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Ensayos críticos

ISSN: 1900 - 480X

Elementos para una


lectura crítica de
América Latina


Claudio Katz 5
Claudio Katz

(Argentina, 1954) es economista, integrante del Consejo Nacional


de Ciencia y Tecnología, profesor en la Universidad de Buenos
Aires y director de varios proyectos de investigación. Es autor de
numerosos textos de interpretación del capitalismo
contemporáneo y de la crisis económica global. Participa
activamente en los foros continentales de impugnación del libre-
comercio, el endeudamiento externo y la militarización.

Recibió menciones honoríficas del Premio Libertador al


Pensamiento Crítico por sus libros "El porvenir del socialismo"
(2004) y “Las disyuntivas de la izquierda en América Latina”
(primera edición, 2008). Ya circulan, además, distintas ediciones
nacionales de su ensayo “El rediseño de América Latina. ALCA,
MERCOSUR Y ALBA (2006).

Su libro más reciente se titula "La economía marxista, hoy. Seis


debates teóricos" (2009). Como integrante del EDI (Economistas
de Izquierda) ha publicado varios estudios sobre la coyuntura
política y social de la Argentina.

Su página web es: http://katz.lahaine.org/index.php

Ésta es una publicación de

Espacio crítico Centro de estudios


Bogotá, Colombia. Septiembre de 2010
http://www.espaciocritico.com
Tabla de contenido

I. Comparaciones y explicaciones de la crisis 6


• Magnitudes y comparaciones
• Mayor impacto comercial que financiero
• Regresión social y deterioro popular
• Explicación por intervencionismo
• Explicación por ajuste

II. Del industrialismo a la exportación básica 16


• La primarización en debate
• Prioridades de Estados Unidos
• El ocaso de la burguesía nacional
• “¿Posliberalismo?”

III. Variedad de políticas económicas 23


• Neoliberalismo ortodoxo en México
• Social-liberalismo en Brasil
• Intento neodesarrollista en Argentina
• Reformismo distribucionista
• Las acotadas nacionalizaciones

IV. Contraofensiva imperial 38


• El garrote con buenos modales
• Militarización y narcotráfico
• Golpismo y desestabilización
• Instrumentos e ideología
V. El peculiar ascenso de Brasil 48
• Ventajas y límites
• Negociación del liderazgo
• Dos cursos de centroizquierda
• Los sinsabores del progresismo

VI. De la reforma a la revolución 57


• Logros y desafíos
• Congelamiento o radicalización
• Resistencias y rebeliones
• Planteos estratégicos
• Una reformulación socialista
I. Comparaciones y explicaciones de la crisis

Resumen

El impacto de la eclosión global en América Latina ha sido inferior a los países


desarrollados y más agudo que en las economías ascendentes de Asia. Afectó
en mayor grado a Centroamérica que al hemisferio sur. El origen externo del
temblor desmiente el mito de la responsabilidad autóctona de estas
conmociones, pero no exculpa a las clases dominantes locales.

La crisis no presenta hasta ahora el alcance que tuvieron los colapsos de las
últimas dos décadas. Esta diferencia obedece al carácter acotado de la
transmisión financiera y a los efectos de la monumental cirugía de los bancos
en la región. Paradójicamente este contrapeso atrae capitales de corto plazo,
que amenazan recrear las burbujas especulativas.

El dato central de la coyuntura ha sido el freno de la retracción comercial,


pero se confirmó la fragilidad que genera la dependencia regional de las
exportaciones básicas. El desempleo y la pobreza han vuelto a primer plano
con la disminución de las remesas. El éxodo rural ensancha la brecha social y
potencia la marginalidad urbana.

Los economistas heterodoxos pasaron de un diagnóstico de catástrofe a otro


de irrelevancia de la crisis. Explican el impacto atenuado del temblor por la
acertada intervención del estado, pero olvidan el generalizado vuelco
internacional hacia esta acción. También encubren el auxilio brindado a las
clases dominantes y no perciben, que se buscó evitar un desplome del poder
adquisitivo por el temor que suscita la resistencia popular.

Los economistas ortodoxos atribuyen el limitado alcance de la crisis a la


primacía de políticas de superávit fiscal, restricción monetaria y
endeudamiento controlado. Pero ocultan el costo social de esta orientación y
el impulso que brindó a la concentración y extranjerización de las finanzas.
Los indicadores de presupuesto, inflación o tipo de cambio confirman la
continuada vulnerabilidad de la región.
Elementos para una lectura crítica de América Latina Claudio Katz

El alivio que ha sucedido al duro impacto inicial de la crisis reproduce


en América Latina una tendencia mundial. A mediados del 2008
irrumpió la recesión, el incremento del desempleo y la retracción del
comercio, a pesar de los socorros a las empresas que improvisaron
todos los gobiernos.

Pero al promediar el año pasado se generalizó la distensión financiera,


se contuvo la compresión del crédito y la desvalorización de las
materias primas. El producto bruto sufrió un significativo retroceso,
pero tendería a recuperarse durante el 2010. ¿Qué dimensión presenta
esta crisis, en comparación a las eclosiones que sacudieron a la región
en las últimas décadas?1

Magnitudes y comparaciones
El PBI latinoamericano aumentó 4,1% en el 2008, declinaría 1,8% en el
2009 y volvería a subir 4,1% en el 2010. Este vaivén también sigue los
lineamientos internacionales, con porcentuales más favorables que los
países desarrollados y más adversos que las economías ascendentes de
Asia. Este resultado intermedio confirma que el impacto ha sido inferior
al Primer Mundo, pero no tan atenuado como en China o la India.

El estallido no se originó esta vez en América Latina, sino en el


epicentro del capitalismo. No sucedió a los descalabros de la deuda
externa, los desmoronamientos fiscales o las fuertes devaluaciones, que
periódicamente acosan a la región. Esta localización externa destruye el
mito de la invariable responsabilidad autóctona de las desgracias que
padece la zona. Nadie puede atribuir el vendaval actual a la
“corrupción de los funcionarios”, a la “escasa disciplina de la
población” o la “menguante laboriosidad de los trabajadores”. Los
neoliberales han debido resignar su argumento predilecto para explicar
el temblor en la región.

El detonante externo es ahora esgrimido para exculpar a las clases


dominantes locales de cualquier responsabilidad, olvidando que el
capitalismo no funciona en otra galaxia. América Latina está inserta en

1
Esta evaluación continúa nuestro primer análisis: Katz Claudio, “América Latina frente a la crisis global”,
Crisis capitalista, economía, política y movimiento, Espacio Crítico Ediciones, Bogotá, 2009.

Ensayos críticos No. 5, Bogotá, 2º semestre de 2009 6


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un sistema que periódicamente soporta conmociones globales. Las


mismas convulsiones que ahora desplomaron a los bancos
estadounidenses, arrasaron en varias oportunidades a las finanzas de la
periferia. Las crisis cambian de localización, pero obedecen siempre a
un mismo determinante capitalista.

Al confirmar esta inestabilidad estructural del sistema, el nuevo


estallido sacudió al establishment latinoamericano, que se había
acostumbrado a un quinquenio de crecimiento y apostaba a un período
semejante de apacibles negocios.

Pero el efecto de esta crisis ha sido muy desigual. El gran desplome del
7% del PBI que afectó a México dista de la moderada caída que soportó
Brasil (uno o dos puntos). Mientras que Centroamérica sufrió el efecto
inmediato de la recesión estadounidense, las economías diversificadas
de Sudamérica lograron atemperar esa incidencia.

El origen estadounidense del crack y su menor impacto relativo sobre


América Latina constituyen, hasta ahora, los únicos puntos en común
de la eclosión reciente con la depresión del 30. Las comparaciones con
los colapsos más recientes de las últimas dos décadas de neoliberalismo
son más aleccionadoras2.

La recesión actual sería más aguda que las registradas durante 1990 y
2002 (caídas de PBI menores de un punto), pero no alcanzaría la
gravedad de 1983 (declinación de 2,6%). Sería un shock profundo, pero
de incidencia inferior a la “década perdida” del 80 o a la “media década
perdida” de 1998-20033.

En los derrumbes de esos períodos se verificaron desmoronamientos


más dramáticos del PBI en varios países. Hubo colapsos de 17 % en
Chile (1983-84), 10 % en México (1994), 11 % Argentina (2001-02) y
declives muy pronunciados de Brasil (1998). La crisis actual presenta
hasta ahora una magnitud inferior a esos antecedentes.

Sólo en México la escala de la tormenta presenta semejanzas con el


Tequila de 1994, tanto en la regresión industrial, cómo en la expansión
del desempleo. Pero la turbulencia actual no ha incluido los
desmoronamientos de bancos y la pulverización de la moneda, que
condujeron en esa oportunidad al inédito socorro de la Reserva Federal.

2
Mientras que en Estados Unidos la crisis se prolongó hasta 1939, en la mayor parte de América Latina
concluyó en 1932-35. Maira Luis, “¿Cómo afectará la crisis la integración regional?”, Nueva Sociedad, n 224,
noviembre-diciembre 2009.
3
Esta evaluación presenta Ocampo José Antonio, “La crisis económica global”, Nueva Sociedad, n 224,
noviembre-diciembre 2009.

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El brusco freno que ha sufrido la economía argentina tampoco guarda


punto de comparación con la histórica catástrofe del 2001. La crisis ha
puesto fin a un quinquenio de alto crecimiento, pero no produjo el
desplome de un modelo (convertibilidad), ni generó cesaciones de pago,
confiscaciones de depósitos bancarios o descalabros monetarios.

El mismo contraste se extiende a Brasil. La principal economía


latinoamericana fue muy golpeada el año pasado, pero la devaluación
inicial no precipitó fugas de capital, depreciaciones monetarias,
rebrotes inflacionarios o astronómicos ascensos de las tasas de interés.
Estos episodios acompañaron, en cambio, al ocaso del cruzado (1986),
al fin del Plan Collor (1990) y a la última quiebra fiscal (1999). La
conmoción actual se ha caracterizado por un tipo de transmisión muy
diferente.

Mayor impacto comercial que financiero


A diferencia de lo ocurrido en los 80 y 90 el efecto financiero de la
crisis no ha sido significativo. La colocación internacional de bonos
públicos se mantuvo con tasas de rendimiento elevadas y la severa
caída inicial de las bolsas fue seguida por una persistente recuperación.
En la segunda mitad del 2009, los mercados bursátiles de Brasil, Chile,
Perú o Colombia registraron incrementos del 100%.

Por otra parte, el volumen de las reservas supera al nivel predominante


durante las crisis de las últimas décadas y la carga del endeudamiento
externo ha bajado. Estos pasivos (netos de reservas internacionales)
equivalían al 6% de PIB (2008), frente al 30% predominante durante las
eclosiones anteriores4.

Esta menor gravitación de los desequilibrios financieros ha reducido el


interés de las interpretaciones centradas en esta órbita. También el
énfasis en los aspectos monetarios ha decaído, ante la limitada
corrosión sufrió que esta vez el sistema bancario.

Pero este cambio no es obra de la naturaleza. Reflejó la monumental


transformación que sufrieron las entidades financieras, como
consecuencia del tendal de quebrantos generados por las últimas crisis.
Los bancos de la región han sido menos golpeados que sus equivalentes
del Primer Mundo por haber procesado la depuración, actualmente en
curso en las entidades de Estados Unidos y Europa.

Pero esta mayor consistencia poscrisis es un arma de doble filo, ya que


atrae nuevas burbujas hacia la región. En un marco de bajas tasas de
4
Ocampo, La crisis.

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interés y alto riesgo de los bancos metropolitanos, los capitales de corto


plazo afluyen a la zona para lucrar con los vaivenes de las acciones, los
inmuebles y las monedas. Esta llegada de fondos contrasta, con la caída
de 35- 45% de la inversión extranjera de largo plazo, que se registró
durante el 2009.

Los conocidos efectos desestabilizadores que genera este arribo de


capitales golondrinas han conducido a introducir restricciones
(especialmente en Brasil). Pero si la rentabilidad de esas operaciones
persiste, las barreras podrían quedar neutralizadas por otras vías de
ingreso de los mismos fondos.

En esta oportunidad, el tradicional canal financiero de transmisión de la


crisis ha sido reemplazado por un impacto comercial. La súbita caída de
los precios (29%) y del volumen de las exportaciones, que se observó
entre el comienzo de la crisis (septiembre 2008) tiene pocos
precedentes. Aunque alcanzó un piso (junio del año siguiente) y fue
seguido de una nueva apreciación de las materias primas, el resultado
final de esta oscilación es incierto.

La renovada demanda de China, India y otras economías intermedias


podría estabilizar estos precios, determinando una inédita gravitación
de las compras asiáticas sobre el ciclo comercial latinoamericano. Pero
este cambio de comprador no altera la fuerte atadura de la región al
vaivén de cotizaciones de los bienes exportados. El ascenso de estos
precios permitió cinco años de continuada reactivación y la reciente
recuperación ha operado cómo un salvavidas de poca consistencia.

Regresión social y deterioro popular


El estallido de la crisis provocó un inmediato aumento de 1% de la
desocupación en la región. Al menos tres millones de personas
perdieron su empleo durante los primeros meses del 2009, revirtiendo
la moderada recuperación de puestos de trabajo, que se registró
durante el crecimiento del quinquenio precedente.

Las últimas estimaciones indican un incremento del 7,4 al 8,3% (o 9%)


de la tasa promedio de desocupación. Esta media incide en forma
variable en las distintas economías (Argentina 8,8%, Chile 10,7%,
México 6,12%). El paro comenzó golpeando a los asalariados de las
industrias más internacionalizadas y terminó afectando duramente a los
trabajadores precarizados e informales. En la juventud el desempleo
duplica el promedio general. Hay 50 millones de jóvenes
latinoamericanos que se encuentran totalmente afuera del sistema

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educativo y 20 millones de niños trabajan en condiciones


infrahumanas5.

Este agravamiento del desempleo coincide con una expansión de la


pobreza, que afectaría a un rango de 6 a 10 millones de individuos. El
porcentaje de los desamparados latinoamericanos continuará girando
en torno al 40% de la población, con picos de agravamiento en las
recesiones y reducidas mejoras durante las reactivaciones. Este océano
de pobres alimenta crecientes formas de precariedad laboral en todos
los países6.

En las naciones más desguarnecidas la irrupción de la crisis incluyó,


además, la desgracia del hambre. Este flagelo es un resultado directo
de la reconversión neoliberal del agro, que acentuó la especialización
exportadora, el éxodo rural y la falta de alimentos. América Latina
participa con 53 millones de individuos en el mapa mundial de la
desnutrición7.

Otra consecuencia de la crisis ha sido la abrupta reducción de las


remesas. Esta disminución de los envíos familiares afecta
particularmente a los países centroamericanos, que sufrieron una
verdadera desarticulación demográfica. Uno de cada 10 mexicanos
reside en Estados Unidos y sus transferencias de fondos se han tornado
vitales, al pasar de 7.500 millones de dólares (2000) a 26.000 millones
(2007)8.

En los últimos meses del 2009 se verificó incluso el inédito fenómeno de


remesas inversas, es decir giros realizados desde el Sur hacia los
familiares que perdieron su empleo en el Norte. Pero el retorno a casa
no parece una opción, en el cuadro actual de recesión agravada por la
gripe porcina y el desplome de turismo.

La crisis también deteriora la distribución del ingreso, recreando el


ensanchamiento de la brecha social, que se atenuó levemente durante
el reciente ciclo de crecimiento. El índice Gini (que mide este desnivel)
registraría un incremento del 0,47% al 0,51%.

Para una región que padece los mayores índices de desigualdad del
planeta, las consecuencias de cualquier desmejora en esta área son
dramáticas. Basta observar las cifras predominantes en la principal
economía de la región, para notar la dimensión de esa asimetría. En

5
Rojas Aravena Francisco, “Siete efectos políticos de la crisis internacional en América Latina”, Nueva
Sociedad, n 224, noviembre-diciembre 2009. Fazio Hugo, “Las grandes crisis latinoamericanas de los últimos
15 años”, La explosión de la crisis global, LOM, Santiago, 2009. También Página 12, 8-12-09.
6
La Nación, 11-11-09, 6-9-09.
7
La Nación, 15-10-09.
8
CEPAL Informe, 15-7-09, La Nación, 22-11-09.

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Brasil el 10 % más rico posee casi el 75% de la riqueza total y el 45% de


estos recursos es acaparado por 5000 familias, localizadas en cuatro
ciudades9.

La desintegración social que generan estos niveles de desigualdad se


traduce en un explosivo incremento de la criminalidad. Las pandillas
son reclutadas entre jóvenes desempleados que soportan la
marginalidad urbana, potenciada por la destrucción de las comunidades
agrarias. Una multitud de individuos sin trabajo, oficio u horizonte de
vida ha sido empujada a esa informalidad por la reconversión
capitalista de las últimas décadas.

La delincuencia se ha expandido, además, por la cultura del


consumismo y de la ostentación que propagó el neoliberalismo,
mientras demolía el nivel de vida las familias obreras. Los capitalistas
que causaron esta tragedia, ahora protestan vivamente contra sus
efectos, especialmente cuando padecen en carne propia los secuestros
o robos sanguinarios, que caracterizan a la nueva criminalidad. Los
responsables de esta degradación también se quejan de la baja
formación educativa, cómo si la regresión en este plano fuera ajena al
aniquilamiento sufrido por la escuela pública.

Explicación por intervencionismo


Los voceros de CEPAL han acompañado las oscilantes interpretaciones
de la crisis que expusieron los economistas más afamados. Primero
caracterizaron la eclosión como el mayor estallido de la posguerra y al
poco tiempo, diagnosticaron un súbito fin de ese desmoronamiento.
Ponderaron, además, la madurez y capacidad de resistencia que ha
exhibido América Latina frente a estos temblores10.

En ningún momento aclararon cómo se produjo el mágico pasaje de una


catástrofe económica a una recaída irrelevante. En cambio, atribuyeron
la novedosa capacidad que ha mostrado la zona para atemperar la crisis
global, a las políticas heterodoxas de intervención estatal. Algunos
autores contrastaron estas acciones con la parálisis o ineficacia, que
impuso en ocasiones anteriores, la subordinación ortodoxa a los
dictados del mercado.
La intervención del estado ha sido efectivamente un dato generalizado,
que se manifestó en distinto tipo de medidas. Algunas tendieron a
disuadir el aumento de las tasas de interés y otras a sostener

9
La Nación, 6-9-09, Página 12, 26-12-09. Pochman Marcio. “El país de los desiguales”. Le Monde Diplo,
diciembre 2007.
10
CEPAL, “Panorama de la inserción internacional de América Latina y el Caribe”, 10-12-2009, Santiago de
Chile. También La Nación, 11-11-09.

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parcialmente la demanda mediante la expansión monetaria. Esta


política predominó con diversos matices en casi todos los países,
desmintiendo la apología neoliberal a las cualidades autocorrectivas del
mercado. Pero esta orientación no fue un invento latinoamericano.
Acompañó una tendencia mundial que asumió mayor intensidad en
Estados Unidos y Europa.

Pero esta intervención ha sido posible en la región por la existencia de


reservas acumuladas durante la prosperidad del 2003-08. Como en ese
período se registraron tasas de crecimiento del 5% anual y mejoras de
los términos de intercambio del 100%, los gobiernos contaron con un
margen de acción inexistente en los colapsos anteriores. Aprovecharon
la coyuntura creada por el primer período de crecimiento
latinoamericano superior a las economías desarrolladas desde la
posguerra. Especialmente el auge externo proveyó ingresos fiscales,
que permitieron evitar la repetición de la bancarrota mexicana de los
80 o el quebranto argentino del 2001.

Pero la intervención que pondera CEPAL no fue neutra. Socorrió con


fondos públicos a los grandes bancos o empresas, mediante auxilios que
excluyeron la redistribución de ingresos. El incremento del gasto
público benefició a las clases dominantes y solo incorporó
compensaciones secundarias en el área social.

