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Al comienzo del libro Jaspers define qué entiende por filosofía y la distingue de la

ciencia. La filosofía es ir de camino, es preguntar más que responder.


La filosofía es desinteresada pues prescinde de toda cuestión de utilidad. A
diferencia de la ciencia, la filosofía no progresa ni puede probarse. Sólo puede
comunicarse. Toda filosofía impulsa a una auténtica comunicación, es decir, a una
comunicación “de existencia a existencia”. No debe confundirse el comienzo de la
filosofía con sus orígenes. El comienzo es histórico. El origen, en cambio, es
la fuente de la que proviene “el impulso que mueve a filosofar”. Jaspers señala la
multiplicidad de este origen: el asombro, la duda y las situaciones límite.
Desarrolla en especial lo que entiende por situaciones límite. Son situaciones
inmutables, definitivas, que revelan la imposibilidad constitutiva de la existencia:
no poder no morir, no poder no sufrir, no poder no pecar. “En las situaciones
límite, o bien hace su aparición la nada, o bien se hace sensible lo que realmente
existe a pesar, y por encima de todo evanescente ser mundanal” (pág. 20).

El filósofo alemán Karl Jaspers en su obra La filosofía se pregunta sobre el significado de


ésta, ¿Qué es? y ¿Cuál es su sentido? Él afirma que las respuestas pueden variar según las
personas que se realicen tales preguntas, puesto que para los hombre con fe en la ciencia, la
filosofía es lo más bajo de lo que existe, haciendo referencia de que ésta “carece por
completo de resultados universalmente válidos y susceptibles de ser sabidos y poseídos”.[1]

Infiere Jaspers que la certeza que debe tener la filosofía ciertamente no es científica, sino
que su certeza va en referencia a la esencia entera del hombre, es decir, los caminos de la
filosofía sólo tienen sentido si terminan en el hombre, el cual resulta caracterizado por la
forma de su saber del ser y de sí mismo en el seno de éste. Además, argumenta que la
misma filosofía surgió antes de toda ciencia, y ésta tiene su origen allí donde despiertan los
hombres, los cuales filosofan desde pequeños, y una magnífica señal de esto son las
preguntas que realizan los niños, interpelaciones referentes a un objeto del mundo, al ser y
hasta nuestra existencia en el universo. Otro ejemplo de que la filosofía es anterior a toda
ciencia, se da de manera concreta en los enfermos mentales, puesto que en ellos tienen
lugar revelaciones metafísicas de una índole impresionante.

Para nuestro filósofo no hay manera alguna de escapar de la filosofía, ya que ésta se
encuentra en todo lo que hacemos, que si incluso decidiéramos rechazar la filosofía, ahí
estaríamos profesando también una filosofía, pero sin ser conscientes de ella.

Volviendo a las preguntas iniciales sobre ¿Qué es la filosofía y cuál es su sentido?, expone
Jaspers que desde el significado de la palabra (philósophos) ésta se refiere a la persona
amante del conocimiento, a quien busca la verdad y no a quien la posee. Filosofía quiere
decir ir de camino, y en ese camino “sus preguntas son más esenciales que sus respuestas,
y toda respuesta se convierte en una nueva pregunta”.[2] Sobre el sentido de la filosofía
habla Jaspers que es ver la realidad en su origen, hacerla propia conversando con sí mismo,
abrirse a la grandeza de lo que nos rodea y entablar comunicación de hombre a hombre
manteniendo despierta la razón, incluso frente a lo más extraño y ante lo que se rehusa. La
filosofía es aquella concentración mediante la cual el hombre llega a ser él mismo, al
hacerse partícipe de la realidad.

