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Otto von Bismarc

Otto Eduard Leopold von Bismarck

Retrato de Otto von Bismarck 1871.

Canciller de Alemania

21 de marzo de 1871-20 de marzo de 1890

Monarca
Guillermo I 1871-1888
Federico III 1888
Guillermo II 1888-1890

Predecesor Primer Titular

Sucesor Leo von Caprivi

Primer ministro de Prusia

23 de septiembre de 1862-1 de enero de 1873

Predecesor Adolf zu Hohenlohe-Ingelfingen

1
Sucesor Albrecht von Roon

9 de noviembre de 1873-20 de marzo de 1890

Predecesor Albrecht von Roon

Sucesor Leo von Caprivi

Datos personales

Nacimiento 1 de abril de 1815


Schönhausen, Prusia

Fallecimiento 30 de julio de 1898 (83 años)


Friedrichsruh, Alemania

Cónyuge Johanna von Puttkamer

Firma

Otto Eduard Leopold von Bismarck-Schönhausen (Schönhausen, 1 de abril de 18151


– Friedrichsruh, 30 de julio de 18981 ), conocido como Otto von Bismarck, fue un
estadista, burócrata, militar, político y prosista alemán, considerado el fundador del
Estado alemán moderno. Durante sus últimos años de vida se le apodó el «Canciller de
Hierro» por su determinación y mano dura en la gestión de todo lo relacionado con su
país,n. 1 que incluía la creación de un sistema de alianzas internacionales que aseguraran
la supremacía de Alemania, conocido como el Reich.1

Cursó estudios de leyes y, a partir de 1835, trabajó en los tribunales de Berlín y


Aquisgrán, actividad que abandonó tres años más tarde para dedicarse al cuidado de sus
posesiones territoriales.2 En 1847 entró a formar parte del parlamento prusiano,2 donde
muy pronto se convirtió en líder del ala conservadora.2 Se enfrentó duramente a la
revolución de 1848, y por esa época comenzó a perfilar lo que sería su principal
objetivo político: la unificación de Alemania y la creación del Reich desde preceptos
autoritarios y antiparlamentarios.3

En 1862, tras ser nombrado primer ministro de Prusia, emprendió una importante
reforma militar que le permitió disponer de un poderoso ejército para llevar a cabo sus
planes de unificación. De esta forma, en 1864 consiguió arrebatar a Dinamarca los
ducados de Lauenburgo,4 Schleswig4 y Holstein4 y, dos años más tarde, después de la
lucha contra Austria, consiguió la anexión de Hesse,4 Fráncfort,4 Hannover4 y Nassau,4
lo que dio lugar a la creación de la Confederación de Alemania del Norte,5 con
Bismarck como canciller.5

Por último, la guerra contra Francia supuso la adhesión de Baviera, entre otros estados,
y en 1871 se proclamó el Segundo Imperio Alemán en el Palacio de Versalles de París.6
Bismarck se convirtió en primer ministro de Prusia y canciller. 6 Durante los 19 años que
se mantuvo en el poder llevó a cabo una política conservadora, enfrentándose
inicialmente a los católicos y combatiendo a la socialdemocracia.1 Fue también el

2
organizador de la Triple Alianza, con Italia y Austria-Hungría, creada en 1882 para
aislar a Francia.

La política interior de Bismarck7 se apoyó en un régimen de poder autoritario, a pesar


de la apariencia constitucional y del sufragio universal destinado a neutralizar a las
clases medias (Constitución federal de 1871). Inicialmente gobernó en coalición con los
liberales, centrándose en contrarrestar la influencia de la Iglesia católica (Kulturkampf)
y en favorecer los intereses de los grandes terratenientes mediante una política
económica librecambista;1 en 1879 rompió con los liberales y se alió con el partido
católico (Zentrum), adoptando posturas proteccionistas que favorecieran el crecimiento
industrial alemán.1 En esa segunda época centró sus esfuerzos en frenar el movimiento
obrero alemán, al que ilegalizó aprobando las Leyes Antisocialistas, al tiempo que
intentaba atraerse a los trabajadores con la legislación social más avanzada del
momento.1

En política exterior,8 se mostró prudente para consolidar la unidad alemana recién


conquistada: por un lado, forjó un entramado de alianzas diplomáticas (con Austria,
Rusia e Italia) destinado a aislar a Francia en previsión de su posible revancha;9 por
otro, mantuvo a Alemania apartada de la vorágine imperialista que por entonces
arrastraba al resto de las potencias europeas.

Fue precisamente esta precaución frente a la carrera colonial la que le enfrentó con el
nuevo emperador, Guillermo II (1888-1918), partidario de prolongar la ascensión de
Alemania con la adquisición de un Imperio ultramarino, asunto que provocó la caída de
Bismarck en 1890. Al faltarle el apoyo del emperador Guillermo II, quien había subido
al trono en 1888, Bismarck presentó su dimisión en 1890 y se retiró a vivir al campo.
Falleció en Friedrichsruh el 30 de julio de 1898 a los 83 años de edad.1 2

Genealogía[editar · editar fuente]


Ascendencia[editar · editar fuente]

La familia Bismarck era una familia de la antigua nobleza de la Marca que antes de Otto
von Bismarck no había dado ninguna personalidad relevante. Su padre, Ferdinand, era
un hidalgo de provincias poco influyente, que había renunciado prematuramente a su
cargo de oficial del ejército prusiano10 En 1806 se había casado con Luise Wilhelmine
Mencken, una burguesa hija de un consejero privado vinculado ideológicamente al
barón del Imperio Von Stein.

Comparada con el tosco hidalgo campesino, su esposa era un personalidad eminente y


muy cultivada cuya mayor ambición se cifraba en su hijo. A menudo se ha discutido la
influencia que ejerció en el joven Bismarck la disparidad de caracteres y de origen de
sus progenitores. La cuestión, sin embargo, es uno de esos arcanos de la naturaleza que
la razón humana jamás llegará a descifrar.11 12

En Bismarck parece también confirmarse el hecho de que las personas geniales surgen
precisamente de la diversidad. En el futuro, el propio Bismarck se sentiría cada vez más
atraído por su padre, a pesar de ser consciente de su primitivismo.11 Su madre quiso
guiarle e influirle en demasía. El hijo afirmaría más tarde: «Mi madre era una mujer

3
hermosa, amante del lujo, de inteligencia despejada y viva, pero carente casi por
completo de eso que llamamos carácter berlinés».13

Descendencia[editar · editar fuente]

Otto von Bismarck únicamente tuvo una esposa, Johanna, con quien tuvo dos hijos y
una hija: Marie, Herbert y Wilhelm. Los tres viajaron con él a los muchos lugares que él
visitó como Fráncfort, San Petersburgo y París. En una carta enviada a su esposa
escribe: «Ellos tres son lo más hermoso que he tenido y sólo por eso sigo aquí».14

De sus tres hijos, el más sobresaliente para los historiadores y expertos de la vida de
Bismarck, fue Wilhelm,15 pues logró redactar una pequeña biografía de la vida de su
padre durante su lucha por la unificación de Alemania y en su cargo en el Parlamento de
Fráncfort.15 No obstante, aunque en menor medida, Herbert y Marie también destacaron
en la vida aristocrática alemana.

Biografía[editar · editar fuente]


Los primeros años (1815 - 1847)[editar · editar fuente]

Infancia[editar · editar fuente]

Retrato de Otto von Bismarck a la edad de 11 años en 1826. Dibujo a carboncillo de


Franz Krüger.16

Bismarck nació el 1 de abril de 1815,1 año de la derrota definitiva de Napoleón en


Waterloo.17 Fue el cuarto hijo de una familia numerosa. Durante su infancia, no ocurrió
ni un suceso destacado. Bismarck se sabía miembro de la nobleza; su formación, no
obstante, respondió en las líneas esenciales a los deseos de su madre y fue muy diferente
de la que se acostumbraba entonces en los círculos de la nobleza rural prusiana. Estudió
en Berlín, primero en la Plamannsche Lehranstalt, luego en el Instituto Friedrich-
Wilhelm y por último en el Graue Kloster ("Convento Gris").1 Bismarck no destacó
demasiado entre sus maestros y compañeros. Más tarde se diría que abandonó la escuela
convertido en un panteísta y convencido de que la república era la forma de gobierno
más racional. Tales palabras encerraban una crítica retrospectiva a las instituciones
docentes de la época, más influidas por el espíritu burgués y el humanismo que por la
tradición monárquico-conservadora. No obstante, afirmar su perfecta compenetración
con la república es, a todas luces, exagerado.

Estudios universitarios[editar · editar fuente]

4
Bismarck durante los años en que era estudiante de Gotinga. Autor anónimo, hacia
1836.18

En 1832, a los diecisiete años, ingresó en la Universidad de Gotinga para estudiar


Derecho. De todos sus profesores, Bismarck sólo se interesó por Heeren, historiador y
profesor de Derecho público cuyas ideas sobre el mapa político europeo le dominarían
en gran medida en el futuro.19 Bismarck se hizo miembro del Corps Hanovera, pero
apenas aprovechó las posibilidades intelectuales que le ofrecía aquella ciudad
universitaria, tan famosa en su tiempo, sino que se entregó cuerpo y alma a las alegrías
de la vida estudiantil. Muchas de sus aventuras, de mayor o menor gusto, en ocasiones
le crearon conflictos con las autoridades académicas. El mismo habló con franqueza e
ironía de su «vida silenciosa», a través de la cual se desfogaba una personalidad aún sin
moldear. Entre sus amigos, además de los miembros de la nobleza Corps Hanovera, se
contaban dos importantes personalidades extranjeras. En aquella época Bismarck, sin
verdad alguna por su parte, reconocía su fuerza interior; en una carta dirigida a un
amigo de juventud escribía: «Seré el último pelagatos o el hombre más grande de
Prusia».20

En esa época no existe el más leve indicio de opiniones políticas que dejen vislumbrar
la futura obra del creador del Segundo Imperio. Bismarck finalizó sus estudios en Berlín
sin haber aprovechado las posibilidades científicas que la universidad le ofrecía.
También en este aspecto se desfogó su vigorosa naturaleza. Por lo que a los estudios se
refiere, Bismarck se limitó a aprender lo necesario para aprobar, práctica entonces no
tan habitual como hoy. En 1835 realizó su examen de licenciatura en Derecho, que no
nos ilustra demasiado su ideario, pues respondía más a las preguntas del examinador
que a los intereses del examinado. 21 Bismarck, cargado de deudas muy a pesar de su
padre, debió de reírse en su interior de que se le preguntase a él sobre la necesidad del
ahorro.

Labor en los tribunales[editar · editar fuente]

Los años siguientes los pasó en los tribunales de Berlín y Aquisgrán. Su meta final era
la diplomacia, pues descartaba dedicarse a la otra carrera posible para un joven noble, la
de las armas.5 Su labor en los tribunales acrecentó su aversión hacia la burocracia y
hacia el formalismo de un servicio rígidamente reglamentado, aversión que conservaría
durante toda su vida. Tener jefes fue siempre algo superior a las fuerzas. En Aquisgrán
también se consagró por entero a los placeres de la vida, y durante meses y sin permiso,
viajó siguiendo los pasos de una joven inglesa. Posteriormente continuaría su labor en
Potsdam. En Aquisgrán, sus superiores reconocían su capacidad, pero opinaban que
debía ser más disciplinado en el servicio. A este respecto, Bismarck comentaba con

5
aquella sinceridad tan característica en él: «Creo que el gobierno de Aquisgrán me ha
dado notas más altas de las que realmente merezco».22

Retiro de la actividad burocrática[editar · editar fuente]

Retrato de Otto von Bismarck hacia 1847. Retrato anónimo.23

En 1838, Bismarck renunció a la actividad burocrática y al rígido servicio público. 5 22


Esta decisión maduró con lentitud y no contó con la aprobación de sus padres. 22 Para
Bismarck, ser funcionario y ministro no era precisamente suerte. La misión del
funcionario -pensaba- se reducía a impulsar de oficio, sin aportar iniciativas propias, la
maquinaria administrativa. "Pero yo deseo hacer la música, la música que a mí me
gusta, o permaneceré en silencio".24 Este rechazo de la burocracia, por los demás muy
extendido entre la nobleza, simboliza en Bismarck una profunda ansia de una actividad
independiente. Las declaraciones de estos años dejan de traslucir cierta inclinación por
las tareas de estadista. Para él, lo esencial entonces era su deseo de tener en la práctica
un margen de actuación. El presidente o ministro, decía, "no tratan con personas, sino
con papel y tinta únicamente".25

Más tarde, durante muchos años, Bismarck se dedicó a administrar sus posesiones
agrícolas, mientras en el plano teórico se preparaba con estudios que nos asombran por
su amplitud. El servicio militar, cumplido a disgusto y de manera muy irregular,
interrumpió esas actividades. Durante este período continuaron los incesantes viajes y la
vida agitada; sus vecinos llamaban a Bismarck el "desenfrenado". 24 25 26 Su dedicación a
la agricultura se complementó con una abundante lectura de obras históricas, filosóficas
y literarias.24 Se interesó especialmente por Shakespeare y Byron, dejando a un lado a
Goethe: el verso que afirma que el hombre podría, sin odio, auto-marginarse del mundo,
le horrorizó.25 Leyó también, sin comprenderlos a veces, a los filósofos radicales de su
tiempo: David Friedrich Strauss, Ludwig Andreas Feuerbach y Bruno Bauer.24 El
mismo hablaba de su "desnudo teísmo".