La atención que igualmente se ha puesto en evitar un desplome del


poder adquisitivo, refleja el temor que han dejado las grandes
rebeliones populares de las últimas décadas. Más que una repentina
inclinación por la heterodoxia, en la cúpula del poder ha estado fresco
el recuerdo de esos levantamientos sociales.

Explicación por ajuste


Los economistas ortodoxos atribuyen el limitado impacto de la crisis en
la región a la aplicación de estrictas políticas de superávit fiscal,
restricción monetaria y endeudamiento controlado. Consideran que
esta sobriedad permitió afrontar con sólidos escudos el vendaval
externo11.

Esta caracterización registra la existencia de un contexto fiscal y


monetario efectivamente distinto al pasado reciente. La deuda regional
equivalente al 53% del PBI y al 365% de exportaciones en 1987 se
redujo al 21% y el 87% de estos guarismos en el 2008. También los

11
Esta tesis plantea Arriazu Ricardo, “América Latina logró ser menos vulnerable”, Clarín, 21-9-09. También
Sturzenegger, Federico, en Página 12, 2-2-08.

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bancos presentan un nivel más acotado de apalancamiento, en un


marco de endeudamiento público y privado más reducido12.

Pero este escenario no fue forjado con sobriedad administrativa. Ha


sido el resultado de un ajuste social brutal, que incluyó procesos de
licuación de deudas, desvalorización de capital y transferencias de
ingresos solventados por las mayorías populares.

Los neoliberales omiten esta cirugía, que también condujo a la


reorganización de las finanzas a favor de un grupo más selecto de
entidades. Estas limpiezas han convertido por ejemplo a Brasil, en un
niño mimado del establishment global. El país recibe altas
calificaciones de los banqueros (investment grade) e incluso presta
plata al FMI. Luego de una escalada de quiebras (1994), que centralizó
todo el sistema en pocas manos, las principales instituciones
sobrevivientes se han especializado en operaciones con derivados y
opciones. Sólo 25 entidades controlan el 81% de los activos y
mantienen altos lucros de intermediación, en un marco de mayor
estabilidad monetaria.
En México se consumó un proceso semejante luego del colapso de
1994. Pero en este caso, la concentración de bancos se produjo junto a
la extranjerización de todo el sistema, especialmente luego del pasaje
del Banamex al Citigrup y del Bancomer al BBVA. Toda la estructura de
préstamos ha quedado, además, muy conectada a la subordinación
económica a Estados Unidos.

En Argentina la reorganización bancaria sucedió al descomunal colapso


del 2001-02. Aquí no sólo hubo cierre y venta de entidades, sino
también expropiaciones de depósitos, canjes compulsivos de las deudas,
pesificaciones de acreencias dolarizadas y default de bonistas. La
magnitud de este estallido terminó limitando la hegemonía lograda por
las finanzas durante los años 90, pero no revirtió una estructura
financiera retrógrada y concentrada. Sólo 10 entidades controlan el 77
% de los depósitos13.

Cómo procesos semejantes (o más turbulentos) de reorganización


bancaria se registraron en Ecuador y Venezuela (y otros países), la
eclosión reciente llegó a Latinoamérica en el período de
reestructuraciones que sucede a las crisis. Pero esta coyuntura es frágil
y no brinda protección frente a un rebote del temblor externo o una
nueva erosión endógena. Las causas estructurales de la pulverización
sufrida por los bancos durante los años 80 y 90 persisten y la repetición
de esos estallidos es una posibilidad siempre latente.

12
Clarín, 21-9-09.
13
Página 12, 27-1-09.

Ensayos críticos No. 5, Bogotá, 2º semestre de 2009 13


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Los dos factores que pospusieron este desenlace –altos precios de las
materias primas exportadas y cierto control del déficit fiscal y la
inflación- están sujetos a imprevisibles y repentinos desajustes. Los
economistas ortodoxos presienten esta fragilidad y advierten contra los
peligros que afronta la región. Pero siempre olvidan considerar cuán
responsables son de esa vulnerabilidad.

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II. Del industrialismo a la exportación básica

Resumen

El modelo exportador ha recuperado preeminencia, multiplicando la atadura


de la economía zonal al vaivén de precios de las materias primas. Los grandes
proyectos de infraestructura buscan garantizar salidas externas para los
insumos codiciados por las transnacionales.

La minería a cielo abierto, la deforestación y el uso irracional del suelo


agravan las adversidades tradicionales del modelo extractivo y afianzan el
peligroso deterioro del medio ambiente. Este esquema es avalado por CEPAL,
que reemplazó el viejo industrialismo por una insostenible reivindicación de la
primarización.

Estados Unidos busca recuperar las posiciones perdidas en la región, para


reforzar su aprovisionamiento de insumos básicos. Europa no disputa
preeminencia política, pero sí negocios y podría quedar afectada por el
deterioro económico de España. La llegada de China entraña un desafío
mayor, en la disputa por el botín de minerales, alimentos y combustibles.

La industria latinoamericana se amoldó a la creciente penetración de las


corporaciones multinacionales. Su gravitación ha disminuido, pero no
desapareció como sector de peso. Las viejas burguesías nacionales
promotoras del mercado interno han sido reemplazadas por burguesías
locales que jerarquizan la exportación.

El nuevo esquema no implica extranjerización total. Los capitalistas


latinoamericanos continúan manejando sus estados, con mayor inclinación por
la asociación trasnacional. La incorporación de México, Brasil y Argentina al G
20 y el apoyo al FMI como reorganizador de las finanzas mundiales ilustran
esta imbricación. El Fondo no ha cambiado y continúa administrando el ajuste
al servicio de los banqueros. Es erróneo atribuir un perfil “posliberal” a
gobiernos que privatizan recursos básicos, mantienen estructuras fiscales
regresivas y apuntalan el agronegocio.
Elementos para una lectura crítica de América Latina Claudio Katz

El vaivén de los precios internacionales de los insumos incide como


nunca sobre la economía latinoamericana. México depende de los
ingresos que aportan las ventas de petróleo, Argentina ha quedado
atada a la valorización y depreciación de la soja y Brasil está pendiente
de los productos básicos que comercializa. Esta subordinación a la
cotización de metales, alimentos o combustibles es muy superior en los
restantes países de la zona.

La primarización en debate
Es indudable que el modelo exportador ha recuperado preeminencia en
la región. Los grandes proyectos de infraestructura buscan garantizar
salidas externas, para materias primas elaboradas siguiendo el
esquema extractivo. Los principales conglomerados concentran su
actividad en el sector primario, recreando la especialización que
históricamente empujó a Latinoamérica a un status periférico.

Entre 1985 y 1996 fueron extraídos 2.706 millones de toneladas de


productos, compuestos en un 88% por minerales y petróleo. La región
es muy codiciada por las compañías mineras, que explotan los
cuantiosos acervos de cobre y hierro y los grandes yacimientos de litio
y uranio. También reúne las reservas más significativas de agua y
biodiversidad del planeta.

Durante la mayor parte del siglo XX el desarrollismo se opuso a la


especialización exportadora que promovían los liberales. Pero este
rechazo se atenuó en las últimas décadas y ha desembocado en la
actualidad, en una curiosa reivindicación de la primarización por parte
de CEPAL.

El principal vocero de la heterodoxia industrialista reivindica el


“potencial que ofrecen las actividades basadas en recursos naturales”,
resalta su aporte tecnológico y defiende la suscripción de acuerdos de
librecomercio, para facilitar el ingreso de los productos básicos a las
economías desarrolladas1.

1
CEPAL, “Panorama de la inserción internacional de América Latina y el Caribe”, 10-12-2009, Santiago de
Chile. Una reivindicación más apologética de este modelo plantea Castro Jorge, “Los países exportadores de
alimentos adquieren mayor relevancia”, Clarín, 6-9-09.

Ensayos críticos No. 5, Bogotá, 2º semestre de 2009 16


Elementos para una lectura crítica de América Latina Claudio Katz

Estos planteos no sólo contrastan con la tradición industrialista, que


encarnó la CEPAL entre 1950 y 1980. También ignoran los argumentos
que se esgrimieron durante décadas, contra las nefastas consecuencias
del modelo primario-extractivo. Este esquema generó en el pasado
sometimiento externo, saqueo de recursos y perdurables obstáculos a la
acumulación.

En la actualidad impone la persistencia de la pobreza y provoca la


expulsión de la población rural, sin gestar puestos de trabajo
equivalentes en las áreas urbanas. Todas las objeciones clásicas a la
primarización mantienen su vigencia. La gravitación de las empresas
transnacionales, la mundialización y la emergencia de Asia no atenúan
las adversidades de ese modelo.

En realidad, los viejos problemas de la inserción exportadora han sido


potenciados por las nuevas consecuencias de la devastación ambiental.
Los propios técnicos de CEPAL han evaluado los dramáticos costos
sociales del cambio climático para América Latina, en materia de
pestes, enfermedades y deterioro del agua o el suelo2.

Pero estos impactos son divorciados de sus fundamentos en el esquema


primario-extractivo. Especialmente se olvida que la principal fuente de
emisión de gases tóxicos en la región proviene de la minería a cielo
abierto, la deforestación y el uso irracional del suelo para ampliar
monocultivos.

Este deterioro del medio ambiente no se corrige en América Latina con


lamparillas que ahorren electricidad o automóviles híbridos. Se
requieren políticas de conservación de la naturaleza, radicalmente
opuestas a la continuada primarización del comercio exterior3.

Prioridades de Estados Unidos


América Latina sigue ocupando un lugar estratégico para Estados
Unidos, cómo gran reserva de recursos naturales. La región cumple una
función decisiva en el aprovisionamiento de los metales y el petróleo
que utilizan el Pentágono y el complejo industrial del Norte. Mediante
tratados bilaterales de librecomercio, Estados Unidos ha buscado
resguardar este abastecimiento, mientras refuerza su exportación de

2
La Nación, 17-12-09.
3
Dos criticas contundentes a este modelo plantean Acosta, Alberto, “Los gobiernos progresistas no han
puesto en tela de juicio la validez del modelo extractivista”.
10-9-09 www.ecoportal.net/content/view/full/88404. Gudynas, Eduardo, “Inserción internacional y
desarrollo latinoamericano”, Observatorio de la Globalización, n 7, diciembre 2009.

Ensayos críticos No. 5, Bogotá, 2º semestre de 2009 17


Elementos para una lectura crítica de América Latina Claudio Katz

productos elaborados y generaliza la fabricación de partes en las zonas


francas4.

El imperialismo norteamericano encara esta acción para superar una


crisis de dominación, sobre una región tradicionalmente manejada
como extensión de su propio territorio. La gestión de Bush estuvo
signada por el fracaso del ALCA y la reaparición de revueltas populares
antiimperialistas. Esta oleada también dio lugar a nuevos gobiernos
enfrentados con el Departamento de Estado. Obama busca revertir esta
pérdida de influencia estadounidense, que se verifica mucho más en el
hemisferio sur que en Centroamérica5.

Estados Unidos busca también recuperar el terreno perdido a manos


del capital europeo, desde el fuerte ingresó de España a sectores claves
de las finanzas y los servicios latinoamericanos. Europa no disputa
preeminencia militar, ni gran liderazgo político en la zona, pero alienta
acuerdos de librecomercio para favorecer a sus propias compañías.
Habrá que ver si el duro efecto de la crisis actual sobre las firmas
españolas, les permite preservar su presencia como segundos
inversores externos de la región.

La llegada de China a una zona históricamente alejada de su radio de


acción representa un desafío mucho más serio para Estados Unidos. La
potencia oriental se ha convertido en gran demandante de petróleo,
soja y cobre y su intercambio con Latinoamérica saltó de 10 billones de
dólares (2000) a 140 billones (2008).

Además, la economía china inunda de productos a sus nuevos socios y


ha logrado convertir a Brasil en un cliente de primer orden. El
intercambio entre ambos países tiende a superar el comercio brasileño-
estadounidense y un deslizamiento del mismo tipo, comienza a
observarse en Perú, Chile y Argentina.

Pero el gigante del Norte ya ha reaccionado suscribiendo un acuerdo de


librecomercio transoceánico (Vietnam, Singapur, Australia), que
aglutina también a sus socios del pacífico sudamericano. En este
escenario se dirime la disputa por el gran botín de los recursos
naturales que atesora la región.

4
Esta políticas es detallada por Saxe Fernández, John, ¿“América Latina: reserva estratégica de Estados
Unidos”?, OSAL n 25, abril 2009. Delgado Ramos, “América Latina como reserva minera”, Memoria 238,
octubre-noviembre 2009.
5
Hemos analizado este tema en Katz, Claudio, El rediseño de América Latina, ALCA, MERCOSUR y ALBA,
Ediciones Luxemburg, Buenos Aires, 2006.

Ensayos críticos No. 5, Bogotá, 2º semestre de 2009 18


Elementos para una lectura crítica de América Latina Claudio Katz

El ocaso de la burguesía nacional


La vieja estructura industrial que producía limitadamente bienes para
el mercado interno ha quedado remodelada por las sucesivas crisis que
padeció América Latina. Ese tejido forma parte en la actualidad del
esquema exportador, especialmente en los tres países que
desenvolvieron un sector fabril de importancia.

La renovada gravitación de las materias primas no ha destruido a la


industria latinoamericana, pero debilitó su incidencia en comparación a
la posguerra. Se ha modificado el perfil de la manufactura por el
creciente peso de las corporaciones foráneas. Sin embargo, también
irrumpieron multinacionales latinas, en los nichos no ocupados por las
grandes firmas internacionales.

El retroceso relativo de la industria regional es más visible en


comparación a la expansión de las firmas asiáticas. La participación
general de ambas zonas en el comercio mundial siguió trayectorias
claramente distintas. Mientras que América Latina ha mantenido su
presencia tradicional (del 4% del total en 1980 al 5 % en 2008), Asia
saltó del 6% al 23%, en el mismo período. La diferencia en el tipo de
productos vendidos es mucho más significativa, ya que en la primera
zona mantiene su especialización en materias primas y la segunda
genera manufacturas industriales6.

El escenario del 2010 es tan sólo una expresión coyuntural de esta


divergencia. América Latina crecería 2 o 3 %, frente al 12% de China y
el 8% de la India. Es indudable que la gravitación preeminente de las
finanzas y un patrón de crecimiento centrado en exportaciones básicas
ha recreado las viejas limitaciones de la industria latinoamericana.

El viraje de las últimas décadas ha modificado, además, el perfil social


de las clases dominantes. Las viejas burguesías nacionales promotoras
del mercado interno han quedado sustituidas por nuevas burguesías
locales, que jerarquizan la exportación y la asociación con empresas
transnacionales. El neoliberalismo consolidó este cambio en las tres
principales economías de la región.

La antigua burguesía industrial brasileña forjada al calor de las


políticas desarrollistas perdió primacía. Desde los años 80 fue
reemplazada en el manejo del estado por el bloque actual de
banqueros, hombres del agro-negocio y exportadores industriales. En
México, el unánime apoyo que brindan los capitalistas al acuerdo de
librecomercio con Estados Unidos, ilustra más categóricamente la
declinación del viejo proteccionismo industrialista. En Argentina, el
6
La Nación, 11-11-09.

Ensayos críticos No. 5, Bogotá, 2º semestre de 2009 19


Elementos para una lectura crítica de América Latina Claudio Katz

salto de un esquema a otro, adoptó formas dramáticas de demolición


fabril y destrucción del viejo empleo formal forjado durante la
sustitución de importaciones.

Este cambio en las clases dominantes también dio lugar a una creciente
predilección por la rentabilidad financiera de corto plazo, junto a
nuevas ligazones con empresas foráneas. Ambos procesos se verifican
en la fuga de capitales o a la inversión externa de capitales, que no
encuentran colocaciones rentables en la acumulación interna.

Pero la desaparición de las viejas burguesías nacionales no extingue a


las clases capitalistas locales, que siguen actuando en función de sus
propios intereses y disputan varias franjas de actividad con firmas
foráneas. Constatar la declinación de la burguesía nacional sólo
implicar registrar que un segmento de la clase dominante (y una
estrategia de acumulación) han perdido relevancia. No hay
extranjerización total ni copamiento transnacional. Los capitalistas
latinoamericanos constituyen la fuerza social predominante en el
manejo de los estados, aunque es mayor su inclinación a profundizar la
asociación con el poder financiero global7.

Un ejemplo de este cambio fue la actitud asumida por los gobiernos de


México, Brasil y Argentina frente a la crisis reciente. Los tres países
fueron incorporados a las reuniones del G 20, para apuntalar el socorro
internacional de los bancos quebrados. Tal como se esperaba, la
administración neoliberal mexicana adscribió en forma ciega a todas las
iniciativas de la Reserva Federal. Pero las mismas posturas adoptaron
los presidentes más autónomos de Brasil y Argentina.

Las tres administraciones avalaron el sostén mundial del dólar y de los


bancos quebrados. Concertaron esta postura en las reuniones
mantenidas en Chile a mitad del 2009, con el vicepresidente
estadounidense y el primer ministro británico. Este cónclave fue
calificado en forma absurda por la prensa, como un “encuentro de
líderes progresistas”.

Utilizar esa denominación para describir la convergencia regional con


autoridades anglo-estadounidense es tan ridículo, cómo otorgarle el
premio Nobel de Paz al máximo exponente de imperialismo. En las
reuniones que tramitaron la socialización de las pérdidas sufridas por
los banqueros, no podía filtrarse ninguna pizca de progresismo. México,
Brasil y Argentina asumieron esa agenda, para ratificar que sus clases
dominantes comparten las prioridades del capitalismo global.

7
Hemos desarrollado esta visión para el caso argentino en Katz Claudio, “Burguesías imaginarias y
existentes”, Enfoques Alternativos, n 21, febrero 2004, Buenos Aires.

Ensayos críticos No. 5, Bogotá, 2º semestre de 2009 20


Elementos para una lectura crítica de América Latina Claudio Katz

“¿Posliberalismo?”
Otra manifestación de esta misma alineación ha sido el apoyo al FMI
para reorganizar las finanzas mundiales. Naciones que han sufrido en
carne propia los ajustes que impone ese organismo, acompañan ahora
la recomposición de esa entidad.

México solicitó inmediatamente un nuevo crédito, Brasil subió la


apuesta aportando capital fresco al Fondo y Argentina comenzó un
largo camino de retorno al organismo que repudió, luego de cancelar
las ilegítimas deudas que mantenía con esa entidad.
Esta nueva convalidación del FMI es frecuentemente justificada con la
reivindicación de esta institución, en su papel compensador de los
desequilibrios internacionales. Se afirma que este apoyo a las regiones
subdesarrolladas en los momentos de crisis, será reforzado con mayor
inyección de recursos8.

Pero la credibilidad actual de esta fábula se ha reducido


significativamente. El FMI siempre auxilia a los bancos afectados por el
quebranto de los estados e impone medidas de ajuste que solventan los
oprimidos. Un “rol más activo del Fondo” sólo implica exigencias más
drásticas sobre los deudores.

Es muy frecuente escuchar que se ha producido una súbita


transformación del FMI, que “aprendió las lecciones del pasado”, “ya
no exige sacrificios” y respeta a la “soberanía de las naciones”. Pero
resulta muy difícil encontrar algún indicio de esta insólita conversión de
agresor de los pueblos en transmisor del desarrollo.

En los hechos el FMI continúa implementando la misma política, con


idénticos ultimátum. Basta observar los últimos convenios firmados por
El Salvador, Islandia o Pakistán, para notar esa continuidad. Es cierto
que en los últimos meses se triplicaron los recursos del organismo, se
renovó el menú de créditos y apareció una línea de préstamos más
flexible para complementar el tradicional stand by. Pero los convenios
mantienen las exigencias de siempre. Serbia y Bosnia debieron aceptar
reducciones de salarios de los empleados públicos y Ucrania o
Bielorusia tuvieron que introducir la dura ley del déficit cero. Lo único
que ha cambiando es el discurso que legitima estos ajustes9.

