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J JUDITH BUTLER:
LA REPRESENTACIÓN DESIGUAL DE LA
HUMANIDAD EN LOS MEDIOS DE
COMUNICACIÓN
CUERPO-ROSTRO
El rostro es para Levinas expresión que me viene de otro
“sin que tengamos que desvelarlo a partir de un punto de
vista, en una luz prestada”5VLQRTXHVLJQLÀFDDO
PDUJHQGHFXDOTXLHULQWHQFLyQLQFOXVRGHVLJQLÀ
FDU6XH[SUHVLyQQRVHDUWLFXOD como palabra que
proviene de una boca, porque el rostro y su expresión no son
un dato aprensible, no pertenecen a ningún sistema
lingüístico. Más bien esta expresión es la condición de
posibilidad de todo lenguaje, cuyo rasgo más destacado es la
relación con el otro, cara-a-cara. El rostro precede, de este
modo, al signo, a su imagen, al rostro-corporal, pues antes
de ser un dato aprensible,
XQRVRMRVXQDERFDXQDQDUL]«VXVLJQLÀFDFLyQGHVE
RUGDFXDOTXLHUSULQFLSLR de la forma.
DVGHKHFKRVHUHÀHUHDpVWD corporalidad
hiperbolizando la cuestión de la piel y su desnudez para
cargar de IXHU]DVLJQLÀFDWLYDOD
´YXOQHUDELOLGDGµDEVROXWDHQODTXHHORWURVH
SUHVHQWDVLQ mediación alguna: “Ante todo hay
derechura misma del rostro, su exposición derecha, sin
defensa. La piel del rostro es la que se mantiene más
desnuda, más desprotegida”8. Se trata de pensar la
subjetividad como vulnerabilidad, lo que
MXVWLÀFDTXHVHSULYLOHJLHDODSLHOFRPRVLJQLÀF
DQWHHVHQFLDOGHODFRUSRUHLGDG expuesta a la
agresión exterior, como desnudez extrema de la absoluta
indefensión del rostro del otro. En palabras de Butler:
“Responder por el rostro, comprender
ORTXHTXLHUHGHFLUVLJQLÀFDGHVSHUWDUVHDORTX
HHVSUHFDULRGHODRWUDYLGDR más bien, a la
precariedad de la vida misma”9.
Aunque Butler asimila esta noción de rostro ético
como aquel aspecto de la vida y su expresión que enuncia
“vulnerabilidad”, “agonía”, “sufrimiento”, “literalizará” esta
metafórica del rostro al tomar el origen de la moralidad en
la propia corporalidad, abordándola, a diferencia de Levinas,
dentro del marco de una ontología social 10 como punto de
partida para “(…) ampliar las reivindicaciones sociales y
políticas respecto a los derechos a la protección, la
persistencia y la prosperidad”. Digo “literaliza” porque
aunque para Levinas el sentido de la ética se halla en la
corporalidad humana, se trata de una corporalidad
descontextualizada, que no se ve, que está fuera de las
coordenadas culturales, ideológicas o pasionales. La
recepción de Butler trasmuta la concepción levinasiana de la
corporalidad al llevarla al orden público de su
representación, en la que –a mi juicio– si juega algún papel
en los términos de su irrepresentabilidad es como exterior
constitutivo, es decir, como aquello “donde la construcción
encuentra su límite” en consecuencia con su visión
performativa de la materialidad de los cuerpos bosquejada
en su libro Cuerpos que importan11. En consecuencia,
´/RKXPDQRQRHVWiUHSUHVHQWDGRSRUHOURVWUR0i
VELHQORKXPDQRVHDÀUPD indirectamente en esa
disyuntiva que vuelve la representación imposible –una
disyuntiva expresada por la imposibilidad de la
representación–. Para que la representación exprese
entonces lo humano no sólo debe fracasar, sino mostrar su
fracaso. Hay algo irrepresentable que sin embargo
ROSTRO E ICONICIDAD
La paradoja que Butler retiene de Levinas es que a pesar
que el rostro no se ciñe a lo que podemos entender como un
rostro humano, con sus características
ÀVLROyJLFDVRFRUSRUDOHVWDO\FRPRODVUHFRQRFH
PRVVLHQGRVXLQYLVLELOLGDG lo que “constituye una
condición para la humanización”16, al mismo tiempo, a través
del rostro puede ocurrir la deshumanización. De ahí que se
pregunte: “¿Cómo podemos darnos cuenta de la diferencia
entre el rostro inhumano pero humanizante, según Levinas,
y la deshumanización que puede tener lugar por medio del
rostro?”17.
$SDUWLUGHDTXtODÀOyVRIDQRUWHDPHULFDQDV
HHVPHUDHQPRVWUDUFyPROD
SHUVRQLÀFDFLyQLFyQLFDQRVLHPSUHKXPDQL]D\FyPR
HQPXFKDVRFDVLRQHVHVOD ausencia del rostro o lo que
queda fuera del marco de la imagen lo que humaniza.
