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Canciller de Alemania
Monarca
Guillermo I 1871-1888
Federico III 1888
Guillermo II 1888-1890
1
Sucesor Albrecht von Roon
Datos personales
Firma
En 1862, tras ser nombrado primer ministro de Prusia, emprendió una importante
reforma militar que le permitió disponer de un poderoso ejército para llevar a cabo sus
planes de unificación. De esta forma, en 1864 consiguió arrebatar a Dinamarca los
ducados de Lauenburgo,4 Schleswig4 y Holstein4 y, dos años más tarde, después de la
lucha contra Austria, consiguió la anexión de Hesse,4 Fráncfort,4 Hannover4 y Nassau,4
lo que dio lugar a la creación de la Confederación de Alemania del Norte,5 con
Bismarck como canciller.5
Por último, la guerra contra Francia supuso la adhesión de Baviera, entre otros estados,
y en 1871 se proclamó el Segundo Imperio Alemán en el Palacio de Versalles de París.6
Bismarck se convirtió en primer ministro de Prusia y canciller. 6 Durante los 19 años que
se mantuvo en el poder llevó a cabo una política conservadora, enfrentándose
inicialmente a los católicos y combatiendo a la socialdemocracia.1 Fue también el
2
organizador de la Triple Alianza, con Italia y Austria-Hungría, creada en 1882 para
aislar a Francia.
Fue precisamente esta precaución frente a la carrera colonial la que le enfrentó con el
nuevo emperador, Guillermo II (1888-1918), partidario de prolongar la ascensión de
Alemania con la adquisición de un Imperio ultramarino, asunto que provocó la caída de
Bismarck en 1890. Al faltarle el apoyo del emperador Guillermo II, quien había subido
al trono en 1888, Bismarck presentó su dimisión en 1890 y se retiró a vivir al campo.
Falleció en Friedrichsruh el 30 de julio de 1898 a los 83 años de edad.1 2
La familia Bismarck era una familia de la antigua nobleza de la Marca que antes de Otto
von Bismarck no había dado ninguna personalidad relevante. Su padre, Ferdinand, era
un hidalgo de provincias poco influyente, que había renunciado prematuramente a su
cargo de oficial del ejército prusiano10 En 1806 se había casado con Luise Wilhelmine
Mencken, una burguesa hija de un consejero privado vinculado ideológicamente al
barón del Imperio Von Stein.
En Bismarck parece también confirmarse el hecho de que las personas geniales surgen
precisamente de la diversidad. En el futuro, el propio Bismarck se sentiría cada vez más
atraído por su padre, a pesar de ser consciente de su primitivismo.11 Su madre quiso
guiarle e influirle en demasía. El hijo afirmaría más tarde: «Mi madre era una mujer
3
hermosa, amante del lujo, de inteligencia despejada y viva, pero carente casi por
completo de eso que llamamos carácter berlinés».13
Otto von Bismarck únicamente tuvo una esposa, Johanna, con quien tuvo dos hijos y
una hija: Marie, Herbert y Wilhelm. Los tres viajaron con él a los muchos lugares que él
visitó como Fráncfort, San Petersburgo y París. En una carta enviada a su esposa
escribe: «Ellos tres son lo más hermoso que he tenido y sólo por eso sigo aquí».14
De sus tres hijos, el más sobresaliente para los historiadores y expertos de la vida de
Bismarck, fue Wilhelm,15 pues logró redactar una pequeña biografía de la vida de su
padre durante su lucha por la unificación de Alemania y en su cargo en el Parlamento de
Fráncfort.15 No obstante, aunque en menor medida, Herbert y Marie también destacaron
en la vida aristocrática alemana.
4
Bismarck durante los años en que era estudiante de Gotinga. Autor anónimo, hacia
1836.18
En esa época no existe el más leve indicio de opiniones políticas que dejen vislumbrar
la futura obra del creador del Segundo Imperio. Bismarck finalizó sus estudios en Berlín
sin haber aprovechado las posibilidades científicas que la universidad le ofrecía.
También en este aspecto se desfogó su vigorosa naturaleza. Por lo que a los estudios se
refiere, Bismarck se limitó a aprender lo necesario para aprobar, práctica entonces no
tan habitual como hoy. En 1835 realizó su examen de licenciatura en Derecho, que no
nos ilustra demasiado su ideario, pues respondía más a las preguntas del examinador
que a los intereses del examinado. 21 Bismarck, cargado de deudas muy a pesar de su
padre, debió de reírse en su interior de que se le preguntase a él sobre la necesidad del
ahorro.
Los años siguientes los pasó en los tribunales de Berlín y Aquisgrán. Su meta final era
la diplomacia, pues descartaba dedicarse a la otra carrera posible para un joven noble, la
de las armas.5 Su labor en los tribunales acrecentó su aversión hacia la burocracia y
hacia el formalismo de un servicio rígidamente reglamentado, aversión que conservaría
durante toda su vida. Tener jefes fue siempre algo superior a las fuerzas. En Aquisgrán
también se consagró por entero a los placeres de la vida, y durante meses y sin permiso,
viajó siguiendo los pasos de una joven inglesa. Posteriormente continuaría su labor en
Potsdam. En Aquisgrán, sus superiores reconocían su capacidad, pero opinaban que
debía ser más disciplinado en el servicio. A este respecto, Bismarck comentaba con
5
aquella sinceridad tan característica en él: «Creo que el gobierno de Aquisgrán me ha
dado notas más altas de las que realmente merezco».22
Más tarde, durante muchos años, Bismarck se dedicó a administrar sus posesiones
agrícolas, mientras en el plano teórico se preparaba con estudios que nos asombran por
su amplitud. El servicio militar, cumplido a disgusto y de manera muy irregular,
interrumpió esas actividades. Durante este período continuaron los incesantes viajes y la
vida agitada; sus vecinos llamaban a Bismarck el "desenfrenado". 24 25 26 Su dedicación a
la agricultura se complementó con una abundante lectura de obras históricas, filosóficas
y literarias.24 Se interesó especialmente por Shakespeare y Byron, dejando a un lado a
Goethe: el verso que afirma que el hombre podría, sin odio, auto-marginarse del mundo,
le horrorizó.25 Leyó también, sin comprenderlos a veces, a los filósofos radicales de su
tiempo: David Friedrich Strauss, Ludwig Andreas Feuerbach y Bruno Bauer.24 El
mismo hablaba de su "desnudo teísmo".
6
novia de uno de sus amigos, y amiga íntima a su vez de Johanna, intentó convertir a
Bismarck que todavía mantenía opiniones muy heterodoxas en el tema religioso. Pero
sería la enfermedad mortal de Marie la que condujo a lo que se ha dado en llamar la
conversión de Bismarck,25 el cual comenzó a frecuentar los círculos protestantes y
cristianos, aunque sin contraer un compromiso religioso estrecho. La ideología
esencialmente protestante-cristiana de Bismarck, íntimamente ligada a su compromiso
matrimonial y a su boda, no puede abstraerse de su modo de pensar global como
político y estadista; no obstante, el calificativo de "político cristiano" tampoco parece
muy ajustado.
Bismarck había entrado en contacto con Johanna von Puttkamer gracias a su amiga
Marie von Thadden. En diciembre de 1846, poco después de la muerte de esta última,
Bismarck pidió a von Puttkamer la mano de su hija en una carta sobradamente
conocida. En ella Bismarck hablaba con toda franqueza de su evolución religiosa,
limitándose así a cuestiones ya sabidas por su futuro suegro, el cual, por lo demás, debía
de albergar ciertos reparos sobre la vida anterior de Bismarck. 23 Este, como era habitual
en él, supo hallar un tono conveniente y preciso para agradar al destinatario de la carta,
mezclando en ella la sinceridad y la habilidad diplomática. 28 La misiva muestra, sin
género de dudas, en sus rasgos esenciales los verdaderos sentimientos de su autor.
