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BIOMECÁNICA DEL HUESO

Hueso

Los huesos son órganos duros y rígidos que forman el endoesqueleto de los vertebrados
siendo este el tejido más resistente del organismo. Estos poseen distintas funciones, una de
ellas es formar una estructura para el sostenimiento del cuerpo, protegen órganos muy
sensibles como el cerebro, hacen posible el movimiento al ser el lugar de inserción a los
músculos además de producir células que forman parte de la sangre y realizar el metabolismo
mineral.

Clasificación de los huesos

Los huesos se clasifican en largos, cortos, planos, irregulares y sesamoideos (figura 1).

Largos:

 Tienen mayor longitud que ancho.


 Presentan una capa externa gruesa de hueso cortical y una cavidad interior donde se
encuentra la médula ósea.
 Los extremos están formados de hueso esponjoso.
 Huesos largos en el cuerpo humano: huesos de las extremidades superiores e
inferiores (excepto la rótula), huesos de la muñeca y tobillo.

Cortos:

 Tienen casi una forma cúbica y están formados principalmente por hueso esponjoso.
 La superficie externa está formada por una capa delgada de hueso cortical.
 Huesos cortos en el cuerpo humano: ubicados en manos y pies. La rótula es
considerada como un hueso corto.

Planos:

 Están donde se necesita protección de las partes blandas del cuerpo.


 Compuestos de tejido esponjoso encerrado por dos láminas planas de tejido
compacto.
 Ejemplos: cráneo, costillas.

Irregulares:

 Tienen una forma característica y particular, que no permite clasificarlos en otra


categoría.
 Compuestos por tejido esponjoso cubierto por tejido compacto.
 Ejemplos: vertebras y los huesillos del oído.

Sesamoideos:

 Son huesos pequeños y redondeados.


 Normalmente se localizan junto a articulaciones y su función es incrementar la
función de palanca de los músculos.
 Un ejemplo de un hueso sesamoideo es la rótula (patela).
Sin embargo, también se puede clasificar a los huesos de otras dos maneras según su estudio:
como tejido o como estructura.

El hueso como tejido

El tejido óseo es el componente principal del hueso, está formado por células y
sustancia extracelular, también llamada matriz ósea. Las células representan
únicamente el 2% del tejido, mientras que la matriz extracelular es el 98%.

Células

En el tejido óseo maduro y en desarrollo, se pueden diferenciar cuatro tipos de


células: osteoprogenitoras, osteoblastos, osteocitos y osteoclastos. Los tres primeros
son estadíos funcionales de un único tipo celular.

 Células osteoprogenitoras u osteógenas.

Son células madre derivadas del tejido mesenquimal, se dividen activamente


y dan origen a los osteoblastos.

 Osteoblasto.
Los osteoblastos son células óseas especializadas en producir la matriz
particular que tiene el hueso. Los osteoblastos tienen la capacidad para
replicarse, hasta que son rodeados de matriz y pasan a un estado de
mantenimiento de la misma denominadas osteocitos. Su función es
hidrolizar la matriz, en el crecimiento óseo normal en los niños, en una
quebradura y también para regular la concentración de calcio y fosfatos en
sangre. Se encargan del mantenimiento, el crecimiento y la reparación del
hueso.

 Los osteocitos
son las células principales del tejido óseo, representan aproximadamente el
95% del total de células de este tejido. Cada osteocito se encuentra situado
en una laguna tallada en la sustancia intercelular mineralizada del hueso.
Tiene una forma característica estrellada debido a que de su citoplasma
surgen prolongaciones que corren a lo largo de pequeños canales situados en
la matriz mineralizada del hueso, formando un laberinto de conductos
llamado sistema lácuno-canalicular.

 Los osteoclastos
El osteoclasto es una célula multinucleada, móvil y gigante que degrada,
reabsorbe y remodela huesos. Al igual que el osteoblasto, está implicado en
la remodelación de hueso natural. Deriva de células hematológicas. Los
osteoclastos se forman por la fusión de varias células mononucleares
derivadas de una célula madre sanguínea de la médula ósea, mostrando
muchas propiedades de los macrófagos, formando parte del sistema
monocítico macrofágico.

Sustancia intercelular

Está formada por componentes o sustancias orgánicas e inorgánicas.

Las sustancias orgánicas son las glicoproteínas como también las sales de calcio
mientras que en las inorgánicas son por ejemplo el agua o iones. • Dicha sustancia
sirve para fijar y soportar al tejido, siendo esta lo que une a las células con las
fibras.

