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Esa falta de sintonía entre lo que haces y lo que crees que debes hacer deja una
sensación de malestar que en psicología se conoce como disonancia cognitiva.
A modo de ejemplo, imaginemos una persona fumadora que sabe que el fumar
tabaco conlleva un riesgo elevado de contraer cáncer de pulmón y está intentando
dejarlo. Como sabemos, este hábito es difícil de cambiar sin un plan de
tratamiento, así que supongamos que esta persona sucumbe a la tentación y se fuma
un cigarro. En ese momento, o quizás más tarde, aparecerá la disonancia cognitiva:
quiero dejar de fumar y me he comprometido a ello pero he fumado. ¿Qué es más
fácil para esa persona en ese momento? Cambiar su comportamiento pasado no es
posible y cambiar el hábito nada saludable de fumar le está resultando complicado,
por lo tanto decide cambiar sus ideas para poder justificar su conducta y aliviar
el estrés producido por dicho conflicto de intereses.
A todos nos sonarán excusas como “mi abuelo ha fumado toda su vida y está como
un roble”, “un cigarro más, un cigarro menos no me va a hacer nada”, “fumo hasta
que se acabe esta cajetilla y ya no fumo más”, etc. Lo mismo ocurre en el caso de
querer ir al gimnasio, empezar una dieta o estudiar un idioma nuevo.
De todas formas es importante aclarar que la disonancia cognitiva, más allá de sus
implicaciones teóricas, es un mecanismo de afrontamiento frecuentemente
utilizado por las personas. Puede ser útil para pasar un mal trago, como puede ser
una ruptura en una relación de pareja, pero no debe ser nuestra principal estrategia
de toma de decisiones. Como todo en la vida, su abuso puede ser nocivo y por ello
es importante identificar cuándo estamos utilizando esta estrategia y evitar que se
convierta en un hábito que nos lleve al autoengaño, la mentira o la crítica negativa
constante.
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La Mente es Maravillosa
¿Has experimentado la sensación de pensar una cosa y hacer otra, sin darte cuenta de que
mantienes dos ideas incompatibles?, ¿te generan estas situaciones tensión o malestar? Esta
sensación que experimentas tiene un nombre, se llama disonancia cognitiva.
“La causa primaria del desorden en nosotros mismos es la búsqueda de la realidad prometida por
otros.”
-Krishnamurti-
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¿Qué hacemos ante la disonancia cognitiva?
Por ejemplo, cuando no vamos al gimnasio aunque sea nuestro objetivo de la semana, comemos
chocolate cuando estamos haciendo una dieta, deseamos algo y no lo podemos obtener,
criticándolo y quitándole valor, nos fumamos un cigarro cuando nos lo ha prohibido el médico o
cuando lo que acabamos de comprarnos no responde a nuestras expectativas.
La opción más fácil suele ser la última. Así que tenemos que añadir nuevas creencias, cambiar las
que tenemos o quitar importancia a las creencias incompatibles para eliminar la incoherencia. “Ir
al gimnasio es algo que se nota a largo plazo, no pasa nada porque no haya ido”, “por un día no se
notara mucho”, “ya iré la semana que viene”.
Podemos cambiar las creencias de muchas maneras pero manteniendo nuestro objetivo final que
sería dar más valor a la opción elegida, y restarlo a la alternativa no seleccionada. Y así sucede con
el resto de los ejemplos.
En principio no, ya que es un mecanismo que utilizamos para nuestro bienestar. Lo importante es
ser conscientes de cuándo lo utilizamos para no caer en el autoengaño. Por ejemplo en las
rupturas de pareja, o en amores no correspondidos solemos justificarnos con frases como “ya
sabía yo que no iba a funcionar”, “no merecía la pena”, “no era lo que me esperaba”, cuando por
dentro sentimos dolor y nos cuesta admitirlo.
Incluso en personas que tienen baja autoestima también podemos observarlo, ya que son
personas que se quieren poco a ellas mismas y se intentan mentir para esconder lo que consideran
debilidades, creando corazas y máscaras que esconden lo que realmente sienten. ¿Y qué sucede?
Pues que a las personas las tratan como piensan que son, es decir, según la cara que les muestren,
en cambio en su interior se sienten incomprendidas. Por eso es muy importante, saber que
estamos utilizando el mecanismo de la disonancia cognitiva, para no llegar al autoengaño, la crítica
y la mentira.
Según Festinger, la disonancia cognoscitiva es esa sentimiento de incomodidad consigo mismo que
se produce cando hay una inconsecuencia entre lo que la persona conoce y lo que ha hecho.
La disonancia entre la información y el comportamiento puede ser demasiado molesta, por lo que
el sujeto trata de reducir su efecto mediante la exageración de aquellos aspectos de la situación
que sí concuerdan con sus actos. A estas relaciones las llamaremos relaciones disonantes.
Con base en ello, se podría decir que siempre que una persona tiene información o una opinión
que considerada en sí misma la conduciría a abstenerse de cierta acción, esta información u
opinión es entonces disonante con el hecho de haber realizado la acción. Cuando existe esta
disonancia, la persona tratará de reducirla modificando sus acciones o cambiando sus creencias y
opiniones.
Se puede tener justificación adicional, modificando su opinión personal acerca del asunto. La
persona también será más sensible a aceptar las opiniones que apoyen la visión de su acción,
desechando las que no se ajusten a ella. Si puede encontrar bastante número de personas que
apoyen su visión o si puede persuadir a otros de ella, entonces podría adquirir suficiente apoyo
social, de manera que ella misma podría ahora aceptar la opinión como correcta y reducir así la
disonancia entre sus creencias y su comportamiento.
Una aplicación muy común de esta teoría, se ve reflejada en los anuncios publicitarios de
televisión, cuando en los comerciales nos resaltan las cualidades de un producto sobre otro o los
beneficios que tendremos al usar tal o cual producto.