Ciertamente existen muchísimas formas de filosofar, bastas contradicciones y muchas


sentencias con pretensiones de tener la verdad, pero todo esto no puede impedir que en el
fondo haya una “Unidad que nadie posee, pero en torno a la cual giran en todo tiempo
todos los esfuerzos serios: la filosofía una y eterna, la philosophia perennis”.[3]

Una vez que se ha resuelto la pregunta sobre el significado de la filosofía, Jaspers ahora se
pregunta sobre el origen de ésta. Busca el origen entendido como la fuente de la que mana
en todo tiempo el impulso que mueve a filosofar. Sin embargo este origen es múltiple, ya
que “del asombro sale la pregunta y el conocimiento, de la duda acerca de lo conocido
surge el examen crítico y la clara certeza, de la conmoción del hombre y de la consciencia
de estar perdido nace la cuestión de sí propio”.[4]

Estos orígenes de la filosofía pueden se representados en tres motivos continuos: Platón


decía sobre el tema que el origen de la filosofía es el asombro, puesto que la admiración es
lo que impulsa a los hombres a filosofar, el admirarse incita a conocer; Una vez que se ha
satisfecho el asombro y admiración con el conocimiento de lo que existe, seguidamente
llega al hombre la duda. Las percepciones sensibles están condicionadas por nuestros
sentidos, los cuales gozan en engañarnos continuamente, aquí esta duda sobre lo conocido
se convierte en una duda metódica, la cual es precisamente la fuente del examen crítico de
todo conocimiento, la duda es la vía a la certeza; El último motivo es el que señala el
estoico Epicteto, el cual afirmaba que “el origen de la filosofía es el percatarse de la
propia debilidad e impotencia”,[5] de nuestra propia situación humana de la cual no
podemos salir ni alterar, es el origen más profundo aún, de la filosofía. Sólo reconociendo
las situaciones límites se da el impulso fundamental que mueve a encontrar en el fracaso el
camino que lleva al ser.

Los tres motivos enunciados, asevera Jaspers que no agotan lo que nos mueve a filosofar en
la actualidad, puesto que éstos se encuentran subordinados a una condición, la de la
comunicación entre los hombres. Sólo existo en compañía del otro, solo no soy nada. La
comunicación que propone Jaspers es “una comunicación que no se limite a ser de
intelecto a intelecto, de espíritu a espíritu, sino que llegue ser de existencia a
existencia”.[6] Únicamente en la comunicación se alcanza el fin de la filosofía.

Una vez que se conoce qué es la filosofía y cuál es su origen, Jaspers se cuestiona sobre
¿Qué es lo que existe, qué es el ser? Ciertamente ya se ha intentado responder de muchas
maneras a estas preguntas, pero no se ha llegado a probar que una de ellas sea verdadera.
Nuestro filósofo infiere que “el ser no puede ser en conjunto ni objeto ni sujeto, sino que
tiene que ser lo Circunvalante que se manifiesta en esta separación”.[7]

El ser puro y simple no puede ser, evidentemente, un objeto, puesto que todo lo que viene a
ser un objeto se acerca a mí saliendo de lo Circunvalante, del cual también salgo yo como
sujeto. Lo Circunvalante permanece oscuro para mi consciencia, únicamente se torna claro
por medio de los objetos, es decir, éste se manifiesta en la separación del yo y del objeto.
No se nos presenta del todo, sino que se presenta siempre en los demás.

Filosofar sobre lo Circunvalante significa precisamente penetrar en el ser mismo. “Baste


decir que lo Circunvalante, concebido como el ser mismo, se llama trascendencia (Dios) y
el mundo,”[8] y como existencias estamos en relación con Dios, el cual es objeto en tanto
que se nos da, pero se encuentra en una dimensión completamente distinta en la que se
hallan los objetos empíricos.

Lo Circunvalante es propiamente la idea de Dios, la cual tiene dos raíces: la bíblica y la


filosofía griega. En la bíblica se afirma que Dios existe, y tal realidad se muestra cuando el
hombre renuncia plena y totalmente a sí mismo y a sus propias metas. En la filosofía
griega, de igual manera se concebía la existencia de Dios, de un sólo Dios en Jenófanes, y
en Platón se veía a la Divinidad como el Bien supremo. A la Divinidad se le profesaba
como la razón cósmica.