Constituida por fibras colágenas que no son visibles en preparaciones comunes de


Hematoxilina.

Fisiología del sistema óseo

Las funciones básicas de los huesos y esqueleto son:

Soporte: los huesos proveen un cuadro rígido de soporte para los músculos y tejidos
blandos.

Protección: los huesos forman varias cavidades (*) que protegen los órganos internos
de posibles traumatismos. Por ejemplo, el cráneo protege el cerebro frente a los
golpes, y la caja torácica, formada por costillas y esternón protege los pulmones y el
corazón.
Movimiento: gracias a los músculos que se insertan en los huesos a través de los
tendones y su contracción sincronizada, se produce el movimiento.

Homeostasis mineral: el tejido óseo almacena una serie de minerales, especialmente


calcio y fósforo, necesarios para la contracción muscular y otras muchas funciones.
Cuando son necesarios, el hueso libera dichos minerales en la sangre que los
distribuye a otras partes del organismo.

Producción de células sanguíneas: dentro de cavidades situadas en ciertos huesos, un


tejido conectivo denominado médula ósea roja produce las células sanguíneas rojas o
hematíes mediante el proceso denominado hematopoyesis.

Almacén de grasas de reserva: la médula amarilla consiste principalmente en


adipocitos con unos pocos hematíes dispersos. Es una importante reserva de energía
química.

El hueso como estructura

Si consideramos el hueso como una estructura, observamos que está compuesto de:
hueso cortical, hueso esponjoso, periostio y endostio, vasos sanguíneos, nervios y
médula ósea e inserciones musculares.

El hueso posee unas propiedades mecánicas características que se comentan más


adelante y que se encuentran en íntima relación con su forma. Ésta puede ser estudiada
tanto desde un punto de vista macroscópico como microscópico:

1. Forma macroscópica. La forma de los huesos refleja una adaptación a cargas


estáticas y dinámicas, así como a su función de protección y soporte de
órganos adyacentes (huesos planos).
Los huesos pueden clasificarse, en dos tipos: tubulares (fémur, húmero, tibia,
etc.) y no tubulares. Éstos pueden dividirse a su vez en huesos planos
(escápula, cráneo, etc.) y huesos cubiformes (vértebras, huesos del carpo,
huesos del tarso).
2. Forma microscópica. Depende de la organización del colágeno, de la
organización de la hidroxiapatita y de la organización de los vasos sanguíneos.
A pesar de las diferencias en la forma macroscópica, el hueso presenta una
configuración estructural microscópica semejante, con independencia de que sea
cortical o esponjoso:

 Configuración laminar (hueso maduro).


 Configuración no laminar -plexiforme- o en encaje (hueso inmaduro).

El hueso maduro tiene una estructura laminada, constituida por fibras colágenas
mi-neralizadas y que guardan paralelismo entre ellas, bien sea en forma concéntrica
bien en forma longitudinal.

El hueso inmaduro (en encaje, no laminar, etc.) se denomina así porque las fibras
co-lágenas mineralizadas no guardan ningún paralelismo entre ellas. Esta clase de
hueso es el que primero aparece en cualquier tipo de osteogénesis y que más tarde es
reemplaza-do por hueso laminar.

En el esqueleto adulto ha desaparecido por completo el hueso inmaduro, pero puede


reaparecer en casos de fracturas, tumores óseos o en cualquier situación de aumento
en la producción de matriz ósea.

Hueso cortical maduro

El hueso cortical es el tejido óseo laminar de textura densa que rodea el hueso
esponjoso. Su grosor es variable, pero en cualquier caso está formado por un
complicado sistema de canales que en su mayoría siguen un curso paralelo al eje
mayor del hueso (canales longitudinales) rodeados por un cilindro de láminas
concéntricas (fibras de colágeno cal-cificadas) entre las cuales se encuentran los
osteocitos.

A través de estos canales, los vasos sanguíneos permeabilizan todas las zonas del
hueso cortical, de forma que no existe célula ósea que esté a más de 100/150 µ de un
vaso sanguíneo.

Existen otros canales (canales de Volkmann) orientados perpendicularmente al eje


longitudinal del hueso que sirven de conexión entre los canales longitudinales.
La estructura cilíndrica compuesta por un canal central que contiene vasos y nervios
y está rodeada de láminas concéntricas de sustancia intercelular y osteocitos, recibe
el nombre de sistema de Havers u osteona.