3RUWDQWRVHUUHSUHVHQWDGRVRSHUVRQLÀFDGRVQ
RVLHPSUHSXHGHUHODFLRQDUVH con el ser
humanizados ni, así, el no ser en absoluto tomados en
cuenta por la representación tiene por qué guardar relación
con la deshumanización. Muy al
FRQWUDULRODSHUVRQLÀFDFLyQSXHGHVHUHOPHGLR
PHGLDQWHHOFXDOVHRFXOWDVH desplaza la agonía, el
sufrimiento del rostro en sentido levinasiano.
%XWOHUHMHPSOLÀFDUiHOPRGRFRPRODSHUVRQ
LÀFDFLyQLFyQLFDHIHFW~DD veces su propia
deshumanización mediante el tratamiento que se les ha
dado en los medios de comunicación a determinados rostros
como los de Osama Bin Laden, Yasser Arafat o Saddam
Husseim. En suma, lo que hacen los medios de
FRPXQLFDFLyQFRQHVWRVURVWURVHVSHUVRQLÀFDU
ORVFRPRVLIXHVHQODWRWDOLGDG del mal o la maldad
absoluta18, deshumanizándolos-demonizándolos a partir de
una retórica normativa que divide el mundo en “nosotros los
absolutamente buenos y ellos los absolutamente malos”. Se
trata de un binarismo axiológico
WHQGHQWHDMXVWLÀFDUODJXHUUD2SXHVWDPHQWH
FRPRGLFRWRPtDPDQLTXHDHQWUH el “bien” y el “mal”,
señala Butler, se nos presenta la imagen de Colin Pawel
sentado delante del Guernica, representado como el rostro
de la humanidad, de las benevolencias de la democracia. Lo
que los medios de comunicación hacen con estas
iconografías o fotografías es transmitirnos una idea de lo
que se considera humano e inhumano a través de marcos
interpretativos y normativos
TXHGLYLGHQODVYLGDVHQGLJQDV\QRGLJQDVFRQHOÀQ
GHSURYRFDUUHDFFLRQHV
DIHFWLYDVTXHGHPDQHUDGLIHUHQFLDOQRVLGHQWL
ÀTXHQFRQFLHUWRVURVWURV\QRV
GHVLGHQWLÀTXHQFRQRWURV
Otro ejemplo, recurrente para Butler, de cómo se
efectúa por medio
GHODSHUVRQLÀFDFLyQGHOURVWURODGHVKXPDQL]D
FLyQORHQFDUQDODVLPiJHQHVGH las mujeres afganas.
Butler explica cómo esos rostros nos son mostrados en el
periódico New York Times como una representación del
triunfo democrático
QRUWHDPHULFDQR(VWRVURVWURVIRWRJUDÀDGRVHV
WiQHQPDUFDGRVEDMRODSHUVSHFWLYD
QRUWHDPHULFDQDFX\RVLJQLÀFDGRDSXQWDDTXH
´«HVWDVMyYHQHVGHVQXGDURQ sus caras como un acto
de liberación, como acto de gratitud hacia el ejército
%XWOHUGDFXHQWDGHFyPRHVWDVSHUVRQLÀFDFLRQ
HVLFyQLFDVGHOURVWURSDUHFHQ desplazar o, incluso,
ocultar el terror, el sufrimiento vivido, el dolor de las
pérdidas como consecuencia de la guerra. De manera que
podemos constatar que el rostro-imagen, es decir, las
producciones o reproducciones mediáticas han realizado un
encubrimiento del rostro-sufrimiento o vulnerabilidad, o si
se quiere, una eliminación de lo humano al no hallar atisbo
en la representación de la agonía y el sufrimiento vivido por
esas chicas afganas. En efecto, la deshumanización ha sido
llevada a cabo en y por medio del rostro a través de las
fotografías que han establecido de manera perceptible el
paradigma normativo de lo humano o de la humanidad.