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unificado de 1847 fue el primer parlamento verdadero de la historia alemana. En él, los
liberales moderados disponían de mayoría absoluta. El grupo de las derechas, que
defendía la autoridad de la corona y los intereses de la nobleza latifundista, contaba con
una representación muchos más reducida. Uno de sus miembros era Bismarck, que
sufrió, en principio, la decepción de ser nombrado diputado suplente.31
Bismarck ya tenía cierta experiencia en estas lides, pues anteriormente había ejercido
como Deichhauptmann de las Dietas.30 El futuro detractor del parlamentarismo se
inició, por tanto, en la vida política dentro de una actividad constitucional y
parlamentaria.31 Bismarck se alineaba entonces con las fuerzas conservadoras. En su
primer artículo periodístico, Bismarck defendía el derechos de los nobles terratenientes
a practicar monterías en las fincas de sus campesinos, y además la preservación del
derecho patrimonial, oponiéndose con ello tanto a las exigencias de los liberales como
al credo de los absolutistas.32 Bismarck estrechó los lazos con Leopold von Gerlach,30
amigo íntimo de Federico Guillermo IV. Gerlach representaba a la corriente cristiana-
constitucionalista-conservadora y rechazaba el autoritarismo del Estado.
Semejante actitud se hizo evidente sobre todo en 1848. Los discursos de los años 1848-
49 llevan emparejados su marcado belicismo y su desprecio por el enemigo. En estas
épocas tempranas se echó de menos ese autodominio que Bismarck demostraría en el
futuro sin abdicar de su dureza. En un debate sobre la emancipación de los judíos,
Bismarck reconoció con orgullo que él había recibido aquellos prejuicios con la leche
materna.36 Se declaraba partidario del Estado cristiano y consideraba la lucha contra los
judíos -era el sentir general de la época- básicamente como una lucha confesional. Para
Bismarck un judío dejaba de serlo en cuanto se convertía a uno de los credos cristianos.
En el Parlamento de Erfurt le disgustó verse obligado a actuar de secretario al lado de
8
un presidente judío (Simson),36 que durante el mandato de Bismarck se convertiría en el
primer presidente del Tribunal Supremo de Justicia del Imperio Alemán.35
Durante el año revolucionario de 1848, Bismarck fue un luchador decidido en pro del
prusianismo y de la monarquía.36 Horrorizado por las muestras de debilidad del
monarca, pretendió llevar una columna de campesinos armados a Berlín, 35 y cuando la
reina excusó a su esposo, alegando que dormía muy poco, Bismarck contestó en tono
grosero: "¡Un rey tiene que poder dormir!"37 Bismarck, en el fondo, no era consciente
de que el movimiento de 1848 estaba apoyado por sectores muy amplios ni comprendía
su base nacional. Plenamente identificado con la ideología prusiano-conservadora,
hablaba de la "codicia de los proletarios". Más tarde editó un poema que los oficiales
prusianos cantarían en Potsdam con motivo de los sucesos del 21 de marzo.36 Los versos
más importantes, que sin duda reflejaban los sentimientos del propio Bismarck, decían
así:
El rey juzgó la actitud de Bismarck en aquello días con las siguientes palabras: "Debe
usarse únicamente cuando la bayoneta campe por sus respetos".39 Después de la
revolución, Bismarck ingresó en la "camarilla" creada por los hermanos Gerlach. 39 Le
decepcionó no resultar elegido para la Asamblea Nacional Prusiana. A comienzos de
1849 se convirtió en miembro de la segunda Cámara del Landtag prusiano, reelegido en
varias ocasiones, y posteriormente también del Parlamento Erfurt.40 En esta época,
Bismarck pronunció su famoso discurso sobre el Tratado de Olmütz, que constituitía el
punto culminante de su actividad parlamentaria.40 Por entonces intentaba por todos los
medios a su alcance defender el poder de la corona y los privilegios de la nobleza.
Participó en la fundación del Kreuzzeitung ("Diario de la cruz") y en la asamblea
constituyente de la "Asociación para la defensa de la propiedad y para el fomento del
bienestar de las clases populares",40 considerada por el pueblo, no sin motivo, como el
parlamento de los Junkers.41 Los problemas de la política interior acaparaban por
entones todo el interés de Bismarck. La cuestión alemana sólo cobró importancia para él
cuando la elección del emperador en Fráncfort la convirtió en un asunto más de la
política prusiana.
Bismarck dirigió con decisión y firmeza sus ataques contra cualquier tentativa liberal o
democrática. Pensaba que la opinión del pueblo, base del movimiento de 1848, había
sido más o menos dirigida. Cada uno había entendido por pueblo lo que le "convenía",
por regla general una agrupación de individuos adictos a la propia opinión. Su desprecio
hacia el pueblo no le impidió un intento de manipular o dirigir la opinión pública.
Bismarck escribió a su hermanos pidiéndole le enviase a Berlín adhesiones, "muchas
adhesiones de particulares, aunque cada una de ellas sea firmada por unas pocas
personas, y a ser posible de cada ciudad; no importa que estén firmadas por una sola
persona, porque en este caso no se darán a conocer. Sopla, herrero, y ganarás dinero". 41
9
Defensor a ultranza de los derechos de la nobleza terrateniente, Bismarck enjuiciaba la
política fiscal como una especie de confiscación; llamaba a las elecciones de una lotería
y criticaba con extrema dureza cualquier asomo de parlamentarismo; defendió contra
viento y marea la ejecución de Blum. 40 Por otro lado, reiteradas declaraciones de esta
época revelan que Bismarck no tenía en muy alta estima el talento político de sus
iguales de la nobleza. Prusia carecía de la clase social que hacía política en Inglaterra.
Al igual que otros muchos nobles, Bismarck dirigió sus ataques contra el absolutismo y
contra la opinión manifestada por Federico Guillermo I: "Concibo el poder comme un
rocher de bronze".40
10
Bismarck se oponía tajantemente a que el rey de Prusia aceptase su elección como
emperador decidida por la Asamblea Nacional de Fráncfort. Además desconfiaba de las
instituciones oficiales, que se habían dejado impresionar por la tramoya de la
Paulskirche. En abril de 1849 opinaba que Prusia debía seguir siendo Prusia, ya que así
estaría en condiciones de dar leyes a Alemania, dando a sus palabras un tono y un
acento nuevos: "Si le preguntáis a cualquiera que hable alemán por la unidad alemana,
os responderá que la desea; pero a mí, con esta constitución, no me parece en absoluto
deseable".44 En realidad, Bismarck sólo pretendía que reinara la armonía y la concordia
entre los distintos Estados alemanes y rechazaba de plano cualquier política unificadora
que limitara el poder y la autonomía de Prusia.44
A decir verdad, ya en 1849 hay una serie de indicios que dejan de traslucir la superación
por parte de Bismarck de sus rígidas ataduras a la política interior. En una carta dirigida
a su esposa afirmaba que la cuestión alemana se resolvería por medio de la diplomacia o
de las armas;46 en uno de sus discursos opinó que Federico II el Grande no había
fomentado la unificación política, sino "el rasgo más destacado del nacionalismo
prusiano: el militarismo".46
Él sabía que hoy, al igual que en los días de nuestros padrers, el sonido de la trompeta,
invitando a los prusianos a alistarse en los ejércitos de su soberano, conserva todos sus
atractivos para los oídos de las gentes de Prusia, ya que se trata de defender las propias
fronteras o de buscar gloria y la grandeza de Prusia.
Federico, tras haber roto con Fráncfort, pudo haber elegido unirse a su antiguo aliado,
Austria, y asumir así el brillante papel que desempeñó el emperador de Rusia, es decir,
aniquilar, aliado con Austria, al enemigo común, la revolución. También habría podido,
con el mismo derecho que ocupó Silesia, imponer a los alemanes, después de rechazar
la corona imperial que se le ofreció en Fráncfort, una determinada constitución, aun a
riesgo de desequilibrar con su espada el fiel de la balanza. Esto habría sido una política
nacional prusiana, que habría dado a Prusia (en el primer caso en colaboración con
Austria, y en el segundo por sí misma) el rango necesario para conseguir para Alemania
11
la autoridad que merece en Europa. Estas palabras preludiaban sin sombra de duda el
planteamiento político de problemas que predominarían luego en los años cincuenta. En
el mismo discurso llegó a afirmar que el "águila prusiana" debía extender sus "alas
protectoras y dominar el espacio desde el Niemen inferior hasta las Donnersberge".