Los filósofos de nuestro tiempo, infiere Karl Jaspers, han dejado a un lado la cuestión de si
Dios existe, ni afirman su existencia, ni la niegan bajo la premisa de que aquello que no se
puede saber, mejor callar, pero él afirma que Dios existe, y no es un objeto del saber por lo
que su existencia no es apodícticamente demostrable, ni tampoco es un objeto de la
experiencia, ante Dios, sólo cabe creer en Él.

El ser libre del hombre es lo que llamamos su existencia. “Dios es cierto para mí con la
decisión en la cual existo. Dios es cierto no como contenido del saber, sino como presencia
para la existencia”.[9] Dios existe para mí, únicamente en la medida en que yo existo, si
existo Dios existe.

Ciertamente el pensamiento existencialista de Karl Jaspers tiene como objetivo final la


búsqueda del ser, y me parece muy significativo que esta búsqueda nos remita precisamente
a la existencia humana, al hombre, y que la filosofía, será filosofía siempre y cuando
termine su labor en el saber del ser del mismo hombre, saber que se dirige rectamente hacia
lo Circunvalante, pues es de ahí donde surgen los objetos y el sujeto. Lo Circunvalante o
Dios, es lo que da al hombre su existencia, cada quien existe en relación a éste, el ser puro y
simple.
PREGUNTAS

Karl Jaspers
1. Cómo define el autor la filosofía?

La esencia de la filosofía es la búsqueda de la verdad, no la posesión de ella, por


frecuentemente que se la traicione en el dogmatismo, esto es, en un saber
enunciado en proposiciones, definitivo, perfecto, enseñable. Filosofía quiere decir:
ir de camino. Sus preguntas son más esenciales que sus respuestas, y toda
respuesta se convierte en una nueva pregunta.

2. Qué características tiene?

El texto de Jaspers presenta cuatro características principales:

I. En materia de cosas filosóficas se tiene casi todo el mundo por


competente. Mientras que se admite que en las ciencias son condición del
entender el estudio, el adiestramiento y el método, frente a la filosofía se
pretende poder sin más intervenir en ella y hablar de ella. Pasan por
preparación suficiente la propia humanidad, el propio destino y la propia
experiencia. Hay que aceptar la exigencia de que la filosofía se a accesible a
todo el mundo. Los prolijos caminos de la filosofía que recorren los
profesionales de ella sólo tienen realmente sentido si desembocan en el
hombre, el cual resulta caracterizado por la forma de su saber del ser y de sí
mismo en el seno de éste.

II. El pensar filosófico tiene que ser origina en todo momento. Tiene que llevarlo a
cabo cada uno por sí mismo. Una maravillosa señal de que el hombre filosofa en
cuanto tal originalmente son las preguntas de los niños. No es nada raro oír de la
boca infantil algo que por su sencillo penetra inmediatamente en las profundidades
del filosofar. He aquí unos ejemplos. Un niño manifiesta su admiración diciendo:
"me empeño en pensar que soy otro y sigo siendo siempre yo". Este niño toca en
uno de los orígenes de toda certeza, la conciencia del ser en la conciencia del yo.
Se asombra ante el enigma del yo, este ser que no cabe concebir por medio de
ningún otro. Con su cuestión se detiene el niño ante este límite.

