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De qué hablamos cuando hablamos

de pensamiento computacional
Por: Laura Mangifesta

Cuando nos preguntan qué enseñamos con Mumuki, respondemos: pensamiento


computacional. Sí, utilizando nuestra plataforma se aprende a programar. Sí, también se
“codea” desde el primer ejercicio. Entonces, ¿por qué no decir sencillamente que
enseñamos programación? ¿De qué hablamos cuando hablamos de “pensamiento
computacional”?

Seymour Papert, el impulsor de la programación para niños y creador del lenguaje


Logo, parece ser el primero que usó el término “pensamiento computacional” en su libro
Mindstorms (1980). En el momento de su publicación, sostenía Papert, la mayoría entendía
a las computadoras como una herramienta para juegos, entretenimiento, intercambio de
mails, compras o trámites bancarios. Sin embargo, muy pocos pensaban en ellas como
máquinas para enseñar. Las computadoras, defendía Papert, tienen el poder de influenciar
la forma en la que la gente piensa, incluso cuando están lejos del contacto físico con una de
ellas.

A principios del siglo XXI, una nueva ola de interés por acordar su significado y su
alcance se vio impulsada por un texto escrito por Jeannette Wing, titulado “Pensamiento
Computacional”. Allí, la ex vicepresidente de Microsoft Research definía a este tipo de
pensamiento como una actitud y un conjunto de habilidades universalmente aplicables, que
todos, y no sólo los programadores, pueden aprender y usar.

Quizás una de las aproximaciones más claras al significado del pensamiento


computacional nos la acercó la periodista Tasneem Raja en su artículo “Is Coding The New
Literacy?” (2014). ¿Y si aprender a escribir código no fuera lo más importante?, se pregunta
Raja y defiende que, en lugar de aumentar el número de niños que pueden escribir miles de
líneas en JavaScript, primero necesitamos alzar el número de niños que entiendan lo que
significa programar. Según la periodista, la mayor contribución de los programadores
jóvenes no es el código que escriben, sino la manera en que piensan. Se trata de entender
que conocer toda la sintaxis de un lenguaje no te va a ayudar si no podés pensar buenas
maneras de aplicarlo.
Incluso, algunas de las habilidades motivadas por esta manera de pensar existían
antes de la invención de las computadoras. En 1854, se produjo en Londres un brote de
cólera que mató 616 residentes. Un médico de la ciudad, llamado John Snow, impulsó una
investigación sobre el caso. Entrevistó a familiares de las víctimas sobre sus rutinas diarias
y realizó un mapa que conectó la enfermedad con el agua que ingerían. Todos los enfermos
bebían de una bomba de agua que estaba cerca de una cloaca con filtraciones. John Snow
utilizó los principios clásicos del pensamiento computacional: comparó dos bases de datos
para revelar algo nuevo, ejecutó el mismo proceso una y otra vez y probó los resultados,
reconociendo un patrón.

Las competencias que se muestran como más eficaces en la codificación son la


parte más visible de una forma de pensar que es útil no sólo en el ámbito de la informática.
Se trata de una forma de pensar que propicia el análisis y la relación de ideas para la
organización y la representación lógica de procedimientos. Así lo define Miguel Zapata-Ros
en su artículo “Pensamiento computacional: Una nueva alfabetización digital”. Se trata de
una nueva alfabetización que permite a las personas en su vida real afrontar retos propios
de la nueva sociedad y que vaya más allá, permita a los individuos organizar su entorno,
sus estrategias de desenvolvimiento, de resolución de problemas cotidianos, además de
organizar su mundo de relaciones, en un contexto de comunicación más racional y eficiente.

El “pensamiento computacional” es, por lo tanto, una forma de pensar,


caracterizada por un conjunto de habilidades promovido por el aprendizaje de la
computación. Hablar de pensamiento computacional es entender que la programación no
tiene que ser sólo para programadores. Las habilidades adquiridas por esta práctica son
útiles para todos los individuos: el pensamiento divergente o lateral, la creatividad, la
resolución de problemas, el pensamiento abstracto, la recursividad, la iteración, los métodos
por aproximaciones sucesivas, el ensayo-error, los métodos colaborativos, entre otros.

Hay una gran diferencia entre lo que las computadoras pueden hacer y lo que la
sociedad elige hacer con ellas. Enseñar pensamiento computacional es tomar una clara
postura respecto de esto último. Se trata, ante todo -como Seymour Papert bien supo
vislumbrar- de una decisión política. Implica, fundamentalmente, impulsar un modelo
democratizador. El objetivo principal al enseñar pensamiento computacional no es formar un
puñado de programadores sino motivar a todos los estudiantes a pensar un poco más
computacionalmente, a servirse de ese conjunto de habilidades que todos, y no sólo los
programadores, deberíamos tener la posibilidad de desarrollar.

La diferencia entre programar y pensar computacionalmente es la diferencia entre


ejecutar y comprender. La verdadera magia no sucede en las líneas de código sino en -y
entre- las personas. El pensamiento computacional nos da un poco más de libertad, nos
ayuda a disminuir la brecha entre aquello desconocido a lo que estamos sometidos y
aquello que podemos entender y cambiar.

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