Estas palabras constituyen el primer indicio de que Bismarck aspiraba a la hegemonía
de Prusia en el norte de Alemania. 47 Pero en conjunto, la posición de Bismarck no se
diferenciaba con nitidez de la que mantenían sus amigos más íntimos (Leopold von
Gerlach sobre todo): éstos no querían restingirse exclusivamente al gran rey prusiano y
se esforzaban por evitar una lucha con Austria en interés de los objetivos comunes de
política interior de ambas potencias.
La única base sana de un gran Estado -que marca demás diferencias esenciales con los estados
menores- es el egoísmo estatal y no el romanticismo; no es, por tanto, digno de un Estado
poderoso luchar por una causa distinta a sus propios intereses. 48
Extraña modestia la que nos obliga a no considerar a Austria una potencia alemana. La única
razón que se me ocurre es que Austria tiene suerte de dominar zonas extranjeras que en la
antigüedad fueron sometidas por las armas alemanas. 50
12
entonces imperante: Austria era un Estado cuyo rasgo fundamental no era el estar
habitada por población alemana, sino su carácter de gran potencia que había blandido a
menudo y con éxito la espada alemana.49
Esta serie de ideas, sin embargo, permanecían aún englobadas dentro de la espinosa
cuestión de la política interior. El honor prusiano pasaba por rehusar cualquier tipo de
unión contra natura con la democracia. Austria y Prusia eran las dos potencias
protectoras, con iguales derechos, de Alemania. Bismarck todavía creía por entonces en
la auténtica igualdad de ambas potencias y estaba dispuesto a conseguirla de facto a
costa de los estados alemanes más pequeños.49 Cuando poco después fue nombrado
embajador del Parlamento de Fráncfort, acudió allí considerándose amigo de Austria. Ya
en 1849 había arrendado su patrimonio familiar y ya se había trasladado a Berlín. Así
pues, al llegar la tormentosa época revolucionaria, Bismarck había renunciado a su
profesión de hidalgo campesino.49
El Palacio de Thurn und Taxis en Fráncfort del Meno, sede del Bundestag donde
Bismarck participó durante su vista a Fráncfort, lugar donde también tuvo muchas
"críticas problemáticas" que harían más tarde que se retirara del lugar y viajara a San
Petersburgo.52
Durante los primeros momentos, sus ideas sobre política interior permanecieron
invariables con respecto a las que había mantenido en la época de 1848.52 Hasta 1852
siguió perteneciendo a la segunda Cámara prusiana, y en ella desarrolló una lucha
radical y muy personal. Ese mismo año una discusión política con el destacado liberal
Von Vincke desembocó incluso en un duelo sin consecuencias. Como en el pasado,
Bismarck se declaraba partidario de los Junkersn. 3 y criticaba el sistema constitucional;
es más: en una ocasión llegó a decir que el pueblo prusiano haría volver al redil de la
13
obediencia a las grandes ciudades, "aunque para ello tuviera que borrarlas del mapa". 52
Estas palabras le valieron el calificativo de "aniquilador de ciudades". 53 Por otro lado,
condenaba sin cesar el absolutismo, equiparándolo a la burocracia liberal. Al recibir su
nombramiento de embajador en Fráncfort, Bismarck llegó a burlarse de sí mismo
afirmando: "Mi conversión en consejero privado es una ironía con la que Dios me
castiga por haber hablado mal de los consejeros privados".52
El príncipe Klemens von Metternich, que se vio obligado a dimitir como canciller
austríaco en 1848. Poco después fue visitado por Bismarck en Fráncfort como parte de
su "nombramiento en el Bundestag" llegando a tomar distintos acuerdos políticos y
diplomáticos como lo haría más tarde con Napoleón III. Sin embargo, algunas veces
también lo hizo por motivo de aburrimiento.54
14
Bismarck había visitado al ex canciller Metternich en su palacio de Johannisberg;55 al
parecer, ambos estadistas se entendieron a las mil maravillas. Metternich censuraba
también la actitud de su sucesor, Schwarzenberg, que recalcaba la supremacía austríaca.
A partir de 1848, tras la elección del emperador, los políticos austríacos veían en Prusia
a un rival y deseaban relegarla a un segundo plano. Bismarck pronto alzó su voz contra
el desconsiderado gobierno de la mayoría, que acabaría por arruinar la Confederación.
Se daba cuenta de que, contrariamente a sus propias ideas, Austria no tenía intención de
reconocer la igualdad de derechos de Prusia, de modo que el primer objetivo de
Bismarck en Fráncfort se centró en batallar por la igualdad, utilizando todos los medios
a su alcance.56 A raíz de este comportamiento el embajador ruso comparó la actuación
de Bismarck con la de los estudiantes. Para sus colegas, la rudeza de métodos del joven
embajador prusiano evidenciaba una falta de auténtica educación diplomática. Bismarck
abogó por la igualdad ante el ministro plenipotenciario de Austria conde Thun, en
ocasiones empleando medios visiblemente drásticos.
Thun comparó a Prusia con un hombre al que le hubiera tocado el primer premio de la
lotería y pretendiese que el acontecimiento se repitiese cada año. Bismarck respondió
que si así pensaba Viena, Prusia tendría que volver a jugar a la lotería. 56 Fue ésta la
primera vez que Bismarck barajó la posibilidad de una confrontación con Austria, pese a
ser consciente de que reinando Federico Guillermo IV esa política era descabellada.
Quizá lo que más le molestó de las palabras de Thun fue advertir que escondían, en el
fondo, una gran verdad. En años posteriores aplicaría a veces a Prusia la cita de Goethe:
"Hemos venido a menos sin apenas darnos cuenta".57
O Bund, du Hund, du bist nicht gesund!57 ¡Ay! Confederación, perra, estás enferma!
15
adelante mientras el austríaco lo hace hacia atrás".57 En este sentido, Bismarck obró con
absoluta coherencia: al negociar los derechos de la prensa, consiguió que no se
persiguieran los ataque a la estabilidad de la Federación. Con marcada ironía llegó a
afirmar que esas circunstancias a la prensa libre le entusiasmaban. Bismarck criticaba
con dureza el egoísmo político de los Estados alemanes que perseguían una política
alemana, buscando en realidad su propio interés. 58 Más tarde, siendo canciller del
imperio, se comportaría de modo similar y hablaría del abuso de la palabra de Europa
por parte de las grandes potencias.57 Bismarck fue siempre un abierto partidario de
defender los intereses del propio Estado, pero también es verdad que presupuso en los
demás la misma actitud.
Grabado de la Guerra de Crimea, entre el Imperio ruso dirigido por los Romanov y la
alianza del Reino Unido, Francia, el Imperio otomano (al que apoyaban para evitar su
hundimiento y el excesivo crecimiento de Rusia) y el Reino de Piamonte y Cerdeña, que
se desarrolló entre 1853 a 1856. Éste conflicto para Bismarck despertó una gran
preocupación ya que no quería que Alemania, y sobre todo, Prusia, cargaran ninguna
acción que se lamentaría el país contra el Imperio Ruso.60
16
por las preocupaciones que suscitaba en Bismarck la política prusiana durante la guerra
de Crimea.60 Bismarck abogó con firmeza para que su país no emprendiera acción
alguna contra Rusia:
Me produciría una profunda inquietud que, ante la posible tormenta, buscásemos protección
acoplando nuestra hermosa y marinera fragata al viejo y carcomido esquifre de Austria.