Las nuevas ilusiones en el FMI tienen un objetivo político. Buscan


aislar a los gobiernos y movimientos sociales que mantienen críticas al
8
Es la tesis de Frenkel Roberto, Rapeti Martín, “La crisis mundial desde la perspectiva de los países en
desarrollo”, Nueva Sociedad, n 224, noviembre-diciembre 2009.
9
Un detallado informe presentan Nemiña, Pablo, “El nuevo FMI”, Página 12, 20-9-09, Wesibrot Mark,
“Jubilar al FMI”, Página 12, 7-5-09.

Ensayos críticos No. 5, Bogotá, 2º semestre de 2009 21


Elementos para una lectura crítica de América Latina Claudio Katz

organismo, exigen su abandono y proponen construir entidades


alternativas al mayor emblema del neoliberalismo.

La moda actual de revalorizar al FMI es compartida por muchas


corrientes neodesarrollistas, hostiles a la primacía asignada al capital
foráneo (“ahorro externo”) y a la obstrucción al desenvolvimiento
industrial, que generan las altas tasas de interés. Esos enfoques
divergen del neoliberalismo convencional, pero aceptan la prioridad
exportadora, el ajuste salarial y la estrecha asociación con las
corporaciones transnacionales. Al igual que CEPAL, renuncian a las
aristas conflictivas del viejo desarrollismo y se oponen a una
redistribución radical del ingreso, complementada con
nacionalizaciones y reformas agrarias10.

Sólo la aplicación de estas tres últimas medidas implicaría el inicio real


de un estadio “posliberal”. Es un error aplicar esta noción a gobiernos
que mantienen la privatización de los recursos básicos, la estructura
fiscal regresiva y la concentración de capitales y tierras en el agro.

Los cambios progresistas en estas tres áreas constituyen puntos de


partida insoslayables para comenzar rupturas con el legado neoliberal,
que preservan los denominados gobiernos progresistas. En este terreno
se diferencian de sus antecesores nacionalistas, que a mitad del siglo
pasado chocaban con la oligarquía y el capital extranjero, para
desenvolver la industrialización autónoma e introducir reformas
sociales.

10
Un ejemplo en Bresser Pereira Luiz Carlos, “Globalizacao e competicao”, Folha de Sao Paulo, 2,11.09

Ensayos críticos No. 5, Bogotá, 2º semestre de 2009 22


III. Variedad de políticas económicas

Resumen

Las distintas políticas económicas obedecen a situaciones nacionales muy


diferentes de erosión por arriba y resistencia por abajo. En México, la crisis
repite la profundización neoliberal, que sucedió a todas las eclosiones
precedentes. Se refuerza la desarticulación industrial que imponen las maqui-
las y se acentúa el vaciamiento de reservas que genera la provisión de
petróleo a Estados Unidos. La falta de inversiones potencia, además, las
presiones para privatizar la empresa estatal.

Brasil se distingue del resto de la región por sus multinacionales y la


envergadura de su mercado. Pero su modelo actual no recrea el industrialismo
de posguerra, ni elimina las asimetrías con las economías centrales. El
agronegocio ha recuperado primacía, bloqueando la reforma agraria y
profundizando las tendencias hacia el librecomercio. El curso socioliberal
condujo a la cooptación de la burocracia sindical e introdujo un nuevo
equilibrio entre sectores del bloque dominante.

El modelo neodesarrollista intentado en Argentina emergió del descontento


burgués con los resultados de la cirugía neoliberal, en un marco de grandes
protestas populares. Se ha buscado recomponer la gravitación de la burguesía
industrial, en desmedro de los bancos y en conflicto con el agro-negocio. Hubo
concesiones sociales, sin redistribución de ingresos y sin nacionalizaciones de
sectores estratégicos. El crecimiento del último quinquenio no revirtió la
desarticulación productiva y el empobrecimiento estructural.

La política reformista de Venezuela, Bolivia y Ecuador incluye avances


sociales, pero no resuelve los principales problemas de economías muy
periféricas y dependientes. Las nacionalizaciones del proceso bolivariano son
indispensables para superar el atraso y erradicar los derroches de la
burguesía rentista. Pero la ausencia de control obrero y social y el
injustificado pago de indemnizaciones reciclan los privilegios de la
“boliburguesía”.

Mayores avances en la estatización de los hidrocarburos son necesarios en


Bolivia, para financiar la impostergable mejora del nivel de vida popular. Es
un error intentar contrapesos del poder económico de la derecha, mediante
concesiones al capital extranjero. La importante auditoria de la deuda
realizada en Ecuador choca con la continuidad de un modelo extractivo, que
ha desatado fuertes conflictos con el movimiento indígena.
Elementos para una lectura crítica de América Latina Claudio Katz

En la región se observan políticas económicas diferenciadas en función


de dos procesos: la consolidación o erosión del neoliberalismo y el
avance o reflujo de la resistencia popular. Estas singularidades se
expresan en cuatro variantes de orientación oficial.

Neoliberalismo ortodoxo en México


La economía azteca ha sido particularmente afectada por la crisis
actual. Mientras que el PBI se contraería 0,8% en Brasil y mantendría
una leve suba de 1,5% en Argentina, decaerá 7% en México. A pesar de
esta contracción, el gobierno de Calderón reafirmó la política neoliberal
de las últimas décadas, otorgando mayores atribuciones al Banco
Central para administrar el ajuste. Al igual que en la crisis anteriores,
la eclosión actual induce a profundizar la atadura al neoliberalismo.

Esta política se inició en México a mitad de los 70 con un crack que


precipitó el endeudamiento externo y el despojo petrolero. El
descalabro posterior de 1982 condujo a la suscripción del NAFTA y el
desmoronamiento bancario de 1994 desembocó en más privatizaciones
y librecomercio. Esta dinámica de neoliberalismo continuado, ubica a
México más cerca del patrón mundial, que de las peculiaridades
latinoamericanas.

Esta orientación no obedece sólo al ascenso del partido derechista PAN,


sino que es también compartida por la vieja burocracia nacionalista del
PRI. Esta política económica se afianzó a pesar de sus nefastas
consecuencias. Ha consagrado una profunda dualización entre la
minoría que lucra con el modelo vigente y la mayoría afectada por ese
esquema. Los perdedores se localizan especialmente en sectores de la
pequeña empresa, en la región sureña y en la masa de asalariados, que
perdieron un millón de puestos de trabajo en última década.

La crisis actual ha puesto de relieve la enorme dependencia hacia


Estados Unidos, que absorbe el 85% de las exportaciones del país. La
recesión de la potencia vecina paralizó todo el cordón de maquiladoras,
creando una situación muy crítica en los sectores automotor,
electrónico y textil. A diferencia de lo ocurrido en 1994, esta vez no se
avizora una salida con mayores ventas al norte.

Ensayos críticos No. 5, Bogotá, 2º semestre de 2009 24


Elementos para una lectura crítica de América Latina Claudio Katz

El esquema de maquilas es vulnerable, además, por la baja


competitividad de actividades que operan con tecnologías
fragmentadas. Los enormes lucros de las corporaciones foráneas se
asientan en los bajos costos salariales. Esas empresas han reforzado la
desintegración de la vieja estructura industrial, introduciendo mayores
niveles de explotación y depredación ambiental. Ni siquiera han
alentado aumentos significativos de la producción, cómo lo demuestra
el bajo crecimiento industrial (desde el año el año 2000, sólo un tercio
de la media prevaleciente en los 70)1.

Pero el modelo actual es sostenido también por los grupos capitalistas


aglutinados en torno a las nuevas multinacionales locales (Telmex,
Cemex, Grupo Bimbo). Estas corporaciones se expandieron en los
mercados vecinos, desarrollando especialidades no cubiertas por sus
competidores metropolitanos (farmacia, medios de comunicación,
cemento, alimentos).

El estancamiento industrial coincide con la consolidación de México


cómo abastecedor petrolero de Estados Unidos. Mientras que en 1988
se destinaba a ese mercado el 50% del crudo, las colocaciones actuales
bordean el 80%. Luego de Canadá y Venezuela, el país se ha convertido
en la tercera fuente suministro del combustible importado por la
primera potencia.

Pero lo más llamativo es la brutal depredación que sufre este recurso.


En los últimos seis años se extrajo el 87 % de todo el crudo sustraído en
la era contemporánea. Esta absorción contrasta con el 13% capturado
durante el largo período precedente de cuatro décadas (1938-76).
Además, se han privilegiado toscas formas de primarización por la
demora en construir refinerías. México es el sexto exportador mundial
de petróleo, pero debe importar el 40% de la gasolina que consume por
falta de procesamiento local del combustible.

La baja inversión en exploración está agotando, además, las reservas y


reforzando las presiones para privatizar la empresa estatal PEMEX.
Esta firma se ubica en el podio de las diez principales petroleras del
mundo, cuenta con ingresos anuales de 100.000 millones de dólares y
nutre el 40% de los recursos del presupuesto estatal. Pero ha sufrido
los típicos procesos de endeudamiento y saqueo que preceden al
remate de las compañías públicas.

La lista de aspirantes a ganar esta subasta es tan nutrida, cómo la


resistencia que genera liquidar la compañía que financia al estado. Por
1
Un contundente balance de este esquema presenta Valle Baeza, Alejandro, “México, del estancamiento a la
crisis”, razonyre2.razonyrevolucion.org/index.php, mayo 2009. Ver también: Blanke, Svenja. “México: una
crisis sin (grandes respuestas)”, Nueva Sociedad n 224, noviembre-diciembre 2009.

Ensayos críticos No. 5, Bogotá, 2º semestre de 2009 25


Elementos para una lectura crítica de América Latina Claudio Katz

esta razón, una administración ultra-liberal no logra consumar su


traspaso al sector privado2.

Social-liberalismo en Brasil
El impacto de la crisis global en Brasil fue semejante al promedio
latinoamericano, pero la economía del país cumpliría un rol más activo
en la eventual reactivación del 2010. Los pronósticos indican un
crecimiento de 5,5%, frente a 4% de Argentina y 3,5% de México. Si
estas previsiones se cumplen, cambiaría la tónica del rezago brasileño,
observado durante el reciente ciclo de crecimiento regional. Mientras
que Argentina o Venezuela crecieron en ese quinquenio al 7 u 8% del
PBI, Brasil no superó el 3%3.

Pero cualquier análisis basado en estos vaivenes de la coyuntura tiende


a ensombrecer el afianzamiento de la principal economía de la región.
Esta consolidación es muy resaltada por los voceros del capital
financiero, que alaban a Lula y pronostican la conversión de Brasil en la
quinta potencia del plantea, a mitad de siglo XXI. Ponderan
especialmente la atracción que ejerce la magnitud de su mercado sobre
las inversiones externas. Esta afluencia aumentó un 30% durante el año
pasado, a pesar de la caída del 14% que registró esa variable en el
resto del mundo.

El entusiasmo capitalista toma en cuenta también la significativa


expansión internacional de las multinacionales brasileñas, que
comienzan a incursionar en Centroamérica, África y Medio Oriente. Un
núcleo de 14 firmas ya figura en la lista de las 100 principales firmas
globales emergentes. Las compañías con inversiones significativas en el
exterior pasaron de 6 a 877 firmas desde 1990. También llama la
atención el peso de las exportaciones manufactureras básicas. Esta
actividad expresa una reconversión de larga data, ya que las ventas
externas de bienes industriales saltaron de 6,2% del total (1964), al
54% en la última década4.

La gravitación de estas compañías y la presencia de exportaciones


industriales diferencian a Brasil del resto de la región. Pero esta
singularidad no aproxima el modelo vigente al proteccionismo de
posguerra, ni a la precedente utilización de la renta cafetalera, para un
2
Este proceso es detallado por Colmenares, Francisco, “Saldos de la crisis económica y del petróleo”, OSAL
26, 2009. Saxe Fernández John. “PEMEX: tejiendo su democratización”. La Jornada, 14-2-08.
3
Un análisis del impacto de la actual eclosión en comparación con las precedentes brinda: Buenos, Fabio,
“¿Por qué a economía brasileña nao foi atingida ate agora pela crise?”, 30-8-09. alainet.org/active
4
Informe completo en The Economist, “Special report on business and finance in Brasil”, november. 14th
2009. También Castro Jorge, “Las transnacionales brasileñas descuentan el respaldo de Lula”, Clarín, 31-5-
09.

Ensayos críticos No. 5, Bogotá, 2º semestre de 2009 26


Elementos para una lectura crítica de América Latina Claudio Katz

proceso de industrialización asentado en la sustitución de


importaciones5.

Las multinacionales brasileñas operan con sus socios internacionales,


privilegian las exportaciones y mantienen un gran retraso tecnológico,
no sólo con las economías centrales, sino también con sus pares de
Asia. La influencia que ha ganado la empresa aeronáutica Embraer es
un caso aislado. En Brasil no se ha desarrollado ningún sector de
inversiones complejas en computación, servicios, automotores o
actividades nucleares. Los gastos de investigación y desarrollo se
ubican por debajo del promedio de la OCDE e incluso Corea del Sur
registra 30 veces más patentes, con un tercio de la población del país
sudamericano6.

Esta limitación obedece, en gran medida, a la creciente incidencia de


las agro-exportaciones, que en el último período recuperaron primacía
en desmedro de la industria. El viejo liderazgo en café, jugo de naranja
o azúcar, ahora es complementado por el negocio de la soja y
próximamente del etanol. Si se concreta el millonario programa de
extracción del petróleo descubierto en la costa, este recurso podría
sumarse a la canasta primaria de ventas externas.

Un efecto de esta gravitación es la inclinación de los distintos gobiernos


a negociar mayor acceso al mercado agrícola internacional, a cambio de
aperturas importadoras que afectan a la industria tradicional. Pero otra
consecuencia más devastadora de la euforia generada por el
agronegocio es la destrucción ambiental. La frontera de la soja y de la
ganadería se expande desmontando el Amazonas. Las diez grandes
empresas que propician esta invasión destrozan con agrotóxicos una
monumental reserva de la naturaleza.

Estas mismas compañías bloquean cualquier intento de avanzar en la


reforma agraria, potencian el éxodo rural y reducen la tierra cultivable
para la alimentación local. También lucra con estas agresiones el 1,5%
de los propietarios latifundistas, que detenta el 57% de la superficie
rural relevada (en 2003)7.

Todas las evaluaciones elogiosas del capitalismo brasileño omiten


señalar que los beneficios son acaparados por una minoría de
financistas, ruralistas e industriales. La reciente decisión de aportar
fondos al FMI (por un volumen de fondos equivalente a un año de

5
Esta errónea comparación plantea Skaf, Paulo, “La experiencia brasileña”, Página 12, 28-6-09.
6
The Economist (Special Brasil), Bonilha Patricia, “A atuacao desintegraora do BNDES na América do Sul”,
Brasil do Fato, 15-12-09
7
Telles Mello, José Alfredo, “Alianza do goberno com o agronegocio impulsiona desmatamiento”, Correio
da ciudadanía, 31-1-08.

Ensayos críticos No. 5, Bogotá, 2º semestre de 2009 27


Elementos para una lectura crítica de América Latina Claudio Katz

auxilios sociales) es coherente con este apuntalamiento de los


poderosos. Para ascender en la escala global se destina a ese
organismo, los recursos que necesitan los desamparados.

Basta observar cualquier dato de la realidad social brasileña para notar


la persistencia de una fuerte brecha con cualquier país del Primer
Mundo. No sólo los niveles de explotación o desigualdad son muy
superiores, sino que persiste una guerra pre moderna de las elites
contra los pobres8.

El modelo económico actual mantiene los pilares del neoliberalismo


introducido durante los años 90. Durante ese período se consumó una
convergencia de sectores dominantes en la decisión compartida de
reducir los salarios, achatar las jubilaciones y privatizar las empresas
públicas. Durante esta etapa los bancos impusieron astronómicas tasas
de interés que condujeron al colapso del endeudamiento público.

Estas crisis desembocaron, a su vez, en un giro exportador que reforzó


el papel del agronegocio y la incidencia de los industriales exportadores
en el bloque dominante. Por esta razón se moderaron las
privatizaciones, se reordenó la apertura comercial y se adaptaron las
altas tasas de interés a un nuevo equilibrio vigente en la cúpula del
poder. Aunque Lula ha favorecido a los bancos y a los vendedores de
productos básicos, otorgó lugares privilegiados a la burguesía
industrial, dentro de los límites que permite el pago a los acreedores.

El gobierno actual también asoció a la burocracia sindical a las elites


dominantes, en un marco de creciente asistencialismo a los pobres.
Esta política configura un esquema socioliberal diferenciado del
neoliberalismo precedente, tanto en la ampliación del bloque
hegemónico de los poderosos, cómo en la cooptación de las líderes
obreros provenientes del PT y la CUT. Con esta política, el
neoliberalismo ingresó en una nueva fase9.

Este esquema ha suscitado una verdadera idolatría hacia Lula por parte
del capital global. Es un error confundir el rechazo cultural que genera
el actual presidente entre ciertas elites, las rencillas de poder o la
enemistad de los medios de comunicación, con el respaldo que el
8
En 2008 la policía de Río mató a una de cada 23 personas que se resistieron a ser detenidas, mientras que en
Estados Unidos este indicador se ubica en una de cada 37.000 detenciones. Con un discurso jurídico que
naturaliza la muerte, la policía tiene carta blanca para limpiar las ciudades, proteger a los ricos y librar a los
desposeídos a su propia suerte, en la selva que impera en las favelas. Malaguti Batista Vera, “Rio virou um
laboratorio de técnicas genocidas”, Correio da Ciudadanía, 6-11-09. Lima Rocha Bruno, “El capitalismo
salvaje y la guerra urbana en Rio de Janeiro”. radioinformaremosmexico.wordpress.com, 30-10- 2009.
9
Esta acertada tesis plantea: Boito Jr., Armando, “As relacoes de classe na nova fase do neoliberalismo no
Brasil”, Sujetos sociales y nuevas formas de protesta en la historia reciente de América Latina, CLACSO,
Buenos Aires, 2006.

Ensayos críticos No. 5, Bogotá, 2º semestre de 2009 28


Elementos para una lectura crítica de América Latina Claudio Katz

primer mandatario ha logrado entre las clases dominantes. El gobierno


optó por extender el asistencialismo para bloquear la ampliación real
de los derechos sociales y se congració con los poderosos, evitado el
discurso beligerante que caracterizó al viejo nacionalismo de Vargas,
Goulart o Brizola10.

Intento neodesarrollista en Argentina


La crisis reciente y el alivio posterior siguieron en Argentina pautas
semejantes a Brasil. Pero la recaída ha sido más llamativa en la
economía austral, por el contraste con el período previo (2003-08) de
elevado crecimiento.

Esa recuperación cerró una década de virulenta cirugía neoliberal, que


incluyó formas extremas privatización, apertura comercial y
flexibilización laboral, con dos picos de crisis hiperinflacionaria. El
aparato productivo fue reorganizado en un marco de regresión
industrial y empobrecimiento de la clase media. El crecimiento del
último quinquenio sólo atenuó estos dos flagelos. La pobreza se ha
perpetuado en torno al 30% de la población, en un país que desconoció
esa escala de miseria durante la mayor parte del siglo XX.

Otro aspecto de este retroceso ha sido el vuelco hacia la especialización


exportadora liderada por la soja, que ya acapara el 70% de la tierra
cultivable. La amplia gama de granos y carnes que vendía Argentina ha
quedado sustituida por la monoproducción de un insumo de altísima
rentabilidad, que no contribuye al desenvolvimiento agrícola integral.

La pérdida de posiciones económicas se refleja, además, en la reducida


presencia de multinacionales propias. A diferencia de México o Brasil,
este tipo de empresas se cuenta en Argentina con los dedos de la mano.
El desmantelamiento del viejo tejido industrial centrado en el mercado
interno, no fue seguido por ningún desarrollo de exportaciones
manufactureras.

