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¿Y qué leen los analfabetos?

Ferreiro, E. (2007).

Sobre la Caracterización del sujeto que aprende: el alumno

Emilia subraya en todos sus trabajos lo importante y necesario que es considerar el papel
de la evolución (relativa a la progresión conceptual y a la temporalidad del aprendizaje)
tanto como el de la construcción (relativa a la propia actividad intelectual) para afirmar que
existe un proceso de apropiación de la lengua escrita. Señala que hay progresión en la
medida que podemos constatar la construcción de nuevos observables por parte del niño
(o adulto) que le permiten comprender y coordinar cada vez mejor las múltiples relaciones
que él puede establecer con/entre las propiedades específicas del texto escrito. El niño
necesita construir un nuevo objeto de conocimiento y para ello tiene que “[…] reconstruir
las operaciones que permitieron engendrar el objeto socialmente constituido […]” (p. 251);
y eso implica que, al tomarle tiempo, estemos hablando de desarrollo y/o evolución.
Aunque, también remarca Emilia, ese tiempo no puede ser muy extenso pues dicha
reconstrucción no implica que el niño tenga que rehacer la misma secuencia histórica en
toda su extensión. Con respecto a la lectura, Emilia menciona, con palabras muy bellas, algo
que nos remite a los inicios de la alfabetización. Dice que las marcas del texto son para el
niño objetos opacos; marcas de la escritura opacas que requieren de la presencia de un
intérprete para poder advertir sus poderes especiales. Ya que, quien lee en voz alta hace
cosas misteriosas. Es decir, Emilia dice que para que el niño transforme los objetos opacos
en transparentes necesita presenciar actos de lectura en voz alta para darse cuenta que con
solo mirar las marcas se produce lenguaje. Aprender a saber que las marcas permiten
elicitar lenguaje es una cosa, comprender de qué manera lo hacen es otra muy distinta (pp.
400-401). Lograr comprender que quien lee habla para otro pero lo que dice no es su propia
palabra sino la de otro, requiere de tiempo. Es más, comprender que esa otra palabra del
otro que habla apenas es la sombra del autor del texto, es una tarea muy compleja que
requiere de largos y reiterados procesos de interacción con la escritura. Por ello, la sola
presencia del objeto es insuficiente para que el niño comprenda la relación entre los
hablantes involucrados en un texto; la sola presencia del texto escrito nunca garantizará
por él mismo conocimiento. Hay que actuar sobre el objeto (sobre la escritura) y siempre a
través de otros que ofrecen continuamente información y espacios de aprendizaje. En
palabras de Piaget Emilia diría que en el proceso de apropiación hace falta la actividad
estructurante del sujeto. Interesa destacar, también, las muchas ocasiones en que Emilia
señala que el niño entra a la escuela con ciertos conocimientos sobre lengua escrita mucho
antes de iniciar su instrucción formal. Recalco esto porque ello armoniza con la descripción
del principio epistemológico que señala que no existen inicios absolutos y, aprovechando la
ocasión para citar una de las frases más conocidas y bellas de Emilia, recalco esto porque a
pesar de las opiniones y expectativas que tienen los adultos en el contexto escolar “Los
niños tienen la mala costumbre de no pedir permiso para empezar a aprender”.1 Pero sobre
todo, subrayo esto porque esta distinción no tiene para Emilia la intención de demarcar más
brechas entre los aprendizajes conquistados en la escuela y la casa sino por el contrario, de
resaltar la continuidad de los aprendizajes del niño a lo largo del desarrollo.

Sobre la caracterización del objeto de estudio: la relación entre lectura, escritura y


oralidad

La escritura, ha señalado reiteradamente Emilia, no es una técnica de transcripción de lo


oral. La lectura y la escritura por otro lado, tienden a ser vistas como dos actividades
independientes, entre ellas mismas y ambas con respecto a la lengua oral. Si bien, cada una
muestra sus especificidades, también es cierto que ha sido necesario delimitar sus
interrelaciones. En el capítulo tres de este libro Emilia expone ampliamente su concepción
sobre las relaciones entre alfabetización, oralidad y escritura. En varios textos de ese mismo
apartado, discute sobre las consecuencias que acarrea privilegiar la enseñanza de la
escritura como una técnica y dice que, en ciertos contextos educativos, a medida que se va
disminuyendo la posibilidad de trabajar la lengua desde su función comunicativa se va
privilegiando el sentido de la enseñanza de la escritura como código de transcripción.
También señala, y esto resulta aún más preocupante, que aunque no se privilegie el sentido
de la escritura como técnica hay muchos contextos educativos que tampoco priorizan el uso
funcional y comunicativo de la lengua desde la perspectiva de las prácticas sociales
vinculadas con la cultura escrita. Para dar un breve panorama sobre el significado
epistemológico que tiene para Emilia la apropiación de los verbos “leer y escribir” así como
el sentido que provee su propia descripción para comprenderlos como objeto de estudio,
ofrecemos a continuación dos definiciones que, aunque como dice Emilia no tienen una
definición unívoca, pueden rastrearse a lo largo de todo el libro: “Escribir es construir una
representación según una serie de reglas socialmente codificadas; leer es reconstruir una
realidad lingüística a partir de la interpretación de los elementos provistos por la
representación”. (p. 252). Es decir, escribir es algo así como aprender a discriminar cuáles
elementos quedarán fuera de la representación y leer consistiría en aprender a reintroducir
los elementos y relaciones que no fueron incorporados en la representación. Con la
intención de subrayar la importancia que tiene para Emilia describir cómo las
características, condiciones, propósitos y contextos de producción del texto que
determinan su uso, su difusión y circulación ayudan a comprender mejor las relaciones de
independencia y dependencia entre escritura, lectura y oralidad, tomo como ejemplo la
producción y lectura del presente texto. Este documento es un texto escrito que fue hecho
para ser leído en voz alta y que apela necesariamente a más de un interlocutor. La lectura
del texto confirma que se trata de un texto escrito pero al mismo tiempo su oralización nos
anuncia las dificultades de demarcar los límites de la comunicación oral. El hecho de leer en
voz alta un texto escrito y apelar constantemente a un interlocutor no hace que la lengua
escrita mágicamente se convierta en lengua oral; comprender por qué habiendo oralidad
de por medio y un interlocutor dentro de los límites del texto escrito la escritura tiene
diferencias y semejanzas con la lengua oral es algo muy complejo de advertir y que le
tomará tiempo al niño durante su desarrollo intelectual. Sólo para mencionar brevemente
algunos de los problemas a los que los niños se deben enfrentar para comprender las
especificidades del texto escrito menciono el de la noción de autor. Por ejemplo, el presente
documento es un texto colmado de citas textuales donde la voz de Emilia es una constante;
ello podría levantar la duda respecto si es a mí a quien le pertenece su autoría. El armado
del texto, su estructura y los modos de enlazar las múltiples voces que tejen su contenido,
es tarea del autor. Con todo, siempre está vigente la reflexión sobre si ser autor es sinónimo
de total inventiva y originalidad. Para Emilia Ferreiro, la posibilidad de reflexionar sobre
temas como éste es de trascendental importancia para acceder a la noción de cultura
escrita.

Sobre las prácticas sociales de la alfabetización: la nueva era digital

A pesar de que las nuevas tecnologías de la información y comunicación (TIC) evidencian


una verdadera revolución en las prácticas de lectura y escritura y a pesar de contar con
nuevos instrumentos tecnológicos, Emilia destaca que mientras no haya un cambio en la
concepción de sujeto y objeto de estudio, mientras se continúe con una escasa o casi nula
reflexión sobre la noción de aprendizaje, mientras se siga pensando que la escritura es una
técnica, y sigamos preocupados por intentar responder “¿A qué velocidad máxima pueden
producirse aprendizajes? ¿Qué es lo que se puede aprender a través de las pantallas?” (p.
273); es decir, cuánto tiempo se tarda el niño en aprender y qué es lo que puede aprender
en papel o pantalla, no habrá posibilidades de realizar un cambio cualitativo en la
concepción de aprendizaje y alfabetización. Emilia señala que “Las TIC han llegado envueltas
de un discurso ideologizante del cual debemos intentar despojarlas para valorarlas por sí
mismas”. (p. 274). A lo largo del segundo apartado hace continuas referencias a datos y
estadísticas mundiales para contextualizar cómo ha sido dispareja la llegada de las TIC al
mundo educativo. Frente a una severa crítica de las razones por las que el empobrecido
panorama sociocultural y económico que atraviesa a toda América Latina, Emilia se
pregunta: “¿Seguiremos haciendo propuestas [de alfabetización digital] para el 20% de la
población de este planeta?” (p.275). Con finos y claros argumentos se plantea otra pregunta
que en el fondo no es otra cosa más que el reflejo de su auténtica posición: “¿Cómo
alfabetizar en este mundo desigual?” (p. 275). Por otro lado, en el marco de su
preocupación por analizar los problemas que plantea el ingreso de la informática al terreno
de la alfabetización, Emilia, discute acerca de las aparentes desventajas que genera la
comunicación escrita sobre instrumentos y soportes nacidos de una nueva era digital: es
decir, sobre el uso poco sistemático de la ortografía, segmentación, puntuación, uso de
abreviaturas, etcétera en correos electrónicos y mensajes de texto a través de los teléfonos
celulares. A la luz de estas consideraciones Emilia señala que esta inquietud puede no estar
justificada. Considera que para que alguien trasgreda una norma tiene que conocerla bien
y que no necesariamente es cierto que los “desatinos” de los jóvenes que escriben así harán
que se olviden pronto de escribir bien. Incluso, recalca, estas manifestaciones abren el
campo a nuevas indagaciones, ya que, este tipo de escrituras juveniles ofrecen interesantes
problemas a investigar.

