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LA ESPERANZA DE LOS NIÑOS QUE MUEREN SIN SER BAUTIZADOS

Cynthia Madroñal Díaz

EL DESTINO ES EL CIELO
En el documento “La esperanza de salvación para los niños que mueren sin haber sido
bautizados”, cuya publicación fue aprobada por el Papa Benedicto XVI, la Comisión concluye
que “el destino de los niños que mueren sin haber recibido el bautismo es el Cielo”.

El tema del limbo de los niños tiene una importancia enorme, sobre todo para los millones de
padres de familia que han visto morir a un hijo muy pequeño (antes o después de nacer) sin
haberle podido ofrecer el don del bautismo. La doctrina del limbo había sido elaborada, durante
siglos, a partir de una serie de verdades fundamentales de la fe católica, pero con conclusiones
que no parecían suficientemente claras.

Este documento pretende esclarecer y dar solución al pueblo de Dios sobre la salvación de los
niños que mueren sin ser bautizados.
Lo primero a tener en cuenta es el principio de la jerarquía de las verdades, de la unicidad y el
carácter insuperable de la mediación de Cristo, de la sacramentalidad de la Iglesia en orden a la
salvación y de la realidad del pecado original.
El estudio se divide en tres partes, además de una introducción. El exordio presenta el tema y
nos muestra las bases bíblicas con las que hay que contar para hablar de ello. La primera parte
se trata de un recorrido por la historia seguido por un análisis hermenéutico contando con
nuevas perspectivas. La última parte, una vez examinado todo, trata de dar razón de nuestra
esperanza (1 Pe 3, 15).

Parte de una síntesis histórica repasando como en un primer momento, los cristianos no
afrontaron este problema, aun así, en la Escritura si hay testimonios. La tensión entre la voluntad
salvífica universal de Dios y la necesidad del Bautismo se aclara en que es una necesidad de
segundo orden respecto a la necesidad absoluta de la acción salvadora de Dios, que es el medio
ordinario de salvación. Hace un repaso de la doctrina de los padres griegos (los cuales afirman
que los niños no son condenados pero no adquieren el mismo es dado del niño que si ha sido
bautizado) y latinos (afirman que estos niños van al infierno y si está bautizado es porque es
pecador y por tanto tendrían un castigo muy suave y leve). Este castigo suave será en la
Escolástica medieval la privación de la visión beatífica, que se concluye con Sto. Tomás; los
niños que mueren sin Bautismo no conocen aquello de que están privados, y por tanto no sufren
por la privación de la visión beatífica. La afirmación principal de estas doctrinas es que los que
no eran capaces de un acto libre y que han muerto sin haber sido regenerados por el sacramento
del Bautismo están privados de la visión de Dios a causa del pecado original.

Del Vaticano I al Vaticano II, se presenta el destino de los niños como un estadio a medio
camino entre los condenados, el purgatorio y los bienaventurados. La Iglesia no conoce otro
medio fuera del Bautismo que pueda asegurar a los niños el acceso a la vida eterna. De ahí que
se propusiera para estos niños alguna forma de bautismo de sangre o de deseo.
Es importante, ya que no hay ninguna respuesta explícita acerca del tema objeto de nuestro
estudio dada por la Revelación en la Sagrada Escritura y en la Tradición, el fiel católico debe
recurrir a ciertos principios teológicos subyacentes que la Iglesia, y en particular el Magisterio,
custodio del depósito de la fe:
1.- La voluntad salvífica universal de Dios realizada a través de la única mediación de Jesucristo en el Espíritu
Santo.
2.- La universalidad del pecado y la necesidad universal de salvación.
3.- La necesidad de la Iglesia: En cuanto, mediación histórica de la obra redentora de Cristo.
4.- La necesidad del Bautismo sacramental.

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LA ESPERANZA DE LOS NIÑOS QUE MUEREN SIN SER BAUTIZADOS
Cynthia Madroñal Díaz

5.- Esperanza y oración por la salvación universal: Los cristianos deseamos que todos los hombres se
salven. Por eso, nos atrevemos a esperar que Dios abrazará con su misericordia a los niños
muertos sin bautizar, y así rezamos por ellos.

El Magisterio no ha definido nada y deja abierta la tensión entre la voluntad salvífica universal
de Dios y la necesidad del bautismo. Aun así, existe una renovada conciencia. En esta
renovación, la esperanza es el contexto general, donde el Magisterio ha mostrado una creciente
apertura a la posibilidad de salvación de estos niños, aunque la Iglesia no tiene un conocimiento
cierto sobre la salvación de los niños.