A la larga, Bismarck comprendió que la vida campesina, a pesar de los viajes y la


lectura, tampoco colmaba sus aspiraciones más íntimas. Llegó a decir que la experiencia
le había hecho ver el carácter ilusorio de la felicidad arcádica de un agricultor fervoroso
de la contabilidad de partida doble.25 Sus opiniones de los años cuarenta contienen una
severa autocrítica; en un pasaje dice que se "dejaba llevar a la deriva por el río de la
vida".24 Sus relaciones con amigos pietistas y el haber conocido a su futura esposa
Johanna von Puttkamer provocaron cambios en su intimidad.27 Marie von Thadden,

6
novia de uno de sus amigos, y amiga íntima a su vez de Johanna, intentó convertir a
Bismarck que todavía mantenía opiniones muy heterodoxas en el tema religioso. Pero
sería la enfermedad mortal de Marie la que condujo a lo que se ha dado en llamar la
conversión de Bismarck,25 el cual comenzó a frecuentar los círculos protestantes y
cristianos, aunque sin contraer un compromiso religioso estrecho. La ideología
esencialmente protestante-cristiana de Bismarck, íntimamente ligada a su compromiso
matrimonial y a su boda, no puede abstraerse de su modo de pensar global como
político y estadista; no obstante, el calificativo de "político cristiano" tampoco parece
muy ajustado.

Bismarck había entrado en contacto con Johanna von Puttkamer gracias a su amiga
Marie von Thadden. En diciembre de 1846, poco después de la muerte de esta última,
Bismarck pidió a von Puttkamer la mano de su hija en una carta sobradamente
conocida. En ella Bismarck hablaba con toda franqueza de su evolución religiosa,
limitándose así a cuestiones ya sabidas por su futuro suegro, el cual, por lo demás, debía
de albergar ciertos reparos sobre la vida anterior de Bismarck. 23 Este, como era habitual
en él, supo hallar un tono conveniente y preciso para agradar al destinatario de la carta,
mezclando en ella la sinceridad y la habilidad diplomática. 28 La misiva muestra, sin
género de dudas, en sus rasgos esenciales los verdaderos sentimientos de su autor.

El matrimonio con Johanna se celebró en julio de 1847.28 Bismarck, en una carta


dirigida a su hermanos, la definió como "una mujer de inteligencia y nobleza de
sentimientos muy singulares".29 Bismarck halló en ella sostén y ayuda a lo largo de toda
su existencia, precisamente porque evitó con exquisito cuidado influenciarla
políticamente en el más estricto sentido de la palabra.29

El Landtag unificado (1847 - 1851)[editar · editar fuente]

Bismarck, diputado por el estamento de la nobleza de Jerichow en el primer Parlamento


territorial unificado, 1847. Grabado en madera.

Elección y desarrollo como miembro del Landtag[editar · editar fuente]

Bismarck comenzó su actividad pública algunas semanas antes de su boda; en mayo de


1847 la nobleza le había elegido miembro del Landtag unificado prusiano.30 El Landtag

7
unificado de 1847 fue el primer parlamento verdadero de la historia alemana. En él, los
liberales moderados disponían de mayoría absoluta. El grupo de las derechas, que
defendía la autoridad de la corona y los intereses de la nobleza latifundista, contaba con
una representación muchos más reducida. Uno de sus miembros era Bismarck, que
sufrió, en principio, la decepción de ser nombrado diputado suplente.31

Bismarck ya tenía cierta experiencia en estas lides, pues anteriormente había ejercido
como Deichhauptmann de las Dietas.30 El futuro detractor del parlamentarismo se
inició, por tanto, en la vida política dentro de una actividad constitucional y
parlamentaria.31 Bismarck se alineaba entonces con las fuerzas conservadoras. En su
primer artículo periodístico, Bismarck defendía el derechos de los nobles terratenientes
a practicar monterías en las fincas de sus campesinos, y además la preservación del
derecho patrimonial, oponiéndose con ello tanto a las exigencias de los liberales como
al credo de los absolutistas.32 Bismarck estrechó los lazos con Leopold von Gerlach,30
amigo íntimo de Federico Guillermo IV. Gerlach representaba a la corriente cristiana-
constitucionalista-conservadora y rechazaba el autoritarismo del Estado.

En su actuación dentro del Landtag unificado, Bismarck se reveló como un derechista a


ultranza y un riguroso hombre de partido. 33 Ya en 1847 escribía a su prometida: "El
hombre se aferra a los principios mientras éstos no son puestos a prueba, porque cuando
eso sucede, uno los desecha igual que el campesino sus viejas abarcas, y corre con todo
el vigor que le permiten sus piernas, que para eso las tiene".31

Defensa por la clase alta[editar · editar fuente]

En principio, Bismarck defendió los derechos de la corona y de la nobleza, 31 cosa


natural en él si tenemos en cuenta que era miembro de la última. 34 Bismarck salto a la
fama con un burdo discurso en el que atacaba decididamente la tesis -no expresada,
como es lógico, con estas palabras- de que en 1813 la lucha del pueblo prusiano contra
la dominación extranjera había tenido un único móvil: lograr una constitución.
Semejante discurso provocó, por supuesto, una sesión tormentosa del Landtag, y
evidenció, por un lado, su temperamento combativo y violento y, por otro, su calma
impertubable frente a cualquier ataque.35 Cuando, por ejemplo, se le prohibió intervenir
durante algún tiempo, Bismark, sacó un periódico de su bolsillo y se puso a leerlo. 36
Pero hasta una parte de sus amigos conservadores pensaban que sus ideas suponían una
simplificación errónea de los problemas objeto de discusión. Con todo, el incidente
convirtió a Bismarck en el luchador por antomasia contra el liberalismo y la
constitución.36 Los discursos de Bismarck de esta época evidencian un ardor combativo
y beligerante falto de argumentaciones objetivas y pronto a dar rienda suelta a su cólera
contra las circunstancias entonces imperantes y contra los liberales.35

Semejante actitud se hizo evidente sobre todo en 1848. Los discursos de los años 1848-
49 llevan emparejados su marcado belicismo y su desprecio por el enemigo. En estas
épocas tempranas se echó de menos ese autodominio que Bismarck demostraría en el
futuro sin abdicar de su dureza. En un debate sobre la emancipación de los judíos,
Bismarck reconoció con orgullo que él había recibido aquellos prejuicios con la leche
materna.36 Se declaraba partidario del Estado cristiano y consideraba la lucha contra los
judíos -era el sentir general de la época- básicamente como una lucha confesional. Para
Bismarck un judío dejaba de serlo en cuanto se convertía a uno de los credos cristianos.
En el Parlamento de Erfurt le disgustó verse obligado a actuar de secretario al lado de

8
un presidente judío (Simson),36 que durante el mandato de Bismarck se convertiría en el
primer presidente del Tribunal Supremo de Justicia del Imperio Alemán.35

Seguidor del Prusianismo[editar · editar fuente]

Durante el año revolucionario de 1848, Bismarck fue un luchador decidido en pro del
prusianismo y de la monarquía.36 Horrorizado por las muestras de debilidad del
monarca, pretendió llevar una columna de campesinos armados a Berlín, 35 y cuando la
reina excusó a su esposo, alegando que dormía muy poco, Bismarck contestó en tono
grosero: "¡Un rey tiene que poder dormir!"37 Bismarck, en el fondo, no era consciente
de que el movimiento de 1848 estaba apoyado por sectores muy amplios ni comprendía
su base nacional. Plenamente identificado con la ideología prusiano-conservadora,
hablaba de la "codicia de los proletarios". Más tarde editó un poema que los oficiales
prusianos cantarían en Potsdam con motivo de los sucesos del 21 de marzo.36 Los versos
más importantes, que sin duda reflejaban los sentimientos del propio Bismarck, decían
así:

Y entonces un grito partió el corazón:


No seréis ya prusianos, seréis alemanes [...]
Termina aquí, Zollern, tu historia gloriosa,
Aquí cayó un rey, pero no en la contienda.
Fragmento de un poema de Otto von Bismarck.38

El rey juzgó la actitud de Bismarck en aquello días con las siguientes palabras: "Debe
usarse únicamente cuando la bayoneta campe por sus respetos".39 Después de la
revolución, Bismarck ingresó en la "camarilla" creada por los hermanos Gerlach. 39 Le
decepcionó no resultar elegido para la Asamblea Nacional Prusiana. A comienzos de
1849 se convirtió en miembro de la segunda Cámara del Landtag prusiano, reelegido en
varias ocasiones, y posteriormente también del Parlamento Erfurt.40 En esta época,
Bismarck pronunció su famoso discurso sobre el Tratado de Olmütz, que constituitía el
punto culminante de su actividad parlamentaria.40 Por entonces intentaba por todos los
medios a su alcance defender el poder de la corona y los privilegios de la nobleza.
Participó en la fundación del Kreuzzeitung ("Diario de la cruz") y en la asamblea
constituyente de la "Asociación para la defensa de la propiedad y para el fomento del
bienestar de las clases populares",40 considerada por el pueblo, no sin motivo, como el
parlamento de los Junkers.41 Los problemas de la política interior acaparaban por
entones todo el interés de Bismarck. La cuestión alemana sólo cobró importancia para él
cuando la elección del emperador en Fráncfort la convirtió en un asunto más de la
política prusiana.

Bismarck dirigió con decisión y firmeza sus ataques contra cualquier tentativa liberal o
democrática. Pensaba que la opinión del pueblo, base del movimiento de 1848, había
sido más o menos dirigida. Cada uno había entendido por pueblo lo que le "convenía",
por regla general una agrupación de individuos adictos a la propia opinión. Su desprecio
hacia el pueblo no le impidió un intento de manipular o dirigir la opinión pública.
Bismarck escribió a su hermanos pidiéndole le enviase a Berlín adhesiones, "muchas
adhesiones de particulares, aunque cada una de ellas sea firmada por unas pocas
personas, y a ser posible de cada ciudad; no importa que estén firmadas por una sola
persona, porque en este caso no se darán a conocer. Sopla, herrero, y ganarás dinero". 41

9
Defensor a ultranza de los derechos de la nobleza terrateniente, Bismarck enjuiciaba la
política fiscal como una especie de confiscación; llamaba a las elecciones de una lotería
y criticaba con extrema dureza cualquier asomo de parlamentarismo; defendió contra
viento y marea la ejecución de Blum. 40 Por otro lado, reiteradas declaraciones de esta
época revelan que Bismarck no tenía en muy alta estima el talento político de sus
iguales de la nobleza. Prusia carecía de la clase social que hacía política en Inglaterra.
Al igual que otros muchos nobles, Bismarck dirigió sus ataques contra el absolutismo y
contra la opinión manifestada por Federico Guillermo I: "Concibo el poder comme un
rocher de bronze".40

Creía que la revolución saldría del funcionariado y de la clase media pretendidamente


culta de las grandes ciudades. Atacaba con energía incansable la codicia de las capas
sociales más bajas y pensaba que el constitucionalismo era la fórmula más cara.
Combatía el matrimonio civil. Todas estas ideas evidenciaban una indudable influencia
de Stahl,42 cuyas teorías sobre el Derecho público habían causado una impresión muy
honda en Federico Guillermo IV.

Primera sesión de la Asamblea Nacional Alemana en la Paulskirche. Su presidente era el


barón Heinrich von Gagern, Litografía, 1848.

Su actitud en política interior determinó también en gran medida la posición de


Bismarck con respecto a los planes alemanes de la Asamblea Nacional de Fráncfort. No
la combatió, como con frecuencua se ha afirmado, porque rechazase sus concepciones
sobre política interior. Bismarck, hombre de ideología prusiana y conservadora, no
deseaba en absoluto que por entonces se solucionase la cuestión alemana. En los
tiempos más bajos del poder prusiano hay ciertas manifestaciones de Bismarck en las
que resuenan ecos de una política nacional. Pero dichas apreciaciones desaparecerán
cuando la posterior evolución le permita a Bismarck cifrar de nuevo sus esperanzas en
Prusia. Bismarck pretendía exclusivamente situar a Prusia a la altura de las grandes
potencias, mientras que en política interior dedicaba todas sus energías a combatir la
revolución. En su opinión, los planes de la Paulskirche apuntaba contra Prusia,
intentando minar su posición y su base política.

El verdadero interés por la cuestión alemana se despertará cuando la elección de


emperador en Fráncfort provoque diferencias en Berlín. Por entonces, Bismarck, como
oposición a la "patraña alemana", solía referirse una y otra vez a su acendrado
prusianismo."¡Prusianos somos, y pusianos queremos seguir siendo!", 43 exclamó en
cierta ocasión. Bismarck tampoco enjuiciaba desde una perspectiva nacionalista la
suerte de Schleswig y Holstein, que tan profundas preocupaciones suscitaba en los
ambientes político. para él, la lucha de los habitantes de Scheswig y Holstein significaba
una sublevación contra su legítimo señor, el rey de Dinamarca.44

10
Bismarck se oponía tajantemente a que el rey de Prusia aceptase su elección como
emperador decidida por la Asamblea Nacional de Fráncfort. Además desconfiaba de las
instituciones oficiales, que se habían dejado impresionar por la tramoya de la
Paulskirche. En abril de 1849 opinaba que Prusia debía seguir siendo Prusia, ya que así
estaría en condiciones de dar leyes a Alemania, dando a sus palabras un tono y un
acento nuevos: "Si le preguntáis a cualquiera que hable alemán por la unidad alemana,
os responderá que la desea; pero a mí, con esta constitución, no me parece en absoluto
deseable".44 En realidad, Bismarck sólo pretendía que reinara la armonía y la concordia
entre los distintos Estados alemanes y rechazaba de plano cualquier política unificadora
que limitara el poder y la autonomía de Prusia.44

Así lo demuestra con especial claridad la oposición de Bismarck a la política de


unificación que llevó a cabo el fallido intento de conseguir, gracias al gobierno
prusiano, los objetivos en los que había fracasado la Asamblea Nacional de Fráncfort. 44
Bismarck combatió al cabecilla de dicha tendencia unificadora (Joseph von Radowitz)
con todos los medisoa a su alcance y lo convirtió en blanco de sus burlas. Bismarck, que
defendía el nacionalismo prusiano como un factor específico, temía que la monarquía
prusiana desapareciera en la "hedionda agitación revolucionaria que estaba sumiendo en
el caos al sur de Alemania".44 Bismarck aún no había oído cantar a ningún soldado
alemán ¿Was ist des Deutschen Vaterland? ("¿Qué es de la patria alemana?"). 44 Y
cuando un diputado liberal lo calificó de hijo pródigo de Alemania, Bismarck respondió:
"Mi casa paterna es Prusia, y yo ni la he abandonado ni la abandonaré jamás". 45 Poco
tiempo antes había afirmado que había que hablar al sentido común del hombre
prusiano, no a los corazones alemanes, enfocando así la cuestión desde la perspectiva de
la individualidad de Prusia y de belicismo en política interior, suponen la más dura
crítica a las aspiraciones alemanas de su tiempo.45 Por entonces Bismarck no tenía aún
conciencia de que la política prusiana era tan poco realista como la de los liberales. Él
quería establecer una unión íntima con Rusia, animado -como los Gerlach- en su fuero
interno por la convicción de la solidaridad conservadora de las grandes monarquías.44

A decir verdad, ya en 1849 hay una serie de indicios que dejan de traslucir la superación
por parte de Bismarck de sus rígidas ataduras a la política interior. En una carta dirigida
a su esposa afirmaba que la cuestión alemana se resolvería por medio de la diplomacia o
de las armas;46 en uno de sus discursos opinó que Federico II el Grande no había
fomentado la unificación política, sino "el rasgo más destacado del nacionalismo
prusiano: el militarismo".46

Él sabía que hoy, al igual que en los días de nuestros padrers, el sonido de la trompeta,
invitando a los prusianos a alistarse en los ejércitos de su soberano, conserva todos sus
atractivos para los oídos de las gentes de Prusia, ya que se trata de defender las propias
fronteras o de buscar gloria y la grandeza de Prusia.