Nosotros somos mejores nadadores que ellos y además un aliado muy deseable para
cualquiera.60
17
En realidad Bismarck no deseaba por entonces provocar guerra alguna, sobre todo
porque sabía que eso era imposible reinando Federico Guillermo IV. No obstante, era
plenamente consciente de que alguna vez habría que afrontar ese combate generado por
los problemas del dualismo alemán, y por eso las palabras de Bismarck 64 no hablan de la
desaparición de la regulación del dualismo alemán, al contrario que otras
interpretaciones erróneas. En una carta dirigida a su amigo Gerlach, Bismarck exige una
delimitación de las esferas de influencia en Alemania con una línea de demarcación
geográfica o política.62 Así al menos una guerra como la de los siete años aclararía las
relaciones entre Prusia y Austria.
Los contactos de Bismarck con Napoleón provocaron una famosa disputa con Gerlach
sobre unas directrices políticas determinadas por la situación interna. Para Gerlach,
Napoleón representaba el fermento revolucionario y en consecuencia cualquier tipo de
negociación con él suponía una acción diabólica. Al revés que su amigo Bismarck,
Gerlach pensaba que las convicciones sobre política interior carecían de relevancia en el
campo de la política exterior. De Francia únicamente le interesaba su reacción frente a
Prusia.
Por lo que a personas y potencias extranjeras concierne, yo no puedo justificar las simpatías o
antipatías, ni admito las de los demás, porque no me lo permite el sentido del deber en el
servicio exterior de mi país. De ahí arranca el embrión de la infidelidad hacia el señor o el país
al que se sirve.
Gerlach65
18
Muchas de las concepciones que usted menciona en su carta están ya periclitadas, y sin embargo
nos hemos acostumbrado a ellas; el hecho no debe maravillarnos, al igual que tampoco nos
maravilla esa serie de prodigios durante las veinticuatro horas del día; debemos impedir, en
consecuencia, la aplicación del concepto de "prodigio" a fenómenos que en sí no son más
asombrosos que el nacimiento y la vida cotidiana del hombre.
Bismarck66
19
de sus conversaciones con Bismarck con los adjetivos "miserable y apenas creíble". 66 El
conde Rechberg, interlocutor austríaco de Bismarck, afirmaba en 1862:
Si el señor Bismarck fuera ducho en las lides diplomáticas, sería uno de los grandes estadistas
de Alemania, si no el primero; es valiente, firme, ambicioso, fogoso, pero incapaz de sacrificar
sus ideas preconcebidas, sus prejuicios o sus ideas partidarias a cualquier principio de orden
superior; carece por completo de mentalidad política práctica. Él es un hombre de partido en el
más estricto sentido de la palabra.63
La Santa Alianza fue una unión realizada entre el emperador Francisco I de Austria, el
rey Federico Guillermo III de Prusia, y el zar Alejandro I de Rusia el 26 de septiembre
de 1815. Aunque se trataba de un acto de naturaleza política, con el caudillismo, el
contenido del pacto era fundamentalmente religioso. Los tres monarcas declararon su
firme resolución de utilizar como única regla de su gobierno, tanto en asuntos internos
20
como externos, los principios de la religión cristiana: justicia, amor y paz. Como
consecuencia, los gobernantes declararon su mutua fraternidad, por medio de la cual, no
solamente se apoyarían entre sí, sino que se abstendrían de guerrear, y guiarían sus
asuntos y sus ejércitos en la misma forma. Sin embargo, tras la guerra de Crimea, según
palabras de Bismarck, la alianza desapareció.67
Los intereses de Prusia coinciden por entero con los de la mayoría de los países pertenecientes a
la Confederación, excepto Austria, y no con los de los gobiernos de dichos países, y nada más
alemán que el desarrollo de los intereses particulares de Prusia bien entendidos. 67
Dado que el regente pretendía una política de buenas relaciones con Austria, tales
sugerencias cayeron en saco roto en Berlín. Desde la formación del gabinete de la nueva
era la posición de Bismarck en Berlín se había debilitado. Su comportamiento en
Fráncfort le había granjeado el odio de los políticos austríacos y de los Estados
centrales. Su táctica chocaba frontalmente con el intento regente de efectuar conquistas
morales en Alemania. Por entonces, Bismarck no gozaba prácticamente de ninguna
simpatía entre los representantes de los demás Estados alemanes. Al fin, la influencia de
la diplomacia austríaca logró el traslado del incómodo embajador ante el Bundestag,
hecho que Bismarck juzgó una derrota de su propia política. 63 69 A pesar de que se le
nombraba embajador en San Petersburgo, considerado el cargo más relevante de la
diplomacia prusiana, Bismarck no habló de que querían silenciarlo junto al Neva.63 El
ausnto fue, para él, una puñalada trapera; 63 de hecho el embajador austríaco en Berlín se
enteró del traslado antes que el propio interesado. 69 Bismarck consideró este hecho, muy
acertadamente, como una victoria de la política de Austria, pues lo arrancaba de su
verdadera tarea. En la sesión de despedida de la Dieta de Fráncfort, Bismarck renunció a
las habituales observaciones fraseológicas características de tales ocasiones,63 con lo que
el embajador presidencial austríaco no pudo pronunciar su proyectado discurso de
despedida a Bismarck.69
Este, durante sus últimos días de estancia en Fráncfort , se reunió a menudo con el
embajador italiano,69 hecho que provocó una enorme inquietud ante la guerra que se
21
avecinaba entre Austria por un lado y Francia e Italia por el otro. En mayo de 1859,
Bismarck escribía al edecán del regente:
Dada la situación actual, tenemos de nuevo seguro el primer premio, si dejamos que Austria y
Francia se desgasten en la guerra y luego nos encaminamos al sur con todas nuestras tropas,
arrancamos los postes fronterizos y los clavamos de nuevo en el lago de Constanza o bien en la
zona donde cesa el predominio del protestantismo.69
Según él, los habitantes de tales territorios se pondrían de buen grado al lado de Prusia
antes que a favor de sus gobiernos anteriores, máxime si el regente cambiaba la
denominación de reino de Prusia por el de reino de Alemania. En este aspecto Bismarck
subvaloraba las fuerzas antagónicas de los territorios protestantes y limitaba su plan de
trasladar las fronteras respetando el sur católico. 63 69 Si Baviera resultaba un pez
demasiado gordo para ese anzuelo, podía dejársela salir. En resumen: en aquella época,
Bismarck, al igual que Ferdinand Lassalle, deseaba aprovechar la guerra entre Francia y
Austria como arma arrojadiza contra la potencia de los Habsburgo.63 Anteriormente,
Bismarck ya había dejado dicho que las grandes crisis generaban el clima propicio para
que Prusia emprendiera una política expansionista.69 A pesar de todo, Bismarck, de
haber dirigido los rumbos exteriores de su país, difícilmente hubiera seguido la política
expuesta en esa carta privada. Por otro lado, la misiva revela sin ambages su meta final,
panprusiana y protestante.63 70 Bismarck no aspiraba en absoluto a fijar las fronteras de
un Estado alemán reducido. Incluso en 1866 la limitación del expansionismo prusiano al
norte de Alemania y a la zona de predominio protestante habrían de desempeñar un
papel de primera magnitud. A pesar de todo, la carta refleja fielmente la evolución de
Bismarck, que de aliado de Austria pasa a ser su más enconado opositor y muestra al
mismo tiempo la superación de cualquier política expancionista rígida y cerrada en sí
misma.70 La advertencia de no colocarse frente a Rusia, ya no merecía crédito en el
interior. No obstante, en el plano político, la evolución personal de Bismarck se
enriquecería con nuevas experiencias fuera del reducido escenario de Fráncfort del
Meno , y sería consecuencia directa de su nombramiento como embajador de Prusia
ante la corte de San Petersburgo.63 n. 7
22
San Petersburgo (en ruso: Санкт-Петербург, AFI: [sankt pʲɪtʲɪrˈburk], Sankt Peterburg)
fue la segunda ciudad visitada por Otto von Bismarck durante su trabajo como
embajador de Prusia70 (que en ese tiempo era un cargo, para el pueblo prusiano, de alta
talla).71 72 Durante su visita a San Petersburgo, a Bismarck, le impresionó la ciudad
debido a su gran mano de obra, su sociedad, su economía, su cultura y sobre todo su
milicia (durante el siglo XIX, el poder ruso era uno de los más ejemplares junto con el
Reino Unido).70 Sin embargo, durante su estancia como embajador en San Petersburgo,
Bismarck estuvo en capítulos de enfermedades muy graves las cuales afectaron su salud
significativamente. En marzo de 1862, por orden del rey Guillermo, Bismarck abandonó
San Petersburgo y se le ordenó trasladarse en abril a París donde debería continuar su
trabajo como embajador del pueblo prusiano, no obstante, más que trabajo, los meses
siguientes en París fueron como vacaciones para el estadista alemán que procuraba ser
Ministro de Alemania.73
Bismarck llegó a San Petersburgo a fines de marzo del año 1859. La ciudad en un
principio le causó una impresión muy grata: "Lo único que me saca de quicio es no
poder fumar por la calle".70 71 n. 8 En San Petersburgo, Bismarck fue recibido por la
familia real con los brazos abiertos.70 Una larga enfermedad interrumpió sus
actividades.71 Además permaneció fuera de dicha ciudad, concretamente en Berlín,
durante casi un año esperando su nombramiento como ministro.