En los huesos largos, los canales de Havers suelen ser paralelos al eje mayor del hueso
y presentan numerosas ramificaciones y anastomosis entre ellos. El conocimiento de
las relaciones tridimensionales de los sistemas de Havers es muy limitado, debido a
las difi-cultades técnicas para su estudio.

Entre un canal de Havers y otro puede existir una porción de hueso laminar que no
posea canal central y cuyas laminillas de colágeno calcificado no estén ordenadas de
for-ma concéntrica. A esta porción del hueso cortical se la denomina hueso
intersticial.

El análisis tridimensional del hueso intersticial ha mostrado que estas láminas


inters-ticiales están en continuidad con las láminas concéntricas periféricas del
sistema de Ha-vers y que, por tanto, pueden ser consideradas como una continuación
de éste.

Hueso esponjoso maduro

El conocimiento de su estructura se debe a estudios realizados en la cresta ilíaca y en


los cuerpos vertebrales.

Este tipo de tejido óseo laminar existe en mayor o menor cantidad en todos los huesos
del cuerpo humano, y está dispuesto como un enrejado tridimensional de columnas y
placas óseas que están rodeadas por el hueso cortical y en continuidad con él a través
de superficie interna (superficie endosteal).

Las trabéculas del hueso esponjoso están constituidas por hueso laminar no
haversiano, aunque en ocasiones pueda observarse alguna osteona, y se orientan de
manera que se obtenga el máximo de resistencia utilizando la mínima cantidad de
material.

Podemos imaginarnos tridimensionalmente el hueso esponjoso, constituido por una


serie de placas óseas, sólidas o fenestradas, paralelas entre sí y conectadas entre ellas
por columnas redondeadas perpendiculares a estas placas. En el espacio entre ellas se
sitúan los elementos propios de la médula ósea.

El grosor de las placas y de las columnas no excede nunca de 150 µ.

En los huesos humanos esta imagen idealizada varía según el hueso de que se trate, y
a veces en diferentes zonas de un mismo hueso.

Además de sus propiedades mecánicas, el hueso posee tres características


(mecanismos adaptativos) que lo hacen peculiar y distinto a los demás tejidos, y le
permiten una res-puesta dinámica frente a condiciones cambiantes. Estas
características son:

 El hueso no es un tejido que cuando llega a su madurez permanece inerte. Al


contrario, durante toda su vida está en constante cambio a diferencia de los
demás tejidos. En otras palabras, existe un modelado óseo fisiológico
constante, que será comentado más adelante, que puede alterarse por múltiples
factores, entre ellos los factores mecánicos.
 El hueso posee un potencial de regeneración mayor que cualquier otro tejido.
 El hueso posee una habilidad especial para mineralizarse, a diferencia de otros
tejidos que están constituidos por materiales bioquímicos similares.