Del tema de la filantropía de Dios (lo que sabemos de Dios, de Cristo y de la Iglesia). Existen
varios caminos: El Espíritu Santo ofrece a todos la participación pascual; los niños que sufren y
mueren son víctimas de la violencia y, teniendo de referencia a los Santos Inocentes, podemos
descubrir un bautismo de sangre. Dios puede por tanto dar la gracia del Bautismo sin que el
sacramento sea administrado, un hecho que debería ser especialmente recordado cuando la
administración del Bautismo fuera imposible.

En cuanto a la solidaridad con Cristo existe una unidad y solidaridad fundamental entre Cristo
y el género humano por la Encarnación. Todo ha sido cambiado por el Verbo, Cristo ha
resucitado por todos (el punto débil de la teoría del limbo). De lo que se trata es poner el acento
en la solidaridad con Cristo y no con Adán.

El papel de la Iglesia es fundamental, pues ella ora por los niños que mueren sin bautizar
confiándolos a la misericordia de Dios, la cual puede abrir caminos de salvación para estos niños.
Si un niño no bautizado es incapaz de un votum baptismi, en virtud de los mismos lazos de
comunión, la Iglesia puede tal vez interceder por el niño y formular en su nombre un votum
baptismi eficaz ante Dios. Además, la Iglesia de hecho formula este votum en la liturgia, por la
misma caridad para con todos que se renueva en cada celebración de la Eucaristía

Lo más importante es la esperanza. Hay razones para creer en la esperanza de los niños que
mueren sin bautismo, pues serán salvados y podrán gozar de la visión beatífica, sin por ello
minimizar la necesidad del Bautismo. Esta es una esperanza en la oración, más que de
conocimiento. Lo que nos ha sido revelado es que el camino de salvación ordinaria pasa a través
del sacramento del Bautismo. Ninguna de las consideraciones arriba expuestas puede ser aducida
para minimizar la necesidad del Bautismo ni para retrasar su administración

CONCLUSION
En este documento se comprueba como la preocupación por los niños que mueren sin bautismo
ha sido una constante de preocupación para padres y los teólogos. Se ve como la evolución al
respecto del destino de los no bautizados es en una evolución salvífica.
Si Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad, ¿Cómo
es posible que los niños sin bautizar no lleguen a la visión beatífica de Dios? Este es el punto
clave de esta cuestión, y por lo cual el Magisterio no se ha pronunciado, pues se trata de verdades
de fe de primer nivel que en este caso parecen enfrentadas. Los teólogos de todas las épocas
han dado respuesta sobre este tema. En la actualidad, por desgracia, debido a la lacra del aborto
y los numerosos infanticidios en numerosos países del mundo, es de rabiosa actualidad.
Las soluciones propuestas pasaron por reconocer una condenación menor en el caso de los
primeros. La teología escolástica medieval propondrá un estado de salvación menor (limbo) en la
que no se goza de la visión de Dios, pero tampoco se reciben castigos al no haber cometido
pecados personales. El Concilio Vaticano II ha afirmado: «Cristo ha muerto por todos y la
vocación última del hombre es una sola, la divina; por eso, debemos mantener que el Espíritu
Santo da a todos la posibilidad de unirse, por caminos conocidos por Dios, al Misterio pascual».

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LA ESPERANZA DE LOS NIÑOS QUE MUEREN SIN SER BAUTIZADOS
Cynthia Madroñal Díaz

La Iglesia confía a la misericordia divina a los niños muertos sin bautismo, tal como reza en las
exequias por ellos. «Por esto es más apremiante aún la llamada de la Iglesia a no impedir que los
niños pequeños vengan a Cristo por el don del santo bautismo».
El limbo es una conclusión teológica defendida hoy por casi todos los teólogos católicos. Pero
no sabemos si Dios tiene modo de salvar a los niños que han muerto sin bautismo y que por lo
tanto no tienen derecho al cielo. Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen a la vida
eterna, para ello, nos da la Iglesia, que es el sacramento de salvación para el mundo y, por tanto,
la necesidad del Bautismo. Este es el camino seguro para la salvación.
Esto no quiere decir que limitemos la voluntad salvífica de Dios a la Iglesia, pues Él puede
actuar fuera de estas fronteras. Por tanto, que estos niños se puedan salvar es posible pues la
voluntad salvífica de Dios no tiene medida.
No hay que olvidarse de las palabras de Jesucristo cuando nos dijo: pedid y se os dará. La esperanza
es la base de esta oración de petición a Dios por medio de Cristo. Por eso, la esperanza y la
perseverancia es la base de la oración para la salvación de estos niños, pues la misericordia de
Dios tiene caminos que nosotros no conocemos.

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