Libro El Evengelio de DIOS PDF

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© 2018 Editora Árvore da Vida
Serie:
LA FE DEL EVANGELIO
Título de este tomo:

El evangelio de Dios
TRADUCIDO DEL PORTUGUÉS

Título original: A fé do evangelho
O evangelho de Deus
1ª edición - abril/2018 - 10.000 ejemplares
Publicado también en portugués, inglés, coreano,

francés, italiano y alemán.
Todos los derechos reservados a la Editora Árvore da Vida
Prohibida la reproducción total o parcial de este libro

sin la autorización escrita de los editores.
Editora Árvore da Vida

Av. Corifeu de Azevedo Marques, 137 - Butantã
05581 - 000 - São Paulo - SP
Fone: (11) 3723 6000
www.arvoredavida.org.br
Impreso en Perú
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Después de despertarse,
antes de cualquier otra cosa,
haga una respiración de vida,
invocando profundamente el nombre
del Señor Jesús,
“Oh Señor Jesús”
Al hacerlo saque todos los temores,
miedos, tristezas y pecados, y reciba al
Señor Jesús como vida,
alegría, paz y aliento.
Invoque: “Oh Señor Jesús”
varias veces, durante todo el día.

Prefácio
Apreciado lector, para la composición de

este tomo del Alimento Diario también fueron
incluidos los mensajes ministrados por los
hermanos Miguel Ma y André Dong. Esperamos
que el Espíritu Santo le hable profundamente,
cada día, en esta nueva edición.
Los editores.
Citas bíblicas
Las citas bíblicas son de la Versión Reina Valera 1960,

salvo cuando se indiquen otras referencias.

¡BUEN DISFRUTE!
Individualmente
1. Encuéntrese con el Señor temprano por la mañana.
2. Lea los versículos propuestos para cada día a fin de tener una
idea completa del asunto comentado. Recuerde que la Biblia se
explica con la Biblia; por esto, usted podrá encontrar citas de
muchos otros libros de la Biblia, además de aquel que estamos
presentando en este Alimento Diario.
3. Lea con oración el versículo del día. Para eso, cada palabra
debe ser repetida, enfatizada y proclamada, sin prisa, como
si la estuviese masticando. No lea rápidamente el versículo,
sino, gaste tiempo en cada palabra. No se preocupe por
aprender el versículo, sino en “comerlo”, tomarlo por la fe
como alimento espiritual.
4. Subraye y destaque las palabras y frases que más lo

impresionaron en el texto explicativo. Procure resumir
el texto del día en pocas palabras, y si es posible, en una
sola, anotándolas al lado de la PALABRA CLAVE. Estas palabras
funcionarán como una clave que le abrirá el significado
espiritual del texto. “Rumíela” durante el día, repitiéndola y
proclamándola para sí mismo. De este modo, el texto que usted
leyó por la mañana le servirá de alimento espiritual todo el día.
5. Comparta aquello que ganó con las personas con quienes se

relaciona en casa, en el colegio, en el trabajo, etc. Ellas necesitan
la vida que usted recibió a través de la Palabra.

¡BUEN DISFRUTE!
En los grupos familiares
1. El Alimento Diario es un excelente instrumento para las

reuniones de pequeños grupos familiares de estudio de la Biblia.
Nosotros los llamamos “Grupo Familiar” ya que tiene un carácter
informal y de cuidado mutuo entre sus participantes.
2. Un grupo familiar puede ser formado por sus amigos y familiares
que vivan cerca de usted, o por sus compañeros de universidad,
de colegio, o de trabajo.
3. Traten de reunirse periódicamente con los miembros de su grupo
familiar para leer juntos el Alimento Diario.
4. En conjunto, lean los pasajes sugeridos para cada día, y lean con
oración el versículo del día.
5. Compartan entre sí sus palabras claves, y traten de aplicar esta
palabra a su vida cotidiana, a sus dificultades, a su vida familiar
y profesional. Hagan que la Palabra de Dios sea práctica para
ustedes. De esta manera, todos participan activamente y son
edificados mutuamente.
6. Aprovechen la oportunidad para orar juntos por necesidades o
problemas personales.
7. Siempre que sea posible, traigan invitados a la reunión del grupo
familiar. De esta manera, más personas podrán ser suplidas por
la Palabra de Dios.
¡Que todos reciban vida en abundancia!
Los Editores
P.D.: No se olvide de dar una mirada a la sección Lectura de Apoyo,

sugerida al final de cada semana. Ésta le será muy útil.

ÍNDICE
Semana 1 – Romanos [1]

Introducción – (Ro 1:1)
El evangelio es completo .................................................................. 9
Romanos, el quinto evangelio ........................................................ 11
Romanos: el evangelio de manera completa .................................. 13
Esclavo de Jesucristo ...................................................................... 15
Llamado a ser apóstol ..................................................................... 18
Apartado para el evangelio ............................................................. 21
La vida de la iglesia: un lugar de felicidad ..................................... 23
El evangelio de Dios – (Ro 1:1-7)
Las verdades del evangelio de Dios ............................................... 26
El poder del evangelio en el libro de Romanos .............................. 28
Las promesas de Dios ..................................................................... 31
La salvación antes de los tiempos de los siglos .............................. 34
Dios fue manifestado en carne ....................................................... 36
Jesús se compadece de nosotros y es la serpiente de bronce .......... 39
Jesús es el Hijo de Dios .................................................................. 42
Justificados por la fe – (Ro 3:21-24)
La función de la ley ........................................................................ 44
El tabernáculo ................................................................................. 46
¡Dios, sé propicio a mí, pecador! .................................................... 48
¡Cristo es nuestra propiciación! ...................................................... 51
El sacrificio eficaz, eterno y la fe de Jesús ..................................... 53
El justo por la fe vivirá ................................................................... 55
El peligro del orgullo ...................................................................... 57
En Cristo y con Cristo – (Ro 6:3-4)
El evangelio es poder de Dios ........................................................ 59
Elección diaria ................................................................................ 61
La desobediencia introduce el pecado en el mundo ....................... 63
En Cristo tenemos la salvación....................................................... 66
Salir de Adán y entrar en Cristo ..................................................... 69
La superioridad de la salvación de Cristo ....................................... 72
La salvación completa de Dios ....................................................... 74

Semana 5 – Filipenses [1]
El encabezamiento de Cristo comienza por la iglesia – (Ef 1:9-10, 22-23)
Principios cruciales para el vivir de la iglesia .................................. 76
El hablar de los apóstoles trae bendición y prosperidad .................. 79
No dudar, sino recibir con fe ........................................................... 81
No con ejército ni con fuerza, sino con mi Espíritu ........................ 83
El encabezamiento de Cristo pone en orden todas las cosas ........... 86
Vestirse del nuevo hombre para vencer las debilidades .................. 89
El vivir del nuevo hombre trae a la tierra el sueño de Dios ............ 92
Tierna misericordia de Cristo Jesús – (Fil 1:8; 2:1; Col 3:12-13)
El deseo del corazón de Dios .......................................................... 94
Disfrutar a Cristo para formar parte de la nueva generación .......... 97
Vencer el desierto para entrar en la buena tierra ...........................100
El encabezamiento divino por medio de la iglesia .........................102
El vivir normal de la iglesia produce crecimiento de vida .............104
Gracia y oportuno socorro .............................................................107
Unidad y unanimidad en la iglesia .................................................109
Sacrificio y servicio de la fe – (Fil 2:17-18)
Avance espiritual ...........................................................................112
La oración de autoridad de la iglesia ..............................................114
La defensa y confirmación del evangelio .......................................116
Servir con alegría y entusiasmo .....................................................118
Un vivir para el evangelio ..............................................................120
Un solo espíritu y una sola alma ....................................................122
¡Cristo es la solución! ....................................................................124
Hacer diferencia entre lo santo y lo profano –
(Fil 3:1-3; Lv 10:8-11; 11:45-47)
El carácter del siervo de Dios ........................................................126
Regocijarse y rumiar la Palabra de Dios .........................................129
Rumiar para discernir lo santo de lo profano .................................131
Un corazón circuncidado ...............................................................134
Andar y vivir en el espíritu para tener discernimiento ..................137
Inclusión e innovación, con discernimiento ..................................140
Innovar en el ministerio de la alabanza, con discernimiento .........142

Semana 1 – LUNES
Lectura bíblica:
Fil 1:27
Leer con oración:
Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean
salvos y vengan al conocimiento de la verdad (1 Ti 2:3-4)
EL EVANGELIO ES COMPLETO
El tema de esta serie del Alimento Diario es “La fe del
evangelio”. El título viene de la expresión usada por Pablo
en su carta a los Filipenses: “Combatiendo unánimes por la
fe del evangelio” (Fil 1:27). Las semanas en este tomo están
distribuidas de la siguiente manera: las cuatro primeras serán
destinadas al estudio de la Epístola de Pablo a los Romanos y las
cuatro restantes a la Epístola de Pablo a los Filipenses.
Esta primera semana, presentaremos un panorama de
la Epístola a los Romanos. Los estudiosos de la Biblia la
consideran como el quinto evangelio, que complementa los
primeros cuatro libros del Nuevo Testamento. Romanos nos
presenta las varias etapas de la salvación completa de Dios
y también nos muestra que el evangelio no consiste sólo en
recibir al Señor Jesús como Salvador y esperar Su regreso, sino
que comprende todo nuestro vivir, que incluye desde el nuevo
nacimiento en Cristo hasta nuestra Glorificación, cuando el
Señor vuelva. De ese modo, concluimos que el evangelio es
algo muy amplio. Ningún otro libro trata acerca de este asunto
de forma tan completa como Romanos.
El mejor lugar para vivir el evangelio es la vida de la iglesia.
Introducción
Primeramente, Dios nos dio la visión de Su economía, Su

propósito eterno. A pesar de que todavía tenemos muchas fallas
y carencias, recibimos de Dios el mapa entero de Su revelación,
la visión del todo. Tal vez no tenemos todos los detalles, pero
9

10 buscamos cumplir la voluntad del Señor con la cooperación
de todos los hermanos. No podemos detenernos, más bien
debemos avanzar hacia la meta y llegar al pleno conocimiento

de la verdad (1 Ti 2:4).
En nuestro vivir de la iglesia debemos practicar la inclusión,
para que así nadie se sienta excluido. Todos deben sentirse parte
de este gran proyecto divino. Los liderazgos de las iglesias y los
que sirven en la obra del Señor tienen el deseo de que cada uno
de los santos se sienta incluido, para que sea feliz en la función
que Dios le dio en el Cuerpo de Cristo. Cada uno debe procurar
ejercer su función con fidelidad, sin compararse con los demás.
En Mateo 28:19-20, el Señor nos dio una misión: “Por tanto,
id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el
nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo;
enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado;
y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin
del mundo”. Que cada uno reciba la comisión del Señor para
proclamar el evangelio.
Pregunta: ¿Cuál es el deseo de Dios, nuestro Salvador?
Mi punto clave:

Semana 1 – MARTES
Lectura bíblica:
Jn 20:22
Leer con oración:
Fueron halladas tus palabras, y yo las comí; y tu palabra me fue
por gozo y por alegría de mi corazón; porque tu nombre se invocó
sobre mí, oh Jehová Dios de los ejércitos (Jer 15:16).
ROMANOS, EL QUINTO EVANGELIO

Ayer vimos que los evangelios no se resumen sólo en los
primeros cuatro libros del Nuevo Testamento, sino que también
incluyen la Epístola a los Romanos, a la cual Pablo se refiere como
“El evangelio de Dios”, según leemos en el capítulo 1: “Pablo,
siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, apartado para el
evangelio de Dios” (v. 1).
En Juan 16:12, el Señor les dijo a Sus discípulos: “Aún tengo
muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar”.
El Señor les dijo esas palabras porque, a pesar de que andaban con
Jesús, ellos aún no habían recibido el Espíritu. Para que eso ocurriera,
Jesús necesitaba ser crucificado, sepultado, resucitado y glorificado.
En la cruz el Señor Jesús puso fin a la vieja creación, al viejo hombre,
a la carne, al pecado, a los pecados, al mundo, a Satanás y a la ley de
los mandamientos guardados en forma de ordenanzas, para crear,
en Sí mismo, un nuevo hombre, que es la iglesia (2 Co 5:17;
Ro 6:6; Gá 5:24; 2 Co 5:21; 1 P 2:24; Gá 6:14; He 2:14; Ef 2:15).
Después de ser sepultado, al tercer día el Señor Jesús resucitó,
ascendió a los cielos y volvió a fin de soplar en los discípulos el
Espíritu Santo (Jn 20:22). Como el Espíritu, todos nosotros
Introducción
podemos recibirlo y andar con Él, diariamente. El evangelio no

comprende sólo el ministerio de Jesús de Nazaret, es decir, es el
ministerio del Señor Jesús cuando estaba en la tierra. A muchos les
habría gustado andar con Jesús de Nazaret. En cambio, nosotros,
11

12 podemos decir: “Cuán bueno es vivir en los días de hoy, porque
Jesús es el Espíritu y mora en nosotros” ¡Aleluya!
Veamos ahora lo que es la fe del evangelio. La fe tiene dos

aspectos, el objetivo y el subjetivo. En el aspecto objetivo, la fe
es el contenido de la economía divina. Ese es el legado que Dios
nos dio y está expuesto en las Escrituras. Por eso necesitamos
invertir más tiempo en la Palabra. Hoy, las redes sociales ocupan
mucho de nuestro tiempo. No estamos condenando nada de
eso, pues son herramientas muy útiles, pero debemos dar más
prioridad a la Palabra de Dios.
En nuestro vivir de la iglesia, debemos prestar atención a
varias cosas: la alabanza en las reuniones, los servicios y, además,
la vestimenta que usamos. No podemos ir a las reuniones con
cualquier tipo de ropa. Sería bueno usar nuestra mejor ropa, por
reverencia a Dios. No obstante, lo más importante de todo es
la Palabra que Él nos dio. Por medio de ella, Él nos reveló Su
economía neotestamentaria, para que la vivamos y practiquemos,
y nos encargó ser los guardianes de esa revelación.
Otro aspecto de la fe es la fe subjetiva, que se refiere a la
capacidad que tenemos de creer en Dios. Ésta depende mucho
del contenido que tenemos en nosotros. Hoy, lamentablemente,
existe en el medio cristiano una fe supersticiosa, que es más un
pensamiento positivo que la fe en sí, y no tiene un ancla en la
Palabra. Muchas veces las personas dan testimonio de un milagro
ocurrido en su vida, pero ese milagro no es suficiente para
sustentar su fe. Toda nuestra experiencia tiene que estar anclada
en la Biblia. Así debe ser la fe del evangelio.
Pregunta: ¿Qué es valorar la Palabra de Dios?
Mi punto clave:

Semana 1 – MIÉRCOLES
Lectura bíblica:
Ro 8:29-30; 9–11
Leer con oración:
Para ser ministro de Jesucristo a los gentiles, ministrando el
evangelio de Dios (Ro 15:16a)
ROMANOS: EL EVANGELIO DE MANERA COMPLETA

Ya vimos que el evangelio no incluye sólo la salvación inicial,
pues, de acuerdo con la Epístola a los Romanos, es algo mucho más
amplio. Ningún libro habla del evangelio de manera tan completa
como Romanos. Nosotros nos referimos al evangelio como el
proceso de la salvación completa de Dios, que incluye nuestra
situación pecaminosa, pasando por la obra de la redención de
Cristo, la reconciliación con Dios, el perdón de nuestros pecados,
la justificación y santificación, en los aspectos objetivo y subjetivo,
la transformación de nuestra alma y la conformación a la imagen
del Hijo de Dios. Después de ese proceso, al final, tenemos la
glorificación, cuando todos tendremos la imagen de Cristo en Su
plenitud y seremos completamente glorificados (Ro 8:29-30).
Ser conformado a la imagen del Hijo de Dios es un asunto de
genética. Cada vez más podemos ser semejantes a Dios porque los
“genes” divinos están en nosotros, por medio de la vida y la naturaleza
divina que recibimos en la regeneración. Por el trabajar de la vida y
la naturaleza divina en el hombre, éste puede llegar a ser semejante
a Dios, en vida y naturaleza, pero no en la deidad, como afirma
Primera de Juan 3: “Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no
se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él
se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como
Introducción
él es” (v. 2). Cuando Cristo vuelva, todos seremos transfigurados. El

proceso final va a ocurrir, nosotros vamos a ser semejantes a Cristo,
y Dios obtendrá lo que tanto desea: Sus muchos hijos iguales a Él.
La Epístola a los Romanos puede ser resumida en que Dios
hace de pecadores Sus hijos. Esa es la esencia de ese libro. Pablo 13

14 usa los primeros ocho capítulos para describir la condición
lamentable del hombre y la obra de la redención. Nos muestra
la reconciliación, justificación, santificación, transformación,
conformación y glorificación. Por último, ese hombre pecador

llega a ser un hijo maduro de Dios, lleno de la vida divina.
En los capítulos del nueve al once, el apóstol hace una
inserción: habla acerca de la historia de los judíos. Ellos eran el
olivo cultivado que Dios plantó en el Antiguo Testamento, pero
rechazaron a Cristo. Dios no arrancó ese olivo y plantó otro
nuevo, como algunas líneas teológicas defienden. Los capítulos de
Romanos afirman que Dios mantuvo el olivo cultivado (Israel),
pero injertó en este el olivo silvestre (los gentiles). Nosotros
fuimos injertados en el olivo original. Un día, Dios aún salvará
a un remanente de Israel. Por eso debemos orar por Israel, y no
seguir el ejemplo de los varios gobiernos que critican y desprecian
a esa nación. Dios bendice a quien bendice a Israel. Dios bendice
a quien ora por Israel. A pesar de que hoy ellos son incrédulos, un
día Dios los salvará.
Del capítulo doce hasta el final vemos nuestra transformación
en el ambiente de la iglesia. ¿Por qué algunos abandonan la
vida de la iglesia? Porque no soportan pasar por el proceso de
transformación. Aunque es maravilloso, el vivir de la iglesia en ese
aspecto es como una olla a presión: caliente y de mucha presión.
Cuando entramos en ese proceso, somos duros, pero, gracias
al Señor, si permanecemos firmes, cuando termine la “cocción”,
seremos totalmente blandos, moldeables en las manos de Dios.
El capítulo catorce nos habla de recibir a los hermanos
y afirma que “el reino de Dios no es comida ni bebida, sino
justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo” (v. 17). Este es un breve
resumen de la Epístola a los Romanos.
Pregunta: ¿Cuál es la meta del evangelio en la Epístola a los Romanos?
Mi punto clave:

Semana 1 – JUEVES
Lectura bíblica:
Ex 21:1-6; Mt 26:39; Ro 6:6; 7:6, 25; 16:18
Leer con oración:
En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu,
sirviendo al Señor [...]. Porque el que en esto sirve a Cristo,
agrada a Dios, y es aprobado por los hombres (Ro 12:11; 14:18).
ESCLAVO DE JESUCRISTO
El inicio de la Epístola a los Romanos es muy significativo:
“Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, apartado
para el evangelio de Dios” (1:1). Destaquemos algunas palabras
que Pablo usó para describir a alguien que es como una
antorcha humana que arde por el evangelio, por la salvación de
las personas: “siervo o esclavo”, “llamado”, “apóstol o
enviado” y “apartado”.
Primeramente, Pablo se presentó como siervo de Jesucristo.
La palabra “siervo” en griego es doulos, que significa esclavo.
Un verdadero esclavo es aquel que tiene plena conciencia de
que su vida no es más suya; se rinde plenamente a la voluntad
de su señor.
Cuando leemos las otras epístolas de Pablo, notamos que
él se presenta como “apóstol de Jesucristo”. Sólo en dos cartas
se presenta como un esclavo en la introducción: Romanos
y Filipenses. Filipenses habla del progreso del evangelio
y el tema central de Romanos es el evangelio. Esto no es
coincidencia. Para predicar el evangelio, tenemos que ser
esclavos. Reconsidere su vida. ¿Es usted dueño de sí mismo?
Introducción
¿Es usted quien administra su tiempo? ¿Y sus finanzas?

¿Gasta usted el dinero como quiere? ¿Acaso su dinero es
para el evangelio? Quiero dar un testimonio: desde niño
aprendí de mi padre, y más tarde del hermano Dong, que el
15

16 dinero que tengo no es mío. Yo soy sólo un administrador,
pero el dinero es cien por ciento para el evangelio. A veces,
puedo hasta sacrificar mis necesidades, pero el evangelio

de Dios tiene que avanzar. ¿Tiene un Señor que toma las
decisiones en su vida? Si usted mismo es el señor, será muy
difícil predicar el evangelio.
Varios versículos de Romanos contienen el verbo
douleuo, que significa servir como esclavo (1:1; 6:6; 7:6,
25; 9:12; 12:11; 14:18; 16:18). Eso lo cambia todo. Un
esclavo no tiene opinión propia, preferencia personal en
su servicio. Un esclavo tiene que consultar a su Señor en
todo. Eso es servir en el evangelio, es servir al Señor como
esclavo. Cuando usted sirve al Señor, ¿tiene su agenda? ¿la
programación es suya, es su plan o es el plan y la agenda del
Señor? Las disputas, los conflictos, las divisiones que hay en
la iglesia muchas veces ocurren porque todos quieren servir
al Señor a su manera y no como esclavos. Si todos sirvieran
como esclavos, no habría fricciones entre los hermanos y,
por consiguiente, tampoco discusiones y divisiones.
En el Antiguo Testamento tenemos una figura muy
buena de un esclavo y su amo. Éxodo 21 muestra que, en el
momento de ser liberado, un esclavo puede decir: “Yo amo a
mi señor, a mi mujer y a mis hijos, no saldré libre; entonces
su amo lo llevará ante los jueces, y le hará estar junto a la
puerta o al poste; y su amo le horadará la oreja con lesna, y
será su siervo para siempre” (vs. 5b-6). Eso es consagración.
La consagración es cuando el Señor nos da la libertad para
tomar una decisión para hacer lo que queremos, y le decimos:
“Señor, yo no quiero salir. No quiero hacer lo que yo quiero,
sino lo que Tú quieres”. Eso fue lo que el Señor Jesús oró al
Padre cuando estaba en el Getsemaní (Mt 26:39b).
La oreja del esclavo era horadada con una lesna (Ex 21:6).
Los oídos son los órganos usados para oír las órdenes del amo.
La oreja horadada significa un oído obediente, un oído ya
tratado por la cruz de Cristo, que oye incluso algo que es

contra su voluntad. Además, el esclavo pasa a servir a su Señor
para siempre. Esa es una consagración irredimible.
El orificio se hacía con una lesna, instrumento cortante que
dejaba una marca visible. Muchos jóvenes cristianos, cuando
están en secundaria y en la universidad, son invitados a ir a
fiestas, bailes y otras actividades mundanas. Eso ocurre porque
los demás no logran ver su “oreja horadada”. Si el “orificio”
fuera visible, esos jóvenes cristianos ni siquiera recibirían tales
invitaciones.
En Deuteronomio 15:16, tenemos algunos detalles que
no están en Éxodo 21: “Si él te dijere: No te dejaré; porque
te ama a ti y a tu casa, y porque le va bien contigo”. La casa
simboliza la iglesia. Nosotros nos consagramos a servir como
esclavos porque amamos al Señor y la iglesia. No queremos
dejar la vida de la iglesia por nada. Podemos incluso decir:
“¡De aquí no salgo, de aquí nadie me saca!”.
Pregunta: ¿Qué significa tener la oreja horadada con una lesna

junto a la puerta?
Mi punto clave:
Introducción
17

18
Semana 1 – VIERNES
Lectura bíblica:
Ro 1:1; 1 Co 12:1-11, 28-30
Leer con oración:
Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones,
bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu
Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he
mandado (Mt 28:19-20a).
LLAMADO A SER APÓSTOL

Al seguir en Romanos 1:1, Pablo afirma que fue llamado
a ser apóstol. La segunda palabra a destacar es “llamado”.
Cuando fuimos salvos, fuimos llamados. Pero el asunto es:
¿oímos este llamado? Muchos no tienen una vida consagrada,
porque no han respondido a este llamamiento. Dios nos llamó
a todos nosotros. Hay un himno en el himnario nuevo, que
pronto será impreso por esta editorial, que dice: “Salvador mío,
/ Clamo humilde, así: / Cuando Tu llamares a otros, /Acuérdate
de mí”. No habrá nada más triste que, en aquel día, cuando el
Señor haga el llamamiento a los vencedores, percibamos que
nuestro nombre no está incluido. Hay un himno tradicional
conocido entre los cristianos que dice: “Cuando allá se pase
lista, / Cuando allá se pase lista, / Cuando allá se pase lista, a
mi nombre yo, feliz, responderé”. Un día se hará el llamado
a los que estén calificados a entrar en el reino. ¿Su nombre
estará incluido allí?
Dios nos está llamando hoy para que en aquel día nuestro
nombre esté incluido entre los vencedores. Cuando se hace
la convocatoria para formar parte de la selección de un
país, por ejemplo, todos los buenos jugadores quieren oír o
ver su nombre. Hoy, a nosotros se nos está llamando para el
evangelio, un evangelio muy elevado. ¿Usted ha sido llamado?

Si no lo sabe, dígale al Señor: “Señor, llámame. Quiero oír mi
nombre”. ¡Que usted tenga oídos para oír!
La tercera palabra es “enviado”. No piense que el Señor
lo llama sólo para ser un apóstol gigante, como Pedro, Pablo
o Juan, apóstoles notables en la historia de la iglesia. No. El
significado de la palabra “apóstol” es enviado. Tenemos la
certeza absoluta de que Dios lo ha enviado varias veces, pero
es probable que no siempre usted ha sido un esclavo obediente.
Tal vez ha fingido que no escuchó. Dios quiere enviar a todos
Sus hijos. Si todos los hijos de Dios, incluyéndolo a usted,
querido lector de este libro, tienen la plena convicción de
que son esclavos y de que Dios los quiere enviar, la vida de la
iglesia cambiará. Sucederán cosas maravillosas.
Cuando estaba con nosotros, al hermano Dong le
encantaba hablar acerca de Primera de Corintios 12. Él
comenzaba hablando sobre el invocar el nombre del Señor,
después hablaba de los versículos del 4 al 6, que debía haber
diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo; diversidad de
servicios, o ministerios, pero el Señor es el mismo; y diversidad
de operaciones, o realizaciones, pero Dios mismo es quien
opera en todos. Entonces nuestra meta es que en las iglesias
los dones sean desarrollados hasta llegar a ser ministerios, y los
ministerios comiencen a funcionar de modo que produzcan las
operaciones. Cuando eso ocurre en una iglesia, es porque hay
avance y crecimiento.
En el versículo 8, cuando Pablo habla sobre los dones,
afirma: “Porque a éste es dada por el Espíritu palabra de
sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu”
(1 Co 12). Primero son dados los dones relacionados con
la Palabra, después vienen los dones milagrosos. Lo mismo
ocurre en el versículo 28: “Y a unos puso Dios en la iglesia,
Introducción
primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros”.

Esos tres primeros dones están relacionados con la Palabra.
Luego continúa hablando de los que hacen milagros, en seguida
de los que sanan, los que ayudan, los que administran, los que 19

20 tienen don de lenguas. Hablar en lenguas está en el último
lugar. Sin embargo, hoy, en ciertos grupos cristianos, ocurre lo
inverso. No obstante, la Palabra debe tener la preeminencia.

Nosotros queremos valorarla y para eso debemos priorizar en
nuestra vida la lectura de la Biblia y de los libros espirituales.
Los apóstoles citados en Primera de Corintios 12:28 son
aquellos que salen para predicar el evangelio y establecer
iglesias. Creemos que éste es el año del avance del evangelio.
Estamos arreglando la casa para que no sólo la iglesia en
donde estamos crezca en número y calidad, sino que también
se levanten nuevas iglesias en otras ciudades. Para eso
necesitaremos apóstoles que salgan, por haber recibido y oído
el llamado de Dios de predicar el evangelio. ¿Está dispuesto?
Pregunta: ¿Siente que el Señor lo ha llamado para servirle?