Federico, tras haber roto con Fráncfort, pudo haber elegido unirse a su antiguo aliado,
Austria, y asumir así el brillante papel que desempeñó el emperador de Rusia, es decir,
aniquilar, aliado con Austria, al enemigo común, la revolución. También habría podido,
con el mismo derecho que ocupó Silesia, imponer a los alemanes, después de rechazar
la corona imperial que se le ofreció en Fráncfort, una determinada constitución, aun a
riesgo de desequilibrar con su espada el fiel de la balanza. Esto habría sido una política
nacional prusiana, que habría dado a Prusia (en el primer caso en colaboración con
Austria, y en el segundo por sí misma) el rango necesario para conseguir para Alemania

11
la autoridad que merece en Europa. Estas palabras preludiaban sin sombra de duda el
planteamiento político de problemas que predominarían luego en los años cincuenta. En
el mismo discurso llegó a afirmar que el "águila prusiana" debía extender sus "alas
protectoras y dominar el espacio desde el Niemen inferior hasta las Donnersberge".
Estas palabras constituyen el primer indicio de que Bismarck aspiraba a la hegemonía
de Prusia en el norte de Alemania. 47 Pero en conjunto, la posición de Bismarck no se
diferenciaba con nitidez de la que mantenían sus amigos más íntimos (Leopold von
Gerlach sobre todo): éstos no querían restingirse exclusivamente al gran rey prusiano y
se esforzaban por evitar una lucha con Austria en interés de los objetivos comunes de
política interior de ambas potencias.

A este respecto, Bismarck defendió, el 3 de diciembre de 1850, el tratado preliminar de


Olmütz (firmado el mes anterior),47 por el cual Prusia renunciaba a su política de
unificación y llegaba a un acuerdo con Austria, cediendo a las presiones de Rusia. El
hecho supuso una seria derrota para la política prusiana. A pesar de todo, Bismarck
defendió con habilidad y brillantez el acuerdo en el famoso discurso pronunciado ante la
segunda Cámara, de lo que quizá se puede deducir no era plenamente consciente de que,
desde una perspectiva imperialista, tal suceso significaba una derrota para el Estado
prusiano. Más tarde se justificaría aduciendo que en aquella época el ejército prusiano
no estaba en condiciones de afrontar una guerra. Sin embargo, la verdadera razón de la
actitud de Bismarck fue muy otra: por entonces estaba absorbido e influenciado por
plasmar la solidaridad en política interior contra "la democracia negra, roja y oro", y
dedicó todos sus esfuerzos a mantener la paz.47 La destitución de Radowitz le lleno de
júbilo. En las cartas que escribía a su esposa comparaba la patraña alemana y la cólera
hacia Austria. Creía que la paz también le interesaba a "nuestro partido". Los ejércitos
conservadores no debían aniquilarse entre sí; según él, no era honorable "condenar con
la palabra el camino de la revolución y, sin embargo, seguirlo en la práctica". 47 Prusia y
Austria, en pie de igualdad, debían reconciliarse entre sí a expensas de los estados más
pequeños.

A pesar de las poderosas ataduras que la política interior le imponía a su concepción de


la política exterior, el discurso contiene formulaciones divergentes con las teorías sobre
política exterior de sus amigos conservadores:

La única base sana de un gran Estado -que marca demás diferencias esenciales con los estados
menores- es el egoísmo estatal y no el romanticismo; no es, por tanto, digno de un Estado
poderoso luchar por una causa distinta a sus propios intereses. 48

Para un estadista es muy fácil llamar a la guerra, pronunciar discursos enardecidos y


"confiar al mosquetero, que se desangra sobre la nieve, la obtención o no de la victoria y
la gloria para su sistema. Sí, nada más fácil para el estadista, pero ¡ay de aquel que en
estos tiempos no halle motivos plausibles para emprender una guerra". 49 Bismarck se
oponía a la calificación de Austria como país extranjero, 49 y de hecho llamaba a su
monarca heredero de una larga serie de emperadores alemanes.

Extraña modestia la que nos obliga a no considerar a Austria una potencia alemana. La única
razón que se me ocurre es que Austria tiene suerte de dominar zonas extranjeras que en la
antigüedad fueron sometidas por las armas alemanas. 50

Esta declaración de Bismarck se ha interpretado, erróneamente, en sentido


pangermanista;51 sin embargo, su concepción estaba en clara oposición a la situación

12
entonces imperante: Austria era un Estado cuyo rasgo fundamental no era el estar
habitada por población alemana, sino su carácter de gran potencia que había blandido a
menudo y con éxito la espada alemana.49

Esta serie de ideas, sin embargo, permanecían aún englobadas dentro de la espinosa
cuestión de la política interior. El honor prusiano pasaba por rehusar cualquier tipo de
unión contra natura con la democracia. Austria y Prusia eran las dos potencias
protectoras, con iguales derechos, de Alemania. Bismarck todavía creía por entonces en
la auténtica igualdad de ambas potencias y estaba dispuesto a conseguirla de facto a
costa de los estados alemanes más pequeños.49 Cuando poco después fue nombrado
embajador del Parlamento de Fráncfort, acudió allí considerándose amigo de Austria. Ya
en 1849 había arrendado su patrimonio familiar y ya se había trasladado a Berlín. Así
pues, al llegar la tormentosa época revolucionaria, Bismarck había renunciado a su
profesión de hidalgo campesino.49

Embajador en Fráncfort, San Petersburgo y París (1851 – 1862)[editar ·


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Bundestag en Fráncfort[editar · editar fuente]

El Palacio de Thurn und Taxis en Fráncfort del Meno, sede del Bundestag donde
Bismarck participó durante su vista a Fráncfort, lugar donde también tuvo muchas
"críticas problemáticas" que harían más tarde que se retirara del lugar y viajara a San
Petersburgo.52

En 1851 Bismarck se convirtió en embajador ante la Dieta de Fráncfort;52 en ese


momento era el cargo más relevante de la diplomacia prusiana, y así lo reconoció el
mismo Bismarck. El nombramiento de una persona carente de preparación en el terreno
diplomático para ocupar semejante puesto constituía un hecho extraordinario. n. 2 La
propuesta había partido de Leopold von Gerlach, que veía en Bismarck el eterno
luchador contrarrevolucionario aliado con Austria. Bismarck marchó a Fráncfort, según
sus propias palabras, en estado de "virginidad política".52

Durante los primeros momentos, sus ideas sobre política interior permanecieron
invariables con respecto a las que había mantenido en la época de 1848.52 Hasta 1852
siguió perteneciendo a la segunda Cámara prusiana, y en ella desarrolló una lucha
radical y muy personal. Ese mismo año una discusión política con el destacado liberal
Von Vincke desembocó incluso en un duelo sin consecuencias. Como en el pasado,
Bismarck se declaraba partidario de los Junkersn. 3 y criticaba el sistema constitucional;
es más: en una ocasión llegó a decir que el pueblo prusiano haría volver al redil de la

13
obediencia a las grandes ciudades, "aunque para ello tuviera que borrarlas del mapa". 52
Estas palabras le valieron el calificativo de "aniquilador de ciudades". 53 Por otro lado,
condenaba sin cesar el absolutismo, equiparándolo a la burocracia liberal. Al recibir su
nombramiento de embajador en Fráncfort, Bismarck llegó a burlarse de sí mismo
afirmando: "Mi conversión en consejero privado es una ironía con la que Dios me
castiga por haber hablado mal de los consejeros privados".52

El príncipe Klemens von Metternich, que se vio obligado a dimitir como canciller
austríaco en 1848. Poco después fue visitado por Bismarck en Fráncfort como parte de
su "nombramiento en el Bundestag" llegando a tomar distintos acuerdos políticos y
diplomáticos como lo haría más tarde con Napoleón III. Sin embargo, algunas veces
también lo hizo por motivo de aburrimiento.54

A su llegada a Fráncfort, Bismarck creía en la igualdad de derechos entre Austria y


Prusia. Desde la época de los Hohenstaufen nunca había gozado Alemania de tanto
prestigio. Pero este juicio no tardaría en modificarse, a consecuencia de la asistencia a
las sesiones del Bundestag: en él las discusiones versaban sobre temas intrascendentes,
y Bismarck hablaba de la charlanatería y presunción de sus inteligentísimos miembros,
que todo lo reducían a agua de borrajas; criticaba la vida social de Fráncfort, la afición
desmedida de los diplomáticos por el baile y los rasgos burgueses de la sociedad de
aquella ciudad. Bismarck se veía obligado a bailar el rigodón con las esposas de sus
proveedores, pero al menos "la gentileza de tales damas me hacía olvidar la amargura
por las desorbitadas facturas y malos géneros que me proporcionaban sus maridos". 54
Era el típico orgullo del Junker frente a la sociedad burguesa de una antigua ciudad
imperial carente de nobleza cortesana. A pesar de todo, al principio Bismarck se sentía
muy a gusto, hasta el punto de confesar a Gerlach en una carta que "en Fráncfort vivía
como Dios".55

El problema fundamental para el nuevo embajador lo constituyó la actitud a adoptar


frente a Austria, fruto en buena parte del representante de Prusia ante el Bundestag.55
Antes de 1848, Austria había evitado vencer por la fuerza de los votos a la segunda gran
potencia alemana, a pesar de que durante la época de Metternich la superioridad de
Austria era, en este terreno, indiscutible. Al iniciarse su estancia en Fráncfort del Meno,

14
Bismarck había visitado al ex canciller Metternich en su palacio de Johannisberg;55 al
parecer, ambos estadistas se entendieron a las mil maravillas. Metternich censuraba
también la actitud de su sucesor, Schwarzenberg, que recalcaba la supremacía austríaca.
A partir de 1848, tras la elección del emperador, los políticos austríacos veían en Prusia
a un rival y deseaban relegarla a un segundo plano. Bismarck pronto alzó su voz contra
el desconsiderado gobierno de la mayoría, que acabaría por arruinar la Confederación.
Se daba cuenta de que, contrariamente a sus propias ideas, Austria no tenía intención de
reconocer la igualdad de derechos de Prusia, de modo que el primer objetivo de
Bismarck en Fráncfort se centró en batallar por la igualdad, utilizando todos los medios
a su alcance.56 A raíz de este comportamiento el embajador ruso comparó la actuación
de Bismarck con la de los estudiantes. Para sus colegas, la rudeza de métodos del joven
embajador prusiano evidenciaba una falta de auténtica educación diplomática. Bismarck
abogó por la igualdad ante el ministro plenipotenciario de Austria conde Thun, en
ocasiones empleando medios visiblemente drásticos.

En el fondo, el motor de la actividad de Bismarck en el Bundestag fue la lucha por la


igualdad y no la preparación del terreno para dirimir la hegemonía en Alemania. A
finales de noviembre, las diferencias entre Thun y Bismarck se habían ahondado, y el
segundo informaba a Berlín:

Thun hablaba y hablaba dejando traslucir su fanatismo pangermanista; yo aducía que la


existencia de Prusia, y más después de la reforma, era un factum ciertamente fastidioso, pero
también inmodificable; argumenté que teníamos que partir de hechos y no de ideales, y le rogué
que meditara si los resultados que Prusia iba a alcanzar por caminos tortuoso podrían compensar
las ventajas de la alianza prusiana; porque una Prusia que -con su propias palabras- "renunciaba
a la herencia de Federico el Grande", para entregarse de lleno a su verdadero destino
providencial de chambelán del imperio, no perjudicaría en Europa, y antes de aconsejar yo a mi
país una política semejante, la cuestión tendría que dirimirse por la fuerzas de las armas. 56

Thun comparó a Prusia con un hombre al que le hubiera tocado el primer premio de la
lotería y pretendiese que el acontecimiento se repitiese cada año. Bismarck respondió
que si así pensaba Viena, Prusia tendría que volver a jugar a la lotería. 56 Fue ésta la
primera vez que Bismarck barajó la posibilidad de una confrontación con Austria, pese a
ser consciente de que reinando Federico Guillermo IV esa política era descabellada.
Quizá lo que más le molestó de las palabras de Thun fue advertir que escondían, en el
fondo, una gran verdad. En años posteriores aplicaría a veces a Prusia la cita de Goethe:
"Hemos venido a menos sin apenas darnos cuenta".57

En aquella época, Bismarck ni quiso ni contribuyó a la ruptura con Austria. La postura


de dicha nación se debía, según él, a su propia situación interna. Sin embargo, no tardó
en darse cuenta de que la federación era un simple freno para la política prusiana y en
consecuencia comenzó a recomendar una política de independencia. En una carta a su
hermana escribía que el famoso lied de Heine:

O Bund, du Hund, du bist nicht gesund!57 ¡Ay! Confederación, perra, estás enferma!