Pero lo más distintivo del país ha sido la contundencia de la reacción


popular. La rebelión masiva del 2001-02 provocó un quebranto
institucional, sin ningún parangón en México o Brasil. Las clases
dominantes perdieron la cohesión por arriba, que han mantenido en
estos dos países e incluso emergió un sector hostil a la estrategia
neoliberal.

10
Rodríguez de Almeida, “Nacional burgués e nacional popular em tempos de ufanismo
neodesenvolvimentista”, www.brasildefato.com.br/, 25/11/2009.

Ensayos críticos No. 5, Bogotá, 2º semestre de 2009 29


Elementos para una lectura crítica de América Latina Claudio Katz

Estas peculiaridades explican la introducción de políticas neo-


desarrollistas bajo el mandato de los Kirchner. Estas orientaciones
buscaron recomponer la gravitación de la burguesía industrial, en
desmedro de los bancos y en conflicto con el agro-negocio. El intento se
llevó a cabo inicialmente, en condiciones internacionales favorables y
en el contexto interno de alta rentabilidad que generó la mega-
devaluación (2001). Con esa política se apuntaló una recomposición de
la autoridad del estado, que suscitó durante varios años el aval de toda
la clase capitalista11.

A diferencia de México y Brasil, esta orientación también incluyó


ciertas concesiones sociales que rompieron la sucesión de agresiones
patronales. Hubo recomposición del salario formal y recuperación de la
capacidad negociadora de los asalariados. El modelo neodesarrollista
implicó un reconocimiento de este cambio de relaciones de fuerzas con
los oprimidos. Privilegió los subsidios a los capitalistas, pero también
buscó afianzar el manejo estatal de crecientes porciones de la renta
agraria, para atemperar la presión por abajo. Cuando el modelo perdió
fuerza, irrumpieron las tensiones con el establishment y se desató una
profunda crisis, que permanece irresuelta desde el 200712.

Pero los Kirchner no se equiparan con Perón. Un verdadero abismo


separa las acotadas concesiones del último período de las enormes
conquistas populares de los años 50. No se ha puesto en práctica
ningún intento serio de redistribuir los ingresos y revertir el pavoroso
crecimiento de la desigualdad social.

El gobierno argentino intentó resucitar el industrialismo con cierta


protección arancelaria, aprovechando el escenario creado por el
descalabro del 2001. Pero favoreció más a la cúpula del empresariado
que al grueso de firmas y actuó como abogado de las grandes
compañías que se han internacionalizado (especialmente Techint). Esta
postura fue muy evidente, cuando los intereses de estas empresas
fueron amenazados por las medidas de estatización adoptadas en
Venezuela.

El neodesarrollismo contemporáneo difiere, además, de su precedente


por la ausencia de grandes proyectos de inversión pública y por la
renuncia a introducir nacionalizaciones en los sectores claves de la
economía. Desenvuelve una política distinta al socioliberalismo de
Brasil, pero se ubica en el mismo marco de clases dominantes que han

11
Hemos analizado estos temas en Katz Claudio, “El giro de la economía argentina”, Anuario EDI, n 3, año
2007, Katz Claudio “Coyuntura, modelo y distribución”, Anuario EDI, n 2, año 2006, Buenos Aires.
12
Un análisis en Sanmartino, Jorge, “Crisis acumulación y forma de estado en la Argentina post-liberal”.
lahistoriadeldia.wordpress.com/, 3-12- 2009.

Ensayos críticos No. 5, Bogotá, 2º semestre de 2009 30


Elementos para una lectura crítica de América Latina Claudio Katz

sustituido el modelo burgués nacional por esquemas de exportación y


mayor asociación con el capital transnacional.

El ensayo neodesarrollista no pudo revertir la desarticulación


productiva y la enorme dependencia del equipamiento foráneo.
Tampoco recompuso la baja competitividad de la industria y su alto
nivel de extranjerización. Por esta razón ya muestra signos de
agotamiento. El obstáculo más importante a su continuidad es la
predilección que exhiben las clases dominantes por los elevados lucros
que ofrece la primarización. La hostilidad de las elites hacia la política
gubernamental, la salida de capitales, las inversiones en el exterior y la
continuada venta de grandes empresas a firmas foráneas ilustran el
escaso apego actual de los acaudalados al curso neodesarrollista.

Este distanciamiento fue acentuado por todos los desequilibrios que


erosionan a ese modelo. El deterioro del tipo de cambio, la baja
inversión privada, el cuello de botella energético y la inflación han
afianzado la búsqueda de un nuevo esquema, más asentado en la
agroexportación, que podría implementar el gobierno actual o su
reemplazante.

Reformismo distribucionista
La política económica en Venezuela, Bolivia y Ecuador difiere del resto
de la región por su cariz reformista. Los tres gobiernos alineados en el
nacionalismo radical enfrentan serios conflictos con el imperialismo y
las clases dominantes y adoptan medidas tendientes a mejorar el poder
adquisitivo popular, a partir de cierta redistribución del ingreso.

La crisis global golpeó a estos países con la misma severidad que a las
restantes economías. La caída inicial de las exportaciones de petróleo
afectó a Venezuela, las dificultades con el gas incidieron sobre Bolivia y
la retracción de las remesas golpeó a Ecuador. Pero estas adversidades
encontraron un límite al promediar el 2009. En los tres países se
adoptaron también ciertas medidas de protección de los sectores
populares, en un marco de austeridad, que no alteró significativamente
la política económica.

Venezuela logró altas tasas de crecimiento desde el año 2003 merced a


la bonanza petrolera. Por primera vez en la historia del país, la clase
dominante no ha sido la única beneficiaria de esa ventaja. Se concretó
una importante reducción de la pobreza (de 62% en 2003 a 31,5% en
2008) y de la indigencia (de 29% a 9% en ese período). También
disminuyó el analfabetismo y se amplió la cobertura sanitaria. Además,
decayó el desempleo de 18,4% (2003) a 8,3% (2007). Estos avances se

Ensayos críticos No. 5, Bogotá, 2º semestre de 2009 31


Elementos para una lectura crítica de América Latina Claudio Katz

financiaron con los fuertes incrementos del gasto social (de 170% entre
1998 y 2006), que acompañaron a la ampliación de los ingresos
gubernamentales13.

Estas erogaciones han permitido garantizar el aprovisionamiento de


alimentos, mediante un sistema de distribución estatal a bajo precio
(Mercal) y facilitaron un programa de construcción de viviendas
populares. Pero el principal obstáculo inmediato que enfrenta esta
acción es el descontrol de la inflación, que promedia porcentajes muy
superiores al resto de la región (23% durante el 2009) y licúa la
recomposición del poder adquisitivo.

La carestía no obedece sólo al sabotaje de los capitalistas que


desabastecen en los picos de la tensión política. Tampoco se explica por
el desborde de importaciones o el aumento desproporcionado de la
liquidez. Tiene un fundamento estructural en el escaso
aprovisionamiento local de bienes para satisfacer el aumento del
consumo. La única forma progresista de resolver este cuello de botella
es mediante un sostenido proceso de industrialización.

El mismo tipo de reformas sociales se ha concretado en Bolivia, pero en


un contexto histórico de atraso y pobreza muy superiores. Este elevado
subdesarrollo (incluso para los parámetros latinoamericanos) acota el
margen de acción para implementar mejoras sociales. En estas
condiciones se ha utilizado la renta de los hidrocarburos para introducir
una cobertura para los niños, un ingreso para los jubilados y un
subsidio para las mujeres embarazadas.

También se avanzó significativamente en la reducción del


analfabetismo, la creación de hospitales y la introducción de coberturas
sanitarias, apoyadas con la acción de médicos cubanos. Con estas
medidas la pobreza recién ha comenzado a disminuir del 68% a 58%,
mientras la indigencia bajó del 38 a 31%. La tragedia social de arrastre
es gigantesca, en un país que ha expulsado al exterior a una gran
porción de sus ciudadanos14.

Finalmente en Ecuador, los avances sociales se han concentrado en el


incremento del salario mínimo y el control sobre el trabajo precario. El
país no sólo integra el pelotón de naciones más rezagadas de la región,
sino que soportó, además, varias crisis financieras de proporciones
mayúsculas. Tiene 1,5 millones de exilados económicos y un porcentaje
muy elevado de desempleados. Las mejoras logradas en la recaudación
de impuestos han servido para incrementar los gastos sociales,
13
Weisbrot Mark, Sandoval Luís, “La economía venezolana en tiempos de Chávez”, CEPR, Washington,
julio 2007.
14
Clarín, 8-12-09.

Ensayos críticos No. 5, Bogotá, 2º semestre de 2009 32


Elementos para una lectura crítica de América Latina Claudio Katz

extender las coberturas asistenciales y mejorar la educación y la salud


públicas15.

Las medidas adoptadas en los tres países constituyen sólo moderados


puntos de partida para resolver una tragedia social de largo arrastre.
Estas iniciativas son necesarias, pero no alcanzan para resolver ningún
problema estructural de economías muy periféricas y dependientes. Sin
remover los obstáculos que históricamente han bloqueado el
desenvolvimiento de estas naciones resultará imposible conseguir
avances perdurables para el grueso de la población16

Las acotadas nacionalizaciones


La nacionalización de distinto de tipo de empresas constituye una
iniciativa central para este tipo de gobiernos. Este curso se aceleró en
Venezuela con traspasos que incluyeron una siderúrgica (SIDOR), una
planta arrocera (de Cargill), un banco importante (del grupo Santander)
y 75 empresas de servicios petroleros. El estado ingresó en 12 rubros,
con el explícito objetivo de multiplicar el desarrollo industrial.

Este curso difiere de la prioridad económica precedente,


exclusivamente centrada en diversificar los mercados de exportación
del petróleo, para superar la atadura al mercado estadounidense. Con
este propósito se apuntaló al aprovisionamiento de China y se ha
buscado introducir una negociación de los contratos en euros. Pero
esas medidas no resuelven la enorme dependencia de la economía
venezolana del vaivén internacional del precio del crudo. Es sabido que
por debajo de cierta cotización, cualquier modelo que se ensaye pierde
sustento. La baja del promedio del 2008 (86 dólares) a la media del
2009 (56 dólares) provocó un serio impacto en la economía, que podría
traducirse en un fuerte estancamiento durante el 2010 (previsiones de
crecimiento del 0,5%).

Las nacionalizaciones también difieren de la simple renegociación de


los contratos de extracción del petróleo con las grandes compañías, que
predominó en los últimos años. Con estas tratativas se logró aumentar
las rentas para el estado, luego de un proceso de intensos conflictos con
varias firmas (especialmente Exxon), que no ha quedado totalmente
zanjado. En este terreno quedan pendientes muchas definiciones,
especialmente en el tratamiento de los nuevos pozos de crudos extra
pesados ubicados en la faja del Orinoco, cuya comercialización requiere
elevadas inversiones adicionales.
15
Rosero Andrés. “El proceso político en perspectiva”, correosemanal.blogspot.com, 30-1- 2008.
16
Este problema es analizado por Toussaint Eric, “La route de l´histoire: tourné au Venezuela, en Equateur et
en Bolivie”, Inprecor n 553-554, septembre-octobre 2009.

Ensayos críticos No. 5, Bogotá, 2º semestre de 2009 33


Elementos para una lectura crítica de América Latina Claudio Katz

Obviamente los neoliberales pegaron el grito en el cielo por una


sucesión de nacionalizaciones que revierte el proceso de
privatizaciones. Los críticos socialdemócratas optaron por una crítica
más elíptica. Sugieren que las estatizaciones son medidas obsoletas o
inviables en manos de los funcionarios venezolanos. Contrastan su
aplicación con la política de promoción de los negocios privados
seguida por Lula, que es ponderada como un hito de la modernización17.

Pero esta visión olvida que las nacionalizaciones son indispensables


para construir una industria moderna con empleo, en una economía
históricamente obstruida por los derroches de la burguesía rentista.
Cuestionar su introducción equivale a perpetuar el viejo esquema de
despilfarro petrolero, que la clase dominante ha recreado junto a la
hipócrita reivindicación de la iniciativa privada y el espíritu empresario.

Las nacionalizaciones enfrentan muchas adversidades de


administración, pero lo que más conspira contra sus efectos positivos es
el pago de las indemnizaciones. Estos desembolsos no se justifican,
especialmente frente a empresas como SIDOR, que surgieron de
cuestionados procesos de privatización. Estas erogaciones han costado
15.000 millones de dólares, que podrían haber sido utilizados en la
inversión pública18.

También existe una seria indefinición en la forma de gestión. La


burocracia estatal siempre obstruyó el funcionamiento de las empresas
públicas y facilitó el enriquecimiento privado. Pero ahora se podría
introducir el control obrero y social requerido para optimizar la
administración de esas compañías.

Otra decisión clave comenzó a implementarse en los últimos meses, con


la intervención en dos bancos (Canarias y Pro Vivienda), para ampliar el
porcentaje de entidades bajo manejo estatal. Esta presencia es aún
minoritaria, pero se encuentra en franco avance. La estatización afectó
a un magnate estrechamente asociado con el gobierno, que cayó en
desgracia por el destape de grandes desfalcos. Por primera vez son
penalizados los banqueros, que acumularon fortunas en los últimos
años, lucrando con la especulación de los bonos públicos y el tipo de
cambio.

Esta acción podría iniciar un conflicto con la “boliburguesía”, que


emergió en la última década desde la cúspide del estado. Este sector
constituye el principal enemigo interno del proceso bolivariano. Actúa
como segmento privilegiado, participa activamente del derroche
consumista y se ha integrado al 10% más rico de la población que
17
Natanson, José, “¿Chavizaqué?”, Página 12, 1-6-09.
18
Guerrero, Modesto, Estatizaciones complicadas, página12, 11-3-09.

Ensayos críticos No. 5, Bogotá, 2º semestre de 2009 34


Elementos para una lectura crítica de América Latina Claudio Katz

maneja el 35,2% del PBI. Los derechistas de Miami estiman que la


reciente nacionalización de bancos podría repetir el camino de la
revolución cubana19.
Pero existe un serio problema de prioridades. Las nacionalizaciones no
siguen un plan, ni están sostenidas en las inversiones energéticas
requeridas para su desenvolvimiento. El gran apagón que sufre el país
al comienzo del nuevo año no sólo obedece a la adversidad climática,
sino a un retraso en la provisión eléctrica que deteriora a toda la
economía.

Los capitalistas ponen ahora el grito en el cielo, pero jamás invirtieron


un dólar en este terreno y nunca fueron penalizadas por el gobierno. Al
contrario, un contundente indicador de los beneficios acaparados por
los poderosos es la participación del sector privado en el PBI, que
creció del 64,7% (1998) al 70,9% (2008), mientras que el sector público
decreció del 34,8% a 29,1%. Estos datos revelan que los recursos
públicos se han utilizado para desenvolver concesiones sociales o
subsidiar a los capitalistas, en pleno estancamiento de la inversión
privada20.

Esta última parálisis confirma que los acaudalados no están dispuestos


a aportar un sólo un centavo de sus fortunas, mientras avizoren un
horizonte de radicalización. Cuánto más se prolongue el intento oficial
de seducir a este sector, mayor será la demora en la industrialización,
que depende por completo de la inversión pública. Estos dilemas se
extienden a la agricultura, que continúa proveyendo un porcentaje muy
reducido de los alimentos consumidos en el país.

En Bolivia las nacionalizaciones son más indispensables y al mismo


tiempo más complejas por el grado de atraso del país. El manejo estatal
de la renta que generan los hidrocarburos ha sido clave para lograr
mejoras sociales, a partir de un espectacular incremento de 20 % del
PBI de los ingresos gubernamentales. Este aumento es más
significativo que el crecimiento de la economía, a una tasa que supera
ampliamente el promedio de las últimas tres décadas (5,2% desde el
2006)21.

El gobierno ha optado hasta ahora por el proyecto de estatización más


conservador. Aceptó especialmente el pago de indemnizaciones, en
gran parte destinadas a la compra de las refinerías que manejaba
19
Ocando Casto, “La ofensiva de los banqueros, una purga política del chavismo”, El Nuevo Heraldo, 10-12-
09. También Ámbito Financiero, “Los boligarcas”, “No crece la clase media”, 13-2-07. Olivera Francisco,
“Los negocios con Venezuela”, La Nación, 16-3-08.
20
Álvarez R Víctor, “La transformación del modelo productivo venezolano”, 31-3-2008
centrointernacionalmiranda.gob.ve/personal/docs
21
Weisbrot Mark, Ray Rebecca y Johnston Jake, Bolivia: La economía bajo el gobierno de Morales, Centro
de Investigación en Economía y Política, Washington, Diciembre 2009.

Ensayos críticos No. 5, Bogotá, 2º semestre de 2009 35


Elementos para una lectura crítica de América Latina Claudio Katz

Petrobrás. Quedó a mitad de camino la iniciativa de realizar una


auditoría de las inversiones privadas sobredimensionadas, se
cancelaron juicios a los viejos administradores y se toleró una mala
gestión de la petrolera estatal, bajo grandes presiones de las
multinacionales.

Estas vacilaciones convergen con definiciones muy contradictorias en


otros ámbitos. Por un lado se han dispuesto medidas de nacionalización
(con indemnizaciones) de las telecomunicaciones y los ferrocarriles. Por
otra parte, continúa la política de fuertes concesiones al capital privado
en la minería. En este sector los impuestos son bajos y persiste el
proyecto de privatizar el rico yacimiento de El Mutún22.

También existe una convocatoria al capital extranjero para explotar los


recursos petroleros del Amazonas. El argumento oficial destaca que ese
camino permitirá contrapesar el poder económico que tiene la derecha,
con el desarrollo de los recursos naturales de otras regiones. Pero esta
política conduciría a fortalecer otro polo capitalista, que no resultará
más afín a un proyecto popular por su carácter foráneo. La historia de
Bolivia desmiente en forma categórica esta ilusión. La erradicación del
atraso exige desenvolver un proceso racional de nacionalizaciones, en
lugar de alentar competencias entre grupos dominantes por el
usufructo del modelo extractivo.

Las mismas señales contradictorias se verifican en el decisivo terreno


agrario. Los últimos proyectos han fijado el máximo de los predios en
5000 o 10000 hectáreas, en lugar de las 50.000 actuales. Pero no se
limitaría el uso de tierras ociosas en manos del estado, ni se afectaría la
enorme concentración en manos de terratenientes extranjeros. Estos
sectores controlan el 66% de tierras y han consumado un generalizado
desmonte para plantar soja, que ya es la segunda exportación de
Bolivia. Sólo cien familias manejan este lucrativo negocio, en un país
que tiene el 87% de la tierra en manos del 7% de población23.

Las definiciones adoptadas en Ecuador se ubican por el momento en un


terreno más básico. En ningún sector se han puesto en marcha el tipo
de nacionalizaciones que se introdujeron en Venezuela y Bolivia. Se
realizó, en cambio, una importante auditoria de la deuda, por parte de
una comisión especialmente designada para investigar las operaciones
ilegítimas. Esta evaluación confirmó, que el país desembolsó varias
veces el monto total de su deuda, a través de distintos fraudes24.

22
Soliz Rada, Andrés, “La integración fraudulenta”, 13-7-09, mujeresporlademocracia.blogspot.com
23
Restivo, Néstor. “Inquietud de los argentinos con fuertes inversiones en soja”. Clarín, 2009
24
Toussaint, Eric. “Ecuador: los desafíos de la nueva asamblea constituyente y de la deuda”.
www.aporrea.org/internacionales/ 14/01/08

Ensayos críticos No. 5, Bogotá, 2º semestre de 2009 36


Elementos para una lectura crítica de América Latina Claudio Katz

La auditoria fue seguida por un canje de la deuda aceptado por el 91%


de los acreedores. La revisión de los pasivos constituye la principal
diferencia de esta transacción con la encarada por otras
administraciones (como el canje argentino del 2005). Pero el gobierno
decidió posteriormente limitar las impugnaciones de otros contratos.

Esta restricción es coherente con la ausencia de transformaciones


económicas significativas en la estructura capitalista. Se mantienen las
privatizaciones y opera un gabinete con representantes directos del
agronegocio y la gran minería. Al eludir un curso de estatización,
también subsiste la estrategia de insertar al país como localidad de
tránsito de las materias primas que fluyen entre Brasil y Asia.