¿Cuál ha sido su respuesta?
Mi punto clave:

Semana 1 – SÁBADO
Lectura bíblica:
Ro 1:1; Fil 1:7, 16; 1 Ti 2:7; 2 Ti 1:11
Leer con oración:
El Señor le dijo: Ve,porque instrumento escogido me es éste, para
llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los
hijos de Israel (Hch 9:15).
APARTADO PARA EL EVANGELIO

La cuarta expresión destacada que Pablo cita en Romanos 1:1
es ser “apartado para el evangelio”. En Gálatas 1:15-16a, afirma:
“Pero cuando agradó a Dios, que me apartó desde el vientre de mi
madre, y me llamó por su gracia, revelar a su Hijo en mí”. Tanto en
Gálatas como en Romanos tenemos los dos adjetivos: “apartado”
y “llamado”. Debemos darnos cuenta de que fuimos apartados.
Primero, fuimos escogidos, así como Pablo, según Hechos 9:15.
Sin embargo, además de ser escogidos, fuimos apartados. Primera
de Timoteo 2:7 nos muestra que Pablo tenía la convicción de
quién era: “Para esto yo fui constituido predicador y apóstol (digo
verdad en Cristo, no miento), y maestro de los gentiles en fe y
verdad”. Ser apartado también implica ser enviado. Por tanto, ser
apartado quiere decir ser escogido, constituido y enviado.
Hechos 13:1-2 afirma: “Había entonces en la iglesia que
estaba en Antioquía, profetas y maestros [...]. Ministrando éstos
al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé
y a Saulo para la obra a que los he llamado”. Vemos nuevamente
que apartar y llamar son palabras que andan juntas en la Biblia.
En el versículo 3, leemos: “Entonces, habiendo ayunado y orado,
Introducción
les impusieron las manos y los despidieron”. Eso quiere decir que
fueron enviados.
En Romanos 1:1, la preposición “para” significa finalidad,
meta, objetivo. Somos esclavos, fuimos llamados y apartados para
21

22 una misión: primero, para proclamar el evangelio. Proclamar,
aquí, implica el sentido de ser un heraldo, aquel que tocaba
la trompeta a fin de juntar a todos y anunciarles las buenas

noticias. Nosotros también somos heraldos del evangelio. En
Primera de Timoteo 2:7, la palabra “predicador”, en griego,
es heraldo, aquel que pregona, que proclama. Ese término
aparece nuevamente en Segunda de Timoteo 1:11. Nosotros
estamos aquí para anunciarles a las personas a nuestro Señor
Jesucristo.
En Filipenses 1:7, Pablo afirma que tenía a los hermanos
de Filipos en el corazón, ya sea en sus prisiones, en la defensa
y confirmación del evangelio, pues eran participantes con él de
la gracia. Y, en el versículo 16, afirma que estaba “puesto para
la defensa del evangelio”. ¿Qué es la defensa del evangelio?
Es ser un guardián del evangelio. Dios lo entregó en nuestras
manos y vamos a guardarlo con todo nuestro ser para que no
sea corrompido. Por tener ese legado, necesitamos transmitirlo
a todas las personas, pero, al mismo tiempo, lo guardamos de las
ideologías, de los “ismos”, como el gnosticismo, el misticismo,
las supersticiones, las cosas del post-modernismo, para que no
entren y lo corrompan, como sucede hoy. Nosotros somos los
guardianes y defensores del evangelio. La confirmación del
evangelio es anunciar la economía neotestamentaria de Dios
que nos fue comisionada. Fuimos escogidos, constituidos y
enviados.
Pregunta: ¿Qué es defender el evangelio?
Mi punto clave:

Semana 1 – DOMINGO
Lectura bíblica:
Ro 1:9, 16; 2:16; 8:9-10; 10:16; 11:28; 15:19; 16:25
Leer con oración:
Para ser ministro de Jesucristo a los gentiles, ministrando el
evangelio de Dios, para que los gentiles le sean ofrenda agradable,
santificada por el Espíritu Santo (Ro 15:16).
LA VIDA DE LA IGLESIA: UN LUGAR DE FELICIDAD

Por un lado, como enviados de Dios y comisionados del
evangelio, nosotros anunciamos a Cristo; por otro, pregonamos
el vivir de la iglesia. Al comienzo del siglo pasado, fue escrito
un libro que hablaba de Shangri-La, un lugar paradisíaco situado
en las montañas del Himalaya, con unas vistas maravillosas y
donde el tiempo parecía detenerse en un ambiente de felicidad
y salud, con la convivencia armoniosa entre personas de las
más diversas procedencias. Shangri-La es un lugar ficticio,
pero podemos decir que entre nosotros ese ambiente existe, es
real: es la vida de la iglesia. Anunciar la vida de la iglesia es la
confirmación del evangelio, es confirmar las verdades que Dios
nos reveló. Es decir a las personas que no necesitan permanecer
en la condenación ni ser enemigas de Dios, permaneciendo
en una situación pecaminosa, puesto que Él las ama y envió a
Su Hijo para redimirlas. Todos pueden reconciliarse con Dios
y obtener el perdón de sus pecados. Pueden ser justificados,
ser justos delante de Él. Ahora Dios quiere trabajar en ellas,
santificarlas para que obtengan más de la vida divina. Al estar
en la vida de la iglesia, serán transformadas, conformadas
Introducción
a la imagen de Cristo, y un día serán glorificadas. Esto es la

confirmación del evangelio.
Veamos los versículos en Romanos que nos hablan del
término “evangelio”. En 1:9, Pablo escribe: “Porque testigo me
23

24 es Dios, a quien sirvo en mi espíritu en el evangelio de su Hijo”.
El servicio de Pablo era el servicio del evangelio. El versículo
16 dice: “Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es
poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío

primeramente, y también al griego” (Ro 1). En 2:16, él afirma:
“En el día en que Dios juzgará por Jesucristo los secretos de
los hombres, conforme a mi evangelio”. Él estaba tan mezclado
con el Señor y respiraba tanto el evangelio, que el evangelio de
Cristo y de Dios llegó a ser el evangelio de Pablo.
En Romanos 10:16, leemos: “Mas no todos obedecieron al
evangelio; pues Isaías dice: Señor, ¿quién ha creído a nuestro
anuncio?”. Y, en 11:28, Pablo afirma: “Así que en cuanto al
evangelio, son enemigos por causa de vosotros; pero en cuanto
a la elección, son amados por causa de los padres”. Luego,
en 15:16, dice: “Para ser ministro de Jesucristo a los gentiles,
ministrando [servicio sacerdotal] el evangelio de Dios, para
que los gentiles le sean ofrenda agradable, santificada por el
Espíritu Santo”. Cuando predicamos el evangelio y alguien es
salvo, esa persona es como una ofrenda para Dios sobre el altar.
Dios aspira su aroma y queda feliz y satisfecho. El versículo 19
prosigue: “Con potencia de señales y prodigios, en el poder
del Espíritu de Dios; de manera que desde Jerusalén, y por los
alrededores hasta Ilírico, todo lo he llenado del evangelio de
Cristo”. Ese es el vivir que debemos anhelar. Y, por último, en
16:25, leemos: “Y al que puede confirmaros según mi evangelio
y la predicación de Jesucristo, según la revelación del misterio
que se ha mantenido oculto desde tiempos eternos”. Gracias a
Dios, el misterio ya no está guardado en silencio. Ahora será
proclamado, públicamente, para que todos oigan y conozcan a
Cristo y la iglesia.
Si en los cuatro evangelios tenemos la descripción del
ministerio terrenal de Cristo, con el Cristo en carne, en Romanos
el evangelio es de Cristo como el Espíritu. Por eso, en Romanos
8:9-10, se afirma: “Mas vosotros no vivís según la carne, sino
según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros.

Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él. Pero si
Cristo está en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa
del pecado, mas el espíritu vive a causa de la justicia”. Hoy, el
Cristo que predicamos es el Cristo resucitado que llegó a ser
el Espíritu. Cuando Lo invocamos, podemos experimentarlo
como el Espíritu vivo dentro de nosotros. ¡Aleluya!
Pregunta: ¿Cuál es la diferencia entre el Cristo mostrado en los

evangelios y el Cristo mostrado en Romanos?
Mi punto clave:
Lectura de apoyo:
Aprendiendo con los apóstoles – cap. 1 – Dong Yu Lan.
Introducción
25

26
Semana 2 – LUNES
Lectura bíblica:
Nm 21:1-9; Jn 3:14; Hch 13:33; Ro 1:1-4, 16; 16:25; 2 Co 5:21
Leer con oración:
[Jesucristo] el cual se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual
se dio testimonio a su debido tiempo. Para esto yo fui constituido
predicador y apóstol (1 Ti 2:6-7a).
LAS VERDADES DEL EVANGELIO DE DIOS

El tema de esta semana es “El evangelio de Dios”. El
contenido del evangelio de Dios es el evangelio completo
que incluye desde nuestra redención hecha por Cristo hasta
nuestra conformación y glorificación. Abordaremos algunas
verdades contenidas en la Epístola a los Romanos: el poder
del evangelio, las promesas de Dios, la salvación antes de los
tiempos eternos, Dios manifestado en carne, la compasión
de Jesús por nosotros y Jesús como el Hijo de Dios.
En el capítulo 1, el apóstol Pablo se presenta como siervo
(esclavo) de Jesucristo (v. 1). Para ser esclavos del Señor,
necesitamos oír Su llamamiento, ser apartados, tener el fuego
del evangelio ardiendo en nosotros, a fin de ser enviados a
anunciar las buenas nuevas de Cristo Jesús. Para ello, nos
fue dado un legado maravilloso en la vida de la iglesia: la
revelación de la Palabra de Dios. Recibimos el encargo
sagrado de propagar esas buenas noticias, en las cuales hay
poder para salvar y cambiar la vida de las personas (v. 16).
Él nos apartó para cumplir esa comisión y es poderoso para
confirmarnos (16:25).
Romanos 1:2-4 presenta a Jesús, el Hijo de Dios, como
el evangelio prometido desde antes por medio de Sus
profetas. Por ejemplo, Él prometió que el descendiente
de la mujer heriría la cabeza de la serpiente y que en
Su descendencia todas las naciones de la tierra serían

bendecidas (Gn 3:15; Gá 3:8). Ahora necesitamos creer
en las promesas de Dios y tomar posesión de ellas.
Dios se hizo Hombre para salvar a la humanidad. Esa es
una de las verdades más importantes de las Escrituras. En Jesús,
Dios Padre se encarnó en un hombre frágil como nosotros,
sujeto a todas las debilidades humanas, pero sin pecado.
Finalmente, Dios Lo hizo pecado por nosotros (2 Co 5:21).
Hoy, Jesucristo es nuestro sumo sacerdote que se compadece
de nosotros (He 4:15). Él también fue declarado Hijo de Dios
con poder y, por medio de Su muerte y resurrección, elevó
todas las virtudes humanas. Además, Él es como la serpiente
de bronce que fue levantada sobre una asta en el desierto.
Quien la miraba, era sanado de la acción del veneno de la
serpiente ardiente (Nm 21:9; Jn 3:14). Muchos años después,
cuando vino a la tierra, Jesús fue reconocido como una figura
humana. En la resurrección, Dios Lo reconoció como Su Hijo
en Su humanidad (Hch 13:33; Ro 1:4). Por eso, solamente Él
puede ser el mediador entre Dios y los hombres, un Abogado
junto al Padre que defiende las causas humanas (1 Jn 2:1).
¡Alabado sea nuestro Señor Jesús por Su victoria en
la cruz! Al recibir este evangelio maravilloso, nos unimos
a la muerte de Cristo y nos convertimos en Sus hijos. En
Colosenses 3 leemos: “Porque habéis muerto, y vuestra
vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo,
vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis
manifestados con él en gloria” (vs. 3-4).
Pregunta: ¿Cuál es el contenido del evangelio de Dios?

Mi punto clave:
27

28
Semana 2 – MARTES
Lectura bíblica:
Ro 6:6; Ef 2:6, 15; Ap 20:4b
Leer con oración:
El castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos
nosotros curados (Is 53:5b).
EL PODER DEL EVANGELIO EN EL LIBRO DE ROMANOS

La revelación de la Palabra de Dios se nos dio como un
legado maravilloso. El evangelio completo de Dios incluye
no sólo la salvación inicial, que es el evangelio de la gracia,
sino también el evangelio del reino, pues comprende nuestra
redención, arrepentimiento, reconciliación con Dios, perdón
de pecados, justificación, santificación, la transformación de
Dios en nuestro interior, la conformación y, finalmente, nuestra
glorificación. La transformación que ocurre en nosotros no es
por imitación, sino que es un proceso metabólico, pues ocurre
por medio de la vida de Dios que está en nuestro interior y
nos conforma a la imagen de Cristo. Por último, después ser
glorificados cuando Cristo venga, como vencedores, reinaremos
con Él por mil años (Ap 20:4b).
Este es el evangelio completo que Dios nos entregó y del
cual nos hizo sus guardianes. Hoy, pocos cristianos predican el
evangelio genuino, pero a veces utilizan prácticas supersticiosas,
misticismo, gnosticismo y vanas sutilezas que nos distraen
de Cristo. En el vivir de la iglesia, el evangelio tiene sólo un
enfoque, ¡Cristo! Ningún obrero, ningún hombre, nada debe
ser el centro, además de Jesucristo. Exaltemos sólo el nombre
de Jesús. No queremos nada fuera de Cristo, pues Él es quien
agrada al Padre. Cuando Jesús fue bautizado y salió del agua, se
oyó una voz de los cielos, que decía: “Este es mi Hijo amado, en
quien tengo complacencia” (Mt 3:17).

En Romanos 1:1, Pablo dice que fue apartado para el
evangelio de Dios. En el versículo 9, está escrito: “Porque
testigo me es Dios, a quien sirvo en mi espíritu en el evangelio
de su Hijo”. El evangelio de Dios no es algo aparte de Cristo:
no es una doctrina ni una forma de autoayuda o una manera
de vivir, ni mucho menos una filosofía; el evangelio es
Jesucristo. Romanos 1:16 revela que el evangelio es “Poder
de Dios para salvación a todo aquel que cree”.
El evangelio como poder de Dios no consiste sólo en
manifestaciones milagrosas. El verdadero poder es aquel capaz
de transformar vidas, cambiar nuestra persona; es aquel que
transforma a alguien triste en alguien alegre o una persona
difícil de relacionarse en alguien capaz de expresar el amor de
Dios por las personas.
Ese poder, por medio del evangelio de Su Hijo, cambia
la vida de los jóvenes, reconcilia a los matrimonios, trae la
armonía en la vida de la iglesia y unidad en el liderazgo. Es
exactamente por eso que necesitamos propagar las buenas
nuevas de Jesús. Por ejemplo, los matrimonios necesitan
saber que el Hijo de Dios tiene el poder de renovar toda
relación conyugal. Todos necesitan saber que Jesús es Dios
que se hizo Hombre, lleno de gracia y de verdad. Tuvo un
vivir humano, fue tentado en todas las cosas, pero no pecó.
Él sufrió, fue apresado, juzgado injustamente y castigado. En
Isaías 53, dice que el castigo que estaba destinado a nosotros,
Dios lo puso sobre Cristo, que sufrió por nosotros la muerte
vicaria, sustituta. Yo debía haber muerto en la cruz, pero Él
tomó mi lugar.
El evangelio de Dios muestra que, en la cruz, Jesús
crucificó el pecado (la naturaleza pecaminosa), los pecados

(nuestras acciones pecaminosas), el mundo, la vieja creación,
Satanás, el viejo hombre y abolió la ley de los mandamientos
expresados en ordenanzas, que es lo que más divide a la iglesia
y la raza humana hoy (2 Co 5:17; Ro 6:6; Gá 5:24; 2 Co 5:21;
1 P 2:24; Gá 6:14; He 2:14; Ef 2:15). 29

30 La buena noticia de ese evangelio es que, cuando Jesús
fue sepultado, también sepultó nuestro pasado; cuando Él
resucitó al tercer día, nosotros también resucitamos con Él;

cuando ascendió, nosotros también ascendimos juntamente
con Él y nos hizo sentar en los lugares celestiales (Ef 2:6). Esa
es la realidad que debemos contarles a las personas. Podemos
invitarlas a vivir una vida maravillosa, sin utopía, en un lugar
donde hay amor, paz y perdón: ¡El vivir de la iglesia!
Pregunta: ¿Qué verdades del evangelio debemos anunciarles a

las personas?
Mi punto clave:

Lectura bíblica:
Gn 3:1-14; Ro 16:25; Ef 1:4
Leer con oración:
Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren
maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra
(Gn 12:3).
LAS PROMESAS DE DIOS

El evangelio de Dios también es el evangelio de Cristo,
fue el evangelio de Pablo y debe ser también nuestro
evangelio. Nosotros recibimos directamente de Dios la
comisión de propagarlo a las personas, y Dios es poderoso para
confirmar nuestro llamamiento, envío y consagración para
tal predicación, conforme a la revelación del misterio que
se ha mantenido oculto desde tiempos eternos (Ro 16:25).
Primeramente, ese misterio fue confiado a los apóstoles, pero
hoy nos fue entregado a nosotros como un legado del vivir de
la iglesia. Debemos “ponernos la camiseta” de este evangelio,
pues en su contenido hay revelación, luz y poder para cambiar
la vida de las personas. Todos necesitan conocerlo, pero no
todos lo recibirán. Sin embargo, eso no nos debe desanimar
(lo mismo ocurrió con Jesús en Su ministerio terrenal, que
culminó con 120 discípulos). No obstante, hoy vemos el
resultado glorioso de Su doloroso trabajo.
Fuimos escogidos y predestinados por Dios antes de la
fundación del mundo (Ef 1:4). La revelación del misterio de

Dios no fue accidental, sino algo que Él lo planificó desde la
eternidad pasada, porque tenía en Su corazón al hombre, la
iglesia. Ese misterio se refiere al evangelio de Dios, el cual
había prometido antes por Sus profetas en las santas Escrituras
(Ro 1:2). Por eso es importante leer la Biblia, un libro de
31

32 promesas maravillosas para nosotros. Debemos creer en esas
promesas de Dios y tomar posesión de ellas, las cuales ya se
están cumpliendo.
Antes de la caída, el hombre y Dios mantenían una
comunión y disfrutaban de la presencia uno del otro. Debido
al pecado cometido por el hombre, éste se escondió de
Dios y sintió su ausencia y lo buscó. Adán respondió a Dios
que, cuando oyó Su voz en el huerto, por estar desnudo, se
escondió por temor: “Y Dios le dijo: ¿Quién te enseñó que
estabas desnudo? ¿Has comido del árbol de que yo te mandé
no comieses?”. Entonces el hombre culpó a la mujer, y ella
culpó a la serpiente (cfr. Gn 3:9-14).
En Génesis 3:15, entonces, tenemos el registro de una
promesa: “Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu
simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú
le herirás en el calcañar”. Por un lado, esa mujer representa
a María, la virgen que concibió a Jesús; por otro, representa
a la mujer universal, que es la iglesia. El descendiente de la
mujer es Cristo. ¡Eso es grandioso! Cuatro mil años después,
Dios cumplió lo que prometió. Cuando Jesús fue crucificado,
la serpiente pensó que Lo había vencido, pero lo que Satanás
no esperaba era la resurrección del Hijo del Hombre. En ese
momento, Jesús aplastó la cabeza del diablo. ¡Aleluya! Hoy, de
hecho, existe una enemistad entre Satanás y la iglesia, entre el
Pueblo de Dios y la descendencia satánica.
En Hebreos 2:14, se confirma el cumplimiento de esa
promesa: “Así que, por cuanto los hijos participaron de carne
y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por
medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto
es, al diablo”. En la cruz, Jesús destruyó al diablo.
En Génesis 22:18, tenemos una promesa más: la bendición
de Dios: “En tu simiente serán benditas todas las naciones de la
tierra, por cuanto obedeciste a mi voz”. Esta porción se refiere
a la descendencia de Abraham. Él tuvo dos descendencias:
una numerosa como las estrellas del cielo, que es la iglesia, y la

otra como la arena del mar, que son los judíos, su descendencia
terrenal. Ambas fueron bendecidas. ¡Aleluya! Nosotros somos
la descendencia celestial de Abraham, y en nosotros serán
benditas todas las familias de la tierra.
Todas las familias, principalmente los matrimonios, deben
guardar este principio: si obedecen a la voz del Señor, otras
familias también serán bendecidas.
Pregunta: ¿Por qué debemos creer en las promesas de Dios y

tomar posesión de ellas?
Mi punto clave:
33

34
Semana 2 – JUEVES
Lectura bíblica:
Ex 10:9; Mt 1:1-16; Jn 1:1; 1 Jn 2:25; 5:13; Ap 21:6
Leer con oración:
En la esperanza de la vida eterna, la cual Dios, que no miente,
prometió desde antes del principio de los siglos (Tit 1:2).
LA SALVACIÓN ANTES DE LOS TIEMPOS DE LOS SIGLOS

Ayer vimos que Dios preparó una salvación para nosotros
antes de la fundación del mundo. En la Segunda Epístola de Pablo
a Timoteo, leemos: “Según el poder de Dios, quien nos salvó y
llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino
según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús
antes de los tiempos de los siglos”(1:8b-9). Por tanto, reiteramos
que Dios ya había determinado nuestra salvación en Cristo Jesús
desde la eternidad pasada. No tenemos idea de lo que eso significa
porque somos hombres temporales, atados al tiempo, pero los
profetas nos transmitieron las promesas hechas por Dios en el
pasado. Todo fue preparado y planificado para nosotros. ¡Aleluya!
Tito 1:2 se refiere a la “esperanza de la vida eterna, la cual Dios,
que no miente, prometió desde antes del principio de los
siglos”. La promesa de la vida eterna ya no es más una promesa,
sino una realidad (1 Jn 2:25; 5:13). Ahora, necesitamos tomar
posesión de ella y disfrutarla en el vivir de la iglesia. Por ejemplo,
en Hechos 2:39, leemos: “Porque para vosotros es la promesa, y
para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos
el Señor nuestro Dios llamare”. En esta porción vemos la promesa
del Espíritu para nosotros y nuestros hijos. A Dios le interesa salvar
familias. La salvación de Dios en Cristo incluye a nuestros jóvenes,
ancianos, hijos e hijas (Ex 10:9), especialmente a nuestros jóvenes,
que son constantemente oprimidos por el príncipe de este mundo.
Ellos necesitan saber que la bendición prometida a la descendencia

de Abraham también es para ellos. Sólo necesitan creer a esa
promesa y tomar posesión.
Esta promesa se refiere al evangelio de Dios, y éste se refiere
únicamente a Su Hijo. Él es el centro del universo, es la totalidad
de la economía de Dios. En el universo, todo gira alrededor de
Cristo. De acuerdo con Apocalipsis 21:6, Él es el Alfa y la Omega
(el primero y el último), Él es la cabeza del Cuerpo y encabeza
todas las cosas por medio de la iglesia.
Romanos 1:3-4 dice: “Acerca de su Hijo, nuestro Señor
Jesucristo, que era del linaje de David según la carne, que fue
declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por
la resurrección de entre los muertos”. Por consiguiente, tenemos
los dos aspectos de la naturaleza de Cristo: la humana y la divina.
Antes de Él, nunca hubo en la historia de la humanidad un ser que
fuera la combinación de las dos naturalezas. Después del primer
siglo surgieron algunas herejías que cuestionaron la divinidad de
Jesús diciendo que era sólo un hombre. Otras decían que Él no
era un verdadero hombre, sino un dios que vino a la tierra en una
figura un poco mística. Sin embargo, la Biblia nos revela que Jesús
es cien por ciento hombre, pues era descendiente de David, y
también es cien por ciento Dios (Mt 1:1-16; Jn 1:1).
En el monte de la transfiguración, Jesús fue visto como un
hombre común, pero, en un momento determinado, Dios Lo
despojó de Su humanidad, expuso Su divinidad, y Su fulgor ofuscó
a quien estaba presente (Mt 17:1-8). La “cascara” de la humanidad
de Jesús se abrió en aquel momento y la gloria de Dios brilló.
¡Alabado sea el Señor!
Pregunta: ¿Qué prometió Dios antes de los tiempos de los siglos?

Mi punto clave:
35

36
Lectura bíblica:
Mt 4:2; 8:24; 27:46; Mr 14:33-34; Lc 15:20; 2 Co 5:21
Leer con oración:
Dios fue manifestado en carne, justificado en el Espíritu, visto de
los ángeles, predicado a los gentiles, creído en el mundo, recibido
arriba en gloria (1 Ti 3:16b).
DIOS FUE MANIFESTADO EN CARNE

Hoy, continuaremos describiendo algunas verdades del
evangelio. Juan 1:14 dice que: “Y aquel Verbo fue hecho
carne, y habitó entre nosotros”. Esta porción nos muestra la
encarnación de Jesús, es decir, cuando Él nació, era Dios
encarnado, era semejante a nosotros. En Hebreos 2:14, está
escrito que, cuando Jesús vino, Él participó de carne y sangre.
Cuando fue crucificado, Él sangró; cuando le clavaron la corona
de espinas, sangró también. Cuando fue azotado, sintió dolor.
Jesús tuvo hambre, sed y sueño (Mt 4:2). En cierta ocasión,
durante una tempestad en el mar, Él estaba durmiendo en la
barca mientras los discípulos estaban aterrados (Mt 8:24). Jesús
también lloró, pues tenía emociones (Jn 11:35). No podemos
olvidar que Jesús era un ser humano, un hombre frágil, como
nosotros. Si Él hubiera tropezado y caído, sus rodillas habrían
sangrado. En el huerto de Getsemaní, Jesús tuvo depresión, por
causa de la fuerte emoción causada por el temor y la angustia
(Mr 14:33-34). Él sudó sangre. Eso representa el nivel más
grave de depresión.
Por tanto, si usted sufre con depresión, sepa también
que Jesús pasó por ese tipo de problema y sabe bien lo
que usted siente. Él oró: “Padre mío, si es posible, pase
de mí esta copa” (Mt 26:39b). Él pasó por todo eso: fue
manifestado en carne, justificado en espíritu, visto de los

ángeles, predicado a los gentiles, creído en el mundo y
recibido en gloria (1 Ti 3:16). ¡Hoy somos personas llenas
de esperanza, pues Él habita en nosotros!
Ese es Jesús, Dios manifestado en carne. Hoy, como Su
iglesia, nosotros Lo manifestamos. Cuando las personas nos
miren a nosotros, deben verlo expresado en nuestras actitudes.
En Romanos 8:3, leemos que la carne era débil y que era
imposible para el hombre cumplir la ley. Entonces Dios la
cumplió enviando a Su Hijo en semejanza de carne de pecado,
pero sin pecado; y así condenó Él, en la carne, el pecado. Jesús
es nuestro verdadero superhéroe, pues vino a la tierra para
salvarnos. No es un héroe de fantasía que muchos adoran, sino
un superhéroe diferente, pues Él no vino en Su poder y gloria.
Él se encarnó, entró en el vientre de una mujer, permaneció allí
limitado durante nueve meses, nació como un niño común y
vivió como un hombre común. Por eso Él comprende muy bien
lo que sentimos.
En Segunda de Corintios 5:21, está escrito que Dios Lo hizo
pecado por nosotros. Esa es una verdad que puede conquistar el
corazón de las personas. Jesús pasó seis horas en la cruz. Desde las
nueve de la mañana hasta el mediodía, fue juzgado por los hombres.
Todos le hicieron bullying, a pesar de eso, Jesús oró por ellos: “Padre,
perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lc 23:34).
Durante todo Su ministerio terrenal, Jesús decía que el Padre
estaba con Él y Él con el Padre. En las tres primeras horas de la
crucifixión, Dios miraba la cruz y veía a Su Hijo amado, pero,
al medio día, cuando Lo hizo pecado por nosotros, Él no Lo vio
así, sólo vio pecados. Todos los pecados que la humanidad vivió
antes de Jesús, en Su tiempo y después de Él fueron puestos
sobre Él en aquella cruz. Eran tantos pecados que hasta el sol

fue cubierto por densas tinieblas (cfr. Lc 23:44).
Dios, por ser santo y sin pecado, abandonó a Su Hijo. En
aquel momento de tanto dolor, Jesús se sintió solo y desamparado
por el Padre (Mt 27:46). Eso es el evangelio, cuyo objetivo es
que en Él, en Jesús, fuimos hechos justicia de Dios. Hoy, eso es 37

38 posible porque Jesús tomó nuestro lugar. Entonces, cuando
Dios nos mira no ve más el pecado. Él nos abraza, como
hizo el padre del hijo pródigo (Lc 15:20). Joven, si estas

lejos de Dios, debes saber que Él quiere besarte. Vuelve en
dirección a Él, pues, mediante el Hijo, fuimos reconciliados
y justificados con el Padre.
Pregunta: ¿Qué representa para nosotros que Dios se haya

manifestado en carne?
Mi punto clave:

Lectura bíblica:
Nm 21:4-9; He 4:15
Leer con oración:
Quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el
madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados,
vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados (1 P 2:24).
JESÚS SE COMPADECE DE NOSOTROS

Y ES LA SERPIENTE DE BRONCE
La epístola escrita a los Hebreos contiene una verdad
preciosa del evangelio: “Porque no tenemos un sumo sacerdote
que no pueda compadecerse de nuestras debilidades” (4:15).
A pesar de que esa porción presenta dos cosas negativas,
en realidad, la afirmación es: “Nosotros tenemos un sumo
sacerdote que se compadece de nuestras debilidades, que
siente empatía por nosotros”. Él es como un médico que, por
haber pasado por la misma enfermedad que su paciente, puede
tratarlo bien y recetarle el mejor medicamento, pues sabe
exactamente lo que está sintiendo y necesita.
Jesús hace eso con nosotros porque pasó por todo tipo
de tribulación aquí en la tierra. Apreciado lector, ¿cree que,
como usted, Jesús también fue tentado en todo, incluso en
el área sexual? Eso es claramente posible porque Él vino en
nuestra semejanza de carne de pecado, y la Biblia dice que
Él fue tentado en todas las cosas, según nuestra semejanza,
pero sin pecado. Es por eso que, hoy, Cristo puede ser nuestro
fiel sumo sacerdote e interceder por nosotros, para que
podamos vencer las tentaciones, las tribulaciones y todas las
situaciones negativas.
Otra verdad preciosa es que Jesús es la serpiente de
bronce: “Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así
39

40 es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado” (Jn 3:14).
Para entender mejor ese versículo, leamos Números 21:4,
que narra un pasaje del éxodo del pueblo de Israel: “Después
partieron del monte de Hor, camino del Mar Rojo, para rodear
la tierra de Edom; y se desanimó el pueblo por el camino”.
El pueblo de Dios, cuando estaba en el desierto, se parecía
mucho a nosotros, pues reclamaba por todo (por el frío, por
el calor, por la falta de agua, por la escasez de comida, etc.):
“Y habló el pueblo contra Dios y contra Moisés: ¿Por qué nos
hiciste subir de Egipto para que muramos en este desierto? Pues
no hay pan ni agua, y nuestra alma tiene fastidio de este pan
tan liviano” (Nm 21:5). A pesar de que el pueblo no necesitaba
trabajar, sólo recoger, cocinar o asar el maná, reclamó por el pan
que recibía sin tener que hacer nada. Por esa razón, el Señor
mandó serpientes ardientes, es decir, serpientes venenosas que
los mordían, y muchos murieron. “Entonces el pueblo vino a
Moisés y dijo: Hemos pecado por haber hablado contra Jehová,
y contra ti; ruega a Jehová que quite de nosotros estas serpientes.
Y Moisés oró por el pueblo” (v. 7).
Sin embargo, el Señor no quitó las serpientes. Él le dijo
a Moisés: “Hazte una serpiente ardiente, y ponla sobre una
asta; y cualquiera que fuere mordido y mirare a ella, vivirá.
Y Moisés hizo una serpiente de bronce, y la puso sobre una
asta; y cuando alguna serpiente mordía a alguno, miraba a
la serpiente de bronce, y vivía” (Nm 21:8-9). Si alguien, por
incredulidad, consideraba eso una superstición y no miraba
a la serpiente de bronce, moría. En ese contexto, Dios hizo
una promesa indicando la venida de Su Hijo. Las serpientes
representan a Satanás. Esa es la verdadera serpiente que está
“mordiendo” a muchas personas. Podemos ver a personas
que han sido “mordidas” en nuestro vecindario, en nuestro
trabajo, en los colegios y universidades. Hoy vemos por todo
lado a parientes y amigos e incluso a personas de nuestra casa
morir. ¿Qué vamos a hacer? Es muy sencillo, todos pueden ser
sanados por medio de la fe.