Pronto se convertiría por decisión unánime de los alemanes en himno nacional.


Bismarck pensaba que las exigencias prusianas debían ser satisfechas mediante pactos
individuales "dentro del ámbito geográfico que la naturaleza nos ha destinado". 57 A
Gerlach le informó de las diferencias con Austria, "gracias a las cuales tarde o temprano
se irá a pique el carro de la Confederación, en el cual el caballo prusiano tira hacia

15
adelante mientras el austríaco lo hace hacia atrás".57 En este sentido, Bismarck obró con
absoluta coherencia: al negociar los derechos de la prensa, consiguió que no se
persiguieran los ataque a la estabilidad de la Federación. Con marcada ironía llegó a
afirmar que esas circunstancias a la prensa libre le entusiasmaban. Bismarck criticaba
con dureza el egoísmo político de los Estados alemanes que perseguían una política
alemana, buscando en realidad su propio interés. 58 Más tarde, siendo canciller del
imperio, se comportaría de modo similar y hablaría del abuso de la palabra de Europa
por parte de las grandes potencias.57 Bismarck fue siempre un abierto partidario de
defender los intereses del propio Estado, pero también es verdad que presupuso en los
demás la misma actitud.

Durante su estancia en Fráncfort, Bismarck desplegó una frenética actividad


informativa, que abarca desde escritos oficiales hasta citas privadas. Con toda seguridad
no debió de ser un oponente fácil para los austríacos, y por los informes de éstos se sabe
que sus manifestaciones no siempre coincidían en el tono con las informaciones que,
como embajador, enviaba a sus superiores. La postura de Bismarck era muy sincera y
veraz,59 pero ya entonces desconcertaba a sus interlocutores precisamente por su
expresiva franqueza. El estadista inglés Disraeli avisó en cierta ocasión: "cuidado con
ese hombre, porque quiere poner en cierta práctica lo que dice".57 El propio Bismarck se
quejó una vez de lo dificultoso que resultaba convercer a los austríacos de la falsedad de
la teoría (basada en tradiciones ya obsoletas) de la mentira como factor consustancial a
la diplomacia.

Grabado de la Guerra de Crimea, entre el Imperio ruso dirigido por los Romanov y la
alianza del Reino Unido, Francia, el Imperio otomano (al que apoyaban para evitar su
hundimiento y el excesivo crecimiento de Rusia) y el Reino de Piamonte y Cerdeña, que
se desarrolló entre 1853 a 1856. Éste conflicto para Bismarck despertó una gran
preocupación ya que no quería que Alemania, y sobre todo, Prusia, cargaran ninguna
acción que se lamentaría el país contra el Imperio Ruso.60

Durante su etapa de Fráncfort, Bismarck sabía que su marcado "prusianismo" no


hallaría eco alguno en Federico Gullermo IV, así como que tampoco sería ministro
durante su reinado. Posteriormente diría que dicho monarca le había exigido una
obediencia ciega: "Veía en mí un huevo que él mismo había puesto y que empollaba, de
modo que a la hora de las diferencias, pensaba siempre que el huevo quería ser más listo
que la gallina".61 En otro pasaje escribe: "¡Ay!¡Ojalá pudiera uno obrar según su libre
albedrío! Sin embargo, heme aquí malgastando mis fuerzas a las órdenes de un señor al
que sólo cabe obedecer acudiendo a la religión". 60 Este estado de ánimo explica también

16
por las preocupaciones que suscitaba en Bismarck la política prusiana durante la guerra
de Crimea.60 Bismarck abogó con firmeza para que su país no emprendiera acción
alguna contra Rusia:

Me produciría una profunda inquietud que, ante la posible tormenta, buscásemos protección
acoplando nuestra hermosa y marinera fragata al viejo y carcomido esquifre de Austria.
Nosotros somos mejores nadadores que ellos y además un aliado muy deseable para
cualquiera.60

Las grandes crisis generaban la borrasca que impulsaba el auge de Prusia.

Durante la guerra de Crimea, los representantes de los Estados centrales en el


Bundestag coincidían con la política emprendida por Bismarck de no dejarse arrastrar
por Austria a un conflicto. De cualquier forma, en Bismarck esta perspectiva confluía
con su deseo de desvincularse de Rusia y Austria, que antes de la guerra de Crimea
socavaban la posición de Prusia. Bismarck esperaba una agudización de la oposición
entre Austria y Rusia, hecho que constituía un requisito previo para que Bismarck
lograra los éxitos políticos en la fase de creación del imperio. Ya que durante la guerra
de Crimea trabajó con todas sus fuerzas para que Prusia no se enfrentara con Rusia.60

Dentro de ese contexto, Bismarck no se cansaba de atacar el blando romanticismo


político de Federico Guillermo IV, al mismo tiempo que acentuaba su oposición a los
gobernantes austríacos de su tiempo.60 Cuando al finalizar el conflicto de Crimea, Prusia
no fue invitada a la Conferencia de París, Bismarck montó en cólera y comparó su
estado de ánimo con el de la primavera de 1848.60 Poco después avisó en un amplio
informe de que Austria era el único estado ante el que Prusia podría sufrir una derrota o
una victoria duraderas.n. 4

Carlos Luis Napoleón Bonaparte (París, 20 de abril de 1808 – Inglaterra, 9 de enero de


1873), también conocido como Napoleón III, mantuvo contacto con el estadista
Bismarck durante la estancia de éste en Fráncfort viajando a París. Bismarck se
entrevistó más de dos veces con el monarca francés manteniendo contacto político y
diplomático en Francia. Esto provocó el enojo de Gerlach lo que condujo a una disputa
sobre las directrices políticas que determinarían la situación interna. Aun así, Bismarck
mantuvo su punto de vista neutral sobre Napoleón III argumentando que era más
anodino y banal de lo que el mundo pensaba, contrario a lo que Gerlach suponía.62 63

17
En realidad Bismarck no deseaba por entonces provocar guerra alguna, sobre todo
porque sabía que eso era imposible reinando Federico Guillermo IV. No obstante, era
plenamente consciente de que alguna vez habría que afrontar ese combate generado por
los problemas del dualismo alemán, y por eso las palabras de Bismarck 64 no hablan de la
desaparición de la regulación del dualismo alemán, al contrario que otras
interpretaciones erróneas. En una carta dirigida a su amigo Gerlach, Bismarck exige una
delimitación de las esferas de influencia en Alemania con una línea de demarcación
geográfica o política.62 Así al menos una guerra como la de los siete años aclararía las
relaciones entre Prusia y Austria.

La Austria amiga había devenido en el incondicional enemigo Habsburgo, por lo que se


estaba perdiendo la esperanza de que la situación cambiara con una política interior
austríaca distinta. Prusia seguiría siendo siempre lo "suficientemente poderosa como
para dejarle a Austria la libertad de movimientos que ambiciona. Nuestra política no
tiene otro campo de maniobras que Alemania[...] Nosotros nos quitamos el uno al otro
de la boca el aire que respiramos, uno tiene que retroceder, ya sea voluntariamente u
obligado por otro".62 De todos modos, estas palabras no quieren decir que Bismarck se
aventurara por el camino que iniciaría más tarde, en 1866. La expresión del dualismo
milenario, vaga e imprecisa y retrotraída demasiado atrás en el tiempo, emana del
contraste entre la Alemania del norte y la del sur, entre la protestante y la católica.
Bismarck no pretendía eliminar el dualismo, sino poner en hora el reloj del progreso.63 A
este respecto, Bismarck era consciente de que la Alemania del norte era una zona de
influencia de Prusia. Esta nación no estaba todavía fijada, y así lo demostraba una
simple ojeada al mapa. En esta situación, Bismarck pensó incluso en establecer
contactos políticos con la Francia de Napoleón III. Otras potencias creían que Prusia y
Francia no podrían converger jamás, y esto debilitaba la posición de Prusia. Bismarck
visitó dos veces París desde Fráncfort para entrevistarse con Napoleón, y tuvo la
impresión -justa por lo demás- de que el sobrino del gran Napoleón era más anodino y
banal de lo que el mundo suponía.62 63

Los contactos de Bismarck con Napoleón provocaron una famosa disputa con Gerlach
sobre unas directrices políticas determinadas por la situación interna. Para Gerlach,
Napoleón representaba el fermento revolucionario y en consecuencia cualquier tipo de
negociación con él suponía una acción diabólica. Al revés que su amigo Bismarck,
Gerlach pensaba que las convicciones sobre política interior carecían de relevancia en el
campo de la política exterior. De Francia únicamente le interesaba su reacción frente a
Prusia.

Por lo que a personas y potencias extranjeras concierne, yo no puedo justificar las simpatías o
antipatías, ni admito las de los demás, porque no me lo permite el sentido del deber en el
servicio exterior de mi país. De ahí arranca el embrión de la infidelidad hacia el señor o el país
al que se sirve.

Gerlach65

Gerlach se defendía así de la acusación bonapartista. Él era prusiano y en política


exterior su ideal se basaba en una absoluta carencia de prejuicios, en la independencia a
la hora de enjuiciar la aversión o predilección por Estados extranjeros. Napoleón no era
el representante exclusivo de la revolución, pues por doquier surgían individuos que
hundían firmemente sus raíces en el sustrato revolucionario.

18
Muchas de las concepciones que usted menciona en su carta están ya periclitadas, y sin embargo
nos hemos acostumbrado a ellas; el hecho no debe maravillarnos, al igual que tampoco nos
maravilla esa serie de prodigios durante las veinticuatro horas del día; debemos impedir, en
consecuencia, la aplicación del concepto de "prodigio" a fenómenos que en sí no son más
asombrosos que el nacimiento y la vida cotidiana del hombre.

Bismarck66

Con esta argumentación Bismarck rompe con la ideología en el fondo determinista de


su amigo Gerlach y, por ende, con la del monarca prusiano: "Debemos gobernar
ateniéndonos a la realidad y no a la ficción". 66 n. 5 En su transcurso, Bismarck no abjuró
de su concepción del mundo monárquico-conservadora y protestante, aunque se negó en
redondo a cimentar en ella una política exterior muy limitada en el plano teórico. 63 66
Sus ideas sobre la política exterior sufrieron una evolución -no siempre tenida en
cuenta- que por entonces se imponía ya por toda Europa. Hasta Rusia abandonó la
política de principios que había desembocado en su alianza con Austria.

Anton von Prokesch-Osten (10 de diciembre de 1795 en Graz, † 26 de octubre de 1876


en Viena) fue uno de los grandes rivales de Bismarck, Prokesch reafirmó lo dicho por
Rechberg de que Bismarck nunca estaba dispuesto a someterse en los dictados más altos
del gobierno conservador: "A un ángel que bajase del cielo le impediría el paso si no
portara una escarapela prusiana; sin embargo, y muy a su pesar, le tendería la mano al
mismo diablo si éste fuese capaz de procurar un pueblo alemán al Estado prusiano".66

Bismarck no abrigó, en ningún momento de la disputa, la intención de romper con


Gerlach,66 y de hecho en una de sus cartas le confesaba que estaba dispuesto a transigir
y reparar la injusticia, si le demostraba que su posición era equivocada. 63 n. 6 Gerlach
opinaba, sin embargo, que el talante abierto de su oponente era pura retórica; el
comportamiento de Bismarck en Fráncfort y sus consejos a Berlín adquirían
paulatinamente tintes más enérgicos;66 llegó a rechazar de manera tajante una
convergencia tácita con Austria. Un representante de esta última potencia calificó una

19
de sus conversaciones con Bismarck con los adjetivos "miserable y apenas creíble". 66 El
conde Rechberg, interlocutor austríaco de Bismarck, afirmaba en 1862:

Si el señor Bismarck fuera ducho en las lides diplomáticas, sería uno de los grandes estadistas
de Alemania, si no el primero; es valiente, firme, ambicioso, fogoso, pero incapaz de sacrificar
sus ideas preconcebidas, sus prejuicios o sus ideas partidarias a cualquier principio de orden
superior; carece por completo de mentalidad política práctica. Él es un hombre de partido en el
más estricto sentido de la palabra.63

Rechberg ya no se recataba en afirmar que Bismarck no parecía dispuesto a someterse a


los dictados superiores de una política gubernamental conservadora: Prokesch, otro de
los oponentes de Bismarck lo reafirmaría más adelante, en Fráncfort, con mayor
contundencia. Prokesch, por tanto, percibía con claridad meridiana la esencia prusiana,
el prusianismo subyacente a la actitud de Bismarck, cosa que este último nunca negó;
criticó además con dureza el engaño mutuo de la gente merced a la "mentira
sistematiza" que facultaba a cualquiera para hablar de sacrificarse en pro de Alemania
en vez de reconocer la persecución del propio interés.

Al concluir la guerra de Crimea, Austria quedó bastante aislada en el exterior. La Santa


Alianza -y así lo constató Bismarck con aire satisfecho- había muerto.67 De todos
modos, dos hechos coartaban la libertad de acción de Prusia: la enfermedad del rey
Federico Guillermo IV y el no establecimiento de la regencia hasta 1858, que
proporcionaría al futuro rey Guillermo la libertad de acción política. La nueva
orientación, que en principio abrigaba el príncipe regente, restó a Bismarck apoyos en
Berlín.67 El regente habló del futuro canciller con escasa simpatía, y su esposa Augusta
lo odiaba desde 1848. El programa de las conquistas morales de Prusia en Alemania
estaba en franca oposición al tono utilizado por Bismrck en Fráncfort. A pesar de todo,
este último intentó ejercer una constante influencia en Berlín para conseguir sus
objetivos políticos,63 67 y entre otros asuntos insitió en que Prusia, si mostraba una
actitud liberal, podría fijarse metas tan amplias que Austria sería incapaz de aceptar; no
obstante, se guardaría muy mucho de provocar a Prusia con métodos propagandísticos
liberalizadores para ganarse así las simpatías nacionales de Alemania. 63 A Prusia no le
costaría grandes esfuerzos neutralizar a Austria en este terreno.

