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Arquitectura
Almudena Martínez Olmo
Grado en Fundamentos de Arquitectura
Historia del Arte
Tema 1
El arte en el mundo clásico
Grecia y Roma
Grecia 3
1. Antecedentes 3
1.1. Creta 3
1.2. Micenas 4
2. Características generales y evolución de la arquitectura griega. Los órdenes clásicos 6
4. La escultura griega 8
5.1. Escultura arcaica 8
5.2. Escultura en la transición al clasicismo 9
Roma 15
1. Antecedentes del arte romano. Los etruscos 16
1.1. Arquitectura y urbanismo 16
1.2. Escultura 17
1.3. Pintura 17
2. La arquitectura romana 17
4. La escultura romana 21
4.1. Los retratos 22
4.2. El relieve histórico 23
5. La pintura y el mosaico romanos 25
Grecia
La civilización griega surge entorno al 1.100 a.C. con la invasión doria del sur de Grecia, que acaba
con las culturas preclásicas. Los dorios traen consigo una serie de ideas que van a determinar la
organización social, el pensamiento y, por tanto, el arte.
Frente a las culturas teocéntricas dominadas por un gran líder al que todo el pueblo se somete, los
griegos valoran ante todo al hombre, convirtiéndolo en la medida de todas las cosas. El arte deja de
estar únicamente al servicio divino o del monarca para pasar a pertenecer al ciudadano. Además, pierde
su funcionalidad, ya no sirve como ofrenda a las fuerzas que dominan, sino que se aprecia simplemente
por su belleza e idealismo racional, basado en las medidas y las proporciones. La religión, de hecho,
deja de ser una fuerza misteriosa y opresora del individuo y se humaniza, lo que determina una
sociedad más educada y libre. Organizan el territorio en ciudades estado, las polis, que tienen una gran
independencia.
El arte griego se desarrolla en el Ática, el Peloponeso y la cuenca del mar Egeo, incluidas sus islas, así
como en las colonias mediterráneas que se extendían desde Asia Menor hasta la Península Ibérica.
Se pueden distinguir las siguientes fases:
Periodo geométrico (X – VIII a.C): las principales manifestaciones son cerámicas y esculturas de
pequeño tamaño.
Periodo arcaico (siglos VIII – VI a.C): la actividad comercial implica la llegada de influencias más
allá de las culturas minoica y micénica, como la oriental (que se extiende hasta el siglo VII a.C.) Se
desarrolla el urbanismo y se construyen los primeros templos. Se difunden las ideas pitagóricas de
proporción y simetría.
Periodo clásico (V – VI a.C.): manifestaciones artísticas más características. Aparecen los grandes
nombres del arte griego.
Periodo helenístico (desde la muerte de Alejando Magno en el 323 a.C. hasta la conquista romana
en el 31 a.C.): la influencia griega se extiende por todo el Mediterráneo. El arte se caracteriza por
una barroquización de las formas.
1. Antecedentes
1.1. Creta
La estructura social de las ciudades cretenses era similar a la egipcia y a la mesopotámica, con
una figura de poder al frente, el minos, y una religión de gran importancia basada en la
adoración a la madre tierra.
Todos los elementos arquitectónicos de los palacios se decoraban con pintura mural de vivos
colores. Podemos encontrar paneles con pintura figurativa, de influencia oriental y de carácter
naturalista. Son obras de gran formato que suelen estar enmarcadas por denteiones o por
ondas. Representan escenas de la vida cotidiana con un gran dinamismo. Aparecen hombres
y mujeres, los primeros siempre con la piel más tostada. La policromía se hacía con tintas
planas, pero consiguiendo gran verosimilitud. Además de hombres y mujeres, aparecen otros
elementos determinantes de la cultura minoica, como el toro, que era el animal sagrado, o el
mar. En el palacio de Cnosos, por ejemplo, se localizaba la Danza del toro o Taurocatapsia,
que ahora puede contemplarse en el Museo Heraklion de Creta. En este museo también se
custodia el Príncipe de los Lirios, que cumple con los convencionalismos de la pintura cretense:
frontalidad del torso y del ojo, tintas planas, línea fina y curvada que delimita los contornos,
aunque prima el color.