En los primeros meses de estancia en San Petersburgo, Bismarck, al igual que había
durante la guerra de Crimea, centró todos sus esfuerzos en impedir una intervención de
Prusia en favor de Austria,70 71 consiente de que Rusia no lo toleraría. Prusia, pensaba,
no era lo bastante rica como para agotar sus recursos en guerras "que en nada nos
benefician".63 71 Hablaba también de la posibilidad de aprovechar la situación creada
para desgajarse de la Confederación:
A mi entender, las relaciones de Prusia con la Confederación constituyen una lacra para nuestro
país, que tarde o temprano tendremos que curar ferro et igni, si no aprovechamos la estación
propicia para emprender el tratamiento oportuno. 70
23
Bismarck predicaba el apartamiento del Bundestag, dominado por Austria y los Estados
centrales, pero por otro lado aceptaba con resignación la política exterior de su país71 :
Seguiremos siendo una tabla a la deriva surcando nuestras propias aguas, empujada de un lado a
otro por vientos extranjeros, y ¡Qué vientos!: mezquinos y hediondos. 74
Por lo que respecta a la política interior de mi país, soy, por convicción y por pragmatismo,
amén de por costumbre, tan conservador como me permite mi monarca y dueño y señor, y sería
capaz de ir hasta la Vendée incluso por un rey con cuya política estuviese en desacuerdo; pero
sólo por mi rey. Sin embargo, en lo concerniente a las relaciones con los demás países, yo no
reconozco compromiso alguno basado en los principios; yo contemplo su política únicamente a
la luz de la utilidad que tiene para mi país.75
El caso es que a la larga sólo tenemos un punto de apoyo seguro [...] el vigor nacionalista del
pueblo alemán, y así será mientras éste considere al ejército prusiano su paladín y su esperanza
de futuro y no vea que entramos en guerra para favorecer a otras dinastías que las de los
Hohenzollern.76
24
En marzo de 1861 manifestó que la monarquía de los Habsburgo debía trasladar su
centro de gravedad a Hungría.71
Bismarck recomendaba con ahínco una política exterior más independiente cada día de
simpatías dinásticas.77 La oposición de la Cámara baja a la reforma militar desaparecía
de un plumazo si el monarca dejaba entrever qué utilizaría el ejército para apoyar la
política de unificación nacional. Este análisis captaba muy acertadamente la actitud de
la Dieta; por otro lado, Bismarck deseaba actuar con contundencia contra los diputados
de la oposición.77 En una carta a Roon vaticinaba que su nombramiento no tardaría en
demostrar que el rey estaba muy lejos de darse por vencido.
Quizás entonces al pasar revista el minsitro a un batallón preparado para la lucha produzca una
impresión que es impensable en la actualidad; es más: si antes se da la matraca con ruido de
sables y rumores de golpes de estado, mi vieja reputación brutal e irreflexivo me ayudará y to el
mundo pensará "Caramba, ya ha empezado el jaleo". Entonces no cabe duda de que el resto de
los Estados se avendrán a negociar.77 n. 10
En abril de 1862 se trasladó a París como embajador de Prusia y allí permaneció hasta
septiembre de ese mismo año.77 Estos meses fueron más bien unas vacaciones, pues
Bismarck no tuvo demasiado trabajo.77 Aprovechando su visita a la Exposición
Internacional de Londres, entró en contacto con destacadas personalidades de la vida
inglesa.77 Al marchar a la capital francesa, Bismarck se fue solo, pues deducía de una
observación de su rey que su nombramiento ministerial estaba al caer. Acuciado por la
impaciencia, escribiía una carta tras otra a su patria, sobre todo a Roon, urgiéndole para
que se tomara la decisión que esperaba. A su mujer, sin embargo, que no deseaba en
absoluto que se le nombrase ministro, le confiaba que de llegar al cargo, duraría en él
muy pocos meses.78 En aquellos años, Bismarck no ambicionaba el cargo de ministro, y
25
de hecho insistió en varias ocasiones en que prefería la embajada, puesto que le parecía
un paraíso en comparación con el enloquecedor trabajo ministerial: "No obstante, si me
apuntan con una pistola pidiéndome que responda sí o no, tendría la sensación de
cometer cobardía si en la situación actual, tan intrincada y difícil, respondiera con un
"no".78 En París, la provisionalidad de la situación le desazonaba. Deseaba asumir sus
responsabilidades, pero también era consciente de las dificultades que entrañaba su
cometido y había decidido que sólo aceptaría el cargo de primer ministro contando con
el apoyo incondicional del rey.78
Pero Dios, que puede preservar y aniquilar a Prusia y al mundo, sabe por qué las cosas tienen
que ser así, de manera que no deseamos exasperarnos con el país que nos ha visto nacer ni con
su gobierno, por cuya iluminación rezamos[...] ¡SEA LO QUE DIOS QUIERA!, pues todo es
cuestión de tiempo, los pueblos y los hombres, la necedad y la sabiduría, la paz y la guerra, que
van y vienen como las olas mientras el mar permanece. A los ojos de Dios, ¿Qué son las
naciones y su poder y su gloria sino hormigueros y colmenas que aplasta la pezuña de un buey o
alcanza la habilidad disfrazada de apicultor? 80 n. 12
A pesar de sus ansias por servir a su país, Bismarck, a quien de entre las múltiples
condecoraciones sólo impresionaba la medalla de salvamento, carecía de cualquier
ambición o vanidad externa. Siempre fue de la opinión de que el individuo no podía
forjar el destino: "Sólo nos queda esperar hasta oír los ecos del paso de Dios a través de
los acontecimientos, y luego echar a correr hacia delante para asir la punta de su
túnica".80
26
hijos; a su mujer intentó siempre consolarla por las obligaciones oficiales inherentes a
su cargo, que para ella, con toda seguridad, no debía de ser nada agradable. Johanna
esperó de muy mala gana la posibilidad de que su esposos se convirtiera en ministro. 80
De hecho, Bismarck comunicó a su esposa su nombramiento cuando ésta ya debía de
saberlo: "Te habrás enterado de nuestra desgracia en los periódicos". 80 Por otra parte,
semanas atrás Bismarck había convenido con Roon una clave para que el primero
regresara a Berlín al llegar la hora decisiva.80 Sin embargo, un viaje de vacaciones a
Biarritz le hizo olvidar por completo la política. 80 En dicha localidad pasó unos días
inolvidables en compañía del diplomático ruso príncipe Orlov y su joven esposa.81 En
carta a su hermana, Bismarck reconocía haberse enamorado un poco de la "bonita
princesa":81 "Tú sabes que esto me pasa en ocasiones, sin que haga daño a Johanna". 81 A
su esposa le escribió diciéndole que las vaciones habían acabado por restablecerle del
todo.80 Al igual que en el pasado había hecho en Aquisgrán, Bismarck prolongó motu
proprio su permiso y se olvidó del correo y de la prensa. 80 A su regreso a París encontró
un telegrama de Roon con la clave convenida:
A la vista del rumbo que había tomado el conflicto consitucional, el rey se vio metido en
un aprieto. De haber existido otra solución, Guillermo I no había nombrado a Bismarck
primer ministro. Las reflexiones históricas posteriores nos han hecho olvidar a menudo
que en el momento del nombramiento todo parecía indicar que el poderío de la corona
prusia, lejos de ascender, declinaba. Desde la muerte de Federico el Grande, ningún
gran rey había ocupado el trono de Prusia. La simpatía que desprende la sencilla
personalidad de Guillermo I no debió encubrir el hecho de que como regente y como
monarca había llevado a Prusia a un callejón sin salida.82 Quiso abdicar, pues la
ideología de sus ministros no le permitía continuar la política que parecía preescribirle
su conciencia. Si Federico Guillermo, príncipe heredero que accedió al trono imperial
herido de muerte, hubiera aprovechado entonces la oportunidad, Bismarck no habría
sido nombrado ministro y la historia prusiana y alemana hubiera sido muy distinta. 82 La
negativa del príncipe heredero a aceptar en septiembre de 1862 la proyectada abdicación
de su padre, se debió en primer lugar a consideraciones humanitarias, aunque quizá le
influyera también la sensación de tener que afrontar una tarea irresoluble.
