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ESCUELA POLITÉCNICA NACIONAL

DEPARTAMENTO DE FORMACIÓN BÁSICA

ÁREA DE LENGUAJE Y COMUNICACIÓN

La comunicación

La comunicación es un proceso vital en la interacción humana. La convivencia de


nuestra especie está mediada por situaciones comunicativas que permiten la
construcción del entramado social. La comunicación sustenta la dinámica de las
relaciones personales. Ahora mismo, vivimos en la <<era de las comunicaciones>>.
Tener información on line sobre lo que ocurre al otro lado del planeta está solo a un clic
de distancia. Y, sin embargo, pese al desarrollo exorbitante de las telecomunicaciones,
nos enfrentamos a una crisis masiva en la comunicación interpersonal.

En este tema abordaremos varias conceptualizaciones sobre la comunicación, sus


características, los elementos que integran este proceso y los tipos –o niveles- de
comunicación. Fundamentan teóricamente este documento los libros Competencias de
la comunicación de Víctor Niño Rojas, Fundamentos de la comunicación de Dionne
Valentina Santos y el Módulo de Lenguaje y Comunicación de José González Serna.
Los estudiantes pueden acudir a la lectura de estas obras si se interesan en ampliar sus
conocimientos sobre el tema.

Definición de comunicación.

En el libro Fundamentos de la comunicación de Dionne Valentina Santos se propone el


siguiente análisis para definir el concepto comunicación.

Proporcionar una noción única de comunicación es, en apariencia, una tarea sencilla. La
palabra “comunicación” es definida por la Real Academia Española simplemente como
“acción y efecto de comunicarse”. Quizá, para hacer más comprensible lo que este acto
supone, sea preciso remitirnos a la raíz latina del término, el vocablo communis: entre
sus significados destaca el de “recibido y admitido de todos o de la mayor parte”. Y es
esta idea, la de un todo, una colectividad de participantes sin la cual la comunicación no
sería posible, es lo que confiere a este proceso su carácter social.

Si desplazamos nuestra atención hacia un ámbito más especializado encontraremos que


los autores, sin importar las corrientes a las que pertenezcan ni su momento histórico,
parecen coincidir en que se trata de un proceso dinámico, en el que necesariamente
participan una fuente o emisor que envía un mensaje a través de un canal o medio a un
potencial receptor que, a su vez, puede convertirse también en emisor.

Para José González Serna la comunicación puede definirse en estos términos: La


comunicación consiste en un acto mediante el cual un individuo (ser humano, animal u
objeto) establece con otro u otros un contacto que le permite transmitir una determinada
información. La realización de un acto comunicativo puede responder a diversas
finalidades:

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a. Transmisión de información.
b. Intento de influir en los otros.
c. Manifestación de los propios estados o pensamientos.
d. Realización de actos.
e. Entretener a los demás.

La posibilidad de respuesta por parte de quien recibe el mensaje y que ésta se traduzca
en otro mensaje por parte de quien inició el intercambio hace que el proceso se extienda
casi ilimitadamente. Pero este hecho obvio no parece tan relevante como la complejidad
misma del acto comunicativo. Esta complejidad invita a reflexionar sobre las distintas
acepciones del término y los tipos de comunicación. Víctor Niño plantea la siguiente
discusión.

Tipos de comunicación.

Desde R. Jakobson es común atribuir al lenguaje natural la comunicación, como función


principal y, en efecto, sin esta es difícil concebir un lenguaje, como lo afirma el filósofo
alemán J. Habermás (1996): lo que afirmo es que el lenguaje disociado de su uso
comunicativo, es decir, tal lenguaje completamente monológico no puede pensarse
consistentemente como lenguaje. ¿Y en qué consiste la comunicación? En principio
existen dos formas de entenderla. La concepción tradicional –la más extendida-,
unidireccional, de tipo monológico, que equivale a la acción de informar, emitir
mensajes, transmitir. Es la transferencia de información de un punto a otro a través de
algún medio. Esta concepción se da desde la perspectiva únicamente del primer
interlocutor, y se le aplica más el verbo “comunicar” que el de “comunicarse”. El
concepto de comunicación de Berlson y Steiner, citados por Kaplún (1998), recoge muy
bien esta idea: “la comunicación consiste en la transmisión de información, ideas,
emociones, habilidades, etc., mediante el empleo de signos y palabras”.