Por otro lado, entre la cerámica cretense destaca el taller de Camares, célebre por sus motivos
decorativos. Recurrían a tanto a temas geométricos como figurativos, y se caracterizaba por
utilizar espirales y formas onduladas y sinuosas.
1.2. Micenas
Un fuerte terremoto destruyó la mayoría de las ciudades cretenses en torno al 1700 a.C,
Destacan en este aspecto las tumbas reales que, de acuerdo con el tipo mediterráneo de
cámara precedida de corredor, derivan en un tholos (construcción de planta circular)
subterráneo de grandes dimensiones cubierto con una falsa cúpula levantada por aproximación
de hileras de sillares. El Tesoro de Atreo, en Micenas, es un claro ejemplo. En estas tumbas
se han encontrado importantes ajuares con abundancia de vasijas y máscaras de oro, como la
Máscara funeraria de Agamenón, armas, vasos, joyas, etc.
Otra de las construcciones micénicas más destacables es el megarón, una de las estructuras
que formaba parte de los palacios micénicos. Son espacios adintelados que se situaban en uno
de los flancos del patio. El megarón estaba compuesto por una estancia principal precedida de
un doble pórtico. Se considera que son el antecedente de los templos griegos. Podemos
encontrar ejemplos de megarones en los palacios de Micenas y de Tirinto.
El orden dórico se comenzó a usar en el periodo arcaico y fue utilizado, por ejemplo, en el Partenón.
Es más sobrio y austero que los demás. El fuste de las columnas se ensancha en el centro, lo que se
denomina éntasis.
El jónico procede de la zona de Asia Menor y se desarrolla también durante el periodo arcaico aunque
algo después que el dórico. Es más esbelto y estilizado que este. La columna apoya sobre una basa y
ya no hay éntasis, aunque sí se estrecha ligeramente hacia la parte superior. El capitel se caracteriza
por las volutas que lo decoran. Un ejemplo representativo de este orden es el templo de Atenea Nike
en la Acrópolis ateniense.
El orden corintio surge en el siglo V a.C. aunque su uso se extiende en el IV a.C. Es muy habitual
encontrarlo en la arquitectura helenística. Es el más estilizado de los tres, el capitel se decora con de
hojas de acanto. El ábaco, ya no tiene forma prismática, sino que adopta formas curvas, lo que permite
resolver mejor las esquinas y las construcciones curvas. En la Linterna de Lisícrates, en Atenas, se
utilizó este orden.
Los primeros templos del periodo arcaico son de orden dórico, de un aspecto más pesado y severo,
con columnas robustas y un pronunciado éntasis. Posteriormente llega desde las colonias de Asia
Menor el orden jónico, lo que no quiere decir que se abandone el primero, coexisten e incluso llegan a
usarse de manera yuxtapuesta. Comienzan a realizarse correcciones ópticas. Ejemplos significativos
de este periodo son el templo de Apolo en Corintio y el templo de Hera, también conocido como la
Basílica, en Paestum.
Las primeras manifestaciones escultóricas de este periodo son las xoanas, pequeñas
estatuillas de mujeres talladas en madera, relacionables con las representaciones de venus
neolíticas. Las conocemos por testimonios literarios y al parecer tenían un fin ritual. Sin
embargo, los ejemplos más representativos de este periodo son las esculturas de Kuroi y korai
(kouro y koré en singular).
Las korais son representaciones femeninas, cuyos rasgos formales coinciden con los de los
kurois. Inmortalizan a las doncellas de los templos, pero no aparecen desnudas, sino cubiertas
con ropajes. La influencia doria o jonia se distingue en estos: si la caída es lisa, entonces nos
encontramos ante una escultura de influencia doria, sin embargo si tiene pliegues sería jonia.
Su procedencia también diferencia el tipo de tocado que van a lucir. A diferencia de los kurois,
pueden tener un brazo levantado, en actitud votiva. Como ejemplos se pueden destacar la koré
del peplo del Museo de Atenas (530 a.C.) que aún conserva restos de policromía, o la koré de
la Acrópolis (510 a.C.).