http://www.redalyc.org/pdf/4575/457545098007.pdf

Nash, R. (2003)

Los Tres Tipos de Analfabetismo

La crisis de la educación se manifiesta en los tres niveles de analfabetismo: el analfabetismo


funcional, el analfabetismo cultural y el analfabetismo moral. De manera típica decir que
una persona es analfabeta significa que la persona no puede leer ni escribir. Pero la palabra
tiene otros sentidos. Algunas veces se usa con respecto a alguien que es ignorante de los
fundamentos de un arte particular o de un área del conocimiento. Es este significado más
amplio el que está en vista cuando, por ejemplo, decimos que una persona es analfabeta
con respecto a la música. La palabra también puede usarse para describir a una persona
que se queda corta con respecto a algún estándar esperado de competencia sobre alguna
habilidad o cuerpo de información. En este último sentido una persona que se queda corta
de nuestro estándar comúnmente esperado de competencia en las matemáticas puede ser
descrita como analfabeta, aún cuando él o ella sea bastante competente en las habilidades
del lenguaje.

Analfabetismo Funcional

El Departamento de Educación de los Estados Unidos estima que el analfabetismo


funcional, la incompetencia en las funciones básicas tales como la lectura, la escritura y las
matemáticas, acosa a 24 millones de Americanos. El trece por ciento de los Americanos de
diecisiete años de edad son analfabetos de acuerdo a una reciente edición de la revista
Time; el estimado para la juventud de las minorías en un pasmoso cuarenta por ciento.1
Cada año, al menos un millón de estos analfabetos funcionales se gradúan de las escuelas
de secundaria de América, los orgullosos dueños diplomas sin significado. Escribiendo en la
publicación mensual Comentario, Chester E. Finn, Jr., Profesor en la Universidad de
Vanderbilt, cita los sombríos descubrimientos de la Evaluación Nacional del Progreso
Educativo. “Solo el cinco por ciento de los estudiantes de diecisiete años de nivel de
secundaria pueden leer lo suficientemente bien como para entender y usar la información
que se encuentra en materiales técnicos, ensayos literarios y documentos históricos.”2
Imagine entonces cuán desesperante es hacer que el otro 95 por ciento lea a Platón o a
Dante – o la Biblia. “Apenas el seis por ciento de ellos,” continúa Finn, “puede resolver
problemas matemáticos de múltiples pasos y usar el álgebra básica.”3 No estamos hablando
aquí de las matemáticas difíciles sino más bien de algo tan elemental como calcular el
interés simple de un préstamo. El analfabetismo, así de extenso y profundo, no tiene
virtualmente precedente en la historia de América. Hace ochenta años, en 1910, solamente
el 2.2 por ciento de los niños Americanos entre las edades de diez y catorce años no podía
ni leer ni escribir. Es importante recordar que el analfabetismo de 1910 reflejaba, en su
mayor parte, a los niños que nunca habían tenido la ventaja de la enseñanza en una escuela.
Los analfabetos de hoy, sin embargo, no son personas que nunca fueron a la escuela; son,
en su mayoría, individuos que han pasado de ocho a doce años en las escuelas públicas.
Claramente la incompetencia de esta magnitud no es el resultado de un accidente. Una gran
parte de la culpa descansa en la propia clase dirigente educativa, las mismas personas e
instituciones a quienes se les ha confiado la tarea de educar a los niños de América. Hay un
cuerpo creciente de evidencia que sugiere que muchos de nuestros maestros de escuelas
públicas se hallan ellos mismos lamentablemente sub-educados. En 1983, por ejemplo, a
los maestros escolares en Houston, Texas, se les requirió que tomaran un examen de
capacidad. Más del 60 por ciento de los maestros fallaron la parte del examen dedicada a
la lectura. Cuarenta y seis por ciento fallaron en la sección de matemáticas mientras que el
26 por ciento no pudo pasar el examen de escritura. Como si esto no fuera lo
suficientemente malo, 763 de los más de 3,000 maestros que tomaron el examen se
copiaron. La razón principal para esta incompetencia generalizada son los departamentos y
universidades de educación a quienes se les ha dado el poder de determinar lo que se les
enseñará a los futuros maestros. Los educadores profesionales que manejan estas
instituciones han persuadido a sus estados para que dicten que nadie puede llegar a ser un
maestro de escuela pública en ese estado sin tomar un desmesurado número de cursos en
educación profesional. Este enorme énfasis excesivo en tales cursos no sería tan malo,
excepto que la mayoría de los estudiantes de educación toman las clases en lugar de los
cursos de contenidos. Mientras puede que aprendan cómo enseñar (una afirmación
discutible), teniendo poco o nada que enseñar.