Propiedades mecánicas del hueso

El sistema esquelético tiene como función principal conferir al cuerpo humano una estructura
que por un lado es rígida, lo que le permite mantener la forma, y por otro está articulada,
facilitándole los movimientos. Asimismo, sirve de punto de anclaje al sistema muscular
permitiendo que éste realice su función. Está sometido, por tanto, a las fuerzas estáticas del
peso del cuerpo y a las dinámicas de la acción muscular y los ligamentos. También
desempeñan un papel importante los impactos, las aceleraciones y las desaceleraciones.
Contra lo que pudiera parecer, los esfuerzos soportados por el hueso dependen menos del
peso del cuerpo que de la acción muscular o de las variaciones en la aceleración que puede
sufrir. El esqueleto humano constituye el elemento pasivo de nuestro aparato locomotor de
modo que las fuerzas son transmitidas de un hueso a otro a través de las articulaciones,
permitiendo a nuestro organismo una gran diversidad de posturas y movimientos. Para poder
ejercer su función el hueso tiene tres propiedades mecánicas fundamentales que son la
resistencia, la rigidez y la elasticidad. Para comprender mejor estas propiedades sometemos
una muestra de material, en este caso de hueso, a una carga, midiendo la deformación que se
produce. Los resultados transportados a una gráfica dan una curva de carga-deformación
como la que se muestra en la figura 3-5. En la primera parte de la curva (A-B), a medida que
aumenta la carga aumenta la deformación y, al cesar la carga, la muestra recupera su forma
inicial. Se cumple por tanto la ley de Hooke según la cual la deformación es proporcional a
la carga. Esta primera parte de la curva es la llamada "región elástica" de la curva. Si a partir
del punto B, denominado también "límite elástico", continuamos aumentando la carga,
observamos que la muestra continúa deformándose hasta llegar al punto C, o "punto de
rotura", en que la muestra se rompe. La zona B-C de la curva es la llamada "región plástica"
en la que, aunque cese la carga sobre la muestra ésta no recupera su forma inicial y permanece
deformada. La forma de la curva carga-deformación que se ha descrito varía en función de
la velocidad de aplicación de la carga. A medida que aumenta la velocidad de aplicación, el
hueso se hace más resistente. Dicho en otras palabras, hace falta más fuerza para romper un
hueso bruscamente que para romperlo lentamente. La resistencia de la muestra pue-de
valorarse mediante tres factores: a) la carga que puede resistir antes de romperse; b) la
deformación que puede soportar antes de romperse, y c) la energía que es capaz de almacenar
antes de romperse. Se ha calculado que el hueso cortical sometido a tracción es capaz de
soportar alrededor de 1.400 kp/cm. La rigidez de la muestra está determinada por la pendiente
de la curva en la región elástica, y puede medirse con el módulo de elasticidad de Young,
que se obtiene dividiendo la fuerza en un punto de la región elástica de la curva por la
deformidad en dicho punto. Por tanto, cuanto más rígido es el material, más alto es el módulo
de Young. Como ya se ha comentado, el hueso cortical y el hueso esponjoso presentan una
estructura diferente lo cual condiciona, lógicamente, un comportamiento mecánico también
distinto. El hueso cortical es más rígido que el esponjoso y puede soportar más carga, pero
menos deformación que este último. El hueso cortical se fractura cuando su deformación
excede el 2 % de su longitud inicial mientras que el hueso esponjoso so-porta hasta el 7 %
de deformación. Asimismo, debido a su estructura porosa, el hueso esponjoso parece tener
mayor capacidad de almacenamiento energético. El hueso es un material anisotrópico y, por
tanto, se comporta desde un punto de vista mecánico de forma diferente en función de la
dirección en que se aplique una fuerza. Es más resistente a la compresión en sentido
longitudinal que en sentido radial o tangencial. Se ha podido comprobar también que el hueso
seco es más resistente que el hueso hidratado. Este fenómeno depende de la velocidad de
aplicación de la carga: si ésta se apli-ca en forma de impacto, el hueso hidratado se vuelve
mucho más resistente, y presenta mayor capacidad de absorción energética. Este hecho pone
en evidencia otra característica mecánica del hueso que es su viscoelasticidad.

Elasticidad y plasticidad

La elasticidad es la propiedad de un material de recuperar su forma inicial una vez que deja
de aplicarse sobre él una fuerza. La plasticidad es la propiedad opuesta: la deformación
plástica se mantiene incluso cuando cesa la fuerza. Las proporciones de la resistencia total
soportadas en condiciones de comportamiento elástico y plástico se pueden expresar de la
siguiente manera:

elasticidad = σult - σy

plasticidad = (σult - σy)/σul

Un ejemplo de material elástico es el caucho, mientras que un material plástico sería, por
ejemplo, la plastilina.

Rigidez y flexibilida

La rigidez es una característica de los materiales que hace que se necesiten grandes esfuerzos
para inducir una pequeña deformación elástica en el material. Corresponde a la pendiente de
la región elástica de la curva carga-desplazamiento (rigidez extrínseca, extrinsic stiffness, S),
expresada en N/m; o de la curva esfuerzo-deformación (módulo de elasticidad o de Young,
E), expresada en Pa. Cuando se habla de rigidez, debe hacerse como una característica del
conjunto de la estructura, mientras que la rigidez del material se indicará con el módulo de
Young. Es frecuente encontrarse con el concepto rigidez en ambos contextos, lo que puede
llevar a confusión, por lo que se recomienda emplear la flexibilidad para describir la
característica estructural, y el módulo de elasticidad para la propiedad material [11]. La
flexibilidad (flexibility) es la propiedad opuesta a la rigidez. Un material flexible es aquél
que muestra una gran deformación en la zona elástica, antes de alcanzar la zona plástica. Un
material con un módulo de Young pequeño sufrirá grandes deformaciones con pequeños
esfuerzos, mientras que un material con un módulo de Young elevado sufrirá pequeñas
deformaciones con grandes esfuerzos. El papel y la tela, por ejemplo, son materiales
flexibles. Por el contrario, las cerámicas o el vidrio son materiales rígidos, ya que cuando se
doblan, se rompen.