La continuidad de la petrodependencia y del modelo extractivo ha


desatado fuertes conflictos con el movimiento indígena. Por un lado, el
gobierno promueve la protección del medio ambiente, mediante un
proyecto de resignar las explotaciones en la selva, a cambio de cierta
compensación internacional. Pero al mismo tiempo se ha convocado a
una licitación internacional, para extraer los recursos naturales de esa
zona.

Este llamado supone avanzar en la minería de cielo abierto, vulnerando


las restricciones de la nueva constitución. Por esta razón estalló un
duro conflicto con los movimientos sociales, que incluyó una terrible
secuela de represión. Este precedente ilustra las terribles
consecuencias de preservar el rumbo capitalista25.

25
Zibechi, Raúl, “Socialismo o represión”, La Jornada, 12-10-09.

Ensayos críticos No. 5, Bogotá, 2º semestre de 2009 37


IV. Contraofensiva imperial

Resumen

Estados Unidos reactiva la IV Flota y erige nuevas bases en Colombia para


desactivar el ALBA y amenazar a las administraciones poco confiables. Es
evidente que el golpe de Honduras hubiera abortado rápidamente sin el
auspicio de la embajada norteamericana. Obama utiliza una diplomacia de
buenos modales para enmascarar la continuidad de la política imperialista.

El pretexto del narcotráfico ha perdido credibilidad para justificar la


militarización de la región. La complicidad de los bancos con este negocio es
tan inocultable, cómo su utilización para financiar mercenarios. Pero el caso
de México ilustra el poder logrado por una narcoburguesía local que debilita
al estado y disgrega la vida social. También Uribe recurre al argumento de las
drogas para promover una presencia de los marines, que ha sido avalada por
muchos gobiernos de UNASUR.

La escuálida clase dominante hondureña no toleró un tenue ensayo de


reformas y ahora busca imponer una situación de hecho. Su acción confirma
que el golpismo no es una reliquia del pasado. Los derechistas se han
envalentonado, especialmente en los países tradicionalmente manejados por
dictaduras vandálicas. Este clima incentiva las tentaciones destituyentes en
Paraguay y el recrudecimiento de la represión contra las comunidades
indígenas de Perú y el sindicalismo independiente de México.

Los medios de comunicación se han convertido en el principal canal de las


campañas reaccionarias. Exigen impunidad para manipular la información,
perpetuar la difusión asimétrica de noticias e imponer la agenda política de
los gobiernos. Aunque nadie los elige, fijan estas prioridades mientras
despotrican contra las movilizaciones populares.

Los ideólogos conservadores nunca aplican sus criterios republicanos para


juzgar a los presidentes afines. Resucitan el elitismo, desprecian a las masas y
endiosan la inversión externa. Actualmente buscan azuzar los reflejos
conservadores de las clases medias, para generar confrontaciones con otros
sectores empobrecidos. Pero la derecha perdió la iniciativa que tenía en los
años 90 y sus operativos enfrentan serios límites.
Elementos para una lectura crítica de América Latina Claudio Katz

La derecha y el imperialismo han puesto en marcha varias acciones


para recuperar preeminencia, con operaciones diseñadas en el cuartel
general del norte. Estados Unidos encabeza esta reacción con
intimidaciones militares hacia una región, que ha experimentado todo
tipo de expediciones coloniales.

El puntapié de la nueva campaña es la reactivación de la IV Flota, que


el Comando Sur estableció en Miami desde el abandono del canal de
Panamá. Ese centro monitorea una vasta red de instalaciones, que
aseguran cobertura aérea y marítima para cualquier incursión eventual
de los marines.

El garrote con buenos modales


La estrategia en marcha se asienta en las nuevas bases militares de
Colombia, que supervisan el rearme de los ejércitos títeres y la
recreación de operaciones secretas inspiradas en las viejas técnicas de
la guerra fría. Estas acciones forman parte de un diseño global, que ha
reproducido en Afganistán las formas de intervención ensayadas con el
Plan Colombia.

Algunos analistas relativizan el peligro de las bases montadas en ese


país. Estiman que Estados Unidos jerarquiza la atención de otros
frentes y que la burguesía colombiana está demasiado ocupada en
manejar sus negocios o controlar la actividad del profesionalizado
ejército local1.

Esta tranquilizadora mirada combina ceguera e ingenuidad, en el


desconocimiento de las prioridades bélicas del imperialismo
norteamericano. Bastar recordar el prontuario de secuestros, torturas y
salvajismos que acumulan sus discípulos de Colombia, para notar cuán
absurdo es el retrato de esos gendarmes cómo pulcros servidores de la
patria.

El cordón militar que está erigiendo el Pentágono apunta en lo


inmediato a erosionar el ALBA y a hostigar a los gobiernos de
Venezuela, Ecuador y Bolivia. También pretende enviar mensajes de
1
Natanson José, “Tensiones y pretensiones en Sudamérica”, Página 12, 30-8-09.

Ensayos críticos No. 5, Bogotá, 2º semestre de 2009 39


Elementos para una lectura crítica de América Latina Claudio Katz

amenaza a las administraciones poco confiables de Guatemala o El


Salvador y al presidente adverso de Nicaragua. Con la fortificación de
todo el flanco sur se busca, además, completar un cerco de
militarización en torno a México. Es obvio que la cobertura aérea de
largo alcance está dirigida a ejercer un control de todo el Amazonas, sin
consultas con Brasil.

El golpe de Honduras ha sido un episodio clave de esta arremetida, ya


que sin el auspicio de la embajada norteamericana habría abortado
antes de cobrar forma. La asonada contó con el evidente sostén de
generales apadrinados por el Pentágono y empresas estadounidenses,
que controlan la economía del pequeño país. Cortando
significativamente las visas o bloqueando las remesas, el Departamento
de Estado habría desecho el golpe en pocos minutos2.

Obama desplegó un gran cinismo para justificar esa inacción (“nos


critican cuándo intervenimos y cuándo no intervenimos”) e hizo la vista
gorda durante todo el tiempo requerido, para asegurar la estabilización
del golpe. Utilizó un doble discurso de rechazo formal y sostén práctico
de los derechistas e hizo lo imposible para obligar a Zelaya a legitimar
su propia destitución, mediante un plan de recuperación irrisorio (y de
pocas horas) de su cargo.

Existe un intenso debate sobre cuál ha sido la responsabilidad directa


de Obama en el operativo golpista. Algunos analistas subrayan su total
connivencia (Golinger, Petras), otros destacan que fue prisionero de
una acción manejada por los republicanos (Wallerstein). Ciertos
enfoques remarcan que se ha buscado condicionar su gestión (Almeyra)
o atarla a los grandes poderes que rodean la Casa Blanca (Borón)3.

Con el tiempo se develará la trama secreta de la conjura y el papel


jugado por Obama. Pero es evidente que el primer mandatario cubrió el
manejo de la conspiración por parte de su embajada, mientras su
principal funcionaria (Hillary Clinton) canalizaba todas las presiones
planteadas por los republicanos para sostener el golpe.

2
La participación en el golpe de funcionarios de la embajada (Lanny Davis y Bennet Ratcliff), de empresas
(“Chiquita Brands- ex United Fruit, Addidas, Knights Apparel, Gap) de estudios jurídicos norteamericanos,
ya ha sido ampliamente documentada. Gelman, Juan, “USA-Honduras”, Página 12, 30-7-09.
3
Golinger Eva, “El guión de Washington: el golpe se repite, ahora en Honduras”, Aporrea, 6-7-09. Petras
James, “Entrevista radial”, Chury, 5-7-09. Wallerstein, Immanuel, “La derecha contra-ataca”,
www.pagina12.com.ar/diario/elmundo 23-7, 2009. Wallerstein, Inmanuel, “El retorno de la derecha
latinoamericana”, Página 12, 2-12-09. Almeyra, Guillermo, “El golpe y la crisis”, Sin Permiso, 30-6-09.
Borón, Atilio, “Lo que Obama puede hacer”, Página 12, 14-7-09. Borón, Atilio, “Honduras: una improbable
solución”, 1-11-2009. Enfoques complementarios en: Dos Santos, Theotonio, “Las lecciones de Honduras”,
ALAI, 7-7-09. Guerrero Modesto, “¿Adónde va Honduras?” 10-7- 2009 y O´Donnell Santiago, “Hundidos en
Honduras”, Página 12, 28-9-09, O´Donnell Santiago, “Escenarios”, Página 12, 22-11-09.

Ensayos críticos No. 5, Bogotá, 2º semestre de 2009 40


Elementos para una lectura crítica de América Latina Claudio Katz

Cualquiera haya sido su inclinación inicial y los determinantes de su


conducta (especialmente el deterioro de situación en Afganistán e Irak),
es indudable que Obama terminó convalidando una típica agresión
colonial. Esta postura desmintió todas sus convocatorias a erigir una
“nueva época” en las relaciones de Estados Unidos con la región.

Con lo ocurrido en Honduras concluyó el corto idilio de mensajes


amistosos y resurgieron las presiones descaradas del Departamento de
Estado. Este organismo ya exigió una contundente alineación de
América Latina contra Irán y todos los demonizados gobiernos de
mundo árabe.

En realidad, Obama retoma una diplomacia de buenos modales para


implementar el uso del garrote, en un contexto muy distinto al
imperante durante la era Bush. Debutó con una hipócrita postura de
humildad y una retórica conciliatoria que eludía definiciones. Aceptó la
decisión de la OEA de anular varias restricciones obsoletas contra
Cuba, pero no levantó el embargo. Tampoco modificó la política de
agresión contra Venezuela.

Pero el test de Honduras ha servido para ilustrar su rápido


acomodamiento a los mandatos generales de la política exterior
estadounidense. Este amoldamiento vuelve a confirmar que los
republicanos y los demócratas representan dos versiones de una misma
política imperial de la primera potencia.

Obama ha retomado el multilaterialismo liberal, que sus antecesores


Roosevelt y Carter ya utilizaron para reorganizar la supremacía
estadounidense sobre América Latina, en dos circunstancias críticas (la
depresión del 30 y la derrota de Vietnam). Esta misma función pretende
cumplir ahora el sucesor de Bush. Su acción está guiada por un
intervencionismo solapado, destinado a recrear el liderazgo
hegemónico4.

Militarización y narcotráfico
Estados Unidos continúa justificando su militarización de la región con
el pretexto del narcotráfico. Esta cobertura ya acumula varias décadas
y ha perdido credibilidad. Comenzó con Reagan en 1986, fue redoblada
con la invasión Panamá (1989) y finalmente consolidada con el Plan
Colombia (2000). Pero ya resulta obvio, que la intervención de los

4
Distintos aspectos de esta estrategia indagan Rozoff, Rick, “Estados Unidos intensifica los planos de guerra”,
Memoria 238, octubre-noviembre 2009. Bilbao, Luis, “Qué se dirime en Bariloche”, ALAI 27-8-09. Grandin,
Greg, “¿Cómo será la doctrina Obama?”, Memoria 238, octubre-noviembre 2009.

Ensayos críticos No. 5, Bogotá, 2º semestre de 2009 41


Elementos para una lectura crítica de América Latina Claudio Katz

gendarmes sólo conduce periódicas mudanzas de plantaciones y


centros de distribución de un país a otro.

Este reciclado obedece a la persistente demanda de drogas por


compradores del Norte, especialmente en las localidades que no
despenalizan el consumo. Pero también opera la asociación directa que
tienen distintos sectores del propio poder estadounidense, con un
negocio excepcionalmente lucrativo. La complicidad de los grandes
bancos con el lavado de dinero es ya un dato inocultable.

Los multimillonarios ingresos que genera el tráfico son, además,


utilizados por el propio aparato militar norteamericano para financiar
operaciones ocultas y mantener ejércitos de mercenarios. El cultivo de
heroína ha resurgido, por ejemplo, durante la reciente invasión a
Afganistán, con la misma intensidad que los estupefacientes florecen en
todas las localidades militarizadas de México5.

Pero las monumentales ganancias que genera el tráfico dieron también


lugar a una enriquecida una narco-burguesía, que impone formas de
administración territorial. Un sector de origen marginal, que adiestra
su propio ejército de pandillas ha logrado comprometer a amplios
segmentos de la burocracia y las fuerzas armadas.

En varios países las clases dominantes coexisten con esta


lumpenburguesía, cuando despliega el terror contra las protestas
populares o cuando desenvuelve funciones filantrópicas para blanquear
el dinero sucio. Pero el crecimiento desmedido de este grupo rompe la
cohesión del estado y provoca una disgregación permanente de la vida
social. En estas circunstancias se multiplican las tensiones y se afianza
la militarización6.
La experiencia ha demostrado que la respuesta bélica sólo desparrama
sangre, encendiendo una irrefrenable escalada de violencia. Mientras
que el número de asesinatos alcanza cifras pavorosas en México, el
Departamento de Estado tiende a oficializar este clima de guerra con
propósitos intervencionistas. Los medios de comunicación
estadounidenses ya le colgaron a su vecino la carátula de “estado
fallido” y auspician un despliegue de gendarmes no sólo en la frontera,
sino también dentro del territorio azteca.

Pero el mayor epicentro de esta violencia continúa localizado en


Colombia, donde existen tres millones de desplazados y permanentes
descubrimientos de cuerpos descuartizados en fosas comunes. Estas

5
El 93% de heroína actual es cultivado en regiones de Afganistán bajo directo control de Estados Unidos y
sus corruptos socios locales. Gelman, Juan, “Del heroísmo a la heroína”, Página 12, 8-11-09.
6
Petras, James, “Latin America: social movements in time of economic crisis”, august 2009.
www.globalresearch.ca/index.php

Ensayos críticos No. 5, Bogotá, 2º semestre de 2009 42


Elementos para una lectura crítica de América Latina Claudio Katz

tragedias son utilizadas por Uribe para justificar la instalación de bases


norteamericanas, olvidando que el arribo de estas tropas no ha
modificado el clima de terror imperante en el país. El principal líder
continental de la reacción desenvuelve un discurso esquizofrénico. Por
un lado se declarara victorioso en la batalla contra las drogas y por otra
parte convoca a los marines, para impedir el incontenible avance ese
flagelo.

Es obvio que Uribe actúa bajo mandato directo del Pentágono. Ya


permitió que los invasores tomen el control directo de los aeropuertos y
del espacio radioeléctrico y les ha otorgado plena inmunidad, para
encubrir las incursiones que realizan los paramiliares en las zonas
fronterizas.

Las nuevas bases norteamericanas no han sido instaladas para contener


el narcotráfico, sino para aumentar la presión agresiva sobre Venezuela
y Ecuador. Reiteradamente Uribe ha intentado involucrar a ambos
países en falsas denuncias de complicidad con las drogas. La tensión
que ha creado no expresa “conflictos de seguridad” por “disputas de
soberanía, poder local o legitimidad interior”7.

Esta interpretación -asentada en un falso objetivismo neutralista- oculta


que Colombia prepara agresiones, con propósitos reaccionarios y por
mandato del imperialismo norteamericano. Toda la red de organismos
de la CIA (como la National Endowment for Democracy y el USAID)
está operando a pleno, en la financiación de acciones contra gobiernos,
movimientos o personalidades antiimperialistas.

Lo más preocupante de esta arremetida es la convalidación diplomática


que ha logrado Uribe. Primero forjó un frente derechista con sus
colegas de México y Perú y luego forzó la resignada aprobación de las
bases de los gobiernos centroizquierdistas de Brasil y Argentina. Con el
argumento de “salvar la continuidad” del nuevo organismo regional
(UNASUR), estas administraciones neutralizaron las voces de repudio
(Venezuela, Bolivia y Ecuador) y avalaron la presencia de los tropas del
Pentágono.

Golpismo y desestabilización
El zarpazo de Honduras confirma la gravedad de la contraofensiva
reaccionaria en todo el continente. Demuestra que el golpismo no es
una reliquia del pasado, sino un recurso que preserva con formalismos
institucionales las anacrónicas asonadas militares.

7
Como plantea: Tokatlian, Juan Gabriel, “¿Guerra en los Andes?”, La Nación, 24-11- 2009.

Ensayos críticos No. 5, Bogotá, 2º semestre de 2009 43


Elementos para una lectura crítica de América Latina Claudio Katz

Las justificaciones expuestas para destituir a Zelaya fueron totalmente


absurdas. La consulta impulsada por el presidente derrocado para un
eventual cambio de la Constitución no violaba ninguna ley. Al contrario,
abría un camino cierta democratización, para un país sometido al
bipartidismo oligárquico. La escuálida clase dominante no le perdonó al
mandatario desplazado su tenue ensayo reformista de aumentos
salariales, control de las importaciones y rupturas del monopolio
petrolero8.

En Honduras se reeditó el mismo tipo de golpismo que fracasó en


Venezuela (2002) y Bolivia (2007). Pero incluyó situaciones más
grotescas, cómo secuestrar a un presidente en piyama y difundir un
texto de renuncia inexistente. Se está tanteado la introducción de
“dictaduras posbananeras”, que el imperialismo y la derecha
ambicionan para varios países. El objetivo es imponer situaciones de
hecho, una vez superada la adversa reacción diplomática internacional,
sabiendo que la viabilidad de las nuevas tiranías depende de la
resistencia interior9.

Hasta ahora sólo lograron consumar este operativo en forma provisoria.


Concretaron elecciones amañadas en un marco de elevada abstención,
pero juegan al “aguante”. Si logran perdurar en el gobierno, inclinarán
la balanza internacional a su favor, especialmente entre los numerosos
presidentes latinoamericanos, que siempre navegan por dónde sopla el
viento.

El golpe ha envalentonado a otros los derechistas, que tienen en la mira


a los gobiernos de Guatemala, El Salvador o Nicaragua. Las elites
dominantes no toleran cambios mínimos, en países históricamente
manejados por dictaduras vandálicas. Están acostumbrados a
reaccionar en forma brutal ante cualquier alteración del status quo.

Otro candidato a sufrir el mismo acoso es el presidente Lugo de


Paraguay. Desde hace meses padece una sucesión de intimidaciones
macartistas, que pueden desembocar en un juicio político. Aunque
gobierna con un equipo neoliberal y mantiene ejercicios militares con el
Pentágono, enfureció al establishment con tibias medidas de reforma
(proyecto de impuesto a la renta personal, restitución de la gratuidad
del hospital público, vacunación, catastro de propiedades agrícolas).

8
Incluso a los derechistas más alocados les ha costado justificar el golpe. Un ejemplo en Vargas Llosa, “El
golpe de las burlas”, La Nación, 25-7-09.
9
Aspectos de la nueva estrategia en O´Donnnell Santiago, “Dictadura posbananera” Página 12, 2-8-09 y
Tokatlian, Juan Gabriel, “Neogolpismo”, Página 12, 13-7-09.

Ensayos críticos No. 5, Bogotá, 2º semestre de 2009 44


Elementos para una lectura crítica de América Latina Claudio Katz

Lugo ha pospuesto la reforma agraria, en un país donde el 85% de las


tierras cultivables se encuentran en manos del 2,5% de población. Pero
los conservadores no están dispuestos a tolerar ningún retoque de esa
estructura oligárquica. Ya impusieron el retiro del vicepresidente del
gobierno y propician un clima destituyente, mediante insistentes
campañas en torno a la corrupción, la inseguridad y la inmoralidad
publica10.

La estrategia agresiva que ha puesto en marcha la derecha


latinoamericana se apoya en dos gobiernos claves: Perú y México. En el
primer país, Alan García otorgó cobertura las tropas norteamericanas
para ejercicios en distintos puntos del territorio. Además, tuvo su
bautismo de fuego en la batalla contra las comunidades indígenas del
Amazonas, que resistieron el ingreso de las petroleras y la privatización
de los bosques.

Esa expropiación de tierras es una exigencia del tratado de


Librecomercio firmado con Estados Unidos. Pero la arremetida chocó
con la combativa respuesta de pobladores, que frenaron el atropello
con huelgas y movilizaciones a un costo de treinta muertos.