La serpiente de bronce representa a Jesús. Y, como ocurría
con aquellos que miraban la serpiente de bronce que estaba
sobre un asta en el desierto, del mismo modo, quien mira a
Jesús es sanado inmediatamente. Como aquella serpiente de
bronce que sólo tenía la apariencia de la serpiente, pero no el
veneno, Jesús vino en semejanza de carne de pecado, pero sin
pecado, y fue levantado en el madero, en la cruz. Y, hoy, quien
Lo mira a Él será salvo. Eso es el evangelio que necesitamos
predicar a las personas, ayudándolas a mirar sólo a Jesús.
¡Alabado sea el Señor!
Pregunta: ¿Por qué Jesús, como fiel sumo sacerdote, se

compadece de nuestras debilidades?
Mi punto clave:
41

42
Lectura bíblica:
1 Ti 2:5; 1 Jn 3:2
Leer con oración:
Nuestro Señor Jesucristo (…). Fue declarado Hijo de Dios con
poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre
los muertos (Ro 1:3b-4).
JESÚS ES EL HIJO DE DIOS

En el transcurso de esta semana, vimos sobre algunas verdades
contenidas en el evangelio de Romanos. En 1:3-4 se nos dice:
“Acerca de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que era del linaje
de David según la carne, que fue declarado Hijo de Dios con
poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre
los muertos”. En Juan 1:18, leemos: “A Dios nadie le vio jamás;
el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado
a conocer”, y en Romanos 8:3 se nos dice: “Porque lo que era
imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios,
enviando a su Hijo”. Esos versículos nos muestran que Jesús, el
Hijo de Dios, era Dios mismo en Su divinidad.
Cuando Él vino a la tierra, ocurrió algo nuevo en el
universo: Dios, que era Espíritu, tomó la forma humana. En
Filipenses 2, está escrito: “Haya, pues, en vosotros este sentir
que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de
Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse,
sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho
semejante a los hombres” (vs. 5-7).Nosotros hemos oído sobre
el splágchnon de Cristo, que es el sentimiento de las entrañables
misericordias, de la compasión, del amor, del perdón, que viene
de las entrañas de Cristo.
Estos atributos elevados de Cristo, por medio de Su muerte
y resurrección, elevaron todas las virtudes humanas. Entonces,
Él fue declarado Hijo de Dios. Cuando Jesús estaba en la tierra,
Él tenía un estatus doble. En Su divinidad, era Hijo de Dios,

pero como el hombre Jesús, esto es, en Su humanidad, aún
estaba siendo probado por el Padre, todavía no era Hijo de
Dios, pues necesitaba vivir una vida sin pecado, pasar por la
muerte, sepultura y resurrección.
Después de ese proceso, Jesús fue reconocido como Hijo de
Dios en Su divinidad y también en Su humanidad. Por eso, en
Primera de Timoteo 2:5 dice que tenemos un mediador entre
Dios y los hombres, Jesucristo, hombre. Hoy, Aquel que fue
entronizado también es nuestro Abogado junto al Padre y puede
restaurar la vida de las familias, porque éstas forman parte del
plan de Dios. Él puede defender nuestra causa porque sabe lo
que es ser un hombre. En el Salmo 2:7, está escrito: “Mi hijo
eres tú; yo te engendré hoy”. Dios jamás le dijo eso a ningún
ángel, sólo a Su Hijo. En Romanos 1:4, Pablo dice además que
Jesús fue declarado Hijo de Dios con poder, según el espíritu de
santidad, por medio de la resurrección.
Hoy, nuestra carne aún es carne de pecado, por eso existe
en nosotros un combate, pues la carne quiere alejarnos de
Dios y lucha contra el espíritu. Pero, si permitimos que Dios
trate con nosotros para realizar Su obra de conformación y
transformación, cuando Jesús vuelva, también tendremos la
misma glorificación. Cuando nuestro cuerpo sea transfigurado,
en Su venida, seremos semejantes a Él (1 Jn 3:2).
Pregunta: ¿Por qué en Romanos 1:4 dice que Jesús fue declarado
Hijo de Dios?
Mi punto clave:
Lectura de apoyo:
El evangelio al alcance de todos – cap. 16 – Editorial Árbol de la Vida.
Los dos aspectos de la salvación – caps. 3 y 4 – Dong Yu Lan. 43

44
Semana 3 – LUNES
Lectura bíblica:
Gn 2:17; 3:4; 4:5; Ex 19:4-8; 20:1-17; Ro 3:9-10; Stg 2:10
Leer con oración:
Ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado
delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del
pecado (Ro 3:20).
LA FUNCIÓN DE LA LEY
El tema de esta semana es “Justificados por la fe”. Aquí se nos
revela la importancia de la fe para que Dios pueda perdonar nuestros
pecados y hacernos justos delante de Él. En el huerto de Edén, Dios
le ordenó al hombre que no comiera del fruto del árbol de la ciencia
del bien y del mal. Pero la incredulidad lo llevó a la desobediencia
(Gn 2:17; 3:4). A partir de allí, el pecado entró y contaminó a todos
los hombres, de manera que no hay un justo, ni aún uno en toda
la tierra (Ro 3:9-10). Desde entonces, todo ser humano necesita
ser justificado, necesita que sus pecados le sean perdonados y ser
aprobado por Dios para tener nuevamente libre acceso a Él.
Durante esta semana, hablaremos del largo camino que la
humanidad recorrió hasta que la voluntad original de Dios se
estableciera. En el pecado, el hombre se llena de prepotencia y,
ciego, no percibe que es totalmente incapaz de hacer de sí mismo
una persona justa para cumplir los mandamientos del Señor. Desde
el principio, el hombre intenta justificarse por medio de las obras,
esperando, con eso, acercarse a Dios. En el Antiguo Testamento,
en la dispensación de la ley, tenemos el papel de la ley y la figura
del tabernáculo dentro de este proceso, sobretodo de la sangre
rociada sobre el propiciatorio que estaba en el Lugar Santísimo. En
el Nuevo Testamento, tenemos la obra de Jesucristo, que no sólo
cubrió nuestros pecados, sino que los quitó totalmente y nos hizo
justos delante de Dios. Eso no es un asunto de hacer obras para Dios,
sino de creer en la propiciación que Jesús hizo por nosotros. Por eso
nuestra justicia hoy está totalmente relacionada con la fe.

En el Edén, después que la naturaleza de pecado entró en
el hombre y en la mujer, ellos intentaron acercarse a Dios por sí
mismos, escondiendo, por la vestimenta de hojas de higuera, su
situación interior real (Gn 3:7). Lo mismo ocurrió con Caín. Dios
reprobó primero su persona y después su ofrenda, demostrando que,
más que obras, estaba interesado por su condición interior (Gn 4:5).
Más adelante, después de liberar a Su pueblo de la esclavitud
en Egipto, el Señor se declaró a ellos, les demostró Su amor y Su
voluntad de siempre tener a Su pueblo junto a Él, guardando
Su pacto (Ex 19:4-6). Entonces, cuando Moisés llamó a los
ancianos del pueblo y expuso ante ellos todas esas palabras, ellos
respondieron: “Todo lo que Jehová ha dicho, haremos. Y Moisés
refirió a Jehová las palabras del pueblo” (v. 8). Así, Dios envió un
resumen de la ley en la forma de los diez mandamientos (20:1-17).
Sin embargo, por más que lo intentara, el hombre no sería capaz
de cumplir todas aquellas palabras y así, volverse una persona
justa. Eso porque, por la ley, tomamos conocimiento del pecado
(Ro 3:19-20). La ley nos ordena no tener otros dioses, pero
¿cuántos no hacen del dinero un dios (Ex 20:3)? Debemos honrar
al padre y a la madre, sin embargo, ¿cuántos padres exigen que
sus hijos los honren, pero ellos mismos no honran a los suyos
(v. 12)? Por más que logremos cumplir con uno de esos asuntos,
la Palabra nos dice que tropezar en un sólo punto nos convierte
en culpables de todos (Stg 2:10). Por tanto, por las obras de la
ley, nadie podrá justificarse, volverse justo delante de Dios.
¡Dejemos toda nuestra prepotencia de lado, vaciémonos y
creamos totalmente en el Señor y en Su obra redentora!
Pregunta: ¿Cuál es la función de la ley para el pueblo de Dios?

Justificados por la fe
Mi punto clave:
45

46
Semana 3 – MARTES
Lectura bíblica:
Nm 17:4; Mt 27:51; Ro 3:20; He 9:7; 10:19; 1 Jn 2:14
Leer con oración:
Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar
Santísimo por la sangre de Jesucristo (He 10:19).
EL TABERNÁCULO
Ayer vimos que el pueblo de Israel se creía muy capaz de
cumplir toda la ley, pues muchos se consideraban justos. Sin
embargo, la Biblia deja claramente mostrado que, por las obras
de la ley, nadie será justificado delante de Dios (Ro 3:20). Para
comprender esto mejor, veamos la figura del tabernáculo. La
gran tienda que fue armada en el desierto estaba compuesta
por un área externa descubierta, llamada atrio exterior, y el
área cubierta con dos secciones, el Lugar Santo, donde los
sacerdotes servían, y la parte más interna, conocida como el
Lugar Santísimo, donde la gloria de Dios se manifestaba.
Al llegar al atrio exterior, el pecador se encontraba con el
altar del holocausto. Allí traía su ofrenda por el pecado y el
holocausto (toros, ovejas o palomos), imponía sus manos sobre
los animales. El animal era sacrificado, cortado en pedazos y
puesto sobre el altar, y su sangre, que representa la sangre del
pecador, era derramada alrededor del altar. Todo eso era para
ser aceptado delante del Señor y para su expiación. En seguida,
tenemos la fuente de bronce donde Aarón y sus hijos debían
lavarse las manos y los pies. Para nosotros, hoy, “cortar el
animal en pedazos” y “quemarlo totalmente en el altar” es una
indicación de que necesitamos consagrarnos totalmente a Dios
(Lv 1:6-9; cfr. Ro 12:1).
En el Lugar Santo, tenemos la mesa con los panes de la
proposición, que representan las reuniones ricas en alimento

espiritual, pues Cristo mismo es ese alimento (cfr. Jn 6:51, 57).
Otro elemento del Lugar Santo es el candelero, que representa
la luz que recibimos del Señor y, por último, el altar del incienso,
que representa las oraciones de los santos (Ap 5:8). Necesitamos
tener momentos de oración individual y también con la iglesia.
¡Las oraciones sinceras se vuelven muy agradables y mueven los
brazos de Dios! Joven, no desperdicie la oportunidad de disfrutar
de la Palabra y de orar con la iglesia. Ese es el camino eficaz para
que te vuelvas fuerte y venzas al maligno (1 Jn 2:14b).
Luego de todo ese proceso, llegamos al Lugar Santísimo,
donde Dios aparecía y hablaba con el hombre. En el Antiguo
Testamento, eso sólo ocurría una vez al año, cuando el sumo
sacerdote entraba y pasaba por el velo que separaba el Lugar
Santo del Lugar Santísimo (He 9:7). Únicamente Moisés
entraba en cualquier momento para tener comunión con Dios
(Nm 17:4, 7-8). En aquel tiempo, ¡cuántos requisitos eran
necesarios para estar en la presencia del Señor! Pero gracias a
Dios por Jesucristo, que, al ser juzgado y muerto por nuestros
pecados, hizo que se rasgara de arriba abajo el velo que separaba
el Lugar Santo del Lugar Santísimo, que nos impedía tener
acceso a Su presencia (Mt 27:51). Hoy, en cualquier instante,
podemos entrar en el Lugar Santísimo para tener comunión
con Dios (He 10:19). No existe un horario. Él siempre está
disponible. ¡Pruebe y vea!
Pregunta: ¿Cuál es la experiencia del tabernáculo que más le

llamó la atención este día? ¿Por qué?
Mi punto clave:
47

48
Lectura bíblica:
Ex 25:17-22; Lv 16:14, 34; Ez 9:3; 10:18; Ro 3:23; He 9:5
Leer con oración:
Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al
cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a
mí, pecador (Lc 18:13).
¡DIOS, SÉ PROPICIO A MÍ, PECADOR!

Ayer vimos que la voluntad de Dios era que el velo del
Lugar Santísimo fuera rasgado a fin de que todos los hombres
realmente pudieran tener acceso a Él en cualquier instante
y en cualquier lugar, lo que de hecho ocurrió después de la
muerte y resurrección de Jesús.
El Lugar Santísimo era un lugar donde el hombre podía
encontrarse con Dios. Allí estaba el arca del pacto, hecha
de madera de acacia revestida de oro puro. La acacia es un
árbol que crece lentamente bajo intensas lluvias, vientos
fuertes e intemperies. Mientras más fuerte sopla el viento,
que intenta derribarlo, sus raíces se profundizan más.
Para ser útiles a Dios, permaneciendo en Su presencia,
necesitamos tener una vida humana probada y firme, como
la acacia, que profundice nuestras raíces en el Señor, para
revestirnos de la naturaleza divina, que es representada
por el oro puro. Muchos cristianos sueñan con la madurez
espiritual instantánea, pero son descuidados en su carácter
y fácilmente se desaniman frente a las dificultades. Hay
jóvenes que comienzan a servir al Señor en la iglesia y, por
ser menos crecidos, a la más mínima señal de dificultad o
ante una exhortación de parte del liderazgo, luego piensan
en desistir del servicio. Cuando eso ocurre, necesitamos
ayudarlos a profundizar sus raíces en el Señor para que se

vuelvan cada vez más resilientes, preparados para soportar
cualquier tipo de presión y nunca rendirse.
Dentro del arca estaban las tablas de la ley, la vara
de Aarón que reverdeció y el maná escondido. Sobre el
arca estaba el propiciatorio y, allí había dos querubines
(Ex 25:17-21). Era el lugar donde el Señor aparecía para
tener comunión con el sumo sacerdote (v. 22). Al entrar al
Lugar Santísimo, los querubines, que representan la gloria
de Dios, recordaban al sumo sacerdote que carecía de esa
gloria (Ez 9:3; 10:18; He 9:5; Ro 3:23). Además, las tablas
de la ley en el interior del arca le recordaban que él era
deudor de las justas exigencias de Dios. Por ser un pecador,
la ley lo condenaba.
Una vez al año, el llamado “día de la expiación”, el sumo
sacerdote entraba en el Lugar Santísimo con la sangre del
animal sacrificado en el altar del holocausto y la rociaba sobre
el propiciatorio, para que Dios pudiera cubrir primero sus
pecados y, después, los pecados del pueblo (Lv 16:14, 34).
La sangre sobre el propiciatorio era la condición necesaria
para que Dios pudiera aparecérsele al sumo sacerdote sin
ser consumido por la gloria del Señor, pues allí ocurría
el encuentro de Dios con el hombre. En ese sentido, la
propiciación no era sólo la acción de rociar la sangre sobre
el propiciatorio, sino un lugar donde Dios y el hombre
reconciliados se encontraban.
En el momento que la sangre era rociada sobre el
propiciatorio, Dios se hacía propicio, esto es, favorable
a aquel hombre pecador. Por eso, todas las veces que nos
sentimos acusados interiormente por no lograr atender las
exigencias de Dios, ¡no temamos acercarnos al Señor! Antes

bien, debemos derramarnos delante de Él y clamar como
aquel publicano que ni siquiera levantaba sus ojos al cielo,
pero se golpeaba el pecho, rogando: “¡Dios, sé propicio a mí,
pecador!” (Lc 18:13). ¡Crea que Dios lo cubrirá, limpiará
con Su sangre y será propicio a usted! ¡Aleluya!
49

50
Pregunta: ¿Qué ocurría cuando el sumo sacerdote rociaba la
sangre del animal sacrificado sobre el propiciatorio?
Mi punto clave:

Semana 3 – JUEVES
Lectura bíblica:
He 9:22; 10:4
Leer con oración:
Él [Jesucristo] es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente
por los nuestros, sino también por los de todo el mundo (1 Jn 2:2).
¡CRISTO ES NUESTRA PROPICIACIÓN!

En el Antiguo Testamento, el hombre pecador no tenía
las condiciones de tener la presencia del Señor en el Lugar
Santísimo, pues carecía de la gloria de Dios. Para tratar con los
pecados del pueblo, el sumo sacerdote utilizaba la sangre de un
animal, una vez al año, en el día de la expiación, para rociarla
sobre el propiciatorio. Cuando Dios veía la sangre derramada,
Él se hacía propicio, cubriendo los pecados del sumo sacerdote
y los del pueblo, pues sin derramamiento de sangre no se hace
remisión de pecados (He 9:22).
Es interesante observar que, según la Epístola a los Hebreos,
la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar
los pecados (10:4). En aquel tiempo, la sangre de animales no
solucionaba definitivamente el problema del pecado del hombre,
no lo hacía justo. En el Antiguo Testamento, Dios cubría los
pecados del pueblo, pero no los quitaba.
Ejemplificando ese hecho, supongamos que yo tengo una
deuda impagable con una persona, pero que, obviamente, tiene
que ser pagada. A pesar de no tener esos recursos, tengo un amigo
muy rico a quien le pido ayuda, y él se propone mediar en esa

situación. Él me dice tanto a mí como a la persona a quien le debo
que no necesitamos preocuparnos porque él pagará todo, pero no
en ese preciso momento. Así que, como garantía de su palabra, él
emite un pagaré como prueba y se lo entrega a la persona a quien
le debo. Una vez que el acreedor acepta esa condición, aunque no
51

52 sea pagada en aquel momento, por un asunto de justicia, debo,
inmediatamente, ser liberado y perdonado de aquella deuda.
Eso fue lo que ocurrió con el pueblo de Dios en el Antiguo

Testamento. Ellos eran pecadores, tenían una deuda impagable
(que sólo sería cancelada con el derramamiento de la sangre).
Entonces Jesús “emitió” un pagaré, es decir, la sangre de animales
rociada sobre el propiciatorio, la cual es la garantía de que Cristo
vendría para quitar los pecados de todo el pueblo. Ese pagaré cubrió
todos los pecados del pueblo del Antiguo Testamento. Cuando
Jesús se encarnó, fue a la cruz y murió por todos los hombres, Él
pagó y rescató definitivamente ese pagaré. ¡Aleluya! Por tanto,
por causa de Su justicia, Dios no tomó en cuenta los pecados de
Su pueblo en aquel periodo del Antiguo Testamento. Ese es el
significado de lo que leemos en Romanos 3:25: “A quien Dios puso
como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar
su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los
pecados pasados”.
Cuando llegamos al Nuevo Testamento, Jesús nos es presentado
de la siguiente manera: “He aquí el Cordero de Dios, que quita
el pecado del mundo” (Jn 1:29). Anteriormente, los pecados del
Pueblo sólo eran cubiertos por la sangre expiatoria, porque sólo
había un “pagaré” que garantizaba que un día éstos serían quitados.
Hoy, Dios no sólo los cubre, sino que quita y remueve nuestros
pecados. En Su muerte y resurrección, Él pagó nuestra deuda,
rescató el pagaré y nos dejó sin deuda. Dios estableció a Cristo Jesús
como un propiciatorio, el lugar de la propiciación, al cual todos los
pecadores tienen acceso. ¡Qué maravilloso! ¡Gloria a Dios!
Pregunta: ¿Qué era el propiciatorio y cuál era su importancia

para el pueblo de Dios en el Antiguo Testamento?
Mi punto clave:

Lectura bíblica:
Sal 32:3; Col 1:13; He 12:2
Leer con oración:
No por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su
propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo,
habiendo obtenido eterna redención (He 9:12).
EL SACRIFICIO EFICAZ, ETERNO Y LA FE DE JESÚS

En Primera de Juan 4:10, leemos: “En esto consiste el amor:
no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos
amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros
pecados”. Nuestros pecados nos mantenían alejados de Dios y
Le impedían acercarse a nosotros. Por tanto, necesitábamos del
sacrificio propiciatorio que Cristo hizo por nosotros.
Por medio de la propiciación, Jesús nos redimió. “Redención”
significa comprar nuevamente algo que originalmente le pertenecía, pero
que fue perdido. Originalmente, nosotros pertenecíamos a Dios, pero
Satanás nos robó y nos aprisionó en su imperio de tinieblas. Para
recuperarnos, Dios pagó un precio alto, al enviar a Su Hijo Jesús a
morir por nosotros, adquiriéndonos nuevamente y trasladándonos
al reino de Su Hijo amado (Col 1:13). ¡Gloria a Dios!
Además de la redención, Cristo, como nuestra propiciación,
también nos garantiza la reconciliación: “Porque si siendo
enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo,
mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.
Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por

el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora
la reconciliación” (Ro 5:10-11). En la propiciación tenemos la
redención, la justificación y la reconciliación.
En Hebreos 9:12b, vemos: “Por su propia sangre, entró una
vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido
53

54 eterna redención”. Esa sangre tiene eficacia eterna. Por eso
no podemos permitir que los pecados vengan a absorber
nuestras fuerzas (Sal 32:3). La sangre de Cristo es capaz de

quitarlos. ¡Aleluya! Así es como somos justificados delante
de Dios. Necesitamos darnos cuenta de que, en nosotros
mismos, no tenemos capacidad para eso, pero dependemos
totalmente de Cristo.
Es crucial para nosotros hoy tener fe: “La justicia de Dios por
medio de la fe en Jesucristo, para todos [y sobre todos] los que
creen en él. Porque no hay diferencia” (Ro 3:22). Este versículo
es sorprendente, pues, en la traducción literal del griego revela
enfáticamente que la justicia de Dios es por medio de la fe “de” y
no “en” Jesucristo. La fe no es mía, sino suya, es la fe de Jesucristo.
En Gálatas 2:20, leemos: “Ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y
lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el
cual me amó y se entregó a sí mismo por mí”. Necesitamos mirar
firmemente al autor y consumador de nuestra fe, Jesús (He 12:2).
Los padres necesitan experimentar esa palabra en favor de
sus hijos. Mientras más invoquen el nombre del Señor y miren
firmemente al Autor y Consumador de la fe, serán más constituidos
de la fe de Jesucristo para profetizar bendiciones a sus hijos. No
se afirmen en sus dificultades e incapacidades, sino contemplen
a Cristo y experimenten la fe de Jesucristo hasta que vean en sus
familias aquello que sus ojos físicos todavía no logren vislumbrar.
Cuando creemos en nuestro corazón y con la boca confesamos
que Jesús es el Señor, la fe de Jesucristo nos es transmitida. ¡Qué
bendición tan maravillosa!
Pregunta: ¿Qué nos garantiza la propiciación de Cristo?
Mi punto clave:

Lectura bíblica:
Ro 1:1, 16; 10:12-15
Leer con oración:
Así que la fe proviene del oír, y el oír, por medio de la palabra de
Cristo (Ro 10:17, griego lit.).
EL JUSTO POR LA FE VIVIRÁ

En Romanos 1:17, vemos: “Porque en el evangelio
la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está
escrito: Mas el justo por la fe vivirá”. Cuando disfrutamos
genuinamente de la Palabra de Dios, percibimos cuán
pecadores somos y carecemos de la gloria de Dios. Cada vez
que nos apoderamos de la fe y aplicamos la sangre de Cristo
en nuestra vida, nos volvemos justos delante de Dios. Por
eso la Palabra nos afirma que la justicia de Dios se revela
por fe y para fe, por medio del evangelio.
Para que la fe se manifieste y crezca en otros, es primordial
que prediquemos el evangelio. En el libro de Romanos,
somos motivados a predicar la Palabra sin distinción y
acepción de personas para llevarlas a invocar el nombre
del Señor (10:12-15). Debemos tener siempre en mente
que, si no predicamos, ¿cómo creerán y cómo invocarán?
Por eso podemos alegrarnos con el versículo 15b: “¡Cuán
hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que
anuncian buenas nuevas!”. Fíjese que el Señor no elogió la
boca, sino los pies. Esto es porque no podemos quedarnos

parados. Tenemos que movernos, salir, ser proactivos, estar
constituidos de la Palabra y de la de fe de Cristo, para que
seamos testimonios vivos y osados en anunciar la Palabra.
Este año será el año del avance del evangelio. ¡Reciba y
aplique esta palabra profética a su vida!
55

