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Obviamente, toda la Torá es verdad, Dios nos ha dado la Torá, pero Hilel el Viejo y Rabi Akiva
nos enseñan que hay espacio para meditar en el principio que es el "gran principio" de la Torá,
la señal que nos pone en el camino correcto.
La necesidad de esas luces de guía es mayor cuando un extranjero quiere acercarse al mar
infinito de la Torá y necesita un mojón para mostrarle dónde empezar. Esta es la razón por la
que el principio más grande de la Torá se aprende de un prosélito que se viene a convertir. Un
verdadero converso no está obligado a saber toda la Torá antes de convertirse, pero sí necesita
saber los fundamentos esenciales de la fe judía, entonces puede aceptar el yugo de la Torá y las
mitzvot con toda sinceridad. Rabí Akiva, el gran sabio de la Torá, también llegó a la Torá como
un "extranjero", era un baal teshuvá (un judío secular que se convierte en observante de los
preceptos), que sólo comenzó su estudio de la Torá a la edad de cuarenta años.
Estos dos "extranjeros", el baal teshuvá y el converso, que inician su estudio de la Torá de la
nada a una edad avanzada, están en la necesidad de una estrategia de acceso directo y es
nuestro privilegio aprender el gran principio de la Torá a través de sus méritos. Nuestra
generación es también una generación de teshuvá (arrepentimiento), por lo que muchos judíos
están lejos de la Torá y muchos desean regresar a su origen. Por eso, más que nunca,
necesitamos un camino que nos permita acercarnos a la Torá después de años y generaciones
de desprendimiento y comenzar de una generalización que contenga todos los detalles y
explicaciones. Un ejemplo de este enfoque es el Rebe Menajem Mendel Shneerson, el Rebe de
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Lubavitch, quien escogió doce versos significativos para el movimiento de niños de Tzivos
Hashem ("Ejército de Dios") que son buenos incluso para que los adultos aprendan y repitan de
memoria de forma regular.
Aunque a veces un gran sabio puede tener dificultades para formular sus axiomas
fundamentales en términos simples, alguien tan humilde como Hilel tiene una respuesta
preparada, que es la más adecuada para incluso la persona más alejada y humilde, mientras está
parado sobre un pie.
Vamos a meditar por un momento en el libro del Génesis y considerar cuál es el verso más
famoso y más en general de este libro. Naturalmente, el versículo que inmediatamente viene a
la mente es el primero: "En el principio, Elokim [Dios] creó los cielos y la tierra." Este es el
verso que inicia todo y ejemplifica todo el libro de Génesis, el libro de la creación y el
comienzo de la humanidad, en un solo verso.
Cuando llegamos al libro de Levítico, el libro central de la Torá, Rabí Akiva ya ha hecho el
trabajo por nosotros: "Ama a tu prójimo como a ti mismo" es el gran principio de este libro.
El pasaje que elegimos en el libro de Números contiene los tres versos de la bendición
sacerdotal, que tenemos la costumbre de leer todas las mañanas después de la bendición sobre
la Torá, es decir que es representativa de toda la Torá Escrita.
Por último, en el libro de Deuteronomio nuestra elección es simple: "Oye, Oh Israel, Havaiá es
nuestro Dios, Havaiá es uno." Este verso es la declaración por excelencia de la fe judía, un
verso que decimos dos veces al día y sus palabras estuvieron en la boca de un sin número de
judíos que fueron llevados a la muerte para santificar el Nombre de Dios como judíos.
Antes de ahondar en el significado de estos cinco versos, vamos ordenarlos en una estructura
familiar: el número total de palabras en estos cinco versos es de 49 y eso nos recuerda de
inmediato los cuarenta y nueve días en los que contamos el Omer. Por lo tanto, podemos
hacernos una "tabla de la cuenta del Omer" en la que cada palabra corresponde a un día, desde
el primer día, representado por "En el principio" (שית
ִׁ ב ְֵּרא, bereshit) hasta el último día,
representado por la última palabra del último verso: "Uno" ( ֶאחָד, Ejad)
Hay una serie de fenómenos significativos que se pueden extraer de la tabla que acabamos de
describir, tres de los cuales vamos a mencionar:
2. La palabra "paz" ( )שָלֹוםcae el 28 de Iyar, el día en que por la milagrosa Providencia Divina
merecimos regresar a Jerusalén, la ciudad Santa de La Paz y al Monte del Templo ("La Casa de
la Paz"), hace cuarenta y seis años!
3. La palabra "Israel" ( )יִׁש ְָּראֵלen el versículo del Shemá, cae en el primer día de Siván, el día en
que todo el pueblo judío acampó delante de monte Sinaí para recibir la Torá "como un sólo
hombre con un sólo corazón."
Ahora podemos reflexionar sobre el contenido de estos cinco versos generales, y vemos que
siguen un curso lógico de elevación. Con el fin de enriquecer nuestra meditación, vamos a
utilizar un quinteto familiar de conceptos jasídicos que enumeran los cinco niveles de nuestra
alma: "psique", "espíritu", "alma", "viviente", "singular" ( י ְִח ָׁידה, חַ יָׁה, נְׁשָׁ מָׁ ה, ַ רּוח,נֶפֶ ׁש, nefesh, ruaj,
neshamá, jaiá y iejidá).