La Santa Alianza fue una unión realizada entre el emperador Francisco I de Austria, el
rey Federico Guillermo III de Prusia, y el zar Alejandro I de Rusia el 26 de septiembre
de 1815. Aunque se trataba de un acto de naturaleza política, con el caudillismo, el
contenido del pacto era fundamentalmente religioso. Los tres monarcas declararon su
firme resolución de utilizar como única regla de su gobierno, tanto en asuntos internos

20
como externos, los principios de la religión cristiana: justicia, amor y paz. Como
consecuencia, los gobernantes declararon su mutua fraternidad, por medio de la cual, no
solamente se apoyarían entre sí, sino que se abstendrían de guerrear, y guiarían sus
asuntos y sus ejércitos en la misma forma. Sin embargo, tras la guerra de Crimea, según
palabras de Bismarck, la alianza desapareció.67

A finales de marzo de 1858, Bismarck presentó al príncipe Guillermo un extenso


memorándum conocido como el "Librito del señor Bismarck",67 que no debió de
impresionar demasiado al regente, en el improbable caso de que llegara a leer sus
prolijos argumentos. El memorándum revelaba con especial claridad la concisión
expresiva de Bismarck, su aptitud para las metáforas y comparaciones certeras y su
estilo depurado.63 Para Bismarck, la identificación entre el Bundestag y Alemania era
una pura ficción:

Los intereses de Prusia coinciden por entero con los de la mayoría de los países pertenecientes a
la Confederación, excepto Austria, y no con los de los gobiernos de dichos países, y nada más
alemán que el desarrollo de los intereses particulares de Prusia bien entendidos. 67

Exigía la independencia de la política prusiana y aventuró la idea de utilizar las


instituciones liberales en favor de Prusia y contra Austria y la Confederación. 63 En
marzo de 1859 afirmó, en el curso de una conversación, que el pueblo alemán era el
mejor aliado de Prusia;67 Bismarck quería negociar con los estados alemanes al margen
de la Confederación, igual que ocurrió otrora con la Unión Aduanera Alemana.68 Más
tarde exigió al primer ministro de Prusia que expusiera a la luz del sol, para que la gente
conociera, las plantas del invernadero de la política de la Confederación; manifestó
incluso que hasta en la cuestión de Schleswig-Holstein cabría adoptar una actitud más
acorde con la idiosincrasia nacional.68

Dado que el regente pretendía una política de buenas relaciones con Austria, tales
sugerencias cayeron en saco roto en Berlín. Desde la formación del gabinete de la nueva
era la posición de Bismarck en Berlín se había debilitado. Su comportamiento en
Fráncfort le había granjeado el odio de los políticos austríacos y de los Estados
centrales. Su táctica chocaba frontalmente con el intento regente de efectuar conquistas
morales en Alemania. Por entonces, Bismarck no gozaba prácticamente de ninguna
simpatía entre los representantes de los demás Estados alemanes. Al fin, la influencia de
la diplomacia austríaca logró el traslado del incómodo embajador ante el Bundestag,
hecho que Bismarck juzgó una derrota de su propia política. 63 69 A pesar de que se le
nombraba embajador en San Petersburgo, considerado el cargo más relevante de la
diplomacia prusiana, Bismarck no habló de que querían silenciarlo junto al Neva.63 El
ausnto fue, para él, una puñalada trapera; 63 de hecho el embajador austríaco en Berlín se
enteró del traslado antes que el propio interesado. 69 Bismarck consideró este hecho, muy
acertadamente, como una victoria de la política de Austria, pues lo arrancaba de su
verdadera tarea. En la sesión de despedida de la Dieta de Fráncfort, Bismarck renunció a
las habituales observaciones fraseológicas características de tales ocasiones,63 con lo que
el embajador presidencial austríaco no pudo pronunciar su proyectado discurso de
despedida a Bismarck.69

Este, durante sus últimos días de estancia en Fráncfort , se reunió a menudo con el
embajador italiano,69 hecho que provocó una enorme inquietud ante la guerra que se

21
avecinaba entre Austria por un lado y Francia e Italia por el otro. En mayo de 1859,
Bismarck escribía al edecán del regente:

Dada la situación actual, tenemos de nuevo seguro el primer premio, si dejamos que Austria y
Francia se desgasten en la guerra y luego nos encaminamos al sur con todas nuestras tropas,
arrancamos los postes fronterizos y los clavamos de nuevo en el lago de Constanza o bien en la
zona donde cesa el predominio del protestantismo.69

Según él, los habitantes de tales territorios se pondrían de buen grado al lado de Prusia
antes que a favor de sus gobiernos anteriores, máxime si el regente cambiaba la
denominación de reino de Prusia por el de reino de Alemania. En este aspecto Bismarck
subvaloraba las fuerzas antagónicas de los territorios protestantes y limitaba su plan de
trasladar las fronteras respetando el sur católico. 63 69 Si Baviera resultaba un pez
demasiado gordo para ese anzuelo, podía dejársela salir. En resumen: en aquella época,
Bismarck, al igual que Ferdinand Lassalle, deseaba aprovechar la guerra entre Francia y
Austria como arma arrojadiza contra la potencia de los Habsburgo.63 Anteriormente,
Bismarck ya había dejado dicho que las grandes crisis generaban el clima propicio para
que Prusia emprendiera una política expansionista.69 A pesar de todo, Bismarck, de
haber dirigido los rumbos exteriores de su país, difícilmente hubiera seguido la política
expuesta en esa carta privada. Por otro lado, la misiva revela sin ambages su meta final,
panprusiana y protestante.63 70 Bismarck no aspiraba en absoluto a fijar las fronteras de
un Estado alemán reducido. Incluso en 1866 la limitación del expansionismo prusiano al
norte de Alemania y a la zona de predominio protestante habrían de desempeñar un
papel de primera magnitud. A pesar de todo, la carta refleja fielmente la evolución de
Bismarck, que de aliado de Austria pasa a ser su más enconado opositor y muestra al
mismo tiempo la superación de cualquier política expancionista rígida y cerrada en sí
misma.70 La advertencia de no colocarse frente a Rusia, ya no merecía crédito en el
interior. No obstante, en el plano político, la evolución personal de Bismarck se
enriquecería con nuevas experiencias fuera del reducido escenario de Fráncfort del
Meno , y sería consecuencia directa de su nombramiento como embajador de Prusia
ante la corte de San Petersburgo.63 n. 7

Embajador en San Petersburgo[editar · editar fuente]

San Petersburgo durante la estancia de Otto von Bismarck

22
San Petersburgo (en ruso: Санкт-Петербург, AFI: [sankt pʲɪtʲɪrˈburk], Sankt Peterburg)
fue la segunda ciudad visitada por Otto von Bismarck durante su trabajo como
embajador de Prusia70 (que en ese tiempo era un cargo, para el pueblo prusiano, de alta
talla).71 72 Durante su visita a San Petersburgo, a Bismarck, le impresionó la ciudad
debido a su gran mano de obra, su sociedad, su economía, su cultura y sobre todo su
milicia (durante el siglo XIX, el poder ruso era uno de los más ejemplares junto con el
Reino Unido).70 Sin embargo, durante su estancia como embajador en San Petersburgo,
Bismarck estuvo en capítulos de enfermedades muy graves las cuales afectaron su salud
significativamente. En marzo de 1862, por orden del rey Guillermo, Bismarck abandonó
San Petersburgo y se le ordenó trasladarse en abril a París donde debería continuar su
trabajo como embajador del pueblo prusiano, no obstante, más que trabajo, los meses
siguientes en París fueron como vacaciones para el estadista alemán que procuraba ser
Ministro de Alemania.73

Bismarck llegó a San Petersburgo a fines de marzo del año 1859. La ciudad en un
principio le causó una impresión muy grata: "Lo único que me saca de quicio es no
poder fumar por la calle".70 71 n. 8 En San Petersburgo, Bismarck fue recibido por la
familia real con los brazos abiertos.70 Una larga enfermedad interrumpió sus
actividades.71 Además permaneció fuera de dicha ciudad, concretamente en Berlín,
durante casi un año esperando su nombramiento como ministro.

En los primeros meses de estancia en San Petersburgo, Bismarck, al igual que había
durante la guerra de Crimea, centró todos sus esfuerzos en impedir una intervención de
Prusia en favor de Austria,70 71 consiente de que Rusia no lo toleraría. Prusia, pensaba,
no era lo bastante rica como para agotar sus recursos en guerras "que en nada nos
benefician".63 71 Hablaba también de la posibilidad de aprovechar la situación creada
para desgajarse de la Confederación:

A mi entender, las relaciones de Prusia con la Confederación constituyen una lacra para nuestro
país, que tarde o temprano tendremos que curar ferro et igni, si no aprovechamos la estación
propicia para emprender el tratamiento oportuno. 70

23
Bismarck predicaba el apartamiento del Bundestag, dominado por Austria y los Estados
centrales, pero por otro lado aceptaba con resignación la política exterior de su país71 :

Seguiremos siendo una tabla a la deriva surcando nuestras propias aguas, empujada de un lado a
otro por vientos extranjeros, y ¡Qué vientos!: mezquinos y hediondos. 74

En aquella época, Bismarck se defendía de los continuos ataques que le dirigía la


prensa,74 recriminándole su mezquina concepción de la política exterior. A él, sin
embargo, le parecía honroso ser temido por los enemigos de Prusia, 63 y rechazaba el
reproche que le hacían de querer entregar a los franceses la orilla izquierda del Rin.71 En
una última polémica con Leopold von Gerlach, Bismarck justificó su juicio sobre
Napoleón III, aduciendo que no se le debía conceder demasiada importancia. para él, la
política prusiana debía atender a criterios de pragmatismo político.63 Cierto que no
deseaba una alianza con Francia, pero tampoco había que desechar esa posibilidad,
"pues no se puede jugar al ajedrez cuando a uno le han prohibido de antemano 16 de las
64 casillas".74 Creía útil para la política prusiana la creación de un Estado italiano,
sustentando así una opinión antagónica a la de sus amigos conservadores. En diciembre
de 1860 escribía al ministro:

Por lo que respecta a la política interior de mi país, soy, por convicción y por pragmatismo,
amén de por costumbre, tan conservador como me permite mi monarca y dueño y señor, y sería
capaz de ir hasta la Vendée incluso por un rey con cuya política estuviese en desacuerdo; pero
sólo por mi rey. Sin embargo, en lo concerniente a las relaciones con los demás países, yo no
reconozco compromiso alguno basado en los principios; yo contemplo su política únicamente a
la luz de la utilidad que tiene para mi país.75

En septiembre de 1861, Bismarck criticó la visión negativista que ofrecía el programa


político del partido conservador,76 pues se limitaba a decir qué no era lo que no quería.
En su opinión,63 la idea de solidaridad entre los intereses conservadores constituía una
peligrosa ficción; atacó la "patraña de la soberanía" de los príncipoes alemanes y
defendió ciertas instituciones comunes.76 "Además, no entiendo por qué retrocedemos
como comadrejas ante la idea de que exista una representación popular, ya sea en el
seno de la Confederación, o en un Parlamento de la Unión Aduanera". 76 Con esta idea
de la representación popular, Bismarck pretendía atemorizar a los gobiernos de los
restantes Estados alemanes y al mismo tiempo confluir con esa poderosa corriente de la
época que fomentaba los sentimientos nacionalistas.76 Fue él el primero en expresar la
idea de unificar Alemania,76 excluyendo a Austria, y esbozó un intento de solución del
problema con la ayuda de una Asamblea Nacional.76 n. 9 Bismarck, por tanto, pensaba en
que Prusia podría negociar con los restantes Estados al margen y aun en contra de los
deseos de la Dieta de Fráncfort.

Mientras en la época de la revolución Bismarck recalcaba su acentuado prusianismo,


ahora, en sus formulaciones, se identifican el interés de Alemania y el de Prusia. Ya en
el verano de 1860 afirmaba:

El caso es que a la larga sólo tenemos un punto de apoyo seguro [...] el vigor nacionalista del
pueblo alemán, y así será mientras éste considere al ejército prusiano su paladín y su esperanza
de futuro y no vea que entramos en guerra para favorecer a otras dinastías que las de los
Hohenzollern.76

24
En marzo de 1861 manifestó que la monarquía de los Habsburgo debía trasladar su
centro de gravedad a Hungría.71

Todos estos proyectos e insinuaciones políticas surgieron en un momento histórico en


que Prusia tenía dificultades crecientes en el interior. El conflicto constitucional prendió
con la cuestión de la reforma del ejército, de la que el regente había hecho un asunto
personal. Von Roon, ministro de guerra y contrario a los liberales en la nueva era,
defendió el nombramiento de Bismarck como ministro.76 El regente, no obstante, se
resistía a dar ese paso, pues recelaba de Bismarck: "Me consideraba más fanático de lo
que era en realidad".76 Además, por entonces, Bismarck, pese a su ideología
conservadora, se había propuesto, en aras de la política alemana, no agudizar la
oposición a los liberales y tenía sus dudas sobre la oportunidad del deseo del rey de
recibir en Königsberg el juramento de fidelidad,77 idea que horrorizaba a los liberales.
Bismarck pensaba que la corona sólo podría evitar los conflictos internos propiciando
una evolución de la política exterior.

La falta de experiencia política ha contribuido poderosamente a la tendencia actual de examinar


con lupa los asuntos más nimios: desde hace catorce años hemos inculcado a la nación el gusto
por la política, pero no hemos satisfecho su apetito y ahora busca alimentos en las alcantarillas.
Somos casi tan frívolos como los franceses; estamos convencidos de nuestro prestigio en el
exterior, y sin embargo toleramos muchísimas cosas en el interior. 77

Bismarck recomendaba con ahínco una política exterior más independiente cada día de
simpatías dinásticas.77 La oposición de la Cámara baja a la reforma militar desaparecía
de un plumazo si el monarca dejaba entrever qué utilizaría el ejército para apoyar la
política de unificación nacional. Este análisis captaba muy acertadamente la actitud de
la Dieta; por otro lado, Bismarck deseaba actuar con contundencia contra los diputados
de la oposición.77 En una carta a Roon vaticinaba que su nombramiento no tardaría en
demostrar que el rey estaba muy lejos de darse por vencido.