56 En Romanos 1:1, vemos que fuimos llamados y apartados
para el evangelio. Aparte un tiempo de su día, dedíquese a
la oración y pídale al Señor que le indique una persona a fin

de tener la oportunidad de hablarle de Jesús. Sea sencillo y
práctico diciéndole que Jesús le ama y que murió para salvarle.
Una palabra así que sale de un corazón lleno de amor por las
personas será el poder de Dios para la salvación de todo aquel
que cree (Ro 1:16).
Desde muy temprano, los padres deben alentar y ser
ejemplos en su casa en cuanto a invocar el nombre del Señor,
leer la Palabra y orar juntos. Con cada acción en ese sentido,
ellos van a contribuir para que la fe sea más engendrada en el
corazón de todos. Limitar la práctica de esto sólo a los fines de
semana y durante las reuniones de la iglesia no es suficiente,
pues da lugar para que el enemigo actúe. Él siempre se opondrá
al hablar de Dios; por tanto, los padres deben estar atentos
porque la voz del mundo puede volverse más frecuente que
el hablar de Dios. Nuestros hijos y nuestros jóvenes necesitan
urgentemente recibir el oír de la fe. No permitamos que nuestra
casa pase siquiera un día sin que haya un momento para el oír
de la fe (Ro 10:17, griego lit.). En ese proceso, poco a poco, día
a día, la fe se manifestará más en nuestra familia y, con más fe,
seremos más justos delante de Dios.
Pregunta: ¿Cómo podemos actuar para que la fe crezca en los

hombres?
Mi punto clave:

Lectura bíblica:
Ro 3:24-30
Leer con oración:
Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de
vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se
gloríe (Ef 2:8-9).
EL PELIGRO DEL ORGULLO

La tendencia natural del hombre es vislumbrar sólo sus
cualidades y no sus defectos, considerándose mejor que otros en
muchas situaciones. Esa actitud nos engaña y nos hace creer que,
por ser personas aparentemente buenas, somos justas delante
de Dios. No podemos engañarnos: nuestro comportamiento no
nos vuelve justos. En Isaías 64:6, leemos: “Si bien todos nosotros
somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de
inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras
maldades nos llevaron como viento”. Por eso, sólo nos resta
confiar en aquello que Jesús hizo por nosotros en la cruz, que
representa el sacrificio expiatorio del Antiguo Testamento.
Por medio de la fe, Cristo llega a ser nuestra justicia y, por
tanto, somos justificados a los ojos de Dios: “Siendo justificados
gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en
Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de
la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber
pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, con la mira
de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el

justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús” (Ro 3:24-26).
No hay ningún motivo para que nos enorgullezcamos de
cualquier comportamiento que tengamos u obra que hagamos.
Por eso Pablo pregunta: “¿Dónde, pues, está la jactancia? Queda
excluida. ¿Por cuál ley? ¿Por la de las obras? No, sino por la ley
57

58 de la fe. Concluimos, pues, que el hombre es justificado por
fe sin las obras de la ley” (Ro 3:27-28). A pesar de que Dios
escogió al pueblo judío, aquí en Romanos se nos muestra que

Su corazón abarca a todos, sin excepción (vs. 29-30). Esto es así
porque Dios hizo la promesa a Abraham de que él y su pueblo
poseerían la tierra de Canaán y que él sería el padre de muchas
naciones. La Palabra nos afirma lo siguiente: “Así Abraham
creyó a Dios, y le fue contado por justicia. Sabed, por tanto,
que los que son de fe, éstos son hijos de Abraham” (Gá 3:6-7).
Antes incluso de que existiera Moisés o de que la ley fuera
traída por él, Abraham ya había creído en las promesas de Dios,
por eso llegó a ser un hombre justificado por la fe. ¡Gloria a
Dios! En ese caso, no interesa quien sea la persona o lo que ésta
haga, lo que importa es su fe: “Porque Dios es uno, y él justificará
por la fe a los de la circuncisión, y por medio de la fe a los de la
incircuncisión” (Ro 3:30). Al ser así, por ser justificados por la
fe, podemos formar parte de un mismo Cuerpo, incluso siendo
personas tan diferentes. Y todas las veces que oímos la Palabra,
la fe es engendrada en mayor grado en nosotros y nos volvemos
más justos delante de Dios. ¡Aleluya!
Pregunta: ¿En qué área de su vida está su jactancia, es decir, su

orgullo? ¿Qué le parece si deja de confiar en eso y comenzar a
creer más en lo que Cristo hizo por usted en la cruz?
Mi punto clave:
Lectura de apoyo:
La visión del tabernáculo – caps. 2, 3 y 4 – Dong Yu Lan.

Semana 4 – LUNES
Lectura bíblica:
Jn 1:14; 1 Co 15:45b; Fil 1:5, 7, 12; Col 1:27
Leer con oración:
Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios
para salvación a todo aquel que cree (Ro 1:16a).
EL EVANGELIO ES PODER DE DIOS

Esta semana veremos los capítulos 5 y 6 de Romanos,
libro que nos presenta el evangelio de una manera amplia. Los
asuntos tratados en estos capítulos son de gran importancia para
nuestra experiencia cristiana, pues nos presentan el contraste
entre Adán y Cristo, así como las consecuencias de permanecer
en uno o en el otro. Veremos que esa decisión le corresponde
exclusivamente a cada uno de nosotros y debe ser hecha todos
los días. Aunque tenemos la naturaleza humana caída que
heredamos de Adán, el evangelio nos puede transformar. En
Cristo, comenzamos a vivir en novedad de vida, y el poder del
evangelio opera en nosotros la plena salvación de Dios.
Conforme a Romanos 1:16, el evangelio es poder de Dios
para la salvación de todo aquel que cree. Esto quiere decir
que, por conocer nuestra naturaleza, condición espiritual y
conflictos, el Señor nos trae el evangelio como la buena nueva
de que hay esperanza de cambio. Independientemente del tipo
de persona que seamos, el evangelio es poder de Dios para
En Cristo y con Cristo
nuestra salvación. No estamos condenados a permanecer en la

condición actual. ¡Es suficiente con creer en el evangelio!
Dios espera que creamos en Su Palabra para que la salvación
anunciada en el evangelio opere continuamente en nosotros. El
evangelio es poder de Dios porque no consiste en un conjunto
de enseñanzas, sino que es la persona misma de nuestro amado
Señor Jesús, que se hizo hombre y que, en resurrección, se hizo
59

60 el Espíritu para entrar en nosotros y ser nuestra salvación
(Jn 1:14; 1 Co 15:45b; Col 1:27). Si creemos, Él operará en
nosotros como la palabra viva, trayendo salvación.

Por eso, necesitamos darnos cuenta de la necesidad de
cooperar con la acción del evangelio en nosotros. Debemos creer
y permitir la operación de la Palabra en nuestro interior. Amado
lector, ¿qué le parece si hacemos un pacto con el Señor, orando de
esta manera: “Señor, voy a tomar esta palabra y la dejaré operar en
mi interior”? Esto es cooperar con el evangelio en nuestra vida. Si
permitimos Su trabajar en nosotros, también cooperaremos con
Él llevando la palabra a otras personas (Fil 1:5).
El deseo de Dios es que seamos transformados, ese es Su
sueño. Al considerar nuestra condición, podemos desanimarnos
por pensar que es imposible que eso llegue a ser realidad. No
obstante, es justamente por conocer lo que somos que el Señor nos
dio el evangelio. De esa manera, nuestra vida será por la defensa
y confirmación del evangelio delante de las personas (Fil 1:7).
Mucho más que una discusión doctrinal, la mejor defensa del
evangelio es dejar en evidencia su eficacia por medio de nuestra
transformación. Al ver nuestra vida transformada, las personas
que conviven con nosotros, constatarán que la Palabra de Dios
es viva y verdadera. ¡Esa es la mejor defensa y confirmación del
evangelio! El resultado de esa actitud para con el evangelio es
su progreso en nosotros (Fil 1:12). Si le permitimos avanzar en
nuestro interior, seremos transformados. Así, el sueño de Dios
se volverá una realidad en nuestros días. ¡Alabado sea el Señor!
Pregunta: ¿Cómo ha confirmado su vida el evangelio?
Mi punto clave:

Semana 4 – MARTES
Lectura bíblica:
Ro 5:14; Col 3:5-10
Leer con oración:
A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros,
que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y
la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu
descendencia (Dt 30:19).
ELECCIÓN DIARIA
En semanas anteriores, vimos que la Epístola de Pablo a
los Romanos puede ser considerada como el quinto evangelio.
En ella podemos ver que nuestra naturaleza terrenal caída,
heredada de Adán, es un gran problema. Ella está relacionada
con el viejo hombre – de quien Pablo nos advierte que nos
despojemos y nos vistamos del nuevo hombre (Col 3:5-10). En
el capítulo 5, el apóstol presenta un escenario en el que Adán
está en contraposición a Cristo. El primero es un problema,
mientras que el segundo, la salvación. Todos tenemos la
naturaleza caída de Adán, pero hoy tenemos también la vida
divina en nuestro interior. Esas dos naturalezas generan un gran
conflicto en nuestro ser. Trataremos ese asunto de manera muy
práctica para que podamos aplicarlo a nuestra vida.
En Romanos 5:12, leemos: “Por tanto, como el pecado entró en
el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte
pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron”. Hasta hoy
sufrimos las consecuencias del hecho que ocurrió con Adán. Sin
embargo, depende de nuestra elección si continuarán actuando en
nosotros e influenciando nuestro vivir. Diariamente, necesitamos
escoger en quién queremos estar: en Adán o en Cristo.
Necesitamos conocer el daño que nos causamos a nosotros
mismos y a los demás cuando escogemos permanecer en Adán.
61

62 Si estamos en él, seremos una puerta abierta para que el pecado
entre en nuestra vida, en nuestra familia y en la iglesia. Muchas
veces nosotros caemos porque escogemos mal. Además, vemos

que cuando pecamos, no sólo entra el pecado, sino también la
muerte que, por su parte, puede ser transmitida a otros.
Cuán serio es el hecho de elegir permanecer en el viejo
hombre en vez de estar en Cristo, el nuevo hombre. Esa
elección abre las puertas para introducir el pecado, que trae
consigo también la muerte, y ésta comienza a reinar a partir de
entonces (Ro 5:14). Tenemos una gran responsabilidad, pues,
por medio de nosotros, la muerte puede pasar a otros. ¡Que
el Señor tenga misericordia de nosotros! Permanecer en Adán
o estar en Cristo es una elección diaria. Debemos considerar:
¿quiero permanecer en Adán, con sus consecuencias, o quiero
permanecer en Cristo? Esa es nuestra decisión.
Pregunta: ¿Cuáles son las consecuencias de elegir permanecer

en nuestro viejo hombre?
Mi punto clave:

Lectura bíblica:
Ro 5:15-19
Leer con oración:
¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en
que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer
es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura
de los carneros (1 S 15:22).
LA DESOBEDIENCIA INTRODUCE
EL PECADO EN EL MUNDO
Al estudiar los capítulos 5 y 6 de Romanos, necesitamos
percibir cuán terrible es el hecho de permanecer en Adán.
Esa es la condición natural del ser humano después de la
caída. Basta estar en sí mismo y, espontáneamente, el viejo
hombre se manifiesta en actitudes, palabras y acciones. Si
no estamos en Cristo, inevitablemente estaremos en Adán.
En él, no sólo cosas bajas como pecados morales tendrán
la oportunidad de entrar en nuestra vida, sino que seremos
vulnerables a la ira, a las intrigas, a la envidia y a cosas
semejantes. Las consecuencias de permanecer en nosotros
mismos son desastrosas.
Romanos 5:15 se refiere a Adán, así: “Por la transgresión
de aquel uno murieron los muchos”. Esa es una advertencia
seria en cuanto a vivir en nuestro viejo hombre, pues
la consecuencia del error no afecta sólo a aquel que lo

comete. Por un error nuestro, muchos pueden morir.
Tomemos como ejemplo nuestro vivir en la iglesia con los
hermanos: si dos hermanos que están en el liderazgo de
la iglesia se desentienden, la muerte no sólo los afectará a
ellos dos, sino que pasará a toda la iglesia y muchos morirán
espiritualmente. Lo mismo sucederá en una casa donde los
63

64 padres discuten entre ellos. La muerte no sólo entrará en
sus vidas, perjudicando el matrimonio, sino que también se
transmitirá a los hijos, dañando a toda la familia.

Además de la muerte, el pecado trae consigo aún el juicio
y la condenación de Dios, según leemos en el versículo 16:
“El juicio vino a causa de un solo pecado para condenación”
(Ro 5). No existe pecado impune. El juicio y la condenación
de Dios vendrán siempre que haya pecado. Por eso, alabamos
a Dios por la sangre preciosa de Cristo. No recibimos el
daño porque Cristo lo sufrió por nosotros. Si no estamos
en Cristo, estamos en Adán, y el pecado vendrá trayendo
sus consecuencias. ¡Cuán terrible es permanecer en nuestro
viejo hombre!
Los versículos 17 y 18 refuerzan: “Por la transgresión de
uno solo reinó la muerte [...] por la transgresión de uno vino la
condenación a todos los hombres”. Las acciones de alguien que
vive en sí mismo, cuando se reflejan en otras personas, pueden
llevarlas a recibir condenación juntamente con ese alguien.
Si proseguimos, podemos comprender, por el versículo 19,
que la raíz del problema está en la desobediencia y que eso
es sumamente serio: “Porque así como por la desobediencia
de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores”.
No pensemos que la desobediencia es algo menos grave. En
Génesis 3:17 leemos lo que Dios le dijo a Adán después de su
caída: “Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste
del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él; maldita
será la tierra por tu causa”. Aparentemente, Adán sólo comió
una fruta, lo que por sí mismo no parece tener gravedad. Sin
embargo, por esas porciones de la Palabra de Dios, podemos
percibir que Adán cometió el pecado de la desobediencia. Eso
fue lo que trajo la maldición.
Amado lector, necesitamos considerar si sentimos la seriedad
y gravedad del pecado de la desobediencia o si éste llegó a ser
algo común en nuestra vida a tal punto de no tener ningún
sentimiento cuando lo cometemos. Si desobedecemos a la Palabra

de Dios y no sentimos nada, es evidente que la iniquidad entró en
nuestra vida. Si somos iluminados por el Señor, comenzaremos a
preocuparnos más por obedecer a Dios.
En Adán tenemos la desobediencia a la Palabra de Dios, el
pecado, la muerte, el juicio y la condenación. Pero, gracias al
Señor, Romanos 5 y 6 nos hablan también de Cristo, en quien
tenemos salvación. Mañana veremos más sobre cómo Cristo es
revelado en esos capítulos.
Pregunta: ¿Cómo ha sido su experiencia con la obediencia?
Mi punto clave:
65

66
Semana 4 – JUEVES
Lectura bíblica:
Mt 26:42; 1 Co 1:30; Fil 2:8
Leer con oración:
Pues si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho
más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la
abundancia de la gracia y del don de la justicia (Ro 5:17).
EN CRISTO TENEMOS LA SALVACIÓN

En los últimos días, hemos visto cuál es el resultado de vivir
en nuestro ser natural caído, de acuerdo con Romanos 5 y 6. En
Adán están presentes la transgresión, la ofensa y la desobediencia,
que son el pecado. Por causa del pecado, también hay juicio, ya
que no existe pecado que quede impune delante de Dios. El
juicio, por su parte, trae la condenación, que resulta en muerte.
Finalmente, la muerte reina. Por tanto, permanecer en nosotros
mismos es algo sumamente serio. Por eso, debemos temer.
Diariamente, podemos decidir si vamos a permanecer
en Adán o en Cristo, en Quien tenemos la abundancia de la
gracia, como leemos en Romanos 5:15-17: “Pero el don no fue
como la transgresión; porque si por la transgresión de aquel
uno murieron los muchos, abundaron mucho más para los
muchos la gracia y el don de Dios por la gracia de un hombre,
Jesucristo. Y con el don no sucede como en el caso de aquel uno
que pecó; porque ciertamente el juicio vino a causa de un solo
pecado para condenación, pero el don vino a causa de muchas
transgresiones para justificación. Pues si por la transgresión de
uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por uno
solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del
don de la justicia”. Si elegimos estar en Cristo, tendremos un
vivir de justicia y obediencia a Dios y a Su Palabra. Así, muchos
serán bendecidos por nuestro vivir.

Veamos lo que tenemos en Cristo en la porción de Romanos
5:18-21: “Así que, como por la transgresión de uno vino la
condenación a todos los hombres, de la misma manera por la
justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida.
Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos
fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia
de uno, los muchos serán constituidos justos. Pero la ley se
introdujo para que el pecado abundase; mas cuando el pecado
abundó, sobreabundó la gracia; para que así como el pecado
reinó para muerte, así también la gracia reine por la justicia para
vida eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro”.
En Cristo tenemos la obediencia y acción justa de nuestro
Señor, que fue morir en la cruz. Él obedeció a Dios en todo
momento y obró según el propósito de la voluntad del Padre
hasta la muerte (Mt 26:42; Fil 2:8). De esa acción justa
de acuerdo con el propósito de Dios, viene la gracia sobre
nosotros. Mediante ella, recibimos el don de la justicia y fuimos
justificados, es decir, Cristo cumplió todo lo determinado por
Dios y fue aprobado por Él. Hoy, Él se da a nosotros como gracia
para nuestro disfrute y nosotros recibimos la justicia que viene
de Él (1 Co 1:30). Como resultado, el don de la justicia elimina
el juicio y así, ya no tenemos sobre nosotros la condenación, sino
la justificación que da vida a nuestro ser. Ante ese escenario,
¿qué elegiremos hoy? ¿Adán o Cristo?
Es cierto que todos nosotros queremos estar en Cristo,
pero todos tenemos este conflicto: ¿Cómo nos negaremos a
nosotros mismos y permaneceremos en Él? Romanos 6:1-4 nos
muestra el camino: “¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos
en el pecado para que la gracia abunde? En ninguna manera.

Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún
en él? ¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en
Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? Porque somos
sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a
fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria
del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva”. Por 67

68 medio del bautismo, fuimos introducidos en la muerte de Cristo,
sepultados y resucitados con Él. Este es el camino: morir. Mañana
desarrollaremos este asunto.
Pregunta: ¿Qué encontramos en Cristo cuando estamos en Él?
Mi punto clave:

Lectura bíblica:
Ro 6:3-9
Leer con oración:
Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el
bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por
la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva
(Ro 6:4).
SALIR DE ADÁN Y ENTRAR EN CRISTO

Bajo la luz de las palabras del apóstol Pablo en Romanos,
podemos decir que la finalidad del evangelio es salir de Adán
y entrar en Cristo. Para eso, en Su sabiduría, Dios proveyó
algo maravilloso: la muerte de Adán en Cristo. Vemos eso
al leer Romanos 6: “¿O no sabéis que todos los que hemos
sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en
su muerte?” (v. 3). De acuerdo con el original griego, la
preposición “en” que encontramos en ese versículo significa
hacia dentro. Por tanto, fuimos bautizados hacia dentro de
la muerte de Cristo.
Tenemos que percibir que esa es la manera como salimos
de nosotros mismos. Fuimos identificados con Cristo en
Su muerte y, cuando Él fue a la cruz, nos llevó también
a nosotros mismos con la naturaleza de Adán. Cuando
Él resucitó, nosotros resucitamos juntamente con Él, y el
viejo hombre, Adán, fue dejado en la muerte. Así, lo que

Cristo cumplió por nosotros y para nosotros es hoy nuestra
salvación. ¡Aleluya! Eso hace real el poder del evangelio
en nuestra experiencia. Tenemos que percibir que somos
un gran problema cuando permanecemos en nosotros
mismos, pues el resultado de esa condición es la muerte.
Necesitamos salir de nosotros mismos y entrar en Cristo.
69

70 De ese modo, lo que Dios planeó para nosotros se volverá
realidad en nuestra vida.
Cuando tenemos la experiencia de hacer morir nuestra

naturaleza terrenal y somos introducidos en Cristo, el
resultado es la novedad de vida (Ro 6:4). Prueba de ello
es que, cuando nos convertimos, nuestra vida cambió.
No obstante, si no aplicamos en nosotros esa muerte,
constantemente, nos detendremos en nuestra experiencia
cristiana y las cosas viejas aparecerán otra vez. Sin embargo,
es posible andar nuevamente en novedad de vida al aplicar
la muerte de Cristo a nuestro viejo hombre. Eso debe ser
algo continuo en nuestro vivir. Los maridos deben decir
creyendo en sus esposas que aquel viejo marido murió y hoy
es un nuevo marido. De la misma manera, las esposas deben
hacerlo. Eso es posible si creemos en el poder del evangelio.
El poder del evangelio nos lleva a andar en novedad de vida.
En el versículo 5, de Romanos 6, leemos: “Porque si
fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su
muerte, así también lo seremos en la de su resurrección”.
La expresión “si fuimos unidos” tiene el significado de ser
plantado y crecer junto, en el original griego. Eso significa
que fuimos unidos a Él, fuimos sepultados con Él, resucitados
con Él, morimos con Él, vivimos con Él (v. 8). El Señor
desea que experimentemos el poder del evangelio de tal
manera que podamos decir todos los días que vivimos en Él
y hacemos las cosas con Él y Él con nosotros, porque estamos
unidos a Él. Así, el resultado de la acción del evangelio en
nuestra vida será de bendición para nosotros y también para
los demás. Seremos una bendición en la iglesia, en nuestra
familia, nuestro trabajo, nuestro colegio, universidad, etc.
Esto es así porque Cristo está en nosotros y vive en nosotros.
Muchas veces esa no es nuestra realidad porque le
damos más atención a la abundancia del pecado que a la
superabundante gracia. Pensamos que somos más débiles
que la carne, el mundo y todo lo demás, y terminamos

conformándonos con nuestra condición. Cambiemos
nuestra actitud y declaremos que el evangelio tiene poder
porque puede salvar a todo aquel que cree. ¡No crea en sus
debilidades, crea en el evangelio!
Pregunta: ¿Cuáles son los resultados de la acción del evangelio

en su vida?
Mi punto clave:
71

72
Lectura bíblica:
Ro 6:6, 9; 8:13
Leer con oración:
Libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia
(Ro 6:18).
LA SUPERIORIDAD DE LA SALVACIÓN DE CRISTO

Pese a que el libro de Romanos expone la gravedad del daño
causado por la desobediencia de Adán, así como el hecho de
vivir en nuestro viejo hombre, también revela la superioridad de
la salvación de Cristo frente a todas esas cosas negativas. Eso nos
llena de esperanza, porque la victoria en nuestra vida no es nuestra,
sino de Él. Creemos que es posible tener un vivir de la iglesia
maravilloso con los hermanos por el hecho de tener el evangelio.
Romanos 6:6 comienza con la expresión “sabiendo esto”, que
también es encontrada en el versículo 9: “Sabiendo que”. Esto
indica que necesitamos de la Palabra de Dios para no ser engañados
y esclavizados por el pecado. Continuando, leemos en los versículos
10-11: “Porque en cuanto murió, al pecado murió una vez por
todas; mas en cuanto vive, para Dios vive. Así también vosotros
consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo
Jesús, Señor nuestro”. Por esos versículos, podemos comprender
que no es suficiente con estar muerto para el pecado, sino que
también es necesario vivir para Dios. El resultado del operar del
evangelio en nuestra vida es que no sólo salimos de Adán, sino
que entramos en Cristo. Ese cambio es muy importante para que
haya progreso en nuestra vida espiritual. Una vez que tratamos con
el aspecto negativo, debemos tener la actitud positiva de entrar
y buscar permanecer en Cristo. No basta con salir de Adán, es
necesario entrar en Cristo.
“No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo
que lo obedezcáis en sus concupiscencias” (Ro 6:12). Cuando el

pecado reina, domina al ser humano que, por más que se esfuerce,
termina cediendo y obedeciendo a las concupiscencias. La realidad
de la muerte que nos hace salir de Adán ya está en el Espíritu.
Necesitamos usar nuestro espíritu, pues en él está el elemento que
hace morir al viejo hombre (Ro 8:13). No podemos ser fríos en
el espíritu, sino ejercitarlo en todo momento. Así, el poder de la
muerte de Cristo será aplicado a nuestro ser natural y tendremos la
experiencia de ser libres de Adán.
El versículo 16, de Romanos 6, nos muestra que somos esclavos
de aquel a quien obedecemos: “¿No sabéis que si os sometéis a
alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a
quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia
para justicia?”. Esto es algo muy práctico. No es suficiente sólo
con decir que somos esclavos, siervos de Dios. Si obedecemos al
pecado, somos esclavos del pecado, pero si obedecemos a Dios,
entonces somos siervos de Dios. Cristo obedeció al Padre en todas
las situaciones y hoy mora en nuestro interior, supliéndonos el
poder para que nosotros también obedezcamos.
Al proseguir, en Romanos 6:17-18, leemos: “Pero gracias a
Dios, que aunque erais esclavos del pecado, habéis obedecido de
corazón a aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entregados; y
libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia”. Nuestra
vida cristiana no puede tener sólo la experiencia del perdón de
los pecados. Es importante que sea una vida de experiencias de
liberación del pecado. Pero para que eso llegue a ser real en nuestra
vida, tenemos que creer y cooperar con el evangelio en nosotros, y
también permitir que éste avance en nuestro ser.
Pregunta: ¿Cómo podemos experimentar la realidad de la

muerte del viejo hombre en nuestro vivir diario?
Mi punto clave:
73

74
Lectura bíblica:
Ro 6:19-23
Leer con oración:
Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos
de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la
vida eterna (Ro 6:22).
LA SALVACIÓN COMPLETA DE DIOS

Al concluir nuestro estudio de los capítulos 5 y 6 de Romanos,
vemos que los versículos finales de esta porción tratan acerca de la
santificación, que es el resultado de ser trasladados de Adán a Cristo:
“Así como para iniquidad presentasteis vuestros miembros para servir
a la inmundicia y a la iniquidad, así ahora para santificación presentad
vuestros miembros para servir a la justicia [...]. Mas ahora que habéis
sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro
fruto la santificación, y como fin, la vida eterna” (Ro 6:19, 22).
La salvación de Dios para nosotros es completa y tiene dos
aspectos. El primero, trata con las cosas negativas, razón por la
cual la denominamos redención judicial. El segundo, por su parte,
nos introduce en Dios por medio de recibir la vida divina a fin de
que caminemos paso a paso hasta la gloria. Este segundo aspecto lo
denominaremos salvación orgánica. La santificación, que significa,
separación, distinción de aquello que es común, es una de las experiencias
por las cuales pasamos cuando recibimos la salvación completa que
Dios preparó para nosotros.
Para comprender mejor este asunto, vamos a ejemplificarlo de
la siguiente manera: supongamos que hay muchos vasos tirados en
el barro, inútiles para ser usados, porque están sucios. Cierto día,
alguien va hasta aquel lugar, toma uno de los vasos y lo pone debajo
de un grifo abierto. Este vaso fue separado de su posición sucia,
donde estaba con los demás vasos, pero después fue lavado por el
agua. Ahora, este vaso está debajo del grifo para ser llenado con

agua. Al llenarse de agua es diferente a los demás vasos, puesto que
cambió de contenido. Antes estaba lleno de barro, ahora contiene
agua. Así como ese vaso, un día, cuando creímos en el Señor
Jesús, nosotros cambiamos de posición con relación a las demás
personas que están en el mundo. Por ejemplo, mientras muchos
están en diferentes lugares, nosotros estamos en la reunión de la
iglesia. Sin embargo, nuestra diferencia de esas personas no es sólo
una diferencia de posición (antes en Adán, ahora en Cristo), sino
también de contenido, porque estamos llenos de Cristo.
Dios no desea cambiar sólo nuestra posición, sino también nuestro
contenido. Ese es el proceso de santificación que está ocurriendo en
nosotros. Cuando permitimos que la vida divina opere en nosotros,
poco a poco toda esa realidad se manifestará. Así pues, estando día a
día en Cristo y con Cristo, la salvación orgánica operará en nosotros
hasta que seamos manifestados con Él en gloria.
Por tanto, tenemos que decidir en quien queremos vivir: en Adán
o en Cristo. Todos debemos considerar quien debe prevalecer: ¿yo
o Cristo? Para vivir en Cristo, necesitamos dejar que la cruz opere
en nuestro interior. Tenemos que comprender que la cruz no es para
sufrimiento, sino para liberación. De esa forma, nuestra vida será por
la defensa y la confirmación viva del evangelio, que progresará día a
día en nosotros. Como resultado, vamos a luchar todos juntos por el
evangelio. ¡Que el Señor nos bendiga!
Pregunta: ¿Cuáles son y en qué difieren los dos aspectos de la

salvación completa de Dios?
Mi punto clave:
Lectura de apoyo:
El vivir de los hijos de Dios – cap. 5 – Dong Yu Lan.
Los grandes diamantes de la Biblia – cap. 9 – Dong Yu Lan.
Entonces vendrá el fin – cap. 5 – Dong Yu Lan. 75