Analfabetismo Cultural

Aún cuando los estudiantes de nuestras escuelas públicas y colegios técnicos se las arreglan
para conseguir cierto grado de alfabetización funcional, a menudo sufren de un problema
diferente – el analfabetismo cultural. De acuerdo a E. D. Hirsch, Jr., el autor de la obra
Alfabetismo Cultural: Lo que Todo Americano Necesita Saber, “Ser culturalmente
alfabetizado es poseer la información básica que se necesita para prosperar en el mundo
moderno.”4 Como lo explica William J. Bennett, el ser culturalmente alfabetizado es Un
asunto de edificar un cuerpo de conocimiento que nos capacita para tener sentido de los
hechos, nombres y alusiones citadas por un autor... Por ejemplo, alguien que no está seguro
de quienes eran Grant y Lee pueden pasar por un tiempo difícil entendiendo un párrafo
acerca de la Guerra Civil, no importa qué tan bien lea.5 El analfabetismo cultural es el tema
de un libro reciente titulado ¿Qué Saben Nuestros Muchachos de Diecisiete Años? El libro,
escrito por Diane Ravitch y Chester E. Finn, Jr., reporta lo que se ha aprendido de la primera
evaluación académica de cobertura nacional de los muchachos y muchachas Americanas de
diecisiete años. El promedio nacional de respuestas correctas para las preguntas de historia
fue de 54.5 por ciento; el promedio para las preguntas de literatura fue aún más bajo, 51.8
por ciento. Los autores señalan que si abordamos estos porcentajes desde la opinión
comúnmente aceptada de que el 60 por ciento es la línea entre pasar y fracasar, entonces
los estudiantes Americanos están en graves problemas. Unos pocos ejemplos tomados del
libro de Ravitch y Finn pueden ayudar a subrayar cuán mal están realmente las cosas. Por
ejemplo, tome la materia de historia. Un pasmoso 31.9 por ciento de los muchachos de
diecisiete años no saben que Colón descubrió el Nuevo Mundo antes de 1750. Casi un 75%
no pudo colocar la presidencia de Lincoln dentro del lapso de tiempo correcto de veinte
años, y un 43% no sabía que la Primera Guerra Mundial ocurrió durante la primera mitad
del siglo veinte. Las cosas no mejoraron cuando los estudiantes evaluados en el libro de
Ravitch y Finn fueron probados en geografía. Casi un tercio de ellos no pudo localizar a
Francia en un mapa de Europa, mientras que menos de la mitad pudo localizar el estado de
Nueva York en un mapa de los Estados Unidos. El test también examinó la familiaridad de
los muchachos y muchachas de diecisiete años con la literatura importante. Los resultados
fueron igualmente deprimentes. Casi un 35% no sabían que “Sostenemos que estas
verdades son evidentes en sí mismas...” son palabras que forman parte de la Declaración
de Independencia, y más del 40% no sabían que la obra El Cuento de Dos Ciudades de Dicken
describía eventos que ocurrieron durante la Revolución Francesa. Creo que hay algo
apropiado y profético acerca del hecho de que el último punto en el test de literatura indica
que casi el 87% de los Americanos de diecisiete años ignoran el contenido de El Progreso
del Peregrino de Juan Bunyan. Estas no son materias difíciles o triviales de información. Esta
abismal ignorancia existe entre la juventud Americana que ha tenido once años de
educación en la escuela pública, que están a un año de obtener un diploma de escuela
secundaria, y que pronto serán estudiantes universitarios. Sólo para tener en cuenta, debo
declarar que les hice las mismas preguntas a muchos estudiantes de las clases de nivel
universitario a quienes enseño y que encontré casi el mismo grado de ignorancia. ¿Se ha
hecho algo para identificar las causas de este analfabetismo cultural? Hirsch sabe dónde
yace mucho de la culpa. Él escribe, Las teorías que han dominado la educación Americana
en los pasados cincuenta años brotan en última instancia de Jean Jacques Rousseau, quien...
enseñó que las habilidades intelectuales y sociales de un niño se desarrollarían
naturalmente sin consideración del contenido específico de la educación. Su concepción
neutral del contenido del desarrollo educativo ha dominado triunfante por mucho tiempo
en las escuelas Americanas de educación y ha dominado por mucho tiempo el currículo
“orientado al desarrollo” y de contenido neutral de nuestras escuelas primarias.6 Ravitch y
Finn concuerdan con Hirsch que lo que tiene la mayor responsabilidad por el generalizado
analfabetismo cultural en América es una forma de abordar la educación que elimina a la
cultura del currículo y lo reemplaza con un énfasis sobre las habilidades del aprendizaje.
“Hay una tendencia,” escriben, “en la profesión de la educación para creer que lo que los
niños aprenden no es tan importante comparado con el cómo aprenden; creer que las
habilidades pueden ser aprendidas sin consideración al contenido; creer que el contenido
es, de hecho, irrelevante en tanto que las habilidades apropiadas estén siendo desarrolladas
y ejercidas.”7 Aunque la adquisición de habilidades tiene un lugar en nuestras escuelas, es
solamente una parte del proceso educativo total. Aunque el antiguo esquema tradicional
para con la educación tenía sus faltas, contenía algo que está haciendo falta en el nuevo
enfoque del desarrollo. Del antiguo enfoque, como dicen Ravitch y Finn, uno podía aprender
“quienes somos como pueblo, cuáles batallas hemos peleado, y qué auto-conocimiento
hemos ganado.” En resumen, uno adquiría “un punto de vista que podía ser cuestionado,
atacado o sujeto de polémica. Lo que tomó su lugar no fue una tradición literaria
reformulada y modernizada que abarcara la rica variedad de nuestra cultura, que nos
revelara cómo hemos cambiado durante un período crítico de nuestra historia. La antigua
tradición estaba muerta, pero en su lugar se hallaba meramente una literatura al estilo
cafetería, incluyendo el equivalente escrito de la comida chatarra.”

Analfabetismo Moral

Aunque es difícil para algunas personas creer que alguien involucrado en la educación vaya
a actuar intencionalmente en maneras que induzcan al analfabetismo funcional, es difícil
pasar por alto la filosofía educativa que es responsable por el analfabetismo cultural. Pero
ningún Americano informado puede posiblemente dudar que ha habido una campaña a
fondo para eliminar los valores morales y religiosos de nuestras escuelas. Muchos
educadores van a negar la culpabilidad con respecto al analfabetismo funcional; van a
afirmar inocencia con respecto al analfabetismo cultural; pero su contribución al
analfabetismo moral de sus estudiantes es algo que muchos de ellos actualmente afirman
con orgullo. Los prejuicios contra los valores religiosos y morales nos han dejado con una
generación de analfabetos morales. John Silber, presidente de la Universidad de Boston, ha
tomado nota de este analfabetismo en su poderoso libro, Disparo Directo: En generaciones
pasadas los padres eran más diligentes en traspasar sus principios y valores a sus hijos y
eran ayudados por las iglesias y las escuelas que enfatizaban la educación religiosa y moral.
En años recientes, en contraste, nuestra sociedad se ha convertido en una sociedad más y
más secular y el currículo de las escuelas públicas ha sido despojado de casi todo contenido
ético. Como resultado las universidades deben confrontar a un cuerpo de estudiantes
ignorantes de la evidencia y de los argumentos que subyacen y apoyan muchos de nuestros
principios morales y prácticas tradicionales.9 Esta pérdida del orden moral está vinculada
inseparablemente a la ruina de nuestra tradición intelectual. Según el erudito Judío Will
Herberg: “Estamos rodeados por todas partes por los escombros de nuestra gran tradición
intelectual. En este tipo de caos espiritual, no es posible ni la libertad ni el orden. En lugar
de libertad tenemos el remolino devorador del placer y del poder; en lugar del orden,
tenemos la jungla de la vida sin normas y de la autoindulgencia.”10 Por lo tanto, la
recuperación de la creencia de que existe un orden moral trascendente y universal es una
condición necesaria para que América sea liberada de su presente crisis educativa.
Pensadores importantes a lo largo de la historia han contendido afirmando que hay un
orden superior de cosas permanentes, de que la felicidad humana depende de vivir nuestras
vidas en concordancia con este orden trascendente, y que la paz y el orden dentro de la
sociedad humana requieren una conducta similar. La tarea más importante de la educación
es, entonces, recordarles continuamente a los estudiantes la importancia de este orden
trascendente y su contenido. Russell Kirk señala que incluso algunos estudiantes
universitarios sienten que este importante elemento está faltándoles en su educación. “No
pocos estudiantes,” escribe, “se quejan de que sus universidades no les ofrecen los
primeros principios de moralidad, no les ofrecen dirección ética ni aspiraciones hacia la
verdad duradera.”11 Sin embargo, como cualquier actividad humana importante, la
educación tiene un componente ineludiblemente religioso. No importa lo que pensemos
con respecto a otras cosas que dijo, Paul Tillich estaba en lo correcto cuando definió la
religión como un asunto de “interés último.” Obviamente la religión es más que esto, pero
no puede ser menos. Toda persona tiene algo que es de su interés en última instancia, y,
cualquier cosa que sea, ese objeto de interés último es el Dios de esa persona. Es absurdo,
entonces, pensar que la elección en la educación pública es entre lo sagrado y lo secular.
Cualquiera que sea la decisión que el Estado haga solamente establecerá un conjunto de
intereses últimos pertenecientes a una persona a expensas de las otras. Una educación que
pretenda ser neutral religiosamente es un fraude. Una de las maneras más perturbadoras
en las que el conjunto de interés últimos de un grupo se ha impuesto en la educación pública
es el mal llamado movimiento de “clarificación de valores.” Quizás la presuposición más
básica del movimiento de la clarificación de valores es que nadie, ni un maestro o un padre,
debe pensar que tiene el conjunto correcto de valores para traspasar a los niños.

https://www.contra-mundum.org/castellano/nash/Analfabetismo.pdf

EL CONCEPTO DE ALFABETIZACIÓN: EVOLUCIÓN Y PERSPECTIVAS

Infante, M. y Letelier, M. (2013)

La evolución del concepto de alfabetización y de su expresión negativa, analfabetismo, está


asociada a las transformaciones de la sociedad y a las exigencias crecientes que ella
presenta a las personas para ingresar y permanecer en la cultura escrita. La relatividad e
imprecisión con que se ha usado el término se explica, además, por la dificultad de
comprobar directamente las habilidades con que cuentan las personas y establecer el nivel
de lectura, escritura y cálculo numérico que permitirá considerarlas alfabetizadas. Para la
comprensión del concepto es fundamental reconocer que el analfabetismo está asociado a
las condiciones estructurales de la sociedad: su reproducción está vinculada a las
condiciones de pobreza y a la negación de acceso a la educación de calidad para toda la
población. Este hecho es, fundamentalmente, un fenómeno social, que se relaciona con la
distribución del conocimiento dentro de la sociedad. Por ello, se puede decir que la
alfabetización es un derecho de las personas y un deber de las sociedades: no hay
posibilidad de alcanzar una democracia efectiva, mientras gran parte de la población se
mantenga fuera del acceso a la lengua escrita. El concepto de alfabetización –junto con la
comprensión del fenómeno del analfabetismo– impacta en el diseño y ejecución de los
programas. La manera en que se defina la alfabetización se reflejará en las metas y
estrategias adoptadas, en los métodos de enseñanza y aprendizaje, en la formación de los
educadores, en los materiales y los programas de estudio, y en la forma de evaluar y dar
seguimiento a las acciones. Si la alfabetización se concibe como la adquisición de un
aprendizaje elemental, basado en la idea de que es un proceso fácil que incluye la habilidad
de reconocer desde los sonidos elementales del habla a las grafías sencillas de la escritura,
podrán realizarse campañas y acciones que en plazos breves den por superado el problema.
Su evaluación, si existe, será muy simple, lo que no sucederá si la alfabetización se considera
como un proceso complejo en el que se entrecruzan junto a enfoques educativos, aspectos
psicológicos, lingüísticos y culturales. Por otra parte, si la alfabetización se entiende como
la puerta de entrada al aprendizaje permanente, los programas y las políticas buscarán
asegurar la adquisición de competencias básicas que permitan a las personas utilizar lo
aprendido y continuar aprendiendo.