III. El filosofar original se presenta en los enfermos mentales lo mismo que en los
niños. Pasa a veces —raras— como si se rompiesen las cadenas y los velos
generales y hablase una verdad impresionante. Al comienzo de varias
enfermedades mentales tienen lugar revelaciones metafísicas de una índole
estremecedora, aunque por su forma y lenguaje no pertenecen, en absoluto, al
rango de aquellas que dadas a conocer cobran una significación objetiva, fuera de
casos como los del poeta Hölderlin o del pintor Van Gogh. Pero quien las
presencia no puede sustraerse a la impresión de que se rompe un velo bajo el
cual vivimos ordinariamente la vida. A más de una persona sana le es también
conocida la experiencia de revelaciones misteriosamente profundas tenidas al
despertar del sueño, pero que al despertarse del todo desaparecen, haciéndonos
sentir que no somos más capaces de ellas. Hay una verdad profunda en la frase
que afirma que los niños y los locos dicen la verdad.

IV. Como la filosofía es indispensable al hombre, está en todo tiempo ahí,


públicamente, en los refranes tradicionales, en apotegmas filosóficos corrientes,
en convicciones dominantes, como por ejemplo en el lenguaje de los espíritus
ilustrados, de las ideas y creencias políticas, pero ante todo, desde el comienzo de
la historia, en los mitos. No hay manera de escapar a la filosofía. La cuestión es
tan sólo si será consciente o no, si será buena o mala, confusa o clara. Quien
rechaza la filosofía, profesa también una filosofía, pero sin ser consciente de ella.

3. Explique la siguiente afirmación: “La filosofía bien trabajada está vinculada sin
duda a las ciencias. Tiene por supuesto éstas en el estado más avanzado a que
hayan llegado en la época correspondiente. Pero el espíritu de la filosofía tiene
otro origen. La filosofía brota antes de toda ciencia allí donde despiertan los
hombres”.

La afirmación de Jaspers habla de la relación, compleja y a veces contradictoria,


entre la filosofía y el conocimiento científico, o dicho de otra manera, de la
“autosuficiencia” de la filosofía. Si la filosofía aspira a ser una disciplina
relacionada como el entendimiento y el conocimiento, no debería renunciar a la
actualización permanente del conocimiento científico (esa actualización ha sido
asumida o practicada por reconocidos filósofos a lo largo de la historia). La
relación “compleja” del pensamiento filosófico con los postulados de la ciencia
permitiría explicar los aciertos y desaciertos de la filosofía, a lo largo de su historia
-si no se pudiera verificar esta relación, la filosofía corre el riesgo de quedar
reducida a especulaciones sin sustento y a proposiciones que carecen de una
corroboración fáctica o empírica-. Considero que la sentencia de Jaspers se
refiere a los límites o la autonomía de la filosofía como disciplina. En la frase final,
al autor expresa, de una manera poética, que la esencia del pensamiento filosófico
es anterior e independiente al conocimiento científico.

4. Quienes son los principales y grandes filósofos, para el autor? Por qué?

Karl Jasper menciona en el texto a Platón, Aristóteles, Descartes y a los estoicos


(Epiciclo y Epicuro) y los vincula con el origen de la filosofía. Platón decía que el
asombro es el origen de la filosofía. Nuestros ojos nos "hacen ser partícipes del
espectáculo de las estrellas, del sol y de la bóveda celeste". Este espectáculo nos
ha "dado el impulso de investigar el universo. De aquí brotó para nosotros la
filosofía, el mayor de los bienes deparados por los dioses a la raza de los
mortales". Y Aristóteles: "Pues la admiración es lo que impulsa a los hombres a
filosofar: empezando por admirarse de lo que les sorprendía por extraño,
avanzaron poco a poco y se preguntaron por las vicisitudes de la luna y del sol, de
los astros y por el origen del universo". Descartes y su célebre frase, "pienso,
luego existo", era para él indubitablemente cierta cuando dudaba de todo lo
demás, pues ni siquiera el perfecto engaño en materia de conocimiento, aquel
que quizá ni percibo, puede engañarme acerca de mi existencia mientras me
engaño al pensar. La duda se vuelve como duda metódica la fuente del
examen crítico de todo conocimiento.. El estoico Epiciclo decía: "El origen de
la filosofía es el percatarse de la propia debilidad e impotencia." ¿Cómo salir
de la impotencia? La respuesta de Epicuro decía: considerando todo lo que no
está en mi poder como indiferente para mí en su necesidad, y, por el contrario,
poniendo en claro y en libertad por medio del pensamiento lo que reside en mí, a
saber, la forma y el contenido de mis representaciones (habla de situaciones
límites). Resumiendo: El origen del filosofar reside en la admiración, en la
duda, en la conciencia de estar perdido. En todo caso comienza el filosofar con
una conmoción total del hombre y siempre trata de salir del estado de turbación
hacia una meta. Platón y Aristóteles partieron de la admiración en busca de la
esencia del ser. Descartes buscaba en medio de la serie sin fin de lo incierto
la certeza imperiosa. Los estoicos buscaban en medio de los dolores de la
existencia, la paz del alma.

