas han generado desconfianza y recelo en algunas personas que se
han sentido manipuladas. Estos resultados son contrarios frontalmente a las hipótesis
ericksonianas, y no deben olvidarse a la hora de planificar el modo de dar las sugestiones
terapéuticas (Hammond, 1990). En general, recordamos lo sugerido en páginas
anteriores: a la hora de aplicar las sugestiones hipnóticas usaremos ambos tipos de
sugestiones, con una clara preponderancia de las directas y permisivas, evitando
sistemáticamente las autoritarias. Sólo en casos excepcionales, esencialmente con
personas poco colaboradoras, o en ámbitos militares, parece aconsejable explorar el uso
sistemático de sugestiones indirectas, o de las autoritarias, como estrategia predominante.

C) Imágenes y metáforas

Otro modo de usar las sugestiones hipnóticas se asemeja mucho a la práctica guiada
y, en general, al uso de la imaginación en los tratamientos cognitivo-comportamentales:
tales modos son las metáforas y la narración de relatos. En principio, el objetivo de la
narración es facilitar al cliente la comprensión de contenidos complejos. El mensaje se
entiende mejor gracias al medio que se utiliza. Se asume que la comprensión de ese
mensaje fomentará un cambio de actitud, y la aceptación de nuevas formas de entender
la realidad. Las terapias ericksonianas, y otras derivadas de ellas, utilizan profusamente
las metáforas, tal y como ya hemos indicado (Hawkins, 1998). Existe investigación que
indica el éxito de estos acercamientos a la hora de facilitar el aprendizaje de conceptos y
promover cambio de actitud. De hecho ahora son una moda en las terapias de conducta
de tercera generación (Luciano y Valdivia, 2006), terapias que ya se han ligado a la
hipnosis (Williams, Halls quist, Barnes, Cole y Lynn, 2010). No obstante, las metáforas,
fuera del contexto ericksoniano, pueden considerarse, también, como modos de fomentar
distintas reacciones de afrontamiento ante situaciones difíciles. De hecho, el
entrenamiento en relajación aplicada usó imágenes e historias no conectadas directamente

116
con la problemática del cliente, para mejorar reacciones del paciente ante el estrés (S
uinn, 1993). Por lo tanto, las metáforas y relatos, dentro del contexto hipnótico, son
elementos multifuncionales, pues nos permiten ayudar al cambio de actitud, a la
formación de nuevos conceptos, y a la creación de nuevas habilidades para enfrentarse a
situaciones difíciles. Esa es la razón por la que se creó, desde una perspectiva cognitivo-
comportamental no ericksoniana, y dentro del Modelo de Valencia de Hipnosis Despierta,
una metáfora didáctica, que cumpliera con tales funciones. Esta metáfora se narra una
vez la persona conoce la auto-hipnosis, y antes de aplicar las sugestiones terapéuticas. Es
decir, cuando la persona ya sabe cómo autohipnotizarse, y antes de comenzar con el
programa de intervención como tal, se le pedirá al cliente que se auto-hipnotice para que
el terapeuta le pueda narrar una historia que ayudará a que ambos puedan comunicarse y
entenderse mejor, a clarificar ciertos conceptos sobre la hipnosis y la intervención
psicológica, así como a evaluar otros modos de responder a las sugestiones por parte del
usuario. Para ello, se dice al cliente más o menos lo siguiente: "Ahora te voy a pedir que
te auto-hipnotices. Cuando lo hayas logrado, te relataré una historia que te ayudará a
comprender mejor cuál es la función de la hipnosis, y te ayudará, también, a reducir tus
temores respecto de ella y del problema para el que me has pedido ayuda. Por favor, pon
en marcha los pasos que hemos practicado, y cuando notes la reacción que te indica que
ya estás auto-hipnotizado, dímelo (el paciente se auto-hipnotiza). ¡Muy bien! Ahora
imagínate que estás conduciendo un vehículo todoterreno por la jungla sudamericana.
Circulas por una pista forestal, entre árboles gigantescos, cerca de un río ecuatorial. Te
diriges a un pueblo donde te esperan tus compañeros de expedición. En automóvil no
dista más de una hora, pero caminando te llevaría casi una jornada. De repente, tu
automóvil se detiene. Bajas sorprendido, y compruebas que se te acabó el combustible.
El sol está en el ocaso, y anochecerá en poco tiempo. Esto te asusta, pues no tienes
víveres, ni agua. Tampoco puedes hacer fuego. La jungla está llena de insectos
peligrosos, de alimañas letales, y no tienes nada con qué defen derte de ellos. Buscas en
el portamaletas combustible, pero observas desesperado que no hay. Intentas poner en
marcha el todoterreno, pero su motor sigue enmudecido. Notas el nerviosismo (se
describen las reacciones de ansiedad del paciente). Estás cada vez más y más
preocupado. Sabes que puede ser muy peligroso intentar caminar hasta el pueblo, y
decididamente mortal el permanecer cerca del vehículo. Tenso y desorientado, buscas
desesperadamente algo que te pueda sacar del atolladero. De repente, encuentras un
machete enorme. Esto te asusta. El machete es un arma afilada y aparentemente
peligrosa. Pero no tienes otra opción. Nervioso, coges el machete. Te da miedo, aunque
sabes que es lo único que tienes para salvar tu vida. Tratas de pensar qué es lo que
puedes hacer. El miedo y la inseguridad te impiden razonar con claridad. Sin embargo, te
das cuenta de que el río está cerca de la pista forestal donde te encuentras. Recuerdas
que el pueblo está al otro lado del río. Si consiguieras cruzarlo, estarías pronto en lugar
seguro. Entonces, te decides a intentarlo. Comienzas a caminar en dirección al río,
cortando lianas, arbustos y maleza que impiden el paso, usando con fuerza el machete.
El cansancio es cada vez mayor. La mano y el brazo con los que usas el machete se

117
fatigan más y comienzan a molestarte. Los pies y las piernas parecen desfallecer. Estás
cada vez más y más cansado, tienes sed y hambre, pero sigues desbrozando la jungla sin
desaliento. Súbitamente, de entre los árboles, salta una serpiente gigantesca con las
fauces abiertas. Te asustas muchísimo, y la esquivas con dificultad. Sabes que la
serpiente pretende devorarte. Se acerca velozmente. Tanto, que puedes oler su aliento
fétido. Pero, en ese momento, la decapitas con un golpe certero del machete. Un
tremendo asco te invade al ver la cabeza seccionada y separada del cuerpo, aún en
movimiento, y la sangre que mana de él. Sin embargo, no desfalleces. Sabes que tienes el
machete para poder seguir luchando por alcanzar tu objetivo. Con decisión, sigues
avanzando hacia el río, abriéndote paso a través de la jungla. Por fin alcanzas la orilla,
pero observas con sorpresa y desaliento, que el río es enorme y turbulento. Recuerdas,
además, que está lleno de animales peligrosos que tardarían sólo unos minutos en
devorarte. La ansiedad, el miedo, la desorientación y el desaliento te invaden de nuevo.
Estás muy cansado y la noche comienza a caer. Sin embargo, recuerdas que el machete
sigue en tu poder. Prestamente, comienzas a talar algunos árboles pequeños y lianas. Con
ellos, a pesar del cansancio de tus manos y la fatiga que te inunda, construyes una balsa.
Con ella podrás vadear el río sin peligro y arribar al puerto del pueblo donde te esperan,
y en el que estarás a salvo. Construida la balsa, y provisto de una percha, te adentras en
el río. Las turbulencias son enormes, y la balsa inestable. Esto te asusta de nuevo, pero
sabes que estás cerca de tu objetivo. Puedes ver las luces del pueblo, incluso oír algunas
voces lejanas. Piensas en el recibimiento, cuando consigas llegar a puerto. Te sentirás
satisfecho de ti mismo, seguro de tu fortaleza y capacidad. Tus compañeros,
asombrados, te acogerán con admiración. Y, sobre todo, habrás logrado resolver tu
problema con tu propio esfuerzo y valentía. Perchas y perchas con fuerza, a pesar de las
aguas rápidas del río y los salientes de las rocas que pueden destrozar la balsa.
Finalmente, llegas al puerto. Varias personas te están esperando con exclamaciones de
asombro y admiración. Te sientes satisfecho, contento, seguro de ti mismo. Ha
desaparecido tu temor. Has conseguido alcanzar tu objetivo, a través de tu esfuerzo,
perseverancia y de tu razonamiento, que te han permitido sobreponerte a la
desesperanza, al miedo, a la confusión. Sabes que con el machete has podido
desenmarañar y eliminar los obstáculos que te acercaban a tu objetivo. Has podido
desprenderte de los ataques de tus enemigos interiores (tu miedo, tu inseguridad...). Te
has podido deshacer de lo que te impedía acercarte a tu meta, a tu objetivo. Sin
embargo, también sabes que esto no ha sido suficiente. No basta desprenderse y eliminar
los obstáculos con decisión y firmeza. Has tenido que arriesgarte: crear y construir algo
nuevo para poder alcanzar tu meta. Has construido la balsa, una nueva forma de
desplazarse. Y todo ello lo has conseguido gracias a la ayuda del machete. Un
instrumento que infunde temor, pero que cuando se le conoce y se usa con decisión,
puede constituirse en un instrumento inestimable para avanzar en el sentido que nos
hemos propuesto.