Una visión histórica del concepto de alfabetización

El recorrido histórico de los conceptos de alfabetización y analfabetismo está marcado por


las corrientes mundiales expresadas en los acuerdos y recomendaciones de las sucesivas
conferencias internacionales. Por estar íntimamente ligada al derecho a la educación
consagrado en la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948, la UNESCO ha
ocupado un papel protagónico en la conceptualización e impulso de la alfabetización1 . Más
recientemente, a partir de los años 90, se han incorporado otros organismos
internacionales, como el Banco Mundial, y a nivel regional, la Organización de Estados
Iberoamericanos (OEI).

• Hacia el concepto de alfabetización funcional

En la década de los 50 del siglo pasado, se consideraba analfabeta a aquella persona que,
simplemente, no sabía decodificar los signos necesarios para leer y escribir.

En la VI Conferencia General de la UNESCO realizada en 1958, con fines de normalización


internacional de las estadísticas relativas a la educación, se adoptó como definición: “está
alfabetizada toda persona que puede leer y escribir, comprendiéndola, una breve y sencilla
exposición de hechos relativos a su vida cotidiana” (UNESCO, 1958, pág. 97). Esta definición
elemental continúa a la base de las mediciones que hasta hoy se realizan en los censos, que
sirven para construir las tasas de analfabetismo que presentan los países. En los años 60 se
empieza a incorporar el concepto de alfabetización funcional, estrechamente ligado a las
necesidades de modernización y desarrollo económico. “El objetivo de la alfabetización
funcional estaba determinado por la urgencia de movilizar, formar y educar la mano de obra
aún subutilizada, para volverla más productiva, más útil a ella misma y a la sociedad”
(Londoño, 1990, p. 25). La polémica inclusión del concepto de alfabetización funcional y la
evaluación crítica del Programa Experimental Mundial de Alfabetización (PEMA)2 , hicieron
necesarias seguidamente diversas aclaraciones y, más aún, un intento de rescate del
concepto desde otros ángulos. “De este modo, en 1972 la Conferencia de Tokio señala que
la funcionalidad no es un fin en sí misma y que la insistencia en su propósito funcional
enfatiza la relación existente entre las necesidades de la sociedad y de la educación, y entre
la educación y las motivaciones y aspiraciones de cada individuo” (Infante, 2000, p. 15). Las
décadas de los 60 y 70 estuvieron marcadas por avances de ideas progresistas y de procesos
de liberación en el mundo: “la alfabetización apareció como un campo vinculado a la
concientización y el cambio social. Pablo Freire fue una figura clave de esta renovación. Su
crítica a la educación bancaria y su propuesta de una educación liberadora tuvieron impacto
en el mundo entero, promoviendo un nuevo marco ideológico para la alfabetización de
adultos y para el desarrollo del movimiento de Educación Popular en esta región” (Torres,
R. M., 2005, p. 7).

http://unesdoc.unesco.org/images/0021/002191/219157s.pdf

La relación entre analfabetismo y pobreza

Es obvio que el analfabetismo y la pobreza van de la mano. Hoy sabemos, con datos
fidedignos, que aquellos hombres y mujeres que no han accedido a la escolarización y no
han tenido oportunidad para aprender a leer y escribir se encuentran mayoritariamente
entre el sector de población que vive con menos de un dólar al día. También conocemos
que los países más pobres son aquellos que mayores índices de analfabetismo presentan7
. Estos datos no pueden sorprender a nadie que haya reflexionado sobre la relación que
tiene la educación tanto con el desarrollo humano como con el desarrollo de los pueblos.
Como señala la UNESCO en su Informe de Seguimiento del 2006: “El hecho de que 700
millones de adultos –esto es, la quinta parte de la población mundial– carezcan de
competencias básicas en lectura, escritura y cálculo, no sólo es indefendible desde el punto
de vista ético, sino que, además, supone una trágica pérdida de potencial humano y
capacidad económica”.8 Lo que quizás resulte más alarmante, aun sabiendo las diferencias
entre unos y otros países, es considerar la creciente polarización que se está
experimentando. Mientras en el primer mundo las personas gozan de amplias ofertas
educativas y utilizan masivamente las nuevas tecnologías como Internet, las grandes
mayorías de la población mundial ni siquiera tienen acceso a una formación que les permita
dominar la lectura, la escritura y las operaciones de cálculo básicas. Todavía resulta más
escandalosa la diferencia de acceso a la alfabetización entre unos y otros sectores de la
población, dentro del propio país. Además de la inequidad de género, que ya hemos
señalado, es importante constatar que en los países empobrecidos existe un abismo entre
la alfabetización en el sector urbano y rural. Por ejemplo, en Etiopía, las zonas urbanas
alcanzan una alfabetización del 76%, mientras que sólo el 17% de los campesinos pueden
leer y escribir. Otros colectivos particularmente vulnerables y que experimentan inequidad
en el acceso a la cultura letrada son las poblaciones indígenas, las personas nómadas, las
personas emigrantes y también las discapacitadas.

¿Qué significa que una persona está alfabetizada?

La respuesta no es tan sencilla como pudiera parecer a primera vista. El concepto de


alfabetización ha evolucionado a lo largo del tiempo, a medida que la sociedad ha
experimentado profundas transformaciones. Todavía hoy cuesta ponerse de acuerdo sobre
lo que entendemos por alfabetizar. En la década de 1950, se consideraba analfabeta aquella
persona que, simplemente, no sabía descodificar los signos necesarios para leer y escribir.
Así, una definición de la UNESCO en 1958 señalaba que: “Está alfabetizada toda persona
que puede leer y escribir, comprendiéndolo, un enunciado simple y breve que guarda
relación con su vida cotidiana”. Esta definición era ya por entonces insuficiente, porque ya
en esa época comenzaba a debatirse la noción de analfabetismo funcional. Pero esta no se
popularizó hasta muchos años después. De hecho, el concepto de analfabetismo funcional
fue acuñado muchos años antes, en la década de 1930 en Estados Unidos, para designar a
quienes, habiendo cumplido tres años de enseñanza básica “no eran capaces de hacer
frente a la exigencias de la vida diaria”9 . Pero fue la UNESCO quien, posteriormente retomó
el concepto de analfabetismo funcional, que con el tiempo se ha ido renovando y
actualizando. La diferencia entre analfabetismo y analfabetismo funcional permitió hacer
una distinción fundamental entre aquellas personas que leen y escriben
comprensivamente, aquellas otras que, aun conociendo las letras y los números, y siendo
capaces de decodificar los mismos, encuentran serias limitaciones para hacer un uso
adecuado de ellos. Treinta años después de su primera definición, la UNESCO nos ofrece
otra, mucho más amplia, en que se refleja más claramente la “utilidad” de la alfabetización
y su relación tanto como con la vida individual como con la vida social de la persona. “Está
funcionalmente alfabetizada la persona que es capaz de realizar todas las actividades en
que la alfabetización es necesaria para la actuación eficaz en su grupo o comunidad y que
le permiten seguir valiéndose de la lectura, la escritura y la aritmética al servicio de su
propio desarrollo y el de la comunidad”. El concepto de analfabetismo funcional alcanzó un
gran desarrollo en las décadas de 1960 y 1970, vinculado a las tesis que relacionan
directamente la educación con el desarrollo socioeconómico y la modernización. Con la
descolonización y el nacimiento de nuevas naciones independientes, se concedió capital
importancia al hecho de que la población de un país estuviera alfabetizada, para que el
mismo fuera capaz de entrar por la senda del desarrollo y la democracia.