76
Semana 5 – LUNES
Lectura bíblica:
Hch 16:25; Fil 2:17-18; 2 P 1:12-15
Leer con oración:
Por lo demás, hermanos, gozaos en el Señor. A mí no me es molesto
el escribiros las mismas cosas, y para vosotros es seguro (Fil 3:1).
PRINCIPIOS CRUCIALES PARA EL VIVIR DE LA IGLESIA

Esta es la primera serie del Alimento Diario sin la importante
contribución de nuestro amado hermano Dong Yu Lan. Pese
a ello, estamos muy felices por todo el legado que él nos dejó.
Durante años, el hermano Dong construyó una base sólida para
que pudiéramos avanzar en el ministerio de Espíritu y vida, y nos
sentimos bendecidos por haber convivido y aprendido de este
valeroso siervo de Dios. Creemos que, si perseveramos en este
camino, el evangelio será predicado, las iglesias serán edificadas
y seguiremos rumbo a la venida del Señor a fin de reinar con Él.
El tema de esta semana es “El encabezamiento de Cristo
comienza por la iglesia”. Y bajo la dirección del Espíritu,
comenzamos en las cuatro primeras semanas de este tomo el
estudio de la Epístola de Romanos, el cual nos trae un detalle
excelente sobre el evangelio de Dios, que comprende la
salvación de nuestro espíritu, la transformación de nuestra alma
y la glorificación de nuestro cuerpo.
Considerando que los libros de Filipenses y Romanos nos
hablan al respecto del evangelio, los estudiaremos paralelamente
a fin de recibir más visión y encargo acerca de las buenas nuevas
de Dios. Las riquezas evidenciadas en Filipenses son esenciales
para vivir en la realidad del evangelio y en el vivir de la iglesia,
conforme a lo que Dios planificó. Por medio de esta carta, somos
ayudados a percibir la necesidad de crecer en vida y madurar,
lo que equivale a expresar la humanidad perfecta de Cristo. Por

tanto, creemos que la suma de Romanos y Filipenses nos dará
un contenido sólido para el progreso del evangelio. Motivados
por ese encargo, muchos hermanos se dispusieron a predicar
el evangelio en sus ciudades para producir el testimonio de
la unidad y la base de la iglesia en ciudades que aún no las
poseen. Esa es la comisión que el Señor nos está concediendo;
necesitamos tomarla con responsabilidad.
En Filipenses existen algunos conceptos y principios
importantes. Consideremos algunos de ellos. “Por lo demás,
hermanos, gozaos en el Señor” (Fil 3:1a). Ese versículo deja
demostrado claramente que el vivir de la iglesia debe estar
lleno de alegría, a pesar de que muchas veces las tribulaciones
y los sufrimientos afecten nuestro ánimo. Necesitamos
vislumbrar las situaciones difíciles bajo la óptica de Dios (2:17-
18). Los sufrimientos nos proporcionan oportunidades para una
mayor comunión con el Señor y nos ayudan a crecer y
madurar espiritualmente. Detrás de cada dificultad, se
encuentra una bendición de Dios para nosotros. Prestemos
atención al vivir de Pablo que, aun estando en una prisión,
podía alegrarse y motivar a otros a también gozarse en el Señor
(Hch 16:25). Si estamos alegres, disfrutando de Él, no faltarán
en nosotros entusiasmo y dedicación al progreso del evangelio El encabezamiento de Cristo comienza por la iglesia
y así contagiaremos a todos los que nos rodean.
Otro principio importante es la seguridad que tenemos al oír
las mismas cosas, según lo que leemos en Filipenses 3:1b: “A mí
no me es molesto el escribiros las mismas cosas, y para vosotros
es seguro”. El apóstol Pablo no se preocupaba por dar siempre
un contenido nuevo a los hermanos, pues sabía que lo más
importante para ellos era tener claridad y seguridad en cuanto
a ciertos principios básicos (2 P 1:12-15). En ese principio, los
padres no deben dejar de hablarles las mismas cosas a los hijos.
Insistan en los asuntos básicos, pues éstos prepararán un camino
seguro para ellos. Con respecto a los hijos, no se cansen de oír
a los padres. Mientras más oigan sus preciosos consejos, más
bendecidos serán. 77

78 Por tanto, como vimos, existen en el libro de Filipenses
asuntos cruciales y vitales para el vivir adecuado de la iglesia y
el progreso del evangelio. Considerémoslos y practiquémoslos en

nuestro vivir, pues el resultado será maravilloso. ¡Aleluya!
Pregunta: ¿Cuáles son los principios básicos que aprendimos con

la lectura de hoy?
Mi punto clave:

Semana 5 – MARTES
Lectura bíblica:
2 Cr 20:1-22; 1 Co 12:28; 1 Ts 2:13; Ap 1:1, 10-11
Leer con oración:
Creed en Jehová vuestro Dios, y estaréis seguros; creed a sus
profetas, y seréis prosperados (2 Cr 20:20b).
EL HABLAR DE LOS APÓSTOLES TRAE BENDICIÓN Y

PROSPERIDAD
En Primera de Corintios 12:28, vemos el orden de Dios al
coordinar a los miembros del Cuerpo de Cristo. En él, los apóstoles
ocupan el primer lugar. La razón de esa preeminencia es el hecho de
que su ministerio está directamente relacionado con el ministerio
de la palabra, y no por ser mejores que otros miembros. Ellos son
los responsables por recibir la revelación de Dios y transmitirla a las
iglesias (Ap 1:1, 10-11). Dios tiene una palabra profética para las
iglesias, y los apóstoles son los instrumentos que Él usa para recibir
y encaminar esa revelación a todos los hijos de Dios.
El hablar de los apóstoles a las iglesias es el hablar de Dios.
Los apóstoles para nosotros son como guías, es decir, ellos son El encabezamiento de Cristo comienza por la iglesia
usados por Dios para instruir e iluminar el camino por el cual
debemos andar. Oírlos y obedecerles ciertamente traerá seguridad
a la iglesia (He 13:7, 17). La iglesia en Tesalónica, por ejemplo,
recibía las palabras del apóstol Pablo con mucha avidez y claridad,
acogiéndolas en el corazón como la palabra pura de Dios, siendo
así, por esa razón, muy bendecida (1 Ts 2:13). De igual manera,
si queremos ser bendecidos, debemos reconocer la importancia
del hablar de los apóstoles como el hablar profético de Dios para
que las iglesias avancen conforme a Su voluntad. La inmadurez
espiritual puede llevarnos a no comprender la manera como
Dios realiza Su voluntad. No obstante, a medida que crecemos
espiritualmente, optamos por recibir el hablar de los apóstoles
79

80 como el hablar de Dios. El resultado de esa actitud es la salud y
prosperidad espiritual para la iglesia.
En Éxodo 19:9, encontramos el registro de una conversación

entre Dios y Moisés, el líder del pueblo de Israel en el Antiguo
Testamento. Veamos: “Entonces Jehová dijo a Moisés: He aquí,
yo vengo a ti en una nube espesa, para que el pueblo oiga mientras
yo hablo contigo, y también para que te crean para siempre”.
¿Por qué hizo eso el Señor? Para que el pueblo entendiera que las
palabras que Moisés diría no provenían de él mismo, sino de Dios.
Pese a que muchos afirman creer en Dios, ellos mismos terminan
teniendo dificultades para creer en aquellos que hablan por Él y
obedecerles. Que el temor del Señor recaiga sobre nosotros en
este asunto y que podamos respetar el hablar de los apóstoles a
fin de ser bendecidos.
En la época de los reyes, hubo un evento que marcó la historia
del pueblo de Israel. En esa ocasión, se estableció un principio
importante, el cual puede ser considerado hasta hoy. El rey Josafat
estaba afligido por causa de la inminente guerra contra el ejército
de Moab y Amón, que era más numeroso que el de los israelitas.
Desesperado y con temor, Josafat se dispuso a buscar al Señor,
quien rápidamente le respondió por medio de la palabra del profeta
Jahaziel, el cual los orientó a descansar en el Señor, pues Él vencería
en aquella batalla (2 Cr 20:1-4, 14-17). Josafat creyó a las palabras
del profeta y exclamó a gran voz: “Oídme, Judá y moradores de
Jerusalén. Creed en Jehová vuestro Dios, y estaréis seguros; creed
a sus profetas, y seréis prosperados” (v. 20). El pueblo creyó a las
palabras, alabaron al Señor y Él les concedió la victoria (vs. 21-22).
Pregunta: ¿Qué lección importante aprendemos hoy?
Mi punto clave:

Lectura bíblica:
Zac 4:1-6; Jn 1:12; Gá 3:11; He 10:38; Ap 1:1, 10-11
Leer con oración:
Y bienaventurada la que creyó, porque se cumplirá lo que le fue
dicho de parte del Señor (Lc 1:45).
NO DUDAR, SINO RECIBIR CON FE

La fe es el medio por el cual tenemos acceso a las cosas
espirituales. Es contraria a la capacidad, a la planificación y a las
estrategias humanas para lograr las cosas. Eso significa que jamás
lograremos agradar a Dios mediante el esfuerzo propio. Nunca
podemos olvidarnos de que incluso la salvación que recibimos
no ocurrió mediante el esfuerzo, sino por medio de nuestra
confesión y arrepentimiento, seguidos por nuestra acción de
creer en el evangelio.
Cuando creímos por la fe en la obra redentora de Cristo,
dejamos de ser pecadores y nos convertimos en hijos de Dios. Eso
fue un verdadero milagro (Jn 1:12). Entendemos que después
de nuestra salvación fuimos trasladados a la esfera de la fe, y en El encabezamiento de Cristo comienza por la iglesia
esa línea el Señor espera que vivamos (Gá 3:11; He 10:38). No
podemos incurrir en el peligro de cambiar la fe por cualquier artificio
humano y lógico, pues al Señor no le complace eso. Aunque toda
planificación es útil para el avance de los asuntos prácticos, ésta no
puede sustituir la experiencia que proviene de la fe.
Como el Cuerpo de Cristo, es fundamental que nos
apropiemos de la dirección que viene de la palabra de los
apóstoles; no podemos cambiarla por maneras diferentes de
realizar la obra del Señor. Seamos sencillos y practiquemos el
hablar que viene de Dios por los apóstoles. Por la fe, creemos que
esa actitud redundará en bendiciones sin medida.
En Zacarías 4:1-6, tenemos la visión de un candelabro de
oro que estaba entre dos olivos. Esa visión retrata bien el plan 81

82 de Dios. El oro se refiere a la naturaleza divina, la forma del
candelabro representa a Cristo, y las lámparas, que representan
al Espíritu, brillan a partir de un pábilo inmerso en el aceite,

que se refiere al uso que Dios hace del hombre para mantener
el brillo de Su testimonio. Para que el fuego del candelabro no
se apague, es necesario que siempre haya aceite que, por su
parte, se refiere al Espíritu y a la Palabra que emanan de los
apóstoles y profetas.
Si seguimos con la figura de Zacarías, la manera por la cual
Dios hace que el candelabro mantenga sus lámparas encendidas
es por el uso de las ramas de los olivos para verter aceite sobre
un recipiente que lo distribuye a las lámparas del candelabro.
La aplicación práctica de esa visión es la siguiente: para que la
iglesia resplandezca como un luminar en este mundo de tinieblas,
necesitamos valorar y practicar el hablar de aquellos que son usados
por Dios. En Apocalipsis 1, versículos 1, 10 y 11, tenemos esa misma
visión. En aquel tiempo, Dios escogió al apóstol Juan como un vaso
y le encomendó recibir Su hablar (aceite) para dispensarlo a las
iglesias (candeleros o candelabros). Para que el fuego no se apague,
es esencial que permanezcan unidas al suministro del Espíritu
que viene del hablar de los apóstoles. Mientras haya una relación
saludable entre la iglesia y los apóstoles, la llama permanecerá
encendida. Que esa visión descrita en Zacarías se vuelva una
realidad en nuestro tiempo, y que nuestro brillo aumente más y
más, y atraiga a las personas de este mundo de tinieblas a la luz
maravillosa. ¡Aleluya!
Pregunta: ¿Cuál es la relación entre el hablar de los apóstoles y

el brillo del candelabro descrito en Zacarías 4?
Mi punto clave:

Semana 5 – JUEVES
Lectura bíblica:
Fil 1:6
Leer con oración:
Entonces respondió y me habló diciendo: Esta es palabra de Jehová
a Zorobabel, que dice: No con ejército, ni con fuerza, sino con mi
Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos (Zac 4:6).
NO CON EJÉRCITO NI CON FUERZA,

SINO CON MI ESPÍRITU
En el Antiguo Testamento, Dios le concedió una visión
maravillosa al profeta Zacarías. En ella, están contenidos
algunos principios espirituales que nosotros debemos
aprender y practicar. Uno de ellos es que la obra del Señor no
se puede hacer por la fuerza, poder, inteligencia o capacidad
humana. Dios cuenta sólo con la fuerza que proviene del
Espíritu. Aquellos que sirven en la iglesia deben aprender
este principio: nunca cambiar el Espíritu por algún método
humano (Zac 4:6).
El versículo 7, de Zacarías 4, dice: “¿Quién eres tú, oh gran El encabezamiento de Cristo comienza por la iglesia
monte? Delante de Zorobabel serás reducido a llanura; él sacará

la primera piedra con aclamaciones de: Gracia, gracia a ella”.
Zorobabel fue el encargado de liderar al primer grupo de exiliados
que regresó del cautiverio de Babilonia a Jerusalén. Después de
la llegada a la ciudad, el siguiente paso fue reconstruir el templo,
el cual había sido construido anteriormente, en la cumbre del
monte Moriah. En la época en que el templo fue construido,
fue necesario, primeramente, nivelar el terreno a fin de dejarlo
apto para empezar la construcción. En aquel tiempo, no había
las herramientas y maquinarias que hoy existen. Todo tenía que
ser hecho con mucha precisión. Sin embargo, el Señor le estaba
garantizando al pueblo que Él mismo la terminaría, poniendo la
83

84 piedra de remate, que es el último aspecto de una obra. Todo
eso nos enseña que, a pesar de que las condiciones no sean
tan favorables en algunos momentos de nuestra vida familiar,

profesional y principalmente en el vivir de la iglesia, debemos
creer que aquello que el Señor comenzó, y tenemos Su promesa,
ciertamente Él lo terminará (Fil 1:6). Aunque no tengamos la
técnica, la capacidad o los instrumentos necesarios para lograr
cualquier cosa, debemos depender siempre del Espíritu, pues
por medio de Él Dios actuará.
“Porque los que menospreciaron el día de las pequeñeces se
alegrarán, y verán la plomada en la mano de Zorobabel. Estos
siete son los ojos de Jehová, que recorren toda la tierra” (Zac
4:10). Tener la plomada en la mano significa que alguien está
construyendo. Cuando vemos a los hermanos trabajando en la
obra del Señor, debemos alegrarnos, pues Sus ojos están sobre
aquellos que trabajan y se dedican. No tengamos celos al ver a
algún hermano sirviendo, al contrario, debemos alegrarnos y ser
alentados también a servir, pues eso Le agrada.
El texto continúa de la siguiente manera: “Hablé más, y le
dije: ¿Qué significan estos dos olivos a la derecha del candelabro
y a su izquierda? Hablé aún de nuevo, y le dije: ¿Qué significan
las dos ramas de olivo que por medio de dos tubos de oro
vierten de sí aceite como oro? Y me respondió diciendo: ¿No
sabes qué es esto? Y dije: Señor mío, no. Y él dijo: Estos son los
dos ungidos que están delante del Señor de toda la tierra” (Zac
4:11-14). La Biblia es maravillosa al usar figuras para mostrar
principios espirituales (ver figura en la página 85). Esa visión
nos habla sobre la manera que Dios usa para suplir a las iglesias.
Él siempre cuenta con vasos para recibir y distribuir el aceite,
que representa al Espíritu. Esos vasos, por su parte, deben
estar bajo el fluir de los tubos de oro, que representan a los
apóstoles. En términos prácticos, el liderazgo de las iglesias debe
estar conectado al hablar de los apóstoles a fin de distribuir esa
palabra a las iglesias para que el testimonio del Señor en cada
ciudad resplandezca.

Aunque podemos estudiar las palabras de los siervos del
Señor que tanto nos ayudaron en el pasado, no podemos
apartarnos de aquello que Él nos está hablando en la actualidad.
Debemos traer toda la ayuda que los hermanos nos dejaron y
asociarla a Su hablar actual. Si hacemos eso, estaremos en el
camino correcto para el progreso del evangelio.
Pregunta: Actualmente, ¿de dónde emana el aceite para el brillo

de las iglesias?
Mi punto clave:
El encabezamiento de Cristo comienza por la iglesia
85

86
Lectura bíblica:
Gn 1:26; Is 14:12-15; Ez 28:14-17; Jn 12:31; Ef 2:2
Leer con oración:
Y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre
todas las cosas a la iglesia (Ef 1:22).
EL ENCABEZAMIENTO DE CRISTO
PONE EN ORDEN TODAS LAS COSAS
Durante esta semana, hemos mencionado mucho la
importancia del hablar de los apóstoles. Pero ¿Qué es un apóstol?
Si tomamos el ejemplo de Pablo, concluiremos que un apóstol
es un esclavo, como él mismo dijo en algunas de sus cartas.
La principal característica de un esclavo, además de no tener
libertad, es que su voluntad está sujeta a la de su amo. De igual
manera, en nuestra experiencia, mientras no nos sujetamos
a la voluntad de Cristo, jamás seremos útiles a Él. Además,
también necesitamos aprender del modelo del Señor, el cual
vivió en favor de la voluntad del Padre. No obstante, si somos
sinceros, percibiremos que todavía ejercemos mucho control
sobre nuestra vida. Pero, si queremos ser útiles a Dios, debemos
aprender a ser encabezados por Cristo. Cuando eso ocurra,
en términos prácticos, nuestros pensamientos, preferencias y
deseos pasarán a ser los Suyos.
En Romanos 16:25, consta que el evangelio que Pablo
predicaba no era sólo con respecto a Cristo, sino que era Cristo
mismo, conforme a lo que leemos: “Y al que puede confirmaros
según mi evangelio y la predicación de Jesucristo, según la
revelación del misterio que se ha mantenido oculto desde
tiempos eternos”. Además, este evangelio también era según la
revelación de un misterio, el cual estuvo oculto desde tiempos
eternos. Según la revelación de la Palabra de Dios, Cristo y la

iglesia son los medios para que Él alcance Su propósito, que es
encabezar todas las cosas por medio de Cristo (cfr. Ef 1:9-10).
Cuando Dios creó el universo, todo estaba bajo Su control.
Como Creador, tenía autoridad sobre todas las cosas y todo
era perfecto y armónico, conforme a lo que había planificado.
No obstante, hubo una rebelión en los cielos, liderada por
un arcángel. Después de ser juzgado por Dios, el arcángel
fue lanzado a la tierra y terminó contaminándola también
(Is 14:12-15; Ez 28:14-17). Allí fue donde Dios tuvo que
intervenir y juzgar la tierra con las aguas de la muerte (Gn 1:2).
Para empeorar la situación, la rebelión liderada por el arcángel,
denominado Lucifer, produjo un imperio maligno en la tierra, el
cual se opuso a la autoridad de Dios (Jn 12:31).
Según las Escrituras, Dios creó al hombre con la intención
de realizar Su voluntad en la tierra, restaurar Su autoridad y
tratar con el daño causado por la rebelión (Gn 1:26). Sin
embargo, eso sólo sería posible si el hombre recibía la vida de
Dios y permanecía bajo Su encabezamiento. Por eso, Dios lo
puso en el huerto de Edén, con el objetivo de dispensarle Su
vida por medio del fruto del árbol de la vida. Pero, al transgredir
el mandamiento y por comer del árbol de la ciencia del bien y
del mal, el hombre perdió el encabezamiento de Dios y pasó a El encabezamiento de Cristo comienza por la iglesia
ser encabezado por Satanás (Ef 2:2).
Toda esa historia explica la condición caótica en la
cual el mundo vive actualmente: corrupción, intrigas,
ansiedad, sufrimiento, homicidio, odio y tantas otras cosas
negativas que hacen de éste un mundo perverso. Por causa
del encabezar de Satanás, innumerables matrimonios han
sido afectados. En algunos casos, los cónyuges viven tristes
y desanimados, proyectando la culpa del caos conyugal que
viven el uno y el otro. Sin embargo, lo que no saben es que
el autor de todos los problemas conyugales es Satanás. Él es
quien articula las palabras, las situaciones y los problemas
para afectar a las personas. La única solución segura es
volverse inmediatamente al encabezamiento de Cristo, 87

88 rechazando cualquier pensamiento negativo plantado por
Satanás con respecto al otro cónyuge. Recordemos siempre que
el matrimonio fue creado para cumplir la voluntad de Dios y no

para servir como base para que Satanás propague el caos.
Este es el misterio de la voluntad de Dios: encabezar todas
las cosas por medio de Cristo y la iglesia. Primeramente, Cristo
debe encabezar la iglesia, para que por medio de ella todas las
cosas le sean sujetas a Él. ¡Aleluya!
Pregunta: ¿De qué manera podemos ser salvos de sucumbir en el

caos que hay en el mundo?
Mi punto clave:

Lectura bíblica:
Jn 2:23-25; Ef 1:20-23; Col 3:1-11; He 2:18; 4:15
Leer con oración:
Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de
entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de
mansedumbre, de paciencia (Col 3:12).
VESTIRSE DEL NUEVO HOMBRE

PARA VENCER LAS DEBILIDADES
De acuerdo con el libro de Efesios, el propósito de Dios
es restaurar Su señorío sobre la tierra usurpada por Satanás.
Mediante la obra perfecta realizada por Jesucristo, Dios
comenzó el proceso de retomar Su encabezamiento sobre todas
las cosas. Después de pasar por un vivir humano impecable,
Dios Lo exaltó y Lo hizo sentar en los lugares celestiales, en una
posición superior a todas las cosas. Como la cabeza de la iglesia,
Cristo puso todas las cosas debajo de sus pies. Eso significa que
Cristo, por medio de la iglesia, desea sujetar y encabezar todas
las cosas (Ef 1:20-23). ¡Este es el propósito de Dios! El encabezamiento de Cristo comienza por la iglesia
En Colosenses 3:1-11, vemos que, aunque nuestro viejo

hombre fue crucificado con Cristo, así como por medio de Su
resurrección también fuimos elevados a los lugares celestiales,
en nuestra vida práctica los asuntos relacionados con el viejo
hombre todavía tienen mucha influencia sobre nosotros. Por esa
razón, la orientación de Pablo fue que hagamos morir nuestra
naturaleza terrenal, que nos despojemos del viejo hombre y, al
mismo tiempo, nos vistamos del nuevo hombre por el hecho de
que nuestra humanidad es sumamente falible y deficiente.
Pese a que muchos no lo perciben, la caída trajo daños
irreparables al hombre. Al ser así, de nada vale intentar
solucionar nuestras dificultades con reparaciones. Algunos
89

90 recurren a la “autoayuda” con la esperanza de dar calidad a
sus relaciones humanas, incluso la conyugal y familiar. Sin
embargo, ese tipo de ayuda no soluciona la raíz del problema.

Lo que de hecho necesitamos hacer es crucificar al viejo
hombre y vestirnos del nuevo hombre, el cual trae consigo
la humanidad de Jesús, que fue tentado en todas las cosas
y, por eso, es poderoso para socorrernos en toda y cualquier
situación (He 4:15).
El vivir del viejo hombre produce ira, enojo, malicia,
blasfemia, palabras deshonestas de nuestra boca e incluso
mentira. Todas esas cosas traen un daño terrible para el vivir
de la iglesia, así como también para el plan de Dios. Mientras
aún estemos atados a esas cosas, retardaremos el sueño de
Dios: ver que todas las cosas Le sean sujetas. Al identificar esas
características en nuestras relaciones con los hermanos, en el
servicio de la iglesia y en las relaciones familiares, debemos
arrepentirnos e ir a la cruz, que es el único medio para poner fin
a todas las cosas negativas del viejo hombre.
El Evangelio de Juan presenta el registro de un momento
en el cual el Señor Jesús afirmó conocer la naturaleza humana,
indigna de confianza (Jn 2:23-25). Al hablar de la vida de
Jesús, se le da énfasis a Su nacimiento y a Su muerte, pues
fueron hechos relevantes. Sin embargo, no podemos dejar de
considerar Su vivir como hombre, pues sabemos que Él estuvo
sujeto a todas las debilidades y tentaciones, pero no sucumbió a
ninguna de ellas. Por ese hecho grandioso, Jesús llegó a ser apto
para ayudarnos en los momentos más difíciles de nuestra vida.
Los jóvenes son los más susceptibles a las pasiones juveniles.
Muchos son tentados diariamente y a veces terminan cediendo
a las tentaciones. Pero no se desanimen; por el contrario, clamen
la ayuda de Aquel que venció todas las tentaciones: ¡Jesús!
Su naturaleza está llena de compasión y afectos entrañables
de misericordia por todos nosotros (Col 3:12). No podemos
insistir en intentar vencer los deseos de la carne por medio
de nuestra naturaleza humana, pues es incapaz de vencerlos.