Este relato es como la vida. Tenemos que luchar, esforzarnos y perseverar para

118
lograr lo que nos proponemos (reducir nuestros miedos, mejorar ciertos hábitos, etc.),
eliminando obstáculos y barreras, pero creando nuevas formas de vida, de relación;
abriendo nuevas posibilidades, arriesgándonos a cambiar de vida, o la forma en que la
enfocamos. El machete, es como la hipnosis. Parece peligroso y nos asusta. Pero si lo
utilizamos con astucia, inteligencia, valentía y destreza, deviene en un instrumento que
nos ayuda enormemente a conseguir nuestras metas y objetivos. El machete es la auto-
hipnosis. Puedes manejarlo a voluntad, cuando lo desees. Pero recuerda, es la ayuda
para superar tus problemas. Sin tu afán, constancia, esfuerzo, valentía, perseverancia y
creatividad, no es muy útil. Recuérdalo bien: cada vez que aparezca el desaliento, el
temor, la confusión, puedes decirte la palabra "machete" y centrarte en la disociación de
brazo (o en la señal que indique al paciente que ya está auto-hipnotizado). En ese
momento, podrás controlar la ansiedad, dándote las sugestiones terapéuticas y, de este
modo, buscar las mejores soluciones para resolver el problema que se te haya planteado.
Ahora, cuenta hasta tres y deshipnotízate. ¿Cómo te encuentras?".

Como en cada hipnosis, se realiza en este momento una pequeña entrevista, para
averiguar qué pudo imaginar, cómo lo experimentó, lo que el paciente mismo elaboró
independientemente del terapeuta, etc., para conocer los estilos del paciente, y adaptar la
forma de dar las sugestiones en las sucesivas sesiones. Finalmente, se comenta la
intención del relato acerca del rol de la hipnosis, y de la actitud del paciente hacia la
intervención comportamental que recibirá en base a ella. En definitiva, se trata de
motivar al paciente al uso de la auto-hipnosis, promoviendo una actitud de actividad y
esfuerzo dentro del contexto terapéutico. Al mismo tiempo, se le ilustra el tipo de ayuda
que cabe esperar de la hipnosis, que es precisamente, hacer más llevadero el esfuerzo
provocado por el intento de cambio, incluso el reducirlo. Por lo tanto, se trata de
aminorar el nivel requerido de auto-control, en el sentido estricto del término (esfuerzo,
sacrificio), mejorando el nivel auto-manejo y auto-regulación del usuario (Capafons,
1986).

Como puede verse, la intención de la metáfora que proponemos es múltiple: por un


lado, intenta ayudar a entender el significado de la hipnosis y la auto-hipnosis, en el
sentido de que parecen peligrosas aunque sean beneficiosas. Por otro lado, procura
facilitar la creencia de que la hipnosis es sólo un medio para que el esfuerzo del paciente
sea menor y más eficaz, pero sin eliminarlo. Así se rompe con el mito de que la hipnosis
lo consigue todo sin que el paciente tenga que esforzarse e involucrarse activamente en
solucionar su problema. Al mismo tiempo, a través de la metáfora se realiza una
exposición en imaginación que intenta motivar a la persona a otro tipo de exposiciones in
vivo, con significado real para el paciente. En ese sentido, supone una ayuda para
experimentar reacciones intensas que convenzan al paciente de que la hipnosis es una
herramienta que le habilita para controlar mejor su mente, a través de los ejercicios y
sugestiones. De hecho, el cliente ha activado y desactivado en auto-hipnosis emociones
(miedo, seguridad en sí mismo), sensaciones (sudor, cansancio, malestar muscular) y

119
percepciones (la visualización de la jungla, serpiente, río, etc.) que pueden
experimentarse como muy reales.

Finalmente, la metáfora fomenta una concepción de la hipnosis menos esotérica, más


científica y natural, basada en procesos habituales y muy conocidos para las personas, lo
que ayuda a entender al paciente la no discontinuidad entre los comportamientos
hipnóticos y los "normales". Evidencia experimental ha mostrado que esta metáfora
didáctica promueve el cambio de actitud (en dirección positiva) sobre la hipnosis, y no
genera rechazos. Por el contrario, es aceptada y evaluada como divertida por ambos
sexos (Capafons, Alarcón y Hemmings, 1999).

Todas estas funciones de la metáfora colaboran para hacer más probable la adhesión
al tratamiento por parte del cliente, lo que concuerda con la utilización de la hipnosis
como adjuvante a los tratamientos psicológicos, más que como una terapia en sí misma
(hipnoterapia).

Por otro lado, y retomando el tema de las sugestiones, sean del tipo que sean, deben
verbalizarse con un tono de voz apropiado a cada mensaje: enfatizar las palabras clave,
hablar con ritmo, estableciendo pausas adecuadas e imprimiendo una velocidad adecuada
a cada cliente, modular el tono de voz según el momento del mensaje, mostrar seguridad
y fluidez en lo que se dice, acompañado de una adecuada expresión y lenguaje no verbal,
son aspectos que determinan en numerosas ocasiones el éxito o fracaso a la hora de
experimentar una sugestión.

En general, a pesar de que las sugestiones ericksonianas (aunque no solamente las de


esta orientación) pueden ser muy largas, las sugestiones deben ser cortas, o fraccionarse
en frases cortas. Su contenido debe manifestarse en positivo. Por ejemplo, es preferible
decir: "Es diferente" en lugar de "no es lo mismo"; "estás contento" a "no estás triste"; "el
tabaco es indiferente para ti" a "ya no te apetece el tabaco"; "permanecerá quieto el
(miembro que se desee)" a "no se moverá (el miembro mencionado)". También es
oportuno implicar cuantos más sentidos mejor para sentir las reacciones: si le pedimos al
cliente que se imagine que está en un jar dín, le relataremos los colores que puede ver,
los sonidos que puede escuchar, los olores de las flores, plantas, etc.

A veces es muy difícil evitar la palabra no. Por ejemplo, sugerir amnesias suele
implicar un reto en el cual se dice: "Intentarás recordar las imágenes que te agobian pero
no podrás. Inténtalo y observarás cómo no puedes". No obstante, se puede reverbalizar
esta frase diciendo lo siguiente: "Cuanto más intentes recordar las imágenes que te
agobian, más y más se alejarán de tu mente, y menos podrás recordarlas; cuanto más lo
intentes, más lo olvidarás".

Con las alucinaciones negativas ocurre algo similar: "Dentro de un momento, a


medida que te vayas fijando en tu cara, observarás que en el espejo no se reflejan tus

120
gafas... cuando mires tu cara en el espejo, no verás tus gafas". Sin embargo podemos
verbalizar lo siguiente. "Dentro de un momento, cuanto mires tu cara en el espejo,
observarás que falta algo... observarás que faltan tus gafas... cuando mires tu cara en el
espejo, podrás verlo todo excepto tus gafas".

Por otro lado, las sugestiones posthipnóticas funcionarán más fácilmente si se


verbalizan con un límite de tiempo corto y determinado: "Dentro de un momento,
cuando salgas de hipnosis, y durante la próxima media hora, observarás que desaparece
la fatiga y el cansancio... y te notarás despejado y activo... durante media hora, te
notarás despejado y activo". Poco a poco se puede ampliar el periodo, hasta que la
propia actividad del cliente (y el programa terapéutico que se aplica) vayan consolidando
el cambio. Con las auto-sugestiones del propio usuario, a través de la auto-hipnosis, las
sugestiones posthipnóticas se retroalimentan, y la duración del efecto puede ampliarse
ostensiblemente.

Así mismo, el límite de tiempo se puede establecer en función de la duración de una


actividad. Por ejemplo, cuando una paciente era acosada sexualmente por una persona,
sentía un incremento enorme de las ganas de fumar, y aumentaba su consumo de tabaco.
Cuando comenzaba el acoso, la paciente se auto-hipnotizaba con procedimientos de
hipnosis despierta ya descritos, y se decía a sí misma: "Mientras me acose, me sentiré
tranquila, serena, distante... el tabaco se alejará de mi mente... cuanto más insista, más
calmada y serena me sentiré, más distante de él... menos deseo de fumar tendré...". En
este ejemplo, la sugestión no establece un límite de tiempo, sino que la duración de la
situación (o de la actividad) es la que marca el principio y fin de la duración de la suges
tión. En este caso, los efectos se daban mientras la persona estaba auto-hipnotizada con
auto-hipnosis rápida, pero utilizando otros métodos tradicionales puede usarse como
sugestión post-hipnótica.

Finalmente, teniendo en cuenta que lo anterior se aplica tanto a las sugestiones que
da el terapeuta como a las auto-sugestiones, conviene explicar al usuario ciertas normas,
que también son válidas para las auto-verbalizaciones:

a)Las auto-sugestiones deben ser creíbles para el usuario: es diferente decir "a partir
de hoy, disfrutaré enormemente de la espeleología (en el caso de un
claustrofóbico)", a decir, "A medida que vaya enfrentándome a las situaciones
que temo, éstas dejarán de molestarme. Cuanto más me enfrente a mi problema,
más y más lo controlaré, y menos esfuerzo me supondrá (lo cual es casi
perogrullesco, pero difícil de aceptar por buena parte de los clientes).

b)Deben diseñarse varias auto-sugestiones para lograr un efecto determinado, de


modo que el cliente disponga de varias verbalizaciones, y no se aburra o se
habitúe a una de ellas. A la larga, la sugestión puede perder efecto.

