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3:6 “Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable á

los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y


comió; y dio también á su marido, el cual comió así como ella”.
“Y vio la mujer que el árbol era bueno para…”. ¿Y porqué antes no había visto que
era bueno para comer y agradable a los ojos etc.? Porque antes no había escuchado la voz
de la serpiente, una vez la escuchó, su percepción de las cosa cambió. Aquí puede verse
como la infuencia externa afecta nuestra forma de percibir las cosas y una vez que las
percibimos de determinada manera actuamos en base a esas percepciones.
Es como el pequeño muchacho que lo envían a ‘aprender un ofcio’ en el taller de
mecánica; antes de conocer a los trabajadores del taller no sentía ninguna atracción
morbosa por las mujeres, pero una vez comenzó a adaptarse a la cultura del entorno
predominante en el taller, empezó también a ver a las mujeres de una manera diferente,
ahora, como todos los mecánicos del taller, acostumbra decirle piropos a cualquier mujer
atractiva que pasa por su lado.
De este modo es como somos afectados por la sociedad, la cultura, los medios, la
religión, etc. Hasta que fnalmente sucede que no podemos actuar de manera
independiente al entorno en el que nos encontramos, la infuencia externa nos dice que es
bueno, que es malo, que es feo, que es bonito, etc. Y así vivimos toda, o al menos la mayor
parte de nuestra vida, actuando en base a estas directivas.
Desde entonces y hasta el día de hoy, la voz que es más escuchada por la mayoría de
la humanidad es la voz de la serpiente, porque la infuencia externa es el trono desde donde
ella gobierna. □

“…codiciable para alcanzar la sabiduría…” El mítico libro de Enóc contiene un


comentario acerca de este árbol de la sabiduría del bien y el mal: “fui llevado al lado del
Paraíso de Justicia, y me fueron mostrados desde lejos árboles en él, árboles numerosos en exceso y
grandes, diferentes unos de otros. Vi allí un árbol que era distinto de todos los demás, muy
grande, bello y magnífco, el árbol de la sabiduría, los que comen de su fruto aprenden gran
sabiduría. El árbol es tan alto como un abeto, sus hojas se parecen a las del algarrobo y su
fruto es como un racimo de uvas, muy bonito; y la fragancia de ese árbol penetra hasta
muy lejos. Y yo dije: ¡Qué hermoso es este árbol y cómo atrae mirarlo! Remeiel el Vigilante y el
santo, que estaba conmigo, me contestó y dijo: Es el árbol de la sabiduría, del cual comieron tu
primer padre y tu primera madre y aprendieron la sabiduría y sus ojos se abrieron y
comprendieron que estaban desnudos y fueron expulsados del jardín del Edén”. (Libro de
Enóc 32:3-6).
No hay nada de malo en desear la sabiduría, lo malo es la intención con la que se
busca; si se busca por medio del árbol de vida o por el otro lado, por medio del árbol del
bien y de mal. Cuando la sabiduría se busca por medio del árbol de vida esta es llamada
‘Sabiduría Divina’, esto es cuando se desea descubrir el aspecto interior de la Ley del

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Creador pues este aspecto interior es el llamado ‘árbol de vida’ y se alcanza cuando
también el hombre busca al Creador con su interior, es decir, con verdadera espiritualidad.
Pero cuando la sabiduría se busca por medio del árbol de bien y del mal, esta
entonces es llamada ‘sabiduría humana’, porque nace del deseo del hombre de separase de
la palabra Divina, de su negativa a sujetarse a la espiritualidad. Esto es lo que surge del
exterior de la ley Divina porque el hombre quiere cumplir la Ley Divina pero solo desde un
plano exterior, es decir, sin un sincero deseo de espiritualidad, sin querer despojarse del
benefcio propio, busca la ciencia del bien (la sabiduría) pero sin desear realmente
despojarse del mal (el egoísmo) y por eso esta vía es llamada ‘árbol de bien y de mal’.
Así puede verse también que ‘serpiente’ se vuelve cualquier sabio que se hace
experto en la sabiduría humana, el intelectual capaz de almacenar en su cerebro una
sorprendente cantidad de conocimientos, pero no por ello es capaz de penetrar los secretos
de la sabiduría del Creador, en efecto, la Escritura dice que la serpiente era ‘astuta’ (arum) y
lo mismo se dice de los ‘sabios’ en sabiduría humana: “El prende a los sabios en su propia
astucia [orem]…” (Job 5:13). □

“…y dio también á su marido, el cual comió así como ella”. Aquí el texto Bíblico
parece mostrar a la mujer con cierta autoridad sobre el hombre, pues parece percibirse que
el hombre no pone resistencia al deseo de la mujer de hacerlo comer del fruto. De ser así, se
comprende por qué mas adelante al ser juzgada la transgresión, se le impone como castigo
a la mujer el someterse a la autoridad del hombre “y él pondrá su dominio sobre ti” (versículo
16) y tal parece ser que de aquí también se deriva la normativa que establecieron nuestros
mayores al respecto del rol de la mujer en la comunidad:
“…no permito que la mujer enseñe ni que ejerza autoridad sobre el hombre… Porque Adán fue
creado primero, después Eva. Y Adán no fue el engañado, sino que la mujer, siendo engañada
completamente, cayó en transgresión.” (1Tim. 2:12-14).
El texto Bíblico parece advertir que la mujer es más propensa a guiarse más por un
razonamiento ‘emocional’, es decir, por los deseos del corazón, pues es ‘el deseo’ el que
lleva a la mujer a caer en la transgresión, como se desprende de las frases ‘vio que era bueno
para comer…agradable…codiciable…etc” y fue al mismo tiempo por el lado emotivo, es decir,
por el amor a su mujer, que el hombre fue susceptible a caer en la transgresión.
Sería entonces debido a esta característica emocional, por la cual la mujer, no parece ser
idónea para desempeñar un papel de autoridad espiritual en la familia o en una
comunidad, salvo algunos casos especiales en los cuales algunas mujeres han podido
superar estas limitantes en su propia naturaleza, como por ejemplo el caso de la profetiza
Débora mencionada en las Escrituras (Jueces 4:4).
Del mismo modo la Escritura parece indicar que el hombre, para poder ejercer
adecuadamente algún tipo de autoridad espiritual, debe también ser capaz de elevarse por
encima de su lado emocional y saber ejercer de manera sabia e independiente su capacidad
de razonamiento.
Así como vemos que físicamente el cerebro se encuentra en un nivel más alto que el
corazón, del mismo modo el hombre debe aprender a tomar decisiones razonables por
encima de las afecciones del corazón. □

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3:7 “Entonces los ojos de ambos se abrieron y conocieron que estaban
desnudos, y cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales para sí
mismos”.
“…los ojos de ambos se abrieron y conocieron…”. Es de notar que la Escritura no
dice “fueron abiertos los ojos y vieron…” sino “fueron abiertos los ojos y conocieron que estaban
desnudos…” esto es para explicar así que no se trata de un ‘ver’ literalmente con los ojos,
sino que se habla de una percepción que tanto Adám como su mujer no tenían antes ¿y cuál
sería esta nueva percepción que antes no tenían? Ellos comenzaron a percibir que con la
violación del mandamiento Divino habían perdido el nivel de conciencia que tenían antes.
Este nivel de conciencia los hacía vivir en armonía con la naturaleza y con todos los
seres vivos, podían con ese nivel elevado escuchar la voz del Creador, es decir podían
percibir el mundo espiritual de una manera clara y sin ningún velo de ignorancia, y podían
al mismo tiempo con esto disfrutar de una vida plena y fructífera. Todos estos aspectos
fueron representados en la antigüedad con la fgura alegórica de unas ‘vestiduras de luz’
como lo mencionan los escritos antiguos:
“de inmediato supe que estaba desnuda de la justicia con la que me había vestido y yo
lloraba y le dije a la serpiente: ¿Por qué has hecho esto conmigo?, ¿Por qué me has privado de la
gloria con la que estaba vestida?” “…empecé a llamar "Adán, Adán, ¿dónde estás? Sube aquí y
ven, que te mostraré un gran secreto. Y cuando vino, le hablé las palabras que nos llevaron a la
transgresión y a perder la gloria que teníamos” “…él comió también, entonces sus ojos fueron
abiertos y se dio cuenta que estaba desnudo. Y me dijo: ¡Oh, mujer malvada! ¿Qué te hice a ti para
que me privaras de la gloria de Di-os?”. (Apocalipsis de Moisés 20:1-3; 21:1-2,5-6)
“Entonces el Señor Di-os dijo a Adán, "Cuando estaban sometidos a mí, ustedes tenían una
naturaleza brillante por dentro, por esta razón podían ver las cosas celestiales. Pero después de su
transgresión, su naturaleza brillante les fue quitada y ya no pueden ver las cosas celestiales, solo
lo que es de la tierra y que está al alcance de sus manos, la capacidad de la carne, que es brutal.”
“Mientras ustedes estaban en obediencia a mí y eran como un ángel brillante” (Primer Libro de
Adám y Eva 8:2; 10:5).
Probablemente también nuestros mayores habrían hecho una alusión a estas
vestiduras alegóricas al escribir: “…vístanse de compasión, de piedad, de bondad, de una actitud
humilde, de mansedumbre y de paciencia”. (Col 3:12). Pero talvez estas ‘vestiduras de luz’, con
las que estaba revestida la conciencia de Adám, no solo habrían sido una fgura alegórica, al
parecer el nivel espiritual que puede llegar a alcanzar el ser humano es capaz incluso de
transformar su propia apariencia física, de este modo encontramos más adelante en las
Escrituras a un Moisés con rostro resplandeciente (Ex. 34: 29,30) y más adelante al Maestro
de Luz transfgurado totalmente: “resplandeció su rostro como el sol y sus vestiduras se hicieron
blancas como la Luz” (Mat. 17:2).
De igual modo explican nuestros mayores que en el mundo por venir, el hombre que
haya alcanzado la corrección de la conciencia, podrá nuevamente gozar de la gloria que
perdió con la transgresión “no todos dormiremos pero sí todos seremos transformados…porque es
necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad.”
(1 Cor. 15:51,52). □

“…cocieron hojas de higuera y se hicieron delantales.” De acuerdo a los escritos


antiguos, Adám y su mujer se cubrieron con hojas de higuera porque fue precisamente con
el fruto de la higuera que ellos vinieron a cometer la trasgresión: “Y al mirar mi desnudez,
comencé a buscar hojas con que ocultar mi vergüenza, pero no encontré ninguna porque los
árboles ocultaron sus hojas pues se pusieron en contra mía, excepto el árbol de la higuera.
Entonces tomé unas cuantas hojas de él y me hice una faja con ellas, y estas hojas eran del
árbol del que yo había comido”. (Apocalipsis de Moisés 20:4,5).

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Otro libro apócrifo en cambio atribuye el fruto prohibido no a la higuera sino a la
vid: “Es la vid que plantó el ángel Samael por la que se irritó el Señor Di-os. Por eso lo
maldijo a él y a su planta. Puesto que no permitió que Adán la tocara, el diablo, envidioso,
lo sedujo por medio de la vid” (Segundo apocalipsis de Baruk. fragmento). Lo interesante
de estas dos versiones es que tanto la higuera como la vid representan a la simiente de
Israel (ver Jer. 2:14,21 y 24:1-10) por lo cual se podría deducir que estos dos tipos de frutos
son mencionados de una manera alegórica para insinuar algún tipo de enseñanza más
profunda que la que se podría ver en estos versículos de una manera literalista, pero de ello
hablaremos más adelante. □

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3:8 “Y oyeron la voz de IHWH Elohim que se paseaba en el huerto al aire
del día: y se escondió el hombre y su mujer de la presencia de IHWH
Elohim entre los árboles del huerto”.

“…la voz de YHWH que se paseaba…” Sería algo difícil imaginarse la voz del
Creador paseándose por algún lugar, a menos que entendamos que lo que se paseaba por el
jardín fuera el ángel del Creador llamado ‘la palabra’. De acuerdo a la sabiduría antigua,
siempre que la Escritura habla de ‘la voz’ o ‘la palabra del Creador’ se refere a un ángel
que en arameo es conocido como «Memra» ‘la palabra’, de este modo se entiende que el
Creador se comunica con el hombre a través de este ángel, del cual se hablará más adelante
en nuestro estudio del texto bíblico. □

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