En México, Calderón despliega agresiones de todo tipo. Su última


embestida incluyó la clausura de la compañía de Luz y Fuerza Central,
con el fin de aniquilar un bastión de sindicalismo independiente.
Recurrió a una ocupación de gendarmes, que emula las formas de
presión inauguradas por Thatcher y Reagan.

Pero esta arremetida enfrenta la decidida resistencia de los


trabajadores, en un marco de creciente desgaste del partido
gobernante PAN. Esta vertiente asumió la administración del país, con
la ambición de sustituir la prologada primacía que mantuvo el PRI
durante varias décadas. Pero al cabo de nueve años de incontables
fracasos y desprestigios, esa expectativa tiende a diluirse11.

Instrumentos e ideología
Los medios de comunicación se han convertido en el principal canal de
propagación de las campañas reaccionarias. Los neoliberales ya no
esgrimen tanto las desprestigiadas banderas de la apertura comercial,
la desregulación laboral o las privatizaciones. Su principal estandarte
es la “libertad de prensa”, que identifican con la impunidad de los
grandes diarios o las emisoras para manipular la información.
10
Un análisis completo en Stefanoni, Pablo, “Paraguay: una nueva Honduras”, utopiaalsur.blogspot.com/ 10-
11-2009
11
Almeyra, Guillermo, “Al grito de SME”, www.jornada.unam.mx/ 8-11-2009 y Almeyra, Guillermo, “La
ofensiva de la derecha”, La Jornada, 17-5-09.

Ensayos críticos No. 5, Bogotá, 2º semestre de 2009 45


Elementos para una lectura crítica de América Latina Claudio Katz

Este hábito presenta en la actualidad ribetes escandalosos. Mientras


que en Honduras reina la censura, el encarcelamiento de periodistas y
el cierre de señales independientes, la prensa regional se dedica a
demonizar cualquier incidente menor de Venezuela, Bolivia o Ecuador.
Los magnates del periodismo les han puesto la cruz a todos los
gobiernos que intentan democratizar la información, cancelando
licencias irregulares o acotando el monopolio privado de los
noticieros12.

La asimetría en la difusión de las noticias adopta formas groseras. Las


estrellas del periodismo convencional operan como un poder supremo,
que define mediante el formato de la cobertura la agenda de cada día.
Exigen la renuncia de funcionarios, despliegan lobbies a favor o en
contra de individuos previamente seleccionados, actúan cómo
inquisidores y adoptan la pose de los afamados.

Sus comentarios son repetidos por auditorios masivos y propagados con


más intensidad que la opinión de cualquier político. Nadie elige a estos
nuevos sacerdotes que no justifican sus puntos de vista, ni se someten
al debate público de ideas. Sus atributos son inmensos. Fijan los temas
del Parlamento, determinan las prioridades de la acción pública y hasta
precipitan las decisiones cotidianas de muchos presidentes.

Los medios de comunicación operan, en la actualidad, cómo el principal


canal de transmisión de la ideología conservadora. Desde ese púlpito, la
derecha despotrica contra los “excesos populistas”, que observan en las
movilizaciones populares o en el ejercicio frecuente de los derechos
electorales. Este tipo de participación eriza la piel de los intelectuales
liberales, que sólo valoran la pasiva convalidación del orden vigente.

La hipocresía de los argumentos derechistas es particularmente visible


en el despliegue de criterios republicanos para cuestionar la reelección
de Chávez y justificar al mismo tiempo la perpetuación presidencial de
Uribe. Cualquier teoría viene bien, si es funcional a una gestión
reaccionaria.

Cuándo se agotan los razonamientos para aprobar las conveniencias del


momento, los conservadores invocan otra justificación más elitista: la
necesidad de superar las taras culturales de la población
latinoamericana. Este retraso mental es principalmente situado en la
escasa adaptación a las reglas competitivas del capitalismo13.

12
Tan solo dos muestras de esta indignación derechista puede observarse en: Botana, Natalio “La batalla
contra los medios”, La Nación, 31-5-09 y Lauría, Carlos, “Un proyecto que evoca las dictaduras
Latinoamericanas”, Clarín, 4-8-09.
13
Un ejemplo en: Oppenheimer, Andrés, “La mejor respuesta al populismo”, La Nación, 12-5-09.

Ensayos críticos No. 5, Bogotá, 2º semestre de 2009 46


Elementos para una lectura crítica de América Latina Claudio Katz

Pero el debut de la crisis global también ha brindado a los derechistas


la oportunidad para retomar su convocatoria a fuertes ajustes, que
alentarían la llegada de los capitales externos. Las viejas tonterías de
los años 90 han vuelto a circular, especialmente en los momentos de
mayor pánico financiero. En esas circunstancias reaparecen los
llamados a cumplir con todos los deberes requeridos “para ser elegidos
por las corrientes mundiales de inversión”14.

Pero este postulado tiene menor asidero empírico, que cualquier otra
creencia neoliberal. Las inclinaciones de los inversores están orientadas
por patrones de rentabilidad, que no guardan correspondencia directa
con la fe conservadora de cada gobierno. No es la ideología de Lula o
Calderón, lo que orienta actualmente el mayor flujo de fondos hacia
Brasil, en comparación con México. Existen múltiples causas en la
determinación del rédito que prometen los negocios en cada coyuntura
y país.

Las campañas derechistas simplemente machacan una y otra vez sobre


ciertos lugares comunes, para reactivar los proyectos de libre-comercio,
privatización o flexibilización laboral. Con estas convocatorias intentan
recrear los reflejos conservadores de grandes segmentos de las clases
medias. Azuzar esta reacción para generar confrontaciones con
sectores más empobrecidos es un objetivo central de la clase
capitalista.

Pero esta polarización es un arma de doble filo, ya que también


precipita desengaños y furias contra los manipuladores. El
comportamiento cambiante de los sectores medios es una variable que
frecuentemente escapa, a quiénes diseñan las políticas antipopulares.

Conviene no perder de vista que la derecha está embarcada en una


contraofensiva, para doblegar las rebeliones y los movimientos sociales
de la última década. No encabeza iniciativas frontales como en los años
90 y enfrenta límites mucho mayores que en ese período.

Los reaccionarios que avanzaron en Honduras durante el 2009


fracasaron en varios intentos de mayor envergadura en el hemisferio
sur (Venezuela, Bolivia y Ecuador). Sus gobiernos más emblemáticos
atraviesan por situaciones críticas (México, Perú) y en la región
centroamericana persiste una situación contradictoria. La derecha
obtuvo victorias electorales en ciertos países (Panamá), pero perdió la
presidencia de dos países claves (El Salvador, Nicaragua). El resultado
general de la arremetida reaccionaria es una incógnita aún irresuelta.

14
Un experto en estos mensajes es Castro, Jorge, “Aún con la crisis América Latina puede atraer más
capitales”, Clarín, 17-05-09.

Ensayos críticos No. 5, Bogotá, 2º semestre de 2009 47


V. El peculiar ascenso de Brasil

Resumen

La relevancia geopolítica de Brasil aumenta, pero su liderazgo tiene un costo


que suscita tensiones en las clases dominantes. Esta primacía exige el rearme,
operativos subimperiales en Haití y exhibiciones de fuerza para asegurar el
usufructo local de las riquezas del Amazonas.

Las aspiraciones hegemónicas se asemejan a las ambiciones regionales de


otras economías intermedias del planeta. Pero Brasil carece de arsenales
atómicos y no tiene experiencia en funciones militares foráneas. Se encuentra,
por ahora, al margen del selecto club de las potencias que definen rumbos a
escala global. Igualmente, se ha despojado de cualquier resabio de su vieja
condición semicolonial y negocia cuotas de poder con Estados Unidos, a partir
de coincidencias económicas.

Las opciones en juego son capitalistas y no favorecen a las clases oprimidas.


Lula consolidó una estabilización burguesa basada en la desmovilización y la
despolitización. Desenvuelve un esquema socioliberal dentro del espectro de
la centroizquierda. La atención puesta en los planes sociales distingue este
curso de las orientaciones derechistas. Pero esas coberturas enfrentan límites
de financiación y demandas populares de trabajo genuino.

A diferencia de Brasil, los múltiples conflictos que sacuden a la Argentina no


se han atenuado. El país arrastra un intenso legado de rebeliones populares,
ante dominadores y funcionarios que no logran cohesionar su acción. En
Uruguay prevalece la misma desmovilización que en Brasil, pero el temor a un
retorno de la derecha condujo a renovar el mandato de la centroizquierda.

Es engañoso utilizar este calificativo para la concertación chilena, que se ha


desgastado en la gestión de una herencia pinochetista de privatizaciones y
librecomercio. De la decepción con el progresismo no emergen, en general,
tendencias nítidas de sustitución.
Elementos para una lectura crítica de América Latina

Durante el último año quedó reafirmada la relevancia geopolítica de


Brasil, que para muchos analistas ya constituye una potencia emergente.
Esta influencia tiene incluso expresiones simbólicas, cómo la obtención
de la sede para organizar el Mundial de Fútbol (2014) y los juegos
olímpicos (2016).

Existe un abismo entre la incidencia de Itamaraty y cualquier otro país


latinoamericano en los conflictos regionales. Esta supremacía es
ampliamente reconocida por su rival tradicional de Argentina. Las elites
de este país aceptan un acompañamiento subordinado a las decisiones
estratégicas que adopta Brasil1.

Pero ejercer ese liderazgo tiene un precio, que no están dispuestos a


solventar todos los sectores de la clase dominante brasileña. Obliga a
ciertas concesiones económicas en el corto plazo para asegurar la
hegemonía posterior, que suscitan fuertes tensiones internas. Las
controversias generadas por los precios de importación del gas boliviano
y de la hidroelectricidad paraguaya son dos ejemplos recientes de esos
conflictos.

Ventajas y límites
Las elites brasileñas saben que el poderío militar es un ingrediente
indispensable, para reforzar el liderazgo sudamericano. Por eso Lula
suscribió un acuerdo de aprovisionamiento bélico con Francia y aumentó
un 50% el presupuesto militar desde el 2003. De paso, clausuró
cualquier investigación de los crímenes cometidos por las Fuerzas
Armadas, durante las últimas dictaduras. También ha concretado
grandes compras aviones para vigilar la frontera.

Pero lo más conflicto sería una eventual revisión del tratado de No


Proliferación de Armas Nucleares, firmado en los años 80 bajo presión
norteamericana. Esta carta se mantiene en reserva y existe poca
disposición del establishment a revertir esa decisión. Pero la discusión
del tema permite negociar el ambicionado asiento en el Consejo de
Seguridad de la ONU, que las grandes potencias no le conceden a Brasil.

1
“Somos vecinos de una potencia mundial y debemos diseñar política en función de ese dato”, Jozami, Aníbal,
“Aprendamos de Brasil”, www.clarin.com/diario/, 23-9-2009.

Ensayos críticos No. 5, Bogotá, 2º semestre de 2009 49


Elementos para una lectura crítica de América Latina

El país ya ha pasado su primera prueba de acción subimperial en Haití.


Los militares brasileños comandan las fuerzas de ocupación
(MINUSTAH), que mantienen el orden policial en la empobrecida isla. El
costo de esta custodia supera toda la asistencia brindada y prometida a
los haitianos, en infinitas conferencias internacionales.

En los últimos cinco años, las tropas han garantizado la continuidad de


la opresión que sufren los habitantes de los barrios degradados, los
obreros explotados de las maquiladoras y los campesinos que huyen
hacia República Dominicana. En cambio, su labor no ha servido para
evitar los centenares de muertos que dejaron los últimos huracanes. Los
militares sólo cumplen funciones de intimidación de las protestas
sociales, actuando como guardianes de un neoprotectorado.

Las clases dominantes del principal país sudamericano necesitan


reforzar sus exhibiciones de fuerza, si quieren mantener bajo custodia
las riquezas del Amazonas, en la mira de los marines afincados en
Colombia. Las bases en ese país conspiran contra el proyecto brasileño
de gestar un Consejo de Defensa bajo su mando, a través de UNASUR.
Lula intentó recortar el alcance de las instalaciones norteamericanas,
pero terminó aceptado el hecho consumado que impuso el Pentágono2.

En esta partida se juega quién manejará los cuantiosos recursos


naturales que rodean a la mayor selva del planeta. El presidente actual
dejó claramente establecidas sus prioridades en estas disputas, al
entregar 67,4 millones de hectáreas del Amazonas a las latifundistas,
que ocuparon predios en forma ilegal. En la distribución de las tierras
usurpadas, los dominadores brasileños no quieren ninguna competencia
extranjera.

Brasil aspira a ejercer una hegemonía regional, siguiendo el mismo


sendero que recorren otras economías intermedias en ascenso. Pero
carece de arsenales atómicos y de experiencia en funciones militares
foráneas de gran alcance. Por eso mantiene una posición relegada, en
comparación al papel que juegan Rusia o China. Algunos autores
estiman que comparte esta diferencia con India y otros subrayan la
semejanza con Sudáfrica. Al igual que estos dos casos, la creciente
gravitación económica e incidencia geopolítica de un país, no alcanza
para situarlo en el selecto club de potencias que definen el orden
global3.
2
Lo que está en juego es analizado por Arias, Juan, “Lula ordenó reforzar la vigilancia de fronteras”, La
Nación, 3-8-09. Tokatlian, Juan, “¿Bye bye Consejo Sudamericano de Defensa?”, Página 12, 7-8-09.
Tokatlian, Gabriel, “Es hora de retirar las tropas de Haití”, Clarín, 26-5-09. Calle, Fabián, “Brasil ¿fin de años
dorados?”, Clarín, 12-11-09.
3
Anderson y Fiori plantean estas comparaciones. Anderson, Perry, “¿O declinio do imperio americano?”,
Conferencia USP 17-11-09, jornaldaimprensa.com.br/editoria_texto. Fiori, José Luís, “A nova geopolítica das

Ensayos críticos No. 5, Bogotá, 2º semestre de 2009 50


Elementos para una lectura crítica de América Latina

Es evidente que el perfil de Brasil dependerá de la relación que


mantenga con Estados Unidos. La subordinación que predominó durante
la mayor parte del siglo XX comenzó a modificarse con el desarrollo
industrial de los años 60. Durante ese período se afianzó una diplomacia
autónoma, más propia de país intermedio que de un socio auxiliar de la
primera potencia. En los años 80 Brasil volvió a alinearse con Estados
Unidos (y coqueteó con la aceptación del ALCA), pero desde el 2000
reafirmó su política de independencia desde la plataforma del
MERCOSUR.

Este rumbo se consolidó en el último lustro, con la convalidación del


desarrollo nuclear de Irán y la adopción de una actitud más equidistante
frente a Israel. Brasil se ofrece como mediador en Medio Oriente y
mantiene serias diferencias con las potencias centrales en la agenda
ambiental. Pero sobre todo es evidente su intención de ocupar los
espacios abiertos por la crisis de dominación estadounidense.

Este objetivo sólo conduce por el momento a una redistribución de roles,


en la coordinación hegemónica con el poder norteamericano. Brasil
mantiene un diálogo aparte con el gigante del norte e intenta realzar su
papel de árbitro (y no de protagonista), en las zonas más calientes del
planeta. No quiere remover los estrechos vínculos forjados con Estados
Unidos durante la guerra fría.

Negociación del liderazgo


A diferencia de otros BRICs, Brasil también ha compartido muchos
cursos económicos globales con varios gobiernos norteamericanos.
Como exportador de materias primas es un ferviente partidario del
librecomercio y en las negociaciones de la OMC ha roto frecuentemente
el bloque de los países emergentes, para buscar arreglos bilaterales con
las economías avanzadas. Tiene una economía más transnacionalizada e
integrada al circuito de las empresas globales que Rusia o la India.
Además, desenvuelve los biocombustibles en la misma dirección que
Estados Unidos y apuesta a compartir un liderazgo en esta área.

Algunos autores estiman que el país se encuentra ante la disyuntiva de


profundizar su condición periférica (mediante la primarización
exportadora y la subordinación a Estados Unidos), o transitar un camino
de liderazgo regional propio (con políticas de prioridad industrial).
Consideran que el primer camino transformará a Brasil en una periferia

nacoes”, Oikos n 8, 2007, Río Janeiro.

Ensayos críticos No. 5, Bogotá, 2º semestre de 2009 51


Elementos para una lectura crítica de América Latina

de lujo (cómo en otros tiempos fue Argentina), mientras que el segundo


lo guiará hacia el sitial que logró Canadá4.

Esta visión parte del cuestionable supuesto, que cada clase dominante
elige su inserción predilecta en el mercado mundial. No aclara por qué
razón la mayoría termina optando por el sendero de los perdedores.
Además, en la trayectoria histórica reivindicada aparecen ciertas
contradicciones, ya que Canadá terminó ubicado en el lugar elogiado
cómo abastecedor de materias primas y socio político incondicional de
Estados Unidos. No siguió el rumbo propuesto de industrialización
autónoma e independencia diplomática.

En la actualidad Brasil está muy lejos del pelotón de líderes mundiales,


pero ya no mantiene ningún rasgo de su vieja condición altamente
dependiente. Para formular un diagnóstico más acertado del lugar que
ocupa en el escenario internacional es necesario registrar este hecho.
Las categorías contemporáneas de semiperiferia y subimperialismo son
muy útiles para avanzar hacia una caracterización correcta.

La discusión en boga sobre el futuro de Brasil gira en torno a opciones


capitalistas, que definirán ventajas y desventajas para distintos grupos
dominantes. No se dirimen mejoras para al conjunto de la nación, ni
menos aún para sus clases oprimidas. Es importante reconocer este
dato, para situar cualquier análisis en sus justos términos.

El programa socioliberal de Lula canaliza el curso burgués que ha


predominado. Por esta razón bloquea conquistas sociales en las ciudades
y reformas agrarias en el campo. Ha provocado la reversión de un largo
proceso de organización obrera en torno al PT, facilitando la
desmovilización y la despolitización de los movimientos populares. El
principal instrumento de esta acción ha sido una red de clientelismo,
montada en torno a los planes asistenciales.

La estabilización capitalista de Brasil se explica en gran medida, por su


escasa participación en el ciclo de rebeliones que conmovió al resto del
continente. El sistema político elástico que tiene el país volvió a
absorber varios tipos de crisis, sin grandes rupturas. También quedó
nuevamente neutralizada la resistencia popular, como ya ocurrió en las
dos conmociones anteriores de mayor alcance (1984 y 1992). En esta
oportunidad ha cumplido un papel decisivo la cooptación de la
burocracia obrera y la manipulación conservadora de los sentimientos
populares5.
4
Fiori, José Luís, “America do Sul a beira do futuro”, www.cartamaior.com.br/templates/, 04/11/2009.
5
Dos análisis de esta tendencia en Arcary, Valerio, “O governo e a crise mundial”, 8-7-09,
listas.chasque.net/pipermail/. Oliveira Chico, “Consenso despolitiza sociedade e coloca a Lula a directa de
FHC”, Jornal Valor Económico, Sao Paulo, 27-05-09. Otro aspecto en Zibechi, Raúl, “Progresismo y
neoliberalismo”, La Jornada, 17-7-09.

Ensayos críticos No. 5, Bogotá, 2º semestre de 2009 52


Elementos para una lectura crítica de América Latina

Dos cursos de centroizquierda


El perfil socio-liberal de Lula forma parte del espectro general de los
gobiernos de centroizquierda. Estas administraciones se diferencian de
la derecha por mantener una relación ambigua con Estados Unidos,
mientras toleran conquistas democráticas y bloquean las mejoras
populares6.

Los gobiernos de este tipo han sido favorecidos por el crecimiento


económico del último quinquenio y pudieron absorber el cimbronazo de
la crisis global. Atenuaron el impacto de esta eclosión con socorros a los
empresarios y jerarquizaron el despliegue asistencial, para contrarrestar
las resistencias populares.

