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Al hablar del ministerio de la mujer en la iglesia, nosotros tenemos que ir no directamente al

Nuevo Testamento, sino al Antiguo Testamento, y más específicamente al orden de la creación.


Dios hizo al hombre varón y hembra, a su imagen y semejanza; eso quiere decir que Dios tenía
la intención de que el hombre lo representara en la Tierra. Nosotros sabemos por las Escrituras
que en la Trinidad hay un orden: está Dios el Padre, Dios el Hijo y Dios el Espíritu Santo. Dios el
Hijo voluntariamente se somete a la voluntad del Padre, y eso no lo hace menos Dios, eso no lo
hace inferior. Cuando Dios crea la sociedad humana, Él la crea con esa estructura de autoridad
y pone al hombre como cabeza.

Cuando hablamos de la mujer como pastora, en 1 Timoteo 2:12, el apóstol Pablo dice
claramente que él no permite que la mujer asuma ese papel, precisamente porque estaría
violentando ese orden estructural que Dios creó para la sociedad humana, cómo debería
funcionar el hogar, cómo debería funcionar la sociedad y cómo debe funcionar la Iglesia.
Entonces, en ese sentido la respuesta es que la Biblia claramente enseña que la mujer no debe
ministrar en la Iglesia, como pastora. Ahora bien, primero tenemos que remachar el hecho,
resaltar el hecho, que eso no hace a la mujer inferior al hombre en el mismo sentido que el Hijo
–como decíamos hace un momento– no es inferior al Padre. Eso dice 1 Corintios 11:3, que el
Padre es la cabeza del Hijo y el hombre de la mujer. Si hubiera alguna inferioridad en esto,
entonces tendríamos que decir que Dios el Hijo es menos Dios que Dios el Padre.

Por otro lado, yo creo que cuando se plantea esta pregunta, generalmente las personas
piensan en lo que la mujer no puede hacer. Pero tal vez, deberíamos ser más positivos y
preguntarnos cuántas cosas puede hacer la mujer en la Iglesia, porque la mujer tiene un papel
importante en la vida y ministerio de la iglesia local. El hecho de que nosotros no permitamos
que una mujer sea pastora en la iglesia no quiere decir que la estamos anulando. Cuando
personas me preguntan: ¿si una mujer no puede ser pastora, entonces, qué va a hacer en la
iglesia? Pues, ¡lo mismo que hacen un montón de hombres que tampoco son pastores! Porque
si bien es cierto que Dios llama al hombre a ser pastor, no todos los hombres son pastores, y
los hombres también tienen un ministerio que hacer en la iglesia aunque no prediquen.
Entonces, en ese sentido Dios le da dones de enseñanza a la mujer, Dios le da dones de
liderazgo a la mujer; sin embargo, Dios quiere que lo ejerza en un contexto particular. Nosotros
no estamos anulando a la mujer, estamos simplemente colocándola en la posición en la que
Dios la coloca.

Muchas personas me dicen: “Pero mira, hay mujeres que predican muy bien”. Y de hecho yo
conozco personas que se han convertido al Señor a través de la predicación de pastoras. Y yo
no lo dudo. Pero por el hecho de que Dios en su soberanía haga cosas como estas, no quiere
decir necesariamente que Él apruebe tal cosa, y yo voy a poner un ejemplo aquí: ¿no ha pasado
en iglesias evangélicas que violando claramente el mandato de no unirse a yugo desigual, hay
hermanas creyentes que han entrado en una relación con jóvenes inconversos, esos jóvenes
han ido a la iglesia y se han convertido? Dios en su Soberanía puede hacer tal cosa, pero
nosotros no podemos alentar a las hermanas de la iglesia que hagan esa labor misionera de ir
al mundo a buscar novios inconversos para traerlos al Señor. Eso es una misericordia que el
Señor hace, de hecho, Dios ha usado aun pastores inconversos para traer a otros a la Salvación.
Entonces, en ese sentido, el hecho pragmático de que haya personas que clamen haberse
convertido al Señor a través de la predicación de pastoras no anula la clara enseñanza de la
Palabra de Dios en textos como 1 Timoteo 2, 1 Corintios 14; de que Dios no le permite a la
mujer ejercer ese tipo de ministerio en la Iglesia.

Otros citan Gálatas 3:28, cuando dice que: “En Cristo Jesús, no hay varón ni hembra”, y eso es
verdad, en el sentido de que el hombre creyente no tiene más privilegio espirituales que la
mujer creyente. Pero vuelvo y repito, ese principio general de unidad en Cristo no anula la clara
enseñanza de que la mujer no debe ejercer este ministerio de autoridad en la Iglesia.

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