5. Cuáles son los diferentes sentidos, que toma la filosofía?

El autor ofrece fórmulas de sentido de la filosofía (aclara que ninguna agota este
sentido). Hoy es dable, hablar de la filosofía, quizás en las siguientes formulas; su
sentido es:
Ver la realidad en su origen;
A pesar la realidad conversando mentalmente conmigo mismo, en la actividad
interior;
Abrirnos a la vastedad de lo que nos circunvala.
Osar la comunicación de hombre a hombre sirviéndose de todo espíritu de verdad
de una lucha amorosa.
Mantener despierta, con paciencia y sin cesar la razón, incluso ante lo más
extraño y ante lo que se rehúsa.
La filosofía es aquella concentración mediante la cual el hombre llega a ser el
mismo, al hacerse partícipe de la realidad.
Para cerrar el comentario sobre el sentido, el autor se refiere al sano y cotidiano
“sentido común”, el simple patrón de medida de la utilidad, bajo el cual fracasa la
filosofía (ofrece la anécdota de Tales, el primero de los filósofos griegos, y la
sirviente, quien cae en un pozo por observar el cielo estrellado).

6. Explique la diferencia entre comienzo y origen de la filosofía.


Comienzo y origen son dos conceptos distintos. El comienzo de la filosofía es
histórico y trae un conjunto creciente de supuestos sentados por el trabajo mental
ya efectuado (disponibles para cualquier interesado en la filosofía). Origen es, en
cambio, la fuente de la que brota en todo tiempo el impulso que mueve a
filosofar. Únicamente gracias a él resulta esencial la filosofía actual en cada
momento y comprendida la filosofía anterior. Para Jaspers este origen es múltiple.
Del asombro sale la pregunta y el conocimiento, de la duda acerca de lo
conocido el examen crítico y la clara certeza, de la conmoción del hombre y
de la conciencia de estar perdido la cuestión de sí propio. Representémonos
ante todo tres motivos (relacionados con el origen); el primero relacionado con
Platón (el asombro), el segundo, luego de la admiración y el asombro con el
conocimiento que existe, viene la duda (ante el examen crítico, no hay nada cierto)
y el tercero, entregado al conocimiento de los objetos del mundo, practicando la
duda como la vía de la certeza, vivo entre y para las cosas, sin pensar en mí, en
mis fines, mi dicha, mí salvación. Más bien estoy olvidado de mí y satisfecho de
alcanzar semejantes conocimientos; la cosa se vuelve otra cuando “me doy cuenta
de mí mismo en mi situación”.