'HHVWHPRGRODSDUDGRMDGHODSHUVRQLÀFDFL
yQLFyQLFDQRVLQVWDODHQXQD fuerte tensión entre
humanización y deshumanización, entre lo irrepresentable y
ÀQHVFRQVXPLVWDVGHODVLPiJHQHVGHVXIULPLHQWR
KXPDQRODVFXDOHVVHKDQ
FRQYHUWLGRHQXQFOLFKp/DREVHUYDFLyQIRWRJUiÀF
DRWHOHYLVLYDGHODJXHUUDFRQ el desarrollo técnico
abre perspectivas de percepción que antes eran inusitadas,
pero bajo el inconveniente de que la guerra al reproducirse
masivamente como entretenimiento doméstico se vuelve
espectáculo, llegando a vivirse la destrucción
FRPRJRFHHVWpWLFR(VSRUHOORTXHOOHJDDDÀUPDU
´1RVHWUDWDGHLQYRFDUODKLSHUUHÁH[LYLGDGVLQ
RGHFRQVLGHUDUTXHIRUPDVGH poder social y estatal
se hallan incorporadas al marco, incluidos los regímenes
reguladores estatales y militares. Raras veces esta
operación de enmarque perceptivo y dramatúrgico se
convierte en parte de lo que se ve, y mucho menos de lo
que se cuenta. Pero cuando sucede así, nos vemos
inclinados a interpretar la interpretación que nos ha sido
impuesta, desarrollando nuestro análisis hasta convertirlo
en una crítica social del poder regulador y censor.” 36
DÀUPDUORTXHQRHVFRQVLGHUDGRFRPRKXPDQRHQOD
QRUPDGHORKXPDQRSDUD así restar fuerza a los efectos
de indiferencia o de neutralización del sufrimiento de los
otros que el propio poder normativo diferencial pone en
marcha. Sólo una crítica cultural, ética y política puede
generar marcos alternativos capaces de transmitir el
sufrimiento de los otros, su precariedad, su fragilidad… de
un modo que nos permita responder éticamente ante el otro.
Esta posibilidad de contradecir los marcos en los que
se inscribe la imagen es posible precisamente porque la
respuesta ética ante la misma no se halla predeterminada,
debido a que dichos marcos son contestables en la medida
en que las imágenes son susceptibles de ser trasladadas de
su contexto inicial, pudiéndose alterar el enmarque, el modo
en el que se muestran, el discurso que
ODVGHVFULEH(QGHÀQLWLYDPRGLÀFiQGRVHODLQWHU
SUHWDFLyQTXHVHQRVLPSRQH No obstante, nuestra
posibilidad de elaborar una respuesta crítica ante el dolor
de los demás “(…) dependerá en parte de cómo se
comunique la norma diferencial de lo humano mediante
marcos visuales y discursivos”37. No estamos obligados a los
marcos impuestos, sino que es posible generar marcos más
sensibles al VXIULPLHQWR \ SUHFDULHGDG GH ORV
RWURV FRQGXFHQWHV D XQD PRGLÀFDFLyQ GH
nuestra valoración pública de la guerra.
Por otra parte, mientras para Sontag el anonimato de
la identidad de las víctimas se vuelve un acto más de
violencia, para Butler puede ser una muestra de resistencia
y de amenaza a la norma de lo humano. Así, por ejemplo, el
desconocimiento de quienes fueron las víctimas concretas
de Abu Ghraib
DOWDSDUOHVODVFDUDVHQORVPRPHQWRVGHWRUWX
UDIRWRJUDÀDGDRHQRWURFDVR
FXDQGRDSDUHFtDQDOGHVFXELHUWRSHURVHODVHQ
VRPEUHFtDDÀQGHPDQWHQHUOD intimidad de las
víctimas, es una ocasión provechosa para Butler. El hecho
de que el rostro y la identidad de la víctima no sean
descubiertos, sino que actúen como una “huella visual” que
NOTAS
*
Becaria de investigación por la Agencia Canaria de
Investigación, Innovación y Sociedad de la Información en el
Departamento de Historia y Filosofía de la Ciencia, la Educación y
el Lenguaje. Este trabajo se inserta en el proyecto “Justicia,
ciudadanía y género: feminización de las migraciones y derechos
humanos” (FFI2011-24120) del Ministerio de Economía y
Competitividad del Gobierno de España.
1
Judith Butler, Vida precaria. El poder del duelo y la violencia,
Paidós, Buenos Aires, 2006.
2
Judith Butler, Marcos de guerra. Las vidas lloradas, Paidós,
Barcelona, 2010.
3
Se trata de centros de detención donde militares
norteamericanos, en su llamada “guerra contra el terror”,
torturan sistemáticamente a iraquíes y afganos, al margen de
cualquier derecho internacional o proceso judicial. Con la
publicación de cinco informes, producidos entre agosto de 1994
y noviembre de 2002, Wikileaks empezó
DGLVWULEXLUPiVGHFLHQGRFXPHQWRVFODVLÀFDGRVRUH
VWULQJLGRVGHO'HSDUWDPHQWRGH Defensa de Estados
Unidos sobre el trato a detenidos en custodia militar.
4
$XQTXHDTXtQRSRGUHPRVGDUFXHQWDGHXQDPDQHUDH[K
DXVWLYDGHORTXHVLJQLÀFD la noción de rostro para Levinas,
si señalaré los rasgos que trabajan a propósito de la
34
Butler, op. cit., 2010, p.106.
35
Ibídem, p.108.
36
Ibídem, p.106.
37
Ibídem, p.113.
38
Ibídem, p.136.
39
Ibídem, p.136.
40
Ibídem, p.143.