La alfabetización como aprendizaje para toda la vida El desarrollo del concepto de


alfabetización nos lleva a un abordaje diferente del fenómeno, que podría denominarse
como el compromiso por una alfabetización, como educación para toda la vida.
Tradicionalmente, se entiende que la alfabetización es un proceso que se produce de
manera normal durante la infancia, y que aquellas personas que llegan a la edad adulta sin
capacidades lecto-escritoras, son la excepción a la regla. De tal forma, la alfabetización de
adultos sería un remedio para aquellos que no pudieron ir a la escuela en su infancia. Esta
es en buena parte, como veremos más adelante, la razón por la que la educación de adultos
se ha convertido en un subsistema, desvinculado del resto del sistema educativo, y relegado
a un segundo o tercer orden. Sin embargo, no todas las sociedades garantizan el acceso a
la escuela y, mucho menos, no todas las escuelas garantizan el aprendizaje. En
consecuencia, subordinar la educación de personas adultas a un segundo plano de
importancia supone, además de un error estratégico, una discriminación injusta contra
millones de seres humanos. La alfabetización, más que un objetivo en si mismo, puede ser
entendida como “la puerta” que permite a los seres humanos acceder a un universo de
conocimiento, no el único, pero sí el más complejo, que viene vehiculado a través de la
cultura escrita teniendo siempre muy en cuenta que el objetivo no es aprender a leer y
escribir mecánicamente, sino incorporar la cultura lectora. Y esta puerta debería
permanecer abierta en cualquier momento de la vida. Niños y adultos no sólo tienen
derecho a acceder a una escuela, sino a vivir en un entorno que facilite actividades
culturales, acceder a bibliotecas, museos, centros informáticos, medios de comunicación.
Por otra parte, es necesario que la alfabetización de personas adultas se integre como un
elemento fundamental de la educación básica en particular y, del sistema educativo en
general. Los sistemas educativos deberían concebir la educación durante toda la vida como
una necesidad insoslayable impuesta por una realidad en continua y acelerada
transformación. En definitiva, una buena definición del objetivo a perseguir no es la de
erradicar el analfabetismo, sino hacer posible que el conjunto de la sociedad acceda de
manera efectiva a una educación que le permita vivir con dignidad en cualquier momento
de su vida.

Beneficios a nivel individual “No puedo hacer nada por cambiar mi pasado, pero puedo
hacer algo por mi futuro”. Refugiada angoleña. Horizons of learning, Servicio Jesuita a
Refugiados, Octubre 2005. Saber leer y escribir es mucho más que una destreza o una
habilidad. La alfabetización contribuye de manera decisiva a configurar la mente de una
persona. Desde la psicología educativa, las reflexiones más decisivas a este respecto fueron
las realizadas por la escuela socio-cultural. El concepto de mediación, acuñado por Vigotsky
y Luria15 en los primeros años del siglo XX, es hoy ampliamente aceptado en la psicología y
pedagogía contemporánea. Vigotksy destaca la importancia del medio sociocultural y de los
instrumentos de mediación, como es el lenguaje, para la autoformación y evolución de los
procesos psicológicos superiores como son el pensamiento, la capacidad de análisis–
síntesis, la argumentación, la reflexión o la abstracción, entre otros. De esta manera, la
alfabetización sería un reflejo de la conciencia social que, a su vez, permite a una persona
desarrollar sus potencialidades mentales. Hoy la comunidad científica está de acuerdo en
que elementos como la autoestima, la autonomía personal y la confianza en sí mismo,
enriquecen la vida de hombres y mujeres, al margen de las condiciones económicas,
políticas o sociales en que se desenvuelvan. Miles de testimonios de personas adultas
alfabetizadas dan cuenta de cómo han mejorado estos aspectos de su vida, una vez que han
tenido acceso a la cultura escrita. La mayoría de estos estudios se han centrado en las
mujeres, como el realizado en Uganda, a partir del Programa Nacional de Alfabetización,
que destaca la confianza en sí mismas como el mayor logro alcanzado por las mujeres
participantes. Es cierto que estos beneficios son difícilmente cuantificables y que a menudo
interesan poco a las agencias donantes. ¿Cómo medir lo que significa para un adulto
cambiar la huella digital por la escritura de su propio nombre? ¿Cómo interpretar el alcance
de las palabras de una mujer mozambiqueña en el mercado de Nampula, cuando afirma
que “la alfabetización es importante para ser alguien”?16. Probablemente se trate de un
paso de la vergüenza a la dignidad como ser humano, que a los que hemos tenido la suerte
de aprender a leer y escribir en nuestra más tierna infancia nos resulta difícil comprender.

Beneficios a nivel colectivo ––– En el ámbito político La alfabetización es considerada, antes


que ninguna otra cosa, como un derecho inalienable de todo ser humano. Y no un derecho
cualquiera, sino un derecho propedéutico o habilitante, sin el cual es prácticamente
imposible acceder a los demás derechos. Marco Jurídico de la alfabetización como derecho
fundamental de las personas. • La Declaración Universal de los Derechos humanos de 1948
reconoce en su artículo 26, el derecho a la educación, y de forma implícita, a la
alfabetización. • La Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación
contra la mujer de 1979 y la Convención Sobre los Derechos del Niño de 1989 proclaman el
derecho a la alfabetización. • La Declaración de Persépolis de 1975 declara que la
alfabetización es un derecho fundamental de todo ser humano.
En otras palabras, la persona que no sepa leer, escribir o realizar cálculos sencillos,
difícilmente va a poder acceder a los derechos individuales que la ley le reconoce, como
tampoco participará activamente en la consecución de los derechos colectivos, que son
esenciales para la dignidad del ser humano. Un proceso democrático precisa de personas
alfabetizadas que participen activamente en el mismo, para su desarrollo y consolidación.
Sin una población consciente y demandante de sus derechos y organizada en torno a
organizaciones políticas, gremiales y civiles en sentido amplio, no es posible que se
desarrollen políticas públicas adecuadas, que beneficien al conjunto de la población y
fortalezcan el estado de derecho. De acuerdo a los estudios realizados por algunos expertos,
las personas alfabetizadas acceden a mayor información que les afecta, especialmente la
que proviene de autoridades e instancias públicas y, consecuentemente, están más
preparadas para intervenir y exigir de acuerdo a sus necesidades.17 Claro que este objetivo
no siempre es del agrado de las clases dirigentes de un país. Una población alfabetizada,
consciente, que abre los ojos críticamente a nuevas realidades puede contar con muchos
oponentes. En este sentido es justo reconocer que la alfabetización de personas adultas es,
o puede ser, como dijo en su día Julius Nyerere, “una actividad política en alto grado.”

– En el ámbito económico Diferentes estudios han demostrado que la alfabetización de


personas adultas es tan importante como la educación primaria de cara al desarrollo de un
país. Sin embargo, la inversión en esta última se prioriza sobre los programas de
alfabetización. Asimismo, se ha evidenciado la correlación de las tasas de alfabetización con
la productividad de un país y su Producto Interior Bruto, PIB per cápita. La UNESCO ha
señalado cómo países con una tasa de alfabetización superior al 80% obtienen un PIB cinco
veces mayor que otras naciones con un 40% de personas alfabetizadas.19 La Comisión
Económica para América Latina y el Caribe, CEPAL, ha puesto de manifiesto que hay
suficientes argumentos netamente economicistas que hacen que la alfabetización resulte
rentable como inversión. Esto se explica si tenemos en cuenta que, entre otras muchas
consecuencias positivas, la alfabetización mejora los rendimientos productivos de
trabajadores y trabajadoras, y disminuye el índice de siniestralidad laboral.20 Emmanuel
Soto, especialista asistente de la UNESCO, examinó con detalle 56 documentos estratégicos
de reducción de la pobreza en otros tantos países, encontrando que al menos 17 señalan la
alfabetización de adultos como un problema decisivo y otros 34 proponen acciones
específicas para combatirlo.21 Las Estrategias de Reducción de la Pobreza, ERP, de países
como Bhután, Burkina Faso, Camerún o la República Democrática del Congo vinculan la
alfabetización con beneficios como la preparación para el trabajo, el desarrollo del
autoempleo, el acceso a microcréditos o la sostenibilidad de los cultivos.