La atención puesta en los planes sociales distingue a estas


administraciones de sus pares derechistas y les ha permitido preservar
cierta estabilidad política, sin modificar las desigualdades sociales. Si se
reabre la crisis global será muy difícil continuar con esta política de
contención. El asistencialismo se ha financiado con la tajada obtenida
por los estados de la apreciación que tuvieron las materias primas.

La red de coberturas contribuyó a introducir un colchón en las tensiones


sociales y facilitó la dominación de los acaudalados, sin recurrir al uso
sistemático de la violencia que caracteriza a la derecha. Pero estos
auxilios no sólo chocan con límites de financiamiento. También afrontan
la insatisfacción de los sujetos sociales, que demandan trabajo bien
remunerado y no dádivas del estado.

Por otra parte, los principales gobiernos de centroizquierda han


cumplido una función clave en la contención política de Venezuela,
Bolivia y Ecuador. Muchos analistas omiten este papel, al evaluar
positivamente la acción de esas administraciones frente a la
contraofensiva imperial. En los hechos, la capacidad para detener esta
embestida ha sido muy reducida. Colombia reafirmó la instalación de las
bases norteamericanas y el golpismo se recicló en Honduras, sin prestar
mucha atención al disgusto de los presidentes progresistas.

Esta franja de mandatarios cumplió una función mediadora en


Centroamérica para obstruir la resistencia popular. Ejercieron una
influencia permanente sobre Zelaya, buscando moderar sus reacciones y
lo indujeron a aceptar las negociaciones manejadas por Hillary Clinton,
Arias y la OEA. Este camino disuadió la estrategia de confrontación que
promovían los movimientos sociales hondureños.

6
Hemos expuesto nuestra caracterización de este tipo de gobierno en Katz, Claudio, Las disyuntivas de la
izquierda en América Latina. Ediciones Luxemburg, Buenos Aires, 2008 (cap. 6).

Ensayos críticos No. 5, Bogotá, 2º semestre de 2009 53


Elementos para una lectura crítica de América Latina

Los gobiernos de centroizquierda comparten estrategias internas


semejantes y una alineación diplomática convergente, pero enfrentan
situaciones nacionales muy diferentes. Especialmente llamativo es el
contraste de la experiencia brasileña y argentina. Mientras que Lula
logró consolidar su orientación socioliberal, los Kirchner han enfrentado
un sobresalto tras otro. Esta asimetría obedece a marcadas diferencias
en el nivel de la acción popular.

El legado de la rebelión popular del 2001 ha obligado a gobernar en


Argentina con un ojo siempre puesto en la reacción de los oprimidos.
Esta tensión acentúa la falta de cohesión histórica de las clases
dominantes y la escasa gravitación estabilizadora de los funcionarios
públicos. A pesar de la reconstitución de la autoridad estatal y del
sostenido crecimiento económico, los Kirchner no han podido mantener
la aprobación que lograron en el período 2003-2007. Se desgastaron en
una confrontación con la derecha, que capturó a la clase media y
rechazaron toda aproximación con los movimientos sociales.

En un país dónde la vida política se dirime en las calles, no se vislumbra


aún quién ha quedado mejor parado. Al concluir el 2009 la derecha
perdió capacidad de convocatoria y el gobierno demostró que tiene
reservas para recuperar la iniciativa y fijar la agenda política. Pero se
apoya en las arcaicas estructuras del Justicialismo y la burocracia
sindical y no restablece la sintonía inicial que tuvo con los principales
grupos capitalistas. Tampoco resucita la simpatía popular, en un
momento de fuerte reaparición de los sindicatos y los movimientos
sociales independientes.

Los sinsabores del progresismo


El gobierno centroizquierdista de Uruguay ha exhibido más parecidos
con su colega brasileño, que con sus vecinos del Río de la Plata. Indujo
la misma desmovilización que propicio Lula, adelantando pagos al FMI,
autorizando la depredación forestal, permitiendo la contaminación de
empresas forestales y el avance foráneo en el monocultivo de la soja.
También generó frustraciones en el plano democrático, mediante el veto
a la despenalización del aborto y la falta de compromiso del Frente
Amplio con la campaña para anular la ley amnistía a los represores de la
dictadura.

Pero es cierto también que en los últimos años se obtuvieron algunos


logros parciales en materia de empleo, recuperación salarial y
atenuación de la pobreza. Estas mejoras fueron suficientes para
resucitar una reacción popular, frente a la tenebrosa perspectiva de una

Ensayos críticos No. 5, Bogotá, 2º semestre de 2009 54


Elementos para una lectura crítica de América Latina

victoria electoral derechista. En esta resistencia se ha sustentado la


renovación del mandato centroizquierdista7.

El nuevo presidente Mugica sustituye la vieja cultura institucionalista de


la clase media por una retórica plebeya, que sintoniza con el
empobrecimiento del país. Probablemente este cambio generó la
identificación afectiva que facilitó la recuperación electoral del Frente
Amplio. Lo que no ha cambiado es la emigración y el envejecimiento, que
rodea a una sociedad estancada por la continuidad de un modelo que
primariza y recicla la pobreza.

Esta regresión ha sido ignorada por todas las congratulaciones que


expresó el establishment sudamericano con la “cultura cívica”, la
“continuidad institucional” y la “opinión pública independiente” de
Uruguay. Estos elogios sólo ilustran la sensación de satisfacción que
exhiben los dominadores con la continuidad de un status quo, que
perpetúa los privilegios de una minoría y los padecimientos de la
mayoría8.

Resulta finalmente engañoso utilizar el calificativo de centroizquierda,


para el gobierno de la concertación chilena. El apelativo sólo distingue
en este caso, a la administración de las últimas dos décadas de sus
adversarios explícitamente alineados con el legado pinochetista. Sin
embargo, en los hechos la política seguida por Bachelet tiene muchos
puntos de contacto con el neoliberalismo conservador.

Administró una herencia de la dictadura, que incluye la preservación de


la Constitución de 1980 y un sistema electoral binominal, destinado a
bloquear la representación proporcional. También mantuvo el
librecomercio, la mercantilización de la educación y la privatización de
las jubilaciones. Esta política ha conducido a situar al país en el podio de
las 15 naciones con peor distribución del ingreso del planeta9.

En la primera vuelta de las recientes elecciones se registró un


importante avance de la derecha, que por primera vez en vez en 20 años
ha quedado muy cerca de la presidencia. Su candidato es un empresario
encumbrado por el marketing electoral. Este ascenso se apoya, a su vez,

7
Distintas miradas críticas exponen: Herrera Ernesto, y Juan Luis Berterretche, “Señales de alerta para el
progresismo”, 7-7-09, postaportenia.blogspot.com.
Zabalza, Jorge, “No los voto más”, www.redota.com/foros/carpeta.asp 8-11-2009. Pieri, Mario, “Orfandad
estratégica”, www.egrupos.net/grupo/agendaradical/archivo/msg 10-12 2009. Labayen, Sergio, “Agria
victoria”, Rebelión 27-10-09.
Zibechi, Raúl, “Uruguay: la cultura plebeya camino del gobierno”, ALAI, 22-10-09.
8
Ejemplos de estos elogios en: Aliscioni, Claudio, “Los desafíos en un país de consensos”, Clarín, 26-10.
Palermo, Vicente, “Los ejemplos de Uruguay. Brasil y Chile”, La Nación, 26-10-09. Natanson, José, “Uruguay
y el diálogo de las izquierdas”, Página 12, 29-11-09.
9
La Nación, 13-12-09.

Ensayos críticos No. 5, Bogotá, 2º semestre de 2009 55


Elementos para una lectura crítica de América Latina

en una clase media conservadora forjada durante el pinochetismo que le


ha marcado el paso a todos los gobiernos de la concertación.

Esta coalición se ha desgastado y sufrió una implosión de varias


fracciones, que intuyen la necesidad de renovar el libreto. Pero también
crece la insatisfacción por abajo, la resistencia social de docentes,
estudiantes secundarios, mineros y mapuches, en un marco de cierta
recomposición de la izquierda10.

De conjunto las administraciones de centroizquierda han defraudado las


expectativas que acompañaron su aparición. No concretaron las
reformas sociales prometidas y actuaron al servicio de las clases
dominantes. Pero esta frustración no se traduce en resultados uniformes
de renacimiento de la derecha o consolidación de alternativas de
izquierda. Hasta ahora predominan resultados muy variados, que no
definen una tendencia general.

10
Ver: Gaudichard, Franck, “De la democracia neoliberal en Chile”, Rebelión, 14-12-09. González, Mónica,
“Punto final para la transición de la dictadura a la democracia”, Clarín, 14-12-09. Pérez Guerra Arnaldo, “La
concertación se agotó”, ALAI, 9-1-209.

Ensayos críticos No. 5, Bogotá, 2º semestre de 2009 56


VI. De la reforma a la revolución

Resumen

Los gobiernos reformistas de Sudamérica lograron contundentes victorias


electorales, en conflicto con los poderosos y desmintiendo todos los
pronósticos de desplome. Pueden avanzar hacia rupturas revolucionarias o
consolidar el capitalismo de estado.

Estas dos perspectivas antagónicas implican, profundizar o bloquear el


protagonismo popular en Venezuela. Suponen adoptar decisiones socialistas o
erigir el “capitalismo andino-amazónico” en Bolivia y concretar las
concesiones a las transnacionales o llevar a la práctica las conquistas de la
nueva Constitución en Ecuador. Estas mismas ambivalencias se han verificado
también en Honduras, en actitudes de conciliación o confrontación frente al
golpismo.

Los desenlaces serán influidos por luchas sociales, que en la última década
contribuyeron a contrapesar las derrotas en que se asienta el neoliberalismo.
Durante el 2008-09 no se repitieron las revueltas generalizadas, pero hubo
levantamientos contra el ajuste (Guadalupe y Martinica), resistencias contra la
privatización (Perú), movilizaciones en defensa del salario y el empleo
(México, Argentina). Lo más significativo fue la sorprendente resistencia casi
insurreccional contra el golpe en Honduras.

Este contexto reanima las discusiones en la izquierda, en torno al modelo


neodesarrollista. Su defensa no conduce a forjar una sociedad igualitaria, sino
que desemboca en la estabilización conservadora y la pérdida de credibilidad
popular. Pero no basta con la simple declamación de ideales. Se requiere una
política de acumulación de fuerzas.

Es importante desenvolver una estrategia de radicalización para transformar


la esperanza de cambios en una realidad de conquistas, que abra las
compuertas para el socialismo del siglo XXI. Este proyecto involucra un
novedoso alcance regional y exige combinar desarrollos productivos,
protección ambiental y mejoras sustanciales del nivel de vida.
Elementos para una lectura crítica de América Latina Claudio Katz

Durante el 2009 los gobiernos reformistas de Sudamérica ganaron la


partida. Se afianzaron en batallas contra la derecha, sostenidas en la
movilización popular. Los intentos golpistas del Oriente boliviano fueron
demolidos, la agresión ensayada por Colombia contra Ecuador fue
neutralizada y las campañas destituyentes no prosperaron en Venezuela.

Logros y desafíos
A principio del año Chávez logró una nueva victoria electoral, que incluyó
la recuperación de los votantes que se abstuvieron en los comicios
anteriores. Con este triunfo el oficialismo acumuló desde 1988 quince
éxitos electorales y varios récords en la reducción de la abstención.
También Correa consiguió aplastar a sus adversarios en las urnas.
Obtuvo cinco victorias sucesivas desde el 2006 y conquistó plena mayoría
en 20 de las 24 provincias.

Pero el dato más llamativo ha sido la victoria Evo. Derrotó primero en la


calle la sublevación fascista de Pando, neutralizó luego las maniobras en
el Parlamento para distorsionar las leyes electorales y finalmente arrasó
en los comicios. Es el primer presidente del convulsionado Altiplano que
logra triunfos sucesivos, mejorando su votación anterior e imponiendo
una representación abrumadora en las dos cámaras. Le arrebató varios
bastiones a la oposición en localidades que habían sostenido al golpismo
y conquistó el apoyo de la clase media que rechazaba su figura 1.

Los resultados alcanzados por los tres gobiernos reformistas desmienten


los pronósticos de desplome que difundió el establishment, confundiendo
sus propios deseos con la realidad. La intervención activa de las masas
permitió, hasta ahora, remontar las conspiraciones de la derecha.

Algunos cínicos afirman que este tipo de afianzamiento es compartido en


la región por administraciones de todos los colores políticos. Señalan que
el oficialismo de cualquier vertiente cuenta con mayores recursos que la
oposición, para renovar su manejo del poder. Pero si esa capacidad para
reciclarse desde arriba fuera tan imbatible, no habría lugar para la
alternancia de los partidos.

1
Ver: Stefanoni, Pablo, “Evo, arriba”, Clarín, 2-12-09, “Se abre una nueva etapa”, Clarín, 6-12-09, “Una
hegemonía con riesgos en el futuro”, Clarín, 7-12-09. Borón, Atilio, “¿Por qué ganó Evo?”, Página 12, 7-12-09.

Ensayos críticos No. 5, Bogotá, 2º semestre de 2009 58


Elementos para una lectura crítica de América Latina Claudio Katz

Esa caracterización iguala, además, en forma errónea a todos los


presidentes, como si fuera lo mismo actuar al servicio de los poderosos,
que gobernar en conflicto con el verdadero poder. Mientras que todas las
presidencias derechistas y centroizquierdistas sintonizan con los dueños
de la economía, en Venezuela y Bolivia (y en menor medida en Ecuador)
predomina una tensión constante con la clase capitalista.

Esos tres gobiernos han desarrollado, además, una estrategia regional


antiimperialista en torno al ALBA, que surgió como proyecto de
intercambio comercial solidario opuesto al ALCA y diferenciado del
MERCOSUR. Pero se ha consolidado como una referencia radical, alejada
de la convergencia que ensaya la centroizquierda con el FMI y el G 20.
El nuevo eje geopolítico forjado junto a Cuba incluye, además, a ciertos
gobiernos centroamericanos y es sostenido por numerosos movimientos
sociales. Esta configuración potencia la autoridad del ALBA y su política
de respuestas frontales a la contraofensiva derechista. Ante el golpe de
Honduras y la militarización de Colombia, este alineamiento formuló una
denuncia contundente de la complicidad estadounidense. Propuso
también iniciativas de acción concretas (congelamiento de las relaciones
con Colombia, denuncia de los pactos militares), que fueron bloqueadas
por los restantes mandatarios de UNASUR.

El ALBA ha trabajado en varios proyectos para erigir una arquitectura


financiera regional autónoma, con mecanismos de protección frente a la
crisis. Promueve una moneda regional (Sucre) para comenzar a
emancipar a la región de la dependencia del dólar. También propone la
inmediata puesta en marcha del Banco del Sur, contra las dilaciones que
impuso Brasil (para evitar la aparición de una entidad rival del BNDES).
Aunque Lula aceptó ciertos criterios de funcionamiento igualitario para
ese Banco ha limitado su financiación. También obstaculiza su
desenvolvimiento para proyectos cooperativos, comunitarios y sociales o
su acción como precedente de un fondo de estabilización monetaria de
toda la zona.

El ALBA ha intentado sortear esta oposición creando su propio banco. En


la última cumbre de este organismo (octubre pasado) se acordó, avanzar
en un sistema monetario de intercambio y en nuevos tratados
comerciales, asentados en una empresa común de exportación e
importación2.

Estas iniciativas confirman el perfil diferenciado de gobiernos


reformistas, orientados a la asociación con Cuba. Durante el 2009 la isla
fue duramente afectada por la crisis global (caída del turismo, reducción
del precio del níquel, menor demanda de cigarros) y una fuerte secuencia
de huracanes, que acentuó las dificultades de la producción alimenticia.
2
Ver: Páez Pérez, Pedro, “Lo peor de la crisis todavía está por venir”, Página 12, 1-11-09.

Ensayos críticos No. 5, Bogotá, 2º semestre de 2009 59


Elementos para una lectura crítica de América Latina Claudio Katz

La solidaridad de Venezuela en el suministro de petróleo ha contribuido


decisivamente a situar estos impactos, muy lejos del dramatismo vivido
en 1992-94.

Congelamiento o radicalización
El afianzamiento de un polo radical acentúa las disyuntivas que enfrentan
esos procesos. Los gobiernos antiimperialistas pueden avanzar hacia
rupturas revolucionarias o consolidar la estabilización del capitalismo de
estado. Estas dos perspectivas antagónicas están simbolizadas en la
historia latinoamericana por el curso seguido por las revoluciones cubana
y mexicana.

En el primer caso se consumó una acelerada evolución socialista, que


permitió desenvolver profundas transformaciones y mejorar signifi-
cativamente (durante un largo período inicial) el nivel de vida popular. En
el segundo país prevaleció el congelamiento de las reformas y la creación
de una nueva capa de opresores desde la cúspide del estado.

Los pasos necesarios para recrear el avance cubano y evitar la regresión


mexicana no se están adoptando en ninguno de los tres países
sudamericanos. En Venezuela, las confrontaciones recientes con la
derecha (ley educativa, medios de comunicación, nacionalizaciones) se
implementaron sin crear los mecanismos requeridos para profundizar el
protagonismo popular y la democratización política. El control desde
arriba del partido oficialista PSUV, la manipulación de dirigentes y los
obstáculos al control obrero ilustran estas restricciones.

Estos problemas fueron abiertamente planteados a mitad de año, en un


importante encuentro de las vertientes de izquierda del proceso
bolivariano. En ese cónclave se cuestionó la falta de respuestas a las
demandas de los movimientos sociales, los manejos verticales en el
aparato estatal y el papel de los asesores ministeriales carentes de
compromiso revolucionario. También se resaltó el fracaso de la audiencia
de los medios de comunicación públicos, las indefiniciones del socialismo
del siglo XXI y la continuada desigualdad social. La reducida tolerancia
inicial a estas objeciones fue posteriormente reemplazada por un
reconocimiento implícito de este llamado de atención3.

En Bolivia se ha creado un contexto muy propicio para introducir el giro


revolucionario. El aplastamiento de la escala putchista durante el 2008 y
la espectacular victoria electoral del 2009 han abierto todos los espacios
para gestar este avance. Impera una situación radicalmente inversa a la
3
CEDICE, Jornadas de reflexión: “Intelectuales, democracia y socialismo”, Centro Internacional Miranda
www.aporrea.org/medios/, 12-6-2009.

Ensayos críticos No. 5, Bogotá, 2º semestre de 2009 60


Elementos para una lectura crítica de América Latina Claudio Katz

existente durante el último ensayo reformista de 1985, cuándo la


vanguardia minera fue derrotada por la derecha. Sin embargo, hasta
ahora no hay indicios de aprovechamiento de este repliegue de la
reacción, para comenzar la remoción del capitalismo.

La primera condición para avanzar por este camino es profundizar las


transformaciones sociales. Este rumbo es abiertamente rechazado por
quienes atribuyen el afianzamiento de Evo a las concesiones otorgadas a
la oposición en el Parlamento. No registran que la clave de los logros
actuales fue la dinámica inversa de movilizaciones, que desgastaron a la
derecha y forjaron una alianza de los oprimidos de la ciudad y el campo4.

El gran problema actual son los instrumentos para continuar esta acción.
El partido oficialista MAS permitió conquistar una nueva Constitución,
que ahora debe reglamentarse. Pero cada vez existen más síntomas de
mutación de esa organización, que surgió de los sindicatos en lucha y
ahora aglutina a pequeños propietarios rurales y urbanos, articulados en
torno a una capa de funcionarios.

Es evidente, además, que el gran obstáculo para comenzar una transición


al socialismo es la convicción en este horizonte. Por un lado se
multiplican los llamados oficiales a forjar esa sociedad, pero al mismo
tiempo persiste la estrategia de erigir el “capitalismo andino-amazónico”.

Este proyecto es irrealizable en la forma en que fue concebido. Un


proceso de acumulación local estrechamente conectado con el mercado
mundial no es compatible con las modalidades de equidad de la
estructura indígena. El desarrollo capitalista tiende a ensanchar las
brechas sociales y a corroer esa vieja conformación. Sólo un proceso
socialista podría asimilar ese legado, desenvolviendo un proceso de
industrialización que reduzca en forma progresiva la desigualdad.