Quizás entonces al pasar revista el minsitro a un batallón preparado para la lucha produzca una
impresión que es impensable en la actualidad; es más: si antes se da la matraca con ruido de
sables y rumores de golpes de estado, mi vieja reputación brutal e irreflexivo me ayudará y to el
mundo pensará "Caramba, ya ha empezado el jaleo". Entonces no cabe duda de que el resto de
los Estados se avendrán a negociar.77 n. 10

En marzo de 1862 Bismarck recibió la orden de abandonar San petersburgo. No


obstante, el rey Guillermo no estaba aún decidido del todo a nombrarle ministro.77

Embajador en París[editar · editar fuente]

En abril de 1862 se trasladó a París como embajador de Prusia y allí permaneció hasta
septiembre de ese mismo año.77 Estos meses fueron más bien unas vacaciones, pues
Bismarck no tuvo demasiado trabajo.77 Aprovechando su visita a la Exposición
Internacional de Londres, entró en contacto con destacadas personalidades de la vida
inglesa.77 Al marchar a la capital francesa, Bismarck se fue solo, pues deducía de una
observación de su rey que su nombramiento ministerial estaba al caer. Acuciado por la
impaciencia, escribiía una carta tras otra a su patria, sobre todo a Roon, urgiéndole para
que se tomara la decisión que esperaba. A su mujer, sin embargo, que no deseaba en
absoluto que se le nombrase ministro, le confiaba que de llegar al cargo, duraría en él
muy pocos meses.78 En aquellos años, Bismarck no ambicionaba el cargo de ministro, y

25
de hecho insistió en varias ocasiones en que prefería la embajada, puesto que le parecía
un paraíso en comparación con el enloquecedor trabajo ministerial: "No obstante, si me
apuntan con una pistola pidiéndome que responda sí o no, tendría la sensación de
cometer cobardía si en la situación actual, tan intrincada y difícil, respondiera con un
"no".78 En París, la provisionalidad de la situación le desazonaba. Deseaba asumir sus
responsabilidades, pero también era consciente de las dificultades que entrañaba su
cometido y había decidido que sólo aceptaría el cargo de primer ministro contando con
el apoyo incondicional del rey.78

Desde su estancia en San Petersburgo, su estado de salud le causaba serias


preocupaciones.78 En la época de Fráncfort se quejaba de que su existencia transcurría
entre el despacho y las recepciones. "A menudo me invade una sensación de profunda
nostalgia cuando después de finalizar el trabajo oficial, cabalgo, solitario, por el bosque
y recuerdo la tranquilidad bucólica de mi vida pasada".78 A pesar de todo, en Fráncfort,
no se resintió su salud. Su labor en el Bundestag le dejaba tiempo suficiente para montar
a caballo y para nadar.78 En 1859, sin embargo, contrajo una grave enfermedad; durante
largo tiempo padeció sus secuelas, lamentándose por no restablecerse completamente. A
principios de 1862 -año en que fue nombrado primer ministro 78 - decía: "Tres años atrás
hubiera sido un ministro aceptable, pero hoy me veo como un artista de la equitación
enfermo y obligado a seguir con sus saltos".78 n. 11

Bismarck explicó entonces que tenía un temor reverencial a inmiscuirse en las


negociaciones sobre su futuro.78 Era al muy típico en él: estaba dividido en su interior y
jugaba siempre con varias posibilidades en orden a su destino tanto personal como
político. Bismarck mantuvo siempre la opinión de que ni siquiera un gran estadista
podía configurar la historia.78 Enjuiciaba con resginación sus propios actos y la situación
de su país.79 En noviembre de 1858 acariciaba la idea de retirarse a los "cañones de
Schönhausen", es decir, renunciar a la actividad política. 78 En los tiempos de la nueva
era la situación de su patria le desesperaba:

Pero Dios, que puede preservar y aniquilar a Prusia y al mundo, sabe por qué las cosas tienen
que ser así, de manera que no deseamos exasperarnos con el país que nos ha visto nacer ni con
su gobierno, por cuya iluminación rezamos[...] ¡SEA LO QUE DIOS QUIERA!, pues todo es
cuestión de tiempo, los pueblos y los hombres, la necedad y la sabiduría, la paz y la guerra, que
van y vienen como las olas mientras el mar permanece. A los ojos de Dios, ¿Qué son las
naciones y su poder y su gloria sino hormigueros y colmenas que aplasta la pezuña de un buey o
alcanza la habilidad disfrazada de apicultor? 80 n. 12

A pesar de sus ansias por servir a su país, Bismarck, a quien de entre las múltiples
condecoraciones sólo impresionaba la medalla de salvamento, carecía de cualquier
ambición o vanidad externa. Siempre fue de la opinión de que el individuo no podía
forjar el destino: "Sólo nos queda esperar hasta oír los ecos del paso de Dios a través de
los acontecimientos, y luego echar a correr hacia delante para asir la punta de su
túnica".80

Dentro del análisis global de Bismarck se debe considerar también su estrecha


vinculación con la naturaleza, su amor hacia las plantas y su alegría ante cualquier
paisaje hermosos. La infinidad de descripciones paisajísitcas que pueblan su
correspondencia demuestran su extraordinaria fuerza expresiva.80 Los informes de
Bismarck revelan a su autor como uno de los mejores prosistas en lengua alemana del
siglo XIX.80 Fue también un buen padre de familia, amoroso y comprensivo con sus

26
hijos; a su mujer intentó siempre consolarla por las obligaciones oficiales inherentes a
su cargo, que para ella, con toda seguridad, no debía de ser nada agradable. Johanna
esperó de muy mala gana la posibilidad de que su esposos se convirtiera en ministro. 80
De hecho, Bismarck comunicó a su esposa su nombramiento cuando ésta ya debía de
saberlo: "Te habrás enterado de nuestra desgracia en los periódicos". 80 Por otra parte,
semanas atrás Bismarck había convenido con Roon una clave para que el primero
regresara a Berlín al llegar la hora decisiva.80 Sin embargo, un viaje de vacaciones a
Biarritz le hizo olvidar por completo la política. 80 En dicha localidad pasó unos días
inolvidables en compañía del diplomático ruso príncipe Orlov y su joven esposa.81 En
carta a su hermana, Bismarck reconocía haberse enamorado un poco de la "bonita
princesa":81 "Tú sabes que esto me pasa en ocasiones, sin que haga daño a Johanna". 81 A
su esposa le escribió diciéndole que las vaciones habían acabado por restablecerle del
todo.80 Al igual que en el pasado había hecho en Aquisgrán, Bismarck prolongó motu
proprio su permiso y se olvidó del correo y de la prensa. 80 A su regreso a París encontró
un telegrama de Roon con la clave convenida:

Periculum in mora, dépêchez-vous.80 El retraso es peligroso, date prisa.

Causas al nombramiento como ministro[editar · editar fuente]

A la vista del rumbo que había tomado el conflicto consitucional, el rey se vio metido en
un aprieto. De haber existido otra solución, Guillermo I no había nombrado a Bismarck
primer ministro. Las reflexiones históricas posteriores nos han hecho olvidar a menudo
que en el momento del nombramiento todo parecía indicar que el poderío de la corona
prusia, lejos de ascender, declinaba. Desde la muerte de Federico el Grande, ningún
gran rey había ocupado el trono de Prusia. La simpatía que desprende la sencilla
personalidad de Guillermo I no debió encubrir el hecho de que como regente y como
monarca había llevado a Prusia a un callejón sin salida.82 Quiso abdicar, pues la
ideología de sus ministros no le permitía continuar la política que parecía preescribirle
su conciencia. Si Federico Guillermo, príncipe heredero que accedió al trono imperial
herido de muerte, hubiera aprovechado entonces la oportunidad, Bismarck no habría
sido nombrado ministro y la historia prusiana y alemana hubiera sido muy distinta. 82 La
negativa del príncipe heredero a aceptar en septiembre de 1862 la proyectada abdicación
de su padre, se debió en primer lugar a consideraciones humanitarias, aunque quizá le
influyera también la sensación de tener que afrontar una tarea irresoluble.

El plan de abdicación del monarca generó, para Bismarck, una situación nueva. La
abdicación, al menos en un principio, habría significado una victoria de los liberales,
cosa que Bismarck y su amigo Roon estaban dispuestos a evitar a todo trance. 83 Al
llegar a Berlín, su nombramiento no estaba ni muchísimo menos decidido. En una
entrevista efectuada en el castillo de Babelsberg entre Guillermo y Bismarck, el rey
discutió minuciosamente con su interlocutor la situación desesperada, y al final acabó
convencido y de acuerdo con Bismarck en que había que adoptar medidas enérgicas
contra la Cámara de Diputados.83 Le nombró primer ministro porque no quedaba otra
opción. Bismarck se comprometió a poner en práctica la reforma militar aún con la
oposición de la mayoría de la Cámara de Diputados. En el curso de la entrevista,
Bismarck prometió solemnemente al monarca fidelidad absoluta e incondicional, 84
rindiéndole casi vasallaje igual que en épocas pretéritas, pero al mismo tiempo le sugirió
la destrucción del borrador de programa que había formulado por escrito.84

27
Nombramiento como ministro[editar · editar fuente]

El 23 de septiembre de 1862, Bismarck fue nombrado ministro y presidente en


funciones del Consejo de Ministros;84 el 8 de octubre tuvo lugar el nombramiento
definito y firme.84 El rey se deshizo en disculpas con su esposa por haber nombrado para
el cargo a su mortal enemigo: "Después de orar y analizar cuidadosamente el asunto, he
tomado al fin esa decisión",84 escribió a la reina Augusta.

En esos días, nadie era capaz de imaginar ni por lo más remoto que semejante
nombramiento iniciaba una colaboración de casi tres décadas entre el monarca y su
nuevo primer ministro. Tampoco cabía suponer que ese hombre, al que el pueblo
tachaba de Junker por su comportamiento durante el año 1848, conseguiría en un plazo
relativamente corto la unificación de Alemania.85 Al principio, la impresión generalizada
era que el gabinete Bismarck no duraría demasiado, y él mismo lo creía así a tenor de la
carta antes aludida que escribió a su esposa.85 Todo el mundo temía un gobierno al
margen de las instituciones estatales, un predomino de los sables, guerras en el exterior
y un decadentismo ruinoso siguiendo las huellas del anciano Federico Heinrich von
Treitschke escribió en esa época que "se gobernaba dando muestras de una consumada
frivolidad".85 A esto se le debe añadir la oposición a la política exterior de sus amigos
conservadores y hasta del rey. El éxito de la espinosa cuestión de Schleswig y Holstein
en 1864 pareció convencer a la mayoría de que el gabinete Bismarck estaba lejos de ser
un mero episodio. De cualquier modo, los diplomáticos extranjeros no tardaron en darse
cuenta de que el entonces embajador de Prusia en Fráncfort del Meno era un hombre
con grandes dotes políticas.

El conflicto constitucional (1862 – 1864)[editar · editar fuente]

Posesión del "timón prusiano"[editar · editar fuente]

Otto von Bismarck en 1889.

Bismarck tomó el timón de Prusia en una época muy comprometida, tanto en el interior
como en el exterior. Nada más lejos de su ánimo que agudizar las disputas en torno al

28
conflicto constitucional, y así lo recalcó una y otra vez en las primeras semanas del
mandato; con los diputados utilizó palabras amables, y como símbolo de reconciliación
presentó la rama de olivo que Katharina Orlov le había entregado al despedirse en
Aviñón.86 Su gesto no halló ningún eco, pues todos creían que era partidario de una
política basada en la violencia.86 Sus palabras, que ofrecían la posibilidad de llegar a un
acuerdo, apenas lograron impresionar a los diputados, pues los dos partidos partían de
planteamientos ideológicos radicalmente distintos. Nadie creía que estuviera a favor de
la existencia de un Parlamento en Alemania; se le reprochaba su deseo de salvar las
dificultades interiores trasladándose al exterior.

La primera comparecencia de Bismarck ante los diputados de la Comisión de


Presupuestos no contribuyó precisamente a causar una buena impresión. Hablo de
reconciliación, pero también afirmó que el problema jurídico planteado podría
convertirse en una cuestión de poder; Alemania no tenía puestos los ojos en el
liberalismo prusiano, sino en su poderío:

Las fronteras de Prusia fijadas por el Tratado de Viena no favorecen un desarrollo sano del
Estado; los grandes problemas de la época no se resolverán con discursos y decisiones tomadas
por mayoría —éste fue el tremendo error de 1848 y 1849—, sino con el hierro y la sangre.86

La unidad alemana en beneficio de Prusia[editar ·


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Bismarck se dedica a un objetivo fundamental: realizar la unidad en beneficio de Prusia
y con exclusión del Imperio Austríaco Para conseguirlo empleó la formación de un
ministerio fuerte que gobierna superando la crítica de la oposición liberal, la perfecta
reorganización de un ejército poderoso bajo la dirección de Helmuth von Moltke, la
acción diplomática para garantizar la neutralidad favorable a Prusia de Francia y Rusia,
y lograr el aislamiento diplomático del Imperio austríaco. Para hacerlo posible fue
necesario realizar tres guerras sucesivas entre 1864 y 1870:

 Guerra contra Dinamarca (1864). La primera ocasión se planteó con motivo de


la cuestión de los ducados de Schleswig y Holstein contra Dinamarca, en el año
1864. Ante la voluntad del rey de Dinamarca de incorporar estos ducados a su
reino, Bismarck reclama a la Dieta de Fráncfort la intervención militar. La rápida
victoria de Austria y Prusia conlleva que Schleswig quede bajo administración
prusiana y Holstein bajo la del imperio austríaco. Pero pronto surgirán
diferencias entre los dos Estados administradores.