Tenacidad, trabajo de rotura y resiliencia

La tenacidad (toughness o tenacity, u) es la capacidad del material para resistir la


deformación plástica. La tenacidad representa la cantidad de energía absorbida hasta que
aparece la fractura [12]. Se obtiene cuantitativamente por medio del cálculo del área bajo de
la curva que forman las partes elástica y plástica en la gráfica esfuerzo-deformación. Los
materiales que, como el hierro, resisten los golpes sin romperse se llaman materiales tenaces.
Si la información sobre la tenacidad se obtiene en la curva carga-desplazamiento, es decir,
se refiere a la estructura en lugar de al material, se habla de energía necesaria para fracturar
o trabajo de rotura (work to failure, U).

La tenacidad no debe confundirse con la dureza superficial, que se refiere a la resistencia de


un material a ser rayado o indentado. La tenacidad da cuenta de la energía absorbida hasta
que se produce la fractura, calculándose mediante el área bajo la curva desde el punto inicial
hasta el punto de fracaso, mientras que la resiliencia (resilience) representa la energía que el
material puede absorber sin experimentar una deformación permanente, es decir, solamente
tiene en cuenta la cantidad de energía absorbida durante la deformación elástica
(correspondería al área bajo la curva desde el punto inicial hasta el punto de vencimiento).
La resiliencia se define como la capacidad del material para resistir la deformación elástica.
Un elevado grado de resiliencia se encuentra por ejemplo en el cartílago de las articulaciones.

Resistencia

Por lo tanto, las características obtenidas de la curva carga-desplazamiento (fuerza máxima,


desplazamiento máximo, rigidez extrínseca y trabajo de rotura) nos proporcionarán
información relativa a las propiedades mecánicas extrínsecas o estructurales, referidas al
hueso como estructura. Sin embargo, la información que obtenemos de la curva esfuerzo-
deformación (esfuerzo máximo, deformación máxima, módulo de Young y tenacidad) se
refiere al tejido óseo como material, conociéndose como propiedades biomecánicas
intrínsecas o materiales. Pero entonces, ¿qué es la resistencia ósea? La resistencia (strength)
estima la oposición efectiva de un material a perder su integridad, es decir, a fracturarse,
definiéndose como la fuerza necesaria para desencadenar el fracaso mecánico de dicho
material bajo unas condiciones específicas de carga. A partir del punto de vencimiento en la
gráfica esfuerzo-deformación, comienza la denominada zona plástica, en la que pequeños
incrementos del esfuerzo provocan aumentos de deformación relativamente grandes, lo que
indica que una parte de la estructura del material ha comenzado a fracasar. La resistencia
máxima, o simplemente resistencia, no es más que el esfuerzo máximo necesario para
fracturar el material. La fuerza máxima se usa también en ocasiones como un indicador de la
resistencia del objeto, pero hay que tener en cuenta que solamente debe usarse para comparar
muestras con la misma composición y mismo tamaño.

Viscoelasticidad

Aunque el comportamiento mecánico de muchos sólidos se aproxima a la ley de Hooke


(comportamiento elástico) y el de muchos líquidos a la ley de Newton (comportamiento
viscoso), ambas leyes son idealizaciones. Al aplicar una carga sobre un sólido elástico éste
se deforma hasta que la fuerza cesa y la deformación vuelve a su valor inicial. Si la carga se
aplica sobre un fluido viscoso también se deforma, pero no se recupera, aunque cese la carga.
En el caso de un material viscoelástico, el objeto sobre el que se aplica la fuerza recupera
parte de la deformación. La viscoelasticidad es un fenómeno que describe las características
mecánicas de los materiales en función del tiempo. El hueso, al igual que la mayoría de los
materiales biológicos, es un material viscoelástico. Para cuantificar las propiedades
mecánicas de un material viscoelástico debemos tener en cuenta la relajación (stress
relaxation) y la fluencia (creep). La relajación es la disminución de la tensión en un material
sometido a una deformación constante, mientras que la fluencia es el aumento gradual de la
deformación en un material sometido a una carga constante [16].

El comportamiento viscoelástico se describe mediante tres variables: el módulo de


almacenamiento (storage modulus, E′), el módulo de pérdida (loss modulus, E″) y la fricción
interna (loss tangent, tan δ). En los materiales viscoelásticos se calcula un módulo complejo
(E*), que es una medida de la resistencia que opone el material a la deformación y reúne la
respuesta elástica, a través del módulo de almacenamiento (relacionado con el
almacenamiento de energía), y viscosa, a través del módulo de pérdida (relacionado con la
disipación de la energía).