Policleto nació en Argos, la ciudad de los broncistas, por lo que su producción fue fundida en
este material. Preocupado por el estudio de la proporción del cuerpo humano, escribió un
tratado, actualmente perdido, titulado Canon. En él, establece el canon de siete cabezas, es
decir, la cabeza tiene que medir una séptima parte del total de la altura de la figura. Define
además la proporción de los tercios para el rostro: la altura de este puede dividirse en tres
partes iguales: altura de la frente, altura de la nariz y desde el final de la nariz al mentón.
El canon que establece implica cuerpos robustos, como el del Doríforo (9) (450 – 455 a.C.).
Esta escultura, originalmente broncínea, pero que conocemos por las copias romanas en
mármol, representa a un joven en plenitud física en actitud de marcha sosteniendo una lanza
al hombro. El equilibrio entre brazos y piernas, con un pie ligeramente atrasado y levantado,
crean un contraposoto que refleja un movimiento sereno. Otra de sus obras más conocidas es
el Diadumeno (10) (ca. 420 a.C.), un atleta que se ata la cinta de la victoria a la cabeza.
Comparte las características del Doríforo, pero el resultado es más ágil y simétrico.
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La cumbre de la escultura griega está representada por Fidias, quien alcanzó la perfección
técnica en sus obras, de un naturalismo pleno e idealizado. En estas se representa una belleza
Destacan los relieves para la decoración del Partenón (ca. 425 a.C.), que realizó junto con su
escuela. En ellos ya se percibe cierta transición hacia el movimiento. En los frontones se
desarrollan escenas de dioses y temáticas relacionadas, como la lucha entre Atenea y
Poseidón del frontón occidental. Las figuras se adaptan al marco arquitectónico que las
contiene, en este caso el triángulo, adoptando diferentes posturas (11). En las metopas se
representan escenas de guerras mitológicas y en el friso que recorre el perímetro, la procesión
de las Panateneas (12), relieve pictórico en el que las jóvenes son representadas con gran
elegancia y belleza.
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Praxíteles se caracteriza por su expresividad. Sus obras destacan por la gracia juvenil y la
sensualidad que transmiten. Dedica parte de sus obras a retratar la belleza femenina, y divulga
el desnudo de este sexo. En la composición destaca la curvatura de la cadera que es
característica de este autor, por lo que se la denomina curva praxiteliana. Sus obras están
esculpidas en mármol generalmente. La Venus de Cnido (360 a.C.) (14) es el primer desnudo
completo de la estatuaria griega. Representa el momento fugaz en que la diosa se desnuda
para darse un baño. Hermes y el niño Dionisos es un grupo escultórico, composición también
poco frecuente. Las miradas de los personajes componen un triángulo visual. El canon utilizado
es el de Policleto de siete cabezas. Destaca el cabello, que está abocetado, buscando el
contraste con la anatomía. El Apolo Sauróctono (15) tiene un aspecto ligeramente afeminado
y la composición es ligera, con un movimiento ondulado, ligeramente inestable.
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La escuela de Rodas, una isla al sur de Anatolia, produce obras con un sentido monumental.
Una de las siete maravillas del mundo es obra de esta escuela, el Coloso de Rodas (principios
del siglo III a.C.), una colosal escultura de bronce del dios Helios que protegía la ciudad de
Rodas, pero que se derrumbó tras un terremoto. Una de las obras que sí ha llegado hasta
nosotros es Laocoonte y sus hijos (16) (mediados del siglo I a.C.). Descubierta a principios del
siglo XVI, es una de las obras que más influyó en el Renacimiento, y en concreto en Miguel
Ángel. En el grupo, la figura central es Laocoonte, un sacerdote de Apolo castigado por los
dioses que envían dos serpientes marinas para acabar con sus hijos en un episodio de la guerra
de Troya. La composición triangular, que se rige por una marcada línea diagonal, es altamente
inestable, apoyándose mínimamente en los dedos. Destaca el gesto patético y el canon
hercúleo de los cuerpos. El cabello desordenado crea un juego de claroscuro, gracias al uso
del trépano (instrumento que permitía perforar la piedra de manera más profunda que el cincel
y que permite crear un mayor juego de luces y sombras). La Victoria de Samotracia (ca. 190
a.C.) fue mandada esculpir para conmemorar una batalla naval y colocada en la proa de un
barco. Se trata de una diosa alada, en un gesto de poder y magnificencia. Los paños de los
ropajes se pliegan a su figura, agitados, asimétricos, simulando el efecto del viento, en una
paso más a la técnica de paños mojados.