7. Cuáles son los orígenes según el autor?

Para Jaspers, la fundamental actitud filosófica tiene su origen en el estado de


turbación producido por la ausencia de la comunicación, en el afán de una
comunicación auténtica y en la posibilidad de una lucha amorosa que vincule en
sus profundidades yo con yo. Y este filosofar tiene al par sus raíces en aquellos
tres estados de turbación filosóficos que pueden someterse todos a la condición
de lo que signifiquen, sea como auxiliares o sea como enemigos, para la
comunicación de hombre a hombre. El origen de la filosofía está, pues, realmente
en la admiración, en la duda, en la experiencia de las situaciones límites, pero, en
último término y encerrando en sí todo esto, en la voluntad de la comunicación
propiamente tal. Así se muestra desde un principio ya en el hecho de que toda
filosofía impulsa a la comunicación, se expresa, quisiera ser oída, en el hecho de
que su esencia es la coparticipación misma y ésta es indisoluble del ser verdad.
Únicamente en la comunicación se alcanza el fin de la filosofía, en el que está
fundado en último término el señuelo de todos los fines: el interiorizarse del ser, la
claridad del amor, la plenitud del reposo.

REPUBLICA DE PLATON

Los filósofos, en definitiva, son aquellos que gobiernan por “deber”, por que son los mejor
capacitados para ello y no se aferrarán al gobierno pues conocen “una vida mejor”. Además no
introducen en su gobierno ninguna pasión infame como podría ser la avaricia por conseguir fines
personales, sino que actuaran siempre por el bienestar de la polis, dando perfecto significado a la
expresión antes mencionada: “la ciudad en que estén menos ansiosos por ser gobernantes
quienes hayan de serlo, ésa ha de ser forzosamente la que viva mejor”.

Pues bien, para el ateniense un gobierno estable, bueno e ideal debía basarse en la idea de Bien y
de la justicia, más concisamente, debía gobernar el filósofo. ¿Por qué debía gobernar el filósofo?
Pues para Platón, esta pregunta poseía una sencilla respuesta. Simplemente debía gobernar el
filósofo por que son los únicos que alcanzan el conocimiento máximo, los únicos que gobernarían
sin ningún otro fin más que el de realizar su función, eso sí, mediante la idea, siempre, de Bien.
Con ello podemos afirmar que: los mejores deben gobernar.

Para Platón, la única manera, el único camino acertado que existe para llegar a esta “categoría”, la
de gobernante, es decir, alcanzar el conocimiento más real, puro y verdadero, era mediante la
educación. Pero para nuestro ateniense, el significado de educación no era el mero proceso de
transmisión de ideas, de información sino, mediante ciencias y enseñanzas para alcanzar las
ideas, superar el sentido común y entender que hay más allá.

Es muy importante saber que, para Platón no todos podían desarrollar las mismas funciones, sino
que cada uno podría desempeñar solamente aquellas funciones para las que estuviera capacitado.
Por ello hay que comentar las clases sociales, tan importantes para nuestro ateniense; se
clasifican en tres: gobernantes-filósofos, en los cuales predominaba el alma racional, es decir,
personas en las que brillaba la idea de Bien y justicia, pues… eran perfectos para gobernar (alma
de oro); los guardianes: en los que prevalecía el alma irascible, pues poseían una valentía
extraordinaria, se encargaban de defender la polis.(alma de plata); y por último, los productores: en
los que era evidente el alma apetitiva, pues se dejaban guiar por sus emociones y pasiones más
bajas, por lo que no estaban capacitados para participar en asuntos políticos, los cuales eran:
campesinos, comerciantes…

Para finalizar, podemos constatar que, la mejor forma de gobierno para Platón era la aristocracia,
ya que era el gobierno ejercido por los mejores, aquellos que tenían cualidades, naturalezas
innatas para alcanzar la capacidad de gobernar. Aunque una vez seleccionados los adecuados, los
poseedores de estas cualidades debían cultivar y potenciar sus capacidades. Y, esto se conseguía
mediante la educación, un proceso muy elaborado, selectivo y minucioso que tenía por fin alcanzar
el gobernante perfecto: el filósofo- gobernante que una vez que ha alcanzado la idea de Bien y de
Justicia puede construir un estado justo y armonioso

¿Qué es la ilustración? - Emmanuel Kant


La ilustración es la salida del hombre de su minoría de edad...