Una concepción menos estrecha nos lleva a pensar en una comunicación bidireccional o
dialógica. En este sentido, comunicación da la idea de diálogo, intercambio,
correspondencia, reciprocidad (Kaplún, 1998). El verbo más apropiado sería el de
“comunicarse”.

Las dos concepciones implican un perfil de grupo social, una cultura, unas prácticas
sociales. En el fondo de las dos acepciones, subyace una opción básica a la que se
enfrenta la humanidad. Definir qué entendemos por comunicación, equivale a decir en
qué clase de sociedad queremos vivir, afirma Kaplún (1998). Pues, en el primer caso,
impera el monólogo, la unidireccionalidad, la verticalidad y el monopolio; y en el
segundo, el diálogo, la bidireccionalidad, la horizontalidad y la participación. En una se
produce un proceso en una sola vía, y en la otra, en dirección de ida y vuelta.

José González Serna recalca esta idea. Podemos encontrarnos con dos tipos de procesos
comunicativos:

a. Comunicación unilateral. - Acto en el que un emisor emite un mensaje que el


receptor percibe.

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b. Comunicación bilateral. - Acto en el que un emisor emite un mensaje que
percibe el receptor y, posteriormente, ese receptor se convierte en emisor de un
nuevo mensaje que captará el antiguo emisor.

En el acto comunicativo interactúan una serie de elementos. José González Serna


sugiere los siguientes elementos en el proceso comunicativo: emisor, mensaje, receptor,
código, canal, contexto o referente. Además, incluye en este listado el ruido y la
redundancia.

Elementos del proceso comunicativo.

El emisor es el sujeto que produce el acto de comunicación. El referente es la realidad


extralingüística a la que alude el mensaje comunicativo. El código se relaciona con el
conjunto de signos, relacionados entre sí, y de reglas de construcción, a disposición del
emisor y del receptor. El mensaje es el resultado de la codificación, portador de la
información o conjunto de informaciones que se transmiten. Canal es el medio físico
por el que circula el mensaje. Receptor es el sujeto que descodifica y recibe el mensaje.
Finalmente, el contexto integra el conjunto de factores y circunstancias en las que se
produce el mensaje y que deben ser conocidas tanto por el emisor como por el receptor.
Podemos distinguir distintos tipos de contexto:
 Contexto situacional. - Circunstancias espaciales y temporales en las que se
produce el acto comunicativo.
 Contexto socio histórico. - Conocimiento de la época en la que se producen los
mensajes.
 Contexto lingüístico. - Lo dicho antes o después de un enunciado puede
condicionar su interpretación.

Por otro lado, el ruido es el conjunto de perturbaciones no previstas ni previsibles que


destruyen o alteran la información. El ruido aparece en casi todos los procesos
comunicativos. La redundancia, consiste en los elementos innecesarios que aparecen en
un mensaje y que sirven, entre otras cosas, para combatir el ruido. Este autor resume el
proceso en el siguiente esquema:

Gráfico uno: Proceso de la comunicación, José González Serna.

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Víctor Niño, por otra parte, explica la comunicación bidireccional con un esquema que
incluye otros elementos fundamentales al proceso comunicativo: el mundo referencial,
los estados cognoscitivos, la retroalimentación, las experiencias, la intención y el
propósito comunicativo. Revisemos brevemente estos dos últimos conceptos:

Propósito o intención comunicativa. Los propósitos son parte de toda acción humana.
La gente actúa para algo, para conseguir un fin, para obtener en sí mismo o en los
demás. ¿Para qué se comunica la gente? Podría decirse que, para realizarse como seres
humanos, para desarrollarse, para encontrarse con los otros, intercambiar sus
experiencias, solidarizarse y convivir. Kaplún (1998) afirma: Los seres humanos nos
comunicamos para intercambiar informaciones y conocimientos, para analizar una
determinada cuestión, para razonar, para pensar juntos. Pero nos comunicamos también
para expresar emociones, sentimientos, afectos, esperanzas, ensueños. Basta pensar en
los gestos: una caricia, una palmada afectuosa en el hombro del compañero que está
triste, un apretón de manos no tienen “significado” racional: no tienen valor de
información, de conocimiento. Y, sin embargo, dicen y significan muchísimo. Si un
propósito es consciente suele entenderse como una intención, intención de comunicar o
dar entender algo su interlocutor por medio del mensaje. La intención es la que
desencadena y pone en acción el cerebro y demás organismos para producir mensaje en
una situación específica.