Valoremos la naturaleza íntegra y sin manchas del Señor Jesús
y apropiémonos de ella siempre que la necesitemos, pues esa
fue la finalidad por la cual Jesús venció todas las debilidades
humanas a fin de hacerse apto para socorrernos en nuestras
debilidades (He 2:18).
Pregunta: ¿Cómo podemos vencer las tentaciones y debilidades

de la naturaleza humana?
Mi punto clave:
El encabezamiento de Cristo comienza por la iglesia
91

92
Lectura bíblica:
He 5:8-9
Leer con oración:
Y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo
creó se va renovando hasta el conocimiento pleno (Col 3:10).
EL VIVIR DEL NUEVO HOMBRE

TRAE A LA TIERRA EL SUEÑO DE DIOS
En Hebreos 5:8-9, vemos que Cristo aprendió la obediencia por
las cosas que padeció. La obediencia se refiere a ser encabezado.
Ese fue el vivir de Cristo, totalmente encabezado por Dios en todas
las cosas. De igual manera, el apóstol Pablo, al referirse a sí mismo
como esclavo de Cristo, demostró estar en la condición de total
obediencia a Él. Esto nos muestra que la principal lección que
debemos aprender con relación a Dios es la obediencia. Por eso
Dios usa los sufrimientos para perfeccionarnos y volvernos cada vez
más obedientes a Cristo.
La humanidad perfecta de Cristo está en Sus entrañas. Según
la medicina, las entrañas, que en griego es splágchnon, constituyen
el intestino delgado, encargado de la absorción del alimento,
extracción y poner a disposición los nutrientes en la corriente
sanguínea, alcanzando, así, todo el cuerpo humano. Todas las
virtudes de la naturaleza humana perfecta de Cristo deben ser
absorbidas por nosotros. En nuestra experiencia, necesitamos de ese
splágchnon de Cristo, de las virtudes más elevadas que solamente Él
posee, ¡revistámonos de la naturaleza perfecta de Cristo, pues con
ella tendremos el vivir del nuevo hombre! (Col 3:10).
El vivir del viejo hombre es terriblemente dañino para la
iglesia. Por influir en las personas, algunos tienden a criticar
y juzgar a los otros, considerándose mejores, además de hacer
inviable la práctica del perdón y de la paciencia. Pero en el
nuevo hombre no hay personalidades diferentes, sólo está Cristo,
el único capaz y responsable por poner a nuestra disposición

las riquezas de Dios que están en Su humanidad. A medida
que esas riquezas nos alcanzan, somos transformados. ¡Esto
es maravilloso! Vestidos del nuevo hombre, comenzaremos a
expresar misericordia, compasión, perdón, bondad, humildad,
longanimidad y muchas otras virtudes.
En Colosenses 3:13a, leemos: “Soportándoos unos a otros”.
“Soportar” es lo mismo que dar apoyo, sustentar. Todos nosotros
fallamos y estamos en proceso de perfeccionamiento, lo cual vuelve
fundamental que nos apoyemos los unos a los otros. En vez de criticar,
es mejor sustentar al prójimo en oración. El versículo continua:
“Perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De
la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros” (v.
13b). Por el perdón, podemos eliminar muchos problemas, como
intrigas, quejas, amargura y rencor. Sólo el nuevo hombre es capaz
de reconocer sus errores y pedir perdón al prójimo. Si ponemos fin
al viejo hombre y, de hecho, comenzamos a vivir bajo la influencia
del nuevo hombre, haremos de la iglesia un verdadero paraíso en la
tierra. Ese es el sueño de Dios: encontrar un lugar donde el amor y
la paz reinen y Su voluntad sea hecha. ¡Aleluya!
Sin embargo, todo eso debe comenzar por el liderazgo. Mientras
haya disputas de poder y nos consideremos superiores a los demás,
retardaremos el cumplimiento de la voluntad de Dios y la iglesia no
será un ambiente deseable para vivir. Que el Señor siga teniendo El encabezamiento de Cristo comienza por la iglesia
misericordia y que podamos caminar rumbo al sueño de Dios, con
la iglesia como una especie de “arca”, en la cual las personas podrán
salvarse de la corrupción que hay en el mundo. ¡Jesús es el Señor!
Pregunta: ¿Cómo la iglesia puede ser el sueño de Dios en la tierra?
Mi punto clave:
Lectura de apoyo:
La genética divina – cap. 2 – Ezra Ma.
Heredero de Dios – cap. 3 – Editorial Árbol de la Vida.
93

94
Semana 6 – LUNES
Lectura bíblica:
Nm 14:29-30; He 4:4-11
Leer con oración:
Dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su
beneplácito, el cual se había propuesto en si mismo, de reunir
todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de
los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en
la tierra (Ef 1:9-10).
EL DESEO DEL CORAZÓN DE DIOS

Durante esta semana vamos a ver que Dios tiene un deseo
en Su corazón, que es el buen placer de Su voluntad: encabezar
en Cristo todas las cosas por medio de la iglesia, tanto las del
cielo como las de la tierra (Ef 1:9-10). El encabezamiento del
Señor producirá la iglesia perfecta: el nuevo hombre con la
personalidad de Cristo. Ese es el misterio de Su voluntad.
Para vestirnosdeese nuevo hombre, necesitamos despojarnos
del viejo hombre, retratado por la vieja generación de los hijos
de Israel, que fueron libertados del cautiverio en Egipto, pero
que cayeron en el desierto por causa de su incredulidad, lo cual
les impidió entrar en la buena tierra de Canaán. Eso es una
advertencia para nosotros. Estamos llenos de fallas, pero, por
despojarnos del viejo hombre y revestirnos del nuevo hombre,
la vida de Dios en nosotros nos conducirá para entrar en la
tierra prometida, en el reposo de Dios.
En Hebreos 4, vemos que el pueblo de Israel oyó las
buenas nuevas del Señor cuando salió de Egipto. Dios le había
prometido la tierra de Canaán a Abraham y su descendencia.
Sin embargo, aquella generación que salió de Egipto, los
de veinte años hacia arriba, no entró en la buena tierra por
causa del corazón perverso de incredulidad (He 3:12). En

el Salmo 95, leemos: “Porque él es nuestro Dios; nosotros el
pueblo de su prado, y ovejas de su mano. Si oyereis hoy su voz,
no endurezcáis vuestro corazón, como en Meriba, como en
el día de Masah en el desierto, donde me tentaron vuestros
padres, me probaron, y vieron mis obras. Cuarenta años
estuve disgustado con la nación, y dije: Pueblo es que divaga
de corazón, y no han conocido mis caminos. Por tanto, juré
en mi furor que no entrarían en mi reposo” (Sal 95:7-11). Por
causa de la desobediencia, aquella generación de israelitas no
entró en el reposo de Dios (He 4:5-6). Es por eso que se dice
“no hablaría después de otro día” (He 4:8). Ese otro día es hoy.
David declara: “Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestro
corazón”. No tengamos un corazón perverso de incredulidad
delante del Señor.
La vieja generación del pueblo de Israel cayó en el desierto
y no entró en Canaán por permanecer en el viejo hombre.
Tuvieron un vivir de murmuración, de reclamos y de rebelión
contra Moisés y Aarón. Sólo buscaron obtener un beneficio
propio. De aquella generación, apenas Caleb y Josué entraron
en la buena tierra (Nm 14:29-30). Ellos perseveraron en
seguir al Señor y creyeron en Su Palabra. Hoy, busquemos el
crecimiento espiritual para entrar en el reposo de Dios. Cuando
descansamos en Él, no necesitamos del esfuerzo natural, cesan
los reclamos, las reivindicaciones, el derecho propio, etc.
Cuando entramos en el reposo de Dios, Él hace Su obra en
Tierna misericordia de Cristo Jesús
nosotros y por nosotros. Nosotros descansamos y Dios también

descansa de Sus obras (He 4:10-11). Pero, si no entramos en el
reposo de Dios, por comportarnos como niños desobedientes,
Dios tendrá que poner las cosas de Su casa en orden.
Quien vive por la vieja naturaleza no puede descansar en
Dios y tampoco discierne las cosas espirituales, pues no disfruta
de Su Palabra: “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más
cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el
alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los
pensamientos y las intenciones del corazón” (He 4:12). Valoremos 95

96 la Palabra de Dios, entremos en Su reposo y vivamos bajo el
encabezamiento de Cristo. Ese es el deseo de Su corazón.
En el Nuevo Testamento, tenemos como ejemplo la iglesia

en Filipos, que fue engendrada por medio de la Palabra y del
Espíritu. Pablo y Silas fueron guiados por el Espíritu hasta la
ciudad de Filipos, donde, a la orilla del río, Lidia fue bautizada,
así como también toda su casa. Hasta en la cárcel hubo
salvación, el carcelero y su familia fueron salvos y bautizados.
Esa iglesia fue muy cercana a Pablo; se preocupaba del sustento
del apóstol, le enviaban varias veces ofrendas.
Aunque era una buena iglesia, había problemas entre los
hermanos. Pablo les escribió: “Ruego a Evodia y a Síntique,
que sean de un mismo sentir en el Señor” (Fil 4:2). Esas dos
hermanas eran colaboradoras preciosas de Pablo, pero entre
ellas había un grave problema: no pensaban lo mismo. Quizá
había alguna disputa entre ellas. Ese era el problema de la iglesia
en Filipos. Veamos si el problema de la iglesia en Filipos también
ocurre en la iglesia en nuestra ciudad. En caso de que hubiese
algo de ese tipo, necesitamos orar al Señor y prestar atención al
ruego del apóstol: “Que sean de un mismo sentir en el Señor”.
Pregunta: ¿Qué podemos aprender con el ejemplo de la vieja

generación del pueblo de Israel, que no entró en la buena tierra?
Mi punto clave:

Semana 6 – MARTES
Lectura bíblica:
Ex 12:29-37; 15:22-27; Ro 10:17; 2 Co 4:18; He 11:1
Leer con oración:
Si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, e hicieres lo
recto delante de sus ojos, y dieres oído a sus mandamientos, y
guardares todos sus estatutos, ninguna enfermedad de las que
envié a los egipcios te enviaré a ti; porque yo soy Jehová tu
sanador (Ex 15:26).
DISFRUTAR A CRISTO PARA FORMAR PARTE DE

LA NUEVA GENERACIÓN
En Filipenses 1:8, leemos: “Porque Dios me es testigo de cómo
os amo a todos vosotros con el entrañable amor de Jesucristo”.
La palabra griega traducida como “entrañable misericordia” es
splágchnon, que se refiere a las entrañas, de donde se creía que
salían los sentimientos más puros y profundos de una persona.
Esa palabra también aparece en su forma verbal splagchnizomai,
que significa “compadecerse”. En Mateo 9:36, Jesús miró a las
multitudes y se compadeció de ellas “porque estaban desamparadas
y dispersas como ovejas que no tienen pastor”. Compadecerse
es una característica divina. Por desobedecer a Dios, el hombre
pecó, cayó en tinieblas, y fue despojado de Su gloria. Pese a ello,
el Señor se compadece del hombre y desea recobrarlo.

Cuando Pablo manifestaba sus sentimientos, lo hacía en
el Espíritu, a partir de sus entrañas, en la tierna misericordia
de Jesucristo. Él era un testigo vivo de que ese suministro del
splágchnon de Cristo funciona. Además, su enfoque estaba en el
progreso, defensa y confirmación del evangelio (Fil 1:7,12). En
realidad, el evangelio de Dios es una persona viva: Jesucristo. El
evangelio no es una serie de enseñanzas, sino la misma persona
viva del Señor que vive dentro de nosotros.
97

98 Dios quiere transformarnos por medio de esa Persona
que vive en nosotros, haciéndonos la nueva creación, el
nuevo hombre. Sin embargo, los judaizantes predicaban otro

evangelio. Ellos decían que no era suficiente creer en Jesús,
que era necesario guardar la ley y practicar la circuncisión. Eso
invalidaba la obra de la cruz de Cristo. La ley sirvió como un
ayo para guardar al pueblo del Antiguo Testamento hasta la
venida de Cristo (Gá 3:24). Pero, cuando Cristo vino, todo
cambió. Nosotros ya no vivimos por las obras de la ley, sino por
el oír con fe (Ro 10:17). Ejercite su fe, no se quede en la mente,
indagando y cuestionando. Ejercite su espíritu invocando el
nombre del Señor Jesús. No ande por las cosas que se ven, sino
por las que no se ven (2 Co 4:18). Ande por la fe, que hace real
las cosas que se esperan (He 11:1).
A continuación, veamos el ejemplo del pueblo de Israel,
que estaba bajo la tiranía del Faraón de Egipto. Dios libertó a
Su pueblo con mano poderosa, haciendo señales y prodigios.
En la décima plaga ocurrió la muerte de los primogénitos de
los egipcios, pero ninguno de los primogénitos de los hijos de
Israel murió, porque estaba la sangre del cordero en el dintel
y en los postes de las casas de los judíos. Esa es una figura de
la muerte vicaria de Cristo. Él es el Cordero pascual, Dios Lo
inmoló como el Cordero en nuestro lugar.
Así que, Faraón tuvo que dejar ir al pueblo de Dios. El
pueblo salió de Egipto con destino a la buena tierra. Sumando
a los hombres, las mujeres y los niños, se calcula que se trataba
de por lo menos dos millones de personas (Ex 12:37). Cuando
viajamos en familia, nos enfrentamos con algunas dificultades.
Se imagina viajar por el desierto con dos millones de individuos
en ese tiempo, sin autopistas o paraderos de descanso con un
restaurante, por un lugar completamente inhóspito. Sólo Dios
podía proveer y cuidar de esas personas. Cuando llegaron cerca
al Mar Rojo, percibieron que Faraón y su ejército los perseguían
a fin de llevarlos de regreso a Egipto como esclavos. El pueblo
clamó a Dios, Moisés extendió su vara, el mar se abrió y ellos

atravesaron por el lecho en seco y salieron al otro lado. Cuando
el ejército de Faraón entró en el Mar Rojo, las aguas del mar se
cerraron y todos murieron.
La travesía del Mar Rojo representa al bautismo. Al
creer, nosotros invocamos el nombre del Señor, recibimos a
Jesús como nuestro Salvador y confesamos nuestros
pecados, pero todavía existe la necesidad de ser bautizados
para apartarnos del mundo. Quien creyó y aún no ha sido
bautizado, debe hacerlo, inmediatamente. Después del
bautismo en las aguas, Faraón, que prefigura a Satanás, no
puede alcanzarlo. Luego de la travesía, el pueblo alabó al
Señor por todo lo que Él había hecho.
Después de tres días de caminata, llegaron a Mara, donde las
aguas eran amargas, y el pueblo murmuró en contra de Moisés
(Ex 15:22-24). ¡No cometamos ese error! Nuestro viejo hombre
reclama por el frío, por el calor, por las filas, etc. En vez de
murmurar contra aquellos que están liderándonos, volvámonos
al Señor y oremos para que Él supla la necesidad de Su pueblo.
Moisés clamó al Señor y la necesidad de agua fue suplida, Dios
los sació y los condujo a Elim, un lugar placentero en medio del
desierto. Aprendamos a vivir por la fe, de modo que veamos la
conducción del Señor en nuestra vida.
Pregunta: ¿Cuál es su actitud ante las dificultades que surgen en

el día a día?
Mi punto clave:
99

100
Lectura bíblica:
Nm 13:2-3, 25-33; Dt 1:22-23; He 2:5-8
Leer con oración:
El reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo
en el Espíritu Santo (Ro 14:17).
VENCER EL DESIERTO PARA

ENTRAR EN LA BUENA TIERRA
Vemos en Éxodo que Dios libró a Su pueblo del cautiverio
en Egipto y lo hizo pasar por el desierto a fin de introducirlo en la
buena tierra de Canaán. Durante la travesía, el pueblo pasó por
situaciones y murmuró contra sus líderes: “Ojalá hubiéramos
muerto por mano de Jehová en la tierra de Egipto, cuando nos
sentábamos a las ollas de carne, cuando comíamos pan hasta
saciarnos; pues nos habéis sacado a este desierto para matar
de hambre a toda esta multitud” (Ex 16:3). ¡Esta es una gran
advertencia para nosotros! Frente a las adversidades, la mejor
salida es buscar al Señor para conocer Su voluntad y agradar Su
corazón. Las pruebas son para ser aprobados por Él.
Por dar rienda suelta a sus insatisfacciones y murmuraciones,
algunos de entre el pueblo promovieron una sedición (Nm 12;
14; 16). El resultado de vivir según el viejo hombre es oponerse
al propósito de Dios. Por tanto, Él no tiene camino para quien
permanece en la vieja naturaleza.
Luego, cerca de Canaán, el Señor le dijo a Moisés que enviara
hombres a espiar la tierra (Nm 13:2-3; Dt 1:22-23). Los espías
testificaron que la tierra era muy buena, pero la mayoría dijo
que no podría entrar allí porque había gigantes en aquel lugar
(Nm 13:33). Ese informe desanimó mucho al pueblo: “Entonces
toda la congregación gritó, y dio voces; y el pueblo lloró aquella
noche. Y se quejaron contra Moisés y contra Aarón todos los
hijos de Israel; y les dijo toda la multitud: ¡Ojalá muriéramos

en la tierra de Egipto; o en este desierto ojalá muriéramos!”
(Nm 14:1-2). Dios sabía perfectamente quiénes habitaban en
aquella tierra, pero igual les había dado Canaán como posesión.
No mire su propia capacidad o los obstáculos, intente ver lo que
Dios quiere hacer por medio de usted, confíe en Sus promesas y
luche para cumplirlas.
Josué y Caleb fueron los únicos, entre los doce espías, que
intentaron animar al pueblo a confiar en el Señor: “Por tanto,
no seáis rebeldes contra Jehová, ni temáis al pueblo de esta
tierra; porque nosotros los comeremos como pan; su amparo se
ha apartado de ellos, y con nosotros está Jehová; no los temáis”
(Nm 14:9). A pesar de eso, el pueblo no confió en Dios, sino
que lo ofendió, y la ira del Señor se encendió sobre los hijos
de Israel. Dios no permitió que el viejo hombre entrara en la
buena tierra. Así que, Dios los hizo vagar por el desierto durante
cuarenta años. Hoy, en el Nuevo Testamento, Dios ha tenido
mucha paciencia con nosotros, ha esperado que maduremos en
vida y espera transformarnos a fin de ser Sus herederos en el
mundo venidero (He 2:5-8).
Dios no desistió de nosotros. Hay muchos jóvenes
tremendamente útiles sirviendo en nuestro medio. En el
pasado, eran niños que daban mucho trabajo, pero el Señor
tuvo paciencia, misericordia, y ahora esos jóvenes crecieron y
son muy usados en la obra del Señor. Fuimos alcanzados por las
misericordias entrañables, en las entrañas de Cristo. Si Él nos
fuera a castigar por nuestra desobediencia y rebeldía, seríamos

destruidos. ¡Alabado sea el Señor por tal gracia!
Pregunta: ¿Cuál es el peligro de las murmuraciones en nuestra vida?
Mi punto clave:
101

102
Semana 6 – JUEVES
Lectura bíblica:
Nm 12:15; Ef 1:9-10, 22; He 2:5-8
Leer con oración:
Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que
fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea
el primogénito entre muchos hermanos (Ro 8:29).
EL ENCABEZAMIENTO DIVINO POR MEDIO DE LA IGLESIA

Dios tiene un buen placer, Él desea coronar al hombre de
gloria y honra y sujetar todas las cosas debajo de sus pies (He
2:5-8). Él quiere que todas las cosas estén bajo los pies de la
iglesia. Por medio de la iglesia, Dios encabezará todas las cosas
en Cristo, tanto las del cielo como las de la tierra, para que Cristo
sea el todo en todos. La iglesia es parte de ese encabezamiento
(Ef 1:9-10, 22). A los ojos del Señor, la obra ya está lista, pero
todavía no vemos su culminación: “Pero todavía no vemos que
todas las cosas le sean sujetas” (He 2:8c). Esto ocurre porque
aún no tenemos la realeza trabajada en nosotros. No obstante,
Dios continúa trabajando con el objetivo de transformarnos y
producir esa realeza.
Por eso el Señor envió a Su Hijo como hombre para traernos
salvación: “Jesús, coronado de gloria y de honra, a causa del
padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios
gustase la muerte por todos” (He 2:9b). Dios se hizo hombre
en Cristo, vino en carne para ser como nosotros: “Acerca de
su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que era del linaje de David
según la carne, que fue declarado Hijo de Dios con poder, según
el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos”
(Ro 1:3-4). Él era un hombre perfectamente normal, sujeto a
todo tipo de tentación, sufrimiento y pecados.
Jesús vivió en todo momento en comunión con el Padre,
con oraciones, súplicas y lágrimas. Él se retiraba a orar porque

no podía fallar ni siquiera una sola vez. Cristo tuvo una vida
vencedora. Si Él hubiera cometido algún pecado, no habría sido
aprobado por el Padre, y como consecuencia, no Lo hubiera
resucitado de la muerte en la cruz. El hecho de que Dios padre
lo resucitara indica que Él fue aprobado, pues no probó ninguna
corrupción. El Padre aprobó Su vivir humano. Cristo puede
compadecerse de nuestros problemas y debilidades puesto
que Él pasó por todo lo que un hombre podría pasar, pero, sin
pecado. Él ya era el Hijo unigénito y llegó a ser primogénito.
Jesús es el autor de nuestra salvación. Él vino para salvarnos de
la conducta del viejo hombre que manifiesta las murmuraciones,
las diferencias, las maledicencias, las enemistades, la falta de
perdón, la condenación, la crítica y los conflictos que no nos
llevan a ningún lugar.
No insistamos en vivir según nuestra vieja naturaleza. Eso
atrasa el mover de Dios y la travesía del desierto se extenderá
por más tiempo (Nm 12:15). Seamos sencillos en la iglesia, no
juzguemos a nadie, a nosotros sólo nos corresponde interceder,
orar para que cada hermano crezca en vida y alcance la
primogenitura, viviendo por el nuevo hombre. Nuestro objetivo
no es habitar en el desierto, sino alcanzar la buena tierra.
De nada vale arreglar la vieja naturaleza: “Haced morir,
pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones
desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría [...] ahora
dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia,
blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca” (Col 3:5, 8).
Pregunta: ¿Su vivir ha sido de ir en dirección a la buena tierra o

de permanecer en el desierto?
Mi punto clave:
103

104
Lectura bíblica:
Mt 16:13-18; 18:15-17; He 4:10
Leer con oración:
Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros,
como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios
(1 P 4:10).
EL VIVIR NORMAL DE LA IGLESIA

PRODUCE CRECIMIENTO DE VIDA
Dios nos introdujo en la iglesia para hacernos crecer y
alcanzar Su reposo (He 4:10). Viviendo en el nuevo hombre y
despojándonos de la vieja naturaleza, creceremos hasta la estatura
de un varón perfecto en Cristo. La iglesia nos proporciona el
ambiente adecuado para ejercer misericordia, compasión, perdón
y apoyo mutuo por medio de la oración, independientemente de
las dificultades y debilidades de cada uno.
La primera mención de la palabra “iglesia” fue en Mateo
16, cuando Jesús dijo: “Y yo también te digo, que tú eres Pedro,
y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades
no prevalecerán contra ella” (v. 18). Pedro es una piedrecita y
sobre la roca, que es Cristo, la iglesia es edificada. Las puertas
del Hades no prevalecen contra la iglesia edificada, sobre el
fundamento: Cristo. En Mateo 18, la iglesia es mencionada por
segunda vez y es presentado un aspecto práctico: “Por tanto, si
tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos;
si te oyere, has ganado a tu hermano [...]. Si no los oyere a ellos,
dilo a la iglesia” (vs. 15, 17a). Aquí, en la segunda mención, se
trata de un problema entre hermanos. La Biblia nos muestra
que todavía tenemos problemas.
No espere que la iglesia en su localidad sea perfecta. ¡Dios
es sabio! Él usa los mismos problemas para hacer que usted
crezca en la vida divina. La mayoría de los hermanos todavía

no comprende eso, porque, cuando los problemas aparecen,
surge la murmuración, así como ocurrió con los hijos de Israel
durante la travesía del desierto en el Antiguo Testamento.
Si reclama y le echa la culpa a otro hermano, no percibirá
que los problemas son bendiciones encubiertas. Dios usa los
problemas para hacerlo madurar. Desde hace muchos años
el Señor envía problemas y usted no los aprovecha para ser
perfeccionado. Jesús “aunque era Hijo, por lo que padeció
aprendió la obediencia” (He 5:8).
Los problemas aparecen para disfrutar de la transformación
y despojarnos del viejo hombre con sus hechos. En el nuevo
hombre, Dios nos suple con Cristo en Su humanidad perfecta
y elevada. No nos damos cuenta, pero estamos en un proceso
de transformación. En el vivir de la iglesia somos motivados a
invocar el nombre del Señor. ¿Usted declara que Jesús es su
Señor en su vivir diario o se cree el dueño de su vida? En la
iglesia somos esclavos de Cristo, pertenecemos a Él. ¿Lee la
Biblia sólo como letras negras en el papel blanco o para recibir
el hablar de Dios y grabar la Palabra en su corazón? ¿Ha leído el
Alimento Diario como un instrumento para obtener revelación
por el rumiar la Palabra?
Jóvenes, no pierdan el tiempo con lo que no edifica, dejen de
lado las redes sociales, aprovechen toda la tecnología disponible
y oigan los mensajes de las conferencias, constitúyanse con el
hablar del Señor. Esa sencilla medida los ayudará a practicar la
Palabra de Dios. Busquen aplicarla en su vida. Dispónganse a

apacentar los grupos familiares, de manera que haya cuidado
y multiplicación. Cuiden de las personas y sirvan en la iglesia.
Quien tenga disposición para servir no se quedará desocupado.
Viva intensamente la vida normal de la iglesia, vaya al
CEPPEV (Centro de Perfeccionamiento para la Propagación
del Evangelio), involúcrese con el colportaje, utilice los libros
para predicar el evangelio. Otra oportunidad es servir en
los espacios BooKafé. Hay muchos servicios en la iglesia. Al
ofrecerse, disfrutará aún más de crecimiento. 105

106 Pregunta: Ante los problemas que surgen, ¿busca depender del
Señor para recibir gracia o reclama por la situación?
Mi punto clave:

Lectura bíblica:
Ro 5:2-3; He 4:16
Leer con oración:
Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo
Jesús [...] se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la
muerte, y muerte de cruz (Fil 2:5, 8).
GRACIA Y OPORTUNO SOCORRO

En nuestro servicio al Señor, podemos ser puestos para servir
en la iglesia con algún hermano con el cual tenemos dificultades
para relacionarnos. Surge un impase: si usted no hace lo que debe
ser hecho, se le pedirá cuentas; si lo hace, no podrá entenderse
con los hermanos con los cuales está sirviendo. Si hay un choque
de personalidad, no desista, no entregue su “carta de renuncia”
al presbítero. Busque más de la humanidad elevada de Jesús.
Puede pedir socorro a cualquier hora. Si tiene un problema con
su cónyuge, recurra al Señor, no espere que el otro cambie, Dios
quiere transformarlo de modo que viva por el nuevo hombre.
En Hebreos 4:16, leemos: “Acerquémonos, pues,
confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y
hallar gracia para el oportuno socorro”. El Señor está esperando
tener comunión con usted; no espere que sus problemas se
agraven, vaya inmediatamente delante de Dios. Pida socorro

oportuno al trono de la gracia, suplique para que el Señor tenga
misericordia de su matrimonio; implore para que Él bendiga
su servicio junto con los hermanos. Algunos pueden ser muy
escépticos con relación al funcionamiento de su servicio; por
tanto, oren delante de Dios y todo se solucionará.
No es por nuestra capacidad, sino por medio de Cristo: “Por
quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual
estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de
107

108 Dios” (Ro 5:2). ¡Un día nos gloriaremos en la gloria de Dios! “Y
no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones,
sabiendo que la tribulación produce paciencia” (v. 3). Puede
ser común gloriarse de las victorias y conquistas, pero es difícil

pensar que alguien se gloríe en las tribulaciones. Dios está usando
los problemas del vivir diario para conducirnos a la madurez.
Nuestra óptica con relación a los problemas debe cambiar,
dejemos de reclamar, murmurar y echarles la culpa a los demás.
En vez de eso, se puede buscar crecimiento ante las situaciones
negativas. Al ser incomprendido o injustamente acusado, no
ceda al viejo hombre, no busque reivindicación, aprenda a
llevar la cruz, obtenga lecciones de vida. Ponga al viejo hombre
en su debido lugar: en la cruz. Continúe alegre incluso ante las
injusticias, sirva al Señor positivamente, no es necesario que le
cuente a los demás lo que lo dañó. Cristo tomó el camino de la
humildad, Él Se humilló y se hizo obediente hasta la muerte, y
Dios Lo exaltó. Deje de luchar por sus derechos, en el tiempo
adecuado el Señor lo exaltará. Entregue todas las cosas al justo
juez que juzga todo rectamente.
Las tribulaciones producen perseverancia con resiliencia, que
es la habilidad para superar las dificultades. Son nuestro incentivo
para proseguir y crecer en vida; de lo contrario, cualquier cosa lo
desanimará. Aquellos que desisten caen en el desierto, pero los
que perseveran entran en la buena tierra, en el reposo de Dios.
Pregunta: ¿Cuál es su actitud cuando usted sufre injusticias?
Mi punto clave:

Lectura bíblica:
Ro 5:3-5; Fil 2:1-5
Leer con oración:
Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para
dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras
(Jer 17:10).
UNIDAD Y UNANIMIDAD EN LA IGLESIA

En la iglesia disfrutamos de un ambiente de crecimiento de vida.
Por medio de las dificultades y tribulaciones, somos conducidos a
depender aún más del Señor. La tribulación produce perseverancia,
la perseverancia produce experiencia (Ro 5:3-4). Mediante la
experiencia, maduramos y salimos de la condición de niño. Usted
puede estar reuniéndose por varios años, pero aún está en esa
condición. La experiencia produce esperanza, “y la esperanza no
avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros
corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado” (v. 5). Frente
al tiempo transcurrido, lo normal en el vivir de la iglesia es que
crezcamos en vida, gradualmente. Si alguien conoció la iglesia en
los años 80 o 90, ya debería tener una carrera cristiana considerable,
pues hace años viene siendo trabajado por el Señor. Pero si yo, en
mi conducta, permanezco en el viejo hombre, todavía soy como
un niño y puedo rechazar, por ejemplo, el Alimento Diario (un

instrumento utilizado para nuestra alimentación espiritual).
“Acerca de esto tenemos mucho que decir, y difícil de explicar,
por cuanto os habéis hecho tardos para oír. Porque debiendo ser
ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que
se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las
palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad
de leche, y no de alimento sólido. Y todo aquel que participa de la
leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño; pero
109