Fractura y fatiga

Como ya se ha visto, cuando sobre el hueso se ejerce una fuerza se producirá una deformación
en condiciones elásticas primero y en condiciones plásticas después, hasta alcanzar el punto
en el que se produce la fractura o fracaso mecánico del hueso. Sin embargo, es frecuente que
la fractura aparezca en un hueso sin que se haya alcanzado el esfuerzo máximo que puede
soportar. La fatiga (fatigue) es el daño que se produce en un material debido a esfuerzos
repetidos por debajo del esfuerzo máximo. Los ciclos de carga sobre un material pueden
provocar el fallo, aunque dichas cargas estén por debajo del valor de ruptura. Por ejemplo,
en un hueso humano un esfuerzo puede provocar una microfractura sin que el hueso rompa
completamente. Si este esfuerzo se repite durante varios ciclos consecutivos, la microfractura
se propagaría provocando la ruptura total de la estructura.

Ensayos mecánicos de compresión y tracción

Los ensayos mecánicos de compresión y tracción son pruebas estandarizadas en las que la
muestra se somete a una fuerza uniaxial en una máquina universal de ensayos mediante
fuerza o desplazamiento controlado (Figura 5).

Las probetas para los ensayos de tracción o tensión deben adoptar formas cilíndricas o
prismáticas, con extremos ensanchados, tanto para facilitar su sujeción en la máquina de
ensayos, como para asegurar la rotura de la misma dentro de la región de menor sección
(Figura 4). Aunque el ensayo de tracción es uno de los métodos más precisos para la
determinación de las propiedades mecánicas óseas, la obtención de muestras de hueso para
estos ensayos resulta muy compleja. En el caso de muestras de hueso trabecular, que pueden
fracturar fácilmente al sujetarlas en los útiles de la máquina de ensayos, se suelen incrustar
los extremos de la muestra en resinas plásticas. Las proporciones de las distintas medidas de
la probeta derivan de los estándares de la ASTM (American Society for Testing and
Materials).
En el caso de ensayos de compresión, las muestras consisten comúnmente en cubos de unos
8 mm de lado o cilindros de 8 mm de diámetro. En ensayos de compresión con hueso
trabecular se ha demostrado que el módulo de Young se determina a la baja debido a los
efectos de la fricción entre los platos y las superficies de la muestra, y a los daños sufridos
en las propias superficies durante la obtención de la muestra [17]. Para minimizar estos
efectos se recomiendan muestras cilíndricas con una relación de 2:1 longitud-diámetro [18].
Es muy importante asegurarse de que las superficies de los extremos son paralelas entre sí
para evitar errores durante el ensayo. Actualmente, incluso se dispone de platos de
compresión autoajustables para compensar la falta de alineamiento de las superficies.
Tanto en los ensayos de compresión como en los de tracción, es habitual el uso de un
extensómetro que se fija por sus propios medios al objeto ensayado. Este hecho, además de
permitir la determinación de la deformación producida en la probeta, disminuye posibles
errores en las mediciones al excluir las deformaciones causadas en los agarres, los platos de
la máquina, etc. La muestra se carga en compresión o tracción a fuerza constante (N/s) o
desplazamiento constante (m/s) y los datos de fuerza y acortamiento o alargamiento de la
muestra se recogen a través del transductor de fuerza y del extensómetro.

El esfuerzo puede calcularse como:

donde P es la carga aplicada y A el área de la sección transversal de la muestra. La


deformación se calculará como

donde δ es el desplazamiento de la muestra y L0 la longitud inicial de la misma. De este


modo podemos obtener la curva esfuerzo-deformación. A partir de esta curva podremos
calcular el módulo de Young como la pendiente de la región lineal de la curva (zona elástica)

El área bajo la curva esfuerzo-deformación nos dará el valor de tenacidad (u) del material. El
valor de esfuerzo máximo (σult) nos indicará la resistencia de la muestra a fuerzas de tracción
o compresión.

