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Notarii
Escritores taquígrafos, eran generalmente esclavos o libertos. Fueron también empleados por los emperadores, y
en el transcurso del tiempo el titulo Notarii se aplicará exclusivamente a los secretarios privados de los emperadores,
los cuales no serían más esclavos, sino personas de alto rango. Tomaban notas de las sesiones públicas de las
sentencias, mandatos de los tribunales.
Tabularii
Fueron notarios o contadores, mencionados por primera vez con este nombre en época del Imperio Romano. Eran
notarios que tenían a cargo los documentos públicos. Los tabularii públicos fueron establecidos por primera vez por
Marco Antonio en las provincias, quien ordenó que todos los nacimientos fueran declarados a los tabularii dentro de
los 30 días de ocurrido este. Eran oficiales de censo. También fueron autorizados para intervenir en la redacción de
contratos y actos jurídicos entre particulares.
Tabellions
Ayudaban al trabajo de los tabularii, y se estima que el tabelión es el verdadero precursor del Notario del Derecho
Romano, porque era el que redactaba definitivamente las convenciones fijadas entre las partes, imprimiendoles
carácter de autenticidad, suscribiendo con su firma y estampado el sello o signo en presencia de los testigos y para
mayor garantía de la indestructibilidad del documento, lo transcribía ad-acta conservandolo en depósito en su
registro, así como las sentencias judiciales.
Primera Escuela Notarial
La primera escuela notarial se fundó en Bolonia en el año 1218.
La Institución Notarial
El Art. 1 de la Ley 301-64 sobre notariado instituye a los Notarios como Oficiales Públicos autorizados a recibir actos
y darles carácter de autenticidad, además de legalizar firmas o huellas digitales de las partes.
El Fuero Real
Primera obra legislativa de Alfonso X "el Sabio", redactada en 1255 con el propósito de atender a la falta de fueros
de la mayor parte del reino. El contenido que reguló es el Derecho político y religioso, procedimientos judiciales,
derecho civil y penal.
No fue promulgado con caracter general para todo el reino sino que el monarca lo ofreció como fuero municipal
patrón, para a su vez ir concediendolo bien a los lugares que carecian de fuero o los lugares que teniendo tuviesen
interés de sustituirlo.
El Espéculo
El espéculo es un cuerpo legal compuesto de cinco libros. Esta obra es conocida también como "El Espejo de las
Leyes" o "El reflejo de las leyes", fue redactada en torno a 1255-1260 y forma parte de la obra jurídica de Alfonso X
El Sabio.
Hernán Cortés
(1485-1547) Conquistador español del imperio azteca (hoy centro de México).
Rodrigo de Escobedo
Fue quién levantó la primera acta en la que requería a los indígenas que le manifestaran si tenian alguna objeción
contra la ocupación que hacian de esas tierras en nombre de los Reyes de España.
Después de la Restauración
El presidente José María Cabral y Báez derogó la ley 472 y promulgó la ley 966 sobre Organización Judicial, el 31
de octubre de 1866, la cual obliga a los notarios a remitir el índice de sus actuaciones a la Suprema Corte de Justicia
hasta el 31 de diciembre de 1866
Ha sido también difundida la organización en cinco grupos que hace el tratadista ANTONIO
BELLVER CANO, en su obra “Principios del Régimen Notarial Comparado”, distribuyendo al
notariado en:
- Notariado de profesionales libres (notario inglés).
- Notariado de profesionales públicos (notario alemán).
- Notariado de funcionarios judiciales (notario alemán).
- Notariado de profesionales funcionarios públicos (notario latino).
- Notariado de funcionarios administrativos (notario soviético).
Los sistemas jurídicos engloban y sobrepasan los ordenamientos estatales y nacionales puesto que
como lo ha afirmado PIERANGELO CATALANO están “fundados en realidades étnicas, ideológicas,
económicas y también, evidentemente, en características jurídico formales, comunes”.