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De la escuela de Alejandría destaca la Alegoría del río Nilo. El río más caudaloso de África es
representado por un hombre de cuerpo hercúleo, recostado plácidamente sobre una esfinge y
un cuerno de la abundancia que simboliza la fertilidad de la su ribera. Los niños que juegan a
su alrededor son los afluentes. Destacan los escorzos, la inestabilidad y los juegos de
La escuela de Pérgamo, influida por Scopas, destaca por su dramatismo. Son suyos los
relieves del friso del Altar de Zeus en Pérgamo, que representan la gigantomaquia. Bajo el
mandato de Atalo I se derrotó a los galos, por lo que se hicieron una serie de grupos
escultóricos conmemorativos que se caracterizan por el pathos, patético y dramático. Destacan,
por ejemplo, el Gálata moribundo y el Gálata Ludovisi.
Apolonio, de la escuela de Atenas, fue el autor del torso de Belvedere (17), muy influyente
también durante el Renacimiento. Destaca por la fuerza de la anatomía que se gira y retuerce
sobre si propio eje. De esta escuela es también el Niño de la espina (siglo I a.C.).
Otra obra muy importante de este periodo, aunque no está adscrita a ninguna de estas escuelas
es la Venus de Milo (18) (siglo II a.C.) en la que se aprecia claramente la influencia de
Praxíteles. Se trata de una mujer semidesnuda, cuya piel, suave, contrasta con el juego de
pliegues y paños mojados que reflejan su anatomía. Es una obra con gran repercusión en el
arte posterior.
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De la cerámica han llegado hasta nosotros muchas más evidencias. Durante todas las etapas, su
producción fue muy abundante. Tenía tanto una función práctica como decorativa, por lo que, en estos
casos se desarrollaron formas bellas y hermosas decoraciones.
Se desarrolla durante la llamada Época oscura (1200 a.C. – siglo VIII a.C.). En un principio, y
Tras un periodo de influencia oriental, la cerámica ática se impone, alcanzando un alto grado
de perfeccionamiento de la técnica y los estilos. Se desarrollan las distintas tipologías de los
recipientes: ánforas, cántaros, cráteras, hichia, píxide, Kílix, lequitos, etc.
A finales del siglo VI, encontramos otra tendencia, la de figuras rojas. En ella se intenta crear
cierta perspectiva y profundidad. Son típicos los temas mitológicos. En esta técnica, se cubría
de barniz negro toda la pieza reservando las figuras, en cuyo interior se dibujaban los detalles
con líneas muy finas de barniz negro y otros colores, como el blanco, para piel femenina.
A principios del siglo V a.C., la cerámica se caracteriza por adaptar los grandes temas
pictóricos. Por ello, las composiciones se complican y se vuelven más narrativas. Los
ceramistas integran efectos de perspectiva y clarosucro. Se siguen trabajando temas
mitológicos, a los que se añaden escenas amorosas y competiciones deportivas.
Entre finales del siglo V y principios del IV, se utiliza también la técnica de fondo blanco. Esta
se usaba solo para decorar cerámica funeraria porque no tenía mucha resistencia. Consistía
en cubrir la superficie del recipiente con un engobe blanco sobre el que se dibujaban los
contornos de las figuras con una línea de barniz muy fina.
Roma
El Imperio Romano llegó a extenderse por gran parte de Europa, Asia y África, pero tuvo su origen en
el pueblo latino, asentado en las aldeas de las colinas del Lacio. En principio este núcleo se configuró
como una monarquía etrusca, pero en el 509 a.C. una revuelta terminó con la expulsión del monarca y
abrió paso a la República latina. La República estaba concebida de manera aristocrática, pues era
manejada por los patricios, y se sustentaba en una serie de instituciones: los comicios, el senado, etc.
La sociedad romana estaba muy jerarquizada. Los patricios, hombres libres y privilegiados,
acumulaban el poder, a diferencia de los plebeyos que, aunque libres, carecían de privilegios. Por
último, en la base de la pirámide social, se encontraban los esclavos.
La cultura romana, heredera de la griega, supone la culminación de la cultura del Mediterráneo. Roma
va a ser la gran transmisora de la cultura griega. Sin embargo, a diferencia del carácter filosófico de
Grecia, la mentalidad romana es primordialmente práctica. Esto supone un gran desarrollo de
disciplinas como el derecho, la lengua, la literatura, las obras públicas, etc.
El arte romano se desarrolla entre el siglo III a.C. y el V d.C. Parte del arte griego y del arte etrusco
llegando a adquirir una personalidad propia. El carácter pragmático se ve reflejado en el arte, sobre
todo en la arquitectura. La escultura, sin embargo, destaca por su realismo, como prueban los retratos
y los relieves históricos. El romano es más un ingeniero que un artista, pues traza sus obras pensando
en resolver problemas técnicos, obtener beneficios para la comunidad o fortalecer el Imperio. No
obstante, la búsqueda de la belleza, primordial en Grecia, no se abandona, pero siempre aparece
supeditada a lo anterior. Esta idea se recoge en el lema de Vitrubio, autor del único tratado romano que
ha llegado hasta nosotros, Los diez libros de la arquitectura: “firmeza, utilidad y belleza”.
Los etruscos fueron un pueblo procedente de Asia Menor que se estableció al norte de Roma, en la
costa occidental de la península itálica, en el siglo VIII a.C. Su cultura se desarrolló entre este siglo y
el II a.C. de manera muy significativa. Primero se organizaron como pequeñas ciudades estado, pero
terminaron estableciendo un sistema monárquico que finalmente dio paso a la República romana.
Consiguieron grandes avances en agricultura y metalurgia. Era una sociedad con una fuerte creencia
en el más allá y por tanto con una cultura funeraria bastante desarrollada.
Las ciudades etruscas se planificaban con una planta cuadrangular contenida dentro de una
muralla. Se vertebraban a través de dos calles principales que se cruzaban perpendicularmente
en el centro de la ciudad, lugar en el que se ubicaba la plaza. En las murallas, en los extremos
correspondientes a esas calles, se abrían puertas rematadas por arcos de medio punto entre
dos torreones. Esta estructura de puerta influirá después en Roma.
1.2. Escultura
Los materiales empleados son la arcilla, la terracota y el bronce, que después se policromaban.
El desarrollo de la escultura está ligado a su cultura funeraria, que les lleva a realizar retratos
de gran realismo de los difuntos, algo que influirá notablemente en la escultura romana.
Por último, cabe destacar también la producción escultórica relacionada con el mundo urbano.
Se trata de retratos realistas y naturalistas realizados en bronce como por ejemplo El
arengador (siglo III a.C.).
1.3. Pintura
Los ejemplos pictóricos que nos han llegado se encuentran en las tumbas, relacionadas con la
vida en el más allá. Son pinturas murales que presentan relación con el Medirerráneo oriental,
de colores intensos y tintas planas perfiladas con una línea oscura que delimita los contornos.
Suelen ser representaciones alegres, con danzantes, banquetes fuenrarios, etc., que
recuerdan que la muerte es un tránsito a una vida mejor. En las tumbas de Tarquinia y Cerveteri
se pueden encontrar los ejemplos más significativos.
2. La arquitectura romana
Tal y como la describe Vitrubio, la arquitectura romana se distingue por tener un carácter eterno y
pragmático, de ahí el desarrollo de las obras públicas, pero a la vez monumental y bello. Por ello,
además, los edificios van a contar con una gran profusión decorativa. A diferencia de lo que ocurría
en la Grecia clásica, los edificios civiles priman sobre los religiosos. Por ello, los templos van a ser
generalmente de pequeño tamaño, a excepción del Panteón de Agripa.
En los soportes se recurre a los tres órdenes clásicos, a los que se añade
el orden toscano etrusco y uno nuevo, típicamente romano, el orden
compuesto. Este se caracteriza porque en el capitel se mezclan los
elementos de los capiteles corintios con las volutas jónicas. (21) Dado el
enorme tamaño de muchos edificios, se recurre a la superposición de
órdenes, colocándolos ordenadamente en cada altura de la fachada.
Los templos romanos siguen, en la mayoría de los casos, el modelo etrusco, por lo que habitualmente
tienen planta rectangular. No obstante, también podemos encontrar templos de planta circular. Como
ejemplos más importantes podemos citar los templos, todos del siglo I a.C., de Fortuna Viril (Roma),
Maison Carrée (Nimes), ambos de planta rectangular, y el templo de Vesta en Roma, que sigue el
modelo de tholos griego. Por supuesto, el más conocido de todos es el Panteón de Agripa (22) en
Roma. Se trata de un templo dedicado a todos los dioses construido entre mandado construir por Agripa
en el siglo I a.C. El edificio se
compone de dos partes
unidas: una de planta circular
que está precedida por la
pronaos, un pórtico octástilo
rectangular, de orden corintio.
El radio de la planta es de 45
metros, un espacio de enorme
dimensiones que se cubre
con una cúpula de media
naranja, la más grande
levantada hasta entonces en
occidente. Su construcción
tuvo gran repercusión en la
arquitectura bizantina y,
posteriormente, en la
22 renacentista.
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Las termas, eran grandes conjuntos para baños, pero que también se usaban como lugar de
reunión y recreo. Además del edificio en sí, solían contar con un recinto exterior ajardinado.
Dentro, se encontraban las salas de baño: el caldarium, el tepidarium y el frigidarium. Además
también contaban con un gimnasio denominado palestra. Normalmente estas construcciones
se cubrían con sistemas abovedados. Destacan por ejemplo las Termas de Caracalla o las de
Diocleciano.
Los teatros tenían un carácter cultural ya que eran usados para las representaciones de
comedias y tragedias. Su estructura deriva de la del teatro griego pero ya no necesitaban
aposentarse sobre una colina. Las partes más importantes son: la cavea (graderío), la orchestra
y la escena, que tiene un fondo arquitectónico. Además del teatro Marcelo en Roma (sigo II
a.C.) en España podemos encontrar el teatro de Mérida (24) (16 -15 a.C.).
Para los espectáculos polulares y sangrientos, con animales y gladiadores se construían los
anfiteatros. Estos edificios tenían planta ovalada y estaban compuestos por la arena y la cavea
a su alrededor a la que se accedía a través de los vomitorios. El anfiteatro más conocido es el
anfiteatro Flavio, llamado habitualmente Coliseo (25) (siglo I d.C.), debido a una estatua colosal
de Nerón que había junto a él. También es interesante el anfiteatro de Itálica.
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En los circos se celebraban carreras de caballos y carros. Tenían una planta longitudinal,
compuesta por la cavea, la arena y la spina, una estructura central alargada que dividía la arena
en dos en torno a la cual se desarrollaban las carreras. El ejemplo más representativo es el
Circo Máximo de Roma.
Para permitir la continuidad de las calzadas, salvando el curso de los ríos, se recurrió a la
construcción de puentes. Estos se caracterizan por tener ojos abiertos con arcos de medio
punto, el tablero recto, y tajamares en los pilares
para repartir la presión del agua. Sobre los tajamares
se pueden encontrar aliviaderos, que son aberturas
que permiten el paso del agua. Destacan por
ejemplo, el Puente de Alcántara de Toledo (104 –
106 a.C.), el de Mérida (siglo I a.C.) que tiene una
longitud de 712 metros y 60 arcos, el de Córdoba y
el de Salamanca, ambos el siglo I a.C.
4. La escultura romana
Se puede decir que la escultura romana, en general, heredó la estética de la escultura griega, como
se puede ver en la técnica, la concepción del volumen, la captación del movimiento y las composiciones.
No obstante, podemos apreciar la influencia concreta tanto del mundo helenístico, del que se tomó el
realismo y la expresividad, como del realismo de los retratos funerarios de la cultura etrusca.
El material más utilizado es el mármol, aunque, como en Grecia, también se usa el bronce,
principalmente en la estatuaria pública. La superficie solía policromarse. Como todo en la cultura
romana, la escultura también tiene un sentido práctico, por lo que será empleada para dos fines, el
docente y el propagandístico. Así las principales manifestaciones que encontramos son los retratos,
utilizados para hacer propaganda del emperador, y los relieves históricos, que narran grandes
acontecimientos para que sean recordados.
El arte del retrato atraviesa diferentes momentos que oscilan entre el realismo y la idealización.
Han llegado hasta nosotros múltiples ejemplos, en los que se puede apreciar cierta tendencia
al hieratismo según se avanza en el Bajo Imperio. Los retratos suelen representar con gran
fidelidad los rasgos y los tocados de los retratados, que varían según la moda del momento.
De hecho, los escultores romanos captan un instante concreto, a diferencia de los griegos, que
pretendían representar un ideal platónico. El uso del trépano se generaliza buscando los juegos
del claroscuro. Desde finales del siglo II se usa también para marcar las pupilas de los ojos, lo
que confiere mucha más expresividad a los rostros.
Desde época de Augusto y durante todo el Imperio se extiende el retrato de cuerpo entero.
Se utilizan para hacer propaganda del emperador, colocándolos en las calles como
monumentos públicos. En ellos se impone la moda griega, con tendencia a la idealización, pero
siempre buscando el realismo en el rostro e intentando captar la psicología del personaje. Hay
cuatro variedades dentro de esta tipo de retrato:
No obstante, siguen esculpiéndose bustos en los que se incluye la cabeza y parte del tronco.
Este tipo de retrato solía colocarse en interiores y también pueden ser thoracatae, togato o
apoteósico.
Los relieves históricos surgen en época republicana pero proliferan durante el Imperio. Este
tipo de escultura tendrá preponderancia en el mundo romano, pues facilita un enmarque
tridimensional a escenas completas. Los relieves romanos tienen un carácter documental,
anecdótico y realista, puesto que se retratan personajes reales. Tenían una finalidad docente
y propagandística, pues era la manera de acercar al pueblo la narración de las grandes
hazañas del Imperio. Por ello, se recurre a un estilo narrativo continuo. Además, se puede
apreciar un gusto destacado por la representación del paisaje.
Claro ejemplo de ello son los relieves del Ara Pacis de Roma. Este monumento se construyó
Otro ejemplo significativo son los relieves del Arco de Tito en Roma (siglo I d.C.), que
conmemora la victoria romana sobre los judíos de Palestina. En el intradós de las jambas del
arco, en dos relieves, se representa el desfile de la victoria. Como Jerusalén fue arrasada, las
tropas romanas que aparecen en uno de ellos portan los tesoros judíos como botín de guerra.
En el opuesto, se ve al emperador Tito en el carro triunfal, coronado por la Victoria y guiado por
Roma. La técnica es similar a la del ejemplo anterior, recurriéndose a la diferenciación de
planos para crear un efecto tridimensional.
Por último, cabe destacar los relieves de la columna Trajana (31). A lo largo de 200 metros,
encontramos una narración continua, en la que no se separa una escena de otra (sistema
cristalino), de las dos fases de la conquista de Dacia. El relieve está dotado de gran realismo,
representándose paisajes, ciudades, etc. y retratos del emperador, de sus generales y de otros
participantes. La composición está dominada por el horror vacui (miedo al vacío).
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Después del siglo I d.C. podemos encontrar pinturas que profundizan en la técnica del claroscuro,
aunque a partir del siglo II, es frecuente que se repitan los estilos descritos anteriormente. Los temas
figurativos a los que se recurre son escenas mitológicas, paisajes y naturalezas muertas.
Durante el siglo I a.C. y parte del I d.C., podemos encontrar lo que Vitrubio denominó como frescos
megalográficos, que se caracterizan por representar figuras de tamaño natural.
Los mosaicos se construían con teselas, pequeñas piezas cuadrangulares de mármol, piedra o pasta
vítrea con las que se componían diversos motivos decorativos. Estas piezas, cuyo tamaño oscila entre
los 0,2 y los 3 centímetros de lado, se unían utilizando una argamasa compuesta por cal, arena y agua.
Se utilizaron teselas de diversos colores, dados por los materiales con los que eran fabricados: los
blancos se obtenían de piedras calcáreas como el mármol, los negros de pizarras, las rojas de
areniscas y las verdes y azules se fabricaban con pasta vítrea. Antes de colocar las teselas, el suelo
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