El plan de abdicación del monarca generó, para Bismarck, una situación nueva. La
abdicación, al menos en un principio, habría significado una victoria de los liberales,
cosa que Bismarck y su amigo Roon estaban dispuestos a evitar a todo trance. 83 Al
llegar a Berlín, su nombramiento no estaba ni muchísimo menos decidido. En una
entrevista efectuada en el castillo de Babelsberg entre Guillermo y Bismarck, el rey
discutió minuciosamente con su interlocutor la situación desesperada, y al final acabó
convencido y de acuerdo con Bismarck en que había que adoptar medidas enérgicas
contra la Cámara de Diputados.83 Le nombró primer ministro porque no quedaba otra
opción. Bismarck se comprometió a poner en práctica la reforma militar aún con la
oposición de la mayoría de la Cámara de Diputados. En el curso de la entrevista,
Bismarck prometió solemnemente al monarca fidelidad absoluta e incondicional, 84
rindiéndole casi vasallaje igual que en épocas pretéritas, pero al mismo tiempo le sugirió
la destrucción del borrador de programa que había formulado por escrito.84
27
Nombramiento como ministro[editar · editar fuente]
En esos días, nadie era capaz de imaginar ni por lo más remoto que semejante
nombramiento iniciaba una colaboración de casi tres décadas entre el monarca y su
nuevo primer ministro. Tampoco cabía suponer que ese hombre, al que el pueblo
tachaba de Junker por su comportamiento durante el año 1848, conseguiría en un plazo
relativamente corto la unificación de Alemania.85 Al principio, la impresión generalizada
era que el gabinete Bismarck no duraría demasiado, y él mismo lo creía así a tenor de la
carta antes aludida que escribió a su esposa.85 Todo el mundo temía un gobierno al
margen de las instituciones estatales, un predomino de los sables, guerras en el exterior
y un decadentismo ruinoso siguiendo las huellas del anciano Federico Heinrich von
Treitschke escribió en esa época que "se gobernaba dando muestras de una consumada
frivolidad".85 A esto se le debe añadir la oposición a la política exterior de sus amigos
conservadores y hasta del rey. El éxito de la espinosa cuestión de Schleswig y Holstein
en 1864 pareció convencer a la mayoría de que el gabinete Bismarck estaba lejos de ser
un mero episodio. De cualquier modo, los diplomáticos extranjeros no tardaron en darse
cuenta de que el entonces embajador de Prusia en Fráncfort del Meno era un hombre
con grandes dotes políticas.
Bismarck tomó el timón de Prusia en una época muy comprometida, tanto en el interior
como en el exterior. Nada más lejos de su ánimo que agudizar las disputas en torno al
28
conflicto constitucional, y así lo recalcó una y otra vez en las primeras semanas del
mandato; con los diputados utilizó palabras amables, y como símbolo de reconciliación
presentó la rama de olivo que Katharina Orlov le había entregado al despedirse en
Aviñón.86 Su gesto no halló ningún eco, pues todos creían que era partidario de una
política basada en la violencia.86 Sus palabras, que ofrecían la posibilidad de llegar a un
acuerdo, apenas lograron impresionar a los diputados, pues los dos partidos partían de
planteamientos ideológicos radicalmente distintos. Nadie creía que estuviera a favor de
la existencia de un Parlamento en Alemania; se le reprochaba su deseo de salvar las
dificultades interiores trasladándose al exterior.
Las fronteras de Prusia fijadas por el Tratado de Viena no favorecen un desarrollo sano del
Estado; los grandes problemas de la época no se resolverán con discursos y decisiones tomadas
por mayoría —éste fue el tremendo error de 1848 y 1849—, sino con el hierro y la sangre.86
Guerra contra Austria (1866). Ante las diferencias por la administración de los
ducados, Bismarck se reúne con Napoleón III para conseguir la neutralidad de
Francia y se asegura la alianza de Italia que aspira a la incorporación de Venecia.
En junio de 1866, Bismarck pide la exclusión del Imperio Austríaco de la
Confederación y ocupa Holstein. Este hecho desencadena la guerra. La iniciativa
y las victorias correspondiente a los prusianos ya sus aliados. La batalla de
Sadowa (o Sadova) ocurrida el 3 de julio de 1866, permitió un avance
considerable en el proceso de la unificación alemana, consolidando la
hegemonía prusiana dentro de los estados alemanes en detrimento del Imperio
Austríaco. La paz de Praga, firmada el mes de agosto de 1866, representa un
29
giro importante en la historia de Alemania: Prusia se anexiona Hannover, Hessen
Frankfurt y los ducados de Schleswig y Holstein; el Imperio Austriaco reconoce
la disolución de la Confederación Germánica y su exclusión del Estado alemán;
Italia, por su parte, consigue del Imperio Austríaco cesión del territorio de
Venecia, además Bismarck concluye con los Estados del sur de Alemania-
Baviera, Wurtemberg, Baden y Hessen-un acuerdo por el que se restaura el
Zollverein, o unidad económica y militar. En aquellos momentos, julio de 1867,
la Confederación alemana engloba a 23 estados alemanes bajo la hegemonía
prusiana. La Constitución daba una estructura federal en la unión, su presidente
era el rey Guillermo I de Prusia, el canciller federal era Bismarck, y disponía de
una Cámara estriada por sufragio universal con poderes limitados, y de un
Consejo federal donde estaban representados los príncipes y las ciudades de la
unión, el gobierno federal residía en Berlín, y el ejército seguía el modelo
prusiano, la Constitución aseguraba el predominio de Prusia en la
Confederación. Con estas medidas la unidad económica y militar de la pequeña
Alemania de 1848 estaba ya realizada en torno a Prusia, carecía sólo la unidad
política, de ahí que era necesaria una guerra contra Francia.
30
formación de un imperio colonial. La opinión inicial de Bismarck era contraria a las
empresas coloniales para cuyo control Alemania no disponía de un potencial naval. Por
otra parte, mientras otras potencias consideraban la actividad colonizadora como una
fórmula para suavizar la presión demográfica, Bismarck contemplaba con recelo las
migraciones, y consideraba que una población numerosa en la metrópoli era
indispensable para mantener un papel relevante en la escena internacional. Las ventajas
económicas tampoco eran evidentes y, sobre todo, la amistad con Inglaterra, requisito
indispensable del sistema diplomático continental, podía enfriarse si aparecían tensiones
coloniales. Por otra parte, no se podía ignorar las peticiones colonialistas que
formulaban desde los años 60 los comerciantes de Hamburgo. Y, además, a finales de
los años 70, la crisis económica, las tensiones sociales y una mayor presión (como la
Sociedad Colonial, por ejemplo) inclinaron al canciller a revisar su postura, pero
señalando que debería tratarse de una expansión limitada, y que no supusiese
compromisos financieros para el Estado.