 Guerra contra Austria (1866). Ante las diferencias por la administración de los
ducados, Bismarck se reúne con Napoleón III para conseguir la neutralidad de
Francia y se asegura la alianza de Italia que aspira a la incorporación de Venecia.
En junio de 1866, Bismarck pide la exclusión del Imperio Austríaco de la
Confederación y ocupa Holstein. Este hecho desencadena la guerra. La iniciativa
y las victorias correspondiente a los prusianos ya sus aliados. La batalla de
Sadowa (o Sadova) ocurrida el 3 de julio de 1866, permitió un avance
considerable en el proceso de la unificación alemana, consolidando la
hegemonía prusiana dentro de los estados alemanes en detrimento del Imperio
Austríaco. La paz de Praga, firmada el mes de agosto de 1866, representa un

29
giro importante en la historia de Alemania: Prusia se anexiona Hannover, Hessen
Frankfurt y los ducados de Schleswig y Holstein; el Imperio Austriaco reconoce
la disolución de la Confederación Germánica y su exclusión del Estado alemán;
Italia, por su parte, consigue del Imperio Austríaco cesión del territorio de
Venecia, además Bismarck concluye con los Estados del sur de Alemania-
Baviera, Wurtemberg, Baden y Hessen-un acuerdo por el que se restaura el
Zollverein, o unidad económica y militar. En aquellos momentos, julio de 1867,
la Confederación alemana engloba a 23 estados alemanes bajo la hegemonía
prusiana. La Constitución daba una estructura federal en la unión, su presidente
era el rey Guillermo I de Prusia, el canciller federal era Bismarck, y disponía de
una Cámara estriada por sufragio universal con poderes limitados, y de un
Consejo federal donde estaban representados los príncipes y las ciudades de la
unión, el gobierno federal residía en Berlín, y el ejército seguía el modelo
prusiano, la Constitución aseguraba el predominio de Prusia en la
Confederación. Con estas medidas la unidad económica y militar de la pequeña
Alemania de 1848 estaba ya realizada en torno a Prusia, carecía sólo la unidad
política, de ahí que era necesaria una guerra contra Francia.

 Guerra Franco-Prusiana (1870). La ocasión para el conflicto se presentó con


motivo de la candidatura Hohenzollern al trono vacante de España, donde
Bismarck maniobra para conseguir que Napoleón III aparece como agresor. El
17 de julio de 1870, Francia declara la guerra a Prusia y los Estados alemanes
aliados del sur. La guerra se desarrolla entre agosto de 1870 y enero de 1871, y
constituye una victoria total de Bismarck: Francia resto aislada
diplomáticamente y con un ejército mal preparado, mientras Prusia dispone de
un magnífico ejército bien organizado bajo la dirección de Helmuth von Moltke
y , además, cuenta con el apoyo de los estados alemanes del sur. El desarrollo de
la guerra es totalmente favorable a Prusia. Tras la batalla de Sedán Napoleón III
capitula.

Bismarck, con la Guerra franco-prusiana, consigue su objetivo: la proclamación del


Imperio Alemán (1871) con la integración de los Estados del sur con el resto. El 18 de
enero de 1871 se proclamó el Imperio Alemán en Versalles, y Guillermo I, emperador
de la Alemania unificada, con Bismarck como canciller. La Francia derrotada se
reorganiza como República y firma el trata de paz de Frankfurt que estipula la cesión de
Alsacia y Lorena al nuevo Estado Alemán, el pago de indemnizaciones de guerra y una
garantía con la ocupación militar alemana de departamentos de norte -este. En 1871 se
establece la hegemonía alemana sobre el continente europeo y la constitución imperial
de 1871 fija las características del nuevo Imperio: la delimitación territorial con la unión
federal de todos los Estados, las instituciones políticas y administrativas, los principios
y los aspectos del federalismo y la unidad. Alemania se hace grande: Berlín concentra la
vida política del nuevo Estado y actúa como una de las grandes capitales políticas de
Europa, el desarrollo económico se intensifica hasta conseguir que el nuevo Estado sea
uno de los grandes gigantes industriales y capitalistas, y en política internacional se
imponen los llamados sistemas bismarckianos.

La creación del Imperio alemán[editar · editar fuente]


El canciller germano concentró su atención en el equilibrio dentro del continente
europeo, mientras el resto de las grandes potencias orientaban su actividad hacia la

30
formación de un imperio colonial. La opinión inicial de Bismarck era contraria a las
empresas coloniales para cuyo control Alemania no disponía de un potencial naval. Por
otra parte, mientras otras potencias consideraban la actividad colonizadora como una
fórmula para suavizar la presión demográfica, Bismarck contemplaba con recelo las
migraciones, y consideraba que una población numerosa en la metrópoli era
indispensable para mantener un papel relevante en la escena internacional. Las ventajas
económicas tampoco eran evidentes y, sobre todo, la amistad con Inglaterra, requisito
indispensable del sistema diplomático continental, podía enfriarse si aparecían tensiones
coloniales. Por otra parte, no se podía ignorar las peticiones colonialistas que
formulaban desde los años 60 los comerciantes de Hamburgo. Y, además, a finales de
los años 70, la crisis económica, las tensiones sociales y una mayor presión (como la
Sociedad Colonial, por ejemplo) inclinaron al canciller a revisar su postura, pero
señalando que debería tratarse de una expansión limitada, y que no supusiese
compromisos financieros para el Estado.

La actividad colonizadora alemana se desarrolla en cuatro zonas: el golfo de Guinea con


el protectorado de Togo y Camerún, en el sur-oeste africano se proyecta la explotación
de minas de cobre; en África Oriental se recorren las regiones ubicadas ante la isla de
Zanzíbar; en Oceanía se proclama la soberanía sobre el noreste de Nueva Guinea y el
archipiélago de Nueva Bretaña, llamado archipiélago Bismarck en honor al canciller.
Los años 1884-1885 la Conferencia de Berlín define los derechos coloniales y regula los
dominios sobre las cuencas de los grandes ríos, y sobre todo, del río Congo. Bismarck
se erige en el árbitro de las cuestiones coloniales, pero al precio de enfriar las relaciones
con Londres y acercar el gobierno inglés al francés.

Los últimos años[editar · editar fuente]

El emperador Guillermo II de Alemania

31
Mesa de lectura Príncipe von Bismarck por Christian Wilhelm Aller (1892)

En 1888 el emperador alemán Guillermo I murió dejando el trono a su hijo, Federico


III. Pero el nuevo monarca ya estaba sufriendo de un cáncer de garganta incurable, y
murió después de un reinado de sólo tres meses. Fue sustituido por su hijo, Guillermo
II. El nuevo emperador se opuso a la cuidadosa política exterior de Bismarck,
prefiriendo la expansión vigorosa y rápida. Los conflictos entre Guillermo II y su
canciller pronto agriaron su relación. Bismarck creía que podía dominar Guillermo, y
mostró poco respeto por sus políticas en la década de 1880. Su separación definitiva se
produjo después de que Bismarck tratara de poner en práctica las leyes anti-socialistas a
principios de los años 1890. La mayoría Kartell en el Reichstag, fruto de la amalgama
entre el Partido Conservador y Partido Liberal Nacional, estaba dispuesta a hacer la
mayoría de las leyes permanentes, pero estaba dividido sobre la ley que daba a la policía
la facultad de expulsar a los agitadores socialistas de sus hogares, un poder usado en
exceso y muchas veces contra los opositores políticos. Los liberales se negaron a hacer
esta ley permanente, mientras que los conservadores apoyaron sólo a la totalidad del
proyecto de ley, amenazaron y finalmente lo hicieron, con vetar la ley en su totalidad ya
que Bismarck no estaría de acuerdo en un proyecto de ley modificado.

Mientras el debate continuaba, Guillermo se mostraba cada vez más interesado en los
problemas sociales, especialmente el trato a los mineros que se declararon en huelga en
1889 y, de acuerdo con su política activa en el gobierno, habitualmente interrumpía a
Bismarck en el Consejo para dejar clara su política social. Bismarck estaba fuertemente
en desacuerdo con la política de Guillermo y trataba de evitarla. Aunque Guillermo
apoyaba la modificación del proyecto de ley de anti-socialista, Bismarck buscaba
conseguir su apoyo para vetar la ley en su totalidad. Como sus argumentos no
convencieron a Guillermo, Bismarck se puso nervioso y agitado hasta que,
extrañamente, mostró sus motivos para hacer caer el proyecto de ley: conseguir una
agitación de los socialistas hasta producir un violento enfrentamiento que pudiera ser
utilizado como pretexto para reprimirlos. Guillermo respondió que no estaba dispuesto a
abrir su reinado con una campaña sangrienta contra sus propios súbditos. Al día
siguiente, después de darse cuenta de su error, Bismarck trató de llegar a un acuerdo con
Guillermo, al aceptar su política social hacia los trabajadores industriales, e incluso
propuso un Consejo Europeo para discutir las condiciones de trabajo, presidido por el
emperador de Alemania.

Sin embargo, un giro de los acontecimientos condujo a su alejamiento de Guillermo.


Bismarck, sintiéndose presionado y poco apreciado por el Emperador y hostigado por

32
suss ambiciosos adversarios, se negó a firmar una proclama sobre la protección de los
trabajadores junto con Guillermo, como requería la Constitución alemana, en protesta
por la injerencia cada vez más grande de Guillermo sobre la autoridad antes
incuestionable de Bismarck. Bismarck también trabajó entre bastidores para romper el
Consejo Continental de trabajo en el que Guillermo había puesto su corazón.

La ruptura final llegó cuando Bismarck buscó una nueva mayoría parlamentaria, con su
Kartell votado desde el poder conseguido por el fracaso del proyecto de ley anti-
socialista. El resto de fuerzas en el Reichstag fue el Partido de Centro Católico y el
Partido Conservador. Bismarck deseaba formar un nuevo bloque con el Partido del
Centro, e invitó a Ludwig Windthorst, el líder parlamentario, para discutir una alianza.
Es decir, la última maniobra política de Bismarck. Guillermo enfureció al conocer la
visita de Windthorst. En un estado parlamentario, el jefe de gobierno depende de la
confianza de la mayoría parlamentaria, y tiene el derecho a formar coaliciones para
garantizar sus políticas con una mayoría. Sin embargo, en Alemania el Canciller
dependía sólo de la confianza del emperador, y Guillermo creía que el emperador tenía
el derecho a ser informado antes de la reunión de su ministro. Después de una acalorada
discusión en la oficina de Bismarck, Guillermo, a quien Bismarck mostró una carta del
zar Alejandro III que lo describía como un «chico maleducado», estalló y ordenó la
anulación de la Orden Ministerial de 1851 que prohibía al Gabinete de Ministros
informar directamente al rey y requería que se hiciera a través del Primer Ministro.
Bismarck, forzado por primera vez a una situación que no podía utilizar a su favor,
escribió una irritada carta de renuncia, que se publicó después de su muerte,
denunciando la injerencia de Guillermo en la política exterior y doméstica. Bismarck se
convirtió en la primera víctima de su propia creación, y cuando se dio cuenta, su
despido era inminente.

Bismarck dimitió ante la insistencia de Guillermo II en 1890, a los 75 años, sustituido


como Canciller de Alemania y Ministro-Presidente de Prusia por Leo von Caprivi.
Bismarck se fue promovido al rango de «coronel general con la dignidad de mariscal de
campo» (llamado así porque el ejército alemán no nombró Mariscales de Campo en
tiempos de paz). Además, recibió el nuevo título de duque de Lauenburg, con el que
ironizaba que «sería útil para viajar de incógnito». Pronto fue elegido por el Partido
Liberal Nacional en el Reichstag para el escaño del viejo Benigssen, y mantuvo,
supuestamente, el de Hamburgo. Fue forzado a una segunda votación por su rival
socialdemócrata, y en realidad nunca tomó posesión de su escaño. Molesto y resentido
se retiró a sus tierras a Varzim, en la actual Polonia. Un mes después de que su mujer
muriera, el 27 de noviembre de 1894, se trasladó a Friedrichsruh, cerca de Hamburgo,
esperando en vano ser reclamado como asesor o consejero.

Bismarck pasó sus últimos años recopilando sus memorias Gedanken und Erinnerungen
(Pensamientos y recuerdos), en las que critica y desacredita el emperador. Murió en
1898 con 83 años en Friedrichsruh, y allí está enterrado en el mausoleo de Bismarck.

Fuentes[editar · editar fuente]


Notas[editar · editar fuente]

1. ↑ Bismarck tuvo una gran cantidad de seudónimos entre los que destacan el
«Canciller de Hierro» y el «Aniquilador de Ciudades».

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2. ↑ Tomando como base un comentario;[¿por quién?] se puede llegar al objetivo de la
vida de Bismarck: "Si hoy le pregunta usted a un inglés de a pie: ¿Qué piensa usted de
Bismarck?, y si él sabe algo le responderá: Ah, ya, Bismarck, el hombre de la sangre y
el hierro. Y continuaría: Sí, Bismarck fue un político realista; inició ese desgraciado
camino que conduce de Bismarck a Hitler. Hizo tres grandes guerras en Europa. Sólo
creía en el ejército prusiano; luchó, además, a favor de su clase, los junkers prusianos.
Fue un auténtico conservador. Se opuso a todas las fuerzas progresistas europeas.
Nosotros, los historiadores, tenemos ahora una visión de Bismarck radicalmente
distinta. Ya no creemos en esa categorización simplista de idealista y político realista.
Todos los políticos tiene que ser realistas si quieren tener éxito. Nosotros consideramos
que Bismarck deseó la paz para sí mismo, para su país y también para Europa. Su ideal
supremo era la paz. Sólo tras la guerra franco-prusiana consiguió lo que pretendía, y, en
mi opinión, dio a Europa una gran época de paz. Cuarenta años de paz; esa fue, en
realidad, su magnífica obra".[cita requerida]
3. ↑ Los Junkers, en Alemania, eran famosos nobles terratenientes, poseedores de
un vasto territorio y de mucho dinero.
4. ↑ Con respecto a esto, se puede apreciar en una nota hecha por Bismarck:

El dualismo alemán, desde hace un milenio en ciertas ocasiones, pero desde Carlos V cada siglo,
ha regulado metódicamente las relaciones entre las partes por medio de guerras interiores
radicales; en nuestro tiempo, también es éste el único método para poner en su hora justa el reloj
del progreso.