En el ámbito social Como es bien sabido hoy en día, el desarrollo humano es un concepto
mucho más amplio y abarcador que los ingresos que percibe o deja de percibir una persona
y, por tanto, no depende directamente de la renta per cápita de un país. Así lo señala el
PNUD: “Las personas son la verdadera riqueza de las naciones. El desarrollo consiste, por
tanto, en ampliar las opciones de las personas para vivir las vidas que valoran. Y es por eso
mucho más que crecimiento económico, el cual es sólo un medio –muy importante, por
cierto– para ampliar las opciones de las personas”.22 La prolongación de la esperanza de
vida y la disminución de la mortalidad infantil guardan una estrecha relación con la
expansión de la cobertura educativa y de la alfabetización. Pero mucho más allá de esos
índices, la posibilidad de vivir una vida libre corre pareja a la construcción de capacidades
humanas, para las cuales la alfabetización es una condición esencial. Estas capacidades
humanas desarrolladas pueden traducirse en una mejora de las condiciones de vida que se
expresa en varios índices. – Mayor equidad de género Como es de sobra conocido, la
desigualdad entre hombres y mujeres es probablemente, por su extensión y profundidad,
la más grave inequidad que enfrenta la humanidad. Y ese desequilibrio, que se concreta en
una discriminación de la mujer frente al hombre en el ejercicio de sus derechos, no cesará
mientras la alfabetización de adultos no sea equitativamente accesible para hombres y
mujeres. Además, se constituye en un auténtico freno para mejorar las condiciones de vida
de las familias y las comunidades, por lo que su superación es una prioridad, tanto por
razones éticas como por motivos socio-económicos o políticos. Las mujeres adultas
analfabetas tienen muchas más dificultades para participar en los asuntos comunitarios y
para establecer relaciones familiares horizontales y beneficiosas para todos. En cambio, una
mujer alfabetizada es muy probable que aumente su autoestima, lo cual además de mejorar
su vida y la de su entorno, la convierte en un capital humano con mucha más capacidad
para transformar procesos económicos, políticos, sociales y culturales.

https://www.entreculturas.org/files/documentos/estudios_e_informes/Informe_Alfabetiz
acion_2007.pdf?download

Consecuencias del Analfabetismo

Las consecuencias del analfabetismo se reflejan en tres aspectos: social, político y


económico todos ellos estrechamente vinculados. Es un problema social en la medida que
es un factor de exclusión y marginación, cuyas raíces se hunden en las profundas
desigualdades sociales, generando una concatenación con los aspectos político y
económico. Por ello, se ha considerado analizar estas consecuencias a partir de una visión
socio-política y socio-económica, tal como se indica a continuación:

 Visión socio-político, el analfabeto, no puede entender cuáles son sus derechos,


debido a lo cual es marginado por la sociedad. Esto también, es motivo para
aprovecharse de su ignorancia y explotarlo. Por otro lado, podemos ver que el
analfabetismo también retrasa el desarrollo, más por el contrario fomenta las
costumbres y supersticiones de antaño. Si bien los analfabetos viven lejos de una
sociedad "civilizada", este problema hace que se mantengan como tal, cerrando las
puertas a diversas oportunidades en una vida futura. Muchas veces los grupos
analfabetos no aceptan el sistema salubridad y sanitario moderno, de prevención y
curación, sino que siguen los medios rústicos y de superstición, en la mayoría de los
casos perjudiciales. Sin embargo esto no debe desacreditar el legado cultural,
religioso y costumbrista de la zona.
 Visión socio-económico, se presenta la persistencia de pobreza, generando con ello,
el atraso del desarrollo tecnológico y científico en nuestro país. En nuestros Andes,
la pobreza y el analfabetismo están muy ligados. Si bien la pobreza es una de las
causas del analfabetismo, a la vez, es una consecuencia, pues provoca mayor
pobreza manteniéndolos en esa condición. El conocimiento tiene un papel decisivo
en los procesos productivos; entonces, si no existe una buena educación, se estaría
impidiendo que los niños, jóvenes y adultos de la sierra puedan desarrollar sus
capacidades intelectuales y humanas adecuadamente.

http://www.eumed.net/libros-gratis/2013/1241/consecuencias-del-analfabetismo.html

CAUSAS:

 Deficiente estructura política, económica y cultural. Debido a su mala distribución


de recursos

 Los encargados no están ejerciendo bien su trabajo por la falta de cooperación del
Estado, a pesar de que el gobierno diga que se da un porcentaje alto para la paga total de
docentes, lo que corresponde a cada uno es mínima.

 El analfabetismo aparece como resultado de la falta de educación.

 Malos niveles de calidad o altos niveles de deserción escolar.

 La necesidad de trabajar a temprana edad.

 La carencia de escuelas y colegios en ciertos sectores rurales.

CONSECUENCIAS

· Problemas económicos debido al retraso regional y por ende, nacional.

· Genera consecuencias políticas ya que el analfabeta no comprende sus derechos ni deberes


civiles.

· Persistencia de la pobreza y la inequidad social.

· Marginación y exclusión, ya que no pueden desarrollarse completamente dentro de la


sociedad.
· La falta de conocimientos de los individuos genera explotación.

· Atrazo del desarrollo tecnológico y científico en el país.

· Subdesarrollo como país, ya que el individuo no es un factor de cambio dentro de su


comunidad.

· No puede desempeñarse laboralmente porque carece de capacidades competitivas.

http://educa-alpaso.blogspot.com/2012/11/causas-y-consecuencias-del-
analfabetismo.html

Causas del analfabetismo.

Problemas arraigados.

Una de las principales razones por las que los jóvenes no reciben una educación adecuada
es porque sus mismos padres carecieron de esto en su momento y nunca se instauró un
habito por el estudio o el aprendizaje. Como los papas en este caso no suelen impulsar la
lectura por las dificultades que ellos mismos tienen para leer, los niños crecen sin el animo
de tomar un libro y adquirir todo ese conocimiento.

Falta de consciencia.

Hay lugares donde se menosprecia la educación que se recibe y en esto contribuyen tanto
los jóvenes como los propios familiares que no son capaces de entender la importancia de
tener una educación. El problema puede venir desde generaciones atrás, con familiares que
tampoco aprendieron a leer o simplemente porque nunca hubo un interés en aprovechar
lo que la escuela ofrecía.
Pobreza.

Otra de las situaciones que influye en el analfabetismo es la pobreza, desde la necesidad


que tienen las personas que los obliga a trabajar desde temprana edad, hasta la incapacidad
de adquirir libros para intentar aprender a leer o incluso asistir a la escuela.

Por otro lado, también esta la falta de instalaciones adecuadas para educar apropiadamente
a la juventud, ya que hay zonas remotas donde a duras penas se puede tener una clase. En
esta situación es la falta de apoyo lo que termina haciendo más grave esta situación y no
los propios niños, ya que hasta son ellos los que más animo tienen por saber leer.

Consecuencias del analfabetismo.

Menos oportunidades.

En el mundo actual existe más competencia que en otros tiempos, tanto en el ámbito
académico como laboral y no saber leer pone a las personas en una gran desventaja, ya que
se reducen las oportunidades de obtener trabajos y las personas caerían en el desempleo.
Aunque no es un impedimento, sin este tipo de educación se está limitado a empleos
temporales, pesados, de poca calidad, sin crecimiento o con un bajo ingreso.

No entender información importante.

El analfabetismo puede resultar problemático individualmente si se trata de documentos


esenciales para cada quien. Desde un acta de nacimiento, hasta una identificación, el no
saber lo que dice cada papel puede resultar en una vida complicada. Hay muchas
situaciones donde leemos cosas importantes todos los días: recetas medicas, instrucciones
de uso, señales de transito, etc.

Menos desarrollo.

Una sociedad se ve afectada por la falta de personas capacitadas para realizar trabajos que
requieren una gran preparación. Esto pone a los países en una situación delicada, porque
su propio desarrollo se ve mermado por la poca atención que tuvieron en su momento con
la gente. No habría profesionales ni innovación o emprendimiento y los indices de pobreza
aumentarían en general.

El aspecto social también se ve afectado, ya que gente más educada es capaz de realizar
pensamientos críticos acerca de los diferentes problemas que tiene su sociedad, pero si se
presenta el caso contrario, suele haber poca participación en asuntos relevantes, de manera
que poco a poco se va formando una sociedad indiferente.

https://elmundoinfinito.com/causas-consecuencias-analfabetismo/

¿Qué significa alfabetización?