31
Mesa de lectura Príncipe von Bismarck por Christian Wilhelm Aller (1892)
Mientras el debate continuaba, Guillermo se mostraba cada vez más interesado en los
problemas sociales, especialmente el trato a los mineros que se declararon en huelga en
1889 y, de acuerdo con su política activa en el gobierno, habitualmente interrumpía a
Bismarck en el Consejo para dejar clara su política social. Bismarck estaba fuertemente
en desacuerdo con la política de Guillermo y trataba de evitarla. Aunque Guillermo
apoyaba la modificación del proyecto de ley de anti-socialista, Bismarck buscaba
conseguir su apoyo para vetar la ley en su totalidad. Como sus argumentos no
convencieron a Guillermo, Bismarck se puso nervioso y agitado hasta que,
extrañamente, mostró sus motivos para hacer caer el proyecto de ley: conseguir una
agitación de los socialistas hasta producir un violento enfrentamiento que pudiera ser
utilizado como pretexto para reprimirlos. Guillermo respondió que no estaba dispuesto a
abrir su reinado con una campaña sangrienta contra sus propios súbditos. Al día
siguiente, después de darse cuenta de su error, Bismarck trató de llegar a un acuerdo con
Guillermo, al aceptar su política social hacia los trabajadores industriales, e incluso
propuso un Consejo Europeo para discutir las condiciones de trabajo, presidido por el
emperador de Alemania.
32
suss ambiciosos adversarios, se negó a firmar una proclama sobre la protección de los
trabajadores junto con Guillermo, como requería la Constitución alemana, en protesta
por la injerencia cada vez más grande de Guillermo sobre la autoridad antes
incuestionable de Bismarck. Bismarck también trabajó entre bastidores para romper el
Consejo Continental de trabajo en el que Guillermo había puesto su corazón.
La ruptura final llegó cuando Bismarck buscó una nueva mayoría parlamentaria, con su
Kartell votado desde el poder conseguido por el fracaso del proyecto de ley anti-
socialista. El resto de fuerzas en el Reichstag fue el Partido de Centro Católico y el
Partido Conservador. Bismarck deseaba formar un nuevo bloque con el Partido del
Centro, e invitó a Ludwig Windthorst, el líder parlamentario, para discutir una alianza.
Es decir, la última maniobra política de Bismarck. Guillermo enfureció al conocer la
visita de Windthorst. En un estado parlamentario, el jefe de gobierno depende de la
confianza de la mayoría parlamentaria, y tiene el derecho a formar coaliciones para
garantizar sus políticas con una mayoría. Sin embargo, en Alemania el Canciller
dependía sólo de la confianza del emperador, y Guillermo creía que el emperador tenía
el derecho a ser informado antes de la reunión de su ministro. Después de una acalorada
discusión en la oficina de Bismarck, Guillermo, a quien Bismarck mostró una carta del
zar Alejandro III que lo describía como un «chico maleducado», estalló y ordenó la
anulación de la Orden Ministerial de 1851 que prohibía al Gabinete de Ministros
informar directamente al rey y requería que se hiciera a través del Primer Ministro.
Bismarck, forzado por primera vez a una situación que no podía utilizar a su favor,
escribió una irritada carta de renuncia, que se publicó después de su muerte,
denunciando la injerencia de Guillermo en la política exterior y doméstica. Bismarck se
convirtió en la primera víctima de su propia creación, y cuando se dio cuenta, su
despido era inminente.
Bismarck pasó sus últimos años recopilando sus memorias Gedanken und Erinnerungen
(Pensamientos y recuerdos), en las que critica y desacredita el emperador. Murió en
1898 con 83 años en Friedrichsruh, y allí está enterrado en el mausoleo de Bismarck.
1. ↑ Bismarck tuvo una gran cantidad de seudónimos entre los que destacan el
«Canciller de Hierro» y el «Aniquilador de Ciudades».
33
2. ↑ Tomando como base un comentario;[¿por quién?] se puede llegar al objetivo de la
vida de Bismarck: "Si hoy le pregunta usted a un inglés de a pie: ¿Qué piensa usted de
Bismarck?, y si él sabe algo le responderá: Ah, ya, Bismarck, el hombre de la sangre y
el hierro. Y continuaría: Sí, Bismarck fue un político realista; inició ese desgraciado
camino que conduce de Bismarck a Hitler. Hizo tres grandes guerras en Europa. Sólo
creía en el ejército prusiano; luchó, además, a favor de su clase, los junkers prusianos.
Fue un auténtico conservador. Se opuso a todas las fuerzas progresistas europeas.
Nosotros, los historiadores, tenemos ahora una visión de Bismarck radicalmente
distinta. Ya no creemos en esa categorización simplista de idealista y político realista.
Todos los políticos tiene que ser realistas si quieren tener éxito. Nosotros consideramos
que Bismarck deseó la paz para sí mismo, para su país y también para Europa. Su ideal
supremo era la paz. Sólo tras la guerra franco-prusiana consiguió lo que pretendía, y, en
mi opinión, dio a Europa una gran época de paz. Cuarenta años de paz; esa fue, en
realidad, su magnífica obra".[cita requerida]
3. ↑ Los Junkers, en Alemania, eran famosos nobles terratenientes, poseedores de
un vasto territorio y de mucho dinero.
4. ↑ Con respecto a esto, se puede apreciar en una nota hecha por Bismarck:
El dualismo alemán, desde hace un milenio en ciertas ocasiones, pero desde Carlos V cada siglo,
ha regulado metódicamente las relaciones entre las partes por medio de guerras interiores
radicales; en nuestro tiempo, también es éste el único método para poner en su hora justa el reloj
del progreso.
Más esperanzador es el empeño de conseguir, con los métodos que propiciaron el nacimiento de
la Unión Aduanera, la concretización de otras instituciones nacionales.
10. ↑ A decir, verdad, las cosas no eran para tanto, y desde luego Bismarck tampoco
pensaba actuar con la dureza que expresaban las líneas arriba citadas.
11. ↑ Estas palabras nos demuestran que la afirmación de Schlözer -"soñaba día y
noche con la cartera ministerial"- no refleja más que un aspecto del problema.
12. ↑ Lógicamente, estos sentimientos anímicos son fruto del momento, pero
también son típicos de Bismarck, ya que formaban parte de su ser lo mismo que su
competividad y su intolerancia.
34
4. ↑ a b c d e f g Pflanze, Otto, “La unificación de Alemania”, pág. 233.
5. ↑ a b c d Pflanze, Otto, “El nuevo estado”, pág. 245
6. ↑ a b Pflanze, Otto, “La gran Alemania”, pág. 262.
7. ↑ Biografías y Vidas. «Otto von Bismarck». Consultado el 17 de junio de 2004.
8. ↑ Biografías y Vidas. «Otto von Bismarck». Consultado el 17 de junio de 2004.
9. ↑ Pflanze, Otto, “El balance del poder”, pág. 337
10. ↑ Mommsen, Wilhelm, “La juventud de Bismarck”..., pág. 17.
11. ↑ a b Richter, Werner, “Infancia”..., pág. 12.
12. ↑ Feuchtwanger, E. J. “Nota del autor, Bismarck; misterios”..., pág. 10.
13. ↑ Mommsen, Wilhelm, “La juventud de Bismarck”..., pág. 18.
14. ↑ Bismarck, Leben und Werk 1941-44
15. ↑ a b Politische Geschichte des neuen deutschen Kaiserreiches, pág. 59, 1925-30
16. ↑ Mommsen, Wilhelm, “La juventud de Bismarck”..., pág. 20.
17. ↑ Ruiz, Raúl, “Napoleón”..., pág. 15
18. ↑ Mommsen, Wilhelm, “La juventud de Bismarck”..., pág. 22.
19. ↑ Feuchtwanger, E. J. “Juventud, estudios y pensamientos”..., pág. 18.
20. ↑ Fragmento de una carta contenida en el libro de Hans Rothfels,
Vierteljahrshefte für Zeitgeschichte.
21. ↑ Mommsen, Wilhelm, “La juventud de Bismarck”..., pág. 21.
22. ↑ a b c Richter, Werner, “Infancia”..., pág. 25.