Ensayos mecánicos de torsión

Los ensayos de torsión se realizan para determinar las propiedades mecánicas de un objeto
cuando se le aplican fuerzas de corte. Las muestras para ensayos de torsión (normalmente
con sección transversal circular) se enganchan por los extremos a los soportes de la máquina
de ensayos y se giran hacia lados contrarios desde sus extremos, produciéndose fuerzas de
corte hasta la rotura de la muestra [19]. El momento de fuerza (torque, T) se mide mediante
un transductor y el ángulo de rotación (twist angle, Φ) mediante un sensor, ambos
incorporados en la máquina de ensayos. Con estas dos variables y las dimensiones de la
muestra ensayada, podemos calcular el esfuerzo de corte (shear stress, τ)

donde T es el momento de fuerza, r el radio de la muestra, Ip el momento de inercia polar de


la sección transversal. La deformación de corte (shear strain, γ) será:

donde Φ es el ángulo de rotación, r el radio de la muestra y L su longitud.


El módulo elástico de corte (shear modulus, G) se obtiene de la pendiente de la región elástica
de la curva:

De la misma forma que en los ensayos de compresión o tracción, el esfuerzo máximo (τult)
nos indicará la resistencia del hueso a la torsión.

Existen dos tipos habituales de ensayos de flexión: flexión en tres puntos y flexión en cuatro
puntos (Figura 5). En ambos casos la muestra se coloca sobre dos soportes, pero para flexión
en tres puntos la fuerza se aplica por la parte superior en el centro del espécimen (aplicándose
en el centro el momento máximo de flexión); mientras que para flexión en cuatro puntos, dos
fuerzas iguales se aplican simétricamente en la cara superior, de manera que el momento de
flexión se reparte uniformemente por la región situada entre ambos puntos de aplicación [19].
Estos ensayos se emplean a menudo para determinar la resistencia de huesos largos. Debido
a que la obtención de las muestras resulta relativamente sencilla, su uso está muy extendido.
Cuando un hueso se carga en flexión se está sometiendo a una combinación de fuerzas de
compresión (que actúan por una cara del hueso) y de tracción (que actúan por la cara opuesta).
Como el hueso es menos resistente a la tracción, la fractura se inicia en la superficie que sufre
las fuerzas de tracción, propagándose hacia la superficie de compresión y provocando la
aparición de fuerzas de corte, hasta alcanzar una fractura en "ala de mariposa" (con dos líneas
de fractura oblicuas que forman ángulo entre sí y delimitan un fragmento de forma
triangular), característica de los ensayos de flexión.

Utilizando la teoría de flexión de vigas y asumiendo que el hueso tiene un comportamiento


elástico lineal, calcularemos el esfuerzo y la deformación en un ensayo de flexión en tres
puntos del siguiente modo [10,16,20

donde P es la carga aplicada, L es la distancia entre los soportes, c es la mitad del diámetro
externo menor de la sección transversal del hueso en el punto de aplicación de la fuerza
(sección media de la diáfisis del hueso), e I es el momento de inercia de la sección transversal
elíptica. El momento de inercia para una elipse hueca puede calcularse del modo que hemos
visto en el apartado de "Conceptos referidos a las dimensiones del material". La deformación
se obtendrá:
Una estimación del módulo de elasticidad se puede calcular a partir de la curva carga-
desplazamiento obtenida [21], calculando el momento de inercia (I) y con el valor de la
distancia entre soportes L, como:

De forma similar, para los ensayos de flexión en cuatro puntos, calcularemos el esfuerzo
como:

donde a es la distancia entre un soporte y el punto de aplicación de la fuerza más próximo.


El módulo de elasticidad se estima con la siguiente fórmula [16]:

1. Fuerzas a que pueden ser sometido un hueso

El hueso está constantemente sometido a muchos tipos de fuerzas de forma simultánea, las
que se ven en la figura siguiente

1.1. Fuerza de comprensión

Dos fuerzas iguales y opuestas sobre el hueso, que provoca acortamiento en la dirección de
la aplicación de las fuerzas y el ensanchamiento lateral del mismo. Las fuerzas máximas se
dan en una plano perpendicular al de la line de carga. Ejm. Aplastamientos verticales.

1.2. Fuerza de tracción

Dos fuerzas iguales que se aplican en el sentido contrario sobre el hueso, alargando en esa
dirección y haciéndolo mas estrecho también. Fuerzas máximas en plano perpendicular a la
línea de carga. Ejm. Arrancamiento de la estiloides del quinto metatarsiano, por tracción del
tendón del peroneo lateral corto.

1.3. Fuerzas de cizallamiento


La fuerza es perpendicular a la superficie del hueso y las fuerzas máximas son en un plano
paralelo a la aplicación de la fuerza. El hueso cortical soporta mas la comprensión que la
tracción y la tracción mejor que el cizallamiento. Ejm. Fractura intercoldilea del femur.