La alfabetización ha sido defi nida en un sentido muy restringido como la habilidad para leer
y escribir. Sin embargo, el concepto de alfabetización ha evolucionado como resultado de
cambios en los patrones de comunicación y las exigencias laborales. En lugar de establecer
una división entre los analfabetos y los alfabetizados, los investigadores han propuesto un
continuo que contempla distintos niveles y usos de las competencias de alfabetización de
acuerdo al contexto en que se presenten. Por consiguiente, no existe el concepto de
alfabetización como una competencia única que la persona posee o no posee, sino, más
bien, se habla de competencias múltiples. En distintas etapas de nuestra vida, todos hemos
destinado tiempo a la realización de tareas orales y escritas y al aprendizaje de nuevas
competencias, por ejemplo, las competencias que las tecnologías de la información hacen
necesarias. El concepto de ‘alfabetizaciones situadas’ enfatiza la infl uencia del contexto
social, cultural y político sobre la manera que las personas usan y adquieren los conceptos
básicos de cálculo numérico, lectura y escritura.

¿Cómo podemos defi nir la “alfabetizacion”? En el informe de la reunión de expertos sobre


evaluación de la alfabetización, aparece una defi nición de ésta proporcionada por la
UNESCO que pone de relieve el uso y el contexto en que se presenta: “La alfabetización es
la habilidad para identifi car, comprender, interpretar, crear, comunicarse y calcular,
usando materiales impresos y escritos asociados con diversos contextos. La alfabetización
involucra un continuo de aprendizaje que capacita a las personas para alcanzar sus metas,
desarrollar su conocimiento y potencial y participar plenamente en la comunidad y en la
sociedad ampliada” (UNESCO 2005: 21). Dado que la alfabetización es un concepto
dinámico y plural, ni ésta ni ninguna otra defi nición será la última palabra.

UNESCO. 2005. Aspectos de la evaluación de la alfabetización: temas y problemáticas


derivados de la reunión de expertos de la UNESCO, 10 al 12 de junio de 2003. UNESCO:
París.

Alfabetización: la base del aprendizaje a lo largo de toda la vida

La alfabetización es un proceso, no la culminación de un proceso. Es, más bien, el punto de


entrada a la educación básica y el pasaporte que nos permitirá ingresar al aprendizaje a lo
largo de toda la vida. A medida que enfrentamos nuevas exigencias en el trabajo, en el
estudio o en nuestras vidas personales, aprendemos nuevas maneras de utilizar la
alfabetización. Ésta es un componente necesario para el uso de las nuevas tecnologías,
aprender nuevos idiomas, asumir nuevas responsabilidades y adaptarnos a un mercado
laboral en rápida evolución. En este sentido, la meta fi nal no es “erradicar el analfabetismo”
sino involucrar a las personas en el aprendizaje a lo largo de toda la vida, a través del acceso
universal a la cultura escrita. Progresivamente, el aprendizaje a lo largo de la vida se ha
convertido en el principio organizador esencial de la educación, los sistemas de capacitación
y la construcción de las sociedades del conocimiento del siglo XXI. La transición desde la
noción de “educación” a la noción de “aprendizaje” ha infundido a la alfabetización un
concepto más amplio y holístico. La globalización económica y cultural equivale al
aprendizaje permanente, un componente esencial para la supervivencia, para mejorar la
calidad de vida de las personas y para todo tipo de desarrollo, humano, social, económico
y cultural.

La alfabetización y los derechos humanos

Puntos de convergencia entre la alfabetización y los derechos humanos: La alfabetización


es un derecho humano y está implícito en el derecho a la educación reconocido en la
Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948. No hay educación posible si no se
cuenta con competencias básicas de alfabetización. No se trata sólo de tener acceso a la
alfabetización, ya sea a través del sistema escolar formal o de programas no formales, ya
que la calidad de dichos programas también es una consideración importante. La
adquisición de competencias básicas de alfabetización no debe visualizarse como el
objetivo fi nal, sino, más bien, como una herramienta para la ciudadanía activa y un vehículo
que permita aspirar a otros derechos, civiles, políticos, económicos o sociales. Quienes
pueden utilizar competencias de alfabetización en la defensa y materialización de sus
derechos legales tienen una signifi cativa ventaja sobre quienes no tienen la capacidad de
hacerlo. A través de la alfabetización, las personas adquieren los medios que posibilitan su
participación en el ámbito social. La relación de la alfabetización con los derechos humanos
también incluye el contenido de los programas. Las clases de alfabetización son espacios
donde los educandos, principalmente mujeres, reciben información acerca de sus derechos
y desarrollan habilidades para reclamarlos, defenderlos y promoverlos. Muchos
proveedores de servicios de alfabetización ya vinculan las actividades de capacitación en
competencias básicas con lecciones en derechos humanos y civiles. Estos vínculos son
esencialmente potenciadores, es decir, permiten que las personas no sólo puedan disfrutar
de más libertad personal y alternativas más amplias pero, además, que sean más asertivos
en términos de reclamar el lugar que les corresponde en la sociedad. El potenciamiento
equivale a autonomía de acción, la capacidad de iniciar y manejar el cambio en lugar de
simplemente tolerarlo. El uso activo de las competencias de alfabetización es una condición
sine qua non para el potenciamiento socioeconómico. La provisión de alfabetización desde
un enfoque basado en los derechos puede contribuir al cumplimiento de los objetivos
mundiales de educación. Sin embargo, ello exige la formulación de estrategias diseñadas
para llegar a todos los ciudadanos de todas las edades, incluyendo a los grupos más
marginados; niñas y mujeres, poblaciones autóctonas y grupos rurales de zonas remotas,
niños de la calle, migrantes y poblaciones nómadas, personas discapacitadas y minorías
culturales.
Inclusión y equidad: ¿es la alfabetización realmente para todos? A nivel mundial, persiste el
desafío que implica superar las desigualdades de alfabetización. Garantizar una provisión
adecuada para los distintos grupos poblacionales requerirá que las iniciativas de
alfabetización de carácter masivo vayan acompañadas de sensibilidad hacia la diversidad
lingüística y cultural de las poblaciones minoritarias y autóctonas. Por otra parte, la
provisión para mujeres, jóvenes, poblaciones rurales y los pobres suele ser inadecuada. La
alfabetización cumple una importante función en la prevención de la exclusión social y el
fomento de la igualdad y la justicia social. Los bajos niveles de alfabetización se traducen en
falta de participación en la educación, el empleo, la vida comunitaria y la ciudadanía. La
alfabetización es vital a la inclusión, el potenciamiento y el mejoramiento de la calidad de
vida. En aquellos lugares donde los analfabetos no tienen acceso a oportunidades de
alfabetización su exclusión se ve exacerbada y las desigualdades sociales continúan
reproduciéndose. Cuando los países y los donantes priorizan sus inversiones en educación
en base a consideraciones fi nancieras y políticas, se excluye automáticamente a la mayoría
de los jóvenes y adultos analfabetos. Dentro de este enorme grupo de analfabetos, muchas
más mujeres que hombre carecen de competencias de alfabetización. Dado que la provisión
de alfabetización suele ser considerada como equivalente a la educación básica de adultos,
una gran cantidad de grupos que debieran benefi ciarse de programas de alfabetización no
reciben la atención necesaria. Estos grupos incluyen a niños no escolarizados, jóvenes y
adolescentes que, de no ser atendidos oportunamente, pronto engrosarán las crecientes fi
las de adultos analfabetos. Habida cuenta que muchos programas están orientados hacia
adultos de 15 o más años, los adolescentes y jóvenes (entre las edades de 15 y 24 años)
podrían encontrarse asistiendo a clases con personas mayores cuyas necesidades son
diferentes. Considerando el perfi l etario de las poblaciones de numerosos países en
desarrollo, es imperativo proporcionar a los jóvenes oportunidades alternativas y
relevantes de aprendizaje. Entre la población excluida, ciertos grupos han sido especial
objeto de marginación: las minorías, las poblaciones autóctonas, los migrantes, los
refugiados, los nómadas, los presidarios y otros. Dicha exclusión social podría obedecer a
condiciones de discapacidad, a características “imputadas” como la pertenencia a una etnia,
religión o casta (además de aspectos relacionados con el género y la edad) o a
características “adquiridas” como la pobreza, el nivel de ingresos, la migración, el
desplazamiento o la encarcelación. Por su parte, la situación económica y el estrato social
también suelen determinar el acceso a oportunidades de aprendizaje de alta calidad.