110 el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los
que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento
del bien y del mal” (He 5:11-14). Mientras más tiempo alguien
está en el vivir de la iglesia, si no disfruta de la novedad de vida, se

considerará más con del derecho de criticar a los demás por ser el
más antiguo de la casa, por “saber todas las cosas”.
Pablo intentó hablar acerca de cosas elevadas, pero los
hermanos no tenían el crecimiento suficiente para comprender lo
que quería presentar. Gracias a Dios que no somos tardos para oír,
pero quien vive por el viejo hombre no oye las palabras saludables,
no crece y critica a los demás. ¡Que el Señor tenga misericordia de
nosotros! Lo importante es que tengamos experiencias por vivir
en el nuevo hombre. La experiencia produce esperanza de gloria,
produce madurez.
De esta manera, tendremos una vida de la iglesia perfecta,
llena de amor, misericordia y perdón entre nosotros; un vivir que,
como vemos en Filipenses, alegra el corazón del apóstol: “Por
tanto, si hay alguna consolación en Cristo, si algún consuelo de
amor, si alguna comunión del Espíritu, si algún afecto entrañable,
si alguna misericordia, completad mi gozo, sintiendo lo mismo,
teniendo el mismo amor, unánimes, sintiendo una misma cosa.
Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con
humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él
mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual
también por lo de los otros” (Fil 2:1-4).
Por medio del crecimiento de vida, podemos amar a todos los
hermanos por igual, sin preferencias, como el Señor nos ama. En
el espíritu podemos despojarnos del viejo hombre, de modo que
seamos unánimes, unidos en el alma, pudiendo así, expresar la
personalidad de Cristo como nuestra personalidad. Al tener el
“mismo sentir”, nuestra lucha por el evangelio será más eficiente.
La palabra “sentir”, en griego, es phroneo, que puede ser
traducida también como “sentimiento”, “pensamiento” o “mente”.
Dios desea que tengamos “un sólo modo de pensar”. El secreto:
tener el mismo modo de pensar de Cristo, tomar la mente de

Cristo como nuestra mente (Fil 2:5). Eso guardará a la iglesia
de partidismos, facciones, divisiones o contiendas. En la iglesia
no debe haber grupos por afinidades, eso divide a los hermanos.
Disfrutemos juntos del vivir de la iglesia. Consideremos a los demás
superiores a nosotros mismos, viviendo con humildad; no teniendo
en la mira nuestros propios intereses, sino los intereses de los demás.
Esa es la manera de pensar de Cristo, del nuevo hombre, que es la
realización de la voluntad de Dios. Viviendo la vida de la iglesia en
realidad, muchos serán atraídos y ganados por la predicación del
evangelio del reino.
Pregunta: ¿Cómo puede experimentar el crecimiento en la vida

de la iglesia?
Mi punto clave:
Lectura de apoyo:
Cómo pastorear el rebaño de Dios – cap. 6 – Pedro Dong.
La iglesia deseable – cap. 8 – Dong Yu Lan.
111

112
Semana 7 – LUNES
Lectura bíblica:
Ro 12:1-2; Col 1:27
Leer con oración:
Y aunque sea derramado en libación sobre el sacrificio y servicio
de vuestra fe, me gozo y regocijo con todos vosotros. Y asimismo
gozaos y regocijaos también vosotros conmigo (Fil 2:17-18).
AVANCE ESPIRITUAL
Esta semana tendremos como tema “Sacrificio y servicio de
la fe”, basado en Filipenses 2:17-18. Alabamos al Señor por ese
libro, que nos trajo un sentimiento de gozo y gratitud por la
providencia divina. La relación dulce entre el apóstol Pablo y la
iglesia en Filipos deja en clara evidencia la acción del Espíritu y
nos sirve como inspiración para cuidar de los hermanos con el
mismo encargo y aprecio.
Bajo la línea de la economía divina (el plan eterno de
Dios), que es el dispensar de la vida y la naturaleza de Dios al
hombre, trataremos asuntos esenciales para la vida cristiana
que tienen que ver con el sacrificio y servicio de nuestra fe, tales
como: la oración de autoridad de la iglesia, la confirmación y
defensa del evangelio, el servicio con gozo y entusiasmo, el
vivir y consagrarse para el avance del evangelio, el servicio
en la iglesia y en la obra de Dios en un solo espíritu y en una
sola alma y el disfrute de Cristo como modelo y solución para
alcanzar la obediencia total a Dios. Todo eso es por la fe.
Por medio de esta lectura, esperamos que cada hijo de Dios
sea lleno de Cristo, esto es, de la esperanza de gloria (Col
1:27). En medio de este mundo caótico, el pueblo de Dios es la
única esperanza para revertir ese escenario de tinieblas. Para
eso, Dios necesita del sacrificio y del servicio de nuestra fe.

Preséntese al Señor, sea transformado por la renovación de
su mente y experimente la buena, agradable y perfecta voluntad
de Dios (Ro 12:1-2). ¿Cree que su vida es difícil? ¿Qué no
tiene fuerzas para superar sus problemas? Mediante la Palabra
revelada, usted tendrá una esperanza reavivada, pues hay un
camino y una esperanza de gloria reservada para usted.
Deseamos que cada momento en su devoción, estimado
lector, sea placentero y resulte en su avance espiritual, en la
edificación de la iglesia y en el avance del evangelio. ¡Nuestro
deseo es que su servicio al Señor sea un sacrificio y servicio
de la fe, con alegría! Que todos puedan tener la experiencia
sinigual de servir a Cristo y la iglesia bajo la revelación práctica
del servicio y sacrificio de la fe. ¡Jesús es el Señor!
Pregunta: ¿Qué le parece si dedicamos ahora un tiempo de

oración por la palabra de esta semana?
Mi punto clave:
Sacrificio y servicio de la fe
113

114
Semana 7 – MARTES
Lectura bíblica:
Mt 18:18-19
Leer con oración:
Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré
mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella
(Mt 16:18).
LA ORACIÓN DE AUTORIDAD DE LA IGLESIA

El sacrificio y el servicio de la fe implican una práctica continua
de la oración de autoridad de la iglesia. En este vivir, debemos tener
un ambiente donde la autoridad de Dios es ejercida por medio
del Cuerpo de Cristo, pues estamos bajo la autoridad divina y Su
encabezamiento.
Una de las experiencias que marcó la autoridad de Dios
delegada a la iglesia ocurrió en noviembre de 2017, cuando un
grupo de colaboradores de la obra del Señor visitó Israel y participó
de una serie de conferencias ministradas en Europa. Por un tema
de seguridad nacional, Israel tiene un control muy riguroso de
entrada de visitantes. Sin embargo, gracias al Señor, todo estuvo
bien en ese viaje. Luego del desembarque en Tel Aviv, viajaron por
el país visitando varios lugares por donde el Señor Jesús estuvo. En
cada uno de ellos, se hablaron palabras con aplicaciones prácticas,
alentando a los hermanos a vivir como es digno del evangelio para
apresurar la venida del Señor.
La oración hecha por la iglesia tiene la autoridad de Dios
y nos lleva a la unanimidad, y en ese ambiente es donde el
Señor puede derramar Su bendición en favor de las personas,
independientemente del grado de dificultad que haya en los
países, ya sea crisis política, económica o bélica. Un hecho
interesante que ocurrió es que, inmediatamente después de la
partida de los colaboradores a Israel, el presidente de los Estados
Unidos anunció el traslado inmediato de su embajada en el país,

de Tel Aviv a Jerusalén. Ese cambio implica el reconocimiento
de Jerusalén como capital de Israel, lo que es rechazado por el
mundo islámico. Esa decisión acarreará un despliegue para el
acuerdo de paz, pues no habrá paz sin que sea concluida Jerusalén
como la capital del Estado de Israel. Esa es una señal más de que
la venida del Señor está cerca.
El Señor “sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por
cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo,
la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo” (Ef 1:22-23).
Estos versículos presentan a la iglesia como el Cuerpo de
Cristo y a Él como nuestra cabeza, nuestro centro, la autoridad
legítima de Dios en nuestra vida.
No podemos dejar de orar todos los días y de tener mucha
comunión con los hermanos por el avance de la Palabra del
Señor en la tierra, incluso en medio de situaciones políticas y
económicas tan difíciles como la que hemos visto, por ejemplo,
en países como Brasil y Venezuela. Por tanto, necesitamos
ejercer la oración de autoridad de la iglesia por esos dos países y
por los demás, con miras a la edificación de la iglesia y al avance
del evangelio, atando todas las obras del diablo y rogándole al
Señor para que libere toda bendición espiritual.
Tenemos la responsabilidad de ejercer la autoridad de Dios
en la iglesia, conforme a lo registrado en Su Palabra, para atar y
liberar todo de acuerdo con los intereses de Dios (Mt 16:18-19;
18:18-19). Que tengamos orden, paz y prosperidad para servir al
Señor. Que el país donde vivimos sea gobernado por el trono de
Dios, por el reino de los cielos.
Pregunta: ¿Qué le parece si hacemos ahora una oración con la

autoridad divina en favor del país donde vivimos?
Mi punto clave:
115

116
Lectura bíblica:
Hch 27:27-44; 28:1-15; Ro 8:28; Fil 1:1- 20
Leer con oración:
Como me es justo sentir esto de todos vosotros, por cuanto os tengo
en el corazón; y en mis prisiones, y en la defensa y confirmación
del evangelio, todos vosotros sois participantes conmigo de la
gracia (Fil 1:7).
LA DEFENSA Y CONFIRMACIÓN DEL EVANGELIO

El sacrificio y servicio de la fe comprenden también la defensa y
la confirmación del evangelio, del cual el apóstol Pablo era también
un defensor (Fil 1:16). Él mantenía el evangelio en la línea de la
economía divina (el plan eterno de Dios), y no se desviaba de esa
línea ni a derecha ni izquierda. A pesar de estar preso en Roma, él
tenía a los hermanos y a las iglesias en su corazón, pues todos eran
participantes de esa gracia con él (v. 7).
En aquella época el encargo de Pablo se intensificó en la
confirmación y defensa del evangelio, debido al hecho de
que los filipenses estaban sufriendo ataques por parte de los
judaizantes. Ellos venían y los perturbaban con el asunto de
la circuncisión y de guardar la ley de Moisés. Puesto que eran
buenas personas, los filipenses los recibían. Por eso Pablo dice
que el amor de ellos debía tener discernimiento (v. 9).
Gracias a Dios por la colaboración de Pablo y de la iglesia en
Filipos en la defensa y confirmación del evangelio. En Filipenses
1:6, él dice: “Estando persuadido de esto, que el que comenzó en
vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo”.
La obra a la que Pablo se refiere es la salvación de nuestra alma, la
cual será completada hasta el día que el Señor vuelva.
Las tribulaciones por las que Pablo pasaba contribuían para
el avance del evangelio. Por ejemplo, cuando viajó a Roma, él

se encontraba en la condición de prisionero. Aunque pasó por
varios peligros e incluso naufragios en ese viaje, Pablo ejerció la
función de ministro de Dios (Hch 27:27-44).
En tierra, comprobaron que habían llegado a la isla de
Malta. Allí, Pablo fue confundido con un dios, porque después
de salvarse del naufragio, una víbora se le prendió en la mano,
pero no sufrió ningún daño. En aquella isla, Pablo también realizó
varias sanidades, de manera que él y sus compañeros recibieron
muchas honras y fueron encaminados para continuar su viaje a
Roma (Hch 28:1-15). Al llegar allá, “a Pablo se le permitió vivir
aparte, con un soldado que le custodiase. [...] Permaneció dos
años enteros en una casa alquilada, y recibía a todos los que a él
venían, predicando el reino de Dios y enseñando acerca del Señor
Jesucristo, abiertamente y sin impedimento” (vs. 16, 30-31).
Por eso, no tengamos temor de pasar por pruebas. Todo lo
que nos sobreviene, a pesar de que en el momento aún no lo
comprendamos, está soberanamente arreglado por Dios para
nuestro bien, para que podamos cooperar para la defensa y
confirmación del evangelio (Ro 8:28). Por eso, mantengámonos
firmes en la fe del evangelio. Al igual que Pablo, nuestro ardiente
anhelo y esperanza es que en nada seremos avergonzados.
Al contrario, con toda confianza, Cristo será magnificado en
nuestro vivir, sea por vida o sea por muerte (Fil 1:20). ¡Vivamos
la realidad de la defensa y confirmación del evangelio, haciendo
todo para la gloria de Dios!
Pregunta: ¿Cómo podemos avanzar cada vez más hacia la

salvación completa?
Mi punto clave:
117

118
Semana 7 – JUEVES
Lectura bíblica:
Hch 2:46-47; 6:1-3; Ro 1:9; 12:1; 1 Co 3:12; Fil 1:17-18
Leer con oración:
Servid a Jehová con alegría; venid ante su presencia con regocijo
(Sal 100:2).
SERVIR CON ALEGRÍA Y ENTUSIASMO

El sacrificio y el servicio de la fe nos llevan a disfrutar
del Señor con alegría y entusiasmo cada vez que tenemos
comunión con Dios. Aunque haya dificultades, la alegría
es nuestra motivación para superarlas. Cuando estamos
entusiasmados, nuestra esperanza, que antes estaba muerta,
es reavivada. El sacrificio y el servicio de la fe de Pablo eran
movidos por su alegría en el Señor (Fil 1:17-18). Cuando hay
alegría, hay descanso, pues reconocemos que la obra es de
Dios y que es Él quien hace todas las cosas. ¡Regocijémonos
siempre en el Señor!
En el vivir de la iglesia, en los varios servicios a los hijos de
Dios, la base debe ser la ofrenda de todo nuestro ser al Señor
como un sacrificio vivo, santo y agradable a Dios (Ro 12:1).
Asimismo, necesitamos servirlo con excelencia. No podemos
servir con desanimo, sino que siempre debemos estar gozosos
en el espíritu. Al recibir a los hermanos en las reuniones y al
cantar los himnos, por ejemplo, debemos hacerlo de la mejor
manera posible, con mucha alegría y sencillez de corazón
(Hch 2:46-47).
Para eso, siempre debemos estar en el espíritu para
que el Señor nos encabece y actúe de la manera que Le
complace (Ro 1:9). Necesitamos del fuego, del entusiasmo, de
la excelencia y de la creatividad de los hermanos más jóvenes.
De igual manera, necesitamos de la experiencia y sabiduría

espirituales de los mayores para mantener la esfera y el fluir
del amor de Dios entre nosotros, por medio de la inclusión
de todos, a fin de suplir las necesidades de cada uno de los
santos (Hch 6:1-3).
Independientemente del día y horario, estemos dispuestos
a dar lo mejor de nosotros en el sacrificio y servicio de la fe.
Sin sacrificio no hay servicio de excelencia. Busquemos, en
la edificación de la iglesia, estar bien fundamentados en las
enseñanzas de los apóstoles, usando el oro, la plata y las piedras
preciosas, es decir, al Dios Triuno mismo como material para la
edificación (1 Co 3:12). ¡Alabado sea el Señor!
Pregunta: ¿Qué necesita hacer para que su servicio sea ejecutado

con más alegría y entusiasmo en la edificación de la iglesia?
Mi punto clave:
119

120
Lectura bíblica:
Ro 1:16; 6:6-8; Fil 1:19-27; Col 3:12-14; 1 P 1:9; 2 P 1:3-8
Leer con oración:
Ahora también será magnificado Cristo en mi cuerpo, o por vida
o por muerte (Fil 1:20c).
UN VIVIR PARA EL EVANGELIO

El sacrificio y el servicio de la fe resultan en un vivir lleno
de realidad para el evangelio. Incluso en medio de las presiones,
podemos experimentar la liberación y provisión del Espíritu
de Jesucristo, la cual nos capacita a tener un vivir humano
elevado, que expresa las virtudes divinas como la compasión, la
misericordia y el perdón (Fil 1:19; Col 3:12-14).
Debemos ponernos delante del Señor como hijos de Dios
y como iglesia para orar en favor del progreso del evangelio.
El evangelio necesita progresar en dos frentes: dentro y fuera
de nosotros. Dentro de nosotros significa que la vida y la
naturaleza divinas deben aumentar en nuestra alma (1 P 1:9;
2 P 1:3-7). Además, como resultado de ese aumento, el evangelio
progresará fuera de nosotros, es decir, llevaremos el evangelio a
otras personas y no seremos inactivos ni infructuosos (2 P 1:8).
Aquello que predicamos debe ser vivido con realidad
en nuestro día a día y magnificado en nuestro cuerpo. Ese es
nuestro anhelo y búsqueda hoy. No tenemos por qué pensar que
eso es imposible, pues tenemos el evangelio, que es poder de
Dios, a nuestro favor. “Porque no me avergüenzo del evangelio,
porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al
judío primeramente, y también al griego” (Ro 1:16). ¡Sólo nos
basta creer, pues esa es la fe del evangelio!
Nuestro viejo hombre debe morir y permanecer en la
cruz para, así, vivir con Cristo (Ro 6:6-8). Aunque era mejor

partir para estar con Cristo, por causa de las iglesias, Pablo
permaneció sirviendo al Señor en la obra de Dios, convencido
de que eso le era necesario para el progreso y gozo de la fe en
los hermanos (Fil 1:21-25).
El servicio de la fe produce la alegría del Señor en
nuestro vivir. Y eso hace que vivamos, sobretodo, como es
digno del evangelio de Cristo, firmes en un solo espíritu,
como una sola alma, luchando juntos por la fe del evangelio
(Fil 1:27). ¡Aleluya!
Pregunta: ¿Cuál debe ser nuestra actitud con respecto a nuestro

vivir para el evangelio?
Mi punto clave:
121

122
Lectura bíblica:
Mt 5:9; Fil 2:3; 4:2
Leer con oración:
Completad mi gozo, sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor,
unánimes, sintiendo una misma cosa (Fil 2:2).
UN SOLO ESPÍRITU Y UNA SOLA ALMA

El sacrificio y el servicio de la fe tiene un punto fundamental:
hacer que los hijos de Dios Lo sirvan en un solo espíritu y una
sola alma. En la iglesia en Filipos, Pablo presenta ese encargo,
rogando a dos hermanas, Evodia y Síntique, que fueran de un
mismo sentir en el Señor (Fil 4:2). Ellas tenían su propio modo
de pensar. Pero necesitamos tener la misma manera de pensar
que hubo en Cristo Jesús. ¡El sacrificio y el servicio de la fe nos
vuelven cada vez más unánimes!
¿Es posible que eso suceda? ¡Sí! Ya es tiempo que la
iglesia luche como una sola alma por la fe del evangelio. Pablo
ruega a los hermanos en Filipos que completen su gozo
pensando lo mismo, con el mismo amor, unánimes y con el
mismo sentir (Fil 2:2).
Una manera práctica de luchar “firmes en un solo espíritu”
es aprendiendo a ejercitar y vivir más en él. Los filipenses
estaban firmes por estar unidos en un solo espíritu y eran
alentados a no hacer nada por contienda o por vanagloria,
sino con humildad, “estimando cada uno a los demás como
superiores a él mismo” (Fil 2:3). Los hijos de Dios no deben
promover contiendas en el vivir de la iglesia; antes bien, deben
ser pacificadores (Mt 5:9).
En Filipenses, en los versículos 4 y 5 del capítulo 2, Pablo,
además, afirma: “No mirando cada uno por lo suyo propio, sino
cada cual también por lo de los otros. Haya, pues, en vosotros

este sentir que hubo también en Cristo Jesús”. Cuando miramos
a nuestros hermanos en Cristo y los consideramos superiores a
nosotros mismos, no hay problemas.
Busquemos, delante del Señor, practicar la empatía con los
hermanos y las personas con las cuales convivimos. Pongámonos
en el lugar del prójimo. Si cada uno defiende su propio punto de
vista, no habrá un solo espíritu y una sola alma en nuestro medio,
en la edificación de las iglesias y en el avance del evangelio.
¿Cuál es el secreto? Tener el mismo sentir que hubo en Cristo
Jesús. ¡Practicar eso es una bendición para nosotros! Vamos a
renovar nuestra mente, a crecer espiritualmente y permitir la
transformación de Dios en nuestra vida para luchar unidos en
espíritu y alma, con cooperación y unanimidad en el servicio en
la iglesia. ¡Alabado sea el Señor!
Pregunta: ¿Cómo podemos tener un solo espíritu y una sola

alma en el vivir de la iglesia?
Mi punto clave:
123

124
Lectura bíblica:
Mt 16:24; Ro 12:1; Fil 2:2; He 5:8; 1 P 1:7; 5:6
Leer con oración:
El cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios
como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo [...]
se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y
muerte de cruz (Fil 2:6-8).
¡CRISTO ES LA SOLUCIÓN!
Cristo es el modelo para practicar el sacrificio y el servicio de
la fe a fin de tener un solo espíritu y una sola alma. En Filipenses
2:2, Pablo exhorta a los hermanos a tener el mismo pensamiento,
amor, unión de alma y sentir.
En el capítulo 2 de Filipenses, versículos del 5 al 8, Pablo
presenta un modelo a seguir, que es el de Cristo Jesús: “Haya, pues,
en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual,
siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa
a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de
siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición
de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la
muerte, y muerte de cruz”. ¡Cristo es el modelo y la solución! Es
pura misericordia de Dios que presentemos nuestros cuerpos en
sacrificio vivo, santo y agradable a Él (Ro 12:1).
El Señor Jesús se despojó de Sí mismo, no consideró el hecho
de ser igual a Dios y tomó la forma de hombre. Todos tenemos
muchas dificultades de despojarnos de nosotros mismos. Siempre
nos aferramos a alguna posición, realización, cualidad, madurez y
queremos que los demás nos valoren y nos consideren. Cuántas
veces, en ciertas situaciones, cuando nos sentimos humillados,
decimos: “¿Usted sabe quién soy yo?”. Eso muestra cuánto aún
estamos llenos de nosotros mismos. Aprendamos del Señor, que

se despojó a sí mismo, de la más alta posición por amor a nosotros.
Eso es negarse a sí mismo (Mt 16:24).
Cuando usted se humilla y toma la cruz, a su debido tiempo
Dios lo exaltará (1 P 5:6). Nunca se exalte a sí mismo. Dios
quiere que aprenda la obediencia ahora. Después de despojarse
y humillarse, el siguiente paso que Jesús tomó fue el de ser
obediente hasta la muerte, y muerte de cruz (Fil 2:8). Pero, en los
versículos del 9-11, vemos: “Por lo cual Dios también le exaltó
hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para
que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están
en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua
confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre”.
¡Alabado sea el Señor! Pues esa es la principal lección que
tenemos que aprender para con Dios: ¡la obediencia! Jesús,
aunque era Hijo, aprendió la obediencia por las cosas que
padeció (He 5:8). Los sufrimientos existen para que aprendamos
la obediencia. Una vez que la aprendamos, Dios dispensará todas
Sus riquezas. ¿Qué es ser un vencedor? Es llegar a la madurez, de
tal manera que seamos totalmente obedientes al Señor.
Que el sacrificio y el servicio de la fe entre el pueblo de Dios
redunden en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado
Jesucristo (1 P 1:7). ¡Aleluya!
Pregunta: ¿Con qué propósito el Señor Jesús se hizo carne?

Mi punto clave:
Lectura de apoyo:
No más yo, mas Cristo – cap. 11 – Dong Yu Lan.
Venga tu reino – cap. 28 – Dong Yu Lan.
Los dos aspectos de la salvación – cap. 1 – Dong Yu Lan
125

126
Semana 8 – LUNES
Lectura bíblica:
Mt 16:19; Fil 2:19-30; Col 1:13
Leer con oración:
Pero ya conocéis su carácter aprobado, que como hijo a padre ha
servido conmigo para el progreso del evangelio (Fil 2:22).
EL CARÁCTER DEL SIERVO DE DIOS

Llegamos a un tema de una importancia crucial para que
podamos hacer la defensa, confirmación y propagación del
evangelio de Dios: saber discernir lo santo de lo profano. Para
eso, en el transcurso de esta semana, veremos la importancia del
carácter aprobado de un verdadero siervo de Dios, la necesidad
de oír constantemente las mismas palabras del Señor con miras
a adquirir más discernimiento, la experiencia de Abraham de
andar por fe y de ser circuncidado, vivir y andar en el espíritu,
incluir a los más nuevos en los servicios de la iglesia, promover la
innovación y cómo usar la alabanza en las reuniones de la iglesia
con el fin de edificar. Al final de esta semana, esperamos estar
capacitados para vivir con más discernimiento, sabiendo separar
aquello que es santo de lo que es profano, es decir, separar lo que
es del Señor de lo que no procede de Él.
Vamos a empezar con las características del carácter del
hombre de Dios. Todos nosotros que servimos al Señor, además
de buscar la unidad del Espíritu en nuestra coordinación
con el liderazgo de la obra de Dios, necesitamos estar juntos,
unidos en el alma (Fil 2:2). De entre todos sus colaboradores,
Pablo esperaba enviar a Timoteo a la iglesia en Filipos: “Pues
a ninguno tengo del mismo ánimo, y que tan sinceramente
se interese por vosotros” (vs. 20-21). En el original griego, la
expresión “mismo ánimo” en ese versículo es “iso psique”, que
quiere decir misma alma. Amado lector, para cooperar con el

progreso del evangelio, necesitamos ser personas de una misma
alma. Asimismo, es importante que seamos uno en el alma con
aquellos que el Señor estableció como líderes en la iglesia.
Nuestras oraciones también necesitan de nuestra unidad
y unanimidad. ¡Las oraciones así hacen temblar las bases del
infierno! Usemos la autoridad que Dios nos dio como iglesia
para atar aquí en la tierra lo que viene del diablo y para liberar
aquello que él ató (Mt 16:19; Col 1:13).
Sabemos que en varias iglesias hay un grupo de hermanas
que se reúnen regularmente a orar. ¡Queridas hermanas, usen la
autoridad que Dios le entregó a la iglesia e intercedan por los
hermanos que están en el liderazgo, por los ancianos, jóvenes,
adolescentes, niños! Oren por la obra del Señor, por el avance
del evangelio, por los grupos familiares, por los CEPPEVs, por
las misiones en el exterior y por todos los demás aspectos de la
obra. ¡Con sus oraciones, el evangelio avanzará más rápido! Un
verdadero siervo de Dios tampoco busca sus propios intereses
(Fil 2:21). En vez de fama, el cristiano se sacrifica por el Señor
y por Su Cuerpo, lo que hace que su carácter sea probado y
aprobado constantemente delante de Él (v. 22). En nuestro
servicio, no podemos ser como una “montaña rusa”: en una
reunión oro, comparto la palabra, predico el evangelio; en
otras, estoy indiferente y no hago nada. ¡No tenga temor a las
Hacer diferencia entre lo santo y lo profano
dificultades, porque ellas son una bendición encubierta del

Señor para que dependamos más de Él y vivamos en el espíritu
por la fe! ¡Si perseveramos, el Señor nos dará un carácter
resiliente para soportar todo tipo de presión y mantener nuestra
estabilidad espiritual! ¡Así, somos probados y seremos
aprobados por Dios!
Finalmente, además de tener una misma alma, ser
personas de oración y tener un carácter probado por Dios,
aún forma parte de la constitución de un siervo de Dios el
estar dispuesto a sacrificarse por los hermanos. En cuanto a
los demás, debemos honrar a tales personas (Fil 2:29-30). Eso
es lo que aprendemos con Epafrodito, el enviado de la iglesia 127

128 en Filipos para cuidar de las necesidades del apóstol Pablo.
Nunca podemos olvidar que debemos honrar a aquellos que
se entregan y se sacrifican por la obra de Dios. ¡Gloria a Dios!
Pregunta: De acuerdo con lo que vimos hoy, ¿cuáles son las

características del carácter de un siervo de Dios?
Mi punto clave:

Semana 8 – MARTES
Lectura bíblica:
Fil 1:4, 7, 12-14, 19-20; 2:2, 17-18, 28-29; 3:1; 4:1, 10
Leer con oración:
Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos! (Fil 4:4).
REGOCIJARSE Y RUMIAR LA PALABRA DE DIOS