El material normativo, dice DIEZ PICAZO, es un instrumento dentro del contexto social y toda
actividad jurídica debe aspirar que el ordenamiento posea coherencia interna que “puede no
existir en los datos iniciales, pero que hay que aspirar a que exista en los resultados”. En
consecuencia es, pues, importante el concepto o conceptos de sistemas jurídicos coherentes, sea
como realidad o aspiración; Aunque un análisis
mayor sobre este tema excedería los alcances de este ensayo creemos conveniente señalar que
existe un criterio predominante en el sentido de que los principales sistemas jurídicos
contemporáneos son los siguientes:
a) El Sistema Latino.
b) El Sistema Anglosajón.
Está amparada por la fe del Estado. Esta documentación es auténtica y plenamente segura. El
segundo, no estudia ni los antecedentes dominiales, ni la capacidad de los otorgantes, ni la
autenticidad del contrato que celebran contratantes.
No redacta el documento y se limita a recibir el contrato privado que ha sido redactado por uno
de los contratantes (pudiendo ser el gestor inmobiliario) y luego de identificar a estos últimos,
procede tan solo a certificar la firma de cada uno de los mismos. No tiene registro, por ende
tampoco conserva el original. Autoriza el número de ejemplares que se le pone a la vista, sin
preocuparse de los derechos precedentes, ni del resultado de la transacción.
El sistema es simple y la seguridad incierta. Es por ello que se suple con el seguro de títulos (dado
por compañías aseguradoras). La escritura pública en el sistema latino tiene quinientos años de
existencia en el mundo jurídico. El original queda en poder notario. Es infalsificable (por cuanto el
original queda en su poder no siendo igual de susceptibles sus traslados). Al fallecimiento del
notario, el protocolo integral, pasa al archivo nacional a cargo del Estado.
Carece de fe pública, por lo que en caso de litigio, debe ser reconocido por el juez competente.
En el sistema latino cuando se produce la anulación de un contrato de compraventa se dispone la
devolución del bien, en cambio en el sistema sajón el juez competente se limita a verificar el
monto del perjuicio sufrido por la parte afectada y dispone tan solo el resarcimiento pecuniario
del daño, aunque el seguro del título no garantiza a plenitud el reparo del daño. En el sistema
latino la institución notarial adquiere una especial
importancia, por cuanto constituye un soporte indispensable de la seguridad jurídica. Este tipo de
sistema se está imponiendo a nivel mundial.
Resulta pertinente referirse tres aspectos básicos que caracterizan este tipo de notariado:
a) La existencia de un determinado número de oficiales públicos (número clausus o cerrado lo que
permite la fiscalización del Estado y de la comunidad, así como de los propios órganos colegiados)
llamados notario, escribano o tabelio; que tienen una preparación jurídica, reciben el
nombramiento del Estado (generalmente luego de un concurso), ejercen en forma privada una
función pública, están sujetos a determinadas obligaciones y restricciones.
Sin embargo, en uno y en otro puede descubrirse algo que les es común: por una parte, el origen
de la facultad autenticadora y, por otra, la autonomía de su ejercicio. Esta potestad
autenticadora puede limitarse a la identidad de los agentes otorgantes del documento privado o a
la legitimación de las firmas estampadas en este, y a la fecha de la intervención del fedatario,
como ocurre en el sistema anglosajón, pues el documento, por sí solo no prueba el acto, sino que
es objeto del mismo.
Lo que no ocurre en el sistema latino, de tal manera que la fe pública ampara no solo el “dictum”
(lo que el notario dice) sino también al “actum” (el negocio jurídico unilateral o bilateral) del cual
el documento es soporte. La inseguridad jurídica del sistema notarial anglosajón provoca una
alarmante conflictividad jurídica en los Estados Unidos, que se pretende paliar por la vía
económico-mercantil mediante el sucedáneo inequiparable del llamado seguro del título. Este
seguro encarece la transacción y ha de contratarse con una compañía aseguradora que en caso de
evicción, se compromete a indemnizar al perjudicado, lo cual no resulta del todo resarcitorio.
No se trata, pues, de una guerra entre dos sistemas, sino una sensata comparación que permita
diferenciar y apreciar en cada caso al mejor, es decir, el que ofrezca a los ciudadanos más
seguridad jurídica, evitando, en lo posible, los planteamientos judiciales contenciosos, de largo
trajinar y costoso mantenimiento para el Estado y para las partes.