121
c)Las auto-sugestiones deben verbalizarse con fuerza, seguridad y contundencia.
Incluso a veces es oportuno aplicárselas con un tono que denote una intensa
implicación emocional. Por lo tanto, deben evitarse verbalizaciones mecánica y
anodinamente repetidas, si bien evitando la impaciencia que active la ley del
efecto inverso.

A pesar de todas estas consideraciones, cabe esperar dificultades a la hora de activar


las sugestiones y de integrarlas en el proceso terapéutico, para lo que conviene estar
preparado, aspectos que veremos en el capítulo 7.

6.3. Motivando al paciente al cambio

Ya en 1985, Barber reclamó para la hipnosis una función de catalizador de los


tratamientos psicológicos. La función motivacional de la hipnosis es uno de sus atractivos
mayores. La persona descubre que usando sus habilidades hipnóticas puede experimentar
reacciones sorprendentes, que le proporcionan una experiencia de seguridad y eficacia
personal (Lynn et al., 2010). Además de las sugestiones que se pueden dar para el
problema en concreto, una de las funciones de la hipnosis, especialmente desde el
Modelo de Valencia de Hipnosis Despierta, es, por lo tanto, incrementar la motivación,
expectativas de eficacia y expectativas de resultado del paciente. Desde este modelo se
diseñaron las preguntas motivacionales (Alarcón y Capafons, 2006; Capafons et al.,
2008). En cierta medida están relacionadas con los objetivos de la entrevista motivacional
(Jensen, 2002), pero partiendo de procedimientos bien diferentes, aunque perfectamente
compatibles. El uso de la hipnosis despierta permite, en este caso, una mayor eficiencia,
pero podría realizarse con algunas variaciones usando métodos tradicionales que exijan
mantener los ojos cerrados. La idea es que, aprovechando que las sugestiones se dan con
los ojos abiertos, el paciente compruebe, a través de ejercicios de práctica, que una serie
de estímulos (lápices, relojes, o cualquier objeto, incluso imaginado), pueden provocar
reacciones que, de forma natural no provocarían. Por ejemplo, se pide al paciente que se
auto-hipnotice con la auto-hipnosis rápida, y se le sugiere que, cuando tome un lapicero
su mano pesará tanto que caerá sobre la mesa. A continuación se le sugiere que, cuando
tome un pañuelo de papel con la otra mano, el brazo de esa mano comenzará a estar
muy ligero hasta levitar. Cuando consiga estos efectos, se le puede sugerir que sentirá las
mismas reacciones en los mismos brazos pero con sólo ver los objetos. Posteriormente,
se le puede sugerir que la reacción de pesadez se dará en el brazo que estuvo ligero y
viceversa. Finalmente, se le sugiere que el lápiz generará ligereza, y el pañuelo de papel
pesadez (inversión de las reacciones). Se pueden usar cualquiera de los otros sentidos,
manteniendo el esquema de que deben provocarse reacciones que puedan invertirse ante
la exposición a ciertos estímulos. En general, estos ejercicios sorprenden al paciente,
suelen serle divertidos, y nos permiten formular al cliente seis preguntas motivacionales,
como las que se detallan a continuación (Alarcón y Capafons, 1996; Capafons et al.,
2008):

122
1.Hay alguna razón objetiva para que ver o tocar esos objetos genere pesadez o
ligereza? La respuesta, salvo que el cliente presente un pensamiento mágico
basado en mode los demonológicos, lo que habremos detectado mucho antes,
habitualmente será: no.

2.¿Cree que su forma de pensar, de imaginar, y su actitud han favorecido esas


reacciones? La respuesta habitual será: sí.

3.¿Cree que los objetos provocan las reacciones que ha observado por el significado
que usted les ha dado? De nuevo la respuesta habitual será: sí.

4.¿Cree que parte de su problema depende de su forma de pensar, imaginar y su


actitud hacia él? A esta importante respuesta, especialmente para casos donde la
relación "mente-cuerpo" es poco obvia para el paciente (por ejemplo, casos de
dolor agudo) la respuesta suele ser: sí.

5.¿Cree que cambiar su forma de pensar, imaginar y su actitud hacia el problema


puede ayudarle a solucionarlo? Salvo raras excepciones, la respuesta será: sí.

6.Y, finalmente, ¿cree Ud. que la hipnosis le puede ayudar a usar mejor su
pensamiento, su imaginación y a mantener una actitud más adecuada? La
respuesta casi obvia será: sí

Con estas preguntas el significado de sus "síntomas" suele variar: ya no son algo que
ocurre fuera de su control, sino que la actitud y entendimiento que el cliente tiene del
problema son lo que modula, determina y/o lo mantiene. De este modo, la hipnosis se
presenta, de nuevo, como un coadyuvante que ayuda a incrementar el auto-control y la
auto-regulación.

Preguntas de autoevaluación

1.Los métodos de inducción hipnótica deben incluir necesariamente:

123
2.Normalmente, cuando se utiiza la hipnosis por primera vez para una aplicación clínica,
se establece:

3.En general, parece conveniente explicar los trucos en la auto-hipnosis rápida, indicando
cuál es su función como instigadores pues:

4.En ocasiones, las personas hipnotizadas se duermen debido al cansancio acumulado,


estrés o ciertos trastornos. Si ello ocurriera, parece importante:

124
5.En general, las sugestiones deben verbalizarse:

6.¿Qué tipo de sugestión es la siguiente?: "Dentro de un momento notarás cómo tu brazo


es muy pesado y cae sobre el reposabrazos. Deja que las cosas ocurran y ocurrirán. Si
lo deseas, puedes experimentar que tu brazo cae y cae, cada vez más y mas, más y
más. Pesa tanto que te es imposible mantenerlo estirado delante de ti. Si permites que
tu mente funcione, observarás que cuanto más intentes mantenerlo levantado, más y
más te costará. Para ayudarte a experimentar esta reacción contaré hasta S. A medida
que me acerque a 5, notarás el brazo más y más pesado. 1, 2, muy pesado..., 3, 4, su
peso es insoportable..., 5, cae... no puedes mantenerlo en el aire..., incluso cuanto más
lo intentas más y más cae sobre el reposabrazos... ¡Eso es, muy bien! Ahora contaré
de 4 a O.A medida que me acerque a 0, notarás que el brazo recobra su tacto habitual
y que puedes levantarlo sin esfuerzo..., 4, 3, más liviano, 2, ya podrías levantarlo..., 1,
el brazo recobra su peso habitual, 0, abre los ojos, por favor. ¿Qué tal?".

125
126
127
En general, las más frecuentes son las relacionadas con el rechazo (o extrema credulidad)
hacia la hipnosis. Es importante clarificar los mitos, tal y como se indicó en el capítulo 2.
Si las creencias erróneas son muy fuertes y están muy arraigadas, puede ser complicado
eliminarlas. Por lo tanto, en estos casos se debe valorar si es oportuno perder varias
sesiones en refutar las creencias falsas sobre la hipnosis. En ocasiones ese es el objetivo
de la terapia (recuérdese el síndrome de los falsos recuerdos), pero generalmente es
preferible dejar la hipnosis a un lado y utilizar otros procedimientos basados en la
imaginación (práctica guiada, visualizaciones, desensibilización sistemática en
imaginación, entrenamiento en el manejo de la ansiedad, auto-instrucciones, etc.) si es
que se consideran oportunos (como puede ser cuando se intenta tratar el dolor).

Otro conjunto de dificultades son los fracasos en experimentar las sugestiones que se
proponen. Descartadas las interferencias producidas por los miedos, o el exceso de
interés que lleva a efectos paradójicos, es frecuente que la persona crea que no es capaz
de realizar tal o cual sugestión. En este caso se debe insistir en que esa incredulidad es en
sí misma una interferencia, y que confíe en sus posibilidades, indicándole que, en caso de
fracaso, se ha averiguado algo más sobre las habilidades del paciente, pero no se han
acabado todas las posibilidades. Es decir, se argumenta al cliente que un fracaso es sólo
un indicador de qué sugestiones funcionan y cuáles no, incluso el fracaso puede significar
que la forma de ver balizarlas es inadecuada, lo que nos lleva a buscar nuevas formas de
verbalizarlas. En ocasiones se consigue sólo variando la fraseología de una sugestión, que
la persona experimente una sugestión que antes no podía. Por lo tanto, en absoluto un
fracaso es un elemento definitivo para considerar que la persona no está hipnotizada, o
que otras sugestiones terapéuticas no funcionarán, o que no se puede hacer nada para
conseguir experimentar la sugestión. Un fracaso es sólo un momento dentro del proceso
en la terapia, del que se aprende mucho, y que se puede corregir.

A veces no es la incredulidad la que determina el fracaso, sino la excesiva


impaciencia, como hemos indicado, en experimentar la sugestión, la prisas, los deseos
desmesurados, o la creencia de que la persona no tiene que hacer nada, sino esperar
pasivamente a que las cosas ocurran. La presentación de la hipnosis relatada en el

128
apartado 5.2 ayuda a disminuir estas interferencias. No obstante, puntualmente pueden
aparecer, y el terapeuta debe hacer notar al cliente que su colaboración es necesaria, pero
que esta colaboración debe basarse en un esfuerzo calmado y sosegado por experimentar
las sugestiones, recordando de nuevo la ley del efecto inverso.

En general, ante un fracaso (el cliente puede recordar lo que se le sugirió que
olvidara, o sus manos no se aproximan, o no observa reducción de su dolor), el terapeuta
debe reaccionar con seguridad, aplomo y tranquilidad (sin olvidar expresarlo, tanto
verbalmente, como no verbalmente). Es importante en ese momento preguntar por lo
que el cliente está experimentando, y aprovecharlo para reconducir la sugestión, o
corregir los posibles defectos. Si estamos aplicando hipnosis por relajación, es más difícil
la comunicación con el cliente, pero le podemos decir que podrá hablar fluidamente, y
que el mero hecho de hablar le mantendrá hipnotizado y relajado. Si trabajamos con
hipnosis activo-alerta también se puede solucionar la posible dificultad en hablar del
mismo modo, mientras que con hipnosis despierta, la dificultad la tiene el terapeuta, pues
el cliente le estará mirando y esperando una respuesta satisfactoria inmediata.

Las respuestas de los clientes cuando se les dice "Dime qué estás experimentando,
qué piensas, o qué imaginas" son muy variadas. En ocasiones dicen que la palabra que se
usa no les gusta o les convence: (Cliente) "no quiero sentir relajación... no me llena esa
palabra". (Terapeuta) "¿Serenidad mejor?". (Cliente) "¡Sí! ¡Perfecto!".

En otras ocasiones no se ven exactamente en la situación que el terapeuta les relata:


(Cliente) "Lo siento, pero no puedo sentir que estoy en el lado derecho del avión, no me
cuadra". (Terapeuta) "¿Qué tal el izquierdo?, obsérvese en el lado izquierdo del avión".
(Cliente) "Ahora sí. No sé por qué, pero ahora sí que puedo revivir que estoy en el
avión".

Una razón habitual radica en el descuido del terapeuta a la hora de evaluar las
preferencias del usuario. El terapeuta puede suponer que estar tumbado encima de una
colchoneta, flotando en una mar tranquilo que acaricia la orilla de una playa, en una tarde
de verano hacia el ocaso, es una experiencia agradable para el cliente, y tal suposición
puede llevarle a un fracaso estrepitoso. Por ejemplo, una persona, tras oír el relato de la
playa, comenzó a llorar desconsoladamente: su marido había muerto de infarto en una
playa un verano antes.

Aunque la investigación indica que las personas muy sugestionables no prestan


atención a las imágenes que propone el terapeuta que no les ayudan, y crean las suyas
propias, deben extremarse la precauciones y preguntar antes al cliente por el tipo de
sucesos que pueden molestarle. Otro tanto ocurre con la velocidad que se imprime a las
sugestiones. Algunos clientes son muy lentos, y necesitan elaborar despacio la sugestión.
Si no se observa reacción tras una sugestión, no hay que dar por supuesto que se ha
fracasado, sino que, insistimos, hay que preguntar qué es lo que está ocurriendo. El

129
paciente puede decir simplemente que necesita más tiempo. Cuando se trabaja con
hipnosis despierta esto es más sencillo, ya que el paciente mantiene una conversación
fluida con el terapeuta. Sin embargo, tal como se ha indicado, con hipnosis tradicionales
por relajación, mantener conversaciones ralentiza el proceso, y son más difíciles de lograr
(pero no imposibles).

Otro tipo de dificultades son los efectos paradójicos a la relajación (Heide y


Borkovec, 1983). Si utilizamos hipnosis por relajación nos encontraremos con los
mismos problemas que con otros métodos de relajación: algunos pacientes notan
palpitaciones, inquietud y sensaciones de ahogo. A veces es sólo el temor a la nueva
experiencia, pero, en ocasiones, sus causas no están tan definidas. Una fácil solución, en
el caso de la hipnosis (siempre que no se necesite de la relajación como estrategia
terapéutica) es cambiar a métodos activo-alerta o a hipnosis despierta. Estos métodos
dificultan los efectos paradójicos, pero debe tenerse cuidado con los activo-alerta (y su
vertiente en hipnosis despierta) a la hora de aplicarlos, ya que se debe explicar
detenidamente qué es lo que se pretende y qué reacciones cabe esperar de ellos. Hacer
ejercicios preparatorios como se expone en el apartado 6.1 es una forma eficaz de
prevenir tales efectos no deseados.

Finalmente, uno de los problemas más frecuentes con la hipnosis es que la persona
carezca de la habilidad necesaria para responder a una sugestión o conjunto de
sugestiones en particular (frecuente sobre todo en personas bajas o medio-bajas en
sugestionabilidad hacia la hipnosis). Este problema tiene solución, ya que, aunque la
sugestionabilidad hipnótica se muestra altamente estable en el tiempo, es cierto también
que existen métodos bien investigados para incrementarla. Nos referimos, entre otros, a
los métodos comportamentales por instigación de Sachs y Anderson (1968), adaptados
en España por Cangas y Pérez (1997), y al Programa de Entrenamiento en Habilidades
de Carleton de Gorassini y Spanos (1999).

En el primer caso, la forma de proceder ante un fracaso es la de instigar la respuesta


que se pretende activar a través de la sugestión. Posteriormente, se pide a la persona que
intente reproducir esa sensación, fijándose en cualquier avance por mínimo que sea,
reforzándolo y apoyándolo con cualquier recurso que sea útil para el paciente. Si bien no
es genuino de esta aproximación, sí es muy útil apelar al r ecuer do sensorial/emocional,
para que el cliente entienda que uno de los recursos que pueden apoyar sus avances en
reproducir las sensaciones instigadas es la asociación entre respuestas y ciertas claves que
las activen. Así, la forma concreta de proceder sería la siguiente:

-Paso 1: se instiga la respuesta que posteriormente se pretende experimentar a través


de la sugestión. Para ello se usa cualquier estímulo que la active, ejercicio o
"truco" de los que hemos comentado. A continuación se pide a la persona que
observe la respuesta detenidamente, para que sepa exactamente qué es lo que
debe sentir después. Ejemplo: se pretende que la persona levite la mano. Para ello

130
activamos el fenómeno Kohnstamm (Ducos, Roll, Kavounoudias y Roll, 2007),
sujetando fuertemente el brazo de la persona, mientras se le pide que intente
levantarlo. Cuando lo ha hecho durante unos 30 segundos, se suelta súbitamente
el brazo, que subirá rápidamente, salvo que la persona lo detenga. Si es ése el
caso, se explica que no debe interferir con el movimiento, y se repite de nuevo el
ejercicio, para que la persona observe y experimente cómo el brazo sube de
forma totalmente automática.

-Paso 2: se vuelve a instigar la respuesta, y se pide a la persona que la observe


detenidamente, especialmente la sensación de automatismo, la memorice bien, y
que la asocie a una clave que puede ser una palabra (propia o del terapeuta),
imagen, gesto, o todo a la vez. Se dice a la persona que la intención de la
asociación es la de activar (evocar) la respuesta a través de tal clave, lo que ya
sería una sugestión. Una vez la persona indica que ha elegido la clave, se elimina
completamente cualquier resto de la respuesta instigada. Siguiendo con el ejemplo
anterior, se activa de nuevo el fenómeno Kohnstamm, y cuando el brazo sube se
le pide a la persona que lo asocie a la clave (por ejemplo, las palabras ligero,
pluma, sube, etc., o una imagen de un globo subiendo, o que se saca la mano por
la ventanilla de un coche circulando a alta velocidad, y el viento la empuja hacia
arriba, etc.).

-Paso 3: se pide a la persona que reproduzca la respuesta, sólo activando la clave a la


que la asoció, y que, sin interferir, dejando que las cosas ocurran, reproduzca la
reacción anterior. Para reproducir la levitación, la persona debería pensar en la
imagen o decirse la palabra o frase a la que asoció el movimiento ascendente de
su brazo.

-Paso 4: se refuerza cualquier reacción que la persona experimente, aunque sea,


como a veces ocurre, alguna reacción secundaria a la que se pretendía. Por
ejemplo, en el caso de la levitación y el efecto Kohnstamm, la persona puede
sentir primero presión o calor sobre su brazo, más que levitación, si el terapeuta
le sujetó el brazo para provocar tal efecto. En tal caso, se anima a repetir la
experiencia varias veces para que la persona vaya evocando mas reacciones que
le lleven finalmente a la levitación del brazo, a través de entrenamiento en
recuerdo sensorial/emocional. Habitualmente, con uno o dos intentos la mayoría
de la gente que no experimentaba ligereza ni levitaba la mano o el brazo, puede
levitarlos cuando recibe la sugestión.

El Programa de Entrenamiento de Carleton se basa más en el uso de la imaginación.


Aclaradas las dudas de la persona, se le indica que experimentar una sugestión es,
básicamente, una cuestión de colaboración, y se le anima a que activamente construya la
experiencia sugestiva, involucrándose en una situación en la que debe creer como si fuera
verdad: la persona debe ser parte de esa situación que ha creado. A continuación se le

131
explica la táctica para activar una sugestión en concreto. En el caso de levitación de la
mano, se pide al cliente que imagine que su brazo es un globo que sube, y que realmente
suba el brazo como si su brazo fuera un globo lleno de helio. Si se absorbe la persona en
ese pensamiento, experimentará el acto voluntario de subir el brazo como si fuera
automático. A continuación, se pasa un vídeo en el que un terapeuta da la sugestión de
levitación de la mano, describiendo la imagen en la que se apoyará el cliente, quien
muestra una levitación de la mano. En el vídeo, terapeuta y cliente discuten los
pormenores de la experiencia de levitación, reforzando el terapeuta al cliente, mientras
éste muestra satisfacción, e indica que responder a la sugestión a través de imágenes es
como aprender a resolver otro tipo de problemas que exigen habilidades (nadar,
matemáticas, etc.).

Posteriormente, se indica al cliente que toda sugestión tiene una parte mental y otra
física. La parte física la tiene que realizar el cliente, nadie lo hará por él, pero la
experimentará como algo que ocurre por sí sólo, si se centra e involucra en una imagen
mental que es consistente con el acto físico que se requiere. El involucrase e imaginar
detenidamente lo necesario para que el brazo levite implica que las verbalizaciones
encubiertas de la persona durante la imaginación deben ser consistentes con lo imaginado
(la mano está ligera, mientras se imagina que el brazo es como un globo de helio). Así, la
imagen refuerza el acto físico de subir el brazo, y el acto físico refuerza la imagen de
ligereza. Finalmente se da la sugestión de levitación, y el terapeuta refuerza cualquier
intento y avance del cliente por experimentar la levitación de la mano.

Existen variaciones breves de este procedimiento que se basa fundamentalmente en


el uso de la imaginación, también muy eficaces. En general, el terapeuta debe disponer de
muchas y variadas imágenes que puedan apoyar cada tipo de sugestión, y verbalizarlas al
estilo de las instrucciones de "pensar en" (think with) e instrucciones "motivacionales
hacia la tarea" de Barber (Barber y Calverley, 1963). Las instrucciones motivacionales
hacia la tarea indican a la persona que su capacidad para responder a las sugestiones se
basa completamente en su "deseo" de intentar imaginar y visualizar las cosas que se
piden al cliente que imagine. Las instrucciones de pensar en se basan en tres aspectos
fundamentales:

1.Se dice a las personas que pueden evitar experimentar una sugestión diciéndose
cosas negativas (no puedo experimentar lo que se sugiere), o esperando
pasivamente a que ocurra.

2.Se asegura al usuario que puede experimentar la sugestión si se permite pensar e


imaginar en los temas de la sugestión.

3.El terapeuta modela lo que debe hacerse, verbalizando en voz alta las cosas que
imagina y piensa para experimentar la reacción sugerida.

132
Por lo tanto, el programa de Carleton se basa esencialmente en las instrucciones
motivacionales y de pensar en. Aunque se sabe que la imaginación no es necesaria a la
hora de activar una sugestión (salvo para un pequeño grupo de personas [Barber, 1999]),
es cierto que la mayoría de las personas la consideran como un medio eficaz de lograrlo.
Desde esta perspectiva, el usar instrucciones de imaginar y pensar en ayuda a generar
expectativas de respuesta, ya que la persona creerá con mayor fuerza que la respuesta
sugerida ocurrirá.

Las formas indicadas de mejorar las respuestas a las sugestiones que se han expuesto
pueden utilizarse en conjunto. Así la persona aprende a instigar reacciones, a imaginar y
apoyar con su pensamiento lo que se hace y, sobre todo, entiende que la experiencia
hipnótica no es algo que dependa del terapeuta, sino de ella misma y de su interés en
notar las reacciones que se sugieren. Todo ello ayuda a corregir y evitar fracasos a la
hora de experimentar las sugestiones y autosugestiones hipnóticas. La cuestión,
reiteramos, es hasta qué punto merece la pena perder tiempo en lograr estas respuestas, y
a veces es importante (Gfeller y Gorassini, 2010). La experiencia indica que puede
merecer la pena particularmente para motivar a aquellas personas que nos dicen: "si
compruebo que realmente puedo experimentar la levitación de la mano y el brazo (o
cualquier otra sugestión), creeré realmente que Ud. sabe lo que se hace y que el
tratamiento puede ser útil para mí". En estos casos, los métodos descritos son de ayuda
incalculable para generar rapport, una sólida alianza terapéutica y una mayor adhesión a
la intervención.

Preguntas de autoevaluación

1.Dentro de un contexto cognitivo-comportamental, un fracaso en experimentar una


sugestión se interpreta como que:

2.Las instrucciones de pensar en y las instrucciones motivacionales son la base de:

133
3.Una forma de corregir fracasos en experimentar sugestiones es la de instigar la
respuesta a experimentar, asociarla a una clave y activar esa clave para reproducir la
respuesta. Generalmente estos ejercicios se aplican explicando el concepto de:

4.Cuando un paciente presenta un agrado exagerado hacia la hipnosis, puede provocar el


fracaso en experimentar las sugestiones hipnóticas debido a:

134
135
En capítulos anteriores se han expuesto las principales características de una paciente con
problemas para viajar en avión, así como los principales tipos de fenómenos sugestivos
que se pretendían activar. A continuación se relata sesión por sesión el modo concreto de
proceder la aplicación de la hipnosis.

Tras la primera sesión de evaluación, se citó a la paciente cinco días después. En


esta segunda sesión se comentaron los resultados de los cuestionarios y se procedió a
clarificar las creencias erróneas sobre el avión. En el caso de esta paciente, el
pensamiento problemático de base era confundir posible con probable (McMullin y Giles,
1981). Así pues, se le explicó que era totalmente cierto que el avión puede caer (de
hecho caen esporádicamente), y que poder significa en este caso que existe la posibilidad.
Como existe la posibilidad de matarse en la bañera, o bajando unas escaleras, o
simplemente comiendo fruta. Se le preguntó qué otras formas de morir accidentalmente
eran posibles, para que ella misma confirmara que estas posibilidades (autobús, tren) no
implicaban altas probabilidades. Lo altamente probable se define por la ratio entre
intentos y resultados. Desde esta perspectiva, es sencillo comprender que durante un año
son cientos de miles los vuelos que circulan por el espacio aéreo mundial, mientras que
los accidentes son mínimos. Finalmente se presentó la siguiente idea:

Terapeuta (T): La muerte es el hecho humano más probable. Es tan probable


que, ciertamente, es algo seguro. Como decía Miguel Hernández, ...de la muerte
nadie ha de hacerme dudar... Realmente es cierto que existe la posibilidad de morir
en cualquier momento, bajo cualquier circunstancia. Ahora mismo, esperemos que
no, puedo morir. Es cierto. Vaya o no en avión, esté o no ante una situación
peligrosa. Ante este hecho, se tienen dos alternativas: una, evitar todo tipo de
situaciones que entrañen posibles riesgos, estar pendiente de cualquier alteración
biológica de nuestro cuerpo, ¿cómo crees que nos afectaría adoptar esta actitud?

Cliente (C): Pues encerrándonos en casa para siempre, no haciendo nada


divertido, volviéndonos hipocondríacos, etc. ¿no?

136
T ¡Exacto! La segunda, aceptar el hecho de que la muerte está ahí, demorarla
todo lo que esté dentro de nuestras posibilidades procurando tener sentido común
y, mientras tanto, disfrutar cada momento como si fuera el último en nuestra vida.
Cómo crees que actuaría una persona con esta actitud?

C: No sé exactamente, pero supongo que valorando que se vive, evitando


riesgos inútiles, pero procurando aferrarse a lo positivo de la vida.

T.Algunas personas que han estado cerca de la muerte dicen haber


experimentado el cambio de orilla. Al ver tan cerca la muerte, deciden no perder el
tiempo en miedos inútiles, enfados estúpidos o en alcanzar metas que no les
enriquezcan. ¿Crees que viajar en avión es realmente una actividad altamente
peligrosa o carente de sentido?

C: No, pero aún así creo que me pondré muy nerviosa. He intentado pensar
como me dices, pero no puedo. Aunque nunca lo había enfocado en términos de
probabilidad, ni tampoco había pensado que, incluso aunque fuera cierto que
puedo morir ahora, eso debe ser un acicate para disfrutar más de la vida. Me gusta
esa idea.

T: ¡Estupendo! La hipnosis te puede ayudar a que esa idea, ese pensamiento


adecuado pueda servirte para superar tu miedo al avión. ¿Quieres intentarlo?

C: ¡Claro!, por eso estoy aquí".

A partir de ese momento en el que se procuró una reestructuración cognitiva rápida


usando la mayéutica, se presentó la hipnosis tal como se ha indicado anteriormente. La
dienta pudo mover el reloj fácilmente, mostrando sorpresa y satisfacción (como hemos
indicado, no mover en absoluto el péndulo hubiera sido un probable indicador de
interferencias o una muy baja sugestionabili dad hipnótica). A continuación, tras las
pruebas de evaluación de la sugestionabilidad hipnótica que superó sin problemas, se le
enseñó la auto-hipnosis rápida, y se le pidió que la practicara en casa durante el resto del
día. Se citó a la paciente para el día siguiente.

En la tercera sesión, la dienta dijo haber practicado la auto-hipnosis dos veces antes
de dormir, y por la mañana, después de salir de casa. Mostró sorpresa, pues había
dormido muy bien, algo poco frecuente en ella (comienzo de generalización de
respuestas: se usa auto-hipnosis rápida para mejorar la calidad del sueño).

Tras valorar muy positivamente esta actitud, se le relató la metáfora didáctica


expuesta en el capítulo 6. A continuación se entrevistó a la paciente para conocer sus
reacciones a las imágenes, y a los mensajes sobre la hipnosis. La usuaria comentó que
había experimentado las siguientes reacciones: mucho miedo por no poder pensar y estar

137
sola; rabia por el descuido del combustible; la serpiente le había repelido ostensiblemente;
cansancio físico al avanzar por la jungla; dudas sobre su capacidad para cruzar el río y de
poder pensar en una solución nueva; creyó que la balsa era una buena idea; no se sintió
contenta por superar las dificultades, ni le resultaron muy potentes las sugestiones de
fortalecimiento del ego, ni las de alegría. Textualmente, la paciente se dijo que era una
"gilipollas" por meterse en esa situación, y se contó en parte una historia paralela, en la
que miraba al cielo a ver si le enviaba ayuda.

La explicación sobre las funciones de la hipnosis la entendió perfectamente. Por lo


tanto, el terapeuta extrajo varias conclusiones:

1.La clienta visualiza bien, y las imágenes pueden generar reacciones negativas.

2.La colaboración es elevada.

3.Se deben trabajar más las sugestiones que incluyan seguridad, alegría y bienestar,
ya que se quieren incluir dentro de las reacciones a experimentar en el avión.

Acabada la explicación de la metáfora, se citó a la clienta para una semana después,


pidiéndole que practicase la auto-hipnosis rápida todo lo posible. Asimismo se le solicitó
que trajera una lista de las situaciones que disparaban su miedo a volar en avión y cómo
se sentía antes, durante y después de volar en avión (esto último se ha expuesto en el
capítulo 4).

En la cuarta sesión, la paciente indica que, tras dos años de dolores de espalda, ya no
le duele (algo que no se había comentado previamente, y para lo que la paciente usó
espontáneamente la auto-hipnosis) lo que le permite bailar, aunque su marido no quiera,
que siente que se está concentrando y que puede salir de las situaciones difíciles. Además
relata que ahora puede trabajar mucho sin molestias en la espalda, y que las palpitaciones
han desaparecido. Cree que su cuerpo funciona bien, "con fluidez". La mente la nota
muy activada como si su cabeza fuera a su aire. No chilla a sus hijos desde la última
sesión. Cree que está tomando conciencia definitivamente de algo sobre sí misma: su
marido es muy estresante para ella, e ilustra este estrés diciendo que el marido se rió de
ella cuando practicó la auto-hipnosis en la cama, antes de dormir. Sin embargo, cree que
la auto-hipnosis le está ayudando ostensiblemente: pudo controlar su agobio en una
discoteca donde fue a bailar, y en el autobús para relajarse muscularmente. Cuando
piensa en el avión y se altera, intenta contrarrestarlo pensando que tiene ya un arma para
combatir tal temor (la auto-hipnosis). Finalmente relata algo que le llamó la atención: tras
practicar la autohipnosis rápida en el coche (recuérdese que estamos aplicando hipnosis
despierta), lloró y se desahogó completamente. No lloró de rabia, indica, sólo lloró y se
sintió muy a gusto. Esta reacción la interpretó como que estaba avanzando en su control
personal.

138
Tras felicitar efusivamente a la usuaria por su actitud tan activa y emprendedora en
el tratamiento, se le propuso trabajar ya con sugestiones concretas. Para ello la cliente se
auto-hipnotizó, y cuando indicó que se sentía preparada se aplicaron una serie de
sugestiones confirmatorias de reto, para que comprobara el control que estaba
alcanzando sobre sus reacciones. Las sugestiones fueron: una sugestión de catalepsia
ocular (no poder abrir los ojos), una de alucinación de sed, seguida de otra de
temperatura (frío en la garganta), inhibición verbal (no poder hablar) y, finalmente, otra
de catalepsia rígida del brazo (no poder doblar el brazo). Recuérdese que en el contexto
en que se usa la hipnosis, los ejercicios de reto se ligan a la presentación cognitivo-
comportamental. El cliente sabe que puede romper el efecto de la sugestión, por lo que
cumplir con el reto no es caer bajo el control del terapeuta, sino sólo dejar que el cerebro
funcione para que genere la reacción hasta que la persona la interfiera. Activar y
desactivar esas reacciones son la prueba del alto grado de control mental que el paciente
está alcanzando.

Una vez la paciente comprobó con las sugestiones anteriores que su mente
funcionaba eficientemente y con rapidez (que estaba auto-hipnotizada), se prosiguió con
el segundo tipo de sugestiones: sugestiones para el control de las emociones. Estas
sugestiones (directas y permisivas) comienzan por generar estados de bienestar y
satisfacción. Poco a poco se lleva al cliente a distintas emociones relacionadas
topográficamente, para luego ir desvaneciéndolas y transformándolas en su opuesto,
terminando siempre con una emoción positiva. Así se pasa de satisfacción a alegría y
risa. Posteriormente se sugieren emociones de ternura, cariño y deseo. A continuación se
sugiere serenidad, seguridad, indiferencia y distancia. El siguiente grupo de sugestiones
son de tono aversivo: ansiedad, inseguridad, confusión, asco y náusea. De nuevo se
sugiere indiferencia, seguridad y calma, para volver a las emociones positivas, con las
que se acaba la serie de sugestiones emocionales.

El objetivo es que el paciente descubra que puede generar y modificar a bastante


velocidad distintos estados de ánimo y emocionales. Ciertamente esto se hace en un
contexto de seguridad (en la consulta del terapeuta y sin ningún estímulo desencadenante
real). La idea es entrenar al cliente en las habilidades básicas, para, paulatinamente a
través de aproximaciones sucesiv as, introducir estímulos relacionados con el problema
del paciente, ante los cuales éste puede evocar las emociones adecuadas usando la
hipnosis.

La paciente mostró bastante facilidad para activar sus emociones y experimentarlas


muy vívidamente. La que más le costó evocar fue la de deseo. No obstante, ella misma
se imaginó que viajaba con su marido por el país que iba a visitar, viendo el paisaje y
sintiéndose cariñosa con él. La palabra ilusión fue la que eligió para activar el deseo de ir
de viaje.

A continuación se revisaron las situaciones que le provocaban miedo a volar. La

139
ordenación resultante fue la siguiente (miedo ascendente):

1.Avión cerrado en pista.

2.Leer en inglés: "live vest under your seat" (chaleco salvavidas debajo de su
asiento).

3.La azafata dando instrucciones y explicando las normas internacionales de aviación


civil.

4.Luz en el techo indicativa de no fumar y cinturones abrochados.

5.Notar la aceleración en la pista.

6.Oír cómo se repliega el tren de aterrizaje.

7.El avión toma altura y se inclina para coger el rumbo.

8.Turbulencias.

La paciente indica que el oír el tren de aterrizaje le provoca temor sólo en el


despegue, ya que en el aterrizaje le confirma que está fuera de peligro.

En vista de que las situaciones se circunscribían, esencialmente, al contexto estimular


del avión y de forma lineal, se decidió aplicar un entrenamiento en relajación aplicada,
con práctica guiada y reatribución del significado de los signos de ansiedad. Si la persona
pierde el miedo al viaje como tal, es esperable una generalización de estímulos previos y
posteriores a esa situación, como así ocurrió.

Tal y como indica Suinn (1993), los signos de ansiedad son estímulos discriminativos
de respuestas de escape y evitación. Cuando se utiliza la relajación desde una perspectiva
de afrontamiento, los signos de ansiedad son reetiquetados como estímulos
discriminativos de activación de las respuestas de afrontamiento. Desde esta perspectiva
se entrena al paciente para que desarrolle una habilidad general para el auto-control, e
incremente su competencia aprendida (Capafons e Ibáñez, 1988). En el caso que se está
exponiendo la forma de inducir la relajación (y otras emociones relacionadas, como
calma, indiferencia, alegría, bienestar, etc.) era la auto-hipnosis rápida. Por lo tanto, los
signos de ansiedad devenían en estímulos discriminativos para activar la auto-hipnosis
rápida. Ello era más sencillo de realizar porque se usaba desde una perspectiva de
hipnosis despierta: la dienta podría auto-hipnotizarse caminado, hablando, etc.

Cuando se le propuso esta forma de intervención la paciente la aceptó enseguida, ya


que en el fondo era como repetir la metáfora didáctica, pero introduciendo estímulos
relacionados con su miedo (la metáfora ya había funcionado como una forma de

140
exposición en imaginación y de desarrollo de las habilidades necesarias para soportarla y
potenciarla). Por lo tanto, se pidió a la paciente que practicara en casa la auto-hipnosis,
pues al día siguiente se iba a proceder con el entrenamiento en afrontamiento.
Posteriormente, se le aplicó una inducción hetero-hipnótica a través del método vigilia-
alerta. La única sugestión que se aplicó fue que la auto-hipnosis sería potente para
hipnotizarla, y que, cuanto más practicara el método y más sugestiones se diera a sí
misma, mejor le funcionarían y más efectos observaría. La idea de esta sugestión, como
se ha indicado anteriormente, es la de reforzar las expectativas de eficacia de la persona,
y fomentar su independencia de las sugestiones del terapeuta. De esta forma se espera,
paradójicamente, que la persona pueda desvanecer las instrucciones del terapeuta y
generalizar más fácilmente los resultados a su vida cotidiana.