5. ↑ Esta polémica se ha calificado como la victoria de la política realista de


Bismarck, expresión que a menudo ha propiciado interpretaciones erróneas.
6. ↑ Como en sus tiempos, Bismarck solía escribir gran cantidad de cartas en las
que, la mayoría, trataban de disculpas o invitaciones o incluso de sus pensamientos.
7. ↑ No debemos olvidar que, a pesar de su actitud belicosa contra Austria,
Bismarck no pretendía en modo alguno una guerra con aquel país, ni siquiera al
finalizar su etapa de Fráncfort. Su objetivo permaneció siempre inalterable: situar en su
hora correcta el reloj del dualismo alemán, no eliminarlo. No obstante, en ocasiones
conceptuaba a Austria como un país extranjero, mientras por otro lado abrigaba la
esperanza de que las experiencias de la guerra con Francia obligaran a Austria a
practicar una política más sincera con respecto a Prusia.
8. ↑ Por entonces, fumar en la calle se consideraba, incluso fuera de Rusia, un
signo de abrigar sentimientos revolucionarios.
9. ↑ Bismarck tenía una única forma de pensar con respecto a esta idea y la citaba
así:

Más esperanzador es el empeño de conseguir, con los métodos que propiciaron el nacimiento de
la Unión Aduanera, la concretización de otras instituciones nacionales.

10. ↑ A decir, verdad, las cosas no eran para tanto, y desde luego Bismarck tampoco
pensaba actuar con la dureza que expresaban las líneas arriba citadas.
11. ↑ Estas palabras nos demuestran que la afirmación de Schlözer -"soñaba día y
noche con la cartera ministerial"- no refleja más que un aspecto del problema.
12. ↑ Lógicamente, estos sentimientos anímicos son fruto del momento, pero
también son típicos de Bismarck, ya que formaban parte de su ser lo mismo que su
competividad y su intolerancia.

Referencias[editar · editar fuente]

1. ↑ a b c d e f g h i j Mommsen, Wilhelm, “Introducción”..., pág. 7.


2. ↑ a b c d Richter, Werner, “Prólogo de un luchador”..., pág. 9.
3. ↑ Lerman, Katharine Anne, “Resumen de su vida”..., pág. 7.

34
4. ↑ a b c d e f g Pflanze, Otto, “La unificación de Alemania”, pág. 233.
5. ↑ a b c d Pflanze, Otto, “El nuevo estado”, pág. 245
6. ↑ a b Pflanze, Otto, “La gran Alemania”, pág. 262.
7. ↑ Biografías y Vidas. «Otto von Bismarck». Consultado el 17 de junio de 2004.
8. ↑ Biografías y Vidas. «Otto von Bismarck». Consultado el 17 de junio de 2004.
9. ↑ Pflanze, Otto, “El balance del poder”, pág. 337
10. ↑ Mommsen, Wilhelm, “La juventud de Bismarck”..., pág. 17.
11. ↑ a b Richter, Werner, “Infancia”..., pág. 12.
12. ↑ Feuchtwanger, E. J. “Nota del autor, Bismarck; misterios”..., pág. 10.
13. ↑ Mommsen, Wilhelm, “La juventud de Bismarck”..., pág. 18.
14. ↑ Bismarck, Leben und Werk 1941-44
15. ↑ a b Politische Geschichte des neuen deutschen Kaiserreiches, pág. 59, 1925-30
16. ↑ Mommsen, Wilhelm, “La juventud de Bismarck”..., pág. 20.
17. ↑ Ruiz, Raúl, “Napoleón”..., pág. 15
18. ↑ Mommsen, Wilhelm, “La juventud de Bismarck”..., pág. 22.
19. ↑ Feuchtwanger, E. J. “Juventud, estudios y pensamientos”..., pág. 18.
20. ↑ Fragmento de una carta contenida en el libro de Hans Rothfels,
Vierteljahrshefte für Zeitgeschichte.
21. ↑ Mommsen, Wilhelm, “La juventud de Bismarck”..., pág. 21.
22. ↑ a b c Richter, Werner, “Infancia”..., pág. 25.
23. ↑ a b Mommsen, Wilhelm, “La juventud de Bismarck”..., pág. 25.
24. ↑ a b c d e Richter, Werner, “Infancia”..., pág. 26.
25. ↑ a b c d e Mommsen, Wilhelm, “La juventud de Bismarck”..., pág. 24.
26. ↑ Pflanze, Otto, “Comienzos”..., pág. 35
27. ↑ Feuchtwanger, E. J. “Juventud, estudios y pensamientos”..., pág. 28.
28. ↑ a b Mommsen, Wilhelm, “La juventud de Bismarck”..., pág. 26.
29. ↑ a b Richter, Werner, “Infancia”..., pág. 27.
30. ↑ a b c Mommsen, Wilhelm, “El Landtag unificado”..., pág. 27.
31. ↑ a b c d Richter, Werner, “Oficio”..., pág. 29.
32. ↑ Feuchtwanger, E. J. “El oficio del luchador”..., pág. 48.
33. ↑ Mommsen, Wilhelm, “Pensamientos”..., pág. 187.
34. ↑ Feuchtwanger, E. J. “El oficio del luchador”..., pág. 50.
35. ↑ a b c d Richter, Werner, “Oficio”..., pág. 30.
36. ↑ a b c d e f Mommsen, Wilhelm, “El Landtag unificado”..., pág. 28.
37. ↑ Pflanze, Otto, “Desempeño en el Parlamento de Fráncfort”, pág. 159.
38. ↑ Pflanze, Otto, “Desempeño en el Parlamento de Fráncfort”, pág. 160.
39. ↑ a b Mommsen, Wilhelm, “El Landtag unificado”..., pág. 30.
40. ↑ a b c d e Mommsen, Wilhelm, “El Landtag unificado”..., pág. 31.
41. ↑ a b Richter, Werner, “Oficio”..., pág. 45.
42. ↑ Mommsen, Wilhelm, “El Landtag unificado”..., pág. 32.
43. ↑ Mommsen, Wilhelm, “El Landtag unificado”..., pág. 33.
44. ↑ a b c d e f g Mommsen, Wilhelm, “El Landtag unificado”..., pág. 34.
45. ↑ a b Richter, Werner, “Oficio”..., pág. 49-50.
46. ↑ a b Mommsen, Wilhelm, “El Landtag unificado”..., pág. 35.
47. ↑ a b c d Mommsen, Wilhelm, “El Landtag unificado”..., pág. 36.
48. ↑ Mommsen, Wilhelm, “El Landtag unificado”..., pág. 37.
49. ↑ a b c d e Mommsen, Wilhelm, “El Landtag unificado”..., pág. 38.
50. ↑ Lerman, Katharine Anne, “El Landtag”..., pág. 59
51. ↑ Lerman, Katharine Anne, “El Landtag”..., pág. 60
52. ↑ a b c d e f Mommsen, Wilhelm, “Embajador en Fráncfort, San Petersburgo y
París”..., pág. 39
53. ↑ Bismarck, Der Mensch und der Staatsmann, 1944
54. ↑ a b Comentario de Otto von Bismarck en Mommsen, Wilhelm, “Embajador en
Fráncfort, San Petersburgo y París”..., pág. 40

35
55. ↑ a b c Mommsen, Wilhelm, “Embajador en Frankfurt, San Petersburgo y
París”..., pág. 40
56. ↑ a b c Mommsen, Wilhelm, “Embajador en Frankfurt, San Petersburgo y
París”..., pág. 41
57. ↑ a b c d e f Mommsen, Wilhelm, “Embajador en Frankfurt, San Petersburgo y
París”..., pág. 42
58. ↑ Krockow, Christian von, “Die Persönlichkeit der Kämpfer”..., pág. 126
59. ↑ Krockow, Christian von, “Die Persönlichkeit der Kämpfer”..., pág. 127
60. ↑ a b c d e f g Mommsen, Wilhelm, “Embajador en Frankfurt, San Petersburgo y
París”..., pág. 44
61. ↑ Mommsen, Wilhelm, “Embajador en Frankfurt, San Petersburgo y París”...,
pág. 43
62. ↑ a b c d Mommsen, Wilhelm, “Embajador en Frankfurt, San Petersburgo y
París”..., pág. 45
63. ↑ a b c d e f g h i j k l m n ñ o p q r s t u Winkler, Heinrich August, “Persönlichkeit und
Gedanken”... págs, 339-368.
64. ↑ Véase la nota número 4
65. ↑ Mommsen, Wilhelm, “Embajador en Frankfurt, San Petersburgo y París”...,
pág. 46
66. ↑ a b c d e f g Mommsen, Wilhelm, “Embajador en Frankfurt, San Petersburgo y
París”..., pág. 47
67. ↑ a b c d e f g Mommsen, Wilhelm, “Embajador en Frankfurt, San Petersburgo y
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68. ↑ a b Mommsen, Wilhelm, “Embajador en Frankfurt, San Petersburgo y París”...,
pág. 49
69. ↑ a b c d e f g Mommsen, Wilhelm, “Embajador en Frankfurt, San Petersburgo y
París”..., pág. 50
70. ↑ a b c d e f g h Mommsen, Wilhelm, “Embajador en Frankfurt, San Petersburgo y
París”..., pág. 51
71. ↑ a b c d e f g h Feuchtwanger, E. J, “Ministro en espera”..., págs. 67-83
72. ↑ Véase Mommsen, Wilhelm, “Embajador en Frankfurt, San Petersburgo y
París”..., págs. 39-41
73. ↑ Véase Mommsen, Wilhelm, “Embajador en Frankfurt, San Petersburgo y
París”..., pág. 55
74. ↑ a b c Mommsen, Wilhelm, “Embajador en Frankfurt, San Petersburgo y
París”..., pág. 52
75. ↑ Mommsen, Wilhelm, “Embajador en Frankfurt, San Petersburgo y París”...,
pág. 53
76. ↑ a b c d e f g h i Mommsen, Wilhelm, “Embajador en Frankfurt, San Petersburgo y
París”..., pág. 54
77. ↑ a b c d e f g h i Mommsen, Wilhelm, “Embajador en Frankfurt, San Petersburgo y
París”..., pág. 55
78. ↑ a b c d e f g h i j k Mommsen, Wilhelm, “Embajador en Frankfurt, San Petersburgo
y París”..., pág. 57
79. ↑ Goetz, Walter, “Alemania durante el siglo XIX”..., pág. 345
80. ↑ a b c d e f g h i j k Mommsen, Wilhelm, “Embajador en Frankfurt, San Petersburgo
y París”..., pág. 58
81. ↑ a b c Gedanken und Erinnerungen, “Urlaub in Paris”...
82. ↑ a b Mommsen, Wilhelm, “Embajador en Frankfurt, San Petersburgo y París”...,
pág. 59
83. ↑ a b Mommsen, Wilhelm, “Embajador en Frankfurt, San Petersburgo y París”...,
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84. ↑ a b c d e Mommsen, Wilhelm, “Embajador en Frankfurt, San Petersburgo y
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36
85. ↑ a b c Mommsen, Wilhelm, “Embajador en Frankfurt, San Petersburgo y
París”..., pág. 62
86. ↑ a b c Mommsen, Wilhelm, “Embajador en Frankfurt, San Petersburgo y
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Bibliografía consultada[editar · editar fuente]

 Feuchtwanger, E. J. Bismarck. 287 páginas, impreso en Fráncfort del Meno,


Alemania.
 Krockow, Christian von, Bismarck - Eine Biographie, DVA, Stuttgart, ISBN 3-
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 Mommsen, Wilhelm. Otto von Bismarck. 195 páginas, edición número 2,
impreso en Barcelona, España. ISBN 84-345-8145-0
 Lerman, Katharine Anne. La historia de un luchador: Otto von Bismarck. 298
páginas, impreso en la Universidad Metropolitana de Londres, Inglaterra.
 Pflanze, Otto. La vida de Otto von Bismarck. 526 páginas.
 Richter, Werner. Otto von Bismarck. 660 páginas, edición número 6.
 Ruiz, Raúl. Forjadores del mundo contemporáneo... Secc. El canciller de
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Bibliografía complementaria[editar · editar fuente]

Principal[editar · editar fuente]

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Hrsg. von Karl Mielcke. Limbach, Braunschweig 1954.

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Reichsgründungskrieg. Quellen zur Vor- und Nachgeschichte der Hohenzollern-
Kandidatur für den Thron in Madrid 1866–1932. 3 Bd. Hrsg. von Josef Becker
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Mitos y leyendas sobre Otto von Bismarck[editar · editar fuente]

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Bd. 2: Machtstaat vor der Demokratie. 3., durchges. Aufl. Beck, München 1995,
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 Hans-Ulrich Wehler: Deutsche Gesellschaftsgeschichte. Bd. 3: Von der
'Deutschen Doppelrevolution' bis zum Beginn des Ersten Weltkrieges. 1849–
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 Heinrich August Winkler: Der lange Weg nach Westen. Deutsche Geschichte
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Bundeszentrale für politische Bildung. Bd. 385).

Webs sobre la Unificación Alemana y Bismarck[editar


· editar fuente]
 Artículo sobre la unificación alemana
 Blog sobre Bismarck
 La unificación de Alemania

Enlaces externos[editar · editar fuente]


 Wikimedia Commons alberga contenido multimedia sobre Otto von
Bismarck.
 Wikiquote alberga frases célebres de o sobre Otto von Bismarck.

Precedido por: Canciller de Alemania Sucedido por:


— 1871–1890 Leo von Caprivi
Precedido por (primer Sucedido por (primer
periodo): periodo):
Príncipe Hohenlohe Primer ministro de Prusia Albrecht von Roon
1862–1873
Precedido por (segundo 1873–1890 Sucedido por (segundo
periodo): periodo):
Albrecht von Roon Leo von Caprivi

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