· La "psique", nefesh, ( )נֶפֶשes el nivel más básico, la fuerza de la vida física que
experimentamos en nuestros cuerpos y en nuestras acciones instintivas, que superficialmente
recuerda a una fuerza de vida animal.
· El "espíritu", ruaj, (ָּ )רּו ַחexpresa el mundo de las emociones y se manifiesta en nuestras
relaciones con los demás, un nivel en el que ya podemos identificar la "ventaja del hombre
sobre el animal."
· "El viviente", jaiá, ( ) ַחי ָהestá en un plano superior completamente más allá de nuestra mente
consciente. Este plano se conoce como "luz circundante" (en contraposición a la "psique", el
"espíritu" y "alma", que son "luces interiores") que todavía está lo suficientemente cerca como
· El "singular", iejidá, ( )יְּחִׁידָ הes la fuente del alma, el punto central que se aferra eternamente a
su fuente infinita en Dios. El "singular" es una "luz circundante distante", que se revela sólo en
momentos únicos en la vida, como en los momentos de total auto-sacrificio.
Ahora podemos meditar sobre la correspondencia entre los cinco versos y estos cinco niveles
del alma.
· Génesis: "En el principio Elokim [Dios] creó los cielos y la tierra" debe ser mi experiencia
fundamental en el ámbito de la psique. Dios creó el mundo, con la humanidad, la joya de la
corona de la creación, incluida. El Nombre esencial de Dios, Havaiá, todavía no aparece en este
versículo, solamente el Nombre Elokim ()אֹֿלהִׁים, que representa a Dios como Creador y
Director de la naturaleza [ אֹֿלהִׁיםtiene el mismo valor numérico que “la naturaleza" (]) ַה ֶטבַע. En
este nivel básico del alma sólo tenemos un reconocimiento claro de que más allá del mundo
natural hay algo más. Este versículo también indica que mi psique no se percibe como algo
completamente diferente a mi cuerpo, la psique y el cuerpo corresponden a los cielos y la tierra
mencionados en el verso, ambos creados por el poder divino natural de Elokim. Así es como el
tema central de Génesis es el relato de la vida de los Patriarcas ", mientras que todavía se
perciben como una parte de la humanidad en general, antes de que los judíos se convirtieran en
una nación, así también mi singularidad como judío no figura todavía a nivel de la psique, que
se corresponde con el versículo de Génesis.
· Éxodo: "Yo soy Havaiá, tu Dios, que te sacó de Egipto, de la casa de servidumbre." Este
verso corresponde a un nivel más alto de "espíritu" (ָּ)רּו ַח, que se eleva por encima de la fuerza
vital básica de la "psique". A este nivel somos conscientes de estar sometidos a la naturaleza y
sus límites, al mismo tiempo, aunque conscientes de la posibilidad de un éxodo y de la
redención de sus limitaciones por un poder divino. Este versículo del libro del Éxodo, que
desafía por completo los principios fundamentales de la naturaleza, nos expone al hecho de que
el pueblo judío es una especie diferente por completo: "Tú nos has elegido de todas las
naciones... y Su Gran y Santo Nombre has proclamado sobre nosotros. "En el nivel de mi
psique me experimento como una persona independiente y definida de todos los demás, pero a
este nivel la dimensión de espíritu me atrae hacia el contacto social y me da un sentido de
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"pertenencia". En Nisan, el mes de la redención, cada persona judía llega a sentir su pertenencia
al pueblo judío y por lo tanto comienza a avanzar hacia Dios, su Dios.
· Levítico: "No tomarás venganza ni guardarás rencor a tu pueblo, y ama a tu prójimo como a ti
mismo, yo soy Havaiá". Este versículo nos lleva al nivel de alma (שמָה
ָ ְּנ, neshamá). Después de
salir de las estrecheces de Egipto, el pueblo judío se da cuenta de su existencia como una
entidad capaz de desafiar al mundo de la naturaleza y que se distingue de la gran aldea global
de las naciones. Juntos como un pueblo que teje una relación muy especial guiado por este
principio más grande de todos. Es cierto que en un cierto nivel nos preocupamos por todo el
mundo y toda la humanidad, nos encanta todo acerca de las creaciones de Dios, pero nuestro
amor especial por nuestro "compañero" judío está en un plano completamente diferente. Se
trata de un amor que se eleva por encima de todas las diferencias entre tú y yo, a través de la
comprensión profunda que nuestras almas se unen en su origen, por lo que se nos ordena amar
al otro, literalmente, "como a ti mismo."
Para terminar, vamos a recordar que el eje de los cinco versos y el mayor principio de todos es
"ama a tu prójimo como a ti mismo", la conexión de todas nuestras almas judías por amor. Este
es el corazón de nuestro ser, de donde derivan los niveles de la psique y el espíritu y desde las
cuales somos disparados hacia arriba a los niveles de la viviente y singular. El principio
máximo de la Torá es no olvidar nunca a tu prójimo judío!
Este artículo está basado en nuestro libro Klal Gadol baTorá (en hebreo), que se dedica en su
totalidad a esta meditación.