Ayer vimos la importancia de que el siervo de Dios tenga un
carácter probado por Él, la necesidad de tener una misma alma, no
sólo en la predicación del evangelio, sino también en las oraciones
que hacemos juntos en la iglesia. En Filipenses 3, Pablo trae dos
puntos de estímulo, fundamentales en la vida de un cristiano:
regocijarse y siempre estar dispuesto a oír las palabras que Dios le
viene a repetir. Él escribe: “Por lo demás, hermanos, gozaos en el
Señor. A mí no me es molesto el escribiros las mismas cosas, y para
vosotros es seguro” (v. 1).
En esa epístola, Pablo menciona en varios pasajes sus
sufrimientos. Eso porque fue llevado preso a Roma, pasó por
diferentes peligros durante el viaje, vivía en prisiones, con guardias
y vigilado, no tenía libertad (Fil 1:7, 12-14). Pese a ello, su mayor
preocupación era por la predicación del evangelio y porque Cristo
se magnificara en su cuerpo (vs. 19-20). Pablo creía totalmente

en la súplica de los santos y en la suministración abundante del
Espíritu de Jesucristo sobre su vida. Por eso podía, incluso en los
sufrimientos, rebosar de alegría (1:4; 2:2, 17-18, 28-29; 3:1; 4:1, 4,
10). Por reposar en Dios, él podía regocijarse incluso en medio de
muchos sufrimientos.
Ciertamente todos nosotros pasamos por muchas dificultades,
ya sean los padres de familia con los desafíos del sustento de la casa
y en la crianza de los hijos, los jóvenes con las incertidumbres sobre
el futuro y los conflictos del presente, incluso los ancianos con las
consecuencias del avance de los días. Sin embargo, ante todo eso,
tenemos, incluso, que aprender a confiar totalmente en la oración
129

130 de los hermanos a nuestro favor y en la suministración abundante
del Espíritu sobre nuestra vida. Dios es quien cuida de cada uno de
nosotros. ¿Acaso usted se ha detenido a pensar que nunca hemos

sido ni seremos desamparados por Él? Tenemos muchos motivos
para regocijarnos en el Señor. Recuerde: ¡Dios, en este momento,
está con usted! ¡Por eso alégrese! ¡Sólo crea y descanse!
Hoy, podemos declarar que somos hijos que aman la Palabra del
Señor y no tenemos miedo de que el Señor nos hable las mismas
cosas varias veces. Es una salvación para nosotros que el Señor
siempre vuelva a repetir las mismas palabras. Esa característica es
esencial para que podamos adquirir un aprecio y una comprensión
de la Palabra de Dios y, por último, llegar a ser cristianos con más
discernimiento.
Leamos Filipenses 3:2: “Guardaos de los perros, guardaos de
los malos obreros, guardaos de los mutiladores del cuerpo”. El perro
era considerado un animal inmundo, pues no rumia (Lv 11:3). En
Mateo 7:6, el Señor afirma: “No deis lo santo a los perros, ni echéis
vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen, y se
vuelvan y os despedacen”. Amado hermano, los perros y los cerdos
tienen una característica en común: no son animales que rumian.
Rumiar significa que el animal vuelve a masticar los alimentos que
retornan del estómago a la boca. En ese sentido, no debemos ser
como un perro o un cerdo, que no rumian. No podemos ser personas
que no aprecian lo que nuevamente se les ministra. Tenemos que
oír varias veces la Palabra del Señor hasta poder digerirla. De esa
manera, cada vez más, seremos cristianos llenos de discernimiento.
Mañana veremos más al respecto.
Pregunta: ¿Cuál es la importancia del rumiar en nuestra vida cristiana?
Mi punto clave:

Lectura bíblica:
Jos 1:8; Pr 14:1; 24:3; Col 3:1-2
Leer con oración:
El alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los
que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento
del bien y del mal (He 5:14).
RUMIAR PARA DISCERNIR LO SANTO DE LO PROFANO

En el Antiguo Testamento, cuando Dios dio leyes específicas
acerca de la dieta de Su pueblo, Él determinó: “Estos son los
animales que comeréis de entre todos los animales que hay
sobre la tierra. De entre los animales, todo el que tiene pezuña
hendida y que rumia, éste comeréis” (Lv 11:2-3). Ahora, en
el Nuevo Testamento, debemos aplicar la realidad de esos
principios en nuestro vivir y dieta espiritual. Para Dios, el animal
limpio debe tener dos características: por un lado, debe tener
pezuña hendida, esto es, una pezuña dividida en dos; por otro,
ser un animal que rumia. La pezuña dividida en dos y hendida
indica a alguien que sabe hacer separación entre dos cosas, dos
caminos, dos tipos de hablar, alguien que tiene discernimiento.
En otras palabras, debemos tener discernimiento para separar

las cosas de arriba de las que son de la tierra (Col 3:1-2).
En estos tiempos finales, cada vez más nos es necesario
tener un espíritu de discernimiento. ¡Padres, despierten! El
mundo siempre ha hecho circular entre los niños y los más
jóvenes, en los diversos medios de comunicación, muchas
ideologías que aparentemente son “justas y correctas”. Sin
embargo, en estos últimos tiempos, ha usado los colegios para
divulgar ideas que buscan legitimar las prácticas del pecado.
¡Jóvenes, despierten! Ustedes reciben muchos mensajes en
las redes sociales y rápidamente los guardan en el corazón.
131

132 ¡Cuidado! Detrás de esas apariencias saludables, se esconden
venenos que pueden apartarlos de la vida de la iglesia y del
Señor. Cuántos jóvenes abandonan el vivir de la iglesia después

de entrar en las universidades. Al llegar allí, son llevados por
las diversas ideologías, muchas de ellas basadas en ideas que
buscan promover la paz y la defensa de los seres humanos, pero,
detrás de eso, se esconden artificios y razonamientos malignos
para apartar al hombre de Dios.
Las hermanas deben buscar delante del Señor ese espíritu
de discernimiento, pues ellas son las que, la mayoría de las
veces, tienen el poder de decidir lo que entra o no en su casa
(Pr 14:1; 24:3). Detrás de muchas novelas con temas tan
“bonitos”, algunos hasta bíblicos, se esconde la promoción de la
sensualidad, del adulterio y del consumo de bebidas alcohólicas.
¡Cuidado hermanas! Tengan discernimiento en su vida. De
la misma manera, los varones de la iglesia deben tener el
discernimiento y velar en su trabajo. El enemigo puede utilizar
algo que es legítimo para enfriarlo con relación a las reuniones
de la iglesia, enfriarlo en su amor por el Señor y, además, en su
amor por su esposa. ¡No permitamos que algo profano, fuera de
Dios, entre en nuestro corazón!
El camino para vencer todos esos peligros y adquirir
discernimiento es rumiar la Palabra de Dios. ¿Sabe usted lo
que es rumiar? Un animal rumiante, como el ganado, oveja y
carnero, se alimenta de pasto. A medida que come, el alimento
es depositado en su primer estómago, llamado rumen. En
esa primera digestión, extrae del alimento los carbohidratos
necesarios para obtener la energía inmediata. Luego, el
alimento va al segundo estómago, donde hay saliva. Así, junto
con la saliva, el alimento regresa a su boca a fin de ser digerido
mejor. En esa etapa, el animal se queda masticando finamente,
en el descanso, varias veces, hasta retirar los nutrientes que
antes no había logrado. Lo mismo debe ocurrir con nosotros
con relación a la Palabra y a los mensajes que oímos en la
iglesia (Jos 1:8). Que nosotros (padres, maridos, esposas,

jóvenes e incluso los niños) seamos como esos animales que
rumian, que mastican y digieren la Palabra de Dios tantas veces
como sean necesarias para tener una absorción completa. Si
hacemos eso, lograremos extraer toda la riqueza de la Palabra
y así tendremos discernimiento, sin permitir jamás que algo
profano entre en nuestro corazón y nos aparte de nuestro
Señor y de la iglesia. ¡Gloria a Dios!
Pregunta: ¿Que ha oído o recibido usted en estos últimos días

que, a pesar de tener una buena apariencia, lo puede estar
enfriando en su relación con el Señor?
Mi punto clave:
133

134
Semana 8 – JUEVES
Lectura bíblica:
Gn 15:2-6; 16:1-2; 17:1-2, 10-11; Ro 2:29; 4:11, 17-21
Leer con oración:
Es judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión es la del
corazón, en espíritu, no en letra; la alabanza del cual no viene
de los hombres, sino de Dios (Ro 2:29).
UN CORAZÓN CIRCUNCIDADO
En Filipenses 3:2, leemos: “Guardaos de los perros,
guardaos de los malos obreros, guardaos de los mutiladores
del cuerpo”. La expresión “mutiladores del cuerpo” que en
algunas traducciones es “falsa circuncisión” es la traducción
de una única palabra en griego cuyo significado es mutilación.
Eso quiere decir que, cuando hacemos algo para Dios por pura
formalidad, sin ninguna realidad, aquel esfuerzo y sufrimiento
consecuente de esa actitud no tendrá ningún valor espiritual
delante de Él. No será una circuncisión, será una mutilación,
algo sin propósito. Eso significa sufrir en vano.
La circuncisión surgió de un pacto hecho por Dios con
Abraham. Después que Dios le prometió una descendencia
que sería muy numerosa, Sara se demoró en concebir al niño.
Entonces, Abraham, se preocupó y comenzó a pensar que su
siervo, nacido en su casa, sería su descendiente (Gn 15:2-3).
Pero Dios le mostró que no sería ese siervo, sino alguien que
fuera engendrado por él mismo (v. 4-5). No obstante, con el
paso del tiempo, como Sara no quedaba embarazaba, ella tuvo
un sentimiento y le sugirió a Abraham que durmiera con su
sierva, Agar, para que, de esa manera, engendrara al heredero
(16:1-2). Vemos en la Palabra que Abraham estuvo de acuerdo
con Sara. ¿Qué le faltó a ese matrimonio en ese momento?
Además de fe para creer que Dios cumpliría Su promesa, les

faltó discernimiento para percibir que la “ayuda” que brotó del
corazón de Sara para ayudar a Dios a cumplir Su palabra era
algo profano, es decir, no era algo santo.
¿Cuántas veces no sentimos algo en el corazón que, en
realidad, en vez de traer paz y alegría para nuestra familia, trae
daño? Por eso, amados hermanos y hermanas, necesitamos
rumiar mucho la Palabra, pues sólo por medio de ella somos
capaces de discernir aquello que proviene del corazón (de la vida
del alma) de aquello que de hecho procede del espíritu: “Porque
la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda
espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu,
las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las
intenciones del corazón” (He 4:12).
Por causa de esa actitud de Abraham, Dios permaneció trece
años sin tener comunión con él. Después de todo ese tiempo,
apenas se le apareció y le dijo: “Yo soy el Dios Todopoderoso;
anda delante de mí y sé perfecto” (Gn 17:1b). Dios se le apareció
a Abraham para decirle que Él era El Shaddai, ¡el Dios todo
suficiente! Todo lo que Abraham necesitaba era creer y confiar:
esto es lo mismo que necesitamos hoy. Todo lo que necesitamos,
aunque sea imposible, Dios lo puede hacer, porque nuestro Dios
es el Dios de los imposibles (Mr 10:27).
Entonces, Dios hizo un pacto con Abraham: “Circuncidaréis,
pues, la carne de vuestro prepucio, y será por señal del pacto entre
mí y vosotros” (Gn 17:11). La carne representa nuestro esfuerzo
natural de hacer las cosas para Dios. Por eso el Señor instituyó
ese pacto, ordenando a Abraham de cortar una pequeña parte
de su carne. En realidad, eso significa que debemos vivir por
fe, creyendo en nuestro Dios todo suficiente. Amado lector, de
aquí en adelante, no tome el camino de su fuerza natural, de la
lógica o de su capacidad humana. Usted puede ser un doctor
en aquello que hace, puede ser buen administrador, un gran
gerente, un excelente orador, y puede usar todas esas cualidades
para servir en la iglesia, pero jamás sustituya a El Shaddai por
sus capacidades. 135

136 Hoy, la circuncisión para nosotros no es un corte físico en
nuestra carne, sino una señal que debemos llevar en el corazón
(Ro 2:29; 4:11). Es como el sello de la justicia que proviene

de la fe, que nos viene a recordar siempre: “Nunca más use su
carne para intentar ayudar a Dios. No use la carne o su esfuerzo
propio para intentar ser justificado delante de Dios. ¡Usted
necesita usar la fe! Creer en la promesa y en la Palabra de
Dios. Cuando esté en una encrucijada, frente a una dificultad,
no use su carne, use su fe” (cfr. Ro 4:17-21). Entonces, en su
experiencia, probará al Dios que resucita a los muertos y trae
a la existencia las cosas que no existen. ¡Viva por la fe! Este
es el sentido real de la circuncisión: ¡no vivir por nosotros
mismos, por nuestro ser natural, sino por la fe! Un corazón así,
circuncidado, ciertamente será capaz de discernir entre lo santo
y lo profano (Ez 44:23). ¡Aleluya!
Pregunta: Explique, de manera práctica, qué significa tener un

corazón circuncidado.
Mi punto clave:

Lectura bíblica:
Jn 3:14; Ro 8:3-4, 13; 2 Co 5:21; Gá 5:16-25
Leer con oración:
Para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no
andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu (Ro 8:4).
ANDAR Y VIVIR EN EL ESPÍRITU

PARA TENER DISCERNIMIENTO
La circuncisión trata con el lado bueno y el lado malo de la
carne. Ayer vimos que, cuando somos circuncidados en nuestro
corazón, tratamos con el lado bueno de la carne, con aquel que
quiere hacer el bien y agradar a Dios, basado en la capacidad
propia. Entonces, renunciamos a nuestra capacidad natural a
fin de vivir por la fe, dependiendo totalmente del Señor. Ese es
un aspecto de la experiencia de la aplicación de la circuncisión
en nuestra vida.
Otro aspecto de la experiencia de la circuncisión es el que
trata con el lado malo de la carne, que está lleno de pasiones
y deseos. Cuando creemos en el Señor y comenzamos a vivir Hacer diferencia entre lo santo y lo profano
por Él, ¡Su victoria sobre la carne también pasa a ser nuestra!
En Colosenses 2:11-12, leemos: “En él también fuisteis
circuncidados con circuncisión no hecha a mano, al echar de
vosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de
Cristo; sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis
también resucitados con él, mediante la fe en el poder de
Dios que le levantó de los muertos”. Cuando Jesús fue a la
cruz, llevó consigo la carne y el pecado. Allí, ambos fueron
destruidos. ¡Esa es la realidad de la circuncisión! ¡Esa es la
verdadera circuncisión!
Como vimos en Romanos 8:3, la ley era débil por la carne
y no podía tratar con ella. Pero, aleluya, Dios envió a Su propio
137

138 Hijo en semejanza de carne de pecado. Jesús tomó la forma de
la carne de pecado, pero Él no tenía pecado. Jesús vino como
aquella serpiente de bronce levantada en un asta por Moisés

para salvar al pueblo de las picadas mortales de las serpientes
ardientes (Jn 3:14). Jesús tenía la forma, la apariencia de
la serpiente, pero, sin su veneno. Jesús en la carne estaba
susceptible a pecar. Si no hubiera sido así, ¿por qué el diablo
habría perdido el tiempo en tentarlo? Sin embargo, ¡Él jamás
pecó! En Segunda de Corintios 5:21a, dice que Él no conoció
pecado. Y, cuando fue llevado a la cruz, Dios Lo hizo pecado
por nosotros y condenó en la carne al pecado (v. 21b). ¡Qué
sabiduría! Él hizo todo el trabajo para que hoy no andemos más
en la carne, sino en el espíritu (Ro 8:3-4).
El fuerte encargo que latía en el corazón del apóstol Pablo
cuando animaba a las iglesias era: ¡vivan en el espíritu, dejen
de andar en la carne! En Colosenses, él pretendía hacer que los
hermanos hicieran morir su naturaleza terrenal: “Fornicación,
impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que
es idolatría”, y se despojaran del viejo hombre con sus hechos:
“Ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra
boca” (3:5, 8). Debemos despojarnos, desvestirnos de nuestro
viejo hombre con sus hechos. A las iglesias que vivían en la
región de Galacia, Pablo les transmitió el mismo estímulo:
“Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos
de la carne” (Gá 5:16). En nosotros hay una lucha constante:
la carne contra el Espíritu, y el Espíritu contra la carne (v. 17).
Debemos dejar que el Espíritu nos conduzca (v. 18).
Vemos que las obras de la carne son, muchas veces,
perceptibles y muy conocidas: “Adulterio, fornicación,
inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades,
pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias,
homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas”
(Gá 5:19-21). Sin embargo, tenemos que recordar que también
están aquellas obras de la carne que brotan en el corazón del viejo
hombre y, por ser muy sutiles y llenas de buenas intenciones, son

casi imperceptibles. Las pasiones y deseos de la carne son las que
nos llevan a practicar esas cosas. Ciertamente, éstas ya fueron
crucificadas por Cristo en la cruz, pero, en nuestra experiencia,
nos corresponde a nosotros hacer morir las obras de la carne por
el Espíritu (Gá 5:24; Ro 8:13). Por eso Gálatas 5:25 dice: “Si
vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu”.
Pregunta: ¿Cómo podemos ser libres de la carne?
Mi punto clave:
139

140
Lectura bíblica:
1 S 15:22; Ro 13:1-2; Fil 1:10; He 11:6; 1 Jn 2:12-14
Leer con oración:
Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no
hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han
sido establecidas (Ro 13:1).
INCLUSIÓN E INNOVACIÓN, CON DISCERNIMIENTO

La oración del apóstol Pablo por los hermanos que vivían en
Filipos está llena de significado para nosotros, hoy. Él dice: “Que
vuestro amor abunde aún más y más en pleno conocimiento y
en todo discernimiento” (Fil 1:9). Él sabía que los filipenses eran
muy amorosos, pero necesitaban amar “con discernimiento”.
Nuestro amor debe crecer en el pleno conocimiento de la
Palabra de Dios.
Todos en la iglesia necesitan de ese crecimiento, pero, sobre
todo, los líderes necesitan tener la línea central de la Biblia de
manera clara, el plan eterno de Dios, la manera cómo el Señor
trabaja en Sus hijos y dónde Él quiere llegar con eso. ¡El resultado
del cuidado de la iglesia de esa manera es que todos seremos
sinceros e irreprensibles para el día de Cristo! (Fil 1:10) ¡Eso es
realmente maravilloso!
Para que eso no se limite al liderazgo de la iglesia, necesitamos
prepararnos y perfeccionar a otros para que den lo mejor al Señor
y a Su iglesia. La Palabra de Dios nos muestra que Su Cuerpo
está compuesto por tres categorías de personas: padres, jóvenes
e hijitos (1 Jn 2:12-14). Los padres tienen más experiencia
con el Señor y cuidan de las iglesias. Los hijitos son los nuevos
convertidos. Los jóvenes están en pleno vigor para servir al
Señor y derrotar al maligno. Por eso necesitamos incluir a los más
jóvenes y motivarlos a entregarse en el servicio a Dios.

Esperamos que este sea el modelo adoptado en todas las
iglesias: que ningún liderazgo se cierre a incluir a los más nuevos.
Sin embargo, toda la inclusión e innovación que surja debe ser
hecha con mucho discernimiento. Por ejemplo: todo lo que un ser
humano necesita aprender delante de Dios es la obediencia. La fe
es obedecer. Y, sin fe, es imposible agradar a Dios (He 11:6). Por eso,
queridos jóvenes y todos los que son llamados a servir a la iglesia,
todos ustedes necesitan aprender a ser encabezados por medio de
la obediencia. Y esa obediencia a Dios incluye nuestra obediencia a
aquellos que Él puso delante de nosotros (Ro 13:1-2; 1 S 15:22). Por
más que los jóvenes puedan tener habilidades y más capacidades
que sus líderes, aun así eso no les da el derecho de rechazar un
consejo o una reprobación por parte de los “padres” en la iglesia,
de aquellos que tienen más experiencia con el Señor. Tomemos el
camino de la obediencia.
Seamos innovadores y creativos en la obra del Señor, pero
siempre usemos el discernimiento para no salirnos de la línea
principal de la Biblia, que es la economía de Dios. Estamos en el
camino de alcanzar los cien años de ministerio teniendo la economía
de Dios como objetivo, la unidad y la edificación de la iglesia, el
Cuerpo de Cristo. Tenemos un gran legado que el Señor nos dejó,
por eso no podemos desviarnos de aquello que Él ya nos dio. Y,
siempre que innovemos y seamos creativos, si percibimos alguna
exageración o desvío, usemos el discernimiento y la humildad para

corregir las fallas y regresar a nuestra línea central. Tenemos que
tener la sensibilidad y un espíritu de discernimiento para eso.
Pregunta: ¿Qué es más importante: la habilidad o la obediencia?

Explique.
Mi punto clave:
141

142
Lectura bíblica:
Jn 4:24; 1 Co 14:1-15
Leer con oración:
Así también vosotros; pues que anheláis dones espirituales, procurad
abundar en ellos para edificación de la iglesia (1 Co 14:12).
INNOVAR EN EL MINISTERIO DE LA ALABANZA,

CON DISCERNIMIENTO
Comenzamos esta semana hablando de la importancia de que
Dios pruebe nuestro carácter para ser personas maduras en Su
obra. Asimismo, vimos la importancia de que un ministro de Cristo
sea una persona que no se cansa de rumiar la Palabra de Dios para
que, con eso, sea alguien con más discernimiento. Un cristiano
que tiene un corazón circuncidado, es decir, que no vive según
el esfuerzo de su carne, vive en el espíritu. Mientras más estemos
en el espíritu, más discernimiento tendremos. Como tenemos la
visión de la importancia de cada miembro del Cuerpo de Cristo,
incluiremos a los más nuevos e innovaremos en los ministerios en
la iglesia, aprovechando los dones que se les dieron a ellos. Hoy,
traeremos una palabra que nos ayudará a tener discernimiento
para tratar con la innovación en el ministerio de la alabanza.
En esa área en especial, nuestro camino no fue sencillamente
copiar lo que ya existe en el medio cristiano, sino buscar, con mucha
comunión, una línea que estuviera en la misma Palabra de Dios. En
la Biblia es donde percibimos claramente que la finalidad de cantar
los himnos es llenarnos del Espíritu y de la Palabra. En Efesios,
leemos: “No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución;
antes bien sed llenos del Espíritu, hablando entre vosotros con
salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando
al Señor en vuestros corazones” (5:18-19). Luego, en Colosenses,
está escrito: “La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros,
enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría,

cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e
himnos y cánticos espirituales” (3:16). En Efesios, cantamos para
llenarnos del Espíritu y, en Colosenses, para llenarnos de la Palabra.
Esa es la función del ministerio de la música. Ahora, prestemos
atención al orden que los dos textos nos revelan.
Allí, nosotros tenemos tres categorías de canciones,
clasificadas por el contenido. Los Salmos tienen un contenido
más profundo de la Palabra de Dios. Los himnos son intermedios.
Y los cánticos espirituales, en general, tienen menos contenido.
Vea el gráfico de música.
Por medio de este gráfico, usted podrá comprender mejor lo

que estamos hablando. Vamos a comparar esas tres categorías
de música que el Señor nos muestra en Su Palabra con los dones

espirituales descritos en Primera de Corintios 14:1-12.
Allí, Pablo hace una comparación entre el don de profetizar y el
don de lenguas. Es necesario tener un espíritu de discernimiento para
comprender el principio que queremos extraer de esa porción de la
Palabra. La diferencia entre esos dos dones puede ser comparada
con la diferencia entre las categorías de música presentada por el
apóstol. A pesar de que el don de lenguas edifica únicamente a la
persona que lo ejercita y le trae una satisfacción personal, no puede
edificar a la iglesia (a no ser que haya interpretación). Pero, por otro
lado, quien profetiza no sólo se edifica a sí mismo, sino que también
143

144 lo hace a toda la congregación: “El que habla en lengua extraña, a
sí mismo se edifica; pero el que profetiza, edifica a la iglesia” (1 Co
14:4). Entonces, aquí tenemos un extremo: un don que lo edifica
a sí mismo, otro que genera la edificación a toda la iglesia. ¿Qué

nos anima Pablo que hagamos? Progresar para la edificación de la
iglesia (v. 12).
Entonces ¿Cómo podemos aplicar eso de manera práctica en
el servicio de música? Ni bien llegan nuestros amados hermanos
a las reuniones de la iglesia, necesitamos conducirlos a una
experiencia más personal de devoción a Dios. Para eso, usaremos
los cánticos espirituales. Nuestro objetivo es despertar en la iglesia
un sentir de adoración profunda al Señor. Necesitamos conectar a
los hermanos con Dios. ¡En ese momento podremos arrodillarnos,
llorar, derramarnos al Señor! Una vez que ellos estén edificados
personalmente, podemos progresar hacia otra experiencia. Pueden
ser insertados himnos y salmos, pues tienen un contenido más
consistente, una palabra más rica. En ese momento toda la iglesia,
cantando y alabando al Señor, será edificada, ¡pues ese es nuestro
objetivo! El Evangelio de Juan dice que Dios es Espíritu y que es
necesario que Sus adoradores Lo adoren en espíritu y en verdad
(Jn 4:24). Por eso el apóstol Pablo nos anima a cantar con el
espíritu, pero también cantar con el entendimiento (1 Co 14:15b).
Necesitamos del Espíritu y necesitamos de la Palabra. Que el Señor
nos dé un espíritu de discernimiento para poder conducir a la iglesia
más cerca de Él. ¡Alabado sea el Señor!
Pregunta: ¿Cuál es la diferencia entre los salmos, los himnos

y los cánticos espirituales y su relación con los dones en 1
Corintios 14:1-4?
Mi punto clave:
Lectura de apoyo:
¿Cómo servir a Dios? – caps. 19 y 21 – Dong Yu Lan.

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indd 1 12/04/2018 13:01:57

Título de este tomo:

TRADUCIDO DEL PORTUGUÉS

1ª edición - abril/2018 - 10.000 ejemplares

Publicado también en portugués, inglés, coreano,

Todos los derechos reservados a la Editora Árvore da Vida

Prohibida la reproducción total o parcial de este libro

Editora Árvore da Vida

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Apreciado lector, para la composición de

Las citas bíblicas son de la Versión Reina Valera 1960,

ad_la fe del evg 01_contenido.indd 4 12/04/2018 13:01:57

1. Encuéntrese con el Señor temprano por la mañana.

4. Subraye y destaque las palabras y frases que más lo

5. Comparta aquello que ganó con las personas con quienes se

ad_la fe del evg 01_contenido.indd 5 12/04/2018 13:01:57

1. El Alimento Diario es un excelente instrumento para las

P.D.: No se olvide de dar una mirada a la sección Lectura de Apoyo,

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Semana 1 – Romanos [1]

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ad_la fe del evg 01_contenido.indd 8 12/04/2018 13:01:57

Primeramente, Dios nos dio la visión de Su economía, Su

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debemos avanzar hacia la meta y llegar al pleno conocimiento

Pregunta: ¿Cuál es el deseo de Dios, nuestro Salvador?

ad_la fe del evg 01_contenido.indd 10 12/04/2018 13:01:57

ROMANOS, EL QUINTO EVANGELIO

podemos recibirlo y andar con Él, diariamente. El evangelio no

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Veamos ahora lo que es la fe del evangelio. La fe tiene dos

Pregunta: ¿Qué es valorar la Palabra de Dios?

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ROMANOS: EL EVANGELIO DE MANERA COMPLETA

él es” (v. 2). Cuando Cristo vuelva, todos seremos transfigurados. El

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conformación y glorificación. Por último, ese hombre pecador

Pregunta: ¿Cuál es la meta del evangelio en la Epístola a los Romanos?

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¿Es usted quien administra su tiempo? ¿Y sus finanzas?

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puedo hasta sacrificar mis necesidades, pero el evangelio

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Pregunta: ¿Qué significa tener la oreja horadada con una lesna

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LLAMADO A SER APÓSTOL

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primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros”.

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inverso. No obstante, la Palabra debe tener la preeminencia.

Pregunta: ¿Siente que el Señor lo ha llamado para servirle?

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APARTADO PARA EL EVANGELIO

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la trompeta a fin de juntar a todos y anunciarles las buenas

Pregunta: ¿Qué es defender el evangelio?

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LA VIDA DE LA IGLESIA: UN LUGAR DE FELICIDAD

a la imagen de Cristo, y un día serán glorificadas. Esto es la

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poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío