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LA LOGICIDAD DE LAS RESOLUCIONES JUDICIALES

El artículo 429, inciso 4) del Código Procesal Penal precisa que el recurso de
casación procede cuando la sentencia o auto ha sido expedido con
falta o manifiesta ilogicidad de la motivación, cuando el vicio resulte de su
propio tenor. Del tenor legal observamos una nueva finalidad de la casación, la
cual el profesor Morello describe como la de ejercer en supuestos determinados
una imprescindible revisión de los fundamentos o motivos que sustentan solo de
modo aparente a la decisión, al haber incurrido el raciocinio en graves vicios o
defectos lógicos en el juicio de hecho. Esta función impide que todo juez, con
base en discurrir lógico inadecuado, expida autos o sentencias contrarias a
derecho, sea por defectos de fondo o de forma. Este fin es conocido como de
control de la logicidad de las sentencias.

En ese sentido, será la motivación que el juez presente en sus resoluciones la


que nos indique si este razonó correctamente o violó las reglas lógicas.
Cuando el juez comete algún error en su razonamiento o viola las reglas de
la lógica, la doctrina señala que su decisión presenta un error in cogitando,
dando con ello origen a un control de logicidad de las resoluciones judiciales.
Para Zavaleta Rodríguez, los errores in cogitando son aquellos vicios
del razonamiento derivados de la infracción de los principios y las reglas de
la argumentación, relacionados con el defecto o la ausencia de las premisas
mayor o menor de la inferencia jurídica.

Desde esta perspectiva teleológica, la inadecuada valoración de las


pruebas solo podría ser revisada cuando se infringe un principio lógico, pero
no cuando se viola una máxima de la experiencia; es decir, no se permite un
control íntegro del respeto del método de valoración de las reglas de la sana
crítica. En suma, el error in cogitando puede presentarse, por un lado, por la
falta de claridad de los hechos, o, por otro lado, de los datos jurídicos.
Con relación al primer supuesto, se produce cuando la relación de los
hechos probados que se hace en la sentencia aparece confusa, dubitativa,
imprecisa. En este caso el juzgador ha empleado expresiones ininteligibles u
oscuras, que hacen difícil la comprensión del relato, o incurrido en omisiones que
alteran su significado y dejan prácticamente sin contenido específico
la narración de los hechos. Sin embargo, estas deficiencias, para constituir un
motivo valedero de casación (penal), explica Luzón Cuesta, deben estar en
conexión con los condicionamientos determinantes de la calificación penal
asignada a los hechos probados, provocando una laguna o vacío en la
descripción histórica de estos, que determina una falta de premisa fáctica para
formular la calificación jurídica, de forma que no puede orientar, dentro del
silogismo en que la sentencia queda estructurada, el pronunciamiento
condenatorio o absolutorio. Con relación al segundo supuesto, y siempre en el
contexto de la casación penal, se presenta cuando en las consideraciones de la
sentencia se consignan referencias judiciales sobre la antijuridicidad penal de los
hechos, la imputación personal o la individualización de la pena o las
reparaciones civiles confusas, dubitativas o imprecisas. El tribunal ha empleado
expresiones oscuras o de imposible comprensión, que imposibilitan comprender
el juicio jurídico y deslindar con seguridad los exactos motivos que sustentaron
un determinado sentido del fallo, en rigor, de su parte resolutiva.

Asimismo, los errores in cogitando se agrupan en: a) falta de motivación; y, b)


defectuosa motivación. En el primer supuesto, el error revela una ausencia total
de fundamentos, no obstante, el deber que les viene impuesto a los jueces de
motivar los autos y las sentencias. En el segundo supuesto, la motivación es
aparente, insufciente o defectuosa. Es aparente, porque disfrazan o esconden la
realidad a través de hechos que no ocurrieron, pruebas que no se aportaron o
fórmulas vacías de contenido que no se condicen con el proceso. Es insuficiente,
cuando el juez no respeta el principio lógico de la razón suficiente, es decir,
cuando las pruebas en las que basa su conclusión sobre los hechos no solo
puede inferirse de aquella, sino también otras conclusiones. Es defectuosa,
cuando el juez viola los principios lógicos o las reglas de la experiencia.

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