1.4. Fuerzas de flexión

Fuerzas hacen que se doble sobre su eje mayor, habiendo comprensión y tensión en este y
donde la magnitud será mayor en puntos más alejados del eje neutro. Ejm Fractura del
antebrazo al caer y colocar las manos sobre el suelo.

1.5. Fuerzas de torsión

La fuerza aplicada tiene a hacer rotar al hueso alrededor de su eje, aparecen fuerzas de
cizallamiento más intensas a más alejado del eje neutro. Ejm. Fractura espiroidea de tibia,
que se produce cuando se esquía al caer rotando sobre el pie anclado por el esquí.

2. Concepto de fatiga ósea

A mayor número de repeticiones de una carga inferior al de su resistencia, el hueso puede


fracturarse, además la frecuencia debe será alta como para no permitir al hueso se recupere
(proceso de formación-resorción)

Factores que influyen en las propiedades mecánicas del hueso.

Las propiedades mecánicas del hueso pueden verse influenciadas por diversos factores como
el tamaño y la forma del hueso, su composición y la actividad muscular.

Tamaño y forma del hueso

La resistencia de hueso esta influenciadas por su tamaño tanto en la tracción como en la


compresión. Cuanto mayor sea, mayor es su resistencia.

La resistencia a la flexión de hueso, está determinada también por su forma y su longitud.


Cuanto mayor cantidad de tejido óseo existe alrededor del eje neutro, más resistente es a la
flexión. Cuanto mayor sea la longitud del hueso, mayor es el momento flector y la fuerza
aplicada sobre él.

La resistencia a la torsión del hueso también está determinada por el tamaño y la forma de
este. Cuanto más grande es el hueso y cuanto más alejada del eje neutro está situada la masa
ósea, más resistente es.

Composición del hueso

Diversas situaciones fisiológicas o patológicas modifican la composición del hueso. Entre


ellas cabe destacar la obesidad, la menopausia, el envejecimiento, la enfermedad de Paget.
La osteoporosis, el hiperparatiroidismo, etc. Como es lógico, al modificarse la estructura del
hueso, se modifican sus propiedades mecánicas.

De todas las situaciones comentadas, la más frecuente es el envejecimiento en el que se


produce una pérdida de masa ósea, Esta perdida afecta tanto el hueso cortical que pierde
diámetro y se adelgaza, como el esponjoso en el que disminuye el número de trabéculas, que
a su vez se hacen más delgadas. Estudios recientes indican que esta pérdida de masa ósea
afecta más la resistencia del hueso esponjoso que la del hueso cortical. Esto se explica por la
estructura cubica de este ultimo de tres dimensiones, en la que una reducción de un tercio de
masa ósea implica una reducción de nueve veces en sus propiedades mecánicas.

Esta pérdida de la resistencia en el hueso del anciano justifica la frecuencia de fracturas en


él.

Actividad muscular

En el esqueleto humano, los ejes anatómicos y mecánicos de los huesos no coinciden ,


por lo que el hueso vivo, además de ser solicitado mecánicamente a compresión, también lo
es en flexión. La contracción muscular tiene como función regularizar las cargas que son
transmitidas por el hueso, neutralizando las fuerzas de tracción y haciendo trabajar el hueso
a compresión.

Los músculos tienen, por tanto, una función protectora del hueso. Cuando falla la contracción
muscular, por fatiga o por parálisis, se favorecen las lesiones óseas. De ahí la mayor
incidencia en los deportistas cuando estos alcanzan estados de fatiga importantes.
Remodelación ósea

Por la ley de Wolff sabemos que el hueso adapta su tamaño, forma y estructura a las
solicitaciones mecánicas que recibe. Como se ha comentado, el hueso vivo está sometido
constantemente a un proceso continuo de formación-resorción.

Este proceso tiene lugar de forma equilibrada bajo unas condiciones mecánicas que
podríamos llamar “ideales”. Si las solicitaciones mecánicas reales son superiores o inferiores
a las ideales, aumenta o disminuye la formación ósea, hasta un techo máximo en que aparece
una resorción patológica de hueso. Esto explica hechos tan frecuentes en la práctica diaria
con que el tamaño del hueso de una pierna hechos tan frecuentes en la práctica diaria como
que el tamaño del hueso de una pierna paralizada sea inferior al de una pierna sana, que
después de la inmovilización da una fractura del hueso pierda masa ósea, o que el húmero de
un tenista esté más desarrollado en la extremidad que soporta la raqueta contralateral.

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