Sei sulla pagina 1di 7

Universidad Católica Santa Rosa

Materia : Formación Humano Cristiano VII

Estudiante : Joseph Pacheco C.I:23.644.421

Sección:D0O9

Santisima Trinidad
El misterio de la Santísima Trinidad -Un sólo Dios en tres Personas distintas-, es el
misterio central de la fe y de la vida cristiana, pues es el misterio de Dios en Sí
mismo.

Aunque es un dogma difícil de entender, fue el primero que entendieron los


Apóstoles. Después de la Resurrección, comprendieron que Jesús era el Salvador
enviado por el Padre. Y, cuando experimentaron la acción del Espíritu Santo
dentro de sus corazones en Pentecostés, comprendieron que el único Dios era
Padre,hijo y Espiritu Santo.

Los católicos creemos que la Trinidad es Una. No creemos en tres dioses, sino en
un sólo Dios en tres Personas distintas. No es que Dios esté dividido en tres, pues
cada una de las tres Personas es enteramente Dios.

Padre, Hijo y Espíritu Santo tienen la misma naturaleza, la misma divinidad, la


misma eternidad, el mismo poder, la misma perfección; son un sólo Dios. Además,
sabemos que cada una de las Personas de la Santísima Trinidad está totalmente
contenida en las otras dos, pues hay una comunión perfecta entre ellas.

Con todo, las personas de la Santísima Trinidad son distintas entre sí, dada la
diversidad de su misión: Dios Hijo-por quien son todas las cosas- es enviado por
Dios Padre, es nuestro Salvador. Dios Espíritu Santo-en quien son todas las
cosas- es el enviado por el Padre y por el Hijo, es nuestro Santificador.
Lo vemos claramente en la Creación, en la Encarnación y en Pentecostés

En la Creación, Dios Padre está como principio de todo lo que existe.


En la Encarnación, Dios se encarna, por amor a nosotros, en Jesús, para
liberarnos del pecado y llevarnos a la vida eterna.
En Pentecostés, el Padre y el Hijo se hacen presentes en la vida del hombre en la
Persona del Espíritu santo, cuya misión es santificarnos, iluminándonos y
ayudándonos con sus dones a alcanzar la vida eterna.

Para explicar este gran misterio, existen ciertos símbolos que son entendibles a
nuestra razón: La Santísima Trinidad es simbolizada como un triángulo.
Cada uno de los vértices es parte del mismo triángulo y sin embargo cada uno es
distinto

También podemos simbolizar a la Santísima Trinidad como una vela encendida:


La vela en sí misma simboliza al Padre, la cera que escurre es el Hijo, que
procede del Padre y la llama encendida es el Espíritu Santo. Los tres son "vela",
pero son distintos entre sí. Hay quienes simbolizan a la Santísima Trinidad en
forma de trébol. Cada una de las hojas es "trébol" pero son distintas entre sí.

¿Que hacemos al persignarnos? "En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu
Santo" Es costumbre de los católicos repetir frecuentemente estas palabras,
principalmente al principio y al fin de nuestras acciones.

Cada vez que hacemos la Señal de la Cruz sobre nuestro cuerpo, recordamos el
misterio de la Santísima Trinidad.

- En el nombre del Padre: Ponemos la mano sobre la frente, señalando el cerebro


que controla todo nuestro cuerpo, recordando en forma simbólica que Dios es la
fuente de nuestra vida.

-...y del Hijo: Colocamos la mano en el pecho, donde está el corazón, que
simboliza al amor. Recordamos con ello que por amor a los hombres, Jesucristo
se encarnó, murió y resucitó para librarnos del pecado y llevarnos a la vida eterna.

-...Y del Espíritu Santo: Colocamos la mano en el hombre izquierdo y luego en el


derecho, recordando que el Espíritu Santo nos ayuda a cargar con el peso de
nuestra vida, el que nos ilumina y nos da la gracia para vivir de acuerdo a los
mandatos de Jesucristo.

Algunas personas argumentan que no es verdad porque no podemos entender el


misterio de la Santísima Trinidad a través de la razón. Esto es cierto, no podemos
entenderlo con la sola razón, necesitamos de la fe ya que se trata de un misterio.
Es un misterio hermoso en el que Dios nos envía a su Hijo para salvarnos.
El Cristianismo Contemporaneo
La globalización es la consecuencia principal de un mundo contemporáneo,
por tanto, los problemas de un cristiano contemporáneo es estar en un mundo
globalizado, y este tema consiste en ver cual es la solución bíblica para tal
realidad. No digo que la globalización es el problema sino que es la causa de
muchos problemas, y no nunca podremos estar en contra de la globalización
porque ya es real e inminente. Y la globalización G en vez de tomarla como algo
que podemos hacerla de ella el camino para la evangelización, y dar solución al
problema existencial del hombre. Hay que tener en cuenta que no apoyo el
ecumenismo religioso sino que reconozco pluralidad en el cristianismo; como
cristianos tenemos que tomar una posición clara y concisa para tal realidad, para
tal sociedad.