Los mismos dilemas se procesan en Ecuador, a la hora de evaluar los


nuevos pasos de la “revolución ciudadana”. Los tres años de este cambio
han permitido logros sustanciales, que se sintetizan en el texto de la
nueva Constitución. Esta carta incluye el carácter plurinacional del
estado, prohíbe a los financistas el manejo de los medios de
comunicación, introduce la revocatoria de los mandatos, limita la
especulación con el endeudamiento público e impide la socialización
estatal de las deudas privadas.

Pero en el ejercicio del gobierno se adoptan medidas que chocan con


estas normas. El ejemplo más contundente de esta contradicción ha sido
4
Toer postula primera tesis y Almeyra la segunda. Toer, Mario, “Con sabiduría y una ayudita de los amigos”,
Página 12, 7-12-09. Almeyra Guillermo, “Bolivia: El nuevo desafío”. www.jornada.unam.mx 13-12- 2009.

Ensayos críticos No. 5, Bogotá, 2º semestre de 2009 61


Elementos para una lectura crítica de América Latina Claudio Katz

el aval oficial a inversiones transnacionales destinadas a explotar los


recursos naturales. Esta decisión suscitó un violento choque con el
movimiento indigenista. También el decreto presidencial que otorga a las
misiones católicas atributos de evangelización, viola la separación de la
iglesia y el estado que establece la Constitución. El trasfondo de estas
tensiones es la composición de un gobierno que propone ideas radicales,
pero opera con funcionarios comprometidos con los intereses del capital 5.

Estas ambivalencias del nacionalismo radical se han verificado también


en Honduras. La inesperada transformación de un gobernante clásico
como Zelaya en participe del eje latinoamericano antiimperialista fue un
contundente ejemplo del enorme impacto continental, que ha generado la
existencia del ALBA.

La aceptación de las ofertas petroleras venezolanas desencadenó


conflictos con Shell y Texaco, que indujeron al golpe de estado. Pero el
giro de Zelaya no respondió sólo a un estímulo exterior. Estuvo
directamente influido por el fuerte predicamento que lograron los
movimientos sociales, al cabo de una férrea lucha contra el TLC y la
depredación que realizan las transnacionales.

No es la primera vez en la historia latinoamericana que un presidente o


líder militar radicaliza su acción, en un choque con la oligarquía o el
imperialismo. Ya ocurrió en Santo Domingo (Camaño), en Perú (Velazco
Alvarado) o en Bolivia (Juan José Torres). Pero también existen mayores
precedentes de vacilaciones, compromisos con las clases dominantes y
frustraciones de la resistencia popular. Zelaya ha oscilado entre ambos
antecedentes.

Por un lado se mantuvo firme en la denuncia de la dictadura, en medidas


de acción (como el retorno al país) y en el llamado a la insurrección. Por
otra parte, pospuso varias veces ese regreso y se sumó al juego de
distracciones y maniobras dilatorias que manejó Hillary Clinton. En esta
oscilación llegó a aceptar un acuerdo que avalaba el fraudulento proceso
electoral, a cambio de retomar formalmente la presidencia por poco
tiempo. Estas vacilaciones debilitaron la heroica resistencia popular
contra el golpe y facilitaron las maniobras que realizó la dictadura para
sortear el aislamiento diplomático internacional 6.

5
Un interesante enfoque plantea: Acosta Alberto. “A los tres años de gobierno de la revolución ciudadana”, 7-1-
10, www.facebook.com
6
Dos balances completamente opuestos plantean: Puricelli, Gabriel, “Mel aguantó, Lula empujó”,
www.pagina12.com.ar/ 31-10-09. Toer, Mario, “Tiempos que merecen ser vividos”, www.pagina12.com.ar/ 31-
10-09 y Sáenz, Roberto, “Honduras luego de la llegada de Zelaya”, Socialismo o Barbarie.
correosemanal.blogspot.com, 28/09/09.

Ensayos críticos No. 5, Bogotá, 2º semestre de 2009 62


Elementos para una lectura crítica de América Latina Claudio Katz

Resistencias y rebeliones
Los desenlaces políticos de América Latina dependen principalmente de
los resultados que alcancen las luchas sociales. Estas acciones
contribuyeron, especialmente en Bolivia, Ecuador, Venezuela y Argentina,
a revertir la secuencia de derrotas populares en que se asienta el
neoliberalismo.

En esos países se registraron levantamientos que enarbolaron reclamos


coincidentes de anulación de las privatizaciones, nacionalización de los
recursos naturales y democratización de la vida política. Esas demandas
se mantienen como ejes centrales de la resistencia popular. Esta lucha
combina actualmente novedosas formas de protagonismo social
(indígenas, jóvenes, mujeres) con una acumulación de las experiencias
procesadas durante todo el siglo XX7.

En la coyuntura del 2008-09 no se han repetido las revueltas


generalizadas de los años anteriores. Frente al shock creado por la crisis
financiera global predominó una reacción acotada, afín al tipo de
respuestas observadas en otros puntos del planeta. Además, los
gobiernos latinoamericanos recurrieron con celeridad a fuertes gastos
públicos, para evitar la reiteración de las sublevaciones que suscitaron
los quebrantos bancarios y el caos inflacionario de 1999-2003.

Durante el año se registraron igualmente algunas acciones populares de


envergadura frente al ajuste inicial que desató la crisis. Los
levantamientos que conmovieron a dos islas del Caribe (Guadalupe y
Martinica) fueron muy representativos de esta reacción. Pero en general,
la lucha social no tuvo un detonante único, ni respondió directamente a la
eclosión global. Un cúmulo de motivaciones desencadenó estos
movimientos.

En Perú, los indígenas doblegaron con una extraordinaria resistencia el


intento gubernamental de confiscar tierras. En otros países resurgieron
las movilizaciones sociales de los asalariados. Unas 200 marchas se
concretaron en la ciudad de México y otras 440 conmovieron a Buenos
Aires. La batalla de los electricistas en el primer caso y de los obreros de
la alimentación o el subte en el segundo, sacudieron la vida social de
estas capitales. La furibunda ira que transmiten las crónicas derechistas
es un termómetro del impacto que han suscitado estas acciones entre los
opresores8.

7
Ver: Regalado, Roberto, “América Latina: No se trata de proceso lineal”, ALAI, 19-8-09.
8
Un clásico exponente de esta furia es: Oppenheimer, Andrés, “La cultura de la ilegalidad en la región”, La
Nación, 18-11-09.

Ensayos críticos No. 5, Bogotá, 2º semestre de 2009 63


Elementos para una lectura crítica de América Latina Claudio Katz

Pero la mayor sorpresa del año ha sido la resistencia casi insurreccional


que presentaron los oprimidos de Honduras al golpe derechista. Esta
reacción no estaba en los cálculos de nadie, ni era esperada en un país
que operó durante décadas como plataforma centroamericana del
imperialismo. Basta observar el balance de la represión para notar cuán
heroica ha sido esta lucha. Hasta ahora se computan 21 asesinatos, 4000
casos de violaciones de derechos humanos y 120 presos políticos,
rigurosamente ocultados por todos los voceros de la “prensa libre”.

Durante 100 días de batalla contra el golpe, la respuesta popular alcanzó


picos de polarización política y confrontación social que situaron esa
rebelión en un plano próximo a los cuatro levantamientos sudamericanos
de la última década. La Coordinadora Nacional de la Resistencia se
convirtió en un centro organizador de esta acción, a partir del gran
protagonismo que tuvieron los sectores sociales de vanguardia de la
docencia, el campesinado y los sindicatos clasistas9.

Planteos estratégicos
En este marco de reacciones populares muy variadas pero persistentes,
las discusiones de proyectos políticos de la izquierda han recuperado
interés. La batalla frontal contra las administraciones derechistas y
pronorteamericanas de Uribe, Calderón o Alan García es una coincidente
prioridad. Pero este acuerdo no se extiende a otros terrenos.

Muchos pensadores sostienen que existe una sola línea divisoria en la


zona, que separa a la derecha de los restantes gobiernos. Colocan a Lula
y a Chávez en un terreno común y distinguen únicamente a los
defensores del librecomercio de los partidarios de la integración regional.
Convocan a desenvolver políticas comunes de regulación del capital
financiero y promoción del mercado interno. Este enfoque cuestiona las
iniciativas autónomas de los movimientos sociales que afectan a los
gobiernos de centroizquierda, estimando que favorecen a la derecha.
Esta postura también considera inexorable apostar a algún sendero de
capitalismo más benévolo.

Pero con esta actitud se termina justificando las medidas que relegan las
demandas populares, a favor de beneficios que reciben los dominadores.
Este curso prevalece actualmente en Brasil, Argentina o Uruguay y se

9
Borón Atilio, “El principio del fin” ALAI 22, 9-09. Sáenz, Roberto, “Honduras luego de la llegada de Zelaya”,
www.socialismo-o-barbarie.org, 27-12-09. Hernández Luis, “La conversión de Manuel Zelaya”,
www.pensamientocritico, 11-7- 2009.

Ensayos críticos No. 5, Bogotá, 2º semestre de 2009 64


Elementos para una lectura crítica de América Latina Claudio Katz

basa en priorizar los subsidios a las empresas a cualquier mejora de los


salarios.

Esta visión postula, además, una falsa disyuntiva entre el amoldamiento


al status quo y la aceptación de restauraciones conservadoras más
adversas. Olvida que la elección entre lo malo y lo peor sólo conduce al
desencanto y a la pérdida de credibilidad popular. Cuándo los sectores
más esperanzados observan esta ausencia de alternativas frente a la
creciente desigualdad se desmoralizan y toman distancia de la acción
política.

En muchas ocasiones este escepticismo es la principal causa del retorno


electoral de la derecha. Frente a la primacía de distintas variantes de un
mismo patrón dominante, no sorprende que los derechistas consecuentes
atraigan más votantes, que sus imitadores social-liberales. Este sostén de
los conservadores se ha convertido en una vía de sanción al
incumplimiento de las promesas de cambios pausados. Una involución de
este tipo se vislumbra actualmente en Chile.

La resignación ante el status quo también conduce a otro resultado: la


estabilización conservadora de gobiernos centroizquierdistas, que se
verifica en Brasil. Esta administración desenvuelve una política exterior
más autónoma, pero es completamente ajena al nacionalismo popular,
que históricamente combinó en América Latina acciones antiim-
perialistas, mejoras sociales y fuerte participación de las masas.

Ciertos autores no registran ningún inconveniente serio en la “buena


administración del capitalismo” que desenvuelve Lula. Consideran que
este manejo motiva el despechado resentimiento de la derecha, en un
marco de bajo nivel de conciencia de los oprimidos 10.

Pero una acertada gestión del capitalismo solo es auspiciosa para los
poderosos y genera invariables tormentos para los trabajadores. Los
asalariados no generan los padecimientos que soportan, ni son culpables
de sus elecciones políticas. Esta responsabilidad recae sobre los
dirigentes, funcionarios e ideólogos, que justifican la perpetuación de la
dominación burguesa, atraídos por las rencillas políticas del momento.
Ciertamente Lula proviene del campo popular y sus adversarios actuales
del riñón de la burguesía, pero también Obama se forjó en la adversidad
racial y ahora sostiene sin ningún remordimiento al estado imperial.

Ciertos analistas suelen presentar el curso centroizquierdista


sudamericano como un beneficio internacional para los gobiernos
radicales de Venezuela, Bolivia o Ecuador. Pero olvidan que las alianzas

10
Pomar, Walter, “2009: a direita em desespero”, Correio da Cidadania, Sao Paulo, 27-12-09.

Ensayos críticos No. 5, Bogotá, 2º semestre de 2009 65


Elementos para una lectura crítica de América Latina Claudio Katz

diplomáticas establecidas por los presidentes “progresistas” con estas


administraciones apuntan a reforzar negocios de distintos grupos
dominantes y a bloquear la radicalización de los procesos más avanzados
de la región. En lugar de favorecer rupturas anticapitalistas apuntalan a
las “boliburguesías” de cada país.

En el pasado, esta estrategia era justificada como un desvío necesario


para arribar al socialismo por un camino de etapas prolongadas. Pero en
la actualidad este argumento sólo aparece en forma ocasional, ya que se
ha tornado intuitivamente insostenible. Salta a la vista que la promoción
neodesarrollista del capitalismo, no guarda ninguna relación con la
construcción de una sociedad igualitaria.

La aprobación acrítica de los gobiernos de centroizquierda frecuen-


temente suscita en la región, reacciones simétricas de cuestionamiento
ciego a todas las administraciones, como si fueran equivalentes. En estos
casos se objeta la política de Lula o Kirchner, con el mismo parámetro
que se enjuicia a Chávez, Evo o Correa. Todos los mandatarios quedan
ubicados en un mismo campo burgués, al ser denunciados cómo variantes
de este sistema de dominación.

Esta visión es claramente dogmática. Ignora las diferencias cualitativas


que separan un ensayo reformista de la simple perpetuación del orden
vigente. Tampoco registra la importancia de las confrontaciones que
oponen a los gobiernos radicales con el imperialismo. Este tipo de choque
ha sido históricamente el motor de los procesos revolucionarios en
América Latina. Desconocer esta dinámica conduce al aislamiento, la
impotencia y la incapacidad para fusionar la acción militante con la
experiencia de las masas, para desenvolver la conciencia socialista.

Las posturas dogmáticas son estériles, ya que desvalorizan las


mediaciones requeridas para lograr el objetivo socialista. En los casos
más extremos se alinean con la derecha por simple repetición de los
argumentos elitistas o por abstención ante las confrontaciones en juego.
Un ejemplo de este neutralismo son las posturas de neutralidad en las
batallas electorales contra la oligarquía de Venezuela, Ecuador o Bolivia.

Las reelecciones presidenciales -que han estado a veces en el centro de


estas confrontaciones- han sido habitualmente cuestionadas con los
mismos argumentos de derecha liberal. Se objeta la prórroga de los
mandatos, como si fuera un principio constitucional intocable y de mayor
gravitación que la participación popular en un choque con las fuerzas
reaccionarias11.

11
Dos acertadas posturas en esta discusión en: Guerrero, Modesto, “El dilema histórico de la revolución
bolivariana”, Página 12,17-2-09. Borón Atilio, “Reelecciones buenas y malas”, Página 12, 27-1-09.

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Una reformulación socialista


Es importante diferenciar a los gobiernos radicales y de centroizquierda
para trazar estrategias de construcción de un proyecto socialista. La
distinción permite motorizar políticas de radicalización, igualmente
opuestas a la resignación y al sectarismo. Al reconocer los rasgos
progresivos que singularizan a los gobiernos reformistas se puede
batallar por un rumbo de ruptura con el capitalismo, a partir de la acción
independiente de los movimientos sociales.

Esta estrategia implica alentar medidas de protección a los pueblos y


sanción a los poderosos, para evitar que los desbarajustes provocados por
el capitalismo sean solventados por las víctimas de este sistema. Estas
acciones incluyen iniciativas que impidan los despidos, garanticen los
ingresos mínimos y refuercen los gastos sociales. Son iniciativas que
apuntan a la nacionalización efectiva de los sistemas financieros, la
revisión del pago de las deudas públicas y la recuperación efectiva del
control de los recursos naturales.

Lo importante es convertir las definiciones formales de las nuevas


constituciones, en hechos palpables de la vida cotidiana. Un paso en esta
dirección podría ser la proyección de esos logros a escala regional,
mediante la conformación de un parlamento latinoamericano elegido por
sufragio universal y surgido de la acción popular.

La convergencia popular que debe construirse al servicio de las mayorías


es muy distinta a los programas de integración financiera o comercial,
que promueven las clases dominantes. El embrión actual de la primera
meta es el ALBA, actuando en coordinación con distintos movimientos
sociales. Esta entidad podría convertirse en la referencia zonal de una
batalla antiimperialista, en contraposición al afianzamiento del status
quo, que prevalece en los encuentros de UNASUR.

Algunos críticos cuestionan esta estrategia, considerando que es inviable


cualquier acción que supere al neodesarrollismo propiciado por el
MERCOSUR12. Pero la experiencia regional ha demostrado una y otra vez,
cuán paralizante es ese conformismo para el logro de los anhelos
populares. Incluso para alcanzar reformas sociales básicas hay que
bregar por una sociedad igualitaria. Sólo una perspectiva de
transformaciones radicales genera temor entre los poderosos y
consiguientes logros sociales.

12
Rogalski, Michel, “Voies d´Amerique Latine”, Tribune Libre, 23-10-07.

Ensayos críticos No. 5, Bogotá, 2º semestre de 2009 67


Elementos para una lectura crítica de América Latina Claudio Katz

La política de radicalización es a veces descalificada por los críticos de la


“mitología militante” y de las “utopías sentimentales” 13. Estas objeciones
reproducen el escepticismo estéril que ganó terreno durante el auge del
neoliberalismo. Es una postura que actualmente choca con los ideales de
lucha social recuperados por la juventud. En general, el espíritu
descreído pierde encanto cuándo reaparece la resistencia popular. En
esas circunstancias se verifica que la burla y cinismo sólo encubre
resignación frente a la opresión.

El resurgimiento de la esperanza transformadora es el dato clave de la


realidad latinoamericana. Esa expectativa explica el lugar central que
ocupó la región en la batalla contra el neoliberalismo durante la última
década. Es un estado de ánimo colectivo, que podría evolucionar hacia un
liderazgo de proyectos anticapitalistas. El pilar subyacente de este
impulso es la tradición de convergencia del nacionalismo revolucionario
con el socialismo, que se forjó a partir de la revolución cubana.

Este acervo determina, también, una incidencia directa de los desenlaces


actuales sobre el futuro de Cuba. El giro político de la región puso fin al
duro aislamiento que sufrió la isla durante los años 90, pero ha puesto en
discusión dos alternativas totalmente opuestas para los próximos años.

Los defensores del regionalismo capitalista proclaman abiertamente que


Cuba debe sumarse a este eje, renunciado al anhelo de gestar una
sociedad comunista. En el polo opuesto se ubica el variado espectro de
partidarios de la revolución, que reivindican su vigencia y promueven
caminos de profundización, democratización y renovación socialista14.

La batalla entre estos dos cursos antagónicos es una problemática


latinoamericana y no sólo cubana. Es evidente que el avance o fracaso de
los proyectos radicales en el conjunto del continente contribuirá a
inclinar la balanza, a favor de uno u otro bando dentro de la isla.

La respuesta positiva a este conflicto es la recreación de un proyecto


socialista a escala regional, que se adapte a los cambios del siglo XXI. La
crisis global ha erosionado muchas fantasías sobre las virtudes del
capitalismo, pero todavía no se vislumbran los contornos del proyecto
alternativo. Hay muchas ideas, pero pocas definiciones sobre los
senderos de una transición socialista, que presenta en la actualidad una
inédita dimensión ambiental. La necesidad de proteger el planeta de la

13
Saint Upery, Marc, “Revue des Livres”, n 9, revuedeslivres.net/articles, 30/10/2009.
14
Un exponente del primer enfoque es Laclau y del segundo Almeyra. Laclau, Ernesto, “Los regímenes
populares latinoamericanos están muy bien instalados en el poder”, Clarín, 10-5-09. Almeyra Guillermo,
“Permítanme discrepar”, www.jornada.unam.mx 2009.

Ensayos críticos No. 5, Bogotá, 2º semestre de 2009 68


Elementos para una lectura crítica de América Latina Claudio Katz

destructiva corrosión que impone la competencia por el beneficio se ha


tornado prioritaria.

Desde el eje del ALBA puede cobrar forma un planteo ecosocialista de


alcance global asentado en dos pilares: la denuncia frontal de las raíces
capitalistas que presenta la crisis climática actual y las tradiciones
regionales de protección de la “madre tierra”. Es un buen momento para
encarar este nuevo desafío.

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