Gráfico dos: Proceso de la comunicación bidireccional, José González Serna.

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Ambos esquemas pueden referirnos una idea clara de lo complejo del proceso
comunicativo. De acuerdo a cada acepción la comunicación integra un número diverso
de elementos que intervienen en la construcción del circuito comunicativo.

Considerando quienes participan en el proceso comunicativo se pueden distinguir varios


niveles de comunicación. Dionne Valentina Santos conceptualiza la comunicación
intrapersonal, interpersonal, grupal, organizacional y masiva.

Niveles de comunicación

Comunicación intrapersonal. La comunicación intrapersonal es, quizá, una de las


ramas comunicativas más vinculadas al conocimiento y uso del lenguaje, pero desde
una perspectiva interior. Es decir, se refiere al modo en que los individuos seleccionan y
articulan cada uno de los signos del lenguaje, pero no necesariamente para comunicar
una idea a otro, sino, también para reflexionar. Los diálogos con uno mismo, en los que
uno apela a una voz interior que en algunas ocasiones pregunta y en otras responde
acerca del sentido de la vida, o los hechos cotidianos, son ejemplos de la manera en la
que hacemos un uso íntimo, intrapersonal, de la comunicación.

Comunicación interpersonal. Como en los casos anteriores, la descripción de la


comunicación interpersonal parece un ejercicio fácil cuando, en realidad, presenta sus
propias trampas. Aunque nadie puede negar que este proceso se da entre dos o más
individuos que intercambian mensajes a través de un canal, el principal problema ha
sido delimitar el resultado de tales encuentros a partir de las características de los
emisores/receptores, su número y el canal utilizado. El debate se ha enriquecido a
últimas fechas, gracias a la inclusión de factores como el rol social, la cultura y el modo
en que los participantes construyen sus mensajes a partir del conocimiento que tienen
del otro.

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Comunicación grupal. Estableceremos una clara distinción entre “grupo” y
“organización”, pues, como estudiaremos, la comunicación organizacional se ha erigido
como una rama que favorece los procesos internos en estructuras empresariales,
políticas, sociales, educativas, religiosas o económicas, organizadas y cohesionadas por
objetivos comunes las que, a su vez, pueden contener diferentes grupos. Para Fernández
Collado, los grupos “se forman cuando dos o más personas perciben o creen que algo se
puede lograr por medio de la acción conjunta, y no por la acción individual”. Pongamos
un caso: un hombre puede preocuparse por el medio ambiente o por la corrupción en
una organización política. Aunque puede emitir críticas argumentadas en contra de
aquellos quienes dañan al planeta o derrochan recursos en campañas, no podrá actuar
con la misma efectividad solo que unido a otras personas que comparten muchas de sus
ideas. Los individuos que alcanzan lugares influyentes en cualquier esfera de la
actividad humana deben su éxito a la capacidad de relacionarse con grupos afines y
desarrollar estrategias que posicionen a sus organismos. En los partidos políticos, que
son organizaciones relativamente estables, vemos cotidianamente que los grupos luchan
entre sí para alcanzar el respaldo de la organización, sea para lanzar un candidato o para
proponer líneas de acción que transformen los procedimientos tradicionales.

Comunicación organizacional. Definir lo que es la comunicación organizacional y


establecer diferencias entre ésta y los demás procesos comunicativos es importante, por
la razón que señala Fernández Collado: “la comunicación organizacional es diferente
cualitativa y cuantitativamente, a la comunicación que se establece en otros contextos
(familiar, laboral, amistoso, etc.), debido a la presión (positiva y negativa) que se ejerce
al organizar y que la organización misma pone en la comunicación”.