. El mismo es culpable de ella. La minoría de edad estriba en la incapacidad de


servirse del propio entendimiento, sin la dirección de otro. Uno mismo es culpable
de esta minoría de edad cuando la causa de ella no yace en un defecto del
entendimiento, sino en la falta de decisión y ánimo para servirse con
independencia de él, sin la conducción de otro. ¡Sapere aude! ¡Ten valor de servirte
de tu propio entendimiento! He aquí la divisa de la ilustración.

La mayoría de los hombres, a pesar de que la naturaleza los ha librado desde


tiempo atrás de conducción ajena (naturaliter maiorennes), permanecen con gusto
bajo ella a lo largo de la vida, debido a la pereza y la cobardía. Por eso les es muy
fácil a los otros erigirse en tutores. ¡Es tan cómodo ser menor de edad! Si tengo un
libro que piensa por mí, un pastor que reemplaza mi conciencia moral, un médico
que juzga acerca de mi dieta, y así sucesivamente, no necesitaré del propio
esfuerzo. Con sólo poder pagar, no tengo necesidad de pensar: otro tomará mi
puesto en tan fastidiosa tarea. Como la mayoría de los hombres (y entre ellos la
totalidad del bello sexo) tienen por muy peligroso el paso a la mayoría de edad,
fuera de ser penoso, aquellos tutores ya se han cuidado muy amablemente de
tomar sobre sí semejante superintendencia. Después de haber atontado sus reses
domesticadas, de modo que estas pacíficas criaturas no osan dar un solo paso
fuera de las andaderas en que están metidas, les mostraron el riesgo que las
amenaza si intentan marchar solas. Lo cierto es que ese riesgo no es tan grande,
pues después de algunas caídas habrían aprendido a caminar; pero los ejemplos de
esos accidentes por lo común producen timidez y espanto, y alejan todo ulterior
intento de rehacer semejante experiencia.

Por tanto, a cada hombre individual le es difícil salir de la minoría de edad, casi
convertida en naturaleza suya; inclusive, le ha cobrado afición. Por el momento es
realmente incapaz de servirse del propio entendimiento, porque jamás se le deja
hacer dicho ensayo. Los grillos que atan a la persistente minoría de edad están
dados por reglamentos y fórmulas: instrumentos mecánicos de un uso racional, o
mejor de un abuso de sus dotes naturales. Por no estar habituado a los
movimientos libres, quien se desprenda de esos grillos quizá diera un inseguro
salto por encima de alguna estrechísima zanja. Por eso, sólo son pocos los que, por
esfuerzo del propio espíritu, logran salir de la minoría de edad y andar, sin
embargo, con seguro paso.

Pero, en cambio, es posible que el público se ilustre a sí mismo, siempre que se le


deje en libertad; incluso, casi es inevitable. En efecto, siempre se encontrarán
algunos hombres que piensen por sí mismos, hasta entre los tutores instituidos por
la confusa masa. Ellos, después de haber rechazado el yugo de la minoría de edad,
ensancharán el espíritu de una estimación racional del propio valor y de la vocación
que todo hombre tiene: la de pensar por sí mismo. Notemos en particular que con
anterioridad los tutores habían puesto al público bajo ese yugo, estando después
obligados a someterse al mismo. Tal cosa ocurre cuando algunos, por sí mismos
incapaces de toda ilustración, los incitan a la sublevación: tan dañoso es inculcar
prejuicios, ya que ellos terminan por vengarse de los que han sido sus autores o
propagadores. Luego, el público puede alcanzar ilustración sólo lentamente. Quizá
por una revolución sea posible producir la caída del despotismo personal o de
alguna opresión interesada y ambiciosa; pero jamás se logrará por este camino la
verdadera reforma del modo de pensar, sino que surgirán nuevos prejuicios que,
como los antiguos, servirán de andaderas para la mayor parte de la masa, privada
de pensamiento.

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