La paciente mostró satisfacción por la hetero-hipnosis, y sintió que las sugestiones le


ayudarían a tener más éxito con la autohipnosis rápida. Se la citó para el día siguiente.

En la quinta sesión, la paciente indicó que seguía durmiendo profundamente (algo


infrecuente antes de la intervención), y notaba que su cuerpo le respondía, lo que le
hacía sentir muy bien. Tras felicitarla por los avances, se le recuerda la intención de la
práctica guiada, comparándola de nuevo con la metáfora didáctica: su miedo a volar en
avión es la jungla, y conseguir volar y disfrutar del avión y del viaje con su marido es el
objetivo (como llegar al puerto en la metáfora). La auto-hipnosis rápida es el machete
que le permite poner en marcha distintas soluciones (las emociones positivas entrenadas
el día anterior).

Entendido lo anterior, se le fue relatando una secuencia de imágenes en las que iba
viendo los distintos elementos fobógenos: para cada uno se activaban las emociones de
ansiedad, miedo e inseguridad, con sus correspondientes signos fisiológicos (taquicardia,
palpitaciones y sudoración) y cognitivos (pensar en el accidente, sus hijos huérfanos,
etc.), para recordarle inmediatamente que tenía la palabra clave (machete). Entonces se
le recordó que esta palabra le permitía un control intenso de las emociones y se le
sugirieron las de seguridad, indiferencia, distancia, calma, satisfacción y alegría. Una vez
conseguía la paciente experimentar las emociones positivas manteniendo la imagen
fobógena, se pasaba a relatar la siguiente. Acabados todos los elementos ansiógenos, se
sugirió una proyección al futuro, para que la persona viviera el éxito de ir en avión
disfrutando del viaje mientras leía y charlaba tranquilamente con su marido, mientras de
vez en cuando miraba por la ventanilla. A continuación se sugería que podía visitar el
país, con ilusión, y sin pensar en lo horrible que sería el viaje de vuelta, ya que había
superado su miedo al avión.

Acabada la práctica guiada, se entrevistó a la paciente, quien indicó que le había


costado experimentar miedo, y que, una vez activado, le había sido difícil reducirlo. Las
sugestiones de sentir paz, ternura e indiferencia le fueron más útiles y las experimentó
con fuerza. Para experimentar mejor la relajación, la paciente se había centrado en

141
pensamientos como "mi cuerpo no está enfermo, no me va a dar un infarto a pesar de la
taquicardia", y se daba instrucciones para relajarse, recordando la práctica en casa y lo
útil que le era para otras cosas también. Finalmente añadió que le había costado sentir
ansiedad, porque los signos del avión que le generaban temor ya los había percibido con
gran indiferencia antes de que se le sugiriera (quizá como efecto de la metáfora
didáctica).

Como la persona partía de viaje antes de poder mantener otra sesión, se dedicó una
parte de esta sesión a la prevención de recaídas. Así, se le explicó que es normal sentirse
desbordado a veces por un miedo que se creía superado, y que ello no quería decir que
había vuelto a desarrollar la fobia. También se le dijo que a veces, las reacciones
fisiológicas que provocaba el mismo viaje podían ser confundidas puntualmente con
signos de ansiedad. Finalmente, se le aseguró que incluso algunos viajes con muy malas
condiciones climatológicas alteran y asustan a personas experimentadas. "Todo lo
anterior, se le razonó, indica sólo que esporádicamente podemos sentir miedos que no se
cronifican. Todo depende de cómo los interpretemos. Si se interpreta como una
oportunidad para volver a practicar la auto-hipnosis y mejorar el auto-control, es muy
difícil que el miedo vuelva a cronificarse".

Para ilustrar todo ello se pidió a la cliente que se auto-hipnotizara, y se le relató una
secuencia en la que, debido a las turbulencias, sentía una gran ansiedad y miedo. Se
recordó que podría utilizar la auto-hipnosis, y que con ella podía conseguir que su mente
experimentara esa situación como algo que pasa muy rápido (distorsión del tiempo,
aceleración temporal), por lo que pasaría muy pronto. Más aún, podría usar la auto-
hipnosis para controlarse y relajarse como lo había hecho en la consulta.

Acabado el ensayo imaginado, la paciente indicó que se había dado cuenta


definitivamente de que con la auto-hipnosis tenía un "arma" versátil, que le ayudaría a
afrontar la situaciones nuevas que pudieran asustarla. Tras reforzar esta creencia, se le
pidió que, una vez terminado el viaje, comunicara cuál había sido el resultado.

Un mes más tarde la paciente informa de que el viaje ha sido un éxito. "Cuando
llegué al aeropuerto, indicó, pensé que la autohipnosis no me funcionaría. Entonces
disocié el brazo, y traté de oír tu voz dándome sugestiones. Enseguida te oí claramente
("alucinación"positiva auditiva) y las sugestiones me funcionaron perfectamente. Ha sido
un viaje sin miedo, divertido. Me he sentido muy segura con la auto-hipnosis".

Dos años después, un breve contacto reafirmó estas ganancias, así como el
mantenimiento de la mejora en su calidad de vida que se había provocado como
consecuencia de la práctica con autohipnosis rápida (generalización de respuestas).

Preguntas de autoevaluación

142
1.Una vez la persona está hipnotizada, se sugieren distintas emociones para que:

2.Una de las conclusiones que se puede extraer de la aplicación de la auto-hipnosis rápida


junto con exposición en imaginación es que:

3.Parece que el hecho de relatar la metáfora didáctica:

4.Al utilizar la hipnosis en las intervenciones clínicas:

143
144
145
1. Algunas sugestiones basadas en sugestiones de prueba de diversas escalas y textos:

-Aproximación de manos: "Coloca tus manos sobre tu regazo y hacia adelante, las manos
separadas (unos treinta centímetros; se ayuda al paciente si hace falta), y las palmas
mirándose entre sí. Ahora imagina como si una fuerza atrajera tus manos, la una hacia la
otra, empujándolas, atrayéndolas, como si unas gomas elásticas tiraran de las muñecas,
juntando tus manos, o las manos fueran como unos imanes de polos opuestos, que se
atraen, llevando la una hacia la otra... cuanto más cerca están, más fuerte es la
atracción... se mueven, acercándose cada vez más y más, como si una fuerza actuase
sobre ellas..., moviéndolas, moviéndolas... más cerca, más cerca... se tocan... y ahora se
entrelazan (las manos se entrelazan)... ahora las manos comienzan a separarse, como si
los imanes tuvieran la misma polaridad, se repelen, como el aceite y el agua, a los que les
es imposible estar juntos... se separan, se repelen, se distancian la una de la otra, las
manos se separan cada vez más y más, volviendo a su posición inicial... esto es, se
separan y vuelven a su posición original... eso es, muy bien" (Esta misma sugestión
puede convertirse en una de reto, de forma que se sugiere al paciente que una vez se
juntan las manos, se entrelazan los dedos, y es imposible separarlas, juntándose más y
más cuanto más se intenta separarlas).

-Sugestión de temperatura-sed-saciedad: "Ahora puedes pensar e imaginar que has estado


un buen rato en la playa paseando y bañándote bajo el sol. Nota el sol, su calor, el efecto
de sus rayos, quizá en tu espalda, en tus brazos..., puedes notar los efectos de los rayos
del sol sobre tu piel, notando más calor, quizá sudor, nota el calor en tu cuerpo... has
estado en el agua salada, y expuesto sol caliente durante un largo rato, en el que no has
bebido ni una sola gota de agua... habitualmente en esas condiciones la gente tiene sed...
siente la sed, nota cómo estás sediento..., cada vez más y más sed, como otras veces que
has sentido mucha, mucha sed, por el salitre, el sol, el sudor..., te sientes muy sediento...
cada vez más sediento, muy sediento..., sintiendo la boca, la garganta y los labios
resecos..., necesitas tragar saliva, humedecerte los labios, pero, sobre todo, beber líquido,
un líquido refrescante que sacie tu necesidad de beber. Ahora piensa e imagina que bebes
un vaso con un líquido refrescante, que calma tu sed..., puedes notarlo entrando en tu
boca, humedeciendo tus labios, la lengua, la garganta, calmando la sed, y te vas sintiendo
saciado de ese líquido, sin sed, alejándose las ganas de beber... ya no puedes beber ni
una gota más de ese líquido... ahora te encuentras completamente hidratado, sin ganas de
beber, tampoco notas la sed".