De la anterior definición podemos inferir que la presión a la que hace referencia Collado
es el resultado de la necesidad que la organización tiene de cumplir con los objetivos
que la mantienen cohesionada y que dan sentido a sus actividades. De hecho, la
predominancia de los propósitos comunes es un rasgo que caracteriza a las diferentes
nociones de comunicación organizacional, como la que ofrece el mismo autor: en
términos simples, se trata de un “proceso de creación, intercambio, procesamiento y
almacenamiento de mensajes en un sistema de objetivos determinados”. A manera de
ejemplo, basta identificar tres grupos radicalmente opuestos entre sí: una empresa
desarrolladora de software, una organización religiosa dedicada a ayudar a las personas
pobres alrededor del planeta y una institución educativa. Lo más probable es que en el
primer caso existan diferentes áreas y departamentos (adquisiciones, ingeniería de
sistemas, ventas, recursos humanos, dirección general, entre muchos otros); es evidente
que cada miembro, aunque desarrolle un trabajo muy específico, no se alejará de los
propósitos, estrategias y filosofía que distinguen a su grupo. Si lo que la compañía
busca es ser líder en el desarrollo de soluciones informáticas de fácil instalación,
accesibles a los usuarios y de calidad competitiva, desde la persona que diseña los
programas hasta quien los vende, pasando por quien administra y quien dirige, en suma,
todos los trabajadores estarán sometidos a la presión de posicionar a su grupo de tal
modo. En caso de no acatar los códigos planteados (por ejemplo, el de vestimenta: nadie
quiere recibir a un vendedor en jeans y desaliñado) y, en consecuencia, de no cumplir
con lo que la empresa tiene como meta proyectar y alcanzar, el elemento puede estar
seguro de que recibirá una sanción o, en caso extremo, de que será despedido.

Lo mismo podemos decir del grupo religioso: las personas que en él participan, aunque
tengan valores cristianos, deben apegarse a uno o varios códigos que rigen la

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comunicación interna. Si alguien no está de acuerdo con rezar antes de comer en grupo,
o si gusta de organizar debates acerca de la existencia de Dios es mejor que no se sume
a una agrupación con estas características, en la que la fe y la gratitud al Ser Supremo
juega un papel importante. De poco servirá que se trate de alguien competente. Por
último, podemos analizar lo que ocurre en una escuela: si ésta es laica, los directivos no
contratarán a alguien que intente predicar el evangelio, aunque es posible que respeten
la fe que el trabajador profese, siempre que éste se apegue a los objetivos
institucionales. En el extremo contrario, las autoridades de un colegio religioso pueden
encontrar problemático que un profesor sea ateo y manifieste su desacuerdo con la
educación que se imparte. Sin embargo, en la realidad vemos que pocos individuos
aceptan el riesgo de colaborar en grupos con cuya filosofía no comulgan. Las
organizaciones, por su parte, garantizan su continuidad y funcionamiento integrando
sólo a aquellos elementos que puedan servir a sus fines.

Comunicación masiva. La comunicación masiva se convirtió en materia de estudio en


la primera mitad del siglo pasado. Así, mientras corrientes como la funcionalista
centraban su mira en la posibilidad de utilizar los canales mediáticos para transmitir
mensajes propagandísticos destinados a un gran público, los teóricos pertenecientes a la
Escuela de Francfort advirtieron que la producción en serie de películas, música y en
general todo lo que puede ser presentado como “cultura”, en realidad constituye una
“industria”, dispuesta a satisfacer a grandes capas de la población trabajadora: “Toda
cultura de masas bajo el monopolio es idéntica y su esqueleto (…) comienza a
dibujarse. (…) Y, en realidad, es el círculo de manipulación y de necesidad que la
refuerza donde la unidad del sistema se afianza más cada vez”.

Referencias bibliográficas

González Serna José. (2015). Módulo de Lenguaje y Comunicación. Recuperado de:


http://www.auladeletras.net/Aula_de_Letras/Autor.html
Niño, Víctor. (2011). Competencias de la comunicación. Hacia las prácticas del
discurso. Bogotá: Editorial ECOE.
Santos, Dionne. (2011). Fundamentos de la comunicación. México: Red Tercer Milenio.

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