Pablo como diré mas adelante no estaba en juego de especulaciones


apocalípticas, su predica para inconversos era sencilla, ya que sabemos que con
el tiempo él enseñaba mas doctrinas, pero él al evangelizar no predicaba la
predestinación, los tiempos finales, sino que su mensaje era claro: La Cruz y la
Resurrección. No estaba en contra de la Escatología bíblica, digo bíblica ya que
hay una escatología – ficción, sino que eso no era su mensaje central de la
evangelización.

Por otro lado sabemos muy bien las características de algunos creyentes de las
épocas de la historia de la iglesia. Si vemos de Abraham, sabemos muy bien sus
características, como él obedeció al Señor. Sabemos muy bien por ejemplo, las
características de Moisés. Si seguimos adelante en la historia, sabemos muy bien
las características de los reyes, como el Rey David. Y si seguimos adelante vamos
a ver a los profetas y como los mensajes van dirigidos a los momentos
contemporáneos que están viviendo como pueblo y Dios usa a aquellos hombres
para dar mensaje que aun transciende hasta las épocas contemporáneas, pero
ellos entendieron su momento, ellos no esperaron decir: ¿Haber cuando Dios
levantara profeta? ¿Haber cuando llega Palabra de Dios?, ¿Haber cuando Dios le
habla a este pueblo rebelde?, ellos fueron los primeros en buscar al Señor y
vemos sus vidas ahí escritas y vemos sus características. Si seguimos adelante
encontramos el gran ejemplo, el ejemplo de ejemplos en la vida del Señor Jesús,
un hombre contemporáneo en su época, un hombre que sabia decirles: Ustedes
oyeron que fue dicho esto, pero yo les digo, ustedes les ponen a la gente cargas
que ni ustedes pueden llevar, ustedes piensan que conocen la Escritura pero
ustedes fallan tratando de encontrar en ella cosas, se equivocan, ellas son las que
dan testimonio de mi, les decía el Señor. Un hombre contemporáneo que supo
hablar a su generación y que dejó trascendencia también, dejó herencia para
nosotros. Y si seguimos a los Apóstoles y a los discípulos como ellos fueron
hombres contemporáneos y encontramos en la Biblia testimonios de mujeres que
también supieron hacer su trabajo.
Mounier,”La Persona”

Mounier subraya como un principio personalista y eje de todo el pensamiento la


unión indisoluble del alma y el cuerpo. Explica que el hombre, así como es
espíritu, es también un cuerpo. Totalmente cuerpo y totalmente espíritu. Esta
afirmación se opone al espiritualismo, que disocia al espíritu totalmente de la
carne; y al mismo dualismo de Descartes, que presentaba a los dos principios
como sustancias totalmente distintas, quedando la persona reducida a una
existencia espiritual.

Para E. Mounier, la persona es substancialmente encarnada, y a la vez trasciende


a lo material. El hecho de que la existencia personal sea encarnada no significa
que ocurra una despersonalización, sino que ese hecho es un aspecto esencial de
la entidad personal. Citando a Gabriel Marcel y Maine de Biran, Mounier señala:
“Yo existo subjetivamente, yo existo corporalmente, son una sola y la misma
experiencia”.21 La persona es una existencia encarnada, una existencia
incorporada. Debe destacarse que la persona, por su cuerpo, pertenece a la
naturaleza corpórea, pero por su espíritu la trasciende.

Por ende tambien Mounier nos habla de las dimensiones de la persona la cual las
referimos En su obra Revolución personalista y comunitaria, Mounier señala que la
persona es el volumen total del hombre. Una tensión en cada hombre, entre tres
dimensiones espirituales, que son la vocación, la encarnación y la comunión. Con
estas tres dimensiones, Mounier intenta entender a la persona, describiéndolas de
la siguiente forma:

a) La vocación se entiende como el principio de unificación progresiva de todos los


actos propios de cada quien y, mediante ellos, de las diversas situaciones
personales. Por tanto, la misión primera de todo hombre consistirá en ir
descubriendo esta vocación unificadora, que define su lugar y su deber, y que es
agrupamiento de sí, frente a la dispersión de la materia.

b) La persona es encarnada. No puede desentenderse de la materia, más aún, no


podrá elevarse sin apoyarse en ella. El problema no consiste en evadirse de la
vida sensible y particular, sino en transfigurarla, en elevarla.