-Inhibición del movimiento: "Imagina que llevas mucho tiempo sentado en este sillón,
como si estuvieras ahí sentado mucho tiempo, tanto tiempo que te sientes pegado al
sillón... como si fueses parte de él, como si fueras una de sus piezas. Todo tu cuerpo está
pesado, muy pesado, cada vez más y más, como si estuvieras aplastado y pesaras una

146
tonelada... te sientes tan pesado que te resulta muy difícil moverte, muy difícil, cada vez
más y más difícil moverte... como si formaras parte del sillón..., o como si fueras de
plomo..., o de mármol, muy, muy pesado. Dentro de un momento te pediré que te
levantes, pero será imposible para ti levantarte... de hecho, cuanto más lo intentes, más
pesarás, más pegado al sillón te sentirás, y te resultará más difícil levantarte..., aún te
pegarás más y más al sillón... más pesado... inténtalo, y observa que es imposible
levantarte, inténtalo, y verás cómo aún te resulta más difícil moverte... eso es... (el
paciente es incapaz de levantarse o le supone mucho esfuerzo) ahora nota cómo tu
cuerpo recupera su peso habitual, te sientes más ligero, recobrando tus sensaciones
habituales... ya podrías levantarse si lo deseas (este ejercicio puede acompañarse de un
conteo ascendente para el peso, y uno descendente para recuperar las sensaciones de
peso habituales).

-Sugestiones de analgesia: "Imagina que te han inyectado una sustancia anestésica en tu


mano, y comienzas a sentir que los dedos se van quedando dormidos, cada vez menos
sensibles, más dormidos e insensibles... observa que la anestesia empieza a extenderse
lentamente por tu mano, lentamente... observa los cambios... la mano empieza a
entumecerse, a acartonarse, como si fuera un trozo de madera insensible, o una goma de
borrar... sin capacidad para experimentar dolor, molestia... tu mano está entumecida y
torpe... más y más anestesiada..., avanzando el efecto del anestésico, convirtiendo tu
mano en un trozo de material que se puede pinchar, cortar, y que es incapaz de
experimentar sensación alguna, insensible, como el cartón, la madera, un objeto de
plástico, o una goma de borrar... tu mano está más entumecida a medida que te centras
en esas sensaciones... Ahora tócate esa mano con la otra para observar su
insensibilidad... eso es... la mano entumecida.... (el cliente lo comprueba). Ahora tu
mano anestesiada comienza a recobrar su tacto habitual, recobra la sensibilidad,
desaparece el entumecimiento, el acartonamiento..., todo vuelve a ser normal, lo
habitual..., tu mano puede experimentar las sensaciones habituales... desaparecen
completamente las sensaciones de anestesia, entumecimiento o acartonamiento, todo es
normal en tu mano...".

-Alucinación auditiva": "Dentro de un momento comenzarás a escuchar una música


agradable para ti, que quizá te provoque la necesidad de moverte a su ritmo, o sólo
desees escucharla plácidamente..., una música preciosa, maravillosa... la puedes escuchar
cada vez más intensamente, como si fuera real... la oyes como cuando escuchas música
en la radio, en la TV, o en los reproductores de música, o quizá como una música en
directo, agradable, nítida..., escucha esa música, es muy bella..., escúchala con claridad,
como si fuera real, disfrútala... estás escuchando una música que te hace vibrar, quizá te
conmueva, sólo déjate llevar por la música... eso es.... Observa cuán claramente la
puedes escuchar... ahora la música desaparece... dejas de escucharla, tus oídos prestan
atención exclusivamente a lo que ocurre a tu alrededor, oyendo mi voz y los sonidos de
fondo de la sala donde estamos... la música ha desaparecido completamente...".

147
-Distorsión del tiempo: "Ahora puedes experimentar que el tiempo transcurre de forma
diferente, más despacio (ralentizando mucho el tono de voz, pausando las palabras
dejando pasar algunos segundos entre ellas)... como si algo fuera deteniendo lentamente
el tiempo, como si hubiera mucho, mucho tiempo entre un segundo y otro... como si los
segundos fueran minutos, los minutos, horas, las horas días... todo pasa lentamente,
como cuando vemos reportajes de animales corriendo a cámara lenta, todo transcurre
despacio... agradablemente despacio... el tiempo se dilata más y más... todo pasa
lentamente y experimentas la agradable sensación de como si llevaras mucho tiempo
sentado en el sillón... (déjese una pausa) pero ahora puedes experimentar lo contrario...
(con tono de voz más vivo, acortando el tiempo entre palabra y palabra, acelerando el
ritmo de expresión) las semanas devienen días, los días sólo horas, las horas, minutos, y
éstos son rápidos segundos... todo pasa deprisa, agradablemente deprisa, como si
aceleraran las imágenes del reportaje y pudieras ver al animal, quizá un pájaro, o un
guepardo, volando o corriendo a gran velocidad... todo pasa muy deprisa,
agradablemente deprisa, rápido.... (cambiando el ritmo de la voz a uno intermedio,
normal)... ahora el tiempo transcurre como habitualmente lo hace, ni deprisa ni
despacio..., experimentas los segundos, los minutos, las horas como lo que son... sólo
segundos, minutos u horas...".

H.Escala de Valencia de Creencias yActitudes hacia la Hipnosis,Versión Terapeuta.

UNIDAD DE INVESTIGACIÓN DE INTERACCIÓN PSICOLÓGICA Universitat


deValéncia (España)

A continuación encontrará algunas cuestiones que nos ayudarán a conocer su opinión


sobre la hipnosis. No hace falta que haya pasado por la experiencia sobre la que se le
pregunta, sólo que indique lo que considera que podría ocurrir en tales situaciones. Por
favor, indique su grado de acuerdo con las afirmaciones que se le presentan más abajo,
rodeando el número que mejor refleje su opinión, según la siguiente escala:

1.Completamente en desacuerdo

2.Bastante en desacuerdo

3.En desacuerdo

4.De acuerdo

5.Bastante de acuerdo

6.Completamente de acuerdo

RECUERDE QUE NO HAY RESPUESTAS BUENAS O MALAS, ÚNICAMENTE

148
SETRATA DE CONOCER SU OPINIÓN.

149
Factores negativos y sus ítems: puntuaciones promedio en cada factor (total del factor
dividido por el número ítems) superiores a 3, debería invitar a releer el libro y tratar de
recibir más información en hipnosis científica:

150
Factor Miedo: ítems 4, 7, 16 (invertido), 18,19 y 20.

Factor Memoria: ítems 3, 30, 31, 32, 33.

Factor Mágica: ítems 5, 6, 9.

Factor Marginal: ítems 34, 35, 36.

Factores positivos y sus ítems: en este caso, son las puntuaciones promedio en cada
factor inferiores a 4, las que debería invitar a releer el libro y tratar de recibir más
información en hipnosis científica, especialmente si en los factores negativos se ha
puntuado más de 3.

Factor Ayuda: ítems 1, 10, 12, 17, 23, 29, 37.

Factor Control: ítems 14, 15, 21, 22, 24, 25.

Factor Colaboración: ítems 2, 8, 13.

Factor Interés: ítems 26, 27, 28.

(Adaptado de Capafons,A., Espejo, B.Mendoza, M.E. (2008). Confirmatory factor


analysis of the Valencia scale en attitudes and beliefs toward hypnosis,therapist version.
Internotional Journal of Clinical and Experimental Hypnosis, 56, 281-294).

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157
Con el propósito de poner en práctica unos principios ecológicos, económicos y
prácticos, el listado completo y actualizado de las fuentes bibliográficas empleadas por el
autor en este libro se encuentra disponible en la página web de la editorial:
www.sintesis.com.

Las personas interesadas se lo pueden descargar y utilizar como más les convenga:
conservar, imprimir, utilizar en sus trabajos, etc.

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1. Kirsch (Eds.), Handbook of clinical hypnosis (2a edición) (pp. 319-338).
Washington, D.C.: American Psychological Association.

2 Traducción libre de royal road.

En el caso de estos autores hipnoterapia implica usar la hipnosis como coadyuvante, por
lo que debería añadirse un adjetivo a la citada palabra, por ejemplo, cognitivo-
comportamental, o logoterapéutica.

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Índice
Prólogo a la segunda edición 12
Capítulo 1. ¿Por qué hipnosis?: eficacia y eficiencia 17
Preguntas de autoevaluación 22
Capítulo 2. ¿Qué es y qué no es la hipnosis? 23
Capítulo 3. Los procesos hipnóticos y su utilidad en Psicología
36
clínica y de la salud
Capítulo 4. Aplicaciones de la hipnosis 54
4. 1. Caso clínico: hipnosis como adyuvante para reducir el miedo a
59
volar en avión
Capítulo S.Objetivos 65
5. 1. Diseño del plan de intervención cognitivo-comportamental 67
5.3. Evaluación de las respuestas que el usuario da a las
79
sugestiones hipnóticas
5.4. Seleccionar los procesos hipnóticos que deseen activarse 85
Capítulo 6. Aplicación de la hipnosis 91
6.1.1. El método de auto-hipnosis rápida 94
6.1.2. Un método hetero-hipnótico por restricción de la atención
102
periférica y relajación
6.1.3. Un método activo-alerta polivalente 108
6.2. Tipos de sugestiones hipnóticas 114
6.3. Motivando al paciente al cambio 121
Capítulo 7. Dificultades con la hipnosis y cómo superarlas 126
Capítulo 8. Miedo a volar en avión: cómo usar la hipnosis junto a la
134
reestructuración cognitiva y ex
Apéndices 144
Clave de respuestas 151
Lecturas recomendadas y bibliografía 155
También quien aplica la hipnosis debe evaluar sus razones para
163

164
intervenir con hipnosis. Lynn et al. 163

mos realmente darle asistencia y de que cederemos a sus deseos y


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caprichos? ¿Cuáles son nuestros mot

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