23. ↑ a b Mommsen, Wilhelm, “La juventud de Bismarck”..., pág. 25.
24. ↑ a b c d e Richter, Werner, “Infancia”..., pág. 26.
25. ↑ a b c d e Mommsen, Wilhelm, “La juventud de Bismarck”..., pág. 24.
26. ↑ Pflanze, Otto, “Comienzos”..., pág. 35
27. ↑ Feuchtwanger, E. J. “Juventud, estudios y pensamientos”..., pág. 28.
28. ↑ a b Mommsen, Wilhelm, “La juventud de Bismarck”..., pág. 26.
29. ↑ a b Richter, Werner, “Infancia”..., pág. 27.
30. ↑ a b c Mommsen, Wilhelm, “El Landtag unificado”..., pág. 27.
31. ↑ a b c d Richter, Werner, “Oficio”..., pág. 29.
32. ↑ Feuchtwanger, E. J. “El oficio del luchador”..., pág. 48.
33. ↑ Mommsen, Wilhelm, “Pensamientos”..., pág. 187.
34. ↑ Feuchtwanger, E. J. “El oficio del luchador”..., pág. 50.
35. ↑ a b c d Richter, Werner, “Oficio”..., pág. 30.
36. ↑ a b c d e f Mommsen, Wilhelm, “El Landtag unificado”..., pág. 28.
37. ↑ Pflanze, Otto, “Desempeño en el Parlamento de Fráncfort”, pág. 159.
38. ↑ Pflanze, Otto, “Desempeño en el Parlamento de Fráncfort”, pág. 160.
39. ↑ a b Mommsen, Wilhelm, “El Landtag unificado”..., pág. 30.
40. ↑ a b c d e Mommsen, Wilhelm, “El Landtag unificado”..., pág. 31.
41. ↑ a b Richter, Werner, “Oficio”..., pág. 45.
42. ↑ Mommsen, Wilhelm, “El Landtag unificado”..., pág. 32.
43. ↑ Mommsen, Wilhelm, “El Landtag unificado”..., pág. 33.
44. ↑ a b c d e f g Mommsen, Wilhelm, “El Landtag unificado”..., pág. 34.
45. ↑ a b Richter, Werner, “Oficio”..., pág. 49-50.
46. ↑ a b Mommsen, Wilhelm, “El Landtag unificado”..., pág. 35.
47. ↑ a b c d Mommsen, Wilhelm, “El Landtag unificado”..., pág. 36.
48. ↑ Mommsen, Wilhelm, “El Landtag unificado”..., pág. 37.
49. ↑ a b c d e Mommsen, Wilhelm, “El Landtag unificado”..., pág. 38.
50. ↑ Lerman, Katharine Anne, “El Landtag”..., pág. 59
51. ↑ Lerman, Katharine Anne, “El Landtag”..., pág. 60
52. ↑ a b c d e f Mommsen, Wilhelm, “Embajador en Fráncfort, San Petersburgo y
París”..., pág. 39
53. ↑ Bismarck, Der Mensch und der Staatsmann, 1944
54. ↑ a b Comentario de Otto von Bismarck en Mommsen, Wilhelm, “Embajador en
Fráncfort, San Petersburgo y París”..., pág. 40
35
55. ↑ a b c Mommsen, Wilhelm, “Embajador en Frankfurt, San Petersburgo y
París”..., pág. 40
56. ↑ a b c Mommsen, Wilhelm, “Embajador en Frankfurt, San Petersburgo y
París”..., pág. 41
57. ↑ a b c d e f Mommsen, Wilhelm, “Embajador en Frankfurt, San Petersburgo y
París”..., pág. 42
58. ↑ Krockow, Christian von, “Die Persönlichkeit der Kämpfer”..., pág. 126
59. ↑ Krockow, Christian von, “Die Persönlichkeit der Kämpfer”..., pág. 127
60. ↑ a b c d e f g Mommsen, Wilhelm, “Embajador en Frankfurt, San Petersburgo y
París”..., pág. 44
61. ↑ Mommsen, Wilhelm, “Embajador en Frankfurt, San Petersburgo y París”...,
pág. 43
62. ↑ a b c d Mommsen, Wilhelm, “Embajador en Frankfurt, San Petersburgo y
París”..., pág. 45
63. ↑ a b c d e f g h i j k l m n ñ o p q r s t u Winkler, Heinrich August, “Persönlichkeit und
Gedanken”... págs, 339-368.
64. ↑ Véase la nota número 4
65. ↑ Mommsen, Wilhelm, “Embajador en Frankfurt, San Petersburgo y París”...,
pág. 46
66. ↑ a b c d e f g Mommsen, Wilhelm, “Embajador en Frankfurt, San Petersburgo y
París”..., pág. 47
67. ↑ a b c d e f g Mommsen, Wilhelm, “Embajador en Frankfurt, San Petersburgo y
París”..., pág. 48
68. ↑ a b Mommsen, Wilhelm, “Embajador en Frankfurt, San Petersburgo y París”...,
pág. 49
69. ↑ a b c d e f g Mommsen, Wilhelm, “Embajador en Frankfurt, San Petersburgo y
París”..., pág. 50
70. ↑ a b c d e f g h Mommsen, Wilhelm, “Embajador en Frankfurt, San Petersburgo y
París”..., pág. 51
71. ↑ a b c d e f g h Feuchtwanger, E. J, “Ministro en espera”..., págs. 67-83
72. ↑ Véase Mommsen, Wilhelm, “Embajador en Frankfurt, San Petersburgo y
París”..., págs. 39-41
73. ↑ Véase Mommsen, Wilhelm, “Embajador en Frankfurt, San Petersburgo y
París”..., pág. 55
74. ↑ a b c Mommsen, Wilhelm, “Embajador en Frankfurt, San Petersburgo y
París”..., pág. 52
75. ↑ Mommsen, Wilhelm, “Embajador en Frankfurt, San Petersburgo y París”...,
pág. 53
76. ↑ a b c d e f g h i Mommsen, Wilhelm, “Embajador en Frankfurt, San Petersburgo y
París”..., pág. 54
77. ↑ a b c d e f g h i Mommsen, Wilhelm, “Embajador en Frankfurt, San Petersburgo y
París”..., pág. 55
78. ↑ a b c d e f g h i j k Mommsen, Wilhelm, “Embajador en Frankfurt, San Petersburgo
y París”..., pág. 57
79. ↑ Goetz, Walter, “Alemania durante el siglo XIX”..., pág. 345
80. ↑ a b c d e f g h i j k Mommsen, Wilhelm, “Embajador en Frankfurt, San Petersburgo
y París”..., pág. 58
81. ↑ a b c Gedanken und Erinnerungen, “Urlaub in Paris”...
82. ↑ a b Mommsen, Wilhelm, “Embajador en Frankfurt, San Petersburgo y París”...,
pág. 59
83. ↑ a b Mommsen, Wilhelm, “Embajador en Frankfurt, San Petersburgo y París”...,
pág. 60
84. ↑ a b c d e Mommsen, Wilhelm, “Embajador en Frankfurt, San Petersburgo y
París”..., pág. 61
36
85. ↑ a b c Mommsen, Wilhelm, “Embajador en Frankfurt, San Petersburgo y
París”..., pág. 62
86. ↑ a b c Mommsen, Wilhelm, “Embajador en Frankfurt, San Petersburgo y
París”..., pág. 63
37
Bismarcks spanische ‚Diversion‘ 1870 und der preußisch-deutsche
Reichsgründungskrieg. Quellen zur Vor- und Nachgeschichte der Hohenzollern-
Kandidatur für den Thron in Madrid 1866–1932. 3 Bd. Hrsg. von Josef Becker
unter Mitarbeit von Michael Schmid. Schöningh, Paderborn u.a. 2003–2007.
Rudolf Augstein: Otto von Bismarck. Hain, Fráncfort del Meno 1990, ISBN 3-
445-06012-6.
Ernst Engelberg: Bismarck. Bd. 1: Urpreuße und Reichsgründer. 3., durchges.
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