Y la tercera es la comunión, pues la persona sólo se encuentra dándose a la


comunidad superior que llama e integra a las personas singulares.

A esto se sigue que los tres ejercicios esenciales de la formación de la persona


son: la meditación, en busca de la propia vocación; el compromiso, que es el
reconocimiento de su encarnación; y la purificación, que permite la entrega de sí y
la vida en los demás. Si al ser humano le falta uno de ellos, fracasa como
persona.23
Por otra parte, en su obra El personalismo, que constituye la síntesis y revisión de
su pensamiento, catorce años después de haber escrito Revolución personalista y
comunitaria, Mounier añadirá otras tres dimensiones: la comunicación, la
conversión íntima y el afrontamiento.

a) La comunicación24

E. Mounier advierte que es un acto de conciencia lo que revela esta dimensión de


la comunicación. Uno de los movimientos fundamentales en la existencia de un
ser humano es la advertencia de los otros seres humanos que lo rodean, de los
cuales, por cierto, aprende a modo de imitación, es decir, el movimiento vital hacia
los otros. La persona no alcanza a conocerse sino mediante otros “yo”. La
experiencia primitiva de la persona es la experiencia de la segunda persona, la de
un tú o un nosotros, que conlleva a la conciencia del propio yo.

La plenitud del acto de comunión es el acto de amar; sólo se existe como persona
en la medida en que se existe para los otros, lo cual se traduce en lo siguiente: ser
persona significa amar.

El primer acto de la persona es suscitar con otros una sociedad de personas,


cuyas estructuras, costumbres, sentimientos e instituciones estén marcados por su
naturaleza de personas. Este acto primero de la persona se funda a la vez sobre
cinco actos originales:

1. Salir de sí, en cuanto la persona es capaz de desposeerse para llegar a ser


disponible de otros; ésta es una ascesis, una lucha por liberarse de sí, para
desprenderse del amor propio y darse a sí.
2. Comprender. Dejar de colocarme en mi propio punto de vista para situarme
en el punto de vista del otro.
3. Tomar sobre sí, lo cual se traduce en asumir la propia vocación.
4. Dar, lo cual significa generosidad o la gratuidad del don de sí, sin medida y
sin esperanza de recompensa.
5. Ser fiel. Implicando la continuidad en la entrega personal, la consagración a
la persona, el amor y la amistad.

b) La conversión íntima25

El movimiento de comunicación hacia los otros se complementa con el movimiento


contrapuesto, de conversión sobre sí o de subjetividad y vida interior; la
conversión íntima es otra dimensión básica de la persona.

Esta dimensión comprende a la vez los siguientes actos:

1. El Recogimiento (el sobre sí). La vida personal comienza con la capacidad


de recobrarse, de recuperarse, con miras a recogerse en un centro, a
unificarse.
2. El secreto (el en sí). Es la necesidad de la reserva en la expresión, la
discreción. El hombre volcado hacia el exterior, totalmente en exhibición, se
agota pronto.
3. El pudor referente a los sentimientos de la persona y que configuran la
intimidad de la vida privada.

Ambos movimientos –la comunicación y la conversión íntima–, constituyen la


dialéctica interioridad-objetividad, pues a la tendencia de exteriorización sigue el
de interiorización, actos de afirmación y negación sucesivas de sí.

c) El afrontamiento26

A estas dos dimensiones le sigue la del afrontamiento, por la que la persona se


manifiesta, afronta los riesgos de un ambiente hostil, afirmándose a sí misma
como acto y como elección, y que expresa lo excepcional en la afirmación de la
singularidad, es decir, la lucha y protesta inconformista, categorías esenciales de
la persona en contra de un orden establecido que la sofoca.

En efecto, la persona es consciente de sí en la lucha, alcanza su plena madurez y


expande su ser en la adhesión a un ideal de lucha, de combate. Su vida se
encuentra en ello. La persona se halla, se encuentra en su obrar. Esto es lo que
significa decidir. Cuando no hay elección ocurre un estancamiento de la persona,
por tanto, una indefinición de ella misma. En la decisión el hombre se revela, se
encuentra a sí mismo.

Potrebbero piacerti anche