Oportunidades de alfabetización

Existen diversas maneras de alfabetizase, ya bien como parte del proceso de escolarización,
a través de programas no formales para jóvenes y adultos, o informalmente sin el benefi
cio de una enseñanza estructurada. La alfabetización puede ser una actividad aislada, parte
de un conjunto de competencias básicas o bien formar parte de programas que enseñan
otros conocimientos y destrezas. En lugares donde el sistema educativo formal proporciona
una educación de buena calidad, la escuela garantiza la adquicición de competencias de
alfabetización, reduciendo de esta forma las tasas de abandono y ayudando a conservar
tanto estas competencias como otras. La alfabetización cobra cada vez más importancia
como un área particularmente vital del currículo escolar dado que, adicionalmente, sienta
las bases del éxito en otras asignaturas. Por otra parte, las situaciones que afectan a los
hogares y a las comunidades también tienen impacto en la educación que los niños reciben
en la escuela. Los niños de edad escolar exhiben un mejor rendimiento si los padres han
tenido educación y si disponen de libros u otros materiales de lectura en sus hogares o en
la comunidad. En el caso de quienes no han podido completar la educación básica o no han
conservado las competencias impartidas en la escuela, las oportunidades no formales de
aprendizaje ofrecen programas adaptados a sus necesidades específi cas. Estos programas
son de diversa índole. Algunos ejemplos se dan a continuación.

Los programas de equivalencia o de “segunda oportunidad” permiten que los adultos


jóvenes y los niños no escolarizados tengan acceso a un camino alternativo que les
entregará las mismas califi caciones que las proporcionadas por el sector formal. Muchos
países asiáticos como la India, Indonesia, las Filipinas y Tailandia, por ejemplo, han
acumulado gran experiencia en el diseño y ejecución de programas de equivalencia, que
actualmente se han replicado en numerosas regiones. Estos programas se caracterizan por
ser más fl exibles y capaces de responder en forma más efectiva a las necesidades específi
cas de los educandos en términos de tiempo y enfoques pedagógicos, aunque también
ofrecen mejores contenidos y materiales didácticos. Con el propósito de permitir el
reingreso a la escuela de educandos que participan en programas no formales de educación,
en la actualidad se están haciendo esfuerzos para vincular estos dos sistemas y facilitar la
transición entre ellos. En Madagascar, un programa conjunto del Gobierno Malgache/ ONU
para la Promoción de la Educación Básica para todos los niños malgache, ofrece como uno
de sus componentes la modalidad “escuelas de segunda oportunidad” que cubren el ciclo
primario de educación en 10 meses en lugar de 5 años. En Marruecos, las escuelas de
equivalencia o de segunda oportunidad, que atienden a la población no escolarizada y a
niños de entre 9 y 16 años que abandonan la escuela, es uno de los dos principales
programas del Departamento de Alfabetización y Educación No Formal del Ministerio de
Educación.

El programa conocido como alfabetización en familia, un enfoque intergeneracional de


alfabetización, ha logrado resultados positivos gracias a que los niños y adultos pueden
aprender juntos, según ha sido demostrado por programas realizados en Pakistán, Turquía,
Uganda y Estados Unidos. Este enfoque toma en cuenta las diferentes necesidades y estilos
de aprendizaje de niños y adultos. Al mismo tiempo, las actividades diseñadas para niños y
adultos estimulan el aprendizaje y permiten que los niños reciban un valioso apoyo. La
alfabetización en familia también permite que los padres compartan las experiencias
escolares de sus hijos y fortalece el vínculo entre la escuela y la comunidad.

http://unesdoc.unesco.org/images/0016/001631/163170s.pdf

Campaña para erradicar el analfabetismo

La organización sin ánimo de lucro 'Alfabetización sin fronteras' es la responsable del diseño
y puesta en marcha de las campañas de sensibilización y promoción que se realizan en
España y en Burkina Faso, uno de los países con la tasa de analfabetismo más alta no sólo
de África sino del mundo entero alcanzando niveles del 67% en hombres y 86% en mujeres
según las estadísticas elaboradas por Naciones Unidas.
Bajo el lema "La alfabetización es una necesidad y un derecho de todos", esta organización
denuncia las situaciones extremas al mismo tiempo que trabajan para solucionarlas de
acuerdo al 'Decenio para la alfabetización'.

Estas son las áreas que abarcan las campañas de sensibilización e información:

 Charlas en colegios, universidades y centros culturales. Organizan jornadas y charlas


informativas en todos aquellos centros educativos y culturales que se muestren
receptivos.
 Campañas informativas en la calle. Realizan campañas de información sobre las
actividades en las que trabajan y de sensibilización tanto a profesionales como a
particulares en todos aquellos actos culturales de los que tienen conocimiento.
 Búsqueda y recogida de todo tipo de libros. Desarrollan campañas de información y
recogida de novelas o de libros educativos.
 Organización de eventos culturales. El objetivo es poder llegar a la gente de la calle para
compartir distintas inquietudes y proyectos. El público se lo pasa bien en compañía de
otras personas con gustos culturales similares, al mismo tiempo que toma conciencia de
las necesidades mundiales de alfabetización. En este sentido, organizan eventos de muy
diversos tipos, obras de teatro benéfico, conciertos musicales benéficos, fiestas en las
que se muestra la cultura de determinadas etnias, mercadillos de artículos de culturas
lejanas, exposiciones de fotografía, etc.

http://www.consumer.es/web/es/solidaridad/derechos_humanos/2005/06/07/142743.p
hp

Ventajas y desventajas de la alfabetización precoz en los niños

A qué edad es recomendable que aprenda a leer y a escribir los niños

Son muchos los padres que quieren que sus hijos aprendan a leer y a escribir rápido y es
que en muchas escuelas alardean de que sus alumnos son capaces de leer y escribir
correctamente a los 5 años, así cuando entran en primero de primaria puede seguir un
ritmo más avanzado del conocimiento. En cambio, también existen padres y profesionales
que sostienen que la alfabetización precoz en los niños es un error. Pero, ¿qué ventajas y
desventajas podemos encontrar?

Los niños necesitan tener un buen desarrollo madurativo para poder tener una buena
alfabetización y por eso es necesario retardar la enseñanza de la lectura y escritura hasta
que el niño pueda alcanzar la madurez adecuada.

5 ventajas de la alfabetización precoz en los niños

1. Las escuelas alardean de un mejor nivel en los alumnos que comienzan a leer a los 4 años
y a escribir a los 5.

2. Los niños pueden tener un nivel más avanzado de lectura y escritura para cuando entran
a 1º de Primaria, algo que hace que sea más sencillo para los docentes el poder enseñarles
nuevos contenidos.

3. Los niños pueden empezar a leer y escribir desde edades más tempranas.

4. Existen métodos divertidos para iniciar a los niños a la alfabetización para iniciarles en el
mundo de la lectura y escritura que les pueden hacer sentir buen deseo lector, siempre y
cuando el método sea algo lúdico y divertido.

5. Los niños se interesan por la lectura y se dan cuenta de lo importante que es en la vida
diaria, además empiezan a entender mejor el significado de los cuentos e historias.

4 desventajas de la alfabetización precoz en la infancia

1. Hay niños que no están preparados madurativamente y al no conseguir los objetivos se


sienten frustrados y pueden tener cierta aversión a la lectura y escritura.
2. Que los niños lean antes no significa que después lo hagan mejor en el trascurso de los
años. No hay relación de una lectura temprana con que después los alumnos sean
excelentes lectores.

3. En la mayoría de los casos, la alfabetización no estaría recomendada antes de los 6 o 7


años.

4. Se requieren otros aprendizajes previos antes como el desarrollo psicomotor, la


comunicación lingüística, el desarrollo de los procesos cognitivos, etc. Sin las otras áreas
adquiridas anteriormente, el niño no estará preparado para empezar con la lectura y
escritura.

Un niño tendrá madurez suficiente a los 6 años si ha tenido buenas oportunidades de


aprendizaje (aula, casa, entorno…) y le han ofrecido buenos recursos de aprendizaje. En
este sentido cabe destacar que los factores internos del niño son importantes, pero también
los factores externos relacionados con su entorno más cercano. No hay que preocuparse
tanto por el cuándo deben aprender a leer y escribir y sí hay que preocuparse en el cómo.
Los primeros pasos en la alfabetización de los niños dependerán de sus experiencias
personales y de cómo la familia y la comunidad motivan a los pequeños en este proceso
para que pueda iniciarse y tener un buen aprendizaje en cuanto su madurez lo permita.

https://www.guiainfantil.com/articulos/educacion/aprendizaje/ventajas-y-desventajas-
de-la-alfabetizacion-precoz-en-los-ninos/

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